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Sentimientos y virtudes morales

Al indagar sobre en qué modo como los sentimientos forman parte de la dimensión
moral del al persona, debemos analizar dos problemas fundamentalmente. Uno qué
son los sentimientos y dos su relación con el comportamiento moral, es decir si son
un elemento integrante o un obstáculo, es decir, si el sentimiento y la razón se
cooperan mutuamente o son opuestos al momento de la experiencia moral.

De Platón a Wittgenstein se han buscado distintos fundamentos para las teorías


morales, estableciéndose dos bandos contrarios los teleologistas y los deontologistas.
Asó, los sentimientos han sido uno de los ejes de discusión y polémica en moral.

La palabra sentimiento como tal se usa en filosofía desde el siglo XVII, pues los
estoicos cuando hablaban de moral usaban el término pasiones, caracterizadas como
modalidades del deseo o apetito. Desartes en Las pasiones del alma considera que
estas son un estado del alma, que tienen una causa en el cuerpo. Las pasiones incitan
y disponen el alma a querer las cosas y tienen su preparación en el cuerpo. La primera
es la admiración. Descartes reconoce que de ellas depende todo el bien y el mal en
esta vida, reservando a la cordura la habilidad de dirigirlas o gobernarlas. En autores
posteriores como Pascal y Spinoza se nota la influencia de la visión catersiana. Así
pues, desde los griegos hasta el siglo XVII las pasiones son caracterizadas como
modalidades del deseo o apetito, y a partir del siglo XVII se comienzan a llamar
sentimientos.

La consideración de la razón y los sentimientos como integrantes de la moralidad


tiene una amplia tradición en la historia del pensamiento. Aristóteles no contiene en
rigor una teoría de las emociones pero realizó un esbozo en varios de sus tratos. Las
virtudes, que si es lo que sistematiza, son disposiciones para actuar y sentir de un
modo determinado. En el De anima busca responder si hay un acto o afección del
alma que sea exclusivo de ella pero reconoce que las afecciones del alma también
pueden darse en el cuerpo, es decir el cuerpo también es afectado por las pasiones. En
toda la Etica Nicomáquea en el estudio que hace de los mismos como felicidad,
placer, amistad, aparecen en el contexto del estudio que hace de las virtudes y aunque
no desarrollo una teoría completa y sistemática de las emociones dejo diversos
planteamientos al respecto. Aristóteles sostiene que las pasiones van acompañadas
de placer/dolor lo cual conduce a una cierta alteración. Su valoración de las
emociones esta ligada al comportamiento moral. Aristóteles se aleja de aquella
tendencia que busca la apatheia frente al placer o al dolor, de quienes buscan como
máxima virtud la ataraxia. Sin embargo tiene en común con los estoicos que reconoce
un componente cognitivo a las emociones.

Para los estoicos las emociones afectan el buen desempeño de la razón y son un
obstáculo para la excelencia humana, Mientras que para Aristóteles las emociones
garantizan el respeto y la adecuada relación con los demás en la comunidad política,
por eso están vinculados a la vida virtuosa y a la formación del carácter. Son
provocadoras de modificaciones cognitivas. En resumen, las emociones se encuentran
vinculadas a la idea de virtud. Haciendo un análisis de la acción humana, descubre
que el hombre inclinado por naturaleza siempre al bien debe empeñarse en emplear
los medios adecuados para conseguirlo. En esto las emociones expresadas como
placer/dolor que acompaña a las virtudes y que son alteraciones físico psíquicas. En
otras palabras la emociones o pasiones son afecciones psiquicofisicas asociadas con
alteraciones fisiológicas que llevan a la sensación placer/dolor. Las emociones deben
ser adecuadas a los objetos y situaciones que las provocan y experimentadas de modo
adecuado. Las pasiones en si no son dignas de elogio o censura, pero si lo son la
manera y las circunstancias en que son experimentadas por las personas.

Dando un salto enorme en el siglo XVII se busca dar a la moral un fundamento


racional, así que razón y sentimientos entran en relación problemática, produciéndose
un cambio de perspectiva, una ruptura. La reflexión que aparece antes de la
Ilustración elabora una teoría moral para guiar la vida de los hombres y la reflexión
que aparece después de la Ilustración indaga sobre el fundamento de la moral, en el
que la razón debe cumplir determinadas condiciones para alcanzar un fundamento
satisfactorio del hecho moral.

En El tratado sobre la naturaleza humana Hume establece que la moral debe ser
entendida, explicada y justificada por referencia al lugar de las pasiones y deseos en
la vida humana. Su planteamiento inicial es si la moral es obra de la razón o de las
pasiones, su investigación lo conduce a que no puede ser obra de la razón, llegando a
la conclusión de que la moral es obra de las pasiones. Se opone a los sistemas éticos
que pretenden fundar en la razón la distinción entre el bien y el mal, y en
consecuencia en ella la vida moral del hombre.

La razón juzga cuestiones de hecho y la moralidad no se ocupa del ámbito del ser
sino del deber ser, no pretende describir lo que es sino lo que debe ser. De la
observación y descripción de un hecho no se puede deducir nunca un juicio moral de
lo que debe ser, apareciendo la llamada falacia naturalista. Así que la moralidad se
funda solo en el sentimiento, no queda otra base.

Algo es bueno o malo no porque la razón aprehenda ninguna cualidad del objeto
moral, sino por el sentimiento de agrado o desagrado que se genera en nosotros al
observar dicho objeto. Las valoraciones morales no dependen de un juicio de la
razón sino del sentimiento. Hume se aleja de las posturas racionalistas que consideran
que la razón es la causa de las acciones humanas, sino que más bien son las pasiones
la causa de las acciones humanas. Criticando la teoría racionalista que atribuían a la
razón el predominio absoluto en la conducta humana. Destacando así el papel moral
predominante de las pasiones. Para él es la razón la que está subordinada a en el
plano práctico a las pasiones.
La razón es incapaz de motivar nuestra conducta no puede oponerse a la pasión en lo
concerniente a la dirección de la voluntad. Esta facultad no puede producir una
acción o dar origen a una volición, por lo que se sucede que esta misma facultad, es
incapaz de impedir también la volición.

Para Hume la razón es la facultad que enjuicia cuestiones de hecho, determinando la


verdad o la falsedad de un fenómeno. Su labor es elaborar juicios abstractos y
demostrativos. En el plano de las acciones humanas la toma de decisión solo
depende del placer o del dolor que se experimenten. Las pasiones operan como las
verdaeras causantes de la acción. Hume establece una nueva clasificación de las
pasiones: en apacibles y violentas, como criterio de intensidad emocional.

Algunos piensan que las acciones humanas son correctas cuando son dominadas por
la razón y que las pasiones son algo que tiende a alterar dichas acciones y que por lo
tanto deben ser negadas o sometidas a la razón. Hume piensa distinto, las pasiones
son un elemento positivo dentro de las acciones y son ellas quienes deben dominar a
la razón.

Nos encontramos ahora en el extremo opuesto de la opinión de Hume. Con respecto a


las emociones, a los sentimientos y a la afectividad, Kant piensa que es algo que se
deben desarraigar completamente si es que se desea ser verdaderamente un agente
moral virtuoso. Las pasiones y los sentimientos no solo carecen de relevancia para la
ética sino que entorpecen y dificultan nuestra praxis como individuos morales
autónomos. Las pasiones no son el móvil de la acción moral ni el fundamento del
principio de la razón práctica.

Solo el deber moral, descubierto sin ninguna influencia empírica o por un dato de la
experiencia, el que nos lleva a la moralidad. La acción moral se realiza conforme al
deber, la que la virtud consiste en resistir con fuerza a todas aquellas inclinaciones
contrarias al deber. Fuera del cumplimiento del deber no hay otro motivo de
motivación para la acción humana, así que si no es movido por el cumplimiento del
deber la acción no es moral.

EL hombre moralmente virtuoso según Kant es el que suprime las emociones, relega
sus sentimientos, en cualquier proyecto que desea emprender y ejecuta sus acciones
en obediencia y solo por amor al deber. De este modo la ruptura entre razón y
afectividad se produce desde la Ilustración hasta hoy.

Los sentimientos son afecciones que se producen por las realidades que se viven,
producen un impulso de aproximación o rechazo sobre lo que se percibe como bueno
o malo. Según Zubiri son modos de sentirse que hacen que el hombre se acomode a la
realidad. Así que, la realidad no solo es asunto de inteligencia y del como como
aprendemos de ella sino que también pertenece a los sentimientos. El hombre en su
quehacerse se enfrenta a cosas haciéndose la realidad presente en el sujeto como
realidad estimulante, siendo la realidad no solo un correlato de la intelección sino
también del sentimiento. Los sentimiento son expresiones consientes en las que el
sujeto se encuentra implicado. Son expresiones de la realidad y en ello consiste su
objetividad, por ello los sentimientos no son meramente subjetivos. Nos presentan
facetas de la realidad, no solo son estados míos.

Debemos apostar por una teología moral que reconozca la unión inseparable de razón
y sentimientos, entre capacidad reflexiva y capacidad de sentir para analizar la
vinculación entre ética y naturaleza humana, considerando el sentimiento como
fundamento de la moralidad. Los juicios valorativos juegan un rol esencial para que
se produzca la reacción emocional y es a través de ellos como podemos encontrar la
conexión entre emociones y vida moral.

La virtud no está en hacer el bien sin pasión sino en dejar que nuestros sentimientos
refuercen nuestras tendencias naturales para que se perfeccione nuestro obrar. El
hombre virtuoso es el que se apasiona. Afectividad e intelecto nos ayudan a descubrir
que es lo bueno en cada situación concreta.

La virtud, direccionándolas. La virtud produce agrado en hacer el bien, no somos


justos cuando hacemos la justicia sino cuando en nosotros dse produce el agrado por
practicarla. Es claro que modifica las pasiones Quisiéramos por ultimo citar a
McIntyre quien nos recuerda que ser virtuoso no es como lo entendía Kant actuar
contra la inclinación sino actuar desde la inclinación formada por el cultivo de las
virtudes. Para él la educación moral es educación sentimental. Las pasiones
intensifican las tendencias e inclinaciones que asume libremente la persona

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