Está en la página 1de 7

DAVID HUME

1. VIDA

Nació en la ciudad de Edimburgo (año 1711), en cuya universidad estudió


jurisprudencia. Optó, sin embargo, por dedicarse al estudio de la filosofía y la literatura.
Con esta finalidad en mente, marchó a Francia, donde permaneció entre 1734 y 1737.
Es esos años, compuso el “Tratado sobre la naturaleza humana ” que apareció
publicado en tres volúmenes. Como la obra no tuvo el éxito que esperaba, hizo una
revisión de la primera parte del Tratado bajo el título “Investigaciones sobre el
entendimiento humano”. Al año siguiente, con la misma intención de facilitar a los
lectores los contenidos de la tercera parte del Tratado, publicó “Investigaciones sobre
los principios de la moral”.
A su vuelta de Francia, vivió en Escocia. En 1742 publicó los “Ensayos morales y políticos”
y, tres años después, tras fracasar en su intento por conseguir una cátedra de ética en
la Universidad de Edimburgo por la fama que tenía de escéptico y ateo, desempeñó
varios cargos políticos. En 1752 se publicaron sus “Discursos políticos” y obtuvo el
nombramiento de bibliotecario de la facultad de Derecho de Edimburgo, donde fijó su
residencia y trabajó en la “Historia de Inglaterra”. También compuso los “Diálogos sobre
la religión natural”. En un nuevo viaje a Francia, trabajó como secretario de la embajada
y se relacionó con filósofos franceses afines a la Enciclopedia. Murió en Edimburgo, en
el año 1776.

2.- LA MORALIDAD

La moral necesita disponer de un criterio de moralidad, es decir, de una norma que nos
permita juzgar las acciones como virtuosas o viciosas. ¿A qué se debe que demos
nuestra aprobación y conformidad a actos generosos y que, en cambio, estemos en
desacuerdo con los abusos y los crímenes? Desde los griegos había prevalecido la tesis
de que la explicación a esa pregunta había que buscarla en la razón. Los seres humanos,
decía Aristóteles, tienen una naturaleza que les marca tendencias, y el seguimiento y
logro de esas inclinaciones, por ser algo natural, es bueno. Todo lo que se necesita es
conocer en qué consisten esas tendencias naturales y esa tarea era encomendada a la
razón. Por ejemplo, si la razón descubre que hay una tendencia natural a la procreación,
se considera que es la razón la que elabora el juicio moral como “descuidar la
descendencia es malo”.
Este racionalismo moral había sido rechazado, antes que lo haga Hume, por algunos
filósofos moralistas ingleses y, a la teoría que ellos propongan se la conocerá como
emotivismo moral.
Los juicios morales, según sean de alabanza o de reprobación, determinan e impiden
nuestro comportamiento; pero, en contra del intelectualismo moral, la razón o
entendimiento no puede ni impulsar ni impedir nuestro comportamiento. Lo que
desencadena los juicios morales, por tanto, no es la razón. Pero también sería erróneo
pensar que la razón queda completamente relegada en nuestros juicios morales. Es más
exacto decir que la razón cumple un papel iniciador y auxiliar del sentimiento, que es el
que decide nuestras valoraciones morales.
La tradición racionalista atribuía en exclusiva a la razón la tarea de distinguir entre
acciones virtuosas y viciosas en los juicios morales. Si así fuera, piensa Hume, tendría
que ocurrir que la virtud y el vicio fueran descubiertos mediante una de las dos
operaciones que puede realizar la mente: 1) la virtud y el vicio consistirían en una
relación de ideas o 2) virtud y vicio serían una cuestión de hecho. Sin embargo, no se da
ninguno de los dos casos que justificarían atribuir a la razón un papel de descubrir vicios
y virtudes. La razón descubre verdades de la geometría o del álgebra que consisten en
relaciones entre dos o más ideas, pero ni la bondad ni la maldad son ningún tipo de
relación entre ideas que la razón descubra en las acciones morales.

Supongamos un caso de ingratitud. Una persona no hace sino mostrar buena voluntad
y realizar buenas acciones respecto a otra y ésta, a cambio, le devuelve ingratitud (malas
acciones o negligencia). Según la interpretación racionalista de la filosofía tradicional, se
da, entre ambas personas, una relación de contrariedad y en esa relación consistiría el
crimen; una vez captada por la razón esa relación, se produciría en nosotros el
correspondiente juicio moral de rechazo a ese comportamiento: la ingratitud es mala.
Pero la moralidad no puede consistir en esa relación, nos dirá Hume. Si una persona
“alberga una mala voluntad hacia mí y yo, a cambio, soy indiferente para con ella o
empleo buenos oficios hacia ella, aquí existe la misma relación de contrariedad” y, sin
embargo, mi conducta no sería merecedora de un juicio moral de rechazo. En
consecuencia, ni el vicio ni la virtud consisten en relaciones de ideas.

¿Consistirá la moralidad en alguna cuestión de hecho, que oportunamente descubierta


por la razón, provoca en nosotros el juicio moral de aprobación o rechazo? Hume negó
que el fundamento de los juicios morales pudiera ser una cuestión de hecho. Para Hume,
“el vicio y la virtud pueden compararse con los sonidos, los colores, el calor y el frío, que,
según la moderna filosofía, no son cualidades en los objetos, sino percepciones en la
mente”.
No está justificada la falacia naturalista (cometen este falso razonamiento quienes
pretenden deducir lo que debe ser -obligación moral- de lo que es -hecho-; es decir,
quienes reducen los conceptos morales, como bueno y malo, a alguna propiedad natural
o hecho que la razón descubrirá en las acciones -en un asesinato, por ejemplo- y que le
llevaría al juicio moral “el asesinato debe rechazarse”). En conclusión, para Hume el
fundamento de la moral no consiste en ninguna relación ni en ningún hecho, por lo que
los juicios morales no corresponden a la razón.
La tarea de la razón, en la vida moral, es de carácter previo y auxiliar en la calificación
moral. La razón sirve para instruirnos acerca de si las tendencias de las cualidades y de
las acciones son perniciosas o son útiles. Igual que ocurre con algunas apreciaciones
estéticas, para experimentar el sentimiento moral apropiado, hace falta a veces emplear
muchos razonamientos; hacer distinciones sutiles, establecer comparaciones, examinar
complejas relaciones. Así, en la vida moral, se cuenta con la “ayuda de nuestras
facultades intelectuales para tener influencia en el alma humana”. La razón tiene la
función de buscar los medios adecuados que permitan al ser humano tender a la
felicidad y evitar el sufrimiento; si bien la primacía del actuar humano corresponde a la
pasión (también llamados sentimientos o emociones que son directas o indirectas), que
es lo único que mueve a desear un objeto o a rechazarlo debido a la expectativa de
placer o dolor que este produce.
La sentencia final que decide si una acción es merecedora de alabanza o de censura
depende de un sentimiento natural de aceptación, para lo bueno, o de rechazo, para lo
malo. La moral se siente más que se juzga. El sentimiento moral es una cualidad
universal del alma, común a toda la humanidad. Del mismo modo que existe un instinto
natural que nos hace distinguir lo agradable de lo desagradable, hay un instinto o
sentido moral que nos hace apreciar lo que es bueno y lo que es malo. La virtud y el vicio
no son cualidades de las acciones, sino percepciones de la mente.
El sentimiento que se encuentra en la base de la moral es un sentimiento particular de
dolor y de placer. La virtud produce un placer de tipo particular, así como el vicio
provoca un dolor de tipo particular. A diferencia de lo que ocurre con otras clases de
placeres, el placer y el dolor que acompañan a la virtud y al vicio son desinteresados.
Este es el rasgo específico del sentimiento moral. “Las buenas cualidades de un enemigo
son perjudiciales para nosotros, pero pueden suscitar en nosotros estimación y
respeto”.
El placer y el dolor desinteresados no son los únicos sentimientos a tener en cuenta en
la concepción moral de este autor. Hume otorgó también un papel destacado al
sentimiento de la simpatía (inclinación a compartir los sentimientos o estados de ánimo
de los otros). La simpatía está causada por la semejanza que la naturaleza ha establecido
entre los seres humanos y se refuerza con las relaciones de parentesco, la educación, el
trato y las costumbres. La simpatía permite superar el amor propio o el interés particular
y preocuparse por el bien o el sufrimiento de los demás, de ahí que suministre un criterio
general e inalterable para aprobar o desaprobar los caracteres y los comportamientos.
Una acción o cualidad producirá un sentimiento agradable o placentero, y será buena,
cuando sea útil o agradable para uno mismo y para los demás.
La ética de Hume repercutirá en el utilitarismo del siglo XIX, que defendió como principio
fundamental de la moralidad que las acciones buenas son aquellas que ocasionan el
mayor placer para el mayor número.

ÉTICA

FUNDAMENTO

SENTIMIENTOS UTILIDAD
Simpatía/Antipatía El valor de una acción es su utilidad para
La comunidad
EMOTIVISMO UTILITARISMO
3.- LA POLÍTICA

Hume no aceptó que la comunidad política surgiese de la transición de un estado de


naturaleza a otro civil, fruto de un contrato social, como habían defendido Hobbes y
Locke. Lo que mostraría la historia es que las naciones se formaron por la ambición y la
fuerza.
Tampoco admitió la idea medieval de que el poder de los gobernantes procediera por
derecho divino, porque esto supondría admitir ideas metafísicas a las que no concedía
ningún valor.
El auténtico origen de la sociedad es la simpatía, que mueve a los hombres a unirse para
lograr su utilidad y el bien común. Esta asociación reclama una organización y una
autoridad, que convierte la sociedad en una agrupación política. Lo único que justifica y
legitima el poder de un gobernante es el bien común que procura a su pueblo y la
defensa de los bienes indispensables para la vida en una sociedad. Estos son la
propiedad, la fidelidad a los contratos y otros bienes semejantes.
La doctrina política de Hume también se apoya en la utilidad, pues consideraba que las
leyes sociales eran válidas mientras protegiesen los intereses y el disfrute de los
individuos.

4.- LAS BASES EMPÍRICAS DEL CONOCIMIENTO

Es importante una ciencia del hombre por dos razones: 1) todas las ciencias guardan
relación con la naturaleza humana; 2) por aplicar el mismo método a la naturaleza
humana para lograr una ciencia acerca del hombre.

Todo contenido de la mente deriva de la experiencia. Todo cuanto hay en la mente son
percepciones que se dividen en impresiones e ideas. Las impresiones son los datos
inmediatos de la experiencia (impresiones son las sensaciones). Las ideas, en cambio,
son copias o imágenes de las impresiones. Se dan dos diferencias entre las impresiones
y las ideas: 1) la fuerza o viveza y 2) el orden en que aparecen.

SIMPLES
IMPRESIONES COMPLEJAS
PERCEPCIONES
SIMPLES
IDEAS COMPLEJAS

La mente no tiene ideas sino después de haber tenido impresiones, que son la fuente
originaria y única de las ideas; pero, además, dicha diferencia le permitió también
elaborar el “principio de la copia”.
Hay impresiones simples que dejan en la mente como imagen o copia la idea simple e
impresiones complejas que dejan su correspondiente copia o idea compleja.
Las ideas complejas pueden también ser el resultado de una actividad independiente
que tiene lugar en nuestra mente. Pueden ser debidas a la imaginación que actúa de
dos maneras: combinando ideas simples de modo arbitrario y libre, y combinando ideas
simples, pero siguiendo al hacerlo unas pautas generales de asociación que expresan
tendencias naturales de la mente semejantes a la fuerza de atracción de la gravedad.
Esta segunda manera de combinar ideas sigue unas reglas que se consideran siempre
iguales y que se conocen como principio de asociación de ideas. Hay como una fuerza
suave que impulsa a asociarse a las ideas siguiendo tres leyes: semejanza, contigüidad
en el espacio o en el tiempo y causa-efecto.
Así, la imaginación unas veces combina ideas simples siguiendo el criterio de semejanza
(retrato de una persona), en otras ocasiones la imaginación actúa por contigüidad
espacio-temporal (se asocian ideas de espacios próximos o de acontecimientos
sucesivos en el tiempo), y en ocasiones funciona la ley causa-efecto, que nos hace
asociar la idea de fuego y la de dolor -en caso de tocar el fuego-.
Estas ideas complejas que construye la imaginación combinando ideas de acuerdo a las
leyes expuestas, quedan sujetas al mencionado principio de la copia, lo que significa que
no podrá reconocérseles valor representativo a menos que se logre encontrar la
impresión de la que procede.

Lo que solemos considerar ideas generales o abstractas no son sino ideas particulares a
las que se les otorga un término que les da una significación más extensa y hace que
ocasionalmente recuerden a otras ideas particulares semejantes a ellas.
A favor de que “las ideas universales o abstractas no son más que ideas particulares”,
Hume utilizó el argumento de la copia o imagen. Como derivan de las impresiones, las
ideas tienen que ser particulares, ya que particulares son las impresiones. A las ideas
generales o universales no les corresponde ninguna impresión que las legitime como
ideas. No puede hallarse ninguna impresión de la que derive la idea de “hombre” y sí se
encuentran, en cambio, múltiples impresiones de individuos humanos particulares.
Tenemos impresiones de muchos árboles individuales, de cada uno de los cuales hay en
la mente la correspondiente y particular imagen o copia. Al darnos cuenta de que entre
las ideas de esos árboles hay cierta semejanza, otorgamos a todas ellas una misma
palabra: árbol. Una vez que adquirimos la costumbre de aplicar el mismo término a
todos esos objetos particulares, cuando oímos esa palabra acude a nuestra mente la
idea de un árbol particular, pero no las de todos ellos. El nombre común, no nos hace
recordar las ideas de todos los árboles, sino la de uno en particular. Al oírla se pone en
marcha un cierto hábito o asociación que nos lleva a recordar la idea de otro árbol
semejante. Las ideas no se han convertido en ideas universales o generales, sino que lo
único universal es el término al que lo asociamos. Se trata de nombres de los que nos
servimos por su evidente utilidad y por el hábito o costumbre de asociar en nuestra
mente ideas simples que guardan parecido entre sí.

Hume distinguió dos clases de objetos presentes ante la mente humana: relaciones de
ideas (las matemáticas están constituidas por proposiciones que expresan simples
relaciones de ideas sin referirse a lo que existe o puede existir. Operan sobre contenidos
ideales y su verdad no requiere del recurso de la experiencia. Son intuitiva o
demostrativamente ciertas. Se trata de verdades protegidas por el principio de no
contradicción) y cuestiones de hecho (no expresan un conocimiento de necesidad
lógica, podemos negar esas proposiciones sin incurrir en contradicción).
Todos los razonamientos que se hacen sobre cuestiones de hecho contienen inferencias
causales. La idea de causalidad es una idea compleja constituida por dos ideas muy
distintas entre sí. No basta el simple análisis de la idea de causa para descubrir, a priori,
que en esa idea está contenida la idea de efecto que se deriva de ella. Entre la causa y
el efecto se dan dos relaciones experimentables, la contigüidad y la sucesión.

No reducimos el uso de la causalidad a hechos presentes y pasados, de los que sí


tenemos garantía de validez por las impresiones actuales y la memoria del pasado
respectivamente. Extendemos la inferencia causal al futuro, a hechos aún no sucedidos.
Que el futuro será como el pasado se basa en un principio que para nosotros no es
intuitivamente cierto ni demostrable. No hay argumentos de ningún género para probar
la semejanza del futuro con el pasado. Una vez adquirido el hábito o costumbre de
asociar uno de los objetos a otro, esa costumbre produce en nosotros una creencia que
nos da la convicción de que dado el efecto ha habido la causa productora.

El fundamento de la causalidad es una creencia, un sentimiento.

GNOSEOLOGÍA

EL CONOCIMIENTO
PROVIENE DE LA
EXPERIENCIA

PERCEPCIONES

IMPRESIONES IDEAS

Producto de la imaginación y la
memoria:
ley de semejanza
ley de contigüidad
El conocimiento consiste en:
ley de causa y efecto

CUESTIONES DE RELACIONES DE
HECHO IDEAS
Contingentes Necesarias
Probables Universales
ESCEPTICISMO. Las cuestiones METAFÍSICAS SON RECHAZADAS. Crítica: idea de sustancia,
principio de causalidad, yo y Dios.

También podría gustarte