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1. VIDA
2.- LA MORALIDAD
La moral necesita disponer de un criterio de moralidad, es decir, de una norma que nos
permita juzgar las acciones como virtuosas o viciosas. ¿A qué se debe que demos
nuestra aprobación y conformidad a actos generosos y que, en cambio, estemos en
desacuerdo con los abusos y los crímenes? Desde los griegos había prevalecido la tesis
de que la explicación a esa pregunta había que buscarla en la razón. Los seres humanos,
decía Aristóteles, tienen una naturaleza que les marca tendencias, y el seguimiento y
logro de esas inclinaciones, por ser algo natural, es bueno. Todo lo que se necesita es
conocer en qué consisten esas tendencias naturales y esa tarea era encomendada a la
razón. Por ejemplo, si la razón descubre que hay una tendencia natural a la procreación,
se considera que es la razón la que elabora el juicio moral como “descuidar la
descendencia es malo”.
Este racionalismo moral había sido rechazado, antes que lo haga Hume, por algunos
filósofos moralistas ingleses y, a la teoría que ellos propongan se la conocerá como
emotivismo moral.
Los juicios morales, según sean de alabanza o de reprobación, determinan e impiden
nuestro comportamiento; pero, en contra del intelectualismo moral, la razón o
entendimiento no puede ni impulsar ni impedir nuestro comportamiento. Lo que
desencadena los juicios morales, por tanto, no es la razón. Pero también sería erróneo
pensar que la razón queda completamente relegada en nuestros juicios morales. Es más
exacto decir que la razón cumple un papel iniciador y auxiliar del sentimiento, que es el
que decide nuestras valoraciones morales.
La tradición racionalista atribuía en exclusiva a la razón la tarea de distinguir entre
acciones virtuosas y viciosas en los juicios morales. Si así fuera, piensa Hume, tendría
que ocurrir que la virtud y el vicio fueran descubiertos mediante una de las dos
operaciones que puede realizar la mente: 1) la virtud y el vicio consistirían en una
relación de ideas o 2) virtud y vicio serían una cuestión de hecho. Sin embargo, no se da
ninguno de los dos casos que justificarían atribuir a la razón un papel de descubrir vicios
y virtudes. La razón descubre verdades de la geometría o del álgebra que consisten en
relaciones entre dos o más ideas, pero ni la bondad ni la maldad son ningún tipo de
relación entre ideas que la razón descubra en las acciones morales.
Supongamos un caso de ingratitud. Una persona no hace sino mostrar buena voluntad
y realizar buenas acciones respecto a otra y ésta, a cambio, le devuelve ingratitud (malas
acciones o negligencia). Según la interpretación racionalista de la filosofía tradicional, se
da, entre ambas personas, una relación de contrariedad y en esa relación consistiría el
crimen; una vez captada por la razón esa relación, se produciría en nosotros el
correspondiente juicio moral de rechazo a ese comportamiento: la ingratitud es mala.
Pero la moralidad no puede consistir en esa relación, nos dirá Hume. Si una persona
“alberga una mala voluntad hacia mí y yo, a cambio, soy indiferente para con ella o
empleo buenos oficios hacia ella, aquí existe la misma relación de contrariedad” y, sin
embargo, mi conducta no sería merecedora de un juicio moral de rechazo. En
consecuencia, ni el vicio ni la virtud consisten en relaciones de ideas.
ÉTICA
FUNDAMENTO
SENTIMIENTOS UTILIDAD
Simpatía/Antipatía El valor de una acción es su utilidad para
La comunidad
EMOTIVISMO UTILITARISMO
3.- LA POLÍTICA
Es importante una ciencia del hombre por dos razones: 1) todas las ciencias guardan
relación con la naturaleza humana; 2) por aplicar el mismo método a la naturaleza
humana para lograr una ciencia acerca del hombre.
Todo contenido de la mente deriva de la experiencia. Todo cuanto hay en la mente son
percepciones que se dividen en impresiones e ideas. Las impresiones son los datos
inmediatos de la experiencia (impresiones son las sensaciones). Las ideas, en cambio,
son copias o imágenes de las impresiones. Se dan dos diferencias entre las impresiones
y las ideas: 1) la fuerza o viveza y 2) el orden en que aparecen.
SIMPLES
IMPRESIONES COMPLEJAS
PERCEPCIONES
SIMPLES
IDEAS COMPLEJAS
La mente no tiene ideas sino después de haber tenido impresiones, que son la fuente
originaria y única de las ideas; pero, además, dicha diferencia le permitió también
elaborar el “principio de la copia”.
Hay impresiones simples que dejan en la mente como imagen o copia la idea simple e
impresiones complejas que dejan su correspondiente copia o idea compleja.
Las ideas complejas pueden también ser el resultado de una actividad independiente
que tiene lugar en nuestra mente. Pueden ser debidas a la imaginación que actúa de
dos maneras: combinando ideas simples de modo arbitrario y libre, y combinando ideas
simples, pero siguiendo al hacerlo unas pautas generales de asociación que expresan
tendencias naturales de la mente semejantes a la fuerza de atracción de la gravedad.
Esta segunda manera de combinar ideas sigue unas reglas que se consideran siempre
iguales y que se conocen como principio de asociación de ideas. Hay como una fuerza
suave que impulsa a asociarse a las ideas siguiendo tres leyes: semejanza, contigüidad
en el espacio o en el tiempo y causa-efecto.
Así, la imaginación unas veces combina ideas simples siguiendo el criterio de semejanza
(retrato de una persona), en otras ocasiones la imaginación actúa por contigüidad
espacio-temporal (se asocian ideas de espacios próximos o de acontecimientos
sucesivos en el tiempo), y en ocasiones funciona la ley causa-efecto, que nos hace
asociar la idea de fuego y la de dolor -en caso de tocar el fuego-.
Estas ideas complejas que construye la imaginación combinando ideas de acuerdo a las
leyes expuestas, quedan sujetas al mencionado principio de la copia, lo que significa que
no podrá reconocérseles valor representativo a menos que se logre encontrar la
impresión de la que procede.
Lo que solemos considerar ideas generales o abstractas no son sino ideas particulares a
las que se les otorga un término que les da una significación más extensa y hace que
ocasionalmente recuerden a otras ideas particulares semejantes a ellas.
A favor de que “las ideas universales o abstractas no son más que ideas particulares”,
Hume utilizó el argumento de la copia o imagen. Como derivan de las impresiones, las
ideas tienen que ser particulares, ya que particulares son las impresiones. A las ideas
generales o universales no les corresponde ninguna impresión que las legitime como
ideas. No puede hallarse ninguna impresión de la que derive la idea de “hombre” y sí se
encuentran, en cambio, múltiples impresiones de individuos humanos particulares.
Tenemos impresiones de muchos árboles individuales, de cada uno de los cuales hay en
la mente la correspondiente y particular imagen o copia. Al darnos cuenta de que entre
las ideas de esos árboles hay cierta semejanza, otorgamos a todas ellas una misma
palabra: árbol. Una vez que adquirimos la costumbre de aplicar el mismo término a
todos esos objetos particulares, cuando oímos esa palabra acude a nuestra mente la
idea de un árbol particular, pero no las de todos ellos. El nombre común, no nos hace
recordar las ideas de todos los árboles, sino la de uno en particular. Al oírla se pone en
marcha un cierto hábito o asociación que nos lleva a recordar la idea de otro árbol
semejante. Las ideas no se han convertido en ideas universales o generales, sino que lo
único universal es el término al que lo asociamos. Se trata de nombres de los que nos
servimos por su evidente utilidad y por el hábito o costumbre de asociar en nuestra
mente ideas simples que guardan parecido entre sí.
Hume distinguió dos clases de objetos presentes ante la mente humana: relaciones de
ideas (las matemáticas están constituidas por proposiciones que expresan simples
relaciones de ideas sin referirse a lo que existe o puede existir. Operan sobre contenidos
ideales y su verdad no requiere del recurso de la experiencia. Son intuitiva o
demostrativamente ciertas. Se trata de verdades protegidas por el principio de no
contradicción) y cuestiones de hecho (no expresan un conocimiento de necesidad
lógica, podemos negar esas proposiciones sin incurrir en contradicción).
Todos los razonamientos que se hacen sobre cuestiones de hecho contienen inferencias
causales. La idea de causalidad es una idea compleja constituida por dos ideas muy
distintas entre sí. No basta el simple análisis de la idea de causa para descubrir, a priori,
que en esa idea está contenida la idea de efecto que se deriva de ella. Entre la causa y
el efecto se dan dos relaciones experimentables, la contigüidad y la sucesión.
GNOSEOLOGÍA
EL CONOCIMIENTO
PROVIENE DE LA
EXPERIENCIA
PERCEPCIONES
IMPRESIONES IDEAS
Producto de la imaginación y la
memoria:
ley de semejanza
ley de contigüidad
El conocimiento consiste en:
ley de causa y efecto
CUESTIONES DE RELACIONES DE
HECHO IDEAS
Contingentes Necesarias
Probables Universales
ESCEPTICISMO. Las cuestiones METAFÍSICAS SON RECHAZADAS. Crítica: idea de sustancia,
principio de causalidad, yo y Dios.