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Orígenes de la mitología griega
Según Hesíodo, al comienzo no hay nada más que espacio, nada
orgánico, nada que pueda ser descrito. Luego, después de ese vacío, se
dibuja la primera de las realidades, que limita y comienza a darle un
sentido: la Tierra, Gea (Tellus) la base segura de todo lo que en el mundo
ya se encontraba dividido, pues bajo la Tierra seguía existiendo un espacio
vacío donde todo era Caos (Chaos). Ese Caos engendra el Erebo, el vasto
espacio subyacente, en que más tarde tendrán su lugar los infiernos. En el
vacío ubicado por encima de la Tierra, instala esta a su primogénito, Urano
(el Cielo), que emana de ella.
Al mismo tiempo que se da esta división orgánica del universo, tiene
lugar el nacimiento de Eros (Cupido), el Amor, que es aquí el principio
abstracto del Deseo, y no todavía el pequeño dios maligno, perverso y
alado. En los orígenes mismos de la creación del universo, era
imprescindible crear el Amor, este es el motor universal; es quien provoca
las uniones del principio cósmico, los engendramientos que ni la
Afrodita y Eros
imaginación concibe.
Erebo, hijo de Caos, tuvo un hermano llamado Noche. Sin embargo Gea,
después de haber engendrado a Urano, dio a luz a las Montañas y las
Ninfas (Driada o Nereida), que en ese momento son genios de las
Montañas. A Gea también corresponde la maternidad de Pontos (el Mar,
principio masculino, la Ola poderosa). La diosa Noche engendra dos hijos:
Éter y Día. El primero es la clara y pura luz que se adivina en las más altas
regiones de la atmósfera; la luz de los dioses. Por su parte el Día, ilumina a
los mortales, y alterna con su madre la Noche.
Urano y Gea adquieren preeminencia, de ellos nacen doce hijos, los
Titanes y las Titánidas. Los Titanes son seis: Océano, el mayor, luego Ceo,
Críos, Hiperión, Iapeto y, finalmente, Cronos (Saturno). Seis hermanas, las
Titánidas: Tía, Rea (Cíbiles), Temis, Mnemosine, Febe y Tetis. Algunos de
Océano
estos nombres responden a funciones particulares dentro del mundo, así,
Temis, por ejemplo es la Justicia, Mnemosine es la memoria, quien
garantiza la duración del mundo, no gracias al tiempo sino a la alternancia
entre el día y la noche. Tetis es una divinidad marina; parece personificar la
fecundidad femenina del Mar. Se casó con Océano, y le dio más de tres mil
hijos (los ríos del mundo), su morada está situada lejos en el Oeste, en el
país del Atardecer, todo rojo, que el Sol visita a diario al bajar del cielo.
Hiperión (el que viaja a lo alto) casado con su hermana Tía, engendra a Helios
Helios y Selene (el Sol y la Luna). La mayor parte de los Titanes no existe
más que en su descendencia: Ceo, unido a su hermana Febe (la Brillante),
engendra a Leto, que más tarde será la madre de Artemisa y de Febo.
Críos, con Euribia, una de las hijas de Gea y del Pontos, engendró a Astreo
que fue uno de los esposos de la Aurora (Eos), al gigante Palas, y
finalmente Perses, que fue el padre de la diosa Hécate -la señora de la
noche-, diosa de la Abundancia, de la Elocuencia, pero también temible
Selene
maga, hábil para metamorfosearse en perra, en loba, en asna, y cuya
estatua de tres cabezas se erguía frecuentemente en las encrucijadas.
Iapeto se casó con Climena, hija de Océano y de Tetis, que le dio cuatro
hijos: Atlante (Atlas), el gigante que más tarde fue condenado a llevar
sobre sus hombros la bóveda del cielo, Menoetio, quien también participó
en la rebelión contra Zeus, y que por esa razón fue fulminado y sumergido
en el Tártaro.
Titán Atlas
El Titán cuya descendencia reviste mayor importancia es Cronos. A partir
de él se desarrollan los destinos que llevan al poder a la generación divina
de los Olímpicos.
Los Cíclopes eran también hijos de Urano y Gea, tres genios de la
tempestad: Arges (el fulgor del relámpago), Asteropes (las nubes de la
tempestad) y Brontes (el estruendo del trueno), luego los Hecatonquiros
(los Ciembrazos), tres gigantes: Coto, Briareo y Gies. Urano detestaba
haber sido padre tan prolífico y por ello prohibía a sus hijos el ver la luz; les
obligaba a permanecer encerrados en las profundidades de la Tierra. Ya
que Urano imponía una continua fecundidad a su compañera, ésta planeó
junto con sus hijos mayores, la venganza. Ninguno de ellos aceptó, excepto
el más joven de ellos, Cronos, quien odiaba a su padre –no se sabe bien
por qué-. Entonces Gea le confió una serpiente de acero muy dura y
aguzada, y cuando una noche Urano se acercó a ella para fecundarla una
vez más, Cronos que se encontraba expectante, le cortó con la serpiente
los testículos a su padre y los lanzó al espacio. La sangre del dios herido
cayó en forma de lluvia sobre la tierra y el mar, donde engendró aun otras
divinidades. De esta sangre que cayó en la tierra salieron las Erinias –
Eumenides-: Alecto, Tisífone y Megera, las tres Furias, genios crueles que
viven en las profundidades del Infierno, donde torturan a los criminales, los
Gigantes y una nueva generación de Ninfas, las Melíadas, o Ninfas de los
fresnos.
De la sangre mezclada con semen, que cayó sobre el mar, nació la
diosa Afrodita (Espuma). Amor y el hermoso Deseo, la cortejaron en cuanto
nació.
Los demonios del mar
Pontos (la Ola) tuvo como primogénito a Nereo, a quien se llama el
Viejo del Mar, porque es leal y benigno a la vez, sin olvidar jamás la
equidad. También Pontos engendró con Gea, a Taumas, que más tarde fue
el padre de la diosa Iris, encarnación del arco iris y mensajera de los
inmortales; luego a Forcis. Por su parte Nereo se unió con Doris, una de las
hijas de Océano, que le dio las Nereidas, cuyo número varía según las
tradiciones: más frecuentemente, se cuentan cincuenta, pero a veces son
el doble. Entre las Nereidas sólo algunas han recibido una leyenda en
particular: Tetis, la madre de Aquiles, y Anfitrite, la esposa del Olímpico
Poseidón, dios del mar, y la siciliana Galatea. Las Nereidas jóvenes y
bellas, pasan su tiempo eterno, hilando y cantando en el palacio de oro de
su padre.
Taumas hijo de Pontos, ha engendrado a la Arpías, Aelo y Ocipete (la
borrasca y la vueladeprisa) a las que a veces se añade una tercera
hermana, Cileno (la Oscura). Estas Arpías son genios malhechores, cuando
caen sobre el mar, con toda la velocidad de sus alas, nada les aguanta: Lo
arrancan todo a su paso. Se las representa semejantes a pájaros de presa,
con garras agudas, y se asegura que viven en las islas Estrofadas, en el
centro del mar Jónico.
Las tres viejas del mar son: Las Greas (Enio, Pefredon y Dino: Viven en
el Extremo Oriente, en un país cubierto de brumas, donde nunca sale el
sol. Sólo tenían un ojo y un diente las tres, sirviéndose de ellos por turno).
Las tres Greas eran hermanas de otros tres monstruos, las Gorgonas,
llamadas Esteno, Euríala y Medusa. Medusa era la única mortal entre las
tres. Las gorgonas eran horribles, estaban armadas con grandes defensas
semejantes a las de los jabalíes: Sus ojos chispeaban y su mirada era
capaz de convertir en piedra a quien tuviera la osadía de mirarlas
fijamente. Su cabellera era hecha de serpientes, y alas de oro les permitían
volar, vivían en los confines del mundo. Perseo da muerte a Medusa quien
había sido fecundada por Poseidón. De su cuerpo al morir, surgen dos
seres: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el héroe de la espada de oro, que
a su vez, engendró al gigante Gerión el de los tres cuerpos, víctima de
Heracles y también a Equidna (la Víbora), un monstruo aterrador que se
unió a Tifón y le dio hijos: El monstruo perro Ortros, compañero de Gerión,
Cerbero, el perro que guardaba los Infiernos, la Hidra de Lerna, que había
de ser muerta por Heracles, y la Quimera, a la que más tarde combatiría
Belerofonte.
Primera generación
En unión con su hermano la Titánida Rea, Cronos tuvo tres hijas:
Hestia, Deméter y Hera, y tres hijos: Hades, Poseidón y, finalmente, Zeus,
el último. Una maldición pesada sobre Cronos, luego de destronar a su
padre, había rehusado dar satisfacción a Gea. Por no haber liberado a sus
Deméter
hermanos, condenados a no ver la luz. Gea le prometió que también él
sufriría la suerte que había infligido a su padre, y que sería destronado por
sus hijos. Para prevenirse contra esa amenaza. Cronos devoraba los hijos
que le daba Rea. Los primeros cinco, se los comió. Pero cuando estuvo a
punto de nacer el pequeño Zeus, Rea decidió salvar a ese niño. Con la
complicidad de Gea, encontró un asilo en una caverna de Creta, donde dio
a luz. Luego tomó una piedra y la envolvió en pañales, llevándosela a
Cronos y diciéndole que era su hijo. Sin enterarse de la verdad, Cronos, Hera
tomó la piedra y se la comió. Zeus se había salvado al mismo tiempo que
Cronos estaba condenado. Zeus creció en el antro de Creta, confiado a la
custodia de una nodriza, la ninfa Almatea, y de jóvenes guerreros armados
de lanza y escudo, los Curetas. Los Curetas (los jóvenes) danzaban sin
descando una danza guerrera en torno a la gruta donde reposaba el niño:
hacían el mayor ruido posible, entrechocando las armas y lanzando gritos
de guerra. Todo ello con el fin de cubrir el llanto de Zeus, impidiendo que
Zeus
Cronos lo descubriera y se apresurase a devorarlo. Protegido, Zeus creció y
adquirió toda su fuerza divina. Llegó el momento en que había de cumplirse
la promesa de Gea. Zeus tenía entonces por compañera a una hija de
Océano, Metis (Perfidia), que le dio una droga gracias a la cual Zeus pudo
hacer vomitar a su padre los hijos que había devorado anteriormente.
Todos volvieron a ver la luz. Con estos aliados, Zeus atacó a Cronos y a los
Titanes, que fueron en auxilio de éste. La lucha duró diez años. Finalmente
un oráculo de Gea prometió a Zeus la victoria si tomaba a los seres
monstruosos precipitados antaño en el Tártaro por Cronos. Obedeciendo, y
realizando así el voto de Gea, a la que Cronos había engañado, Zeus liberó
a los monstruos, que se convirtieron en sus guardianes. Aquellos
monstruos dieron a los jóvenes dioses poderosas armas que figurarían
entre sus atributos futuros.
Así es como los tres Cíclopes, forjaron para Zeus el trueno y el rayo, lo
mismo que el relámpago: y Zeus será, eternamente, el dios del cielo
tempestuoso. También dieron a Hades un casco que volvía invisible a quien
lo llevara, por ello fue el dios del reino invisible, y reinaba sobre las almas
de los difuntos. Poseidón recibió un tridente mágico, cuyo golpe es capaz
de trastornar la tierra y el mar.
Plutón (Hades) y
Proserpina (Gian
Los Olímpicos se distribuyeron en el universo. Zeus obtuvo Lorenzo Bernini)
preeminencia, y reinó sobre el cielo, Hades se contentó con la parte del
mundo situada debajo de la tierra, es decir, el mundo infernal. Poseidón fue
el señor del mar.
Segunda generación
Neptuno (Poseidón) y
Triton (Gian Lorenzo
Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera Bernini)
compañera, Gea y Urano, depositarios de los secretos divinos, revelaron a
Zeus un oráculo del Destino: De los hijos que nacieran de Metis y de él, el
primero sería muy sabio y valiente, pero el segundo sería un hijo de ánimo
violento llamado para destronar a su padre. Previniendo el peligro, Zeus se
comió a Metis cuando ésta esperaba a su primer hijo.
Después de Mnemosine, Zeus se unió con Leto, la hija del Titán Ceo y
de la Titánida Febe. De ella tuvo dos hijos, Artemisa y Febo. Maia, hija del
Titan Atlas, concibió al dios Hermes por obra de Zeus. Hera fue la última de
las esposas divinas de Zeus, que le dio un hijo. Ares, el dios de la Guerra, y
dos hijas: Hebe, personificación de la juventud (esposa de Heracles), e
Ilitia, el genio femenino que protege los partos. Zeus amó también
mortales, sobre todo a Alemena, que le dio a Hércules, y Semele, de la que Artemisa
tuvo a Dionisio, el dios del Vino. Hera, furiosa de verse así abandonada,
hizo nacer por sí misma, sin la intervención de Zeus, a un hijo divino,
Hefestos, que preside el trabajo de los herreros y de las artes del fuego.
Se completa de esta manera, el grupo de las grandes divinidades. En la
época clásica se considera que existen doce "Olímpicos": Zeus, Poseidón,
Hefestos, Hermes, Ares, Febo, Hera, Atenea, Artemisa, Hestia, Afrodita y
Deméter. Apolo (Febo) y Dafne
(Gian Lorenzo
Bernini)
Hermes (Praxíteles)