Está en la página 1de 109

1

INTERVENCIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

Enfoque de la entrevista motivacional


 De acuerdo con Miller y Rollnick (1999) la entrevista motivacional :es un enfoque que se
basa teóricamente en dos grandes áreas: en el constructo de la ambivalencia y en el
conflicto entre la indulgencia y la restricción.
 Asimismo, la entrevista motivacional se basa en estrategias que surgen del counselling
centrado en el cliente, la terapia cognitiva, la teoría de sistemas y la psicología social de la
persuasión.
 Puede combinar con una amplia gama de tácticas y crear una base motivacional necesaria
para aplicar después otros enfoques (por ejemplo: entrenamiento conductual,
participación en grupos de 12 pasos o la toma de medicación). Este enfoque define la
motivación como: “La probabilidad de que una persona inicie, continúe y se comprometa
con una estrategia específica para cambiar”
 La entrevista motivacional también es una forma concreta de ayudar a las personas para
que reconozcan y se ocupen de sus problemas potenciales y presentes. Resulta
particularmente útil con personas que son reticentes a cambiar y que se muestran
ambivalentes al respecto. Para algunas personas esto es todo lo que realmente necesitan.
Una vez que se desbloquean, dejan la inmovilización de los conflictos motivacionales y
recuperan las habilidades y recursos que necesitan para efectuar un cambio duradero.
Todo lo que necesitan es un “empujón” relativamente corto en su motivación. En ese
sentido, la entrevista motivacional crea una apertura para el cambio, que prepara el
terreno para el trabajo terapéutico posterior. (Miller y Rollnick, 1999). La entrevista
motivacional se caracteriza porque:
• El consejero no asume un rol autoritario • Se evita el mensaje “Yo soy el experto y voy a decir
Qué necesita usted para que le funcione su vida” • La responsabilidad para el cambio se deja en
manos
del paciente
• Las estrategias motivacionales son más persuasivas que coercitivas, más de apoyo que de
discusión.
• El consejero busca crear una atmosfera positiva para el cambio
• El objetivo global consiste en aumentar la motivación intrínseca del paciente, de modo que el
cambio seevidencie desde dentro más que se imponga desde afuera.
• Cuando este enfoque se aplica adecuadamente, elpaciente presenta las razones para cambiar y
no el
Terapeuta.
• La entrevista motivacional emplea una variedad de estrategias, algunas de las cuales surgen de
la terapia centrada en el cliente.
• La entrevista motivacional actúa con una idea clara del objetivo que se debe alcanzar, cuenta
con estrategias y habilidades concretas para alcanzar dicho objetivo.
2

3.3.3.1. Principios de la entrevista motivacional


Los principios de la entrevista motivacional se basan en la psicología social, cognitiva y
motivacional y son:
• Expresar empatía.- Es la aceptación que mediante una escucha reflexiva adecuada, los
terapeutas intentan comprender los sentimientos y perspectivas de los pacientes sin juzgar,
criticar o culpabilizar. Es importante anotar aquí que la aceptación no es lo mismo que el acuerdo
o la aprobación. Este principio se basa en:
- La aceptación facilita el cambio
- Una escucha reflexiva adecuada es fundamental
- La ambivalencia es normal

• Crear discrepancia.- Es generar y potenciar, en la mente del paciente, una divergencia entre la
conducta actual y unos objetivos más amplios. En exposición original de la entrevista motivacional,
Miller (1983) describió esto como la creación de una disonancia cognitiva.
Este principio se basa en:
- Tomar conciencia de las consecuencias es importante
- Una discrepancia entre la conducta actual y los objetivos más importantes que se quieren
conseguir
motivará el cambio. - El paciente debe presentar sus propias razones para cambiar

• Evitar la discusión.- El terapeuta debe evitar discutir y las confrontaciones cara a cara. La entrevista motivacional
no es confrontativa, su objetivo es aumentar la toma de conciencia de los problemas y la necesidad de hacer algo
con ellos. Este principio se basa en:
- Las discusiones son contraproducentes
- Defender un argumento provoca estar a la defensiva
- La resistencia es una señal que indica que se deben
cambiar las estrategias que se han estado utilizando.
- No es necesario usar etiquetas

• Darle un giro a la resistencia.- Las razones que da un paciente se pueden girar o cambiar levemente a fin de crear
un nuevo momento para el cambio. Por lo tanto, el terapeuta también puede generar preguntas o problemas al
paciente. El trabajo del terapeuta no es el de proporcionar soluciones para todo. Darle giro a la resistencia, incluye
involucrar al paciente de forma activa en el proceso de resolución de sus problemas.
Este principio se basa en:
- Aprovechar el momento actual con el fin de obtener el mayor beneficio posible.
- Las percepciones se pueden cambiar
- Los nuevos puntos de vista se sugieren, no se imponen
- El paciente es una fuente valiosa a la hora de encontrar soluciones a los problemas.

• Fomentar la autoeficacia.- Se refiere a la creencia que tiene una persona sobre su habilidad para llevar a cabo con
éxito una tarea específica. La autoeficacia es un elemento clave en la motivación para el cambio. Se enfatiza en la
responsabilidad personal. La persona no sólo puede sino que debe realizar el cambio, porque nadie más lo hará por
ella. Este principio se basa en:
- La creencia en la posibilidad de cambiar es un factor motivacional importante.
- El paciente es responsable de escoger y efectuar un cambio personal.
- Existe cierto grado de esperanza en la amplia variedad de diferentes tratamientos de lo que se
dispone.
3

3.3.3.2. Estrategias de la entrevista motivacional.- Según Miller y Rollnick (1999) cuatro de las cinco estrategias
de la entrevista motivacional se derivan de la terapia centrada en el cliente y la quinta es más conductista.
Asimismo, señalan que éstas se utilizan con el objetivo particular de ayudar a los pacientes a analizar su
ambivalencia y expresar las razones que tienen para cambiar. Éstas son:
• Preguntas abiertas.- Significa que el paciente debe ser quien hable más en esta etapa, con el terapeuta quien estará
escuchando cuidadosamente y alentando la
expresividad.
• Escucha reflexiva.- Es realizar una deducción razonable sobre cual podía haber sido el mensaje original y
convertirla en una frase.
• Afirmar.- Se realiza en forma de comentarios positivos y frases de aprecio y comprensión.
• Resumir.- Realizar resúmenes de forma periódica refuerza lo que ya se ha dicho, confirma que usted ha estado
escuchando con atención, y prepara al paciente para seguir progresando.
• Provocar afirmaciones automotivadoras.- Este enfoque es lo opuesto a un planteamiento confrontativo, que es
contraproducente porque el paciente defiende su posición. La entrevista motivacional tiene como objetivo que el
paciente hable sobre comentarios exactamente opuestos a la defensa de su argumento. Entonces, el paciente expresa
sus razones para cambiar a través de autoafirmaciones motivadoras que pueden darse en las siguientes categorías:
reconocimiento del problema, expresión de preocupación, una intención de cambiar y optimismo sobre el cambio.

3.3.3.3. Estadios de cambio y tácticas terapéuticas


Las tácticas motivacionales del terapeuta, de acuerdo a los estadios de cambio según Miller y Rollnick (1999) son:
• Precontemplación: aumento de la duda a través de una mayor percepción del paciente de los riesgos y
Problemas de su conducta actual.
• Contemplación: inclinación de la balanza, evocando las razones para cambiar y los riesgos de no hacerlo; aumenta
la autoeficacia para modificar la conducta actual.
• Preparación: ayuda al paciente a determinar el mejor curso de la acción que hay que seguir para conseguir el
cambio.
• Acción: ayuda al paciente a dar los pasos hacia el cambio
• Mantenimiento: ayuda al paciente a identificar y utilizar las estrategias para prevenir una recaída.
• Recaída: ayuda al paciente a renovar el proceso de contemplación, determinación y acción, sin que
Aparezca un bloqueo o una desmoralización debidos a la recaída.

TERAPIA COGNITIVA

 La terapia cognitiva es un procedimiento activo, directivo, estructurado y de tiempo limitado que se


utiliza para tratar distintas alteraciones psiquiátricas (por ejemplo, la depresión, la ansiedad, las
fobias, problemas relacionados con el dolor, etc.).
 Se basa en el supuesto teórico subyacente que los efectos y la conducta de un individuo están
determinados en gran medida por el modo que tiene dicho individuo de estructurar el mundo (Beck,
1967, 1976).
 Sus cogniciones (“eventos” verbales o gráficos en su corriente de conciencia) se basan en
actitudes o supuestos (esquemas) desarrollados a partir de experiencias anteriores. Por ejemplo, si
una persona interpreta todas sus experiencias en términos de si es competente y está capacitada,
su pensamiento puede verse dominado por el esquema, “Si no lo hago todo a la perfección,
significa que soy un fracaso”. Consecuentemente, esta persona responderá a las situaciones en
términos de adecuación, incluso aunque las situaciones no tengan nada que ver con la dimensión
de competencia personal.
 Generalmente, la terapia consta de 15 – 20 sesiones una vez a la semana.
 Los casos más graves suelen adquirir sesiones frecuentes, dos semanales durante 4 – 5 semanas
y después, una semanal durante 10 – 15 semanas.
 Normalmente, solemos disminuir la frecuencia a una sesión de cada dos semanas durante las
últimas fases, al tiempo que recomendamos la “terapia de apoyo” una vez que ha finalizado el
tratamiento. Estas visitas de seguimiento pueden programarse de acuerdo a ciertos criterios o
dejarse a la elección del propio paciente. Hemos observado que el paciente suele acudir en busca
de sesiones “de apoyo” unas tres o cuatro veces a lo largo del año siguiente a la terminación de la
terapia.
4

El modelo cognitivo de la depresión

El modelo cognitivo de la depresión ha surgido a partir de observaciones clínicas


sistemáticas y de investigaciones experimentales (Beck, 1963, 1964, 1967). Esta interacción entre
los enfoques clínico y experimental ha facilitado el desarrollo progresivo del modelo y del tipo de
terapia que de él se deriva (ver Beck, 1976). El modelo cognitivo postula tres conceptos
específicos para explicar el sustrato psicológico de la depresión: (1) la triada cognitivo, (2) los
esquemas, y (3) los errores cognitivos (errores en el procesamiento de la información.)

Concepto de Tríada Cognitiva

La tríada cognitiva consiste en tres patrones cognitivos principales que inducen al paciente
a considerarse a sí mismo, su futuro y sus experiencias de un modo idiosincrásico. El primer
componente de la tríada se centra en la visión negativa del paciente acerca de sí mismo. El
paciente se ve desgraciado, torpe, enfermo, con poca valía. Tiende a atribuir sus experiencias
desagradables a un defecto suyo, de tipo psíquico, moral, o físico. Debido a este modo de ver las
cosas, el paciente cree que, a causa de estos defectos, es un inútil, carece de valor. Tiende a
subestimarse a criticarse a sí mismo en base a sus defectos. Por último, piensa que carece de los
atributos que considera esenciales para lograr la alegría y felicidad.

El segundo componente de la tríada cognitiva se centra en la tendencia del depresivo a


interpretar sus experiencias de una manera negativa. Le parece que el mundo le hace demandas
exageradas y/o le presenta obstáculos insuperables para alcanzar sus objetivos. Interpreta sus
interrelaciones con el entorno animado o inanimado, en términos de relaciones de derrota o
frustración. Estas interpretaciones negativas se hacen evidentes cuando se observa cómo
construye el paciente las situaciones en una dirección negativa, aun cuando pudieran hacerse
interpretaciones alternativas más plausibles.
La persona depresiva puede darse cuenta de que sus interpretaciones negativas iniciales
alternativas menos negativas. En este sentido, puede llegar a darse cuenta de que estaba
tergiversando los hechos para que se ajustasen a las conclusiones negativas que se había
formado de antemano.

El tercer componente de la tríada cognitiva se centra en la visión negativa acerca del


futuro. Cuando la persona depresiva hace proyectos de gran alcance, está anticipando que sus
dificultades o sufrimientos actuales continuarán indefinidamente. Espera penas, frustraciones y
privaciones interminables. Cuando piensa en hacerse cargo de una determinada tarea en un futuro
inmediato, inevitablemente sus expectativas son de fracaso.

Errores en el Procesamiento de la Información

Los errores sistemáticos que se dan en el pensamiento del depresivo mantienen la


creencia del paciente en la validez de sus conceptos negativos, incluso a pesar de la existencia de
evidencia contraria (ver Beck, 1967).

1. Inferencia Arbitraria (relativo a la respuesta): se refiere al proceso de adelantar una


determinada conclusión en ausencia de la evidencia que la apoye o cuando la
evidencia es contraria a la conclusión.

2. Abstracción selectiva (relativo al estímulo): consiste en centrarse en un detalle extraído


fuera de su contexto, ignorando otras características más relevantes de la situación, y
conceptualizar toda la experiencia en base a ese fragmento.

3. Generalización excesiva ( relativo a la respuesta): se refiere al proceso de elaborar una


regla o una conclusión a partir de uno o varios hechos aislados y de aplicar el concepto
tanto a situaciones relacionadas como a situaciones inconexas.
5

4. Maximización y minimización (relativo a la respuesta): quedan reflejadas en los errores


cometidos al evaluar la significación o magnitud de un evento; errores de tal calibre que
constituye una distorsión.

5. Personalización (relativo a la respuesta): se refiere a la tendencia y facilidad del cliente


para atribuirse a sí mismo fenómenos externos cuando no existe una base firme para
hacer tal conexión.

6. Pensamiento absolutista, dicotómico (relativo a la respuesta): se manifiesta en la


tendencia a clasificar todas las experiencias según una o dos categorías opuestas; por
ejemplo, impecable o sucio, santo o pecador. Para describir a sí mismo, el paciente
selecciona las categorías del extremo negativo.

LA TEORÍA BÁSICA CLÍNICA DE LA TERAPIA RACIONAL EMOTIVA

Puedo esquematizar las principales teorías clínicas de la RET de varias formas diferentes
concretamente (1) La teoría ABC de como las personas crean y destruyen sus propias
perturbaciones. (2) Detectando las creencias irracionales. (3) Debatiendo, distinguiendo y
discutiendo las creencias irracionales y (4) Consiguiendo un nuevo efecto o filosofía. Permítaseme
en este capítulo inicial, desarrollar el esquema de la teoría clínica de la RE siguiendo el orden de
estos apartados principales.

LOS ABC DE LA RET

A diferencia de la mayoría de los demás sistemas de Psicoterapia incluyendo el sistema


Psicoanalítico, por una parte y el sistema behaviorista clásico, por otra la RET no comienza
admitiendo que las personas casi completamente se ven condicionadas o aprenden de otros la
manera de trastornarse a sí mismas. Naturalmente acepta que casi todo lo que las personas
hacen comporta importantes elementos aprendidos.

Tenemos una tendencia más fuerte, innata, biológica por ejemplo a caminar por el suelo
(como lo hacen los monos) a columpiarse por los arboles. Pero aprendemos por las provechosas
enseñanzas de los demás y nuestra propia experiencia la forma de caminar mejor mas
rápidamente, mas erguidamente a mayor distancia. De una forma innata tendemos a mamar de los
pechos de nuestras madres y más tarde tomar alimentos no líquidos. Pero también aprendemos a
mamar más fuerte y mejor y aprendemos a comer una enorme variedad de alimentos que
raramente tomaríamos en nuestros primeros años de vida. Así la herencia biológica y las
tendencias a aprender por nosotros mismos y por los demás se combina para hacernos seres
humanos y para proporcionarnos nuestros fines y satisfacciones principales, tales como nuestras
necesidades básicas de permanecer vivos y haciendo que estemos felices y satisfechos de
muchas maneras mientras vivimos.

A causa de nuestras tendencias innatas y adquiridas, nosotros en gran manera, aunque no


exclusivamente controlamos nuestros propios destinos y especialmente los emocionales..- Y lo
hacemos así por nuestros valores básicos y creencias según la forma en que interpretamos o
consideramos los acontecimientos que ocurren en nuestras vidas y según las acciones que
elegimos para que así sucedan. Podemos colocar esto en el esquema ABC de RET de la forma
siguiente:

En el punto A (Experiencia Activadora o Acontecimiento Activador) ocurre algo, por


ejemplo tu tienes un buen empleo y quedas despedido.

En el punto C una consecuencia emocional o conducta tu reacciones ante lo que ocurre en


el punto A, y te sientes bastante deprimido por la pérdida de tu empleo y tiendes a mantenerte en
6

casa la mayor parte del tiempo y evitas salir a buscar otro empleo equivalente o quizá incluso
mejor.
Observando ahora que la consecuencia emocional y conductual sigue casi inmediata y
directamente después de tener lugar la experiencia activador(A) tu (y otros) erróneamente tienden
a pensar que A causa C. Y tu (y ellos) equivocadamente concluyes así "Yo perdí este empleo tan
bueno y eso, mi perdida me ha deprimido y me hizo evitar buscar otro nuevo".

Efectivamente la teoría RET afirma que esta conclusión no se sigue necesariamente y


representa lo que llamamos un paso en falso. Puesto que lo que realmente ocurrió incluía A (la
pérdida del empleo) y C la consecuencia de la pérdida o privación o frustración (no seguir
consiguiendo lo que queríamos); e incluso C no provenía automáticamente de A sino de B, tu
creencia sobre A ¿Qué creencia? Bien, la Creencia muy clara y evidente, "me gustaba el empleo
que tenía; y porque me gustaba, no quería perderlo; y porque por no lo quería perder, considero su
pérdida como mala, desafortunada o perjudicial"

En otras palabras, si tienes un empleo y te sientes completamente neutral o indiferente en


torno a él, si crees: "No me importa realmente si lo conservo o lo pierdo" y no valoras el
conservarlo o perderlo, en un sentido u otro experimentarías la Consecuencia, en C de indiferencia
o desinterés (significando que no sientes nada en concreto) cuando ocurrió la pérdida del empleo.
A, tu experiencia activadora, consistiría en la pérdida de tu empleo B, tu Creencia o idea o
valoración de A, consistiría en: "¿Qué importa si conservo este empleo o no?". Y C, tu
Consecuencia emocional consistiría en la indiferencia e inercia.

Si tú solamente deseas o quieres el empleo, en el punto B, y te dices a ti mismo:


"Ciertamente me gustaría conservarlo, pero si no lo consigo !lo siento! Solamente lo considero
desafortunado e indeseable, pero no el fin del mundo". Entonces tenderás a sentirte solamente
contrariado, triste y pesaroso en C, después de experimentar la pérdida de tu empleo, en A.

Pero si también crees que necesitas desesperadamente este empleo, diciéndote a ti


mismo, en el punto B, "!Debo tenerlo! Casi no puedo vivir sin él y considero que es horrendo
perderlo", entonces experimentarás algo parecido a un sentimiento de desesperación, depresión y
completa insuficiencia en el punto C, probablemente te sentirás incapaz de salir de casa y buscar
otro empleo, y te sentarás en tu butaca o te tumbarás en la cama en vez de hacerte fuerte y salir a
buscar otros empleos.

La teoría RET, por tanto afirma claramente, que las Experiencias Activadoras en A, como
la pérdida de un empleo, no hacen que tengas Consecuencias emocionales en C, tales como los
sentimientos de depresión, desesperación y pánico, y no te llevan a las consecuencias
conductuales tales como la inercia y la evasión. Más bien, tú eres el factor principal que produce
tus propias Consecuencias, en C, al creer firmemente ciertas cosas en B tu Sistema de Creencias
innatamente predispuesto y aprendido o adquirido.

¿Los acontecimientos Activadores (A) en tu vida no ayudan claramente a que se


produzcan de alguna forma tus Consecuencias emocionales o conductuales (C)? Por supuesto
que sí. Porque si no perdieras tu empleo, casi no tenderías a sentirte triste, abatido y frustrado, ni
con pánico, deprimido o inerte al perderlo. Si nada ocurriera en tu vida en A, tenderías a
experimentar consecuencias pequeñas o no conductuales en C, (Aunque, las pudieras tener, por
supuesto. Porque incluso aunque no tengas ninguna posibilidad clara de perder tu empleo, todavía
podrías pensar erróneamente que podrías perderlo y también podrías tener toda suerte de
horribles Creencias (en B) acerca de la escasa posibilidad de perderlo; y, con estas Creencias,
podrías fácilmente inclinarte tú mismo hacia la desesperación y la depresión . Así, podrías decirte a
ti mismo, en B. "supongamos que pierdo el empleo !Qué cosa más horrible! !No lo puedo
soportar! !Lo tendría que admitir con horror, y probablemente tendría que salir y suicidarme!" Y con
pensamientos como estos, incluso si conservas tu empleo hasta que mueras allí a los 95 años,
puedes deprimirte completamente aunque no tengas problema alguno.
7

Aunque algunas clases de "perturbaciones emocionales" pueden existir sin tu creencia


firme en una, dos o tres necesidades absolutistas, pienso que encontrarás dificultad en
imaginártelas. Prácticamente todo sentimiento perturbado imaginable, en mi posición, parece estar
estrechamente relacionado al menos con una de estas Creencias irracionales, y a veces con dos o
tres.

¿Y qué decir de las otras clases de ideas irracionales más específicas que he clasificado
en varios de mis artículos y libros diez apartados principales? ¿Cómo cuadran con las tres
nociones básicas? Bien, creo que podemos dividirlas de la forma siguiente:

1. Ideología de "necesidad-perturbadora" (musturbatory) Debo actuar bien y merecer la aprobación


de mis actuaciones, o de lo contrario soy considerado como inútil. Principales sub-ideas:

a) Debo encontrar sincero amor y aprobación casi siempre por parte de todas las personas
que encuentro importantes.

b) Debo probarme a mí mismo que soy plenamente competente, idóneo y capacitado, o al


meneos tener una competencia real o talento en algo importante.

c) Mi miseria emocional proviene casi plenamente de mis presiones externas, de las que
tengo poca habilidad para cambiar o controlar a menos que esas presiones cambien, no puedo
hacer que me sienta con ansiedad, deprimido, abatido u hostil.

d) Si sobrevienen los acontecimientos que me ponen en peligro real o que amenazan mi


vida, tengo que preocuparme excepcionalmente de ellos y perturbado por ellos.

e) El pasado de mi vida me influenció inmensamente y permanece importante aún porque


si antes me afectó, algo fuertemente tiene que seguir determinando mis sentimientos y conducta
aún hoy; todavía permanece la credulidad y condicionantes de mi primera infancia, y no puedo
remontarlo y pensar por mí mismo.

f) Debo tener un alto grado de orden y certeza en el mundo que me rodea para ser capaz
de sentirme cómodo y actuar adecuadamente.

g) Necesito desesperadamente a los demás para confiar y depender de ellos; porque


permaneceré siempre tan débil, también necesitaré un poder sobrenatural en el que confiar,
especialmente en tiempos de grave crisis.

h) Debo comprender la naturaleza o secreto del mundo para vivir felizmente en él.

i) Puedo y debería otorgarme una valoración global como ser humano, y solamente puedo
considerarme bueno o respetable si lo hago bien, realizo acciones que merecen la pena, y tengo
personas que normalmente me aceptan.

j) Si me pongo deprimido, con ansiedad, avergonzado, o enfadado o cedo débilmente a los


sentimientos de perturbación que las personas y los acontecimientos tienden a hacerme sentir,
actúo muy incompetente y vergonzosamente. No debo hacer esto y si lo hago me convierto en una
persona totalmente débil e inútil.

k) Las creencias mantenidas por autoridades respetuosas o por mi sociedad deben


probarse que son correctas y no tengo derecho a cuestionarlas en teoría o en la práctica; si lo
hago, las personas tienen perfecto derecho a condenarme y a castigarme y no puedo soportar su
desaprobación.
8

2. Ideología de "necesidad perturbadora". Otros deben tratarme considerablemente y con


amabilidad, precisamente de la forma que quiero que me traten; si no lo hacen, la sociedad y el
universo deberían condenarlos, censurarlos y castigarlos por falta de consideración.

a) Los demás deben tratar a cada uno de una manera amable y justa; y si actúan con
rudeza o con falta de ética se convierten en personas inútiles, merecen dura condena y castigo y el
mundo casi con seguridad verá que ellos reciben esta clase de retribución.

b) Si los demás se comportan impropia o estúpidamente, se convierten en idiotas totales y


se deben sentir totalmente avergonzados de sí mismos.

c) Si las personas tienen la habilidad de actuar bien pero en realidad eligen esquivar y
eludir las responsabilidades que deberían aceptar y llevarlas a cabo, ellos se convierten en inútiles
y deberían sentirse plenamente avergonzados de sí mismos. Las personas deben alcanzar todo su
potencial para llevar una vida feliz y que merezca la pena, de otra forma tienen poco o ningún valor
como seres humanos.
3. Ideología de "necesidad perturbadora". Las condiciones en las que vivo deben estar bien
dispuestas para que consiga prácticamente todo lo que quiero, cómoda, rápida y fácilmente y no
me ocurra casi nada de lo que no quiero.

a) Las cosas deben ir de la forma que me gustaría que fueran, porque necesito lo que
quiero; y la vida es hermosa, terrible y horrenda, cuando no consigo lo que quiero.

b) Cuando existen en mi mundo peligros o personas temibles o cosas, debo preocuparme


continuamente de ellas, de esa forma tendré el poder de controlarlas o combatirlas.

c) Encuentro más fácil evitar enfrentarme a las muchas dificultades de la vida y a las
responsabilidades personales que comprometerme a formas más compensatorias de
autodisciplina. Necesito un bienestar inmediato, y no puedo pasar por un dolor presente para
alcanzar otro futuro.

d) Las personas deberían actuar mejor de lo que normalmente lo hacen; y si no se


comportan bien y me crean jaleos innecesarios, considero que es horrendo y terrible y no puedo
soportarlas.

c) Puesto que existen desventajas en mi vida, o bien por mis tendencias hereditarias o bien
por las influencias de mi entorno pasado o presente, yo no puedo hacer prácticamente casi nada
para cambiarlas; debo continuar sufriendo constantemente a causa de estas desventajas. Por tanto
casi no vale la pena vivir

f) Si cambia algún elemento perjudicial o desagradable en mí mismo o mi vida resulta ser


muy dura, esa dificultad no debería existir. Lo encuentro demasiado difícil para hacer algo; también
podría no hacer ningún esfuerzo, o muy podo para cambiarlo.

g) Tienen que prevalecer claramente los valores de justicia, equidad, igualdad y


democracia, cuando no existen, no lo puedo soportar y la vida parece demasiado insoportable para
seguir viviendo.

h) Debo encontrar soluciones correctas y prácticamente perfectas a problemas y a los de


los de los demás; si no las encuentro, ocurrirá la catástrofe y horror.

i) Las personas y los acontecimientos externos producen prácticamente mi infelicidad y


tengo que permanecer víctima impotente de ansiedad, depresión, sentimientos de inadaptación y
hostilidad a no ser que estas condiciones y personas cambien y me permitan detener mis
sentimientos perturbados.
9

J) Puesto que he logrado nacer y seguir vivo ahora, mi vida tiene que continuar
indefinidamente, o al menos hasta que quiera seguir viviendo. Considero que es muy feo y horrible
pensar en la posibilidad de morir y no tener ya una existencia.

k) En tanto en cuanto permanezca vivo, mi vida tiene que tener un sentido o finalidad
insólita o especial; si no puedo crear este sentido o finalidad por mí mismo, el mundo o alguna
fuerza sobrenatural en el universo debe otorgarme.

l) No puedo soportar la incomodidad de sentirme angustiado, deprimido, culpable,


avergonzado, o perturbado emocionalmente de cualquier otra forma realmente que me volviera
loco o me internarán en una institución mental, no podría soportar ese horror y tendría que
suicidarme.

ll)) Cuando las cosas realmente me han ido mal durante un periodo bastante largo de
tiempo y no existe ninguna garantía de que cambie y ninguno se haga cargo de mi vida y haga
mejor las cosas para mí, sencillamente no puedo soportar el pensamiento de vivir más y debo
considerar seriamente en suicidarme.

 PROGRAMA DE INTERVENCIÓN COGNITIVO CONDUCTUAL

I.- Justificación.
II.- Objetivos:
Objetivos generales.
Objetivos específicos.
III.- Metodología.
IV.- Desarrollo del Programa de Intervención.
V.- Alta.
VI.- Seguimiento.

METODOLOGÍA:
Numero de Sesiones
Duración de cada sesión
Frecuencia de las sesiones
Técnicas

DESARROLLO DEL PROGRAMA DE TRATAMIENTO


 
CONDUCTAS INADECUADAS:
 Comportamiento adictivo a sustancias psicoactivas
(marihuana,alcoho,cocaina,pbc).
 Déficit de Asertividad.
 Inadecuada relación y contingencia familiar.
 
  COMPORTAMIENTO ADICTIVO A SUSTANCIAS PSICOACTIVAS:
 
10

 Objetivo General: Modificar las conductas adictivas dirigidas hacia el logro


de la abstinencia y un nuevo estilo y filosofía de vida.
 
 Objetivos Específicos:
 a). Identificar situaciones que conducen al consumo de drogas.
b). Evitar situaciones que conducen al consumo de drogas.
c). Manejar situaciones que conducen al consumo de drogas.
d) Enseñar a modificar su forma de pensar, sentir y actuar dirigidas hacia
un cambio del estilo de vida.
 
 Técnicas de Tratamiento:
 
 Terapia Individual y Grupal.
 Terapia Racional Emotiva.
 Técnicas de relajación.
 Técnicas de Autocontrol.
 Contrato Conductual.
 Asignación de tareas.
 Entrenamiento asertivo.
 Solución de problemas y toma de decisiones.
 
 
V.- ALTA:
Finalizado el desarrollo de las sesiones programadas.
VI.- Seguimiento:
Después de haberse confirmado la efectividad de la terapia.

TECNICAS DE INTERVENCION FOBIA SOCIAL


 Relajación diafragmática, progresiva e imaginal
 Reestructuración Cognitiva
Técnicas:
 Examinar la evidencia
 Desafiando el pensamiento catastrófico
 Ver la perspectiva de la otra persona
 Análisis costo beneficio
 Afirmaciones racionales de afrontamiento
 Experimentos conductuales

Trastornos de Ansiedad Generalizada:


Descripción clínica
 Preocupación excesiva (expectación aprensiva) e incontrolable, durante la
mayor parte del tiempo, acerca de 3 o más aspectos de la vida.
11

 Inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular,


problemas para dormir.
 Disfunción significativa en sus actividades.

Tratamiento
1. Psicoeducación
2. Entrenamiento en relajación
3. Exposición
4. Asignación de un tiempo para preocuparse
5. Reestructuración cognitiva
6. Solución de problemas
7. Programa de actividades
8. Manejo del tiempo
9. Entrenamiento en habilidades sociales
10. Entrenamiento para la mejora del sueño

Dominios cognitivos del TOC


1. Sobrevaloración de los pensamientos
2. Control de los pensamientos
3. Sobreestimación del peligro
4. Responsabilidad excesiva
5. Intolerancia a la incertidumbre
6. Perfeccionismo
7. Consecuencias de la ansiedad
8. Temor a las experiencias positivas

 Técnicas
 El paciente como científico o detective
 Consultar con expertos
 Calcular la probabilidad del daño
 Conducir una encuesta
 Gráfico en pastel
 Metáforas e historias
 Tomar la perspectiva de otra persona
 Utilizar los registros de pensamientos para evaluar las interpretaciones
 Solución de problemas

 Programa Intervención: Depresión


 T. Depresivos
 Actividades dominio agrado
 Reestructuración Cognitiva
 Técnicas de Relajación
 Entrenamiento asertivo
 Resolución de Problemas
12

MODELO EXISTENCIAL
 Los problemas no son impedimentos, toda situación estresante potencial
puede ser vista como un reto.
 Esta terapia es especialmente útil en circunstancias de crisis.
 Metas de la terapia:
• Ser consciente de la situación, de tus valores y creencias.
• Negociar de manera exitosa con crisis pasadas, presentes y futuras.

TERAPIA HUMANISTA

Un rasgo esencial del movimiento humanista lo constituye el interés genuino por el


ser humano. De allí que la intervención psicoterapéutica tiene como punto de
partida la idea que el individuo debe desplegar sus tendencias actualizantes
siendo autónomo y responsable para luego poder influir sobre su entorno.

RASGOS COMUNES DE LA TERAPIA HUMANISTA

Petzold, en 1983 (Citado por Auer, 1997) señala los siguientes principios comunes
a todas las formas de terapia humanista:

1. Terapia del Diálogo.- Moreno refiere que se trata de un encuentro personal,


una conversación de persona a persona (Rogers), respetando a la misma
con su dignidad (de allí que se sustituye el término “paciente” por “cliente”
13

a fin de evitar un matiz peyorativo o de subordinación). El encuentro


interpersonal entre terapeuta y cliente se considera el factor curativo más
importante.

Petzold, en1980, modificando la sentencia de Freud “Donde fue ello, debe


ser ego” crea una máxima para este principio básico para toda intervención
humanista: “Donde había transferencia debe haber relación”

2. Salud.- La psicoterapia humanista sostiene, como parte de su modelo de


salud, que la persona se halla dotada de la capacidad de autorregulación
(Perls), de autorrealización (Maslow); así como de encuentro y creatividad
(Moreno).

El objetivo primordial consiste en fomentar la realización y el crecimiento


personal; no en curar ni aliviar enfermedades.

3. Mundo Vital.- El trabajo terapéutico está basado en el axioma de la


coexistencia humana, la persona es “interactor”, parte integrante de su red
social, es una figura frente a un fondo (perls).

4. Holismo.- Considera toda la realidad del individuo como una totalidad


corporal, psíquica y espiritual dentro de un contexto socio-ecológico y en su
historia individual, así como colectiva (Petzold).

El ser humano es algo más que la suma de sus elementos que lo


constituyen, por muy importantes que éstos puedan ser, comprendiendo a
éste como una totalidad orgánica lleno de sentido. Por tanto, en todo
proceso psíquico, en cada acción, toma siempre parte la persona entera.
Insistiendo de este modo en la peculiaridad del individuo como tal.

Se otorga gran importancia a la corporeidad y comunicación no verbal que


acentúan la experiencia emocional como experiencia cumbre. También
insiste en el significado de la integración cognitiva, sin disociar la
comprensión de las raíces corporales.

5. Aquí y Ahora.- Se otorga importancia al momento presente, sin


desvincularla de su horizonte de pasado y futuro. Los conceptos de
autorrealización, identidad, crecimiento o el método biográfico sólo son
comprensibles dentro de la continuidad temporal.

6. Sentido y Valores.- La Psicoterapia Humanista nunca excluye las preguntas


sobre el sentido de vida o los valores. Siguiendo el postulado de Bugental
(1964) que el hombre vive intencionadamente, orientado hacia sus metas y
valores, ayuda al individuo a desarrollar su potencial humano buscando
14

metas y ejecutando sus valores como responsabilidad social, autenticidad,


amor, encuentro real, etc. Considerando siempre la integridad de los
individuos, grupos y espacios vitales.

7. Enfoque multidisciplinario.- Ello abre las fronteras a la pedagogía y otras


disciplinas, haciendo posible una variedad creativa de técnicas. Sin perder
esto de vista, la psicoterapia humanista es siempre una actitud vital más
que un mero método (Auer, 1997).

TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE

También denominada counseling, terapia coloquial, terapia Rogeriana,


psicoterapia por la conversación o consejo no directivo, constituye un método de
tratamiento psicológico y clínico para personas psíquicamente dañadas. (Auer,
1997).

Su creador, Carl Rogers, nació en 1902 en Oak- Park, Chicago. Era el cuarto de
seis hijos, de una familia religiosa y unida de clase media.

De niño fue bastante solitario y lector incesante. Ya desde los doce años, cuando
sus padres compraron una granja con la finalidad de alejarlo de las incitaciones de
la vida citadina, Rogers se convirtió en un estudioso de la agricultura científica,
aprendió a planificar experimentos y adquirió la idea básica de ciencia.

Durante dos años estudio en Ciencias Agrarias, inclinándose luego por la teología,
permaneciendo allí dos años, pues como el narra: “Me parecía horrible tener que
profesar una serie de creencias para permanecer en una profesión”.

Deseoso por encontrar un ámbito que le permitiese desarrollar libremente su


pensamiento se sintió atraído por la psicología, tomando clases en la Teachers
College de la Universidad de Columbia. Al tiempo se trasladó a la Teachers
College, donde recibió la mayor parte de su formación como psicólogo, en el
mismo instituto en el que Watson se puso de manifiesto como conductista (1913) y
donde se realizaron experimentos de terapia de conducta.

En la misma institución recibió influencia de Keller, Skinner y Schoenfield, quienes


habían elaborado un programa de estudio basado en aprendizaje operante. Esta
influencia marcó su actitud inicial hacia la investigación con un método científico
riguroso, pensamiento operante y verificación de hipótesis por procesos
estadísticos.

Un aporte importante para la elaboración de su abordaje lo recibió de Otto Rank,


quien sostenía que el paciente debe ser responsable de su propia vida, de la
15

forma de realidad creada por él y manifestar de forma expresa su voluntad


personal (Kerman, 2002).

Otro influjo importante en la variedad de terapia elaborada por Rogers lo recibió de


la psicología Gestáltica sustentada por Kurt Lewin.

Sus raíces filosóficas se encuentran en el existencialismo (Martin Buber, S.


Kierkegaard, F. Nietzshe, Gabriel Marcel, Paul Zillich), la fenomenología (E.
Husserl, Max Scheler), el humanismo clásico (Herder), el humanismo socialista
(Karl Marx), así como el humanismo francés moderno fenomenológico y
existencialista (Merleau – Ponty, J. P. Sartre, Albert Camus)

Dirigió el Centro de Estudios de la Persona en Chicago, realizó investigaciones


con grupos intensivos en el Centro de Asesoramiento Psicológico de la
Universidad de Chicago, que dio origen a la creación de centros de desarrollo
personal independientes que comenzaron a experimentar distintas modalidades,
alcanzando gran popularidad los “grupos de encuentro”.

Participó en múltiples simposios y conferencias en distintos lugares del mundo,


escribió numerosos artículos y publicó varios libros que fueron traducidos a
múltiples idiomas. En sus últimos años se comprometió intensamente con el
trabajo por la paz y el fomento de la comunicación intercultural

A pesar de haber sufrido en otros tiempos la oposición de algunos psiquiatras,


psicólogos y pedagogos, Rogers recibió muchos homenajes. En Europa las
Universidades de Hamburgo (Alemania) y Leiden (Holanda) le concedieron en
1975 el título del Doctor Honoris Causa.

Rogers ha sido uno de los psicólogos más influyentes del siglo; aunque la mayor
parte de su actividad se desarrolló en el ámbito de la psicología clínica, sus teorías
se extendieron a los demás ámbitos de aplicación de la psicología. Falleció en
febrero de 1987.

UNA APROXIMACIÓN SISTÉMICA A LA DEPRESIÓN


A. Antecedentes conceptuales
En este modelo, los síntomas depresivos del paciente identificado (PI) están
conceptualizados en términos interaccionales basados en los modelos de terapia
familiar sistémica. El PI es contemplado como partícipe de una variedad de
contextos y de diferentes comportamientos, incluyendo los síntomas como
elementos relacionados con estos; pueden incluir patrones de relación del aquí y
ahora de las familias de origen y de otros contextos como del mundo del trabajo, la
sociedad y la cultura. Las relaciones cercanas son consideradas como influyentes
e influenciadas por el PI y por los síntomas. Así, las respuestas de los miembros
de la familia hacia el PI deben ser consideradas como un elemento
16

mantenedor de la angustia y de los síntomas del PI. Por ejemplo, la pareja de un


PI reacciona a los comportamientos depresivos del mismo y el PI, a su vez,
responde a la reacción de la pareja. De esta manera, se genera un sistema
elaborado de retroalimentación que afecta tanto a los síntomas del PI, como a los
comportamientos y actitudes de los demás.

A pesar de que en este modelo se pueden tener en cuenta otras causas


potenciales o factores desencadenantes, al valorar las características individuales
y las experiencias del PI (pasado y presente, física, psicológica o cultural) se
considera que los comportamientos depresivos actuales son mantenidos
principalmente por los diferentes contextos de los
que el PI forma parte –sobre todo la familia y el sistema de ayuda y apoyo
profesional– y que centrándose en ellos puede obtener la vía más corta para
resolver las dificultades del PI.

Estructurada de forma interaccional, la depresión puede ser interpretada como un


proceso de la siguiente manera: dado un acontecimiento (enfermedad, desempleo,
nacimiento de un niño, etc.) éste obliga a la persona o personas a adaptarse. Los
factores intrapsíquicos e interpersonales (estilo de adaptación aprendido, patrones
y “reglas” familiares,
la relativa presencia o ausencia de ajustes interpersonales mal desarrollados a lo
largo del tiempo), así como la cadena de los factores contextuales citada
anteriormente permite a algunos individuos tratar con tales situaciones mejor que
otros. Los que son menos capaces de adaptarse pueden empezar a manifestar
síntomas o comportamientos depresivos.

1. El término PI es usado aquí para indicar que las personas así designadas (por
ellos mismos, por los miembros de la familia, o por los profesionales) están siendo
visitadas por los terapeutas con un sistema de referencia médico. Desde un punto
de vista sistémico un diagnóstico no es un descubrimiento de una realidad, sino un
acuerdo sobre una etiqueta, término profesional coloquial usado por comodidades
de comunicación.

. La “depresión” y sus fenómenos asociados pueden aumentar cuando los


familiares prestan una especial atención a lo que pueden percibir como
comportamientos negativos de la persona deprimida, algunos de los cuales
pueden ser etiquetados consecuentemente por la pareja como una forma de
“llamar la atención

El propósito principal del abordaje sistémico en la terapia de pareja en la


depresión es el de contextualizar los síntomas presentados, es decir, situarlos en
los contextos pasado y actual de las relaciones de los individuos
con sus familiares u otras personas significativas, teniendo en cuenta sus razones,
los factores sociales y los culturales. La TSP se propone ayudar al PI y a su pareja
a alcanzar nuevas perspectivas de sus problemas
17

presentes, a buscar diferentes significados a los comportamientos depresivos o a


experimentar con nuevas maneras de relacionarse el uno con el otro. Se postula
que si una pareja cambia su interacción, los síntomas
Pueden cambiar. Este cambio puede ser provocado, a su vez, por cambios en el
nivel de significado o comportamiento, asumiendo que éstos son enlazados
reflexivamente uno con otro de forma que el cambio en uno afectará al cambio en
otro, sin que el “insight” tenga que ser un precursor necesario del cambio.

En resumen, la tarea del terapeuta es mostrar a las parejas que hay diferentes
caminos para elegir, más que señalarles cual es el camino específico que deben
seguir. El terapeuta actuará como un catalizador más que como un ingeniero
social, por tanto la meta no es “educar” a la pareja o enseñarle cómo hacer las
cosas mejor, sino legitimizarle a aplicar sus propias soluciones.

B. El proceso de la terapia sistémica de pareja

1. Primeras sesiones
La vinculación es un requisito indispensable que está siempre en la mente del
terapeuta, y es un elemento de vital importancia en las primeras sesiones. Sin
sensación de confianza, claridad y límites seguros, los clientes no pueden
empezar a sincerarse con un extraño como es el terapeuta. Así, desde el principio,
los mensajes del terapeuta, como la comunicación abierta, el lenguaje corporal y
no verbal, la posición equitativa e imparcial, las muestras de interés en escuchar
ambos puntos de vista y su neutralidad hacia las diferentes perspectivas que le
presentan, dan muestra de que éste es alguien con quien comparten un espacio
en el que pueden explorar los problemas del PI y de su pareja.
Al principio, el terapeuta explora las definiciones del problema de la pareja y las
opiniones que trasmiten de sus familiares y de las personas significativas que
tienen en su entorno, así se obtiene un dibujo de la red
de las relaciones significativas en la que se sitúa el problema. Es útil ayudarse con
un genograma. Explorando la definición del problema se obtienen elementos
comportamentales y elementos con significado propio; el terapeuta buscará
información sobre cómo se ha manifestado el problema a lo largo del tiempo, sus
efectos en el entorno, y la forma de responder del mismo, así como los
significados que les dan la gente implicada en la red social de la pareja. Los
patrones actuales están unidos a los patrones generacionales del pasado, la
pareja y el terapeuta tratarán de entender qué sucesos y creencias contribuyen a
paralizarles en el presente. Esto deberá generarles el deseo de
experimentar con nuevos comportamientos en su búsqueda de nuevas soluciones
para la situación familiar. Las sesiones en esta fase serán muy frecuentes, una
cada semana o cada dos. Mientras se mantiene la atención en la secuencia de los
comportamientos y las interacciones problemáticas, también se prestará atención
a cualquier éxito en la solución del problema en el presente o en el pasado.
Entender cómo algunas veces la pareja afronta de manera positiva
los contratiempos introduce esperanza en la discusión y ayuda a los terapeutas a
comprender mejor el estilo y recursos de la pareja . También es útil saber qué
18

soluciones han sido ensayadas previamente –incluyendo la historia de contactos


con otros profesionales–tanto para saber qué les ha sido de menos utilidad, como
para obtener pistas sobre qué puede ser conveniente implementar en el futuro.
Esta clase de discusión también empieza a implicar la posibilidad de un futuro
diferente aunque solamente en una dimensión hipotética. La terapia sistémica se
caracteriza por una postura colaboradora o coconstructiva;
el estilo del terapeuta es una tentativa y en todo momento invita al cliente a
cooperar, a preguntar y a dar retroalimentación sobre su trabajo y sobre las tareas
y los acontecimientos que se pueden dar en los intervalos entre sesiones.

2. Sesiones intermedias
En esta etapa de la terapia la exploración parecerá estar menos centrada en el
problema y se concentrará más en ampliar los patrones que mantienen y son
mantenidos por el problema. Esta alteración del énfasis puede representar un
intento de ampliar el foco de la terapia para desplazar un problema todavía
intratable, un estímulo para el cambio en la
relación entre los miembros de la pareja (y con los demás), para prevenir la
repetición del problema o para empezar a enfocar cuestiones relacionadas con la
calidad de vida.
En esta etapa los clientes tienden a disponer de más tiempo. En las observaciones
sobre su vida cotidiana relatan tanto las interacciones problemáticas como las que
funcionan bien. Toman decisiones sobre el tiempo óptimo a transcurrir entre
sesiones, que probablemente aumentará. Y además, entre otras, toman
decisiones sobre el diseño de las tareas
para estos intervalos. Mientras el margen de tiempo de la terapia esté moviéndose
hacia atrás y hacia delante, los problemas del presente estarán relacionados con
el pasado de la pareja y también con el bagaje de sus familias de origen sobre el
temido o deseado futuro. Es probable que esta etapa de la terapia esté enfocada
en el presente y en el minucioso
trabajo de alterar los patrones habituales de comportamiento y de creencias que
pueden, por ahora, haber sido identificados como reforzadores y mantenedores de
los estados de ánimo y de situaciones indeseadas,
incluyendo la depresión del PI. Este puede ser un momento oportuno para tener
algunos encuentros con el PI y su pareja por separado o para invitar a otros
miembros de la familia a asistir a sesiones. Gracias a la consolidación de una
alianza de trabajo entre terapeuta y clientes en esta fase el terapeuta puede
sentirse más confiado sobre el uso de técnicas que pueden desencadenar una
mayor inseguridad y cambio para los clientes, tales como preguntas de futuro,
desafíos, representaciones, redefiniciones y reestructuraciones, uso de historias y
metáforas ampliadas, tareas y técnicas no verbales, etc., Es probable que haya un
foco para reforzar permanentemente los recursos del cliente en la amplificación de
cualquier cambio por pequeño que sea. De la capacidad del terapeuta dependerá
el cambio constante.

3. Sesiones finales
19

Si la terapia está produciendo unos resultados positivos y los clientes se inquietan,


es probable que esta fase se caracterice por la revisión del trabajo realizado, y por
la anticipación y prevención de la recaída. Es decir, trabajar para identificar los
patrones que en el pasado han conducido al episodio depresivo, encontrar las
señales que permitan alertar a
la pareja de la posibilidad de repetición del problema, y ensayar nuevas
estrategias para enfrentarse a ello de forma diferente. Esto puede incluirvolver a
tratar, de forma más explícita que antes, los temas tal como el terapeuta los había
entendido y sus hipótesis sobre los problemas del cliente, lo que puede tener el
efecto de “paquete endosado” para el cliente. Las sesiones en las últimas fases de
la terapia, probablemente están más espaciadas en el tiempo que antes (varias
semanas, o meses) y pueden incluir sesiones de refuerzo y de repetición después
de completar la
terapia . Como parte de la preparación para finalizar la terapia, puede ser útil
discutir el rol del terapeuta en la vida de la pareja. Esto puede incluir pensar cómo
la pareja continuará en el futuro el trabajo empezado en la terapia, y por tanto,
incitar hipotéticas exploraciones sobre las esperanzas, los temores, las estrategias
de actuación, y el desarrollo y mantenimiento de nuevas narrativas y creencias del
futuro.

C. Aspectos técnicos de la terapia sistémica de pareja


1. Hipotetización
Antes de ver a una pareja por primera vez, y antes, durante y después de las
subsiguientes sesiones, los terapeutas formulan y prueban sus hipótesis de
trabajo (Selvini Palazzoli, Boscolo, Cecchin, & Prata, 1980 a). Las hipótesis son
intentos preliminares de explicar los síntomas presentes del PI en función de los
contextos en los que ocurren e incluyen
tanta información como emerge durante de la terapia: todos los participantes
significativos, los acontecimientos conocidos y la relación en las interacciones que
ofrecen una explicación y posibles soluciones.

Hay varias razones para hacer de la hipotetización una parte manifiesta del
protocolo del proceso terapéutico. Primero, se reconocen abiertamente las
atribuciones, suposiciones, prejuicios y valores del terapeuta. Segundo, las
hipótesis permiten al terapeuta mantener una línea de pensamiento constante y
una organización útil de sus ideas, que pueden
ser contempladas y modificadas en función de su relación con la pareja y de la
retroalimentación que ésta le dé. De esta manera, la continua formulación (y
rechazo) de hipótesis mantiene activos a los terapeutas sobre su función en el
modelado de la realidad terapéutica. Para los terapeutas las entrevistas y las otras
acciones son una forma de obtener la información
que aporta la pareja (Jones, 1993). Cuando la terapia sistémica se convierte cada
vez más en co-constructivista y transparente en estilo, es más útil que el terapeuta
considere, observando cuidadosamente el tiempo y el lenguaje, la posibilidad de
compartir las hipótesis con los clientes, para que los participantes en el encuentro
20

terapéutico sean capaces de considerar conjuntamente sus posibles significados


dentro del sistema.

Las hipótesis sirven principalmente para organizar el trabajo del terapeuta; así se
pueden considerar dos o tres hipótesis simultáneamente para evitar la tentación
de asumir una sola hipótesis como si fuera una declaración de principios. De este
modo, el interés y la curiosidad del terapeuta deberán mantenerse activos,
evitando de esta manera la posibilidad de una excesiva seguridad y evitando el
riesgo de verse inmerso en un trabajo rutinario y estereotipado

A continuación mostramos algunas de las hipótesis y preguntas genéricas que


hemos tenido en mente sobre los clientes vistos en el estudio de la depresión. Por
supuesto, éstas hipótesis tienen que ser ampliadas en función de las
circunstancias únicas de cada pareja. Muchas de estas hipótesis se solapan y,
además, la lista no es exhaustiva.

1 a: El significado de la depresión
Se supone que la depresión puede ser considerada significativa en
cuanto a:
– la comunicación (p.e.: un mensaje para la pareja: “debería estar
más implicado/a”);
– la metáfora sobre los acontecimientos familiares (p.e.: mantener
viva la memoria de un familiar difunto);
– el sistema de mantenimiento de una situación (p.e.: para prevenir
que la pareja o los hijos abandonen la casa);
– la posición en el sistema (p.e.: la relación con la pareja entorno a la
depresión mantendrá y confirmará los patrones previos de relación).

1 b: La depresión en el contexto del proyecto de investigación.


– ¿Por qué estos clientes aceptan ser asignados a ciegas a una de las
tres modalidades de tratamiento?
• porque no tienen elección dada su relación con profesionales de
ayuda y su entorno social.
• porque tienen una gran confianza en la pericia de los profesionales.
• por el fatalismo respecto a la esperanza en cualquier tratamiento.
– ¿Por qué estos clientes asisten voluntariamente como pareja?
• por la creencia de que en la relación hay un problema.
• por el deseo de dar apoyo a la pareja.
• por la amenaza de PI de abandonar la relación si la pareja no
asiste.
• por el deseo de formar coalición con el profesional para designar
a la pareja como deprimida.
• por el deseo de formar coalición con el profesional para cambiar
a la pareja no deprimida.
• y/o por las razones enunciadas en el punto 1 a.
21

1 c: La depresión en el contexto de la derivación.


– ¿Qué llevó al paciente a ser derivado por el profesional referente a
este proyecto de investigación?
• la confianza en el valor científico y/o terapéutico del proyecto.
• liberarse de un paciente difícil para el que hay pocas esperanzas.
• el fatalismo respecto a la utilidad de cualquier tratamiento.
– ¿Por qué ha sido derivado ahora?
• las crecientes demandas o exigencias hechas por el paciente al
derivante.
• las expectativas frustradas del terapeuta derivante (p.e.: considera
que necesita un tiempo para recuperarse)

1 d: La depresión en los entornos social y cultural


– ¿Cuáles son los factores sociales que pueden precipitar y mantener
la depresión?
• los económicos, vivienda, paro, soledad social y marginación.
• el racismo y discriminación por pertenecer a un determinado
grupo de identidad, por ser miembro de una subcultura marginada
y victimizada y por determinada red social.
– ¿Cuáles son los problemas de los pacientes, relacionados con la pareja,
que pueden precipitar o mentener la depresión, según el género?
En las mujeres:
• el matrimonio, ser madre soltera, edad de la maternidad y edad
de los hijos.
• los problemas de identidad, cambio de pareja y disminución de
posibilidades de elección cuando los hijos se van de casa.
• los problemas relacionados a la sexualidad y la fertilidad.
• los efectos de las atribuciones sobre los roles de las mujeres en
la identidad y estatus en el trabajo.
• los problemas de identidad asociados a la presión o pérdida del
trabajo.
• la violencia dentro del contexto de competencia de poderes.
• la inseguridad económica.
En los hombres:
• Los problemas de identidad asociados a la presión o pérdida del
trabajo.
• Los problemas de identidad, cambios de pareja y disminución
de posibilidades de elección cuando los hijos se van de casa.
• Los problemas asociados a la sexualidad y la fertilidad.
• La depresión enmascarada con abuso de alcohol y violencia.
• Los cambios en los roles respectivos (p.e.: miedo a reconocer dependencia
de las mujeres, pérdida de los apoyos tradicionales).
• La inseguridad económica.
En ambos:
• La historia de abuso, traición, desesperación en las relaciones de
pareja desencadenadas en determinadas etapas o acontecimientos
de la vida.
22

1 e: La depresión en el entorno familiar


– ¿Qué precipita la depresión?
• Los acontecimientos del ciclo vital predecibles (p.e.: nacimiento
de un hijo, jubilación).
• Los acontecimientos del ciclo vital inesperados (p.e.: muerte
repentina, enfermedades crónicas).
• El impacto de eventos externos (p.e.: desempleo).
– ¿Qué mantiene la depresión?
• La interrupción del “ritmo de vida habitual”.
• El estar “pegado” a la relación.
• El “castigo por los pecados pasados”.
• La regulación de las distancias entre los cónyuges.
• Los cónyuges protectores.
• Los cónyuges controladores.
• El mantener implicada a la familia de origen.
• El mantener de nuevo ocupados a los padres “jubilados”.
• Los patrones de interacción que habían funcionado y se han
convertido en habituales e inútiles.
• El miedo al cambio.
• Las soluciones intentadas que se han convertido en parte del
problema.

2. Unión y compromiso
La unión (o vinculación) es el proceso de acomodación entre el terapeuta y la
pareja, la búsqueda de una acomodación suficientemente buena para permitir la
introducción de diferencias por parte del terapeuta
para explorar el problema en un entorno percibido como seguro. A continuación
se mencionan algunos aspectos concretos.

2 a: El terapeuta puede participar en alguna conversación “social” en ocasiones y


especialmente en la primera sesión, para hacerles sentir cómodos (p.ej. “¿Os ha
sido fácil llegar hasta aquí?”). Parte de este proceso se puede emplear también en
exponer el contexto de la terapia (p.e.: duración de las sesiones, uso de
cámara de video, expectativas del terapeuta y de la pareja, etc.). Además se
puede llegar a un primer compromiso. Por otra parte, se puede llegar a un primer
compromiso en el curso de la exploración inicial a cerca del motivo que les trae a
la terapia.

2 b: La comunicación del terapeuta y su habilidad para comprometerles son


elementos esenciales para facilitar el cambio. Con el propósito de la unión, se
presta una atención equitativa a los dos brazos de la balanza que son los
miembros de la pareja, así como a sus puntos de vista y sistema de creencias.
Incluso si sus puntos de vista son contrarios dará igual valor a cada uno, les
comunicará al mismo tiempo su interés en entenderles y empezará a ofrecer la
23

sugerencia terapéutica de que puede ser que haya más de un punto de vista
válido. Esta postura de imparcialidad, y la sensación de “estar en sintonía”, se
comunicará a través de la palabra (p.e.: reflejando el lenguaje usado por la
pareja), la postura consciente (p.e.: técnica del espejo), el tono, etc.

2 c: Es importante comprobar si el terapeuta ha entendido lo que le están diciendo


(p.e.: “Déjeme comprobar si le he entendido bien...”). Así, la repetición en un
lenguaje ligeramente cambiado ofrece la confirmación de que se ha entendido,
enfatiza lo que se ha dicho y ofrece la oportunidad de empezar a enmarcar la
exposición de la pareja de una forma diferente (p.e.: de “Él siempre trata de
hacerme daño deliberadamente...” a “Cuando él te hace sentir como si tratase de
hacerte daño deliberadamente...”).

2 d: El terapeuta trata de mantener una postura de neutralidad respecto a la idea y


así no pone en duda directamente las declaraciones hechas por los miembros de
la pareja, incluso si éstos parecen ser críticos o negativos.

2 e: Una escucha amable y no crítica es una técnica de compromiso y una


característica de la postura del terapeuta durante toda la terapia. Es decir, un
marco sistémico conlleva que el terapeuta no pretenda atribuir culpas, sino
comprender respetuosamente cómo las parejas, a pesar de que hayan actuado
con sus mejores intenciones, se han quedado atascadas en una pauta que les
dificulta la relación.

3. Entrevista circular
La teoría en la que se basa la entrevista circular es la de la circularidad causal: se
considera que el comportamiento humano se puede comprender mejor desde un
punto de vista que contemple las acciones como respuesta
a otras acciones y como desencadenantes de posteriores acciones. Si bien es
posible describir el comportamiento estableciendo una conexión lineal entre la
causa y el efecto (p.e.: “ella está deprimida porque su pareja ha perdido el interés
en ella”), es menos probable que una construcción circular conduzca a ideas de
culpabilidad y más probable que
capacite a la pareja para cambiar sus interacciones y sistemas de creencias (p.e.:
no prestando atención a quien fue el “primero” en deprimirse o en perder el interés
–incluso si fuera posible determinarlo– a ambos se les puede decir que están
implicados en un espiral circular donde la depresión de uno desencadena la
pérdida de interés en el otro, y/o viceversa).

En la práctica de la entrevista se sigue una pauta circular (o en espiral), donde la


retroalimentación a las preguntas del terapeuta influirá y dará forma a la siguiente
pregunta del terapeuta, y así sucesivamente. Éste es un tipo de entrevista
intencionado y sensibilizante: intencionado porque el terapeuta ocupa una posición
central como principal conductor
24

de la sesión y como el que hace las preguntas, y sensibilizante porque hay una
retroalimentación y una apertura hacia lo que la pareja nos ofrece; así, el
terapeuta y la pareja juntos construyen una nueva manera de entender la
situación. La entrevista circular implica un interés particular en preguntas sobre las
diferencias, es a través de la percepción de las diferencias que construyen una
nueva información. Ésta la hacen posible las diferentes percepciones que van
emergiendo de sí mismos y de los demás.
Una subcategoría especial de este estilo de entrevista son las preguntas
hipotéticas. Éstas son particularmente útiles cuando los individuos o las parejas se
cierran en una postura rígida de culpabilización sobre quién es “el que falla” o el
“enfermo” y quién no lo es, o cuándo los efectos de los síntomas como la
depresión han hecho “congelar el tiempo”, de forma que a los clientes les resulta
difícil encontrarle sentido a un futuro viable (Boscolo & Bertrando, 1993). En una
confrontación con una pauta de interacción tan bloqueada, el terapeuta puede
adoptar una posición “como si”, en la que se hace posible considerar el cambio en
la fantasía, incluso si –todavía– no parece posible en la realidad. Las preguntas de
futuro (Penn, 1985) son una forma particular de las preguntas hipotéticas, donde
las parejas son invitadas a proyectar sus pautas y problemas actuales en la
relación en el futuro y a considerar los efectos de la ausencia de cambio para el
futuro de sus vidas. Esto puede ayudar a resolver tales pautas o a encarar las
temidas consecuencias del cambio que forma
parte del bloqueo del sistema de la pareja. El efecto de las preguntas circulares
es:

– Invitar a la curiosidad de la pareja, a interesarse sobre su historia, contexto y


patrones de sus interacciones insatisfactorias, entre las que se incluyen los
síntomas depresivos. Sólo cuando el terapeuta entiende cómo estas interacciones
se ajustan entre ellas para acabar en una pauta de relación estresante para la
pareja, ésta podrá ver
su situación de forma diferente, hacer nuevas conexiones y ver nuevas opciones
de cambio y flexibilidad.
– Desbaratar y perturbar los patrones de pensamiento y acción, actuando como un
desafío intenso pero contenido en los antiguos puntos de vista de la pareja.
Mientras ésta puede parecer mucho menos efectiva que otras técnicas más
directivistas, sus efectos tienden a ser similares, es decir, se altera el equilibrio en
la relación interrumpiendo los patrones habituales.

4. Representación
Para entender los patrones transaccionales usuales de una pareja, el terapeuta
puede pedirles que representen una situación habitual durante la sesión
(Minuchin,1974). Se puede tratar de una discusión de la pareja, la escenificación
de una discusión familiar, una conversación o discusión para tomar una decisión,
consolarse el uno al otro u otras situaciones.
Los propósitos de estas representaciones son:
– Permitir al terapeuta ver en vivo cómo la pareja interacciona en lugar de
escucharles una descripción sobre cómo se sienten cuando ocurre.
25

– Impulsar las transacciones más allá de los límites usuales para probar la
flexibilidad del sistema.
– Permitir a los participantes ensayar diferentes tipos de transacciones en un
contexto seguro.
Inicialmente el terapeuta busca secuencias de repetición espontáneas.
Luego se centra en una asunto específico de las siguientes maneras posibles:

4 a: Aumentando las oportunidades de que la pareja interaccione alrededor


del tema.
(“Me doy cuenta de que esto es algo que les causa tensión a los dos...¿sería útil
que lo hablasen aquí y ahora?... Así, si piensan que puede serútil, por qué no lo
hacen... ignórenme durante un minuto, hagan como si yo no estuviese aquí...
tengan la misma discusión sobre el dinero que tendrían en casa... Yo me sentaré
detrás y veré qué sucede”).

4 b: Prolongando la secuencia en el tiempo.


(“¿Qué pasaría si continuasen haciendo esto, discutiendo, hasta que hayan
alcanzado un acuerdo?... Háganlo, si quieren...”).

4 c: Bloqueando partes de la transacción.


(“No me impliquen... esto es entre ustedes dos”, “Me doy cuenta que ahora hablan
sobre alguien que no está aquí... quizás esto les ayuda, ¿o quizás no? ¿Quieren
discutir ahora si es más útil hablar sobre lo que les está preocupando que
mantenerse tranquilos hablando de X? Las dos posibilidades son igualmente
correctas, desde mi punto de vista...”).

4 d: Explorando las transacciones alternativas.


(“Sra. X, noto que nunca suele acabar sus frases... ¿Es así cómo quiere usted
actuar?... ¿No?... ¿Cómo le gustaría hacerlo?... ¿Qué sucedería si usted se
comportara de manera diferente?... Háganlo, si quieren...
ignórenme... ¿Qué es lo que hace que su marido la interrumpa?... ¿Esto es lo que
quieren?... ¿No?... Bien, ¿Por qué no encuentra una manera de pararle.. si
quiere?...”).
Estas técnicas se emplean para ayudar a las parejas a encontrar nuevas
resoluciones en el “aquí y ahora” de las sesiones (Minuchin & Fishman, 1981).

4e: Una forma de representación que puede ser útil en la terapia de pareja
consiste en que el terapeuta interrumpa una interacción habitual en escalada
simétrica entre los cónyuges estableciendo un diálogo con uno de
ellos, por ejemplo, un hombre empieza un interrogatorio celotípico potencialmente
intimidatorio sobre una conversación telefónica de su pareja (para un ejemplo
clínico, ver el capítulo tres), o una mujer censura a su pareja
por un error en el cuidado de los niños. Así, hablando y poniéndose en el lugar de
la pareja, el terapeuta es capaz de desafiar los patrones habituales de interacción
dados por los diferentes roles que ocupan en el sistema
y ayudar a conducir la interacción de una manera diferente y tal vez más positiva.
Esto significa que el cónyuge con el que se establece la discusión tiene la
26

oportunidad de hacer la misma ruta con un diferente punto final. (p.e.: sin violencia
o renuncia) y el cónyuge “no implicado” tiene la oportunidad de hacer una
observación reflexiva y un modelado del rol.

5. Centrarse en los lados fuertes


La terapia sistémica se basa en la suposición de que todos los sistemas, y sus
miembros, hacen lo que pueden y deben hacer, dadas las limitacio nes y
posibilidades de su historia, contexto y comprensión de la situación.
Además, supone que la gente tiene recursos y fuerzas, propias de ellos mismos,
que es probable que conduzcan a soluciones más apropiadas y creativas que a la
que podría llegar el terapeuta por sí solo. Cada pareja
tiene elementos en su propia cultura que, si son comprendidos y usados, pueden
convertirse en palancas para actualizar y aumentar su repertorio de
comportamientos y experiencias (Minuchin, 1974; Papp, 1984). Algunos
caminos para permitir el acceso a estas fuerzas son los siguientes:

5a: Identificar las competencias en ambos individuos y en la relación de pareja,


señalando los comportamientos que tienen efectos positivos en la relación
cotidiana satisfactoria.
(“¿Qué es lo que usted puede hacer para complacer a su pareja?”).

5b: Identificar en sus interacciones los elementos positivos del pasado (p.e.:
explorando cómo se soportaron con éxito durante otras crisis del pasado;
explorando qué fue lo que les atrajo del otro al principio)

5c: Reestructurar. Esta es una técnica que se propone dar un significado


alternativo a los acontecimientos que se adapte a lo sucedido, así como a la
explicación previamente suscrita por la pareja, pero que contenga algún elemento
que pueda influir en un posible cambio (para una explicación más detallada, ver
Sección C9).

5d: Buscar excepciones o fluctuaciones (de Shazer, 1985) a los comportamientos


depresivos y estructurarlos positivamente como soluciones potenciales.
(“Estoy interesado en los momentos en que esto ocurre menos, o cuando no
ocurre en absoluto. Así cuando están haciendo eso... esto otro no ocurre”).
A las parejas también se les puede pedir que estén pendientes de las excepciones
en las pautas negativas entre sesiones .

5e: Centrarse en los aspectos positivos. El terapeuta tratará a veces de interferir la


conversación cuando ve que está implacablemente centrada en el problema o
cuando implica quejas de un miembro a otro de la pareja y tratará de intensificar
los diálogos que traten de lo positivo, de soluciones o de pequeños cambios (de
Shazer, 1985). Por ejemplo,
cuando alguien está exclusivamente centrado en los aspectos más pesimistas de
su vida, el terapeuta puede usar escalas subjetivas para girar la atención de la
pareja hacia algunos aspectos positivos.
27

(“Si en una escala de 1 a 10, siendo 10 la manera en que usted se siente cuando
las cosas van realmente mal, tuviera que decir cómo se siente cuando las cosas
van un poco mejor... ¿Dónde se situaría a usted
o a su pareja? ¿Cuándo fue la última vez que esto sucedió? ¿Qué hizo para hacer
que sucediera? ¿Cuándo y cómo podría volver a hacerlo?”).

5f: Además de las técnicas específicas de intervención descritas más arriba, la


utilización de los matices del lenguaje por parte del terapeuta así como la
interacción con él, también pueden mejorar la percepción que los
clientes tienen de sus propias fuerzas y capacidades: Ofreciendo a los clientes
alternativas, aprovechando las situaciones en las que exponer su buen criterio,
pidiendo su opinión, mostrando interés en sus puntos de
vista incluso cuando (¡o especialmente cuando!) difieren de los del terapeuta y,
generalmente, mostrando su creencia en los recursos de los clientes, sin importar
lo escondidos o inusuales que estos sean, el terapeuta
aumenta la probabilidad de que la terapia se convierta en una experiencia de
colaboración respetuosa y positiva (Jones, 1996; Papp, 1984).

6. Solución de problemas
En momentos específicos de la terapia, puede estar indicado el abordaje mediante
la técnica de Solución de Problemas (Haley, 1976) (ver también Sección C10 más
abajo). Para obtener una definición precisa del problema, el terapeuta tiene que
seguir la pista de cómo ocurren los acontecimientos conflictivos. Se anima a la
pareja a describir una secuencia
de acontecimientos que acaben en conflicto o en depresión. El terapeuta trata
entonces de enmarcar los sucesos que preceden la situación descrita para
encontrar el primer paso de la secuencia. Se pide a la pareja
que identifique qué punto podía haber sido usado como escapatoria y se les pide
que consideren de qué manera podrían “re-actuar” en una situación similar futura.
Se puede usar el siguiente modelo:
– Buscar un acuerdo sobre cuál es exactamente la secuencia del problema.
– Especificar los objetivos deseados.
– Listar las soluciones intentadas y falladas.
– Seguir la pista de secuencias de acontecimientos previos a la aparición
del problema.
– Identificar las acciones resolutivas preventivas.
– Realizar un “brainstorming” (tormenta de ideas) sobre otras posibles
soluciones, analizando las ventajas e inconvenientes de cada solución
propuesta.
– Escoger una solución específica.
– Formular un plan detallado para implementar esta solución.
– Especular sobre las consecuencias de implementar un plan específico
y discutir cómo revisar sus consecuencias.
28

7. Desafiar
Individuos, parejas y familias desarrollan a lo largo del tiempo su propia manera de
ver las cosas o de construir sus propios “guiones”. Tales sistemas de creencias y
comportamientos pueden ser cuestionados por el terapeuta para facilitar la
aparición de nuevas interacciones o puntos de vista. Generalmente el terapeuta
comentará las secuencias de interacción
observadas y después de atender la reacción de la pareja procederá a usar
diferentes técnicas de desafío.

7a: Desequilibrar (Minuchin, 1974) es una técnica usada para desestabilizar


deliberadamente la organización de la familia, uniéndose y dando soporte
temporalmente a una individuo a “expensas” (en apariencia)
de su cónyuge, realizando su punto de vista, compadeciéndole por su situación,
etc.(“Noto que cada vez que hablas, tu marido te interrumpe o dice cosas que
pienso te pueden humillar. Quizás estoy equivocado. ¿Así es
como tú lo ves? ¿Es esto lo que quieres? Así, si no es lo que quieres, ¿Cómo le
permites que te humille todo el tiempo? ¿Qué pasaría si le parases la próxima vez
que eso suceda?).

7b: Intensificar (Minuchin, 1974) es la técnica de “aumentar la tensión” acentuando


el componente afectivo de una transacción prolongando su duración (ver
representación, Sección C4), repitiendo el mismo mensaje con frecuencia o
alterando la distancia física o emocional entre ellos. (“Veo que tú ahora quieres
ceder... ¿Qué sucedería si no cedieras, si
te mantuvieras en las tuyas, incluso si las cosas se volviesen desagrada-bles?”,
“¿Piensas que puede ser útil mantenerse así, si crees que sí, por qué no lo
haces?”).

7c: Probar los límites (Minuchin & Fishman, 1981) es una manera de desafiar la
percepción de cada individuo y de la pareja de la escasez o abundancia de
espacio privado, su manera de permitir que emerjan las diferencias, su habilidad
para estar juntos, su mutua sensibilidad emocional, su manera de tomar
decisiones y de usar sus jerarquías.
(“¿Cómo es que permites que su madre te diga cómo llevar tu matrimonio?,¿Está
él casado con su madre o contigo?”).
7d: Desbaratar. Si un PI se especializa en monólogos o episodios prolongados
de desahogos depresivos, el terapeuta puede cambiarlo invitando a la pareja a
interpelarle.
(“¿Cómo respondes a esto?”, “¿Cuál es tu punto de vista sobreesto?”).
7e: Inquietar (Jones, 1993; Maturana & Varela, 1988; Tomm, 1987). Las
entrevistas circulares actúan como un generador de información sobre el
funcionamiento de la pareja, pero también actúan alterando la organización del
sistema permitiendo hacer nuevas conexiones y yuxtaposiciones por parte del
cliente. Introduce el elemento tiempo, incluyendo
futuros imaginarios, e invita a los participantes a adoptar una postura de
observador en relación a sus propias parejas. Este desbaratamiento desafía
29

(“inquieta”) la organización del sistema y hace posible hallar nuevas pautas de


relación, no estructuradas alrededor de síntomas y problemas. En esta manera de
trabajar, el terapeuta estará dispuesto a
usar repetidamente el desafío y la exploración circulares, y menos activo en
encontrar soluciones (como en 7A y 7d, vistos antes).

8. Técnicas de tiempo y espacio en la familia


La construcción de un genograma o un árbol genealógico (Burnham, 1986;
McGoldrick &Gerson, 1985) es una buena forma de contextualizar los síntomas, el
PI y la pareja. En este caso no es el resultado final, una elaboración exhaustiva del
árbol, lo importante, sino el proceso de construcción y las cuestiones que guían a
la pareja a hacer nuevos descubrimientos
y conexiones. El genograma puede ser elaborado en la sesión, o se puede
prescribir su confección a la pareja como tarea a rea-lizar en casa, o bien, el
terapeuta puede hacer preguntas guiado por “un genograma en mente”. De la
forma en como se haga el trabajo del genograma dependerá la visión que el
terapeuta tenga de la pareja, en todo caso siempre es importante que sea
trigeneracional.
Para ello prestaremos una atención particular a los signos y síntomas de
depresión en ambos lados del árbol de familia de la pareja, explorando cómo las
diferentes personas y generaciones hicieron frente a éstos, los efectos que
tuvieron en otros y los mecanismos de afrontamiento que usaron. Pueden hacerse
conexiones entre la sintomatología
del PI y las dificultades de la pareja. Con el genograma “a la vista”, se podrán
explorar los patrones de relación entre los miembros de la familia, como la
distancia o la cercanía, coaliciones, límites, etc., y los significados
que tales patrones pueden tener en el aquí y ahora de la pareja. El método de los
círculos de la familia (Geddes & Meway, 1977) es un ejercicio que se solicita a
ambos miembros de la pareja simultáneamente. Se pide a cada uno que dibuje un
gran círculo diciéndole: “Esta es tu vida, ahora pon a la gente y las cosas que son
importantes en tu vida dentro de él. Dibuja un círculo para cada uno de ellos y no
olvides ponerte a ti también”. La gente representará visualmente cómo se ven así
mismos en relación con los demás, con el trabajo, las aficiones, etc. Una vez
completada esta tarea, se presta a una gran variedad de intervenciones: la pareja
puede comparar sus respectivos dibujos y cuestionarse el uno al otro, se puede
comparar áreas de acuerdo y desacuerdo. Se pueden suscitar preguntas respecto
a un cambio determinado considerando
qué aspectos del/los círculo/s tendrían que ser cambiado/s, y cómo se
reemplazarían, qué debería hacer uno para conseguir el cambio, y así
sucesivamente.
Hay otras técnicas visuales que animan a los pacientes a hacer representaciones
en diagramas de su vida pasada, presente y/o futura. Esas técnicas suelen animar
a los clientes a hacer comentar el uno sobre el otro, desafiando así a las
percepciones del otro y discutiendo cómo hacer las cosas de forma diferente en el
futuro.
30

9. Reencuadre

El reencuadre es una de las técnicas mediante las que el terapeuta cambia la


disposición conceptual y emocional en que una pauta de relación es
experimentada o vivida y dispone otro encuadre que denota“otras realidades” de la
misma situación igualmente aceptable, cambiando de este modo su significado y
potencialmente las conductas de los participantes
(Watzlawick, Weakland & Fisch, 1974). Una de las intenciones del terapeuta
cuando está haciendo un reencuadre es cambiar de un marco implícitamente
inalterable a un marco implícitamente flexible y abierto al cambio. Reetiquetando la
depresión de alguien como “rabia” o, en otras circunstancias, como un “acto de
sacrificio hacia la pareja”, se pueden obtener efectos muy importantes en la
interacción con el cónyuge.
El reencuadre en la práctica puede estar precedido por observaciones sobre la
interacción de la pareja y sus patrones de comunicación, refiriéndose a la
cantidad, calidad y dirección de la comunicación, tono afectivo, límites o
coaliciones y alianzas. Un marco inicial determinado denota y determina una
secuencia interactiva específica a la que, en posteriores etapas, nos podemos
referir cuando lo reencuadremos. Por ejemplo: “He notado que siempre que Ud. se
enfada por cualquier cosa, su esposa empieza a llorar”, o “He notado que Ud. no
mira al otro mientras habla con él”.
El reencuadre perfila las “funciones” identificables del síntoma, es decir, protege
aspectos de la organización familiar de los cambios debidosal desarrollo del ciclo
vital de la familia y de otras crisis por pérdidas o incorporaciones. El reencuadre es
frecuentemente positivo: por ejemplo, “Si Ud. estuviese menos deprimido, su
pareja podría no estar preparada para ello: igual le gusta ser el que puede hacerlo
todo… quizás él se deprimiría si Ud. se mostrase más activa”. De todas maneras
el
reencuadre puede también animar a situar algo en una posición más negativa: por
ejemplo, “Las personas deprimidas pueden parecer poderosas para los demás, es
muy cómodo que la familia esté convencida de
que la persona deprimida lo está pasando mal”. El reencuadre positivo se solapa
con la idea de la “connotación positiva
(o lógica)” (Jones, 1993; Selvini Palazzoli et al., 1978) en la que se hace un intento
de encontrar una descripción de las acciones de los miembros de un sistema, y en
particular del portador del síntoma, como necesarias para el mantenimiento y
supervivencia del sistema.

10. Tareas entre-sesiones (“Los deberes”)


Las tareas entre sesiones tienen el propósito de continuar en la situación del hogar
del cliente con algunos de los trabajos iniciados en la sesión con la pareja
(Minuchin, 1974; Selvini Palazzoli, Boscolo, Ceccin & Prata, 1977, 1980b); una de
las consecuencias de estas tareas es el anclaje del cambio en la vida diaria de los
clientes, proporcionándoles a
la vez una mayor sensación de dominio y “propiedad” de este cambio.
31

Las tareas crean una situación en la que la pareja es requerida para comportarse,
señalando o dramatizando determinadas interacciones. A las parejas con un
miembro que está deprimido se les puede prescribir, por
ejemplo, las siguientes tareas:
– Una discusión controlada sobre la agenda, una vez a la semana, a una hora
determinada y durante un tiempo determinado.
– Mantener diariamente (por separado o conjuntamente) determinadas
observaciones, como “los peores modales y respuestas de la gente”, o “adivinar
cuando el paciente se está sintiendo bien y notar
y observar en qué circunstancias”.
– Realizar salidas no programadas.
– Prescripción de estrategias de “intimidad una vez a la semana” o “días raros y
días corrientes” (el último incluye animar a la pareja a experimentar con nuevas
conductas en los “días raros” de la semana y volver a las viejas prácticas en los
“días corrientes”).
– Prescripción de más autonomía para el paciente respecto a temas específicos (ir
de compras, visitar a familiares políticos).
– Técnicas de fingimiento: Estas técnicas intentan alentar a las parejas
a experimentar la mutua observación y percepción de conductas diferentes en el
otro. Estas técnicas no son confabulaciones secretas para enfrentar un miembro
de la pareja contra el otro, sino
que pretenden estimular la curiosidad de uno hacia el otro. Por ejemplo, se le
puede pedir al PI que pase por alto determinados éxitos, que deje
deliberadamente por hacer determinadas tareas, que le manifieste de forma ritual
a su pareja su ansiedad en momentos específicos. El cónyuge puede ser invitado
a fingir, en ciertos momentos, que el PI no está deprimido y a responder al PI en
función de ello. Paralelamente se les puede haber dado la indicación
de anotar lo que pasa cuando esto sucede y las consecuencias que tiene. Estas
técnicas están diseñadas para desbaratar los automatismos que mantienen los
patrones de interacción alrededor de los
síntomas depresivos.
– Enfocar o (encuadrar) lo positivo. A las parejas en una relación
predominantemente conflictiva se les puede pedir que hagan una lista (por
separado) de lo que no quieren cambiar de su pareja.
32

LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

1.1 La Evaluación Aspectos Profesionales y Científicos: Kendall


1.2 La evaluación en psicología clínica: Douglas Bernstein

UNIDAD II MODELOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

2.1 Conceptos y Modelos Básicos: Rocío Fernández Ballesteros


2.2 Modelos en psicología clínica : Berstein

UNIDAD III PSICODIAGNOSTICO

3.1. Psicodiagnóstico: “Perspectivas de Definición”: Rocío Fernández Ballesteros


33

Tres son los autores que comparten la paternidad de la constitución de la Evaluación


psicológica: Francis Galton. McKeen Cattll y Alfred Binet. Veamos sus principales
aportaciones en lo tocante a nuestra disciplina.
1. Francis Galton (1822 – 1911)
Padre de la Psicología diferencial, cuyo objetivo básico fue la descripción y medición de
las características humanas. Ya en 1869, con su publicación Classfication of Men
Accordin to Their Natural Gifts, inició el estudio psicológico de las diferencias individuales.
Pero fue en 1883 cuado publicará su obra más importante, Inquiries into Human Faculty
and its Development, punto de partida de los test mentales. A él se debió el que pudiera
llevarse a cabo una primera rudimentaria evaluación psicológica, ya que, en 1884, creó un
“Laboratorio Antropométrico” en el “South Kensington Museum” de Londres, donde
cualquier persona por poco dinero podría conseguir medir su estatura, peso, capacidad
respiratoria, fuerza muscular, rapidez de golpeteo, capacidad auditiva, agudeza visual,
capacidad sensorial discriminatoria y otra serie de evaluaciones sensoriales, perceptivas y
motoras (véase Dubois, 1970). Con todo ello, no cabe duda de la importancia de Galton
para la Evaluación psicológica ya que sintetiza con su obra objetivos evaluativos
científicos y aplicados y lleva a la vida cotidiana la tecnología psicológica que había
permanecido durante años en los laboratorios.
2. McKeen Cattell (1860-1944)
Sus objetivos científicos, fundamentalmente diferencialistas, le llevan a realizar su tesis
doctoral sobre el estudio diferencial de los tiempos de reacción bajo la dirección de
Wundt. A él se deben una serie de pruebas psicológicas para la medida de la presión
dinamométrica, la velocidad de rotación del brazo, la habilidad para percibir estimulación
en la palma de la mano, la memoria para las letras, etc. En 1890 acuñó el término “test
mental”; el objetivo de tales pruebas lo caracterizó en la determinación del rango,
exactitud y naturaleza de las facultades psicológicas, así como en la posibilidad de reunir
suficiente material como para hallar los factores que regulan el desenvolvimiento de estas
facultades, sus conexiones, así como sus perturbaciones. Es también el primer autor que
plantea baterías de pruebas para la evaluación psicológica, proponiendo en 1896 dos
baterías diferentes, cada una conformada por una serie de tests. Rechaza abiertamente
la introspección y mantiene como objetivo prioritario la utilización de procedimientos de
medición objetivos en el estudio de las ejecuciones de los sujetos en diversas tareas. La
propuesta de los tests mentales como instrumentos de medida de determinadas
34

características psicológicas, las técnicas de evaluación de funciones sensoriales,


perceptivas y motoras y el énfasis en la utilización de medidas objetivas, son las
principales aportaciones de McKeen Cattell a la constitución de la Evaluación psicológica.
3. Alfred Binet (1857 – 1911)
Este autor traspasa el interés por las funciones sensoriales, perceptivas y motoras
objetivos planteados por Galton y Cattell, así, dice: “no son las sensaciones, son las
facultades psíquicas superiores lo que hace falta estudiar, son ellas las que juegan el
puesto más importante y la Psicología individual deberá prestar mucha más atención
propone a ella”. (Binet y Henri, 1905, pág. 416). En la consecución de tales objetivos
propone el método de lo que serán los tests mentales; con tales pruebas se integrará el
estudio de la memoria, las imágenes mentales, la imaginación, la atención, la
comprensión, la sugestibilidad, los sentimientos estéticos y morales, y hasta la fuerza
deben reunir; que estén formadas por tareas sencillas, que en su aplicación se invierta
poco tiempo, que sean independientes del examinador y que los resultados obtenidos
puedan ser contrastrados por otros observadores. Es el primer autor que emite un
concepto claro de “diagnóstico psicológico”. Así, compara tres tipos de métodos
complementarios en el estudio diferencial del niño normal y retrasado, el examen médico
basado en exploraciones físicas y fisiológicas que es realizado por el método, el examen
escolar que incluye el análisis de los aprendizajes que se desarrollan en la escuela y que
ha de realizar el maestro y el diagnóstico psicológico por él enunciado y que dará lugar al
primer test de medida de la inteligencia. Sus trabajos sobre la medida de la inteligencia
fueron llevados a cabo por Binet entre 1903 y 1909, con la colaboración de Simón, y
fueron inmediatamente recogidos por otros investigadores europeos y americanos como
Decroly, Stern, Terman, Goddard, Kuhlman y otros muchos, hasta tal punto que en 1914
existían ya 254 estudios publicados referidos a los tests de Binet. El interés por la
evaluación de las funciones superiores, la consideración del examen psicológico como
independiente y complementaria de la exploración médica y de la evaluación pedagógica
y la constitución del primer test de medida de loa inteligencia parecen suficientes méritos
como para considerar a Binet como uno de los padres de la Evaluación psicológica. Estos
tres autores, con ser de gran relevancia, comparten el mérito en la constitución de nuestra
disciplina con otros científicos como Thorndike (1874-1949), cuya ingente obra, base de la
Psicología del aprendizaje, abarca estudios sobre la inteligencia, así como la construcción
de pruebas psicopedagógicas que aún hoy siguen vigentes. Otro autor que merece la
pena destacar es Ebbinghaus (1850 – 1909), que, dedicado a depurar procedimientos
objetivos de medida de fatiga mental, creó una serie de tests llamados de
“completamiento” con los que trató de medir las habilidades de los sujetos para la
asociación de elementos verbales en una combinación significativa. Todo ello supuso un
primer intento de evaluar las habilidades intelectuales de los sujetos mediante pruebas
grupales. Desde una perspectiva diferente, la obra de Freud, La interpretación de los
sueños, publicada en 1900, va a representar el primer jalón en la formulación de un
modelo dinámico de la evaluación y, más concretamente, del diagnóstico de lo
inconsciente mediante técnicas de asociación. En esta misma línea, Jung, en 1906
presentará su test de asociación de palabras, mediante el cual proponía realizar el
análisis de los conflictos inconscientes. Por último, cabe señalar que también las
elaboraciones de los primeros psicólogos matemáticos, como Pearson y Spearman en la
última década del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, van a dar lugar a
importantes técnicas estadísticas que son la base matemática necesaria para los estudios
de grupo propios de la Psicología diferencial a través de los cuales serán construidos los
tests psicológicos. La constitución de la Evaluación, producida como una derivación de la
psicología científica establecida durante el último cuarto del siglo XIX, abarca un periodo
aproximado de 1890 a 1910. Durante este periodo se perfila el concepto de la Evaluación
psicológica como aquella disciplina dedicada al análisis de la individualidad a través de la
evaluación de características sensoriales, perceptivas y motoras, así como de funciones
35

superiores y, todo ello, a través de una serie de técnica que adoptan el nombre de “test
mentales”.
Desarrollos
Con base en el objetivo de concisión que nos hemos propuesto, vamos a plantear los
desarrollos de la Evaluación psicológica acontecidos desde 1910 a 1970, en forma de
listado cronológico. Los criterios que nos han guiado en la elección de los hitos históricos
reseñados son dos: conceptuales y tecnológicos. Es decir, vamos a referirnos a aquellas
fechas, autores y obras que produjeron bien un desarrollo conceptual (en el sentido de
introducir nuevas vías de análisis de las cuestiones evaluativas) bien a nuevos desarrollos
tecnológicos (en el sentido de innovadores procedimientos de evaluación y medida). Por
otra parte, interrumpimos nuestra breve historia en los años setenta con el fin de dejar un
lapso, de al menos veinte años, hasta nuestro momento presente.

1910 Kent y Rosanoff establecen una incipiente validación del “Test de asociación de
palabras” de Jung.
1912 Rossolimo publica el método de perfiles a través del cual cuantificar los aspectos
diferenciales entre componentes innatos y adquiridos.
1914 Woodworth construye el primer test colectivo de medida del ajuste personal, el
Personal Data Sheet, que se aplicará a miles de soldados con fines de selección durante
la Primera Guerra Mundial.
1915 Aparece el “Test de laberintos” de Porteus, con el que se pretende la evaluación de
las capacidades mentales libre de influencias culturales.
1916 Primera adaptación norteamericana de las escalas de Binet que adopta el nombre
de “Escala de Stanford-Binet para la medición de la inteligencia”.
1918 Se emprende la evaluación de la inteligencia de miles de soldados aliados en la
Primera Guerra Mundial mediante los tests Army Alpha y Army Beta.
1919 Gesell edita la primera “Escala de desarrollo” para la evaluación de las primeras
edades de la vida.
1921 Rorschach publica su Psychodiagnostik, en el que se presenta su técnica de
evaluación de la personalidad mediante la interpretación de manchas de tinga.
1926 Hartshorne y May realizan la primera crítica de los rasgos y tests de personalidad a
través de sus estudios sobre la honestidad.
1926 Goodenough edita el “Test de dibujo de la figura humana”, el cual supone el primer
antecedente de las técnicas de dibujo en la Evaluación psicológica.
1934 Jacob L. Moreno publica su obra Who Shall Survive, en la que sienta las bases de
los tests sociométricos y situaciones.
1935 Von Lennep publica la primera técnica temática proyectiva, su “Test de cuatro
cuadros”.
1935 Vygotsky formula el concepto de “zona de desarrollo próximo”, antecedente de la
importancia de la evaluación de estrategias cognitivas frente a productos intelectuales.
1936 Se publica la primera escala de medida del desarrollo social, la Vineland Social
Madurity Scale de Doll.
1938 Murray presenta, junto a su teoría de la personalidad (elaborada con Morgan), la
técnica proyectiva “Test de Apercepción Temática” (TAT). La importancia de este hecho
reside no sólo en la elaboración de una nueva técnica proyectivo de relato sino, también
en que mediante esta técnica se propone la evaluación de las interacciones ambiente-
conducta.
1939 David Wechsler publicar la primera edición de su “Medida de la Inteligencia del
Adulto”.
1942 Hathaway y McKinley presentan el primer inventario clínico de evaluación de
entidades nosológicas psiquiátricas, el Minnesota Multiphasic Personality Inventory.
1947 Halstead con su Brain and Intelligence y Luria con su Restauración de la función tras
una lesión cerebral sientan las bases de la evaluación neuro-sicológica.
36

1950 Shapiro presenta en la Reunión Anual de la Sociedad Británica de Psicología el


trabajo Un enfoque experimental al diagnóstico mediante tests psicológicos, en el que se
sienta las bases para una evaluación experimental, siendo también un importante
antecedente de la evaluación conductual.
1950 Tyler, en su Basic Principle in Currículum and Instruction, sienta las bases para la
valoración de programas e intervenciones.
1957 Edwards presenta sus trabajos sobre la “deseabilidad social”, a través de los cuales
se va a poner de manifiesto la importancia de los “estilos de respuesta” en los
cuestionarios de personalidad.
1957 Cronbach y Gleser publican Psychological Test and Personnel Decisión, donde se
propone una teoría formalizada a aplicar en el proceso de evaluación.
1963 Staats publica su Complex Human Behavior, donde se sientan las bases para su
evaluación conductual integradora.
1965 Kanfer y Saslow, con la publicación de su trabajo Behavioral Analysis. desarrollan
un nuevo modelo de la evaluación conductual.
1967 Anastasi, en su trabajo Psychology, Psychologists and Psychological Testing,
denuncia la enorme separación entre la Evaluación psicológica y la Psicología.
1972 Feuerstein edita su The Dinamic Assessment of Retarded Performers, que supone
el inicio de un modelo cognitivo en la evaluación del funcionamiento intelectual.
1974 Moos publica The Social Climate Scales: An Overview, que representa un
consolidado esfuerzo en la evaluación del ambiente.

Hasta aquí los hechos históricos más relevantes en la consolidación de la Evaluación


psicológica de 1910 a 1974. Nuestro interés, con esta sucinta enumeración, es el de
justificar el propio concepto de la disciplina que determinará el contenido de esta obra. El
lector que desee profundizar en estos aspectos históricos deberá consultar las obras
especializadas en Dubois (1970), McReynolds (1975), Fernández-Ballesteros (1980),
Pelechano (1988) y Carpintero (1989). Si hemos hechos una numeración minimamente
sustantiva, el análisis de todos esos eventos históricos nos permite establecer una serie
de conclusiones. En primer lugar, que gran parte de los sucesos relatados son relevantes
no sólo para la Evaluación sino para otras áreas o especialidades de la Psicología. Así, la
Psicología diferencial y de la personalidad ejercen un papel importantísimo, ya que van a
significar nuestro sustrato metodológico y teórico. Así también, los avances de la
Psicopatología, la Psiconeurología, la Psicología Social, así como la aplicación de los
principios de la Psicología del aprendizaje a la clínica, han supuesto hechos históricos
determinantes en la construcción de esta disciplina. Por último, las exigencias sociales en
el ámbito clínico, escolar y delas organizaciones han promovido la elaboración de técnicas
evaluativas, dando lugar a la tecnología de la Evaluación psicológica. En segundo lugar,
de lo enumerado se deriva que la mayor parte de las realizaciones producidas en el
ámbito de la Evaluación hasta, por lo menos, los años cincuenta se ha centrado en el
desarrollo de una tecnología evaluativa dirigida al análisis y constatación de atributos
psicológicos, entidades nosológicas y constructos dinámico. Esto puede verificarse si se
examinan detenidamente las recopilaciones hechas por Buros (1938, 1941, 1949, 1953,
1965, 1972, 1978, 1987 y 1992), las series Advances in Phychological Assessment
editadas por Mc Reynolds (1969, 1971, 1975a, 1978, 1981, y 1987) o el examen de los
pocos textos de esta primera época realizados por españoles, como el de Alvarez Villar
(1963). Sin embargo, existen escasas elaboraciones sobre la formulación de las bases
conceptuales y metodológicas de la propia disciplina: es decir, se echa en falta una
reflexión sobre el objeto y el proceso de la Evaluación psicológica (véanse Pawlik, 1980;
Fernández-Ballesteros. 1980). Es a partir de los años setenta cuando comienza una
nueva época en la que, junto con la puesta en cuestión y critica de una evaluación
exclusivamente realizada con base de tests de medición de características individuales,
van desarrollándose modelos (como el conductual y el congnitivo) y tecnología conectada
con la Psicología básica. Por otra parte, es también a partir de los años setenta cuando
37

se extiende el propio objeto de la evaluación, pasando del énfasis en el análisis de las


características individuales a la evaluación de interacciones persona-ambiente y, de ahí, a
la evaluación del propio ambiente y a la valoración de intervenciones.
De otro lado, el análisis de los datos históricos que hemos aportado nos debería llevar a
perfilar una serie de modelos. En primer lugar, la mayor parte de las elaboraciones se
han producido en el ámbito diferencial como una derivación del objetivo fundamental de
este enfoque de la Psicología, a saber, el hallazgo de atributos o características
psicológicas y psiquiátricas básicas en las que los seres humanos difieren. Desde esta
perspectiva, se ha formulado lo que McReynolds (1971) ha denominado modelo del
atributo. Desde este modelo, la Evaluación tendría por objeto el hallazgo de las
puntuaciones diferenciales que un sujeto obtiene en una serie de atribuciones, es decir,
su posición relativa (con arreglo a la que obtienen otros sujetos) en una determinada
característica, con el objetivo de predecir su conducta en diversas situaciones clínicas,
laborales o escolares. Pero en nuestro listado histórico también figuran hechos que ligan
la Evaluación con el Psicoanálisis. Es precisamente desde el Psicoanálisis y la Psicología
dinámica desde donde se desarrollan las técnicas proyectivas que en una época fueron
las más importantes técnicas evaluativas. Se crearon (y se siguen creando) con el
objetivo básico de analizar el mundo inconsciente de los sujetos e, incluso, como técnicas
de verificación de los principios psicodinámicos. Todo esto ha dado lugar a un modelo
dinámico a través del cual se pretende el análisis de la vida mental inconsciente del sujeto
en exploración en base a lo cual se efectuará la explicación de su comportamiento. Pero
también el conductismo y sus derivaciones han dado lugar al llamado modelo conductual,
desde el cual se busca el análisis de las relaciones funcionales existentes entre las
respuestas (motoras y/o congnitivas y psicofisiológicas) objeto de estudio y aquellas
variables que las mantienen o controlan, incorporando, en sus versiones actuales, no sólo
condiciones ambientales sino también personales. Finalmente, los avances del paradigma
dominante cognitivo han influido tanto en la cognitivización del modelo conductual como
en la formación de un claro enfoque cognitivo de la Evaluación.
Puede repararse en que un buen nutrido grupo de hechos históricos relevantes para nuestra
disciplina se han producido a instancias aplicadas; es decir, urgencias sociales y elaboraciones
desde la Psicología clínica han mediado a la hora de construir instrumentos que permitan la
selección, orientación, diagnóstico o desplazamiento de los sujetos. Mientras que los objetivos de
selección u orientación no han dado lugar sino a la construcción de técnicas o tests de evaluación
excepción hecha del trabajo de Cronbach y Glesser antes citado, el interés de médicos y psiquiatras
de obtener constatación objetiva, mediante pruebas psicológicas, de la nosología y otras
disfunciones neurológicas ha dado lugar a un modelo médico (Hathaway y McKinley, Bender,
Wechsler) del Psicodiagnóstico a través del cual se pretende la clasificación del sujeto en base a una
serie de entidades nosológicas o etiquetas diagnósticas. En definitiva, podemos resumir diciendo
que de los desarrollos de la Evaluación, como disciplina derivada de la Psicología científica, se
plantean cinco modelos fundamentales, los cuales, partiendo de distintos objetivos de evaluación y
ámbitos de aplicación, van a dar lugar a concretos procedimientos y formas de “hacer” evaluación.

EVALUACIÓN: ASPECTOS PROFESIONALES Y CIENTIFICOS

RAZONES PARA HACER LA EVALUACIÓN


La información obtenida en las evaluaciones clínicas se tiene en cuenta para tomar
decisiones en diversas áreas tales como selección y diagnóstico, evaluaciones de
intervenciones, e investigación. Varios de estos propósitos se logran con frecuencia
simultáneamente. En todos los casos, como lo subrayó Korchin (1976), las evaluaciones
clínicas son necesarias para tomar decisiones inteligentes.
Selección y diagnóstico
38

En la evaluación, la función de selección implica seleccionar y agrupar a las personas. El


clínico se basa en sus conocimientos para establecer métodos de evaluación, obtener
datos y emitir juicios refinados. Por ejemplo, frecuentemente se llevan a cabo
evaluaciones de selección a fin de facilitar la designación de los clientes adecuados para
programas específicos de intervención. Las evaluaciones pueden ayudar a seleccionar
los clientes más indicados para un nuevo programa de tratamiento que se está
implantando en lugares como los pabellones de los hospitales. Se pueden aplicar ciertas
pruebas de personalidad a los solicitantes, para luego con base en dichas pruebas,
seleccionar a los que tal vez saldrán más beneficiados. En otros casos, en que algunos
clientes podrían ser afectados negativamente por cierto tipo de experiencias terapéuticas
(por ejemplo, un grupo de confrontación), las evaluaciones clínicas podrían ayudar a
seleccionar los candidatos a la terapia. La puesta a prueba de la capacidad de los
candidatos para adiestrarlos como pilotos, de la confiabilidad de los ejecutivos industriales
designados, y del nivel de lectura de los niños antes de someterlos a un programa de
mejoramiento son algunos ejemplos más en que las evaluaciones clínicas proporcionan
información valiosa para tomar las decisiones de selección. El conocimiento obtenido
mediante una evaluación clínica sirve también para clasificar y agrupar a las personas,
porque permite determinar un diagnóstico preciso. El diagnóstico identifica el problema o
problemas específicos del cliente y tiene como finalidad comunicar en forma eficiente la
información a otros profesionales, de manera que se posible decidir inteligentemente el
mejor modo de servir a cada cliente. Por ejemplo, el haber diagnosticado a un paciente
interno como deprimido y con tendencias suicidas significa información que será útil para
tomar las decisiones profesionales subsecuentes en cuanto a su salid del hospital, la
clase de tratamiento y la recomendación de unirse a grupos de apoyo social. Sin
embargo, como se vio en el capítulo 5, el diagnóstico no está libre de crítica. Las
evaluaciones clínicas son también fundamentales en la determinación jurídica de la
cordura. La separación de los individuos a quienes legalmente se considera dementes de
aquellos a quienes se considera cuerdos puede tener consecuencias serias (por ejemplo,
reclusión, internamiento, libertad. La decisión final en cuanto a cordura, para fines
legales, la toma un tribunal. Sin embargo, los jueces dependen de las evaluaciones
clínicas para tomar esas decisiones.
En cada uno de los casos anteriores, el asesor analiza la situación debido a la cual se
selecciona a las personas, tomando nota de los elementos o componentes que con más
seguridad resultarán críticos. Se lleva a cabo un análisis detallado de la(s) tarea(s) que
se encomendaran a y se espera que realicen los participantes. El cual lleva a la selección
y al desarrollo de los métodos de evaluación que proporcionarán información útil para la
selección. Sin la evaluación, los clínicos no podrían valorar los efectos de las
intervenciones clínicas. Gracias a ella se pueden obtener datos para determinar los
puntos fuertes y débiles del cliente, así como la severidad de los problemas psicológicos,
antes durante y después de la intervención, lo cual permite hacer una esclarecida
evaluación de los cambios que tienen lugar durante y después de la intervención por
ejemplo, un cliente temporalmente afligido por el divorcio puede iniciar la terapia con
pruebas psicológicas que indican un alto nivel de depresión y ansiedad. Las evaluaciones
repetidas durante y después de la terapia permiten al terapeuta juzgar la mejoría del
cliente en esas áreas y ajustar las intervenciones psicoterapéuticas como corresponda.
Cuando un clínico funge como consultor de grandes instituciones tales como hospitales,
escuelas, prisiones o empresas, la intervención clínica se proporciona a nivel de todo un
programa, afectando a muchas personas a la vez y a no un solo cliente individual. De
nuevo se requieren las evaluaciones, con medidas de preconsulta y postconsulta que
permitirán evaluar el programa de intervención.
Investigación
En todo trabajo de investigación es fundamental la evaluación precisa y completa de las
variables que se investiga. Se incluyen las evaluaciones con el fin de permitir la puesta a
prueba de hipótesis específicas respecto al comportamiento normal y a los trastornos
39

psicológicos y están diseñadas de modo que aporten nueva información sobre el


funcionamiento humano. Por ejemplo, los efectos de la pornografía en la incidencia de las
violaciones o en la moralidad de una comunidad no se pueden determinar a menos que
sea posible evaluar con exactitud todas las variables en cuestión. La investigación sirve
también para evaluar las desventajas y las ventajas de los actuales instrumentos de
evaluación y para establecer los nuevos métodos que se usarán tal vez en el futuro. La
evaluación clínica también se realiza para proporcionar a las personas información sobre
ellas mismas. Aunque no es común, personas que no se han visto implicadas en la
selección, la terapia o la consulta pueden desear simplemente descubrir cómo están
integradas psicológicamente. Esas personas quizás quieran usar la información
proveniente de la evaluación, así como el consejo del clínico, para ayudarse a tomar sus
propias decisiones personales.
OBJETIVOS DE LA EVALUACIÓN
Cuando se le pide al clínico que lleve a cabo una evaluación psicológica, existen
numerosos objetivos posibles. El clínico se puede concentrar en los trastornos,
bosquejando las anormalidades o los defectos presentes en los pensamientos, las
emociones o los actos de la persona. En otros casos pondrá atención en los puntos
fuertes del cliente, y los objetivos de la evaluación serán sus capacidades, habilidades o
sensibilidades más destacadas. Otras evaluaciones piden específicamente que el
psicólogo clínico evalúe y describa la personalidad del sujeto. El clínico puede recurrir a
pruebas, observaciones y entrevistas a fin de desenmarañar las necesidades del cliente,
sus motivaciones, defensas y patrones de comportamiento específicos. Los psicólogos
clínicos evalúan asimismo las ventajas y las desventajas del medio social del cliente, así
como los efectos que dicho medio produce en las ideas, los sentimientos y la conducta del
cliente. Esas evaluaciones se consideran como análisis funcionales, en el sentido de que
al clínico le interesa evaluar los cambios de comportamiento que se originan de las
alteraciones específicas introducidas en la situación que vive el cliente. Por ejemplo, ¿en
qué forma resultan afectados los hábitos alimenticios del cliente si se reorganiza su
programa diario?. En la mayoría de las evaluaciones, el psicólogo clínico atiende a una
amplia variedad de objetivos que van desde las ventajas hasta las deficiencias y desde
los factores determinantes del comportamiento establece hasta los que determinan un
cambio en la conducta.

METODOS DE EVALUACIÓN
¿Cómo Obtiene el clínico la información necesaria para tomar decisiones inteligentes? El
psicólogo clínico recurre a uno o a una combinación de varios métodos de evaluación
entre los cuales figuran las entrevistas, las pruebas estructuradas por escrito, las pruebas
no estructuradas y las evaluaciones de la conducta. En seguida hay una exposición
detallada de la entrevista y una breve descripción de los otros métodos de evaluación. En
capítulos posteriores se analizan con más detalle estos últimos métodos.
La entrevista
Diversos profesionales recurren a la entrevista como método de evaluación. Si bien la
entrevista es a veces el único método empleado por el clínico, con más frecuencia se
aplica junto con varios de los otros métodos. Las metas de las entrevistas varían de
acuerdo con el contexto. Por ejemplo, al cliente se le puede entrevistar para una
evaluación anterior a la terapia, para evaluar sus aptitudes vocacionales, para determinar
jurídicamente su cordura o para tomar decisiones respecto a su salida de una institución
de salud mental. Un punto importante; puesto que muchas de las otras pruebas y
observaciones se efectúan en el curso de una entrevista, se puede decir que esta última
constituye el contexto básico de casi todas las evaluaciones. Sullivan (1954) describe la
entrevista como:
Una situación de comunicación fundamentalmente verbal en un grupo de dos personas,
integrado más o menos voluntariamente, que se desarrolla progresivamente entre el
experto y el cliente, a fin de dilucidar los patrones de vida característicos del sujeto,
40

paciente o cliente, cuyos patrones percibe como particularmente problemáticas o


especialmente valiosos y de cuya revelación espera obtener beneficio.
La entrevista no es un contrainterrogatorio. Más bien es un proceso durante el cual el
entrevistador debe estar atento al torno de voz del cliente, de la rapidez de su discurso y
de la sensibilidad de que da muestras al ser interrogado y mirado directamente a los ojos.
La entrevista es fundamentalmente verbal, pero el entrevistador debe estar alerta también
a los mensajes no verbales (como postura, mímica, expresiones faciales). En una
entrevista adecuada, las dos personas que participan intercambiarán libremente
información. Sullivan sugiere que el entrevistador no debe preocuparse demasiado por la
buena o mal disposición inicial del cliente a ofrecer información, sino que debe tratar de
adaptarse a esa actitud inicial y avanzar hacia un intercambio más tranquilo. El aspecto
experto-cliente de la entrevista pone de manifiesto la esperanza del cliente de que el
entrevistador manejará en forma sensata la información que se trata y no la usará para
acrecentar su satisfacción personal a costa del cliente. La meta esencial de la entrevista
consiste en obtener conocimiento de los patrones de vida característicos del cliente. Esto
exige respuesta a varias preguntas. ¿Cómo es el cliente, como persona? ¿Hay síntomas
dignos de notarse? ¿En qué piensa el cliente y cómo explica los acontecimientos de la
vida? ¿Cómo consideran los demás al cliente y qué piensan de él sus amigos y
familiares?. ¿En qué forma se describiría el contexto interpersonal del cliente? ¿Cuáles
son sus humores y emociones predominantes y cuándo y de qué modo varían? ¿Cómo
encara el éxito y el fracaso?.
Sullivan añade que la entrevista debe transcurrir en tal forma que el cliente perciba algún
beneficio potencial derivado de esa experiencia. Si el entrevistador se da cuenta que el
cliente no se siente en esa manera, deberá disponer las cosas de modo que el cliente
aprenda algo de importancia personal en la entrevista.
A lo largo de la entrevista, pero especialmente en la parte inicial, es importante establecer
una buena relación con el cliente. Se trata de una relación positiva y cálida basada en los
intereses que comparten las personas participantes. El entrevistador puede preparar el
escenario, para que el cliente se sienta en libertad de comunicarse abiertamente,
garantizando confidencialidad e intimidad. Además, la actitud del clínico puede indicar
interés y preocupación sinceros por los problemas del cliente. El hecho de abstenerse de
manifestar desaprobación o de juzgar las respuestas del cliente da lugar también a una
entrevista franca. Se han establecido diversas maneras específicas de llevar a cabo la
entrevista: entrevista para determinar el estado mental, entrevista socioclínica, “entrevista
fraccionada” y entrevistas estructuradas. La entrevista para determinar el estado mental.
En las áreas de la psiquiatría y la psicología se recurre ampliamente a los exámenes del
estado mental como medio de obtener información sobre el funcionamiento actual de los
clientes. El examen incluye una descripción de la apariencia de la persona, su
comportamiento general, su actividad motora, estado de alerta, humor, flujo y contenido
de sus ideas, orientación en cuanto a tiempo, lugar y persona, memoria, concentración,
pensamiento abstracto, juicios, sueños, conocimiento y valores. Según Detre y Kupfer
(1975), la mayor parte de la información esencial para evaluar el estado mental del
paciente se puede obtener mediante la conversación directa con el cliente y la
observación de su comportamiento durante la entrevista. Por ejemplo, su orientación en
cuanto a tiempo, lugar y persona se puede conocer haciéndole tres preguntas: ¿Cómo se
llama? ¿En qué fecha estamos hoy? ¿Dónde se encuentra usted en este momento? Si el
sujeto responde correctamente a estas preguntas, se puede decir que está orientado. Se
observan también la capacidad verbal y la libertad con que el cliente se expresa. Sus
respuestas pueden variar desde las que son espontáneas y sinceras hasta las evasivas y
que no comprometen a nada. El examinador del estado mental pone atención también en
las ideas predominantes del cliente durante la entrevista. Pedir al cliente que “reste de 7
en 7 a partir de 100”, que diga “en qué se parecen una casa y un granero” y que “describa
lo que haría si se encontrase solo en la casa y las cortinas de la ventana se incendiasen”
son métodos que usa el examinador del estado mental para evaluar, respectivamente, la
41

memoria y la atención, la comprensión y el juicio. Las observaciones efectuadas durante


la entrevista para determinar el estado mental aportan información sobre la apariencia
física del cliente, su estado emocional y su manera de relatar. El entrevistador observa y
anota el aparente estado de salud del cliente, su forma de vestir, el cuidado de su
persona. El estado emocional se puede colegir de las expresiones faciales y de las
afirmaciones directas e indirectas que hace el cliente. Por ejemplo, si un cliente dice “no
valgo nada para nadie” indica un humor más deprimido que si dijiste “hoy tuve un mal
día”. La variedad y la propiedad de las emociones expresadas por el cliente durante la
entrevista se anotan, lo mismo que sus actitudes y sentimientos hacia otras personas (que
se pueden ver por el modo en que se relaciona con el entrevistador). Así pues, las
interacciones que constituyen la entrevista se pueden considerar como una muestra de la
forma típica en que el cliente se relaciona con las personas. Un cliente puede solicitar
ayuda de modo agradable, o puede permanecer distante y “frío”. Algunos pueden ser
agradables y cálidos o apáticos e indiferentes, mientras que otros pueden ser zalameros y
seductores. Aunque estos son sólo unos pocos ejemplos, ilustran las formas de relación
que el examinador puede observar durante los intercambios personales.
La entrevista socioclínica. Peterson (1968) propuso para la entrevista un método que es
de más alcance porque identifica a la vez los problemas específicos y los factores
determinantes. En la entrevista socioclínica, el clínico trata de determinar la naturaleza y
severidad del o los problemas definidos por el cliente. El clínico hace preguntas como
éstas: ¿Cuál es el problema, tal como usted lo ve? ¿Qué tan grave le parece el
problema?, ¿Con qué frecuencia se presenta el problema y en qué circunstancia?. La
entrevista socioclínica trata también de que el clínico conozca los factores determinantes
del problema o problemas. Pregunta por ejemplo. “qué condiciones intensifican el
problema” y “qué condiciones lo alivian”. El clínico querrá también indagar qué fue, en
opinión del cliente, lo que causó el problema “qué estaba sucediendo la primera vez que
se presentó” y cuáles fueron sus consecuencias, “qué ocurrió después de eso” y “cómo le
hizo sentirse”. Asimismo, es probable que el cliente haya pensado mucho en el problema
y tratado de aliviarlo por su cuenta. El conocimiento de las distintas estrategias aplicadas
por el cliente en sus intentos de modificar el problema proporciona al clínico información
valiosa sobre la capacidad del cliente para enfrentarse a las situaciones y sobre
intervenciones que duplicarían acciones pasadas que no tuvieron éxito y que por tanto
serían tal vez ineficaces. Peterson (1968) recomienda que el entrevistador clínico trate de
descubrir algunos motivos para indagar más haciendo esta pregunta: ¿Qué otra cosa le
parece que debería saber yo, para poder ayudarle con este problema?. La entrevista
fraccionada. La técnica de la entrevista clínica varía sustancialmente, dependiendo del
estilo teórico y personal del entrevistador. Uno de esos estilos, la entrevista fraccionada
descrita por Storrow (1967), divide el periodo destinado a la entrevista en secciones
dedicadas al gambilo de apertura, al estudio preliminar, al seguimiento de indicios, al
llenado de huecos y a las explicaciones y recomendaciones. El gambito de apertura se
refiere a los comentarios típicos de presentación intercambiados entre las personas y a la
indagación de las razones que indujeron al cliente a venir: “Quisiera hablar con usted
acerca de sus deseos y de por qué se encuentra aquí hoy”. Quizás se tiene ya alguna
información sobre la causa de la cita; pero es importante conocer las razones que tuvo el
cliente para venir. El gambito de apertura representa por lo general aproximadamente el
10 por ciento de la entrevista. Durante el estudio preliminar, el entrevistador se limita a
escuchar dejando que el cliente relate su historia. Deberá aplicar buenas técnicas: alentar
con expresiones mínimas de validación (“aja”, “eso tiene sentido”) y hacer aclaraciones o
resúmenes breves. Este estudio representa un 20 por ciento de la entrevista. El
entrevistador dedica luego más o menos el 30 por ciento del tiempo o según indicios:
“¿Podría decirme algo más al respecto”. Por diversas razones (por ejemplo, escasa
locuacidad, actitud defensiva), el cliente puede no hacer una descripción tan completa
como sería de desear de manera que el entrevistador extrae información adicional sin
emitir juicios.
42

Durante el 20 o 30 por ciento siguiente de la entrevista se abordan nuevos temas y,


como ocurre con frecuencia, tal vez haya que repasar los ya tratados para hacer que
surjan cuestiones que se hayan pasado por alto. El entrevistador trata de llenar los
huecos de la información que ha recibido. A medida que se esclarezca la información
importante acerca del cliente, el entrevistador comienza a poner a prueba algunas
hipótesis en forma más detallada. Cuando sienta que se ha soslayado algún punto
delicado, talvez valga la pena traerlo a colocación. Los entrevistadores sin experiencia
pueden eludir puntos delicados y, sin darse cuenta, dar a entender que esos puntos se
pueden o se deben dejar de lado (Siegman, 1977). En cambio, un ataque más directo es
muchas veces revelador y hasta reconfortante. El último 10 o 20 por ciento de la
entrevista fraccionada de Storrow se dedica a exponer al cliente una descripción
preliminar de lo percibido por el entrevistador, con un resumen de sus planes y
recomendaciones y con el establecimiento de un programa de contactos futuros.
Entrevistas estructuradas. Para lograr una mayor uniformidad de los procedimientos de
entrevista, los investigadores han desarrollado entrevistas estructuradas. Una entrevista
estructurada requiere que el entrevistador haga una serie de preguntas determinadas de
antemano, empleando una fraseología común y haciendo las preguntas en el mismo
orden cada vez. Hay varias entrevistas estructuradas diferentes, pero el llamado
Programa para Trastornos Afectivos y Esquizofrenia (SADS) y su versión Vida (SADS-L)
(desarrollados por Spitzer y Endicott, 1978) son un ejemplo. En ambas versiones del
SADS, el entrevistador explica primero que la entrevista versará sobre las dificultades del
cliente y que se hacen las mismas preguntas a todos los entrevistados. Luego obtiene
información demográfica básica, como edad, estado civil e historia ocupacional. Al llevar a
cabo la entrevista estructura SADS, el psicólogo clínico trata de obtener información sobre
los antecedentes del cliente, una idea general del trastorno severo, para luego confrontar
los datos de la entrevista con los criterios para diagnosticar los diferentes trastornos. Los
procedimientos de la entrevista estructurada indican tanto las preguntas que se le harán al
cliente como las categorías de respuesta que el entrevistador marcará. El SADS-L
proporciona material similar de entrevista para clasificar diversos trastornos psicológicos
tales como los trastornos afectivos y la esquizofrenia. La entrevista estructurada
representa un esfuerzo para mejorar la utilidad y la confiabilidad clínicas de la clasificación
de diagnóstico obtenida de los procedimientos de entrevista, logrando que las respuestas
del cliente sean fáciles de calificar en forma numérica usual. No debe sorprender en esta
era de las computadoras, que los procedimientos de entrevista hayan sido
computarizados para crear lo último en entrevista estructurada. Griest, Klein y Van Cura
(1973) desarrollaron un sistema en que los sujetos se sientan frente a una terminal de
computadora que tiene una pequeña pantalla de TV y un teclado. La pantalla describe las
tareas del cliente y éste usa el teclado para contestar las preguntas. Se debe señalar
que, si bien el sistema computarizado es directo y le ahorra tiempo al profesional, a
algunos sujetos no les agradó la máquina impersonal, las preguntas de elección múltiple
ni la duración de la entrevista. Pero incluso si los sujetos disfrutan de la entrevista con la
computadora, es necesaria la presencia de un clínico para que observe las
comunicaciones no verbales del cliente tales como los movimientos corporales y el tono
de voz.
Consideraciones generales. Los procedimientos exactos de una entrevista difieren de
un clínico a otro, dependiendo de la finalidad de dicha entrevista. No obstante, existen
varios puntos de interés para todos los entrevistadores.
La entrevista y la ansiedad del cliente. No es raro que los clínicos realicen entrevistas
que, deliberadamente, no ponen nervioso al cliente. Estos clínicos procuran tranquilizar al
cliente y establecer un ambiente cómodo para que tenga lugar la interacción entre el
terapeuta y el sujeto. En cambio, algunos psicólogos clínicos tratan de producir ansiedad
en el cliente con la esperanza de obtener un cuadro exacto del mismo cuando se
encuentra en estado de tensión.
43

Sullivan (1954), por ejemplo, sugiere que el entrevistador trate algunas veces de obtener
información que provoque ansiedad en el cliente. Este estilo “centrado en la ansiedad” no
pretende romper las defensas de cliente, sino más bien mantenerlo al borde de la
ansiedad: la línea divisoria crítica entre la ansiedad que indica aspectos de la vida
cruciales para el cliente y la ansiedad potencialmente debilitadora. Con cautela, las
respuestas dadas por el cliente durante un periodo de la entrevista que evoca ansiedad
pueden ser exploradas más tranquilamente en entrevistas posteriores. Otros psicólogos
no tratan de suprimir ni de inducir la ansiedad. Simplemente mantienen los ojos y los
oídos abiertos para detectar indicios de ansiedad y usar las señales de tensión para
mejorar sus impresiones de diagnóstico. Por ejemplo, las preguntas sobre sexualidad
pueden poner nervioso al cliente. El entrevistador no debe eludir ni insistir en esas
preguntas que causan tensión, pero si reconocer que despiertan ansiedad. Es importante
tener presente que el resultado que se busca en una entrevista clínica es obtener tanta
información útil como sea posible, respetando al mismo tiempo los derechos y
sentimientos del cliente. El objetivo se alcanza mostrándose flexible pero orientado hacia
la tarea y anotando con cuidado la información que el cliente proporciona.
La entrevista y el registro de la información. Al concluir una entrevista de 50 o 60
minutos, el clínico habrá obtenido gran cantidad de información. ¿Cómo se registran y se
presentan esos datos?. En casi todos los casos, los datos se anotan o se graban (audio o
videocinta).
Los informes por escrito se pueden hacer a medida que se obtiene la información durante
la entrevista, o bien, confiando en la memoria, cuando aquélla ha terminado. Sin
embargo, el resumir una entrevista posteriormente da al entrevistador muchas
oportunidades de olvidar, distorsionar u omitir ciertos puntos. Muchas veces se
recomienda que se graben los datos necesarios durante la entrevista, ya que por lo
general esto no molesta al cliente. Con la práctica, el entrevistador aprende un patrón
tranquilo de pregunta y registró que a los clientes les parece perfectamente natural.
Cuando es preciso ver con más detenimiento ciertos detalles de la entrevista (por
ejemplo, el tono de voz, las vacilaciones, los signos no verbales), como puede suceder
cuando se enseña a los alumnos a entrevistar, la audiocinta sirve bien a este propósito.
Ya que los sujetos deben dar su consentimiento para que una entrevista sea grabada, no
es correcto usar micrófonos o cámaras ocultos. Casi no hay necesidad de hacerlo,
porque la presencia de un micrófono intimida a muy pocas personas.
El registro es un problema mucho menor con entrevistas estructuradas e incluso con las
semiestructuradas, en que las respuestas específica se pueden marcar con facilidad en
una hoja preparada. En general, conviene tener un formato de registro que el
entrevistador puede llevar consigo y usar para consignar la información.
La entrevista y el cuidado científico. Los problemas científicos y metodológicos
relacionados con la entrevista se centran en la desventaja que implica depender del
informe del propio cliente como prueba del comportamiento real (Kanfer y Phillips, 1970).
Durante la entrevista, el cliente describe acontecimientos, experiencias y estados
emocionales anteriores; pero esas descripciones no son independientes del
comportamiento del entrevistador, del historial de la persona entrevistada, de los
prejuicios del cliente o de su deseo de parecer socialmente aceptable, ni de lo que tiene
lugar en el transcurso de la entrevista. Se ha demostrado repetidas veces que las
variaciones del comportamiento verbal del entrevistador producen efecto en las
características de la exposición del entrevistado. Por ejemplo, Kanfer, Phillips, Matarazzo
y Saslow (1960) examinaron los efectos de diferentes estilos de expresión del
entrevistador; neutral o interpretativo. En una parte de las entrevistas con estudiantes de
enfermería, el entrevistador conservaba un estilo neutral, sin juicios, abierto y no directivo.
En la otra parte de la entrevista (contrapesada con fines de control), el entrevistador hacia
comentarios interpretativos. Los resultados indicaron una disminución significativa de la
duración medida de la exposición del entrevistador en este último caso. Lo anterior
sugiere que las interpretaciones hechas en el curso de una entrevista reducen la amplitud
44

de las respuestas del entrevistado. El entrevistador trata de obtener tanta información


como sea posible, a fin de que las interpretaciones sean mínimas.
En los estudios de la exactitud de los datos de la entrevista (si un cliente dice que tiene 42
años de edad, ¿los tiene en realidad?), se ha informado que lo que dicen los sujetos
puede diferir sustancialmente de los hechos verdaderos (Maccoby y Maccoby, 1954). Los
sujetos pueden ser inexactos también al describir su comportamiento típico y sus
motivaciones para realizar ciertos actos. Cuando el tema de la entrevista es personal
(como la sexualidad), la exactitud del sujeto se puede poner en duda todavía más. Estas
cuestiones ponen de manifiesto el carácter falible de la entrevista. No obstante, como lo
señala Wiens (1976), esa desventaja no implica que el método de entrevista deba
abandonarse. En realidad, como ocurre con otros procedimientos de medición, la
entrevista tiene ventajas especiales debido a las cuales es un componente importante de
la evaluación. Incluso si el cliente es inexacto, las formas en que tiene lugar esa
inexactitud constituye por si mismas información importante que con frecuencia sugiere
factores cognoscitivos en los trastornos del cliente.
Pruebas estructuradas
Las pruebas estructuradas método de evaluación clínica empleado con frecuencia
además de la entrevista, requieren que los sujetos respondan a preguntas no ambiguas y
cuyo significado es uniforme, y que respondan de manera un tanto restringida. Por
ejemplo, una prueba estructurada por escrito puede pedir a los sujetos que lean una serie
de frases tales como “me gustan las revistas que hablan de mecánica” y contesten cierto
o falso (como, por ejemplo, el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota.) En
otras pruebas estructuradas se puede pedir a los sujetos que lean una serie de
respuestas alternativas y elijan una de ellas, o que lean una afirmación descriptiva, como
“tengo confianza en mi mismo”, y se califiquen en una escala continua (por ejemplo desde
“mucha” hasta “ninguna de absoluto”). Algunas de las pruebas estructuradas más
empleadas que se explican con más detalle en capítulos posteriores son el Inventario
Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI), el Inventario Psicológico de
California (CPI), la escala de Punto de control y el Inventario de Estados y Rasgos de
Ansiedad (STAI). A las pruebas estructuradas escritas se les denomina a menudo
automediciones, ya que los sujetos leen las preguntas y dan ellos mismos las respuestas.
No todas las pruebas estructuradas son por escrito. Muchas de las pruebas de
inteligencia que aplican los psicólogos clínicos, por ejemplo, son estructuradas, pero
exigen respuestas verbales y actuación conductual real más bien que autoinformes por
escrito. Tanto las escalas de inteligencia de Wechsler como las pruebas de stanford-
Binet son ejemplos, porque piden a los sujetos que realicen actos tales como armar un
rompecabezas o resolver problemas de aritmética. Las pruebas estructuradas se
desarrollan considerando en particular la comprensibilidad y la representatividad de los
puntos de la prueba real. La calificación se basa normalmente en la simple suma
aritmética de todas las respuestas en un total. También la interpretación se basa
primordialmente, por lo general, en las puntuaciones totales más bien que en un análisis
subjetivo. Se requiere asimismo una normalización cuidadosa y normas representativas.
Normalización. Para que sean útiles, la mayoría de los instrumentos de evaluación están
diseñados de modo que sean aplicados a los sujetos en una forma usual. Los
procedimientos normativos de prueba ayudan a reducir los efectos de factores extraños
indeseables, como son las diferencias en la forma en que dos examinadores formulan una
pregunta. Esto aumenta las probabilidades de obtener datos precisos y válidos. Todos los
aspectos de la evaluación se pueden normalizar. Las formas de aplicar las pruebas
deben ser uniformes de un sujeto al siguiente. El conceder a un sujeto más tiempo que a
otro para que termine una tarea, por ejemplo, impide una comparación válida de su
desempeño. Las instrucciones que acompañan a la prueba deben ser idénticas, a fin de
asegurarse, hasta donde sea posible, de que los sujetos entienden por igual lo que se
espera de ellos. Con frecuencia, las instrucciones están impresas directamente en el
instrumento de evaluación. Los puntos de la prueba, desde luego, deben ser los mismos.
45

La puntuación y la interpretación de los instrumentos de evaluación se pueden normalizar


también, con malas normas de interpretación. Por último, la actitud del examinador y el
estilo interpersonal deben ser uniformes. El clínico como asesor, al igual que como
investigador, debe cuidar de no influir en los datos. Los examinadores apresurados a
impacientes presionan a los sujetos: los poco amigables los limitan. En cambio, los
asesores pacientes y amistosos, sin dejar de ser formales, obtienen datos más precisos y
menos prejuiciados.
Normas. Una norma es un conjunto de puntuación obtenidas de un grupo de personas
que se han sometido a una prueba. Con frecuencia, las interpretaciones de la actuación
en la prueba se refieren a la norma; es decir, la interpretación de la puntuación de un
sujeto en particular se lleva a cabo comparándola con las puntuaciones del grupo
normativo. Para que esta comparación tenga sentido, el grupo normativo debe ser
representativo de la población de la cual proviene el sujeto. La Asociación
Norteamericana de Psicología (1974) considera esencial que los creadores de Pruebas
publiquen normas obtenidas de una muestra que represente tan exactamente como sea
posible a la población correspondiente. En el área de la evaluación intelectual, por
ejemplo, la puntuación de una persona se compara con las puntuaciones de centenares
de otras personas similares que se sometieron con anterioridad a la prueba. El grupo
normativo se compone muchas veces de varones y mujeres de todas las edades, razas y
antecedentes socioeconómicos y geográficos. Se emplean por tanto expresiones tales
como “promedio”, “superior” e “inferior” para describir la puntuación de la persona con
relación a las normas.
Pruebas no estructuradas
En vez de hacerle al sujeto preguntas que le obliguen a elegir entre un conjunto de
respuestas específicas, el clínico puede darle más libertad presentándole estímulos no
estructurados para que responda. Por ejemplo, en una prueba no estructurada se le
podría presentar al sujeto una imagen y pedirle que elabore una historia acerca de la
misma, como se hace en la Prueba de Apercepción Temática (TAT). (En la figura 8-2
aparece un cuadro del tipo TAT). O bien, el clínico podría mostrarle una mancha de tinta
y pedirle que diga a qué se parece. La prueba de Rorschach es un ejemplo de este tipo
de prueba no estructurada. Las pruebas no estructuradas ponen menos atención que las
estructuradas en los puntos que contiene la prueba y más a la manera en que el sujeto
responde al material ambiguo. Como consecuencia, la puntuación y el análisis exigen
mayor esfuerzo: el clínico tiene que interpretar muchas veces el significado de las
respuestas de los clientes, en vez de compararlas con las normas. Las pruebas no
estructuradas tienen menos probabilidades de ser normalizadas totalmente, aunque los
puntos que contiene la prueba y algunos procedimientos de puntuación puede adoptar
cierto carácter de normalización. En realidad, las pruebas no estructuradas tienen alguna
estructura (se dan instrucciones), pero dan más flexibilidad en las respuestas del sujeto al
no indicar respuestas ya hechas.
Evaluaciones conductuales
En los enfoques conductuales de la evaluación se trata de obtener muestras directas del
comportamiento que se investiga. En vez de recurrir a las pruebas para tener una idea de
los rasgos de personalidad o la psicodinámica, los métodos conductuales tienen como
finalidad describir los patrones de comportamiento de la persona en la vida real, así como
los efectos del medio en esos patrones. Por ejemplo, si una persona tiene miedo a las
alturas, una medición conductual podría ser el número de pisos que puede subir por una
escalera de incendios. Este método no explica los procesos mentales o emocionales de la
persona, pero ofrece información conductual específica acercad del temor a las alturas,
que se puede relacionar con el tratamiento y con la evaluación del tratamiento. Por
ejemplo, será importante saber si la persona es capaz en realidad de subir a lugares altos
después de haber terminado el tratamiento de acrofobia. Considérese un cliente que
confiesa su incapacidad para imponerse en las discusiones interpersonales. El clínico
podría seleccionar a tres o cuatro colegas y, junto con el cliente, formar un pequeño
46

grupo. Las verdaderas interacciones del cliente pueden ser observadas y evaluadas, en
cuanto a su grado de seguridad en esa situación de grupo. ¿Expresa el cliente sus
opiniones y sentimientos? ¿Tiembla o se sonroja? Esas preguntas se pueden contestar
en la evaluación conductual. Una característica determinante de muchas evaluaciones
conductuales es la observación del comportamiento en el medio natural en el cual ocurre
(“observación naturalista”). Típicamente, se fija un número limitado de comportamientos
significativos para evaluarlos. Esos comportamientos se definen luego esclarecidamente,
se enseña a un observador a registrar la incidencia de los mismos y, por último, el
observador se incorpora al ambiente real observa el comportamiento de interés. Si bien la
evaluación proporciona al clínico una muestra del comportamiento real, no todos los
problemas de los clientes se evalúan con facilidad en forma tan directa (por ejemplo los
sentimientos de insuficiencia o las creencias irracionales).

LA EVALUACIÓN EN PSICOLOGIA CLÍNICA

 La evaluación fue una de las primeras funciones que identificaron a la Psicología


Clínica.

 Evaluación implica el proceso de recopilar la información que será empleada como la


base para la toma de decisiones por parte del evaluador o por aquellas personas a las
que se le comunican los resultados.

PROCESO DE EVALUACIÓN

I. Planeación de los procedimientos

II. Recopilación de los datos

III. Procesamiento de los datos y formulación de hipótesis

IV. Comunicación de los resultados

METAS DE LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

 Clasificación: de tipo psiquiátrico

 Descripción: Eliminar la nomenclatura psiquiátrica. Permite ver ambos lados.

 Predicción: Analizar la conducta futura.

PLANEACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS

 Debe responder a dos preguntas:


¿Qué es lo que se desea conocer?
¿Cómo se pueden adquirir esos conocimientos?

 El punto de vista que se tenga del mundo determina cuáles son las variables humanas
importantes.

 En un primer momento la evaluación clínica enfatiza la importancia de las variables y


dimensiones que operan dentro o inmediatamente alrededor del individuo que se
evalúa, según el modelo que sigue.
47

 Hoy en día la evaluación clínica busca conocer a las personas, centrándose


directamente en ellas, utilizando diferentes recursos.

 Esa diversidad de recursos constituye una gran parte del reto de la evaluación clínica:
nunca podemos conocer todo.
“La Amplitud y Fidelidad (f) con las Metas”

 Las estrategias del clínico también se ven influidas por sus preferencias personales y
experiencias específicas de entrenamiento.

ES IMPORTANTE TENER EN CUENTA QUE ...............

 El clínico debe efectuar algunas elecciones y encontrar algunas soluciones acerca de


(1) cuanta atención se debe dedicar a cada nivel de evaluación, (2) el tipo de
preguntas que se deben hacer para cada nivel, (3) qué técnicas de evaluación deberá
emplear.
El modelo teórico adoptado desempeña una función determinante en estas
selecciones.

 La Validez y Confiabilidad de las estrategias facilita la tarea de planeación del


Psicólogo clínico.

 La planeación genera un esquema conceptual que se traduce en una guía para el


estudio de caso.

RECOPILACIÓN DE LOS DATOS

 Responde a la pregunta ¿De qué forma lograremos obtener esa información?

 Se utilizan diferentes fuentes para obtener los datos.

PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN

 Las preguntas que la orientan están en relación con los tipos de inferencias que se
harán, la manera como la formulan los clínicos, la precisión que tienen y como se
puede minimizar el error.

 Es útil para clasificar, describir y predecir la conducta humana.


 Implica determinar y descifrar el significado de los datos de las diferentes fuentes.

 Nos lleva a combinar el criterio Clínico y el Psicométrico.

 Implica cierto grado de Inferencia: de los datos conocidos y de aquellos que supone
con base en esos datos.

 La Inferencia está en relación al modelo que sigue el clínico, y el nivel de abstracción


puede variar (alto, bajo).
48

 La mayoría de clínicos concibe la información proveniente de la evaluación en tres


formas: como muestras, correlatos o signos.

 El procesamiento de los datos de evaluación se puede basar en procedimientos


Formales, objetivos o estadísticos; o en medios informales y subjetivos.

 La aproximación informal implica la percepción de los datos como Signos, la


aproximación formal la concibe como correlatos.
El enfoque informal es herencia de Freud; el formal de Galton, Binet, Cattel.

............. Resumiendo lo anterior, lo podemos visualizar en el cuadro siguiente:

Si se Nivel de Teoría Fuente de Procedimientos típicos


Consideran inferencia subyacente los datos para el procesamiento de
los datos como los datos
Señal Alto Psicodinámica Entrevistas, Informal: basados en
Fenomenológica pruebas, juicios subjetivos de los
Observaciones, datos de evaluación.
Documentos
Históricos
Muestra Bajo Aprendizaje Entrevistas, Formal e Informal
basados

Social pruebas, en juicios subjetivos y


Observaciones, análisis funcional de la
Documentos conducta del evaluado.
Históricos
Correlato Bajo a Variable Entrevistas, Formal; basados en el
Moderado pruebas, análisis estadístico de
Observaciones, los datos de
Evaluación Documentos

Históricos

 El Psicólogo Clínico al poseer un talento intuitivo que, conjugado con su manera


peculiar de pensar acerca de la gente, su experiencia pasada y sus teorías
orientadoras, le facilita tener una superioridad en la formulación de inferencias de un
nivel alto a partir de los datos de evaluación.

 Una forma de mejorar las inferencias es remitirse a la etapa de recolección de datos:


ésta se puede realizar de manera formal o mecánica e informal o subjetiva.

 En una determinada secuencia de evaluación existen muchas posibles combinaciones


de procedimientos formales e informales. El siguiente cuadro resume tal
planteamiento:

COMUNICACIÓN DE LOS DATOS DE EVALUACIÓN

 Presentación organizada a través del informe psicológico


49

 Debe ser claro, pertinente con el objetivo de la evaluación, y útil para quien se le
dirige.

 Extensión o brevedad excesiva, información técnica y falta de organización coherente.

“La idea acerca de que los clínicos tienen o pueden desarrollar algunos tipos
especiales de antenas con las que pueden detectar estímulos interpersonales
subliminales o leer a partir de éstos la condición intrapsiquica de la otra persona es
un mito que debería ser destruido (Peterson, 1968)

EVALUACIÓN SEGÚN LOS DIFERENTES MODELOS EN PSICOLOGIA

LA EVALUACIÓN CLÍNICA EN EL MODELO DINÁMICO

 Desde esta perspectiva es una tarea de cierta dificultad: por su diversidad a la hora de
formular hipótesis y procedimientos para cada objeto de estudio, ello hace
relativamente imposible considerarlas como un marco de referencia teórico
suficientemente definido.

FASES (Estudio de caso individual)

1. Fase Previa

 Actuación a priori de la evaluación, no es una fase propiamente dicha; incluye


formación y entrenamiento profesional, marco teórico, personalidad del psicólogo.

2. Fase Inicial o de Contacto

 Evalúa la primera relación que se establece con el examinado, se caracteriza:

a) Primeras manifestaciones observadas

b) Establecimiento del Rapport

 Se indaga el motivo de consulta: explicitación de las demandas utilizando técnicas


directivas y no directivas.

 Aparecen las hipótesis diagnósticas iniciales.

3. Fase Exploratoria o de Movilización

 Mediada por técnicas de evaluación específicas, con la inclusión o no de otras


personas en el proceso evaluativo.

 Utiliza: entrevistas exploratorias; administración de pruebas; observaciones grupales;


revisión de exploraciones complementarias de otros especialistas; entrevista con la
familia.
50

 La duración de esta fase depende de las características del sujeto a evaluar. No es


aconsejable invertir más de 4 ó 5 entrevistas en la exploración.

4. Fase de Sistematización

 Se realiza en ausencia del sujeto, a posteriori de la exploración. Comprende:

a) Ordenación, valoración e interpretación de los datos y material recogido.

b) Sistematización de los datos según el modelo para formular hipótesis.

c) Discusión clínica de las hipótesis de mayor rango explicativo: Jerarquización.


Elaboración de matriz decisional para el análisis.

d) Supervisión clínica del caso por un juez independiente: control del sesgo.

e) Formulación del juicio diagnóstico clínico, pronóstico e indicaciones. Este juicio debe
ser: descriptivo, indicar factores etiológicos, condiciones físicas y biológicas,
funcionamiento adaptativo e influencias situacionales; todo en relación con la
personalidad del examinado.

La predicción debe limitarse a los aspectos posibles de seguimiento y contrastación.

5. Fase Devolutiva o de Informe

 A través del Informe psicológico se totaliza el proceso de evaluación clínica con la


emisión de conclusiones e hipótesis previamente formuladas, contrastándolas con el
propio sujeto y en su caso con otros profesionales.

 Informe psicológico debe ser entendido como una etapa en la que clínico y evaluado
perfilan las líneas directrices de la intervención posterior. Comprende la preparación
de la devolución o informe; formulación del informe escrito; entrevista específica de
devolución; encuadre terapéutico.

6. Fase de Control y Seguimiento

 Recoge los procedimientos de verificación y control de las hipótesis formuladas


aprovechando el feedback con el sujeto; entrevistas específicas de control; realización
de una nueva evaluación.

LA EVALUACIÓN CLÍNICA EN EL MODELO CONDUCTUAL

 Existen muchos planteamiento al respecto, una de las más aceptadas es la propuesta


de Fernández Ballesteros y Carrobles, quienes plantean:

Fase I. Formulación y Evaluación del Problema

a) Formulación inicial de las conductas problema y variables asociadas.


b) Programación de técnicas a utilizar para la definición operativa de conducta problema
y variables asociadas.
c) Definición operativa de conductas problema y variables asociadas con ella.
51

Fase II. Formulación de Hipótesis

a) Ordenación y estructuración de conductas problema ya operativizadas.


b) Explicación de conducta problema mediante la formulación de hipótesis contrastables.
c) Derivación de predicciones verificables a partir de las hipótesis.

Fase III. Selección de Conductas Clave y variables relevantes

a) Toma de decisión acerca de las principales conductas que es preciso modificar


b) Establecimiento del orden en que habrán de ser modificadas
c) Decisión acerca de las variables relevantes que habrán de ser manipuladas para
modificar las conductas clave.

Fase IV. Tratamiento: Recogida de datos pertinentes a las hipótesis

a) Formular metas a alcanzar en el tratamiento


b) Elección y ordenación de las técnicas de tratamiento a utilizar. Establecimiento del
programa de tratamiento.
c) Evaluación y control de las posibles variables contaminadoras del tratamiento.
d) Elección del diseño apropiado para obtener datos no contaminados.
e) Preparación del sujeto.
f) Aplicación gradual del programa de tratamiento.
g) Evaluación continua del progreso del tratamiento.
h) Finalización del tratamiento.

Fase V. Valoración de los resultados

a) Evaluación final del proceso de tratamiento.


b) Nueva evaluación estructurada de las conductas clave.
c) Análisis de los datos.
d) Comprobación de si se cumplen las predicciones deducidas y si se avalan las
hipótesis formuladas.
e) Finalización de la terapia o reconsideración del proceso.

Fase VI. Seguimiento


a) Toma de contacto con el cliente.
b) Nueva evaluación de las conductas clave.
c) Nuevo análisis de los datos, comparándolos con los obtenidos al final del tratamiento.
d) Comprobación de la estabilidad y mantenimiento de los resultados.
e) Posibles nuevos seguimientos.

 Este tipo de evaluación es parte de un proceso más general: la intervención o


tratamiento, siendo la manera de abordarla un puro esquema metodológico que
intenta tener en cuenta tanto las reglas del método experimental como los principios
de la Terapia y Modificación de Conducta en función de la cuál se realiza.

LA EVALUACIÓN CLÍNICA EN EL MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL


52

 Es parte de un proceso más general: la intervención o tratamiento. En base a ello, es


importante distinguir entre evaluación inicial y evaluación clínica continua en la
terapia.

 En la evaluación inicial, el objetivo es obtener información específica sobre los


problemas del cliente, sus antecedentes y los objetivos de la terapia a fin de formarse
una conceptualización inicial, determinar si la terapia cognitiva es el enfoque
apropiado de tratamiento y, formular un plan de tratamiento inicial. Esto requiere
obtener información considerable en una cantidad de tiempo limitada y se hace con
mayor facilidad a través de una entrevista semi-estructurada, complementada por
datos de cuestionarios.

 En este primer contacto pueden ser cubiertos los siguientes tópicos:

a) Problema actual
b) Situación actual de su vida
c) Historia de desarrollo
d) Experiencias traumáticas
e) Historia psiquiátrica
f) Estado Mental
g) Objetivos del examinado para la terapia.
h) Preguntas y preocupaciones del examinado.

 La evaluación durante la terapia está determinada por el problema específico al que


se está orientando la terapia en ese momento con el objetivo de obtener información
detallada, específica, antes que una visión amplia y general.

 Muchos estudiosos de este enfoque concluyen que el esquema que debe guiar la
evaluación cognitivo conductual es el siguiente:

a) Datos de Filiación
b) Observación del paciente durante la entrevista: Apariencia, conducta verbal y no
verbal.
c) Motivo de consulta: determinación de síntomas principales y secundarios, desarrollo
cronológico de los síntomas, tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos recibidos
anteriormente, opinión del paciente sobre su problema actual.
d) Historia Personal: desarrollo inicial, desarrollo psicomotor, conductas inadecuadas de
la infancia, actitudes de la familia frente al niño, educación, historia del trabajo,
información sobre el sexo, historia sexual, educación y actitudes religiosas, relaciones
interpersonales desde la infancia hasta la actualidad, amistades y relaciones con el
sexo opuesto, historia marital, datos de cónyuges, hijos, enfermedades y accidentes.
e) Historia Familiar: Padres, hermanos, antecedentes psiquiátricos de la familia, otras
personas integradas al grupo familiar
f) Evaluaciones realizadas: cuestionarios, escalas, etc.
g) Análisis Funcional de Conductas:

1. Listado de conductas problema


2. Definición operacional:
- Componentes fisiológicos, cognitivos y conductuales.
- Variables de medición de la conducta
- Variables organísmicas.
53

- Estímulos antecedentes y consecuentes


3. Registro de Línea Base.

h) Programa de tratamiento:

1. Identificación de la meta: adquisición, mantenimiento y eliminación de conductas.


2. Establecimiento de reforzadores
3. Programa de reforzadores
4. Designación de mediadores terapéuticos
5. Selección de las técnicas de tratamiento
6. Modalidad del tratamiento
7. Evaluación del tratamiento
8. Seguimiento.

LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: TÉCNICAS E INSTRUMENTOS

 El evaluador obtiene información de diferentes fuentes de información clínica.

 El Clínico debe poseer experiencia y habilidad suficiente para integrar sus datos de
manera tal que el resultado sea una visión completa y comprehensiva del sujeto
estudiado, y no un reporte abstracto compuesto por puntajes de test interpretados
estereotipadamente.

 La necesidad de llevar a cabo observaciones sistemáticas y de tomar medidas sobre


las cuáles se puedan tomar decisiones acerca de qué hacer, cómo hacerlo, en qué
momento y con cuáles consecuencias, ha llevado a diversificar las fuentes a las
cuáles acude el Psicólogo Clínico.

 Dos son los parámetros fundamentales manejados a la hora de encajar,


jerárquicamente, las técnicas de evaluación: el costo que supone un determinado
procedimiento de medida y su nivel de especificidad y rigor.

 En base a ello tenemos:

1° Nivel - Técnicas de Amplio Espectro – Bajo Costo


Entrevista, Autobiografía, Listados de Conductas, Escalas de Apreciación, Observación
asistemática, Datos de archivo, rastros, etc.

2° Nivel – Técnicas Generales – Costo Medio


Autorregistros, Observación sistemática, Pruebas estandarizadas de ejecución.

2° Nivel – Técnicas Específicas – Costo Medio


Cuestionarios o Escalas de autoevaluación, Escalas de apreciación de otros.

3° Nivel – Códigos de Observación Sistemática – Costo Alto


Expertos / in vivo / análogos, Allegados / in vivo /.

3° Nivel – Técnicas Objetivas – Costo Alto


54

Registros fisiológicos.
LA ENTREVISTA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

 Es una técnica: Es una conversación que tiene un propósito o meta; hace énfasis en el
aquí y ahora.

 Son flexibles, de bajo costo, fáciles de manejar y pueden dar muestras simultáneas de
la conducta verbal y no verbal: allí radica su utilidad.

Etapas de la Entrevista

1° Principio de la entrevista

 Crear un ambiente confortable y cálido (Rapport) y una relación que anime al


examinado a hablar libre y honestamente de cualquier tópico que sea relevante para
la entrevista.

 Los clínicos hábiles logran establecer el rapport para las siguientes etapas y los
subsiguientes contactos.

2° Parte Media o Central de la Entrevista (Toma de información)

 La transición a ella debe ser lo más suave y fácil que sea posible. El conseguir dicho
objetivo y él como se maneje esta segunda etapa va a estar en función de
determinadas tácticas:

a) Técnicas No Directivas (preguntas abiertas, escucha activa, parafrasear).


b) Técnicas Directivas (preguntas planificadas).
c) Combinación de ambas (escudriñamiento y enfoque repetido).

3° Cierre de la Entrevista

 Resumen de la información, preguntas del examinado, planes para posteriores


entrevistas.

Calidad de la entrevista

 Establecimiento del rapport; claridad de la comunicación; evitar la jerga o tecnicismos;


usar preguntas directas y concisas; pedir retroalimentación; la conducta verbal debe
comunicar interés, paciencia, preocupación y aceptación, congruencia con la conducta
no verbal.

Confiabilidad y Validez de los datos de la Entrevista

 Puede depender del clínico, examinado y las circunstancias en las que se lleva a cabo
la misma. Aún se desconoce la manera exacta como estos factores afectan la validez
y confiabilidad, de tal forma que solo se puede proporcionar una idea general acerca
del valor de la entrevista como fuente de datos.
55

LA OBSERVACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

 Forma parte de todos los métodos de obtención de datos; proporciona información


general, precisa la coherencia entre datos verbales y no verbales.

 Aún en la aplicación de pruebas y en la entrevista, el clínico recopila datos


observacionales del examinado.

 Es el aspecto más fundamental de la evaluación interpersonal, tanto para el clínico


como para el no clínico; amplía y elabora el panorama total de la evaluación y
conduce a una comprensión más completa del evaluado.

 La importancia de la observación radica en que la investigación científica utiliza la


observación como un instrumento para el logro empírico de sus objetivos.

 La observación se convierte en técnica científica en la medida en que:

a) Sirve a un objetivo ya formulado de investigación.

b) Es planificada sistemáticamente.

c) Es controlada y relacionada con proposiciones más generales en vez de ser


presentada como una serie de curiosidades interesantes.

d) Está sujeta a comprobaciones de validez y confiabilidad.

Ventajas

 Hace posible obtener la información tal como ocurre.


 Brinda información considerada “no importante” por el observado.
 Es muy útil cuando los observados no pueden brindar información verbal.

Limitaciones
 Ocurrencia espontánea de sucesos: no permite la precisión necesaria.

 Duración de los sucesos o acontecimientos que dificultan o imposibilitan la presencia


de observadores a causa de su naturaleza.

 Dificultad para cuantificar los datos observacionales.

Validez

 Se reduce a un problema de predicción: los datos concuerdan con criterios externos


relacionados.

 Comprobación por medio de la deducción teórica.

Confiabilidad
56

 Las observaciones son estables siempre que se den las mismas condiciones de
producción de los fenómenos.

 Constancia de todos los determinantes que de una u otra manera pueden influir en la
conducta: Grado de control de otros factores.
57
58
59
60
61
62
63
64
65
66

MODELOS EN PSICOLOGIA CLINICA

1.1. Conceptos y Modelos Básicos: Rocío Fernández Ballesteros


1.2. Modelos en Psicología clínica : Douglas Bernstein

LOS MODELOS DE LA PSICOLOGIA CLINICA

 Hoy en día se ha reconocido el valor de presentar varios puntos de vista para


profundizar el análisis de la conducta humana.

 Los Modelos nos describen la conducta humana en general y la Psicología Clínica en


particular.

 Cada modelo describe como se desarrolla la conducta y se vuelve problemática y han


ejercido una clara influencia sobre los estilos de evaluación, tratamiento e
investigación.

IMPORTANCIA DE LOS MODELOS

 Aún cuando esté desacreditado, ayuda al clínico a organizar sus ideas y acciones y
comunicarlas en un lenguaje común.

 Un modelo nos permite decidir que aspectos son relevantes o no, hacia donde
orientarnos.

 Un modelo puede ayudarnos en la toma de decisiones acerca de un fenómeno.

 En términos científicos los mejores modelos clínicos son aquellos cuyas implicancias
e hipótesis pueden ser investigadas rigurosamente en una amplia variedad de
situaciones.

 Un buen modelo debe incluir una explicación completa, eficiente y verificable del
desarrollo, mantenimiento y modificación tanto de los aspectos problemáticos y no
problemáticos de la conducta humana.

 Zubin (1969): ”Solamente los modelos que no se pueden probar nunca perecen. Ni
siquiera se desvanecen, desafortunadamente”.

PERO DEBEMOS TENER EN CUENTA..........


67

 El valor de un modelo no es ILIMITADO: sus características o ventajas principales


pueden convertirse en sus desventajas fundamentales.

 La elección de un modelo puede desarrollar un enfoque rígido de la Psicología


Clínica.

 Puede reducir el funcionamiento clínico a un nivel automático en el cuál la evaluación


objetiva y la modificación subsecuente de la práctica profesional se tornan cada vez
menos probables.

 Un modelo desarrolla un lenguaje propio.

QUE HACER PARA EVITAR EL SESGO ?.......

 Comprender que ninguno de los modelos es una entidad completa; y que no es dueña
absoluta de la verdad.

 Evitar el compromiso apasionado que fomenta la rigidez conceptual, la inflexibilidad


conductual y la miopía semántica.

 La conducta no tiene que aparecer en una forma determinada para que sea tratada
por un modelo particular.

 Cualquier conducta se puede analizar con cualquier modelo.

EL MODELO PSICODINAMICO

 Las raíces se encuentran en las obras Freud e incluye las ideas de sus seguidores.

PREMISAS PRINCIPALES

1) La conducta Humana y su desarrollo se determina por fenómenos intrapsiquicos.

2) Los factores intrapsiquicos proporcionan las causas subyacentes de las conductas


que se manifiestan abiertamente, sean estas problemáticas o no.

3) Los orígenes de la conducta y sus problemas se establecen en la infancia a través de


la satisfacción o frustración de las necesidades e impulsos básicos.

4) La evaluación clínica, el tratamiento y las actividades de investigación deberían


dirigirse a la búsqueda y funciones de los aspectos sutiles de la actividad intrapsiquica
la cual, a pesar de que a menudo se oculta de la observación directa, debe ser tratada
si hemos de comprender la conducta y aliviar los problemas conductuales.

Psicoanálisis Freudiano

 Se basa en un número reducido de principios fundamentales:


68

a) “Determinismo Psíquico”: Creencia de que la conducta no ocurre al azar sino de


acuerdo con causas identificables que en algunas ocasiones son manifiestas y en
otras se ocultan hasta al mismo individuo que se comporta de una determinada
manera.
b) Los patrones de conducta Humana se derivan de una lucha continua entre el deseo
del individuo para satisfacer sus instintos innatos sexuales y agresivos y la necesidad
de considerar las exigencias, normas y realidades del mundo externo: es una lucha
entre lo que la persona desea hacer (instinto) con los dictámenes limitantes de lo que
puede o debe hacer (la razón y moralidad) y donde se tienen que lograr
determinadas soluciones dolorosas.

Estructura de la Personalidad

A. Concepción Topográfica:
a) Sistema Consciente

b) Sistema Preconsciente

c) Sistema Inconsciente

B. Concepción Estructural:
 El Id: instintos primitivos inconscientes; motiva la conducta. Busca la gratificación de
los deseos: pasiones. “Principio del Placer”.
 El Ego: Parcialmente consciente e inconsciente. Se adapta a las exigencias externas:
Razón y Reflexión. “Principio de la Realidad”
 Superego: Lllamado “conciencia”. Enseñanzas familiares y culturales de la ética,
moral y valores. Represora.

Etapas del Desarrollo


1. Desarrollo de los instintos

a) Oral: Fumar, sobrealimentarse, hablar en exceso, etc.

b) Anal: Tacaños, obstinados, muy ordenados, detallista, etc.

c) Fálica: “Complejo de Edipo – Electra”. Homosexualidad, exhibicionismo, fetichismo.

d) Latente: Establecimiento de una relación heterosexual estable y a largo plazo.

2. Desarrollo de Procesos Cognitivos:

a) Primario

b) Secundario

Unidad de Análisis

 Análisis de la estructura intrapsíquica del sujeto, enfatizando el pasado.

 El análisis psicológico se basa en las elaboraciones mentales.


69

 Dar importancia al contenido latente, no al explícito.

Aspecto Metodológico

 Usa el método Inductivo; es Ideográfica.

 Las técnicas que utiliza son la hipnosis, la libre asociación, el análisis de los sueños,
el análisis de “lapsus linguae”, el análisis de los olvidos, el análisis de la transferencia,
técnicas proyectivas.

 El objetivo principal de la evaluación se centra en explicar la etiología del


comportamiento humano describiendo las estructuras psiquícas.

Psicoterapia dinámica breve: Aproximación conceptual y clínica

Antonio Sánchez-Barranco Ruiz1 y Pablo Sánchez-Barranco Vallejo1

Departamento de Psicología Experimental Universidad de Sevilla 


1
 Psiquiatra y psicólogo

RESUMEN

El objetivo central de este artículo es tratar de esclarecer y discutir, desde un


posicionamiento teórico y clínico, las principales características definitorias, las
indicaciones y contraindicaciones y los matices técnicos básicos de los
diferentes tipos de la psicoterapia dinámica breve, una práctica enraizada en el
psicoanálisis que viene mostrando una adecuada eficacia, efectividad y
eficiencia en algunos trastornos psíquicos.

Palabras clave: Psicoterapia Dinámica Breve, Sifneos, Malan, Davanloo.

SUMMARY

The aim of this paper is to try to clarify and discuss, from a theorical and
clinical point of view, the main definitory features, indications and
contraindications as well as basic technical details of the different types of
short term psychodynamic psychotherapy. This form of therapy has its own
70

roots in psychoanalysis having showed an adequate efficacy, effectiveness and


efficiency in certain mental disorders.

Key words: Short-Term Dynamic Psychotherapy, Sifneos, Malan, Davanloo.

Introducción

La atención a la salud mental exige en su nivel especializado, tanto en sus


compromisos públicos como privados, del manejo de técnicas psicoterapéuticas
que posean un amplio campo de acción y que puedan acoger al mayor número
posible de demandantes, siempre que cuenten con una probada validez y
fiabilidad y se atengan al marco deontológico profesional. En tal sentido, y en
lo que se refiere a la perspectiva dinámica, es evidente que el abordaje
psicoanalítico estricto sólo está indicado en algunos casos muy concretos, pero
las ideas acerca del desarrollo y del funcionamiento psíquicos, las hipótesis de
trabajo y la metodología propias del psicoanálisis pueden emplearse, con
ciertas modificaciones, para prestar ayuda a sujetos con alteraciones de
conducta, síntomas neuróticos o psicóticos y variadas dificultades de
adaptación (1). Esto ha abocado a que, en los últimos treinta años y algo más
recientemente en nuestro país, se vengan imponiendo las técnicas
psicoterapéuticas dinámicas breves e intensivas, ya que poseen las
características adecuadas para satisfacer las necesidades clínicas de algunos
de nuestros pacientes. Tales abordajes pueden competir con la terapia
conductual-cognitiva y con la terapia sistémica, por citar las intervenciones
más usuales en la actualidad, lo cual es impensable con el uso de la técnica
analítica convencional (2, 3, 4, 5, 6). Es bien cierto, sin embargo, que no
estamos ante ninguna panacea, pues sólo un grupo concreto de demandantes
de salud mental pueden beneficiarse de estas intervenciones: estimamos que
entre 20-30% de los pacientes de los circuitos públicos satisfacen los criterios
de selección de las terapias dinámicas breves, cifra que se eleva al 50-60% en
los que acceden a las consultas privadas.

La psicoterapia dinámica breve no es, en todo caso, una especie de


psicoanálisis de saldo, único producto psicoanalítico al que tienen acceso los
usuarios de los servicios públicos de salud, dadas sus habituales características
socioeconómicas, o los que acceden al circuito privado con pocos medios
crematísticos, reservándose el genuino psicoanálisis a la clientela culta y
"pudiente". Tal posicionamiento no tiene ninguna fundamentación racional ni
de otra naturaleza, ya que la psicoterapia dinámica breve, en cualquiera de sus
variantes, supone una práctica genuina que se viene imponiendo en todos los
sectores asistenciales, reservándose el análisis clásico para casos muy
contados y con indicaciones muy precisas (4).

 
71

Delimitación conceptual de la psicoterapia dinámica breve

Es preciso diferenciar antes que nada las psicoterapias dinámicas de las


terapias de apoyo de orientación psicoanalítica. En tal sentido, destacaremos
en primer lugar que éstas tienen su máxima indicación en sujetos
psíquicamente muy afectados, que se han descompensado en forma brusca y
reciente, así como en familias que han entrado en una crisis de cercana
aparición. En cualquiera de los casos, cuando las crisis se prolongan en el
tiempo o se dejan evolucionar espontáneamente, los sujetos implicados
desarrollan frecuentemente severos trastornos mentales, que se acompañan
de graves tensiones en el grupo familiar. De aquí la necesidad de una
intervención de apoyo pronta e intensiva, con el fin de tratar de aliviar de
inmediato la situación psicopatológica activada, mostrando con claridad a los
participantes las posibles vías de solución existentes. Son en todo caso son
recomendables las siguientes estrategias terapéuticas (7):

1. Ayuda inmediata al sujeto o a la familia en el momento en que la


descompensación o la crisis han hecho su aparición, cualquiera que sea la hora
del día o de la noche de la demanda, con sesiones de corta duración (unos 30
minutos, aunque en ocasiones pueden prolongarse bastante más, en función
de lo que exijan las circunstancias). La primera sesión debe transcurrir en el
hogar del paciente, persiguiéndose, antes que nada, la reducción de sus
sentimientos de soledad, desvalimiento y desesperanza.

2. Definición del trastorno o del conflicto objeto de la consulta como una crisis,
debiéndose incluir en tal delimitación, siempre que sea posible, a todos los
miembros del grupo familiar, para evitar que la responsabilidad se sitúe en un
único sujeto, defensa que habitualmente se pone en marcha para desviar
responsabilidades y culpas.

3. Centrarse en eventos del presente y en los hechos cercanos a la


descompensación de la crisis: la toma de la historia clínica, por ejemplo, debe
dirigirse a evidenciar los factores inmediatos que han precipitado la
descompensación, buscando una formulación dinámica muy superficial, aunque
se tengan datos que permitan ir mucho más hondo, pues si se cae en una
precipitación ingenua poniendo ante las personas en crisis factores complejos o
inconscientes, sólo se logrará el rápido levantamiento de resistencias de muy
difícil resolución posterior.

4. Utilización de medios psicofarmacológicos (por parte del equipo médico),


con el fin de controlar lo más inmediata y eficazmente posible la ira, la
angustia, la tensión o el pánico que aquejan el o los participantes.

5. Búsqueda de la catarsis en todos los miembros del grupo familiar,


responsabilizando (sin acrecentar la angustia o la culpa) a cada uno de ellos en
alguna una tarea que contribuya al encuentro de alguna salida positiva a la
crisis.
72

En lo que se refiere a la psicoterapia dinámica breve, hay que resaltar en


primer lugar que no se trata de una mera variante de la llamada psicoterapia
psicoanalítica, enfoque que inició la escuela de Chicago (8) y que se sigue
practicando por parte de algunos terapeutas. Aquí, al margen del problema
psicopatológico del sujeto, éste es visto una o dos veces por semana, cara a
cara, alentando la libre asociación y ofreciendo interpretaciones dinámicas
ocasionales, generalmente centradas en los fenómenos transferenciales más
superficiales y más cercanos al yo. En todo caso, se procura ligar las
dificultades presentes con los hechos del pasado, especialmente con los de
naturaleza inconsciente que se hayan revelado de alguna forma en el curso del
proceso terapéutico como significativo. La terapia se extiende durante un año o
año y medio, promoviéndose el aumento del autoconocimiento a través de
los insights, así como de las imprescindibles experiencias emocionales
correctoras (6).

En cuanto a la psicoterapia dinámica breve propiamente dicha, en cualquiera


de sus versiones, supone una práctica gertuina que nació de la intervención en
crisis y del propio psicoanálisis. Respecto a éste, sus apoyos básicos proceden
de las aportaciones de Ferenczi, Rank, Reich, Alexander, French, Rosen y los
psicólogos del ego (especialmente Pope, Sarvis, Dewees y Johnson). En cuanto
a la influencia de la intervención en crisis, hay que mencionar a Lindemann,
Tyhurst, Caplan, Quevedo, Bard y Shneidman.

La psicoterapia dinámica breve tampoco es una sofisticada terapia de sostén,


sino una forma de proceder específica, en la que se va más allá de los meros
reaseguramientos, consejos, simpatía y confrontación con la realidad, como
acontece en la mayoría de las terapias de apoyo, suponiendo un trabajo
ordenado, sistemático y original, aunque ciertamente sean necesarios los
requisitos generales de todo encuentro humano que persiga ayudar
psicológicamente, como son la empatía, el respeto y la posibilidad de
comunicarse sin emplear ningún juicio desvalorizante de quien solicita nuestra
orientación. Pero lo que da un perfil particular y definido a la psicoterapia
dinámica breve es el cambio metapsicológico estable del conflicto inconsciente,
lo cual habitualmente suele alcanzarse, no pudiendo ser explicado a partir de
los ingredientes inespecíficos propios de las terapias de apoyo, sino en función
de un marco teórico de naturaleza psicoanalítica y sobre la base de una técnica
original claramente definida (9). En efecto, la psicoterapia dinámica breve es
una técnica que se muestra muy eficaz para desbloquear el inconsciente,
rompiendo las duras. resistencias al cambio que muestran muchos neuróticos.

Una psicoterapia auténticamente científica, como pretende ser la psicoterapia


dinámica, debe partir del conocimiento de los factores que originan la conducta
inadaptada y poseer algún grado de certeza sobre los medios terapéuticos que
han de usarse para modificarla (7). Es decir, ha de caracterizarse por una clara
conceptualización de su campo de trabajo, de sus soportes técnicos y de sus
objetivos, así como de sus limitaciones. Por ello, nos parece bastante válida la
definición que da Barten (10) sobre esta intervención psicoterapéutica: una
técnica activa, focalizada, con una meta prevista, circunscrita, cálidamente
73

mantenida, de acción orientadora y concerniente a las adaptaciones presentes.


Nemiah (11), por su parte, le da las siguientes notas: a) acomodación de los
conceptos y procedimientos psicoanalíticos a una técnica terapéutica que nos
aporta cambios psicológicos significativos en un tiempo menor que el requerido
con los métodos clásicos; b) definición de los procedimientos de tratamiento de
tal manera que permita enseñarlos rápidamente a otros, además de fijar una
serie de firmes criterios de selección de pacientes; y, e) establecimiento de un
estudio sobre los abordajes terapéuticos, para verificar científicamente la
efectividad de esta psicoterapia.

Un elemento nuclear de la psicoterapia dinámica es, en todo caso, su


brevedad, en el sentido de la extensión total del proceso de la cura, que
generalmente dura entre 20 y 25 sesiones, todas ellas individuales, no
incluyéndose en tal criterio el acortamiento del tiempo de la sesión (por
ejemplo, la sesión de veinte minutos de Tedesco o la de diez a doce minutos
de Straker), pues entonces sólo se persigue una mayor o menor relegación de
los síntomas, esto es, apoyo o sostén, y no cambios psicodinámicos profundos
y estables. La mencionada abreviación del proceso de la cura se logra gracias a
la concentración del trabajo analítico en determinados focos conflictivos con el
uso de elementos técnicos concretos. El foco dinámico o conflictivo quedó bien
precisado por Balint, Omstein y Balint (12), que lo delimitaron como el área
particular del problema del paciente que mejor expresa sus dificultades, sus
síntomas y su debilidad caracterial (por ejemplo, el estilo de organización de
sus defensas) sobre la base de lo cual aparecen habitualmente sus desajustes.

Tras todo lo dicho, estamos en condiciones de caracterizar con mayor precisión


los rasgos generales de todo tipo de psicoterapia dinámica breve. Cuatro
ingredientes generales identifican estas técnicas: marcada actividad del
terapeuta, presencia de elementos técnicos originales, actitud de esperanza y
optimismo del terapeuta e interpretaciones tempranas de los fenómenos
transferenciales (13).

a) La actividad del terapeuta dinámico es, en efecto, muy marcada y


manifiesta, a diferencia de la actuación del analista clásico. El psicoterapeuta
dinámico resalta constantemente los focos conflictivos, tratando de mantener
la atención del paciente en ellos, llegando incluso a centrar las asociaciones
libres en tales áreas.

b) En cuanto a la originalidad de la técnica, ha de subrayarse que el encuadre


viene definido por encuentros cara a cara (jamás se utiliza el diván), con
eventual grabación de las sesiones en vídeo con fines de control e
investigación. Tras la evaluación inicial, se fija el contrato terapéutico,
señalándose la fecha aproximada de la terminación de las sesiones, cuya
duración no suele ser tan estricta como la que se da en la técnica estándar,
extendiéndose habitualmente en tomo a una hora.

Las reglas técnicas básicas del psicoanálisis (asociación libre, atención flotante,
neutralidad y abstinencia) son respetadas, pero el proceso terapéutico se trata
74

de acelerar por medio del trabajo en los focos conflictivos más centrales,
confrontándose en todo caso las resistencias (defensas) y en concreto los
fenómenos transferenciales de manera muy activa, lo que en ocasiones toma
el aire de un proceso de naturaleza conductual, incluyendo unas contingencias
de control que empujan al sujeto hacia la búsqueda de la salud mental.

c) Respecto a la actitud optimista y esperanzada del terapeuta, ello se


verbaliza desde un principio, parámetro técnico que se ha mostrado como una
estrategia útil y eficaz, pues el sujeto encuentra así un clima apropiado para
poner en marcha la imprescindible alianza terapéutica y el desarrollo de
experiencias emocionales correctivas, aspecto que también asemeja a la
psicoterapia dinámica breve a determinadas técnicas cognitivo-conductuales.

d) Finalmente, en lo que apunta al análisis de la transferencia,


tradicionalmente se venía manteniendo que ésta no debía tocarse en la
psicoterapia breve e intensiva, a lo que se opusieron tanto Sifneos como
Malan, demostrando la necesidad y posibilidad de ello si se persiguen cambios
psicodinámicos profundos y persistentes y no meras modificaciones
sintomááticas o superficiales que desaparezcan pasado un tiempo. Ahora bien,
los fenómenos transferenciales se manejan de forma que no evolucionen hacia
una neurosis de transferencia, pues ésta se torna una fuente de resistencias de
muy difícil disolución.

Tipos de psicoterapia dinámica breve

Las psicoterapias dinámicas breves acogen diversos tipos de trabajo, con


ciertos matices particulares. Al respecto, los principales modelos proceden de
Sifneos, Malan y Davanloo.

En cuanto a Sifneos (15, 16), su versión de la psicoterapia dinámica (Short-


Term Anxiety-Provoking Psychotherapy  o STAPP), es aplicable a trastornos con
un foco conflictivo central (bien de carácter edípico, bien de pérdida, bien de
duelo) que es origen de los más variados síntomas y desajustes, siendo su
duración de 6 a 15 sesiones. Ha de señalarse que Sifneos también ha aportado
una intervención de apoyo, que en vez de provocadora de ansiedad es
supresora de la misma (STASP), procedimiento aplicable a sujetos que han
tenido importantes problemas en su desarrollo temprano, que son portadores
de un yo frágil o débil y que refieren abundantes crisis de descompensación a
lo largo de su vida.

Malan (17, 18) describe su técnica (Brief Dynamic Psychotherapy  o BDP),  de


unas 20 sesiones en total, como una tarea que persigue la comprensión y
el insight  de un foco central (edípico, de fracaso o de duelo), así como un
cambio en las correspondientes defensas neuróticas, para lograr la mejor
conducta adaptativa del sujeto afecto de ciertos trastornos psicopatológicos.
75

Davanloo (19, 20, 21), por su parte, incluye el trabajo simultáneo de múltiples
focos (Broad-Focus Short-Term Dynamic Psychotherapy o BFSTDP), aceptando
a pacientes con muy variada y grave sintomatología (fobias y depresiones
crónicas, neurosis obsesivas, diversas caracteropatías, variadas enfermedades
psicosomáticas, etc.), habiendo realizado interesantes aportaciones técnicas
para ello (22, 23, 24, 25, 26,27,28,29,30,31).

Evaluaciones de la eficacia

Las evaluaciones científicas de las prácticas psicoterapéuticas de apoyo y


dinámica han sido y son abundantes. En el caso de las terapias de sostén, por
ejemplo, Bellak y Siegel (32) subrayan que el 82% de los pacientes de su
"clínica de paseo" habían mejorado y Langsley y Kaplan (33) también han
comprobado, por medio de estudios controlados, el indudable beneficio de las
intervenciones en familias, mostrando que los sujetos hospitalizados tras una
crisis tratada psicoterapéuticamente necesitaron cinco días de ingreso, frente a
los veinticinco días que requirieron los no tratados. Resultados igualmente
positivos ha verificado Straker (34) con sus sesiones de veinte minutos.

En lo referente a las psicoterapias dinámicas, Sifneos (14, 15, 35, 36, 37)
incluyó evaluaciones continuas, investigando el estado de los sujetos al
comienzo y al final del tratamiento, constituyéndose los grupos de control por
sujetos que entraban en lista de espera y que posteriormente fueron tratados
con STAPP.  Partiendo de una serie de criterios dinámicos previamente
establecidos, dos evaluadores independientes estudiaban la evolución de los
sujetos, que habían sido asignados al azar al grupo de tratamiento o al grupo
de control. Al finalizar la psicoterapia, generalmente a los cuatro o cinco meses
de iniciada, todos los pacientes fueron reevaluados, en cuyo instante los
pertenecientes al grupo de control entraban en terapia. Pues bien, los cambios
favorables fueron muy evidentes y significativos en las personas tratadas (en
tomo al 80%), aunque Sifneos verificó que el 20% de los sujetos en lista de
espera también habían presentando mejoría de sus síntomas. Sin embargo,
cuando éstos fueron entrevistados, resaltaron que en su entorno se habían
dado carubios importantes que habían afectado a sus vidas. En cuanto a los
sujetos tratados (inicialmente o tras estar un tiempo previo en lista de espera),
todos admitieron que la psicoterapia había sido la mejor y más útil experiencia
en la resolución de sus conflictos. Un año después seguían mostrando
capacidad para solucionar adecuadamente nuevos problemas, incluso aquellos
pacientes que no habían tenido modificaciones caracteriales profundas. Las
investigaciones de Malan (38) han aportado datos similares a los de Sifneos.

A pesar de todo ello, los psicoanalistas freudianos convencionales mantienen


que la psicoterapia dinámica breve es un abordaje superficial, que imposibilita
la resolución auténtica de las conflictivas más nucleares del sujeto por no
alcanzar un correcto análisis de los fenómenos transferenciales, criticando
también su alejamiento técnico respecto del genuino psicoanálisis, como ocurre
76

con las duras confrontaciones que habitualmente requiere. Frente a estos


ataques, los terapeutas dinámicos presentan sus positivos resultados, con
seguimientos de varios años, resaltando que la técnica clásica, aun con su
prolongación en el tiempo y su exhaustivo trabajo de la transferencia, no lleva
aparejado un aumento significativo en la eficacia. Tal enfrentamiento entre
unos y otros nos parece inadecuado, habida cuenta que ambas técnicas tienen
sus indicaciones, no siendo correcto defender que la psicoterapia dinámica
breve sea una alternativa que pretenda sustituir al psicoanálisis, sino que es
sencillamente un tipo de intervención que puede resolver, con menor tiempo y
esfuerzo, muchos trastornos que antes eran, por unas u otras razones, o bien
incluidos en el psicoanálisis tradicional o dejados fuera por no cumplir una
serie de requisitos. Entendemos, pues, que el análisis-tipo tiene su campo de
indicaciones, al igual que la psicoterapia dinámica y las terapias de sostén,
aunque ciertamente se den a veces algunas superposiciones, sobre todo entre
las dos primeras.

Criterios de selección para acceder a una psicoterapia dinámica breve

Las indicaciones y contraindicaciones a la psicoterapia dinámica breve han sido


bien delimitados y concretados (2, 6). Así, para aceptar a un paciente
en STAPP, Sifneos (16, 35, 36, 37) establece los criterios siguientes:

1. Existencia en el paciente del un conflicto específico y principal,


habitualmente de índole edípica, siendo capaz de seleccionarlo y concentrarse
en él.

2. Evidencia de una interrelación del problema presente con tal conflicto


nuclear.

3. Habilidad en el sujeto para la comunicación, capacidad para hacer ciertos


sacrificios (ser poco narcisista) y aptitud para expresar adecuadamente sus
sentimientos (lexitimia).

4. Presencia de un buen nivel intelectual y un cierto grado de sofisticación


psicológica, lo que se capta por la forma de responde,r a las interpretaciones
iniciales. Y,

5. Motivación al cambio profundo y no sólo a la relegación de síntomas, lo que


puede evaluarse por: a) capacidad para reconocer la clínica de origen psíquico;
b) predisposición a dar la última razón de los problemas y buen manejo de la
introspección; c) habilidad para participar activamente en la terapia; d)
predisposición favorable para revivir los conflictos del pasado, curiosidad
acerca de sí mismo y expectativas realistas sobre la psicoterapia; y, por
último, e) disposición favorable para hacer sacrificios y poseer una mínima
disposición para cumplir con las citas y los honorarios.
77

Malan (17, 18, 35) ha hecho sus propias especificaciones en cuanto a los
criterios de selección de pacientes:

1. Un conflicto actual relativamente circunscrito.

2. Un conflicto nuclear del pasado, más o menos temprano.

3. Una relación congruente entre ambos conflictos.

4. Una adecuada respuesta al test de interpretación efectuado a lo largo de la


sesión evaluatoria, de tal manera que tras realizar ciertas interpretaciones, el
sujeto aumenta el rapport y el insight de sus problemas.

5. Motivación adecuada al conocimiento de sí mismo.

6. Clara expresión de los conflictos en el campo de la transferencia. Y,

7. Posibilidad de prever una terminación de la terapia y que sus resultados


puedan ser dinámicamente explicados en función de los cambios producidos
por las intervenciones en el conflicto básico o nuclear.

Otra manera de describir las indicaciones de la psicoterapia dinámica breve


(particularmente los modelos de Sifneos y Malan) es por medio de la relación
que al respecto da Langsley (7):

1. Psicopatología que no sea severa, sino suave.

2. Reciente aparición del problema que motiva la consulta.

3. Capacidad por parte del paciente de presentar su historia de forma adulta.

4. Síntomas que no se remonten a tiempos muy lejanos ni que se relacionen


con problemas psicológicos graves o con una deprivación afectiva.

5. Presencia al menos de una actividad heterosexual a lo largo de la vida


anterior.

6. Suficiente motivación a conocerse a sí mismo.

7. Espíritu de cooperación y capacidad para aceptar con gusto las condiciones


de la terapia.

8. Respuesta positiva a la prueba de la interpretación. Y,

9. Posibilidad de delimitación de un foco conflictivo concreto en la


psicopatología del sujeto.
78

Como hemos visto, tanto Sifneos como Malan resaltan la importancia de las
respuestas' del sujeto a las interpretaciones que se efectúan durante la
evaluación inicial (test o prueba de la interpretación), cosa que también
subrayó Barten (10), el cual manifestó que ello era el indicador más
significativo cara ante el pronóstico de la psicoterapia breve. Este autor insistió
también en que:

1. Deben ser excluidos de la psicoterapia dinámica breve los pacientes que


manifiesten de forma obstinada las resistencias.

2. Los que nieguen el origen psíquico de sus síntomas o problemas.

3. Los que no puedan mantener un cierto grado de funcionamiento


independiente. Y,

4. Los que no pongan con rapidez en marcha una adecuada alianza


terapéutica.

Davanloo (21, 39), por su parte, ha ampliado las indicaciones de la


psicoterapia dinámica breve, señalando que ello no depende del tipo de
trastorno que el sujeto arrastre, sino de la forma de desenvolverse en la
entrevista evaluatoria inicial, donde han de llevarse a cabo fuertes
confrontaciones de las resistencias en las conflictivas de lo que llama vida
actual, con el fin de movilizar ira o agresividad en la transferencia, en cuyo
momento, en vez de efectuar interpretaciones analíticas, se solicita un relato
detallado de las emociones que el sujeto está experimentando entonces. Tras
ello, se conectan las conflictivas expresadas en la transferencia con las del
pasado reciente y lejano: si todo esto se logra, el paciente se relaja y aumenta
su alianza terapéutica, señales evidentes de que es un buen candidato para la
terapia dinámica breve, pues tales hechos muestran que es posible
desbloquear el inconsciente con facilidad. Dicho de otra manera, el trabajo ha
de centrarse en el campo de la resistencia sobre la base de tres criterios: a)
desafiar la resistencia como una defensa; b) sacar a la luz los intensos
sentimientos transferenciales consecuentes y proporcionar al paciente la
posibilidad de experimentarlos; y, c) hacer ver al paciente el paralelismo
existente con pautas similares del pasado cercano o lejano. En los casos en
que el paciente muestre reacciones ansiosas intensas, ha de enlentecerse el
proceso buscando una reorganización de las defensas, para impedir
regresiones inconvenientes, dando paso con posterioridad al desbloqueo del
inconsciente (21, 22, 23).

En la entrevista evaluatoria, de hora a hora y media de duración, Davanloo


(19, 21) recomienda objetivar una serie de factores, como:

1. Calidad de las interacciones humanas del sujeto y presencia de alguna


relación significativa en el pasado.

2. Capacidad para experimentar y tolerar la ansiedad, la culpa y la depresión.


79

3. Actitud favorable hacia los asuntos psicológicos.

4. Motivación para la introspección y para el trabajo a través de sus


descubrimientos, deseo de resolver los problemas y capacidad de insight.  Y,

5. Aptitud para responder a las interpretaciones psicoanalíticas.

Aspectos técnicos fundamentales de la psicoterapia dinámica breve

Los matices técnicos básicos de los tres modelos de psicoterapia dinámica


breve, son:

En cuanto a la STAPP,  Sifneos (15, 16) agrupa sus aspectos técnicos en los
siguientes puntos: las sesiones soncara a cara, semanales, de unos 45
minutos de duración, con previa especificación de día y hora (que se procurará
no modificar), aclarando desde un principio que se trata de una terapia breve,
pero sin concretar el número total de sesiones (por lo común la duracióón es
de 6 a 15 sesiones). En la sesión evaluatoria (que no realiza el mismo
profesional que se hace cargo de la terapia), se concreta si el candidato supera
los criterios de selección y se define un foco dinámico, lo que se repite en la
primera sesión propiamente terapéutica, recordándole al paciente que debe
tratar de concentrarse en el foco conflictivo. Las diversas intervenciones
técnicas persiguen los objetivos siguientes (16):

1. Que la alianza de trabajo evolucione y se transforme en alianza terapéutica.

2. Aprovechar tempranamente los sentimientos de transferencia positivos que


el paciente experimenta.

3. Mantener una gran actividad terapéutica.

4. Determinar un foco dinámico y mantener el trabajo permanentemente en él.

5. Utilizar reiteradamente las confrontaciones y esclarecimientos que provocan


angustia.

6. Enlazar los sentimientos experimentados con personas claves del pasado


con los sentimientos transferenciales.

7. Evitar las regresiones, controlándolas si se ocasionan con el adecuado


trabajo técnico.

8. Impedir el desarrollo de una neurosis de transferencia, con las medidas


técnicas oportunas.
80

9. Tratar de poner de manifiesto los nuevos aprendizajes, los modos de


resolver problemas y los insights parciales acerca de los conflictos focales que
se han logrado en la terapia.

10. En los momentos de resistencia masiva recurrir a las recapitulaciones.

11. Apoyar al paciente cuando su motivación para el cambio es elevada,


ayudándolo a superar los sentimientos dolorosos que experimenta.

12. Detectar pruebas tangibles de los cambios de actitud.

13. Demostrar que se ha alcanzado un insight  completo de los conflictos que


subyacen al foco dinámico.

14. Tratar de dar fin a la terapia en el plazo previsto.

Para profundizar en todo ello, puede consultarse la publicación de Sifneos


titulada Short-TermAnxiety-Provoking Psychotherapy. A Treatment Manual
(16).

En relación con la intervención propuesta por Malan (18), hay que resaltar, en
primer lugar, la necesidad de que en los encuentros terapéuticos impere un
clima de aceptación incondicional por parte del profesional, dentro de cuya
atmósfera podrá establecerse una interrelación que permita la conscienciación
y expresión por parte del paciente de las ideas y sentimientos más ocultos y
rechazados. Frente a ellos, el psicoterapeuta debe estar sumamente atento a
sus reacciones contratransferenciales, que debidamente controladas, y con
ayuda del oportuno saber teórico, será el más importante baluarte en que
apoyar las oportunas interpretaciones.

Un elemento básico es para Malan el rapport, definido como el grado de


contacto afectivo entre paciente y terapeuta (18), lo que a nuestro entender
supone el ingrediente esencial de la clásica alianza terapéutica. El estado
del rapport  debe ser percibido por el terapeuta en cada instante del proceso,
pues es la clave que va marcando cómo se desarrolla el mismo: el camino por
el cual puede captarse cómo se halla el rapport es observando el grado en que
el paciente entra en contacto con sus sentimientos más genuinos y la fonna en
que se desenvuelve tras una interpretación profunda.

Por otra parte, Malan (18) concreta que la misión del terapeuta dinámico es
trabajar sobre la base de dos triángulos, el triángulo del conflicto y el triángulo
de las personas. El triángulo del conflicto es algo cercano a lo que Menninger
(40) llamó triángulo del insight, implicando enfrentarse sucesivamente a:

1. Los métodos adoptados por los pacientes (defensas) para controlar el dolor
psíquico o la angustia que taponan los sentimientos/impulsos ocultos o
inaceptables.
81

2. Las temidas consecuencias (humillación, vergüenza, tristeza, etc.) que traen


consigo el conscienciar y expresar tales sentimientos/impulsos. Y,

3. La índole de los contenidos rechazados (sentimientos/impulsos reprimidos).

El triángulo del conflicto (D-A-S/I) se trabaja analíticamente teniendo


constantemente en cuenta el triángulo de las personas (T-O-P), constituido por
las relaciones que el sujeto tiene con las personas de su vida cotidiana (vértice
que Malan llama relaciones con el otro u O y que Davanloo prefiere etiquetar
como relaciones de la vida corriente o e o de la vida actual o A), las relaciones
transferenciales que aparecen en el aquí-ahora-conmigo de las sesiones (T) y
las relaciones del pasado lejano con los progenitores (P) (véase figura 1). Por
otra parte, como puede observarse en la citada figura, hay tres posibles nexos
en el triángulo de las personas: el nexo O/P, en donde existen impulsos y
sentimientos rechazados dirigidos a otro (O), que tienen su última procedencia
en los que estuvieron referidos a los progenitores (P); el nexo Off, que conecta
lo que acontece en la vida con el otro (O) con las reacciones transferenciales
(T); y el nexo T/P, que liga los deseos expresados ante el terapeuta (T) con los
sentimientos/impulsos conflictivos que tuvieron lugar en el pasado infantil
respecto los progenitores (P).

En estas representaciones gráficas, Molnos (41) ha realizado una interesante


aportación, creando un esquema en el que se considera, en cada uno de los
vértices del triángulo de las personas, un triángulo del conflicto. Molnos
caracteriza el vértice Sil como X, símbolo que encierra aquello que está oculto
y es relevante en el problema del paciente, pudiendo tratarse de un impulso
reprimido sexual o agresivo, un dolor insoportable, una pena o tristeza, etc.
Por otro lado, Molnos da a los tres triángulos internos del conflicto distinto
tamaño s8gún su importancia para el problema global y un grosor mayor o
menor a sus líneas demarcadoras según la viveza emocional con que el sujeto
exprese tales conflictos: así, habitualmente, ha de representarse el tamaño del
82

triángulo del conflicto más grande en el vértice P, luego en el C y finalmente en


el T, ocurriendo lo contrario en cuanto al grosor (véase lafigura 2).

La importancia de la innovación de Molnos es que puede permitir la concreción


gráfica de la mayoría de las intervenciones terapéuticas, facilitando esto su
tránsmisión y enseñanza. En tal sentido, ha de resaltarse que el saber y la
habilidad del terapeuta está en conocer con precisión qué vértice del triángulo
de las personas se halla activado en un momento dado del proceso de la cura y
analizar en un orden correcto el correspondiente triángulo del conflicto
(primero la resistencia/defensa, después el afecto que tapona a los
impulsos/sentimientos inconscientes y finalmente éstos, que Molnos llama X),
confrontando y disolviendo las oportunas resistencias/defensas, así como
elaborando las adecuadas reconstrucciones históricas e interpretaciones y
ligando entre sí los distintos vértices del triángulo de las personas, lo que
muestra el mayor grado de correlación con la eficacia terapéutica.

Según el enfoque del modelo de Malan (18), el sujeto acude habitualmente a la


terapia expresando problemas y dificultades en su vida actual (O). En tal fase
de la psicoterapia debe confrontarse, esclarecerse, reconstruirse e
interpretarse el conflicto sin salirse de este vértice, siguiendo el orden que
antes se ha indicado (D 6 A 6 S/I). Cuando el contenido Sil (o X)se va situando
en la superficie psíquica o acercando al yo, gracias a la debilitación que se ha
logrado de la resistencia/defensa (D) y del afecto concomitante (A), es
probable que esto provoque un incremento de éste (angustia, cólera,
vergüenza, etc.) y subsiguientemente se reactive dicha resistencia/defensa:
entonces debe reincidirse en el ataque a tal resistencia hasta que pierda
definitivamente su fuerza, lo que suele alcanzarse cuando el paciente puede
describir con detalle el concomitante afecto displacentero (angustia, cólera,
vergüenza, etc.), cosa que debe efectuarse solicitando primero la expresión de
83

sus ingredientes somatizados y posteriormente los aspectos de índole


cognitiva. En tales circunstancias, si el proceso sigue un curso correcto (en lo
que la existencia de una potente alianza terapéutica se toma una condición
indispensable), los contenidos S/I (X) se van aproximando al yo, pudiendo ser
entonces objeto de los oportunos señalamientos y confrontaciones,
esclarecimientos, reconstrucciones históricas, interpretaciones y
translaboraciones.

Una vez suficientemente dominado el conflicto del vértice O, se intentan las


debidas conexiones con algunos de los dos vértices restantes del triángulo de
las personas. En una terapia en la que la transferencia se desarrolle con
lentitud, se elegirá primero el vértice P, estableciendo las oportunas
conexiones O/P, mostrando al sujeto (con apoyo en las confrontaciones,
reconstrucciones e interpretaciones) la ligazón pasado-presente que se da en
sus problemas. En ocasiones, la transferencia es de aparición temprana, en
cuyo caso puede iniciarse el trabajo terapéutico en el vértice T y no en el
vértice O. También puede acontecer que las conflictivas que aparecen en
primer plano se refieran a tiempos presentes, pero con los progenitores, sin
que apenas se muestren otras temáticas: entonces la terapia sólo se desarrolla
en dos vértices del triángulo de las personas (P y T).

Cuando el curso del proceso no se complica, a medida que la terapia avanza, y


tras los oportunos análisis de los conflictos en los vértices O y P, los fenómenos
transferenciales van dando la cara cada vez con más intensidad. Tales
fenómenos empiezan a manifestarse entonces como resistencias, debiendo
actuarse conforme hemos expresado al referirnos al análisis en el vértice O:
esto es, tratando de disolver el aspecto resistencial/defensivo (especialmente
con el uso de los señalamientos, confrontaciones y esclarecimientos) y luego el
afecto concomitante (en base, además de lo anterior, a descripciones de los
elementos somáticos y cognitivos de tal afecto), para afrontar finalmente los
sentimientos/impulsos más profundos y reprimidos, donde ya se recurre a las
interpretaciones profundas. En muchos casos, el conflicto en T será idéntico o
muy similar al que acontecía en O (y cuyo nexo con P ya fue establecido con
anterioridad). Esto produce una conexión natural entre T y O, así como entre T
y P. En ocasiones la conexión T/P puede llevarse a cabo directamente, sin la
previa inclusión del nexo T/O. Cuando se interpreta el nexo T/P, los
sentimientos e impulsos rechazados suelen irrumpir en el yo del paciente con
claridad, siendo generalmente evidente la relación de tal material psíquico con
la vida infantil y con los progenitores. Si el sujeto toma plena consciencia de
esto, la terapia alcanza sus mejores resultados (18).

En el momento en que el proceso terapéutico llega a este punto, esto es,


cuando se han ligado los problemas presentes del sujeto con eventos
conflictivos del pasado, reales o fantaseados, relacionados con los progenitores
o con figuras de especial importancia, y el paciente ha tomado consciencia de
todo esto, puede mencionársele la posibilidad de la próxima terminación del
tratamiento, poniendo mucha atención a su reacción, pues es muy probable
que este anuncio de la pérdida inmediata del terapeuta reavive antiguas
84

angustias de separación y desengaño con los primitivos objetos de amor. En


tal caso, hay que dedicar algunas sesiones a la reelaboración o translaboración
de tales sentimientos transferenciales, ligándolos mediante reconstrucciones e
interpretaciones a los oportunos hechos del pasado infantil. Sólo entonces
puede considerarse que el proceso terapéutico está en condiciones darse por
finalizado, lo que suele imponerse de forma natural, conduciendo a la
separación de terapeuta y paciente con cordialidad y con sentimientos de
alegría por haberse alcanzado la meta prevista. En casos concretos, puede ser
necesario retomar al paciente pasado un cierto tiempo, para efectuar algunas
sesiones más, puerta que siempre debe dejarse abierta, aunque con el aviso
de no retornar a la terapia ante el más mínimo desajuste o sufrimiento, sino
sólo cuando se haya comprobado que por sí mismo no pueden resolverse los
problemas.

En el caso de la técnica de Davanloo (19, 20, 21), aunque se maneja lo


esencial de lo descrito, se introducen una serie de variantes, según se actúe
con pacientes que presenten un foco edípico, un foco de duelo o múltiples
focos. Así, en sujetos con un foco edípico evidente, la característica más
importante de la variante es usar fuertes confrontaciones de las resistencias y
de los fenómenos transferenciales. Cuando se trabaja con pacientes portadores
de focos de duelo o focos múltiples, los cuales suelen estar afectos de una
psicopatología severa (fobias u obsesiones crónicas, caracterosis, etc.),
Davanloo (21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31) recomienda actuar más
lentamente, procurando que se reorganicen ciertas defensas del yo y se
establezca una buena alianza terapéutica, después de lo cual puede efectuarse
el trabajo de confrontación (42).

Otros aspectos peculiares de la técnica davanlooniana, son: como en el resto


de las formas de psicoterapia dinámica, el paciente es visto cara a
cara,  generalmente una vez por semana, con sesiones de una hora de
duración aproximadamente. El sujeto es prontamente informado de que su
tratamiento tendrá una duración concreta (5 a 15 sesiones en sujetos con foco
edípico, 15a 25 sesiones para los que evidencien un foco de duelo y 20 a 30
sesiones para los de focos múltiples y patología grave), aunque no es siempre
fácil prever el número exacto de sesiones que un determinado sujeto va a
necesitar.

Es especialmente típico de la técnica de Davanloo la marcada actividad del


terapeuta, con implacables confrontaciones sobre las resistencias en los
vértices C (o A) y T del triángulo de las personas, persiguiendo la máás rápida
e intensa experimentación por parte del sujeto de los sentimientos ocultos que
subyacen en cada conflicto, teniendo esto primacía respecto a las
interpretaciones propiamente dichas. Con posterioridad se conectan los
sentimientos ocultos en los vértices C y T, para incluir después el vértice P,
todo ello con apoyo en los oportunos esclarecimientos, reconstrucciones e
interpretaciones, buscando insights  sobre el por qué se trata de evitar la
emergencia de tales afectos. Todo esto permite la puesta en primer plano de
los contenidos I/S reprimidos. Ha de subrayarse que no se llevan a cabo
85

reconstrucciones e interpretaciones de tal material en tanto el paciente se esté


debatiendo en una resistencia cardinal, volviéndose una y otra vez a ella, hasta
su total disolución, lo que suele acontecer tras la detallada descripción del
afecto oculto que se pone en primer plano cuando la resistencia ha
desaparecido. Ello exige que el sujeto posea capacidad para captar y relatar
sus sentimientos (lexitimia).

La neurosis de transferencia se estima como una construcción defensiva, por lo


que se confronta e interpreta en cuanto da la cara cualquier atisbo de ella.
Ocasionalmente se analiza algún sueño muy significativo, pero esto nunca es
un tema de especial relevancia.

Los resultados terapéuticos son tanto más eficaces cuanto más honda y
frecuentemente capta el paciente las interpretaciones que ligan los conflictos
expresados en T, C y P, dejándose notar los efectos positivos entre la sexta y
octava sesión, lo que se traduce en una mejoría de la adaptación a las
circunstancias del presente, en cambios favorables en el carácter y en la
mejoría de la relación clínica. Cuando los síntomas empiezan a decaer y el
comportamiento se toma progresivamente más ajustado, debe plantearse la
cuestión de la terminación. Ello es bastante fácil en los sujetos con foco
edípico, pudiendo necesitar de unas cuantas sesiones extras (de 3 a 5) los
casos restantes. En las patologías complejas, que exigen de una mayor
prolongación de la psicoterapia para disolver la angustia de separación, el foco
terapéutico debe ser tal sentimiento, lo que suele exigir de un duro trabajo
terapéutico que enfoque los más enraizados conflictos del pasado.

La técnica de Davanloo ha permitido extender la psicoterapia breve a un


número de casos más amplio que los acogidos por las intervenciones de
Sifneos y Malan, pudiendo considerarse que el 35-40% de los sujetos afectos
de trastornos psíquicos pueden beneficiarse de este modelo.

Hemos de indicar, por último, que en cualquiera de los tipos de terapia breve,
no hay contraindicación respecto a la utilización paralela, al menos durante un
cierto tiempo, de ansiolíticos, antidepresivos u otros psicotropos, tratamiento
que suele abandonarse a mediados del proceso, bien de forma espontánea por
parte del paciente, bien por indicación del terapeuta.

EL MODELO CONDUCTUAL COGNITIVO


La creencia de que los pensamientos tienen papel relevante en la conducta humana tiene
su origen remoto. En el siglo IV a.C. los estoicos, concretamente Zenón de Citio,
abogaban ya por esta idea. Cicerón, Séneca y Epíteto son otros pensadores relevantes
cuyas ideas filosóficas se hallan en esta misma línea. A este último debemos una de las
máximas paradigmáticas de este modelo: “Los hombres no se perturban a causa de las
cosas, sino por la interpretación que de ellas hacen”. También las filosofías orientales,
como el budismo y el taoísmo, han enfatizado la importancia de las ideas como
86

determinantes de los sentimientos. Se postula desde estas posiciones que el control de


los sentimientos puede lograrse mediante un cambio en las ideas.
Ya en la actualidad pueden considerarse precursores del movimiento cognitivista autores
como Adler, para quien el ser humano está predeterminado por el significado que da a
sus conocimientos y experiencias. En su opinión, las personas nos determinamos a
nosotros mismos por el significado que damos a las situaciones. Pero el modelo en spi,
que cristalizaría en una forma peculiar de evaluación psicológica, tiene sus orígenes en
los presupuestos esenciales del conductismo. Si bien los enfoques mediacionales
supusieron una cierta apertura del conductismo radical a procesos intermedios entre S-R,
para algunos autores resultaba todavía una teoría reduccionista en cuanto a la
importancia que se otorgaba todavía una teoría reduccionista en cuanto a la importancia
que se otorgaba a los procesos de pensamiento como determinantes de la conducta. Esto
dio lugar a que, dentro de su propio seno, se fuera gestando un movimiento denominado
conductual-cognitivo, e interpretado por algunos (Mahoney, 1977) como una revolución
cognitivista que presentaba como característica más destacada el estudio de los procesos
encubiertos, especialmente de orden cognitivo, a partir del paradigma experimental.
Algunos autores incluyen la evaluación conductual cognitiva dentro de un marco más
amplio del quehacer diagnóstico rubricado como evaluación conductual, para diferenciarla
de la evaluación centrada en variables de persona. Así por ejemplo, Pelechano (1988) al
efectuar la historia de la evaluación conductual, cita tres fuentes diferenciales, paralelas y
no secuenciales, que le dan origen y la impulsan:
1) Una de ellas, de inspiración netamente skinneriana, estaría
representada actualmente por autores como Bijou, Baer, Azrin y se
ceñiría con el máximo de fidelidad a los presupuestos teóricos del
conductismo más ortodoxo;
2) Una segundo fuente tendría sus representantes de excepción en
Kanfer y Saslow (1965), padres de la auténtica evaluación conductual
aplicada, por cuanto propusieron un modelo de análisis funcional que
fue aceptado como punto de partida por muchos psicólogos;
3) Finalmente, una tercera fuente de influencia proviene de un conjunto
heterogéneo de autores que, habiéndose formado en el seno del
conductismo, se sentían disconformes con la escasa importancia que
éste otorgaba a las variables cognitivas.

Creemos que en esta tercera fuente donde cabe ubicar a la evaluación conductual-
cognitiva propiamente dicha. En nuestra opinión la actual preponderancia del modelo se
debe a que las variables cognitivas suponen un punto de preocupación común a otros
modelos. Resulta evidente que la capacidad del ser humano de generar pensamientos y
autoverbalizaciones capaces de cambiar el rumbo de su conducta, se constituye en una
variable importante que no puede obviarse por el hecho de que no existan métodos
suficientemente rigurosos para evaluarla científicamente. Además, a nivel teórico no hay
que olvidar que, a partir de los años cincuenta, se recupera el interés por los procesos
cognitivos (memoria, inteligencia, percepción, etc...) y que los psicólogos asistieron a un
debate abierto protagonizado por eminentes investigadores como Skinner, Piaget y
Chomsky entre otros quienes centraron su polémica acerca de la existencia de factores
situacionales, interaccionales estructurales o bien innatos en la explicación de la
conducta. Este debate teórico, evidentemente, ha tenido su influencia en el ámbito
aplicado de la evaluación. Bresson (1980), en un coloquio sobre la explicación en
psicología, señala que en los orígenes del cambio cognitivista debemos considerar las
aportaciones de Chomsky, quien puso de relieve tres importantes temas que obligaron a
profundas reflexiones acerca de: a) el tratamiento formal riguroso para la gramática, b) el
determinismo en la existencia de un generador del lenguaje y c) la existencia de una
competencia innata para la adquisición del lenguaje. Piaget, por su parte, desde los años
veinte, no dejó de insistir sobre los efectos interaccionales (constructivistas) entre el sujeto
87

y su entorno, y la importancia que adquiere el pensamiento en la construcción de la


realidad. Estos dos investigadores, en franca oposición con los presupuestos de Skinner,
influyeron significativamente en el pensamiento de la época y fomentaron la
preocupación, aún dentro del mismo modelo conductual, por la evaluación de los
procesos cognitivos, llamados al principio “procesos encubiertos”. Según Th. R. Murria
(1979), los distintos modelos psicológicos, incluso los más radicales como el del
aprendizaje animal, van confluyendo progresivamente en el análisis de las variables
cognitivas. A partir de esta breve revisión, lo que si parece claro es que dentro de lo que
se denomina evaluación conductual, subyacen posiciones teóricas variadas que hacen
recaer su énfasis en unos u otros determinantes de la conducta. “Las diferencias son tan
notables como las similitudes”, dirán Meichenbaum y Cameron (1982). Concretamente se
dan discrepancias en los parámetros siguientes:
a) Se acepta la convivencia entre diferentes presupuestos teóricos que van desde el
condicionamiento hasta el procesamiento cognitivo de la información, pasando por el
aprendizaje social;
b) Se concede distinta relevancia a los diferentes aspectos de la experiencia cognitiva
(creencias, atribuciones, expectativas, auto-verbalizaciones);
c) Se utilizan diseños de intervención que pueden centrarse en las diferentes variables
comportamentales, ya sea la cognición, el afecto, la propia conducta manifiesta o sus
consecuencias;
d) Las estrategias de intervención pueden también ser distintas en cuanto al grado de
directividad protagonizado por el terapeuta.
De entre estos posicionamientos teórico-metodológicos variados que subyacen bajo la
rúbrica “evaluación conductual”, los que contemplan las variables cognitivas como
unidades prioritarias suponen una reformulación teórica (del paradigma S-R al E-O-R)
que, por sí misma, justifica su tratamiento diferencial. De ahí que hayamos preferido
denominar a la evaluación que contempla este tipo de procesos cognitivos como
Evaluación conductual-cognitiva, en aras a mayor claridad expositiva.
1. Presupuestos conceptuales básicos:
el valor de cogniciones
Desde esta perspectiva las variables organísmicas, que habían empezado a ser tenidas
en cuenta en el conductismo mediacional, van cobrando una mayor sustantividad por sí
mismas, a la vez que las variables de ambiente o situacionales se extienden tanto a las
situaciones reales como a las percibidas. Simultáneamente se va aceptando que la
relación funcional entre estímulo-organismo-respuesta no es lineal y que el diseño debe
admitir forzosamente la existencia de variables de interacción recíproca entre estos tres
parámetros. Según Mayor y Labrador (1984) las principales aportaciones de este enfoque
cognitivo-conductual pueden subsumirse en tres puntos:
1) En primer lugar, se acepta que la actividad cognitiva del sujeto desempeña un
importante rol en el desarrollo de conductas adaptativas o desadaptativas y en la
creación de patrones afectivos a través de los procesos cognitivos.
2) En segundo lugar se presupone un cierto isomorfismo entre los procedimientos
funcionales que activan los procesos cognitivos y los establecidos en el
laboratorio por la teoría del aprendizaje humano. A nuestro juicio esto pone de
manifiesto la plena aceptación, por parte de este modelo, del paradigma
experimental y, por ende, explicita su alejamiento de los presupuestos
introspeccionistas y de corte psicodinámico.
3) Finalmente, la terapia-evaluación se centra en el análisis de los procesos
cognitivos desadaptados y en la facilitación de experiencias de aprendizaje que
pueden modificar las cogniciones y los patrones de conducta a ellos vinculados.

Por su parte, Beck, y otros (1983) resumen en siete puntos los presupuestos de los
modelos cognitivos de evaluación terapia:
88

1. La experiencia es un proceso activo, que incluye tanto la inspección como


la introspección.
2. Las cogniciones son el resultado de la síntesis entre estímulos internos y
externos.
3. A partir de las cogniciones de un sujeto se hace evidente su modo de
evaluar la situación.
4. Estas cogniciones constituyen la corriente de conciencia de un sujeto que
refleja la configuración de la persona acerca de sí misma, su mundo, su
pasado y su futuro.
5. Las modificaciones de las cogniciones de una persona influyen en su
estado afectivo y en su conducta.
6. Mediante la terapia psicológica un paciente puede darse cuenta de sus
distorsiones y errores cognitivos.
7. La modificación de estos constructos erróneos puede producir una
mejoría clínica.

Es fácil reconocer en los puntos mencionados los presupuestos interaccionistas que


abrían este capítulo: el sujeto es agente de su realidad y tiene poder para actuar sobre sí
mismo y sobre la situación o contexto que le envuelve. La realidad llega al organismo
mediatizada por el peculiar sistema cognitivo del individuo el cual, a su vez, se ha ido
conformando a lo largo de su particular historia de aprendizaje, o transacción dinámica
con su entorno. Estos modelos aceptan como unidad de análisis la cognición y la explican
mediante la variable “organísmica” (O), si bien el valor otorgado a esta variable se
constituye en uno de los puntos conflictivos de los psicólogos conductual-cognitivos. Así,
mientras para unos “O” queda reducido a su condición biológica: aspectos genéticos,
fisiológicos, neurológicos, bioquímicos y mecánicos (Kanfer y Phillips, 1970) otros le
confieren una mayor amplitud al otorgarle, además de las precedentes, funciones de auto-
valoración, de generación de autoinstrucciones, pensamientos y sentimientos (Goldfried y
Sprafkin, 1974). La propuesta, pues, de estos dos últimos autores se acerca en mayor
grado a las variables propiamente cognitivas. Con la terminología arriba expresada
relativa a autocontrol, estrategias de autoinstrucción, etc..., se está introduciendo en el
modelo la variable de regulación que había sido tratada con anterioridad por eminentes
psicólogos del desarrollo; con ello se quiere expresar que el individuo es capaz de
cambiar o controlar su propia conducta no sólo mediante la manipulación de premiso o
castigos, sino también por efecto de su propio reflexión, lo que lleva a aceptar como
mecanismo y técnica de modificación de conducta la estructuración o reestructuración
cognitiva. Si bien no existe pleno acuerdo acerca de los autores que deben ser ubicados
bajo la rúbrica “conductal-cognitivo”, sin lugar a dudas cabe citar a Beck (1976), Ellis
(1962), Cautela (1968), Mahoney (1974, 1977) y Meichenbaum (1976) entre los más
destacados. Bandura, de quien hemos hablado en el enfoque mediacional, pudiera ser
incluido también en esta perspectiva por sus aportaciones transaccionales. Staats será
considerado por nosotras como un autor que intenta un modelo integrativo, del que
trataremos más adelante. Vamos ahora a centrarnos en tres de los autores que hemos
citado anteriormente y que nos parece los más representativos de esta forma de enfocar
la evaluación psicológica: Beck, Ellis y Meichenbaum.
1.1. Los patrones de pensamiento: Beck
Beck (1976) es autor de la terapia cognitiva, cuyo objetivo se centra en analizar los
patrones de pensamiento erróneos que pueden dar a conductas poco integradas. Este
autor ha centrado buena parte de sus trabajos en el tema de la depresión. Según afirma,
las técnicas psicoanalíticas influyen de modo negativo en el sujeto depresivo, y que le
hunden más en el laberinto de ideas negativas. Las técnicas conductistas radicales no
contemplan las experiencias internas (mentales) por lo que resultan reduccionistas. Por el
contrario, la terapia cognitiva se focaliza en el “aquí y ahora”, centrándose en las
experiencias internas (mentales) del sujeto, tales como pensamientos, deseos,
89

aspiraciones, etc. Según el autor, su terapia también se distingue de otras que pretenden
este mismo propósito, por su énfasis en la investigación empírica de los pensamientos.
“Nosotros formulamos las ideas y creencias desviadas del paciente acerca de sí mismo,
de sus experiencias y de su futuro en términos de hipótesis , cuya validez intentamos
comprobar de modo sistemático. Así, casi todas las experiencias pueden darnos la
oportunidad de realizar un experimento relevante a los puntos de vista o creencias
negativas del paciente (Beck y otros 1983, pág. 16). Uno de los aspectos más conocidos
de su obra hace referencia al análisis del tipo de procesamiento de la información que
suelen efectuar los sujetos depresivos, Beck y otros (1983) presentan un modelo cognitivo
de la depresión basado en tres ejes referenciales: 1) la tríada cognitiva 2) los esquemas y
3) los errores cognitivos. Vamos a referirnos someramente a cada uno de ellos.
El primer eje es el denominado tríada cognitiva que consiste en tres patrones de
pensamiento que llevan al sujeto depresivo a considerarse a sí mismo, a sus experiencias
y su futuro de forma negativa; se subestima y se critica, cree que el mundo le hace
demandas exageradas y está convencido de que nada va a mejorar en el futuro. El
segundo eje del modelo cognitivo de la depresión se refiere a los esquemas. Los sujetos
depresivos codifican en forma de esquemas, que contienen informaciones
proposicionales, los acontecimientos previamente experienciados como negativos y los
activan cuando viven acontecimientos similares. Atienden selectivamente a estímulos
específicos negativos y conceptualizan la situación de forma errónea y sesgada. Esto
explica el hecho de que, ante determinados acontecimientos, y con esto entramos en el
tercer eje explicativo, el pensamiento depresivo desencadene una serie de errores
lógicos, como pueden ser las inferencias arbitrarias, la sobregeneralización de
acontecimientos, las abstracciones selectivas, la personalización, magnificación o
minimización de datos, etc... El tratamiento cognitivo-conductual consiste en concienciar
al sujeto de tales errores, ayudándole a desafiarlos y a corregir el “re-etiquetaje” adecuado
de los acontecimientos.
Principales errores cognitivos según Beck
INFERENCIA ARBITRARIA: Se anticipa una determinada conclusión sin una evidencia
que la apoye o incluso con una evidencia contraria.
ABSTRACCIÓN SELECTIVA: Consiste en centrarse en un detalle extraído fuera de su
contexto y basar toda la experiencia en este fragmento.
GENERALIZACIÓN EXCESIVA: A partir de uno o varios hechos aislados, se llega a una
conclusión que se aplicará tanto a situaciones relacionadas como inconexas.
MAXIMIZACIÓN-MINIMIZACIÓN: Va referido al error en calibrar la magnitud de un
suceso.
PERSONALIZACIÓN: Tendencia a atribuirse a uno mismo fenómenos externos sin base
real.
RESPONSABILIDAD EXCESIVA: Consiste en atribuirse la causalidad absoluta y personal
de todo lo malo que ocurre en su mundo.

Recientemente, el enfoque de procesamiento de información ha estudiado profusamente


esta conceptualización de Beck y ha aportado algunos elementos de discrepancia. En
general, se está de acuerdo en que el sujeto depresivo incrementa o retiene la
información de experiencias negativas y disminuye la de las experiencias positivas; pero
no parece hallarse suficiente evidencia para afirmar que el depresivo produce un sesgo de
irrealidad en su forma de tratar la información. Al contrario, los depresivos suelen ser más
realistas y precisos, parecen ser más justos en sus predicciones y atribuciones, si bien
infravaloran la frecuencia de refuerzos positivos. Todo ello puede llevar a replantear la
conceptualización de Beck, que basa la depresión en la distorsión que el sujeto depresivo
realiza al procesar nueva información (Brewin, 1988). La terapia cognitiva de Beck
también tiene amplia repercusión en el ámbito de las relaciones de pareja. Piensa el
autor que las distorsiones de pensamiento, especialmente la tendencia del sujeto a
centrarse en los aspectos negativos de cualquier experiencia, están en la base de muchos
90

malentendidos que afectan las relaciones duales. A menudo, se dan entre las parejas
errores de interpretación de mensajes que, a la larga, derivan en serios problemas de
comunicación interpersonal y, por ende, conducen a frustraciones que acaban
marchitando el amor. Para Beck es clave la idea de que las acciones de las personas
sólo representan hechos que interpretamos. Nuestra reacción es la consecuencia de
nuestra interpretación, más que del acto en sí mismo. La terapia cognitiva de pareja
tendrá como objetivo ayudar a cada uno de sus miembros a clarificar su propio
pensamiento y a perfeccionar su capacidad comunicativa-interpretativa. En el siguiente
esquema queda reflejado el proceso cognitivo que sigue un sujeto y las emociones
implícitas al mismo:

PENSAMIENTO PENSAMIENTO
SITUACIÓN AUTOMATICO AUTOMÁTICO
ENOJOSA SECUNDARIO OBVIO PRIMARIO SUTIL
(Ej: ENOJO) (Ej: TEMOR)

Siguiendo este esquema vamos a comentar un ejemplo expuesto, con algunas


variaciones, por el propio Beck, en el que puede apreciarse el curso del pensamiento de
una mujer que reiteradamente se quejaba de que su marido llegaba siempre tarde a casa.
Un día, sorpresivamente, éste llega mucho antes de lo habitual y para su asombro su
mujer se enoja con él. Lo inesperado de esta reacción, que evidentemente suscita una
fuerte tensión entre los esposos con mutuas acusaciones de desamor, merece un análisis
que nos puede dar una pauta para comprenderla. Se crea una situación inesperada (la
llegada prematura del marido), que desencadena una conducta evidente de enojo. Antes
de esta conducta de enojo, ha habido un pensamiento primario-sutil de temor en este
caso (“él verá que todavía está la casa sin arreglar, la compra por hacer y pensará que
soy una vaga, que vivo a costa de él y puede que me abandone”). Ante estos
pensamientos negativos, es lógico que surja una reacción de enojo concomitante al
pensamiento automático secundario obvio (”me quiere controlar”, “no se fía de mí”, “no
tiene derecho a abandonarme”), que es el que motiva la conducta externa evidente. Son
estos pensamientos distorsionados los que llevan a ejecutar conductas poco integradas.
Vemos claramente en la obra de Beck que la principal variable de análisis es el
pensamiento. Controlando el pensamiento se controla la conducta.
1.2. Los pensamientos irracionales: Ellis
Vamos a exponer ahora ideas de otro investigador muy representativo de este modelo
conductual-cognitivo. Ellis (1962) es autor de la terapia racional emotiva (RET)
consistente en identificar los pensamientos irracionales que mantienen la conducta
desajustada y en reestructura este tipo de pensamiento reemplazándolo por primeros
lógicos. Ellis piensa, al igual que Beck, que el psicoanálisis representa una forma errónea
de enfocar los problemas psicológicos, ya que no da alternativas de cambio al ser
humano. Tampoco es partidario de las terapias de juego de rol vinculadas a modelos
como el Kelliano, ya que los considera falsos y artificiales. Siguiendo la línea cognitiva,
afirma que no son los acontecimientos reales, sino la interpretación que hacemos de los
mismos lo que nos lleva a un desajuste personal. No son los traumas infantiles, sino el
sistema de creencias actuales, los que trastornan a las personas. “Uno se hace neurótico
a sí mismo” (Ellis, 1993).
La teoría de Ellis, conocida también como esquema A-B-C mantiene que ante un suceso
real (A) se generan una serie de pensamientos, creencias o autoverbalizaciones (B) que
91

conducen a la expresión de emociones y conductas que son consecuentes (C) de A y B.


En el esquema adjunto puede observarse el proceso completo.
Esquema de procesamiento cognitivo según Ellis
A1 : ANTECEDENTE: Acontecimiento de la vida real frustrante (enfermedad, dolor,
fracaso, desamor, desempleo...).
B1: CREENCIAS: Sistema de creencias irracionales que crean un sesgo negativo en A
(“yo no puedo fracasar”, “yo he de ser amado siempre”, “a mí no me puede haber
sucedido esta gran desgracia”.
C1: CONSECUENCIAS: Sentirnos desgraciados, enojados, ansiosos, deprimidos.
A1: Nuevo acontecimientos activado por C (“me siento un desgraciado, “me siento un
fracasado”.
B2: Creencia respecto a este A2 (“yo no puedo sentirme así, no es propio de personas
equilibradas y fuertes” “he de ser fuerte y superar este fracaso”).
C2: Aumento de las consecuencias negativas (por ejemplo, sentirse aún más
desgraciado).

A1 B1 C1 A2 B2 C2

Las dificultades emocionales o consecuencia (C) son creadas en buena medida


(causadas) por el sistema de creencias (B) sobre la propia realidad (A). Tales creencias
pueden ser racionales o irracionales. Las racionales se traducen en consecuencias
emocionales y/o conductuales adecuadas; las irracionales, por el contrario, producen
sentimientos o conductas inadecuados. Según este autor las personas neuróticas son
aquellas que nacen con la tendencia a convertir en necesidad cualquier circunstancia. Se
les reconoce porque continuamente están empleando las formas verbales que implican
obligatoriedad “tengo que” “debo” “debéis”. Ellis ha llegado a extrapolar 25 creencias
irracionales autoderrotistas que condensa en tres:
Compendio de ideas irracionales
1. Debo hacerlo todo bien y recibir la aprobación de los demás. Si no, es que soy un
inútil, y no tengo valor. Esta creencia lleva a la ansiedad y a la depresión.
2. Debéis tratarme con gentileza y con amor, darme todo lo que quiero. Si no, tú no
vales nada y yo tengo derecho a despreciarme. Esta creencia puede conducir a
odios y recelos de los demás.
3. El mundo debe ser como yo quiero que sea. No me debe frustrar. Esta creencia
conduce a autolástima, baja tolerancia a la frustración.
La terapia propuesta por el autor consiste en incidir en B, es decir cambiar el tipo de
pensamiento irracional, por otro más adaptado, ya que se nace con capacidad para
construir y reconstruir las ideas. Si no se puede cambiar A, se ha de intentar cambiar B.
Lo que debe lograrse es que la persona piense, sienta y actúe de forma diferente. Es lo
que el autor denomina “terapia multimodal”, que hace énfasis en el trabajo práctico, para
lograr el cambio de sistemas de creencias; no sólo hay que decirse a uno mismo que los
ascensores no son peligrosos, por poner un ejemplo, sino que hay que subir a un
ascensor. En este énfasis en la conducta manifiesta se observa su formación en las
líneas conductistas. Incluso en los últimos años el propio autor propone un cambio de
nomenclatura de su terapia denominándola: “terapia conductual racional-emotiva”
(TCRE). El tratamiento se basa fundamentalmente en el debate o discusión con el cliente
acerca de sus pensamientos irracionales, de modo que la ruptura de tales pensamientos
tenga efectos positivos bien en el dominio cognitivo (modificación de las creencias), bien
en el orden emocional (cambio hacia sentimientos adecuados) o en el conductual (cambio
hacia conductas adecuadas). (Ellis y Whiteley, 1979) El terapeuta establece en primer
lugar la premisa básica “estar vivo y ser feliz”, y a partir de aquí le formula al cliente
preguntas desafío que le hacen enfrentarse con su sistema de creencias. En el cuadro
adjunto hemos reproducido con alguna modificación un diálogo entre un terapeuta (Ellis) y
un cliente hipotético.
92

Ejemplo práctico de discusión de pensamientos


Cliente: “Debo tener éxito en mi trabajo, si no...”.
Terapeuta: “¿Por qué debes tener éxito?”.
Cliente: “Porque si no lo tengo significará que soy un incompetente”.
Terapeuta: “¿Dónde está escrito que debas hacerlo todo bien? ¿Quién dice esto?.
Cliente: “No sé, debo hacerlo”.
Terapeuta: “No hay razón lógica para pensar que debes hacer esto o lo otro, son simples
preferencias tuyas, no obligaciones inalienables”.
Cliente: “Si no soy competente perderé el empleo y n o lo podré soportar”.
Terapeuta: “Demuéstrame por qué no lo podrías soportar?, ¿acaso no estarías vivo?”.
Cliente: “Si, pero no sería feliz”.
Terapeuta: “Demuéstrame que no serías feliz sin trabajo; puedes encontrar otras cosas de
las que disfrutar”.
Cliente: “Si, pero me sentiría un gusano”.
Terapeuta: “Te sentirías un gusano o crees que deberías sentirse como un gusano”.
Cliente: “Pues... no sé... tal vez.... tal vez creo que debería sentirme mal”.
Terapeuta: “¿Quién te impone este sentimiento?. ¿Quién te determina esta creencia?”.
Etc...
Contrariamente a Rogers, que insiste en el concepto de autoestima, Ellis aboga por el de
autoaceptación sin límites. Entiende la autoaceptación en una doble vertiente: 1) hacer
entender que no se es perfecto, nadie lo es, pero no por ello hemos de infravalorarnos
(“soy un ser humano que puede fallar, no soy perfecto, pero estoy vivo, y por el hecho de
vivir ya soy bueno”); 2) se le enseña al cliente a clasificar sólo sus actos, no la totalidad de
su persona (“soy una persona que hace cosas buenas y malas, actúa a veces bien y otras
mal”). La TCRE ha mostrado su eficacia en el ámbito clínico, especialmente en terapias
contra la depresión, la ansiedad, terapias sexuales, terapias de pareja y también
deshabituaciones de drogas, especialmente el tabaquismo.
1.3. Las autoinstrucciones: Meichenbaum
Meichenbaum (1974, 1976) es otro autor ubicable dentro de este mar conductual-
cognitivo. Una de sus contribuciones primordiales es haber desarrollado la técnica de las
autoinstrucciones consistente en enseñar a los sujetos a instruirse adecuadamente a sí
mismos acerca de cómo enfrentarse a situaciones problemáticas. Considera este autor
que los sujetos pueden hablarse a sí mismos y conseguir conductas adaptadas con la
fuerza instruccional de esta conducta verbal, que actúa como de modelado cognitivo.
Esta técnica consiste en verbalizaciones graduadas que se dirigen a varios parámetros
del problema con el que se enfrenta el sujeto:
1) a la definición general del problema (“¿qué debo hacer?”, “¿qué puedo
hacer?”).
2) al elemento nuclear del mismo (“voy a centrarme en el punto clave”);
3) a los mecanismos de atención-concentración (“debo estar atento y
concentrarme en mi trabajo”);
4) a las estrategias de enfrentamiento (“¡oh! Esto no está bien hecho, voy a
repetirlo despacio y prestando mayor atención”); y
5) las estrategias de autorrefuerzo (“esto está mejor, ¡voy mejorando!”, etc.).

El primer paso de esta técnica de autoinstrucciones consiste en un detallado estudio de


las habilidades relacionadas con la tarea, para posteriormente iniciar un tratamiento
autorregulatorio de las mismas, o, en caso de insuficiencia de habilidades, proceder
primero a la instauración de las necesarias. Según Meichenbaum (1977) el cambio desde
la perspectiva conductual-cognitiva se evidencia de forma consecutiva a tres niveles:
primero en la conducta manifiesta del cliente, dado que se acepta que es más fácilmente
modificable esta manifestación que las cogniciones que la acompañan; este primer paso
conlleva el entrenamiento del cliente a ser “el mejor observador de su propia conducta”;
es la fase de autoexploración conductual y cognitiva que permite definir el problema y
93

determinar las posibilidades terapéuticas. Un segundo paso consiste en el desarrollo de


pensamientos y conductas incompatibles con la conducta – problema, lo que tiene como
objetivo primordial el cambio del lenguaje interno finalmente, en un tercer momento, se
trata de consolidar y generalizar los cambios, lo que equivale al asentamiento de nuevas
estructuras cognitivas.
Estas técnicas de autoinstrucciones se han mostrado eficaces en la reducción hiperactiva
y en el aumento del control conductual en el aula. El parecido entre esta técnica y la de la
terapia racional emotiva de Ellis está en su recurrencia a la expresión verbal como medio
de modificar la conducta. Las diferencias entre ambas residen en que la primera se
centra en la importancia de los aspectos rítmicos o semánticos para controlar la conducta,
mientras que la segunda lo hace en el sistema de creencias del sujeto. Es evidente la
relación que estas terapias mantienen con los presupuestos de Luria y, especialmente, de
Vygotsky y acerca del control interno de la conducta gracias a la interiorización de las
mediciones verbales del adulto.
2. Unidades de análisis: el triple sistema de respuesta
Por lo expuesto hasta aquí queda claro que, desde esta perspectiva, se contemplan como
unidades de análisis de la evaluación tanto las variables de respuesta, como las de
ambiente, como las relativas al organismo. Con respecto a las variables conductuales o
de respuesta se atenderá, siguiendo la inicial propuesta de Lang (1968) sobre el triple
sistema de respuesta, tanto a las conductas motoras, como a las fisiológicas y a las
cognitivas, haciéndose especial énfasis en estas últimas (pensamientos, motivaciones,
expectativas...), elemento característico y diferenciador de la evaluación conductual-
cognitiva. Estas variables cognitivas pueden adoptar en el diseño experimental el valor de
variables independientes (considerándolas como etiológicas de una conducta problema),
o de variables dependientes (con valor de conductas problemas), o también el estatus de
variables mediacionales (con valor de nexo relacional), (Fernández Ballesteros, 1981,
basándose en Bandura [1969-1977], Cautela [1970,1973], Mahoney [1974] y
Meichenbaum [1974, 1977]. Por lo que se refiere a las variables de ambiente se
entenderá tanto a los estímulos de ambiente real como de ambiente percibido, lo que
supone un punto distintivo característico de la evaluación conductual – cognitiva.
Finalmente, se tomarán como posibles unidades de análisis las variables procedentes del
organismo, ya que pueden contribuir a la conducta-problema. Estas hacen referencia
tanto a los aspectos biológicos, como a la historia de aprendizajes del sujeto (Nelson y
Hayes, 1986). Las competencias conductuales o cognitivas (Mischel, 1973), los
repertorios básicos de conducta (Staats, 1986), los sistemas de autorregulación
(Meichenbaum 1976), las ideas irracionales (Ellis, 1962), etc..., serán diversos aspectos
cognitivos relacionados con la particular historia de aprendizaje del sujeto que pueden
estar incidiendo y/o elicitando una determinada respuesta.
Nótese que este sistema de clasificación de las variables no carece de cierta arbitrariedad
por cuanto algunas de las variables del organismo sólo son evaluables a través de las
respuestas que éste emite; especialmente esto es así en el terreno de las cogniciones, al
menos por el momento. De hecho, las cogniciones pueden ser interpretadas como
antecedentes de la conducta problema, como consecuentes de la misma e incluso como
conducta en sí misma. Veamos un ejemplo de cada una de ellas. Un antecedente de una
conducta desajustada puede ser un error de pensamiento (“todo lo hago mal y voy a
fracasar en mi nuevo trabajo”. El sujeto, por miedo a este fracaso anticipado, sufre una
crisis de ansiedad. También los pensamientos pueden ser interpretados como
consecuentes de una conducta problema. Sigamos con el ejemplo anterior. La persona
que ha sufrido una crisis de ansiedad puede elaborar pensamientos de este tipo:
“ciertamente soy un débil, mi personalidad está poco estructurada; no merezco que nadie
me quiera”. Finalmente los pensamientos pueden ser en sí mismos la unidad de análisis
que interese evaluar, en tanto que conducta encubierta de tipo verbal (sesgos, errores,
peculiares procesos cognitivos, etc...). La capacidad de reflexión, de crear
autoinducciones cognitivas y de incentivarse que posee el ser humano le permite ejercer
94

alguna influencia sobre su propio comportamiento. De aquí que Bandura piense que un
acto incluya entre sus determinantes influencias autoproducidas. La importancia
concedida a las variables cognitivas no presupone el olvido de los factores ambientales;
pero se reconoce que las cogniciones mediatizan (con valor transformacional) los efectos
del ambiente en la conducta (ambiente percibido). Es decir, la atribución de significados a
los acontecimientos, transforma el impacto que éstos tienen sobre nuestra conducta en
función de la atribución realizada. Desde este modelo conductual-cognitivo, estas
variables de organismo (cognición, afecto...) se diferencian de las contempladas por el
modelo de atributos en que “son tratadas como factores integrales y dinámicos en los
procesos causales más que como dimensiones estáticas de rasgos”. Los cuatro puntos
siguientes recogen los elementos más característicos de este modelo:
1)Todas las terapias se basan en el presupuesto de que los procesos cognitivos-
operacionalizados como auto-lenguaje (self-talk) juegan un papel crítico en el
mantenimiento de la conducta anormal;
2)Estas verbalizaciones incluyen interpretaciones distorsionadas, irracionales o
inadecuadas de los acontecimientos externos actuales;
3)Se puede concienciar al sujeto de la asociación entre sus problemas y sus
verbalizaciones o expresiones no adecuadas;
4)Si aprende a examinar estas expresiones y a ponerlas en duda cuando convenga, irá
tomando cuerpo la validez y racionalidad de los acontecimientos externos. En
consecuencia, pensamientos más adecuados irán sustituyendo a los no adecuados,
lográndose una conducta más adaptativa, precisa y racional.
En resumen, quisiéramos destacar que, en último término, las unidades de análisis
específicas del enfoque evaluativo conductual-cognitivo se central en las producciones
verbales de los sujetos, que son interpretadas como representativas de su mundo
cognitivo.
3. Aspectos metodológicos
El método fundamental de investigación inherente al modelo es el hipotético-deductivo en
su vertiente experimental, tal como ha sido defendido desde sus inicios por el paradigma
behaviorista. La observación directa de la conducta en su medio natural sigue siendo la
técnica metodológica por excelencia, al igual que ocurrió con los modelos radicales del
conductismo (Barrios y Hartmann, 1986; McReynolds, 1986; Fernández-Ballesteros, 1981,
1983; Barret, Johnston y Pennypacker, 1986; Mayor, 1980). A nivel tecnológico esta
vertiente conductual-cognitiva ha desarrollado sus propias técnicas evaluativas para poder
analizar los nuevos núcleos de interés relativos a las construcciones internas. En este
sentido se recupera la técnica de la introspección como medio de análisis de los
contenidos no observables directamente (Caparros, 1980), operativizada mediante
autoinformes y técnicas de autorregistro. Esta vuelta a una técnica tradicionalmente
vinculadas a otros enfoques de análisis de la conducta no supone un regreso al
introspeccionismo, puntualiza Mayor (1980) “al ser controlada objetivamente con métodos
adecuados (...). En este sentido se le atribuye una clara vocación objetivista (...); los datos
de base (...) son tanto la situación estimular como el patrón de respuestas. No obstante
este deseo de objetividad, son evidentes las dificultades metodológicas inherentes a este
modelo, especialmente la objetivación de los procesos cognitivos que ocurren “ab,
intrínseco” y, por ello, accesibles solamente “a través de inferencias a partir de los datos
conductuales” (Mayor, 1980, pág. 254). Es decir, se da cierto enfrentamiento entre las
exigencias científicas de objetividad y la presión del objeto (conductas subjetivas). Este
problema, como se recordará, fue resuelto por los modelos radicales del conductismo
mediante la adaptación del objeto al método (Pelechano, 1988). Tal vez debido a esta
complejidad que entraña analizar las cogniciones, el proceso de evaluación conductual-
cognitiva ha derivado hacia una mezcolanza metodológica y tecnológica, como lamentan
Barrett, Johnston y Pennypacker (1986). Así, se usan técnicas propias del enfoque
conductual (entrevistas estructuradas, registros psicofisiológicos, registros conductuales,
etc.), aplicadas a la evaluación de conductas cognitivas (técnicas de pensamiento en voz
95

alta, escalas de apreciación, etc...). También se utilizan técnicas que otrora fueran
consideradas propias de la evaluación tradicional-psicométrica (inventarios de
personalidad y tests psicométricos tradicionales [Cone y Hawkins, 1977; Goldfried, 1977;
Nelson, 1980]). El núcleo de la cuestión no estriba en la disparidad de técnicas, sino,
como afirma Fernández-Ballesteros (1981), en cómo son usadas y, especialmente, qué
interpretaciones se hacen a partir de ellas. En este sentido, cabe resaltar la
reinterpretación de técnicas tradicionales por parte de la evaluación conductual y las
interesantes argumentaciones que nos brindan autores como Staats y Fernández-
Ballesteros (1987), entre otros, en pro de su aceptación, siempre que su interpretación se
mueva a unos niveles de inferencia bajos. Clark (1988) distingue cuatro grupos de
técnicas básicas:
1. Técnicas de registro con posterior análisis de contenido de las
verbalizaciones del sujeto realizadas durante y después de la ejecución de
la tarea (“pensamientos en voz alta”).
2. Técnicas de producción en las que el sujeto, usualmente de forma escrita,
anota sus pensamientos.
3. Técnicas de muestreo cognitivo, en las que los sujetos explican sus
pensamientos cuando reciben una señal para ello.
4. Técnicas de ratificación (endorsement approach), que evalúan las
cogniciones a través de la respuesta acerca de la existencia o no de
determinados pensamientos a unas determinadas cuestiones
(cuestionarios estructurados).
Vamos a referirnos a alguna de estas técnicas más utilizadas, concretamente a las que
adoptan el formato de cuestionarios y a las técnicas de registro. Los cuestionarios, o
técnicas de ratificación, ideados desde esta perspectiva teórica tienen la peculiaridad de
que, normalmente, no intentan abarcar el estudio de toda la personalidad, como sucede
con los ideados desde el modelo de atributos, sino parámetros más concretos del
comportamiento humano, por ejemplo, depresión, pensamientos irracionales, ansiedad;
pero a su vez, como observará el lector, estas variables de análisis son más amplias que
las que prima el conductismo radical: onicofagia, insomnio, adicciones...
Uno de los cuestionarios que gozan de mayor popularidad y amplia utilización es el
inventario de Depresión de Beck (1961). El B.D.I. consistente en 21 bloques de preguntas
con varias alternativas de respuesta cada uno de ellos, (normalmente 4 o 5) relativas al
estado anímico del sujeto. Este debe elegir la alternativa que más refleja este estado. Por
ejemplo, uno de los bloques temáticos, el N° 1 comprende estas 5 proposiciones: “Esta
tristeza me produce verdaderos sufrimientos”; “No me encuentro triste”; “Me siento alto
triste y deprimido”; “Ya no puedo soportar esta pena”; “Tengo siempre una pena encima
que no me la puedo quitar”. Cada alternativa tiene adscrita una valoración y al final el
examinador deberá contabilizar los puntos que suma el sujeto evaluado. El punto de
corte es 19 y los criterios de diagnóstico del estado depresivo son los que siguen: notas
del 1 al 19 = ausencia de depresión; de 10 a 15 = depresión suave; de 16 a 23 =
depresión moderada y de 24 a 63 = depresión severa. Otro cuestionario ideado por Beck
y colaboradores es el conocido como Escala de pensamiento suicidas, que puede
considerarse complementario del anterior. El cuestionario se estructura en cinco
secciones que sucintamente son: 1) actitudes ante la vida/muerte; 29 características de
los pensamientos/deseos de suicido; 3) características del intento de suicidio; 4)
actualización del intento; 5) factores de fondo.
Otro cuestionario muy representativo de esta postura teórica es el elaborado por Ellis y
conocido como Relación de Pensamientos Irracionales (ROI). Consta de 100 ítems a los
que el sujeto debe contestar “verdadero” o “falso”. Algún ejemplo de su contenido es el
ítem 56 “pienso en el futuro siempre sin ansiedad”; el ítem 65: “Ningún suceso es
perturbador en sí mismo, sino debido al modo como lo enfocamos”, o el 95; “Cada uno
construye su propio infierno interior”. Las respuestas se clasifican en 10 grandes áreas
cada una de las cuales supone un determinado pensamiento irracional. Por ejemplo el
96

área no incluye el pensamiento de que “para un adulto es absolutamente necesario


obtener el cariño y la aprobación de sus semejantes, familia y amigos”; o el área 7, que
entraña la idea irracional de que “es más fácil evitar los problemas y responsabilidades de
la vida que hacerles frente”. También quisiéramos referirnos, para terminar esta
ejemplificación de técnicas cognitivas, al Inventario de situaciones y respuestas de
ansiedad (ISRA), elaborado por J.J. Miguel Tobal y A.R. Cano Vindel en 1986. el ISRA
tiene un doble objetivo, por un lado, y basándose en la teoría tridimensional de la
ansiedad, evaluar el nivel de ansiedad de las personas a tres niveles: cognitivo, fisiológico
y motor; por otro lado, evaluar las principales situaciones ansiógenas (teoría situacional
de la ansiedad). Entre estas situaciones los autores evalúan como más significativas
estas 4 áreas: I: Situaciones que implica evaluación y responsabilidad; II: Situaciones de
interacción social o sexual; III: Situaciones fóbicas y IV: situaciones de interacción social o
sexual; III: situaciones fóbicas y IV: situaciones de la vida cotidiana. Cada uno de los 23
ítems que componen cada una de las tres partes del cuestionario permite evaluar a la vez
la interacción de una determinada situación ansiógena con el tipo de respuesta
preferencial cognitiva, fisiológica o motriz que elabora el sujeto. Por ejemplo, el ítem 1 del
apartado F “Ante un examen en el que me juego mucho, o si voy a ser entrevistado para
un trabajo importante... siento náuseas o mareos”, la persona debe calificar del 0 al 4 el
grado en que le afecta este tipo de situación, calificable como 1 (situaciones de
evaluación) y de nivel de reacción fisiológica. Por lo que hace referencia a las técnicas de
producción desde esta postura conductual – cognitiva tienen la peculiaridad de incluir
entre su registro los pensamientos generados por el sujeto. Normalmente el evaluado
deberá registrar la situación (o acontecimiento que desencadena una emoción
desagradable), la emoción (por ejemplo triste, enfadado), e intensidad de la misma (del 1
al 100), los pensamientos que preceden a la emoción, la respuesta racional que podría
dar el sujeto a estos pensamientos irracionales y finalmente el resultado. Por último el
paciente deberá recalificar sus emociones al respecto. Podemos ver estos supuestos
ejemplificados en el esquema siguiente. Vemos que gracias a una reestructuración
cognitiva, es decir gracias a la capacidad de elaborar pensamientos más racionales, se ha
logrado una importante reducción de las emociones perturbadoras del comportamiento e
inductoras de desajustes personales. Otra cuestión de importancia, referida a los
aspectos tecnológicos de la evaluación conductual-cognitiva, es la que hace referencia a
sus criterios de bondad. Clark (1988) presenta una revisión de la validez de las medidas
cognitivas argumentando la necesidad de mejorar las cualidades de los instrumentos
usados para la evaluación de las variables cognitivas. El autor selecciona algunos
ejemplos de medidas categorizables en los cuatro principales métodos que antes hemos
mencionado y analiza su validez en relación a los constructos de depresión, ansiedad y
asertividad. Concretamente analiza tres tipos distintos de validez: la validez
discriminantes entre grupos funcionales y disfuncionales, validez concurrente y
apreciación de sensibilidad al tratamiento. Concluye que, de los cuatro grupos de
instrumentos analizados, no se deduce que un método de medida (o más precisamente,
de recogida de datos) sea consistentemente mejor que otro. No obstante el soporte
empírico para la diferenciación de grupos funcionales y disfuncionales y para la
evaluación de los efectos del tratamiento, se inclina a favor de las técnicas de ratificación,
o cuestionarios estructurados. La validez para la técnica de “pensamiento en voz alta” y
para el “muestreo cognitivo” no ha sido adecuadamente establecida. Todo ello lleva al
autor a plantear el tema clave de la accesibilidad del sujeto a los fenómenos cognitivos
como elemento indispensable para lograr precisión en tales medidas. En suma, Clark
(1988) concluye que se deben dedicar notables esfuerzos a mejorar los instrumentos de
medida, de lo contrario los datos e interpretaciones realizados desde el modelo
conductual-cognitivo adolecerán de falta de precisión y de fiabilidad. Tal como afirmaba
Mahoney (1977) “nuestro largo y dura día de trabajo sólo ha empezado. No perdemos
tiempo felicitándonos a nosotros mismos de nuestros conocimientos (o sabiduría), cuando
97

nuestra ignorancia es tan evidente. Tenemos motivos para el optimismo, pero difícilmente
para la jubilación”.
4. Ámbitos de aplicación
El ámbito de máxima aplicabilidad del modelo conductual-cognitivo es el clínico y su
objetivo fundamental el cambio de determinadas conductas a partir del cambio de
pensamiento. Mediante la reestructuración de los modos de pensar de los pacientes se
pretende que obtengan una visión del mundo más justa y ecuánime y, por ende, una
conducta más adaptada a las circunstancias. El modelo se ha revelado fecundo tanto en
terapias individuales como grupales. Entre estas últimas destacan las terapias de pareja,
cuya meta es lograr que cada uno de sus miembros se dé cuenta de sus peculiares
errores cognitivos y prejuicios con respecto a la conducta del otro. La función del
evaluador-terapeuta consistirá en ayudarles a analizar de forma menos sesgada su
realidad dual, a partir del análisis de los pensamientos que genera cada uno de ellos.
También dentro del ámbito clínico este modo de operar se ha utilizado para lograr
deshabituaciones de drogas, como el tabaco, el alcohol, u otro tipo de sustancias que
crean dependencia. El campo escolar puede beneficiarse de este modo de operar:
algunos alumnos suelen presentar delante de ciertos problemas escolares una actitud
negativista. La creencia de que no van a poder resolver aquel problema, o la de que son
negados para una determinada materia les lleva a autodirigirse verbalizaciones de cariz
peyorativo. Mediante el cambio de estas autoverbalizaciones habituales, que se ha
comprobado que pueden incidir negativamente en su rendimiento, pueden lograrse
aprendizajes más rápidos y mejores.

 MODELO SISTEMICO
 Desarrollo Histórico:
Se relaciona a la evolución de la terapia familiar.
Terapeutas formados bajo una orientación psicoanalítica comenzaron a incluir a la
familia como ente de tratamiento
Ackerman, hizo estudio de los mineros y su familia.
Karen Horney, Erich Sullivan, ponían énfasis en el origen psicosocial de los
conflictos psíquicos.
Foster y Gurman (1988), consideran cuatro aspectos importantes del
funcionamiento familiar:
 La estructura, se refiere al grado de claridad de los limites familiares (aquellos
que pueden acceder a discutir o tomar una decisión), asimismo el los roles y
funciones de cada miembro familiar, manteniendo al mismo tiempo la “unión
familiar”.
98

 La regulación, la secuencia típica de interacción o de relación familiar, que suele


ser habitual y predecible. Las causas-efectos, cuya finalidad es de mantener el
equilibrio u homeostasis familiar.
 La información, se refiere a la manera en que se comunican los miembros de la
familia.
 La Capacidad de adaptación, referida al manejo de las crisis o retos relacionados
a la estabilidad familiar a lo largo del ciclo vital.

TERAPIA BREVE SISTÉMICA


Jackson, Weakland, Watzlawick, Fisch
 Se basa en la lógica de los sistemas, si un aspecto significativo del problema en
la interacción cambia, todo lo demás cambiará para acomodar ese cambio.
 Los síntomas son mantenidos por y para los demás.
 Los clientes pueden mantener sus síntomas para proteger a otros o para mantener
la relación que tienen con otros.
 La teoría de sistemas es usada por los terapeutas familiares .
 Terapia breve sistémica
Jackson, Weakland, Watzlawick, Fisch
 Se entiende la conducta como las interacciones observables entre el cliente y
otras personas actuales y entre el cliente y su terapeuta.
 La información sobre eventos pasados, traumas, influencias genéticas o
bioquímicas son relevantes pero para entender cómo así se iniciaron, mantuvieron
y perpetuaron los problemas de interacción que tiene el cliente en la vida
actual.
 Terapia breve sistémica
Jackson, Weakland, Watzlawick, Fisch
 El terapeuta debe identificar a la persona más motivada de la familia, y con ella
se hace la mayor parte del trabajo terapéutico.
 Es necesario saber cuándo, cómo y a quién preguntar para tener un entendimiento
claro y específico en términos concretos (ej. para quién es un problema, de qué
manera es un problema).
 Terapia breve sistémica
Jackson, Weakland, Watzlawick, Fisch
 La solución que se ha venido intentando es el problema, ya que lo mantiene y
perpetúa.
 Interrumpir estas soluciones inefectivas muchas veces es suficiente para que el
problema se disipe.
 En lugar de reestructurar todo el sistema familiar, promueve un cambio mínimo
para resolver el problema presente.
 Terapia breve sistémica
Jackson, Weakland, Watzlawick, Fisch

Si una familia está estancada en un patrón rígido, el terapeuta debe hacer algo para
romper este patrón. Hay una serie de posibilidades-otras conductas, otras
oportunidades, otras personas con las que los miembros de la familia se pueden
relacionar de manera diferente (Jackson, 2009).
99
100
101
102

MODELO HUMANISTA-EXISTENCIAL
• La conducta Humana está determinada por la percepción del mundo en base a
las sensaciones y emociones.
• La concepción del hombre y su experiencia - vivencias constituyen el nucleo de su
existencia.
103

PREMISAS PRINCIPALES
• Se centra en el individuo y sus vivencias.
• Se trabaja en el tiempo presente en el aquí y ahora.
Se basa en la concepción humanista del hombre. Concepción:
-El hombre vive subjetivamente. -El hombre esta
impulsado a la autorrealización. -El hombre es más sabio que su
intelecto. -El hombre tiene capacidad de libertad y elección.
-El hombre es capaz de crear.

MODELO EXISTENCIAL

 La Patología y el bienestar son dos caras de una misma moneda.


 El bienestar es la habilidad para ser transparente y estar abierto a lo que la vida
traiga: lo bueno y lo malo.
 Si nos enfocamos es evadir lo malo de la vida no podremos ver el lado bueno.
 Bienestar psicológico es igual a sabiduría.

 MODELO EXISTENCIAL
 Los problemas no son impedimentos, toda situación estresante potencial puede
ser vista como un reto.
 Esta terapia es especialmente útil en circunstancias de crisis.

 Metas de la terapia:
• Ser consciente de la situación, de tus valores y creencias.
• Negociar de manera exitosa con crisis pasadas, presentes y futuras.
 Terapia existencial
• Ser consciente de las paradojas, conflictos y dilemas de la existencia diaria.
• El terapeuta tiene que tener experiencia de vida, debe tener una apertura a la
experiencia, madurez, actitud curiosa y un deseo de entender lo que significa ser
humano, tener conocimiento teórico y entrenamiento.

El modelo de Strasser y Strasser (1997) ofrece entre 12 y 15 sesiones, con dos sesiones
de seguimiento.

Aspecto Metodológico
• Las técnicas no están sistematizadas rígidamente, se adapta a las circunstancias
terapéuticas.
• El terapeuta es un acompañante existencial del cliente.
• El tiempo terapéutico se decide en el proceso mismo.
No se efectúa diagnósticos nosográficos.
104

PROMOCIÓN Y PREVENCIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

ESTRÉS, SALUD Y ENFERMEDAD

El impacto del estrés en la salud.

El estrés es una respuesta general del organismo ante demandas internas o externas que en
principio resultan amenazantes, consistiendo, básicamente, en una movilización de recursos
fisiológicos y psicológicos para afrontar tales demandas.

El estrés, por tanto, es una respuesta adaptativa que puede resultar beneficiosa para
mantener e incrementar la salud. Por ejemplo, la preocupación por estar engordando puede
propiciar que se siga una dieta alimentaria más apropiada y que se lleve a cabo un plan de
ejercicio saludable, mejorando, de esta forma, la salud de la persona que padecía estrés por la
preocupación de engordar; o el temor a tener un accidente de coche puede favorecer que no se
consuma alcohol antes de conducir, que se lleve el cinturón de seguridad abrochado, que se
modere la velocidad y que se eviten los adelantamientos peligrosos, previniendo en gran medida
un accidente mortal.

En casos como estos, el padecimiento de estrés puede movilizar a las personan en busca de
soluciones útiles que contribuyan a su salud y a su bienestar, resultando, por lo tanto, positivo.

Sin embargo, el exceso cuantitativo o cualitativo de estrés, consecuencia, por un lado, de la


exposición a múltiples o muy impactantes situaciones estresantes y, por otro, la falta de un estilo y
de unos recursos apropiados para hacerles frente; o el resultado del agotamiento de un organismo
que con bastante frecuencia debe estar sobrefuncionando para manejar las situaciones que
pueden afectarle puede perjudicar seriamente la salud, constituyendo, de hecho, uno de los
principales factores de riesgo de padecimiento de los trastornos más graves de nuestro tiempo.

Así las tres principales causas de muerte hoy en día en la mayoría de las sociedades más
avanzadas son: las enfermedades del corazón, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares (e.g
Harris, 1981 National Center for Health Statistics 1992); y el estrés es uno de los factores de riesgo
de estos tres tipos de alteraciones, contribuyendo además, indirectamente, al fovorecer, en muchos
casos, la presencia de otros factores de riesgo relevantes (e,g. La hipertensión, la conducta de
fumar, la obesidad).

Puede afirmarse, por tanto, que el estrés incontrolado, cuando sobrepasa el límite de
tolerancia del organismo, aumenta la vulnerabilidad del mismo a enfermarse que, como las
señaladas, puede resultar mortales. Asimismo, el estrés se relaciona con las alteraciones de la
salud y otros comportamientos habituales que suelen ser mortales (aunque algunos de ellos
pueden ser factores de riesgo), pero que deterioran notablemente el funcionamiento normal, el
bienestar y la calidad de vida de las personas que los padecen (e,g. El Asma, el dolor crónico, las
alteraciones gastrointestinales, el insomnio, beber alcohol en exceso), lo que justifica, todavía más,
el control de esta variable.

Por último, en otros casos en los que no llega a provocar enfermedades, el estrés deteriora el
funcionamiento normal del organismo y ocasiona a las personas experiencias negativas o poco
105

gratificantes (e.g. disminuye el rendimiento laboral; las personas se encuentran con menos
energía; empeora el estado de ánimo; apenas se disfruta de las experiencias cotidianas; aumenta
la tensión muscular; etc.), deteriorándose, en definitiva, su bienestar y su calidad de vida. Sin duda,
otra razón de peso para la utilización de un tipo de intervención que ayude a controlar el estrés y
sus efectos perjudiciales.

Los mecanismos por los que el estrés parece perjudicar la salud de las personas han sido
comentadas ampliamente en otros escritos (e.g. Labrador, Cruzado y Vallejo, 1987; Sandín, 1995;
y capítulo 3 de este libro). En líneas generales, se produce un sobrefuncionamiento de diversos
sistemas del organismo (e.g. rama simpática del sistema nervioso autónomo, sistema somático) y
un debilitamiento del sistema inmunitario, aumentando la probabilidad de que se presenten
trastornos como las que hemos mencionado.

Resulta obvia, por tanto, la importancia de controlar el estrés para incrementar la salud:
previniendo su aparición en exceso, eliminándolo o aliviándolo cuando se encuentre presente y
previniendo nuevas apariciones perjudiciales cuando haya sido neutralizado.

Más adelante, en este capítulo, nos referiremos a los grandes objetivos de la intervención
comportamental para el control del estrés, pero antes hemos dedicado los dos próximos apartados
a las variables, situacionales y personales, que pueden determinar las respuestas de estrés y que
pueden, por esta vía, afectar la salud de las personas.

La comprensión de estas variables y su interacción, ayudará al terapeuta al conocimiento del


problema de sus clientes con estrés, orientándolo positivamente respecto al programa de
intervención
.

Variables situacionales y potencialmente estresantes

Múltiples situaciones externas a las personas y demandas internas de éstas pueden tener el
potencial suficiente como parar provocar estrés, y en este volumen se hace referencia a ellas en
los distintos capítulos (en el capítulo 3 de forma más general y en relación al estudio de caso que
se plantea, en los capítulos 4 al 9 de manera más específica en determinados contextos, y en los
capítulos 10 al 14 dentro del marco de diferentes trastornos).

En general son potencialmente estresantes las situaciones que implican cambios relevantes
en la vida cotidiana de las personas, que tienen una trascendencia para ellas, sobre todo si son
novedosas, inciertas, ambiguas, conflictivas, difíciles o insolubles, o que resultan dolorosas,
desagradables, molestas incómodas poco gratificantes. Estas situaciones provocan dificultades
como las siguientes.

(a) Amenazan la seguridad de las personas (e.g. su seguridad personal, económica o


laboral), la inversión personal que han realizado en alguna cuestión concreta (e.g. en un
proyecto de trabajo), en el cumplimiento de alguna tarea o compromiso, su auto-
confianza, su auto-estima o su auto-realización, su imagen ante los demás, la posibilidad
de conseguir algo muy deseado (e.g. una beca para poder estudiar), su relación de
pareja y su vida familiar, sus relaciones interpersonales, sus fuentes de obtención de
gratificación, su desarrollo personal y hasta su dignidad como personas;
(b) Atentan contra principios, valores y creencias fundamentales (e.g. contra principios
éticos, contra creencias como que “hay que quedar bien con los demás”). Contra normas
o costumbres de funcionamiento personal o contra su propia intimidad;
(c) Exigen un sobre-esfuerzo físico y mental (e.g. tareas que requieran una gran actividad
física intensa; tareas que exigen la máxima concentración; periodos de actividad sin
apenas descanso y/o un rendimiento elevado y unos resultados satisfactorios
106

(d) Implican la toma de decisiones difíciles, la obligación de asumir responsabilidades y/o


riesgos considerables, o la necesidad de actuar “contra el reloj”.
(e) Implican someterse a una evaluación social ( situaciones en las que el comportamiento
de una persona puede ser evaluado por otras que aquella considera relevantes)
(f) Plantean problemas o conflictos difíciles de solucionar (e.g. un familiar con una
enfermedad grave; situaciones interpersonales en las que, aparentemente, se haga lo
que se haga “se queda mal”);

(g) Conllevan la exposición a algo desagradable, doloroso, molesto o incómodo (e.g. estar
en un hospital; someterse a reconocimientos médicos dolorosos; “dar la cara” ante los
clientes para disculparse, “perseguir” a los clientes morosos; decirle a alguien a quien se
aprecia lo que no les gusta oír);
(h) Suponen la restricción de la actividad normal (e.g. tener un accidente que exige limitar la
actividad cotidiana durante un periodo largo; tener que hacer algo que impide dedicarse a
la actividad normal) y/o la dependencia excesiva de los demás (tener que esperar la
decisión de otras personas sin poder hacer nada ; depender de un familiar para
trasladarse de un lugar a otro):
(i) Conllevan la realización de tareas monótonas, aburridas o poco interesantes o
gratificantes ( e.g. un trabajo rutinario sin incentivos de ningún tipo);
(j) Propician la aparición de sentimientos de inutilidad o fracaso (e.g. la jubilación; no
conseguir los objetivos laborales previstos);
(k) Consisten en la agresión de otras personas, tanto la agresión física como la agresión
verbal o a través de acciones de distinto tipo.

Las mismas manifestaciones de estrés (e.g. los síntomas de ansiedad, tener menos energía y
sus efectos perjudiciales (e.g. rendir peor, tener crisis asmáticas) son potencialmente estresantes,
pudiendo provocar más estrés tanto su presencia real como las cogniciones que anticipen la
posibilidad de que aparezcan (en línea del conocido miedo al miedo o miedo a los síntomas).

Las situaciones potencialmente estresantes pueden presentarse de diferentes maneras. En


ocasiones son eventos de gran importancia, que basta con que aparezcan una sola vez para que
provoquen reacciones de estrés intensas, duraderas y perjudiciales (e.g. situaciones traumáticas
como, en este libro, el abuso sexual en el capítulo 9 o también, en su medida, las lesiones
deportivas en el capítulo 6; u otras situaciones como perder el empleo, perder a un ser querido,
etc.).

Otras veces se trata de sucesos que también son importantes pero que necesitan una
exposición más prolongada, o coincidir en el tiempo con otros sucesos estresantes, para provocar
una reacción de estrés que sea perjudicial (e.g. la posibilidad de quedarse sin trabajo, la
enfermedad de un familiar). Y en otras ocasiones, son múltiples sucesos menores los que
sumando su impacto estresante, pueden favorecer la presencia de estrés prolongado
suficientemente severo como para propiciar déficits de salud (e.g. pequeños pero continuos
problemas laborales e interpersonales junto a dificultades menores pero frecuentes en la
convivencia familiar).

Por último, contrarrestando algunas creencias erróneas, se debe tener en cuenta (a) que no
sólo son potencialmente estresantes las situaciones negativas (e.g. perder a un ser querido,
divorciarse, tener dificultades laborales, etc.), sino también pueden serlo situaciones
aparentemente positivas (e.g. ascender a un puesto de dirección en la empresa es una situación
positiva, pero puede suponer una mayor responsabiliza, más horas de trabajo, más situaciones de
conflicto interpersonal, la obligación de exponerse a situaciones de evaluación social, etc. ); y (b)
que las situaciones que pueden provocar estrés no incluyen únicamente la presencia de excesos
(e.g. muchas horas de trabajo, mucha responsabilidad, algo muy traumático, una elevada evolución
social, etc.), sino también déficits que pueden resultar muy impactantes (e.g. monotonía,
aburrimiento, falta de interés, mínima actividad, sentirse infrautilizado en el entorno laboral, escaso
desarrollo personal, etc.).
107

Variables personales relevantes


Sin embargo, como ya se ha apuntado levemente y se señala con más detalle en diferentes
capítulos del libro (e.g. en los capítulos 3,5,10 o 13), la presencia de situaciones potencialmente
estresantes, aún tratándose de situaciones muy poderosas, no es condición suficiente para que se
produzca la respuesta de estrés, ni tampoco para predecir la intensidad de la respuesta o sus
efectos específicos en el funcionamiento y la salud de las personas expuestas a tales situaciones,
sino que debe considerarse la interacción.
Entre las situaciones potencialmente estresantes y determinadas variables personales que
pueden incrementar o aliviar su valor amenazante. Lógicamente, cuanto mayor será su potencial
estresante, pero el impacto de una misma situación será diferente en función de la presencia o
ausencia de variables personales que han mostrado ser relevantes.

Esta posición interaccionista, se basa en el modelo propuesto por Lazarus y Folkman (1984),
tan ampliamente aceptado por los especialistas en este campo. Según estos autores, el impacto
del estrés depende de la valoración que las personas hacen, en primer lugar sobre la experiencia
estresante y, posteriormente, sobre los propios recursos para hacerle frente, dependiendo de esta
interacción el que la situación sea percibida como una amenaza o un reto, y también la duración e
intensidad de su posible impacto sobre el organismo.
El tipo de valoraciones más habituales podrían depender de patrones de conducta y estilos
de afrontamiento relativamente estables; de valores, creencias y actitudes que pueden afectar a la
atención selectiva, al procesamiento de la información y al juicio sobre los propios recursos; y de la
existencia real de recursos y habilidades eficaces y apropiados apoyos sociales.
En la tabla 1.2, distribuidas de estos tres apartados para su mejor comprensión, hemos
resumido las variables personales que parecen aumentar el valor amenazante de las situaciones
potencialmente estresantes. No se trata, sin embargo, de apartados independientes; al contrario,
en muchos casos existe una notable interrelación entre ellos que conviene tener presente. Por
ejemplo, patrones de conducta y estilos de afrontamiento relativamente estables pueden depender,
en parte, de la rigidez de determinados valores, creencias y actitudes; las creencias respecto a los
propios recursos y los estilos de afrontamiento pueden depender de la presencia o ausencia de
recursos de afrontamiento real, etc.

Tabla 1.2: Variables personales que pueden afectar negativamente la valoración subjetiva de las
situaciones estresantes y de los propios recursos para hacerles frente, incrementando
la probabilidad del estrés y de sus efectos perjudiciales sobre la salud.
108

 Presencia de patrón de conducta Tipo – A.


 Ausencia de patrón de conducta Dureza
 Tendencia a no mostrarse externamente
PATRONES DE CONDUCTA Y ESTILOS DE
enfadado
AFRONTAMIENTO RELATIVAMENTE ESTA-
 Tendencia a negar, evitar o escapar de las
BLES
situaciones potencialmente estresantes
 Tendencia a valorar como amenazantes
situaciones ambiguas
 Presencia de valores, creencias y actitudes
rígidos, irracionales y disfuncionales que
VALORES, CREENCIAS Y ACTITUDES
propician la valoración sesgada y
desfavorable
 Ausencia de recursos y habilidades para
solucionar situaciones potencialmente
estre-santes
RECURSOS DE AFRONTAMIENO Y
 Ausencia de recursos y habilidades para
APOYOS SOCIALES
manejar las situaciones potencialmente es-
tresantes y/o aliviar su impacto
 Ausencia de apropiados apoyos sociales

También podría gustarte