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El autor parte definiendo, por un lado, al estado

subsidiario y, por el otro, al estado de bienestar,


contraponiendo ambos modelos según los debates más
recientes en Chile sobre si cambiar o no el sistema económico
y distributivo del país. El primero lo define como la libertad de
derechos y en la toma de decisiones para los ciudadanos.
Mientras que el segundo, se preocupa por la redistribución de
los bienes y por otorgar derechos de carácter “social”,
buscando universalizar el bienestar y las ayudas solidarias a
los sectores más bajos.
Luego de esto, destaca la principal crítica al estado
subsidiario, que se le suele llamar “insociable”, porque a
diferencia del estado de bienestar, no se preocupa por el
bienestar social y se centra únicamente en entregarles
libertad a las personas mediante el uso de la propiedad
privada. Por ende, se le critica a este modelo por no alcanzar
una justicia social deseable.
En el capítulo 2, establece una variación entre quienes
apoyan el estado subsidiario. Entre ellos, se encuentran por
un lado los “tomistas” y por el otro los “liberales”. Los
tomistas son quienes parten por la doctrina social de la Iglesia
y se posicionan más en un punto medio entre el Estado
subsidiario y el de bienestar, además, no están conformes con
el rumbo que ha tomado el capitalismo en Chile de dejar de
lado al pueblo y no ir en su ayuda comunitaria. Son estos
quienes han contribuido a la caricaturización del liberalismo,
como una doctrina esencialmente egoísta, indiferente al
destino de los más desaventajados y/o apenas interesada en
algo más que la economía. El liberalismo sería, según quienes
esgrimen esta crítica, una doctrina insociable.
Schwember defiende la no aplicación de la doctrina social
de la Iglesia en la sociedad chilena, aún cuando se prometió
en la constitución del 80, porque considera que las alianzas
políticas no siempre van a dejar contentos a todos y toman
rumbos para acomodar sus propias posiciones. Lo ideal para
evitar estos problemas, dice el autor, es llegar a un consenso
entre ambas partes y así evitar una posible dispersión,
aunque sin dejar de todo conforme a los más exigentes. Para
traer esto al contexto chileno, pone como ejemplo a la UDI,
que fue una alianza entre liberales y conservadores.
En el capítulo 3, el autor ve las ideas de Rawls como
neoliberales, ya que permite que haya desigualdad siempre y
cuando se logren maximizar los beneficios. De este modo, él
apoya en Rawls la idea del estado subsidiario y del libre
mercado.
Luego, se apoya también en Popper en el sentido de no
buscar la felicidad universal para todos, sino de intentar
disminuirla lo más que se pueda. Es aquí donde nace la idea
de Schwember del suficientarismo, de buscar que las
personas vivan con lo justo y lo necesario, disminuyendo la
pobreza y fijando un umbral aceptable que asegure la
subsistencia al menos de las familias más desfavorecidas.
El autor defiende a la subsidiaridad, ya que trae beneficios
positivos para las clases más bajas, al mejorar un poco su
calidad de vida. Las consecuencias más ventajosas son la
eliminación de la pobreza y la baja en el sufrimiento.
Ahora bien, presenta la idea de Ropke de fijar un punto medio
entre el estado subsidiario y el estado solidario, en donde de
forma voluntaria se permita ayudar a los más necesitados,
pero no con intervención directa del Estado, sino de forma
indirecta. Así, distingue entre intervenciones del Estado que
afectan al mercado y otras que no lo hacen, proponiendo que
se deje a la economía funcionar de forma eficaz.
Schwember no está en contra de ayudar de que el Estado
actúe en beneficio de los demás, pero limitándose solamente
a los más necesitados, quienes no sean capaces de financiar
sus gastos más básicos por cuenta propia (pobreza). Además,
defiende la libertad del ser humano y la propiedad privada
siempre y cuando no viole los derechos de otros.
Luego, este autor plantea que el mercado es una institución
que funciona correctamente regulada por cuenta propia, y no
es una selva donde los depredadores se comen a los menos
capaces, sino que impide los fraudes y robos para mantenerse
a flote, mediante contratos y una administración. Las
personas incursionan en el mercado y actúan por voluntad
propia y mixta, por lo que no se le podría considerar a un
intercambio como injusto.
Schwember piensa que el Estado subsidiario es justo, ya que
mediante el mercado entrega igualdad de oportunidades para
cualquier ciudadano que quiera incursionar en él,
estableciendo una sociedad liberal. Dicho esto, toma en
consideración el objetivo de la justicia distributiva, que no es
más que intentar paliar la necesidad y erradicar la pobreza,
cosa que, según el autor, se puede lograr mediante
prestaciones a particulares.
En el capítulo 4, el autor establece una diferencia radical entre
ser liberal y socialista, ya que ambas cosas fueron
confundidas por Fernando Atria, quien consideró que la
ideología de Schwember conducía al socialismo. El autor deja
en claro que, si bien defiende el estado subsidiario y también
un suficientarismo el cual disminuya la pobreza y mejore el
bienestar de las clases más bajas, esto no significa que su
objetivo a largo plazo sea lograr una igualdad total y la
eliminación de las clases sociales. Aún así, él busca defender
la existencia de clases sociales y que exista una clase
privilegiada que lidere y vele por los intereses del mercado.
Critica al estado de bienestar, ya que este busca suministrar
algunos bienes esenciales de forma gratuita para la población,
provocando intervenciones disconformes con el mercado en
aquellas áreas en las que, precisamente, no se quiere que lo
haya.
Atria piensa que la violación de derechos va en que se
restrinja la igualdad de oportunidades para la ciudadanía, y
que se despreocupe el Estado al no ir en ayuda de los más
necesitados. Contrario a ese pensamiento, Schwember cree
que el Estado subsidiario no está violando ningún derecho, ya
que fija un límite a la libertad del individuo, que radica en no
violar el derecho a la libertad de otros, ni ningún otro derecho
de forma directa. Esto no aplica para quienes se ven
afectados de forma indirecta, poniendo de ejemplo a una
cadena de panaderías que se expande a otras regiones y
provoca el cierre de las panaderías que ya estaban trabajando
en esos lugares, o también el ejemplo de la libertad del
matrimonio, siendo libres de casarnos con quienes queramos
aun cuando eso les traiga infelicidad a otros pretendientes.
Comparación entre Atria y Schwember:
1) Atria plantea que el sistema económico neoliberal conlleva
a incitar la codicia y al individualismo, mirando al otro como
un adversario en el mercado y no como un humano
realmente. A esto, Schwember responde que también podría
existir un punto intermedio entre la codicia y el altruismo, que
no todo es extremista y que el neoliberalismo puede construir
una barrera contra la codicia. También considera que Atria no
busca la justicia en sí, sino que simplemente establecer un
socialismo fraternal, apelando más a las relaciones sociales de
forma humanitaria, sin prestar tanta atención al nivel de
riqueza de sus participantes o la economía del país.
2) Schwember cree que es contraproducente que todas las
instituciones sean públicas, porque los más adinerados
simplemente se irían del país y/o mandarían a sus hijos a
otros países a estudiar, en vez de invertir en mejorar la
entrega de bienes y servicios en su país natal. Por otra parte,
Atria cree que los sectores privilegiados van a invertir en
mejorar las escuelas públicas para que sus hijos obtengan
buena educación.
3) Schwember critica el estado de bienestar porque el poder
se centralizaría aún más y la entrega del capital para que las
instituciones puedan seguir funcionando pasaría por un
proceso de burocracia que no contribuye a aumentar las
oportunidades.
4) Schwember se pone en el caso de que un Estado se quede
sin fondos para financiar sus instituciones y la entrega de
bienes y servicios, en esta situación no se le podría negar a
una empresa privada que se ofrezca a ayudar, porque no
sería justo. En el peor de los casos, el Estado tendría que
recurrir a la inversión de empresarios privados que lo ayuden
a subsistir y finalmente fracasaría el estado de bienestar,
volviendo al neoliberalismo.
5) Atria cree que un Estado no debe velar solo por el derecho
de sus ciudadanos, sino también de cualquier persona que
pise su territorio. A él le importa más el hecho de que sea
humano a su nacionalidad, raza, sexo, etnia, etc. En cambio,
para Schwember esto no sería razonable, y mucho menos
garantizarle a todos salud, vivienda y comida, tomando en
cuenta las desventajas y problemas que esto provocaría.
6) Schwember además considera utópica la entrega de bienes
y servicios para toda la ciudadanía, ya que los fondos del
Estado no alcanzarían para subsanarlos. Pone de ejemplo que
le aumenten a un profesor particular la cantidad de alumnos,
ya llegará a un número en donde el último niño no alcanzará
a escucharlo, y será más efectivo que sean menos niños los
que asistan a estas clases que un número de ellos que no se
puedan manejar. Por esta razón, defiende el suficientarismo y
que sea solo a los más necesitados quienes se les brinde
ayuda a través del subsidio.
7) Y, como crítica final, Schwember destaca el constante
endeudamiento que viven aquellos países que implementan el
estado de bienestar, ya que aumenta considerablemente el
gasto público al tener que financiar los bienes y servicios y
además ir en ayuda de los más necesitados.

En conclusión, los comunitaristas de derecha estarían a favor


de el suficientarismo, ya que maximizarían los beneficios de la
sociedad sin comprometer el desarrollo económico del país, ni
violar los derechos de los ciudadanos.

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