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El documento resume las posiciones del autor Schwember respecto al estado subsidiario y de bienestar. Schwember defiende el estado subsidiario y propone un enfoque de "suficientarismo" donde el estado ayude a los más necesitados a vivir con lo necesario, pero sin intervenir excesivamente en la economía. Compara esta posición con la de Fernando Atria, quien apoya más un estado de bienestar con mayores intervenciones estatales.
El documento resume las posiciones del autor Schwember respecto al estado subsidiario y de bienestar. Schwember defiende el estado subsidiario y propone un enfoque de "suficientarismo" donde el estado ayude a los más necesitados a vivir con lo necesario, pero sin intervenir excesivamente en la economía. Compara esta posición con la de Fernando Atria, quien apoya más un estado de bienestar con mayores intervenciones estatales.
El documento resume las posiciones del autor Schwember respecto al estado subsidiario y de bienestar. Schwember defiende el estado subsidiario y propone un enfoque de "suficientarismo" donde el estado ayude a los más necesitados a vivir con lo necesario, pero sin intervenir excesivamente en la economía. Compara esta posición con la de Fernando Atria, quien apoya más un estado de bienestar con mayores intervenciones estatales.
subsidiario y, por el otro, al estado de bienestar,
contraponiendo ambos modelos según los debates más recientes en Chile sobre si cambiar o no el sistema económico y distributivo del país. El primero lo define como la libertad de derechos y en la toma de decisiones para los ciudadanos. Mientras que el segundo, se preocupa por la redistribución de los bienes y por otorgar derechos de carácter “social”, buscando universalizar el bienestar y las ayudas solidarias a los sectores más bajos. Luego de esto, destaca la principal crítica al estado subsidiario, que se le suele llamar “insociable”, porque a diferencia del estado de bienestar, no se preocupa por el bienestar social y se centra únicamente en entregarles libertad a las personas mediante el uso de la propiedad privada. Por ende, se le critica a este modelo por no alcanzar una justicia social deseable. En el capítulo 2, establece una variación entre quienes apoyan el estado subsidiario. Entre ellos, se encuentran por un lado los “tomistas” y por el otro los “liberales”. Los tomistas son quienes parten por la doctrina social de la Iglesia y se posicionan más en un punto medio entre el Estado subsidiario y el de bienestar, además, no están conformes con el rumbo que ha tomado el capitalismo en Chile de dejar de lado al pueblo y no ir en su ayuda comunitaria. Son estos quienes han contribuido a la caricaturización del liberalismo, como una doctrina esencialmente egoísta, indiferente al destino de los más desaventajados y/o apenas interesada en algo más que la economía. El liberalismo sería, según quienes esgrimen esta crítica, una doctrina insociable. Schwember defiende la no aplicación de la doctrina social de la Iglesia en la sociedad chilena, aún cuando se prometió en la constitución del 80, porque considera que las alianzas políticas no siempre van a dejar contentos a todos y toman rumbos para acomodar sus propias posiciones. Lo ideal para evitar estos problemas, dice el autor, es llegar a un consenso entre ambas partes y así evitar una posible dispersión, aunque sin dejar de todo conforme a los más exigentes. Para traer esto al contexto chileno, pone como ejemplo a la UDI, que fue una alianza entre liberales y conservadores. En el capítulo 3, el autor ve las ideas de Rawls como neoliberales, ya que permite que haya desigualdad siempre y cuando se logren maximizar los beneficios. De este modo, él apoya en Rawls la idea del estado subsidiario y del libre mercado. Luego, se apoya también en Popper en el sentido de no buscar la felicidad universal para todos, sino de intentar disminuirla lo más que se pueda. Es aquí donde nace la idea de Schwember del suficientarismo, de buscar que las personas vivan con lo justo y lo necesario, disminuyendo la pobreza y fijando un umbral aceptable que asegure la subsistencia al menos de las familias más desfavorecidas. El autor defiende a la subsidiaridad, ya que trae beneficios positivos para las clases más bajas, al mejorar un poco su calidad de vida. Las consecuencias más ventajosas son la eliminación de la pobreza y la baja en el sufrimiento. Ahora bien, presenta la idea de Ropke de fijar un punto medio entre el estado subsidiario y el estado solidario, en donde de forma voluntaria se permita ayudar a los más necesitados, pero no con intervención directa del Estado, sino de forma indirecta. Así, distingue entre intervenciones del Estado que afectan al mercado y otras que no lo hacen, proponiendo que se deje a la economía funcionar de forma eficaz. Schwember no está en contra de ayudar de que el Estado actúe en beneficio de los demás, pero limitándose solamente a los más necesitados, quienes no sean capaces de financiar sus gastos más básicos por cuenta propia (pobreza). Además, defiende la libertad del ser humano y la propiedad privada siempre y cuando no viole los derechos de otros. Luego, este autor plantea que el mercado es una institución que funciona correctamente regulada por cuenta propia, y no es una selva donde los depredadores se comen a los menos capaces, sino que impide los fraudes y robos para mantenerse a flote, mediante contratos y una administración. Las personas incursionan en el mercado y actúan por voluntad propia y mixta, por lo que no se le podría considerar a un intercambio como injusto. Schwember piensa que el Estado subsidiario es justo, ya que mediante el mercado entrega igualdad de oportunidades para cualquier ciudadano que quiera incursionar en él, estableciendo una sociedad liberal. Dicho esto, toma en consideración el objetivo de la justicia distributiva, que no es más que intentar paliar la necesidad y erradicar la pobreza, cosa que, según el autor, se puede lograr mediante prestaciones a particulares. En el capítulo 4, el autor establece una diferencia radical entre ser liberal y socialista, ya que ambas cosas fueron confundidas por Fernando Atria, quien consideró que la ideología de Schwember conducía al socialismo. El autor deja en claro que, si bien defiende el estado subsidiario y también un suficientarismo el cual disminuya la pobreza y mejore el bienestar de las clases más bajas, esto no significa que su objetivo a largo plazo sea lograr una igualdad total y la eliminación de las clases sociales. Aún así, él busca defender la existencia de clases sociales y que exista una clase privilegiada que lidere y vele por los intereses del mercado. Critica al estado de bienestar, ya que este busca suministrar algunos bienes esenciales de forma gratuita para la población, provocando intervenciones disconformes con el mercado en aquellas áreas en las que, precisamente, no se quiere que lo haya. Atria piensa que la violación de derechos va en que se restrinja la igualdad de oportunidades para la ciudadanía, y que se despreocupe el Estado al no ir en ayuda de los más necesitados. Contrario a ese pensamiento, Schwember cree que el Estado subsidiario no está violando ningún derecho, ya que fija un límite a la libertad del individuo, que radica en no violar el derecho a la libertad de otros, ni ningún otro derecho de forma directa. Esto no aplica para quienes se ven afectados de forma indirecta, poniendo de ejemplo a una cadena de panaderías que se expande a otras regiones y provoca el cierre de las panaderías que ya estaban trabajando en esos lugares, o también el ejemplo de la libertad del matrimonio, siendo libres de casarnos con quienes queramos aun cuando eso les traiga infelicidad a otros pretendientes. Comparación entre Atria y Schwember: 1) Atria plantea que el sistema económico neoliberal conlleva a incitar la codicia y al individualismo, mirando al otro como un adversario en el mercado y no como un humano realmente. A esto, Schwember responde que también podría existir un punto intermedio entre la codicia y el altruismo, que no todo es extremista y que el neoliberalismo puede construir una barrera contra la codicia. También considera que Atria no busca la justicia en sí, sino que simplemente establecer un socialismo fraternal, apelando más a las relaciones sociales de forma humanitaria, sin prestar tanta atención al nivel de riqueza de sus participantes o la economía del país. 2) Schwember cree que es contraproducente que todas las instituciones sean públicas, porque los más adinerados simplemente se irían del país y/o mandarían a sus hijos a otros países a estudiar, en vez de invertir en mejorar la entrega de bienes y servicios en su país natal. Por otra parte, Atria cree que los sectores privilegiados van a invertir en mejorar las escuelas públicas para que sus hijos obtengan buena educación. 3) Schwember critica el estado de bienestar porque el poder se centralizaría aún más y la entrega del capital para que las instituciones puedan seguir funcionando pasaría por un proceso de burocracia que no contribuye a aumentar las oportunidades. 4) Schwember se pone en el caso de que un Estado se quede sin fondos para financiar sus instituciones y la entrega de bienes y servicios, en esta situación no se le podría negar a una empresa privada que se ofrezca a ayudar, porque no sería justo. En el peor de los casos, el Estado tendría que recurrir a la inversión de empresarios privados que lo ayuden a subsistir y finalmente fracasaría el estado de bienestar, volviendo al neoliberalismo. 5) Atria cree que un Estado no debe velar solo por el derecho de sus ciudadanos, sino también de cualquier persona que pise su territorio. A él le importa más el hecho de que sea humano a su nacionalidad, raza, sexo, etnia, etc. En cambio, para Schwember esto no sería razonable, y mucho menos garantizarle a todos salud, vivienda y comida, tomando en cuenta las desventajas y problemas que esto provocaría. 6) Schwember además considera utópica la entrega de bienes y servicios para toda la ciudadanía, ya que los fondos del Estado no alcanzarían para subsanarlos. Pone de ejemplo que le aumenten a un profesor particular la cantidad de alumnos, ya llegará a un número en donde el último niño no alcanzará a escucharlo, y será más efectivo que sean menos niños los que asistan a estas clases que un número de ellos que no se puedan manejar. Por esta razón, defiende el suficientarismo y que sea solo a los más necesitados quienes se les brinde ayuda a través del subsidio. 7) Y, como crítica final, Schwember destaca el constante endeudamiento que viven aquellos países que implementan el estado de bienestar, ya que aumenta considerablemente el gasto público al tener que financiar los bienes y servicios y además ir en ayuda de los más necesitados.
En conclusión, los comunitaristas de derecha estarían a favor
de el suficientarismo, ya que maximizarían los beneficios de la sociedad sin comprometer el desarrollo económico del país, ni violar los derechos de los ciudadanos.