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Al poco andar, la empresa cosechaba sólo éxitos. Contaba con más de 4 mil empleados y una valoración estimada de 2
mil millones de dólares. Sólo cinco años más tarde, en 1980, Apple se abrió a la bolsa (IPO) y Jobs se convirtió en el
millonario más joven de Estados Unidos, con un capital personal de 217,5 millones de dólares.
Pero inesperadamente, las condiciones cambiaron. La empresa vivió una serie de fracasos con sus productos Apple III y
Lisa, lo que desembocó en una caída considerable de las ventas y del valor de la compañía. La visión del fundador y CEO
de Apple comenzó a distanciarse de la del presidente de la firma. La incertidumbre hizo que la tensión aumentara a niveles
que la empresa no era capaz de tolerar. Entonces, ocurrió lo inesperado: el directorio decidió despedir a Steve Jobs.
Módulo 1 - Caso
Patricio Aguilar Paulsen
-1-
¿Cómo es posible que el fundador de la compañía, su cerebro y ejecutor, fuera despedido? ¿Cómo se puede explicar que
prescindieran del genio de Apple, un hombre con visión, capacidad e ingenio? ¿Qué pasó con su capacidad de liderazgo?
Al igual que muchos “líderes”, Jobs no supo leer el ambiente ni enfrentar la adversidad de la manera adecuada.
Seguramente se sintió con más poder del que realmente ostentaba y la regla confirmó que el todo (empresa) es mayor
que las partes (individuos).
Tal como vimos en la clase, el liderazgo se ejerce en escenarios de incertidumbre y por lo mismo el líder debe saber
navegar en estos derroteros de tensión que alteran la razón y lógica de las personas. Jobs no supo transmitir a su equipo
que los problemas que enfrentaban con sus nuevos productos Lisa y Apple III, eran superables. Sólo había que convocar
a la unidad para encontrar en todos la solución.
Al dejar de ver las señales de su entorno se encerró en sí mismo y sus empleados dejaron de confiar en él y en su visión.
Allí faltó verbalizar el nuevo desafío y el marco del nuevo contexto. Por lo tanto, Jobs salió de su empresa incluso antes de
ser despedido. Cuando perdió la capacidad de gestionar el sentido de Apple, se extravió el líder.
No se dio cuenta que en incertidumbre navegamos sobre corrientes inciertas y estamos expuestos permanentemente a
crisis que súbitamente pueden azotar a la embarcación. Aunque el derrotero haya sido el correcto, la primera solución que
se vendrá a la mente es tirar al capitán por la borda.
A la vuelta de la manzana
Devastado en lo personal, el retiro de Jobs significaba además un verdadero fracaso público. Navegó durante varios
meses sin rumbo fijo, pensando en más de una oportunidad en autoexiliarse de Silicon Valley. Sólo así podría refugiarse
de la tormenta y fortalecer la conexión con su propósito: poner la tecnología al servicio de las personas, de la manera más
simple, funcional y amigable. Posiblemente, muchos en su lugar habrían cerrado ese capítulo en sus vidas, pero como lo
dijo el mismo Jobs: “el curso de los acontecimientos no alteraron su amor por lo que hacía”. Así es que decidió volver a
empezar.
Con mucho menos certezas, pero con un fuerte sentido de propósito renovado, Jobs inició una nueva etapa. Su primer
paso fue crear la compañía de computadores NeXT. Poco tiempo después acordó comprarle a George Lucas el estudio
de animaciones Pixar por 5 millones de dólares. El resultado, una vez más, llegó más rápido de lo esperado. Con su
primera película “Toy Story”, se convirtieron en la primera empresa en crear un film totalmente animado por computador,
con el cual lograron una rentabilidad extraordinaria.
Durante ese mismo año, Apple pasaba por uno de los peores momentos de su historia. Microsoft se estaba literalmente
devorando el mercado de los PC tras lanzar Windows 95. Fue entonces cuando Gil Amelio, CEO (chief executive officer)
de Apple, decidió comprar NeXT para utilizarlo como sistema operativo de Mac. Por esas vueltas del destino, Steve Jobs
pasó a ser nuevamente asesor y más tarde CEO de la empresa. De vuelta en casa nuevamente ha logrado encaminar a
su empresa a lo que siempre quiso: hacer amigable a la tecnología. El éxito de Ipod e Iphone así lo demuestran
Este caso de Liderazgo nos abre algunas interrogantes básicas: ¿Cuál es mi propósito? ¿Estoy transmitiendo mi propósito
a las personas con quienes trabajo? ¿Estoy dispuesto a asumir los costos que implica movilizar a personas para generar
un cambio? ¿Estoy dispuesto a cambiar yo mismo y renunciar a aquellos hábitos, actitudes y valores que me inmovilizan?