Está en la página 1de 2

Liderazgo

Caso: El sentido de Steve


Cuando la visión del fundador y CEO de Apple se distanció del resto de la empresa ocurrió lo
inesperado. Steve Jobs fue despedido de su propia compañía. Era la clara muestra de que ya no
tenía la capacidad de convocar a su equipo en pos de sus ideas.

Hoy nadie puede desconocer el éxito y el liderazgo a nivel mundial


que ejerce Steve Jobs (1955), el cerebro tras iMac, iPod, MaOS X,
iPhone y Apple Tv. Sin embargo, no todo ha sido dulce para el
fundador de una de las compañías más exitosas de la nueva
economía. Cuesta imaginar que este hombre, que pasó de recoger
botellas de Coca Cola a convertirse en multimillonario antes de los
30 años, fuera despedido de su propia firma: Apple.

Durante su adolescencia Steve Jobs, quien sentía una gran


atracción por la tecnología y las consolas de juegos, trabajó “part
time” en la empresa Atari. Tiempo después, al cabo de su primer
semestre en Reed College, decidió que ir a la universidad no era
una inversión razonable, ni de su tiempo ni del dinero de sus padres
adoptivos, quienes con tanto esfuerzo habían ahorrado para cumplir
con la promesa hecha a su madre biológica. Con el peso de
haberlos defraudado, decidió permanecer un tiempo más en el
campus, estudiando sólo algunos cursos que lograron captar su
interés.
Reed College era reconocido en el país por la calidad de sus cátedras y profesores de diseño gráfico, particularmente en
el área de la tipografía. Rápidamente Jobs se fascinó por la infinidad de tipos de letras, combinaciones, colores y
proporciones. Sin embargo, nunca anticipó la aplicación práctica que tendrían esos conceptos en la industria tecnológica
mundial. Años más tarde, en el garaje de su padre junto a su amigo Steve Wozniak, creó el primer computador personal
(PC) Macintosh. La combinación de piezas de Atari, novedosos conceptos gráficos y un sistema operativo mucho más
amistoso que el de sus competidores, hicieron del Mac una innovación sin precedentes. Con sólo 20 años y un pedido de
500 computadores, Steve Jobs fundó Apple.

Al poco andar, la empresa cosechaba sólo éxitos. Contaba con más de 4 mil empleados y una valoración estimada de 2
mil millones de dólares. Sólo cinco años más tarde, en 1980, Apple se abrió a la bolsa (IPO) y Jobs se convirtió en el
millonario más joven de Estados Unidos, con un capital personal de 217,5 millones de dólares.

Pero inesperadamente, las condiciones cambiaron. La empresa vivió una serie de fracasos con sus productos Apple III y
Lisa, lo que desembocó en una caída considerable de las ventas y del valor de la compañía. La visión del fundador y CEO
de Apple comenzó a distanciarse de la del presidente de la firma. La incertidumbre hizo que la tensión aumentara a niveles
que la empresa no era capaz de tolerar. Entonces, ocurrió lo inesperado: el directorio decidió despedir a Steve Jobs.

Módulo 1 - Caso
Patricio Aguilar Paulsen

-1-
¿Cómo es posible que el fundador de la compañía, su cerebro y ejecutor, fuera despedido? ¿Cómo se puede explicar que
prescindieran del genio de Apple, un hombre con visión, capacidad e ingenio? ¿Qué pasó con su capacidad de liderazgo?
Al igual que muchos “líderes”, Jobs no supo leer el ambiente ni enfrentar la adversidad de la manera adecuada.
Seguramente se sintió con más poder del que realmente ostentaba y la regla confirmó que el todo (empresa) es mayor
que las partes (individuos).

Tal como vimos en la clase, el liderazgo se ejerce en escenarios de incertidumbre y por lo mismo el líder debe saber
navegar en estos derroteros de tensión que alteran la razón y lógica de las personas. Jobs no supo transmitir a su equipo
que los problemas que enfrentaban con sus nuevos productos Lisa y Apple III, eran superables. Sólo había que convocar
a la unidad para encontrar en todos la solución.

Al dejar de ver las señales de su entorno se encerró en sí mismo y sus empleados dejaron de confiar en él y en su visión.
Allí faltó verbalizar el nuevo desafío y el marco del nuevo contexto. Por lo tanto, Jobs salió de su empresa incluso antes de
ser despedido. Cuando perdió la capacidad de gestionar el sentido de Apple, se extravió el líder.

No se dio cuenta que en incertidumbre navegamos sobre corrientes inciertas y estamos expuestos permanentemente a
crisis que súbitamente pueden azotar a la embarcación. Aunque el derrotero haya sido el correcto, la primera solución que
se vendrá a la mente es tirar al capitán por la borda.

A la vuelta de la manzana
Devastado en lo personal, el retiro de Jobs significaba además un verdadero fracaso público. Navegó durante varios
meses sin rumbo fijo, pensando en más de una oportunidad en autoexiliarse de Silicon Valley. Sólo así podría refugiarse
de la tormenta y fortalecer la conexión con su propósito: poner la tecnología al servicio de las personas, de la manera más
simple, funcional y amigable. Posiblemente, muchos en su lugar habrían cerrado ese capítulo en sus vidas, pero como lo
dijo el mismo Jobs: “el curso de los acontecimientos no alteraron su amor por lo que hacía”. Así es que decidió volver a
empezar.

Con mucho menos certezas, pero con un fuerte sentido de propósito renovado, Jobs inició una nueva etapa. Su primer
paso fue crear la compañía de computadores NeXT. Poco tiempo después acordó comprarle a George Lucas el estudio
de animaciones Pixar por 5 millones de dólares. El resultado, una vez más, llegó más rápido de lo esperado. Con su
primera película “Toy Story”, se convirtieron en la primera empresa en crear un film totalmente animado por computador,
con el cual lograron una rentabilidad extraordinaria.

Durante ese mismo año, Apple pasaba por uno de los peores momentos de su historia. Microsoft se estaba literalmente
devorando el mercado de los PC tras lanzar Windows 95. Fue entonces cuando Gil Amelio, CEO (chief executive officer)
de Apple, decidió comprar NeXT para utilizarlo como sistema operativo de Mac. Por esas vueltas del destino, Steve Jobs
pasó a ser nuevamente asesor y más tarde CEO de la empresa. De vuelta en casa nuevamente ha logrado encaminar a
su empresa a lo que siempre quiso: hacer amigable a la tecnología. El éxito de Ipod e Iphone así lo demuestran

Este caso de Liderazgo nos abre algunas interrogantes básicas: ¿Cuál es mi propósito? ¿Estoy transmitiendo mi propósito
a las personas con quienes trabajo? ¿Estoy dispuesto a asumir los costos que implica movilizar a personas para generar
un cambio? ¿Estoy dispuesto a cambiar yo mismo y renunciar a aquellos hábitos, actitudes y valores que me inmovilizan?

También podría gustarte