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Lo que se observa es que la tercera ola de democratización llegó a su fin en los 90’
y desde entonces las instituciones democráticas se han erosionado. Los países
andinos tienen el potencial de ser modelos negativos en la región que promuevan la
regresión democrática por difusión internacional. Esta regresión tiene el peligro de
llevar al quiebre democrático total.
La región andina incluye a los países cuya independencia fue establecida por Simón
Bolívar. Incluye como casos de estudio a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y
Venezuela. Pese a sus historias divergentes, estos cinco países enfrentan desafíos
comunes desde la década de los 90’.
Los cinco países han tenido, desde entonces –con excepción del Perú–, regímenes
democráticos o semidemocráticos, pero también han visto afectada su democracia
por una serie de crisis, tanto económicas como sociales, dentro de las que los
autores se concentran en las crisis de representación y erosión democrática, pues el
apoyo a la democracia es bastante bajo en todos los países.
Las elecciones no garantizan que los representantes electos representen bien a sus
electores. Los políticos electos tienen grandes oportunidades de eludir. Las
elecciones ocurren de forma intermitente y nada asegura que los representantes
electos se comporten de acuerdo con las preferencias de los votantes entre
elecciones.
Así, los datos sobre volatilidad electoral apoyan el argumento de que las
instituciones representativas de los Andes están siendo sometidas a un intenso
cuestionamiento ciudadano. En otros países con alta volatilidad, los votantes siguen
votando por partidos dentro del sistema existente, pero en la región de los Andes,
los nuevos partidos han podido irrumpir en escena y convertirse en contendientes
electorales exitosos.
Esto lleva a otro punto importante en las crisis de representación, el colapso del
sistema de partidos. Este fenómeno es inusual, no sólo muestra rechazo a un partido,
sino a la mayoría de ellos. Los ciudadanos prefieren arriesgarse a lo desconocido en
lugar de ceñirse a las opciones existentes. Un colapso del sistema de partidos
significa un profundo rechazo a los agentes existentes de representación
democrática.
Los vínculos clientelistas han disminuido, en parte, por la austeridad fiscal adoptada
junto a los modelos de mercado. Por último, los vínculos personalistas han florecido
debido al profundo descrédito de los canales institucionales convencionales de
representación democrática.
Los líderes que son elegidos sobre la base de un llamamiento populista directo, a
veces con reclamos demagógicos y, a menudo, con la intención expresa de debilitar
las formas institucionales de representación democrática, a menudo socavan en
lugar de fortalecer las instituciones democráticas.
Los partidos son agentes claves de la representación democrática por tres motivos:
Conectan a los ciudadanos con el Estado de una manera diferente a la que otros
vehículos de articulación de intereses hacen, pues a través de las elecciones ofrecen
un medio para acceder al poder estatal.
En un clima de desencanto y tensión, los partidos y las élites políticas, a veces con
el apoyo y otras bajo intensa presión de actores importantes de la sociedad (el
movimiento indígena, por ejemplo), han modificado los arreglos institucionales
existentes, buscando mejorar la representatividad de la sociedad.