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CICLO:
VI
TRUJILLO- PERÚ
2014
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.......................................................................................................6
1.1. ETIOLOGÍA..................................................................................................8
C. Abuso en la infancia:.............................................................................9
B. Aspectos temperamentales:..................................................................9
1.5. EVALUACIÓN............................................................................................24
D. Test de Rorscharch.............................................................................28
CONCLUSIONES....................................................................................................34
INTRODUCCIÓN.....................................................................................................36
2.1. ETIOLOGÍA................................................................................................38
2.5. EVALUACIÓN............................................................................................51
CONCLUSIONES....................................................................................................57
REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA.............................................................................58
TRASTORNO LÍMITE DE LA
PERSONALIDAD
5
INTRODUCCIÓN
6
de Minnesota - 2 (MMPI – 2), Inventario de Personalidad límite de Leichsenring
(1999), Inventario Clínico Multiaxial de Millon: MCMI-II (Millon, 1998), Test de
Rorscharch, la Escala para el Trastorno Límite de la Personalidad: BDP (Perry,
1982) y el Índice del Síndrome Límite: BSI (Conte et al., 1980). , ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico del Trastorno Límite de la
Personalidad.
Las personas con TLP sufren a menudo de trastornos del control de los impulsos
(Carrasco, 2002), alteraciones del pensamiento, abuso de alcohol y otras
sustancias, así como toda una variedad de problemas de ansiedad. Asimismo,
comorbilidad con los trastornos narcisista, evitativo, pasivo-agresivo y paranoide,
pero en mayor medida para el trastorno histriónico, antisocial, esquizotípico y
dependiente. De modo que, el psicólogo clínico deberá analizar el patrón de
comportamiento habitual, el inicio temprano de los síntomas y su curso, y
mediante las entrevistas e instrumentos psicológicos para determinar su
diagnóstico.
7
1.1. ETIOLOGÍA
Recientemente, un importante número de estudios han tenido como
objetivo tratar de descubrir los marcadores de riesgo para el desarrollo del
TLP. Los modelos etiológicos propuestos se pueden sintetizar en dos
grandes grupos: factores etiológicos a una naturaleza medioambiental: 1)
separaciones en la infancia, 2) compromiso o implicaciones parentales
alteradas, y 3) experiencias de abuso infantil; y de una naturaleza
constitucional: 1) temperamento vulnerable, 2) tendencia familiar a padecer
ciertos trastornos psiquiátricos, y 3) formas sutiles de disfunción
neurológica y/o bioquímica (Zanarinietal, 1997).
8
C. Abuso en la infancia: Tanto el abuso físico como sexual en la
infancia son relativamente comunes en pacientes
diagnosticados con el trastorno límite, aunque, en general, el
primero de ellos no es significativamente más frecuente al
compararse con sujetos controles. No ocurre lo mismo con el
abuso sexual, ya que éste aparece, de forma consistente, con
una significativamente mayor frecuencia entre los pacientes
límite respecto a sujetos depresivos o con otros trastornos de la
personalidad.
9
el niño la disfunción cerebral, y el desarrollo evolutivo de los futuros
adultos con TLP. En este sentido, el resultado sería la presencia de
dificultades en la relación afectivo-emocional y del control de los
impulsos, que en algunos casos, daría lugar al desarrollo del TLP.
La tendencia actual tiene como objetivo investigar la psicobiología
de cada uno de los síntomas clave de este trastorno: la impulsividad
y la labilidad afectiva. Con respecto al primer componente, se puede
constatar una determinación genética para rasgos como la
impulsividad o la ira. Además, los resultados bioquímicos parecen
estar de acuerdo en que la función serotoninérgica central está
claramente disminuida en las personas con TLP, en comparación
con el resto de trastornos de la personalidad. Así mismo, parece
existir cierto consenso con respecto a la existencia de niveles
incrementados de la función noradrenérgica en aquellas personas
diagnosticadas de algún trastorno donde la impulsividad es un
componente central de la patología. Paralelamente, por lo respecta
al segundo componente, los estudios sugieren que la excesiva
disponibilidad colinérgica puede jugar un papel importante en la
disforia transitoria que presentan las personas con TLP.
Según Caballo (2004) las posibles factores de inicio del trastorno límite de
la personalidad se dividen en seis grupos: 1) separación en la infancia, 2)
compromiso o implicaciones parentales alteradas, 3) experiencias de
abuso infantil, 4) temperamento vulnerable, 5) tendencia familiar a padecer
trastornos psiquiátricos y 6) formas sutiles de disfunción neurológica y
bioquímica.
10
1.1.3. Perspectiva Psicodinámica
Las teorías psicoanalíticas han subrayado la importancia de las
relaciones paternofiliales tempranas en la etiología del trastorno límite
de la personalidad. Estos estudios han señalado desorganización
materna en los esfuerzos del niño de 2 a 3 años para ser autónomo
(Masterson, 1972); frustración maternal exagerada que agrava la
angustia del niño (Kernberg, 1975) y descuido de las emociones y
actitudes del niño (Adler, 1985), estos dos modelos se puede decir que
Kernberg y Adler hipotizan mucha agresión como etiología,
evidenciada en trauma, abandono o sobre – indulgencia, sumada a
una falta de desarrollo del Ego que impide la conformación de una
buena integración del objeto.
Un cuerpo considerable de investigación empírica ha acompañado
estas teorías, documentando una alta frecuencia de abandono
traumático temprano, malos tratos y abusos sexuales. Estas
experiencias traumáticas se dan en un contexto de negligencia
prolongada, en el cual el niño prelimite desarrolla ira permanente y
autoversion. La ausencia de un vínculo afectivo fiable durante el
desarrollo es el origen de su incapacidad para mantener un sentido
estable de sí mismo o de los otros sin contacto simultaneo (es decir,
defectos de permanencia del objeto o ausencia de introyección
estable) (Gunderson, 1996).
Masterson destacó el temor al abandono que presentan estos
pacientes y situó su origen en experiencias traumáticas de separación
en la infancia.
11
aspecto más discriminatorio de las familias en el origen del trastorno
borderline de la personalidad que la relación con la madre; y 3) las
relaciones perturbadas con la madre y el padre pueden ser
patagónicas como también más específicas para el trastorno límite de
la personalidad que aquella con una u otro progenitor solamente.
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Las teorías psicodinámicas consideran que los dos primeros años de la
vida son importantes para el desarrollo en los pacientes con
personalidades límite. Se estima que durante estos años las prácticas
de paternidad que estimulan la agresión y la frustración interfieren con
el desarrollo de una identidad estable del Ego en el niño. Más
adelante, en su vida, el individuo puede representar nuevamente esta
relación infantil, lo cual conduce al refuerzo de interacciones
maladaptativas.
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tempranamente en el desarrollo, que desempeñan un papel importante
durante toda su vida, resultan distorsiones del pensamiento, fuertes
respuestas emocionales y conducta problemática.
14
a su línea de base emocional. Las dificultades en la modulación
emocional están relacionadas con esa alta reactividad. Los pacientes
límite presentan un déficit importante en habilidades de regulación
emocional. Pese a que experimentan emociones muy intensas, suelen
tener muchas dificultades en identificar, etiquetar y modular las
emociones. Parece que a lo largo del desarrollo del problema los
pacientes tienen un temor acusado a experimentar emociones y
tienden a utilizar estrategias de evitación. Dentro de estas estrategias
se incluyen las conductas autolesivas. En muchas ocasiones, cortarse,
quemarse, etc. sirve para mitigar el dolor emocional, es decir, el dolor
físico “alivia” el dolor emocional. La conducta autolesiva se convierte
en una conducta de evitación y el alivio momentáneo actúa como un
refuerzo negativo que provoca que la conducta disfuncional se repita
en el futuro. Además, el individuo no se enfrenta a lo que teme (las
emociones) y no se da la oportunidad de conocerlas.
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Es decir, se le pide que cambie pero no se le enseña cómo. El
ambiente castiga la expresión de emociones negativas, pero refuerza
de forma intermitente las expresiones emocionales muy extremas.,
Por último, el individuo no aprende a confiar en sus propias emociones
ya que el ambiente le dice que se equivoca, y el individuo acaba
invalidando sus propias emociones. En un niño con alta vulnerabilidad
emocional este ambiente crea una competición continua entre lo que
el ambiente dice y lo que él siente, lo que lleva a un estado de
frustración y culpabilidad por no ser capaz de cumplir las expectativas
del ambiente.
16
Aunque necesita atención y afecto, es imprevisiblemente opositor,
manipulador, voluble, y suscita con frecuencia el rechazo más que
el apoyo; reacciona de forma frenética al temor al abandono y la
soledad, pero de forma iracunda, variable y autolesiva.
17
actitudes discordantes, necesidades contradictorias, emociones
contrarias, impulsos descontrolados y estrategias inadecuadas para
resolver conflictos.
18
también evoca intensos temores de abandono. Para minimizar dichos
temores y para prevenir la separación, se pueden producir violentas
acusaciones de malos tratos y crueldad, así como rabiosos
comportamientos autodestructivos. Estos comportamientos suelen suscitar
en los demás una respuesta protectora de culpabilidad o temor. Otra
característica central de este trastorno es la extrema inestabilidad afectiva
que conduce a menudo a comportamientos impulsivos (Herpertz y Cols.,
1997) y autodestructivos (Kemperman y Cols., 1997). Estos episodios
suelen ser breves y reactivos, y cursan una alternancia extrema de los
estados de ánimo. La experiencia y la expresión de la ira pueden ser
especialmente difíciles para el paciente con trastorno límite. Durante
periodos de particular estrés, se producen con frecuencia experiencias
disociativas, ideas de referencia o actos impulsivos desesperados
(incluyendo el abuso de sustancias y la promiscuidad).
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terminase (Álvarez, 2001). Esto ocasiona que realicen esfuerzos frenéticos
para evitar el abandono real o imaginado, pudiendo incluir actos impulsivos
como los comportamientos de automutilación o suicidas, según el DSM-IV-
TR (APA, 2002). Estas conductas disociativas y paradójicamente les
proporciona un sentimiento temporal de calma e incluso de euforia, por el
hecho de reafirmarles en su capacidad para sentir, a pesar de que
posteriormente tengan el efecto contrario y generen un sentimiento de
malestar y culpabilidad en el sujeto (Mosquera, 2004a).
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atracones, prácticas sexuales no seguras, encuentros íntimos esporádicos
o conducción temeraria. Debido a esta falta de control y a la intensidad de
sus estados emocionales, no debe sorprendernos la tasa tan elevada de
suicidio consumado que presentan los sujetos diagnosticados con este
trastorno, siendo ésta del 8% al 10% según el DSM-IVTR (APA, 2002),
Igualmente las amenazas e intentos de suicidio son también muy
frecuentes en estos sujetos, alcanzando cifras del 70%, con una media de
tres intentos por paciente.
El estilo cognitivo de estos pacientes viene determinado por la profunda
escisión de sus representaciones objétales. Su nivel cognitivo depende en
gran medida de la estructuración del ambiente exterior. En este sentido el
paciente es capaz de funcionar de forma adecuada en un ambiente
estructurado, al tomar prestada la estructura del entorno y conseguir de
este modo su propia organización. Sin esta estructura, la persona con
trastorno límite de la personalidad efectuará una regresión a estados del yo
más primitivos (Millon y Davis, 1998). Una de la principales distorsiones
cognitivas que padecen estas personas, es su pensamiento
profundamente dicotómico. Utilizan de forma crónica categorías
excluyentes, construyendo su mundo en términos de todo o nada. De este
modo, las opiniones de los demás, de sí mismo y del mundo en general,
tienden a ser completamente positivas o negativas (Mosquera, 2004a). Es
en estas situaciones, la única posibilidad de supervivencia para estas
personas, es pasar rápidamente de un extremo al otro, lo cual dada la
intensidad de sus emociones explica la enorme variabilidad de estados
emocionales intensos, aleatorios e irracionales que viven estos pacientes.
Podemos entender por ello, que la mayoría de estos pacientes sienten con
facilidad que su mundo emocional les desborda, manifestando
características emocionales muy polarizadas.
1.4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
21
A. Un patrón general de inestabilidad en las relaciones
interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable
impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan
en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:
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(8) ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (p.
ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas
físicas recurrentes)
Incluye:
23
Tipo limite (F60.31)
Incluye:
- Personalidad límite.
- Trastorno límite de la personalidad.
1.5. EVALUACIÓN
La importancia de realizar una adecuada evaluación diagnostica radica en
el fortalecimiento del diagnóstico psicológico, el cual favorecerá la
identificación y la planificación de la intervención en el tratamiento a seguir.
En la actualidad se cuenta con una variedad de instrumentos para realizar
la evaluación de los trastorno límite de la personalidad.
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evaluar la condición del paciente, sus patrones de comportamientos y
sus síntomas actuales.
Hoy día disponemos de una serie de instrumentos que sirven para la
evaluación de los trastornos de la personalidad, como entrevistas
estructuradas y cuestionarios de autoinforme. Entre las primeras
podemos encontrar la Entrevista Diagnóstica para los Trastornos de
Personalidad del DMS-IV (Diagnostic Interview for DSM-IV Personality
Disorders; Zanarini et al., 1996), la Examen Internacional para los
Trastornos de la Personalidad (International Personality Disorder
Examination, IPDE; Loranger, 1999) o la Entrevista Clínica
Estructurada para los Trastornos de la Personalidad del Eje II del
DSM-IV (Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality
Disorder, SCID II; First et al., 1997).
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disorder (ZAN-BPD) son más breves, pero presuponen el conocimiento
previo del diagnóstico y obvian el hecho de que no existen pacientes
con TLP “puros”: éstos suelen cumplir criterios para uno o más
trastornos adicionales que pueden ser clínicamente importantes.
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(Eje I, DSM-III-R): pensamiento psicótico, depresión mayor y
trastorno delirante. Se completa con 4 escalas de fiabilidad y
validez: sinceridad, validez, deseabilidad y alteración para una
mejor valoración de cada caso. Las puntuaciones permiten una
interpretación categórica y dimensional.
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antisociales, Comportamiento tipo A, Baja autoestima, Malestar
social, Problemas familiares, Interferencia laboral e Indicadores
negativos de tratamiento; 3 escalas de validez, que señalan el
grado de confiabilidad de las respuestas obtenidas. Asa como, 18
escalas suplementarias y 31 subescalas.
D. Test de Rorscharch
Es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico creado
por Hermann Rorschach. El test se utiliza principalmente para
evaluar la personalidad. Consiste en una serie de 10 láminas que
presentan manchas de tinta de simetría bilateral, las cuales se
caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración, que
ayudan a identificar la estructura afectiva e intelectual de las
personas a quienes se les aplica.
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Con respecto a la aplicación, para la evaluación del Trastorno
Límite de la Personalidad, Méndez (2005) señala que estos
pacientes suelen ofrecer respuestas que son ilógicas, extrañas o
bizarras, incluyendo combinaciones fabulizadas y confabulaciones,
siendo estas últimas muy frecuentes, aunado a presencia de más
respuestas negativas, relacionado con la presencia de FC: CF +C,
lo que indica ambivalencia afectiva, pobre modulación y falta de
control impulsos. Igualmente una baja puntuación D, sugerirá la
existencia de pobres recursos internos, ideativos y afectivos,
condición que repercutirá en su forma de enfrentar las situaciones
conflictivas (p.155).
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La presencia comórbida tanto de trastornos de Eje I como otros trastornos
del Eje II en pacientes diagnosticados de TLP refleja la necesidad de
establecer claramente el diagnóstico diferencial. En primer lugar el
psicólogo deberá analizar el patrón de comportamiento habitual, el inicio
temprano de los síntomas y su curso, es decir, realizar un análisis
longitudinal de los síntomas, no quedándose únicamente con un análisis
transversal de los mismos.
De este modo, los trastornos del estado de ánimo son en la mayoría de los
casos el grupo de trastornos con lo que resulta necesario realizar el
diagnóstico diferencial, ya que las personas con TLP presentan variaciones
importantes de su estado de ánimo, especialmente referido a síntomas
depresivos pero también en relación a sintomatología maniaca o
hipomaníaca, debido a que la excitabilidad general, la irritabilidad o la falta
de control de los impulsos pueden hacer pensar al clínico que se encuentra
ante una persona con trastorno bipolar. Por todo ello, es de especial
importancia atender con detalle a la historia de desarrollo de la
perturbación. Con respecto al diagnóstico diferencial del Eje II, son varios
los trastornos de la personalidad que según el DSM-IV-TR (APA, 2002) se
pueden confundir con el TLP. A continuación se exponen las principales
diferencias entre estos trastornos (ver Tabla 2)
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Búsqueda de atención Autodestructividad
Comportamiento manipulativo Rupturas airadas en las relaciones
Trastorno. Histriónico Emociones rápidamente interpersonales
de la personalidad cambiantes Sentimientos crónicos de profundo
vacío y soledad
Ideas paranoides:
Más pasajeras
Trastorno esquizotípico Ideas paranoides Interpersonalmente reactivos
de la personalidad En respuesta a situaciones
Estresantes
Reacciones coléricas a Reacciones coléricas a estímulos
Trastorno paranoide estímulos menores Menores.
de la personalidad Relativa estabilidad de la Inestabilidad de la autoimagen.
autoimagen Autodestructividad.
Trastorno narcisista Relativa falta de Impulsividad.
de la personalidad autodestructividad, Miedo al abandono real o
impulsividad y preocupaciones imaginado.
por el
abandono
Comportamientos manipulativos: Comportamientos manipulativos:
Trastorno antisocial Dirigidos a obtener beneficios Lograr el interés de quien se
de la personalidad materiales ocupa de él.
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sentimientos crónicos de un profundo vacío y soledad. Sin embargo, las
ideas paranoides pueden aparecer tanto en el TLP como en el trastorno
esquizotípico de la personalidad, aunque en el TLP estos síntomas son más
pasajeros y aparecen en respuesta a situaciones estresantes. Asimismo,
aunque el trastorno paranoide y el trastorno narcisista se pueden
caracterizar por una reacción colérica a estímulos menores, la relativa
estabilidad de la autoimagen, así como la falta de autodestructividad,
impulsividad y las preocupaciones por el abandono, diferencian estos
trastornos del TLP. En cambio, los comportamientos manipulativos
caracterizan tanto el trastorno antisocial de la personalidad como el TLP, si
bien es cierto, la manipulación de los demás y la impulsividad de las
personas con trastorno antisocial de la personalidad está más dirigida a
obtener beneficios materiales, mientras que la persona con TLP tiene la
finalidad de lograr el interés de quienes se ocupan de él.
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Según NIMH (2013), el 85 por ciento de las personas con trastorno límite de
la personalidad en EE. UU., también cumple con los criterios de diagnóstico
para otras enfermedades mentales; el estudio revelo que las mujeres con el
trastorno límite de la personalidad, son más propensas a tener trastornos
concurrentes como, depresión mayor, trastornos de ansiedad o de la
alimentación. En el caso de los hombres, el trastorno límite de la
personalidad es más probable de coincidir con trastornos como abuso de
sustancias y el trastorno de personalidad antisocial.
CONCLUSIONES
33
impulsos, que se manifiestan al inicio de la etapa adulta que causa un
malestar significativo y genera desadaptación social, ocupacional y
funcional general.
Ψ Las entrevistas y los instrumentos psicológicos que evalúan los TTPP. son
las técnicas más utilizadas para la evaluación del TLP., ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico e intervención
adecuada.
34
TRASTORNO PARANOIDE
DE LA PERSONALIDAD
35
INTRODUCCIÓN
36
Las personas con TPP., presentan síntomas de comorbilidad con los trastornos
narcisista, evitativo, histriónico, antisocial, esquizotípico y esquizoide De modo
que, el psicólogo clínico deberá analizar el patrón de comportamiento habitual, el
inicio temprano de los síntomas y su curso, y mediante las entrevistas e
instrumentos psicológicos para determinar su diagnóstico.
37
1. ETIOLOGÍA
Algunas teorías sugieren que estas personas han sido objeto de una
excesiva violencia por parte de sus padres, mientras que otras apuntan a
que han sido repetidamente humilladas por otros. Cualquier tipo de
experiencia puede, en teoría, provocar sentimientos de inadecuación y
vulnerabilidad seguidos de una proyección de hostilidad e ira hacia los
demás, así como de una tendencia a responsabilizarles de los propios
problemas y errores. En general se cree que el mecanismo de defensa de
proyección está implicado en la expresión de las características de este
trastorno (Vaillant, 1992).
Es probable que el trastorno paranoide de la personalidad tenga elementos
genéticos. A principios del siglo pasado, Kraepelin (1921) postulaba que
este trastorno de personalidad era el tipo premórbido de las personas
predispuestas a la paranoia (ahora conocida como trastorno delirante en el
Eje I) la relación entre ambos trastornos ha recibido el apoyo de algunos
estudios familiares que han hallado un mayor riesgo mórbido de trastorno
de la personalidad paranoide en los familiares de primer grado de los
sujetos con trastorno delirante que en familiares de sujetos con
esquizofrenia o enfermedades médicas (Kendler y Gruenberg, 1982). Este
vínculo supone una posible implicación tanto de factores ambientales como
constitucionales en la etiología del trastorno paranoide de la personalidad.
Millón (1981) sostiene que los TPP casi invariablemente van acompañados
por otros trastornos de la personalidad, y examina por separado cada uno
de los cinco subtipos principales. El subtipo "paranoide narcisista" se
considera resultado de una fuerte creencia en la propia importancia,
sumada a un déficit de habilidades sociales. La hipótesis de Millón es que
cuando esos individuos se enfrentan a un medio que no comparte su
creencia en su propia importancia, se repliegan en fantasías de
omnipotencia en lugar de reconocer sus propias carencias. La
personalidad "paranoide antisocial" resultaría que el individuo ha sido
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objeto del hostigamiento y antagonismo de sus padres, lo que le lleva a ver
el mundo como inhóspito y a una conducta rebelde, hostil, que provoca el
rechazo de los demás. Los individuos "paranoides compulsivos" han
aprendido a luchar para cumplir perfectamente con normas parentales
rígidas, de modo que se han vuelto controladores en exceso,
perfeccionistas, retraídos y autocríticos. La paranoia aparece cuando
atribuyen a otros su dura autocrítica. Según la hipótesis de Millón, en el
desarrollo de la personalidad "paranoide pasivo-agresiva" intervienen
factores constitucionales que llevan al niño a dar a sus progenitores
respuestas que alientan reacciones incoherentes. Estas reacciones de los
padres a la vez determinan que el niño se convierta en una persona
irritable, negativista e incapaz de mantener relaciones estables, lo que
provoca el aislamiento social y el desarrollo de celos delirantes.
Finalmente, la personalidad "paranoide descompensada" sería sumamente
proclive a episodios psicóticos en respuesta al estrés; habría un vínculo
entre el TPP y la psicosis.
1. Perspectiva psicodinámica
El tema general de la paranoia ha recibido una amplia atención de los
autores de la escuela psicodinámica, desde Freud que consideraba
que el síntoma paranoide se debía a una serie de trasformaciones
intrapsíquicas. Basándose en el famoso caso de Schreber, estableció
las bases de su modelo explicativo de la idea paranoide. Según Freud,
la paranoia se desarrolla a partir de impulsos homosexuales reprimidos
sin éxito. Al fracasar la represión como defensa de los impulsos
inadmisibles, se utiliza como mecanismo alternativo la negación; el
impulso original “le amo” es negado o invertido mediante la formación
reactiva “no le amo, él me odia” y la racionalización, como justificación
aceptable, “le odio por su odio hacia mí”. Freud solo analizo la
paranoia como un síntoma único y no profundizo el trastorno
paranoide.
39
Shapiro (1965) sostiene que el trastorno resulta de la "proyección"
sobre otros de los propios sentimientos e impulsos inaceptables. En
teoría, atribuir a los demás los impulsos inaceptables, en lugar de
asumirlos uno mismo, reduce o elimina la culpa y sirve de defensa
contra el conflicto interno. En esencia, la concepción psicoanalítica es
que el individuo percibe inadecuadamente en los otros lo que en
realidad es cierto de él, y como resultado experimenta menos angustia
que con una idea más realista de sí mismo y de los demás.
40
persecución parece omnipotente. Por lo tanto, los paranoides son
vulnerables a las construcciones autorreferenciales de la realidad, es
decir, a las ideas de referencia y las conspiraciones generalizadas.
También surgen mecanismos de defensas secundarios en respuesta a
los círculos que crean los paranoides. Según Stone (1993), los
paranoides ponen distancia psicológica y geográfica entre ellos y los
demás. El aislamiento les sirve para resistir la invasión y a la influencia
externa. Además, de retirarse de la vida social calma en cierta medida
la agonía de las ideas autorrefenciales, que se intensifican cuando los
demás están presente físicamente. Los paranoides también utilizan la
fantasía, mediante las fantasías de revancha consiguen vengarse de
sus perseguidores y restablecen su autonomía (antes, el débil
paranoide estaba a merced del mundo, ahora es el mundo que está a
su merced).
41
2. Modelo cognitivo-conductual
Cameron (1963, 1974) piensa que el trastorno proviene de una falta
básica de confianza, resultante de malos tratos y carencia de un amor
coherente por parte de los padres. El niño aprende a esperar un trato
sádico de los otros, debe mantenerse alerta para identificar signos de
peligro y actuar con rapidez para defenderse. La vigilancia aumentada
determina que detecte claves sutiles en las reacciones negativas de
los demás y que reaccione a ellas con violencia, sin mucha conciencia
del efecto que sobre quienes le rodean tienen sus propias actitudes
hostiles.
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Turkat (1985) sostiene que las interacciones tempranas de los padres
le enseñan al niño "Debes ser cuidadoso para no cometer errores" y
"Tú eres distinto de los demás". Entonces el individuo se preocupa
intensamente por las evaluaciones de los otros, pero al mismo tiempo
las expectativas parentales, a las que trata de adecuarse, impiden que
sea aceptado por sus pares. Finalmente éstos lo aíslan y humillan, y él
carece de las habilidades interpersonales necesarias para superar ese
aislamiento. Pasa mucho tiempo en rumiaciones sobre su situación y
sobre el maltrato a que se le somete; termina llegando a la conclusión
de que la persecución se debe a que él es especial y los demás están
celosos. Esta supuesta "explicación racional" tiene la finalidad de
reducir la angustia por el aislamiento social. Resulta una concepción
paranoide de los otros que perpetúa el aislamiento, porque siempre se
prevé el rechazo lo cual genera un ansiedad considerable en las
interacciones sociales, y además porque la aceptación por parte de los
otros amenazaría el sistema explicativo del sujeto.
1. Ámbitos funcionales
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B. Conducta interpersonal: Provocador
No solo guarda rencor y no olvida los agravios del pasado, sino que
presenta una actitud pendenciera, reacia y hostil hacia los recién
conocidos; genera exasperación e ira en los demás mediante la
comprobación de la realidad y la preocupación inquisidora sobre las
motivaciones ocultas de otras personas
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2. Ámbitos estructurales
45
D. Estado de animo / temperamento: Aturdido e insensible
Es demasiado perspicaz y se aturde con facilidad, sobre todo en los
encuentros sociales; agitados y en estado de alerta ansiosa; desconfía
de los demás y desconfía de sus intenciones; manifiesta monotonía,
apatía, pereza, falta de alegría y aspecto insípido; con notables
deficiencias en sus relaciones interpersonales y en la expresión
emocional.
3. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Las personas con un trastorno paranoide de la personalidad muestran una
falta de confianza hacia los demás generalizada, persistente e inapropiada.
No confían en la gente y dan por sentado que intentaran dañarles,
explorarles o engañarles. Pueden cuestionar, sin justificación alguna, la
lealtad o la fidelidad de sus amigos o compañeros sexuales, y son
reticentes a las confidencias por temor a que dicha información sea
utilizada en su contra. Estas personas son cautelosas, tenas e
hipervigilantes y examinan frecuentemente su entorno en busca de indicios
de posibles ataques, engaños o traiciones. A menudo buscan “evidencias”
de dicha malevolencia a partir de sucesos banales (con una mirada simple)
que interpretan como degradantes o amenazantes. En respuesta a los
insultos o traiciones reales o percibidas, estos individuos reaccionan
rápidamente de forma exagerada; se muestran excesivamente furiosos o
responden con conductas de contrataque. Son incapaces de perdonar u
olvidar estos incidentes y por ello mantienen un resentimiento duradero
hacia sus supuestos atacantes; algunos son litigantes. Mientras que
determinados individuos parecen tranquilos y su tensión es distante y
hostil, otros se muestran claramente coléricos y combativos. Las personas
con este trastorno suelen estar socialmente aisladas y, a causa de su
actitud paranoide, a menudo tienen dificultades con sus compañeros de
trabajo.
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Bajo la descripción del DSM-IV-TR (APA, 2002), La característica esencial
del trastorno paranoide de la personalidad es un patrón de desconfianza y
suspicacia general hacia los otros, de forma que las intenciones de éstos
son interpretadas como maliciosas. Este patrón empieza al principio de la
edad adulta y aparece en diversos contextos.
Los individuos con este trastorno dan por hecho que los demás se van a
aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar, aunque no
tengan prueba alguna que apoye estas previsiones (Criterio A1). Con
pocas o ninguna prueba, tienen base suficiente para sospechar que los
demás están urdiendo algún complot en su contra y que pueden ser
atacados en cualquier momento, de repente y sin ninguna razón.
Frecuentemente, sin que haya prueba objetiva de ello, sienten que han
sido ofendidos profunda e irreversiblemente por otra persona o personas.
Están preocupados por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la
fidelidad de sus amigos y socios, cuyos actos son escrutados
minuciosamente en busca de pruebas de intenciones hostiles (Criterio A2).
Cualquier desviación que perciban en la fidelidad o la lealtad sirve como
prueba a sus suposiciones. Cuando algún amigo o socio se muestra leal
con ellos, están tan sorprendidos, que no pueden tener confianza o creer
en él. Si se encuentran con problemas, piensan que lo que van a hacer sus
amigos o socios es atacarles o ignorarles.
Los sujetos con este trastorno son reacios a confiar o intimar con los
demás, porque temen que la información que compartan sea utilizada en
su contra (Criterio A3). Pueden negarse a contestar preguntas personales
diciendo que esa información «no es asunto de los demás». En las
observaciones o los hechos más inocentes vislumbran significados ocultos
que son degradantes o amenazantes (Criterio A4). Por ejemplo, un sujeto
con este trastorno puede malinterpretar un error legítimo de un
dependiente de una tienda como un intento deliberado de no dar bien el
cambio o puede ver una observación humorística de un compañero de
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trabajo como si fuera un ataque en toda regla. Los halagos son
frecuentemente malinterpretados (p. ej., un elogio de algo que acaban de
comprar puede malinterpretarse como una crítica por ser egoísta; un
halago por algún logro se malinterpreta como un intento de coartar una
actuación mejor). Pueden ver una oferta de ayuda como una crítica en el
sentido de que no lo están haciendo suficientemente bien ellos solos.
Los individuos con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces
de olvidar los insultos, injurias o desprecios de que creen haber sido objeto
(Criterio A5). El menor desprecio provoca una gran hostilidad, que persiste
durante mucho tiempo. Puesto que siempre están pendientes de las malas
intenciones de los demás, sienten a menudo que su persona o su
reputación han sido atacadas o que se les ha mostrado desconsideración
de alguna otra manera. Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira
ante los ultrajes que perciben (Criterio A6). Los sujetos con este trastorno
pueden ser patológicamente celosos, sospechando a menudo que su
cónyuge o su pareja les es infiel sin tener una justificación adecuada
(Criterio A7). Pueden reunir «pruebas» triviales y circunstanciales para
confirmar sus sospechas, quieren mantener un control total sobre las
personas con las que tienen relaciones íntimas para evitar ser traicionados
y constantemente pueden hacer preguntas y cuestionar los movimientos,
los actos, las intenciones y la fidelidad del cónyuge o la pareja.
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4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
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Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia,
añadir «premórbido», por ejemplo, «trastorno paranoide de la
personalidad (premórbido)».
Incluye:
- Personalidad expansiva.
- Personalidad paranoide.
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- Personalidad sensible paranoide.
- Personalidad querulante.
- Trastorno expansivo de la personalidad.
- Trastorno sensible de la personalidad.
- Trastorno querulante de la personalidad.
5. EVALUACIÓN
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mejor entre rasgos de personalidad y trastornos del eje I, aunque no
son totalmente inmunes a distorsiones causadas por estados
psicopatológicos transitorios. No parece haber por otra parte ventajas
apreciables de unas entrevistas sobre otras en cuanto a su calidad, ya
que todas ellas presentan propiedades psicométricas aceptables.
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abuso de las drogas, y 3 síndromes clínicos de gravedad severa
(Eje I, DSM-III-R): pensamiento psicótico, depresión mayor y
trastorno delirante. Se completa con 4 escalas de fiabilidad y
validez: sinceridad, validez, deseabilidad y alteración para una
mejor valoración de cada caso. Las puntuaciones permiten una
interpretación categórica y dimensional
C. Test de Rorscharch
Es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico creado
por Hermann Rorschach. El test se utiliza principalmente para
evaluar la personalidad. Consiste en una serie de 10 láminas que
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presentan manchas de tinta de simetría bilateral, las cuales se
caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración, que
ayudan a identificar la estructura afectiva e intelectual de las
personas a quienes se les aplica.
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cogniciones, afectividad, control de impulsos y su funcionamiento
interpersonal y determinar el diagnóstico del TPP.
6. COMORBILIDAD Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El trastorno paranoide de la personalidad puede diferenciarse del trastorno
delirante, tipo persecutorio, la esquizofrenia, tipo paranoide, y el trastorno
del estado de ánimo con síntomas psicóticos, porque todos estos
trastornos están caracterizados por un período de síntomas psicóticos
persistentes (p. ej., ideas delirantes y alucinaciones). Para realizar un
diagnóstico adicional de trastorno paranoide de la personalidad, el
trastorno de la personalidad debe haberse manifestado antes de iniciarse
los síntomas psicóticos y ha de persistir cuando los síntomas psicóticos
estén en remisión. Cuando un individuo presenta un trastorno psicótico
crónico en el Eje I (p. ej., esquizofrenia) que fue precedido por un trastorno
paranoide de la personalidad, el trastorno paranoide de la personalidad
debe anotarse en el Eje II, seguido entre paréntesis por «premórbido ».
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personalidad, pueden diagnosticarse todos esos trastornos. El trastorno
paranoide de la personalidad y el trastorno esquizotípico de la
personalidad comparten los rasgos de suspicacia, distanciamiento
interpersonal o ideación paranoide, pero el trastorno esquizotípico de la
personalidad también incluye síntomas como pensamiento mágico,
experiencias perceptivas poco habituales y rarezas del pensamiento y el
lenguaje. Los sujetos cuyo comportamiento cumple los criterios para un
trastorno esquizoide de la personalidad suelen ser percibidos como
extraños, excéntricos, fríos y distantes, pero no suelen presentar una
ideación paranoide importante. La tendencia de los sujetos con un
trastorno paranoide de la personalidad a reaccionar con ira a pequeños
estímulos se observa también en el trastorno límite de la personalidad y en
el trastorno histriónico de la personalidad. Sin embargo, estos trastornos no
están necesariamente asociados a una suspicacia generalizada. Las
personas con trastorno de la personalidad por evitación pueden asimismo
ser remisas a confiar en los demás, si bien más por miedo a encontrarse
agobiadas o a no saber qué hacer que por temor a las malas intenciones
ajenas. Aunque el comportamiento antisocial se observa en algunos
individuos con trastorno paranoide de la personalidad, no suele estar
motivado por un deseo de provecho personal o de explotación de los
demás, como en el trastorno antisocial de la personalidad, sino que más
bien se debe a un deseo de venganza. A veces los sujetos con un
trastorno narcisista de la personalidad muestran recelo, aislamiento social
o alienación, pero ello es consecuencia de sus temores a que se
descubran sus imperfecciones o defectos.
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CONCLUSIONES
Ψ Las entrevistas y los instrumentos psicológicos que evalúan los TTPP son
las técnicas más utilizadas para la evaluación del TPP., ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico e intervención
adecuada.
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REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA
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personalidad. Barcelona: Paidós Ibérica.
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Rica: EDNASSS.
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