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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

“TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD”

“TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD”

CURSO:

DIAGNÓSTICO E INFORME PSICOLÓGICO

DOCENTE:

MG. JUAN MANUEL SANTISTEBAN MOSCOSO.

INTEGRANTES:

CUEVA MAS, DIEGO.


ROJAS GUEVARA, CÉSAR.
ROLDN ESPINOZA, CAMILA.

CICLO:

VI

TRUJILLO- PERÚ

2014
ÍNDICE

TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD.....................................................5

INTRODUCCIÓN.......................................................................................................6

1.1. ETIOLOGÍA..................................................................................................8

1.1.1. Factores etiológicos de naturaleza medioambiental:............................8

A. Separación o pérdida parental:.............................................................8

B. Implicación parental alterada:................................................................8

C. Abuso en la infancia:.............................................................................9

1.1.2. Factores etiológicos de naturaleza constitucional:................................9

A. Historia familiar de trastornos psiquiátricos:..........................................9

B. Aspectos temperamentales:..................................................................9

C. Disfunciones neurobiológicas y/o bioquímicas:.....................................9

1.1.3. Perspectiva Psicodinámica.................................................................11

1.1.4. Modelo cognitivo-conductual...............................................................13

1.2. ÁMBITOS FUNCIONALES Y ESTRUCTURALES....................................16

1.2.1. Ámbitos funcionales.............................................................................16

1.2.2. Ámbitos estructurales..........................................................................17

1.3. CARACTERÌSTICAS CLÍNICAS................................................................18

1.4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS...................................................................22

1.4.1. Según el DSM-IV-TR (APA, 2002)......................................................22

1.4.2. Según la CIE-10 (F60.3)......................................................................23

1.5. EVALUACIÓN............................................................................................24

1.5.1. Entrevista psicológica.........................................................................25

1.5.2. Instrumentos psicológicos...................................................................26


A. Inventario Clínico Multiaxial de Millon (MCMI-II).................................26

B. Inventario de Personalidad límite de Leichsenring (1999)..................27

C. El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota - 2...............27

D. Test de Rorscharch.............................................................................28

1.6. COMORBILIDAD Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.................................29

CONCLUSIONES....................................................................................................34

TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD.........................................35

INTRODUCCIÓN.....................................................................................................36

2.1. ETIOLOGÍA................................................................................................38

2.1.1. Perspectiva psicodinámica.................................................................39

2.1.2. Modelo cognitivo-conductual...............................................................42

2.2. ÁMBITOS FUNCIONALES Y ESTRUCTURALES....................................43

2.2.1. Ámbitos funcionales.............................................................................43

2.2.2. Ámbitos estructurales..........................................................................45

D. Estado de animo / temperamento: Aturdido e insensible.......................46

2.3. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS................................................................46

2.4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS...................................................................49

2.4.1. Según el DSM-IV-TR (APA, 2002)......................................................49

2.4.2. Según la CIE-10 (F60.0)......................................................................50

2.5. EVALUACIÓN............................................................................................51

1.6.1. Entrevista psicológica..........................................................................51

1.6.2. Instrumentos psicológicos...................................................................52

A. Inventario Clínico Multiaxial de Millon (MCMI-II).................................52

B. El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota - 2...............53


C. Test de Rorscharch.............................................................................53

2.6. COMORBILIDAD Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.................................55

CONCLUSIONES....................................................................................................57

REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA.............................................................................58
TRASTORNO LÍMITE DE LA
PERSONALIDAD

5
INTRODUCCIÓN

El trastorno límite de la personalidad (TLP) conocido también como trastorno


borderline, se caracteriza por un patrón general de inestabilidad en las relaciones
interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable impulsividad, que
comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos. Se
estima que la prevalencia es de alrededor del 2 % de la población general,
aproximadamente el 30 y el 60 % en las poblaciones clínicas con trastornos de la
personalidad se sitúa entre el 30 y el 60 % (APA, 2002).

Recientemente, un importante número de estudios han tenido como objetivo tratar


de descubrir los marcadores de riesgo para el desarrollo del TLP., modelos
etiológicos que han sido sintetizados en dos grandes grupos: el primero de ellos
reúne aspectos psicosociales, como la posible separación o pérdida parental, una
implicación parental alterada y abuso físico, psicológico o sexual durante la
infancia; y el segundo grupo incluiría factores genéticos, como historia familiar de
antecedentes psiquiátricos, aspectos temperamentales y disfunciones
neurobiológicas y/o bioquímicas. Asimismo, modelos teóricos etiopatogénicos
como la perspectiva psicodinámica que enfatiza a las relaciones paternofiliales
tempranas como etiología así como, modelo cognitivo-conductual acentúa los
esquemas inadaptados tempranos como consecuencia un ambiente invalidante,
vulnerabilidad emocional o experiencia traumática, factores que predisponen para
el desarrollo una personalidad limite o borderline y, tienen a presentaren a   inicios
de la adolescencia o al principio de la edad adulta , presentando gradualmente
patrones persistentes e inflexibles caracterizados por inestabilidad y disfunción
afectiva, conductual e interpersonal que se extiende a una amplia gama de
situaciones personales y sociales.

En cuanto a la evaluación y diagnóstico del TLP se utilizan las entrevistas


semiestructuradas como la Entrevista diagnóstica para el trastorno límite –
revisada (DIB-R) y la Zanarini rating scale for borderline personality disorder (ZAN-
BPD), e instrumentos psicológicos como el Inventario Multifásico de Personalidad

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de Minnesota - 2 (MMPI – 2), Inventario de Personalidad límite de Leichsenring
(1999), Inventario Clínico Multiaxial de Millon: MCMI-II (Millon, 1998), Test de
Rorscharch, la Escala para el Trastorno Límite de la Personalidad: BDP (Perry,
1982) y el Índice del Síndrome Límite: BSI (Conte et al., 1980). , ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico del Trastorno Límite de la
Personalidad.

Las personas con TLP sufren a menudo de trastornos del control de los impulsos
(Carrasco, 2002), alteraciones del pensamiento, abuso de alcohol y otras
sustancias, así como toda una variedad de problemas de ansiedad. Asimismo,
comorbilidad con los trastornos narcisista, evitativo, pasivo-agresivo y paranoide,
pero en mayor medida para el trastorno histriónico, antisocial, esquizotípico y
dependiente. De modo que, el psicólogo clínico deberá analizar el patrón de
comportamiento habitual, el inicio temprano de los síntomas y su curso, y
mediante las entrevistas e instrumentos psicológicos para determinar su
diagnóstico.

Al término de la investigación teórica,  presentamos un conjunto


de conclusiones específicas que constituye los resultados de la investigación con
su respectiva referencia bibliográfica

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1.1. ETIOLOGÍA
Recientemente, un importante número de estudios han tenido como
objetivo tratar de descubrir los marcadores de riesgo para el desarrollo del
TLP. Los modelos etiológicos propuestos se pueden sintetizar en dos
grandes grupos: factores etiológicos a una naturaleza medioambiental: 1)
separaciones en la infancia, 2) compromiso o implicaciones parentales
alteradas, y 3) experiencias de abuso infantil; y de una naturaleza
constitucional: 1) temperamento vulnerable, 2) tendencia familiar a padecer
ciertos trastornos psiquiátricos, y 3) formas sutiles de disfunción
neurológica y/o bioquímica (Zanarinietal, 1997).

1.1.1. Factores etiológicos de naturaleza medioambiental:

A. Separación o pérdida parental: Entre un 37% y un 64% de los


pacientes límite informan haber vivido importantes separaciones
o pérdidas en la infancia, lo cual, además de ser un aspecto
común entre los sujetos con un TLP, parece ser también un
factor discriminativo entre pacientes psicóticos, pacientes con
trastornos afectivos o pacientes con otros trastornos de la
personalidad.

B. Implicación parental alterada: Los pacientes con un trastorno


límite de la personalidad normalmente perciben la relación con
sus madres como altamente conflictiva, distante o sin ningún
compromiso o entrega afectiva. Sin embargo, la ausencia del
padre o su falta de implicación es un aspecto incluso más
decisivo que los problemas que pueda tener el niño con su
madre. Por otro lado, el hecho de no mantener relaciones
adecuadas con ninguno de los padres, es un factor más
específico y patogénico para el trastorno que tener
enfrentamientos con uno solo.

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C. Abuso en la infancia: Tanto el abuso físico como sexual en la
infancia son relativamente comunes en pacientes
diagnosticados con el trastorno límite, aunque, en general, el
primero de ellos no es significativamente más frecuente al
compararse con sujetos controles. No ocurre lo mismo con el
abuso sexual, ya que éste aparece, de forma consistente, con
una significativamente mayor frecuencia entre los pacientes
límite respecto a sujetos depresivos o con otros trastornos de la
personalidad.

1.1.2. Factores etiológicos de naturaleza constitucional:

A. Historia familiar de trastornos psiquiátricos: A pesar de que la


mayoría de los estudios varían considerablemente en su
metodología, todos ellos indican poca o nula relación entre el TLP y
la esquizofrenia y/o el trastorno esquizotípico de la personalidad.
Pero quizás lo más importante es que se ha hallado que el trastorno
es significativamente es más frecuente en los familiares de primer
grado de quienes tienen el trastorno que en la población general.

B. Aspectos temperamentales: Según estudios recientes, el TLP


estaría asociado con un temperamento caracterizado por un alto
grado de neuroticismo (p.ej., sufrimiento o inquietud emocional) y un
bajo nivel de conformidad o armonía (p.ej., fuerte individualidad).
Además, el TLP es el único de los trastornos del Eje II que se asocia
con un alto nivel tanto de la evitación del daño (p.ej., compulsividad)
como de búsqueda de novedades (p.ej., impulsividad).

C. Disfunciones neurobiológicas y/o bioquímicas: Desde un


planteamiento evolutivo neurobiológico se ha sugerido la posibilidad
de una asociación entre las repercusiones negativas que tiene sobre

9
el niño la disfunción cerebral, y el desarrollo evolutivo de los futuros
adultos con TLP. En este sentido, el resultado sería la presencia de
dificultades en la relación afectivo-emocional y del control de los
impulsos, que en algunos casos, daría lugar al desarrollo del TLP.
La tendencia actual tiene como objetivo investigar la psicobiología
de cada uno de los síntomas clave de este trastorno: la impulsividad
y la labilidad afectiva. Con respecto al primer componente, se puede
constatar una determinación genética para rasgos como la
impulsividad o la ira. Además, los resultados bioquímicos parecen
estar de acuerdo en que la función serotoninérgica central está
claramente disminuida en las personas con TLP, en comparación
con el resto de trastornos de la personalidad. Así mismo, parece
existir cierto consenso con respecto a la existencia de niveles
incrementados de la función noradrenérgica en aquellas personas
diagnosticadas de algún trastorno donde la impulsividad es un
componente central de la patología. Paralelamente, por lo respecta
al segundo componente, los estudios sugieren que la excesiva
disponibilidad colinérgica puede jugar un papel importante en la
disforia transitoria que presentan las personas con TLP.

Según Caballo (2004) las posibles factores de inicio del trastorno límite de
la personalidad se dividen en seis grupos: 1) separación en la infancia, 2)
compromiso o implicaciones parentales alteradas, 3) experiencias de
abuso infantil, 4) temperamento vulnerable, 5) tendencia familiar a padecer
trastornos psiquiátricos y 6) formas sutiles de disfunción neurológica y
bioquímica.

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1.1.3. Perspectiva Psicodinámica
Las teorías psicoanalíticas han subrayado la importancia de las
relaciones paternofiliales tempranas en la etiología del trastorno límite
de la personalidad. Estos estudios han señalado desorganización
materna en los esfuerzos del niño de 2 a 3 años para ser autónomo
(Masterson, 1972); frustración maternal exagerada que agrava la
angustia del niño (Kernberg, 1975) y descuido de las emociones y
actitudes del niño (Adler, 1985), estos dos modelos se puede decir que
Kernberg y Adler hipotizan mucha agresión como etiología,
evidenciada en trauma, abandono o sobre – indulgencia, sumada a
una falta de desarrollo del Ego que impide la conformación de una
buena integración del objeto.
Un cuerpo considerable de investigación empírica ha acompañado
estas teorías, documentando una alta frecuencia de abandono
traumático temprano, malos tratos y abusos sexuales. Estas
experiencias traumáticas se dan en un contexto de negligencia
prolongada, en el cual el niño prelimite desarrolla ira permanente y
autoversion. La ausencia de un vínculo afectivo fiable durante el
desarrollo es el origen de su incapacidad para mantener un sentido
estable de sí mismo o de los otros sin contacto simultaneo (es decir,
defectos de permanencia del objeto o ausencia de introyección
estable) (Gunderson, 1996).
Masterson destacó el temor al abandono que presentan estos
pacientes y situó su origen en experiencias traumáticas de separación
en la infancia.

Zanarini y Frankenburg (1997) propusieron un modelo de triple causa:


niñez traumática, temperamento vulnerable y sucesos
desencadenantes; concluyendo que: 1) los pacientes borderline por lo
general ven su relación materna como distante, muy conflictiva, o no
comprometida; 2) la falta del padre en cuanto a presencia es un

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aspecto más discriminatorio de las familias en el origen del trastorno
borderline de la personalidad que la relación con la madre; y 3) las
relaciones perturbadas con la madre y el padre pueden ser
patagónicas como también más específicas para el trastorno límite de
la personalidad que aquella con una u otro progenitor solamente.

Kernberg atribuye el trastorno límite de la personalidad al uso de


mecanismos de defensa inmaduros: “división, escasa valoración de la
realidad, un ego débil y la integración insuficiente de la identidad:
incapacidad para comprender los aspectos contradictorios de la propia
persona y los otros”. Estos atributos están causados por las
interacciones infantiles tempranas inestables con los padres
caracterizados como imprevisibles, alternativamente asfixiantes y
rechazantes.

En psicodinámica, la teoría de las relaciones objétales refiere que la


experiencia de la relación con los objetos (que se forman
primariamente mediante interacciones tempranas con los progenitores)
genera organizaciones internas perdurables de la mente. En el caso de
las personas límites, interacciones infantiles tempranas inestables con
los padres. La organización de la personalidad Borderline se desarrolla
cuando el niño no puede integrar objetos mentales positivos y
negativos juntos. Kernberg (1975, 1984) considera que la utilización
de los mecanismos de defensa primitivos: la escisión y sus
mecanismos asociados, como la idealización, identificación proyectiva,
negación, omnipotencia y devaluación, protegen al paciente límite del
conflicto intrapsíquico, De esta forma, el empleo sistemático de
defensas resta frescura y fuerza a la personalidad del sujeto.

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Las teorías psicodinámicas consideran que los dos primeros años de la
vida son importantes para el desarrollo en los pacientes con
personalidades límite. Se estima que durante estos años las prácticas
de paternidad que estimulan la agresión y la frustración interfieren con
el desarrollo de una identidad estable del Ego en el niño. Más
adelante, en su vida, el individuo puede representar nuevamente esta
relación infantil, lo cual conduce al refuerzo de interacciones
maladaptativas.

1.1.4. Modelo cognitivo-conductual


Beck & Freeman (2005) el núcleo de la idea de las relaciones objétales
traducida al lenguaje cognitivo-conductual, es la afirmación de que el
individuo límite tiene una concepción extrema, mal integrada, de la
relación con los primeros cuidadores, y como consecuencia de ello sus
expectativas acerca de las relaciones interpersonales carecen de
realismo. Se entiende que esas expectativas dan una forma
sistemática a la conducta y las respuestas emocionales, y son
responsables de la amplia gama de síntomas que experimentan estos
individuos.

Young (1988) postula que durante la niñez pueden desarrollarse


patrones de pensamiento extremadamente estables y duraderos (él los
llama "esquemas inadaptados tempranos") capaces de generar pautas
inadaptadas de conducta que a su vez los refuerzan. Estos esquemas
son objeto de una elaboración ulterior a lo largo de todo el desarrollo y
hasta la edad adulta. Los esquemas inadaptados tempranos que
Young considera característicos del TLP aparecen en la tabla 1. Si
bien él no presenta un modelo detallado del TLP, da por sentado que
cuando esos esquemas inadaptados tempranos son activados por
acontecimientos que guardan relación con ellos, adquiridos

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tempranamente en el desarrollo, que desempeñan un papel importante
durante toda su vida, resultan distorsiones del pensamiento, fuertes
respuestas emocionales y conducta problemática.

Tabla 1: "Esquemas inadaptados tempranos" postulados por Young como características


del trastorno límite de la personalidad. Beck & Freeman (2005)
ESQUEMAS INADAPTADOS EXPRESION POSIBLE
TEMPRANOS
Abandono / perdida. “Siempre estaré solo. Nunca podré contar con
nadie.”
No merecer ser amado. “Nadie me amaría o querría estar cerca de mi si
realmente me conociera.”
Dependencia. “No puedo valerme solo. Necesito a alguien en
quien pueda apoyarme.”
Sometimiento / falta de individuación. “Debo someter mis deseos a los deseos de los
otros, o ellos me abandonarán o atacarán.”
Desconfianza. “La gente me hará daño, me atacará, se
aprovechara de mí. Tengo que protegerme.”
Autodisciplina inadecuada. “No puedo controlarme o adoptar ninguna
disciplina.”
Miedo a perder el control emocional. “Debo controlar mis emociones o sucederá algo
terrible.”
Culpa / castigo. “Soy una mala persona. Merezco ser castigado.”
Privación emocional. “Nunca hay nadie que satisfaga mis necesidades,
que vele por mí, que me cuide.”

Marsha  Linehan (1992) sostiene que existe una disposición biológica


hacia la vulnerabilidad emocional, la exposición a ambientes negativos
y el déficit de aptitud reguladora de las emociones son factores
etiológicos clave para el desarrollo del trastorno límite de la
personalidad.

La disfunción en la regulación emocional se traduce en una alta


vulnerabilidad emocional que se refiere a que el individuo presenta
una alta sensibilidad ante los estímulos emocionales, una tendencia a
experimentar emociones muy intensas y dificultades respecto a volver

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a su línea de base emocional. Las dificultades en la modulación
emocional están relacionadas con esa alta reactividad. Los pacientes
límite presentan un déficit importante en habilidades de regulación
emocional. Pese a que experimentan emociones muy intensas, suelen
tener muchas dificultades en identificar, etiquetar y modular las
emociones. Parece que a lo largo del desarrollo del problema los
pacientes tienen un temor acusado a experimentar emociones y
tienden a utilizar estrategias de evitación. Dentro de estas estrategias
se incluyen las conductas autolesivas. En muchas ocasiones, cortarse,
quemarse, etc. sirve para mitigar el dolor emocional, es decir, el dolor
físico “alivia” el dolor emocional. La conducta autolesiva se convierte
en una conducta de evitación y el alivio momentáneo actúa como un
refuerzo negativo que provoca que la conducta disfuncional se repita
en el futuro. Además, el individuo no se enfrenta a lo que teme (las
emociones) y no se da la oportunidad de conocerlas.

Linehan conceptualiza la vulnerabilidad emocional como una


tendencia biológica. El otro factor importante de la teoría biososcial de
Linehan es un factor psicosocial o ambiental denominado ambiente
invalidante durante la infancia y adolescencia. En el caso del
desarrollo del trastorno límite se refiere sobre todo a un patrón de
crianza que responde con respuestas inapropiadas o no contingentes
a la comunicación de experiencias íntimas. Cuando se produce una
expresión emocional intensa, el ambiente hace ver al individuo que se
equivoca en su descripción de la experiencia emocional y se atribuye
su forma de expresar emociones a características de personalidad
socialmente inaceptables. El problema surge cuando el individuo es
vulnerable emocionalmente, es decir, cuando tiene dificultades para
regular sus emociones. No se reconocen los problemas emocionales
del niño, se le dice que se controle, que no está bien la manera en que
expresa sus afectos, que no sabe reaccionar ante los acontecimientos.

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Es decir, se le pide que cambie pero no se le enseña cómo. El
ambiente castiga la expresión de emociones negativas, pero refuerza
de forma intermitente las expresiones emocionales muy extremas.,
Por último, el individuo no aprende a confiar en sus propias emociones
ya que el ambiente le dice que se equivoca, y el individuo acaba
invalidando sus propias emociones. En un niño con alta vulnerabilidad
emocional este ambiente crea una competición continua entre lo que
el ambiente dice y lo que él siente, lo que lleva a un estado de
frustración y culpabilidad por no ser capaz de cumplir las expectativas
del ambiente.

El modelo de Linehan se fundamenta en la relación entre una alta


vulnerabilidad emocional y un ambiente invalidante como mecanismo
clave para el desarrollo de un trastorno límite de la personalidad. Esta
interacción produce inestabilidad emocional, que constituye el área
más problemática de este trastorno. A su vez, las disfunciones en el
área comportamental, interpersonal, cognitiva y de identidad.

1.2. ÁMBITOS FUNCIONALES Y ESTRUCTURALES

1.2.1. Ámbitos funcionales

A. Comportamiento expresivo: Espasmódico


Manifiesta unos niveles de energía inusitados con arranques de
impulsividad inesperados y súbitos; se producen cambios repentinos
y endógenos de sus impulsos y de sus controles inhibitorios; esto
pone en peligro constantemente la activación y el equilibrio
emocional y provoca comportamientos suicidas o de automutilación
recurrentes.

B. Conducta interpersonal: Paradójico

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Aunque necesita atención y afecto, es imprevisiblemente opositor,
manipulador, voluble, y suscita con frecuencia el rechazo más que
el apoyo; reacciona de forma frenética al temor al abandono y la
soledad, pero de forma iracunda, variable y autolesiva.

C. Estilo cognitivo: Caprichoso


Sus percepciones o pensamientos sobre lo que está ocurriendo
cambian con mucha rapidez, al igual que las emociones contrarias y
los pensamientos conflictivos sobre si mismo y sobre los demás,
pasando del amor a la ira y la culpabilidad; provoca en los demás
reacciones dubitativas y contradictorias debido a sus propios
comportamientos.

D. Mecanismo de regulación: regresión


En situaciones de estrés retrocede hacia niveles de tolerancia de la
ansiedad, control de los impulsos y adaptación social muy primitivos
como comportamientos inmaduros e infantiles.

1.2.2. Ámbitos estructurales

A. Imagen de sí mismo: Insegura


Se juzga como insignificante, sin valor tanto para el como para los
otros, inútil e incapaz de aspiración alguna, improductivo, estéril e
impotente, se considera inconsecuente y censurable. Además se
descalifica por no poseer rasgos o logros loables.

B. Representaciones objétales: Incompatible


Las representaciones internalizadas se han creado de firma
rudimentaria y extemporánea, y se componen de aprendizajes
repetitivos abortados que dan lugar a recuerdos conflictivos,

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actitudes discordantes, necesidades contradictorias, emociones
contrarias, impulsos descontrolados y estrategias inadecuadas para
resolver conflictos.

C. Organización morfológica: Disociada


Las estructuras internas que existen están disociadas y tienen una
configuración conflictiva en la que falta coherencia y congruencia; los
niveles de conciencia suelen variar y provocan movimientos rápidos
de las líneas divisorias que separan las preocupaciones, recuerdos y
afectos contrarios, esto produce cismas periódicos en el orden y
cohesión psicológica.

D. Estado de ánimo/ temperamento: Lábil


No consigue adaptar su estado de ánimo inestable a la realidad
externa; experimenta cambios acusados que van de la normalidad a
la depresión o la excitación, o pasar por periodos de abatimiento y
apatía en los que intercalan episodios de ira intensa e inapropiada, y
breves momentos de ansiedad y euforia.

1.3. CARACTERÌSTICAS CLÍNICAS


El trastorno límite de la personalidad se caracteriza por inestabilidad y
disfunción afectiva, conductual e interpersonal. En el núcleo de la
psicopatología de este trastorno se encuentra una capacidad gravemente
deteriorada para las relaciones y unos patrones de comportamientos
desadaptativos predecibles, relacionados con la separación (Gunderson,
1996). Cuando los pacientes limite se sienten cuidados, sometidos y
apoyados, las características depresivas (concretamente de soledad y
vacío) se hacen más evidentes. Ante la amenaza de perdida de esta
relación de apoyo, la maravillosa imagen idealizada del generoso cuidador
es reemplazada por la odiosa imagen devaluada de un cruel perseguidor,
cambio denominado escisión (splitting). La amenaza de separación

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también evoca intensos temores de abandono. Para minimizar dichos
temores y para prevenir la separación, se pueden producir violentas
acusaciones de malos tratos y crueldad, así como rabiosos
comportamientos autodestructivos. Estos comportamientos suelen suscitar
en los demás una respuesta protectora de culpabilidad o temor. Otra
característica central de este trastorno es la extrema inestabilidad afectiva
que conduce a menudo a comportamientos impulsivos (Herpertz y Cols.,
1997) y autodestructivos (Kemperman y Cols., 1997). Estos episodios
suelen ser breves y reactivos, y cursan una alternancia extrema de los
estados de ánimo. La experiencia y la expresión de la ira pueden ser
especialmente difíciles para el paciente con trastorno límite. Durante
periodos de particular estrés, se producen con frecuencia experiencias
disociativas, ideas de referencia o actos impulsivos desesperados
(incluyendo el abuso de sustancias y la promiscuidad).

Los sujetos con un trastorno límite de la personalidad presentan un patrón


de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la
alternancia entre extremos de idealización y devaluación. Al principio de
una relación pueden sentirse mágicamente implicados, llegando incluso a
idealizar a la otra persona, en cambio pasan rápidamente a devaluarla al
sentirse decepcionados, en su gran mayoría por motivos que para otras
personas pasarían inadvertidos, según el DSMÍV-TR (APA, 2002).
Como consecuencia de esta necesidad de sentirse vinculados tan
estrechamente a nivel emocional, las personas con trastorno límite
presentan un especial temor al abandono, hasta el punto de convertirse en
una necesidad vital. Resulta habitual en estos pacientes distorsionar la
percepción de las comunicaciones y de las acciones de los demás, lo que
los lleva inevitablemente a intensificar la patología. Aun cuando mantienen
relaciones muy seguras, el temor al posible abandono llega a imponerse a
la realidad alcanzando niveles casi delirantes, como si la propia coherencia
o la identidad del paciente pudiera llegar a disolverse si la relación

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terminase (Álvarez, 2001). Esto ocasiona que realicen esfuerzos frenéticos
para evitar el abandono real o imaginado, pudiendo incluir actos impulsivos
como los comportamientos de automutilación o suicidas, según el DSM-IV-
TR (APA, 2002). Estas conductas disociativas y paradójicamente les
proporciona un sentimiento temporal de calma e incluso de euforia, por el
hecho de reafirmarles en su capacidad para sentir, a pesar de que
posteriormente tengan el efecto contrario y generen un sentimiento de
malestar y culpabilidad en el sujeto (Mosquera, 2004a).

Estas personas pueden presentar además, una alteración de la identidad


caracterizada por una marcada y persistente inestabilidad en la imagen o
sentido de uno mismo de acuerdo con el DSM-IV-TR (APA, 2002). Esta
variabilidad en la forma de percibirse, basada generalmente en cómo son
percibidos por los demás, conlleva cambios de humor y pensamientos
contradictorios acerca de uno mismo y de los demás, acompañados de
sentimientos de vacío (Mosquera, 2004a). Una consecuencia de la
inseguridad y la inestabilidad de su propia identidad es que se vuelven
excesivamente dependientes de los demás, llegando a ser
extremadamente vulnerables a la separación de las fuentes externas de
apoyo. Pese a esta incansable búsqueda de afecto y atención, en muchos
de los casos actúan de un modo contrario y manipulativo, suscitando el
rechazo de las demás personas y alimentando su sensación crónica de
vacío (Caballo, 2004). Estas situaciones provocarán en estos sujetos
momentos angustiosos de ansiedad, miedo e incluso depresión, y
desencadenarán periódicas explosiones de ira descontrolada dirigidas
hacia el resto de las personas, seguidas de autoreproches y autocríticas.

De este modo, son la imprevisibilidad y la impulsividad los pilares centrales


del temperamento y las acciones de las personas con TLP (Millon y Davis,
1998). En este sentido, pueden llegar a aferrarse a lo más cercano en
momentos de necesidad, oscilando entre el abuso de sustancias,

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atracones, prácticas sexuales no seguras, encuentros íntimos esporádicos
o conducción temeraria. Debido a esta falta de control y a la intensidad de
sus estados emocionales, no debe sorprendernos la tasa tan elevada de
suicidio consumado que presentan los sujetos diagnosticados con este
trastorno, siendo ésta del 8% al 10% según el DSM-IVTR (APA, 2002),
Igualmente las amenazas e intentos de suicidio son también muy
frecuentes en estos sujetos, alcanzando cifras del 70%, con una media de
tres intentos por paciente.
El estilo cognitivo de estos pacientes viene determinado por la profunda
escisión de sus representaciones objétales. Su nivel cognitivo depende en
gran medida de la estructuración del ambiente exterior. En este sentido el
paciente es capaz de funcionar de forma adecuada en un ambiente
estructurado, al tomar prestada la estructura del entorno y conseguir de
este modo su propia organización. Sin esta estructura, la persona con
trastorno límite de la personalidad efectuará una regresión a estados del yo
más primitivos (Millon y Davis, 1998). Una de la principales distorsiones
cognitivas que padecen estas personas, es su pensamiento
profundamente dicotómico. Utilizan de forma crónica categorías
excluyentes, construyendo su mundo en términos de todo o nada. De este
modo, las opiniones de los demás, de sí mismo y del mundo en general,
tienden a ser completamente positivas o negativas (Mosquera, 2004a). Es
en estas situaciones, la única posibilidad de supervivencia para estas
personas, es pasar rápidamente de un extremo al otro, lo cual dada la
intensidad de sus emociones explica la enorme variabilidad de estados
emocionales intensos, aleatorios e irracionales que viven estos pacientes.
Podemos entender por ello, que la mayoría de estos pacientes sienten con
facilidad que su mundo emocional les desborda, manifestando
características emocionales muy polarizadas.
1.4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS

1.4.1. Según el DSM-IV-TR (APA, 2002)

21
A. Un patrón general de inestabilidad en las relaciones
interpersonales, la autoimagen y la efectividad, y una notable
impulsividad, que comienzan al principio de la edad adulta y se dan
en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:

(1) esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado.


Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de
automutilación que se recogen en el Criterio 5

(2) un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas


caracterizado por la alternancia entre los extremos de
idealización y devaluación

(3) alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo


acusada y persistentemente inestable

(4) impulsividad en al menos dos áreas, que es potencialmente


dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias,
conducción temeraria, atracones de comida). Nota: No incluir los
comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen
en el Criterio 5

(5) comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes, o


comportamiento de automutilación

(6) inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del


estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia,
irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez
unos días)

(7) sentimientos crónicos de vacío

22
(8) ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (p.
ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas
físicas recurrentes)

(9) ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o


síntomas disociativos graves.

1.4.2. Según la CIE-10 (F60.3)

A. Deben cumplirse los criterios generales del trastorno de la


personalidad.

Tipo impulsivo (F60.30)

B. Tienen que cumplirse al menos tres de los siguientes síntomas, de


los cuales uno de ellos tiene que ser señalado con su asterisco.
1) Marcada predisposición a actuar de forma inesperada y sin
tener en cuenta las consecuencias.
2) Tendencia a presentar arrebatos de ira y violencia, con
incapacidad para controlar las propias conductas explosivas.
3) Estado de ánimo inestable y caprichoso.
a. Dificultades para mantener actividades duraderas que no
ofrezcan recompensa inmediata.
b. Marcada predisposición a presentar un comportamiento
pendenciero y a tener conflictos con los demás, en
especial cuando los actos impulsivos son impedidos o
censurados.

Incluye:

- Personalidad explosiva y agresiva.


- Trastorno explosivo y agresivo de la personalidad.

23
Tipo limite (F60.31)

C. Deben estar presentes al menos tres de los síntomas mencionados


en el criterio B, a los que se han de añadir al menos dos de los
siguientes síntomas:
1) Alteraciones o dudas acerca de la imagen de uno mismo, de
los propios objetivos y de las preferencias intimas
(incluyendo sexuales).
2) Facilidad para verse envuelto en relaciones intensas e
inestables, que a menudo terminan en crisis emocionales.
3) Esfuerzos excesivos para evitar ser abandonados.
4) Reiteradas amenazas a actos de agresión hacia uno mismo.
5) Sensaciones crónicas de vacío.

Incluye:

- Personalidad límite.
- Trastorno límite de la personalidad.

1.5. EVALUACIÓN
La importancia de realizar una adecuada evaluación diagnostica radica en
el fortalecimiento del diagnóstico psicológico, el cual favorecerá la
identificación y la planificación de la intervención en el tratamiento a seguir.
En la actualidad se cuenta con una variedad de instrumentos para realizar
la evaluación de los trastorno límite de la personalidad.

1.5.1. Entrevista psicológica


La entrevista es una modalidad de evaluación que permite al
psicólogo, mediante la realización de entrevistas semiestructuradas,

24
evaluar la condición del paciente, sus patrones de comportamientos y
sus síntomas actuales.
Hoy día disponemos de una serie de instrumentos que sirven para la
evaluación de los trastornos de la personalidad, como entrevistas
estructuradas y cuestionarios de autoinforme. Entre las primeras
podemos encontrar la Entrevista Diagnóstica para los Trastornos de
Personalidad del DMS-IV (Diagnostic Interview for DSM-IV Personality
Disorders; Zanarini et al., 1996), la Examen Internacional para los
Trastornos de la Personalidad (International Personality Disorder
Examination, IPDE; Loranger, 1999) o la Entrevista Clínica
Estructurada para los Trastornos de la Personalidad del Eje II del
DSM-IV (Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality
Disorder, SCID II; First et al., 1997).

Las entrevistas semiestructuradas presentan algunas ventajas sobre


los cuestionarios autoinformados (instrumentos psicológicos). Permiten
recoger respuestas más complejas, interpretar síntomas vagos o
inconsistentes, y reducir al mínimo las respuestas incompletas. Son
por ello particularmente útiles si la credibilidad y la validez del
diagnóstico pueden ser cuestionadas. También parecen discriminar
mejor entre rasgos de personalidad y trastornos del eje I, aunque no
son totalmente inmunes a distorsiones causadas por estados
psicopatológicos transitorios. No parece haber por otra parte ventajas
apreciables de unas entrevistas sobre otras en cuanto a su calidad, ya
que todas ellas presentan propiedades psicométricas aceptables.
Pese a ser consideradas el estándar diagnóstico, las diferentes
entrevistas presentan un pobre acuerdo entre sí. Sin embargo, el
mayor inconveniente de las entrevistas semiestructuradas es su coste
en términos de tiempo del profesional. Los instrumentos para un solo
trastorno como la Entrevista diagnóstica para el trastorno límite –
revisada (DIB-R) y la Zanarini rating scale for borderline personality

25
disorder (ZAN-BPD) son más breves, pero presuponen el conocimiento
previo del diagnóstico y obvian el hecho de que no existen pacientes
con TLP “puros”: éstos suelen cumplir criterios para uno o más
trastornos adicionales que pueden ser clínicamente importantes.

1.5.2. Instrumentos psicológicos


Los cuestionarios autoinformados tienen una mayor utilidad en la
práctica clínica que las entrevistas semiestructuradas. Ahorran tiempo
del profesional, permiten una amplia utilización, reducen la
defensividad en las respuestas y, debido a su mayor estandarización,
suelen presentar propiedades psicométricas superiores. Igualmente,
nos permiten valorar en qué medida un sujeto se aleja de la población
general en cuanto a la intensidad de sus rasgos, los instrumentos de
evaluación existentes hoy en día para los trastornos de la
personalidad, algunos como:

A. Inventario Clínico Multiaxial de Millon (MCMI-II)


El MCMI – II tiene como propósito identificar posibles trastornos de
personalidad. Sus perfiles pueden ayudar a sugerir o descartar
posibles trastornos. Por lo tanto, es una prueba con intereses y
utilidades esencialmente clínicas en el campo de los estilos y
trastornos de personalidad. El MCMI – II es una prueba con forma
de cuestionario autoaplicado de 175 ítems, de respuesta
verdadero/falso, organizados en 26 escalas. Contienen 10 escalas
básicas de personalidad: esquizoide, fóbica, dependiente,
histriónica, narcisista, antisocial, agresivo-sádica, compulsiva,
pasivo-agresiva y autodestructiva/masoquista; 3 escalas de
personalidad patológica: esquizotípica, límite y paranoide; 6
síndromes clínicos de gravedad moderada (Eje I, DSM-III-R):
ansiedad, histeriforme, hipomanía, distimia, abuso del alcohol y
abuso de las drogas, y 3 síndromes clínicos de gravedad severa

26
(Eje I, DSM-III-R): pensamiento psicótico, depresión mayor y
trastorno delirante. Se completa con 4 escalas de fiabilidad y
validez: sinceridad, validez, deseabilidad y alteración para una
mejor valoración de cada caso. Las puntuaciones permiten una
interpretación categórica y dimensional.

B. Inventario de Personalidad límite de Leichsenring (1999).


El Inventario de Personalidad límite: BPI toma como base la teoría
estructural de la personalidad de Kernberg (1984), pudiendo
distinguir en este sentido tres niveles organizados: el neurótico, el
límite y el psicótico. El cuestionario consta de 53 ítems verdadero-
falso, de aplicación para adolescentes y adultos. Presenta varias
escalas que principalmente características como la identidad difusa,
los mecanismos primitivos de defensa, la evaluación de la realidad
y el miedo al compromiso, entre otras, que presentan los sujetos
con este trastorno. Los resultados en cuanto a su validez
discriminante informan de un alto porcentaje de éxito en el
diagnóstico de estos pacientes.

C. El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota - 2


(MMPI – 2)
El MMPI-2, es una prueba con forma de cuestionario autoaplicado
de 567 ítems, aporta una gran riqueza de información sobre la
estructura de la personalidad y sus posibles trastornos: 10 escalas
clínicas que exploran distintos aspectos de la personalidad:
Hipocondría, Depresión, Histeria conversiva, Desviación
Psicopática, Masculinidad-Feminidad: Varones, Masculinidad-
Feminidad: Mujeres, Paranoia, Psicastenia, Esquizofrenia,
Hipomanía e Introversión Social; 15 escalas de contenido:
Ansiedad, Miedos, Obsesividad, Depresión, Preocupaciones por la
salud, Pensamiento extravagante, Hostilidad, Cinismo, Conductas

27
antisociales, Comportamiento tipo A, Baja autoestima, Malestar
social, Problemas familiares, Interferencia laboral e Indicadores
negativos de tratamiento; 3 escalas de validez, que señalan el
grado de confiabilidad de las respuestas obtenidas. Asa como, 18
escalas suplementarias y 31 subescalas.

Con respecto a esta prueba psicométrica, Méndez (2005) indica


que el paciente con Trastorno Límite de la Personalidad, los
protocolos revelan signos de desorden del pensamiento,
impulsividad, depresión, ansiedad, enojo y suspicacia. Así mismo,
suelen presentar elevada la escala 8 (esquizofrenia), la cual revela
procesos de pensamiento inusuales y peculiaridades de la
percepción. Otra escala cuya alteración evidencia la sintomatología
de esta patología clínica es la 4 (Desviación Psicopática), la cual
denota rasgo caracterológico de impulsividad y baja tolerancia a la
frustración.
Finalmente la escala 2 (Depresión), suele presentarse alterada
reflejando en su mundo interno apatía, insatisfacción y baja
autoestima. La elevación de la escala 6 también es común en estos
protocolos, evidenciando la presencia de ira intensa inapropiada o
falta de control del enojo

D. Test de Rorscharch
Es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico creado
por Hermann Rorschach. El test se utiliza principalmente para
evaluar la personalidad. Consiste en una serie de 10 láminas que
presentan manchas de tinta de simetría bilateral, las cuales se
caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración, que
ayudan a identificar la estructura afectiva e intelectual de las
personas a quienes se les aplica.

28
Con respecto a la aplicación, para la evaluación del Trastorno
Límite de la Personalidad, Méndez (2005) señala que estos
pacientes suelen ofrecer respuestas que son ilógicas, extrañas o
bizarras, incluyendo combinaciones fabulizadas y confabulaciones,
siendo estas últimas muy frecuentes, aunado a presencia de más
respuestas negativas, relacionado con la presencia de FC: CF +C,
lo que indica ambivalencia afectiva, pobre modulación y falta de
control impulsos. Igualmente una baja puntuación D, sugerirá la
existencia de pobres recursos internos, ideativos y afectivos,
condición que repercutirá en su forma de enfrentar las situaciones
conflictivas (p.155).

Otros cuestionarios que evalúan la presencia de un TLP son la Escala


para el Trastorno Límite de la Personalidad: BDP (Perry, 1982) y el
Índice del Síndrome Límite: BSI (Conte et al., 1980).

Las entrevistas y los instrumentos psicológicos (psicométricos o


proyectivos) son las técnicas más utilizadas para la evaluación del
TLP., ya que permiten explorar e identificar sus cogniciones,
afectividad, control de impulsos y su funcionamiento interpersonal y
determinar la posible presencia de trastorno límite de la personalidad.

1.6. COMORBILIDAD Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL


Las personas con TLP sufren a menudo de trastornos del control de los
impulsos, alteraciones del pensamiento, abuso de alcohol y otras
sustancias, así como toda una variedad de problemas de ansiedad.
El solapamiento del TLP con otros trastornos del Eje II se presenta también
de manera frecuente. La concurrencia parece ser habitual según para el
trastorno narcisista, evitativo, pasivo-agresivo y paranoide, pero en mayor
medida para el trastorno histriónico, antisocial, esquizotípico y
dependiente. También se ha demostrado que hombres y mujeres con TLP
exhiben patrones distintos de comorbilidad.

29
La presencia comórbida tanto de trastornos de Eje I como otros trastornos
del Eje II en pacientes diagnosticados de TLP refleja la necesidad de
establecer claramente el diagnóstico diferencial. En primer lugar el
psicólogo deberá analizar el patrón de comportamiento habitual, el inicio
temprano de los síntomas y su curso, es decir, realizar un análisis
longitudinal de los síntomas, no quedándose únicamente con un análisis
transversal de los mismos.

De este modo, los trastornos del estado de ánimo son en la mayoría de los
casos el grupo de trastornos con lo que resulta necesario realizar el
diagnóstico diferencial, ya que las personas con TLP presentan variaciones
importantes de su estado de ánimo, especialmente referido a síntomas
depresivos pero también en relación a sintomatología maniaca o
hipomaníaca, debido a que la excitabilidad general, la irritabilidad o la falta
de control de los impulsos pueden hacer pensar al clínico que se encuentra
ante una persona con trastorno bipolar. Por todo ello, es de especial
importancia atender con detalle a la historia de desarrollo de la
perturbación. Con respecto al diagnóstico diferencial del Eje II, son varios
los trastornos de la personalidad que según el DSM-IV-TR (APA, 2002) se
pueden confundir con el TLP. A continuación se exponen las principales
diferencias entre estos trastornos (ver Tabla 2)

OTROS TRASTORNO LÍMITE


TRASTORNOS CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONALIDAD

30
Búsqueda de atención Autodestructividad
Comportamiento manipulativo Rupturas airadas en las relaciones
Trastorno. Histriónico Emociones rápidamente interpersonales
de la personalidad cambiantes Sentimientos crónicos de profundo
vacío y soledad

Ideas paranoides:
Más pasajeras
Trastorno esquizotípico Ideas paranoides Interpersonalmente reactivos
de la personalidad En respuesta a situaciones
Estresantes
Reacciones coléricas a Reacciones coléricas a estímulos
Trastorno paranoide estímulos menores Menores.
de la personalidad Relativa estabilidad de la Inestabilidad de la autoimagen.
autoimagen Autodestructividad.
Trastorno narcisista Relativa falta de Impulsividad.
de la personalidad autodestructividad, Miedo al abandono real o
impulsividad y preocupaciones imaginado.
por el
abandono
Comportamientos manipulativos: Comportamientos manipulativos:
Trastorno antisocial Dirigidos a obtener beneficios Lograr el interés de quien se
de la personalidad materiales ocupa de él.

Temor al abandono: Temor al abandono:


Trastorno de la Respuestas de sumisión Respuestas de ira.
personalidad Búsqueda urgente de una Respuestas de rabia.
por dependencia relación que
reemplace la anterior

Como se refleja en la Tabla 2, mientras el trastorno histriónico se


caracteriza por la búsqueda de atención, el comportamiento manipulativo y
las emociones rápidamente cambiantes, el TLP se diferencia por la
autodestructividad, las rupturas airadas de las relaciones personales y los

31
sentimientos crónicos de un profundo vacío y soledad. Sin embargo, las
ideas paranoides pueden aparecer tanto en el TLP como en el trastorno
esquizotípico de la personalidad, aunque en el TLP estos síntomas son más
pasajeros y aparecen en respuesta a situaciones estresantes. Asimismo,
aunque el trastorno paranoide y el trastorno narcisista se pueden
caracterizar por una reacción colérica a estímulos menores, la relativa
estabilidad de la autoimagen, así como la falta de autodestructividad,
impulsividad y las preocupaciones por el abandono, diferencian estos
trastornos del TLP. En cambio, los comportamientos manipulativos
caracterizan tanto el trastorno antisocial de la personalidad como el TLP, si
bien es cierto, la manipulación de los demás y la impulsividad de las
personas con trastorno antisocial de la personalidad está más dirigida a
obtener beneficios materiales, mientras que la persona con TLP tiene la
finalidad de lograr el interés de quienes se ocupan de él.

Por otro lado, tanto el trastorno de la personalidad por dependencia como el


TLP se caracterizan por el temor al abandono; sin embargo las reacciones
de la persona con trastorno dependiente de la personalidad al abandono de
los demás, no son de ira rabia, sino que tiende a la búsqueda urgente de
una relación que reemplace la anterior.

El trastorno límite de la personalidad debe diferenciarse de un cambio de la


personalidad debido a una enfermedad médica, en la que los rasgos
aparecen como un efecto directo de una enfermedad del sistema nervioso
central. También se tiene que distinguir de los síntomas que pueden
aparecer en asociación con el consumo crónico de sustancias (p. ej., el
trastorno relacionado con la cocaína no especificado). El trastorno límite de
la personalidad debe diferenciarse del problema de identidad que está
reservado para las preocupaciones sobre la identidad relacionadas con una
fase del desarrollo (p. ej., la adolescencia) y no se considera un trastorno
mental.

32
Según NIMH (2013), el 85 por ciento de las personas con trastorno límite de
la personalidad en EE. UU., también cumple con los criterios de diagnóstico
para otras enfermedades mentales; el estudio revelo que las mujeres con el
trastorno límite de la personalidad, son más propensas a tener trastornos
concurrentes como, depresión mayor, trastornos de ansiedad o de la
alimentación. En el caso de los hombres, el trastorno límite de la
personalidad es más probable de coincidir con trastornos como abuso de
sustancias y el trastorno de personalidad antisocial.

CONCLUSIONES

Ψ El TLP es un patrón persistente de inestabilidad en las relaciones


interpersonales, el afecto y la autoimagen y un escaso control de los

33
impulsos, que se manifiestan al inicio de la etapa adulta que causa un
malestar significativo y genera desadaptación social, ocupacional y
funcional general.

Ψ Los modelos etiopatològicos se centran en diferentes determinantes como:,


experiencias traumáticas en la infancia, separaciones en la infancia,
ambiente sociofamiliar invalidante, temperamento vulnerable que generan
en el individuo esquemas inadaptados tempranos y estrategias
psicológicas inconscientes  para hacer frente a la realidad y mantener
la autoimagen. 

Ψ Las entrevistas y los instrumentos psicológicos que evalúan los TTPP. son
las técnicas más utilizadas para la evaluación del TLP., ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico e intervención
adecuada.

Ψ Las personas con TLP presentan a menudo síntomas de comorbilidad con


los de trastornos de personalidad histriónica, esquizotípico, paranoide,
narcisista, antisocial dependiente; alteraciones del pensamiento, abuso de
alcohol y otras sustancias. De modo que, el psicólogo deberá analizar el
patrón de comportamiento habitual, el inicio temprano de los síntomas y su
curso para  determinar el diagnóstico e intervención adecuada.

34
TRASTORNO PARANOIDE
DE LA PERSONALIDAD

35
INTRODUCCIÓN

El trastorno paranoide de la personalidad (TPP) se caracteriza por un patrón de


desconfianza y suspicacia general hacia los otros, de forma que las intenciones de
estos son interpretadas como maliciosas, que empieza al principio de la edad
adulta y aparece en diversos contextos. Se ha señalado que la prevalencia del
TPP es del 0,5-2,5 % en la población general, del 10-20 % en los hospitales
psiquiátricos y del 2-10 % en los pacientes psiquiátricos ambulatorios (APA, 2002).

Por otro lado, los modelos teóricos etiopatogénicos como la perspectiva


psicodinámica sostiene que el individuo percibe inadecuadamente en los otros lo
que en realidad es cierto de él, y como resultado experimenta menos angustia que
con una idea más realista de sí mismo y de los demás, tendiendo a utilizar
mecanismos de defensa como la proyección, que limpia el sí mismo de cualquier
cosa indeseable y el aislamiento que les sirve para resistir la invasión y a la
influencia externa. Sin embargo, el modelo cognitivo-conductual acentúa los
esquemas inadaptados tempranos como consecuencia de una falta básica de
confianza, resultante de malos tratos y carencia de un amor coherente por parte
de los padres, factores que predisponen para el desarrollo una personalidad
paranoide y, tienden a desarrollarse a   inicios de la adolescencia o al principio de
la edad adulta, presentando gradualmente patrones persistentes e inflexibles
caracterizados por inestabilidad y disfunción afectiva, conductual e interpersonal
que se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.

En cuanto a la evaluación y diagnóstico del TPP se utilizan las entrevistas


semiestructuradas e instrumentos psicológicos como el Inventario Multifásico de
Personalidad de Minnesota - 2 (MMPI – 2), Inventario Clínico Multiaxial de Millon:
MCMI-II (Millon, 1998), Test de Rorscharch, ya que permiten explorar e identificar
sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su funcionamiento
interpersonal y determinar el diagnóstico del Trastorno Paranoide de la
Personalidad.

36
Las personas con TPP., presentan síntomas de comorbilidad con los trastornos
narcisista, evitativo, histriónico, antisocial, esquizotípico y esquizoide De modo
que, el psicólogo clínico deberá analizar el patrón de comportamiento habitual, el
inicio temprano de los síntomas y su curso, y mediante las entrevistas e
instrumentos psicológicos para determinar su diagnóstico.

Al término de la investigación teórica,  presentamos un conjunto


de conclusiones específicas que constituye los resultados de la investigación con
su respectiva referencia bibliográfica.

37
1. ETIOLOGÍA
Algunas teorías sugieren que estas personas han sido objeto de una
excesiva violencia por parte de sus padres, mientras que otras apuntan a
que han sido repetidamente humilladas por otros. Cualquier tipo de
experiencia puede, en teoría, provocar sentimientos de inadecuación y
vulnerabilidad seguidos de una proyección de hostilidad e ira hacia los
demás, así como de una tendencia a responsabilizarles de los propios
problemas y errores. En general se cree que el mecanismo de defensa de
proyección está implicado en la expresión de las características de este
trastorno (Vaillant, 1992).
Es probable que el trastorno paranoide de la personalidad tenga elementos
genéticos. A principios del siglo pasado, Kraepelin (1921) postulaba que
este trastorno de personalidad era el tipo premórbido de las personas
predispuestas a la paranoia (ahora conocida como trastorno delirante en el
Eje I) la relación entre ambos trastornos ha recibido el apoyo de algunos
estudios familiares que han hallado un mayor riesgo mórbido de trastorno
de la personalidad paranoide en los familiares de primer grado de los
sujetos con trastorno delirante que en familiares de sujetos con
esquizofrenia o enfermedades médicas (Kendler y Gruenberg, 1982). Este
vínculo supone una posible implicación tanto de factores ambientales como
constitucionales en la etiología del trastorno paranoide de la personalidad.

Millón (1981) sostiene que los TPP casi invariablemente van acompañados
por otros trastornos de la personalidad, y examina por separado cada uno
de los cinco subtipos principales. El subtipo "paranoide narcisista" se
considera resultado de una fuerte creencia en la propia importancia,
sumada a un déficit de habilidades sociales. La hipótesis de Millón es que
cuando esos individuos se enfrentan a un medio que no comparte su
creencia en su propia importancia, se repliegan en fantasías de
omnipotencia en lugar de reconocer sus propias carencias. La
personalidad "paranoide antisocial" resultaría que el individuo ha sido

38
objeto del hostigamiento y antagonismo de sus padres, lo que le lleva a ver
el mundo como inhóspito y a una conducta rebelde, hostil, que provoca el
rechazo de los demás. Los individuos "paranoides compulsivos" han
aprendido a luchar para cumplir perfectamente con normas parentales
rígidas, de modo que se han vuelto controladores en exceso,
perfeccionistas, retraídos y autocríticos. La paranoia aparece cuando
atribuyen a otros su dura autocrítica. Según la hipótesis de Millón, en el
desarrollo de la personalidad "paranoide pasivo-agresiva" intervienen
factores constitucionales que llevan al niño a dar a sus progenitores
respuestas que alientan reacciones incoherentes. Estas reacciones de los
padres a la vez determinan que el niño se convierta en una persona
irritable, negativista e incapaz de mantener relaciones estables, lo que
provoca el aislamiento social y el desarrollo de celos delirantes.
Finalmente, la personalidad "paranoide descompensada" sería sumamente
proclive a episodios psicóticos en respuesta al estrés; habría un vínculo
entre el TPP y la psicosis.

1. Perspectiva psicodinámica
El tema general de la paranoia ha recibido una amplia atención de los
autores de la escuela psicodinámica, desde Freud que consideraba
que el síntoma paranoide se debía a una serie de trasformaciones
intrapsíquicas. Basándose en el famoso caso de Schreber, estableció
las bases de su modelo explicativo de la idea paranoide. Según Freud,
la paranoia se desarrolla a partir de impulsos homosexuales reprimidos
sin éxito. Al fracasar la represión como defensa de los impulsos
inadmisibles, se utiliza como mecanismo alternativo la negación; el
impulso original “le amo” es negado o invertido mediante la formación
reactiva “no le amo, él me odia” y la racionalización, como justificación
aceptable, “le odio por su odio hacia mí”. Freud solo analizo la
paranoia como un síntoma único y no profundizo el trastorno
paranoide.

39
Shapiro (1965) sostiene que el trastorno resulta de la "proyección"
sobre otros de los propios sentimientos e impulsos inaceptables. En
teoría, atribuir a los demás los impulsos inaceptables, en lugar de
asumirlos uno mismo, reduce o elimina la culpa y sirve de defensa
contra el conflicto interno. En esencia, la concepción psicoanalítica es
que el individuo percibe inadecuadamente en los otros lo que en
realidad es cierto de él, y como resultado experimenta menos angustia
que con una idea más realista de sí mismo y de los demás.

Los teóricos de las relaciones objetables mantienen que la


personalidad paranoide opera en un nivel límite de la organización de
la personalidad (Kernberg, 1979), que esta, por definición, denominado
por la disociación. Las representaciones de uno mismo y de los demás
se encuentran muy polarizadas: son o completamente buenas o
completamente malas. De modo que las personas que funcionan
dentro del nivel límite suelen mostrar cambios bruscos en sus
emociones. En un momento determinado, estos individuos parecen ser
totalmente encantadores, confiados e idealizados; sin embargo, si se
les frustra cambiaran de repente y pasaran a sentir un profundo odio,
condena y rabia. En los paranoides, las imágenes buenas por
completo permanecen en el interior del sí mismo, y las imágenes
malas por completo se proyectan hacia el exterior. Por tanto, el mundo
exterior se convierte en el origen de todos los sentimientos
desagradables, y el origen de todo lo deseable y bueno permanezca
en el interior de sí mismo, protegido de la contaminación.
Así pues, según el paradigma psicodinámico, la proyección limpia el sí
mismo de cualquier cosa indeseable, pero a un coste muy elevado: los
sentimientos negativos genuinos que existen en el exterior del sí
mismo se experimentan como procedentes del exterior. Dado que todo
lo que es malo o indeseable en realidad se origina internamente; en
cierto sentido, los paranoides no pueden escapar de sí mismos. La

40
persecución parece omnipotente. Por lo tanto, los paranoides son
vulnerables a las construcciones autorreferenciales de la realidad, es
decir, a las ideas de referencia y las conspiraciones generalizadas.
También surgen mecanismos de defensas secundarios en respuesta a
los círculos que crean los paranoides. Según Stone (1993), los
paranoides ponen distancia psicológica y geográfica entre ellos y los
demás. El aislamiento les sirve para resistir la invasión y a la influencia
externa. Además, de retirarse de la vida social calma en cierta medida
la agonía de las ideas autorrefenciales, que se intensifican cuando los
demás están presente físicamente. Los paranoides también utilizan la
fantasía, mediante las fantasías de revancha consiguen vengarse de
sus perseguidores y restablecen su autonomía (antes, el débil
paranoide estaba a merced del mundo, ahora es el mundo que está a
su merced).

Meissner (1986), sostiene que en las personas con TPP prevalece el


mecanismo de la escisión a través de la cual se separan los
sentimientos de amor y odio hacia el objeto deseado, sin ninguna
integración. De esta manera las experiencias emocionales activan
mecanismos de proyección de los aspectos negativos propios hacia el
objeto externo (la amenaza interna se transforma en externa).
Paralelamente se establece un mecanismo de identificación proyectiva,
es decir una tendencia que lleva al paranoide a controlar a los demás
para asegurarse que, antes o después, observará lo que teme
(aspectos negativos del mismo). Estos mecanismos subrayan la
presencia de un núcleo de la personalidad caracterizado por una
autoestima muy baja, que llevan al paranoide a controlar a los demás,
a tener miedo de la autoridad y a ser muy crítico con las
imperfecciones de los demás.

41
2. Modelo cognitivo-conductual
Cameron (1963, 1974) piensa que el trastorno proviene de una falta
básica de confianza, resultante de malos tratos y carencia de un amor
coherente por parte de los padres. El niño aprende a esperar un trato
sádico de los otros, debe mantenerse alerta para identificar signos de
peligro y actuar con rapidez para defenderse. La vigilancia aumentada
determina que detecte claves sutiles en las reacciones negativas de
los demás y que reaccione a ellas con violencia, sin mucha conciencia
del efecto que sobre quienes le rodean tienen sus propias actitudes
hostiles.

Colby (1981) su modelo se basa en el supuesto de que la paranoia es


en realidad un conjunto de estrategias dirigidas a prevenir o reducir al
mínimo la vergüenza y la humillación. Se supone que el individuo
paranoide tiene la fuerte creencia de que es inadecuado, imperfecto e
insuficiente. Se supone que el individuo paranoide tiene la fuerte
creencia de que es inadecuado, imperfecto e insuficiente. Esto
generaría en su experiencia niveles intolerables de vergüenza y
humillación en situaciones de ridículo, cuando se es objeto de
acusaciones falsas o se padece una discapacidad física. Colby plantea
la hipótesis de que en una situación "humillante" el individuo se salva
de aceptar la culpa y los sentimientos consiguientes de vergüenza y
humillación acusando a otro y afirmando que ha sido tratado con
perversidad. Se conjetura que la ira y/o la ansiedad que resultan de la
atribución de los problemas a la persecución o el hostigamiento por
parte de otros malévolos son menos aversivas que la vergüenza y la
humillación que surgirían si el individuo se considerara responsable de
los hechos.

42
Turkat (1985) sostiene que las interacciones tempranas de los padres
le enseñan al niño "Debes ser cuidadoso para no cometer errores" y
"Tú eres distinto de los demás". Entonces el individuo se preocupa
intensamente por las evaluaciones de los otros, pero al mismo tiempo
las expectativas parentales, a las que trata de adecuarse, impiden que
sea aceptado por sus pares. Finalmente éstos lo aíslan y humillan, y él
carece de las habilidades interpersonales necesarias para superar ese
aislamiento. Pasa mucho tiempo en rumiaciones sobre su situación y
sobre el maltrato a que se le somete; termina llegando a la conclusión
de que la persecución se debe a que él es especial y los demás están
celosos. Esta supuesta "explicación racional" tiene la finalidad de
reducir la angustia por el aislamiento social. Resulta una concepción
paranoide de los otros que perpetúa el aislamiento, porque siempre se
prevé el rechazo lo cual genera un ansiedad considerable en las
interacciones sociales, y además porque la aceptación por parte de los
otros amenazaría el sistema explicativo del sujeto.

2. ÁMBITOS FUNCIONALES Y ESTRUCTURALES

1. Ámbitos funcionales

A. Comportamiento expresivo: Defensivo


Esta vigilante, alerta para anticipar y detener el menosprecio, las
intenciones maliciosas y los engaños; se resiste con tenacidad y
firme a las fuerzas de la influencia y control externo.

43
B. Conducta interpersonal: Provocador
No solo guarda rencor y no olvida los agravios del pasado, sino que
presenta una actitud pendenciera, reacia y hostil hacia los recién
conocidos; genera exasperación e ira en los demás mediante la
comprobación de la realidad y la preocupación inquisidora sobre las
motivaciones ocultas de otras personas

C. Estilo cognitivo: Suspicaz


Es escéptico, cínico y desconfiado sin motivo hacia las intenciones
de los demás; incluyendo familiares, amigos y colegas, de manera
que interpreta los acontecimientos inocuos como malevolentes o
intentos de conspiración; busca significados ocultos en los temas
neutros y exagera la más mínima dificultad como si se tratara
pruebas de la existencia de segundas intenciones y traiciones,
sobre todo en cuanto a la fidelidad y la confianza en el cónyuge o
en un amigo íntimo se refiere.

D. Mecanismo de regulación: Proyección


Repudia de forma activa los rasgos y motivaciones personales
indeseables y los atribuye a los demás; no es capaz de ver sus
propios comportamientos y rasgos poco atractivos, sin embargo
esta hiperalerta y es hipercrítico con los rasgos similares de los
demás.

44
2. Ámbitos estructurales

A. Imagen de sí mismo: Inviolable


Tiene ideas persistentes de autorreferencia y se siente demasiado
importante; percibe ataques hacia su propia persona que no son
evidentes para los demás; considera que acciones y sucesos
inicuos por completo son personalmente despectivos y
provocadores, cuando no difamatorios; se siente orgulloso de su
independencia, es reacio a confiar en los demás y se aísla, aunque
experimenta intensos temores de perder la identidad, el estatus y el
poder de autodeterminación.

B. Representaciones objétales: Inalterable


Internaliza representaciones de relaciones tempranas significativas,
que se configuran de manera fija e implacable en creencias y
actitudes profundas; se guía también por convicciones inflexibles
que, a su vez, constituyen de manera idiosincrática una jerarquía
fija de asunciones, temores y conjeturas que se mantienen con
tenacidad, aunque sin fundamento

C. Organización morfológica: Inflexible


La inflexibilidad del sistema de estructuras morfológicas que los
sustentan, asi como la rigidez de los canales de afrontamiento
defensivo, la meditación de conflictos y la necesidad de
gratificación, generan una estructura demasiado excitable y en
tensión, tan poco flexible para adaptarse a circunstancias
cambiantes, que es probable que los estresores imprevistos
precipiten estadillos de ira o frustraciones internas.

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D. Estado de animo / temperamento: Aturdido e insensible
Es demasiado perspicaz y se aturde con facilidad, sobre todo en los
encuentros sociales; agitados y en estado de alerta ansiosa; desconfía
de los demás y desconfía de sus intenciones; manifiesta monotonía,
apatía, pereza, falta de alegría y aspecto insípido; con notables
deficiencias en sus relaciones interpersonales y en la expresión
emocional.

3. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Las personas con un trastorno paranoide de la personalidad muestran una
falta de confianza hacia los demás generalizada, persistente e inapropiada.
No confían en la gente y dan por sentado que intentaran dañarles,
explorarles o engañarles. Pueden cuestionar, sin justificación alguna, la
lealtad o la fidelidad de sus amigos o compañeros sexuales, y son
reticentes a las confidencias por temor a que dicha información sea
utilizada en su contra. Estas personas son cautelosas, tenas e
hipervigilantes y examinan frecuentemente su entorno en busca de indicios
de posibles ataques, engaños o traiciones. A menudo buscan “evidencias”
de dicha malevolencia a partir de sucesos banales (con una mirada simple)
que interpretan como degradantes o amenazantes. En respuesta a los
insultos o traiciones reales o percibidas, estos individuos reaccionan
rápidamente de forma exagerada; se muestran excesivamente furiosos o
responden con conductas de contrataque. Son incapaces de perdonar u
olvidar estos incidentes y por ello mantienen un resentimiento duradero
hacia sus supuestos atacantes; algunos son litigantes. Mientras que
determinados individuos parecen tranquilos y su tensión es distante y
hostil, otros se muestran claramente coléricos y combativos. Las personas
con este trastorno suelen estar socialmente aisladas y, a causa de su
actitud paranoide, a menudo tienen dificultades con sus compañeros de
trabajo.

46
Bajo la descripción del DSM-IV-TR (APA, 2002), La característica esencial
del trastorno paranoide de la personalidad es un patrón de desconfianza y
suspicacia general hacia los otros, de forma que las intenciones de éstos
son interpretadas como maliciosas. Este patrón empieza al principio de la
edad adulta y aparece en diversos contextos.
Los individuos con este trastorno dan por hecho que los demás se van a
aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar, aunque no
tengan prueba alguna que apoye estas previsiones (Criterio A1). Con
pocas o ninguna prueba, tienen base suficiente para sospechar que los
demás están urdiendo algún complot en su contra y que pueden ser
atacados en cualquier momento, de repente y sin ninguna razón.
Frecuentemente, sin que haya prueba objetiva de ello, sienten que han
sido ofendidos profunda e irreversiblemente por otra persona o personas.
Están preocupados por dudas no justificadas acerca de la lealtad o la
fidelidad de sus amigos y socios, cuyos actos son escrutados
minuciosamente en busca de pruebas de intenciones hostiles (Criterio A2).
Cualquier desviación que perciban en la fidelidad o la lealtad sirve como
prueba a sus suposiciones. Cuando algún amigo o socio se muestra leal
con ellos, están tan sorprendidos, que no pueden tener confianza o creer
en él. Si se encuentran con problemas, piensan que lo que van a hacer sus
amigos o socios es atacarles o ignorarles.

Los sujetos con este trastorno son reacios a confiar o intimar con los
demás, porque temen que la información que compartan sea utilizada en
su contra (Criterio A3). Pueden negarse a contestar preguntas personales
diciendo que esa información «no es asunto de los demás». En las
observaciones o los hechos más inocentes vislumbran significados ocultos
que son degradantes o amenazantes (Criterio A4). Por ejemplo, un sujeto
con este trastorno puede malinterpretar un error legítimo de un
dependiente de una tienda como un intento deliberado de no dar bien el
cambio o puede ver una observación humorística de un compañero de

47
trabajo como si fuera un ataque en toda regla. Los halagos son
frecuentemente malinterpretados (p. ej., un elogio de algo que acaban de
comprar puede malinterpretarse como una crítica por ser egoísta; un
halago por algún logro se malinterpreta como un intento de coartar una
actuación mejor). Pueden ver una oferta de ayuda como una crítica en el
sentido de que no lo están haciendo suficientemente bien ellos solos.

Los individuos con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces
de olvidar los insultos, injurias o desprecios de que creen haber sido objeto
(Criterio A5). El menor desprecio provoca una gran hostilidad, que persiste
durante mucho tiempo. Puesto que siempre están pendientes de las malas
intenciones de los demás, sienten a menudo que su persona o su
reputación han sido atacadas o que se les ha mostrado desconsideración
de alguna otra manera. Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira
ante los ultrajes que perciben (Criterio A6). Los sujetos con este trastorno
pueden ser patológicamente celosos, sospechando a menudo que su
cónyuge o su pareja les es infiel sin tener una justificación adecuada
(Criterio A7). Pueden reunir «pruebas» triviales y circunstanciales para
confirmar sus sospechas, quieren mantener un control total sobre las
personas con las que tienen relaciones íntimas para evitar ser traicionados
y constantemente pueden hacer preguntas y cuestionar los movimientos,
los actos, las intenciones y la fidelidad del cónyuge o la pareja.

No debe diagnosticarse el trastorno paranoide de la personalidad si el


patrón de comportamiento aparece exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u
otro trastorno psicótico, o si es debido a los efectos fisiológicos directos de
una enfermedad neurológica (p. ej., epilepsia del lóbulo temporal) o de otro
tipo (Criterio B).

48
4. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS

1. Según el DSM-IV-TR (APA, 2002)

A. Desconfianza y suspicacia general desde el inicio de la edad adulta,


de forma que las intenciones de los demás son interpretadas como
maliciosas, que aparecen en diversos contextos, como lo indican
cuatro (o más) de los siguientes puntos:

(1) sospecha, sin base suficiente, que los demás se van a


aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar

(2) preocupación por dudas no justificadas acerca de la lealtad o


la fidelidad de los amigos y socios

(3) reticencia a confiar en los demás por temor injustificado a


que la información que compartan vaya a ser utilizada en su
contra

(4) en las observaciones o los hechos más inocentes vislumbra


significados ocultos que son degradantes o amenazadores

(5) alberga rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no


olvida los insultos, injurias o desprecios

(6) percibe ataques a su persona o a su reputación que no son


aparentes para los demás y está predispuesto a reaccionar con
ira o a contraatacar

(7) sospecha repetida e injustificadamente que su cónyuge o su


pareja le es infiel

B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso


de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas
psicóticos u otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos
fisiológicos directos de una enfermedad médica.

49
Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia,
añadir «premórbido», por ejemplo, «trastorno paranoide de la
personalidad (premórbido)».

2. Según la CIE-10 (F60.0)

A. Deben cumplirse los criterios generales del trastorno de la


personalidad.

B. Deben estar presentes al menos cuatro de los siguientes síntomas:


1. Preocupación por “conspiraciones” sin fundamento de
acontecimientos del entorno inmediato o del mundo en
general.
2. Suspicacia y tendencia generalizada a distorsionar las
experiencias propias interpretando las manifestaciones
neutrales o amistosas de los demás como hostiles o
despectivas.
3. Incapacidad para perdonar agravios, perjuicios y
predisposición a rencores persistentes.
4. Predisposición a celos patológicos.
5. Sensibilidad excesiva a los contratiempos y desaires.
o Sentido combativo y tenaz de los propios derechos al
margen de la realidad.
o Predisposición a sentirse excesivamente importante
puesta de manifiesto por una actitud autorreferencial
constante.

Incluye:

- Personalidad expansiva.
- Personalidad paranoide.

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- Personalidad sensible paranoide.
- Personalidad querulante.
- Trastorno expansivo de la personalidad.
- Trastorno sensible de la personalidad.
- Trastorno querulante de la personalidad.

5. EVALUACIÓN

1.6.1. Entrevista psicológica


La entrevista es una modalidad de evaluación que permite al
psicólogo, mediante la realización de entrevistas semiestructuradas,
evaluar la condición del paciente, sus patrones de comportamientos y
sus síntomas actuales.
Hoy día disponemos de una serie de instrumentos que sirven para la
evaluación de los trastornos de la personalidad, como entrevistas
estructuradas y cuestionarios de autoinforme. Entre las primeras
podemos encontrar la Entrevista Diagnóstica para los Trastornos de
Personalidad del DMS-IV (Diagnostic Interview for DSM-IV Personality
Disorders; Zanarini et al., 1996), la Examen Internacional para los
Trastornos de la Personalidad (International Personality Disorder
Examination, IPDE; Loranger, 1999) o la Entrevista Clínica
Estructurada para los Trastornos de la Personalidad del Eje II del
DSM-IV (Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis II Personality
Disorder, SCID II; First et al., 1997).

Las entrevistas semiestructuradas presentan algunas ventajas sobre


los cuestionarios autoinformados (instrumentos psicológicos). Permiten
recoger respuestas más complejas, interpretar síntomas vagos o
inconsistentes, y reducir al mínimo las respuestas incompletas. Son
por ello particularmente útiles si la credibilidad y la validez del
diagnóstico pueden ser cuestionadas. También parecen discriminar

51
mejor entre rasgos de personalidad y trastornos del eje I, aunque no
son totalmente inmunes a distorsiones causadas por estados
psicopatológicos transitorios. No parece haber por otra parte ventajas
apreciables de unas entrevistas sobre otras en cuanto a su calidad, ya
que todas ellas presentan propiedades psicométricas aceptables.

1.6.2. Instrumentos psicológicos


Los cuestionarios autoinformados tienen una mayor utilidad en la
práctica clínica que las entrevistas semiestructuradas. Ahorran tiempo
del profesional, permiten una amplia utilización, reducen la
defensividad en las respuestas y, debido a su mayor estandarización,
suelen presentar propiedades psicométricas superiores. Igualmente,
nos permiten valorar en qué medida un sujeto se aleja de la población
general en cuanto a la intensidad de sus rasgos, los instrumentos de
evaluación existentes hoy en día para los trastornos de la
personalidad, algunos como:

A. Inventario Clínico Multiaxial de Millon (MCMI-II)


El MCMI – II tiene como propósito identificar posibles trastornos de
personalidad. Sus perfiles pueden ayudar a sugerir o descartar
posibles trastornos. Por lo tanto, es una prueba con intereses y
utilidades esencialmente clínicas en el campo de los estilos y
trastornos de personalidad. El MCMI – II es una prueba con forma
de cuestionario autoaplicado de 175 ítems, de respuesta
verdadero/falso, organizados en 26 escalas. Contienen 10 escalas
básicas de personalidad: esquizoide, fóbica, dependiente,
histriónica, narcisista, antisocial, agresivo-sádica, compulsiva,
pasivo-agresiva y autodestructiva/masoquista; 3 escalas de
personalidad patológica: esquizotípica, límite y paranoide; 6
síndromes clínicos de gravedad moderada (Eje I, DSM-III-R):
ansiedad, histeriforme, hipomanía, distimia, abuso del alcohol y

52
abuso de las drogas, y 3 síndromes clínicos de gravedad severa
(Eje I, DSM-III-R): pensamiento psicótico, depresión mayor y
trastorno delirante. Se completa con 4 escalas de fiabilidad y
validez: sinceridad, validez, deseabilidad y alteración para una
mejor valoración de cada caso. Las puntuaciones permiten una
interpretación categórica y dimensional

B. El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota - 2


(MMPI – 2)
El MMPI-2 tiene como propósito evaluar  la estructura de la
personalidad y sus posibles trastornos; es una prueba con forma de
cuestionario autoaplicado de 567 ítems, aporta una gran riqueza
de información sobre la estructura de la personalidad y sus posibles
trastornos: 10 escalas clínicas que exploran distintos aspectos de la
personalidad: Hipocondría, Depresión, Histeria conversiva,
Desviación Psicopática, Masculinidad-Feminidad: Varones,
Masculinidad-Feminidad: Mujeres, Paranoia, Psicastenia,
Esquizofrenia, Hipomanía e Introversión Social; 15 escalas de
contenido: Ansiedad, Miedos, Obsesividad, Depresión,
Preocupaciones por la salud, Pensamiento extravagante,
Hostilidad, Cinismo, Conductas antisociales, Comportamiento tipo
A, Baja autoestima, Malestar social, Problemas familiares,
Interferencia laboral e Indicadores negativos de tratamiento; 3
escalas de validez, que señalan el grado de confiabilidad de las
respuestas obtenidas. Así como, 18 escalas suplementarias y 31
subescalas.

C. Test de Rorscharch
Es una técnica y método proyectivo de psicodiagnóstico creado
por Hermann Rorschach. El test se utiliza principalmente para
evaluar la personalidad. Consiste en una serie de 10 láminas que

53
presentan manchas de tinta de simetría bilateral, las cuales se
caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración, que
ayudan a identificar la estructura afectiva e intelectual de las
personas a quienes se les aplica.

Según Erdberg P. (2002) manifiesta que en los resultados del test


de Rorschach todos los sujetos correspondientes al grupo A
aparecen como introversivos o muy introversivos; en cuanto al
TPP., pueden diferenciarse dos tipos: un paranoide más activo, con
un sistema delirante egodistónico y el paranoide menos activo, con
un sistema delirante egosintónico. El paranoide egodistónico realiza
mucho esfuerzo en escudriñar el entorno, pues existe sensación de
amenaza y peligro. Suele ser un sujeto hiperincorporador, con
Zf > 12. Tanto el contenido humano total, como las respuestas COP
(movimiento cooperativo) y AG (movimiento agresivo) están
elevados. El paranoide egosintónico es un sujeto que puede
aparecer como "normal" tanto en el Rorschach como el MMPI, pues
el delirio puede estar muy encapsulado y no manifestarse durante
la administración del test; pues el sujeto está tan convencido de su
delirio, que no siente la necesidad de convencer a los demás.  
Por otro lado, Vives M. (1989) las personas que padecen TPP.,
presentan fragilidad de Yo (Yo débil) y la poca tolerancia a la
frustración, donde la estimulación experimentada (es) supera a la
experiencia actual (EA) con un incremento de respuestas de
ansiedad paranoide, tensión situacional, impulsividad y
vulnerabilidad.

La entrevista y los instrumentos psicológicos son las técnicas más


utilizadas para la evaluación del trastorno paranoide de la
personalidad, ya que permiten explorar e identificar sus

54
cogniciones, afectividad, control de impulsos y su funcionamiento
interpersonal y determinar el diagnóstico del TPP.
6. COMORBILIDAD Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El trastorno paranoide de la personalidad puede diferenciarse del trastorno
delirante, tipo persecutorio, la esquizofrenia, tipo paranoide, y el trastorno
del estado de ánimo con síntomas psicóticos, porque todos estos
trastornos están caracterizados por un período de síntomas psicóticos
persistentes (p. ej., ideas delirantes y alucinaciones). Para realizar un
diagnóstico adicional de trastorno paranoide de la personalidad, el
trastorno de la personalidad debe haberse manifestado antes de iniciarse
los síntomas psicóticos y ha de persistir cuando los síntomas psicóticos
estén en remisión. Cuando un individuo presenta un trastorno psicótico
crónico en el Eje I (p. ej., esquizofrenia) que fue precedido por un trastorno
paranoide de la personalidad, el trastorno paranoide de la personalidad
debe anotarse en el Eje II, seguido entre paréntesis por «premórbido ».

El trastorno paranoide de la personalidad ha de distinguirse del cambio de


la personalidad debido a una enfermedad médica, en el que los rasgos
aparecen debido a los efectos directos de una enfermedad del sistema
nervioso central. También ha de ser diferenciada de los síntomas que
pueden aparecer asociados al consumo crónico de sustancias (p. ej.,
trastorno relacionado con la cocaína no especificado). Finalmente, también
se ha de distinguir de los rasgos paranoides asociados a la aparición de
minusvalías físicas (p. ej., deterioro auditivo).

Se puede confundir el trastorno paranoide de la personalidad con otros


trastornos de la personalidad que tienen alguna característica en común.
Por tanto, es importante diferenciar estos trastornos en base a las
diferencias de sus síntomas característicos. Sin embargo, si un individuo
tiene características de personalidad que cumplen los criterios para uno o
más trastornos de la personalidad, además del trastorno paranoide de la

55
personalidad, pueden diagnosticarse todos esos trastornos. El trastorno
paranoide de la personalidad y el trastorno esquizotípico de la
personalidad comparten los rasgos de suspicacia, distanciamiento
interpersonal o ideación paranoide, pero el trastorno esquizotípico de la
personalidad también incluye síntomas como pensamiento mágico,
experiencias perceptivas poco habituales y rarezas del pensamiento y el
lenguaje. Los sujetos cuyo comportamiento cumple los criterios para un
trastorno esquizoide de la personalidad suelen ser percibidos como
extraños, excéntricos, fríos y distantes, pero no suelen presentar una
ideación paranoide importante. La tendencia de los sujetos con un
trastorno paranoide de la personalidad a reaccionar con ira a pequeños
estímulos se observa también en el trastorno límite de la personalidad y en
el trastorno histriónico de la personalidad. Sin embargo, estos trastornos no
están necesariamente asociados a una suspicacia generalizada. Las
personas con trastorno de la personalidad por evitación pueden asimismo
ser remisas a confiar en los demás, si bien más por miedo a encontrarse
agobiadas o a no saber qué hacer que por temor a las malas intenciones
ajenas. Aunque el comportamiento antisocial se observa en algunos
individuos con trastorno paranoide de la personalidad, no suele estar
motivado por un deseo de provecho personal o de explotación de los
demás, como en el trastorno antisocial de la personalidad, sino que más
bien se debe a un deseo de venganza. A veces los sujetos con un
trastorno narcisista de la personalidad muestran recelo, aislamiento social
o alienación, pero ello es consecuencia de sus temores a que se
descubran sus imperfecciones o defectos.

Los rasgos paranoides pueden ser adaptativos, en especial en un entorno


amenazante. El trastorno paranoide de la personalidad sólo se debe
diagnosticar cuando estos rasgos sean inflexibles, desadaptativos y
persistentes, y cuando provoquen deterioro funcional significativo o
malestar subjetivo.

56
CONCLUSIONES

Ψ Las personas con esta alteración de la personalidad se caracterizan por ser


desconfiadas y suspicaces en relación a las intenciones de los demás, que
les genera déficit en sus interacciones a nivel laboral, familiar y social.

Ψ Los modelos etiopatológicos refieren que el TPP proviene de una falta


básica de confianza, resultante de malos tratos y carencia de un amor
coherente por parte de los padres; generando esquemas inadaptados a
temprana edad, y que tienden a utilizar mecanismos de defensa como la
"proyección" y el “aislamiento” como estrategia psicológica en situaciones
de conflicto emocional o amenaza interna o externa.

Ψ Las entrevistas y los instrumentos psicológicos que evalúan los TTPP son
las técnicas más utilizadas para la evaluación del TPP., ya que permiten
explorar e identificar sus cogniciones, afectividad, control de impulsos y su
funcionamiento interpersonal y determinar el diagnóstico e intervención
adecuada.

Ψ Las personas con TPP presentan a menudo síntomas de comorbilidad con


los de trastornos de personalidad. De modo que, el psicólogo clínico deberá
analizar el patrón de comportamiento habitual, el inicio temprano de los
síntomas y su curso para  determinar el diagnóstico e
intervención adecuada.

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