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MÓDULO 2
SEMA
NA 4
MÓDU
LO 1
INTRODUCCIÓN AL DERECHO
JOHN AUSTIN (JUICIO CATEGÓRICO.
SOBERANO. SÚBDITO. MANDATO.
COACCIÓN). TEORÍAS NORMATIVAS
JURÍDICAS DE KELSEN. CRITICA DE
HART. NORMA Y SISTEMA JURÍDICO.
LÓGICA Y ARGUMENTACIÓN.
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Se enfrentaba a los problemas aparentemente sin ideas preconcebidas, sin conceptos fijos y
sin adherirse a doctrina alguna; tan solo con la herramienta del sentido común aplicada al
lenguaje, con la que se perdía en un análisis detallista, causístico y pausado que no permitía
avanzar un paso sin haber asegurado el anterior, evitando así las interpretaciones y las
generalizaciones simples y con frecuencia equivocadas. El único modo de salir del atolladero
filosófico, opinaba Austin, era pasando por encima de los conceptos prefabricados y los
esquemas intocables que caracterizaban lo que él llamaba el punto de vista escolástico. Y,
desde luego, no se trata de llegar a ninguna parte. Una imagen de la filosofía no puede ser la
de un punto de llegada precedido por un camino en el que se han utilizado conceptos
simplificados y oscuros semianalizados a base de ejemplos escasos en número y de cómodo
manejo.
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u ordinario, sino sobre el lenguaje natural u ordinario como problema. Y esta es también la
cuestión planteada en el ámbito jurídico: el lenguaje (ordinario), en el que necesariamente se
expresa el Derecho, es, justamente, el problema. El lenguaje nos permite conocer aquellos
fenómenos a los que se refiere, y en el caso del Derecho, nos permite conocer qué estado de
cosas debe ser. Una comprensión inadecuada del lenguaje implica, pues, un conocimiento
incompleto de la realidad y, en el caso del Derecho, un conocimiento imperfecto de lo que
debe ser. Es incomprensible, por tanto, que se preste en ocasiones tan poca atención al
análisis del lenguaje. Si nuestro cuchillo de cocina no está bien afilado la consecuencia será que
no podremos cortar bien las hortalizas o que tendremos un pequeño accidente casero; pero si
lo que no está bien afilado es el bisturí del cirujano, las consecuencias serán, creo, bastante
más serias. Cuando, como ocurre en el ámbito jurídico, nos estamos jugando la privación de
libertad de las personas o, en general, la dominación de unos sobre otros, las consecuencias de
no utilizar un lenguaje claro y preciso pueden ser graves. Por eso el análisis lingüístico es
esencial para el jurista; por eso, la lectura de Austin es básica. Por eso y porque muchas de las
cuestiones elegidas por Austin tienen especial incidencia en el ámbito del Derecho. Desde
luego, podría haber hablado del tiempo o de los utensilios de cocina, pero habló, y no por azar,
de las excusas, de las acciones, de la libertad, de la responsabilidad, de la intencionalidad o de
las expresiones realizadas, por citar algunas de sus cuestiones preferidas. No es menester decir
por qué todo ello es importante para el Derecho.1
Aquí debemos resaltar que diferentes vertientes se desarrollaron en Europa en el siglo XIX. En
Inglaterra lo fue la Jurisprudencia analítica de Austin. Si bien, existían grandes diferencias entre
estas escuelas, también existía un punto en común – como señala el maestro Atienza-, que es
que todas ellas coinciden en la concepción positivista del derecho.
El estudio del derecho, en esta vertiente analítica, tiene por objeto el concreto derecho
positivo, y además, intenta una generalización, acerca de los principios o conceptos comunes a
distintos sistemas jurídicos, como los conceptos de deber, sanción, coacción, etc.. Facilitando
el posterior desarrollo de una ciencia normal del derecho.2
1
AUSTIN, John Langshaw (1998), How to Do Things with Words, Oxford, Oxford University Press, 1962
(trad. esp. Genaro R. Carrió y Eduardo A. Rabossi, Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós,
1998).
2
Eloy Emiliano Suarez. Introducción al Derecho. Edición 2002.2004. Editorial UNL.
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La explicación de las relaciones existentes entre las conductas debidas y las conductas
producidas, es un aspecto fundamental para el positivismo jurídico.3
La eficacia de las normas, es una cuestión dependiente del suscripto acerca del concepto de
norma, sistema jurídico y acción humana.
Partiendo de un concepto genérico de norma jurídica, podemos decir que el término norma
jurídica en la teoría del derecho hace referencia a: Regla u ordenación del comportamiento
humano dictado por la autoridad competente del caso, con un criterio de valor y cuyo
incumplimiento trae aparejado una sanción. Generalmente, impone deberes y confiere
derechos.
Está prohibido ser legislador nacional y ministro del Poder Ejecutivo a la vez. Es obligatorio que
los funcionarios públicos presenten su declaración jurada. Está permitido formar parte de una
asociación civil legítima. Como se puede ver, en la prohibición la acción está absolutamente
vedada.
La norma, entonces, explicita lo que está prohibido, permitido, facultado u obligado. Ahora
bien, ¿cuándo esa norma es obligatoria para los sujetos? Es decir, ¿cuándo existe como norma
jurídica dentro de un sistema jurídico? Preguntar por su existencia es preguntar por su validez
como norma jurídica.
Aristóteles afirma que la validez de la ley deriva de su obediencia. Específicamente dice: “la ley
no tiene ninguna otra fuerza más que hacerse obedecer, a no ser la costumbre, y eso no se
produce sino con el paso de mucho tiempo”4.
En otras palabras, Aristóteles está diciendo que una norma es obligatoria porque es obedecida
o porque la costumbre lo indica así. Si la ley que impone abrocharse el cinturón de seguridad al
conducir es válida es porque es obedecida o porque la repetición de la conducta en el tiempo
(la costumbre) así lo indica.
Aunque con modificaciones, esta posición es sostenida por filósofos del derecho en la
actualidad. Se afirma que la validez del derecho es inseparable de la obediencia de las normas.
El derecho es válido porque la población lo cumple (que es lo que normalmente sucede) en
cierto grado. Y si alguien no lo cumple, la validez del derecho se prueba porque existe una
reacción por parte del Estado para hacerlo cumplir.
Veamos un ejemplo: es obligatorio cumplir los contratos. Esto está expresado en una norma
válida porque la población, en su abrumadora mayoría, obedece el precepto y los cumple. Pero
en caso de que ciertas personas no lo hagan, el Estado reacciona ante la demanda del afectado
3
Hans Kelsen. T. Pura del Derecho. UNAM. México. 1979. Pág. 219.
4
Aristóteles, Política, 1269ª 24
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Hay autores que no hacen depender la validez de la norma en su cumplimiento. Hans Kelsen,
por ejemplo, exigía un mínimo de eficacia en las normas jurídicas. Pero la validez se
relacionaba principalmente con que la norma jurídica emane de una autoridad legitimada por
el orden jurídico para dictarla. Es decir, la norma jurídica será válida si existe, a su vez, otra
norma que permita al órgano dictarla.
Por último, hay quienes argumentan que la validez de una norma jurídica estará dada por su
compatibilidad con un sistema moral. Esto significa que la norma será válida solamente en
caso en que sea moralmente válida. Si una norma no es moralmente válida, entonces no podrá
ser válida jurídicamente. Este es uno de los temas más importantes de la filosofía del derecho
y volveremos sobre él más adelante cuando tratemos la relación entre el derecho y la moral.
La norma jurídica explicita una conducta que es debida. ¿Qué pasa si quien está obligado a
realizar cierta conducta no la realiza?
Hans Kelsen postula que toda norma jurídica, para serlo, debe contener una acción (el deber
ser) que sea exigible coactivamente por medio de una autoridad. No existe norma jurídica si no
puede imponerse la acción prescripta por medio de la coacción. Una norma jurídica sin dicha
acción es, para Kelsen, “irrelevante”. Kelsen sostiene que el derecho debe: “hacer valer el
incumplimiento de [la] obligación [que establece la norma jurídica] mediante demanda, es
decir, de poner en marcha el proceso que lleva al establecimiento de la sentencia judicial en la
cual se estatuye una sanción concreta como reacción contra la violación de la obligación”.5
Hasta ahora hemos visto un tipo de normas jurídicas: aquellas que establecen un
comportamiento debido y la consecuencia que surge de no realizarlo. Por ejemplo, la norma
jurídica que permite publicar ideas en la prensa que, como vimos, posee una prohibición para
el Estado de interferir en la publicación de la idea. Si el Estado interfiere, un juez podría
ordenar que cese esa interferencia e incluso establecer una sanción. Estas normas son
conocidas por el jurista inglés Herbert L. A. Hart como normas primarias. Las normas primarias
necesitan, para funcionar, de normas secundarias.6
5
” Kelsen, Teoría pura del derecho, p. 181.
6
Hart, El concepto de derecho, Abeledo-Perrot, pp. 113-114.
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Un sistema jurídico no puede componerse sólo de normas que enlazan conductas con
reacciones del ordenamiento jurídico. Antes de saber cuáles son las conductas obligadas,
permitidas y prohibidas por el derecho, debería preguntarse lo siguiente: ¿cómo reconozco
cuáles son las normas jurídicas que establecen conductas?
Necesito una regla que me indique cuáles son las reglas jurídicas que establecen conductas.
Este es un tipo de norma secundaria y Hart le llama “regla de reconocimiento”. La regla de
reconocimiento posibilita identificar qué normas constituyen el derecho válido.
Ahora bien, no todas las normas jurídicas están escritas. Parte del derecho argentino se regula
por normas no escritas que llamamos costumbre. La costumbre es una práctica reiterada por
un conjunto de personas. La costumbre exige regularidad7.
Para que esa costumbre sea norma jurídica, debe generar derechos o deberes que sean
obligatorios desde un punto de vista jurídico. Las normas jurídicas consuetudinarias (es decir,
establecidas en la costumbre) deben estar respaldadas por el aparato coercitivo del Estado
que haga cumplir la conducta obligada o impida la prohibida o bien garantice la posibilidad de
hacer lo que se permite.
Directivos y justificativos Algunos autores entienden que las normas jurídicas poseen un
elemento directivo y un elemento justificativo8.
Hoy nos parece común o lógico, pero escribir las normas jurídicas no es algo que exista desde
siempre. Los orígenes del derecho están relacionados típicamente con normas jurídicas que se
creaban por la práctica constante reconocida como obligatoria. En la actualidad, los derechos
nacionales de los Estados son predominantemente escritos. Países como Gran Bretaña
conservan parte de su derecho en la costumbre, pero son la excepción en Occidente. El área
donde la costumbre es más importante es en el derecho internacional, en donde las relaciones
entre Estados se rigen por tratados internacionales (normas escritas) y por la costumbre (la
práctica entre Estados reconocida como derecho).
La lógica y la Argumentación.
La relevancia de la lógica, en general: La lógica es una herramienta importante para todo tipo
de conocimiento y de actividad racional, pero también para la vida cotidiana (donde, de hecho,
la usamos de manera inadvertida).
7
Nino, Introducción al análisis del derecho, Astrea, p. 69.
8
Bouvier, H., Particularismo y derecho, Marcial Pons, p. 319.
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Por un lado, los juristas prácticos (abogados, jueces, fiscales, etc.) razonan y argumentan a
partir de las normas. De manera que la lógica puede servir de ayuda para realizar argumentos
correctos en este ámbito y evaluar los argumentos de los demás. A esta perspectiva se le
conoce como “lógica de los juristas”.
Por otro lado, la lógica puede ser aplicada a las normas. Podemos decir cuándo dos normas
están en contradicción, cuándo de una norma se infiere otra, etc. Esta perspectiva es la “lógica
deóntica” o “lógica de las normas”.
La lógica es útil también para detectar algunos defectos del lenguaje normativo
(ambigüedades sintácticas, fundamentalmente) y proporciona instrumentos para evitarlos. De
manera que puede ser una disciplina de apoyo para la Técnica Legislativa.
Además, la lógica proporciona una base para el análisis de los ordenamientos normativos,
tratando de determinar su carácter sistemático y evaluando si contienen lagunas,
redundancias y contradicciones. Es lo que podríamos llamar la “Lógica de los sistemas
normativos”.
Estructura de los argumentos: Dado lo anterior, los argumentos tienen la siguiente estructura:
En ellos podemos distinguir los enunciados que expresan las razones (a los que se les suele
llamar premisas), el enunciado que expresa aquello que se sostiene (que se suele llamar
conclusión) y una relación (a veces se le llama “atinencia”) entre unos y otros. Esta relación es
difícil de precisar (y puede ser usada para distinguir unos tipos de argumentos de otros), pero
la idea es que la conclusión debe seguirse (al menos, aparentemente) de las premisas, esto es,
debe haber algún tipo de tensión entre ellos:
“Todos los personajes de ficción son mortales El Quijote es un personaje de ficción Luego el
Quijote es mortal “
En el argumento la conclusión se sigue de las premisas: existe una relación entre las premisas
y la conclusión. En el segundo, no parece haberla. Los argumentos deben ser distinguidos de
las meras opiniones (no respaldadas por razones, como “me parece que la crisis económica
será larga”) o de las meras explicaciones causales (“llegué tarde porque había mucho tráfico”).
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Los argumentos teóricos tienen premisas descriptivas y una conclusión descriptiva, mientras
que los argumentos prácticos deben incluir entre sus premisas al menos una que sea
prescriptiva, y la conclusión es un enunciado prescriptivo. Es un error lógico derivar un
enunciado prescriptivo de premisas exclusivamente descriptivas. (Es importante tener en
cuenta la diferencia entre enunciados descriptivos y enunciados directivos o prescriptivos,
dado que responden a usos del lenguaje distintos. En el primer caso, tratamos de decir algo
acerca de cómo es el mundo: el enunciado, por tanto, debe justarse a la realidad, para ser
verdadero. En el segundo caso, el enunciado trata de modificar la realidad (dirigiendo la
conducta).