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México
Facultad de Estudios Superiores
Cuautitlán
Medicina Veterinaria y Zootecnia
Equipo 4
Integrantes:
Almaraz Hernández Miranda
Alarcón Tejeda Adriana Maria
Mejia Vargas Andrés Armando
Pliego Trinidad Karla Fernanda
Villeda Pérez Georgina Vianey
INTRODUCCIÓN
La muerte siempre ha sido un tema muy polémico, suele estar rodeada de diversas
connotaciones y sentimientos como lo son temor, miedo, terror, consuelo, incertidumbre,
alegría, compasión, esperanza, venganza, entre otros. Esta ha acompañado al hombre desde
la más temprana historia de la humanidad, y siempre ha reaccionado ante ella. Precisamente
la forma de reaccionar ante la muerte nos habla de cómo es un pueblo, una cultura y una
civilización, y sobre todo de cómo es el hombre.
Por ejemplo, para las religiones cristianas, entre las que destaca la católica, aunque tenga sus
bases en el judaísmo a través de las escrituras del Antiguo Testamento; por ellas, creemos en
la posibilidad de alcanzar un estado de paz y tranquilidad gracias a nuestras buenas acciones,
o por el contrario, de sufrir el fuego eterno por llevar una vida negativa.
Para los Yorubas, la vida y muerte nunca están separados, pues son procesos cíclicos.
Nacemos para tener una vida que nos lleve a un estado de evolución y moriremos. Repetirán
este ciclo hasta que alcancen un estado tal de elevación, que ganen el derecho de vivir junto a
Olodumare (el Dios yoruba). Este concepto es muy similar a la idea oriental del karma y el
dharma. Existen varias deidades para ellos que cumplen con diversas funciones en el más
“allá”, una de las principales es Iku (la Muerte) es una deidad creada por Olodumare, con el
objetivo de cumplir la tarea de reciclaje humano. Cuando una persona cumple su tiempo de
estancia en la Tierra, Ikú sería el encargado de llevárselo.
Actualmente la muerte misma no solo se toma, ni se debe tomar desde un solo ámbito. Es por
eso que a lo largo de este trabajo se tomarán cuatro aspectos como lo son el Físico-Biológico,
Sociocultural, Místico- Mágico-Religioso y la Paraciencia y el abyecto. Dando así un mayor
enfoque sobre el perecer y lo que se cree que viene después de ello.
ASPECTO FÍSICO-BIOLÓGICO
La muerte forma parte del fin de nuestra vida o al menos lo que conocemos como vivir. Es un
estado por el que cada uno de nosotros como seres conscientes pasaremos y que en la
mayoría de los casos es inevitable, pues hablando de los médicos, ellos tienen como función
precisamente tratar de salvar y preservar cada una de las vidas que pasan por sus manos ya
que, como sabemos, existen muchas causas de muerte, como puede ser una enfermedad
terminal, accidentes, por decisión propia o simplemente puede presentarse una muerte súbita.
En el caso de las enfermedades terminales, el personal médico tiene como objetivo hacer que
las personas, es decir, sus pacientes tengan una muerte lo menos dolorosa posible y que a su
vez no lo perciban como algo malo. En muchas ocasiones pensamos que la muerte es una
buena alternativa ante el estado de salud de las personas, pues a nadie le gustaría ver sufrir a
sus seres queridos y en el caso particular de la cultura mexicana, pensamos que es mucho
mejor recordar a las personas que ya no están como normalmente eran, de ser posible,
quedarse con esa imagen permanente de felicidad.
Zamora, A. (2) nos menciona que los criterios (diagnósticos) del síndrome terminal de
enfermedad incluyen los siguientes factores:
Si bien para la familia es muy difícil pasar por ese proceso de resignación, esto no es motivo
suficiente para ocultarle a la persona enferma lo que está sucediendo, al contrario, es un
momento en el que necesita la mayor cantidad de apoyo posible, para poder procesar lo que
está sucediendo y entender que el tiempo puede ser muy breve, que nuestra existencia como
personas físicas puede ser corta. Ese tipo de situaciones, tal vez son las de mayor reflexión
pues, aunque nos gustaría cambiar mil cosas, simplemente ya no tenemos el tiempo ni la
fuerza suficiente, por nuestra cabeza podrían pasar mil pensamientos de que es lo que nos
gustaría haber logrado y que por miedo o conformismo, no alcanzamos.
Pero pasar el duelo de la muerte es muy complicado cuando ésta es súbita, pues en este tipo
de casos, vemos a la persona con un buen estado de salud, no visualizamos que de un día a
otro ya no estará, ocurre todo de forma muy repentina y no tenemos ni siquiera tiempo para
hacernos a la idea de que al menos físicamente, ya no volverá a estar presente.
De acuerdo con Sgarlatta, H. (1) “La muerte súbita es el fallecimiento que se produce en la
primera hora desde el inicio de los síntomas o el fallecimiento inesperado de una persona
aparentemente sana y se encontraba bien en plazo de las 24 horas previas”.
La principal causa puede ser una arritmia (fibrilación ventricular). Esto provoca que el
corazón pierda su capacidad de contraerse de manera organizada, por lo que deja de latir. La
persona pierde en primer lugar el pulso y en segundos el conocimiento y la capacidad de
respirar. Esto constituye una situación crítica, que de no recibir atención de inmediato, el
color de la piel pierde rápidamente su tono rosado habitual y se torna azul violáceo con el
consecuente fallecimiento en cuestión de minutos.
Sea cual sea la causa de muerte, ésta es prácticamente irreversible ya que, al haber un
deterioro y posterior pérdida del funcionamiento del propio organismo aún, cuando ya se
realizaron todos los procesos médicos posibles, debemos de tener presente que no se trata de
suerte, algún milagro o que mágicamente la persona enferma o que haya sufrido un accidente
se pueda salvar. Es cierto que se tienen muchos avances médicos y tecnológicos, que incluso
han propuesto técnicas para retardar nuestra muerte o mantenernos “conservados” durante
mucho tiempo para que después de un par de años nos “despierten” y continuemos con
nuestra vida o en dado caso, que pase el tiempo suficiente para que con los avances
científicos y tecnológicos podamos recibir un tratamiento médico que evite nuestra muerte.
Sin embargo, el futuro es incierto y aún no se tiene la seguridad de que realmente valga la
pena conservar un cuerpo durante tanto tiempo. Además, hay muchas cuestiones éticas y
económicas de por medio, ya que es un proceso que no cualquier persona podría darse el lujo
de pagar, además, habría que pensar en qué pasaría si al despertar nada es igual a como lo
conocíamos, ¿estamos dispuestos a vivir un poco más a costa de la felicidad que nos
provocaba la existencia de nuestros seres queridos? Quizá solo habríamos ganado un par de
años más siendo seres conscientes, pero habríamos perdido parte de nuestro ser sintiente.
Entonces conocemos a la muerte como la cesación de la vida. La muerte se origina como
consecuencia de la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático y esta puede
originarse a partir de distintas causas como: enfermedades, suicidio, homicidio o algún
traumatismo contundente, estas últimas es lo que se conoce como muerte violenta, y aunado a
esto existen otras muertes, entre las cuales se encuentran: La muerte natural que se produce
por una patología o enfermedad, sin ninguna causa externa, por ejemplo: una enfermedad
infecciosa, tumoral, etcétera. Posteriormente después podemos encontrarnos con la muerte
cerebral, esta se caracteriza por una pérdida definitiva de las funciones clínicas del cerebro,
incluyendo tronco cerebral. Algunas enfermedades relacionadas con la muerte cerebral son:
traumatismo encéfalo craneal, contusión cerebral, hemorragia subaracnoidea, entre otras.
Y ya la antes mencionada muerte súbita que es la aparición repentina e inesperada de una
parada cardiaca en una persona que aparentaba tener un buen estado de salud. La principal
causa de la muerte súbita es la arritmia cardiaca, el corazón deja de latir, a los pocos
segundos el individuo pierde el conocimiento y por último, pierde su capacidad de respirar.
ASPECTO SOCIOCULTURAL
El ser humano es el único ser vivo que es consciente que va a morir en algún momento. Pero
la forma de vivir la muerte es diversa y tiene que ver con la cultura. Se ha dicho que los
mexicanos se ríen de la muerte, afirmación que tiene muchos matices, ya que a ningún
mexicano le gustaría morirse. Desde lo social y lo cultural la muerte es un fenómeno, cuya
ininteligibilidad ocasiona el surgimiento de disímiles creencias, símbolos y rituales, además
de las posibilidades de desarrollos teóricos de orden filosófico teológico, antropológico e
histórico. El asunto es que el conjunto de estas representaciones, teorías y prácticas frente a la
muerte influye en la organización social, política y económica de las comunidades.
Cada sociedad ha construido toda una visión de la muerte.El ser humano es un ser social y
morir es el último acto social, ya que la muerte no es una experiencia individual Algunas
culturas consideran que es un momento triste, solemne, mientras que otros grupos piensan
que es un momento de fiesta y de transición hacia una nueva etapa.La muerte es un fenómeno
natural que se interpreta por los seres humanos como algo cultural.
Por ejemplo, en la cultura occidental, donde se fomenta el apego por lo material, cuando un
ser querido fallece, se celebra un funeral en el que se le honra. Este apego por lo material nos
empuja a intentar conservar o retener, sobre todos los medios nuestros bienes físicos, nos
impide “soltar” o “dejar ir” aquellas cosas por las que hemos desarrollado afecto, sean
situaciones, objetos o personas. Esto podemos observar en la situación del funeral, en la que
generalmente, todo lo que rodea a este rito tiene un tinte triste y melancólico. Todos
reconocemos el significado de una persona (últimamente, sobre todo personas mayores)
vestida completamente de negro. El luto, ese tiempo en el que se adoptan costumbres como
vestir de negro o no acudir a ciertos eventos festivos, es otra forma de demostrar la tristeza
que se siente por la pérdida del ser querido, incluso pasado un tiempo.
Sin embargo, vayamos a México, por ejemplo. En este país cuando se celebra el Día de los
Muertos, las calles se llenan de color y de figuras de esqueletos adornados con flores para
honrar a los que ya no están. A diferencia de cómo lo vivimos nosotros, comida, bebida y
música son ingredientes que no pueden faltar para recordar al ser querido en esta gran fiesta.
Incluso los niños están familiarizados con el tema de la muerte, algo que en nuestra cultura, a
día de hoy sigue siendo un tabú.
No es un tema del cual se habla cotidianamente, aunque se sabe que cuando una persona
cercana se muera, se tendrá que abordar el asunto para atender todos los trámites legales,
sociales y simbólicos del proceso del funeral.
En algunas culturas la muerte es objeto de temor y en otras se le rinde culto y se hacen
ofrendas en su honor.Algunas sociedades cuando muere el esposo de una mujer, ésta no
puede casarse de inmediato con otro, sino que debe de esperar un tiempo de luto antes de
pensar en tener otro esposo. Muchas veces en los funerales es obligatorio un comportamiento
solemne.
Aunque se han tomado las variables socioeconómicas para medir la relación con la
mortalidad, se ha olvidado que el papel del individuo dentro de la estructura socioeconómica
determina su participación en la obtención de los derechos que garantiza el Estado moderno
(alimentación, atención sanitaria, agua potable), entre los que están los controles
epidemiológicos y la salud pública, que se asocian a los problemas por enfermedad y muerte
históricamente padecidos por la población.
Era percibida como algo cercano y familiar. Se admiten las leyes de la naturaleza y la muerte
era considerada una de éstas, siendo aceptada con humildad, por lo que se muere sabiendo
que se va a morir.
Lugar: entorno cercano, en el hogar.
Aquí ya hay una gran diferencia con el período anterior: puesto que se oculta al enfermo la
gravedad de su estado para protegerle.
- Los acompañantes, turbados por la emoción, lloran y gesticulan en una gran demostración
de dolor.
- Lugar: hospitales.
-Celebramos y recordamos a los muertos como si aún existieran o estuvieran presentes por
qué viven a través de nuestra memoria. (Zamora 1-2)”
Cada paciente terminal y las personas que lo acompañan reaccionan de manera individual
ante la proximidad de la muerte, estas pasarán por diversos problemas como:
*Temor y ansiedad:
Los moribundos experimentan estos sentimientos casi siempre.Hay muchas cosas por la que
el enfermo puede sentirse aprensivo y temeroso, por ejemplo, temor a la muerte, al dolor, al
proceso de muerte, a la pérdida de control y dignidad, y temor a estar solo o al rechazo.
A menudo falta el tipo de comunicación que pudiera ayudarlo a aliviar esos temores.Por eso
mismo la muerte significa para este el alejamiento de la familia y de los amigos causando una
gran tristeza.
En esta fase terminal se caracteriza la depresión que se confunde a veces con un síntoma
físico originando el temor y remordimiento, muchas personas con creencias religiosas se
aferran permitiéndoles adquirir fuerza y coraje para enfrentar a la muerte sin temor.
*Soledad:
En muchas ocasiones el enfermo terminal no tiene una facilidad para buscar una relación de
apoyo con la enfermera, o que para esta no sea fácil ofrecer.
ASPECTO MÍTICO-MÁGICO-RELIGIOSO
En la época prehispánica el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura,
antes de la conquista, existían mitos que se convirtieron en ritos en torno a la muerte. Se creía
que el que fallecía viajaba al Mictlán o Lugar de los Muertos donde viviría eternamente. Por
eso cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban
una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán, le colocaban comida que le
agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los
difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y
para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
Su origen se ubica en la unión entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos
por los españoles y la conmemoración del día de muertos que los indígenas realizaban desde
los tiempos prehispánicos; los antiguos mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas,
tlaxcaltecas, totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país, trasladaron la veneración
de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del
maíz o la calabaza, se puede decir que es una época de abundancia en relación a las creencias
de muchos agricultores.
De acuerdo con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, día
dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 de noviembre a los Fieles Difuntos, es
decir, a los adultos.
Cada año muchas familias colocan ofrendas y altares decorados con flores de cempasúchil,
papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, mole o algún platillo que le gustaba a sus
familiares a quien va dedicada la ofrenda, y al igual que en tiempos prehispánicos, se coloca
incienso para aromatizar el lugar.
Asimismo, las festividades incluyen adornar las tumbas con flores y muchas veces hacer
altares sobre las lápidas, lo que en épocas indígenas tenía un gran significado porque se
pensaba que ayudaba a conducir a las ánimas a transitar por un buen camino tras la muerte.
La tradición también indica que, para facilitar el retorno de las almas a la tierra, se deben
esparcir pétalos de flores de cempasúchil y colocar velas trazando el camino que van a
recorrer para que estas almas no se pierdan y lleguen a su destino. En la antigüedad este
camino llegaba desde la casa de las familias hasta el panteón donde descansan sus seres
queridos.
En esta celebración, la muerte no representa una ausencia sino una presencia viva; la muerte
es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. En este sentido se trata de una
celebración que conlleva una gran trascendencia popular ya que comprende diversos
significados, desde filosóficos hasta materiales.
Se considera una celebración a la memoria y un ritual que privilegia el recuerdo sobre el
olvido. Como menciona Delgado (9), para las culturas prehispánicas, el miedo a perecer no
sólo no era común, sino que se creía que era una virtud; las personas que fallecían se
transforman automáticamente en dioses y el fenecer representaba vivir eternamente; aunque
no por este hecho todos pensaban en dejar de existir.
No solamente hay creencias míticas y “mágicas” en México, Varona (1) nos habla de los
pueblos Vikingos Los vikingos creían en una vida después de la muerte . De hecho,
esperaban morir durante la batalla para entrar en el Valhalla , una especie de paraíso o cielo
donde vivían los dioses en el que Odín les esperaba para darles una bienvenida heroica. En
ocasiones, eran las famosas valquirias las deidades que se encargaban de recoger a los
mejores guerreros caídos en batalla y llevarlos al Valhalla.
La mitología nórdica indica que en el Valhalla los caídos en guerra (para los vikingos, los
valientes) luchaban por el día y al anochecer se cerraban sus heridas. Después se reunían para
hacer grandes banquetes con Odín. Los que fallecían por muerte natural y las mujeres iban a
otro lugar: al submundo o Reino de Hel. Para los vikingos este era un lugar lúgubre, donde
las almas vagaban entre lo oscuro.
La creencia vikinga sobre el universo es que este era un gran fresno, Yggdrasil. Mientras en
el medio vivían los hombres, las raíces eran el Reino de Hel, según la mitología en ellas
habitaban las Nomas, mujeres ancianas que tejían un gran tapiz con los hilos de las vidas de
los vikingos. Cuando alguien moría cortaban su hilo. Esto tiene mucho en común con la
mitología griega.
Gomez, M, (63) Dice que desde que el hombre toma conciencia de la muerte, ha creado
alrededor de ella todo un mundo paralelo, un lugar donde realmente se vive en armonía, en
paz, en compañía de las personas a las que amamos, un lugar donde nuestro concepto del
paraíso se queda corto y que satisfaga esa necesidad de creer en una vida diferente a la que
llevamos en este mundo que, día con día, se arraiga más en nuestras creencias populares, aún
por encima de las religiosas o filosóficas.
Es la idea que se nos ha vendido, una vida después de la muerte y que nos permitirá regresar
a visitar a nuestros seres queridos. Podría ser una forma de consuelo para aquellos que le
temen a la muerte, perdieron a un ser querido e incluso para los que su vida no ha sido lo que
esperaban. La utopía que a donde quiera que vayamos luego de morir será mucho mejor que
aquí sigue persistiendo y el recordar a nuestros seres queridos fallecidos nos encargamos que
estos no lleguen al olvido y que de una u otra forma siguen estando presentes en nuestra
memoria.
Figura 3:El
Universal, 2019, https://de10.com.mx/vivir-bien/el-verdadero-significado-del-dia-de-muertos
LA PARACIENCIA Y EL ABYECTO
Uno de los principales problemas ante la muerte es que, a pesar del reconocimiento del
cadáver y de la seguridad de una vida finita, se genera una angustia ante un misterio que
somos incapaces de desentrañar ya que sabemos de ella por la de los demás y no por
experiencia propia. Siempre es el “otro” el que muere. Esta angustia es común a todos los
tiempos, pueblos y culturas, y pone en movimiento toda una serie de mecanismos de defensa,
creencias y ritos que intentan paliar(Leonardo Martínez,347-387).
La figura de lo abyecto alude a la vivencia del terror en su forma más tangible, la física, la
orgánica, la fisiológica. De igual modo que los residuos corporales, el cadáver es un abyecto
universal, hasta el punto de poder ser considerado el sujeto absoluto de la abyección. El
cadáver presenta lo orgánico en su manifestación más virulenta, carcomiendo la forma
corporal, imponiéndose por sobre el espíritu o el alma. El cadáver es la muerte que se hace
presente de manera innegable, no la muerte simbólica o metafórica, sino la muerte real, la
fisiológica. Su carácter impuro exige un rígido cerco en torno, del que derivan la prohibición
de tocar alimentos, el aislamiento de los familiares, la prohibición de nombrar al difunto. El
luto tiene que ver con la purificación, con el contacto con la muerte, con el muerto, y con el
proceso de asumir la ausencia y desligar los recuerdos y las esperanzas de los supervivientes.
De una manera atávica, ese cerco permite reconstruir el límite entre lo vivo y lo muerto, lo
animado y lo inanimado, que el cadáver subvierte. Es un momento de tránsito en el cual lo
puramente orgánico se disuelve al ser que alguna vez existió y los vivos toman distancia de
eso puramente orgánico. En este momento la muerte es recuerdo y necesidad de olvido, y
también dolor y hostilidad. El cadáver como supremo abyecto o como suprema impureza es
una amenaza, una amenaza que pende sobre todos y de la cual nadie se librará. El horror del
cadáver es el horror de la pérdida, del otro y de sí mismo, es el horror de lo inevitable, es el
destino en su presencia más fulminante(Leonardo Martínez,347-387).
La calavera barroca, despojada de todo rastro orgánico, a pesar de su aire macabro, viene a
ser el alma despojada de todo lo accesorio que se pone a disposición de su creador. La
calavera barroca nos remite al individuo, a la intimidad, a la soledad, pertenece más al ámbito
de lo sacramental que de lo festivo. La calavera barroca no es abyecta, participa de la
eternidad y del mundo, no amenaza el orden sino que lo confirma. La invención del
cementerio urbano significa memoria y distancia a la vez(Leonardo Martínez,347-387).
Figura 4: (2018) Recuperada de: https://www.formarse.com.ar/sitio/2018/07/31/libros-
paraciencia/
Jaffe (58) ubica a la paraciencia entre la búsqueda de la racionalidad y la ciencia como tal,
espresando que: “no sólo es importante que la descripción sea racional sino que además debe
ajustarse a lo que se observa de la naturaleza”.
Basándonos en los dos párrafos anteriores, la paraciencia busca la explicación a sucesos que
posiblemente han conocido a partir de leyendas, de mitos o experiencias propias, en el caso
de la muerte, busca la existencia de fenómenos que den un poco más de esperanza a simple
respuesta que nos da la explicación física-biológica: se detiene el corazón, perdemos
conocimiento y finalmente dejamos de respirar. Éstos fenómenos, por lo general, buscan
inmortalizar a las personas a partir de teorías donde poseemos un alma y ésta seguirá
existiendo.
Webre (83, 131) dice que la paraciencia confirma la existencia de entidades energéticas como
el aura humana, el espíritu y/o el alma, de tal forma que al morir, nuestro cuerpo físico y
biológico se queda así, muerto, pero el alma que guardaba en su interior puede seguir
viviendo e incluso evolucionar a dimensiones más reales y espirituales de la realidad que
conocemos donde vivirá aventuras eternamente, y que, la cultura humana cambiará cuando se
expanda hacia el universo y nueva dimensiones junto con una conciencia evolucionada.
REFERENCIAS.