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TERMINOLOGÍA JURÍDICA

I.- EL PORQUÉ DE CIERTAS EXPRESIONES

1.1 - ¿Por qué denominamos notificación por nota, aquella en la cual


no se redacta ninguna nota?

El Art. 133 del C.P.C. (de la Nación y de Pcia. De Bs. As.) dispone que "...las
resoluciones judiciales quedarán notificadas en todas las instancias, los días
martes y viernes, o el siguiente hábil, si alguno de ellos fuere feriado." Es un
sistema de notificación automática, que no requiere ningún formalismo ni
actuación para que funcione y surta su s efectos.

Se utilizan distintas denominaciones para individualizarlo: "por ministerio de la


ley", "ministerio legis", "notificación de oficio" y -quizá la menos usada -
"notificación automática" es la más precisa.

En la jerga tribunalicia es muy frecuent e escuchar la frase "notificación por


nota", que actualmente sólo sirve para crear confusiones, pero que arrastra un
precedente histórico.

La verdadera notificación “por nota” ha sido antecesora de la automática que


hoy nos rige. En aquellos tiempos, cuan do no comparecían los litigantes en los
días señalados, el secretario debía poner nota en el expediente dejando
constancia de su inasistencia. A partir de ese acto, la parte quedaba
notificada.

Como es de imaginar, la práctica de ese sistema trajo muchos inconvenientes,


olvidos del secretario, recargo de trabajo, etc. y la jurisprudencia
paulatinamente fue haciendo más ágil al instituto hasta llegar a considerar
notificadas las partes, no obstante la omisión de la nota comprobativa.

Ese espíritu de econo mía procesal, de automaticidad, fue recogido por el


legislador, y está vivo en los códigos que hoy nos rigen, pero... seguimos
denominándola "por nota" aunque ella no exista.

A esta altura de los acontecimientos, se torna importante abandonar esa


terminología viciosa, ya que - desde el año 1967 - crea una verdadera
confusión al haberse establecido el sistema del Art. 142 del C.P.C., que es una
verdadera notificación por nota.

Ese artículo dispone que en oportunidad de examinar el expediente el litigante


o su apoderado, están obligados a notificarse expresamente. Si no lo hicieren,
valdrá como notificación la atestación del oficial primero con su firma y la del
secretario.- Si bien el código denomina este acto como "notificación personal",
también sería habl ar con propiedad llamarlo "por nota".
1.2 - ¿Por qué denominamos sentencia de remate, a la que no ordena
rematar ningún bien?

La clásica denominación "sentencia de trance y remate" crea confusiones entre


los que se inician en el conocimiento del derecho . Por su parte, la mayoría de
los veteranos dominan las implicancias jurídicas de este acto procesal, pero
más de uno ignora el significado con el cual está utilizando esas palabras.

Trance es un momento crítico, decisivo. Así, por ejemplo, se habla de " trance
de muerte" para referirse al período próximo al fin de la existencia de un
individuo.

La primera acepción de la palabra remate es "fin, extremidad o conclusión de


una cosa". Esa imagen es reproducida a diario por las costureras que - con
toda propiedad- denominan remate a las puntadas con las cuales finalizan su
trabajo.

En el art. 551 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (549 Pcia.
Bs.As.) no se utiliza la palabra remate como sinónimo de subasta, sino como
fin de la etapa introductor ia (y probatoria si hubo excepciones), lo que
significa que el juez da la puntada final a esa etapa, ordenando llevar adelante
la ejecución como consecuencia ineludible (o la rechaza, si no tiene
fundamento suficiente).

Subasta proviene del latín sub-hasta (bajo la lanza), expresión que utilizaban
los ejércitos romanos, porque la venta del botín de guerra se anunciaba con
una lanza.- Su significado es "venta pública de bienes que se hacen al mejor
postor" y - dentro de ese acto - el remate, en su acepción originaria, es la
última oferta con la cual se obtiene la adjudicación (fin de la subasta).

En España, los términos remate y subasta no son sinónimos, pero en algunos


países latinoamericanos, el uso le ha ido dando ese carácter. Ello se ha
generalizado de tal manera, que la Real Academia no ha podido dejar de
receptarlo y, en la edición de su diccionario correspondiente al año 1992, al
tratar el término "remate", introdujo como acepción de uso en Argentina,
Bolivia, Chile, México, Paraguay y Uruguay, la de subasta pública.

La expresión "sentencia de remate" que utilizan nuestros actuales códigos,


proviene de la Ley de Enjuiciamiento Civil Española, manteniendo el significado
que esas palabras tenían en aquella ley y no el que se ha tornado más popular
en América.

El hecho de que -en nuestro medio - esté tan consolidada la acepción


americana, ha generado casos en los que se había cumplido la intimación de
pago y citación sin concretar embargo y luego el juez firmó el rechazo a un
pedido de sentencia de rema te -quizá en un proveído preparado por un
empleado no avezado - fundado en que "no habiendo bienes embargados, no
hay nada que rematar". En los corrillos de tribunales se recuerda uno de esos
casos, en el que el abogado de la parte actora, con fina ironía, no apeló e hizo
que un tercero depositara un peso dándolo a embargo. Inmediatamente,
solicitó se dictara sentencia de remate para subastar ese dinero ¿...?. No
tengo noticia de cuál fue el siguiente proveído...

CONCLUSIONES: En la frase "sentencia de rema te", la última palabra debe


tomarse exclusivamente en la acepción de fin de una etapa y, como el vocablo
"sentencia" contiene ese significado, estamos en presencia de una
redundancia.

Los redactores del Código Procesal del año 1968 suprimieron la palabra
"trance" por innecesaria, y todo hace pensar que en una próxima reforma
también se eliminará el vocablo "remate", que sólo sirve para crear
confusiones.- El anteproyecto de código nacional redactado por los Dres.
Morello, Arazi, Kaminker y Eisner, y el pro yecto para la provincia de Bs. As.,
obra de los tres primeros, introducen el moderno concepto de "sentencia
monitoria", perteneciente a un nuevo tipo de proceso (también denominado
"monitorio") que absorvería a lo que hoy conocemos como juicio ejecutivo.

1.3 - ¿Por qué denominamos escritos con cargo, a los presentados


dentro del plazo de gracia y sin cargo?

En algunas oportunidades, cuando se entrega en mesa de entradas un escrito


dentro del plazo de gracia que establece el Art. 124 del C.P.C., se oye de cir:
"vengo a presentar un escrito con cargo". La realidad es que la hoja no
contiene ningún cargo, pero la frase equívoca tiene su historia.

Conforme al Art. 24 del Cód. Civ. los plazos vencen a la medianoche, pero los
tribunales terminan su actividad pú blica a las 13 y 30. - Para que las partes
puedan actuar la jurisdicción durante el intervalo que va desde ese momento
hasta la hora 24, se han implementado distintos sistemas a través del tiempo. -

Antes del año 1968 no regía el plazo de gracia tal como lo conocemos ahora, y
quien necesitaba presentar un escrito dentro del ya mencionado intervalo
debía concurrir al domicilio de un secretario de cualquier juzgado o a un
escribano público, "hasta las doce de la noche del día del vencimiento del
término" (Art. 54 C.P.C. Pcia. Bs. As. de aquella época y, en el ámbito
nacional, plenario Cám. Civ. L.L. 76 -519)

Allí, requería a ese funcionario que le pusiera cargo donde constara día y hora
de recepción.- A la jornada siguiente, dentro de las dos primeras horas de
actividad tribunalicia, el escribano o secretario debía entregarlo en el juzgado
correspondiente y - en ese momento - podía decir con toda propiedad "vengo a
presentar un escrito con cargo". -

1.4 - ¿Por qué denominamos recusación sin causa, cuando, aunqu e no


se exprese, hay alguna causa?

El Art. 14 del C.P.C., tanto en el orden nacional como en el de la Pcia. de Bs.


As., dice: "Los jueces...podrán ser recusados sin expresión de causa...", sin
embargo lo más frecuente es leer en los escritos judiciales "r ecusación sin
causa", utilizando una terminología incorrecta que pertenece a anteriores
legislaciones.

Los institutos de la recusación y de la excusación tienen como fundamento


garantizar a los justiciables la imparcialidad del juez. En nuestra legislació n,
ello es tan amplio que está prevista la posibilidad de que un litigante -en
determinados casos - pueda apartar de la causa a un juez de quien se sospeche
de que no va a actuar con la necesaria prescindencia, aunque no disponga de
elementos para comprobar tal cosa, o las causales acreditables no coincidieren
con las enumeradas por el Art. 17.

De ninguna manera puede entenderse que existe en nuestras reglas procesales


la facultad de "recusar sin causa", cosa que sólo podría hacerse como mero
capricho o com o especulación para dilatar el tiempo del proceso, o búsqueda
de un juez que considerare más favorable a sus objetivos. Cualquiera de esos
supuestos son repugnantes al espíritu de la ley y a la buena fe procesal.

1.5 - ¿Por qué denominamos curador, a alg uien que no cura ninguna
enfermedad?

La palabra “curador” proviene del latín curator , y ésta de curare , que significa
“cuidar”.

El diccionario oficial de nuestra lengua la define: "que tiene cuidado de alguna


cosa" y es por esa razón que, tradicionalmen te, se denomina "cura" a los
sacerdotes de la Iglesia Católica Apostólica Romana, ya que ellos se encargan
del cuidado espiritual de la feligresía.

En el ámbito del derecho, se denomina curador ad litem a la persona


nombrada por el juez para seguir los pl eitos y defender los derechos de un
incapaz, representándole; y curador ad bona (o curador a los bienes) al que
cuida y administra el patrimonio de este último.

1.6 - ¿Por qué denominamos pendolista a quien no usa péndola?

Un abogado, al analizar un cue rpo de escritura, se refirió a su autor como "el


pendolista".-
Al contestar el traslado, el letrado de la contraria, dijo: "mi cliente no es
ningún pendolista, se trata de una persona de escasa instrucción, sabe leer y
escribir, pero no tiene ello como of icio".

Y tenía razón. Con relativa frecuencia, letrados o peritos denominan


"pendolista" a cualquier autor de un manuscrito y/o firma. Sin embargo, pocas
veces esas personas son acreedoras a tal denominación, ya que el diccionario
la reserva para aquellos que escriben con muy buena letra o son
"memorialistas", es decir, que escriben por oficio memoriales o cualesquiera
otros documentos que se les encarguen. -

La palabra en análisis deriva de "péndola" nombre que se le daba a la pluma


de ave que, en el sigl o XIX y anteriores, se utilizaba para escribir. En aquella
época, los analfabetos acostumbraban a servirse de una persona que ejercía el
oficio de escribiente, para que les redactara alguna carta u otro documento.
Este profesional de la pluma era "el pendo lista".

1.7 - ¿Por qué denominamos inhibición general de bienes, a la cautelar


que no inhibe todos los bienes?

El procesalista Hugo Alsina, en la edición correspondiente al año 1961 de su


Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal, denominaba a esta f igura
jurídica "inhibición general de vender o gravar bienes inmuebles" y aclaraba
que los efectos se extienden únicamente a la provincia en cuyo registro de la
propiedad se hubiese anotado, y, por consiguiente, no afecta la validez de la
venta de un inmue ble que el deudor hubiese tenido en otra provincia, ni al
cobro de honorarios, ni a una cesión de créditos (Págs. 502/509).

Sin embargo, en aquella época el código procesal no hacía tales distinciones,


refiriéndose sólo a "inhibición general de vender o g ravar sus bienes", frase
que se repite en los actuales de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires
(Arts. 228), mientras que el de la Provincia de Santa Fe habla de "inhibición
general del deudor" (Arts. 290 y 464), denominaciones que no se corresponden
con los verdaderos alcances de la medida.

No obstante todo este desconcierto terminológico, diversos fallos se han


encargado de aclarar conceptos: "no es una medida contra la persona, sino
una limitación a la facultad de disposición sobre los bienes regi strables"
(citados por Morello y otros en "Códigos..." To. II -C, p g. 934, ed. 1986).

Alsina hablaba sólo de bienes inmuebles, consustanciado con la tradición de un


país agroexportador, donde la tierra era el bien más preciado. Pero luego la
jurisprudencia fue admitiendo la anotación en los registros de fondos de
comercio, automotores, aeronaves, navíos, etc., convirtiéndose esta figura
jurídica en una "inhibición general de bienes registrables", aunque todavía los
códigos no hayan adoptado esa denominació n y mantengan la ya referida, que
sigue confundiendo a los que se inician en el estudio del Derecho.

1.8 - ¿Por qué denominamos “pasar a cuarto intermedio”, cuando no


siempre hay obligación de quedarse en una sala contigua?

Respuesta: porque el “cuarto” no se refiere a una habitación, sino que


originariamente era “un cuarto de hora”. -

Una investigación realizada por Fermín Pedro Ubertone lo ha llevado a concluir


que el origen del término está en el Reglamento de la Sala de Representantes
de la Provincia de Bs. As. del año 1.822, considerado como el antecedente
directo o indirecto de todos los reglamentos parlamentarios actuales .

El Art. 88 del mismo, disponía: “El Presidente podrá, consultando la aprobación


de la Sala, suspender por un cuarto de hora la sesión”.

Esta norma se repitió en sucesivos reglamentos parlamentarios: congresos


constituyentes de 1.825 y 1.852; cámaras de diputados 1.855 y 1.862. -

Es de suponer que aquellos intervalos no siempre duraron quince minutos y la


práctica los fue llevand o a lo que hoy pueden ser horas o días.

Cuando la provincia de Bs. As. se separó de la Confederación Argentina, los


redactores del “Reglamento de Debates, Procederes y Policía de la Cámara de
Representantes del Estado de Buenos Aires” pretendieron adecuar la
disposición legal a la realidad fáctica, pero no lograron desprenderse de la
palabra “cuarto”. En el Art. 133, dice: “El Presidente podrá, consultando a la
Cámara, suspender la sesión para “pasar a cuarto intermedio” (bastardilla en
el original). (Extr acto de: Actualidad La Ley , 11 -03-99, Pág. 4).

Y, con esa nomenclatura, se ha ido repitiendo en los sucesivos reglamentos y


su uso se ha generalizado a todo tipo de reuniones, asambleas, consejos
directivos, audiencias, etc., no obstante que contamos con otra palabra más
precisa: “receso”, ajena a toda atadura histórica.

II.- LOS TÉRMINOS EQUÍVOCOS

2.1 - efectos suspensivo y devolutivo

Según la terminología del Código Procesal Civil y Comercial, el recurso de


apelación puede concederse "en efecto sus pensivo o devolutivo", y agrega:
"procederá siempre en efecto suspensivo, a menos que la ley disponga que lo
sea en el devolutivo" (Art. 243 Pcia. de Bs. As. y 351 Santa Fe).
Como es sabido, el primero de esos efectos suspende la jurisdicción del juez
que ha dictado la resolución, postergando la ejecución de ella hasta el
pronunciamiento del fallo final. -

El segundo no suspende el efecto de la sentencia, la que puede ejecutarse


aunque esté recurrida. -

A la generalidad de los que nos iniciamos alguna vez en el conocimiento y


práctica del derecho, nos ha costado comprender el significado de ese término
"devolutivo" que es tan poco indicativo, y a ello se agrega el uso habitual de la
expresión "con ambos efectos" que complica más aún. -

Sin subestimar las r azones históricas por las que el C.P.C. mantiene la
terminología tradicional, no cabe duda de que en homenaje a la precisión y la
claridad, bien podríamos manejarnos con la sola palabra "suspensivo" y -
según el caso- decir que la apelación ha sido concedi da con efecto suspensivo
o sin efecto suspensivo. Así de simple. -

2.2 - esquina, bocacalle e intersección

En estricto sentido, la esquina es una arista (línea vertical), la bocacalle una


línea horizontal y la intersección una superficie. -

Frecuentemente se utilizan esos términos en los juicios generados por


accidentes automovilísticos, pero no siempre se los emplea con precisión,
confundiendo esquina con bocacalle. -

Originariamente, esquina era la arista del encuentro de las paredes de un


edificio que se levantaba en el vértice de la manzana (normalmente cuadrada).
Al ser modificada esa figura geométrica por la moderna ochava, se acostumbra
denominar esquina a la zona donde estaba aquel vértice y ahora hay una
vereda redondeada.-

Bocacalle es la entrad a a una calle, línea horizontal imaginaria, continuación


recta de los cordones de las veredas de distintas manzanas. -
En la vía pública, intersección es la superficie donde se superponen dos calles
que recíprocamente se cortan, formando generalmente un cua drado o un
rectángulo.-

2.3 - calle y calzada

Calle es el espacio librado al uso público que queda entre la línea de


edificación de una manzana y la de enfrente, o como dice el diccionario oficial
de nuestra lengua: "vía entre edificios o solares en una población".-
La calzada está dentro de la calle y es más angosta que ella, ya que es el
espacio comprendido entre las dos aceras, destinado generalmente al tránsito
de vehículos . -

2.4 - deferir y diferir

El verbo deferir tiene un contenido de respet o, modestia o cortesía. Así, por


ejemplo, un abogado puede tener la gentileza de deferir su facultad de acusar
negligencia a un colega, cuando estuvieren dadas las condiciones para ello.
También puede interpretarse como delegar parte del poder o de la juri sdicción.

Diferir significa dilatar, retardar o suspender la ejecución de una cosa. En una


sentencia, el juez puede diferir la regulación de honorarios hasta tanto exista
liquidación firme. -

2.5 - documento e instrumento

Desde el punto de vista juríd ico, estas dos palabras no son sinónimos
perfectos. Hay entre ellas una relación de género a especie. -

Documento puede ser un escrito, una fotografía, un plano, etc. y no tiene


reglas legales que lo rijan. Las boletas de quiniela clandestina, anotaciones de
números sin sentido para los que son ajenos a esas prácticas, constituyen un
documento, pero no un instrumento. -

La palabra “instrumento” proviene del latín “ instrumentum ”, de instruere, que


significa construir, crear algo. El instrumento es la forma m ediante la cual se
documenta un acto jurídico y su confección está minuciosamente reglamentada
por el Cód. Civil. Se crea con un fin puramente jurídico, como por ejemplo un
contrato, un testamento o un pagaré. -

2.6 - día ¿siguientes o subsiguiente?

Si un martes 3 el juez ordena cumplir con un acto en el día siguiente, deberá


concretarse el miércoles 4. Pero si se hubiere dispuesto realizarlo en el día
subsiguiente, deberá efectuarse el jueves 5.

El prefijo “sub” significa "debajo", pero también "después " (en el orden de
lugar o tiempo), por lo que el día subsiguiente es el posterior al siguiente.

2.7 - admisibilidad y procedencia


Cuando se ha interpuesto un recurso (tomemos como ejemplo la apelación), el
juez de primera instancia analiza si están cump lidos los requisitos y
condiciones extrínsecas que la ley exige para que el caso pueda pasar a
consideración de la alzada. Está haciendo un juicio de admisibilidad. -

Abierta la segunda instancia, se analiza el mérito o fondo de los agravios,


resolviendo acerca de la procedencia o improcedencia de las pretensiones
finales del recurrente. -

En ambos casos hay análisis y resolución, pero la primera es al solo efecto de


abrir la instancia superior y la segunda para resolver el problema de fondo. -

2.8 - nuevo hecho y hecho nuevo

Estas expresiones, sinónimas en el lenguaje corriente, corresponden a sendas


figuras jurídicas bien diferenciadas y cuya correcta utilización hace al buen
orden procesal.

Cuando quien contesta una demanda o una reconvención introduce hechos no


considerados en aquéllas, estamos en presencia de un nuevo hecho , según
la nomenclatura que utiliza el Art. 334 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación (333 de la Pcia. de Bs. As.).
Después de agotada la etapa mencionada en el párrafo anterior, cualquier
litigante podrá introducir en el proceso un hecho nuevo , que se hubiere
producido con posterioridad o que recién llegase a su conocimiento (Art. 365
C.P.C.N y 363 C.P.C. Pcia. Bs.As.).

2.9 - incidentista e incidentada

La parte que inicia un incidente se denomina "incidentista" y su contraparte es


la "incidentada". Resulta muy conveniente dominar con precisión esos
términos, porque a través de ellos se pueden evitar confusiones.

El actor en el juicio principal puede resultar demanda do en el incidente y


viceversa. Si nos manejamos sólo con esas palabras y sus sinónimos
"accionante y accionado", "agirante y agirado" no será fácil distinguir la
posición que ocupa cada uno dentro de un proceso complejo.

2.10 - excepcionante y excepcion ado


Las mismas reflexiones realizadas en el tema precedente, sirve para éste: El
que interpone las excepciones es el "excepcionante" y la parte contra la cual
van dirigidas es la "excepcionada".

2.11 - ejecutante y ejecutado

En el juicio ejecutivo, no es impropio hablar de actor y demandado, pero la


pulcritud en el lenguaje nos invita a utilizar esta otra terminología que es más
precisa: ejecutante y ejecutado.

2.12 - denunciar

Esta palabra tiene varios significados, y dos de ellos son utilizados


habitualmente en el ámbito del derecho: uno, el más común, es "dar a la
autoridad parte o noticia de un daño hecho, con designación de culpable o sin
ella".

El otro, "notificar una de las partes la rescisión de un contrato, la terminación


de un tratado, etc" (copia textual de la quinta acepción que le da el
diccionario de la Real Academia Española).

Este último, se lo suele ver frecuentemente utilizado en el derecho


internacional, cuando se hace declaración unilateral de voluntad para poner
término a un tra tado.

Como debemos tender a manejarnos con términos inequívocos, considero que


es muy conveniente reservar este vocablo para los actos que coinciden con la
primera figura, y hablar de resolución cuando una de las partes pretende dejar
sin efecto un contra to.

Y, con todo el respeto que merece el máximo organismo de nuestra lengua,


jurídicamente considero que debemos hablar de resolución y no de rescisión,
término que reservamos para el caso de extinción de un contrato por acuerdo
de voluntades, en consonan cia con la terminología de nuestro Código Civil en
su Art. 1198 (más detalles en parágrafo 8.10).

2.13 - Bufete

La palabra del epígrafe es correcta para designar la oficina o el denominado


“estudio jurídico” de un abogado, pero en algunas ocasiones la h e visto
confundida con la palabra francesa buffet, que sólo tiene una relación
indirecta con aquélla porque, si bien es el origen de "bufete", en el uso
hispánico se ha distanciado notablemente del significado primigenio.
En Francia no se dice "le buffet de l'avocat", sino "le bureau de l'avocat", "le
cabinet de l'avocat", o "l'etude de l'avocat". Allí, la palabra buffet tiene como
primera acepción la de un mueble que podríamos traducir como aparador, pero
también sirve para designar una comida de manjares calientes y fríos con que
se cubre una mesa (que en otros tiempos se le decía "ambigú"); y a lo que
habitualmente denominamos bar (que se aplicaba originariamente al de una
estación de ferrocarril).

Esa palabra ha sido castellanizada como "bufé", con los dos últimos
significados.

Pero, además, ha quedado incorporada en nuestro idioma la expresión "bufete"


con una acepción muy específica, ya que sólo se refiere al lugar de trabajo del
abogado, y no está admitida para designar el del ingeniero, ni el del m édico,
ni el del contador.

Es un caso curioso: una palabra que proviene de otro idioma, se la castellaniza


de dos maneras distintas y, en una de ellas, adquiere un significado
totalmente ajeno a su origen.

Y otra curiosidad: en España ya casi no se la utiliza, porque lo más común es


decir "el despacho del abogado". Sin embargo, en algunos países
latinoamericanos -México, Venezuela y Cuba, por ejemplo - la expresión
habitual sigue siendo bufete. En otros, como Perú, Uruguay y Argentina se lo
utiliza con escasa frecuencia.

2.14 - personería y legitimación

Aunque estas dos palabras corresponden a conceptos jurídicos bien distintos,


suelen aparecer escritos donde algunos letrados las confunden.

Valiéndonos de un ejemplo, podemos decir que un padre tiene personería para


representar a su hijo menor de edad en cualquier tipo de pleitos, pero carece
de legitimación para reclamar indemnización de daño moral, en un juicio de
daños y perjuicios generado por el accidente donde ha quedado lisiada la
madre, ya que sólo ella (damnificada directa) está habilitada por el art. 1.078
del Cód. Civil para exigirlo.

Couture define la personería como "calidad jurídica o atributo inherente a la


condición de personero o representante de alguien", mientras que legitimación
se refiere a la cualidad otorgada por la ley a una persona para considerarse
idónea, en un determinado litigio, como parte actora o demandada.
Legitimación es, en general, un favor otorgado por la ley. Y, desde otro punto
de vista, en el ámbito de la filiac ión, también se aplica al efecto por el cual un
hijo extramatrimonial pasa a ser legítimo.

2.15 - falta de personería y/o de legitimación

No es raro encontrar poca claridad en los conceptos, cuando se interpone una


excepción de falta de personería o de falta de legitimación. Morello, Sosa y
Berizonce han encuadrado con precisión esas figuras jurídicas, en su
enjundiosa obra "Códigos Procesales en lo Civil y Comercial":

FALTA DE PERSONERÍA: Es una de las llamadas excepciones dilatorias, ya que


su efecto es el de dar un plazo para que se subsane el defecto y por ella se
delata: a) la falta de capacidad civil ( legitimatio ad processum ), ya sea en el
actor o en el demandado; y b) insuficiencia de la representación invocada por
quien comparece en juicio por un derecho que no sea propio. -

FALTA DE LEGITIMACIÓN: Mediante ella se controvierte la existencia de la


legitimatio ad causam , o sea que quien demanda o aquel contra quien se
demanda, no revisten la condición de personas idóneas o habilitadas por la ley
para discutir el objeto sobre que versa el litigio (Ob. Cit., To. IV -B, p g. 215 y
219 Ed. 1990).

El destacado procesalista peruano Parodi Remón, sostiene que la segunda


corresponde al fondo y no a la forma, por lo que debería ser resuelta junto con
la sentencia definitiva y no como excepción previa. En nuestro procedimiento,
como es sabido, sólo se decide previamente cuando es manifiesta (Art. 345
Inc. 3 C.P.C. Prov. de Bs. As.)

2.16 - ejecutivo y ejecutorio

Un pagaré, un cheque rechazado y los demás i nstrumentos detallados en el


Art. 523 del C.P.C. de la Nación (521 de la Pcia. de Bs. As.), son títulos
ejecutivos, que nos dan la posibilidad de hacer un juicio también denominado
ejecutivo, regido por los Arts. 520 de la Nación (519 de la Pcia. de Bs. As .) y
siguientes.

Una sentencia de un tribunal argentino que se encuentre firme, una regulación


de honorarios en igual estado, son títulos ejecutorios que habilitan para hacer
el trámite reglado por el Art. 499 del C.P.C. de la Nación (497 de la Pcia. de
Bs. As.) y siguientes, que esa ley lo califica "ejecución de sentencias", y tiene
como particularidad que admite un número menor de excepciones que el antes
comentado.
2.17 - embargos preventivo, ejecutivo y ejecutorio

En una referencia tangencial, el A rt. 233 del C.P.C. (Nación y Pcia. de Bs. As.),
alude a tres tipos de embargos: el preventivo, el ejecutivo y el ejecutorio.

El primero de ellos es sólo una cautelar reglada por el Art. 209 y siguientes de
ambos códigos, que tiene limitada vida propia, ya que caduca si no se inicia la
acción principal dentro de los diez días (Art. 207).

El segundo es también una medida asegurativa, pero dentro de un proceso de


ejecución, con una finalidad directa de efectivizar un crédito.

El tercero participa de las car acterísticas de los dos anteriores, pero formando
parte de una ejecución de sentencia, donde la posibilidad de oponer
excepciones es más limitada.

2.18 - atraillar

Esta palabra tiene su lejano origen en la “trailla” que era la cuerda con que se
ataban a los perros cuando se iba de cacería.

Frecuentemente vemos escritos o proveídos donde se habla de atraillar un


expediente a otro, como sinónimo de unir por cuerda.

La expresión es correcta, ya que el Diccionario de la Real Academia registra,


como signifi cado en sentido figurado, “dominar o sujetar”. -

2.19 - sospechado y sospechoso

“Sospechado” es participio pasivo del verbo sospechar, por lo que es correcto


decir Juan Pérez estuvo sospechado de haber cometido un delito.

En ese caso, Juan Pérez quedó c olocado en la categoría de “sospechoso” y no


de “sospechado”, ya que estamos utilizando la palabra como sustantivo,
definido por el diccionario como “individuo de conducta sospechosa”.

Pero también la podemos utilizar como adjetivo, cuando decimos “el


sospechoso Juan Pérez”, en el caso de que esa persona haya dado motivo para
sospechar.
III.- LOS ERRORES MÁS COMUNES

3.1 - el juez de grado no puede abocarse ni avocarse

Si un letrado pide al juez que se aboque a una causa, el magistrado puede


sentirse ofendido porque -según explica el diccionario - le está invitando a
reunirse con otras personas para "tratar un negocio". -

Tampoco se puede requerir a un juez de grado, que se avoque al


conocimiento de un expediente, porque ello significa que un magistr ado o
tribunal superior, sin mediar apelación, llame a sí la causa que se está
litigando o debe litigarse en otro inferior, lo que está prohibido en nuestro
derecho.

Distinto es el caso de los miembros de las cortes superiores nacional o


provincial, ya que –desde hace unos años - ellas se han arrogado la facultad de
hacer el "per saltum" (ver 8.4.2). -

3.2 - ¿peticionante o peticionario?

No obstante la frecuencia con que se observa el uso de la palabra


peticionante, ella no existe en nuestro i dioma. La única admitida es
peticionario. La otra, es un argentinismo aún no aceptado por la Real
Academia.-

3.1 - ¿comparencia o comparecencia?

Algunos diccionarios registran la palabra comparencia, pero el de la Real


Academia no lo ha hace y es raz onable que así sea.-

El verbo "comparer" no existe, por lo tanto no puede asentarse en acta la


"comparencia" del testigo. -

El verbo es comparecer, y de él derivan las palabras comparecencia e


incomparecencia, que tan a menudo utilizamos en la act ividad tribunalicia. -

3.2 - ¿comparendo o comparecencia?

Frecuentemente se oye decir "el comparendo del testigo", refiriéndose a que,


efectivamente, ha concurrido al acto, es decir utilizando ese término como
sinónimo de comparecencia.
Sin embargo, el correcto significado de esa palabra es "despacho en que se
manda a alguien a comparecer" que, en el ejemplo anterior, sería el proveído
que ordena citar al testigo o la cédula de citación.

El Diccionario de la Real Academia registra también la e xpresión "diligencia


de comparendo" como "acta que el escribano extiende para acreditar la
comparecencia de una persona", y este significado se relaciona con el
hecho expuesto en el primer párrafo, pero no es idéntico.

En definitiva, resulta c orrecto denominar "comparendo del testigo" al acta


donde se ha recogido su declaración o hecho constar su presencia; pero la
sola circunstancia de haber concurrido no es un "comparendo", sino una
comparecencia.

3.4 - ¿petitorio o petición?

La tercera acepción de la palabra "petitorio" es "petición repetida e


impertinente"... (¡qué sorpresa!).

Desde tiempo inmemorial, el último capítulo de las demandas o sus


contestaciones suelen encabezarse con esa palabra, que puede interpretarse
como lo contrario de lo que se desea.

Si bien esto no es absoluto, ya que la primera acepción es "perteneciente o


relativo a petición o súplica", no deja de existir una ambigüedad que no tiene
razón de ser en un idioma tan rico, que deja a nuestra disposic ión
palabras unívocas como petición o pedimento. -

3.5 - ¿carnet o carné?

Han corrido unos cuantos años desde que la Real Academia Española autorizó
a escribir de manera simple palabras como siquiatra, sicólogo, sicoanálisis,
síquico, etc. Sin embar go la mayoría de las personas cultas continúan
agregando la "p" inicial luciendo innecesario apego a la raíz griega.

Ese fenómeno también se advierte en otras palabras castellanizadas. Hay una


natural desconfianza, casi un temor de escribir carné, corsé , tur, restorán,
estrés, así como suenan.
3.6 - ¿excento o exento? de un impuesto

Se encuentra exento de un impuesto quien está libre o desembarazado de


su pago, y aunque esto signifique una excepción a la regla general del
gravamen, “exento” y “excepto” son palabras de distinto origen, resultando
incorrecta la "c" en medio del término que analizamos. -

La palabra “exento” es el participio pasivo del verbo “eximir”, y “excepto”


deriva del verbo “exceptuar”. -

3.7 - ¿hacer una disgresión o un a digresión?

La palabra "disgresión" no existe en nuestro idioma. La voz correcta es


“digresión”, proveniente del latín digressio-onis que significa separarse de
una línea o camino, por lo que se utiliza habitualmente para señalar una
referencia al m argen del desarrollo del tema principal, o más propiamente,
"efecto de romper el hilo del discurso y de hablar en él de cosas que no
tengan conexión o íntimo enlace con aquello que se está tratando"
(Diccionario Real Academia Ed. 1992). -

3.8 - ¿órden u orden? de allanamiento

La regla general en materia ortográfica dispone que las palabras graves


terminadas en vocal, "n" o "s" no deben llevar acento escrito. -

Sin embargo, es muy frecuente encontrar en los expedientes términos como


orden, origen y examen, con acento gráfico. Probablemente, lo que induce a
error es que sus respectivos plurales lo llevan (órdenes, orígenes y
exámenes), en razón de haberse transformado en palabras esdrújulas. -

3.9 - ¿gravámen o gravamen?

Con bastante frecuencia apar ece en los expedientes la palabra gravamen


escrita con acento ortográfico. Como no es una excepción a la regla general
y se trata de una palabra grave terminada en "n", no corresponde hacer tal
cosa, aunque su plural -gravámenes - tenga esa grafía.

3.10 - ¿dictámen o dictamen?

El mismo comentario realizado precedentemente, cabe en los casos que se


menciona un dictamen fiscal o de cualquier otro funcionario y se acentúa
erróneamente esa palabra.
3.11 - ¿a las 10,30 horas o a la hora 10 y 30?

Si se proveyere un pedido de audiencia fijándola para "el día 10 de mayo a


las 10,30 horas" estaríamos cometiendo dos errores. -

El sistema horario que nos rige no es decimal, sino sexagesimal. Por lo


tanto, resulta impropio separar con una coma las horas de los minutos. -

El otro error consiste en poner la palabra horas después de los dígitos.

Esto es un galicismo. Los franceses lo hacen así con rigor: dix heures, onze
heures, etc.

La frase que nos preocupa, en correcto español, sería "a la hora 10 y 30".
También está admitido poner "el día 10 de mayo a las 10 y 30", con espíritu
de simplificación del idioma, en la inteligencia que esos "10 y 30" no
pueden ser metros, ni litros, ni kilos, sino solamente un horario.

En los últimos tiempos, l a proliferación de los relojes digitales, ha


generalizado el uso de los dos puntos para separar las horas de los minutos
(10:30), modalidad que aún no ha tenido aprobación académica pero que
resulta práctica y razonable.

3.12 - ¿otro si, u otrosí?

La petición o aclaración que se suele colocar al final de un escrito, como


accesorio del cuerpo principal, puede encabezarse con el título "otrosí", pero
nunca con la expresión compuesta "otro si", ajena a las reglas de nuestro
idioma y probable de rivación viciosa de aquélla. -

“Otrosí” es una sola palabra, un adverbio que, desde larga data, figura en el
Diccionario de la Real Academia con una primera acepción: "además", y una
segunda recogida del ámbito del Derecho: "cada una de las peticiones o
pretensiones que se ponen después de la principal". -

3.13 - ¿antidatado o antedatado?

“Anti” es un prefijo que significa “opuesto” o “con propiedades contrarias”. Es


un absurdo decir antidatado, palabra que no existe en nuestro idioma. -

Un instrumento estará antedatado cuando se le ha puesto una fecha anterior


a la de su real emisión, y posdatado cuando se le ha colocado una
posterior.-
3.14 - constituyo ¿domicilio legal o procesal?

Domicilio legal del insano es el real de su curador; do micilio legal de un


menor es el real de sus padres o tutor; domicilio legal de una sociedad
anónima es el determinado en sus estatutos, y también puede correctamente
denominarse de esa manera el constituido por un litigante en el expediente
judicial.

Sin embargo, hay letrados que prefieren usar una terminología inequívoca,
evitando aquella palabra genérica, por lo que acostumbran a poner
"constituyo domicilio procesal", equivalente del latino " ad litem ", que descarta
cualquier confusión.

3.15 - ¿art. 214 ley 23.515 ó 214 del Cód. Civil?

En el escrito correspondiente a un juicio de divorcio he observado la cita


legal realizada de la siguiente manera: "art. 214 de la ley 23.515". Como es
sabido, esa ley modificatoria del régimen de matrim onio y divorcio, tiene
sólo diez artículos. -

El error apuntado es bastante frecuente. Se toma al número de artículo de la


ley reformada, como si fuera perteneciente a la reformatoria.

En el caso citado, debió decirse "art. 214 del Cód. Civil reforma do por el art.
1 de la ley 23.515" o, mejor aún, simplemente "art. 214 del Cód. Civil" porque
es natural que, al citar una disposición legal, nos estamos refiriendo al texto
vigente y no al derogado. -

3.16 - prescribe ¿por dos años o en dos años?

Resulta innecesario referirnos a la pulcritud con que el Dr. Vélez Sársfield ha


manejado el idioma, al redactar el Código Civil que viene rigiendo a varias
generaciones de argentinos y paraguayos. -

Sin perjuicio de ello, y con el mayor respeto, me permi to reproducir una


observación que hace el Dr. Rafael Bielsa en su libro "Los conceptos
jurídicos y su terminología": "los derechos no prescriben por dos años, sino en
dos años. Prescribir, en la acepción que nos interesa, es extinguir un derecho,
y un derecho se extingue en un plazo o término, y no por un plazo, pues esto
significaría que luego de ese plazo renace, lo que es absurdo". -

Vélez Sárfield usó la expresión "por" en todos los artículos del Título "De la
prescripción de las acciones e n particular" y la reforma introducida por la ley
17.711 cuidó de poner "a los" en reemplazo de "por" en los Arts. 4020;
4021; 4024 y 4030. No obstante ello, y en un probable descuido, conservó un
"por" en el Art. 4023.-

3.17 - la ley ¿estipula o dis pone?

Estipular significa contratar, convenir, acordar con otro, pero no ordenar ni


mandar. Estipulan las partes, los contratantes (las cláusulas de los contratos
son estipulaciones).-

La ley (ley, reglamento, etc.) no estipula, sino que ordena, man da, dispone,
por su sola autoridad (Bielsa, ob. cit., p g. 162). -

3.18 - el juez ¿revoca o anula? un acto administrativo.

Revocar es considerar nuevamente un acto para extinguirlo y eso sólo lo puede


hacer su autor o un superior. -

Al decir de Raf ael Bielsa, "un tribunal superior revoca el acto de un juez
inferior; es una revocación de la administración de justicia, por una autoridad
del mismo poder. Pero un tribunal judicial no revoca una decisión
administrativa, sino que la anula, porque ella em ana de otro poder. Tal es la
significación jurídica. La anulación y la revocación extinguen un acto. Pero sólo
revoca la misma persona, el mismo poder. El acto del más modesto intendente
municipal no lo revoca, sino que lo anula el tribunal, pues el int endente no es
inferior jerárquico en el orden judicial" (Los Conceptos Jurídicos y su
Terminología, Págs. 119/120). -

3.19 - ¿código de procedimientos o código procesal?

Cuando se consideraba que el procedimiento era un mero accesorio del


derecho sustancial, se hablaba de "código de procedimientos".

La evolución de la ciencia jurídica llevó al derecho procesal a adquirir


personalidad propia, no inferior al de fondo, y pasó a identificarse como
"códigos procesales" a las leyes que rigen esa m ateria. Así se los denomina
actualmente.

3.20 - ¿medidas para mejor proveer o instructorias?

En nuestros anteriores códigos procesales se facultaba al juez para ordenar


medidas de prueba cuando, llegado el momento de sentenciar, advertía que
las aportadas resultaban insuficientes y, sin cubrir la negligencia de las
partes, era factible ordenar alguna medida que esclareciera los hechos. Era
una facultad que sólo podía ponerse en funcionamiento luego de agotada la
labor probatoria de las parte s. Por eso se la denominaba "para mejor
proveer".

En el año 1967, el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, en su Art.


36 inc. 2, reemplazó esa figura por otra con alcances superiores. El juez
activo, atento, protagonista principal y no esp ectador de lo que ocurre
(Morello y Otros "Códigos...", Tº. II -A, Pág. 641), en cualquiera de las etapas
del juicio, puede "ordenar las diligencias necesarias para esclarecer la verdad
de los hechos controvertidos". Así lo han adoptado también diversa s
legislaciones provinciales (Buenos Aires, entre ellas), en carácter de
"facultades instructorias".

Las diferencias apuntadas hacen que, actualmente, resulte impropio utilizar la


expresión "medidas para mejor proveer".

3.21 - se tramita ¿por ante este mismo juzgado o en este juzgado?

Este tema ha sido tratado con tanta precisión por la supervisora de mi trabajo,
profesora en literatura Graciela Ortenzi, que considero conveniente transcribir
sus palabras:

La frase más correcta es: “se tram ita en este juzgado”. "En" indica lugar. Si
bien la agrupación de preposiciones "por ante" es correcta, "ante" significa
“delante” o “en presencia de”; es decir sólo cabría utilizar tal modismo,
cuando, por ejemplo, se notifica a alguien que debe decla rar "por ante el
juez". También es habitual el empleo de ese giro por los notarios: "lo hizo por
ante mí". Pero para especificar el lugar donde tramita una causa, la
preposición correcta es "en". -

Con respecto a la expresión: "este mismo juzgado", "mismo" resulta


redundante, puesto que al decir "este juzgado", se supone que nos referimos a
ese y no a otro. -

En cuanto a la proveniencia de "por ante" (agrupación de preposiciones), la


Real Academia Española, en su libro "Esbozo de una Nueva Gramática de la
Lengua Española" explica que desde la segunda mitad del siglo XIX, comenzó
a extenderse en el habla popular de España, la locución "a por" con verbos
de movimiento: ejemplo: ir a por agua; vengo a por tí.

Aunque la conversación culta de España s uele sentirla como vulgar, y


procura evitarla, quizá allí se encuentre el origen de esa combinación usada
por novelistas de la época. Ejemplo : "Viene un aeroplanito, mano, con motor
de a de veras" (Mariano Azuela)."
3.22 - divorcio ¿por mutuo consentim iento o por presentación
conjunta?

Para que se concrete un divorcio por mutuo consentimiento sólo es necesario


la voluntad libremente expresada de dos personas casadas, en goce de plena
capacidad. Ello tiene características similares a la rescis ión de un contrato.

Pero en nuestra legislación ese procedimiento no basta. El Art. 215 del Cód.
Civil exige a las partes que manifiesten "causas graves que hacen moralmente
imposible la vida en común" y el juez sólo puede decretar el divorcio o
separación cuando "los motivos aducidos por las partes sean suficientemente
graves" (Art. 236 C. Civil).

Es decir, no se trata de un pacto realizado frente a un juez como si éste


tuviera funciones de notario, sino que, por una vía especial y de carácter
reservado, se someten a su consideración hechos que debe valorar para
decidir si hay causa suficiente para decretar el divorcio (o separación), o si no
la hay.

A este proceso, de características tan particulares, no se le ha dado un


nombre que resulte i lustrativo, habiéndose optado por denominarlo "por
presentación conjunta" en consonancia con el Art. 236 Cód. Civil que habla
de la "demanda conjunta".

3.23 - ¿veinteañal o veinteñal?

La palabra veinteañal no existe en nuestro idioma. Lo correcto es decir


veinteñal, refiriéndonos a algo que transcurre a lo largo de veinte años,
como es el caso del tiempo de ejercicio de la posesión, necesario para
obtener la prescripción adquisitiva (Art. 4015 Cód. Civ.).

Hay otro término parecido, pero con distinto significado: "veintenal". Es lo


que sucede una vez cada veinte años.

3.24 - ¿pericia o peritaje?

Cuando nos referimos a un informe pericial, lo correcto es denominarlo


peritaje o peritación.

No corresponde denominar pericia al trabajo hecho por un experto, ya que


esta palabra no se refiere a una obra, sino a una cualidad: sabiduría
práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte.
En consecuencia, hablando con propiedad, podríamos decir: el médico
forense tiene la pericia s uficiente como para hacer el peritaje que le ha
encomendado el juez en la causa número 22.531.

3.25 - ¿tan es así o tan así es?

La palabra "tan", forma apocopada del adverbio “tanto”, sólo puede usarse
si va seguida de un adverbio, un adjetivo o u n sustantivo, por ejemplo: "fue
un golpe tan violento que se le desprendió el guardabarros".

Pero resulta incorrecta la frase: "fue un golpe violento, tan es así que se le
desprendió el guardabarros". Lo que corresponde, si se desea armar la frase
de es a manera, es utilizar la expresión "tan así es" o "tanto es así".

3.26 - ¿tipear o mecanografiar?

Tipear es un anglicismo no aceptado en nuestro idioma. Proviene del verbo


inglés “type” (infinitivo, “to type”) que, en algunos países de habla hispan a ha
generado la expresión "tipear" y, en otros, "taipear".

Pero nada de eso es necesario. Disponemos de una clara e inequívoca palabra


en nuestra lengua oficial para expresar esa idea: mecanografiar. Y de un
sinónimo: teclear, con lo que podemos s atisfacer nuestras necesidades sin caer
en barbarismos.

3.27 - ¿la télesis de la ley o la finalidad de la ley?

Esporádicamente suele aparecer en algún escrito expresiones como "la


télesis del fallo" o "la télesis de la ley número...". Es probable q ue, en nuestro
afán de interpretar al colega, busquemos infructuosamente esa palabra en
algún diccionario: Yo lo he hecho en siete obras, sin éxito. No figura en el
de la Real Academia, ni en el Salvat, ni Espasa Calpe, ni Sopena, ni Larouse,
ni Enciclopedia Jurídica Omeba, ni Diccionario Jurídico Abeledo Perrot.

“Télesis” es una palabra muy sonora, de aparente alto vuelo y hasta bella. No
es fácil resistirse a la tentación de utilizarla. Hasta he encontrado camaristas
que han caído en el pecado i diomático (C. Nac. Civ., sala D, La Ley, tomo
1987-C, pag. 189).

Si bien ese término no existe en nuestro idioma, pareciera que se lo ha ido


acuñando como derivación de "teleología", vocablo que utilizó Chistian Wolff
en su Philosofia Rationalis con e l objeto de expresar el modo de explicación
de una realidad atendiendo a sus causas finales, por oposición al modo de
explicación fundado en causas eficientes. A partir de entonces, la filosofía
adoptó "teleología" con el significado de "doctrina de los fines".

La lengua española, rica y compleja, no merece nuevos aportes superfluos


que la hacen innecesariamente más difícil. Aquella frase "la télesis de la
ley..." bien puede ser reemplazada por "la finalidad de la ley...".

3.28 - ¿cien por cien o ciento por ciento?

La expresión correcta es "ciento por ciento". La palabra cien, apócope de


ciento, sólo puede ser usada antes de un sustantivo, por ejemplo: cien
fojas, cien expedientes, cien disposiciones legales, etc.

3.29 - ¿junio 25 ó 25 de junio?

Nadie pone en un escrito judicial "el plazo vence en junio 25", ni tampoco dice
"mi cumpleaños es en marzo 17", sin embargo es frecuente recibir cartas que
comienzan con la fecha redactada de esa manera.

Esto constituye un absurdo trasplante de la sintaxis inglesa. Ellos no


escriben "25 of june", sino "june, 25" o "june the 25th". Pero los que nos
comunicamos en lengua española debemos mantener la construcción que a
ella corresponde, poniendo primero el número del día, luego la preposición
"de" y finalmente el nombre del mes. Así nos lo enseñaron en la escuela
primaria y no hay motivos para quebrar la regla creando una innecesaria
distorsión.

3.30 - ¿ pesos dos mil o dos mil pesos?

Otro caso de anglicismo vemos diariamente en los form ularios para cheques
que emiten los bancos, donde ponen la palabra "pesos" antes del espacio
destinado a la cifra. Esa modalidad no tiene nada que ver con nuestro idioma.
Nunca decimos "testigos cinco" ni "oficios cuatro", ni "naranjas una docena".
Sólo una injustificada copia de la sintaxis del idioma inglés, puede llevarnos a
ese tipo de construcción.

El problema es fácilmente superable cuando escribimos con letras, pero no


tanto cuando lo hacemos con números, ya que la práctica, en el cien to por
ciento de los casos, nos lleva a asentar primero el signo pesos y luego la
cifra, es decir: $2000. -

El gráfico representativo de nuestra moneda tiene su origen en U.S.A.,


donde se indicaba el dólar con una U y una S entrelazadas, abreviatura d e
United States. Con el tiempo la "U" se fue convirtiendo en dos rayas
verticales (en los últimos tiempos, ha ido perdiendo una de ellas). En esa
forma fue trasladado a nuestro signo monetario, habiéndose generalizado con
tal fuerza que sería infructu oso pretender cambiar el hábito, pero ello no nos
impide mantener las reglas de nuestro idioma cuando redactamos las cifras
con letras.

3.31 - ¿de vez en cuando o de cuando en cuando?

Hay dos formas correctas para esta expresión: “de vez en vez”, o “de cuando
en cuando”, pero la que he sub -rayado en el epígrafe no es admitida por
nuestra gramática.

Los nexos (en nuestro caso la preposición "en") relacionan elementos de una
misma categoría gramatical; por ejemplo, al decir "de vez en vez", es tá
vinculando las palabras "vez", es decir dos sustantivos.

Cuando escribimos "de cuando en cuando", la preposición juega su papel en


medio de dos adverbios: "cuando" y "cuando".

Pero en la frase "de vez en cuando" la preposición está vinculando un


sustantivo con un adverbio.

3.32 - demanda ¿exhorbitante o exorbitante?

En más de una oportunidad, he leído escritos de contestación de demanda


donde se reprochaba a la actora pretender una cifra "exhorbitante".

Sin embargo, esa palabra, escrita con "h" en medio, no existe.

Lo correcto es hablar de demanda exorbitante, monto exorbitante, reclamo


exorbitante, es decir, en sentido figurado, que se ha escapado de la órbita,
causando el mismo asombro que produciría un cuerpo celeste saliend o de la
suya o, más precisamente, como lo explica el diccionario oficial: excesivo,
exagerado. El prefijo "ex" significa "fuera de" y, como es sabido, la palabra
"órbita" se escribe sin "h", por lo que no hay razón para agregarla.

Probablemente el error proviene de asimilar ese término con nuestro tan


utilizado exhorto. Pero nada tiene que ver uno con el otro.
3.33 - escrito con faltas ¿de ortografía o a la ortografía?

El elemento compositivo "orto" proviene del griego y significa: recto. Con


ese sentido se aplica en otras palabras como ortodoncia, ortofonía,
ortóptero, ortocromático, etc.

Ortografía es la manera correcta de escribir un idioma, por lo que resulta


impropio hablar de un escrito con faltas "de ortografía", teniendo en cu enta
que esta última palabra se refiere a un sistema con ausencia de errores. Sólo
podemos decir: “faltas a la ortografía”.

3.34 - el homicida había bebido ¿whisky o güisqui?

La Real Academia, en el año 1992, incorporó a su diccionario la palabra


"güisqui" como castellanización de la inglesa, por lo que es la única forma
correcta de designar a esa bebida.

Sin embargo, cabe apuntar que la novedad no ha tenido el eco que se merece.
Sólo algún humorista (Roberto Fontanarrosa, por ejemplo), la ut iliza. Hasta el
presente, tampoco he visto esa grafía en la etiqueta de una botella.

3.35 – derecho ¿en espectativa o expectativa?

Todos tenemos derechos en expectativa, hasta que se convierten en derechos


adquiridos. Mientras esperamos tal cosa ¿somos espectadores o expectantes?

El verbo esperar y los sustantivos espectador y esperanza pueden llevarnos a


la creencia de que el término que analizamos sea una derivación de ellos y,
por lo tanto, debería escribirse con “s”.

La diferencia es sutil, pero el diccionario lo aclara:

expectativa: cualquier esperanza de conseguir una cosa, si se depara la


oportunidad que se desea.// ...3) posibilidad de conseguir un derecho,
herencia, empleo u otra cosa, al ocurrir un suceso que se prevé.

espectador: que mir a con atención un objeto.//2) Que asiste a un espectáculo


público.-
3.36 -¿mere declarativa o meramente declarativa?

La acción meramente declarativa es una figura moderna, y llama la atención


que, para denominarla, algunos recurran a un apócope lat ino que la Real
Academia considera, desde hace mucho tiempo, en desuso.

La palabra “mere” no aparece en la Enciclopedia Jurídica Omeba, ni en el


Diccionario Jurídico Abeledo Perrot, ni en el de Cabanellas -Alcalá Zamora
(1979), ni en el clásico “Diccionari o Razonado de Legislación y Jurisprudencia”
de Joaquín Escriche (año 1903).

Tampoco en la Ley de Enjuiciamiento Civil Española (año 1855), ya que allí


sólo se encuentra como antecedente la “acción de jactancia”, de alcances
menores a la que comentamos. Y nada de ello en Las Siete Partidas (año
1348).

En consecuencia, resulta paradójico que autores modernos resuciten


innecesariamente aquel arcaico apócope latino, para designar un nuevo
concepto jurídico: Sentís Melendo proponía el nombre de “acciones y
sentencias declarativas de mere certeza”; Jorge W. Peyrano analiza este
instituto en “Cuestiones de Derecho Procesal” utilizando la expresión
“sentencias mere declarativas” y el jurista venezolano Luis Loreto propone el
término “meredeclarativa” que, seg ún su enfoque muy particular, estaría
compuesto por yuxtaposición del advervio “mere” y el adjetivo declarativa (“La
Sentencia de Declaración...”, Pág. 411) .

Los códigos de procedimientos de la provincia de Buenos Aires y de la Nación


(Art. 322) rotulan esta acción como “meramente declarativa” brindándonos una
terminología simple, fácilmente comprensible e inequívoca. En la misma forma
lo hacen Alsina y Palacio es sus respectivos tratados, y Morello, Berizonce y
Sosa; Fenochietto, Bernal Castro y Pigni e n sus códigos procesales
comentados.

El lenguaje está destinado a comunicarnos y entendernos entre los seres


humanos. Esto, que es una perogrullada, se enturbia cada vez que, sin
ninguna necesidad, creamos neologismos o reflotamos arcaísmos.

3.37 - ¿nulificar o anular?

Nadie sabe quién inventó el verbo “nulificar”, pero más de uno discute
afirmando que lo correcto es decir “nulidificar”, y así lo escribe. Son
lamentables creaciones que no tienen ninguna razón para reemplazar al simple
y claro “anular”.
Y, siguiendo ese tortuoso camino, encontramos muchas veces otra barbaridad,
aunque no constituya barbarismo: “nulidicente” y/o “nulidiscente”, palabras
que no existen en nuestro idioma.

3.38 - ¿ prestablecido o preestablecido ?

Estamos en presencia de una palabra compuesta por el prefijo “pre” (que


significa anterioridad local o temporal, prioridad o encarecimiento), y el
participio pasivo del verbo establecer. Nada autoriza a suprimir una “e” al
hacer la conjunción.

3.39 - ¿ preveer o prever ?

Esta también es una palabra compuesta con el prefijo “pre”. Se completa con
el verbo “ver”, pero extrañamente una corriente viciosa le agrega una “e” que
le había sustraído a la palabra comentada anteriormente.

Su significado es ver con aticipa ción; conocer, conjeturar por algunas señales
o indicios lo que ha de suceder. También: disponer o preparar medios contra
futuras contingencias.

3.40 - prueba ¿irreproductible o irreproducible?

Sólo la segunda de estas expresiones es la correcta. No obstante ello, en más


de una ocasión encontramos empleada la primera, por letrados que
probablemente desorientados al conocer la existencia de la palabra
“reproductivo”, que no es aplicable a nuestro caso.

“Reproductivo” es un adjetivo cuyo signific ado es: “que produce beneficio o


provecho”. Así, los españoles, antiguos dominadores de Flandes, solían decir
“la vaca holandesa es más reproductiva que un molino de viento”.

3.41 - ¿ antijuricidad o antijuridicidad ?

Si estamos hablando de lo juríd ico, no hay razón para suprimir la sílaba “di” al
utilizar la palabra compuesta con el prefijo “anti”. No obstante la simplicidad
del caso, ese error se lo puede ver con frecuencia.
3.42 - ¿ magüer o maguer ?

“Maguer”, es una palabra que se pu ede utilizar como sinónimo de “aunque”, o


“a pesar de”, pero no es correcto escribirla con diérisis sobre la “u”.

3.43 - atento ¿que pagó, o a que pagó?

No es raro encontrar frases como “atento que pagó, corresponde levantar el


embargo”. Lo correcto e s decir, “atento a que pagó, corresponde levantar el
embargo”, ya que no hay ninguna razón para suprimir la preposición “a” .

3.44 - “chicana”, o chicana

Esta es una de las palabras más frecuentemente utilizadas en nuestros


diálogos diarios. Pero cu ando se la lleva al papel aparece cierto pudor y se la
escribe entre comillas, como si se estuviera en presencia de un término ajeno
a nuestro idioma oficial.

Sin embargo, el Diccionario de la Real Academia, desde el año 1984, la


registra como derivada de l francés chicane y con el significado que le damos
todos los días: “artimaña, procedimiento de mala fe, especialmente el utilizado
en un pleito por alguna de las partes”. En consecuencia, no hay ningún motivo
para utilizar las comillas.

A renglón seguido, figura el verbo chicanear (“emplear chicanas”) y luego el


adjetivo chicanero (“dícese de la persona que emplea chicanas”).

3.45 - el juez ¿dictamina o resuelve?

Hacer un dictamen es dar una opinión. Si bien el juez desarrolla su punto de


vista en los considerandos, su misión es resolver; no quedar sólo en el análisis
de los hechos y del Derecho.

La misión del juez, en todos los casos es resolver, nunca dictaminar.

3.46 - el perito ¿resuelve o dictamina?

El caso inverso es el del perito, que analiza mucho pero nada decide. Sólo da
su opinión fundamentada, quedando el juez en libertad de sentenciar
finalmente en el sentido aconsejado por el experto, o en otro.

En consecuencia, lo correcto es decir: el perito dictamina y el juez resuelve.


3.47 - ¿inhibente o inhibiente?

El participio presente (también denominado pasivo) del verbo inhibir es


inhibiente, no siendo correcto suprimir el diptongo, convirtiéndola en
inhibente, tal como se la suele ver en algunos escritos judiciales.

Sin embargo, h ay otra palabra que es muy usada en las actas policiales y que
cumple la misma función gramatical, pero que la Real Academia Española la
admite de dos maneras: “dicente” y “diciente”.

3.48 - escrito ¿desprolijo o desaliñado?

La palabra “desprolijo”, no existe en nuestro idioma oficial y, sin embargo, es


notable la frecuencia con la que se la utiliza.

Lo correcto es decir “desaliñado”, participio pasivo del verbo “desaliñar”, que -


entre otros significados - tiene los de desaseo, descompostura, negligen cia,
omisión y descuido.

Pero cabe acotar que la construcción de la primera de las palabras


comentadas, se ajusta a las reglas de nuestro idioma, ya que “des” es un
prefijo que denota negación o inversión del significado simple, por lo que no
sería raro verla incorporada en alguna nueva edición del Diccionario de la Real
Academia.

3.49 - ¿el ilícito o el hecho ilícito?

“Ilícito” es un adjetivo, por lo que es correcto decir “el hecho ilícito”, pero no
“el ilícito”, como frecuentemente lo vemos en acta s policiales y/o judiciales.

A riesgo de ser redundantes, podríamos afirmar que es ilícito utilizar la palabra


“ilícito” como sustantivo.

3.50 - de nacionalidad ¿argentino o argentina?

No es difícil encontrar actas donde se haya escrito: “Juan José Pé rez, de


nacionalidad argentino...”. Cometen el error de vincular la última palabra con
el Sr. Pérez y no con el término que está entre ambos. La nacionalidad siempre
es femenina, independientemente del sexo de la persona a la cual se la
atribuye. Y el adje tivo gentilicio tiene que concordar en género y número con
el sustantivo “nacionalidad”.
Distinto es el caso cuando se redacta “Juan José Pérez, argentino, casado,
agricultor....” y “Margarita García, argentina, casada, ama de casa...”, formas
correctas porque el adjetivo está concordando con el nombre (sustantivo
propio).

3.51 - ¿primer o primera? línea

Los adjetivos ordinales primero, primera, tercero, tercera, sólo se apocopan


cuando modifican un sustantivo maculino. En consecuencia, es correcto decir
“el primer camino debe ser tomado por el tercer hombre”.

Pero es erróneo “la primer línea de la tercer página”, ya que corresponde “la
primera línea de la tercera página.”.

La misma regla se aplica a otros adjetivos, como uno, una, alguno, alguna,
ninguno, ninguna. Pero también debemos tener en cuenta la excepción,
cuando decimos, por ejemplo, “el primero y último día”.

IV.- LAS EXPRESIONES SUPERFLUAS

4.1 - firme y consentida

Toda sentencia consentida, como es obvio, está firme. Y cuando deci mos que
hay sentencia firme... ¿es necesario agregar que fue consentida?.

En la habitual frase "firme y consentida", puede estar sobrando una palabra.

Esto no significa ignorar que entre esas dos expresiones no hay sinonimia
perfecta, sino una relación d e género a especie. Una sentencia de primera
instancia, al no ser apelada, adquiere firmeza por vía de consentimiento y,
cuando la firmeza se logra en la instancia superior, corresponde decir que está
ejecutoriada. Así, el género firmeza tiene dos especies : consentimiento y
ejecutoria.

En la práctica tribunalicia hemos visto miles de veces la frase "firme y


consentida", pero nunca o casi nunca "firme y ejecutoriada", lo que hace
pensar que estamos frente a un vicio y no a precisión terminológica,
confirman do aquella observación de que, generalmente, está sobrando una
palabra.
4.2 - costos y costas

Otro caso donde se utiliza palabra innecesaria, es la frase del epígrafe, aunque
consuela ver cada vez menos ese error.

"Antiguamente los gastos judiciale s se dividían en costas o costos, según se


tratase de gastos fijos (papel sellado, remuneración de los actuarios, etc.) o a
fijarse (honorarios de los profesionales intervinientes). Pero tal distinción no
perduró en la práctica ni fue establecida en las le yes" (Garrone, Diccionario
Jurídico Abeledo -Perrot, Tº. I, P g. 554).

La palabra "costas" es suficientemente comprensiva de todas las erogaciones


que demanda la tramitación de un proceso, honorarios inclusive. El Diccionario
de la Real Academia registra c omo "gastos judiciales" una de las acepciones
del término "costa".

4.3 - se tramita en este juzgado y secretaría

En la provincia de Buenos Aires ya no tiene sentido esa frase tradicional "en el


mismo juzgado y secretaría", acuñada en la época que cada o rganismo judicial
de primera instancia tenía dos secretarías. Evidentemente, está sobrando la
expresión "y secretaría".

De igual manera, al decir "juzgado número tres, secretaría única" resulta


innecesaria la aclaración "secretaría única", ya que indefect iblemente es así.

4.4 - vengo a contestar la demanda en tiempo y forma

Considero que es suficiente decir "vengo a contestar la demanda" y totalmente


superfluo ese agregado de rutina "en tiempo y forma".

Es evidente que el letrado que realice ese acto p rocesal oportunamente y con
las formalidades de ley, no necesita agregar la frase que aquí critico, y si
introduce su escrito extemporáneamente y/o defectuosamente, no logrará
sanear nada con esas palabras.

4.5 - en su congruo lugar

También hay quienes gustan de una redacción barroca y amplían la frase


comentada precedentemente, diciendo: "vengo a contestar en tiempo, forma y
en su congruo lugar, la demanda entablada".
La palabra “congruo” significa coherente, lógico, congruente, y su introducción
en frases como esas, resulta tan innecesaria como las criticadas en el punto
anterior.

4.6 - hace dos años atrás

Al decir "hace dos años" estamos refiriéndonos inequívocamente al tiempo


pasado, por lo que resulta innecesario y redundante el agregado de la p alabra
"atrás".

4.7 - con habilitación de días y horas inhábiles

Si los días y horas a los que nos referimos son hábiles, sería innecesario el
pedido. Sólo se pueden habilitar los inhábiles, por lo que - en estricto sentido -
resulta superflua la referen cia.

4.8 - ley actualmente en vigencia

Si nos referimos a una ley vigente, está implícito su carácter de actualidad. No


puede ser de otra manera. En consecuencia, es evidente que sobra una
palabra en la frase del epígrafe.

4.9 - el meollo central del alegato

Las dos primeras acepciones de la palabra "meollo" se refieren a la anatomía:


seso, o sea la masa nerviosa contenida en el cráneo; y médula, es decir,
sustancia interior de los huesos.

En sentido figurado, es la sustancia o lo principal de una c osa, por lo que al


decir "el meollo de un alegato" resulta redundante agregar que es su parte
central o más importante.

4.10 - por ejemplo: leyes, decretos, disposiciones, etcétera.

Cuando hacemos una enumeración ejemplificativa, siempre caben otros ca sos,


por lo que es innecesario el "etcétera".

Y si realizamos un listado taxativo, sería contradictorio usar esa palabra final.

Conclusión: en ambos casos nos está sobrando.


4.11 - de público y notorio

Durante décadas, los abogados han redactado los p liegos para el interrogatorio
de los testigos con la frase final: “de público y notorio”.

A su vez, el escribiente que tomaba la declaración inducía la respuesta que


asentaba con la frase “así lo considera”, mientras el testigo quedaba sin
entender ningun a de esas expresiones.

La frase que encabeza esta nota era una forma abreviada de la original “para
que diga el testigo si considera los hechos relatados como de público y
notorio”.

Con ello se pretendía que el testigo manifestara si había otras personas que
conocieran los detalles por él relatados, su identidad y demás datos para
localizarlos y, eventualmente, citarlos para tomarles declaración.

Afortunadamente esa práctica se ha ido diluyendo, ya que el Art. 440 del


C.P.C. de la Pcia. de Bs. As. ( 442 de la Nación), ha convertido al pliego en
una mera guía, imponiendo al juez o a quien lo reemplace legalmente, hacer
un libre interrogatorio y, con ello, satisfacer todas las necesidades del acto
probatorio, ya que las partes también pueden agregar pregunt as.

Con la amplitud de esa disposición legal, queda suplida la necesidad de utilizar


la frase analizada, que se ha convertido en obsoleta y, me atrevo a decir
incorrecta, porque hay un pleonasmo en ella: es elemental que, “lo público es
notorio”, y “lo no torio es público”, por lo tanto sobra uno de los sinónimos.

4.12 - razón de sus dichos

La frase comentada precedentemente también solía utilizarse en una versión


más amplia: “de público y notorio, dando razón de sus dichos”.

Como hemos visto, el Art. 440 del C.P.C. de la Pcia. de Bs. As. y 442 de la
Nación permiten un amplio y libre interrogatorio, que hace innecesario un final
del pliego con “razón de sus dichos”. Ante cada uno de los hechos relatados
puede pedírsele al testigo que exprese cómo llegar on a su conocimiento, si los
presenció, vio, oyó o se lo comentaron.

La fluidez y libertad del diálogo con el declarante, pemite que entienda


claramente lo que se le requiere y, correlativamente, pueda expresarse con
mayor precisión.
V.- EL GÉNERO FEME NINO

5.1 - señora ¿presidente o presidenta? del tribunal

Cuando la Sra. María Estela Martínez de Perón llegó a la presidencia de la


República Argentina, sus asesores hicieron notar que debía denominársele
"señora presidente", alegando que decir presiden ta resultaba tan incorrecto
como las expresiones "la estudianta" o "el camaristo". - Durante todo su
mandato, se utilizó esa fórmula. -

Años después, la Real Academia admitió la voz presidenta, incorporándola a su


diccionario en la edición del año 1984, por lo que - en la actualidad - resulta
ajustado a las reglas del idioma dirigirse a la presidenta de un tribunal,
designándola de esa forma. -

5.2 - ¿señora juez o señora jueza?

Tradicionalmente se consideró que la expresión correcta era "señora juez",


pero distintos autores fueron introduciendo la versión femenina, quizá a la par
del avance de las mujeres en la cobertura de los cargos en el Poder Judicial.
Ello originó no pocas dudas y discusiones.

Pero desde 1992 podemos considerar terminada la polémica. En la edición


correspondiente a ese año, La Real Academia Española incorporó la palabra
"jueza" a su diccionario.

Sin embargo, allí se puede apuntar algo que, para los argentinos, resulta una
verdadera curiosidad: ha sido registrada como primera acepción "mujer del
juez" (significado totalmente ajeno a nuestro medio) y sólo como segunda
"mujer que desempeña el cargo de juez". -

5.3 - ¿señora perito o señora perita?

Aunque nos suene un tanto humorístico, por inconsciente asociación con una
fruta, lo correcto es decir "señora perita". Así lo registra el Diccionario de la
Real Academia.

5.4 - ¿señora síndica o señora síndico?

El máximo organismo de nuestra lengua, paulatinamente ha ido incorporando


el femenino de los nombres de profesiones o cargos que, e n siglos anteriores,
estaban reservadas exclusivamente para los hombres. Además de los casos
tratados anteriormente, cabe agregar otros como médica, contadora, jefa e
ingeniera.

Pero todavía no está en el Diccionario de la Real Academia la palabra


"síndica", aunque los encargados de evacuar consultas en ese organismo
afirman de que hay más documentación de la forma femenina que del uso
común, por lo que es prevsible su incorporación en las próximas ediciones.

5.5 - ¿señora gerenta o señora gerente?

No ha sido aceptado por la Real Academia el femenino de “gerente”, y


tampoco ha ganado terreno en el uso habitual, por lo que seguiremos diciendo
“señora gerente”, sin temor a equivocarnos.

VI.- SINÓNIMOS PROBLEMÁTICOS

6.1 - testar y atestar


La palabra "testar" tiene tres significados, uno es realizar un testamento, otro
tachar y el tercero declarar como testigo; mientras que "atestar" tiene como
única acepción la tercera de las mencionadas.

El secretario de un juzgado cumple con su función de testar, cuando el juez


ha ordenado tachar alguna frase que considera injuriosa para la parte o su
magisterio.

En cambio, el secretario realiza el acto de testar o atestar cuando informa


al juez de las constancias que obran en otro expediente, o de hechos pasados
en su presencia.

6.2 - indexación e indización

La palabra indexación, como traducción del francés indexation ha sido incluída


por la Real Academia en la edición año 1992 de su diccionario, no obstante
que teníam os un equivalente en castellano: indización. -

El fenómeno inflacionario se apropió de ese término, al tratar de mantener la


equidad mediante aplicación de índices estadísticos. -

Y partiendo de la palabra índice, resultan lógicos el verbo "indizar" y el


sustantivo "indización", que son preferidos por el máximo organismo de
nuestra lengua a los galicismos indexar e indexación. -

6.3 - incidente e incidencia

En la generalidad de fallos y obras de Derecho, se encuentran


indistintamente utilizados las palabras del acápite. -

Pero "el verdadero incidente es una típica controversia, si bien con tramitación
simplificada, con sustanciación, con un verdadero carácter independiente" tal
como lo ha definido la Cámara de Apelaciones de Rosario, Sala 2ª (2 8-08-74, Z
3-277).-

Además de ello, también existen en el proceso otras cuestiones que no


constituyen un incidente propiamente dicho. Por ejemplo, la oposición a la
formulación de una pregunta a un testigo, o el trámite establecido en el Art.
27 Inc. "a" de la ley 8904 (Pcia. Bs.As.) para determinar la base para la
regulación de honorarios. -

Esta última categoría, cuyo efecto más notable es que no genera honorarios
separados de los correspondientes al litigio principal, no ha encontrado
todavía una nomenclatura uniforme y precisa, habiéndoselos denominado
"sub-incidentes" "cuestiones incidentales" en fallos de cámaras de apelaciones
de la Pcia. de Santa Fe y "mera incidencia" en una sentencia de la Suprema
Corte de la Pcia. de Bs. As. (JUBA Sum. B22.850).

El ex-juez Dr. Horacio Villalba, tenía predilección de utilizar la palabra


"incidente" sólo para la primera categoría, e "incidencias" para la comentada
en segundo término, enfoque digno de ser tomado en cuenta.

6.4 - pedir, solicitar, rogar, deprecar, impetrar, suplicar

En las monarquías absolutistas, la máxima autoridad judicial era el rey. Los


organismos inferiores actuaban en su nombre, por derivación de facultades.
Cuando los litigantes realizaban una petición util izaban las palabras "ruego",
"suplico", "depreco" o "impetro", en consonancia con el espíritu de aquel
sistema de gobierno.

Deprecar significa rogar, suplicar con insistencia; e impetrar demuestra el


propósito de conseguir una gracia, mediante rue gos.

Si bien los hombres de Derecho tenemos especial vocación para utilizar


arcaísmos (aún seguimos diciendo "foja"), no coinciden con el espíritu
republicano la mayoría de las palabras que aquí comento. El justiciable
concurre a los tribunales para q ue se le reconozca un derecho que la
legislación le ha otorgado antes de ese momento, por lo que es suficiente que
pida o solicite... y hasta puede exigir...

Para completar este tema, considero prudente hacer notar que ese resabio no
es exclusividad de la tradición hispanoamericana. En las leyes procesales de
U.S.A., se utiliza la palabra “pleading” para designar un alegato o una
defensa, término que en el lenguaje corriente significa "súplica".

6.5 - vistas y traslados

Si bien históricamente e stas palabras correspondían a distintos supuestos,


en el régimen actual (Art. 150 CPCN y CPCBA) son -jurídicamente - sinónimos
perfectos.

Existe la errónea creencia que cuando se ordena un traslado necesariamente


debe ser notificado personalmente o m ediante cédula, pero no es así. Tanto
las vistas como los traslados están comprendidos en la regla general del Art.
133 CPC, es decir la notificación automática.

Sólo en los casos de traslado de demanda o de liquidaciones, planteo de


prescripción y otros que expresamente determina la ley, debe utilizarse la
cédula (Art. 135 CPC), sin importar que la orden judicial haya utilizado
cualquiera de las dos palabras que comentamos.

6.6 - demandada, accionada y agirada

No hay inconveniente para ut ilizar cualquiera de estas tres palabras con el


objetivo de individualizar a una de las partes del juicio, pero la más jurídica es
"demandada".

El término "accionada" es participio pasivo de "accionar", que no tiene


significado específico ligado al der echo, sino que genéricamente es "poner en
funcionamiento un mecanismo o parte de él; dar movimiento, por lo que sólo
cabe emplearlo en nuestras redacciones con sentido figurado.

No existe en el Diccionario de la Real Academia la expresión "agira da",


aunque se la puede considerar derivación lógica del verbo "agir" definido como
"demandar en juicio".

6.7 - costas en el orden causado, por su orden, sin costas, exento de costas.

El art. 68 de los códigos procesales de la Nación Argentina y de la provincia de


Buenos Aires, ha quedado encuadrado en la doctrina del principio objetivo de
la derrota. La regla general es que el perdidoso debe soportar todos los
gastos que generó la defensa de la parte contraria.

Pero si el juez encontrare mérit o, puede eximir al vencido de esa carga, cosa
que habitualmente se hace empleando las frases "costas en el orden causado"
o "por su orden".

También se suele utilizar la expresión "sin costas" que, literalmente, pareciera


significar que nadie paga nada, ni lo suyo ni lo ajeno. Y si bien este giro no
es el más aconsejable, su interpretación resulta inequívoca teniendo presente
que la disposición legal referida faculta al magistrado a "eximir total o
parcialmente de esta responsabilidad al litigante venci do". Y decir "sin costas"
es armónico con "eximir". El código no toma en cuenta los gastos de la parte
derrotada, presumiendo que siempre están a su cargo.

En conclusión, desde el punto de vista jurídico, son sinónimos perfectos:


costas en el orden caus ado, por su orden, sin costas y exento de costas.

6.8 - desconozco documentación y niego autenticidad


Cuando se ha corrido traslado de una prueba documental, la contraparte tiene
la obligación de "reconocer o negar... la autenticidad de los docu mentos
acompañados" (Arts. 354 Inc. 1 C.P.C. de la Pcia. de Bs. As. y 356 Inc. 1 del
nacional). La contestación debe ser categórica, so pena de dársele por
reconocidos. No es suficiente utilizar la expresión bastante generalizada:
"desconozco la docume ntación"

Es cierto que la carga está referida a los documentos "que se le


atribuyeren", es decir, los emanados de su parte o en los que haya tenido
intervención; y cuando se tratare de elementos en los que no ha participado
(por ejemplo, un bolet o de compraventa entre terceros), podría decir que
desconoce la autenticidad, pero como la disposición legal citada también le
exige "reconocer o negar categóricamente cada uno de los hechos", nada
mejor que utilizar el "niego" y olvidarse del "desconozco ".

6.9 - reposición y revocatoria

La mayoría de los autores (Morello, Sosa, Berizonce, Fenochietto, Bernal


Castro, Pigni, Palacio, Alvarado Belloso) utilizan indistintamente estos términos
para designar al recurso mediante el cual se somete nuevamente a
consideración del juez un tema acerca del cual él había decidido. Sin
embargo, nuestra ley adjetiva no lo hace así.

En los códigos anteriores al año 1967 se catalogaba como "recurso de


revocatoria", al que la ley vigente denomina "de reposición".

Si pretendemos hablar con propiedad, debemos decir que el letrado plantea


un recurso de reposición con el propósito de obtener la revocación de un
proveído simple.

Reponer, es volver a poner a consideración de un juez un tema ya resuelto


(también se utili za ese término cuando vuelve a cartelera un filme o una
obra teatral).

Revocar es dejar sin efecto una concesión, un mandato o una resolución.

En consecuencia, lo que hace el abogado es una reposición y, si sus


argumentos son aceptados, el juez dispone la revocación.

6.10 - rescindir y resolver

Etimológicamente estas dos palabras no son sinónimos perfectos: La


primera significa rasgar (del latín re y scindere ) y la segunda soltar o desatar
(del latín re y solvere ).
Sin embargo, el u so ha ido acercando a las dos, a tal punto que en el
Diccionario de la Real Academia Española, ha sido incorporada como quinta
acepción de "resolver": deshacer, destruir.

En el ámbito jurídico no se ha respetado la etimología, pero se les ha dado


un significado distinto a cada una de ellas: Cuando se deja sin efecto un
contrato por voluntad de ambas partes, se ha hecho una rescisión; pero
cuando se pretende lograr el mismo objetivo por decisión de sólo uno de los
contratantes, el Código Civil lo den omina "resolución" (Art. 1198).

6.11 - reconocer la firma y abonar la firma

Cuando se ejecuta un pagaré que no ha sido protestado, como medida


preparatoria se cita a la persona que se sindica como librador para que
reconozca la firma (Arts. 526 C. P.C. nacional y 524 C.P.C. provincia de Bs.
As.).

En cambio, cuando se pretende - con el mismo pagaré - obtener un embargo


preventivo, se cita a testigos para que abonen la firma, es decir, que
acrediten si ella pertenece a la persona a la cual se le atribuye (Arts. 209
C.P.C. nacional y de la provincia de Bs. As.).
La diferencia más notable entre los dos casos es que el primero es una
confesión y el segundo una prueba testimonial.

6.12 - peritaje caligráfico y scopométrico

En más de una oportun idad, he leído ofrecimientos de peritaje "caligráfico y


scopométrico" como si fueran dos cosas distintas y, con ello, se
profundizara más la investigación. -

Quien posee título de calígrafo público nacional otorgado por una


universidad, está habili tado y capacitado para hacer lo que nuestro C.P.C.
denomina "cotejo" de escrituras, y también puede expedirse respecto de lo
que genéricamente se denominan modificaciones fraudulentas, raspados,
lavados, superposiciones, y antigüedad de la escritura. Su ciencia no se limita
a lo redactado de puño y letra, sino también a lo mecanografiado o impreso. -

La palabra “scopométrico”, muy sonora y de aparente raíz italiana, no nació


en aquella península, sino en la ciudad de Buenos Aires, donde la Policía
Federal creó una oficina encargada de peritajes balísticos y también de
problemas de falsificación, adulteración y autoría de escritos poniéndole el
nombre de "Gabinete Scopométrico".
En el año 1946 los comisarios Rosset y Pisano inventaron un aparato para
ayudar al estudio de los textos mecanografiados y lo denominaron
"scopómetro". Estos antecedentes han llevado a que, en el ámbito policial, se
utilice habitualmente esa denominación. -

Desde el punto de vista lingüístico es lamentable la introducción de l a palabra


comentada, cuando existía otra para denominar ese tipo de peritaje. La Real
Academia de la Lengua Española se afana en simplificar el idioma, pero
nosotros contribuimos permanentemente a complicarlo. -

En el caso que analizo, el pecado es do ble, ya que no sólo se ha agregado


una palabra innecesaria, sino que se la ha armado al revés de los
antecedentes idiomáticos.

El diccionario Espasa Calpe registra "scopo" y "scopio" como sufijos que


significan observación. Está empleado, por ejemplo, en telescopio,
microscopio, estetoscopio, etc. Sin embargo, el que creó el nombre para aquel
gabinete de la Policía Federal, lo utilizó como prefijo, iniciando la palabra con
una "s colgada", sin vocal inmediata, cosa que no es propia del castellano.
6.13 - transar y transigir

El verbo "transar" es un americanismo, derivación viciosa del castizo


"transigir" cuyo significado es: consentir en parte con lo que no se cree justo,
razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia.

La Real Academia de la Lengua Española ha incorporado el término "transar"


a su diccionario, por lo que no es incorrecto su uso.

6.14 - conciliación y transacción

En el lenguaje corriente no es fácil diferenciar el significado de estos dos


términos, que tienen igu ales consecuencias: terminar con una disputa o
litigio.

Conciliación, es el acto de componer y ajustar los ánimos de los que estaban


opuestos entre sí.

Transacción, es consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o


verdadero, a fin de acab ar con una diferencia.

Sin embargo, desde el punto de vista jurídico, son figuras que corresponden
a actos formalmente distintos: La conciliación se realiza ante el juez, dentro
de un proceso (Art. 309 C.P.C. de la Nación y de la Pcia. de Bs. As. );
mientras que la transacción es un verdadero contrato celebrado al margen del
trámite procesal (Arts. 832/838 Cód. Civ. y 308 C.P.C. de la Nación y Pcia. Bs.
As.).

Pero ello no ha sido obstáculo para que se critique a esa dicotomía como
innecesaria: “...no es útil gastar esfuerzos en buscar diferencias donde no
existen. Un instituto jurídico no puede depender de distintos avatares para
denominarse de una forma u otra. En esencia es el mismo, sin importar...
quién es el mentor de la iniciativa; sino únic amente su finalidad y objetivo,
cual es poner fin a un estado de conflicto.” (Héctor E.Leguizamón y Paula E.
Porzio, La Ley, 06 -12-99, pág. 5).

6.15 - breve y lacónico

Angel Ossorio, en "El Alma de la Toga", aconseja: "sé breve, que la brevedad
es el manjar predilecto de los jueces".

Pero bien sabemos que no es fácil decir todo lo necesario con pocas
palabras. Normalmente ello demanda más tiempo y análisis. El mismo autor
relata la anécdota de un amigo que le mandó una extensa carta y, al
final, decía: "te escribo tan largo porque no he tenido tiempo para escribir
más corto".

En ese arte de expresar todo lo que debemos en poco espacio, el grado


superlativo es el laconismo. Esa palabra proviene del griego lakonismos
(imitando a la gente de Laconia, es decir, los espartanos) y significa habitual
brevedad o manera concisa de hablar comprimiendo todo lo que sea posible
en la menor cantidad de palabras.

Los antiguos espartanos cultivaban el hábito de ser lacónico. Cuando Filipo


de Macedonia les mandó una intimación a los magistrados de esa región
griega en los siguientes términos: "Si yo entro a Laconia, arrasaré todo", la
única respuesta que recibió fue "Si..." (clara advertencia de que no estaban
dispuestos a permitir que se cu mpliera la condición).

6.16 - daño moral y daño síquico

Estos dos conceptos tienen en común el lugar donde acontecen, que es la


siquis, pero jurídicamente son cosas distintas que el juez debe valorar por
separado en la mayoría de los casos.

Para comprender esto, nada mejor que recurrir a un ejemplo: ante la


muerte de un hijo en un accidente, es natural que su madre sufra y, si ello no
excede los límites habituales, estamos dentro de lo que los sicólogos
denominan "duelo normal". Pero si el a contecimiento le produce un trastorno
mental, sería un "duelo patológico".

El duelo normal será indemnizado en el rubro daño moral (Art. 1.078 Cód.
Civil), no requiere prueba, y el monto surgirá exclusivamente del prudente
arbitrio judicial (Art. 165 C .P.C. de la Nación y de la Pcia. de Bs. As.). En
cambio, la existencia del duelo patológico deber ser determinado mediante
peritaje de profesional especializado y, siendo viable un tratamiento sicológico
y/o siquiátrico, la medida de su indemnización est ará dada por los gastos
necesarios para la curación o asistencia en el resto de su vida, por lo que
resultaría encuadrado en el daño emergente, regulado por otros artículos del
Cód. Civil: 1.083 y, analógicamente, 1.086.

6.17 - substanciar y sustanci ar


Se pueden utilizar cualquiera de esas dos palabras, pero la Real Academia, fiel
a su propósito de "limpiar" el idioma ("limpia, fija y da esplendor"),
indirectamente revela su preferencia por la segunda, ya que en el
diccionario sólo explica su si gnificado en el espacio dedicado a ese término. En
cambio, en el ítem "substanciar", se limita a remitir al lector a la palabra
"sustanciar".

Allí, en la segunda acepción, registra como proveniente del ámbito del


derecho, el significado: "conducir un as unto o juicio por la vía procesal
adecuada hasta ponerlo en estado de sentencia".

6.18 - homosexual, hermafrodita, travesti, bisexual, transexual,


transformista.

En un trabajo publicado en el boletín de Jurisprudencia Argentina, fecha 23 -


09-98, los Dres. Elsa Benítez y Carlos A. Ghersi han hecho una muy precisa
conceptualización de cada una de esas figuras:

-HOMOSEXUAL: hombre o mujer que se siente atraído sexualmente por la


persona del mismo sexo. No tiene intención de cambiarlo. Algunos asumen
características del otro sexo para atraer a su pareja.

-HERMAFRODITA: individuo que nace con órganos genitales y reproductores de


los dos sexos. La mayoría de las veces, las dos partes se encuentran
atrofiadas. La cirugía es necesaria para la definici ón de uno de los dos sexos.
(La denominación proviene del personaje mitológico Hermafrodito, hijo de
Hermes y Afrodita, quien heredó los respectivos sexos de sus progenitores)
-TRAVESTI: persona que usa trajes y adornos del sexo opuesto, a veces con
ayuda de hormonas. La intención puede ser por excitación sexual o deseo de
pertenecer públicamente al género opuesto. No desea cambiar de sexo.
(Etimológicamente proviene del italiano”travestito”, es decir disfrazado o
encubierto con un traje que hace que se desconozca al sujeto que lo usa).

-BISEXUAL: hombre o mujer que mantiene relaciones con personas de su


sexo o de sexo opuesto. Muchos mantienen las dos relaciones, teniendo un
casamiento heterosexual y relaciones homosexuales ocasionales.

-TRANSEXUAL: persona que nace con un sexo pero siente y se maneja como si
fuese del otro sexo. Transexual masculino es quien tiene conformación
biológica de hombre y quiere ser mujer. Transexual femenino es lo opuesto de
lo anterior. El cambio de sexo es intensament e deseado.

-TRANSFORMISTA: artistas, hombres o mujeres, que se visten y se comportan


como alguien del sexo opuesto. No son travestis. Hay varios casos de
transformismo en el cine, por ejemplo, Tootsie, Víctor -Victoria.

6.19 - consejo y concejo

La primera acepción de la palabra consejo es: "parecer o dictamen que se da o


toma para hacer una cosa"; pero también se utiliza como denominación de
organismos colegiados. En este último sentido, cabe recordar, entre
muchos otros, al Consejo de Indias, Co nsejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, Consejo de Europa, Consejo Directivo del Colegio de Abogados,
Consejo de la Magistratura, etc.

Tradicionalmente se ha entendido y aceptado que sólo podemos escribir esa


palabra con "c", cuando nos referimo s al concejo deliberante de un municipio.

La ley de la provincia de Buenos Aires Nº 5177, creadora de los colegios de


abogados como entidad de derecho público, en sus artículos 34; 35; 39; 41;
42; 45 y otros, habla del "consejo directivo". Ello motivó un dictamen de los
Dres. Juan José B. Aramburú, Carlos Del Forno y Héctor Montardit, que
transcribo:

"El Diccionario de la Real Academia Española hace derivar ese vocablo (se
refieren a "concejo") del latino "concilium" agregando: "Ayuntamiento, 3a; y
4a. acepción". Tales acepciones son las siguientes: "Corporación compuesta
de un alcalde y varios concejales, para la administración de los intereses
vecinales de una población o de varias comprendidas en un mismo término.
Casa Consistorial".
"El mismo diccionario define el "concilium" o concilio, como "junta o congreso
para tratar alguna cosa".

"Se advierte que el organismo denominado "concejo", tiene funciones


similares, por no decir idénticas, a las que se enumeran en al art. 42 de la ley
5177, en lo que se refiere al carácter decisorio o ejecutivo de las mismas, en
un sentido de administración de bienes y conductas.

"Otro es el sentido que surge del concepto que se tiene de los órganos que
funcionan como "consejo", como puede verse en el men cionado diccionario y
en el de "Escriche", quien dedica varias páginas en el estudio que hace de los
distintos cuerpos que llevan esa denominación, aunque con facultades
específicamente distintas. En casi todos los casos distingue que la función del
cuerpo es consultiva, para distinguirla de la ejecutiva o deliberativa, que
corresponde a los "concejos" o ayuntamientos.

"Nos inclinamos a creer que el legislador incurrió en error gramatical al


hablar de "consejo", error que -aclarado el punto como acaba mos de hacerlo -
no se debe repetir, debiendo denominarse este órgano en lo futuro, como
"concejo". San Nicolás, 8 de noviembre de 1950."

Resulta interesante el estudio realizado y muy razonable la propuesta. Nos


encuadraríamos mejor en una lógica idiomá tica si utilizáramos "consejo" sólo
para organismos consultivos y "concejo" para los legislativos y/o ejecutivos,
pero la Real Academia aún no ha tomado ese camino.

6.20 – eficacia y eficiencia

Según el diccionario de la Real Academia Española, eficac ia significa virtud,


actividad, fuerza y poder para obrar.

Efectividad: calidad de efectivo. En el ámbito militar, posesión de un empleo


cuyo grado se tenía. Eficiencia: virtud y facultad para lograr un efecto. Acción
con que se logra ese efecto.

Hasta aquí lo asentado en el diccionario oficial y en otros libros de ese mismo


ramo. La mayoría de los lectores podríamos entender esos tres términos como
sinónimos, sin embargo, la moderna filosofía empresarial indica que son
conceptos bien distintos. Efici ente es aquello que cumple con corrección un
determinado proceso ó procedimiento preestablecido.

Eficaz, en cambio, indica aquello que sigue el camino más corto y simple para
lograr el objetivo, camino que puede coincidir o no con el existente, ya
especificado.
Es posible observar, entonces, empresas acabadamente eficientes, porque
cumplen con todos los procedimientos estipulados o especificados; más ello no
implica que sean eficaces, esto es que se encuentren llevando a cabo su
objetivo del modo más rá pido, correcto y sencillo posible.
Es así que la mayoría de los sistemas burocráticos son especialmente
eficientes, pero se preocupan poco por la eficacia.

Estos conceptos han sido explicadas por una jueza de la ciudad de Buenos
Aires doctora Cecilia Yo landa Federico, en la revista de la Asociación de
Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, cuyo nombre es "y
considerando...", en el número 4, correspondiente al año 1998. Esta
magistrada, se distingue por tener como objetivo la traslación de pr incipios
empresariales de la administración, a la actividad de los juzgados.

6.21 - impartialidad e imparcialidad

El primero de los conceptos es simplemente objetivo, por ejemplo: el juez no


es parte en el proceso.

Y esa “impartialidad” es un ingredi ente primario para lograr la “imparcialidad”


que, al decir de Goldsmidt, “consiste en poner entre paréntesis todas las
consideraciones subjetivas del juzgador. Este debe sumergirse en el objeto,
ser objetivo, olvidarse de su propia personalidad. La imparci alidad es en la
esfera emocional lo que la objetividad es en la órbita intelectual”.

Sin embargo, este concepto que podríamos calificar de clásico, está perdiendo
rigidez. Ya en el año 1980, Jorge W. Peyrano sostenía que “más importante
que ser “imparcial” a todo trance es ser justo. Más importante que parecer un
buen juez, es serlo” (Cuestiones de Derecho Procesal, Pág. 26, Ed. 1980)

6.22 - pobre, proletario y carenciado

Si bien en el lenguaje corriente la palabra pobre tiene diversas aplicaciones


(pobre diablo, pobre de mí, etc.), en la terminología jurídica cuando se
hablaba de otorgar una carta de pobreza, lo hacíamos calificando en forma
objetiva las posibilidades económicas de una persona.

Pero, con el correr del tiempo, los pensadores humanist as y socialistas,


consideraron inferiorizante la palabra “pobre” y, en los siglos XVIII y XIX,
reflotaron en Francia e Inglaterra, en plena era del maquinismo, un término de
la antigüedad romana: “proletario”.

En Roma, el proletario era un ciudadano que c arecía de bienes y que


contribuía al Estado sólo con su persona y la de sus hijos (es decir, con su
prole). No pagaba impuestos, pero no formaba parte del último estrato de la
sociedad. Debajo de él estaban los esclavos y los extranjeros (denominados
bárbaros). Es decir, era pobre, pero ciudadano.

Cuando Carlos Marx lanza su consigna “proletarios del mundo, uníos” (año
1848), pasó a tener un tinte político poco simpático a las clases dominantes.

Por ese camino, llegamos a mediados del siglo XX donde los organismos
oficiales argentinos no querían calificar a nadie con lo que ellos consideraban
un inferiorizante y a veces despectivo “pobre”, pero tampoco con el
comprometedor “proletario”. Para satisfacer esa postura, inventaron la palabra
“carenciado”, neologismo aún no aceptado por la Real Academia Española, que
ni siquiera ha sido incluído en los otros diccionarios más difundidos: Salvat,
Espasa Calpe, Encarta, etc. No obstante ello, en la base de datos de aquel
hispánico organismo, a marzo del 2000, tenía n registrado que su uso se había
extendido a Uruguay y Paraguay.

Hay quienes opinan que la palabra correcta es “carente” o “careciente” pero –


por lo menos en nuestro país - resulta extraña al lenguaje habitual, para
designar a lo que simplemente es una per sona pobre. En España, se suelen
utilizar otros eufemismos como “indigente”, “necesitado”, “precario”,
“económicamente débil”, pero nunca carente ni carenciado

6.23 - declaratoria de pobreza y beneficio de litigar sin gastos

La Ley de Enjuiciamiento C ivil española estatuía la “defensa por pobre”.

Chiovenda habla de la “defensa gratuita”; Carnelutti, siguiendo la ley del año


1923, se refiere a “exención de la anticipación de costas”; el Código Civil
Italiano del año 1940, al “patrocinio gratuito” y el peruano vigente en la
actualidad, “auxilio judicial”. También se han utilizado las denominaciones
“declaratoria de pobreza” y “carta de pobreza” en la legislación argentina
anterior a 1969, y “beneficio de pobreza” en el código peruano de 1912.

Frecuentemente, se rotulaba “pobres de solemnidad”, a aquellos cuya


carencia de medios era manifiesta.

Como es sabido, el código nacional procesal vigente, y los de la mayoría de las


provincias, han adoptado la denominación “beneficio de litigar sin gastos”,
que es más acertada. No siempre son pobres los que necesitan tener facilitada
la vía para hacer valer sus derechos. El integrante de una sociedad, que ha
sido desplazado por el socio que maneja en forma excluyente los fondos de
una empresa de mediana enverga dura, no es una persona pobre, pero puede
carecer de medios para afrontar los gastos de un juicio. Y para que pueda
hacer funcionar el proceso, necesita litigar sin gastos hasta que recupere los
bienes que ilegalmente se le retienen.

6.24 - depreciación y desvalorización monetaria

La depreciación de la moneda se produce a raíz de una inflación de los


distintos bienes en el mercado nacional; es decir, un aumento generalizado de
los precios, o también por una degradación del tipo de cambio en el merca do
internacional.

La desvalorización monetaria tiene lugar cuando un gobierno decide hacer tal


cosa. Su sinónimo perfecto es: devaluación

En ambos casos hay pérdida de valor, pero en el último es consecuencia


directa de un acto de gobierno.

6.25 - curriculum vitae y currículo

La expresión latina curriculum vitae tiene su equivalente en castellano:


currículo.

Y si bien esta palabra tiene como primera acepción “plan de estudios”, como
segunda “conjunto de estudios y prácticas destinadas a que el alumno
desarrolle plenamente sus capacidades”, la tercera es “curriculum vitae”.

Cuando nos referimos a los antecedentes intelectuales y laborales de una


persona, la Real Academia nos da la opción de utilizar cualquiera de las ex
presiones que he colocad o en el acápite, aunque no cabe duda de que la
segunda es la que más armoniza con nuestro idioma.

6.26 - expropiar y despropiar

La palabra despropiar tiene como significado “expropiar o despojar a alguien


de alguna cosa”, por lo que se las pueden utilizar en forma indistinta.

6.27 - citación, emplazamiento e intimación

CITACIÓN proviene del latín citatio , derivado del verbo citare, que significa
“poner en movimiento”. En el ámbito judicial, es la convocatoria que se realiza
a una persona p ara que comparezca a algún lugar a determinada hora. Un
caso típico es la citación para absolver posiciones, y otro cuando se llama
formalmente a un testigo para tomarle declaración.
EMPLAZAMIENTO es el acto por el cual se convoca a una persona para que
comparezca al juicio dentro de un plazo determinado, por ejemplo, cuando se
le notifica el traslado de la demanda donde se le establece la cantidad de días
de que dispone para contestarla.

INTIMACIÓN es la que se realiza a alguien, mediante un mandato j udicial para


que cumpla con determinado acto, o se abstenga de hacerlo. Generalmente va
acompañado con un apercibimiento donde se establecen las consecuencias a
que se hace pasible en el supuesto de que no cumpliere. Un sinónimo es la
palabra “requerimiento”.

En la antigua legislación de Indias, se establecía que, antes de comenzar una


batalla contra los nativos de América, había que hacerles el requerimiento para
que se conviertieran a la fe católica y admitieran la autoridad del Rey de
España. Ante su s ilencio o respuesta negativa, el jefe militar quedaba en
situación legal para el ataque armado.

6.28 - consentimiento y asentimiento

En el lenguaje cotidiano, estas dos palabras son sinónimos perfectos y así lo


registra el Diccionario de la Real Aca demia Española, cuando desarrolla el
término “asentimiento”, ubicando como segunda acepción: “consentimiento”.

Pero en el ámbito del Derecho, define a este último término como


“conformidad de voluntades entre los contratantes o sea entre la oferta y su
aceptación, que es el principal requisito de los contratos”. Y en lo que
trespecta a “asentir”, dice: “admitir como cierto o conveniente lo que otro ha
afirmado o propuesto antes”.
Entre nosotros, el tema afloró cuando se hizo la reforma del Art. 1277 del
Código Civil (ley 17.711), al establecer “Es necesario el consentimiento de
ambos cónyuges para disponer o gravar los bienes gananciales...También será
necesario el consentimiento de ambos cónyuges para disponer del inmueble
propio de uno de ellos, en que esté radicado el hogar conyugal...”.

La doctrina ha sido unánime en señalar el error cometido: para concretar el


negocio jurídico es necesario el consentimiento del propietario y el
asentimiento del otro cónyuge. En la práctica, con mucha pulcritud, los
notarios utilizan la terminología de esta última manera.
VII.- EL ABUSO DE LAS MAYÚSCULAS

7.1 - ¿ Caja Fuerte o caja fuerte?

No es difícil encontrar frases como ésta: "téngase por constit uído el domicilio
de la demandada en los Estrados del Juzgado y resérvese en Caja Fuerte la
documentación acompañada".

En general, en el ámbito forense se nota falta de precisión en el uso de las


mayúsculas y una tendencia a utilizarlas, como en el caso d e la caja fuerte,
con inconsciente propósito de darle más fortaleza y lograr un mayor respeto
por ella.

Pero la realidad es que ninguna regla gramatical autoriza a escribir con


mayúsculas “estrados del juzgado” ni “caja fuerte”, salvo que nos colocáramos
en la hipótesis de que fuesen la denominación de fantasía de algún bar, caso
en que habrían adquirido la categoría de nombres propios.
7.2 - ¿Nomenclatura Catastral o nomenclatura catastral?

Pocas veces encontramos la expresión que comentamos, escrita con


minúsculas. La mayoría utiliza las mayúsculas para este sustantivo común
compuesto, sin haberse preguntado nunca el porqué.

Las reglas gramaticales, en este rubro, son muy simples: Sólo deben utilizarse
las mayúsculas para el comienzo de párrafo, desp ués de un punto, títulos de
una obra, símbolos nacionales, fechas conmemorativas, nombres propios y de
poderes públicos. Pero como los seres humanos tenemos especial vocación de
complicar todo, creyendo que ello nos eleva a categorías superiores, nos
inclinamos a escribir "Nomenclatura Catastral" y hasta "Circunscripción",
"Manzana" o "Parcela", sin reparar en el abuso de mayúsculas que estamos
haciendo.

7.3 - ¿ Contador Público Nacional o contador público nacional ?

Si bien es correcta la abreviatura C .P.N., carece de sentido mantener las


mayúsculas cuando redactamos las palabras completas. De igual manera
debemos manejarnos cuando utilizamos los términos ingeniero, médico o
abogado, como al escribir almacenero, plomero o martillero. Nuestro idioma no
hace distinción entre profesionales con título universitario y aquellos que no lo
tienen.

7.4 - aplicando la ¿Ley 20.213 o ley 20.213?

Con indeseada frecuencia, se pueden encontrar en los expedientes judiciales


las palabras ley, decreto, acordada u orden anza escritas con mayúsculas. Sólo
hay razón para hacerlo así cuando nos referimos al nombre de una ley
determinada, por ejemplo: Ley de Concursos y Quiebras, Ley de
Convertibilidad del Austral, Ley de Accidentes de Trabajo.

7.5 - ¿Sr. Juez o Sr. juez?

En un trabajo del Dr. Augusto César Belluscio, del año 1988, se lee: "Existe...
una tan curiosa como errónea costumbre, que es la de dar a la mayúscula un
sentido de respeto o reverencia. Así, difícilmente un abogado encabece un
escrito con la frase "Seño r juez"; seguramente escribirá "Señor Juez". Sin
embargo, incurre en un error gramatical puesto que no se trata del nombre del
juez sino de su identificación por la función que desempeña, la que no es un
nombre propio, sino común."
En consonancia con ello , cabe hacer notar que en el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación y, entre otros, los de las provincias de Buenos Aires y
Santa Fe, reiteradamente aparecen las palabras juez y secretario, siempre
escritas con minúsculas.

Hasta aquí la cosa se p resenta clara pero, en el mismo trabajo del Dr.
Belluscio -párrafos más adelante -, nos vuelve a crear la duda cuando expresa:
"Advierto que la gramática de la Real Academia dice, sin abrir juicio sobre si
es correcto o no, que en las leyes, decretos y docu mentos oficiales suelen
escribirse con mayúscula todas las palabras que expresan poder, poder
público, dignidad o cargo importante".

7.6 - ¿Excelentísima Cámara Departamental o excelentísima cámara


departamental?

Si escribimos "Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento


de Azul", estamos haciéndolo en forma correcta, ya que se trata de un nombre
propio; pero si nos referimos a ese mismo organismo diciendo "cámara
departamental" es incorrecto utilizar letras mayúsculas.
El hecho de que l a referencia sea inequívoca, no puede equipararse al primer
caso: cuando yo digo "mi padre", aludo a una única persona, pero jamás lo
escribo con mayúsculas.

Más carente de sentido es poner "Excelentísima". Aquí volvemos a lo que decía


Belluscio: es un error dar a las mayúsculas un sentido de respeto o reverencia.
Su utilización se debe sólo a razones gramaticales: distinguir un nombre propio
de uno común, visualizar gráficamente el comienzo de una frase o de un
párrafo. Además ¿no demuestra suficiente res petuosidad y jerarquización
utilizar el superlativo "excelentísima"? ... ¿porqué introducir una fantasía que
no cabe en nuestro idioma?. Es de suponer que los camaristas conocen las
reglas ortográficas, y ninguno de ellos podría sentirse disminuído cuando
aparezca la reverencia hecha de esta última manera.

7.7 - ¿Asamblea General Extraordinaria o asamblea general extraordinaria?

Es interminable la lista de las expresiones donde habitualmente se abusa de


las mayúsculas. Sería un trabajo infructuoso pretend er recopilar a todas, pero
no puedo dejar de recordar algo tan frecuente como la que encabeza este
párrafo... es práctica de todos los días... ¿se logrará el quórum con mayor
facilidad, al convocar de esa manera?.

Y también he visto “Asamblea ordinaria y Extraordinaria”, donde se ha hecho


una caprichosa distinción

7.8 - ¿Actuario o actuario?


En latín, actuarius-ii , significa escribano. En nuestros tribunales es habitual
ver utilizada la palabra “actuario” como sinónimo de secretario. Ello es
correcto y, cabe aclarar, que el diccionario reserva ese término para los
funcionarios judiciales que dan fe de los actos procesales, y no la adjudica a
cualquier otra persona que redacte actas.

Pero no hay ninguna razón para escribirla con mayúscula, como


lamentablemente lo vemos con frecuencia.

VIII- LOS TÉRMINOS DE ACTUALIDAD

8.1 - operadores del servicio de justicia

Vamos alejándonos de la imagen liberal e individualista del abogado y del juez


encerrados cada uno en su función, que se presentaban muchas veces como
antagónicas.

Desde el año 1947 rige en la Provincia de Buenos Aires la ley 5177 que regula
la profesión de abogado y, en su artículo 59, establece como una de sus
obligaciones "prestar su asistencia profesional como colaborador del juez y al
servicio de la justicia".

Transitando por ese camino, llegamos a una moderna conceptualización donde


jueces, secretarios, abogados, peritos, integrantes del ministerio público y
empleados del Poder Judicial, integran un conjunto cuya finalidad es brindar al
pueblo soluciones justas y oportunas a sus conflictos. Quienes enfocan la
realidad desde esa óptica, prefieren denominar "operadores del servicio de
justicia" a cada uno de aquéllos, reafirmando así el objetivo común.

8.2 - consumidores del servicio de j usticia

Esta manera de designar a los justiciables entronca con la idea de que el


organismo judicial debe superar los vicios burocráticos y funcionar como una
verdadera "empresa de justicia". No se trata de privatizarla, sino de trasladar
a ella las técni cas administrativas con las que se maneja cualquier ente eficaz.

En el XVI Congreso Nacional de Derecho Procesal (año 1991), el Dr. Roberto


O. Berizonce lanzo una propuesta: "El Poder Judicial ha de ser concebido y
organizado como una verdadera empresa de servicios, sometida a estrictas
reglas de organización que aseguren su eficiencia y el adecuado
aprovechamiento de los recursos humanos y materiales disponibles".

Desde esa óptica, quien entra en el proceso judicial en busca del


reconocimiento de sus der echos, es un "consumidor del servicio de justicia"
equivalente al cliente de cualquier comercio y, como tal, merecedor de ser
tratado con esmero, consideración y eficacia.

8.3 - revisión de cosa juzgada

Si bien es tradicional en nuestro derecho el insti tuto de la cosa juzgada, no es


inamovible a ultranza sino que la jurisprudencia ha admitido su revisión en
casos excepcionales, a fin de evitar que el litigio quede terminado con una
sentencia formalmente correcta, pero con resultado notoriamente injusto. Un
eminente jurista, el Dr. Juan C. Hitters, hoy integrante de la S.C.B.A., ha
tratado abundantemente el tema en su obra "Revisión de la Cosa Juzgada",
donde sostiene la posibilidad de rever ciertas sentencias que "en virtud de la
variación de algunas circ unstancias trascendentales se tornen intolerablemente
injustas" (Ob. Cit. P g. 9/10, Ed. 1977).

El código procesal uruguayo titula a esta figura procesal como “anulación de


actos procesales fraudulentos” y, en nuestro país, es frecuente el uso de
“acción autónoma de nulidad” (Maurino, entre otros); pero también hay
autores que la denominan de otras formas: “acción declarativa contra la cosa
juzgada” (Morello E.D., t. 36, p.288); “acción revocatoria por cosa juzgada
írrita” (Godoy, J.A. 1996 -IV-489); “acción autónoma declarativa de
impugnación de un proceso” (Berizonce, Rev. Col. Abog. La Plata, To. II, nº
26), etc.

8.4.1 - certiorari

Como es sabido, el Art. 17 de nuestra Constitución Nacional dispone que


"nadie puede ser privado de su propiedad sino en v irtud de sentencia fundada
en ley", y el 18 "ningún habitante puede ser penado sin juicio previo fundado
en ley anterior al hecho del proceso". Todas las decisiones de los organismos
legislativos o judiciales, como es tradicional en nuestro derecho, deben ser
fundadas.

No sucede lo mismo en el derecho del "Common law", donde el juicio por


jurados, tan frecuente en materia penal como civil, ha acostumbrado a su
pueblo a decisiones no motivadas. Ese organismo se expide diciendo
"inocente" o "culpable", sin t ransmitir fundamentos de ninguna especie.

La ley 23.774 ha introducido en nuestro sistema legal el "certiorari",


plasmándolo en los arts. 280 y 285 del Cód. Procesal de la Nación, el primero
de los cuales autoriza a la Corte Suprema Nacional "según su san a discreción y
con la sola invocación de esta norma" para "rechazar el recurso extraordinario,
por falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas
resultaren insustanciales o carentes de trascendencia".

En resumen, el "certiorari" p ermite que el órgano judicial decida un problema


"según su sana discreción", sin necesidad de fundamentarlo.

8.4.2 - per saltum

Tal como lo vimos en el parágrafo 3.1, la regla general es que el juez no se


puede “avocar” a una causa. Es decir, carece de f acultades para atraer el
litigio que se está tramitando en una instancia inferior. Debe respetar el
principìo de “juez natural”.

Pero en los últimos tiempos apareció una figura jurídica que comporta una
excepción: es el “ per saltum ”, que están utilizando pacíficamente los tribunales
superiores, tanto en el ámbito nacional como en el provincial.

Esa expresión latina significa “a través del salto”, es decir, fuera del orden
regular, omitiendo algo que debiera preceder o intermediar.

Desde el punto de vista jurídico, es un mecanismo excepcional “que ha


ingresado a nuestras prácticas con vocación de permanencia, aunque a
manejarse con extrema cautela y ponderación”, según nos enseña el maestro
Augusto Mario Morello (Estudios de Derecho Procesal, to. II, pág. 809).

Se utiliza en situaciones excepcionales, en busca de un modo más real y


efectivo de hacer justicia.

En el año 1984, se presentó un proyecto en la Comisión de Reformas a la ley


48, realizado por Carlos Alconada Aramburú, que incluía el per saltum, p ero
nunca fue sancionado.

8.5 - juez activo y juez activista

El Dr. Roberto O. Berizonce, ha expresado: "A la figura clásica de un juez


"pasivo", se opone otra de juez "activo" y una todavía diversa de juez
"activista". La cuestión reside en diferenciar estas dos últimas y especialmente
caracterizar al juez "activista".

"Activo significa protagónico, por su virtud de obrar, operante, actuante,


ejecutante, y además dinámico. Por el contrario, pasivo implica inactivo por su
quietud e indiferencia. "Activis ta", en cambio, denota no una cualidad
puramente mecanicista o física, cual sería la activación o la diligencia, sino un
sentido mucho más profundo que deriva del actuar activo pero, además
aderezado a la obtención de una finalidad en la que predominan los valores
fundamentales. El juez que pronuncia sus decisiones y cumple sus deberes
funcionales diligentemente dentro de los plazos legales, podrá ser considerado
activo, ser "activista" si, además, a partir de una visión progresista, evolutiva,
reformadora, sabe interpretar la realidad de su época y le confiere a sus
decisiones un sentido constructivo y modernizador, orientándolas a la
consagración de los valores esenciales en vigor"

En otro párrafo, ese prestigioso jurista los caracteriza como verdaderos


"soldados desconocidos de la jurisprudencia". Que no deberían ser vistos
exclusivamente como técnicos, sino más bien como impulsores deliberados de
las ideas y necesidades que subyacen en los grupos sociales, cuya defensa,
cuando tiene acogida muchas veces, el "proyecto" de la mutación judicial" (La
Ley, 1990 -E-921 )

8.6 - reingeniería

Se atribuye a Michael Hamler la creación de este neologismo, habiendo editado


en el año 1993 el libro “Reengineering the Corporation: A Manifesto for
Bussines Revolution”, que el traductor Jorge Cárdenas Nannetti castellanizó
como “reingeniería”. En esa obra, junto con James Champi, analiza la
organización de los recursos humanos en las empresas e impulsa el trabajo en
equipo en reemplazo del tailorismo.

Ese término se ha difundido bastante y tiende a ser aplicado a distintas


actividades donde los sistemas y/o métodos tradicionales son profundamente
revisados, y sustituidos por otros más eficaces.

El ámbito jurídico no ha podido permanecer ajeno a la tentación de utilizar esa


palabra tan novedosa como significativa: el juez Toribio Enrique Sosa ha
realizado un trabajo subtitulado "la reingeniería judicial del proceso a través
de su "inmunización" contra las nulidades procesales" (J.A., t. 1999 -II, pág.
822).

8.7 - acto inexistente

Una sentencia que no está firmada por el juez, no es un acto nulo ni anulable,
sino inexistente. La diferencia entre estas figuras jurídicas consiste
fundamentalmente en que el acto inexistente no es confirmable, ni
prescriptible, ni produce efe cto alguno. Es una categoría distinta a la nulidad.
No se trata de un acto que fue creado con un vicio, sino de uno que no nació.

En los anales jurisprudenciales se registran otros casos que se encuadran en


este ítem: escrito judicial con firma apócrifa ( JUBA, B251543); transmisión de
dominio donde se ha prescindido de la voluntad del legitimado (JUBA,
B22298).

La Cámara Civil 1ª, sala 2ª, de Mar del Plata, lo ha conceptualizado así: "un
acto procesal es inexistente cuando por circunstancias relativas a s u
esencialidad, no puede nacer a la vida del derecho; su ineficacia parte de su
no existir y nada puede quedar de él más allá de la constatación de su
inexistencia" (JUBA; B1401176).

La fundamentación legal, en la generalidad de los casos, se asienta en e l Art.


1012 del Código Civil: "La firma de las partes es una condición esencial para la
existencia de todo acto bajo forma privada...". El eje sobre el que gira esta
doctrina es la palabra "existencia", contenida en dicho artículo.

8.8 - cargas probatorias dinámicas

“Se considera regla de distribución de la carga de la prueba, el colocar la


carga respectiva en cabeza de la parte que se encuentre en mejores
condiciones de producirla. Así v.gr. establecida la separación de hecho sin
voluntad de unirse, se encuentra en mejores condiciones (por conocer las
intimidades de la pareja) de probar su inocencia (o la culpabilidad del otro
cónyuge) en orden a conservar su vocación hereditaria, el cónyuge supérstite
que los causahabientes del cónyuge fallecido” (J. W . Peyrano, “Compendio de
Reglas Procesales...”, Pág. 143, Ed. Zeus, 2º edición). -

Tradicionalmente se entendía que la carga de la prueba pesaba sobre la parte


que afirmaba la existencia de algún hecho controvertido. El otro litigante
dejaba satisfecha su posición la sola negativa expresa. Regía el principio
“actor incumbit probatio” (al actor le incumbe la prueba).

Con el correr del tiempo, los hombres de Derecho se dieron cuenta que se
presentaban situaciones donde la parte que negaba tenía a su alcance fácil
prueba y la ocultaba de mala fe, mientras que estaba lejos de las posibilidades
de la otra el poder aportar elementos de convicción. Este problema se ha
presentado frecuentemente en demandas por mala praxis médica, donde el
misterio de lo que sucedió en el quirófano y su comprobación, depende
fundamentalmente de los médicos demandados.

La doctrina de las cargas probatorias dinámicas, ampliamente receptada en la


jurisprudencia, abandonó la óptica tradicional y distribuye las obligaciones
probatorias poniéndolas, tal como he apuntado, en cabeza de la parte que se
encuentre en mejores condiciones para producirla . Se funda, entre otros
preceptos, en el deber de colaboración y en el principio de solidaridad del
demandado para el arribo a la verdad real.
La denominación “cargas probatorias dinámicas” ha sido pergeñada por el
camarista Jorge W. Peyrano (La Ley, To.1991 -B-Secc. Doctrina, pág. 1035).

8.9 - nomofilaquia

La nomofilaquia apunta a uno de los fines de la casación, y proviene de la obra


de Calamandrei. Alude a la finalidad de mantener la regularidad en la
aplicación correcta de las normas, al margen de la justa decisión del caso.

"Nomo" es un sufijo griego que significa gobierno, regla o ley (por ejemplo:
autónomo), y "filo" o "fila" amor o afirm ación (en nuestro caso, apego
incondicional a la norma).

En un trabajo del Dr. Roberto Berizonce (boletín J.A. 18 -03-98) hace un


llamado a jueces y abogados para la solución de los conflictos mediante la
negociación, colaboración y acompañamiento, como op osición a un "modelo
tradicional, sacramentalizado y formulista, tributario más del dogna de la
"majestad" de la ley entronizador de la nomofilaquia, que de la justicia del
caso concreto"

8.10 - tutela jurisdiccional

Toda persona que recurre a los organ ismos judiciales para hacer efectivos los
derechos que alguien le está negando o impidiendo, busca la tutela del Estado
ya que no le está permitido hacer justicia por mano propia.

8.11 - tutela definitiva

Terminado el proceso, después de un conocimiento exhaustivo del caso, el


justiciable obtiene la tutela definitiva con la sentencia firme, y más
especialmente cuando se efectiviza su derecho a través de la ejecución de
sentencia. Algunos autores, entre ellos José Roberto Dos Santos, la denominan
"tutela final y definitiva", pero considero más apropiada la enunciada en el
epígrafe, que es suficientemente comprensiva, obviando la redundancia
contenida en esta última.

8.12 - tutela provisoria

Se logra a través de un proceso con conocimiento sumario, cuya s entencia sólo


hace cosa juzgada formal, por ejemplo, en los juicios ejecutivos. Como es
sabido, ella puede ser revisada en un proceso de conocimiento.

8.13 - tutela constitucional


En la legislación de varios países sudamericanos (Colombia, uno de ellos ) se
utiliza esa expresión para denominar lo que tradicionalmente conocemos como
acción de amparo.

8.14 - tutela anticipada

No siempre el litigante puede esperar hasta que termine un juicio y se


produzca la ejecución, para recibir la tutela que necesita .

El tiempo que requiere todo ese proceso puede significar perjuicios


irreversibles o lograr el reconocimiento de un derecho en forma tardía, cuando
ya no se puede efectivizar.

Para evitar esas consecuencias que tornaría ineficaz la labor judicial, los
titulares de derechos pueden solicitar medidas precautorias (embargo
preventivo, medidas de no innovar, innovativas, inhibición general de bienes,
intervención o administración judicial, etc.)

Además de esas formas tradicionales de lograr protección de su s derechos


antes de la sentencia definitiva, la doctrina ha creado otro instrumento
específicamente denominado TUTELA ANTICIPADA y que está plasmada en el
Art. 65 del proyecto de reforma al Código Procesal Civil y Comercial de la Pcia.
de Bs. As. elaborado por los Dr. Morello, Arazi y Kaminker: "El juez podrá
anticipar, luego de la traba de la litis, a requerimiento de parte, total o
parcialmente, los efectos de la tutela pretendida en la demanda o
reconvención si: 1) existe convicción suficiente acerca del derecho invocado,
2) se advierta en el caso tal grado de urgencia que si la medida no se
adoptase en ese momento, se causaría un daño irreparable al peticionante, 3)
se efectivice contracautela suficiente...4) la anticipación no produzca efectos
irreparables en la sentencia definitiva. La decisión no configurará
prejuzgamiento".

En la legislación proyectada, la tutela anticipada sólo la puede decretar el juez


luego de trabada la litis y previo una audiencia convocada con urgencia, para
oír a las partes. H e aquí dos diferencias con las medidas cautelares clásicas
que, como es sabido, pueden adoptarse antes de comenzar el litigio y sin oír a
la contraparte.

Un resonante caso que llegó a ser decidido por la Corte Suprema Nacional (La
Ley, tomo 1997-E, pág. 652 y sigs.), nos sirve para elaborar un ejemplo que
permite comprender más fácilmente el concepto: En un accidente de tránsito,
una persona sufre una lesión que le acarrea la amputación del antebrazo.
Inicia la demanda reclamando indemnización por daño eme rgente, lucro
cesante, daño moral y provisión de prótesis. De todo ello, necesita satisfacer
con urgencia el último rubro para poder seguir trabajando. Requiere entonces
la tutela anticipada y luego de trabada la litis, el juez cita a las partes a una
audiencia urgente. Luego de oír a los litigantes, el juez considera que hay
certeza suficiente (algo más que "verosimilitud del derecho") y que la demora
llevaría a la frustración del derecho. Partiendo de esos presupuestos, otorga la
tutela anticipada obligan do al demandado a proveer la prótesis requerida.

Esta figura jurídica también es conocida con otros nombres: tutela


diferenciada (Brasil), tutela no exhaustiva (Venezuela), tutela cautelar, tutela
interinal, tutela anticipatoria.

Y a esa abundante nomenc latura, hay que agregar la de los procesalistas


peruanos Juan Monroy Gálvez y Juan Monroy Palacios, que la denominan
“medidas cautelares coincidentes”, porque tienen un contenido íntimamente
relacionado con el de la decisión final; a diferencia de un embar go preventivo
o una anotación de litis -que también tratan de asegurar la eficacia de la
futura sentencia- sin referirse a la pretensión principal. Estas últimas son, para
esos autores “medidas cautelares no coincidentes” (Boletín J.A..,12 -04-00,
Pág. 28).

8.15 - tutela de urgencia o medida autosatisfactiva

Cuando un médico se encuentra con la oposición de los familiares de un


paciente en estado de inconsciencia, para la realización de una transfusión de
sangre (caso reiterado entre los "Testigos de Jeho vá") y recurre a la justicia
para que se le autorice a hacerla, estamos ante un caso de la denominada
"medida autosatisfactiva".

Con la intención de abarcar las distintas situaciones que puedan desembocar


en este tipo de solución de urgencia, el XIX Cong reso Nacional de Derecho
Procesal, realizado en la ciudad de Corrientes, la ha conceptualizado así: "La
medida autosatisfactiva es una solución urgente no cautelar, despachable in
extremis, que procura aportar una respuesta jurisdiccional adecuada a una
situación que reclama una pronta y expedita intervención del órgano judicial.
Posee la característica de que su vigencia y mantenimiento no depende de la
interposición coetánea o ulterior de una pretensión principal".

El adalid de este nuevo elemento proces al, Dr. Jorge R. Peyrano ha pergeñado
el nombre de “medida autosatisfactiva”, pero hay doctrinarios que consideran
más adecuado "medidas de satisfacción inmediata" (Mario E. Kaminker, entre
otros) porque el término "autosatisfactiva" sugiere que la medida se satisface
a sí misma y no al interés del peticionario.

La supervisora de este trabajo, Prof. Graciela Ortenzi, me hace notar que la


palabra “satisfactiva” no existe. En el lenguaje corriente nunca decimos “tuve
un resultado satisfactivo”, sino que habl amos de resultado satisfactorio.
Pero lo verdaderamente importante es que, sin detenerse en detalles
terminológicos, la figura jurídica ya se ha impuesto en la jurisprudencia por su
eficacia y, si bien distintos autores han propuesto los nombres de "medid a
autosatisfactiva", "medida autosatisfactoria", "medida de efectividad
inmediata", "medida de satisfacción inmediata", "tutela de urgencia" y "tutela
conservativa", la más usada es la primera.

Las tres provincias que, hasta fin de 1999, la han convertid o en ley son Santa
Fe (ley 11.529), Chaco (Art.232 bis C.P.C.) y La Pampa (Art. 305 C.P.C.). En
todas ellas se la ha denominado “medida autosatisfactiva”, términos que
también están utilizando los fallos, repertorios de jurisprudencia y distintos
autores de jerarquía....Es difícil prever hasta dónde llegaremos por ese
camino.

8.16 - tutela diferenciada o daño temido

Podemos ubicar como un caso de tutela diferenciada al Art. 623 bis del Código
de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación, que dispone: "Quien tema que
de un edificio o de otra cosa derive un daño grave e inminente a sus bienes,
puede solicitar al juez las medidas de seguridad adecuadas, si no mediare
anterior intervención de autoridad administrativa por el mismo motivo.
Recibida la denuncia el juez se constituirá en el lugar y si comprobare la
existencia de grave riesgo, urgencia en removerlo y temor de daño serio e
inminente, podrá disponer las medidas encaminadas a hacer cesar el peligro."
y que las resoluciones que se dicten son inapela bles.

En las provincias que aún no cuentan con una disposición de ese tipo, suelen
resolver el problema en forma similar, encuadrándolo en las "medidas
innovativas" que, a su vez, también son una creación jurisprudencial derivada
de las medidas de no inno var.

Cabe hacer notar que la expresión “tutela diferenciada” se suele aplicar a esta
figura jurídica, pero la mayoría de los autores consideran que es una
denominación genérica, abarcatoria de todas aquellas medidas tutelares que
exceden el marco de las c autelares clásicas.

8.17 - tutela inhibitoria

Esta figura procesal “tiene como objeto directo la prevención de un daño


mediante una orden para impedir que se cause (en caso de amenaza de lesión)
o bien, para que cese su producción (si la actividad ya se ha iniciado y es
previsible su continuación o reiteración)”
El párrafo encomillado pertenece a un trabajo publicado en Revista de
Responsabilidad Civil y Seguros (año I, Nº 1, págs 1/10), cuya autora es
Matilde Zavala de González, y que he tomado como bas e para desarrollar este
tema.

Del mismo, he extractado una serie de casos de tutela inhibitoria, que están
previstos en el Derecho positivo:

Art. 1.070 C.Civ.: cesación de actividades lesivas a la intimidad.

Art. 2.499 C.Civ: daño temido.

Art. 2.618 C .Civ.: cesación de molestias a través de juicio sumario.

Arts. 2.795/2.799 y 2.800/2.804 C.Civ.: por vías de acción confesoria y de la


negatoria, el restablecimiento y plenitud de derechos reales y servidumbres
contra actos que impidan su plenitud y liber tad.

Arts. 3.157 y 3.158 C.Civ.: derecho del acreedor hipotecario de asegurar su


crédito, pidiendo medidas contra actos del deudor que “directamente tengan
por consecuencia disminuir el valor del inmueble hipotecado”.

Art. 79, ley 11.723: medidas prevent ivas para asegurar derechos de propiedad
intelectual, como la suspensión de un espectáculo.

Ley 13.512, de propiedad horizontal: medidas contra actos de copropietarios


que atenten contra la tranquilidad de los vecinos o seguridad del edificio.

Ley 18.248 : uso indebido del nombre.

Arts. 53 y 55, ley 24.240: derechos de los consumidores afectados o


amenazados.

Art. 43 C.N.: acción de amparo contra actos que amenacen derechos y


garantías reconocidos en la constitución, tratados internacionales y leyes.

La mencionada autora prefiere denominar “tutela sustancial inhibitoria”, a esta


figura que otros llaman “tutela civil inhibitoria”.

8.18 - responsabilidad parental

La prestigiosa especialista en derecho de familia, Dra. Cecilia P. Grosman hace


notar que venimos arrastrando una terminología anticuada en lo que se refiere
a minoridad, que no refleja los cambios que se han producido en la función de
gobierno de los hijos.
En ese sentido, propone reemplazar la expresión “patria potestad” que
significa “poder del padre” por “responsabilidad parental”, como ya se ha
hecho en el Children Act de Inglaterra (año 1989)

También considera que debería superarse la voz “tenencia de hijo”, que


pareciera asimilar los niños a las cosas, por otras más humanizadas, como
“convivencia con los hijos”, “cuidado de los hijos” o “residencia habitual”.
Asimismo, sugiere una reforma para el Código Civil, a partir de la idea de que
el “menor” no es un “incapaz”, calificación que lesiona al derecho a la dignidad
humana, sino que es un a persona en desarrollo con capacidades limitadas que
requieren, según la edad, su consentimiento informado, una representación o
asistencia protectora (La Ley 02 -12-99).

IX.- AMBIGÜEDADES POCO RECOMENDABLES

9.1 - un litigante conchudo

En una ex presión de agravios, el abogado definió a su cliente como una


persona ingenua, inexperta, que había caído en la trampa que le había tendido
la contraparte en un acto jurídico, y pedía que se declarara la nulidad del
contrato, por aplicación del art. 954 de l Cód. Civil. En la contestación, se negó
aquella inexperiencia, afirmando que ese litigante era un “conchudo”.

Los primeros que tuvieron acceso a su lectura, se escandalizaron. Pero


también hubo quienes, con más calma, recurrieron al diccionario y allí
encontraron los significados “astuto, cauteloso, sagaz”. No obstante ello, la
cámara mandó testar la frase y derivó el caso al Tribunal de Ética del Colegio
de Abogados de Junín, sosteniendo que no se podía ignorar el sentido
agraviante que tiene actualmen te en nuestro lenguaje.

Vale la pena reproducir párrafos de este curioso hecho, que he tomado de


“Sensus”, To. XXI, Págs. 106/108. Allí se transcribe lo manifestado por la parte
demandada: “¿En qué se fundamenta la nulidad?. Realmente no lo entiendo
porque en el libelo en la que se la promueve se demuestra una estupidez que
causa estupor y que no es propio de un conchudo como lo es la contraparte”.
Votó en primer término al Dr. Juan Carlos Venini, quien expresó:
“Evidentemente el empleo de este último tér mino tiene un sentido netamente
agraviante que ofende no sólo a quienes son su contraparte...sino a la
majestad, la dignidad y el decoro de la justicia...” “Las normas de ética
dictadas de conformidad a lo preceptuado por el art. 25 inc. 8 de la ley 5.177,
disponen que es deber de los letrados guardar a los magistrados el respeto y
la consideración que corresponden a su función social (art. 21), debiendo en
sus expresiones verbales y escritas usar la moderación y energía adecuada,
tratando de decir nada más que lo necesario al patrocinio que se le ha
confiado, debiendo en las contestaciones y réplicas dirigidas al colega
adversario, mantener el máximo de respeto, desentenderse de toda expresión
violenta o agraviante (art. 19), en ese contexto moral debe move rse el letrado,
por lo que... emplear el término “conchudo” cuya significación popular es
harto... conocida, no siendo dable que se pretenda escudar la injuria ... so
capa del sentido castizo, puesto que como he dicho, en nuestro país...
constituye un calificativo de sentido netamente injuriante”.

9.2 - este expediente es un quilombo

En la culminación del litigio, un veterano abogado sostuvo que el trámite


procesal había sido muy desordenado. El joven letrado que tenía de
contraparte dijo: “más que desor denado, utilizando el lenguaje popular,
deberíamos decir que este expediente es un quilombo”.

Aunque no resulte elegante el término utilizado, comprendo al novel colega


porque, para las nuevas generaciones, la palabra “quilombo” tiene un solo
significado: “desorden”. Mejor dicho, es un superlativo de desorden. Nada más
que eso. En cambio, los que hemos vivido en la Argentina de la primera mitad
del siglo XX, la conocimos como el nombre vulgar del prostíbulo, y no nos
animábamos a pronunciarla en un ambien te culto. Era una de las condenadas
“malas palabras”.

Probablemente ese término nos llegó desde Brasil, pero allí nunca tuvo el
significado que nosotros le hemos dado. Quilombo era el lugar donde se
guarecían los esclavos fugitivos, y formaban una comunid ad muy aguerrida
dirigidos por un jefe, bien preparados para resistir las incursiones de
represalia de los blancos. En consecuencia, no se trataba de un lupanar ni de
un ambiente donde reinara un superlativo desorden.

Yendo un poco más al norte, en Venezu ela, significa “cabaña campestre o


choza”, cosa que viene a sumarse al desconcierto idiomático que nos recuerda
que aún no hemos superado la maldición de la Torre de Babel.

Finalmente, cabe acotar que el uso que le dio el joven abogado a la palabra
que comento, no está al margen de lo receptado por la Real Academia
Española, ya que figura en su diccionario (edición 1992), como tercera
acepción y en carácter de argentinismo: “lío, barullo, gresca, desorden”.

APÉNDICE

X.- INFORMÁTICA Y COMUNIC ACIONES

Al haber ingresado en nuestro ámbito la informática, y estar sirviéndonos de


modernísimos medios para comunicarnos, con una lexicografía todavía en
ebullición, he considerado oportuno hacer una compulsa del estado en que se
encuentra este tema. -

10.1 - Informática en nuestro idioma

La palabra computadora ha sido resistida por la Real Academia como


traducción de la inglesa computer y -aunque son de su preferencia los
equivalentes ordenador (del francés ordenateur) y procesador - finalmente ha
incorporado al diccionario los términos computador y computadora. Se ha
apartado de la tradición española de adjudicar género masculino o femenino a
cada una de las cosas, admitiendo ambos por igual.

Tarea más difícil ha sido el encontrar equivalentes para la s palabras hardware


y software. Primeramente se propusieron soporte físico y soporte lógico, luego
equipos de informática y programas de informática, llegándose a un final feliz
al decidirse por el apócope de estas últimas dos frases en los términos
"equipos" y "programas", que -por ser univerbales - facilitan la creación de
todo tipo de derivados. Así aparecen, en la edición 1992 del Diccionario de la
Real Academia, la 6º acepción de la palabra equipos y la 12º de programas,
con los significados ya referido s.-

Todavía no ha concluído la preocupación por los términos bit y byte. La Real


Academia ha aceptado "bit" y aún no se ha expedido respecto a byte, que
algunos traducen impropiamente "octeto" (no todos los byte están compuestos
por ocho unidades). Los a cadémicos expertos en terminología técnica
aconsejan "bitio" y "bitión", palabras que son mucho más lógicas y permiten
fácil formación de sus respectivos plurales, "bitios" y "bitiones". -

Hay autores que proponían la palabra "chipe" como castellanización de chip.


Otros "ficha", "pastilla" y "circuito integrado", pero la Real Academia ha
tomado un camino simple al adoptar "chip" sin modificaciones. Queda en el
aire la dificultad para formar el plural (¨chips o chipes?). No obstante la
decisión del más alto organismo de nuestra lengua, es probable que "ficha"
acabe por imponerse debido a su claro sonido castellano y facilidad para
formar derivados. Además, cabe hacer notar que viene siendo utilizado por
organismos internacionales como INTELSAT (comunicacione s por satélite).-

Word processing es traducida habitualmente como procesador de textos, pero


un académico ha creado la palabra "redactrónica", que se ha venido utilizando
en algunos documentos de la O.E.A., con la ventaja propia de toda expresión
univerbal para la formación de derivados. -

Es habitual leer "interfase" como equivalente de la inglesa interface, cosa que


es un error, un anglicismo, ya que contamos en nuestro idioma con la palabra
interfaz que corresponde perfectamente a aquélla.

Cassette es una palabra francesa que originariamente se traducía como


"cofrecito". El idioma inglés la adoptó como casset y la Real Academia de la
Lengua Española la ha castellanizado así: “casete”.

CD-ROM no es una palabra, sino la sigla de "compact disk read only m emory",
es decir disco compacto con memoria que sólo nos permite leerla, sin
posibilidad de modificar su contenido. Tratándose de iniciales de una frase
inglesa, su traducción sería poco procedente pero no imposible, ya que
recordamos otros casos como P.C. (personal computer) transformada en C.P.
(computadora personal). De todas maneras, el uso ha hecho corriente en la
argentina el nombre de "disco compacto" y en España "cederrón", estimándose
que finalmente predominar esta última, aunque también hay autore s que han
propuesto "discolegible", por su característica exclusiva de lectura.

Los juzgados que alcanzan una informatización de tal nivel que les permite
trabajar con una red interna, van facilitando la consulta de los proveídos
mediante una terminal a d isposición de abogados, martilleros, peritos u otros
interesados. Donde más se ha avanzado en ese tema a fines del siglo XX, es
en el estado de Arizona (U.S.A.), y en los denominados kiosks también se
pueden obtener otros servicios, como formularios para i niciar un juicio de
divorcio, pagar una multa, etc. Esa palabra no es extraña a nuestro medio,
pero se nota bastante inseguridad en su ortografía, no siendo raro ver escrito
"kiosco" o "kiosko", anglicismo que no tiene razón de ser, ya que contamos
con la palabra española “quiosco”, derivada del árabe kusk y no del idioma
inglés.
10.2 - Las comunicaciones modernísimas

La palabra "telemática" no aparece todavía en el diccionario oficial de nuestra


lengua, no obstante que su uso está bastante generalizado y, como referencia,
es interesante apuntar que el Larouse Diccionario Moderno Español -Inglés la
tiene incorporada como traducción de telematics.

En cambio, sin mayor discusión, han sido incluídas las palabras fax, telefax y
telefascímil. -

La expresión E -mail popularizada por los usuarios de Internet, corresponde a


correo electrónico, y un integrante de la Academia Norteamericana de la
Lengua Española ha propuesto traducirla por "electrocorreo", otros por “correl”
(voz compuesta por “corr” de correo y “el ” de electrónico). Sin embargo, el
uso está generando palabras como “imeil” grafía fonética de la inglesa, y en
España se acostumbra a decir “te mando un emilio”, curiosa castellanización
de sonido armonioso con nuestro idioma. Si avanzamos en el tema, pod ríamos
encontrar otras novedades acuñadas por el pueblo, como el verbo “meiliar”.

Frecuentemente hablamos de “hacer un link” cuando pasamos de una página a


otra de Internet, apretando la tecla izquierda del ratón en el nombre que
aparece resaltado en la p rimera. En castellano tenemos una palabra que la
equivale: “enlace”. No es la primera acepción de la palabra inglesa, sino la que
se comenzó a utilizar en el ambiente ferroviario cuando se hacía cambio de
vías.

El símbolo @, habitualmente denominado "arro ba" en nuestro lenguaje


cotidiano, figura ineludiblemente en las direcciones de correo electrónico de
Internet, y es representativo de la palabra inglesa at, que corresponde a
nuestra preposición "en".

Las direcciones mencionadas precedentemente, se compo nen de varios


elementos, cada uno de los cuales tiene un significado y responde a una
necesidad funcional. Así, por ejemplo, la correspondiente a la Fundación del
Banco Municipal de La Plata es "fundbmlp@netverk.com.ar". La primera
palabra identifica al us uario, tal como se estila, reduciendo su nombre a un
vocablo que necesita estar diferenciado de los millones de conectados a la "red
de redes". Luego de la arroba, va el nombre de la empresa proveedora a cuyo
servidor está ligada directamente esa fundación y, separado con un punto, hay
tres letras (com), que indican que se trata de un organismo ubicado en la
categoría de comercial y, finalmente, la sílaba "ar" identifica a nuestro país.

El grupo de tres letras mencionado precedentemente, tiene otras opcion es:


“org” para organizaciones sin fines de lucro; "edu" para instituciones
educatiovas; "gov" (con “v” labiodental porque es abreviatura de la palabra
inglesa government) para organismos gubernamentales; “mil”, para
instituciones militares; “net” para dist intos tipos de redes; “web” para
actividades relacionadas con Internet; “firm” para negocios o firmas; “shop”
para compraventas electrónicas; “rec” para actividades recreativas y “arts”
para actividades culturales y de entretenimiento.

Resulta habitual ve r en la televisión a dos o más personas ubicadas en lugares


distantes, pero que aparecen simultáneamente en la pantalla, dialogando. Esto
se ha denominado "reunión virtual" o "videoconferencia". Es previsible que esa
técnica facilitará el trabajo judicial permitiendo interrogar presidiarios sin
necesidad de trasladarlos, tomar declaraciones a testigos domiciliados en
lugares lejanos, etc. La palabra videoconferencia no figura expresamente en el
diccionario oficial de nuestra lengua, pero está tácitamente ad mitida, ya que al
definir “vídeo”, dice: "elemento compositivo que forma palabras referentes a la
televisión" y presenta como ejemplos, vídeocinta y vídeofrecuencia (siempre
con acento gramatical en la “i”).

No conozco equivalente en castellano de la pal abra hacker, que es usada con


tanta frecuencia.. Pero la actividad de ese personaje, que en inglés se
denomina hacking, la he visto traducida por “hackear”, lamentable versión
distorsionada que no armoniza con ninguno de esos idiomas. Todo proviene de
hack, que significa cortar, acuchillar (para algunos también hachar) y comenzó
aplicándoseles a los técnicos telefónicos que arreglaban a los golpes las cajas
descompuestas.

10.3 - Vocabulario

Para finalizar esto que recién comienza, he pergeñado un listado . En los casos
donde figuran varias equivalencias, he colocado en primer término las
preferidas por la Real Academia y entre paréntesis las aconsejadas por autores
y aún no aceptadas por ese organismo. -

@ = en

backup = copia de resguardo

batch = grupo , serie, lote, partida

beeper = (avisador)

bit = bit, (bitio)

byte = (bitión)

cassette = casete
CD-ROM = (cederrón), (disco compacto), (discolegible)

chip = chip, (ficha)

computer = ordenador, procesador, computador, computadora

desktop publishe r = microeditorial

diskette = disquete

disk-drive = disquetera

E-mail = correo electrónico, (electrocorreo, correl)

enter = introducirse, entrar, (intro)

escape = escape, salida

fax = telefax, fax, telefacsímil

file = archivo

floppy disk = disco fl exible

hard disk = disco rígido

hardware = equipos

interface = interfaz

kiosk = quiosco

link = enlace

mainframe = macrocomputadora

newsletter = cartas de noticias

off line = fuera de línea

on line = en línea

package = paquete

printer = impresor a
prompt = disponible

software library = (programoteca)

sniffer program = programa husmeador

software = programas

tape = cinta

telematics = (telemática)

teleworking = teletrabajo

word processing = procesador de textos, (redactrónica)

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