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¿POR QUÉ UNA NUEVA CONSTITUCIÓN, MEDIANTE UNA ASAMBLEA

CONSTITUYENTE?
I

El escenario político ha estado marcado, hasta el 30 de septiembre de 2019, por la


pugna entre las dos facciones de la gran burguesía intermediaria para el reparto del
estado y los negocios derivados de ellos, especialmente por el financiamiento y la
corrupción vinculado a ODEBRECHT: El aprofujimontesinismo con el financiamiento de
sus campañas y la corrupción en la obras de IRRSA Sur y, del otro lado, los negocios
de PPK en el proyecto Olmos y de Vizcarra con CONIRSA, además del fracasado
negociado del Aeropuerto de Chincheros.

A medida que la pugna se profundizaba, esta se manifestaba como crisis política e iba
mostrando que abarcaba al conjunto del estado: Poder judicial, Legislativo, Legislativo,
Ministerio Público, Consejo Nacional de la Magistratura, hasta el Tribunal Constitucional;
además, al conjunto de defensores de la Constitución Neoliberal Fujimontesinista de
1993 y de continuadores del modelo neoliberal, involucrando también a algunos que en
su momento se declararon de izquierda pero aprovecharon la confianza del pueblo para
venderse.

La agudización de la crisis ha puesto en movimiento al pueblo, también perjudicado por


las consecuencias que esas conductas corruptas, de manera palpable en el caso de los
peajes de Lima y de manera no tan evidente en los millones de dólares desviados de su
necesario uso en el cumplimiento de los derechos a la salud, educación, seguridad
social, etc. para ir a los bolsillos de los implementadores del neoliberalismo en nuestro
país.

Consecuentemente, todo este proceso desembocó en el cuestionamiento de la madre


de todas las leyes en la sociedad capitalista, ley de leyes la llaman, la Constitución
Política Neoliberal y Fujimontesinista de 1993 y en la profundización de las exigencias
populares, del abajo los corruptos al cierre del congreso, al que se vayan todos, adelanto
de elecciones y cambio de constitución, aunque de limitada influencia. Reflejo de ello ha
sido que el gobierno de Martín Vizcarra ha tenido que recurrir a la reforma de la
Constitución para enfrentarse a sus enemigos y canalizar el descontento popular a su
favor.

La lucha electoral culminada el 26 de enero de 2020, también se encontró marcada por


la disputa en torno a la Constitución, aunque los periodistas de la derecha pretendieron
esconder ese hecho, a pesar de que los candidatos fujimontesinistas levantaron en alto
la defensa de su Constitución.

Asistimos al aniversario vigésimo octavo del golpe de estado que tuvo el objetivo de
implantar el modelo neoliberal, objetivándolo jurídicamente en la Constitución Política
de 1993, en medio de la crisis sanitaria catalizada por la pandemia del coronavirus que
está demostrando que ambos, modelo y constitución neoliberales, no sirven a los
intereses del país y del pueblo en el enfrentamiento a la pandemia, poniendo en grave
peligro nuestras vidas.

En medio del combate a la pandemia no se debe abandonar la lucha contra el modelo


neoliberal y la Constitución Política que la expresa y le da sustento jurídico, más aún si
las condiciones económico sociales del país, en particular de su sistema de salud, y
cómo se enfrenta la pandemia son producto y manifestación de ambos. Debemos
profundizar en los contenidos del por qué cambiar la Constitución Política y el cómo
hacerlo.

II

La consigna de cambio de constitución pone los pelos de punta a los neoliberales,


incluso a los opuestos a los aprofujimontesinistas y proclives a las reformas liberales de
la facción Vizcarrista, quienes en todas las formas posibles salen a defender la
Constitución Política Neoliberal y Fujimontesinista de 1993 y a rechazar su cambio, en
especial del régimen económico establecido en el Título III.

Los defensores de la Constitución Neoliberal fujimontesinista de 1993 defienden con


particular energía los principios establecidos en su Título III (Rosa María Palacios en La
República.20-10-2019.Pág.13) como Iniciativa privada libre; economía social de
mercado; libertad de trabajo; libertad de empresa, comercio e industria; rol subsidiario
del estado; eliminación de la prohibición de monopolios, oligopolios y acaparamiento;
libertad de contratar; contratos leyes no modificables legislativamente; igualdad de
condiciones para inversión extrajera y nacional; derecho de propiedad inviolable salvo
expropiación con pago del justiprecio; inclusión obligatoria en el presupuesto del pago
de la deuda pública; etc. Evidentemente puras libertades y seguridades para los
inversionistas privados como los Graña, los Miró Quesada, los Romero, enfeudados a
las transnacionales mineras, constructoras, comerciales, industriales y financieras
extranjeras como ODEBRECHT. Es decir, libertades y seguridades para los actores de
la corrupción que se ha destapado en estos últimos tres años. Suficiente razón para
cambiarla y dejar claramente establecido que quienes dicen luchar contra la corrupción
y no quieren cambiar la Constitución, en el fondo quieren mantener la corrupción en su
propio beneficio.

Los defensores de la Constitución Neoliberal fujimontesinista de 1993 argumentan que


esos “principios” conformantes del “modelo económico neoliberal” han sido la base del
éxito de la economía peruana, del crecimiento ininterrumpido y la prosperidad de los
últimos 27 años que han llevado a la “disminución a la mitad de la pobreza monetaria” y
a la “incorporación de más peruanos a la pujante clase media” (Magali Silva. El
Comercio.20-10-2019. Pág.28). Lo cierto es que el crecimiento ininterrumpido ha
significado el crecimiento de la producción e ingresos de las empresas y en
consecuencia de las ganancias de sus propietarios, los inversionistas privados que tan
bien los conocemos por los destapes de la corrupción. Ese es otro motivo para cambiar
la Constitución fujimontesinista neoliberal de 1993.

Además, no se puede dejar de ver que el modelo económico neoliberal, como


consecuencia del sometimiento al mercado internacional representado por las
transnacionales y la gran burguesía intermediaria, ha vuelto más vulnerable a la
economía del Perú a las crisis internacionales del capitalismo; en especial debe tenerse
en cuenta que el modelo neoliberal expresado en la Constitución de 1993 ha elevado a
principio constitucional el “rol subsidiario del estado”, entonces la economía del país se
desenvuelve según los intereses de las transnacionales y la gran burguesía
intermediaría que han priorizado, además de las finanzas y servicios, la exportación de
materias primas minerales y por ende cada vez que hay un aumento de los precios de
los minerales los ingresos por exportación aumentan y cada vez que caen los precios
de los minerales los ingresos por exportación decaen, sin que se pueda hacer nada
desde el estado por su papel “subsidiario” para evitar esos vaivenes, salvo salvar al
sistema financiero.

La primacía del mercado y de los inversionistas privados y el rol subsidiario del estado,
también impiden el desarrollo de la industria, hoy en su cuarta revolución, basada en la
ciencia y la tecnología. Ello es así porque los “inversionistas privados” nativos,
dedicados a sus alianzas con las transnacionales financieras y mineras, encuentran sus
mayores ingresos en la extracción de materias primas; por lo que no tienen mayor
interés en modificar el carácter primario exportador de la economía del país y, es
evidente, menos les interesa el desarrollo de la ciencia y la tecnología que permita
industrializar el país, acceder a la producción de productos informáticos, de la
cibernética, de la biotecnología. El estado, limitado constitucionalmente por su rol
subsidiario no hace otra cosa que reproducir en la educación y en la investigación, las
necesidades de esa economía primario-exportadora. Si llegara al gobierno un partido
con un programa de industrialización y de desarrollo de la ciencia y tecnología, es
evidente que la subsidiariedad del estado le impediría cumplir con dicho programa.

Claro que, quizás esté demás decirlo, eso no les interesa a los partidos de la derecha
liberal, neoliberal y fascista en el gobierno o que han gobernado, pues el negocio de sus
financistas está en los bancos, AFPs, minería, construcción y gran comercio, como se
ha visto en el financiamiento a Fuerza Popular, Partido Aprista, PPC, Solidaridad
Nacional, Partido Nacionalista, etc., por ODEBRECHT, el Club de la Construcción, el
Grupo Romero, el Grupo Rodríguez, etc. Ese es otro motivo para cambiar la
Constitución fujimontesinista neoliberal de 1993.

Respecto del argumento de la reducción de la pobreza esgrimido por los defensores de


la Constitución fujimontesinista neoliberal de 1993, el INEI
(https://www.inei.gob.pe/media/cifras_de_pobreza/exposicion_evolucion-de-pobreza-
monetaria-2018.pdf), para medir la pobreza monetaria, ha inventado que los pobres
extremos son los que no alcanzan a cubrir una canasta alimentaria familiar de S/ 183
soles, los pobres no extremos son los que no alcanzan a cubrir una canasta alimentaria
familiar de S/ 344 soles, y los no pobres son los que pueden cubrir la canasta alimentaria
familiar de S/ 344 soles; es decir, con ese artificio numérico se ufanan de haber reducido
la pobreza monetaria, cuando en la realidad S/ 344 soles no alcanza ni para una
semana. Aun con todas esas artimañas no pueden ocultar que el “modelo neoliberal” no
garantiza la disminución ininterrumpida de la pobreza de la misma forma que, según los
apologistas del neoliberalismo, ha garantizado el crecimiento ininterrumpido de la
riqueza de los inversionistas privados; así en la versión digital de El Comercio informan
el 20 de octubre de 2019 “La pobreza urbana en el 2018 fue mayor que en 2016”
(https://elcomercio.pe/economia/peru/pobreza-urbana-subio-225-mil-personas-2018-
noticia-625305-noticia/).

La Constitución Neoliberal fujimontesinista garantiza el aumento de la riqueza para los


inversionistas privados mientras empobrece al pueblo, a pesar de sus artificios
numéricos, otra razón más para cambiarla.

III

A contracorriente de quienes muestran su terror (como Rosa María Palacios y los


periodistas de Radio Programas del Perú) por el “peligro” de reformar la constitución en
cuanto al régimen económico establecido en su Título III, o de quienes solamente
propugnan reformas políticas de la Constitución, debemos plantear una nueva
constitución, una sustitución completa de la Constitución.

Es que los principios del Título III de la Constitución Neoliberal fujimontesinista, no son
exclusivos de dicho Título, sino que impregnan todos los demás Títulos y Capítulos de
esta, en contra siempre del pueblo y en beneficio de los “inversionistas privados”.

Solamente revisando el Título I De la persona y la sociedad, en su Capítulo II Derechos


Sociales y Económicos, se puede constatar que, siguiendo el sometimiento de toda la
sociedad al mercado, a la inversión privada y al principio de rol subsidiario del estado,
no se garantiza desde éste el derecho a la salud y seguridad social y a la educación de
manera pública, universal y gratuita sino que las abre al mercado.

En salud y seguridad social, el estado garantiza el libre acceso “a su prestación por


entidades públicas, privadas o mixtas”. De este marco constitucional surgieron, en salud
los tarifarios diferenciados en los establecimientos de salud públicos, es decir el cobro
por atención desde el subsidiado del SIS, pasando por seguros privados, soat, etc, así
como las EPS, que también prestan el seguro de salud a los trabajadores, en
competencia con ESSALUD. En materia de seguridad social se impusieron las AFP y el
desfinanciamiento de la ONP.

En educación establece que el estado “garantiza la mayor pluralidad de oferta educativa”


(pública y privada) y “subvenciona la educación privada” (a pesar que ni siquiera
garantiza el presupuesto para universalizar la educación pública y gratuita de calidad),
estableciendo incluso que “toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de promover
y conducir instituciones educativas y el de transferir la propiedad de estas conforme a
ley”; es decir, la educación convertida en objeto de compra y venta, de mercancía a ser
ofertada por las empresas educativas.

En beneficio de los inversionistas privados, con la Constitución Política de 1993 se abrió


las puertas a la explotación del trabajo gratuito con la dicotomía de no estar obligado a
“a prestar trabajo sin retribución o sin su libre consentimiento” y se eliminó la estabilidad
laboral, aplicando así la economía de mercado y la libertad de trabajo y de contratar que
le corresponden.

La subordinación y liquidación de los derechos de los trabajadores y el pueblo al


mercado y a los inversionistas privados, es otra razón más para cambiar la Constitución
Política de 1993.

IV

En cuanto a la organización estatal, consecuentemente con ser la expresión de los


intereses de los grandes “inversionistas privados” nacionales y extranjeros, que son una
minoría, la Constitución Neoliberal Fujimontesinista de 1993 ha expropiado el derecho
del pueblo peruano a decidir, en beneficio de la burocracia del estado, incluso de los
congresistas que hasta ahora y en su mayoría han sido la expresión política de los
grandes “inversionistas privados”, que se coluden entre ellos favoreciendo la corrupción;
como la selección o designación de funcionarios del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo,
Poder Judicial, Ministerio Público, Tribunal Constitucional, etc.; los congresistas una vez
electos no pueden ser revocados por el pueblo, como también ocurre con todos los
funcionarios; la restricción del ejercicio de derechos a los trabajadores del estado; y, la
máxima expropiación, el impedimento a la elaboración de una nueva Constitución con
la restricción a reformas totales o parciales.

En suma, el carácter antidemocrático de la Constitución que permite la corrupción es


otra razón para su cambio. Las reformas propuestas por Vizcarra no han modificado ese
carácter. Observemos nada más como se designó a quienes seleccionaron a la Junta
Nacional de Justicia y, finalmente, cómo y quiénes fueron los seleccionados: Con
expropiación del derecho del pueblo a elegir a los funcionarios de la Junta Nacional de
Justicia, del Poder Judicial y el Ministerio Público y el sometimiento de los Jueces y
Fiscales a un grupo como la Junta Nacional de Justicia, sin ninguna responsabilidad
ante el pueblo.

La Constitución Neoliberal Fujimontesinista de 1993, ha restringido su modificación a


reformas parciales o totales, no permite la elaboración de una nueva, y también ha
restringido el procedimiento para hacerlo, el cual pasa necesaria y obligatoriamente por
el Congreso.

Es decir, según la Constitución Neoliberal Fujimontesinista, el pueblo no puede decidir


sobre el contenido de la Constitución, debe limitarse a reformar el contenido existente.

Asimismo, según la Constitución Neoliberal Fujimontesinista, el pueblo no puede


intervenir con plenas facultades para modificar la Constitución, solamente el Congreso
en funciones puede hacerlo.

Ambas disposiciones de la Constitución Neoliberal Fujimontesinista son evidentemente


la destrucción del principio de la soberanía popular, según el cual el poder del estado
emana del pueblo y por ser la Constitución la ley que justamente organiza al estado, no
debe haber limitación ni restricción al pueblo para decidir su contenido y menos para el
procedimiento de su modificación.

Entonces, lo democrático no es la defensa de la Constitución Neoliberal


Fujimontesinista, como pregonan los de Fuerza Popular, Solidaridad Nacional o del
Partido Aprista, sino su cambio y esto debe hacerse volviendo al principio, al poder
constituyente del pueblo, con la participación del pueblo peruano en la elección de
mandatarios para realizarlo, en la discusión del contenido de la nueva constitución y en
su aprobación.

En las actuales circunstancias, en que el estado está organizado como un estado


representativo y que la conciencia política, movilización y organización popular no tienen
la fuerza para generar nuevas organizaciones estatales mediante las cuales ejerza una
participación directa en las decisiones para la elaboración y aprobación de una nueva
constitución, lo más avanzado y democrático para realizar el cambio constitucional es
una asamblea constituyente elegida por el pueblo.

5-04-2020
José Carlos Ramos

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