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Sin embargo, este panorama no era como se lo imaginaban los políticos y los primeros
exponentes, ya que la inversión no creció como se pretendía; aunado a que, un conjunto de
empresas extranjeras se habían aprovechado de los beneficios del proteccionismo. La recaudación
fiscal dejaba mucho que desear, pues las grandes compañías disfrutaban de los estímulos fiscales y
no pagaban impuestos. La balanza comercial era considerablemente deficitaria, pasó de 447.7
millones de dólares en 1960 a 1210.9 en 1970, las exportaciones crecieron entre 1950 y 1960 en
49.7%, en tanto que las importaciones en 113.5%, y para la década de los sesentas el crecimiento
fue de 75% y de 111% respectivamente, el país pasó de ser un exportador neto a uno importador.
El ingreso salarial decrecía en forma considerable; el desempleo creció.
Por una parte, la transformación demográfica que se genera en el país, motivada por el desarrollo
industrial, donde el crecimiento de la población urbana hizo crecer las grandes ciudades, como la
Ciudad de México, con una enorme zona metropolitana, con extensas zonas marginadas, y una
zona industrial ubicada al norte de la periferia, así como el naciente corredor industrial entre la
ciudad de Toluca-Lerma-la Marquesa, la ciudad de Monterrey con una amplia zona industrial, que
generó también extensas zonas marginadas, la ciudad de 47 ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA DE
MÉXICO DGB/DCA/09-2020 Guadalajara, que al igual que las otras ciudades, contó con una zona
industrial y amplias zonas marginadas. Esta explosión demográfica trajo consecuencias: la
población demandó servicios urbanos, educación, trabajo y servicios de salud. La polarización
social se hizo más evidente, muchos empobrecidos, una numerosa clase media y una muy
reducida clase adinerada. El 10% de las familias poseía el 42% del ingreso, en tanto que el 40% de
la población de más bajos ingresos tenía menos del 11%.
En el campo la situación era verdaderamente precaria, ya que el 60% de la propiedad privada total
estaba en manos del 1% de los propietarios, en tanto que el 5% la poseían el 80% de los
propietarios, dicha concentración extrema de la propiedad agrícola condujo a las grandes
migraciones hacia las ciudades.
Los precios de los productos agrícolas se mantuvieron bajos con el propósito de sostener los altos
márgenes de ganancia en la industria, estos se controlaron en el esquema de precios de garantía,
lo que desincentivo la inversión en el agro.