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Barquisimeto, Estado-Lara
Por:
La Escuela de Chacao
y el Padre Sojo
Introducción.
Tal como todos hemos escuchado alguna vez, la música es el arte capaz de
evocar los más nobles y puros sentimientos; y cuando se trata del desarrollo de
esta habilidad en Venezuela, dichos sentimientos salen a relucir con la fuerza del
nacionalismo que te impulsa a sentirte orgulloso por lo que se ha logrado en tu
propia tierra. En consecuencia, hablar de la Escuela de Chacao y su Precursor el
padre Sojo, es sumergirse en un mundo que te instruye, no solo sobre las
vicisitudes que del período colonial se derivan, sino también de las ventajas que,
quienes más tarde conformarían esas tres ilustres generaciones que de la
enseñanza del maestro Juan Manuel Olivares surgieron, supieron explotar y
convertir en las más sublimes obras, que aún hoy disfrutamos.
Visto de esta forma, este trabajo busca aleccionar a todo cuanto tenga el
bien de leerlo, del inicio, evolución y trascendencia que esta escuela marcó para la
música colonial venezolana, tocando puntos como el origen de la Escuela de
Chacao, a qué debe su nombre, quienes fueron las figuras más emblemáticas en
el desarrollo de la misma, que influencia de manera positiva sus obras, cuáles
fueron los acontecimientos que debieron afrontar sus compositores y finalmente
cual es el legado que perdura tras la disolución de dicho movimiento musical; con
lo quedará plasmado, de las fuentes más fidedignas posibles, una sinopsis del
desenvolvimiento de la música venezolana en los siglos XVIII y XIX.
La Escuela de Chacao.
Hay constancia de que el padre Sojo, envió de Roma 7 cajones con libros,
reliquias, rosarios y medallas y también ha podido traer partituras e instrumentos
personalmente a su regreso de Europa en 1770; año en el cual venia convencido
de que sería el prepósito de la orden Nerista, pero el obispo Martí frustró su deseo
al relegarlo al cargo de prefecto de música recibidor y maestro de novicios.
Muchos años después, cuando el pleito entre los Neristas y el obispo había
alcanzado otras dimensiones, este último en carta al Rey, es muy crítico al decir
que “…los Neristas se retiran muy frecuentemente a una casa de campo que han
fabricado en los arrabales de esta ciudad en la feligresía de San Pablo, y la otra
que también tiene a dos leguas distantes de esa misma ciudad cerca de Chacao a
jugar en ellas pelotas y bochas y tocar conciertos de música día y noche…”. Sin
embargo es oportuno hacer dos consideraciones referente a ello, pues en primer
lugar, es curioso observar que, a pesar de lo que diría el Obispo Martí de los
Neristas en 1779, al parecer ninguno de los admitidos fue ejecutante y mucho
menos compositor; y en segundo lugar, que se confirma lo dicho por Ramón de la
Plaza, cuando establece que el padre Sojo, casi desde su mismo regreso de
Europa, inició o reanudó la academia filarmónica de su hacienda, con los pocos
músicos profesionales y los aficionados que acudían fundamentalmente a Chacao.
La música era para ese entonces oficio de plebeyos, siendo las únicas
profesiones aceptables para los criollos el sacerdocio, la milicia y la abogacía; es
por eso que no debe extrañarnos que los primeros músicos que figuraban en
nuestra historia fueran sacerdotes que por amor a la música, eran mal vistos por
las autoridades eclesiásticas; siendo en particular la gran mayoría de los
compositores de la Escuela de Chacao, pardos libres o blancos pobres.
Las partituras que habían sido enviadas por el emperador de Austria, entre
ellas varios textos de enseñanza, entre los cuales podemos mencionar un
"diccionario de la música" (1767) de Juan Jacobo Rousseau, "Las lecciones de
clave y principios de armonía" Del matemático catalán Benito Bails (1775), El
poema "la música" del escritor y compositor español Tomás de Iriarte (1750-1790)
publicado en Madrid en 1779. Este poema dividido en cinco cantos y va
acompañado de extensas consideraciones en prosa tendientes a demostrar las
ventajas del idioma castellano sobre los demás, a excepción del italiano para el
canto.
El Padre Sojo
Desde niño dio muestras Pedro Ramón Palacios y Sojo de su interés por el
estudio y de su inclinación a las prácticas religiosas. Asistía a los ejercicios
nocturnos que se efectuaban en Catedral, en la capilla de San Pedro, y también a
los que se practicaban en los conventos de San Francisco.
En aquel mismo siglo XVI en que el genio del Renacimiento inventaba a cada
paso nuevas formas de arte, algunos de los más grandes compositores italianos
escribieron Oratorios. Emilio del Cavaliere, Giovanni Carissimi, Alejandro Scarlatti
y Alejandro Stradella figuraron entre los primeros.
Ahora, dos siglos más tarde, seguían los neristas un camino y las casas de
la Congregación estaban llenas de música. Al sumarse el Padre Sojo al cultivo de
este arte, no hacía otra cosa que continuar una tradición de su propia familia, en la
cual había buenos aficionados.
Ha debido ser este un rudo golpe para el Padre Sojo, pues además de la
admirable labor que desempeñaba Olivares al frente de la Academia, sentía el
Padre Sojo un aprecio personal muy alto por el ilustre compositor y a la vez desde
el inicio de la Academia fue también el organista designado de San Felipe.
El Padre Sojo había hecho por el arte de Venezuela una obra incomparable
sin paralelo en nuestra historia. La creación de todo ese movimiento, la fundación
de una tradición musical venezolana, el estímulo poderoso para la producción de
partituras imperecederas, fueron la obra principal del Padre Sojo. Ocupa él en la
historia de nuestra cultura uno de los sitios más altos y más llenos de gloria.
Tras recopilar suficiente información, nos topamos con datos tan curiosos
como el hecho de que la Escuela de Chacao se desarrolló en contemporaneidad
con el movimiento musical de Minas Gerais en Brasil; que sus albores estuvieron
plasmados en las retretas que se celebraban en las primeras haciendas de café
de lo que hoy sabemos es la región capital; he incluso podemos mencionar el
hecho de que sus obras son de carácter eminentemente religioso debido a que,
parte de las reuniones de estudio realizadas, eran en la catedral de Caracas que
para ese tiempo, funcionaba como el centro de los Neristas.
La música para el padre Sojo fue un sueño, que logró volver realidad.
Referencias Bibliográficas.