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Fundación Conservatorio Vicente Emilio Sojo

Barquisimeto, Estado-Lara
Por:

María del Valle Moreno & María Laura Peña

La Escuela de Chacao
y el Padre Sojo
Introducción.

Tal como todos hemos escuchado alguna vez, la música es el arte capaz de
evocar los más nobles y puros sentimientos; y cuando se trata del desarrollo de
esta habilidad en Venezuela, dichos sentimientos salen a relucir con la fuerza del
nacionalismo que te impulsa a sentirte orgulloso por lo que se ha logrado en tu
propia tierra. En consecuencia, hablar de la Escuela de Chacao y su Precursor el
padre Sojo, es sumergirse en un mundo que te instruye, no solo sobre las
vicisitudes que del período colonial se derivan, sino también de las ventajas que,
quienes más tarde conformarían esas tres ilustres generaciones que de la
enseñanza del maestro Juan Manuel Olivares surgieron, supieron explotar y
convertir en las más sublimes obras, que aún hoy disfrutamos.

Visto de esta forma, este trabajo busca aleccionar a todo cuanto tenga el
bien de leerlo, del inicio, evolución y trascendencia que esta escuela marcó para la
música colonial venezolana, tocando puntos como el origen de la Escuela de
Chacao, a qué debe su nombre, quienes fueron las figuras más emblemáticas en
el desarrollo de la misma, que influencia de manera positiva sus obras, cuáles
fueron los acontecimientos que debieron afrontar sus compositores y finalmente
cual es el legado que perdura tras la disolución de dicho movimiento musical; con
lo quedará plasmado, de las fuentes más fidedignas posibles, una sinopsis del
desenvolvimiento de la música venezolana en los siglos XVIII y XIX.

La Escuela de Chacao.

El 18 de Diciembre, el Obispo Mariano Martí instala el oratorio de


San Felipe Neri tras el regreso de Europa, en 1771 del Padre Sojo; a él se refiere
Andrés Bello en un artículo que publicó en 1826 en su periódico el "repertorio
americano como "el fundador de la música en Venezuela". Lo único que se conoce
con certeza hasta ahora acerca del Padre Sojo en relación con las actividades
musicales, según los documentos de la época es que era un gran amante de la
música. Fue quizás debido a esta inclinación que tuvo la idea de fundar en
Caracas la congregación del oratorio de San Felipe Neri, y es así como se
concretan dos de las aspiraciones de Padre Sojo, pues en primer lugar, logró
servir a Dios utilizando el arte y la cultura, especialmente la música, e
inmediatamente materializa su sueño de formar una academia de música.

Pero aun antes de que se instale la orden de los Neristas en 1771, se


celebra en Caracas desde 1765 el 26 de Octubre, el día de San Felipe Neri; con
una celebración modesta cuya parte musical corría a cargo de Ambrosio Carreño,
con lo cual se establece el primer vínculo entre éste; quien fuera el primer maestro
de Juan Manuel Olivares, y el Padre Sojo.

Dicho movimiento musical surgido en Caracas, conocido con el nombre de


Escuela de Chacao, reviste características especiales en América Latina por las
circunstancias de su aparición y las proyecciones nacionales del mismo. En ella,
dos personajes son fundamentales: Juan Manuel Olivares como docente y el
Padre Pedro Ramón Palacios Sojo Gil de Arriata –conocido con el nombre de
Padre Sojo- como impulsor, financista y organizador de esta empresa musical que
dio como resultado la formación de alrededor de 30 compositores y 150
instrumentistas.

Su nombre lo origina el lugar donde se reunían periódicamente para


estudiar y ejecutar música: las haciendas La floresta del padre Sojo en las
inmediaciones del pueblo de Chacao, y San Felipe del Padre José Antonio García
Mohedano, en la población de Chacao (actualmente urbanización la castellana),
iniciador de la primera siembra de café en el valle de Caracas en 1784. Entre las
ya referidas, se encontraba también la hacienda de Bartolomé Blandín, el cual se
sumaba al grupo de grandes aficionados y amantes de la música.

Además, se reunían regularmente en el lugar de la congregación del


oratorio de San Felipe Neri en Caracas, por lo cual no es difícil inferir el porqué de
que los compositores integrantes de esta escuela, cultivaran casi exclusivamente
el repertorio musical religioso europeo del siglo XVIII; aunque estudiándolo, logra
advertirse el cultivo de dos géneros: el religioso con texto en latín, destinado al
oficio litúrgico, y el profano, de temática y espíritu religioso con texto en español,
utilizado en ocasiones de las festividades religiosas (villancicos, aguinaldos, tonos
y pésames).

Hay quienes defienden a Díez Modreño alegando que no es el quien


durante su mandato lograra decaer la música, más el cantor de la catedral de
Caracas para 1777, José Trinidad Espinoza declaró “…que en la tribuna no hay
los instrumentos necesarios para el decente culto del santuario; que faltaban
violines y bajón; y los que restan o no están bien o no hay quien los toque como
antecede con las flautas y las trompetas por no haber rentas…”.

Sin embargo, este triste panorama habría de cambiar en menos de diez


años, a juzgar por los testimonios de Humboldt, quien afirma que “…en muchas
familias de Caracas he hallado gusto por la instrucción y una predilección
dedicada por la música que cultivan con éxito y que sirve para unir las diferentes
clases de la sociedad…”; y lo que pasó para ello fueron dos cosas: los ejecutantes
habían adquirido una habilidad más que aceptable y había surgido la primera
generación de compositores de la Escuela de Chacao, aquella que Juan Bautista
Plaza llamara “los Formadores”.

Hay constancia de que el padre Sojo, envió de Roma 7 cajones con libros,
reliquias, rosarios y medallas y también ha podido traer partituras e instrumentos
personalmente a su regreso de Europa en 1770; año en el cual venia convencido
de que sería el prepósito de la orden Nerista, pero el obispo Martí frustró su deseo
al relegarlo al cargo de prefecto de música recibidor y maestro de novicios.
Muchos años después, cuando el pleito entre los Neristas y el obispo había
alcanzado otras dimensiones, este último en carta al Rey, es muy crítico al decir
que “…los Neristas se retiran muy frecuentemente a una casa de campo que han
fabricado en los arrabales de esta ciudad en la feligresía de San Pablo, y la otra
que también tiene a dos leguas distantes de esa misma ciudad cerca de Chacao a
jugar en ellas pelotas y bochas y tocar conciertos de música día y noche…”. Sin
embargo es oportuno hacer dos consideraciones referente a ello, pues en primer
lugar, es curioso observar que, a pesar de lo que diría el Obispo Martí de los
Neristas en 1779, al parecer ninguno de los admitidos fue ejecutante y mucho
menos compositor; y en segundo lugar, que se confirma lo dicho por Ramón de la
Plaza, cuando establece que el padre Sojo, casi desde su mismo regreso de
Europa, inició o reanudó la academia filarmónica de su hacienda, con los pocos
músicos profesionales y los aficionados que acudían fundamentalmente a Chacao.

Cabe agregar, el índice elocuente del progreso alcanzado por nuestros


músicos de la colonia es en testimonio de dos naturalistas alemanes, Bredemeyer
y Schultz enviados a Venezuela por el emperador de Austria, en 1783. Éstos
naturalistas establecieron contacto con el Padre Sojo, visitaron las plantaciones de
café y asistieron a las reuniones musicales de la primera academia del padre Sojo.
Vueltos a su país informaron de esto al emperador, quien en agradecimiento a las
atenciones recibidas y en mérito a la calidad de los músicos, envío como obsequio
en 1789, una colección de instrumentos musicales y partituras de Pleyel, Mozart y
Haydn. Si bien nuestros compositores estaban en el corriente del movimiento
musical religioso no sucedía lo mismo con la música profana. De modo que el
recibo de las partituras de estos clásicos les permitió ponerse al día con la técnica
y el estilo de la música instrumental y vocal profana, hecho que tendrá
consecuencias inmediatas en la producción de la segunda generación de
compositores de la colonia.

Así mismo, a los compositores y ejecutantes que surgieron de estas


reuniones musicales se ha vuelto costumbre designarlos con el nombre de
"Escuela de Chacao". Junto a esta denominación se les aplica también los títulos
de escuela clásica o primera generación. El padre Sojo supo cohesionar los
esfuerzos de los diferentes músicos existentes en su época, sistematizó la
enseñanza, oriento el gusto musical y puso a la alcance de los jóvenes
compositores la técnica y el estilo de los grandes maestros europeos.

En esa región, se tocaron y se discutieron obras de Antonio Vivaldi,


Giovanni Battista Pergolesi, así como Johann Stamitz y otros compositores de la
Escuela de Mannheim. De ello podemos deducir que la primera gran influencia fue
ejercida por los maestros italianos y el clasicismo vienés, de la cual toman la
integración de la orquesta, primeros y segundos violines, violas, violonchelos,
contrabajos, oboes y trompas, el clarinete, la flauta y el fagot que intervenían
ocasionalmente; y posteriormente vendría la influencia de la Escuela de Viena.

La música era para ese entonces oficio de plebeyos, siendo las únicas
profesiones aceptables para los criollos el sacerdocio, la milicia y la abogacía; es
por eso que no debe extrañarnos que los primeros músicos que figuraban en
nuestra historia fueran sacerdotes que por amor a la música, eran mal vistos por
las autoridades eclesiásticas; siendo en particular la gran mayoría de los
compositores de la Escuela de Chacao, pardos libres o blancos pobres.

La primera generación de compositores coloniales venezolanos cultivo casi


exclusivamente el repertorio musical europeo consistente en: Misas, Misas de
difuntos, Te Deum, Salve, Motetes, Graduales, Ofertorios, almos, Himnos,
lecciones de difuntos, lecciones para semana santa, pésames y tonos para
navidad. El conocimiento el material de estudio con que contaron, en la escuela de
Chacao, explica en parte los orígenes de la técnica y el estilo de los compositores.

Las partituras que habían sido enviadas por el emperador de Austria, entre
ellas varios textos de enseñanza, entre los cuales podemos mencionar un
"diccionario de la música" (1767) de Juan Jacobo Rousseau, "Las lecciones de
clave y principios de armonía" Del matemático catalán Benito Bails (1775), El
poema "la música" del escritor y compositor español Tomás de Iriarte (1750-1790)
publicado en Madrid en 1779. Este poema dividido en cinco cantos y va
acompañado de extensas consideraciones en prosa tendientes a demostrar las
ventajas del idioma castellano sobre los demás, a excepción del italiano para el
canto.

El entusiasmo por todo tipo de actividades musicales que supo despertar el


Padre Sojo, en el medio ambiente caraqueño colonial, produjo como consecuencia
natural que cada vez mayor cantidad de jóvenes se dedicaran a la música. Así es
que surgió un importante grupo de compositores pertenecientes al periodo colonial
y que se catalogan para su estudio como "segunda generación".

A través de todas sus obras, todos ellos demostraron haber asimilado el


espíritu de la música religiosa europea del siglo XVIII, especialmente la de sus
máximos representantes de entonces, Hayden y Mozart. Igual a lo que sucedió
con los compositores de la primera generación, sus creaciones son fruto de una
necesidad espiritual y expresiva surgida del medio ambiente, manifestada a través
de los medios técnicos europeos que habían asimilado con el estudio de las obras
de los grandes maestros.

Ahora bien, Tras la muerte de Olivares en 1797, ocupó su puesto de


organista Pedro Pereira, su discípulo, y en ese mismo año, el rey resolvió el pleito
entre los Neristas y el episcopado al quedar la orden en libertad de elegir a sus
autoridades. Es así como Don Pedro Palacios y Sojo es elegido prepósito de la
congregación, pero su salud ya estaba tan resentida que murió solo dos años
después. La academia siguió funcionando por poco tiempo, hasta disolverse en
las capillas, centros de enseñanzas y conciertos.

Podría decirse entonces, que los músicos de la Escuela de Chacao son la


expresión intuitiva del alma colonial venezolana o por lo menos la faz religiosa de
esta, y muestra además como nuestros compositores han sabido amalgamar el
tratamiento polifónico de los italianos y el resto de las escuelas musicales
europeas.

A manera de resumen final, González (2007) hace una clasificación de los


principales representantes de la Escuela de Chacao de la siguiente manera:

Escuela de Chacao: Primera Generación


Compositores de este período:

 Juan Manuel Olivares. (Caracas, 1760 - 1797)


 Francisco Velásquez, el viejo (Caracas, 1755 - 1805)
 José Antonio Caro. (Caracas, 1758 - 1783)
 Pedro Nolasco Colón. (Valencia, 1770 - Caracas, 1813)

Escuela de Chacao: Segunda Generación

 José Ángel Lamas (Caracas, 1775 - 1814)


 Cayetano Carreño ( Caracas, 1774 - 1836)
 José Lino Gallardo Ocumare del Tuy, 1773 - Caracas, 1837)
 Juan José Landaeta (Caracas, 1780 - 1812)
 José Francisco Velásquez, el joven (Caracas, 1781 - 1822)

Escuela de Chacao: continuadores Tercera Generación

 Juan Francisco Meserón (Caracas, 1779 - 1845)


 José María Gómez Cardiel (Cumaná, 1797 - Trinidad, 1872)
 Atanasio Bello Montero.(Caracas, 1800 - 1876)
 José María Osorio (Caracas, 1803 - Mérida, 1852)
 José María Montero (Caracas, 1782 - 1869)
 José Lorenzo Montero (¿?-1857)

Es prácticamente, entrar a considerar otros de los muchos nombres de


compositores que actuaron durante el periodo colonial venezolano. Basten los
que presentamos para tener una idea de la riqueza y vitalidad que este
movimiento musical sumamente extraño de comprender desde el punto de vista
histórico, y nunca repetido en Venezuela; muy comparable sólo a los que tuvieron
lugar en Minas Gerais(Brasil), Bogotá (Colombia), el Cuzco (Perú) y en Puebla y
México.

Legado de la Escuela de Chacao.

La llamada Escuela de Chacao hay que entenderla como la conjunción de


personalidades en un espacio propiciador para el aprendizaje, la ejecución y la
creación siguiendo premisas estilísticas comunes. El Padre Sojo, la mayor parte
de sus rentas las dedicó a esta obra, la cual tomó muy a pecho; fructíferos
esfuerzos en una labor loable, y a la vez integradora y formativa. Consideramos
que el Padre Sojo si no fue el fundador de la música en Venezuela, como lo han
dicho, fue su “mayor propulsor”, y al aglutinar aquellos elementos dispersos, y al
sistematizar la enseñanza, haciéndola accesible a los jóvenes, realizó la obra más
grande del mundo musical en toda la América de entonces. Por esto ocupa el
Padre Palacios y Sojo en la historia musical venezolana el alto sitio de un
verdadero patriarca del arte. Fallece el Padre Sojo en Caracas en el año de 1799.

El Padre Sojo

Nació Pedro Ramón Palacios y Sojo el 17 de enero de 1739 en el valle de


Santa Cruz de Pacairigua, en cuya iglesia parroquial fue bautizado el 2 de febrero
del mismo año. Era hijo legítimo de don Feliciano de Sojo y Palacios y de doña
Isabel Arrantia. Pertenecía Don Feliciano su padre a una de las familias más
distinguidas de Caracas, y como muchas de estas, era poseedor de una cuantiosa
fortuna.

En 1756, por disposición testamentaria a lego todos sus bienes


distribuyéndolos en partes y cuales a sus hijos; 11 en total, figurando Pedro
Ramón en el séptimo lugar. Cabe destacar, que por la rama paterna estaba el
Padre Sojo estrechamente emparentados con el libertador Simón Bolívar, ya que
la madre de este doña Concepción Palacios y Blanco, era hija del alférez real Don
Feliciano Palacios y Sojo, hermano del Padre Sojo.

Desde niño dio muestras Pedro Ramón Palacios y Sojo de su interés por el
estudio y de su inclinación a las prácticas religiosas. Asistía a los ejercicios
nocturnos que se efectuaban en Catedral, en la capilla de San Pedro, y también a
los que se practicaban en los conventos de San Francisco.

En el año de 1761 solicitó la autorización necesaria para ingresar a la


carrera eclesiástica. Era por entonces Provisor y Vicario General el Presbítero
Lorenzo Fernández de León, a quien se dirigió Palacios y Sojo y le envió también
la documentación requerida; legitimidad, limpieza de sangre, certificado de buenas
costumbres, etc. A los dos meses de haber comenzado sus estudios religiosos,
solicitó el subdiaconado, después de haber invertido tres mil pesos para obtener el
título de una Capellanía.

Su avance en la carrera eclesiástica fue rápido, pues apenas seis meses


después de llegar al subdiaconado, solicitó las órdenes mayores y fue hecho
Diácono el 5 de junio de 1762, y para diciembre del mismo año el Obispo Diez
Madroñero aceptó la solicitud del Padre Sojo para ser ordenado Presbítero. Así,
en menos de dos años, y a los veintitrés de edad, terminó Don Pedro Palacios y
Sojo sus estudios eclesiásticos.

El Padre Sojo nunca aspiró a alcanzar un doctorado en ninguna de las


graves materias que se cursan en la universidad como teología leyes entre otros.
No encarnaba el tipo de persona con espíritus profundamente místicos, amantes
del silencio y la soledad, su temperamento era más emotivo dinámico por
naturaleza hasta impulsivo, pudiendo pensar que era un carácter más de artista
que de religioso.

Su gran legado para con Venezuela fue, fundar la Congregación del


Oratorio de San Felipe de Neri. José Antonio Calcaño le atribuye «la obra más
grande del mundo musical en toda la América de entonces», pues, «más de treinta
compositores y más de ciento cincuenta ejecutantes forman el balance final de sus
actividades. Por esto ocupa el Padre Palacios y Sojo en nuestra historia musical el
alto sitio de un verdadero patriarca del arte». Su contribución a la educación, al
fortalecimiento de la fe cristiana a través del Oratorio y a la difusión de la música,
que era, en verdad, una de sus grandes pasiones.

Es así, como el 28 de abril de 1769 zarpó de La Guaira, rumbo a España,


un buque con sus blancas velas abiertas a la brisa del Caribe. Cosa muy
arriesgada era emprender en aquellos tiempos un viaje hasta el viejo mundo. Los
buquecitos eran pequeños, los naufragios eran frecuentes, y todavía en el siglo
XVIII quedaban algunos corsarios y piratas que capturaban a pasajeros y
tripulantes para exigir elevado rescate por su libertad. El buque zarpó de La
Guaira llevando entre sus pocos pasajeros a un joven sacerdote de 30 años de
edad, ordenado hacía algo más de 6 años.

El Padre Sojo tenía un carácter enérgico, y resuelto; era infatigable en sus


empeños y acostumbraba realizar cabalmente todo lo que emprendía. Pertenecía
a la congregación de San Felipe Neri, orden religiosa que tenía en Europa la
hermosa tradición de cultivar, junto a las disciplinas religiosas, diversas formas de
arte, en especial la música, de la cual era devoto desde su infancia el Padre Sojo.

San Felipe Neri había sido un hombre excepcional en su piedad y en su


cultura, en 1551, fundó su primer Oratorio, en la iglesia de San Girolamo de la
Caritá. Su interés cultural lo llevó a organizar lecturas colectivas de los evangelios,
en las que cada clérigo representaba un personaje, y recitaba las palabras que a
éste asignaba la escritura. Con el tiempo fue introduciéndose la música en estas
lecturas, y en vez de los recitados se escuchaban cantos. Así se originó el género
musical llamado “Oratorio”, nombre que se le aplica, precisamente, por ser ese el
de los conventos de los neristas.

En aquel mismo siglo XVI en que el genio del Renacimiento inventaba a cada
paso nuevas formas de arte, algunos de los más grandes compositores italianos
escribieron Oratorios. Emilio del Cavaliere, Giovanni Carissimi, Alejandro Scarlatti
y Alejandro Stradella figuraron entre los primeros.

Ahora, dos siglos más tarde, seguían los neristas un camino y las casas de
la Congregación estaban llenas de música. Al sumarse el Padre Sojo al cultivo de
este arte, no hacía otra cosa que continuar una tradición de su propia familia, en la
cual había buenos aficionados.

En efecto, se había propuesto fundar en Caracas un Oratorio de su


Congregación. Ya había emprendido gestiones para lograr la autorización
necesaria. Para esto necesitaba una licencia del Rey, que fortuitamente le
gestionó un amigo suyo Don Luis Gerónimo de Ustáriz quien ocupaba una
posición importante en el gobierno de la península. Necesitaba ahora, para
establecer el Oratorio Nerista en Caracas, la aprobación final del Papa,
conseguida El 4 de diciembre de 1769, firmó el Papa Clemente XIV la Bula
necesaria para la fundación de la Congregación caraqueña.

Aproximadamente, en el año 1784 logra el Padre Sojo fundar su anhelada


Academia de Música. Entre los músicos caraqueños escogió el Padre Sojo a Juan
Manuel Olivares para que fuera el organista de San Felipe y el Maestro de la
escuela.

Olivares, contaba unos 24 años, y tenía una sólida preparación en las


varias ramas de la técnica musical. Poseía además, dotes naturales para la
enseñanza y llegó a promover certámenes entre los alumnos que produjeron
considerable estímulo. De esta Academia de San Felipe salieron de allí algunos de
los más grandes músicos que hemos tenido.

EL FIN DE LA ACADEMIA DE MUSICA Y DEL PADRE SOJO

Al anochecer del primero de marzo de 1797, falleció el primer y principal


maestro de la Academia, el músico Juan Manuel Olivares, que contaba con 37
años de edad.

Ha debido ser este un rudo golpe para el Padre Sojo, pues además de la
admirable labor que desempeñaba Olivares al frente de la Academia, sentía el
Padre Sojo un aprecio personal muy alto por el ilustre compositor y a la vez desde
el inicio de la Academia fue también el organista designado de San Felipe.

Al año siguiente se resintió seriamente la salud del Padre Sojo, lo que lo


indujo a firmar el 17 de junio de 1799 su testamento, según el cual legaba a Juan
José Landaeta «el violín y la viola que tiene en su poder», y a Lino Gallardo el
violoncello. Y en las semanas que siguieron fue agravándose el paciente, y falleció
en el mismo año de 1799, probablemente en el mes de Julio. Sus restos fueron
sepultados en la iglesia del Oratorio.

El Padre Sojo había hecho por el arte de Venezuela una obra incomparable
sin paralelo en nuestra historia. La creación de todo ese movimiento, la fundación
de una tradición musical venezolana, el estímulo poderoso para la producción de
partituras imperecederas, fueron la obra principal del Padre Sojo. Ocupa él en la
historia de nuestra cultura uno de los sitios más altos y más llenos de gloria.

Cabe señalar, que no se encontró ningún testimonio de la época colonial en


el que aluda al Padre Sojo como compositor o ejecutante de algún instrumento,
sólo podemos destacar comentarios de personajes históricos que hacen referencia
al Padre Sojo como este tan claro de 1826, de Don Andrés Bello, quien con toda
seguridad habría conocido al Padre Sojo, al mencionar a este en uno de sus
artículos publicados en "el repertorio americano", le llama "fundador de la música
en Venezuela". Y es con este honroso título como ha quedado grabado con
cuanta justicia en los anales de la historia patria el nombre del preclaro sacerdote.
Conclusión.

Tal como lo expresan los musicólogos contemporáneos, la Escuela de


Chacao vino a representar el “Milagro musical venezolano de la época de la
colonia”. Exageraciones pensaran algunos, pero tras realizar una exhaustiva
investigación en la búsqueda de cualquier detalle omitido por la historia que nos
llevara a sumarle valor, la única opción posible, es estar totalmente de acuerdo.

Tras recopilar suficiente información, nos topamos con datos tan curiosos
como el hecho de que la Escuela de Chacao se desarrolló en contemporaneidad
con el movimiento musical de Minas Gerais en Brasil; que sus albores estuvieron
plasmados en las retretas que se celebraban en las primeras haciendas de café
de lo que hoy sabemos es la región capital; he incluso podemos mencionar el
hecho de que sus obras son de carácter eminentemente religioso debido a que,
parte de las reuniones de estudio realizadas, eran en la catedral de Caracas que
para ese tiempo, funcionaba como el centro de los Neristas.

Además la presente investigación nos permitió, empaparnos con la


contraparte que de la lucha de independencia, en la época de la colonia existía, al
punto que nos dejamos sorprender por el profundo talento que emergió de las 3
destacadas generaciones que se formaron gracias al padre Sojo, Juan Manuel
Olivares y las habilidades que los compositores quisieron desarrollar.

Así pues, es importante exaltar la labor de estos notables venezolanos que


lograron con su iniciativa un gran tratamiento de la música en nuestro país, lo cual
no solo se vio marcado por el hecho de ilustrar a músicos y aficionados, sobre las
diferentes escuelas de Europa, que los llevaron a tener la mejor influencia en
cuanto a técnica; sino que también se encargaron de forjar un amor tal por este
arte que llego a conseguir en promedio una treintena de compositores y al menos
ciento cincuenta intérpretes solo para la época de la colonia.

La música para el padre Sojo fue un sueño, que logró volver realidad.
Referencias Bibliográficas.

 Temas de Música Colonial Venezolana. (Biografías, Análisis y


Documentación). Juan Bautista Plaza.

 Revista Musical de Venezuela N° 32-33. Fundación Vicente Emilio Sojo.

 Enciclopedia de la Música en Venezuela. Fundación Bigott. Directores: José


Peñin y Walter Guido.

 Panorama de la Música en Venezuela. Fundarte. Walter Guido.

 Calcaño, J.A. (1980) La Ciudad y su Música (2a. ed.), Caracas: Fundarte.

 González, J. R. (2007). Historia de la Música en Venezuela. Disponible en


http://histmusica.blogspot.com/

 Documento Digital disponible en:


http://mariafsigillo.blogspot.com/2013/07/de-sabana-grande-chacao.html
Anexos
Catedral de Caracas
1770

Pedro Ramón Palacios


Sojo Gil de Arriata.
“El Padre Sojo”
Juan Manuel Olivares.
Director de la Escuela de
Chacao

Haciendas La floresta, San


Felipe y Blandín
(actualmente la Castellana
y el Country Club)

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