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Nuestra breve historia sobre el Libertador Simón Bolívar y su amor por la música, no
comienza sin embargo con él como nuestra figura principal. Para comprender cada nexo en su vida
y su relación con el bello arte de los sonidos debemos ir varias décadas atrás, antes de su nacimiento.
Así, nuestro relato comienza con un buque que zarpó de la Guaira el 28 de abril de 1769 rumbo a
España; buque, que llevaba de entre sus pasajeros, a un joven sacerdote de 30 años de edad,
ordenado como tal algo más de 6 años. Se llamaba Don Pedro Palacios y Sojo, a quien llamamos
ghoy, muy familiarmente, el Padre Sojo. Fue este, hermano de Don Feliciano Palacios y Sojo, quien
a su vez fue abuelo materno de Simón Bolívar.
Nació, un 17 de enero del año 1739, en las cercanías de Guatire, donde se encontraba la
“Hacienda Sojo”. A los diez y seis días de nacido, fue bautizado en la Iglesia de Santa Cruz de
Pacayrigua; sus padres se llamaban Don Feliciano Palacios y Sojo y Doña Isabel Gil de Arratia. La
familia vivía en Caracas y fue de las principales de la capital.
El Padre Sojo, pertenecía a la congregación San Felipe Neri, Orden religiosa que tenía la
hermosa tradición de cultivar junto a las prácticas religiosas, diversas formas del arte, en especial la
música.
Al sumarse el Padre Sojo al cultivo de este arte, no hacía otra cosa que continuar una
tradición de su propia familia, en la cual había buenos aficionados. Se había propuesto el joven
sacerdote, crear y conformar en Caracas un Oratorio de su Congregación; y ese era el principal
motivo de aquel viaje que zarpaba de la Guaira, conseguir la autorización necesaria en la licencia del
Rey.
Fue así, como el Padre Sojo, gracias a los buenos oficios de su amigo, el Marqués de Ustáriz,
logra establecer (conjunto a previa autorización del Papa), el primer Oratorio de Venezuela.
En aquel ambiente lleno de música, creció quien mucho tiempo después encabezaría la
epopeya más grande registrada por la libertad, el Libertador, Simón Bolívar.
En la Escuela de música del Oratorio San Felipe Neri, se formaron diversidad de jóvenes
talentosos en las diversas actividades que el arte demanda, sin embargo y dado el registro histórico
creativo de la época, de entre tantos estudiantes que llegaron a conformar una pequeña Orquesta
Sinfónica y un Coro igualmente sinfónico, quedan los nombres de la primera Escuela de Composición
y Dirección musical, en los archivos repletos de las partituras que hoy, son el acervo musical más
importante de aquella época, y quizás de nuestro continente.
Nombres como Juan Manuel Olivares (quien llegara a ser el primer profesor de música en el
Oratorio), José Ángel Lamas (quien dejó para el legado musical de la época, la partitura más
relevante que se conserva, el “Popule Meus”), Los jóvenes y más contemporáneos al Simón Bolívar,
Militar: Juan José Landaeta, Lino Gallardo. Y quizás, de quien el niño Simón haya escuchado más el
hablar y el hacer música; Don Cayetano Carreño, quien fuera hermano del célebre Don Simón
Rodríguez (el Maestro de Bolívar), y que fuera además padre de entre otros, de Manuel Antonio
Carreño, autor del célebre libro: “Manual de urbanidad y buenas maneras”; quien a su vez fuera
progenitor da la inmortal pianista de renombre internacional, Teresa Carreño.
Era en casa de Don Cayetano Carreño, donde aquel infante que tendría la misión en sus
manos de libertar a gran parte de un continente, recibió las magistrales clases de Don Simón
Rodríguez.
Es aquí donde dividimos la misma historia, ya con el nacimiento del Padre de la Patria, Simón
Bolívar.
Como seguramente se habrá comentado a lo largo de este maravilloso libro y en las varias
emisiones del necesario programa de Radio: “Bolívar Hoy”, nace Simón el 24 de Julio de 1783,
ciertamente había ya un recorrido en las esferas musicales y sociales de la época liderado por su
Tío- abuelo materno, el ya nombrado Padre Sojo, y es este un dato muy importante ya que debemos
recordar que el niño Simón queda huérfano de su padre, Don Juan Vicente Bolívar, cuando apenas
contaba con 3 años de edad. Poco habrá entendido aquel niño de lo que significaría tal pérdida para
su madre, Doña Concepción Palacios de Bolívar y sus 3 hermanos mayores.
Si bien, Simón fue heredero de una gran fortuna, ya que su familia, por el lado de los Bolívar
fueron hacendados, mineros y además dueños de una orgullosa tradición militar; la realidad para
aquel niño, fue crecer bajo la guía de los Palacios y Sojo, donde reinaba la cultura, las artes. Su
madre, Doña Concepción, sabía tocar la flauta con gran arte y notable sensibilidad.
Cuando Simón contaba con apenas 8 años de edad, recibe el segundo golpe emocional,
quizás para él, el primero; su madre, Doña Concepción, fallece el 6 de Julio de 1792. Pasa entonces
el niño a resguardo de su tío Esteban Palacios, sus 2 hermanas son casadas a temprana edad, y
hermano Juan Vicente, pasa bajo tutoría de su tío Juan Félix Palacios, Simón está bajo protección de
Esteban por poco tiempo ya que a este le otorgan un alto cargo en Madrid, por lo que el infante
pasa a manos de su otro tío, Carlos Palacios, con quien el niño no llevaba en buenos términos, es
ahí, cuando Carlos, luego de varios inconvenientes (incluyendo una escapada de Simón a casa de su
hermana María Antonia), que coloca en manos Don Simón Rodríguez (hermano de Don Cayetano
Carreño), la educación de aquel que llegaría a regir los destinos del continente.
Ya siendo Simón, un hombre dispuesto ante una misión de tal envergadura como la de
liberar a las naciones del yugo español, nos encontramos con uno de los grandes misterios de
nuestra historia musical nacional, la que contempla la autoría de nuestro Himno, aquel que el
General, Antonio Guzmán Blanco, decretó como tal en el año 1881 con autoría de los célebres e
inmortales Juan Vicente Salias: Médico, escritor y periodista que fundó la Sociedad Patriótica en la
Caracas de 1810, como Autor de la letra de la también llamada “Canción patriótica”, o, “Caraqueños,
otra época comienza” y Juan José Landaeta, nacido el 10 de marzo de 1780, siendo fusilado por
Boves la noche del 15 de Octubre de 1814 en Cumaná, y de quién se cuenta, ordenó la ejecución
del músico colocando la partitura del posterior himno nacional como vendas en sus ojos.
Sin embargo, a lo largo de los años, las décadas y los siglos, se ha levantado un arduo debate
sobre sí la autoría realmente corresponde a nuestros admirados personajes; esto, dado por las
diferentes partituras que se han rescatado de diferentes archivos, en las cuales otros igualmente
admirados y respetados personajes, se atribuyen tal autoría. La pugna se ha dado en principio
porque cada partitura encontrada, tiene fechas que contradicen a las otras, y anexos de estrofas
que finalmente fueron extirpadas del ya coronado Himno Nacional.
Estos otros autores se han sucedido entre sí por una inequívoca razón, los tiempos
turbulentos de los años de nuestra independencia; siendo también señalado como autor de la letra
a Don Andrés Bello. Quien sin embargo disentía de la propuesta independentista de Bolívar, pero a
quien se concede en las varias estrofas de la canción, desde 1996 y gracias a la investigación del
desaparecido catedrático, Alexis Márquez, el uso de los mismos gerundios que solía utilizar Bello.
Con el tema musical, es más complicado el asunto, ya que, entre las diferentes partituras
encontradas, resaltan 2 nombres además del de Landaeta. El primero a resaltar, es el de su
compañero de estudios e igualmente de celda (Ya que ambos estuvieron encarcelados en las
Bóvedas de la Guaira en 1812 y luego liberados por los Independentistas cuando retomaron Caracas
en 1813), Lino Gallardo. Y es interesante la relación que de uno u otro modo se dio entre ambos
personajes, Landaeta y Gallardo, ya que compartían no sólo la academia, y su afán por la libertad,
sino otras actividades de emprendimiento común, como la “Sociedad de Conciertos”, que si bien
inició Landaeta, Gallardo fue quien llevó a un concepto más práctico, ya que mientras Landaeta
figura como uno de nuestros compositores de mayor énfasis en la música Sacra, Gallardo por su
lado, fue el principal organizador de orquestas de baile, que no podían faltar en las fiestas
caraqueñas.
Landaeta, fue además quién en 1805 tuvo como proyecto fundar una Escuela de primeras
letras para educar a los pardos. Y 3 años después, dirigió con gran éxito la orquesta de la ópera
francesa, actuando en el viejo teatro caraqueño.
Gallardo por su parte, quien nació en Ocumare del Tuy entre 1770 y 1775. Fue amigo
apreciado del Libertador, quien lo protegió siempre. Tuvo Gallardo 2 matrimonios, de los cuales
nacieron tres hijas: Josefa, Eladia y Francisca de Paula; esta última era ahijada de Juan Vicente
Bolívar (hermano de Simón). Luego que Juan Vicente pereció en un naufragio, Simón se hizo
responsable del apadrinamiento de Francisca de Paula. Gallardo murió el 22 de diciembre de 1837.
Sin embargo, el otro nombre que resalta como posible compositor de la música de nuestra
canción patriótica, sea quizás el de mayor relevancia dada la cercanía que muy posiblemente haya
tenido Simón Bolívar desde su niñez. Si, hablamos de Cayetano Carreño.
Resulta que para el año 2007, la Philadelphia Rare Books, subastó por 15.000 dólares una
copia del documento original impreso en 1810 en donde además de ratificar a Don Andrés Bello
como autor de la letra, coloca como autor de la música a Don Cayetano Carreño. El documento
subastado fue impreso por Mateo Gallagher y Jaime Lamb, dueños de la única imprenta en la
Caracas de aquellos turbulentos años.
Una teoría.
Dada la dificultad para definir con un criterio completamente certero la autoría de nuestra
principal canción patriótica, que luego fue determinada como la mayor representación de nuestra
Nación, cabe preguntarse lo siguiente:
1. ¿Qué tal sí la cantidad de estrofas que se han ido encontrando en cada versión, se debe
a que el tema era sólo el estribillo, o coro, al que luego, tal cual, como el caso del canto
de pilón, se le improvisaban cantos, de tal modo que aquel pueblo pudiera, como en el
canto del Mío Cid, expresar lo que se estaba sucediendo en pleno proceso de
independencia?
2. Si esta posibilidad cabe, se explicaría la cantidad de estrofas que luego quedaron ajenas
al ser decretada la canción como Himno Nacional.
3. Por otro lado, el estribillo: “Gloria al bravo pueblo”, coincide con un cántico muy usual
al que las nodrizas acudían para dormir a los bebés, la conocida canción de cuna: Arrorró
mi niño”, a la cual sólo bastaría cambiar la letra por un “Gloria al bravo pueblo” de tal
modo que, por asociación, el tema calara entre la multitud de aquellos tumultuosos
años.
En todo esto, existe de hecho la posibilidad de que el propio Simón Bolívar improvisara
algunas buenas estrofas, y que la diversidad de autores se deba a posibles versiones con
firma profesional de aquellos versados escritores y compositores de la época.
Toda esta relación previa del Libertador, Simón Bolívar, y la gesta musical que llevó a cabo
su tío abuelo, el Padre Sojo, incluyendo el entorno que desarrolló aquella gesta patriótica
entre los músicos y su pueblo para encumbrar como Himno Nacional de Venezuela a la
canción: “Caraqueños, otra época comienza”, ha impulsado a lo largo de estos siglos, el
imaginario de diversos poetas, músicos y artistas de otras manifestaciones en torno a la
figura de Bolívar como prócer.
Pero de entre tantas obras, canciones que desde el propio pueblo despertó la figura del
Libertador, incluso desde la propia época de su gesta, hay una obra que en particular merece
nuestra atención por todo aquello que desde una línea de tiempo pudiera significar; hablo
del Himno a Bolívar, magistral composición realizada con letra del poeta venezolano Felipe
Tejera (1846- 1924) y, música de la incomparable Teresa Carreño (1853- 1917). Si, la nieta
de Don Cayetano Carreño, hermano del Preceptor de Bolívar, Don Simón Rodríguez, y quien
quizás sea autor de la música de nuestro Himno Nacional.
No es difícil imaginar el honor que, para nuestra más internacional pianista, haya
representado el ser comisionada a componer la obra en la conmemoración del primer
centenario del nacimiento del Libertador.
Fue compuesta en 1883, como obra para solista, coro y orquesta, pero se estrenó el 29 de
octubre de 1885, bajo la Dirección de la propia Teresa Carreño.
En 1971, se hizo una primera grabación de este himno, a cargo de la Orquesta Sinfónica de
Venezuela y la Coral Filarmónica, bajo la Dirección del maestro Gonzalo Castellano y la
participación como solista del tenor Rubén Domínguez.
Coro.
Tenor.
De Guaire al Tequendama,
Ha sido así, cómo a lo largo del tiempo, entre compositores académicos y populares, la gloria
del Libertador Simón Bolívar ha sido relatada en cánticos y obras de gran envergadura; entre
estas pudiéramos y por sólo citar:
1. Réquiem in memoriam al Padre de la Patria. Del gran maestro, Don Vicente Emilio Sojo.
2. De Profundis, desolación y gloria, a la memoria de Simón Bolívar. Obra del maestro José
Antonio Calcaño, que fue estrenada en 1968, y con la cual se conmemora desde esa
fecha, el fallecimiento de Simón Bolívar en el Panteón Nacional.
3. La Epopeya de Bolívar. Magistral obra del maestro Aldemaro Romero para la película
homónima.
Y, diversos autores de nuestra música folklórica y popular, como lo han sido y son:
Simón Díaz, Iván Pérez Rossi, Alí Primera, Ricardo Montaner, Reynaldo Armas, Lilia Vera
y muchos más.
Un historiador veraz…
Carlos Reyes.