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Introducción
Las enfermedades infecciosas son la segunda causa de muerte en el mundo y la
primera en los países en vías de desarrollo. A pesar del avance de las terapias
antimicrobianas, quince millones de personas mueren anualmente en el mundo por
esta causa. Su incidencia se ha incrementado por la aparición de nuevos agentes
infecciosos, por el empleo de terapias inmunosupresoras y por la aparición de
resistencia a los antibióticos.
El desarrollo de una enfermedad infecciosa requiere, al menos, tres componentes:
un hospedero susceptible, un patógeno y un microambiente que favorezca la
infección. En este capítulo ilustraremos sus características y las interacciones que
pueden conducir a la manifestación clínica de una enfermedad infecciosa.
Estamos lejos de ganar la lucha contra las infecciones. Si bien es cierto que se ha
logrado la erradicación de la viruela y está pronto a serlo la de la poliomielitis, la
mortalidad por infecciones continúa alta. Aún mueren varios millones de niños cuyas
vidas podrían salvarse con el empleo oportuno de las vacunas existentes.
Conceptos generales
Hospedero: individuo, organismo o célula en el cual otro organismo coexiste o se
replica. El hospedero humano se clasifica según su estado inmunológico en
inmunocompetente, cuando posee mecanismos de defensa funcionales, o
inmunocomprometido, cuando existen defectos inmunológicos que favorecen el
desarrollo de infecciones y enfermedad. En este último grupo se incluyen los
pacientes con inmunodeficiencia por anormalidad genética, adquirida como sida, y
los que reciben quimioterapia, radioterapia o tratamiento prolongado con esteroides.
Patógeno: es todo microorganismo capaz de causar daño en un hospedero. Para
mediados del 2011 se había establecido que hay 1.415 microorganismos infecciosos
patógenos para el hombre de los cuales 217 son virus y priones, y 538 bacterias y
rickettsias. Las características del patógeno y el tipo de hospedero en el cual genera
daño hacen que se diferencien en patógenos primarios, que son los que poseen la
capacidad innata de causar enfermedad en un hospedero inmunocompetente y en
patógenos oportunistas los que solo generan daño en un hospedero
inmunocomprometido.
Patogenicidad: es la capacidad de un agente infeccioso de producir enfermedad,
bien sea por la acción directa del microorganismo o por la respuesta inmune
generada por la interacción con el hospedero.
Virulencia: es la característica inherente al microorganismo que le permite generar
daño o enfermedad en el hospedero y que está controlada por un grupo de genes
que codifican para factores de virulencia agrupados en segmentos génicos
conocidos como “islas de patogenicidad”.
Las bacterias con cápsula rica en polisacáridos resisten la fagocitosis, las que
expresan residuos de ácido siálico evitan que el sistema del complemento sea
activado por la vía alterna. Los Pili de varias bacterias (estructura que facilita la
adherencia a epitelios) tienen como principal componente la pilina, molécula que
cambia su antigenicidad con gran frecuencia para evitar el efecto de los Acs que el
sistema inmune desarrolle contra ella.
Algunos agentes infecciosos poseen una virulencia intrínseca de tal magnitud que
les permite inducir la enfermedad prácticamente en cualquier individuo. A este tipo
corresponden los agentes causales de varias zoonosis, enfermedades infecciosas
de los animales, a las cuales el hombre ha quedado expuesto al domesticarlos.
Algunos mecanismos de patogenicidad de agentes infecciosos
Directo
Difteria
Exotoxinas
Tétano
Colera
Sepsis
Endotoxinas
Meningitis
Fiebre tifoidea
Disentería bacilar
Viruela
Varicela
Efecto citotóxico directo
Hepatitis
Poliomielitis
Sarampión
Indirecta
Glomerulonefritis
Complejos inmunes
Vasculitis
Sífilis secundaria
Fiebre reumática
Auto anticuerpos
Anemia hemolítica
Tuberculosis
Esquistosomiasis
Reacción inmune mediada por células o Ac
Malaria
Ambiente y microambiente
La presión de oxígeno, la disponibilidad de hierro y el pH son factores que
influencian la colonización o no de los microorganismos patógenos en determinados
tejidos. El nivel de oxígeno es un factor limitante en el crecimiento de muchos
microorganismos. La disponibilidad de hierro libre en los mamíferos es variable pero
siempre está por debajo de los niveles requeridos para el crecimiento bacteriano
óptimo.
Este requerimiento ha exigido una adaptación genética en muchas bacterias para
expresar sideróforos que facilitan la captación de hierro. El pH dentro del cuerpo
humano es casi neutro (7.4), pero puede variar entre 1.0 en el estómago y 8.0 en la
orina. La acidez gástrica impide o dificulta la colonización del tracto digestivo inferior
por determinados microorganismos.
Si normalmente se requiere más de un millón de unidades de Vibrio choleare para
producir enfermedad, en presencia de aclorhidria unos pocos cientos pueden ser
suficientes.
Interacción hospedero-patógeno-medio ambiente
Infección: es el ingreso de un agente infeccioso, seguido de su multiplicación dentro
del hospedero. Este agente puede ser bacteria, hongo, parásito, virus o priones.
Después de la infección por un microorganismo, se pueden definir varios estados de
interacción:
Comensalismo, que se define como la interacción con el hospedero sin que se
produzca daño perceptible en este.
Conceptos
Virulencia: es la característica inherente al microorganismo que le permite generar
daño o enfermedad en el hospedero y que está controlada por un grupo de genes
que codifican para factores de virulencia agrupados en segmentos génicos
conocidos como “islas de patogenicidad”.
Adherencia: tiene lugar por la interacción de las adhesinas del germen con los
receptores que para ellos presentan algunas células o tejidos. La presencia de
determinados receptores en diferentes células explica por qué ciertos gérmenes se
ubican en unas partes del organismo y no en otras.
Invasión células y tejidos: algunas bacterias causan enfermedad sin cruzar la
barrera epitelial. Streptococcus pneumoniae se ubica en la luz de los alveolos. Vibrio
cholerae se adhiere al epitelio intestinal pero no lo traspasa y no obstante causa
disentería. Shigella disenteriae invade el epitelio intestinal pero no penetra más lejos.
Por el contrario, Salmonella typhi, no solo traspasa el epitelio, sino que invade los
tejidos, penetra al torrente circulatorio, a los linfáticos y puede colonizar el hígado.
La bacteria responsable del tétano Clostridium tetani, produce una toxina, que, en
individuos no inmunizados, se difunde a los tejidos para llegar a los nervios y por vía
retrógrada, ascender por ellos al cuerpo de las neuronas en donde bloque la
producción de varios inhibidores de neurotransmisores lo que conduce a una
parálisis espástica.
Mecanismos de defensa contra infecciones bacterianas
Inmunidad innata
Barreras: en la piel y mucosas existen diferentes mecanismos de defensa, algunos
de los cuales se mencionaron en los capítulos dos y doce. Los desmosomas,
estructuras que unen entre sí a las células epiteliales, refuerzan las barrearas contra
la entrada de gérmenes. La sequedad de la piel es otro factor que impide la
adherencia y la supervivencia de ciertos gérmenes, su pH bajo, de 5 a 6, es de por sí
bactericida.
PH: en el tracto digestivo cumple un papel muy importante. La gastrectomía o una
aclorhidria franca permiten que unos pocos centenares de gérmenes produzcan una
infección clínica severa como condidiasis esofágica. El pH bajo en la vagina se debe
a los bacilos de Doderlein, que producen ácido láctico a partir de la glucosa
generando un ambiente bactericida.
Hiperosmolaridad: en la orina, es un factor que interfiere con el crecimiento de
muchos gérmenes.
Barrera hematoencefálica: constituye una modalidad especial de defensa física.
Experimentalmente se ha demostrado que la dosis letal mínima de un inóculo
bacteriano introducido directamente en el sistema nervioso central es la millonésima
parte de la dosis letal mínima cuando se aplica por vía intravenosa.
Inflamación: una respuesta fagocitaria adecuada está acompañada por los
mecanismos de inflamación que aseguran el flujo necesario de células y factores
plasmáticos al sitio de agresión. Por lo tanto, una falla en estos mecanismos acarrea
una defensa inadecuada.
Fagocitosis: los PMNs son especialmente activos en la defensa contra Listeria
monocytogenes, microorganismo que tiene la peculiaridad de adherirse a la
superficie de las células de Kupffer en el hígado de donde es removido por los
PMNs. Los Møs, además de destruir muchos microorganismos por el proceso de
fagocitosis, producen varios factores que activan otros mecanismos de defensa.
Sistema del complemento: es indispensable para amplificar la respuesta inmune.
Su papel en la regulación de la fagocitosis es muy importante. El C5a produce
marginación de los granulocitos en los vasos e incrementa la permeabilidad capilar,
fenómenos previos necesarios para su paso a los tejidos.
Proteína C reactiva: Esta proteína se incrementa notoriamente en las primeras 24
horas de la iniciación de un proceso inflamatorio o infeccioso. Estructuralmente tiene
algunas de las características de los Acs y desempeña una función protectora
importante al reaccionar con los polisacáridos de S. pneumoniae y activar el
complemento por la vía clásica antes de que se inicie la producción de Acs
específicos.
Control de la disponibilidad de hierro: la lactoferrina impide que el hierro quede a
disposición de los gérmenes que lo requieren para su multiplicación. La
administración de Fe incrementa la patogenicidad de las bacterias gramnegativas.
Importancia de la flora normal: la flora normal de las mucosas es un factor de
protección contra diversas infecciones por patógenos. El uso de antibióticos de
amplio espectro elimina parte de esta flora, y permite así la proliferación de
gérmenes patógenos como C. albicans, Shigella spp, Salmonella, V. cholerae
Inmunidad adquirida
Inmunidad humoral: se caracteriza por respuestas primarias y secundarias. En la
primaria hay producción de Acs, especialmente de la clase IgM. Aun cuando esta
respuesta requiere varios días para el “aprendizaje” tiene la ventaja de dejar al
organismo completamente inmune contra muchas enfermedades, especialmente las
eruptivas de origen viral, y con la capacidad de responder rápidamente ante una
reinfección. En la respuesta secundaria se produce Acs de otras clases distintas a la
IgM.
Inmunidad celular: las infecciones bacterianas intracelulares como la tuberculosis,
lepra, fiebre tifoidea, brucelosis, neumonía por Legionella y listeriosis son
controladas por los LsT, que directamente o por medio de citoquinas activan a los
Møs para que inicien procesos metabólicos nuevos que destruyen microbios
intracelulares.
Mecanismos de algunas bacterias para evadir la respuesta inmune
Muchas bacterias han desarrollado mecanismos que les permiten burlar los de la
inmunidad innata y adquirida.
Evitar ser reconocidas: Pseudomona aeruginosa altera la estructura del
lipopolisacárido que expresa en su pared para dificultar el ser reconocida por parte
del TLR4 de los Møs.
Producción de moléculas inmunosupresoras: Shigella produce la proteína IpaB y
Salmonella SipB, moléculas que activan la caspasa 1 para desencadenar una serie
de fenómenos que inducen la apoptosis de Møs. Otra proteína inhibe el tráfico de
lisosomas de los fagocitos, para evitar que se fusionen con el fagosoma.
Evitar el ser fagocitadas: Yersinia spp. al hacer contacto con el Mø le inyecta una
proteína, YopH, que bloquea el citoesqueleto evitando la iniciación del proceso
envolvente por el cual los fagocitos forman el fagosoma.
Vivir dentro del fagosoma del Mø pero evitando la fusión de los lisosomas:
Legionela pneumophila inyecta al Mø una proteína que interfiere con la fusión de los
sacos lisosomales. Mycobacterium spp., evita la acidificación dentro del fagosoma al
excluir de la membrana de las ATPasas de protones.
Evitar el desarrollo de un proceso inflamatorio: M. tuberculosis, y S.
typhimurium, inducen la producción de IL-10 que antagoniza las citoquinas
proinflamatorias, y frenan la expresión de moléculas HLA-II con lo cual disminuye la
presentación de Ags.
Emplear moléculas de adherencia: Yersinia spp., expresa una molécula que le
permite adherirse a una de las integrinas y hacer uso de la conexión que esta tiene
con el citoesqueleto de las células M de las placas de Peyer del intestino, para poder
ingresar a ellas.
Ingresar a las células dendríticas por medio de lectinas y no de receptores
Toll: M. tuberculosis se adhiere a la lectina SIGN de las DCs e inicia una vía de
señalización favorable a su supervivencia en estas células.
Producción de moléculas especiales: Shigella flexneri, un patógeno intestinal
responsable de una forma de disentería bacteriana que causa más de un millón de
muertes al año, expresa en su membrana un polisacárido que la defiende de los
péptidos antimicrobianos secretados por las células de Paneth de las criptas del
intestino.
Producción de superantígenos: bacterias como Staphylococcus aureus,
Streptococcus pyogenes y Mycoplasma arthritidis producen toxinas que actúan como
superantígenos. Estos se unen al TCR y a la molécula HLA por la parte lateral, y al
hacerlo activan no solo al LT que tiene el receptor específico para alguno de los Ags
comunes en estas bacterias, sino, además, un 5 a un 20% de los LsT son activados
por los superantígenos lo que puede conducir a un choque tóxico por producción
masiva de citoquinas proinflamatorias.
Producción de moléculas especiales: Shigella flexneri, un patógeno intestinal
responsable de una forma de disentería bacteriana que causa más de un millón de
muertes al año, expresa en su membrana un polisacárido que la defiende de los
péptidos antimicrobianos secretados por las células de Paneth de las criptas del
intestino.
Infecciones bacterianas con características especiales.
Lepra
M. leprae es un germen poco patógeno, con un período de replicación lento, que se
mide en días, contra el cual la mayoría de los individuos expuestos, responden con
una inmunidad celular adecuada.
Hay una clara susceptibilidad genética a sufrir la enfermedad. Los genes que se
relacionan con una mayor susceptibilidad son PAEK2, PARG y LAT, así como
algunos loci HLA-B, HLA-C y HLA-DRB1. Más de noventa anormalidades en los
genes CCD122, C13, C31, NOD2, TNFSF15 y RIPK2, se asocian con la
enfermedad.
El bacilo tiene un tropismo especial por las zonas del organismo con temperatura
más baja y los tejidos derivados del ectodermo como la piel, los nervios periféricos y
la mucosa nasal.
De acuerdo con la respuesta inmune del hospedero, se genera un amplio espectro
de formas clínicas. Si la respuesta inmune es moderada, se desarrolla una forma
tuberculoide con producción moderada de Acs, daño dérmico discreto y granulomas
bien organizados. Estos pacientes presentan una reacción cutánea marcada a la
lepromina. Si la respuesta inmune es deficiente se desarrolla la forma lepromatosa,
en la cual no se observan granulomas ni células gigantes, hay pocos Ls y muchos
Møs repletos de bacilos. La reacción de la lepromina es negativa. Entre estas formas
extremas se presentan varias intermedias, mixtas o con predominio de forma
tuberculoide o lepromatosa.
El daño neurológico es ocasionado principalmente por la agresión desmielinizante de
a las células de Schwann, dentro de las cuales puede multiplicarse la micobacteria.
El eritema nodoso que suele presentarse en el curso de la enfermedad es producido
por depósitos de complejos inmunes. En la lepra lepromatosa pueden detectarse
millones de gérmenes por gramo de tejido y bacteriemias tan marcadas como de 106
por mililitro de sangre.
Los pacientes con lepra lepromatosa y en menor grado los con la forma tuberculoide,
sufren una deficiencia de la inmunidad celular. La deficiencia es específica, ya que
dichos pacientes no son especialmente susceptibles a otras infecciones ni al
desarrollo de tumores.
Durante el curso de la enfermedad pueden ocurrir dos tipos de reacciones con
características inmunológicas especiales:
La primera es reacción inversa, propia de pacientes con lepra lepromatosa, en la
cual hay una rápida y brusca reactivación de la inmunidad celular, por lo cual las
lesiones cutáneas se hacen eritematosas y edemas hay una notoria destrucción
de acúmulos de gérmenes.
Generalidades
La tuberculosis es una infección crónica, que en la mayoría de los casos afecta solo
a los pulmones. Es producida por Mycobacterium tuberculosis, Mtb. La infección se
adquiere vía aérea por medio de gotas pequeñas de saliva y mucus bronquial, que
los enfermos expulsan con la tos y dentro de las cuales la micobacteria puede
permanecer viable por varias horas.
En la fisiopatología de la enfermedad interactúan factores del patógeno y del
hospedero. En la defensa contra la TB participan la inmunidad innata y la adquirida.
Estas evitan la diseminación, pero no son suficientemente eficaces para eliminar la
infección. En un gran número de personas, el bacilo desarrolla formas latentes que
sobreviven por años, sin que se conozca aún el mecanismo molecular de este
proceso.
Etiología
El bacilo: el género Mycobacterium incluye especies patógenas, oportunistas y no
patógenas. Todas ellas frenan la fagocitosis porque evitan la producción de las
citoquinas IL-12, TNF, e IFNγ, que normalmente la estimulan. Mtb hace parte de un
complejo que incluye seis especies muy semejantes entre sí, una de las cuales M.
bovis, produce ocasionalmente enfermedad extrapulmonar en el humano.
El hospedero: la mayoría de los humanos son resistentes a la TB. Existe un
componente poligénico de susceptibilidad a sufrir la enfermedad. Niños con defectos
en los genes que codifican para receptores para el IFNγ o para la IL-12 son más
susceptibles a sufrir la enfermedad. Algunos alelos de los loci HLA-DRB1 y HLA-
DQB1 son factores de riesgo. El gene SLC11A1, ubicado fuera del MHC participa en
una mayor susceptibilidad a sufrir la enfermedad.
Respuesta inmune contra la TB
Generalidades
Los virus son segmentos de ácido nucleico envueltos en una cápsula de proteína o
lipoproteína, que tienen la capacidad de penetrar a células del hospedero para
secuestrar su maquinaria de generar progenie. Dependen siempre de la célula que
invaden para fuente de energía, materia prima y síntesis proteica. Tienen una
estructura simétrica, con un núcleo de ADN o ARN, enzimas como polimerasa y
transcriptasa reversa, una cápsula proteica y algunos, tienen una cobertura lipídica
que les permiten salir de la célula en donde se replican. Son agentes infecciosos
cuyo genoma posee menos de 300 genes, en algunos casos sólo tres.
Al infectar un organismo pueden producir enfermedad aguda, crónica, lenta o bien
pasar desapercibidos.
El sistema inmune puede desactivarlos, destruirlos, convivir con ellos o ignorarlos. A
su vez, ellos pueden atacar al sistema inmune y alterar su función o destruir sus
células. Contra la infección viral se puede generar inmunidad transitoria, permanente
o una que le permita al virus entrar en un estado de latencia, del cual puede
reactivarse semanas, meses o años más tarde.
La infección viral puede acarrear la lisis de la célula en la cual se replica (virus de la
poliomielitis), persistir, (virus de la hepatitis B y Epstein-Barr), quedar inactivo por
épocas, (herpes), inducir transformación maligna, (hepatitis B, Epstein-Barr).
Los virus carecen de medios de locomoción, pero se propagan con gran rapidez
haciendo uso de las células del hospedero a las cuales penetran por endocitosis o
por medio de caveolas. Para ingresar a las células que infectan, usan diferentes
receptores.
Los virus pueden entrar al organismo a través de la piel, por escoriaciones, heridas o
picaduras de insectos vectores; por contacto con las mucosas como conjuntivas,
árbol respiratorio, digestivo y genitourinario.
Respuesta inmune contra el virus
Defensa innata
Se inicia casi de inmediato y aun cuando rara vez logra controlar totalmente la
infección, si disminuye su ritmo de replicación e induce la iniciación de la respuesta
inmune específica.
Las defensinas protegen contra varios virus que intenten penetrar a través de
membranas.
Los PMNs, Mons, DCs, NKs alertan contra la presencia de un virus e inician el
ataque contra ellos. Las NKs son especialmente útiles porque contienen la infección
viral hasta cuando los LsB y LsT sean alertados, sirviendo de puente entre las
respuestas inmunes innata y adquirida.
Los PAMPs virales son reconocidos por PRRs presentes en la membrana de las
células y en sus endosomas.
La defensa contra virus se basa principalmente en la acción de los IFNs
mencionados, citoquinas de la inmunidad innata que actúan sobre las células
infectadas y crean un ambiente antiviral en las células vecinas a las infectadas. Las
infecciones virales activan más de 300 genes, varios de los cuales codifican para
IFNs, pero se ignora la actividad de la mayoría de los otros genes.
Inmunidad adquirida
Inmunidad celular: los LsT no reconocen virus libres, pero sí péptidos virales de 10
a 20 aminoácidos que les sean presentados mediante moléculas HLA-I, y al
reconocerlos inducen la producción de IFNs y TNF que interfieren con su replicación
e incrementan el reclutamiento de Møs, activan los LsB para que produzcan Acs
contra el virus y estimulan la actividad citotóxica de los LsTCD8 contra las células
infectadas por ellos.
Inmunidad humoral: los LsB por medio de Acs pueden reconocer tanto al virus
libres como a los Ags que se expresan en la membrana de células infectadas. Los
Acs pueden bloquear la unión de partículas virales a las células, impedir que las
infecten e interrumpir su propagación.
Memoria inmunológica
La respuesta contra una infección viral genera Ls de memoria tanto B como T. La
respuesta antiviral por LsT es de corta duración, semanas, pero la generación de
LsT de memoria asegura una respuesta pronta y eficaz ante un reingreso del mismo
virus.
En la mayoría de las infecciones virales la respuesta de LsB persiste por años y
genera igualmente células de memoria que aseguran una respuesta masiva ante el
reingreso del mismo virus, mecanismo que explica la resistencia inmune permanente
que ocurre contra algunos virus como polio, viruela y sarampión.
Inmunologia de las infecciones virales
En casi toda infección viral hay cierto grado de daño tisular que, afortunadamente en
la mayoría de los casos, es moderado y pasajero.
Infecciones agudas
Infecciones rápidas: pertenecen a este tipo las producidas por los virus del
resfriado común (rinovirus). El virus es eliminado por el sistema inmune del
hospedero.
Infecciones sistémicas: son las producidas por los virus responsables de las más
frecuentes infecciones de la niñez, como varicela, sarampión, paperas y rubéola.
Suelen generar resistencia inmune de por vida.
Infecciones virales persistentes: estas pueden ser:
B. Crónicas: son las que después de una fase aguda de infección pueden persistir
sin causar enfermedad visible, como ocurre con el virus de la hepatitis B en
portadores sanos.
C. Infección crónica y neoplasia: después de años de una infección persistente la
célula infectada sufre transformación maligna.
Virus de Epstein-Barr: Es uno de los virus más exitosos que produce una
importante variedad de afecciones. Logra infectar al 90% de los humanos y
permanece en ellos durante toda la vida. Produce desde una enfermedad febril,
benigna y pasajera como es la mononucleosis infecciosa, hasta procesos
malignos como linfomas no Hodgkin y algunas formas de leucemias de LsB. Se
asocia al carcinoma nasofaríngeo y al linfoma de Burkitt.
Virus del papiloma: varias cepas de este virus son responsables del desarrollo
del cáncer del cuello uterino. Su aislamiento permitió el desarrollo de una vacuna
ya en uso comercial.
Generalidades
La respuesta inmune es diferente según el hongo que debe atacar. Así algunos solo
son capaces de inducir enfermedad en individuos inmunocomprometidos y se les
conoce como hongos oportunistas; otros, por el contrario, pueden producir
enfermedad en individuos sanos inmunocompetentes y se les conoce como hongos
patógenos.
Inmunopatología
Por vía aérea ingresan al organismo los agentes responsables de la histoplasmosis,
blastomicosis, coccidioidomicosis y para coccidioidomicosis, los cuales suelen iniciar
infecciones pulmonares, que en la mayoría de los casos y en personas
inmunocompetentes, son controladas rápidamente. Otros hongos comunes en el
medio pueden generar infección en individuos inmunocomprometidos, como son
zigomicosis, aspergilosis y criptococosis, micosis éstas de gran severidad. A través
de heridas o microtraumas pueden ingresar ciertos agentes como los causantes de
la esporotricosis, la cromoblastomicosis y los micetomas.
Algunas especies del género Candida se encuentran normalmente como
comensales de las mucosas, pero como oportunistas, pueden producir infecciones
localizadas en piel y mucosas o sistémicas si el estado inmune del hospedero se ve
comprometido.
Respuesta inmune
Inmunidad innata: es responsable del control de la mayoría de los hongos con los
cuales estamos en contacto Para evitar que nos causan infecciones. En ella
participan sus distintos componentes.
La piel: los dermatofitos no suelen invadir células vivas, de ahí su predilección por
las células queratinizadas de la piel.
Los PMNs constituyen la primera línea de defensa contra Aspergillus, Candida y
Rhizopus. Al fagocitarlos, inician procesos que frenan el crecimiento del hongo,
como: generación de radicales tóxicos y producción de IL-12 que induce inmunidad
por LTh1.
Møs residentes: pueden destruir Aspergillus, Candida y Rhizopus. Constituyen la
primera línea de defensa contra Aspergillus a nivel pulmonar. Son permisivos para
hongos dimórficos como H. capsulatum, Coccidiodes immitis y P. brasiliensis. Si son
activados por LsT pueden destruir a este último hongo.
NKs: destruyen estructuras celulares de hongos como Cryptococcus neoformans y
C. immitis. Además, producen citoquinas como IFNγ, IL-12 e IL- 18, que activan a los
Møs facilitando su función antimicótica.
Células dendríticas, (DCs): fagocita A. fumigatus, C. albicans, C. neoformans, H.
capsulatum, y Malassezia furfur, y migran a los ganglios linfáticos para establecer
contacto con los LsT.
Complemento: en términos generales, las deficiencias del complemento no se
acompañan de infecciones por hongos.
Escapar de la fagocitosis.