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Las micosis, son causa de morbilidad y mortalidad en el ser humano. Algunas infecciones
micóticas van a ser endémicas, ya que los hongos que están presentes en el ambiente y las
esporas de estos logran entrar en los seres humanos. Otras infecciones reciben el nombre de
oportunistas, ya que los hongos producen una enfermedad leve en las personas sanas, pero
pueden llegar a infectar y provocar cuando hay debilitación del sistema inmune.
Los neutrófilos y macrófagos son los mediadores principales en la inmunidad innata antimicótica.
Es por eso mismo, que aquellas personas que padecen neutropenia, son susceptibles a infecciones
micóticas oportunistas.
Las células dendríticas y los fagocitos distinguen a los hongos mediante el TLR y las dectinas.
Entonces, los neutrófilos posiblemente liberan sustancias microbicidad y fagocitan a los hongos
para la lisis intracelular.
Los Cryptococcus neoformans tienen cepas virulentas que inhiben la producción de citosinas por
los macrófagos, y estimulan la producción de interleucina 10, con lo cual inhiben la activación del
macrófago.
El Histoplasma capsulatum, vive en los macrófagos y es eliminado por estos mismos mediante
mecanismos celulares eficaces en contra de bacterias intracelulares. Los linfocitos T CD4+ y CD8+
contribuyen en la eliminación de levaduras de C. neoformans. Hay hongos extracelulares que
desencadenan respuestas TH17, estas están dirigidas por la unión de glucanos micóticos a la
dectina 1, dando lugar a la producción de citocinas inductoras de TH17 en las células dendríticas.
Los linfocitos TH17 estimulan la inflamación, y los neutrófilos y monocitos destruyen a los hongos.
Las infecciones por Candida suelen iniciar en superficies mucosas y la inmunidad celular impide la
propagación de los hongos en los tejidos. Las respuestas TH1 protegen de las infecciones micóticas
intracelulares, pero estas respuestas pueden ocasionar inflamación granulomatosa. Además, los
hongos también generan respuestas de anticuerpos específicos con valor protector.
Casi todos los parásitos tienen ciclos vitales complejos, algunos tienen lugar en el ser humano u
otros vertebrados, y el resto depende de anfitriones intermedios como de moscas o garrapatas.
Con respecto a estos últimos, es muy común infectarnos a través de picaduras de anfitriones
intermedios infectados o compartiendo un hábitat determinado con estos. Por ejemplo, el
paludismo (que afecta a más de 100 millones de personas en todo el mundo y responsable de 1 a
2 millones de muertes anuales) y la tripanosomiasis se transmiten por picaduras de insectos,
mientras que la esquistosomiasis es por la exposición a aguas donde viven caracoles infectados.
Mayormente las infecciones parasitarias son crónicas gracias a la debilidad de las defensas
inmunitarias innatas contra ellas y la capacidad de los parásitos para evitar o resistirse a la
eliminación por las respuestas inmunitarias adaptativas. Sumado a esto, varios antibióticos
antiparasitarios no erradican eficazmente estos microorganismos.
Aunque se ha demostrado que hay muchos protozoos y helmintos que activan distintos
mecanismos de la inmunidad innata, usualmente estos organismos logran sobrevivir y se replican
en sus anfitriones gracias a su capacidad para superar estas defensas. Es por esto que la respuesta
inmunitaria innata más importante frente a los protozoos es la fagocitosis, aunque de todas
formas varios de estos resisten esto e incluso se replican en el interior de los macrófagos.
Algunos protozoos expresan moléculas de superficie que reconocen los TLR y activan los fagocitos.
Las especies de Plasmodium, Toxoplasma gondii y las especies de Cryptosporidium expresan
lípidos glucosil fosfatidilinositol que pueden activar el TLR2 y el TLR4. Los fagocitos también
pueden atacar a los parásitos helmintos y secretar sustancias microbicidas para matar a los que
son muy grandes para ser fagocitados. Aún así, muchos helmintos tienen cubiertas gruesas que los
hacen resistentes a los mecanismos citocídicos de los neutrófilos y los macrófagos y son muy
grandes como para ser ingeridos por los fagocitos. Algunos helmintos activan la vía alternativa del
complemento, aunque los parásitos que se recuperan de anfitriones infectados parecen haber
adquirido una resistencia a la lisis producida por el complemento.
Hay protozoos que una vez dentro de los fagocitos tienen la capacidad de lisar estas células luego
de que se han reproducido dentro de ellas. Esto estimula la respuesta de los CTL específicos.
- Mientras permanecen en los anfitriones, los parásitos se van haciendo resistentes a los
mecanismos de inmunidad. Por ejemplo, las larvas de los esquistosomas, viajan a los pulmones del
individuo afectado, en donde fabrican un tegumento resistente a la acción del complemento y de
los CTL, durante su migración; la base bioquímica de este cambio es desconocida.
- Los protozoos se pueden esconder del sistema inmune, viviendo dentro de las células del
anfitrión o mediante la elaboración de quistes que se resisten a los efectores inmunes. Algunos
helmintos se ubican en las luces intestinales y están al abrigo de los mecanismos efectores
inmunitarios celulares. Así mismo, los parásitos pueden perder sus cubiertas antigénicas, ya sea
espontáneamente o después de unirse a anticuerpos específicos. Los parásitos se vuelven
resistentes a los ataques mediados por anticuerpos. Por ejemplo, el Entamoeba histolytica es un
protozoo que pierde antígenos y se puede convertir en una forma quística en la luz del intestino
grueso.
- Son múltiples los mecanismos mediante el cual los parásitos inhiben a las respuestas
inmunitarias del anfitrión. Tal es el caso de la esquistosomiasis grave con afectación de hígado y
bazo, y las infecciones por filarias, en esto se detalla anergia de los linfocitos T ante los antígenos
parasitarios. Hay algunos parásitos, como la Leishmania, que estimulan la aparición de linfocitos T
reguladores, estos suprimen la respuesta inmunitaria y permiten la persistencia del parásito. En el
paludismo y la tripanosomiasis africana hay inmunodepresión menos específica y generalizada,
debido a la síntesis de citocinas inmunosupresoras por los macrófagos activados y los linfocitos T.