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gramatical II.
En la primer clase se planteó el tema a trabajar durante el año, morfología, para luego
repasar lo dado el año anterior en la materia para observarlo desde un punto de vista
morfológico. Para todo esto se trabajó con el primer enunciado del texto “La pelota” de
Felisberto Hernández.
La pelota
Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una
casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a
cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía
comprármela, y que no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y
desde la puerta de la casita -pronto para correr- yo le volví a pedir que me comprara la
pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo
salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar
trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho
fastidio. Jamás esa pelota seria como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba
puntadas, me decía que no podía comprar la otra y que no había más remedio que
conformarse con ésta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo seria más linda; era
eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi como ella la redondeaba,
tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a
encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la
sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era
una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle
dado las más furiosas "patadas' me encontré con que la pelota hacía movimientos por su
cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un
poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían
pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y
corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después
resolvía dar dos o tres vueltas más. En una de las veces que le pegué con todas mis
fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa.
Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que
aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la
pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento.
Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y
a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a
comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes comíamos
dulce de membrillo). En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota
tan tranquila que me tentó y quise pegarle una "patada" bien en el medio y bien fuerte;
para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela
me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En el almacén no quise mirar la
otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos
comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había
quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí
ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado
encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la
encontré más ridícula que nunca; había quedado chata como una torta. Al principio me
hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que
hacia al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si
fuera una rueda.
Nexo subordinante.
Pasar:
Número César
Modo
Aspecto
de sujeto explícito (por ejemplo, Sale humo, Pasan coches) o la de objeto directo
clases: por ejemplo, el significado «costar» expresado por la raíz cost puede
aparecer en palabras que son verbos (como costaba, costó, etc.), o sustantivos
ERAE y César Hernández Alonso; todo esto con el propósito de mostrar las
ALONSO.
Singular:
1era persona:
3era persona:
Plural.
utilizara la R para raíz, la C para característica y D para desinencia. Cada vez que la
Modo indicativo.
Cantó Cantas
R C D R C D
Cantais Cantan
R C D R C D
Canta
R C D
Pretérito imperfecto.
Cantaba Cantaban
R C D R C D
Cantabas Cantábamos
R C D R C D
Modo imperativo.
R C D R C D R C D
Cantamos Cantasteis Cantaron
R C D R C D R C D
Clase III,
Se realizó un repaso de los conceptos dados la clase anterior para luego desarrollar el
concepto de solecismo.
Clase IV.
adelante, afectan a la raíz verbal. Son pocos los casos en que estos cambios de la raíz
proceden de la lengua latina. Así, en parte, los perfectos fuertes. En su conjunto, las
irregularidades son resultado de la acción de las leyes fonéticas sobre el sistema entero
cerrada, pero del mismo timbre, que la vocal la raíz, tal como esta raíz aparece en el
infinitivo. (…)
simultáneamente…”
SER S/oy Se extrae por la base
Er/a
Fu/i
identifican.
IR Fui
Iré
Voy, van
Clase V.
Emilio Alarcos y la advertencia del Esbozo de la Real Academia Española, para luego
“Al publicarse en 1973, la gramática redactada por los académicos don Samuel
Gili Gaya y don Salvador Fernández Ramírez apareció con el título de Esbozo
de una nueva gramática de la lengua española. Aunque la Academia había
pretendido remozar la tradición gramatical poniéndola de acuerdo con las
doctrinas lingüísticas modernas, no se atrevió a presentar la obra sino como
«mero anticipo provisional», temerosa de que las novedades fueran mal
recibidas. Confundiendo la teoría con la práctica, manifestó que «este simple
proyecto» carecía de «validez normativa». La Academia esperaba que, tras el
estudio de las enmiendas y adiciones que se propusieran a la Comisión de
Gramática, se podría fijar el texto definitivo. Los años transcurridos han
demostrado la dificultad del empeño y el optimismo de tal creencia. La
necesidad de contar con una gramática académica indujo a la Comisión
Administrativa, en 1981, a confiar a un solo académico el encargo de
transformar el Esbozo en texto definitivo. Previamente me había propuesto su
redacción el entonces director don Dámaso Alonso. Tardé años en aceptar el
compromiso, solo después de haberme asegurado de tener libertad en mi
cometido y de no estar obligado a la mera refundición del Esbozo. Convencido
de que la gramática debía ajustarse a los conocimientos lingüísticos
contemporáneos, me negaba, empero, a que el texto se convirtiera en tratado
teórico en detrimento de las exigencias didácticas y normativas. Dámaso Alonso
se mostró de acuerdo con estos puntos de vista. Comencé a trabajar en el
proyecto a principios de 1985. Mi propósito consistía en exponer los rasgos de la
gramática del español que se descubren en los actos orales y escritos de los
usuarios de la lengua en este siglo XX. Hoy día concurren normas cultas
diversas en los vastos territorios donde se practica el español como lengua
materna. Ya no es posible sostener, como un siglo atrás hacía Leopoldo Alas,
que los peninsulares somos los amos del idioma; más bien, según propugnaba
don Ramón Menéndez Pidal, debemos 18 GRAMÁTICA DE LA LENGUA
ESPAÑOLA ser solo sus servidores. Se comprende y hasta se justifica que cada
uno encuentre más eficaz y precisa la norma idiomática a cuya sombra ha nacido
y se ha formado; pero ello no implica rechazo o condena de otras normas tan
respetables como la propia. La Academia, con mutaciones varias a lo largo de
sus casi tres siglos de vida, ha defendido criterios de corrección basados en el
uso de los varones más doctos, según decía Nebrija. El redactor ha procurado la
imparcialidad en los casos de conflictos normativos, si bien se reflejan a veces
sus preferencias personales. La tendencia normativa, desde los mismos orígenes
de la gramática, la hemos heredado todos, incluso los afectados de ligero
latitudinarismo. Toda gramática termina, o empieza, por ser normativa. Y, al
cumplir con el compromiso contraído, también esta gramática aconseja normas,
siempre, eso sí, sin espíritu dogmático. Se han descrito los hechos según un hilo
conductor consecuente, y se ha ordenado la materia con una orientación
metodológica que el enterado reconocerá como funcionalista. Se ha pugnado por
mantener el equilibrio entre esas exigencias y el logro de un texto lo más claro y
sencillo posible. Se han omitido las discusiones teóricas, aunque se intente que
entre líneas se trasluzca el fundamento científico de lo expuesto. Se ha
procurado que la actitud normativa no borrara la rigurosa descripción de los
hechos y que esta no ocultase, desarrollada en demasía, la claridad de la norma y
el propósito didáctico. Por ello se evita al máximo la complicación
terminológica. Sin lugar a dudas una gramática es un tratado en que se discuten
y establecen ordenadamente ciertos hechos, para lo cual es requisito
indispensable manejar una mínima nomenclatura. Pero los hechos (en nuestro
caso, los datos gramaticales) son como son y no los afecta el nombre con que los
reconozcamos. Que juzguemos, por ejemplo, incorrecto decir o escribir este área
(en vez de esta área) no depende de que este y esta se designen como
«pronombres» o «adjetivos», como «determinantes», «demostrativos» o
«deícticos»: en todo caso, eso está mal dicho. Una gramática es, pues, normativa
con independencia de que sus normas queden envueltas por fuerza en este o
aquel excipiente metalingüístico. Ya no sería gramática el resultado de reducir la
exposición de los hechos a un seco repertorio de usos correctos e incorrectos, sin
dar ninguna explicación, como el viejísimo Appendix Probi. Y ya sabemos los
hablantes neolatinos el brillante éxito práctico de los esfuerzos normativos del
Pseudoprobo: casi todo lo que condenaba ha triunfado en los romances.
Conviene así que el normativismo se forre de escéptica cautela. En el orden
jerárquico interno de la gramática, primero viene la descripción de los hechos;
de su peso y medida se desprenderá la norma, siempre provisional y a merced
del uso. Siendo imposible la descripción sin ayuda de una nomenclatura, se ha
preferido utilizar vocabulario poco técnico cuando no hay riesgo de imprecisión,
PRÓLOGO 19 aceptando las acuñaciones tradicionales inequívocas, y solo por
excepción se recurre a términos nuevos, que de todas maneras no ofrecerán
dificultad a cualquier bachiller, avezado ya a los enrevesados textos de EGB y
BUP hasta ahora vigentes. Por lo demás, nadie que no haya pasado por esas
horcas caudinas de la enseñanza obligatoria tendrá la rara ocurrencia de
consultar una gramática: ningún hablante ingenuo, consciente de hablar y de
entenderse con los vecinos, se plantea nunca semejantes dudas. Si la sabiduría
popular asegura que «cada maestrillo tiene su librillo», en ningún dominio del
conocimiento se revela ese adagio con más eficacia que en el de la gramática.
No cabe el mínimo acuerdo teórico entre gramáticos, y por algo fueron
equiparados con los fariseos hace dos mil años. Así pues, y con el precedente de
lo acaecido con el Esbozo, era de esperar, y de desear, la decisión adoptada en la
Comisión de Gramática de la RAE tras haber considerado el nuevo texto. Por
supuesto, la Academia no ha tenido ni tiene un criterio corporativo único
respecto de las cuestiones teóricas gramaticales; pero ni siquiera la opinión
particular de cada uno de sus miembros podría acomodarse con facilidad a
consentimiento armónico. Como no era cosa de discutir punto por punto lo que
en el texto se dice, ni cómo se dice, con ánimo de lograr una versión aceptable
para todos (que probablemente se reduciría a conservar el esqueleto de los
ejemplos, ya que su interpretación es susceptible de infinitas variaciones), no
quedaba otro remedio que acogerse a la solución opuesta: mantener el texto tal
cual y declararlo de la exclusiva incumbencia del redactor. De este modo, se
deslindaban las áreas respectivas: la de la Academia y la del autor. De una parte,
la Academia se abstiene de pronunciarse en cuestiones de método (actitud
razonable, puesto que el fin de la Academia es fijar normas del uso, pero no las
de la especulación teórica de la lingüística), y de otra, el autor permanece en
libertad para defender sus puntos de vista teóricos, sin por ello abandonar la
intención normativa y didáctica con que concibió esta obra. La gramática que se
presenta se divide en tres partes análogas a las del Esbozo. La primera expone la
fonología del español de forma escueta; pensando en la escasa atención que a
estas cuestiones dedica el hablante interesado por su lengua, se ha buscado
concisión y el mínimo de tecnicismo compatible con el rigor. Se presentan las
dos normas más comunes del sistema fonológico de hoy: la del sistema
centronorteño peninsular y la del americano o atlántico, y se señalan las
variantes más aceptadas. Aunque hay referencias a la relación entre fonemas y
grafemas, los aspectos ortográficos de la lengua se han dejado para el opúsculo
que publica la Academia. La segunda parte se corresponde en principio con la
morfología; se despliega aquí el inventario de las unidades gramaticales del
español, pero, por comodidad de la exposición, se adelantan aspectos que son
propiamente sintácticos. En fin, la tercera 20 GRAMÁTICA DE LA LENGUA
ESPAÑOLA parte enfoca la sintaxis como descripción de la estructura de los
enunciados y del papel que en ellos desempeñan las unidades morfológicas
inventariadas. Debemos insistir en que no por ceñirnos a las pautas del
funcionalismo en la descripción del uso de la lengua española, se emplea una
terminología especial. Hemos apuntado que la lectura no exige demasiada
familiaridad con la ciencia lingüística ni con sus múltiples jergas. El entendido,
en cambio, quizá echará de menos un rigor más severo. La difícil búsqueda de
equilibrio entre la relativa claridad y la exactitud de la exposición habrá
fracasado a veces, y puede que el texto peque de alguna opacidad o alguna
inconsecuencia. Este es el riesgo de la empresa acometida. No hay gramática
perfecta. La transparencia se consigue solo a costa de simplificación. Aquí se ha
hecho lo que se ha podido para no caer ni en la oscuridad ni en la inexactitud.
Por eso —y creyendo que la gramática es un río anónimo en que vierten sus
aguas tantos afluentes— no se ha añadido bibliografía alguna. El lector
insatisfecho, y con afanes científicos, podrá acudir a otras fuentes, como la
nueva edición refundida y aumentada de los Estudios de gramática funcional del
español, que aparecerá no tardando bajo los auspicios habituales de Gredos.
Agradezco sus observaciones a los académicos de la Comisión de Gramática,
señores García Yebra, Lapesa Melgar, Lázaro Carreter, Lorenzo Criado,
Rodríguez Adrados, Salvador Caja, Seco Raymundo y Zamora Vicente.
Aceptadas o no en este texto, debo aclarar que en todo caso lo que se afirma es
de mi personal y exclusiva responsabilidad. Por último, he de reconocer la
intervención varia y asidua, y en algunos capítulos muy directa, de Josefina
Martínez Álvarez. Como es de casa, y no es preciso andarse con remilgos
gratulatorios anglosajones, lo digo solo para que conste donde pueda producir
los efectos oportunos.
Morfológico. Funcional.
Concepto de oración: unidad del habla con Concepto de oración: un tipo especial de
sentido completo en sí misma. enunciado que consta de un verbo
conjugado.
Verbo: núcleo del predicado. Cuando las Verbo: núcleo oracional.
oraciones lo posean funcionan como
núcleo.
Análisis de la degradada:
Actividad.
Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que veía
a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no
podía comprarla, y que no la cargoseara; después me amenazó con
pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita- pronto para correr-
yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y
cuando ella se levantó de la máquina donde cocía, yo salí corriendo.
B=C pelota= OD
Que2: Pronombre relativo, tiene dos funciones: nexo subordinante (relacionante según
A.M.R Y M.M de R) y O.D.
Palabra que desempeña doble función al igual que los verboide (infinitivo, gerundio,
participio) pero con una diferencia: relacionante y verboide.
Nexo
subordinante
<donde cosía>>
Donde
Volví a pedir
Poder
Soler
ASPECTO MORFOLÓGICO.
Verbo Regular/irregular N° Persona Tiempo Modo Aspecto.
Juan es médico
Dos propiedades:
Léxica:
Uso de sinónimos. __ __ __
Gramatical:
Terminaciones verbales
Y: extraoracional: 3
Intraoracional: 1
El hombre salió al patio y contempló inexpresivamente al
Doble función:
PPS.
Perfectivo.
3era conjugación
Verbo irregular.
Núcleo de la oración.
Intransitivo.
Voz activa.
Predicativo.
Texto II.
En esta instancia del año se trabajó con el cuento “Lennon” de Galeano para
iniciar con el siguiente autor, Harold Weinrich. Antes de comenzar con este análisis, se
aprecian los enunciados, oraciones y subordinadas desde la perspectiva de Emilio
Alarcos.
Nueva York
1980
Una camisa, colgada en una azotea, pega manotazos. Se queja el viento. A los rugidos y
chillidos de la ciudad se une el alarido de una sirena que corre por las calles. En este
sucio día ha caído asesinado John Lennon, fundador de música, en una esquina de
Manhattan.
[( Se queja el viento.) ]
militar>)].
Rugidos
Verbos segundo párrafo: quería, aceptaba, estaba, va, viene (metáfora temporal).
Matar
Cantando
Luego de analizar los verbos y verboides se aprecia que dentro del texto predomina el
mundo de la narración.
Pega.
peg a
Quería.
Quer ía
Corre.
Corr e
Acep aba.
Ha caído.
h/a caído