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Sabrina del Castillo. 3°Prof. de literatura. Teoría literaria III. CeRP-Litoral.

Informe de lectura. Teoría del lenguaje literario. Yvancos. Capítulo X.


Teoría literaria III. Sabrina del Castillo.

En las primeras líneas del capítulo X de “Teoría del lenguaje literario” de


Pozuelo Ivancos se establece una definición de narratología y su alcance,
diferenciándola de otras ramas que se encargan de estudiar la lengua, esta es la ciencia
general del relato, teniendo como objeto de estudios los relatos, elemento que no solo se
muestra en la literatura en formato cuento o novela, sino que se desarrolla en otras
ramas como el cine, el teatro, el mito e incluso, en la vida cotidiana, en una
conversación, provocando que el estudio del relato, al ser un fenómeno multigenérico,
sea una ardua tarea.

Dentro del discurso narratológico se genera una distinción entre lo que es


“historia” y “discurso”, estos dos elementos forman parte del relato, siendo los pilares
por los cuales se encuentra constituido. La historia es el acontecimiento que renace cada
vez que alguien lo evoca, según M. Bal esta se encuentra “inserta en un espacio y
causada y/o sufrida por actores”, renaciendo siempre en forma de discurso, el discurso
ordena la realidad, es la “actividad” de contar y el modo en el que se hace. Estos dos
elementos, para existir como tal, necesitan del otro, la historia necesita un discurso que
la organice y sustente, mientras que, para que exista discurso, es necesario que este
tenga una historia, un acontecimiento que pueda traer a la vida. La historia y el relato
son debidamente apreciados a partir del formalismo ruso, siendo estos los teorizadores
de varios elementos de la narración, especialmente de la mano de Tomachevski quien
motiva una nueva constitución de la ciencia del relato, distingue entre otros
componentes que lo constituyen tales como la trama y el argumento. La trama sigue un
cierto orden lógico teniendo en cuenta los hechos y su aparición cronológica en la obra;
mientras que el argumento sigue el orden dispuesto en la obra, siguiendo los hechos
como son dispuestos por el autor, sin tener en cuenta su cronología.

Por otro lado, se destaca al discurso como una organización convencional que se
propone como verdadera, el receptor, al encontrarse con una historia, toma su verdad,
separándola de su realidad, esto es lo que se denomina un pacto narrativo, la novela,
cuento, etc. es tomada como una verdad, una situación diferente a la realidad fuera del
texto pero igualmente válida para el lector, al mismo tiempo que respeta las condiciones

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de Enunciación-Recepción que se encuentran en el texto. Esta separación de la realidad


presente en el texto y la que se encuentra exterior a él también es plasmada al mencionar
al narrador (quien enuncia la historia) y al autor (quien da el libro), mostrándose
también en la separación entre el papel de los receptores que actúan como lectores y los
receptores que se encuentran inmersos en la obra. Existe una necesidad de distinguir y
separar el autor y el narrador, así como al lector y narratario. El narrador y narratario
pertenecen al relato, es decir, no se identifican con la identidad real y vital del autor y
lector. A su vez, se generan otras distinciones, por parte de algunos teóricos, que
destacan la presencia de elementos tales como el autor-lector real (no afectan la forma
textual, se definen como “quien existe”, teniendo un papel externo), autor implícito no
representado- lector implícito no representado (este autor es una imagen construida por
el lector, es un ideal; el lector es igualmente un ideal, es el que el texto necesita para su
existencia) y autor implícito representado- lector implícito representado (se encuentran
dentro de lo narratológico, el autor difiere del narrador, es quien se hace responsable de
lo dicho en el texto, en cuanto al lector este es el tú al que al texto está dirigido) .

Por otro lado, y haciendo hincapié en la figura del narrador, se puede observar
que este representa la figura central de la teoría del relato. “Narrar es administrar el
tiempo, elegir una óptica, optar por una modalidad (diálogo, narración pura,
descripción)”, narrar es realizar una construcción de un cierto discurso. El narrador y la
narración, por su naturaleza, han sido catalogados como el mayor problema del relato ya
que son los elementos que condicionan la organización de la historia. Se problematiza
en torno al tema incursionando en aspectos tales como: la focalización, la voz, modo o
tipo de discurso, relación con el tiempo, entre otros que se desarrollarán a continuación.

Al centrarnos en una historia, ya sea de larga a corta extensión, siempre se tiene


una cierta percepción de lo que se cuenta, una cierta postura, esta postura es lo que se
denomina aspecto o focalización, es un reflejo entre un “él” (historia) y un “yo”
(discurso). El denominado foco de la narración o “punto de vista” son las diversas
maneras de abordar un mismo hecho, tomando distintas distancias con él, visualizando
un hecho desde la perspectiva de, por ejemplo, distintos personajes, haciendo que la
historia cobre distintos matices y el lector recibe más de una “versión” de lo acontecido.
Existen, dependiendo de la posición que se tome, distintas focalizaciones y distintos
conceptos dependiendo del autor, Genette destaca tres: relato no focalizado o

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focalización cero, focalización interna (fija, variable o múltiple), focalización externa


(se observa los personajes desde afuera)

Otra problemática que se puede visualizar es la voz o niveles narrativos,


partiendo de la pregunta “¿quién dice? se ha diferenciado y separado la persona
gramatical de la voz narrativa, tomándola como dos elementos distintos ya que,
mientras la persona gramatical son tres (yo, tú, él), la voz narrativa se muestra de forma
dual (yo-no, yo) clasificándose, según Genette en relato homodiegético (el narrador
forma parte de la historia) y heterodiegético (el narrador no forma parte de la historia),
es así que ante la voz narrativa se pueden tomar dos posiciones, desde fuera o dentro,
determinando si se habla de la experiencia propia o sobre un “él”. La voz, por otra parte,
se encuentra “ajena” al factor tiempo, no depende de él, presentándose narraciones tales
como: ulterior (tiempo pasado con respecto a la voz), anterior (relato predictivo),
simultánea (relato en presente simultáneo a la acción) e intercalada (entre los momentos
de la acción).

Dentro de la mismo relato pueden existir diversas historias que pueden


encontrarse conectadas o no, teniendo diferentes narradores, es así como en un relato
pueden establecerse cambios de narradores y de situación narrativa. Según los distintos
niveles propuestos por Genette, un relato puede tener un nivel extradiegético (comienza
el relato con el acto narrativo productor del mismo), intradiegético (relato que nace
dentro del relato extradiegético), metadiegético (subordinado y dependiente del relato
que le da origen).

Los relatos han sido, y son, un elemento por el cual los teóricos se han ocupado,
desentrañando la variedad de elementos que lo componen, observando que, fuera de
toda simplicidad, este mantiene relaciones, establece diversos niveles dentro de sí que lo
componen y los diferencian. Dentro de un mismo relato se presentan distintas voces y
enfoques que enriquecen la historia y le brindan diversas perspectivas al lector. Siendo
la historia igualmente enriquecida ya que es visualizada por distintos focos, contada de
diversas maneras. El discurso, anteriormente mencionado, el cómo se relata un hecho es
el elemento, el puente por el cual la historia es transmitida al lector, puente que se
encuentra repleto de elementos que “jugarán” con el lector, llevándolo a tantos caminos
y perspectivas como es posible.

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