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Estratificación Social

Sonia Ruiz Pérez

Introducción.
En todas las sociedades humanas y muchas sociedades animales se exhiben formas de
clasificación de sus componentes. A través de estas clasificaciones se pueden distinguir
diferencias entre las capacidades o características individuales y, en especial, aquellas que
aluden a la posición social de las personas. También debemos diferenciar entre
desigualdades que no implican orden de jerarquía y aquellas que sí lo hacen. En la sociedad
encontramos diferenciación social cuando se trata de posiciones diferentes pero de nivel o
jerarquía equivalente y estratificación social que se basa en la reputación o la riqueza y se
expresa en un orden jerarquizado de status sociales.

Entonces, cuando nos referimos a estratificación social, utilizamos este concepto para
describir las desigualdades que existen entre los individuos y los grupos dentro de las
sociedades humanas. Esto implica que los individuos y grupos, según sea su posición dentro
de la estructura estratificada, cuentan con un acceso desigual a los derechos y a las
recompensas.

Se puede afirmar que patrones que suelen repetirse en los sistemas estratificados: que la
clasificación aplica a categorías comunes de personas que comparten una característica
común, sin que necesariamente haya una interacción o identificación de unos con otros, es
decir que las experiencias y las oportunidades que se presentan en la vida de las personas
dependen mucho de la categoría social a la que ellas pertenezcan y que los estratos que
determinan las diferentes categorías sociales tienden a cambiar muy lentamente a lo largo
del tiempo.
Concepto.
El concepto de estratificación es un concepto universal que tiene como común
denominador la desigualdad y donde la ordenación social establece los parámetros que
regirán las relaciones entre categorías de individuos considerados superiores con otras
categorías definidas como inferiores. El concepto de estratificación social es también un
concepto dinámico ya que cada sociedad desarrolla un modelo de estratificación
compatible con sus necesidades y lo va modificando para acomodar sus nuevas realidades.

Por estas razones cuando estudiamos los diferentes sistemas que las sociedades utilizan o
han utilizado para determinar las posiciones relativas de sus miembros encontraremos que
hay grandes variaciones en cuanto al grado de desigualdad, a los criterios que se usan para
adjudicar el poder y los privilegios y a las oportunidades de cambiar de posición dentro del
sistema. También encontraremos que hay muchas formas de estratificación social, entre ellas
la más familiar para nosotros, el sistema de clases sociales.

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Teorías sobre estratificación social.
Las teorías sobre la estratificación social se basan principalmente en los trabajos de Marx y
Weber. Para el primero el concepto de clase social está ligado a las relaciones de
producción, en tanto que para el segundo, la estratificación no sólo tenía que ver con la
clase, sino con el estatus y el poder. Autores como Goldthorpe hablaron sobre la
importancia de la ocupación en la estratificación social, que reinterpretó el concepto
weberiano de situación de mercado hacia una situación laboral.

Cuando el concepto de estratificación social trata de asentarse en la práctica de la


investigación con datos cuantitativos, pero surgen problemas en lo que respecta a la
decisión de qué escala asumir a la hora de tratar de medir un concepto atravesado por
dimensiones tan diferentes.

Aún en las sociedades más homogéneas o menos diferenciadas encontramos que algunas
posiciones tienen más prestigio que otras. Sin embargo cuando hablamos de sociedades no
estratificadas o igualitarias nos referimos a sociedades donde los criterios de diferenciación
social están basados en características adscritas y universales como el sexo y la edad. La definición
clásica de estas sociedades lleva a afirmar que existen tantas posiciones de prestigio en cada
grupo de edad y sexo como individuos en situación de ocuparlas. Cuando nos referimos a
este modelo debemos indicar que corresponde a las sociedades de cazadores y recolectores
donde todas las personas tienen el mismo acceso a los recursos básicos para su
subsistencia y donde será posible adquirir el prestigio individual de ser el mejor o la mejor
cazador o recolectora o llegar a convertirse en líder, tanto sea por la destreza para
descubrir los mejores cotos de caza o por la sabiduría obtenida por la edad y la experiencia.

En el paso de las sociedades que las lleva a transformarse de cazadoras y recolectoras a sociedades
productoras de alimentos a consecuencia del avance tecnológico conocido como la revolución
agrícola, este cambio tiene por requisito necesario que las sociedades se establezcan en
forma sedentaria formando comunidades de horticultores que ocupan un territorio
definido y delimitado. En un principio, estas comunidades siguen siendo sociedades
indiferenciadas en que el principio económico sigue siendo la reciprocidad y donde la
división del trabajo está determinada principalmente por el sexo o la edad. La división del
trabajo por sexos no se establece sobre las diferencias cualitativas de cada tarea sino como
estrategia cooperativa para el bienestar de la unidad social. Así encontraremos muchas de las
posiciones especializadas como alfarero o losera, tejedora o tejedor, dueños o dueñas de los
rebaños, chamán, meica o parte del grupo de líderes.

Con el crecimiento poblacional, la expansión territorial y el aumento en complejidad


tecnológica van volviendo necesario que algunas personas dediquen cada vez más cantidad
de su tiempo de trabajo a tareas asociadas con el mantenimiento de la ley y el orden en la
comunidad y a la redistribución de los productos. Al mismo tiempo se van desarrollando
especializaciones laborales que sirven de base para un nuevo ordenamiento dentro y entre
las comunidades. La jerarquización en rangos ordena la desigualdad de acuerdo al valor
relativo asignado a cada posición. Las posiciones asociadas con el gobierno y el control
social ocupan los rangos privilegiados. La jefatura incluye la obligación de redistribuir
equitativamente los bienes producidos y da a su incumbente la oportunidad de adquirir
prestigio moral. El prestigio del rango social no está asociado al poder económico de los
individuos, por el contrario la comunidad elabora mecanismos reguladores que impidan la
acumulación de bienes como consecuencia de la posición social del redistribuidor.
Mecanismos como el sistema de cargos cívico religiosos en mesoamérica y las regiones
andinas, el consumo festivo de cerdos en Melanesia, llenaban de orgullo y prestigio a las
familias gobernantes al mismo tiempo que las empobrecían.
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Tecnologías de Producción.
En la medida que las comunidades de subsistencia van desarrollando tecnologías de producción
y herramientas más eficientes (rueda, carretón, arado) se hace posible la acumulación de
excedentes agrícolas y el desarrollo de productos artesanales para intercambiar con otras
comunidades. Algunas sociedades optan por la expansión territorial para acomodar el
excedente de población asociado con dicha bonanza, o establecen relaciones asimétricas
como en el caso de algunas tribus de pastores en África que sometían a servidumbre a
sociedades de horticultores quienes les proveían productos agrícolas y a las cuales
consideraban inferiores.

Las élites gobernantes elaboran métodos de apropiación no sólo de los bienes de consumo
sino de la capacidad de trabajo de grupos especializados como artesanos y sacerdotes. El
control del conocimiento y los sistemas de irrigación, la privatización de la tierra y los trabajos
forzados convierten al gobernante en el supremo receptor de bienes y servicios, a la vez que
en el dador de regalos. La redistribución igualitaria da paso a un sistema económico dirigido
a enriquecer las arcas y expandir el patrimonio de la élite gobernante estableciéndose así las
bases para la sociedad estamental. Los estamentos diferenciados de nobles y plebeyos se
asocian en la mayoría de las sociedades con el acceso diferencial a la propiedad de la tierra;
en otras, con las diferencias entre hijos o asociados de los dioses y los seres humanos
comunes y corrientes. Las posiciones de prestigio se heredan, son adscritas, lo mismo que las
posiciones relativas de los que no tienen nada más que su capacidad de trabajo. Por otra
parte la opresión y el discrimen hacia grupos étnicos cuyas formas de subsistencia o características
raciales son consideradas inferiores acentúan la estratificación étnica. Tanto en los
imperios Romano o Incáico, como en la Europa feudal el trabajo de producir está en manos
de siervoso esclavos, el control social e ideológico por los especialistas mágico religiosos
que en algunas sociedades dan sanción divina al poder político y el control coercitiva recae
en un estamento militar que se encarga de suprimir por la fuerza cualquier intento de
rebeldía de los menos privilegiados. En Europa Central la sociedad estamental asociada al
feudalismo, verá acelerada su destrucción cuando las huestes empobrecidas de los
caballeros feudales retornen del Oriente donde no sólo han descubierto los placeres de la
seda, las especias y los baños aromáticos, sino también han aprendido que no necesitan
estar adscritos al feudo para definir su posición dentro de la sociedad. La caída del
feudalismo y la pérdida del poder económico de la nobleza la dejarán reducida a una
categoría de prestigio social. El auge de las ciudades y el fortalecimiento de los gremios o
guildes al final del medioevo, sentarán las bases para el enriquecimiento de la burguesía y
proveerán la materia prima para el surgimiento del proletariado y el afianzamiento de un
nuevo sistema de estratificación social definido ya no sólo en el prestigio sino alrededor de
la adjudicación diferencial del poder. Esta vez entenderemos poder como la capacidad de
control sobre los recursos naturales y humanos, la tecnología y el capital para la
producción, la manipulación y la destrucción de estos recursos y la toma de decisiones que
afectan a la sociedad.

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