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Nuestro Código de Comercio no define el concepto de naufragio por lo que deberemos

acudir al Diccionario de la Real Academia Española de la lengua para poder concluir con
precisión que naufragio es la pérdida de un buque en la mar.

En cuanto a su naturaleza, es considerada como avería particular o simple en el Código de


Comercio, según el cual:

Artículo 853º.- Responsabilidad individual por pérdidas o desmejoras


Las perdidas o desmejoras que sufran el buque y su cargamento a consecuencia del
naufragio (o encalladura), serán individualmente de cuenta de los dueños,
perteneciéndoles en la misma proporción los resto que se salven.
No obstante, se puede revestir en algún caso el carácter de avería gruesa, asi como medida
necesaria para cortar un incendio en puerto, rada, ensenada o bahía, o si se acuerda de
echar a pique algún buque, esta pérdida será considerada avería gruesa, a la que
contribuirán los buques salvados.

Las consecuencias de este accidente sólo pueden ser las siguientes: 1.º Pérdida o
desaparición total del buque o de la carga. 2.º Salvamento de restos de la nave o del
cargamento. 3.º Salvamento del buque, con daños o sin ellos, mediante el reflotamiento de
la nave, (no de unos restos), o de la carga.
Los objetos salvados del naufragio quedarán especialmente afectos al pago de los gastos
del respectivo salvamento y su importe deberá ser satisfecho por los dueños de aquellos
antes de entregárselos y con preferencia a otra cualquiera obligación si las mercaderías se
vendiesen.

Artículo 854º.- Naufragio ocasionado por dolo o culpa


Si el naufragio o encalladura procedieren de malicia, descuido o impericia del
capitán, o porque el buque salió a la mar no hallándose suficientemente reparado y
pertrechado; el naviero o los cargadores podrán pedir al capitán la indemnización
de los perjuicios causados al buque o al cargamento por el siniestro, conforme a lo
dispuesto en los artículos 623º, 625º, 627º y 634º.
Si medio malicia, se trataría de dolo penal; estaríamos por tanto ante un naufragio
delictivo, y habría lugar a exigir no sólo indemnización sino la responsabilidad criminal
que procediera. Si, por el contrario, el naufragio se debe a descuido o impericia, salvo que
uno u otra fuesen tan graves que llegaran a constituir “culpa penal”, el siniestro no será
más que un supuesto de responsabilidad extracontractual.

El Código de Comercio solamente menciona como hipotético culpable al capitán del


buque. Y es lo cierto que el “descuido” o la “impericia” pueden corresponder al piloto u
otro cualquier individuo de la dotación, pues, si la culpa de éstos puede dar lugar a un
abordaje también puede provocar una encalladura y un naufragio.

Es lo cierto, sin embargo, que la culpa del accidente no tiene por qué recaer siempre y en
todo caso sobre el capitán, sino que puede alcanzar igualmente al naviero, a sus
empleados de tierra e incluso a terceros, si de un modo u otro hubieran sido los causantes
de que el buque se hiciese a la mar sin estar debidamente acondicionado para la
navegación. En tal hipótesis debieran ser estos, y no el capitán del buque, los obligados a
indemnizar.

Ahora bien, como de los actos del Capitán frente a terceros, responde el naviero, sin
perjuicio de las acciones que le correspondan a este sobre el culpable para resarcirse de
estas responsabilidades y cuantos perjuicios haya sufrido a consecuencia del siniestro, los
cargadores tendrán el derecho de poder reclamar los perjuicios que hayan sufrido frente al
porteador marítimo, salvo que por este se pueda acreditar que el naufragio se ha
producido por fuerza mayor.

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