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Averías de Buques

Juan F. Aarón Britto

Luis A. Alquichire Rojas

Juan A. Castro Carbonell

Andrés F. Castro Peñata

Omar Cabarcas

Universidad del Atlántico

Derecho Marítimo

27/09/2021
AVERIAS DE BUQUES

Es posible, según Durán y Bas (1999), que la palabra avería se derive del italiano avaria,
derecho que paga una nave a la entrada de un puerto, palabra que se extendió y avanzó
después a los conceptos antes indicados. La importancia comercial y marítima de las
ciudades italianas en aquella época es una prueba más que robustece este punto de vista.

La avería es el conjunto de diversos accidentes y daños que pueden presentarse en el


ejercicio de la navegación marítima y, a su vez, es hecho generador de responsabilidades
por parte de los sujetos involucrados y de las instituciones que los regulan. Una excepción
más amplia la expone Arroyo (2017) al manifestar que:

La avería hace referencia al daño parcial, distinto de la pérdida total.


Originariamente la noción de avería se contrapone a la de pérdida, porque el
objeto dañado es susceptible de reparación, y el perdido, no. La evolución
posterior ha ido borrando la distinción hasta poder afirmar que, en el terreno
práctico, se utiliza el concepto de avería o daño total, quedando relegada la noción
de avería hasta identificarse con el daño parcial (p. 426).

Es decir, que la palabra avería debe entenderse desde el contexto en que se utiliza, pues su
significancia en un texto jurídico puede diferenciarse si se utiliza en un contexto práctico-
material.

Ahora bien, el fenómeno de la avería, según la naturaleza, características y elementos de las


diferentes situaciones que se valoran en los litigios, arrojan una clasificación que permite
determinar los roles y responsabilidades de las partes involucradas. En esta categoría de
accidentes marítimos se encuentran las averías gruesas o común y las averías particulares o
simples. El origen de la avería común está unida al derecho marítimo desde los tiempos del
digesto, en esos tiempos, la “echazón” o lo que sería hoy en día Avería gruesa, es el acto
que deliberadamente el capitán recurre de arrojar mercancía al mar para salvar al buque y
con ello a la tripulación (Arroyo, 2017).
Cada una de las partes, integradas los exportadores o consignatarios cuyas cargas fueron
descargadas de manera segura, además tendrían que aportar monetariamente una parte
(basada en una colaboración o porcentaje) a las piezas dañadas, que puede ser el dueño del
buque, el exportadores o consignatarios cuyas mercancías se arrojaron o dañaron en el
proceso de preservación de la estabilidad del barco y / o tripulación.

Por lo que cabe imaginar un barco lleno de carga y por alguna razón de siniestro marítimo o
evento desafortunado durante el trayecto:

• Se incendió algo a bordo


• Queda atrapado el barco en una fuerte tormenta y parte de la carga a bordo se
desplazó y desestabilizó el buque
• Cualquier situación peligrosa que amenace la vida en él causada por circunstancias
naturales o no naturales.

Un ejemplo sencillo es el propuesto por Abel Fleitas Díaz & Cia:

Digamos, por ejemplo, que el barco es un barco portacontenedores y hay 100


contenedores a bordo de 100 clientes – Uno de los contenedores se incendió a
bordo y se extendió a otros 9 contenedores y los 10 contenedores tuvieron que
arrojarse por la borda para salvar el resto de los contenedores y la flotabilidad del
buque; En total se salvan 90 contenedores, el barco y la tripulación (2018).

AVERÍAS GRUESAS O COMUNES


La avería en sí misma, consiste en el acto voluntario que ejerce el capitán, en un estado
necesidad y de urgencia manifiesta, cuando decide arrojar mercancía al mar para salvar el
buque; en el derecho romano se conocía como Lex Rhodia de Jactum. Hoy en día, el
concepto, tanto a nivel teórico y jurídico conserva su esencia, es decir que, en suma, es un
mecanismo jurídico mediante el que los sacrificios, que constituyen daños y gastos,
derivados de los actos del capitán, en beneficio común de los componentes de la aventura,
se distribuyen entre ellos.

La avería común, se puede afirmar que esta ocurre cuando se ha hecho o contraído,
intencionada y razonablemente, cualquier sacrificio o gasto extraordinario para la seguridad
común, con el objeto de preservar de un peligro las propiedades comprometidas en la
aventura marítima (esto según la regla A de York y Amberes)

Características Generales De La Institución

De la definición de la Regla A de York y Amberes se extraen los elementos esenciales de la


avería gruesa, sin los cuales, el acto no nace a la vida jurídica o simplemente se genera un
acto distinto.

Dichos elementos son los siguientes: 1. Que exista voluntariedad en la ejecución del acto
(el acto tiene que ser VOLUNTARIO); 2. Que el sacrificio o los gastos que se realicen
tengan por finalidad la protección común de los intereses de la aventura marítima; 3. El
sacrificio o gasto tendrá como fin evadir un peligro; 4. El gasto o sacrificio debe ser
razonable; 5. Debe ser extraordinario; y 6. Debe haber un resultado útil.

AVERIA SIMPLE O PARTICULAR

Esta debe ser entendida como los gastos o perjuicios que se causan en el buque o en su
cargamento que no se produjere de forma deliberada y que no haya representado beneficio
u utilidad alguna a todos los autorizados en el buque y su carga. Así mismo, que tampoco
afecte a todos los interesados en el riesgo o cargamento. Por ejemplo, pueden ser; los daños
al buque y/o carga producto de una varadura, abordaje, incendio, roturas de cargamento y
derrames, entre otros, los que constituyen los casos más usuales de cobertura del seguro,
que representan un margen muy pequeño de la cantidad de averías simples que se pueden
presentar en altamar.

La legislación nacional contempla este concepto específicamente en el artículo 1529 del


Código de Comercio; dice que Son averías simples o particulares los daños o pérdidas de
que sean objeto la nave o la carga, por fuerza mayor o caso fortuito, por vicio propio o por
hechos de terceros, y los gastos extraordinarios e imprevistos efectuados en beneficio
exclusivo de una u otra. Así mismo en el artículo 1530 de la misma exégesis se establece
que el propietario de la cosa que dio lugar al gasto o recibió el daño, soportará la avería
simple o particular.

La importancia en diferenciar entre avería general y avería simple no obedece a un simple


capricho de la doctrina, pues, aunque similares a simple vista, las dos figuras generan
efectos jurídicos y económicos completamente distintos los cuales afectan a los distintos
actores o elementos involucrados en la expedición marítima, determinando así si el daño o
gasto tendrá que ser soportado solo por quien lo sufrió, o si por el contrario deberá haber
una contribución común para reparar el perjuicio que sufrieron unos, para preservar la
seguridad de otros.

En cuanto a la legislación aplicable para las averías, se debe mencionar que en principio,
tanto para avería simple como para avería común, “se aplicará la ley del puerto donde
termina definitivamente la aventura”.

No obstante, lo anterior, en la mayoría de las jurisdicciones incluyendo la colombiana,


existe la posibilidad por medio de la libertad contractual de transformar la situación anterior
pactando las reglas a aplicar, lo cual será válido salvo en aquellos acuerdos en los que se
pretenda modificar normas imperativas.

LIQUIDACIÓN DE AVERÍAS

En el contexto marítimo, la liquidación de averías es un proceso que consta de varias etapas


y se lleva a cabo con el propósito de determinar el valor final de las averías gruesas, o
comunes, que han tenido lugar en un buque de carga. Asimismo, se busca establecer el
importe que debe abonarse a causa de los gastos extraordinarios o daños que hayan sufrido
las mercancías o el buque. En muchos casos, el concepto de “avería” se asume como
sinónimo de “siniestro”.

Por lo general, la primera etapa en la liquidación de averías es una descripción sucinta de


las circunstancias que llevaron a la avería gruesa, entendida como una decisión razonable y
voluntaria del capitán de sacrificar cargamento o el buque ante un peligro inevitable en pro
de la salvación o de un interés común, situación que debe dar un resultado útil. Después de
esto, se efectúa una clasificación. A continuación, se determina quiénes conforman la masa
acreedora y quiénes la masa deudora para establecer el importe de contribución. El
menoscabo del buque se valora a partir del coste de su reparación o de acuerdo con su valor
previo al siniestro. El daño al cargamento se determina según su precio real.
La persona que lleva a cabo este proceso es el liquidador de averías, quien se encarga de
hacer un informe en el que indica el origen del siniestro, la clasificación del incidente según
la cobertura del seguro o el importe de los daños, entre otros elementos. En la liquidación
de averías, no se tienen en cuenta las averías simples o particulares. El responsable de
asumir su importe es el dueño de aquello que haya generado el daño o el gasto
extraordinario. Si así lo convienen las partes, en lugar de realizarla a través de la vía
judicial, la liquidación puede ser extrajudicial o privada.

Normativa Aplicable

Teniendo en cuenta la normativa aplicable, será perentorio remitirse a lo preceptuado en el


artículo 352 de las reglas york y Amberes de 1994 que establece que el armador cuenta
además con un derecho de retención en el cual este puede retener las mercancías
transportadas, a bordo o en tierra. Así mismo, la liquidación privada, reglamentada por el
artículo 353 de las reglas york y Amberes, deja claro que esta carece de fuerza de
obligatoriedad para las partes, lo que los lleva a procesos judiciales. Lo anterior debe estar
sujeto a lo pactado en el título que lo origina.

BIBLIOGRAFÍA

1. Arroyo, I. Compendio de Derecho Marítimo (6a. ed.). Madrid: Difusora Larousse -


Editorial Tecnos, 2018. p.
https://elibro-net.uniatlantico.basesdedatosezproxy.com/es/ereader/uatlantico/
123109?page=4
2. Pulido Begines, J. L. Curso de derecho de la navegación marítima. Madrid:
Difusora Larousse - Editorial Tecnos, 2015. p. https://elibro-
net.uniatlantico.basesdedatosezproxy.com/es/ereader/uatlantico/115292?page=1
3. Rodríguez, J. Diccionario marítimo. Buenos Aires, Argentina: Valletta Ediciones,
2011. p. https://elibro-net.uniatlantico.basesdedatosezproxy.com/es/ereader/
uatlantico/66823?page=1

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