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La Subjetividad en El Lenguaje
La Subjetividad en El Lenguaje
LA SUBJETIVIDAD EN EL LENGUAJE
C´est dans et par le langage que l´homme se constitue comme sujet; parce
que le langage seul fonde en réalité, dans sa réalité
qui est celle de l´être, le concept d´ “ego”1.
Émile Benveniste Problèmes de linguistique générale1
1. LA MODALIDAD
En esta investigación comparto el supuesto de que la modalidad constituye un tipo de
evaluación que identifica grados de certeza en los textos especializados. De ese modo, la
evaluación se convierte en un aspecto clave en el estudio de los textos. La modalidad
constituye, pues, un componente esencial del discurso la definen como un término amplio
que refiere a la expresión de la actitud del hablante (o el escritor) acerca de entidades o de
proposiciones, y puede vincularse a los grados de certeza, a la obligación, o al carácter
deseable de un conjunto de valores. Esta concepción tan amplia de la modalidad ha llevado
a que, por un lado, haya sido definida con distintos alcances y de distintas perspectivas y
por otro, a que en muchos casos estas definiciones tan abarcadoras han carecido de la
especificidad necesaria para que se constituyan en conceptos operativos para el análisis
lingüístico de los textos.
1
“Es en el lenguaje, y por él que el hombre se constituye como sujeto; porque en realidad sólo el lenguaje
funda, en su realidad que es la del ser, el concepto de ´ego`”. (Traducción de Susana Sirven)
2
el uso de ciertos pronombres personales y la ausencia de otros, el uso de pasiva sin agente
y otras expresiones impersonales. Estos autores han extendido el valor de mitigación a otro
tipo de construcciones verbales, más allá de verbos en primera persona del singular.
Profundizaré esta cuestión al exponer el marco teórico y en el capítulo 5 de esta tesis.
Ahora bien, la subjetividad no debe ser entendida aquí como asociada a la categoría
gramatical o sintáctica de sujeto, sino como una categoría que se ocupa de la expresión del
hablante, su perspectiva o punto de vista en el discurso (Finnegan 1995). Y
fundamentalmente de los efectos lingüísticos que la inmersión del sujeto o hablante
provoca en el discurso.
Finnegan distingue tres áreas que han sido focalizadas en los estudios sobre la subjetividad
en el lenguaje:
La expresión, por parte del hablante, del afecto hacia las proposiciones contenidas
en las emisiones.
Los dos índices importantes para la caracterización son tanto la intelectualidad como la
afectividad de las manifestaciones lingüísticas. Los dos índices en cuestión se entrecruzan
o predomina uno sobre el otro. (TCLP 1: 14).
Las referencias a las funciones emotiva y expresiva del lenguaje en oposición a las
referencial, conativa, etc. fueron inicialmente estudiadas por Bühler (1934) y reformuladas
por Jakobson (1960), Lyons (1977), entre otros.
4
Daneš (1987: 271) en un trabajo en el que destaca la importancia del factor emotivo en los
estudios discursivos, señala que cognición y emoción constituyen dos funciones
primordiales en el lenguaje y ambas deben ser tomadas en consideración en los estudios
lingüísticos. Daneš afirma que fue Sapir (1927:41) uno de los primeros en establecer esta
doble vertiente en los fenómenos lingüísticos:
...las funciones denotativas están conformadas por ciertos factores expresivos (...) que están
siempre presentes en la vida real del lenguaje. Es imposible pronunciar incluso una palabra
tan indiferente como caballo sin mostrar un menor o mayor grado de interés, sin algún
cambio de emoción. (...)(Citado por Daneš 1987)
Sapir hace hincapié en que, en el curso de nuestra actividad lingüística, las funciones
denotativas y expresivas nunca están completamente disociadas. Es el lingüista, quien las
distingue a partir de un proceso de abstracción.
Estudios sobre el tema pueden encontrarse en Ochs (1989), Biber y Finnegan (1989), entre
otros. A su vez, en esta tradición, es interesante destacar los aportes teóricos de Traugott
(1995) en relación con la noción de subjetivización, que define como el proceso semántico-
pragmático por el cual los significados gradualmente se basan en la actitud del hablante
hacia la proposición. Relaciona subjetivización y gramaticalización, proceso por el cual los
ítemes léxicos adquieren funciones sintácticas o morfológicas. Esta perspectiva teórica es
fundamental en el desarrollo de la investigación, dado que me permitirá relacionar aspectos
semántico-pragmáticos con categorías gramaticales y será retomada en profundidad en el
capítulo 4.
A su vez, Lyons (1981: 236) afirma que tanto el empirismo como el racionalismo
cartesiano (revitalizado por Chomsky y otros investigadores): “[…] comparten el prejuicio
de que la lengua es esencialmente un instrumento para expresar el pensamiento
proposicional”. Y agrega que la “subjetividad” en la tradición empirista se asoció con cierta
clase de mentalismo no científico y no verificable en cambio, la “objetividad” se identificó
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con un fuerte “materialismo decimonónico”, que Lyons (1997) califica de “anticuado”. Por
todo ello considera la subjetividad como:
a) modalidad orientada hacia el agente, que incluye los dominios de deseo, obligación,
modalidad radical, permiso;
La modalidad orientada hacia el agente incluye aquellos elementos que pueden ser usados
para referir situaciones en las cuales la modalidad tiene relevancia. Predica ciertas
condiciones en relación con el agente o el evento que se describe en el resto del predicado.
Este tipo de modalidad incluye la modalidad deóntica, que abarca los significados relativos
a la obligación, el mandato y el deseo. La epistémica está relacionada con el estatus factual
de la proposición. La modalidad orientada hacia el hablante tiene toda la proposición
como foco y señala la intencionalidad del hablante.
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Otros autores, como Chafe (1986), postulan la existencia de una categoría lingüística que
ha sido denominada evidencialidad3, concepto que tiene una vinculación muy estrecha con
la modalidad epistémica. Se vincula con la expresión de la actitud del hablante hacia la
situación que describe su enunciado. Ha sido estudiada en numerosas lenguas, en que se
manifiesta a través de partículas gramaticales. Los trabajos recopilados por Chafe y Nichols
(1986) dan abundante prueba de ello. En uno de estos trabajos Chafe (1986), que no
distingue entre evidenciales y juicios (inferencias), engloba ambos subsistemas en una
categoría única: la evidencialidad; sostiene que el inglés la expresa por medio de la
selección de verbos, adverbios o construcciones, a diferencia de muchas lenguas no
occidentales que poseen un conjunto coherente de sufijos gramaticales para expresar esta
categoría. Este autor analiza los marcadores de evidencialidad en el inglés oral y en el
académico. En las lenguas amerindias, balcánicas y eslavas es una categoría más
gramaticalizada que en las lenguas europeas occidentales (Chafe y Nichols 1986, González
Vásquez 1998, Willet 1988).
Bybee (1985: 184) define los evidenciales como los “marcadores que indican algo acerca
de la fuente de información en la proposición”. Por otra parte, dado que se relacionan con el
tipo de evidencia que posee el hablante para efectuar su evaluación del evento como real o
no, Willett (1988), en un estudio cuyo objetivo es dilucidar qué procedimientos utilizan las
lenguas para expresar la evidencialidad, sistematiza las clases de evidencia y distingue tres
tipos:
3
El término “evidencial” aparece en Swadesh (1939) y en Boas (1947), pero se refiere específicamente sólo a
un tipo de fuente de información, el de la “inferencia” y no a la indicación de la fuente en general. Es
Jakobson, en su trabajo sobre el eslavo (1971) [1957] quien hace dos contribuciones importantes: introduce el
término como una etiqueta tentativa para una categoría gramatical distinta del modo, que señala la fuente de
la información, y sugiere que esta categoría, existente en búlgaro, puede ser un concepto relevante para la
descripción de lenguas fuera de América.
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Por su parte, Biber y Finnegan (1989, 1994) efectúan un estudio en diferentes tipos de
textos en inglés donde analizan los marcadores de stance (actitud del hablante), término que
incluye tanto la evidencialidad como el afecto. En cuanto a la evidencialidad, distinguen
marcadores de certeza y de duda correspondientes a distintas categorías gramaticales
(adverbios, adjetivos y verbos). Estos autores consideran que la ausencia de marcadores de
certeza en los textos periodísticos, por ejemplo, es indicadora de que éstos dan por supuesta
la autenticidad de las aserciones. El carácter fáctico de la información sería el rasgo no
marcado, a diferencia de la duda, que sí requiere indicadores. En un trabajo posterior Biber
(2006) analiza un número considerable de recursos léxico-gramaticales que expresan la
actitud del hablante (stance) en el ámbito universitario en registros escritos y orales. Llega
a la conclusión de que, si bien la expresión de stance es una de las características del
lenguaje universitario, los marcadores utilizados varían de acuerdo con los registros
analizados.
Desde una perspectiva teórica diferente, que se puede describir como “generativa amplia”,
Bosque (1994) sostiene que la modalidad constituye una etiqueta que cubre un amplio
espectro de fenómenos lingüísticos de distinta naturaleza sintáctica. Según este autor la
modalidad, tradicionalmente, ha sido considerada la calificación cognitiva, volitiva o
emocional que el hablante expresa acerca de los eventos que enuncia. Por el hecho de
abarcar una gama tan amplia de fenómenos gramaticales, la modalidad “no ha tenido
mucho éxito en la lingüística formal contemporánea”. En un trabajo en el que estudia la
polaridad modal4 (Bosque 1996) plantea que existe una relación entre los “contextos
modales” y los términos indefinidos inherentemente inespecíficos, similar a la que se da
entre los inductores negativos y los términos de polaridad negativa.
Hernanz (1996), partiendo de postulados teóricos similares, plantea una relación estrecha
entre polaridad y modalidad. La autora analiza ciertos usos del adverbio bien en español,
específicamente aquélla construcciones en las que este elemento aparece con un matiz
“ponderativo” que muestra una valoración emotiva por parte del hablante en relación con lo
que enuncia.
4
Este trabajo de Bosque pertenece a una investigación más amplia sobre los llamados “contextos modales”.
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Referencias