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➢ Detecta y analiza los desafíos sociales del presente, entendiendo que pueden ser lugares
teológicos para discernirlos desde una la lectura creyente del Evangelio en la sociedad.
➢ Descubre que lo personal y estructural están presentes en los desafíos que la realidad y los
problemas sociales presentan y reclaman una respuesta desde la doctrina social de la Iglesia.
➢ Promueve una cultura basada en los principios y valores fundamentales del cristianismo y la
tradición cristiana demostrando asertividad y autonomía frente a los problemas de la realidad
social.
EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE
➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales, conceptuales
➢ Cuadros comparativos de los principios
➢ Examen escrito
➢ Desempeño en el Aula virtual
PRUEBA DE ENTRADA
1. Elabore una lista de los cinco problemas sociales, económicos y políticos más acuciantes que
sufre el Perú y explique el que considere más grave.
2. ¿Puede la Iglesia hablar de los problemas sociales, económico-político?
3. ¿Qué es la dignidad humana?
4. ¿Qué es un principio moral?
5. ¿Cuál cree usted que es la misión de la Iglesia en la sociedad?
1
TEMA 1
IGLESIA, EVANGELIO Y SOCIEDAD
I. Introducción
¿Cuáles son los problemas sociales, económico, políticos más relevantes en el mundo,
país, región? (se puede llevar portadas de periódicos para agilizar la observación.)
¿De qué modo afectan la vida de las personas?
Desde el punto de vista económico, encontramos que el Informe OXFAM1 del 2017 muestra una
realidad demoledora: “Tan sólo 8 personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que
3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. La súper concentración de riqueza
sigue imparable. El crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más tienen. El resto,
la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente los sectores más pobres, se están
quedando al margen de la reactivación de la economía. El modelo económico y los principios que
rigen su funcionamiento nos han llevado a esta situación que se ha vuelto extrema, insostenible e
injusta. Es hora de plantear una alternativa. Necesitamos Gobiernos que apuesten por una visión de
futuro y respondan ante su ciudadanía primero, grandes empresas que antepongan los intereses de
1
Oxford Committee for Famine Relief (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre)
2
trabajadores y productores, un crecimiento dentro de los límites del planeta, el respeto de los
derechos de las mujeres, y que el sistema fiscal sea justo y progresivo. Es posible avanzar hacia una
economía más humana”.2
Es evidente que estamos cada vez más en un contexto global que pone en cuestión la realidad de lo
nacional, se borran las fronteras nacionales, en consecuencia, se limita a los Estados su capacidad
de ser la forma última de la organización social y política. Paradójicamente la globalización, a pesar
de su sentido abarcador, es selectiva, porque no todos participan de la misma manera. Los capitales
se mueven en el mundo al ritmo que desean, por eso, se puede decir que tenemos “capitales sin
fronteras”, pero curiosamente, no existen “trabajadores sin fronteras”.
Por todo el planeta se extiende la injusticia, con consecuencias visibles que nadie quiere ver:
pobreza, marginación, exclusión, desigualdades sociales, explotación laboral, discriminación
corrupción, insensibilidad social, mentalidad economicista.
Hoy los excluidos sociales son personas grupos, países que son descartados, arrojados fuera del
sistema, porque ya no encajan, no sirven “ni siquiera para ser explotados”, de este modo trabajar
en situación de explotación se convierte casi en un privilegio, porque significa “tener un trabajo”.
Además, hay que resaltar que, respecto al trabajo, la situación de la mujer es más precaria todavía,
persiste la discriminación en la remuneración por ser mujer, es común la eventualidad del trabajo,
etc.
2
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-160117-
summ-es.pdf. Con acceso el 7 de diciembre del 2017.
3
Como dice el Papa Francisco:
“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo
sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire
comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego
de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como
consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas:
sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que,
además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la
opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a
la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino
que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»” EG, 53.
El único mandato que Jesús dejó a sus apóstoles y en consecuencia a todos los cristianos, fue “Id
por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). En efecto, “la misión esencial
de la Iglesia es la evangelización de todos los hombres” (EN, 14).
Al respecto es necesario recordar que la Iglesia se encuentra inmersa en esta sociedad caracterizada
por injustas relaciones sociales. Convergen aquí de dos elementos: la FE y la realidad de INJUSTICIA
del mundo actual. Entre estos dos elementos nos movemos: somos creyentes, pero a la vez estamos
viviendo una realidad de injusticia.
Esto significa ir al centro de la vida de Jesús: “buscar primero el Reino de Dios y su justicia y el resto
se os dará por añadidura” (Mt 6, 33). Se trata de una justicia anhelada, reflexionada y celebrada
como parte del sueño de Dios para la humanidad “desde los que padecen la injusticia”. Las víctimas
y los excluidos son el lugar de la universalización ya que cuando ellos tienen garantizados sus
derechos los tienen todos los demás. Con razón decían las comunidades primitivas que el Mesías no
volverá hasta que todos estén sentados a la mesa.
4
FE INJUSTICIA
Evangelio Sociedad
- Desde el punto de vista de la fe, lo que interesa es el valor del evangelio. La evangelización
es la tarea de la Iglesia y de todos los cristianos. De lo que se trata es de llevar la buena
nueva de Jesús a todos los rincones del mundo.
- Desde el punto de vista de la injusticia, lo que interesa es salir de esa situación en A.L. se
habla mucho de este esfuerzo de liberarse es decir de superar las situaciones y estructuras
injustas que determinan la explotación de los pobres, la marginación de tantos sectores de
la sociedad, campesinos, obreros gentes sin trabajo, niños, hambrientos.
En realidad, las estructuras injustas reflejan en el fondo, las personas injustas; es decir la
realidad de pecado, ahí está la raíz de la injusticia estructural, es el pecado y el pecado está
en el corazón de las personas y sólo la gracia de Cristo nos libera del pecado.
Como lo expresa R. Antoncih, “podemos comparar la fe - injusticia, con el hambre y la salud, así
como la salud, elemento positivo, necesita de la comida, porque si se deja de comer se pierde la
salud, de la misma manera la fe exige suprimir la injusticia, si existe la injusticia la fe va a
desaparecer, o vamos a inventarnos una fe diferente”.
Los problemas sociales no solo tienen que ver con aspectos técnicos, en los campos de lo
social, económico o político, sino que éstos tienen dimensiones éticas.
Las condiciones inhumanas de la vida impiden la realización del ser humano y su desarrollo,
promueve el desprecio y genera una idea materialista de la vida.
Los problemas sociales se originan en el corazón del ser humano, en el pecado personal y
social, en la descristianización, en el olvido de los valores cristianos.
Como lo plantea el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, la Iglesia con su doctrina social
quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales. El asunto no
es sólo llegar al hombre en la sociedad, de lo que se trata es de fecundar y fermentar la sociedad
misma con el Evangelio. Por esta razón, preocuparse por el ser humano y su bienestar significa
también velar por la sociedad.
Según esto, la misión de la iglesia comprende dimensiones que incluyen todos los aspectos de la
vida del ser humano. De ahí que, para la Iglesia, evangelizar el ámbito social significa infundir en el
corazón de la persona humana la carga de significado y de liberación del Evangelio, para promover
así una sociedad acorde con las exigencias del Evangelio, una sociedad más humana, más conforme
al Reino de Dios, “en cuanto evangelio que resuena mediante la Iglesia en el hoy del hombre, la
Doctrina Social es palabra que libera” (CDS, 63). De ahí que, su misión se realiza de dos maneras
fundamentales que forman parte de su misión profética: el anuncio del evangelio y la denuncia de
las situaciones de injusticia.
Por eso, la D.S.I. puede considerarse un camino muy peculiar, donde se puede ejercer el ministerio
de la Palabra y el ejercicio profético “en efecto, para la Iglesia enseñar y difundir Doctrina Social
pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta
6
doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador” (CA, 5).
3
J.P. GARCIA MAESTRO, Conferencia: "Evangelizar la Cuestión Social: una aproximación teológica". Pontificia
Universidad de Salamanca (Madrid)
4
J. L. SEGOVIA BERNABÉ, “Evangelii Nuntiandi: evangelización y promoción de la justicia”, en J. Mª
MARDONES, F. ELIZONDO, J. MARTÍN VELASCO y otros, Evangelizar, esa es la cuestión. En el XXX aniversario
de la Evangelii Nuntiandi, PPC, Madrid 2006, pp. 123-157.
7
3. ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)
Trabajo grupal
Trabajo personal
BIBLIOGRAFÍA
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Editorial Salesiana – Ediciones
Paulinas.
● Francisco (2013) Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Ediciones Paulinas.
● CONFERENCIA: "EVANGELIZAR LA CUESTIÓN SOCIAL: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA" Dr.
Juan Pablo García Maestro, OSST Universidad Pontificia de Salamanca (Madrid).
● J. L. SEGOVIA BERNABÉ, “Evangelii Nuntiandi: evangelización y promoción de la justicia”, en
J. Mª MARDONES, F. ELIZONDO, J. MARTÍN VELASCO y otros, Evangelizar, esa es la cuestión.
En el XXX aniversario de la Evangelii Nuntiandi, PPC, Madrid.
Referencias digitales
● https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-
160117-summ-es.pdf
Siglas:
8
TEMA 2
LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
1. Introducción
Como se manifestó en el tema anterior, la DSI surge del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas de la sociedad que generan injusticias, inequidades, violencia, pobreza, corrupción,
guerras, etc. Frente a ellas el creyente no puede quedarse tranquilo, sino que debe actuar y ser
consecuente con el mensaje de Jesús; de ese modo se actualiza el mensaje social del evangelio en
cada tiempo y contexto.
Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), define la DSI como la “cuidadosa
formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del
hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su
objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que
el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y a la vez trascendente, para orientar
en consecuencia la conducta cristiana” (SRS, 41).
De lo que se trata es de interpretar las realidades sociales a la luz del evangelio para orientar la
conducta humana. El análisis5 de esta definición la tenemos a continuación:
- Atenta reflexión: La DSI es fruto de la reflexión sobre la realidad social, sobre sus problemas,
y limitaciones. Porque es en esa sociedad, compleja, difícil, contradictoria (donde existen
5
ALARCON, E. y VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, UCSM.
9
injusticias, corrupción, explotación, a todo nivel: político, económico, social, etc.) y es donde
vive y se desarrolla el ser humano.
Porque esta reflexión se sitúa en el CRUCE que se da entre las injusticias sociales y la
conciencia cristiana, y debe manifestarse en los esfuerzos que realizan los individuos, las
familias, los hombres de Estado, etc. para darle forma y aplicación en la historia.
De ahí que la reflexión sobre la realidad debe ser crítica, objetiva y con la ayuda de
especialistas de las ciencias sociales y humanas (políticos, economistas, sociólogos,
antropólogos, etc.)
Por eso podemos decir que la D.S.I. es palabra que libera, en cuanto evangelio que resuena
mediante la Iglesia, en el hoy del hombre6.
- Formulación cuidadosa “frente a situaciones tan diversas, es difícil pronunciar una palabra
única o proponer soluciones con valor universal. Esto lo decía Pablo VI y con mucha razón”7.
Porque se trata de analizar con objetividad la situación propia, esclarecerla a la luz del
Evangelio, y deducir de ello principios de reflexión, criterios de juicio, directrices de acción 8.
Esta reflexión debe ser realizada por TODOS, “comunidades cristianas en comunión con los
Obispos, en diálogo con los demás hermanos y TODOS los hombres de buena voluntad. Para
ver las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones
sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia en cada caso”. OA 4
- Orientar, toda esta reflexión está dirigida a orientar la conducta de los cristianos en la
sociedad. Es decir que los cristianos no podemos, dejarnos llevar por la “corriente social”,
si esta vulnera los derechos de las personas. Por eso debemos estar atentos a los principios
y orientaciones que brinda nuestra Iglesia al respecto.
La DSI nos ayuda a saber qué enseña la Iglesia en materia social, especialmente frente a las
flagrantes injusticias que afectan la dignidad de la persona. Por otra parte, también es un recurso
para saber cómo deben actuar los católicos, principalmente, pero también las personas de buena
voluntad ante las injusticias y de ese modo se tome conciencia de la competencia de la Iglesia para
hablar acerca de estos temas.
Con su doctrina social la Iglesia quiere hacer “oír su voz ante determinadas situaciones humanas
individuales y comunitarias, nacionales e internacionales, para las cuales formula una verdadera
6
Compendio de la D.S.I., p. 34.
7
O.A. 4.
8
Ibid.
10
doctrina, un corpus, que le permite analizar las realidades sociales, pronunciarse sobre ellas y dar
orientaciones para la solución de los problemas derivados de las mismas” (CA,5).
Por otra parte, frente a algunas voces que intentan identificar la DSI con alguna ideología, o sistema
político o económico, el Papa Juan Pablo II trazó los límites que demarcan su reflexión.
3. Objeto de la DSI
La Iglesia con su doctrina social, quiere reconocer, revalorar la dignidad de la persona, por eso su
objeto primario:
La intención de la Iglesia es reafirmar las leyes evangélicas y los dictámenes de la conciencia humana
para:
11
4. Finalidad
Según el Compendio de la DSI (CDSI) la finalidad de la doctrina social “es de orden religioso y moral.
- Moral, porque la Iglesia mira hacia un «humanismo pleno», es decir, a la «liberación de todo
lo que oprime al hombre» y al «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los
hombres». La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una
sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia,
de modo incipiente y prefigurado, los «nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la
justicia» (2 P 3,13)” (CDSI, 82).
La DSI en su génesis y elaboración ha ido determinando casi intuitivamente el método más adecuado
para su desarrollo9. El método que utiliza la DSI tiene tres pasos bien definidos: VER-JUZGAR-
ACTUAR. Así lo expresó Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra (1961):
9
Fue el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967) quien, en su esfuerzo por revisar la coherencia entre vida-
trabajo de los jóvenes obreros JOC (Juventud Obrera Cristiana), creó el método de revisión de vida, este
método fue asumido después por la Acción Católica. A esto se suma la teología del trabajo de Marie-
Dominique Chenu, y la teología de las realidades terrestres de Gustave Thils. En: BIORD CASTILLO, Raúl,
Conferencia dictada en las XXII Jornadas de Teología y Reflexión, Criterios para efectuar un discernimiento
cristiano de una situación histórica, 23 de marzo de 2004.
12
En efecto al estar anclado en la realidad y hacer un discernimiento de la situación se pregunta sobre
cuál es el proyecto de Dios para la humanidad, la sociedad, la Iglesia; de ese modo puede proyectar
la acción que sea transformadora de la realidad, pero siempre iluminado por la luz de la fe.
3. Tomar
2.
1. Examinar la decisiones
Discernimiento
realidad = VER concretas =
= JUZGAR
ACTUAR
Esto significa detenerse a mirar la realidad, auscultarla, diagnosticarla, pero con el concurso de
las ciencias sociales para tener una mirada objetiva, así no caer ni en suposiciones, ni en
abstracciones; esto implica también buscar las causas de los conflictos y las consecuencias que
pueden generar a futuro. Mirar la realidad implica tener una percepción y estudio de los
problemas reales y de sus causas, su análisis corresponde a las ciencias humanas y sociales.
Solo en la medida que se realice un análisis serio y se identifiquen las causas que provocan las
situaciones de injusticia, explotación, miseria, desigualdad, etc. se puede proponer acciones
transformadoras orientadas a atacar las raíces de los problemas más eficientemente. Por eso se
puede decir que este es el momento de toma de conciencia de la realidad.
- Juzgar (discernimiento)
- Actuar (compromiso)
El actuar implica dar respuestas a la realidad observada (ver) y valorada (juzgar), tendientes a
mejorarla y transformarla, de modo que se convierta en compromisos concretos.
13
El actuar tiene que ver con la elección. Ello requiere una verdadera conversión, es decir, la
transformación interior que es disponibilidad, apertura y transparencia a la luz purificadora de
Dios. Proponer pistas y acciones transformadoras evita quedarse en la reflexión teórica,
necesaria, pero insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la sociedad.
Trabajo grupal
Trabajo personal
14
TEMA 3
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
2. Introducción
3. Principios de la DSI
Los principios de la DSI deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación. Estos
principios, expresan la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través de la razón y la fe.
Brotan del “encuentro entre el mensaje evangélico y sus exigencias, con los problemas que
surgen en la vida de la sociedad”10.
Subsidiariedad
Solidaridad Participación
Es el primer principio sobre el que hay que fundamentar la vida económica y política, si se
quiere construir una nueva sociedad. Reconocer este principio es aceptar tanto en la teoría
como en la práctica que el ser humano y su dignidad es “el autor, el centro y el fin de la vida
económico-social” (GS, 63)
“En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de
inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y
deberes que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse por
ningún concepto” (PT, 9).
De lo que se trata es de poner en relieve, la dimensión esencial del ser humano, que es la
relacionalidad, porque el ser humano es un ser siempre en relación.
“De ahí que por haber sido hecho a imagen de Dios el ser humano tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una
alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede
dar en su lugar”13.
Por eso, la Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen
que encuentra, y está llamada a descubrir cada vez más profundamente.
11
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
12
Compendio, 108.
13
Catecismo de la Iglesia católica, 357.
16
Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente
de la persona humana, porque representa el fin último de la sociedad, que está ordenada a
ella. El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia
de “considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios
necesarios para vivirla dignamente”14.
“Puesto que en el rostro de cada hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la dignidad
de todo hombre ante Dios es el fundamento de la dignidad del hombre ante los demás
hombres”15.
Esto es, además, el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los hombres,
independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase.
Masculino y femenino, diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo, no
poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico
masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una
armoniosa convivencia humana16.
“El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque ambos,
en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aún, porque el dinamismo
de reciprocidad que anima el “nosotros” de la pareja humana es imagen de Dios”.18
2.3.1 Solidaridad19
14
Gaudium et Spes 27.
15
G. S. 29.
16
Compendio 145.
17
OA, 16.
18
Catecismo, 111.
19
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo
físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
20
SRS, 41.
17
Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular
interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.
Esto tiene que ver necesariamente con la interdependencia entre los hombres y entre los
pueblos, que se manifiesta a todo nivel. Especialmente con la vertiginosa multiplicación de
las vías y de los medios de comunicación “en tiempo real” como las telecomunicaciones, los
progresos de la informática, internet, etc. Hoy en día al menos técnicamente, se puede
establecer relaciones aún entre personas lejanas o desconocidas.
Este principio implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia
de la deuda, que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas
condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e
indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico, y tecnológico, los bienes
materiales e inmateriales y todo aquello que la actividad humana ha producido23.
Entonces el otro, el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad
fundamental con todos, sino que se convierte en imagen viva de Dios, y por eso debe ser
amado, respetado y cuidado, con el mismo amor con que le ama el Señor y por él se debe
estar dispuesto, inclusive al sacrificio extremo, dar la vida por los hermanos. (Jn 15, 13).
2.3.2 Subsidiaridad
21
Compendio, 192.
22
Compendio 194.
23
Ibid, 195.
24
SRS 40.
18
Expresa y defiende los derechos y autonomía de cada uno en el ámbito de la sociedad. Este
principio es antiguo, y está íntimamente unido con la dignidad y autonomía de la persona
humana y con la concepción orgánica del Estado. Ofrece el remedio contra la degeneración
del Estado moderno centralizado.
“Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden
realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave
perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo
que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya
que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los
miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos” 25.
Este principio, se fundamenta en la autonomía, ya de la persona humana, ya de las
sociedades menores en el ámbito de la sociedad mayor. Su raíz es:
- La persona como ente individual autónomo. Punto de inserción de este principio de
subsidiaridad es la prevalencia y autonomía de la persona humana.
- La comunidad menor como autónoma, pues el principio no se refiere a las meras
relaciones de la comunidad hacia la persona; sino, a la relación de una sociedad superior
hacia otras sociedades menores.
“Conforme a este principio, todas las sociedades, de orden superior deben ponerse en una
actitud de ayuda (“subsidium”) –por tanto de apoyo, promoción y desarrollo- respecto a las
menores”26.
La persona y la comunidad subordinada o menor, por propia autonomía, tienen derecho de
actuar según la propia naturaleza y cumplir las propias funciones. La comunidad, o
comunidad superior debe reconocer, proteger, estimular esta actividad, ayudarla y suplirla
con aquello que sea necesario.
2.3.3 El bien común
Por bien común se entiende “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible
a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia
perfección”28.
Cuando se habla del principio del bien común, no estamos hablando del conjunto de los
bienes particulares, lo cual constituiría solamente una sumatoria de bienes, el bien común es
aquello que permanece y es siempre común a todos, porque es indivisible.
25
Compendio, 186.
26
Compendio, 186.
27
Ibid, 164.
28
GeS 26.
19
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del
cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible
y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo también en vistas al
futuro29.
Las sociedades son las primeras llamadas a empeñarse y trabajar por el bien común, de
manera que estén al servicio del ser humano, en esa medida se realizan plenamente, siendo
“para los demás”.
Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano
es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común. La persona no puede
encontrar realización sólo en sí misma, es decir, prescindir de su ser “con” y “para” los
demás30.
Por eso, la tarea por el bien común es responsabilidad de todos y cada uno, nadie puede
sentirse eximido de ella.
“El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común
corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de alcanzar,
porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el
bien propio31.
El bien común compete también al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad política.
Para asegurar el bien común el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar
con justicia los diversos intereses sectoriales. La correcta conciliación de los bienes
particulares de grupos y de individuos es una de las funciones más delicadas del poder
público.
“De las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del
destino universal de los bienes. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos
en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”32.
El principio del destino universal de los bienes de la tierra, tiene como base el derecho
universal al uso de los bienes. Todos deben tener la posibilidad de gozar del bienestar
necesario, para lograr su pleno desarrollo. Este principio del uso común de los bienes es el
29
Compendio, 164.
30
Ibid, 165.
31
Compendio, 167.
32
GetS 41.
20
“primer principio de todo el ordenamiento ético-social”33 y “principio peculiar de la doctrina
social cristiana”34.
“Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y
comercio libre, a ello (destino universal) están subordinados: no debe estorbar, antes al
contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su
finalidad primera”35
“Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos,
ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos. Si bien es verdad
que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para
asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas, fruto de
acuerdos nacionales e internacionales y un ordenamiento jurídico que determine y
especifique tal ejercicio”36.
El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada
persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de
manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, “donde cada
uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de
otros ni un pretexto para su servidumbre” 37
La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes “aseguran a cada
cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y deben ser
considerados como ampliación de la libertad humana...”38 .
Es a través de la propiedad privada que las personas, garantizan para sí una cierta autonomía,
que les permite desenvolverse en libertad y sin restricciones, por eso es necesario que ésta
sea accesible a todos.
33
L.E. 19.
34
S.R.S. 42.
35
P.P. 22.
36
Compendio, 173.
37
Libertatis Conscientia, 90.
38
GetS 71.
21
La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual39
de manera que todos se conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye el
recurso a formas de “posesión indivisa”40.
“Siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los
bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al
derecho al uso común, al destino universal de los bienes”41
2.3.5 Participación
“Consecuencia característica de la subsidiariedad es la participación que se expresa en una
serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros
(directamente o por medio de los propios representantes) contribuye a la vida cultural,
económica y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber
que todos han de cumplir, en modo responsable y con vistas al bien común”42.
“La participación no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado
a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino
también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además una de las
mejores garantías de permanencia de la democracia45.
39
C.A. 6.
40
R.N. 11.
41
L.E. 14.
42
Compendio, 189.
43
Ibid
44
GS 31c.
45
Compendio 190.
22
Por eso, este principio implica considerar a las personas como sujetos, capaces de intervenir
y responder como ciudadanos y no como meros objetos, a quienes se pueda manipular
fácilmente. Pero al mismo tiempo implica responsabilidad, en su ejercicio efectivo, de lo
que se trata también, es de promover una correcta participación, libre de intereses
personales egoístas.
Finalmente, la DSI plantea también su preocupación frente a los regímenes totalitarios que
totalmente la participación de los ciudadanos.
46
Ibid 191.
23
UNIDAD 2
FUENTES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
SITUACIÓN PROBLEMA
¿Cuáles son las fuentes de la doctrina social de la Iglesia? ¿Cuál es la relevancia de las
fuentes en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia?
“La enseñanza social de la Iglesia nació del encuentro del mensaje evangélico y de sus
exigencias, comprendidas en el mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo, y en
la justicia, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.” (LC72)
La doctrina social de la Iglesia halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en la
Tradición de la Iglesia (CDS 74). Estas fuentes dan la inspiración y la luz para comprender,
juzgar y orientar la experiencia cristiana en el mundo y la historia humana.
El conocer las fuentes de la DSI nos ayuda a comprender por qué el Pueblo de Dios siente
el impulso y la obligación de pronunciarse de palabra y obra, sobre los problemas sociales
de nuestro tiempo. Desde esta perspectiva podemos entender que las fuentes de la D.S.I.
son aquellos documentos y saberes previos que se utilizan para la elaboración de la D.S.I.,
sirven de base doctrinaria y fundamento racional al conjunto de enseñanzas sociales de la
Iglesia de hoy. Las fuentes de las que se nutre la Doctrina Social de la Iglesia, son:
- La Sagrada Escritura.
- Los Padres de la Iglesia.
- La Tradición.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Papas.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Concilios, Conferencias Episcopales.
- Teólogos y canonistas.
La Doctrina Social de la Iglesia tiene como primera fuente la Sagrada Escritura. Por ello es
evidente que la Biblia tendrá una particular importancia en una asignatura especializada en
Doctrina Social de la Iglesia, como es ésta.
“Son los textos bíblicos, por tanto, la fuente que ilumina el compromiso histórico de la
Iglesia hasta el día de hoy” (Glafira)
Los cristianos somos herederos de una larga historia
24
UNIDADES DE COMPETENCIA (Conceptual, procedimental, actitudinal)
➢ Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia para proponer
principios de reflexión y acción frente a la realidad social en la que nos desenvolvemos.
EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE
➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales
➢ Interpretación de textos bíblicos y patrísticos
➢ Examen escrito
PRUEBA DE ENTRADA
25
TEMA 4
FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
COMPETENCIAS
Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.
I. Introducción
Toda la teología, incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en la Biblia como
primera fuente. Sin embargo, quedará claro que la Biblia no da soluciones concretas a
problemas de nuestros tiempos. La Biblia no se pronuncia sobre el desempleo en nuestra
sociedad, o sobre la deuda externa. No dice cómo manejar una empresa multinacional o qué
nivel de interés es el más adecuado para una economía. ¿Cómo podemos considerarla
entonces como fuente para la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Y cómo deberemos interpretar
la Biblia?
1. Fuentes Bíblicas47
Si bien la Biblia constituye la fuente primaria de la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que
pensar que ésta se deriva directamente de aquélla. Para entender eso, tendremos que recordar
primero brevemente lo que es la Biblia.
Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que la Biblia nunca ha sido dictada por Dios a los
hombres. Más bien es la expresión inspirada de la experiencia de fe de personas que sintieron
el llamado y la presencia de Dios en su vida y en la historia de su pueblo. Dios se ha valido
de autores humanos para revelarnos lo necesario para nuestra salvación.
Como cualquier otro texto, la Biblia no puede ser tomada a la letra, sino que tiene que ser
interpretada. Existen varias formas para interpretar un texto. La propia Iglesia utiliza diversos
métodos para leer y entender la Biblia. La mayoría de los métodos tratan de buscar qué es lo
que el autor quiso decir en su tiempo. Otros métodos se fijarán más en la estructura literaria
interna del texto.
47
Para mayor información sobre la Doctrina Social desde la Biblia, referimos a: VAN DER MAAT, Bruno (2006)
Pensamiento Social en la Biblia, Arequipa, UCSM-Escuela de Postgrado, 125 p.
26
Según la lectura fundamentalista, por ejemplo se creería a la letra el origen del universo según
nos narra el primer capítulo del Génesis, como si alguien hubiera estado presente para narrar
lo que realmente estaba pasando. Esa interpretación literalista también asume que los cuatro
Evangelios narran exactamente lo que ocurrió con Jesús, qué dijo, qué hizo en qué momento,
etc. Aceptar esa interpretación sería entrar en un sinnúmero de contradicciones e
incongruencias presentes en el texto bíblico si se lo
lee como una narración periodística. Esa forma de
entender la Biblia es evidentemente errónea y
rechazada por la Iglesia. La Biblia no es un libro de
ciencia o de historia. Es un libro que narra una
experiencia de fe y que quiere transmitir esa
experiencia al lector para su salvación.
La Iglesia enseña que para poder entender la Biblia, primero es necesario tratar de entender
lo que el autor de la época en que fue escrito el texto ha querido decir. Es necesario buscar el
significado del texto en su propio contexto histórico. Para ello ayudará la lectura a la luz de
las teorías de la interpretación literaria, los conocimientos históricos, arqueológicos y
literarios de la época de redacción del texto, el análisis del género literario, etc.
Si leemos un relato de la creación, como en Génesis 1,1-2,4ª, por ejemplo, no tiene sentido
tratar de demostrar que la creación del mundo fue literalmente así como nos lo describe el
27
texto. Si aceptáramos esa interpretación, ¿qué haríamos con el segundo relato de la creación,
que sigue (Génesis 2,4ª-25) y que no tiene nada que ver con el primer relato? Más valdría
preguntarse: ¿qué mensaje para la salvación puedo sacar de este relato?
La lectura del texto bíblico siempre implicará una interpretación. No existe una lectura
neutra, objetiva, siempre válida. Lo que sí existirán son por un lado distintas interpretaciones
del texto, válidas porque coherentes, y por el otro lado, una lectura literalista, contraria al
sentido del texto.
Con todos esos pasos, ya quedará claro que la Doctrina Social de la Iglesia no puede
transponer sin mediación alguna los planteamientos históricamente situados de la Biblia en
un discurso a seguir literalmente en algún tema social.
Por ejemplo, leemos en el libro del Deuteronomio: “Si uno tiene un hijo desobediente y
rebelde que no hace caso a sus padres, y ni siquiera a fuerza de castigos obedece, su padre
y su madre lo llevarán a los ancianos de la ciudad, a la plaza pública, y dirán a los ancianos
de la ciudad: ‘este hijo nuestro es desobediente y rebelde, no hace caso; es un libertino y un
borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera. Así
extirparás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, escarmentará.” (Dt 21,18-21)
De fe a fe: la fe los que escribieron los libros de la Biblia es la misma fe que nos mueve e impulsa hoy
a nosotros. Es la fe en el mismo Dios liberador, misericordioso y justo, por eso debemos leer la Biblia
de fe a fe.
De historia a historia: Dios se ha hecho hombre en la historia humana, es una sola historia. La
historia de Dios con el pueblo de Israel es una historia de encuentros y desencuentros con sus
propios matices, pero esa historia también es nuestra historia humana, de la humanidad con Dios.
Dios que sigue acompañando a su pueblo y haciendo historia.
De cercanía a lejanía: recordar que los textos bíblicos fueron escritos desde 1000 años antes de
Cristo, lo escrito en la Biblia sucedió hace mucho tiempo, pero lo tenemos hoy para releerlo de
acuerdo a nuestro contexto. Cercanía, porque la tenemos frente a nuestros ojos, el mensaje es el
mismo, lejanía porque sucedió hace muchos años.
Siempre habrá que interpretar el texto bíblico y tratar de entender lo que quiso decir el autor
en su época. Recién después tendrá sentido tratar de sacar conclusiones para nuestro mundo
de hoy. En este sentido nunca podremos aplicar directamente un texto bíblico a una realidad
28
nuestra. La Biblia no se presta a esas concordancias forzadas. Lo que sí nos ofrece es un
conjunto de principios y valores que luego tendremos que aplicar. El respeto a la vida, por
ejemplo, o a la familia, a la palabra dada; la búsqueda de la justicia en la solidaridad y la
fraternidad; el respeto a la propiedad privada, teniendo en cuenta el destino universal de los
bienes; el respeto a la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, etc. La Doctrina
Social, elaborada por el Magisterio de la Iglesia, se encargará de traducir estos principios
para cada época y circunstancia, tal como veremos más adelante.
La Biblia consta de dos grandes partes: el llamado Antiguo Testamento que narra la
historia de la salvación desde la creación hasta los últimos profetas, y luego el llamado
Nuevo Testamento, que narra desde el anuncio de Jesús hasta el inicio de las primeras
comunidades cristianas. Para un cristiano ambas partes son igualmente importantes y
se sostienen mutuamente: el Antiguo Testamento presenta la promesa de salvación
de Dios, y el Nuevo Testamento narra el cumplimiento pleno de esa promesa. Si no
se conoce el Antiguo Testamento no se sabe qué esperar en la Historia de Salvación.
Y si no se conoce el Nuevo Testamento, uno queda con la interrogante cuándo se
cumpliría las promesas de Dios. Ambas partes no se contradicen, sino que
mayormente se complementan.
En ambos Testamentos es evidente la dimensión social que tiene la fe: creer en Dios
implica necesariamente preocuparse del hermano. Desde la creación (en el Génesis)
hasta el anuncio del fin de los tiempos (en el Apocalipsis), el ser humano es visto
como criatura que recibe la existencia de Dios y que se relaciona con los demás. Por
ello debe preocuparse por los demás. Faltar al otro es faltar a Dios, como veremos a
continuación.
En el marco de este curso no podemos realizar una exposición exhaustiva de las ideas
sociales en la Biblia. Nos limitaremos a resaltar algunos temas de índole netamente
social, dejando el estudio pormenorizado al interés de cada uno.
Desde la Creación queda claro que el ser humano es una criatura muy especial. Es creada a
imagen de Dios: “Y creó Dios a los seres humanos a su imagen: a imagen de Dios los creó:
macho y hembra los creó.” (Gén 1,27). Además de ser la criatura más excelsa en el proceso
de la creación, tiene una ventaja adicional sobre todas las otras criaturas: es creada a imagen
de Dios. Somos imagen de Dios y como tal merecemos respeto y debemos respetar a los
demás. Por este estatuto privilegiado y exclusivo, se plantea la necesidad de cuidarnos unos
a otros. Los seres humanos no podemos
vivir sin tomar en cuenta a los demás, ni
mucho menos haciéndoles daño. Todo lo
demás (principios sobre la propiedad,
sobre el trabajo, etc.) está subordinado a
este principio primero y primordial.
En el conocido episodio de Caín y Abel, Caín mata a su hermano y luego se esconde. Cuando
Dios le pide cuentas de lo que pasó con su hermano, Caín contesta molesto: “No sé ¿soy yo
acaso el guardián de mi hermano?” (Gén. 4,9). El texto aclara así que efectivamente somos
todos guardianes de nuestros hermanos. Lo que pasa con ellos nos incumbe. Todos somos
responsables de nuestro prójimo, sobre todo del que más alejado está de la vida. En el plan
de Dios la vida de todos y de cada uno es sagrada e inviolable. Por ello Dios no castiga a
Caín con la muerte, por más que sea homicida. Más bien protege su vida contra la venganza
de los demás (Gén. 4,15). Por más que Caín haya matado, no pierde su dignidad de persona.
Esa dignidad es inalienable e incondicional, no se pierde.
Los humanos debemos comportarnos como hermanos, construyendo una sociedad justa. Para
ello habrá que respetar ciertas normas sociales. En el Antiguo testamento tenemos como
normas sociales a los diez mandamientos de la ley de Dios.
Es necesario recalcar que estas reglas sociales son formuladas como mandamientos y no
como leyes civiles. Es decir que no son en estricto leyes (que uno podría violar bajo pena de
30
sanción) sino que son como principios inquebrantables. Se trata de formulaciones básicas
que permiten que la sociedad sobreviva y se desarrolle. Luego tendrán que ser traducidas en
derecho positivo (es decir en leyes acordadas por las personas de una misma comunidad).
Los demás textos del Antiguo Testamento explicitarán la defensa de cada uno de esos
aspectos.
En realidad, las reglas sociales que nos presenta el Antiguo Testamento no se entienden si no
es por el tipo de persona que las fundamentan. En el fondo lo que quiere Dios es que vivamos
como seres humanos responsables, justos y solidarios, amándonos unos a otros. “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo” es la fórmula que presenta el Levítico (Lev. 19,17).
No se trata de elaborar un conjunto de leyes formales, sino de cambiar la persona para que
podamos responder al amor que Dios nos muestra. No se trata de relaciones formales de
justicia para evitar ser juzgados, sino de prácticas justas que expresan el amor y el aprecio
que sentimos los unos por los otros. Es por ello que la solidaridad se expresará en primer
lugar como una relación gratuita para con los que nunca van a poder devolvernos los favores.
En ese principio se basa la opción por los pobres, como reflejo del amor gratuito que Dios
nos tiene y les tiene a ellos preferencialmente.
Ser solidario no es una cuestión de cálculos, para dar o prestar al que sabemos que nos va a
devolver con creces. La solidaridad es dar al que necesita, sin pensar si nos va a poder
31
devolver o no. Por ello, el Antiguo Testamento pone en el primer lugar de preocupación de
todos al triduo: “huérfano, viuda y extranjero”, personas que en aquella sociedad tenían
mucha dificultad porque nadie les protegía. La solidaridad deberá empezar con ellos. Si
somos solidarios con ellos, ya se estará haciendo justicia.
2.1.5 La Ley
Muchos han escrito que el Nuevo Testamento vino a terminar con el Antiguo. No es lo que
dice el mismo Jesús: “No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los
profetas, no he venido a abolirlas sino a llevarlas a su plenitud.” (Mt 5,17). Lo que cambia
no es el contenido sino el lugar de la ley. Jesús reemplaza la ley por el amor. Hemos visto
que el amor ya era una exigencia del Antiguo Testamento. Ahora se trata de la exigencia
primordial, ante la cual todo lo demás, incluso la ley, tiene que inclinarse. Jesús siempre
cuenta con la libertad de la persona para cumplir con la voluntad del Padre. Nunca hará las
cosas porque sí, sino que las hará por amor, respetando la libertad de la otra persona.
Recordemos ahora algunos principios de vida social tal como el Nuevo Testamento nos los
presenta.
32
Brevemente revisaremos lo que parecen ser los fundamentos del pensamiento social sobre
todo en los evangelios sinópticos, más explícitos al respecto. Ya sabemos que no tenemos
que esperarnos a una teoría social toda hecha y acabada. Sí podremos encontrar principios
que permiten elaborar creativamente una visión sobre la vida social de las personas.
A. Fundamentos
Se trata de superar la simetría en las relaciones, de respetar y amar al que nos respeta y ama.
Este principio tiene una doble implicancia: una de prioridad, otra de profundidad. La
profundidad que exige este principio es que debemos de amar hasta nuestros enemigos. Es
decir que nadie puede quedar excluido de nuestro amor. No podemos limitar nuestro amor al
pequeño círculo de personas que nos caen simpáticas o incluso indiferentes, tenemos que
incluir en ese grupo a nuestros enemigos. Ello tendrá implicancias en cuanto al perdón (cfr.
infra). La dimensión prioritaria se mostrará en la exigencia de amar en primer lugar a los que
no podrán devolvernos el favor. Tendremos que priorizar en nuestra relación a los débiles, a
los pobres, a los necesitados. En ello se demostrará la gratuidad del amor. El texto más claro
al respecto está en el contexto del juicio final, en Mateo 25, 31-45
Dos aclaraciones. La primera es que el juicio, tal como es presentado en esta perícopa, se
determinará por lo que se haya hecho para los hermanos, y sobre todo a “los hermanos más
pequeños”, es decir los más débiles, pobres y necesitados, los que no tendrán tal vez la fuerza
o la capacidad de devolver el bien recibido. En segundo lugar, hay que enfatizar la
33
identificación que el Señor opera con los más pequeños. Acercándonos a ellos, nos acercamos
a Él mismo 48.
Para poder amar de tal forma, tendremos que recurrir al perdón. Jesús recuerda la indiscutible
importancia del perdón en la vida del cristiano. Incluso hace de ello la condición para nuestro
propio perdón. El Padre Nuestro recuerda claramente en Mt 6,12 que nosotros tenemos que
haber perdonado antes de poder pedir perdón a Dios.
La traducción de la Biblia de Jerusalén, aquí citada, ha reemplazado el verbo original
“perdonamos” (en pretérito, para traducir el aorista griego que designa una acción terminada,
concluida en el pasado) por “hemos perdonado” (un pasado compuesto) porque en castellano
la forma del pretérito y del presente en la primera persona del plural muchas veces se
confunden. Desafortunadamente no todas las traducciones al castellano toman en cuenta esta
particularidad.
El perdón es una característica del actuar de Jesús, revelando de tal forma la misericordia de
Dios Padre. La parábola del que fue perdonado y que no fue capaz de perdonar sigue, en el
Evangelio de Mateo, la respuesta a la pregunta de Pedro sobre la cantidad de veces que
tenemos que perdonar: Jesús sorprende a todos “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete” (Mateo 18,22).
2. Fuentes Patrísticas
2.1. Padres de la Iglesia
La moral social cristiana empieza en la Sagrada Escritura, que ofrece las primeras
orientaciones, criterios y normas morales. Después de Jesús su mensaje quedó en manos de
los discípulos, quienes tuvieron la misión de anunciar la vida de Jesús, sus palabras y acciones
y proponerla en regla moral de la vida cristiana. Esta misión fue recogida a su vez por los
discípulos subsiguientes, entre los que
destacan los Padres de la Iglesia.
48
Este y otros muchos textos sustentan la Opción Preferencial por los Pobres que asumió la Iglesia Católica.
Ya en el Vaticano II se encuentran las raíces de esta fórmula p. ej.. « La Iglesia abraza con su amor a todos los
afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su
Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura vivir en ellos a Cristo » Lumen
Gentium 8.
34
Iglesia se extiende desde el siglo II hasta el siglo VIII d.C. Mayormente se les divide
- por la época en la que escribieron (Padres Apostólicos inicio siglo II, Padres
Apologetas siglos II-III) y
- por el idioma en el que escribieron (Padres Griegos y Padres Latinos) 49.
Es evidente que el contexto socio-cultural en que vivieron los Padres de la Iglesia es muy
diferente al nuestro. En la época de los Padres las desigualdades son muy grandes, la pobreza
es masiva, existía un régimen de esclavitud y sobre los esclavos recae el trabajo más pesado.
Uno de los aportes más importantes de los Padres a la teología moral social es el amplio
tratamiento sobre los bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza que supone una
postura muy clara sobre el sentido cristiano de la propiedad.
Por eso, en consonancia con el Evangelio los Padres de la Iglesia se preocuparon en primer
lugar por la dignidad de cada ser humano. Su fuente es evidentemente la dignidad tal como
nos la presenta la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (cfr. supra). De
esta dignidad, adquirida por ser creados a imagen de Dios, deriva el respeto que se le debe a
cada uno, así como la solidaridad, por ser cada uno parte de ese género humano compartido.
La humanidad es una y todo en realidad pertenece a todos50.
De allí deriva la solidaridad que debe expresarse en una acción que a nosotros hoy en día nos
puede parecer inadecuada: la limosna. Pero el concepto de limosna en tiempo de los Padres
era muy distinto de la dádiva con la que hoy a veces la confundimos. La limosna de esa época
era un acto de justicia, no de una mal llamada caridad. Claro está que la propia justicia
también se expresaba en el pago puntual de lo debido y en el rechazo de la usura (el pago de
interés por un préstamo).
Es muy ilustrativo constatar que el mandato de la limosna está antes que los demás mandatos
sociales, como no matar, no cometer adulterio, no robar, no cometer aborto, no codiciar, no
mentir. Encontramos ya en la Didajé, carta del siglo II encontramos:
“No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Si
adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate por tus pecados.
No vacilarás ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen
recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en
49
ALARCON, E. – VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa
50
Ibid.
51
ALARCON, E. VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa.
35
todo con tu hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si se comunican en los
bienes inmortales, ¿cuánto más en los mortales?” (Didajé IV, 5-8)
En el texto citado hay un verbo que puede sorprender: “comunicarás en todo con tu
hermano”. El hecho de comunicar aquí significa compartir. De esta expresión viene el
concepto de COMUNICACIÓN DE BIENES, es decir el hecho de que todos los bienes son
para todos, desde la creación. Dios ha entregado el universo al hombre y a la mujer y ellos
no tienen por qué guardar una parte exclusivamente para sí, sin compartirla con los demás.
La comunicación de bienes es un concepto que remonta a la Biblia 52 y que los Padres enfocan
con mucha énfasis. Volveremos sobre este tema en los párrafos siguientes. En la Doctrina
Social de la Iglesia contemporánea, se expresa la misma idea de la comunicación de bienes
con el concepto de “Destino Universal de los Bienes” (cfr. Infra).
Queda claro que, si uno adquiere algo por su propio trabajo, en realidad no tiene derecho de
decir que esa propiedad es exclusivamente suya. Tiene que compartirla con el necesitado.
Pero también queda claro que la limosna no es para mantener a un ocioso que no quiere
trabajar. Por ello la advertencia al que recibe la limosna:
“Los que reciben darán cuenta a Dios por qué recibieron y para qué: los que
recibieron por hallarse atribulados, no serán juzgados; más los que recibieron por
fingida necesidad, serán castigados.
Así, pues, el que da es inocente, porque como recibió de Dios este ministerio con
mandato de cumplirlo, así sencillamente lo cumplió, sin discriminar para nada a
quién diera y a quién no. “
Entonces la solidaridad que se muestra por medio de la limosna no es para mantener a algún
vicioso, sino para ayudar al que realmente necesita. El que da debe dar al necesitado, pero el
que recibe debe recibir solamente porque es necesitado. Si alguien recibe sin necesidad, ese
acto le será tomado en cuenta en contra de él.
52
Véase p.ej. el clásico estudio: RABANOS ESPINOSA, Ricardo (1968) Teología Bíblica de la Comunicación
Cristiana de Bienes, Madrid, Bailén, 1552 p.
53
RUIZ BUENO (1979:972)
36
Los escritos de los Padres de los siguientes siglos no dejan de clamar según el mismo tenor.
La limosna es obra de caridad ¡indispensable! Veamos algunas citas54. Los Padres más
notorios en esta temática son sin duda San Juan Crisóstomo y San Basilio, ambos obispos
orientales del siglo IV.
“Tú te niegas a dar alegando serte imposible socorrer a tantos como piden. Y con tu
lengua desde luego lo juras, pero la mano te delata. Aun cuando tu mano calla,
pregona tu mentira, pues está toda iluminada por la funda de tu anillo. ¿A cuántos
pobres no podría sacar de sus deudas un solo anillo tuyo? ¿Cuántas casas que se
están derrumbando podría levantar? Una sola de tus arcas de vestidos podría vestir
a un pueblo entero que tirita de frío. Y, sin embargo, nada se te da de despachar con
las manos vacías al pobre, sin temor alguno a lo justo de la retribución por parte del
Juez. No has sido misericordioso, luego tampoco alcanzarás la misericordia; no has
abierto tus puertas, luego a ti se te cerrarán las del Reino de los Cielos. No has dado
un pedazo de pan, luego a ti se te negará la vida eterna.”
En este contexto es interesante descubrir que, desde su experiencia de fe, los Padres toman
una posición social radical, que se delinea en algunos elementos comunes 55 de su mensaje
social:
54
Las siguientes citas provienen de varias fuentes: GONZALEZ FAUSS, José Ignacio (1991) Vicarios de Cristo,
Madrid, Trotta; LEURIDAN, Johan (1973) Justicia y explotación en la Tradición cristiana antigua, Lima, Cep;
ROYON, Claude; PHILIBERT, Robert (1994) Les pauvres, un défi pour l’Église, Paris, Éditions de l’Atelier;
VILLENA LINARES, Federico (2001) Pensamiento Social de los Padres de la Iglesia, Arequipa, UCSM-EPG-EAD.
55
ALBURQUERQUE, E. (2006) Moral Social Cristiana, San Pablo, Madrid
37
Algunos Padres de la Iglesia fueron:
Trabajo grupal:
Trabajo individual
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, s/n Editorial Salesiana –
Ediciones Paulinas.
● ANTI-DEFAMATION LEAGUE (2000) “Jewish Understandings of Sabbatical Year and Jubilee
from Biblical Days to the 20th Century” en: A New Millennium from Dialogue to
Reconciliation, New York ADL.
38
● del VALLE, Carlos [Ed.] (1997) La Misna, Salamanca, Sígueme.
● SCHOTTROFF, Luise (2000) “Holiness and Justice, Exegetical comments on 1 Corinthians
11,17-34” en: Journal for the Study of the New Testament, Sheffield, Sheffield Academic
Press, nº 79, p. 51-60.
● SPIAZZI, Raimundo (1992), Enciclopedia del pensiero sociale cristiano, Roma, Edizioni Studio
Domenicano.
39
TEXTOS PARA EL AULA VIRTUAL
Texto de lectura
La propiedad en la Biblia
Al iniciar nuestro recorrido será preciso recordar que la Biblia en realidad no da indicaciones
tan claras como quisiéramos sobre los sistemas de propiedad. Jesús mismo recordó que su
misión no era la de velar por la distribución de los bienes entre los hermanos. Cuando le
piden una intervención para convencer a un hermano que tenía que repartir la herencia, Jesús
contesta:
Con esa expresión, Jesús deja en claro que su mensaje no puede ser utilizado para sustentar
la preferencia por tal o cual tipo de distribución de bienes. Su mensaje es de otra índole.
Claro que habrá que salvaguardar la justicia, la fraternidad, la solidaridad con los más
pequeños. Pero ello no implica de por sí un sistema de distribución sacralizado por Jesús.
Esta conclusión no implica que la Biblia no tenga ninguna referencia en cuanto la distribución
de la propiedad. En varios textos hay indicaciones bastante claras, pero más a nivel de
orientación que como máximas sociales o legales.
Ya que estos textos han sido ampliamente trabajados por los Padres y por la propia Doctrina
Social de la Iglesia, nos limitaremos a un breve recuento de los mismos.
Así en el Génesis, después del primer relato de la creación del hombre y de la mujer, Dios
les entrega la administración de la creación:
« Y Dios los bendijo y les dijo: sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla;
manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en todo animal que serpea sobre la
tierra. Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de la tierra, así
como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de alimento. 56»
56
Esta dieta vegetariana que Dios indica para los seres humanos será ampliada, incluyendo la carne, al
terminar el diluvio, cuando Dios dijo: « Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento: todo se los
doy, lo mismo que les di la hierba verde. Sólo dejarán de comer la carne con su alma, es decir con su sangre »
Génesis 9, 3-4.
40
Génesis 1, 28-29
Toda la creación es entregada al hombre y a la mujer: animales de todo tipo y plantas. Queda
claro que este don no es personal, sea al hombre o sea a la mujer. Es para ambos, es decir
para el conjunto de la humanidad. Por lo tanto, nadie podrá excluir a otro del uso de esos
bienes. Nadie podrá decir que animales o plantas son exclusivamente de él y no para el
servicio de los demás. Con ello se recalca el Destino Universal de los Bienes entregados por
Dios. En la tradición judía esta regla era especialmente respetada en cuanto la posesión de la
tierra. Como la tierra era de Dios, no se podía vender. Era de todos. Sólo se podía ocupar. En
el siguiente párrafo se retomará esa idea con el Año de Jubileo.
Si bien los bienes creados son para todos, no quiere decir que la propiedad privada no existe.
En el Decálogo hay un mandamiento referido a la prohibición de robar (Ex. 20,15). Su mera
formulación implica que existía la propiedad privada y que había que respetarla57. De igual
forma el precepto del trabajo para el ser humano implica que el fruto del trabajo es para el
trabajador, lo que a su vez implica una forma de propiedad privada.
En el Antiguo Testamento existe una exigencia frente a los que carecen de bienes. Los pobres
deben ser protegidos. Los ricos deben acordarse de ellos. No es que los bienes traigan
salvación, más bien ayudan a la vida. Hay un mandato de solidaridad que se deriva de la
fraternidad inicial de la creación.
« No me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi bocado de pan, no sea que llegue a
hartarme y reniegue, y diga ‘Quién es YHWH?’ »
Prov 20,14
La opulencia trae el riesgo de olvidarse de Dios. Hace que uno se llene de orgullo, se olvide
de la fuente de la vida y reniegue de ella. El signo del olvido se refleja en la falta de
preocupación por el hermano pobre. En eso el rico demuestra que Dios no tiene lugar en su
vida.
Jesús retomará esa idea en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16, 19-31). Por ello es
difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. No es que la riqueza sea mala, sino que
puede llevar a olvidarse del hermano y por lo tanto de Dios. No hay que amontonar riquezas
en la tierra sino en el cielo.
57
Cfr. « La proprietà è tutelata dal precetto divino che proibisce di rubare, ma è mantenuta soprattutto dalla
légge del lavoro.» SPIAZZI (1992) p. 25.
41
Mateo 6,19-21
Los bienes no salvan, sólo Dios salva. Si uno tiene bienes, que los utilice para remediar la
pobreza de sus hermanos58, si no, no le sirven de nada, más bien pueden alejarlo de Dios. Las
riquezas no pueden añadir un día a la vida (Cfr. Lucas 12, 16-21).
Dice Jesús, al referirse a la parábola del sembrador. La riqueza muchas veces se puede
convertir en Mamón, en un ídolo. Como tal, la riqueza puede alejar de Dios, puede hacer
olvidar la preocupación de Dios por toda la creación, como lo recuerda Mateo en su
descripción de la Providencia (Mateo 6, 25-34).
Los regímenes de propiedad pueden ser distintos. Los Hechos recuerdan las formas de
tenencia en las primeras comunidades: propiedad privada y comunitaria: « nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (Hechos 4,32). El episodio de
Ananías y Safira (Hechos 5) recuerda que existían tensiones entre ambas formas de
propiedad59. Sin embargo, la propiedad colectiva no necesariamente es considerada como la
única. En la carta a Filemón, Pablo no tiene problemas en recordar sus obligaciones como
cristiano a Filemón, al presentarle su esclavo.
El discurso de Jesús no retoma esos temas. Más bien se centra en las exigencias del Reino de
Dios.
Todos recordarán el Año de Jubileo del 2000. Esa celebración hizo referencia a una tradición
judía, comentada en Levítico 25. Cada 50 años se dejaba de labrar los campos, se redistribuía
las tierras y se liberaba a los esclavos, porque sus deudas eran perdonadas. La idea inherente
a esta práctica era que la tierra era de Dios y por lo tanto nadie se la podía apropiar con
58
San Pablo recuerda la necesidad de contribuir a las colectas por los hermanos necesitados (cfr. Romanos
15, 26-27, 2 Corintios 8-9).
59
Cfr. SCHOTTROFF (2000) p. 54.
42
exclusividad de los demás (Deuteronomio 15, 23). Si la tierra es de Dios, sus frutos también
lo son. Por lo tanto, no había que sacarle todo el fruto a la tierra, sino que había que dejarle
algo, para que se sirvieran los pobres (Deuteronomio 24, 19-22).
Si la tierra es de Dios, Él proveerá cada 50 años para que su pueblo no sufra hambre (igual
que lo hace por cada Año sabático):
« Si preguntan: qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni cosechar
nuestro productos? Yo les mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que producirá
para tres años; sembrarán el año octavo y seguirán comiendo de la cosecha anterior al año
noveno, hasta que venga su cosecha seguirán comiendo de la anterior. »
Levítico 25,21-22
Esta práctica del año sabático (cada 7 años) y del Año de Jubileo (cada 50 años), parecen una
tradición bastante antigua en el pueblo de Israel, probablemente ligada al inicio de la época
de los Jueces60. Su aplicación se rige por ciertas leyes y costumbres 61. Así por ejemplo, el
hecho de dejar reposar las tierras sólo se aplica en Israel, no en los demás países, ya que el
precepto se dio para « cuando entren en la tierra que les voy a dar » (Lev 25,2). En la
actualidad se sigue manteniendo la costumbre de no sembrar en los terrenos propios durante
el año sabático (y con mayor razón durante el Año de Jubileo). Sin embargo, su aplicación
creó varios problemas, incluso de orden estratégico en Israel. Para remediar a ello, se propuso
vender la tierra simbólicamente a un musulmán por el lapso del año sabático para luego
recuperarla. De esa forma se puede sembrar la tierra (que formalmente ya no pertenece a un
judío)62, manteniendo la producción sin poner en peligro la sobrevivencia del pueblo.
Esta experiencia del Año sabático y Jubilar muestra que la cuestión de la propiedad de la
tierra era un asunto considerado muy serio, ya que derivaba de la misma relación entre Dios
y su pueblo. Más que entrar en la discusión si alguna vez se ha aplicado el Año del Jubileo
en todo su rigor, es preciso recordar el fundamento de estas reglas, Se trata de poner en
práctica un designio particular de YHWH: el universo le pertenece y es necesario recordarlo
siguiendo su mandamiento. Es un signo de que la propiedad de la tierra no se puede confundir
con la propiedad de otro tipo de bienes.
“Quien ama al prójimo como a sí mismo, no posee nada más que su prójimo”
60
ANTI DEFAMATION LEAGUE (2000) p 79 sq.
61
Algunas costumbres son post-bíblicas. Así por ejemplo el prosbul, instaurado por Hillel. Cfr. ibid p 82 sq.
62
Para una breve historia de esta práctica véase Ibid p. 84-85. Esta práctica de venta ficticia, sin embargo, no
siempre se realiza sin oposición de los judíos ultra ortodoxos, como se demostró durante el último año
sabático del 2000. Cfr. « Israel’s turbulent rabbis » en: The Economist (2000) London, 09.09.2000, p. 47.
43
(GONZALEZ 1991:20)
Los Padres latinos piensan en la misma línea. San Jerónimo, por ejemplo, recuerda la
igualdad fundamental de todos y las consecuencias de esa constatación.
(GONZALEZ 1991:58)
Es decir que en realidad nada es nuestro porque todo pertenece a todos. Si mi prójimo es
necesitado debo socorrerlo con lo que tengo porque lo que tengo no es en verdad sólo mío.
“¿Qué responderás al Juez tú que revistas las paredes y dejas desnudo al hombre?
¿Tú que adornas a los caballos y ni siquiera te dignas mirar a tu hermano cubierto
de harapos? ¿Tú que dejas que se te pudran los alimentos y no alimentas a los
hambrientos? ¿Tú que guardas el dinero y desprecias al que muere por no tenerlo?”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:22)
San Basilio recuerda con esas palabras duras la obligación en conciencia de socorrer a los
pobres. Pero va más allá. Indaga sobre la fuente de nuestras riquezas.
“Pero tú posees muchas riquezas: ¿de dónde te vienen pues? De que has preferido
gozar tú solo de ellas antes que socorrer con ellas a muchos. Esto está clarísimo. Por
tanto, en la medida en que abundas en riquezas, en esa medida estás falto de caridad.
Si amaras a tu prójimo, hace tiempo que habrías pensado en desprenderte de lo que
tienes. Pero la verdad es que tu dinero está más pegado a ti que los mismos miembros
de tu cuerpo. Y te duele más desprenderte de él que si te cortaran los miembros más
importantes.”
44
“En cambio los que discurren sensatamente habrán de pensar que las riquezas nos
han sido dadas para administrarlas, no para gastarlas en placeres; y, en caso de
desprenderse de ellas, habrán de alegrarse como quien devuelve lo ajeno”
(GONZALEZ 1991:20)
San Juan Crisóstomo se refiere igual al origen de las riquezas. Recuerda que Dios dio todo
para todos, sin reservar nada para alguien en especial. La herencia no es título legítimo de
posesión de riquezas, como declara a continuación.
“Ahora díganme ustedes de dónde proceden sus riquezas. ¿De quién las han
recibido? “de mis abuelos por medio de mi padre”. ¿Pueden entonces mostrarme
que han sido adquiridas justamente, remontándose por la familia? No pueden. El
principio y raíz de ellas proceden forzosamente de iniquidad. ¿Por qué? Porque, al
principio, Dios no hizo ni rico a uno y pobre a otro, ni mostró al uno grandes tesoros
y al otro le privó de este hallazgo; Dios puso delante de todos la misma tierra.”
Este último párrafo lo dice con toda claridad: cuando damos a los pobres sólo les estamos
devolviendo lo suyo, nos debemos alegrar porque estamos devolviendo lo ajeno. San Juan
Crisóstomo dirá lo mismo:
“Tienes lo del otro, pero no tienes lo tuyo. Si se te confía un depósito ¿podré llamarte
rico? De ninguna manera. ¿Por qué? Porque posees cosa ajena. Pues eso que tienes
es un depósito, y ojalá sólo sea deposito y no ocasión para ti de mayor castigo”
(LEURIDAN 1973:62)
“Los bienes terrenos no es verdadera posesión y propiedad, es sólo para uso. ¿Cómo
hablar de propiedad cuando, una vez que tú expires, quieras o no quieras, otros se
apoderarán de todos tus bienes, y ellos, a su vez, se los darán a otros, y éstos a otros?
Todos somos extranjeros, y dueño de la casa lo es más el que la alquila pues a
menudo, muerto el verdadero dueño, el otro sobrevive y goza más tiempo de la casa.
Y si es cierto que la goza pagando, también el dueño hubo de pagar al construirla y
pasó mil calamidades hasta verla acabada. La propiedad o señorío no es más que un
nombre, en realidad somos todos dueños de bienes ajenos.”
45
En realidad todo pertenece a todos, todo debe servir a todos. Hasta los animales reconocen
eso, menos los hombres avaros.
“Ya que estamos dotados de razón no nos mostremos más brutos que los animales.
Estos usan como bien común lo que produce la tierra. Rebaños de ovejas pastan
sobre un monte único, caballos innumerables se apacientan también en una sola y
misma llanura, y todos se ceden unos a otros el goce del sustento necesario. En
cambio, nosotros escondemos en nuestros bolsillos lo que es común, y poseemos solos
lo que es de muchos.”
(GONZALEZ 1991:24)
“No piensen que todo es suyo. Que haya también una parte para los pobres y amigos
de Dios. Pues la verdad es que todo es de Dios, Padre universal. Y nosotros somos
hermanos de un mismo linaje. Y los hermanos han de entrar por partes iguales en la
herencia, si queremos ser justos. Y aunque uno o dos se apropiaran la mayor parte,
por lo menos debe quedar algo para los otros. Pero si alguno quiere apoderarse de
todo absolutamente, y excluye a sus hermanos aun de la tercera y cuarta parte, ese
tal será un dictador tiránico, un bárbaro implacable, una fiera insaciable, que quiere
regalarse ella sola en el banquete. O mejor dicho, ese tal será más fiero que las
fieras.”
San Gregorio de Nisa – Homilía sobre el amor a los pobres (GONZALEZ 1991:26)
Es preciso aclarar que los Padres no critican la riqueza como tal, porque los bienes han sido
creados por Dios y Él no crea nada malo. La crítica va contra el mal uso de estas riquezas 63.
Existen para ser compartidas, porque son de todos. Si alguien adquirió riquezas en realidad
es probablemente porque no las compartió en su debido momento con los necesitados 64.
En este sentido las riquezas incluso pueden ser motivo de caída, porque al ocupar en el rico
un lugar que excluye al pobre, condena al rico.
63
La excepción sería para los monjes que no deberían de tener nada propio. El abad Hyperijius, Padre del
desierto, dijo: “El tesoro del monje es su pobreza voluntaria”. Citado in: WADDELL, Helen [Ed] (1936/1998)
The Desert Fathers, New York, Vintage Books, p. 90.
64
Tertuliano, un Padre latino, es más drástico en su condena de toda riqueza: “De entrada Cristo justifica
siempre a los pobres y condena a los ricos” De Pat. 7.. GONZALEZ (1991:48). De la misma forma otro Padre
latino, San Ambrosio no cree que uno puede poseer riquezas y saber compartir: “Un rico compasivo es
contrario a la naturaleza” Comentario a Lc 8,7. GONZALEZ (1991:49)
46
“No me hables, pues, de la abundancia de riquezas. Considera más bien el daño que
sufren los amadores de ellas, pues por ellas pierden el cielo. No es ciertamente mejor
un montón de dinero, o por decir mejor, vale más el estiércol que el dinero. El
estiércol vale por lo menos para abonar las tierras y para calentar los baños y para
otras cosas por el estilo; el oro escondido bajo la tierra, para nada de eso vale. ¡Y
ojalá fuera sólo inútil! Pero lo cierto es que enciende muchos hornos contra el que
lo posee, si no usa de él como es debido, y de él nacen infinitos males.”
San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (LEURIDAN 1973: 69)
Las riquezas pueden perder a uno, sea porque han sido adquiridas por medios injustos, sea
porque impiden al propietario ver a su hermano necesitado. Pero la solución que algunos
pregonan de enriquecer a la Iglesia con el argumento de que sólo lo mejor puede ser bueno
para Dios también es equivocada.
“No pensemos que basta para nuestra salvación traer a la Iglesia un cáliz de oro y
pedrería, después de haber despojado a viudas y huérfanos. Si quieres honrar el
sacrificio de la Cruz, presenta tu alma por la que fue ofrecido. Ésta es la que has de
hacer de oro. Mientras que si tu alma sigue siendo peor que el plomo o que una teja,
¿qué vale entonces el cáliz de oro? No nos contentemos pues con traer dinero a la
Iglesia, sino miremos si procede de un justo trabajo. Porque más precioso que el oro
es aquello que no tiene nada que ver con la avaricia. La Iglesia no es un museo de
oro y plata sino una reunión de ángeles. En la última cena no era de plata la mesa,
ni la copa en que el Señor dio a sus discípulos su propia sangre. (…) el sacramento
no necesita preciosos manteles sino almas puras. En cambio los pobres sí que
requieren mucho cuidado. Aprendamos, pues, a pensar con discernimiento y a honrar
a Cristo como Él quiere ser honrado.”
“Aquel que envió sin oro a los Apóstoles (Mt 10,9) fundó también la Iglesia sin oro.
La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado, sino para distribuirlo y socorrer a
los necesitados. Pues, ¿qué necesidad hay de reservar lo que, si se guarda, no es útil
para nada? (…) ¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes fundan el
oro para sustento de los pobres, que se apoderen de él sacrílegamente los enemigos?
Acaso no nos dirá el Señor: “¿Por qué han tolerado que tantos pobres murieran de
hambre, cuando poseían oro con el que procurar su alimento? ¿Por qué tantos
esclavos han sido vendidos y maltratados por sus enemigos sin que nadie los haya
rescatado? ¡Mejor hubiera sido conservar los tesoros vivientes que no los tesoros de
metal!”
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