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UNIDAD 1

MISION DE LA IGLESIA EN EL MUNDO


Y NATURALEZA DE SU DOCTRINA SOCIAL
SITUACIÓN

Vivimos en un mundo de profundos y acelerados cambios socio-culturales, económicos y


ético-políticos. Estos cambios, abren las posibilidades humanas al bienestar, calidad de vida
y progreso, pero también son la puerta abierta a graves injusticias, ingentes exclusiones,
violencia generalizada, corrupción, etc. situaciones que son principalmente sufridas por los
más pobres. Es este contexto complejo y de inequidades que la Iglesia debe realizar su
misión de anuncio del evangelio y denuncia de las injusticias en favor de la dignidad de las
personas. Por eso, con su Doctrina Social la Iglesia quiere ofrecer una mirada de esa
realidad, pero siempre anclada al mensaje de Jesús el Cristo que es ofrecido a todos los
hombres y mujeres de buena voluntad.
CONTENIDOS DE LA UNIDAD: NATURALEZA DE LA DSI

TEMA 1: IGLESIA EVANGELIO Y SOCIEDAD


TEMA 2: DEFINICION, OBJETIVO, FINALIDAD Y METODO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
TEMA 3: PRINCIPIOS Y VALORES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

UNIDADES DE COMPETENCIA (Conceptual, procedimental, actitudinal)

➢ Detecta y analiza los desafíos sociales del presente, entendiendo que pueden ser lugares
teológicos para discernirlos desde una la lectura creyente del Evangelio en la sociedad.

➢ Descubre que lo personal y estructural están presentes en los desafíos que la realidad y los
problemas sociales presentan y reclaman una respuesta desde la doctrina social de la Iglesia.

➢ Promueve una cultura basada en los principios y valores fundamentales del cristianismo y la
tradición cristiana demostrando asertividad y autonomía frente a los problemas de la realidad
social.

EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE

➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales, conceptuales
➢ Cuadros comparativos de los principios
➢ Examen escrito
➢ Desempeño en el Aula virtual

PRUEBA DE ENTRADA
1. Elabore una lista de los cinco problemas sociales, económicos y políticos más acuciantes que
sufre el Perú y explique el que considere más grave.
2. ¿Puede la Iglesia hablar de los problemas sociales, económico-político?
3. ¿Qué es la dignidad humana?
4. ¿Qué es un principio moral?
5. ¿Cuál cree usted que es la misión de la Iglesia en la sociedad?

1
TEMA 1
IGLESIA, EVANGELIO Y SOCIEDAD

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad social


y las exigencias que brotan desde el Evangelio y la fe para expresar la
misión de la Iglesia que dé una respuesta coherente y eficaz.

I. Introducción

La sociedad de nuestro tiempo está fuertemente marcada por la


desigualdad, lo que deviene en injusticia. El amplio desarrollo de la
ciencia y la tecnología ha abierto posibilidades insospechadas ante
nosotros, pero, al mismo tiempo está descubriendo la terrible capacidad
de autodestrucción del ser humano. Al inicio del tercer milenio el mundo
se debate en una esquizofrenia consumista, individualista casi infinita
que sólo lleva puede llevar a la destrucción.

En este contexto la Iglesia se pregunta sobre su misión en el mundo


porque es claro que la realidad social y sus problemas determina la
calidad de vida de los hombres y mujeres, así como las condiciones de
vida que están obligados a vivir.

La relación que ha existido entre Iglesia y sociedad tiene una larga


historia de encuentros y desencuentros. La sociedad y todo lo que ella
constituye no es ajena ni extraña a la Iglesia, porque es esta sociedad de
hombres y mujeres, la que es “camino primero y fundamental de la
Iglesia”.

2. UN DIAGNÓSTICO DE LA REALIDAD SOCIAL (Ver)

¿Cuáles son los problemas sociales, económico, políticos más relevantes en el mundo,
país, región? (se puede llevar portadas de periódicos para agilizar la observación.)
¿De qué modo afectan la vida de las personas?

Desde el punto de vista económico, encontramos que el Informe OXFAM1 del 2017 muestra una
realidad demoledora: “Tan sólo 8 personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza que
3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. La súper concentración de riqueza
sigue imparable. El crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más tienen. El resto,
la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente los sectores más pobres, se están
quedando al margen de la reactivación de la economía. El modelo económico y los principios que
rigen su funcionamiento nos han llevado a esta situación que se ha vuelto extrema, insostenible e
injusta. Es hora de plantear una alternativa. Necesitamos Gobiernos que apuesten por una visión de
futuro y respondan ante su ciudadanía primero, grandes empresas que antepongan los intereses de

1
Oxford Committee for Famine Relief (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre)
2
trabajadores y productores, un crecimiento dentro de los límites del planeta, el respeto de los
derechos de las mujeres, y que el sistema fiscal sea justo y progresivo. Es posible avanzar hacia una
economía más humana”.2

Es evidente que estamos cada vez más en un contexto global que pone en cuestión la realidad de lo
nacional, se borran las fronteras nacionales, en consecuencia, se limita a los Estados su capacidad
de ser la forma última de la organización social y política. Paradójicamente la globalización, a pesar
de su sentido abarcador, es selectiva, porque no todos participan de la misma manera. Los capitales
se mueven en el mundo al ritmo que desean, por eso, se puede decir que tenemos “capitales sin
fronteras”, pero curiosamente, no existen “trabajadores sin fronteras”.

Por todo el planeta se extiende la injusticia, con consecuencias visibles que nadie quiere ver:
pobreza, marginación, exclusión, desigualdades sociales, explotación laboral, discriminación
corrupción, insensibilidad social, mentalidad economicista.

Hoy los excluidos sociales son personas grupos, países que son descartados, arrojados fuera del
sistema, porque ya no encajan, no sirven “ni siquiera para ser explotados”, de este modo trabajar
en situación de explotación se convierte casi en un privilegio, porque significa “tener un trabajo”.
Además, hay que resaltar que, respecto al trabajo, la situación de la mujer es más precaria todavía,
persiste la discriminación en la remuneración por ser mujer, es común la eventualidad del trabajo,
etc.

Ciertamente se puede decir que la injusticia siempre ha existido en la humanidad, en efecto, no es


un fenómeno nuevo, lo grave es que esa injusticia se ha entrañado, se ha incrustado, en las
estructuras sociales y se perpetúa a través de ellas, tanto que se “normaliza” y por eso ya nada nos
mueve, ni conmueve, lo peor es que muchas veces estas estructuras se revisten de un cristianismo
inventado.

2
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-160117-
summ-es.pdf. Con acceso el 7 de diciembre del 2017.
3
Como dice el Papa Francisco:

“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo
sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire
comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego
de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como
consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas:
sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que,
además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la
opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a
la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino
que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»” EG, 53.

II. Misión de la Iglesia en la sociedad (Juzgar)

El único mandato que Jesús dejó a sus apóstoles y en consecuencia a todos los cristianos, fue “Id
por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). En efecto, “la misión esencial
de la Iglesia es la evangelización de todos los hombres” (EN, 14).

Esta misión tiene que realizarse en


concordancia con los tiempos cambiantes
que ofrece el devenir de la historia, porque
si bien el mensaje que proclamó Jesús con
sus palabras y con su vida, es la revelación
definitiva (no hace falta quitar ni poner nada
más), es necesario aplicar este mensaje en
las diferentes culturas y épocas. De lo que se
trata es de aplicar los principios del mensaje
de Jesús a la realidad cambiante.

¿Puede la Iglesia hablar de los problemas sociales?

Al respecto es necesario recordar que la Iglesia se encuentra inmersa en esta sociedad caracterizada
por injustas relaciones sociales. Convergen aquí de dos elementos: la FE y la realidad de INJUSTICIA
del mundo actual. Entre estos dos elementos nos movemos: somos creyentes, pero a la vez estamos
viviendo una realidad de injusticia.

Esto significa ir al centro de la vida de Jesús: “buscar primero el Reino de Dios y su justicia y el resto
se os dará por añadidura” (Mt 6, 33). Se trata de una justicia anhelada, reflexionada y celebrada
como parte del sueño de Dios para la humanidad “desde los que padecen la injusticia”. Las víctimas
y los excluidos son el lugar de la universalización ya que cuando ellos tienen garantizados sus
derechos los tienen todos los demás. Con razón decían las comunidades primitivas que el Mesías no
volverá hasta que todos estén sentados a la mesa.

4
FE INJUSTICIA
Evangelio Sociedad

- Desde el punto de vista de la fe, lo que interesa es el valor del evangelio. La evangelización
es la tarea de la Iglesia y de todos los cristianos. De lo que se trata es de llevar la buena
nueva de Jesús a todos los rincones del mundo.

“Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo


deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro
paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a
la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y
esperanzas, con sus valores y fragilidades… Si bien «el orden justo de la sociedad y del
Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al
margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están
llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque el
pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción
transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del
corazón amante de Jesucristo.” (EG, 183).

Cuando se profundiza el sentido del evangelio y lo confrontamos con las realidades de


injusticia social, descubrimos la necesidad de conversión individual, pero también tenemos
que hablar de la conversión social. Esto significa que el evangelio no solo es el anuncio de
un nuevo modo de vivir individualmente, sino de convivir socialmente. Es decir, vivimos
como hijos de Dios y convivimos como hermanos. La conversión auténtica del evangelio
tiene estos dos niveles, no solamente el individual, sino también social, privar al evangelio
de este nivel social, es privarle de toda auténtica dimensión social que es aquella por la cual
la fe puede interesarse por las cuestiones sociales.

- Desde el punto de vista de la injusticia, lo que interesa es salir de esa situación en A.L. se
habla mucho de este esfuerzo de liberarse es decir de superar las situaciones y estructuras
injustas que determinan la explotación de los pobres, la marginación de tantos sectores de
la sociedad, campesinos, obreros gentes sin trabajo, niños, hambrientos.

La justicia reclama profundizar los esfuerzos a favor de la igualdad en el mundo: la igualdad


de todos los ciudadanos ante la ley (surge en la Revolución francesa frente a los privilegios
estamentales), la igualdad económica relativa (busca mejor distribución de la riqueza), y la
igualdad de oportunidades (posibilidad de acceso a todos los cargos, puestos y
5
posibilidades en igualdad de condiciones de partida). Todo ello evidentemente supone un
cambio social, inviable sin el cultivo y la educación en el valor de la justicia.

Sin embargo, es necesario no quedarse en el nivel de la estructura, si la liberación fuese solo


cambiar estructuras sociales, eso no es tarea de la Iglesia como Iglesia, es tarea de los
partidos, es tarea social, política, de sindicatos; pero estamos hablando de un sentido
integral de la liberación, que va a la raíz misma del problema de la injusticia.

En realidad, las estructuras injustas reflejan en el fondo, las personas injustas; es decir la
realidad de pecado, ahí está la raíz de la injusticia estructural, es el pecado y el pecado está
en el corazón de las personas y sólo la gracia de Cristo nos libera del pecado.

Como lo expresa R. Antoncih, “podemos comparar la fe - injusticia, con el hambre y la salud, así
como la salud, elemento positivo, necesita de la comida, porque si se deja de comer se pierde la
salud, de la misma manera la fe exige suprimir la injusticia, si existe la injusticia la fe va a
desaparecer, o vamos a inventarnos una fe diferente”.

En síntesis, la Iglesia puede hablar de los problemas sociales porque:

 Los problemas sociales no solo tienen que ver con aspectos técnicos, en los campos de lo
social, económico o político, sino que éstos tienen dimensiones éticas.

 Las condiciones inhumanas de la vida impiden la realización del ser humano y su desarrollo,
promueve el desprecio y genera una idea materialista de la vida.

 Los problemas sociales se originan en el corazón del ser humano, en el pecado personal y
social, en la descristianización, en el olvido de los valores cristianos.

 La iglesia tiene la obligación de ofrecer y proponer un concepto cristiano de la vida.

Como lo plantea el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, la Iglesia con su doctrina social
quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales. El asunto no
es sólo llegar al hombre en la sociedad, de lo que se trata es de fecundar y fermentar la sociedad
misma con el Evangelio. Por esta razón, preocuparse por el ser humano y su bienestar significa
también velar por la sociedad.

Según esto, la misión de la iglesia comprende dimensiones que incluyen todos los aspectos de la
vida del ser humano. De ahí que, para la Iglesia, evangelizar el ámbito social significa infundir en el
corazón de la persona humana la carga de significado y de liberación del Evangelio, para promover
así una sociedad acorde con las exigencias del Evangelio, una sociedad más humana, más conforme
al Reino de Dios, “en cuanto evangelio que resuena mediante la Iglesia en el hoy del hombre, la
Doctrina Social es palabra que libera” (CDS, 63). De ahí que, su misión se realiza de dos maneras
fundamentales que forman parte de su misión profética: el anuncio del evangelio y la denuncia de
las situaciones de injusticia.

Por eso, la D.S.I. puede considerarse un camino muy peculiar, donde se puede ejercer el ministerio
de la Palabra y el ejercicio profético “en efecto, para la Iglesia enseñar y difundir Doctrina Social
pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta
6
doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador” (CA, 5).

Algunas ideas conclusivas3

1. La promoción de la justicia forma parte constitutiva de la nueva evangelización y


consiguientemente de la identidad del ser cristiano.
2. Es indispensable pasar del asistencialismo a la promoción de la justicia mediante el ejercicio
de los derechos reconocidos en las leyes.
3. La justicia exige la simetría y ésta exige el cultivo de la igualdad: igual dignidad, iguales
derechos, responsabilidades y oportunidades. Nunca en nuestra época se han puesto en
tela de juicio, las tres principales fuentes de desigualdad: la clase social, la raza y el sexo4.
4. Practicar la justicia en nuestro tiempo exige reconocer que el prójimo es otro “yo” al que
hay que reconocer (cfr. Gaudium et Spes, n. 27). La exigencia del evangelio va más allá y
pide incluso que el enemigo se convierta en amigo y hermano.
5. Es necesario recordar que la injusticia no es sólo una cuestión ética, sino que adquiere nivel
teológico. La injusticia oculta el rostro de Dios, si no trabajamos y luchamos contra ella, si
no nos ponemos del lado de las víctimas, colaboramos el ocultamiento de Dios. La cruz y la
resurrección son los dos misterios que más nos comprometen para estar en contra de las
injusticias del mundo.
6. Finalmente, la promoción de la justicia es tarea de la nueva evangelización. Por una parte,
una mayor preocupación por los grandes dramas de la humanidad invitaría a descubrir lo
esencial: el seguimiento y proseguimiento de Jesús el Cristo.

3
J.P. GARCIA MAESTRO, Conferencia: "Evangelizar la Cuestión Social: una aproximación teológica". Pontificia
Universidad de Salamanca (Madrid)
4
J. L. SEGOVIA BERNABÉ, “Evangelii Nuntiandi: evangelización y promoción de la justicia”, en J. Mª
MARDONES, F. ELIZONDO, J. MARTÍN VELASCO y otros, Evangelizar, esa es la cuestión. En el XXX aniversario
de la Evangelii Nuntiandi, PPC, Madrid 2006, pp. 123-157.
7
3. ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)

Trabajo grupal

1. Reflexionar sobre cinco situaciones de injusticia socio-económica-política que


conozca y proponer una acción o tarea correctiva concreta para cada una.

Trabajo personal

1. Investigar la postura y la acción de la Iglesia frente a estas situaciones o realidades.


2. Elaborar un mapa conceptual del tema.

BIBLIOGRAFÍA

● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Editorial Salesiana – Ediciones
Paulinas.
● Francisco (2013) Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Ediciones Paulinas.
● CONFERENCIA: "EVANGELIZAR LA CUESTIÓN SOCIAL: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA" Dr.
Juan Pablo García Maestro, OSST Universidad Pontificia de Salamanca (Madrid).
● J. L. SEGOVIA BERNABÉ, “Evangelii Nuntiandi: evangelización y promoción de la justicia”, en
J. Mª MARDONES, F. ELIZONDO, J. MARTÍN VELASCO y otros, Evangelizar, esa es la cuestión.
En el XXX aniversario de la Evangelii Nuntiandi, PPC, Madrid.

Referencias digitales
● https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-
160117-summ-es.pdf

Siglas:

DSI : Doctrina Social de la Iglesia


CDSI : Compendio de Doctrina Social de la Iglesia
LS : Laudato Si
EG : Evangelii Gaudium
EN : Evangelii Nuntiandi
GS : Gaudium et Spes

8
TEMA 2
LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad social


y las exigencias que brotan desde el Evangelio y la fe para expresar la
misión de la Iglesia que dé una respuesta coherente y eficaz.

1. Introducción

La expresión Doctrina Social de la Iglesia hace referencia al conjunto de


enseñanzas sociales del Magisterio principalmente de los papas, las que
se encuentran en encíclicas especialmente dedicadas a los temas sociales.

En sentido estricto se dice que el nacimiento de la Doctrina Social se


remonta al pontificado de León XIII y su encíclica Rerum Novarum (1891),
sin embargo, es necesario precisar que la enseñanza social de la Iglesia es
tan antigua como la propia Iglesia, ya que hunde su reflexión
principalmente en la Sagrada Escritura y adquiere una especial
importancia en la era del industrialismo, y luego será confirmada por las
encíclicas sociales. Esto significa que la reflexión de la Iglesia en materia
social se apoya en una práctica y reflexión anterior que dinamiza y da
coherencia a su enseñanza social.

2. Definición: ¿Qué es Doctrina Social de la Iglesia (DSI)?

Como se manifestó en el tema anterior, la DSI surge del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas de la sociedad que generan injusticias, inequidades, violencia, pobreza, corrupción,
guerras, etc. Frente a ellas el creyente no puede quedarse tranquilo, sino que debe actuar y ser
consecuente con el mensaje de Jesús; de ese modo se actualiza el mensaje social del evangelio en
cada tiempo y contexto.

Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), define la DSI como la “cuidadosa
formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del
hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su
objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que
el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y a la vez trascendente, para orientar
en consecuencia la conducta cristiana” (SRS, 41).

De lo que se trata es de interpretar las realidades sociales a la luz del evangelio para orientar la
conducta humana. El análisis5 de esta definición la tenemos a continuación:

- Atenta reflexión: La DSI es fruto de la reflexión sobre la realidad social, sobre sus problemas,
y limitaciones. Porque es en esa sociedad, compleja, difícil, contradictoria (donde existen

5
ALARCON, E. y VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, UCSM.
9
injusticias, corrupción, explotación, a todo nivel: político, económico, social, etc.) y es donde
vive y se desarrolla el ser humano.

Porque esta reflexión se sitúa en el CRUCE que se da entre las injusticias sociales y la
conciencia cristiana, y debe manifestarse en los esfuerzos que realizan los individuos, las
familias, los hombres de Estado, etc. para darle forma y aplicación en la historia.

De ahí que la reflexión sobre la realidad debe ser crítica, objetiva y con la ayuda de
especialistas de las ciencias sociales y humanas (políticos, economistas, sociólogos,
antropólogos, etc.)

- A la luz de la fe y la tradición: La DSI no es el invento de algunos estudiosos de hoy, hunde


sus raíces en el mensaje de la Sagrada Escritura, (profetas, Evangelio), los Padres de la
Iglesia, el Magisterio de la Iglesia, de donde se nutre para hacer resonar las implicancias y
exigencias del evangelio en la sociedad de hoy. Es pues, resultado del proceso de reflexión
sobre la sociedad y sus problemas, los cuales deben ser iluminados por la luz de la FE.

Por eso podemos decir que la D.S.I. es palabra que libera, en cuanto evangelio que resuena
mediante la Iglesia, en el hoy del hombre6.

- Formulación cuidadosa “frente a situaciones tan diversas, es difícil pronunciar una palabra
única o proponer soluciones con valor universal. Esto lo decía Pablo VI y con mucha razón”7.

Porque se trata de analizar con objetividad la situación propia, esclarecerla a la luz del
Evangelio, y deducir de ello principios de reflexión, criterios de juicio, directrices de acción 8.

Esta reflexión debe ser realizada por TODOS, “comunidades cristianas en comunión con los
Obispos, en diálogo con los demás hermanos y TODOS los hombres de buena voluntad. Para
ver las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las transformaciones
sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia en cada caso”. OA 4

- Orientar, toda esta reflexión está dirigida a orientar la conducta de los cristianos en la
sociedad. Es decir que los cristianos no podemos, dejarnos llevar por la “corriente social”,
si esta vulnera los derechos de las personas. Por eso debemos estar atentos a los principios
y orientaciones que brinda nuestra Iglesia al respecto.

La DSI nos ayuda a saber qué enseña la Iglesia en materia social, especialmente frente a las
flagrantes injusticias que afectan la dignidad de la persona. Por otra parte, también es un recurso
para saber cómo deben actuar los católicos, principalmente, pero también las personas de buena
voluntad ante las injusticias y de ese modo se tome conciencia de la competencia de la Iglesia para
hablar acerca de estos temas.

Con su doctrina social la Iglesia quiere hacer “oír su voz ante determinadas situaciones humanas
individuales y comunitarias, nacionales e internacionales, para las cuales formula una verdadera

6
Compendio de la D.S.I., p. 34.
7
O.A. 4.
8
Ibid.
10
doctrina, un corpus, que le permite analizar las realidades sociales, pronunciarse sobre ellas y dar
orientaciones para la solución de los problemas derivados de las mismas” (CA,5).

Por otra parte, frente a algunas voces que intentan identificar la DSI con alguna ideología, o sistema
político o económico, el Papa Juan Pablo II trazó los límites que demarcan su reflexión.

“Más que una teoría se orienta a la acción”

3. Objeto de la DSI

La Iglesia con su doctrina social, quiere reconocer, revalorar la dignidad de la persona, por eso su
objeto primario:

“Es siempre la dignidad personal del hombre, imagen de Dios,


y la tutela de sus derechos inalienables” (P, 475).

La intención de la Iglesia es reafirmar las leyes evangélicas y los dictámenes de la conciencia humana
para:

Para educar a los Para ayudar a la Y para estimular la


Para aplicarlo en todos los
hombres a ser formación de la acción liberadora y
sistemas y formas de
buenos nueva mentalidad renovadora (ante
convivencia.
ciudadanos. colectiva. las injusticias).

11
4. Finalidad

“Es la realización de la justicia junto con la promoción y liberación


integral de la persona humana”.

Según el Compendio de la DSI (CDSI) la finalidad de la doctrina social “es de orden religioso y moral.

- Religioso, porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia alcanza al hombre «en


la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y social».

- Moral, porque la Iglesia mira hacia un «humanismo pleno», es decir, a la «liberación de todo
lo que oprime al hombre» y al «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los
hombres». La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una
sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia,
de modo incipiente y prefigurado, los «nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la
justicia» (2 P 3,13)” (CDSI, 82).

5. Método de la Doctrina Social de la Iglesia

La DSI en su génesis y elaboración ha ido determinando casi intuitivamente el método más adecuado
para su desarrollo9. El método que utiliza la DSI tiene tres pasos bien definidos: VER-JUZGAR-
ACTUAR. Así lo expresó Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra (1961):

9
Fue el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967) quien, en su esfuerzo por revisar la coherencia entre vida-
trabajo de los jóvenes obreros JOC (Juventud Obrera Cristiana), creó el método de revisión de vida, este
método fue asumido después por la Acción Católica. A esto se suma la teología del trabajo de Marie-
Dominique Chenu, y la teología de las realidades terrestres de Gustave Thils. En: BIORD CASTILLO, Raúl,
Conferencia dictada en las XXII Jornadas de Teología y Reflexión, Criterios para efectuar un discernimiento
cristiano de una situación histórica, 23 de marzo de 2004.
12
En efecto al estar anclado en la realidad y hacer un discernimiento de la situación se pregunta sobre
cuál es el proyecto de Dios para la humanidad, la sociedad, la Iglesia; de ese modo puede proyectar
la acción que sea transformadora de la realidad, pero siempre iluminado por la luz de la fe.

El método conjuga tres fases diferentes: análisis de la realidad, discernimiento a la luz de la fe y de


la tradición eclesial y propuesta de orientaciones y actuaciones prácticas.

3. Tomar
2.
1. Examinar la decisiones
Discernimiento
realidad = VER concretas =
= JUZGAR
ACTUAR

- Ver (la realidad)

Esto significa detenerse a mirar la realidad, auscultarla, diagnosticarla, pero con el concurso de
las ciencias sociales para tener una mirada objetiva, así no caer ni en suposiciones, ni en
abstracciones; esto implica también buscar las causas de los conflictos y las consecuencias que
pueden generar a futuro. Mirar la realidad implica tener una percepción y estudio de los
problemas reales y de sus causas, su análisis corresponde a las ciencias humanas y sociales.

Solo en la medida que se realice un análisis serio y se identifiquen las causas que provocan las
situaciones de injusticia, explotación, miseria, desigualdad, etc. se puede proponer acciones
transformadoras orientadas a atacar las raíces de los problemas más eficientemente. Por eso se
puede decir que este es el momento de toma de conciencia de la realidad.

- Juzgar (discernimiento)

El segundo momento del método califica el ver para


proponer cómo debería ser la situación analizada desde
el punto de vista teológico. ¿Qué dice/diría Dios respecto
de esta realidad? ¿Está en armonía con los valores que
propone el cristianismo?

El juzgar implica el discernimiento de la situación analizada y exige la interpretación, iluminación


y reflexión, tomando como medida o parámetro de juicio y discernimiento la vida de Jesús, su
mensaje y testimonio, para descubrir lo que impide a las personas vivir en consonancia con el
proyecto de Jesús.

En el método, la función propia del Magisterio de la Iglesia se encuentra en el juzgar, porque


implica interpretar la realidad desde el punto de vista de la fe y, de ese modo, proponer una
visión integral de la persona. De lo que se trata es de analizar la realidad con ojos de fe, es decir
analizarla “a la luz del Evangelio” (GS, 4).

- Actuar (compromiso)

El actuar implica dar respuestas a la realidad observada (ver) y valorada (juzgar), tendientes a
mejorarla y transformarla, de modo que se convierta en compromisos concretos.

13
El actuar tiene que ver con la elección. Ello requiere una verdadera conversión, es decir, la
transformación interior que es disponibilidad, apertura y transparencia a la luz purificadora de
Dios. Proponer pistas y acciones transformadoras evita quedarse en la reflexión teórica,
necesaria, pero insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la sociedad.

Sobre este método Aparecida (1992), dice:

“Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente


de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para
su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección
del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo” (A, 19).

ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)

Trabajo grupal

2. ¿Por qué se dice que la DSI no es una tercera vía?


3. Tanto la DSI como la sociología observa, analiza y reflexiona sobre la realidad social.
¿establezca las diferencias que existen entre ambas?

Trabajo personal

1. Elaborar un mapa conceptual del tema.

14
TEMA 3
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad social


y las exigencias que brotan desde el Evangelio y la fe para expresar la
misión de la Iglesia que dé una respuesta coherente y eficaz.

2. Introducción

El compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, al referirse a los


principios de la enseñanza social, dice que estos constituyen
verdaderos puntos de apoyo de la enseñanza social católica.
Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya
que se refieren a la realidad social en su conjunto. Así mismo,
por su permanencia en el tiempo y universalidad de significado,
la Iglesia los señala como el primer y fundamental parámetro de
referencia para la interpretación y valoración de los fenómenos
sociales (CDSI, 160).

Los principios que propone la DSI, se exigen y se iluminan


mutuamente, porque son expresión de la antropología
cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene por la
persona humana. Sin embargo es necesario considerar que “el
transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales
requerirán una reflexión constante y actualizada sobre los
diversos temas que se exponen para poder interpretar
adecuadamente, los nuevos signos de los tiempos (CDS, 9) .

3. Principios de la DSI

Los principios de la DSI deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación. Estos
principios, expresan la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través de la razón y la fe.
Brotan del “encuentro entre el mensaje evangélico y sus exigencias, con los problemas que
surgen en la vida de la sociedad”10.

Subsidiariedad

Solidaridad Participación

Bien Común Destino Univ. Bs.


Dignidad
Humana
10
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Libertatis Conscientia, 72. Citado en Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
15
La Iglesia fruto de la reflexión a la luz de la fe, ha podido dar a estos principios una fundación
y configuración cada vez más exactas, clarificándolos progresivamente, en el esfuerzo por
responder con coherencia a las exigencias de los tiempos y a los continuos desarrollos de la
vida social11.

2.1 Dignidad de la Persona

Es el primer principio sobre el que hay que fundamentar la vida económica y política, si se
quiere construir una nueva sociedad. Reconocer este principio es aceptar tanto en la teoría
como en la práctica que el ser humano y su dignidad es “el autor, el centro y el fin de la vida
económico-social” (GS, 63)

“En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de
inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y
deberes que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse por
ningún concepto” (PT, 9).

Toda la doctrina social se desarrolla a


partir del principio que afirma la
inviolable dignidad de la persona
humana.

“El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es


criatura de Dios y especifica el elemento que la caracteriza y la distingue en su ser a imagen
de Dios…”12

De lo que se trata es de poner en relieve, la dimensión esencial del ser humano, que es la
relacionalidad, porque el ser humano es un ser siempre en relación.

“De ahí que por haber sido hecho a imagen de Dios el ser humano tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una
alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede
dar en su lugar”13.

En efecto, la persona humana es imagen de Dios, porque se hace interlocutora de Dios, le


escucha y le responde, es decir entra en relación con él, y a su vez se relaciona con otras
personas.

Por eso, la Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen
que encuentra, y está llamada a descubrir cada vez más profundamente.

11
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
12
Compendio, 108.
13
Catecismo de la Iglesia católica, 357.
16
Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente
de la persona humana, porque representa el fin último de la sociedad, que está ordenada a
ella. El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la obediencia
de “considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios
necesarios para vivirla dignamente”14.

“Puesto que en el rostro de cada hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la dignidad
de todo hombre ante Dios es el fundamento de la dignidad del hombre ante los demás
hombres”15.

Esto es, además, el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los hombres,
independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase.

Sólo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal


de todos.

Masculino y femenino, diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo, no
poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico
masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una
armoniosa convivencia humana16.

Para favorecer un crecimiento semejante es necesario apoyar a los últimos, asegurar


efectivamente condiciones de igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer,
garantizar una igualdad objetiva entre las diversas clases sociales ante la ley 17, etc. Porque
tanto el hombre como la mujer poseen una misma e igual dignidad.

“El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque ambos,
en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aún, porque el dinamismo
de reciprocidad que anima el “nosotros” de la pareja humana es imagen de Dios”.18

2.3.1 Solidaridad19

La Doctrina Social de la Iglesia entiende la solidaridad como la: “…determinación firme y


perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya
que todos somos verdaderamente responsables de todos”20

La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización


social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social.

14
Gaudium et Spes 27.
15
G. S. 29.
16
Compendio 145.
17
OA, 16.
18
Catecismo, 111.
19
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo
físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
20
SRS, 41.
17
Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de singular
interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.

“La solidaridad confiere particular relieve:


- a la intrínseca sociabilidad de la persona humana
- a la igualdad de todos en dignidad y derechos
- al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más
convencida”21

Esto tiene que ver necesariamente con la interdependencia entre los hombres y entre los
pueblos, que se manifiesta a todo nivel. Especialmente con la vertiginosa multiplicación de
las vías y de los medios de comunicación “en tiempo real” como las telecomunicaciones, los
progresos de la informática, internet, etc. Hoy en día al menos técnicamente, se puede
establecer relaciones aún entre personas lejanas o desconocidas.

Pero frente al fenómeno de la interdependencia, persisten en todo el mundo, fortísimas


desigualdades entre países desarrollados, y países en vías de desarrollo, alimentadas
también por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen
negativamente en la vida interna e internacional de muchos Estados.

La solidaridad expresa la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a


los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana, para
ocuparse del crecimiento común, compartido por todos22.

Este principio implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia
de la deuda, que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas
condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e
indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico, y tecnológico, los bienes
materiales e inmateriales y todo aquello que la actividad humana ha producido23.

Jesús de Nazaret, es la cumbre insuperable de la perspectiva solidaria, Él fue solidario hasta


la muerte en cruz. Él hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre
solidaridad y caridad, iluminando todo su significado24.

Entonces el otro, el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad
fundamental con todos, sino que se convierte en imagen viva de Dios, y por eso debe ser
amado, respetado y cuidado, con el mismo amor con que le ama el Señor y por él se debe
estar dispuesto, inclusive al sacrificio extremo, dar la vida por los hermanos. (Jn 15, 13).

2.3.2 Subsidiaridad

21
Compendio, 192.
22
Compendio 194.
23
Ibid, 195.
24
SRS 40.
18
Expresa y defiende los derechos y autonomía de cada uno en el ámbito de la sociedad. Este
principio es antiguo, y está íntimamente unido con la dignidad y autonomía de la persona
humana y con la concepción orgánica del Estado. Ofrece el remedio contra la degeneración
del Estado moderno centralizado.
“Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden
realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave
perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo
que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya
que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los
miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos” 25.
Este principio, se fundamenta en la autonomía, ya de la persona humana, ya de las
sociedades menores en el ámbito de la sociedad mayor. Su raíz es:
- La persona como ente individual autónomo. Punto de inserción de este principio de
subsidiaridad es la prevalencia y autonomía de la persona humana.
- La comunidad menor como autónoma, pues el principio no se refiere a las meras
relaciones de la comunidad hacia la persona; sino, a la relación de una sociedad superior
hacia otras sociedades menores.

“Conforme a este principio, todas las sociedades, de orden superior deben ponerse en una
actitud de ayuda (“subsidium”) –por tanto de apoyo, promoción y desarrollo- respecto a las
menores”26.
La persona y la comunidad subordinada o menor, por propia autonomía, tienen derecho de
actuar según la propia naturaleza y cumplir las propias funciones. La comunidad, o
comunidad superior debe reconocer, proteger, estimular esta actividad, ayudarla y suplirla
con aquello que sea necesario.
2.3.3 El bien común

De la dignidad, unidad, e igualdad de todas las personas, deriva, en primer lugar, el


principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar
plenitud de sentido27.

Por bien común se entiende “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible
a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia
perfección”28.

Cuando se habla del principio del bien común, no estamos hablando del conjunto de los
bienes particulares, lo cual constituiría solamente una sumatoria de bienes, el bien común es
aquello que permanece y es siempre común a todos, porque es indivisible.
25
Compendio, 186.
26
Compendio, 186.
27
Ibid, 164.
28
GeS 26.
19
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del
cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible
y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo también en vistas al
futuro29.

Las sociedades son las primeras llamadas a empeñarse y trabajar por el bien común, de
manera que estén al servicio del ser humano, en esa medida se realizan plenamente, siendo
“para los demás”.

Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano
es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común. La persona no puede
encontrar realización sólo en sí misma, es decir, prescindir de su ser “con” y “para” los
demás30.

Por eso, la tarea por el bien común es responsabilidad de todos y cada uno, nadie puede
sentirse eximido de ella.

“El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común
corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de alcanzar,
porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el
bien propio31.

El bien común compete también al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad política.
Para asegurar el bien común el gobierno de cada país tiene el deber específico de armonizar
con justicia los diversos intereses sectoriales. La correcta conciliación de los bienes
particulares de grupos y de individuos es una de las funciones más delicadas del poder
público.

2.3.4 El destino universal de los bienes


Este principio se basa en el hecho que, el origen primigenio de todo lo que es un bien, es el
acto mismo de Dios que ha creado al mundo y al hombre... para que domine (la tierra) con
su trabajo y goce de sus frutos.

“De las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del
destino universal de los bienes. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos
en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”32.

El principio del destino universal de los bienes de la tierra, tiene como base el derecho
universal al uso de los bienes. Todos deben tener la posibilidad de gozar del bienestar
necesario, para lograr su pleno desarrollo. Este principio del uso común de los bienes es el

29
Compendio, 164.
30
Ibid, 165.
31
Compendio, 167.
32
GetS 41.
20
“primer principio de todo el ordenamiento ético-social”33 y “principio peculiar de la doctrina
social cristiana”34.

El uso común es un derecho:


- Natural y no sólo positivo, inscrito en la naturaleza del hombre
- Originario inherente a la persona concreta, a toda persona
- Prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes, o cualquier
ordenamiento jurídico, a cualquier sistema y método socioeconómico.

“Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y
comercio libre, a ello (destino universal) están subordinados: no debe estorbar, antes al
contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su
finalidad primera”35

Sin embargo, es necesario establecer normas que propongan un ordenamiento, de manera


que determinen un ejercicio justo y no se piense que todo puede estar a disposición de todos
indubitablemente.

“Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos,
ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos. Si bien es verdad
que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para
asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas, fruto de
acuerdos nacionales e internacionales y un ordenamiento jurídico que determine y
especifique tal ejercicio”36.

El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada
persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de
manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, “donde cada
uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el desarrollo de
otros ni un pretexto para su servidumbre” 37

La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes “aseguran a cada
cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y deben ser
considerados como ampliación de la libertad humana...”38 .

Es a través de la propiedad privada que las personas, garantizan para sí una cierta autonomía,
que les permite desenvolverse en libertad y sin restricciones, por eso es necesario que ésta
sea accesible a todos.

33
L.E. 19.
34
S.R.S. 42.
35
P.P. 22.
36
Compendio, 173.
37
Libertatis Conscientia, 90.
38
GetS 71.
21
La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual39
de manera que todos se conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye el
recurso a formas de “posesión indivisa”40.

La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e


intocable.

“Siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los
bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al
derecho al uso común, al destino universal de los bienes”41

Este principio no se opone al derecho de propiedad, sino que indica la necesidad de


reglamentarlo.

2.3.5 Participación
“Consecuencia característica de la subsidiariedad es la participación que se expresa en una
serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros
(directamente o por medio de los propios representantes) contribuye a la vida cultural,
económica y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber
que todos han de cumplir, en modo responsable y con vistas al bien común”42.

No es suficiente con que la sociedad se articule en asociaciones y grupos intermedios, es


necesario que éstos participen en la vida pública, de la misma manera, que al interior de ellos
los individuos, sean también partícipes directos en sus acciones y actividades.

“La participación no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la


vida social… Desde esta perspectiva, se hace imprescindible la exigencia de favorecer la
participación, sobre todo de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes
políticos, con el fin de que no se instauren privilegios ocultos”43.

Este principio constituye el quicio del funcionamiento democrático de las instituciones. El


Concilio subrayó que es necesario “estimular en todos la participación en los esfuerzos
comunes” y que encuentren en los grupos “valores comunes que los atraigan y los dispongan
a ponerse al servicio de los demás”44

“La participación no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado
a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino
también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además una de las
mejores garantías de permanencia de la democracia45.

39
C.A. 6.
40
R.N. 11.
41
L.E. 14.
42
Compendio, 189.
43
Ibid
44
GS 31c.
45
Compendio 190.
22
Por eso, este principio implica considerar a las personas como sujetos, capaces de intervenir
y responder como ciudadanos y no como meros objetos, a quienes se pueda manipular
fácilmente. Pero al mismo tiempo implica responsabilidad, en su ejercicio efectivo, de lo
que se trata también, es de promover una correcta participación, libre de intereses
personales egoístas.

Finalmente, la DSI plantea también su preocupación frente a los regímenes totalitarios que
totalmente la participación de los ciudadanos.

“Una fuente de preocupación proviene de aquellos países con un régimen totalitario o


dictatorial donde el derecho fundamental a participar en la vida pública es negado de
raíz”46.

46
Ibid 191.
23
UNIDAD 2
FUENTES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

SITUACIÓN PROBLEMA

¿Cuáles son las fuentes de la doctrina social de la Iglesia? ¿Cuál es la relevancia de las
fuentes en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia?
“La enseñanza social de la Iglesia nació del encuentro del mensaje evangélico y de sus
exigencias, comprendidas en el mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo, y en
la justicia, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.” (LC72)
La doctrina social de la Iglesia halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en la
Tradición de la Iglesia (CDS 74). Estas fuentes dan la inspiración y la luz para comprender,
juzgar y orientar la experiencia cristiana en el mundo y la historia humana.

El conocer las fuentes de la DSI nos ayuda a comprender por qué el Pueblo de Dios siente
el impulso y la obligación de pronunciarse de palabra y obra, sobre los problemas sociales
de nuestro tiempo. Desde esta perspectiva podemos entender que las fuentes de la D.S.I.
son aquellos documentos y saberes previos que se utilizan para la elaboración de la D.S.I.,
sirven de base doctrinaria y fundamento racional al conjunto de enseñanzas sociales de la
Iglesia de hoy. Las fuentes de las que se nutre la Doctrina Social de la Iglesia, son:

- La Sagrada Escritura.
- Los Padres de la Iglesia.
- La Tradición.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Papas.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Concilios, Conferencias Episcopales.
- Teólogos y canonistas.

La Doctrina Social de la Iglesia tiene como primera fuente la Sagrada Escritura. Por ello es
evidente que la Biblia tendrá una particular importancia en una asignatura especializada en
Doctrina Social de la Iglesia, como es ésta.
“Son los textos bíblicos, por tanto, la fuente que ilumina el compromiso histórico de la
Iglesia hasta el día de hoy” (Glafira)
Los cristianos somos herederos de una larga historia

CONTENIDOS DE LA UNIDAD: FUENTES DE LA DSI

TEMA 1: FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


TEMA 2: FUENTES HISTÓRICO- TEOLÓGICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: ENCÍCLICAS
SOCIALES

24
UNIDADES DE COMPETENCIA (Conceptual, procedimental, actitudinal)

➢ Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.

➢ Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad social con el contenido


de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.

➢ Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia para proponer
principios de reflexión y acción frente a la realidad social en la que nos desenvolvemos.

EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE

➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales
➢ Interpretación de textos bíblicos y patrísticos
➢ Examen escrito

PRUEBA DE ENTRADA

1. ¿Qué son las Sagradas Escrituras?


2. ¿Cómo debemos leer las Sagradas escrituras?
3. ¿Quiénes fueron los padres de la Iglesia?
4. ¿Conoces algún documento de la doctrina social de la Iglesia contemporáneo?
MAPA CONCEPTUAL DE LA UNIDAD

25
TEMA 4
FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIAS
 Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.

I. Introducción

Toda la teología, incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en la Biblia como
primera fuente. Sin embargo, quedará claro que la Biblia no da soluciones concretas a
problemas de nuestros tiempos. La Biblia no se pronuncia sobre el desempleo en nuestra
sociedad, o sobre la deuda externa. No dice cómo manejar una empresa multinacional o qué
nivel de interés es el más adecuado para una economía. ¿Cómo podemos considerarla
entonces como fuente para la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Y cómo deberemos interpretar
la Biblia?

1. Fuentes Bíblicas47

Si bien la Biblia constituye la fuente primaria de la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que
pensar que ésta se deriva directamente de aquélla. Para entender eso, tendremos que recordar
primero brevemente lo que es la Biblia.

“La Biblia es un conjunto de libros que los cristianos consideramos


inspirados por Dios.”

Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que la Biblia nunca ha sido dictada por Dios a los
hombres. Más bien es la expresión inspirada de la experiencia de fe de personas que sintieron
el llamado y la presencia de Dios en su vida y en la historia de su pueblo. Dios se ha valido
de autores humanos para revelarnos lo necesario para nuestra salvación.

Como cualquier otro texto, la Biblia no puede ser tomada a la letra, sino que tiene que ser
interpretada. Existen varias formas para interpretar un texto. La propia Iglesia utiliza diversos
métodos para leer y entender la Biblia. La mayoría de los métodos tratan de buscar qué es lo
que el autor quiso decir en su tiempo. Otros métodos se fijarán más en la estructura literaria
interna del texto.

47
Para mayor información sobre la Doctrina Social desde la Biblia, referimos a: VAN DER MAAT, Bruno (2006)
Pensamiento Social en la Biblia, Arequipa, UCSM-Escuela de Postgrado, 125 p.
26
Según la lectura fundamentalista, por ejemplo se creería a la letra el origen del universo según
nos narra el primer capítulo del Génesis, como si alguien hubiera estado presente para narrar
lo que realmente estaba pasando. Esa interpretación literalista también asume que los cuatro
Evangelios narran exactamente lo que ocurrió con Jesús, qué dijo, qué hizo en qué momento,
etc. Aceptar esa interpretación sería entrar en un sinnúmero de contradicciones e
incongruencias presentes en el texto bíblico si se lo
lee como una narración periodística. Esa forma de
entender la Biblia es evidentemente errónea y
rechazada por la Iglesia. La Biblia no es un libro de
ciencia o de historia. Es un libro que narra una
experiencia de fe y que quiere transmitir esa
experiencia al lector para su salvación.

Hagamos un pequeño ejercicio de recuerdo. Si


queremos explicar a alguien la importancia que tuvo
tal o cual persona en nuestra vida, digamos nuestra
abuelita, no vamos a empezar presentando su
partida de nacimiento, diciendo dónde vivió, qué
color de ojos tenía o cuánto midió. Más bien
trataríamos de explicar lo que significó para
nosotros, qué hizo por nosotros, cómo la vimos, qué
plato especial nos cocinaba, qué palabras sabias nos enseñó, etc. Así también funciona la
Biblia. No quiere darnos teorías científicas o describir fechas históricas, sino compartir una
experiencia, con la esperanza de que haga “eco” en nosotros para que podamos descubrir a
Dios en nuestra propia experiencia.

Todos hemos escuchado la historia de Jonás, que fue


tragado por un pez y vivió en él durante tres días.
Sería un error pensar que el autor del libro de Jonás
nos quiere proporcionar una lección de sobrevivencia
en el estómago de un pez. Su propósito es muy
distinto. Leer el libro de Jonás literalmente y empezar
a buscar qué clase de pez podría haberle tragado es
equivocarse completamente sobre el sentido del libro.

La Iglesia enseña que para poder entender la Biblia, primero es necesario tratar de entender
lo que el autor de la época en que fue escrito el texto ha querido decir. Es necesario buscar el
significado del texto en su propio contexto histórico. Para ello ayudará la lectura a la luz de
las teorías de la interpretación literaria, los conocimientos históricos, arqueológicos y
literarios de la época de redacción del texto, el análisis del género literario, etc.

Si leemos un relato de la creación, como en Génesis 1,1-2,4ª, por ejemplo, no tiene sentido
tratar de demostrar que la creación del mundo fue literalmente así como nos lo describe el
27
texto. Si aceptáramos esa interpretación, ¿qué haríamos con el segundo relato de la creación,
que sigue (Génesis 2,4ª-25) y que no tiene nada que ver con el primer relato? Más valdría
preguntarse: ¿qué mensaje para la salvación puedo sacar de este relato?

La lectura del texto bíblico siempre implicará una interpretación. No existe una lectura
neutra, objetiva, siempre válida. Lo que sí existirán son por un lado distintas interpretaciones
del texto, válidas porque coherentes, y por el otro lado, una lectura literalista, contraria al
sentido del texto.

Con todos esos pasos, ya quedará claro que la Doctrina Social de la Iglesia no puede
transponer sin mediación alguna los planteamientos históricamente situados de la Biblia en
un discurso a seguir literalmente en algún tema social.

Por ejemplo, leemos en el libro del Deuteronomio: “Si uno tiene un hijo desobediente y
rebelde que no hace caso a sus padres, y ni siquiera a fuerza de castigos obedece, su padre
y su madre lo llevarán a los ancianos de la ciudad, a la plaza pública, y dirán a los ancianos
de la ciudad: ‘este hijo nuestro es desobediente y rebelde, no hace caso; es un libertino y un
borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera. Así
extirparás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, escarmentará.” (Dt 21,18-21)

A nadie en su sano juicio (ni siquiera al fundamentalista más empedernido) se le ocurriría


hacer lo mismo con sus propios hijos, por más que ésta sea literalmente Palabra de Dios. Es
necesario tratar de indagar qué quiso decir el autor y recién luego sacar conclusiones para la
vida. Ésta es justamente la mediación que se precisa para poder pasar de la Biblia a la
Doctrina Social de la Iglesia.

¿Cómo leer la Biblia?

De fe a fe: la fe los que escribieron los libros de la Biblia es la misma fe que nos mueve e impulsa hoy
a nosotros. Es la fe en el mismo Dios liberador, misericordioso y justo, por eso debemos leer la Biblia
de fe a fe.

De historia a historia: Dios se ha hecho hombre en la historia humana, es una sola historia. La
historia de Dios con el pueblo de Israel es una historia de encuentros y desencuentros con sus
propios matices, pero esa historia también es nuestra historia humana, de la humanidad con Dios.
Dios que sigue acompañando a su pueblo y haciendo historia.

De cercanía a lejanía: recordar que los textos bíblicos fueron escritos desde 1000 años antes de
Cristo, lo escrito en la Biblia sucedió hace mucho tiempo, pero lo tenemos hoy para releerlo de
acuerdo a nuestro contexto. Cercanía, porque la tenemos frente a nuestros ojos, el mensaje es el
mismo, lejanía porque sucedió hace muchos años.

Siempre habrá que interpretar el texto bíblico y tratar de entender lo que quiso decir el autor
en su época. Recién después tendrá sentido tratar de sacar conclusiones para nuestro mundo
de hoy. En este sentido nunca podremos aplicar directamente un texto bíblico a una realidad

28
nuestra. La Biblia no se presta a esas concordancias forzadas. Lo que sí nos ofrece es un
conjunto de principios y valores que luego tendremos que aplicar. El respeto a la vida, por
ejemplo, o a la familia, a la palabra dada; la búsqueda de la justicia en la solidaridad y la
fraternidad; el respeto a la propiedad privada, teniendo en cuenta el destino universal de los
bienes; el respeto a la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, etc. La Doctrina
Social, elaborada por el Magisterio de la Iglesia, se encargará de traducir estos principios
para cada época y circunstancia, tal como veremos más adelante.

1.1. Temas sociales en las fuentes bíblicas

La Biblia consta de dos grandes partes: el llamado Antiguo Testamento que narra la
historia de la salvación desde la creación hasta los últimos profetas, y luego el llamado
Nuevo Testamento, que narra desde el anuncio de Jesús hasta el inicio de las primeras
comunidades cristianas. Para un cristiano ambas partes son igualmente importantes y
se sostienen mutuamente: el Antiguo Testamento presenta la promesa de salvación
de Dios, y el Nuevo Testamento narra el cumplimiento pleno de esa promesa. Si no
se conoce el Antiguo Testamento no se sabe qué esperar en la Historia de Salvación.
Y si no se conoce el Nuevo Testamento, uno queda con la interrogante cuándo se
cumpliría las promesas de Dios. Ambas partes no se contradicen, sino que
mayormente se complementan.

En cuanto a temas sociales, es preciso reconocer que el Antiguo Testamento contiene


mucho más material que el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento presenta la
multitud de leyes que rigieron la comunidad de Israel. De esas leyes nos podemos
valer muchas veces para tratar de reconocer los principios básicos que deberían regir
nuestra propia sociedad. Sin embargo, siempre habrá que tener en mente la necesidad
de la interpretación de los textos para no caer en una lectura fundamentalista.

En ambos Testamentos es evidente la dimensión social que tiene la fe: creer en Dios
implica necesariamente preocuparse del hermano. Desde la creación (en el Génesis)
hasta el anuncio del fin de los tiempos (en el Apocalipsis), el ser humano es visto
como criatura que recibe la existencia de Dios y que se relaciona con los demás. Por
ello debe preocuparse por los demás. Faltar al otro es faltar a Dios, como veremos a
continuación.

En el marco de este curso no podemos realizar una exposición exhaustiva de las ideas
sociales en la Biblia. Nos limitaremos a resaltar algunos temas de índole netamente
social, dejando el estudio pormenorizado al interés de cada uno.

1.1.1. Temas sociales en el Antiguo testamento


Es preciso tener en mente el contexto de la legislación veterotestamentaria (es decir, del
Antiguo Testamento). En la época antigua, las leyes y las costumbres sociales estaban
imbuidas de Dios. La práctica social era expresión de la fidelidad a Dios. Igual se puede notar
en ciertos pueblos cuya vida sigue regida no tanto por leyes civiles autónomas, sino por leyes
que se presentan como “voluntad de Dios

“Obedecer las leyes es obedecer a Dios” 29


Por ello en el Antiguo Testamento siempre se presenta la obligación civil y moral como una
obligación religiosa. Se recuerda que los ritos no tienen sentido si no van refrendados por
una acción coherente en la vida del oferente. El rito nunca puede existir en sí, como si fuera
un acto de magia, sino que siempre debe ser expresión de la actitud personal y social de los
creyentes participantes.

2.1.1 La dignidad de la persona

Desde la Creación queda claro que el ser humano es una criatura muy especial. Es creada a
imagen de Dios: “Y creó Dios a los seres humanos a su imagen: a imagen de Dios los creó:
macho y hembra los creó.” (Gén 1,27). Además de ser la criatura más excelsa en el proceso
de la creación, tiene una ventaja adicional sobre todas las otras criaturas: es creada a imagen
de Dios. Somos imagen de Dios y como tal merecemos respeto y debemos respetar a los
demás. Por este estatuto privilegiado y exclusivo, se plantea la necesidad de cuidarnos unos
a otros. Los seres humanos no podemos
vivir sin tomar en cuenta a los demás, ni
mucho menos haciéndoles daño. Todo lo
demás (principios sobre la propiedad,
sobre el trabajo, etc.) está subordinado a
este principio primero y primordial.

No se hace ninguna diferencia entre


hombre y mujer, al contrario, ambos, en
su conjunto, son presentados como
creados a imagen de Dios. Ninguno de
los dos puede usurpar la representación
de la humanidad solo. El uno no puede existir sin el otro y no existe ninguna jerarquía
originaria entre ambos. El género implica diferenciación mas no jerarquía.

En el conocido episodio de Caín y Abel, Caín mata a su hermano y luego se esconde. Cuando
Dios le pide cuentas de lo que pasó con su hermano, Caín contesta molesto: “No sé ¿soy yo
acaso el guardián de mi hermano?” (Gén. 4,9). El texto aclara así que efectivamente somos
todos guardianes de nuestros hermanos. Lo que pasa con ellos nos incumbe. Todos somos
responsables de nuestro prójimo, sobre todo del que más alejado está de la vida. En el plan
de Dios la vida de todos y de cada uno es sagrada e inviolable. Por ello Dios no castiga a
Caín con la muerte, por más que sea homicida. Más bien protege su vida contra la venganza
de los demás (Gén. 4,15). Por más que Caín haya matado, no pierde su dignidad de persona.
Esa dignidad es inalienable e incondicional, no se pierde.

2.1.2 La relación social y sus implicancias

Los humanos debemos comportarnos como hermanos, construyendo una sociedad justa. Para
ello habrá que respetar ciertas normas sociales. En el Antiguo testamento tenemos como
normas sociales a los diez mandamientos de la ley de Dios.

Es necesario recalcar que estas reglas sociales son formuladas como mandamientos y no
como leyes civiles. Es decir que no son en estricto leyes (que uno podría violar bajo pena de
30
sanción) sino que son como principios inquebrantables. Se trata de formulaciones básicas
que permiten que la sociedad sobreviva y se desarrolle. Luego tendrán que ser traducidas en
derecho positivo (es decir en leyes acordadas por las personas de una misma comunidad).
Los demás textos del Antiguo Testamento explicitarán la defensa de cada uno de esos
aspectos.

Sin embargo, esos mandamientos no se


limitan a la mera esfera privada de cada uno,
sino que tienen evidentemente implicancias
sociales. No es casual que en el centro de la Estas reglas sociales rigen en prácticamente todas
formulación de los Diez Mandamientos se las sociedades. Se parecen mucho al “ama sua, ama
encuentra el respeto al shabbat (el sábado). llulla, ama kella” o a cualquier otra formulación de
Entre los primeros mandamientos que se reglas mínimas para que pueda funcionar una
refieren a la dimensión religiosa del hombre sociedad. Es necesario que se protejan algunas
y los últimos que plantean sus obligaciones instancias que sostienen la sociedad:
sociales, está el respeto al sábado, signo por - la vida (es necesario salir de la ley del más fuerte y
excelencia de la articulación entre lo proteger la vida de todos),
religioso y lo social. - la familia (no destruir los hogares mediante el
2.1.3 La justicia adulterio o el engaño),
- la palabra (no dar testimonio en falso, es darle a la
La convivencia social implica que impere la palabra empeñada todo su valor fundante, es decir,
justicia y no la ley del más fuerte. Ello implica defender la verdad),
llevará a proteger especialmente a los menos - la propiedad (si se protege la propiedad, existe un
fuertes, presentados en el Antiguo mínimo de seguridad en la sociedad, aunque este
Testamento como “el huérfano, la viuda y el derecho no será absoluto, como veremos más
extranjero”. No existe para ellos otra adelante).
justicia, sólo que ellos merecen una especial
atención porque son más débiles, y, por lo
tanto, más propensos a ser vulnerados en sus derechos.
El respeto de la justicia se verificará en los actos cotidianos.

2.1.4 La solidaridad y el amor

En realidad, las reglas sociales que nos presenta el Antiguo Testamento no se entienden si no
es por el tipo de persona que las fundamentan. En el fondo lo que quiere Dios es que vivamos
como seres humanos responsables, justos y solidarios, amándonos unos a otros. “Amarás a
tu prójimo como a ti mismo” es la fórmula que presenta el Levítico (Lev. 19,17).

No se trata de elaborar un conjunto de leyes formales, sino de cambiar la persona para que
podamos responder al amor que Dios nos muestra. No se trata de relaciones formales de
justicia para evitar ser juzgados, sino de prácticas justas que expresan el amor y el aprecio
que sentimos los unos por los otros. Es por ello que la solidaridad se expresará en primer
lugar como una relación gratuita para con los que nunca van a poder devolvernos los favores.
En ese principio se basa la opción por los pobres, como reflejo del amor gratuito que Dios
nos tiene y les tiene a ellos preferencialmente.

Ser solidario no es una cuestión de cálculos, para dar o prestar al que sabemos que nos va a
devolver con creces. La solidaridad es dar al que necesita, sin pensar si nos va a poder
31
devolver o no. Por ello, el Antiguo Testamento pone en el primer lugar de preocupación de
todos al triduo: “huérfano, viuda y extranjero”, personas que en aquella sociedad tenían
mucha dificultad porque nadie les protegía. La solidaridad deberá empezar con ellos. Si
somos solidarios con ellos, ya se estará haciendo justicia.

1.1.2. Temas sociales en el Nuevo testamento

El Nuevo Testamento es la culminación y plenitud de la revelación o del mensaje divino a


los hombres y a las mujeres. Por ello, también en el aspecto social, representa la coronación
del Antiguo Testamento. No contradice los textos anteriores, sólo los complementará.

Partamos del hecho que el Nuevo Testamento no es un relato periodístico de la época de


Jesús o de las primeras comunidades cristianas. El objetivo no es describir con criterios
historiográficos modernos la realidad en la que vivía Jesús. Mucho menos podemos
considerar al Nuevo Testamento como un estudio sistemático de la sociedad palestina del
primer siglo de nuestra era. El Nuevo Testamento tampoco contiene un modelo de sociedad
ideal aplicable a nuestra (o a otra) realidad. No busquemos allí justificaciones para nuestras
propias propuestas sociales.

El Nuevo Testamento es ante todo la expresión inspirada de una vivencia de un anuncio.


“Comienzo de la Buena Nueva de Jesús Mesías, Hijo de Dios” escribe Marcos en primer
versículo de su Evangelio. Se trata entonces de una buena noticia que es una persona, no un
mensaje o un contenido. El Nuevo Testamento no nos quiere describir al minuto la vida de
Jesús. Pero tampoco quiere presentarnos un modelo de vida que tenemos que seguir tal cual.
Nos narra una experiencia de fe que se quiere transmitir para que nosotros y otros podamos
creer.

No nos debe asombrar entonces que tampoco encontraremos en el Nuevo Testamento un


tratado de moral social. No hay un modelo de sociedad con todas sus reglas. Lo que sí nos
dará son pistas para reforzar los principios encontrados en el Antiguo Testamento.

2.1.5 La Ley

Muchos han escrito que el Nuevo Testamento vino a terminar con el Antiguo. No es lo que
dice el mismo Jesús: “No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los
profetas, no he venido a abolirlas sino a llevarlas a su plenitud.” (Mt 5,17). Lo que cambia
no es el contenido sino el lugar de la ley. Jesús reemplaza la ley por el amor. Hemos visto
que el amor ya era una exigencia del Antiguo Testamento. Ahora se trata de la exigencia
primordial, ante la cual todo lo demás, incluso la ley, tiene que inclinarse. Jesús siempre
cuenta con la libertad de la persona para cumplir con la voluntad del Padre. Nunca hará las
cosas porque sí, sino que las hará por amor, respetando la libertad de la otra persona.

Recordemos ahora algunos principios de vida social tal como el Nuevo Testamento nos los
presenta.

2.1.6 Algunos planteamientos sociales en los Evangelios

32
Brevemente revisaremos lo que parecen ser los fundamentos del pensamiento social sobre
todo en los evangelios sinópticos, más explícitos al respecto. Ya sabemos que no tenemos
que esperarnos a una teoría social toda hecha y acabada. Sí podremos encontrar principios
que permiten elaborar creativamente una visión sobre la vida social de las personas.

A. Fundamentos

a) El amor a Dios pasa por el amor al hermano


Entre los textos evangélicos encontramos el fundamento del actuar del cristiano con mayor
claridad, en el evangelio de Mateo. La base es la misma que en el Antiguo Testamento: quien
quiere honrar a Dios tiene que respetar a su hermano, lo que vimos desde la pregunta de Caín.
En Mateo 5, 21.22. Jesús nos recuerda la misma lógica.
No hay modo de reconciliarse con Dios si uno no está reconciliado con su hermano. La fe en
Dios se expresa necesariamente a través de la relación con el hermano. Ello implica que hay
que preferir al hermano sobre cualquier cosa. Será la demostración de que preferimos a Dios
sobre cualquier cosa.

b) Dios prefiere a los pequeños por


amor

Partiendo del principio de que el amor a Dios se


demuestra mediante el amor al hermano, es
preciso hacer una aclaración. Si bien es cierto que
todos los hermanos tienen la misma dignidad, no
todos tienen la misma necesidad. El motivo de
nuestro actuar debe ser el amor. Y el amor es
asimétrico. Puedo amar a otro incluso si él no me
ama.

Se trata de superar la simetría en las relaciones, de respetar y amar al que nos respeta y ama.
Este principio tiene una doble implicancia: una de prioridad, otra de profundidad. La
profundidad que exige este principio es que debemos de amar hasta nuestros enemigos. Es
decir que nadie puede quedar excluido de nuestro amor. No podemos limitar nuestro amor al
pequeño círculo de personas que nos caen simpáticas o incluso indiferentes, tenemos que
incluir en ese grupo a nuestros enemigos. Ello tendrá implicancias en cuanto al perdón (cfr.
infra). La dimensión prioritaria se mostrará en la exigencia de amar en primer lugar a los que
no podrán devolvernos el favor. Tendremos que priorizar en nuestra relación a los débiles, a
los pobres, a los necesitados. En ello se demostrará la gratuidad del amor. El texto más claro
al respecto está en el contexto del juicio final, en Mateo 25, 31-45
Dos aclaraciones. La primera es que el juicio, tal como es presentado en esta perícopa, se
determinará por lo que se haya hecho para los hermanos, y sobre todo a “los hermanos más
pequeños”, es decir los más débiles, pobres y necesitados, los que no tendrán tal vez la fuerza
o la capacidad de devolver el bien recibido. En segundo lugar, hay que enfatizar la

33
identificación que el Señor opera con los más pequeños. Acercándonos a ellos, nos acercamos
a Él mismo 48.

c) El perdón, señal y exigencia del amor

Para poder amar de tal forma, tendremos que recurrir al perdón. Jesús recuerda la indiscutible
importancia del perdón en la vida del cristiano. Incluso hace de ello la condición para nuestro
propio perdón. El Padre Nuestro recuerda claramente en Mt 6,12 que nosotros tenemos que
haber perdonado antes de poder pedir perdón a Dios.
La traducción de la Biblia de Jerusalén, aquí citada, ha reemplazado el verbo original
“perdonamos” (en pretérito, para traducir el aorista griego que designa una acción terminada,
concluida en el pasado) por “hemos perdonado” (un pasado compuesto) porque en castellano
la forma del pretérito y del presente en la primera persona del plural muchas veces se
confunden. Desafortunadamente no todas las traducciones al castellano toman en cuenta esta
particularidad.

El perdón es una característica del actuar de Jesús, revelando de tal forma la misericordia de
Dios Padre. La parábola del que fue perdonado y que no fue capaz de perdonar sigue, en el
Evangelio de Mateo, la respuesta a la pregunta de Pedro sobre la cantidad de veces que
tenemos que perdonar: Jesús sorprende a todos “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete” (Mateo 18,22).

2. Fuentes Patrísticas
2.1. Padres de la Iglesia

La moral social cristiana empieza en la Sagrada Escritura, que ofrece las primeras
orientaciones, criterios y normas morales. Después de Jesús su mensaje quedó en manos de
los discípulos, quienes tuvieron la misión de anunciar la vida de Jesús, sus palabras y acciones
y proponerla en regla moral de la vida cristiana. Esta misión fue recogida a su vez por los
discípulos subsiguientes, entre los que
destacan los Padres de la Iglesia.

Los “Padres de la Iglesia” a través de sus


escritos (homilías, sermones, cartas,
epístolas) aplicaron el espíritu del Evangelio
a las circunstancias de su tiempo, de este
modo iniciaron la formulación del mensaje
social cristiano. El tiempo de los Padres de la

48
Este y otros muchos textos sustentan la Opción Preferencial por los Pobres que asumió la Iglesia Católica.
Ya en el Vaticano II se encuentran las raíces de esta fórmula p. ej.. « La Iglesia abraza con su amor a todos los
afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su
Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura vivir en ellos a Cristo » Lumen
Gentium 8.
34
Iglesia se extiende desde el siglo II hasta el siglo VIII d.C. Mayormente se les divide

- por la época en la que escribieron (Padres Apostólicos inicio siglo II, Padres
Apologetas siglos II-III) y
- por el idioma en el que escribieron (Padres Griegos y Padres Latinos) 49.

Es evidente que el contexto socio-cultural en que vivieron los Padres de la Iglesia es muy
diferente al nuestro. En la época de los Padres las desigualdades son muy grandes, la pobreza
es masiva, existía un régimen de esclavitud y sobre los esclavos recae el trabajo más pesado.

Uno de los aportes más importantes de los Padres a la teología moral social es el amplio
tratamiento sobre los bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza que supone una
postura muy clara sobre el sentido cristiano de la propiedad.

Por eso, en consonancia con el Evangelio los Padres de la Iglesia se preocuparon en primer
lugar por la dignidad de cada ser humano. Su fuente es evidentemente la dignidad tal como
nos la presenta la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (cfr. supra). De
esta dignidad, adquirida por ser creados a imagen de Dios, deriva el respeto que se le debe a
cada uno, así como la solidaridad, por ser cada uno parte de ese género humano compartido.
La humanidad es una y todo en realidad pertenece a todos50.

De allí deriva la solidaridad que debe expresarse en una acción que a nosotros hoy en día nos
puede parecer inadecuada: la limosna. Pero el concepto de limosna en tiempo de los Padres
era muy distinto de la dádiva con la que hoy a veces la confundimos. La limosna de esa época
era un acto de justicia, no de una mal llamada caridad. Claro está que la propia justicia
también se expresaba en el pago puntual de lo debido y en el rechazo de la usura (el pago de
interés por un préstamo).

2.2. Temas sociales de los Padres de la Iglesia: La limosna – la comunicación de


bienes – la riqueza51

Es muy ilustrativo constatar que el mandato de la limosna está antes que los demás mandatos
sociales, como no matar, no cometer adulterio, no robar, no cometer aborto, no codiciar, no
mentir. Encontramos ya en la Didajé, carta del siglo II encontramos:

“No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Si
adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate por tus pecados.
No vacilarás ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen
recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que comunicarás en

49
ALARCON, E. – VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa
50
Ibid.
51
ALARCON, E. VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa.
35
todo con tu hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si se comunican en los
bienes inmortales, ¿cuánto más en los mortales?” (Didajé IV, 5-8)

En el texto citado hay un verbo que puede sorprender: “comunicarás en todo con tu
hermano”. El hecho de comunicar aquí significa compartir. De esta expresión viene el
concepto de COMUNICACIÓN DE BIENES, es decir el hecho de que todos los bienes son
para todos, desde la creación. Dios ha entregado el universo al hombre y a la mujer y ellos
no tienen por qué guardar una parte exclusivamente para sí, sin compartirla con los demás.
La comunicación de bienes es un concepto que remonta a la Biblia 52 y que los Padres enfocan
con mucha énfasis. Volveremos sobre este tema en los párrafos siguientes. En la Doctrina
Social de la Iglesia contemporánea, se expresa la misma idea de la comunicación de bienes
con el concepto de “Destino Universal de los Bienes” (cfr. Infra).

Queda claro que, si uno adquiere algo por su propio trabajo, en realidad no tiene derecho de
decir que esa propiedad es exclusivamente suya. Tiene que compartirla con el necesitado.
Pero también queda claro que la limosna no es para mantener a un ocioso que no quiere
trabajar. Por ello la advertencia al que recibe la limosna:

“Bienaventurado el que, conforme al mandamiento, diere, pues es inocente. Pero ¡Ay


del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; más el que recibe
sin sufrir necesidad tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué. Será puesto
en prisión, se le examinará sobre lo que hizo y no saldrá de allí hasta haber pagado
el último cuadrante”. Didajé I,5b.

La misma advertencia se repite en otro documento de los Padres Apostólicos, el enigmático


“Pastor de Hermas” del II siglo:

“Los que reciben darán cuenta a Dios por qué recibieron y para qué: los que
recibieron por hallarse atribulados, no serán juzgados; más los que recibieron por
fingida necesidad, serán castigados.
Así, pues, el que da es inocente, porque como recibió de Dios este ministerio con
mandato de cumplirlo, así sencillamente lo cumplió, sin discriminar para nada a
quién diera y a quién no. “

Pastor de Hermas, Mandamientos, Mandamiento Segundo nº 5 53

Entonces la solidaridad que se muestra por medio de la limosna no es para mantener a algún
vicioso, sino para ayudar al que realmente necesita. El que da debe dar al necesitado, pero el
que recibe debe recibir solamente porque es necesitado. Si alguien recibe sin necesidad, ese
acto le será tomado en cuenta en contra de él.

52
Véase p.ej. el clásico estudio: RABANOS ESPINOSA, Ricardo (1968) Teología Bíblica de la Comunicación
Cristiana de Bienes, Madrid, Bailén, 1552 p.
53
RUIZ BUENO (1979:972)
36
Los escritos de los Padres de los siguientes siglos no dejan de clamar según el mismo tenor.
La limosna es obra de caridad ¡indispensable! Veamos algunas citas54. Los Padres más
notorios en esta temática son sin duda San Juan Crisóstomo y San Basilio, ambos obispos
orientales del siglo IV.

“Tú te niegas a dar alegando serte imposible socorrer a tantos como piden. Y con tu
lengua desde luego lo juras, pero la mano te delata. Aun cuando tu mano calla,
pregona tu mentira, pues está toda iluminada por la funda de tu anillo. ¿A cuántos
pobres no podría sacar de sus deudas un solo anillo tuyo? ¿Cuántas casas que se
están derrumbando podría levantar? Una sola de tus arcas de vestidos podría vestir
a un pueblo entero que tirita de frío. Y, sin embargo, nada se te da de despachar con
las manos vacías al pobre, sin temor alguno a lo justo de la retribución por parte del
Juez. No has sido misericordioso, luego tampoco alcanzarás la misericordia; no has
abierto tus puertas, luego a ti se te cerrarán las del Reino de los Cielos. No has dado
un pedazo de pan, luego a ti se te negará la vida eterna.”

San Basilio – Homilía contra los Ricos


(LEURIDAN 1973:79)

En este contexto es interesante descubrir que, desde su experiencia de fe, los Padres toman
una posición social radical, que se delinea en algunos elementos comunes 55 de su mensaje
social:

- La afirmación de la naturaleza social del hombre.


- El sometimiento de las relaciones sociales y económicas a las normas de la justicia y
la caridad.
- La primacía del bien común sobre el interés particular.
- La unidad e igualdad esenciales de todos los hombres, cualquiera que sea su
condición social.
- La diversidad y pluralidad de condiciones sociales y, por tanto, la desigualdad
accidental de los hombres en ellas.
- La voluntad de Dios de que las desigualdades, dadas las diversidades naturales y la
libertad humana, se nivelan en el desarrollo de la vida social.
- La imposición por Dios de una función social a toda superioridad motivo de
desigualdad.
- La obligación de poner en común y al servicio de los demás toda preeminencia
individual y todo don personal.

54
Las siguientes citas provienen de varias fuentes: GONZALEZ FAUSS, José Ignacio (1991) Vicarios de Cristo,
Madrid, Trotta; LEURIDAN, Johan (1973) Justicia y explotación en la Tradición cristiana antigua, Lima, Cep;
ROYON, Claude; PHILIBERT, Robert (1994) Les pauvres, un défi pour l’Église, Paris, Éditions de l’Atelier;
VILLENA LINARES, Federico (2001) Pensamiento Social de los Padres de la Iglesia, Arequipa, UCSM-EPG-EAD.
55
ALBURQUERQUE, E. (2006) Moral Social Cristiana, San Pablo, Madrid
37
Algunos Padres de la Iglesia fueron:

Padres de la Iglesia griegos Padres de la Iglesia latinos


 Ignacio de Antoquía  Ambrosio de Milán

 Basilio el Grande  Jerónimo

 Gregorio Nacianceno  Agustín de Hipona

 Juan Crisóstomo  Jerónimo

3. ACTIVIDADES DE REFUERZO DEL TEMA

Trabajo grupal:

¿Por qué debemos interpretar los textos bíblicos y patrísticos?


¿Qué principios de la DSI se derivan de los siguientes textos: Jer 7, 3-7; Lev 19, 35-36;
Is 10, 1-2; Mt 25, 31-46; Lc 12, 16-21; Mt 5, 38 -42?

Trabajo individual

Aplique e interprete el texto de las Bienaventuranzas Mt 5, 3-12 para alguna realidad de


injusticia social de la que hemos hablado en el curso hasta el momento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, s/n Editorial Salesiana –
Ediciones Paulinas.
● ANTI-DEFAMATION LEAGUE (2000) “Jewish Understandings of Sabbatical Year and Jubilee
from Biblical Days to the 20th Century” en: A New Millennium from Dialogue to
Reconciliation, New York ADL.

38
● del VALLE, Carlos [Ed.] (1997) La Misna, Salamanca, Sígueme.
● SCHOTTROFF, Luise (2000) “Holiness and Justice, Exegetical comments on 1 Corinthians
11,17-34” en: Journal for the Study of the New Testament, Sheffield, Sheffield Academic
Press, nº 79, p. 51-60.
● SPIAZZI, Raimundo (1992), Enciclopedia del pensiero sociale cristiano, Roma, Edizioni Studio
Domenicano.

39
TEXTOS PARA EL AULA VIRTUAL

Texto de lectura

La propiedad en la Biblia

Al iniciar nuestro recorrido será preciso recordar que la Biblia en realidad no da indicaciones
tan claras como quisiéramos sobre los sistemas de propiedad. Jesús mismo recordó que su
misión no era la de velar por la distribución de los bienes entre los hermanos. Cuando le
piden una intervención para convencer a un hermano que tenía que repartir la herencia, Jesús
contesta:

«¡Hombre ! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor de bienes entre ustedes? Miren y


guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada
por sus bienes. »
Lucas, 12,14-15

Con esa expresión, Jesús deja en claro que su mensaje no puede ser utilizado para sustentar
la preferencia por tal o cual tipo de distribución de bienes. Su mensaje es de otra índole.
Claro que habrá que salvaguardar la justicia, la fraternidad, la solidaridad con los más
pequeños. Pero ello no implica de por sí un sistema de distribución sacralizado por Jesús.
Esta conclusión no implica que la Biblia no tenga ninguna referencia en cuanto la distribución
de la propiedad. En varios textos hay indicaciones bastante claras, pero más a nivel de
orientación que como máximas sociales o legales.
Ya que estos textos han sido ampliamente trabajados por los Padres y por la propia Doctrina
Social de la Iglesia, nos limitaremos a un breve recuento de los mismos.
Así en el Génesis, después del primer relato de la creación del hombre y de la mujer, Dios
les entrega la administración de la creación:

« Y Dios los bendijo y les dijo: sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla;
manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en todo animal que serpea sobre la
tierra. Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de la tierra, así
como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de alimento. 56»

56
Esta dieta vegetariana que Dios indica para los seres humanos será ampliada, incluyendo la carne, al
terminar el diluvio, cuando Dios dijo: « Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento: todo se los
doy, lo mismo que les di la hierba verde. Sólo dejarán de comer la carne con su alma, es decir con su sangre »
Génesis 9, 3-4.
40
Génesis 1, 28-29

Toda la creación es entregada al hombre y a la mujer: animales de todo tipo y plantas. Queda
claro que este don no es personal, sea al hombre o sea a la mujer. Es para ambos, es decir
para el conjunto de la humanidad. Por lo tanto, nadie podrá excluir a otro del uso de esos
bienes. Nadie podrá decir que animales o plantas son exclusivamente de él y no para el
servicio de los demás. Con ello se recalca el Destino Universal de los Bienes entregados por
Dios. En la tradición judía esta regla era especialmente respetada en cuanto la posesión de la
tierra. Como la tierra era de Dios, no se podía vender. Era de todos. Sólo se podía ocupar. En
el siguiente párrafo se retomará esa idea con el Año de Jubileo.

Si bien los bienes creados son para todos, no quiere decir que la propiedad privada no existe.
En el Decálogo hay un mandamiento referido a la prohibición de robar (Ex. 20,15). Su mera
formulación implica que existía la propiedad privada y que había que respetarla57. De igual
forma el precepto del trabajo para el ser humano implica que el fruto del trabajo es para el
trabajador, lo que a su vez implica una forma de propiedad privada.

En el Antiguo Testamento existe una exigencia frente a los que carecen de bienes. Los pobres
deben ser protegidos. Los ricos deben acordarse de ellos. No es que los bienes traigan
salvación, más bien ayudan a la vida. Hay un mandato de solidaridad que se deriva de la
fraternidad inicial de la creación.

En los libros sapienciales se recuerda que lo fundamental en la relación de la persona con


Dios no son los bienes, sino Dios mismo.

« No me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi bocado de pan, no sea que llegue a
hartarme y reniegue, y diga ‘Quién es YHWH?’ »
Prov 20,14

La opulencia trae el riesgo de olvidarse de Dios. Hace que uno se llene de orgullo, se olvide
de la fuente de la vida y reniegue de ella. El signo del olvido se refleja en la falta de
preocupación por el hermano pobre. En eso el rico demuestra que Dios no tiene lugar en su
vida.

Jesús retomará esa idea en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16, 19-31). Por ello es
difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. No es que la riqueza sea mala, sino que
puede llevar a olvidarse del hermano y por lo tanto de Dios. No hay que amontonar riquezas
en la tierra sino en el cielo.

« No se amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen y


ladrones que socavan y roban. Amontónense más bien tesoros en el cielo, donde no hay
polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu
tesoro, allí estará tu corazón. »

57
Cfr. « La proprietà è tutelata dal precetto divino che proibisce di rubare, ma è mantenuta soprattutto dalla
légge del lavoro.» SPIAZZI (1992) p. 25.
41
Mateo 6,19-21

Los bienes no salvan, sólo Dios salva. Si uno tiene bienes, que los utilice para remediar la
pobreza de sus hermanos58, si no, no le sirven de nada, más bien pueden alejarlo de Dios. Las
riquezas no pueden añadir un día a la vida (Cfr. Lucas 12, 16-21).

« Las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra »


Mateo 13,22

Dice Jesús, al referirse a la parábola del sembrador. La riqueza muchas veces se puede
convertir en Mamón, en un ídolo. Como tal, la riqueza puede alejar de Dios, puede hacer
olvidar la preocupación de Dios por toda la creación, como lo recuerda Mateo en su
descripción de la Providencia (Mateo 6, 25-34).

Los regímenes de propiedad pueden ser distintos. Los Hechos recuerdan las formas de
tenencia en las primeras comunidades: propiedad privada y comunitaria: « nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (Hechos 4,32). El episodio de
Ananías y Safira (Hechos 5) recuerda que existían tensiones entre ambas formas de
propiedad59. Sin embargo, la propiedad colectiva no necesariamente es considerada como la
única. En la carta a Filemón, Pablo no tiene problemas en recordar sus obligaciones como
cristiano a Filemón, al presentarle su esclavo.

En conclusión: el régimen de propiedad no está unívocamente estipulado en los textos


bíblicos. La creación hace pensar en un tipo de responsabilidad colectiva por el universo,
pero no consagra exclusivamente la propiedad común. En cuanto a la propiedad privada, si
bien no es rechazada, se recuerda el peligro inherente a ella. El riesgo es olvidarse de Dios y
del hermano. Sea como sea, la propiedad no puede convertirse en un ídolo, siempre uno tiene
que mantener el control sobre la misma y utilizarla para el bien de todos. La propiedad
privada no es negada, pero tampoco favorecida.

El discurso de Jesús no retoma esos temas. Más bien se centra en las exigencias del Reino de
Dios.

La experiencia del Jubileo

Todos recordarán el Año de Jubileo del 2000. Esa celebración hizo referencia a una tradición
judía, comentada en Levítico 25. Cada 50 años se dejaba de labrar los campos, se redistribuía
las tierras y se liberaba a los esclavos, porque sus deudas eran perdonadas. La idea inherente
a esta práctica era que la tierra era de Dios y por lo tanto nadie se la podía apropiar con

58
San Pablo recuerda la necesidad de contribuir a las colectas por los hermanos necesitados (cfr. Romanos
15, 26-27, 2 Corintios 8-9).
59
Cfr. SCHOTTROFF (2000) p. 54.
42
exclusividad de los demás (Deuteronomio 15, 23). Si la tierra es de Dios, sus frutos también
lo son. Por lo tanto, no había que sacarle todo el fruto a la tierra, sino que había que dejarle
algo, para que se sirvieran los pobres (Deuteronomio 24, 19-22).

Si la tierra es de Dios, Él proveerá cada 50 años para que su pueblo no sufra hambre (igual
que lo hace por cada Año sabático):

« Si preguntan: qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni cosechar
nuestro productos? Yo les mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que producirá
para tres años; sembrarán el año octavo y seguirán comiendo de la cosecha anterior al año
noveno, hasta que venga su cosecha seguirán comiendo de la anterior. »
Levítico 25,21-22

Esta práctica del año sabático (cada 7 años) y del Año de Jubileo (cada 50 años), parecen una
tradición bastante antigua en el pueblo de Israel, probablemente ligada al inicio de la época
de los Jueces60. Su aplicación se rige por ciertas leyes y costumbres 61. Así por ejemplo, el
hecho de dejar reposar las tierras sólo se aplica en Israel, no en los demás países, ya que el
precepto se dio para « cuando entren en la tierra que les voy a dar » (Lev 25,2). En la
actualidad se sigue manteniendo la costumbre de no sembrar en los terrenos propios durante
el año sabático (y con mayor razón durante el Año de Jubileo). Sin embargo, su aplicación
creó varios problemas, incluso de orden estratégico en Israel. Para remediar a ello, se propuso
vender la tierra simbólicamente a un musulmán por el lapso del año sabático para luego
recuperarla. De esa forma se puede sembrar la tierra (que formalmente ya no pertenece a un
judío)62, manteniendo la producción sin poner en peligro la sobrevivencia del pueblo.

Esta experiencia del Año sabático y Jubilar muestra que la cuestión de la propiedad de la
tierra era un asunto considerado muy serio, ya que derivaba de la misma relación entre Dios
y su pueblo. Más que entrar en la discusión si alguna vez se ha aplicado el Año del Jubileo
en todo su rigor, es preciso recordar el fundamento de estas reglas, Se trata de poner en
práctica un designio particular de YHWH: el universo le pertenece y es necesario recordarlo
siguiendo su mandamiento. Es un signo de que la propiedad de la tierra no se puede confundir
con la propiedad de otro tipo de bienes.

“Quien ama al prójimo como a sí mismo, no posee nada más que su prójimo”

San Basilio – Homilía contra los Ricos

60
ANTI DEFAMATION LEAGUE (2000) p 79 sq.
61
Algunas costumbres son post-bíblicas. Así por ejemplo el prosbul, instaurado por Hillel. Cfr. ibid p 82 sq.
62
Para una breve historia de esta práctica véase Ibid p. 84-85. Esta práctica de venta ficticia, sin embargo, no
siempre se realiza sin oposición de los judíos ultra ortodoxos, como se demostró durante el último año
sabático del 2000. Cfr. « Israel’s turbulent rabbis » en: The Economist (2000) London, 09.09.2000, p. 47.
43
(GONZALEZ 1991:20)

Los Padres latinos piensan en la misma línea. San Jerónimo, por ejemplo, recuerda la
igualdad fundamental de todos y las consecuencias de esa constatación.

“La misericordia es parte de la justicia. De modo que si quieres dar


misericordiosamente a los pobres no haces más que justicia, según aquello de la
Escritura: “Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece eternamente” (Sal
111,9). Porque es injusto que el que es completamente igual a ti, no sea ayudado por
su semejante, sobre todo desde el momento en que Dios nuestro Señor quiso que esta
tierra fuese posesión común de todos los hombres, y diese frutos para todos ellos;
pero la avaricia dividió los derechos de las propiedades. Por tanto es justo que, si
reivindicas para ti como privado algo de lo que es común a todo el género humano
(…) al menos repartas entre los pobres algo de ello, para que no niegues el alimento
a los que participan del mismo derecho que tú. (…) Procuremos no quitar nada a
quien debemos dar. (…) quien se burla del pobre irrita al que lo creó.”

San Jerónimo – Sermón sobre el Salmo 118

(GONZALEZ 1991:58)

Es decir que en realidad nada es nuestro porque todo pertenece a todos. Si mi prójimo es
necesitado debo socorrerlo con lo que tengo porque lo que tengo no es en verdad sólo mío.

“¿Qué responderás al Juez tú que revistas las paredes y dejas desnudo al hombre?
¿Tú que adornas a los caballos y ni siquiera te dignas mirar a tu hermano cubierto
de harapos? ¿Tú que dejas que se te pudran los alimentos y no alimentas a los
hambrientos? ¿Tú que guardas el dinero y desprecias al que muere por no tenerlo?”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:22)

San Basilio recuerda con esas palabras duras la obligación en conciencia de socorrer a los
pobres. Pero va más allá. Indaga sobre la fuente de nuestras riquezas.

“Pero tú posees muchas riquezas: ¿de dónde te vienen pues? De que has preferido
gozar tú solo de ellas antes que socorrer con ellas a muchos. Esto está clarísimo. Por
tanto, en la medida en que abundas en riquezas, en esa medida estás falto de caridad.
Si amaras a tu prójimo, hace tiempo que habrías pensado en desprenderte de lo que
tienes. Pero la verdad es que tu dinero está más pegado a ti que los mismos miembros
de tu cuerpo. Y te duele más desprenderte de él que si te cortaran los miembros más
importantes.”

44
“En cambio los que discurren sensatamente habrán de pensar que las riquezas nos
han sido dadas para administrarlas, no para gastarlas en placeres; y, en caso de
desprenderse de ellas, habrán de alegrarse como quien devuelve lo ajeno”

San Basilio – Homilía contra los Ricos

(GONZALEZ 1991:20)

San Juan Crisóstomo se refiere igual al origen de las riquezas. Recuerda que Dios dio todo
para todos, sin reservar nada para alguien en especial. La herencia no es título legítimo de
posesión de riquezas, como declara a continuación.

“Ahora díganme ustedes de dónde proceden sus riquezas. ¿De quién las han
recibido? “de mis abuelos por medio de mi padre”. ¿Pueden entonces mostrarme
que han sido adquiridas justamente, remontándose por la familia? No pueden. El
principio y raíz de ellas proceden forzosamente de iniquidad. ¿Por qué? Porque, al
principio, Dios no hizo ni rico a uno y pobre a otro, ni mostró al uno grandes tesoros
y al otro le privó de este hallazgo; Dios puso delante de todos la misma tierra.”

San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tim (LEURIDAN 1973:26)

Este último párrafo lo dice con toda claridad: cuando damos a los pobres sólo les estamos
devolviendo lo suyo, nos debemos alegrar porque estamos devolviendo lo ajeno. San Juan
Crisóstomo dirá lo mismo:

“Tienes lo del otro, pero no tienes lo tuyo. Si se te confía un depósito ¿podré llamarte
rico? De ninguna manera. ¿Por qué? Porque posees cosa ajena. Pues eso que tienes
es un depósito, y ojalá sólo sea deposito y no ocasión para ti de mayor castigo”

San Juan Crisóstomo – Sobre Lázaro

(LEURIDAN 1973:62)

“Los bienes terrenos no es verdadera posesión y propiedad, es sólo para uso. ¿Cómo
hablar de propiedad cuando, una vez que tú expires, quieras o no quieras, otros se
apoderarán de todos tus bienes, y ellos, a su vez, se los darán a otros, y éstos a otros?
Todos somos extranjeros, y dueño de la casa lo es más el que la alquila pues a
menudo, muerto el verdadero dueño, el otro sobrevive y goza más tiempo de la casa.
Y si es cierto que la goza pagando, también el dueño hubo de pagar al construirla y
pasó mil calamidades hasta verla acabada. La propiedad o señorío no es más que un
nombre, en realidad somos todos dueños de bienes ajenos.”

San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tes (LEURIDAN 1973:65)

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En realidad todo pertenece a todos, todo debe servir a todos. Hasta los animales reconocen
eso, menos los hombres avaros.

“Ya que estamos dotados de razón no nos mostremos más brutos que los animales.
Estos usan como bien común lo que produce la tierra. Rebaños de ovejas pastan
sobre un monte único, caballos innumerables se apacientan también en una sola y
misma llanura, y todos se ceden unos a otros el goce del sustento necesario. En
cambio, nosotros escondemos en nuestros bolsillos lo que es común, y poseemos solos
lo que es de muchos.”

San Basilio – Homilía en tiempo de hambre

(GONZALEZ 1991:24)

San Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) retoma el mismo argumento:

“No piensen que todo es suyo. Que haya también una parte para los pobres y amigos
de Dios. Pues la verdad es que todo es de Dios, Padre universal. Y nosotros somos
hermanos de un mismo linaje. Y los hermanos han de entrar por partes iguales en la
herencia, si queremos ser justos. Y aunque uno o dos se apropiaran la mayor parte,
por lo menos debe quedar algo para los otros. Pero si alguno quiere apoderarse de
todo absolutamente, y excluye a sus hermanos aun de la tercera y cuarta parte, ese
tal será un dictador tiránico, un bárbaro implacable, una fiera insaciable, que quiere
regalarse ella sola en el banquete. O mejor dicho, ese tal será más fiero que las
fieras.”

San Gregorio de Nisa – Homilía sobre el amor a los pobres (GONZALEZ 1991:26)

Es preciso aclarar que los Padres no critican la riqueza como tal, porque los bienes han sido
creados por Dios y Él no crea nada malo. La crítica va contra el mal uso de estas riquezas 63.
Existen para ser compartidas, porque son de todos. Si alguien adquirió riquezas en realidad
es probablemente porque no las compartió en su debido momento con los necesitados 64.

En este sentido las riquezas incluso pueden ser motivo de caída, porque al ocupar en el rico
un lugar que excluye al pobre, condena al rico.

63
La excepción sería para los monjes que no deberían de tener nada propio. El abad Hyperijius, Padre del
desierto, dijo: “El tesoro del monje es su pobreza voluntaria”. Citado in: WADDELL, Helen [Ed] (1936/1998)
The Desert Fathers, New York, Vintage Books, p. 90.
64
Tertuliano, un Padre latino, es más drástico en su condena de toda riqueza: “De entrada Cristo justifica
siempre a los pobres y condena a los ricos” De Pat. 7.. GONZALEZ (1991:48). De la misma forma otro Padre
latino, San Ambrosio no cree que uno puede poseer riquezas y saber compartir: “Un rico compasivo es
contrario a la naturaleza” Comentario a Lc 8,7. GONZALEZ (1991:49)
46
“No me hables, pues, de la abundancia de riquezas. Considera más bien el daño que
sufren los amadores de ellas, pues por ellas pierden el cielo. No es ciertamente mejor
un montón de dinero, o por decir mejor, vale más el estiércol que el dinero. El
estiércol vale por lo menos para abonar las tierras y para calentar los baños y para
otras cosas por el estilo; el oro escondido bajo la tierra, para nada de eso vale. ¡Y
ojalá fuera sólo inútil! Pero lo cierto es que enciende muchos hornos contra el que
lo posee, si no usa de él como es debido, y de él nacen infinitos males.”

San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (LEURIDAN 1973: 69)

Las riquezas pueden perder a uno, sea porque han sido adquiridas por medios injustos, sea
porque impiden al propietario ver a su hermano necesitado. Pero la solución que algunos
pregonan de enriquecer a la Iglesia con el argumento de que sólo lo mejor puede ser bueno
para Dios también es equivocada.

“No pensemos que basta para nuestra salvación traer a la Iglesia un cáliz de oro y
pedrería, después de haber despojado a viudas y huérfanos. Si quieres honrar el
sacrificio de la Cruz, presenta tu alma por la que fue ofrecido. Ésta es la que has de
hacer de oro. Mientras que si tu alma sigue siendo peor que el plomo o que una teja,
¿qué vale entonces el cáliz de oro? No nos contentemos pues con traer dinero a la
Iglesia, sino miremos si procede de un justo trabajo. Porque más precioso que el oro
es aquello que no tiene nada que ver con la avaricia. La Iglesia no es un museo de
oro y plata sino una reunión de ángeles. En la última cena no era de plata la mesa,
ni la copa en que el Señor dio a sus discípulos su propia sangre. (…) el sacramento
no necesita preciosos manteles sino almas puras. En cambio los pobres sí que
requieren mucho cuidado. Aprendamos, pues, a pensar con discernimiento y a honrar
a Cristo como Él quiere ser honrado.”

San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (GONAZLEZ 1991:34-35)

San Jerónimo recuerda los mismos argumentos:

“Aquel que envió sin oro a los Apóstoles (Mt 10,9) fundó también la Iglesia sin oro.
La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado, sino para distribuirlo y socorrer a
los necesitados. Pues, ¿qué necesidad hay de reservar lo que, si se guarda, no es útil
para nada? (…) ¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes fundan el
oro para sustento de los pobres, que se apoderen de él sacrílegamente los enemigos?
Acaso no nos dirá el Señor: “¿Por qué han tolerado que tantos pobres murieran de
hambre, cuando poseían oro con el que procurar su alimento? ¿Por qué tantos
esclavos han sido vendidos y maltratados por sus enemigos sin que nadie los haya
rescatado? ¡Mejor hubiera sido conservar los tesoros vivientes que no los tesoros de
metal!”

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