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TEMA 1

IGLESIA, EVANGELIO Y SOCIEDAD

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la


realidad social y las exigencias que brotan desde la fe y el
Evangelio para dar una respuesta coherente y eficaz.

I. Introducción

La sociedad de nuestro tiempo está fuertemente marcada por la


desigualdad, lo que deviene en injusticia. El amplio desarrollo de la
ciencia y la tecnología ha abierto posibilidades insospechadas ante
nosotros, pero, al mismo tiempo está descubriendo la terrible
capacidad de autodestrucción del ser humano. Al inicio del tercer ___________
Iglesi
ays
milenio el mundo se debate en una esquizofrenia consumista, misió u
___________
individualista casi infinita que sólo lleva puede llevar a la destrucción. ECUN n
F___________
FERM DAR Y
_______
E
En este contexto la Iglesia se pregunta sobre su misión en el mundo SOCIE NTAR LA
DAD
porque es claro que la realidad social y sus problemas determina la LUZ D A LA
calidad de vida de los hombres y mujeres, así como las condiciones de EVAN EL
GELIO
vida que están obligados a vivir.

La relación que ha existido entre Iglesia y sociedad tiene una larga


historia de encuentros y desencuentros. La sociedad y todo lo que ella
constituye no es ajena ni extraña a la Iglesia, porque es esta sociedad
de hombres y mujeres, la que es “camino primero y fundamental de la
Iglesia”.

2. UN DIAGNÓSTICO DE LA REALIDAD SOCIAL …. (Ver)

¿Cuáles son los problemas sociales, económico, políticos más relevantes en el


mundo, país, región?
¿De qué modo afectan la vida de las personas?

Desde el punto de vista económico, encontramos que el Informe OXFAM1 del 2017 muestra una
realidad demoledora: “Tan sólo 8 personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza
que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. La súper concentración de
riqueza sigue imparable. El crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más
tienen. El resto, la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente los sectores
más pobres,

1 
Oxford Committee "El Relief
for Famine capitalismo
(Comité mundial
de Oxfordsigue batiendo
de Ayuda contra récords de inequidad: ya
el Hambre)
existen 2.043 personas que poseen más de 1.000 millones de dólares
(super-ricos). En un año, la riqueza de estos super-ricos ha crecido en 762
mil millones de dólares, monto que permitiría erradicar a nivel mundial la
pobreza extrema en siete veces.
 Entre los años 2006 y 2015 la riqueza de estos super-ricos se
se están quedando al margen de la reactivación de la economía. El modelo económico y los
principios que rigen su funcionamiento nos han llevado a esta situación que se ha vuelto extrema,
insostenible e injusta. Es hora de plantear una alternativa. Necesitamos Gobiernos que apuesten
por una visión de futuro y respondan ante su ciudadanía primero, grandes empresas que
antepongan los intereses de trabajadores y productores, un crecimiento dentro de los límites del
planeta, el respeto de los derechos de las mujeres, y que el sistema fiscal sea justo y progresivo. Es
posible avanzar hacia una economía más humana”. 2

Es evidente que estamos cada vez más en un contexto global que pone en cuestión la realidad de
lo nacional, se borran las fronteras nacionales, en consecuencia, se limita a los Estados su
capacidad de ser la forma última de la organización social y política. Paradójicamente la
globalización, a pesar de su sentido abarcador, es selectiva, porque no todos participan de la
misma manera. Los capitales se mueven en el mundo al ritmo que desean, por eso, se puede decir
que tenemos “capitales sin fronteras”, pero curiosamente, no existen “trabajadores sin fronteras”.

Por todo el planeta se extiende la injusticia, con consecuencias visibles que nadie quiere ver:
pobreza, marginación, exclusión, desigualdades sociales, explotación laboral, discriminación
corrupción, insensibilidad social, mentalidad economicista.

Ciertamente se puede decir que la injusticia siempre ha existido en la humanidad, en efecto, no es


un fenómeno nuevo, lo grave es que esa injusticia se ha entrañado, se ha incrustado, en las
estructuras sociales y se perpetúa a través de ellas, tanto que se “normaliza” y por eso ya nada nos
mueve, ni conmueve, lo peor es que muchas veces estas estructuras se revisten como si nuestra
sociedad fuera cristiana.

Hoy los excluidos sociales son personas grupos, países que son descartados, arrojados fuera del
sistema, porque ya no encajan, no sirven “ni siquiera para ser explotados”, de este modo trabajar
en situación de explotación se convierte casi en un privilegio, porque significa “tener un trabajo”.
Además, hay que resaltar que, respecto al trabajo, la situación de la mujer es más precaria todavía,
2
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-160117-
summ-es.pdf. Con acceso el 7 de diciembre del 2017.
persiste la discriminación en la remuneración por ser mujer, es común la eventualidad del trabajo,
etc.

Como dice el Papa Francisco:

“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo
II. sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire
comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego
de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como
consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas:
sin trabajo, sin horizontes, sin salida.  Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que,
además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la
opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a
la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino
que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»” EG, 53.

Misión de la Iglesia en la sociedad (Juzgar)

El único mandato que Jesús dejó a sus apóstoles y en consecuencia a todos los cristianos, fue “Id
por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). En efecto, “la misión
esencial de la Iglesia es la evangelización de todos los hombres” (EN, 14).

Esta misión tiene que realizarse en


concordancia con los tiempos cambiantes
que ofrece el devenir de la historia, porque si
bien el mensaje que proclamó Jesús con sus
palabras y con su vida, es la revelación
definitiva (no hace falta quitar ni poner nada
más), es necesario aplicar este mensaje en
las diferentes culturas y épocas. De lo que se
trata es de aplicar los principios del mensaje
de Jesús a la realidad cambiante.

¿Puede la Iglesia hablar de los problemas sociales?

Al respecto es necesario recordar que la Iglesia se encuentra inmersa en esta sociedad


caracterizada por injustas relaciones sociales. Convergen aquí de dos elementos: la FE y la realidad
de INJUSTICIA del mundo actual. Entre estos dos elementos nos movemos: somos creyentes, pero
a la vez estamos viviendo una realidad de injusticia.

FE
INJUSTICIA
Evangeli Sociedad
o
- Desde el punto de vista de la fe, lo que interesa es el valor del evangelio. La
evangelización es la tarea de la Iglesia y de todos los cristianos. De lo que se trata es de
llevar la buena nueva de Jesús a todos los rincones del mundo.

“Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista— siempre implica un profundo


deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro
paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a
la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y
esperanzas, con sus valores y fragilidades… Si bien «el orden justo de la sociedad y del
Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al
margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están
llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque
el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción
transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del
corazón amante de Jesucristo.” (EG, 183).

Cuando se profundiza el sentido del evangelio, descubrimos la necesidad de conversión


individual, pero también tenemos que hablar de la conversión social. Esto significa que el
evangelio no solo es el anuncio de un nuevo modo de vivir individualmente, sino de
convivir socialmente. Es decir, vivimos como hijos de Dios y convivimos como hermanos.
La conversión auténtica del evangelio tiene estos dos niveles, no solamente el individual,
sino también social, privar al evangelio de este nivel social, es privarle de toda auténtica
dimensión social que es aquella por la cual la fe puede interesarse por las cuestiones
sociales.

- Desde el punto de vista de la injusticia, lo que interesa es salir de esa situación en A.L. se
habla mucho de este esfuerzo de liberarse es decir de superar las situaciones y estructuras
injustas que determinan la explotación de los pobres, la marginación de tantos sectores de
la sociedad, campesinos, obreros gentes sin trabajo, niños, hambrientos.

Sin embargo, es necesario no quedarse en el nivel de la estructura, si la liberación fuese


solo cambiar estructuras sociales, eso no es tarea de la Iglesia como Iglesia, es tarea de los
partidos, es tarea social, política, de sindicatos; pero estamos hablando de un sentido
integral de la liberación, que va a la raíz misma del problema de la injusticia.

En realidad, las estructuras injustas reflejan en el fondo, las personas injustas; es decir la
realidad de pecado, ahí está la raíz de la injusticia estructural, es el pecado y el pecado
está en el corazón de las personas y sólo la gracia de Cristo nos libera del pecado.

Podemos comparar la fe - injusticia, con el hambre y la salud. Así como la salud, elemento
positivo, necesita de la comida, porque si se deja de comer se pierde la salud, de la misma manera
la fe exige suprimir la injusticia, si existe la injusticia la fe va a desaparecer, o vamos a inventarnos
una fe diferente.
En síntesis, la Iglesia puede hablar de los problemas sociales porque:

 Los problemas sociales no solo tienen que ver con aspectos técnicos, en los campos de lo
social, económico o político, sino que éstos tienen dimensiones éticas.

 Las condiciones inhumanas de la vida impiden la realización del ser humano y su


desarrollo, promueve el desprecio y genera una idea materialista de la vida.

 Los problemas sociales se originan en el corazón del ser humano, en el pecado personal y
social, en la descristianización, en el olvido de los valores cristianos.

 La iglesia tiene la obligación de ofrecer y proponer un concepto cristiano de la vida.

Como lo plantea el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, la Iglesia con su doctrina social
quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales. El asunto
no es sólo llegar al hombre en la sociedad, de lo que se trata es de fecundar y fermentar la
sociedad misma con el Evangelio. Por esta razón, preocuparse por el ser humano y su bienestar
significa también velar por la sociedad.

Según esto, la misión de la iglesia comprende dimensiones que incluyen todos los aspectos de la
vida del ser humano. De ahí que, para la Iglesia, evangelizar el ámbito social significa infundir en el
corazón de la persona humana la carga de significado y de liberación del Evangelio, para promover
así una sociedad acorde con las exigencias del Evangelio, una sociedad más humana, más
conforme al Reino de Dios, “en cuanto evangelio que resuena mediante la Iglesia en el hoy del
hombre, la Doctrina Social es palabra que libera” (CDS, 63). De ahí que, su misión se realiza de dos
maneras fundamentales que forman parte de su misión profética: el anuncio del evangelio y la
denuncia de las situaciones de injusticia.

Por eso, la D.S.I. puede considerarse un camino muy peculiar, donde se puede ejercer el ministerio
de la Palabra y el ejercicio profético “en efecto, para la Iglesia enseñar y difundir Doctrina Social
pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta
doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador” (CA, 5).

Conclusiones3

a. En la actualidad debemos reiterar con firmeza que la promoción de la justicia forma parte
constitutiva de la nueva evangelización y consiguientemente de la identidad del ser cristiano.

Evangelizar lo social es aceptar la intrínseca relación entre fe y justicia; en ir al centro de la


vida de Jesús: “buscar primero el Reino de Dios y su justicia y el resto se os dará por
añadidura” (Mt 6, 33). Se trata de una justicia anhelada, reflexionada y celebrada como parte

3
CONFERENCIA: "EVANGELIZAR LA CUESTIÓN SOCIAL: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA" Dr. Juan Pablo
García Maestro, OSST Universidad Pontificia de Salamanca (Madrid)
del sueño de Dios para la humanidad “desde los que padecen la injusticia”. Las víctimas y los
excluidos son el lugar de la universalización ya que cuando ellos tienen garantizados sus
derechos los tienen todos los demás. Con razón decían las comunidades primitivas que el
Mesías no volverá hasta que todos estén sentados a la mesa.

b. La alusión genérica a la justicia, no acompañada de mediaciones sirve de poco. Y una de estas


mediaciones es el Derecho. Se trata de un intento de pasar del asistencialismo a la promoción
de la justicia mediante el ejercicio de los derechos reconocidos en las leyes. El anhelo de
justicia no tiene el peso evangélico que debiera en las comunidades cristianas, ni mucho
menos en quienes se van incorporando a las tareas de animación comunitaria en los tiempos
y se ven poco preparados ante estos retos. 
c. Sin negar nuestra propia identidad, debemos caminar codo con codo con todos aquellos que
se empeñan en humanizar la tierra, con los no creyentes y con los fieles de otras religiones.
d. La justicia tiene como requerimiento ineludible la simetría y ésta exige el cultivo de la
igualdad: igual dignidad, iguales derechos, responsabilidades y oportunidades. Nunca en
nuestra época se han puesto en tela de juicio, las tres principales fuentes de desigualdad: la
clase social, la raza y el sexo [52].

Ello exige superar los modelos de dominación, sobre todo, el machismo patriarcal. Por tanto,
la justicia reclama ahondar en los tres grandes esfuerzos a favor de la igualdad del mundo
moderno: la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley (surge en la Revolución francesa
frente a los privilegios estamentales), la igualdad económica relativa (busca mejor
distribución de la riqueza), y la igualdad de oportunidades (posibilidad de acceso a todos los
cargos, puestos y posibilidades en igualdad de condiciones de partida). Todo ello
evidentemente supone un cambio social, inviable sin el cultivo y la educación en el valor de la
justicia.

e. La justicia global del siglo XXI exige que el prójimo es otro “yo” al que hay que reconocer
(cfr. Gaudium et Spes, n. 27). Incluso que el enemigo se convierta en amigo y hermano.
f. El problema de la injusticia no se sitúa solamente en el campo de la ética, sino que adquiere
un estatuto rigurosamente teologal. La práctica de la justicia es un requerimiento para
conocer a Dios. Lo que más oculta hoy el rostro de Dios es la profunda injusticia que reina en
el mundo. Si no luchamos contra ella y no nos ponemos del lado de las víctimas, colaboramos
al actual ocultamiento de Dios. La cruz y la resurrección son los dos misterios que más nos
comprometen para estar en contra de las injusticias del mundo.
g. La justicia reclama el perdón para ser completa. Aunque lo primero que hay que destacar es
el derecho a la verdad; después la justicia; finalmente, perdón. Por eso, el sufrimiento
solidario pide hacer justicia sin crear nuevas víctimas. En el fondo, lo más sublime de esta
justicia es la posibilidad que afirma al enemigo como futuro hermano [53].
h. Finalmente, no podemos obviar que la promoción de la justicia en la nueva evangelización
debe recrear la Iglesia. Por una parte, una mayor preocupación por los grandes dramas de la
humanidad quitaría dramatismo a estériles disputas de sacristía e invitaría a descubrir lo
esencial: el seguimiento y proseguimiento de Jesús el Cristo.
3. ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)

Trabajo grupal
1. Reflexionar sobre cinco situaciones de injusticia socio-económica-política que conozca y proponer
una acción o tarea correctiva concreta para cada una.
Trabajo personal
2. Investigar la postura y la acción de la Iglesia frente a estas situaciones o realidades.
3. Elabora tu mapa conceptual del tema

BIBLIOGRAFÍA

● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Editorial Salesiana – Ediciones
Paulinas.
● Francisco (2013) Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Ediciones Paulinas,

GLOSARIO DE TÉRMINOS

Estructuras:

Capitales
Capitalismo

Inequidad

Siglas:

DSI : Doctrina Social de la Iglesia

CDSI : Compendio de Doctrina Social de la Iglesia

LS : Encíclica Laudato Si, 2015

EG : Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium


EN : Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi
TEMA 2
LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad


social y las exigencias que brotan desde el Evangelio y la fe para
expresar la misión de la Iglesia que dé una respuesta coherente y
eficaz.

1. Introducción

La expresión Doctrina Social de la Iglesia hace referencia al conjunto de


enseñanzas sociales del Magisterio principalmente de los papas, las que
se encuentran en encíclicas especialmente dedicadas a los temas
sociales.
L a DS C
p
desde redicada
En sentido estricto se dice que el nacimiento de la Doctrina Social se siglos
los prim
eros
 to
remonta al pontificado de León XIII y su encíclica Rerum Novarum impor ma gran
tancia
indust co
(1891), sin embargo, es necesario precisar que la enseñanza social de la rializa n la
cual e ción la
Iglesia es tan antigua como la propia Iglesia, ya que hunde su reflexión s confi
por la rmada
s gran
principalmente en la Sagrada Escritura y adquiere una especial encícli des
cas so
ciales.
importancia en la era del industrialismo, y luego será confirmada por las
encíclicas sociales. Esto significa que la reflexión de la Iglesia en materia
social se apoya en una práctica y reflexión anterior que dinamiza y da
coherencia a su enseñanza social.

2. Definición: ¿Qué es Doctrina Social de la Iglesia (DSI)?

Como se manifestó en el tema anterior, la DSI surge del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas de la sociedad que generan injusticias, inequidades, violencia, pobreza, corrupción,
guerras, etc. Frente a ellas el creyente no puede quedarse tranquilo, sino que debe actuar y ser
consecuente con el mensaje de Jesús; de ese modo se actualiza el mensaje social del evangelio en
cada tiempo y contexto.

Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), define la DSI como la “cuidadosa
formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del
hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su
objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo
que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y a la vez trascendente, para
orientar en consecuencia la conducta cristiana” (SRS, 41).

De lo que se trata es de interpretar las realidades sociales a la luz del evangelio para orientar la
conducta humana. El análisis4 de esta definición la tenemos a continuación:

4
ALARCON, E. y VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, UCSM.
- Atenta reflexión: La DSI es fruto de la reflexión sobre la realidad social, sobre sus
problemas, y limitaciones. Porque es en esa sociedad, compleja, difícil, contradictoria
(donde existen injusticias, corrupción, explotación, a todo nivel: político, económico,
social, etc.) y es donde vive y se desarrolla el ser humano.

Porque esta reflexión se sitúa en el CRUCE que se da entre las injusticias sociales y la
conciencia cristiana, y debe manifestarse en los esfuerzos que realizan los individuos, las
familias, los hombres de Estado, etc. para darle forma y aplicación en la historia.

De ahí que la reflexión sobre la realidad debe ser crítica, objetiva y con la ayuda de
especialistas de las ciencias sociales y humanas (políticos, economistas, sociólogos,
antropólogos, etc.)

- A la luz de la fe y la tradición: La DSI no es el invento de algunos estudiosos de hoy, hunde


sus raíces en el mensaje de la Sagrada Escritura, (profetas, Evangelio), los Padres de la
Iglesia, el Magisterio de la Iglesia, de donde se nutre para hacer resonar las implicancias y
exigencias del evangelio en la sociedad de hoy. Es pues, resultado del proceso de
reflexión sobre la sociedad y sus problemas, los cuales deben ser iluminados por la luz de
la FE.

Por eso podemos decir que la D.S.I. es palabra que libera, en cuanto evangelio que
resuena mediante la Iglesia, en el hoy del hombre5.

- Formulación cuidadosa “frente a situaciones tan diversas, es difícil pronunciar una


palabra única o proponer soluciones con valor universal. Esto lo decía Pablo VI y con
mucha razón”6.

Porque se trata de analizar con objetividad la situación propia, esclarecerla a la luz del
Evangelio, y deducir de ello principios de reflexión, criterios de juicio, directrices de acción 7.

Esta reflexión debe ser realizada por TODOS, “comunidades cristianas en comunión con los
Obispos, en diálogo con los demás hermanos y TODOS los hombres de buena voluntad.
Para ver las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las
transformaciones sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia
en cada caso”. OA 4

- Orientar, toda esta reflexión está dirigida a orientar la conducta de los cristianos en la
sociedad. Es decir que los cristianos no podemos, dejarnos llevar por la “corriente social”,
si esta vulnera los derechos de las personas. Por eso debemos estar atentos a los
principios y orientaciones que brinda nuestra Iglesia al respecto.

La DSI nos ayuda a saber qué enseña la Iglesia en materia social, especialmente frente a las
flagrantes injusticias que afectan la dignidad de la persona. Por otra parte, también es un recurso
para saber cómo deben actuar los católicos, principalmente, pero también las personas de buena
voluntad ante las injusticias y de ese modo se tome conciencia de la competencia de la Iglesia para
hablar acerca de estos temas.
5
Compendio de la D.S.I., p. 34.
6
O.A. 4.
7
Ibid.
Con su doctrina social la Iglesia quiere hacer “oír su voz ante determinadas situaciones humanas
individuales y comunitarias, nacionales e internacionales, para las cuales formula una verdadera
doctrina, un corpus, que le permite analizar las realidades sociales, pronunciarse sobre ellas y dar
orientaciones para la solución de los problemas derivados de las mismas” (CA,5).

Por otra parte, frente a algunas voces que intentan identificar la DSI con alguna ideología, o
sistema político o económico, el Papa Juan Pablo II trazó los límites que demarcan su reflexión.

“Más que una teoría se orienta a la acción”

3. Objeto de la DSI

La Iglesia con su doctrina social, quiere reconocer, revalorar la dignidad de la persona, por eso su
objeto primario:

“Es siempre la dignidad personal del hombre, imagen de Dios,


y la tutela de sus derechos inalienables” (P, 475).

La intención de la Iglesia es reafirmar las leyes evangélicas y los dictámenes de la conciencia


humana para:

Para educar a los Para ayudar a la Y para estimular la


Para aplicarlo en todos los
hombres a ser formación de la acción liberadora y
sistemas y formas de
buenos nueva mentalidad renovadora (ante
convivencia.
ciudadanos. colectiva. las injusticias).
4. Finalidad

“Es la realización de la justicia junto con la promoción y liberación


integral de la persona humana”.

Según el Compendio de la DSI (CDSI) la finalidad de la doctrina social “es de orden religioso y
moral.

- Religioso, porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia alcanza al hombre «en


la plena verdad de su existencia, de su ser personal y a la vez de su ser comunitario y
social».

- Moral, porque la Iglesia mira hacia un «humanismo pleno», es decir, a la «liberación de


todo lo que oprime al hombre» y al «desarrollo integral de todo el hombre y de todos los
hombres». La doctrina social traza los caminos que hay que recorrer para edificar una
sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia,
de modo incipiente y prefigurado, los «nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la
justicia» (2 P 3,13)” (CDSI, 82).

5. Método de la Doctrina Social de la Iglesia

La DSI en su génesis y elaboración ha ido determinando casi intuitivamente el método más


adecuado para su desarrollo 8. El método que utiliza la DSI tiene tres pasos bien definidos: VER-
JUZGAR-ACTUAR. Así lo expresó Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra (1961):

8
Fue el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967) quien, en su esfuerzo por revisar la coherencia entre
vida-trabajo de los jóvenes obreros JOC (Juventud Obrera Cristiana), creó el método de revisión de vida, este
método fue asumido después por la Acción Católica. A esto se suma la teología del trabajo de Marie-
Dominique Chenu, y la teología de las realidades terrestres de Gustave Thils. En: BIORD CASTILLO, Raúl,
Conferencia dictada en las XXII Jornadas de Teología y Reflexión, Criterios para efectuar un discernimiento
cristiano de una situación histórica, 23 de marzo de 2004.
En efecto al estar anclado en la realidad y hacer un discernimiento de la situación se pregunta
sobre cuál es el proyecto de Dios para la humanidad, la sociedad, la Iglesia; de ese modo puede
proyectar la acción que sea transformadora de la realidad, pero siempre iluminado por la luz de la
fe.

El método conjuga tres fases diferentes: análisis de la realidad, discernimiento a la luz de la fe y de


la tradición eclesial y propuesta de orientaciones y actuaciones prácticas.

3. Tomar
2.
- Ver (la1. Examinar la
realidad) decisiones
Discernimiento
realidad
Esto significa = VERa mirar la realidad, auscultarla, diagnosticarla,concretas
detenerse pero con =el concurso de
= JUZGAR
las ciencias sociales para tener una mirada objetiva, así no caer ni ACTUAR en suposiciones, ni en
abstracciones; esto implica también buscar las causas de los conflictos y las consecuencias que
pueden generar a futuro. Mirar la realidad implica tener una percepción y estudio de los
problemas reales y de sus causas, su análisis corresponde a las ciencias humanas y sociales.

Solo en la medida que se realice un análisis serio y se identifiquen las causas que provocan las
situaciones de injusticia, explotación, miseria, desigualdad, etc. se puede proponer acciones
transformadoras orientadas a atacar las raíces de los problemas más eficientemente. Por eso
se puede decir que este es el momento de toma de conciencia de la realidad.

- Juzgar (discernimiento)

El segundo momento del método califica el ver para


proponer cómo debería ser la situación analizada
desde el punto de vista teológico. ¿Qué dice/diría
Dios respecto de esta realidad? ¿Está en armonía con
los valores que propone el cristianismo?

El juzgar implica el discernimiento de la situación


analizada y exige la interpretación, iluminación y reflexión, tomando como medida o
parámetro de juicio y discernimiento la vida de Jesús, su mensaje y testimonio, para descubrir
lo que impide a las personas vivir en consonancia con el proyecto de Jesús.

En el método, la función propia del Magisterio de la Iglesia se encuentra en el juzgar, porque


implica interpretar la realidad desde el punto de vista de la fe y, de ese modo, proponer una
visión integral de la persona. De lo que se trata es de analizar la realidad con ojos de fe, es
decir analizarla “a la luz del Evangelio” (GS, 4).

- Actuar (compromiso)
El actuar implica dar respuestas a la realidad observada (ver) y valorada (juzgar), tendientes a
mejorarla y transformarla, de modo que se convierta en compromisos concretos.

El actuar tiene que ver con la elección. Ello requiere una verdadera conversión, es decir, la
transformación interior que es disponibilidad, apertura y transparencia a la luz purificadora de
Dios. Proponer pistas y acciones transformadoras evita quedarse en la reflexión teórica,
necesaria, pero insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la sociedad.

Sobre este método Aparecida (1992), dice:

“Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente


de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para
su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la
proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo” (A, 19).

ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)

Trabajo grupal

4. ¿Por qué se dice que la DSI no es una tercera vía?


5. Tanto la DSI como la sociología observa, analiza y reflexiona sobre la realidad social.
¿establezca las diferencias que existen entre ambas?

Trabajo personal

1. Elaborar un mapa conceptual del tema.


TEMA 3
PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIA: Analiza los problemas que presenta la realidad


social y las exigencias que brotan desde el Evangelio y la fe para
expresar la misión de la Iglesia que dé una respuesta coherente y
eficaz.

2. Introducción

El compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, al referirse a los


principios de la enseñanza social, dice que estos constituyen
verdaderos puntos de apoyo de la enseñanza social católica.
Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya
que se refieren a la realidad social en su conjunto. Así mismo, Los p
rincip
por su permanencia en el tiempo y universalidad de «del io
encu s brotan
mens entro
significado, la Iglesia los señala como el primer y fundamental a de
y de je evangé l
su lic
parámetro de referencia para la interpretación y valoración de (amo s exigenc o
r ia
prójim a Dios y a s
los fenómenos sociales (CDSI, 160). l
con lo o y la Justi
s c
que s problem ia)
urgen as
Los principios que propone la DSI, se exigen y se iluminan vida
de la en la
socie
mutuamente, porque son expresión de la antropología d ad »
.
cristiana, fruto de la Revelación del amor que Dios tiene por la
persona humana. Sin embargo es necesario considerar que “el
transcurso del tiempo y el cambio de los contextos sociales
requerirán una reflexión constante y actualizada sobre los
diversos temas que se exponen para poder interpretar
adecuadamente, los nuevos signos de los tiempos (CDS, 9) .

3. Principios de la DSI

Los principios de la DSI deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación. Estos
principios, expresan la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través de la razón y la fe.
Brotan del “encuentro entre el mensaje evangélico y sus exigencias, con los problemas
que surgen en la vida de la sociedad”9.

Subsidiariedad

Solidaridad Participación

Bien Común Destino Univ. Bs.


Dignidad
9
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción
HumanaLibertatis Conscientia, 72. Citado en Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
La Iglesia fruto de la reflexión a la luz de la fe, ha podido dar a estos principios una
fundación y configuración cada vez más exactas, clarificándolos progresivamente, en el
esfuerzo por responder con coherencia a las exigencias de los tiempos y a los continuos
desarrollos de la vida social10.

2.1 Dignidad de la Persona

Es el primer principio sobre el que hay que fundamentar la vida económica y política, si se
quiere construir una nueva sociedad. Reconocer este principio es aceptar tanto en la teoría
como en la práctica que el ser humano y su dignidad es “el autor, el centro y el fin de la
vida económico-social” (GS, 63)

“En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de
inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y
deberes que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse por
ningún concepto” (PT, 9).

Toda la doctrina social se desarrolla a


partir del principio que afirma la
inviolable dignidad de la persona
humana.

“El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es


criatura de Dios y especifica el elemento que la caracteriza y la distingue en su ser a
imagen de Dios…”11

De lo que se trata es de poner en relieve, la dimensión esencial del ser humano, que es la
relacionalidad, porque el ser humano es un ser siempre en relación.

“De ahí que por haber sido hecho a imagen de Dios el ser humano tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de
darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a
una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser
puede dar en su lugar”12.

En efecto, la persona humana es imagen de Dios, porque se hace interlocutora de Dios, le


escucha y le responde, es decir entra en relación con él, y a su vez se relaciona con otras
personas.

Por eso, la Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo;
imagen que encuentra, y está llamada a descubrir cada vez más profundamente.

10
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
11
Compendio, 108.
12
Catecismo de la Iglesia católica, 357.
Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad
trascendente de la persona humana, porque representa el fin último de la sociedad, que está
ordenada a ella. El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la
obediencia de “considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y
de los medios necesarios para vivirla dignamente”13.

“Puesto que en el rostro de cada hombre resplandece algo de la gloria de Dios, la


dignidad de todo hombre ante Dios es el fundamento de la dignidad del hombre ante los
demás hombres”14.

Esto es, además, el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los
hombres, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase.

Sólo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y


personal de todos.

Masculino y femenino, diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo,
no poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico
masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una
armoniosa convivencia humana15.

Para favorecer un crecimiento semejante es necesario apoyar a los últimos, asegurar


efectivamente condiciones de igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer,
garantizar una igualdad objetiva entre las diversas clases sociales ante la ley 16, etc. Porque
tanto el hombre como la mujer poseen una misma e igual dignidad.

“El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque
ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aún, porque el
dinamismo de reciprocidad que anima el “nosotros” de la pareja humana es imagen de
Dios”.17

2.3.1 Solidaridad18

La Doctrina Social de la Iglesia entiende la solidaridad como la: “…determinación firme y


perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, ya
que todos somos verdaderamente responsables de todos”19

13
Gaudium et Spes 27.
14
G. S. 29.
15
Compendio 145.
16
OA, 16.
17
Catecismo, 111.
18
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo
físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
19
SRS, 41.
La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización
social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social.
Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de
singular interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.

“La solidaridad confiere particular relieve:


- a la intrínseca sociabilidad de la persona humana
- a la igualdad de todos en dignidad y derechos
- al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más
convencida”20

Esto tiene que ver necesariamente con la interdependencia entre los hombres y entre los
pueblos, que se manifiesta a todo nivel. Especialmente con la vertiginosa multiplicación de
las vías y de los medios de comunicación “en tiempo real” como las telecomunicaciones,
los progresos de la informática, internet, etc. Hoy en día al menos técnicamente, se puede
establecer relaciones aún entre personas lejanas o desconocidas.

Pero frente al fenómeno de la interdependencia, persisten en todo el mundo, fortísimas


desigualdades entre países desarrollados, y países en vías de desarrollo, alimentadas
también por diversas formas de explotación, de opresión y de corrupción, que influyen
negativamente en la vida interna e internacional de muchos Estados.

La solidaridad expresa la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a


los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana,
para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos21.

Este principio implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia
de la deuda, que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas
condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e
indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico, y tecnológico, los
bienes materiales e inmateriales y todo aquello que la actividad humana ha producido22.

Jesús de Nazaret, es la cumbre insuperable de la perspectiva solidaria, Él fue solidario


hasta la muerte en cruz. Él hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo
entre solidaridad y caridad, iluminando todo su significado23.

Entonces el otro, el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad
fundamental con todos, sino que se convierte en imagen viva de Dios, y por eso debe ser
amado, respetado y cuidado, con el mismo amor con que le ama el Señor y por él se debe
estar dispuesto, inclusive al sacrificio extremo, dar la vida por los hermanos. (Jn 15, 13).

2.3.2 Subsidiaridad

20
Compendio, 192.
21
Compendio 194.
22
Ibid, 195.
23
SRS 40.
Expresa y defiende los derechos y autonomía de cada uno en el ámbito de la sociedad. Este
principio es antiguo, y está íntimamente unido con la dignidad y autonomía de la persona
humana y con la concepción orgánica del Estado. Ofrece el remedio contra la degeneración
del Estado moderno centralizado.
“Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden
realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave
perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo
que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya
que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los
miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos”24.
Este principio, se fundamenta en la autonomía, ya de la persona humana, ya de las
sociedades menores en el ámbito de la sociedad mayor. Su raíz es:
- La persona como ente individual autónomo. Punto de inserción de este principio de
subsidiaridad es la prevalencia y autonomía de la persona humana.
- La comunidad menor como autónoma, pues el principio no se refiere a las meras
relaciones de la comunidad hacia la persona; sino, a la relación de una sociedad superior
hacia otras sociedades menores.

“Conforme a este principio, todas las sociedades, de orden superior deben ponerse en una
actitud de ayuda (“subsidium”) –por tanto de apoyo, promoción y desarrollo- respecto a
las menores”25.
La persona y la comunidad subordinada o menor, por propia autonomía, tienen derecho de
actuar según la propia naturaleza y cumplir las propias funciones. La comunidad, o
comunidad superior debe reconocer, proteger, estimular esta actividad, ayudarla y suplirla
con aquello que sea necesario.
2.3.3 El bien común

De la dignidad, unidad, e igualdad de todas las personas, deriva, en primer lugar, el


principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para
encontrar plenitud de sentido26.

Por bien común se entiende “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen
posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de
la propia perfección”27.

Cuando se habla del principio del bien común, no estamos hablando del conjunto de los
bienes particulares, lo cual constituiría solamente una sumatoria de bienes, el bien común
es aquello que permanece y es siempre común a todos, porque es indivisible.
24
Compendio, 186.
25
Compendio, 186.
26
Ibid, 164.
27
GeS 26.
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del
cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible
y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo también en vistas al
futuro28.

Las sociedades son las primeras llamadas a empeñarse y trabajar por el bien común, de
manera que estén al servicio del ser humano, en esa medida se realizan plenamente, siendo
“para los demás”.

Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser
humano es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común. La persona no
puede encontrar realización sólo en sí misma, es decir, prescindir de su ser “con” y
“para” los demás29.

Por eso, la tarea por el bien común es responsabilidad de todos y cada uno, nadie puede
sentirse eximido de ella.

“El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común
corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de
alcanzar, porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si
fuese el bien propio30.

El bien común compete también al Estado, porque es la razón de ser de la autoridad


política. Para asegurar el bien común el gobierno de cada país tiene el deber específico
de armonizar con justicia los diversos intereses sectoriales. La correcta conciliación de
los bienes particulares de grupos y de individuos es una de las funciones más delicadas del
poder público.

2.3.4 El destino universal de los bienes


Este principio se basa en el hecho que, el origen primigenio de todo lo que es un bien, es el
acto mismo de Dios que ha creado al mundo y al hombre... para que domine (la tierra) con
su trabajo y goce de sus frutos.

“De las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio
del destino universal de los bienes. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a
todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”31.

El principio del destino universal de los bienes de la tierra, tiene como base el derecho
universal al uso de los bienes. Todos deben tener la posibilidad de gozar del bienestar
necesario, para lograr su pleno desarrollo. Este principio del uso común de los bienes es el

28
Compendio, 164.
29
Ibid, 165.
30
Compendio, 167.
31
GetS 41.
“primer principio de todo el ordenamiento ético-social”32 y “principio peculiar de la
doctrina social cristiana”33.

El uso común es un derecho:


- Natural y no sólo positivo, inscrito en la naturaleza del hombre
- Originario inherente a la persona concreta, a toda persona
- Prioritario respecto a cualquier intervención humana sobre los bienes, o cualquier
ordenamiento jurídico, a cualquier sistema y método socioeconómico.

“Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y
comercio libre, a ello (destino universal) están subordinados: no debe estorbar, antes al
contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su
finalidad primera”34

Sin embargo, es necesario establecer normas que propongan un ordenamiento, de manera


que determinen un ejercicio justo y no se piense que todo puede estar a disposición de todos
indubitablemente.

“Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos,
ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos. Si bien es verdad
que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para
asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas, fruto de
acuerdos nacionales e internacionales y un ordenamiento jurídico que determine y
especifique tal ejercicio”35.

El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada
persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de
manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, “donde
cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el
desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre”36

La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes “aseguran a
cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y
deben ser considerados como ampliación de la libertad humana...”37 .

Es a través de la propiedad privada que las personas, garantizan para sí una cierta
autonomía, que les permite desenvolverse en libertad y sin restricciones, por eso es
necesario que ésta sea accesible a todos.

32
L.E. 19.
33
S.R.S. 42.
34
P.P. 22.
35
Compendio, 173.
36
Libertatis Conscientia, 90.
37
GetS 71.
La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual 38
de manera que todos se conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye
el recurso a formas de “posesión indivisa”39.

La tradición cristiana nunca ha aceptado el derecho a la propiedad privada como absoluto e


intocable.

“Siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los
bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al
derecho al uso común, al destino universal de los bienes”40

Este principio no se opone al derecho de propiedad, sino que indica la necesidad de


reglamentarlo.

2.3.5 Participación
“Consecuencia característica de la subsidiariedad es la participación que se expresa en
una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a
otros (directamente o por medio de los propios representantes) contribuye a la vida
cultural, económica y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es
un deber que todos han de cumplir, en modo responsable y con vistas al bien común”41.

No es suficiente con que la sociedad se articule en asociaciones y grupos intermedios, es


necesario que éstos participen en la vida pública, de la misma manera, que al interior de
ellos los individuos, sean también partícipes directos en sus acciones y actividades.

“La participación no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la


vida social… Desde esta perspectiva, se hace imprescindible la exigencia de favorecer la
participación, sobre todo de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes
políticos, con el fin de que no se instauren privilegios ocultos”42.

Este principio constituye el quicio del funcionamiento democrático de las instituciones. El


Concilio subrayó que es necesario “estimular en todos la participación en los esfuerzos
comunes” y que encuentren en los grupos “valores comunes que los atraigan y los
dispongan a ponerse al servicio de los demás”43

“La participación no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano,


llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás,
sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además una de
las mejores garantías de permanencia de la democracia44.

38
C.A. 6.
39
R.N. 11.
40
L.E. 14.
41
Compendio, 189.
42
Ibid
43
GS 31c.
44
Compendio 190.
Por eso, este principio implica considerar a las personas como sujetos, capaces de
intervenir y responder como ciudadanos y no como meros objetos, a quienes se pueda
manipular fácilmente. Pero al mismo tiempo implica responsabilidad, en su ejercicio
efectivo, de lo que se trata también, es de promover una correcta participación, libre de
intereses personales egoístas.

Finalmente, la DSI plantea también su preocupación frente a los regímenes totalitarios que
totalmente la participación de los ciudadanos.

“Una fuente de preocupación proviene de aquellos países con un régimen totalitario o


dictatorial donde el derecho fundamental a participar en la vida pública es negado de
raíz”45.

UNIDAD 2

FUENTES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

45
Ibid 191.
SITUACIÓN PROBLEMA

¿Cuáles son las fuentes de la doctrina social de la Iglesia? ¿Cuál es la relevancia de las
fuentes en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia?
“La enseñanza social de la Iglesia nació del encuentro del mensaje evangélico y de sus
exigencias, comprendidas en el mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo, y en
la justicia, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.” (LC72)
La doctrina social de la Iglesia halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en
la Tradición de la Iglesia (CDS 74). Estas fuentes dan la inspiración y la luz para
comprender, juzgar y orientar la experiencia cristiana en el mundo y la historia humana.

El conocer las fuentes de la DSI nos ayuda a comprender por qué el Pueblo de Dios siente
el impulso y la obligación de pronunciarse de palabra y obra, sobre los problemas sociales
de nuestro tiempo. Desde esta perspectiva podemos entender que las fuentes de la D.S.I.
son aquellos documentos y saberes previos que se utilizan para la elaboración de la D.S.I.,
sirven de base doctrinaria y fundamento racional al conjunto de enseñanzas sociales de la
Iglesia de hoy. Las fuentes de las que se nutre la Doctrina Social de la Iglesia, son:

- La Sagrada Escritura.
- Los Padres de la Iglesia.
- La Tradición.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Papas.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Concilios, Conferencias
Episcopales.
- Teólogos y canonistas.

La Doctrina Social de la Iglesia tiene como primera fuente la Sagrada Escritura. Por ello es
evidente que la Biblia tendrá una particular importancia en una asignatura especializada
en Doctrina Social de la Iglesia, como es ésta.
“Son los textos bíblicos, por tanto, la fuente que ilumina el compromiso histórico de la
Iglesia hasta el día de hoy” (Glafira)
Los cristianos somos herederos de una larga historia

CONTENIDOS DE LA UNIDAD: FUENTES DE LA DSI

TEMA 1: FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


TEMA 2: FUENTES HISTÓRICO- TEOLÓGICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA: ENCÍCLICAS
SOCIALES

UNIDADES DE COMPETENCIA (Conceptual, procedimental, actitudinal)

➢ Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.


➢ Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad social con el contenido
de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.

➢ Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia para proponer
principios de reflexión y acción frente a la realidad social en la que nos desenvolvemos.

EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE

➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales
➢ Interpretación de textos bíblicos y patrísticos
➢ Examen escrito

PRUEBA DE ENTRADA

1. ¿Qué son las Sagradas Escrituras?


2. ¿Cómo debemos leer las Sagradas escrituras?
3. ¿Quiénes fueron los padres de la Iglesia?
4. ¿Conoces algún documento de la doctrina social de la Iglesia contemporáneo?
MAPA CONCEPTUAL DE LA UNIDAD
TEMA 4
FUENTES BÍBLICAS Y PATRÍSTICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

COMPETENCIAS
 Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.

I. Introducción

Toda la teología, incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en la Biblia como
primera fuente. Sin embargo, quedará claro que la Biblia no da soluciones concretas a
problemas de nuestros tiempos. La Biblia no se pronuncia sobre el desempleo en nuestra
sociedad, o sobre la deuda externa. No dice cómo manejar una empresa multinacional o qué
nivel de interés es el más adecuado para una economía. ¿Cómo podemos considerarla
entonces como fuente para la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Y cómo deberemos interpretar
la Biblia?

1. Fuentes Bíblicas46

Si bien la Biblia constituye la fuente primaria de la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que
pensar que ésta se deriva directamente de aquélla. Para entender eso, tendremos que
recordar primero brevemente lo que es la Biblia.

““ es
es un
un conjunto
conjunto de
de libros
librosque
que los
los Cristianos
Cristianos consideramos
consideramos
inspirados por Dios.”
inspirados por Dios.”

Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que la Biblia nunca ha sido dictada por Dios a
los hombres. Más bien es la expresión inspirada de la experiencia de fe de personas que
sintieron el llamado y la presencia de Dios en su vida y en la historia de su pueblo. Dios se
ha valido de autores humanos para revelarnos lo necesario para nuestra salvación.

Como cualquier otro texto, la Biblia no puede ser tomada a la letra, sino que tiene que ser
interpretada. Existen varias formas para interpretar un texto. La propia Iglesia utiliza
diversos métodos para leer y entender la Biblia. La mayoría de los métodos tratan de buscar

46
Para mayor información sobre la Doctrina Social desde la Biblia, referimos a: VAN DER MAAT, Bruno
(2006) Pensamiento Social en la Biblia, Arequipa, UCSM-Escuela de Postgrado, 125 p.
qué es lo que el autor quiso decir en su tiempo. Otros métodos se fijarán más en la
estructura literaria interna del texto.

Según la lectura fundamentalista, por ejemplo se creería a la letra el origen del universo
según nos narra el primer capítulo del Génesis, como si alguien hubiera estado presente
para narrar lo que realmente estaba pasando. Esa interpretación literalista también asume
que los cuatro Evangelios narran exactamente lo que ocurrió con Jesús, qué dijo, qué hizo
en qué momento, etc. Aceptar esa interpretación sería entrar en un sinnúmero de
contradicciones e incongruencias presentes en el
texto bíblico si se lo lee como una narración
periodística. Esa forma de entender la Biblia es
evidentemente errónea y rechazada por la Iglesia.
La Biblia no es un libro de ciencia o de historia.
Es un libro que narra una experiencia de fe y que
El único método que la Iglesia Católica rechaza
tajantemente es la lectura fundamentalista, que quiere transmitir esa experiencia al lector para su
acepta tal cual cualquier pasaje bíblico como salvación.
verdadero (por ser palabra de Dios) sin mediación
alguna. Esa interpretación asume que lo que
Hagamos un pequeño ejercicio de recuerdo. Si
describe el texto bíblico realmente y literalmente
ocurrió tal como es narrado. queremos explicar a alguien la importancia que
tuvo tal o cual persona en nuestra vida, digamos
nuestra abuelita, no vamos a empezar presentando
su partida de nacimiento, diciendo dónde vivió,
qué color de ojos tenía o cuánto midió. Más bien
trataríamos de explicar lo que significó para
nosotros, qué hizo por nosotros, cómo la vimos, qué plato especial nos cocinaba, qué
palabras sabias nos enseñó, etc. Así también funciona la Biblia. No quiere darnos teorías
científicas o describir fechas históricas, sino compartir una experiencia, con la esperanza de
que haga “eco” en nosotros para que podamos descubrir a Dios en nuestra propia
experiencia.

Todos hemos escuchado la historia de Jonás, que fue


tragado por un pez y vivió en él durante tres días.
Sería un error pensar que el autor del libro de Jonás
nos quiere proporcionar una lección de
sobrevivencia en el estómago de un pez. Su
propósito es muy distinto. Leer el libro de Jonás
literalmente y empezar a buscar qué clase de pez
podría haberle tragado es equivocarse
completamente sobre el sentido del libro.

La Iglesia enseña que para poder entender la Biblia, primero es necesario tratar de entender
lo que el autor de la época en que fue escrito el texto ha querido decir. Es necesario buscar
el significado del texto en su propio contexto histórico. Para ello ayudará la lectura a la luz
de las teorías de la interpretación literaria, los conocimientos históricos, arqueológicos y
literarios de la época de redacción del texto, el análisis del género literario, etc.

Si leemos un relato de la creación, como en Génesis 1,1-2,4ª, por ejemplo, no tiene sentido
tratar de demostrar que la creación del mundo fue literalmente así como nos lo describe el
texto. Si aceptáramos esa interpretación, ¿qué haríamos con el segundo relato de la
creación, que sigue (Génesis 2,4ª-25) y que no tiene nada que ver con el primer relato? Más
valdría preguntarse: ¿qué mensaje para la salvación puedo sacar de este relato?

La lectura del texto bíblico siempre implicará una interpretación. No existe una lectura
neutra, objetiva, siempre válida. Lo que sí existirán son por un lado distintas
interpretaciones del texto, válidas porque coherentes, y por el otro lado, una lectura
literalista, contraria al sentido del texto.

Con todos esos pasos, ya quedará claro que la Doctrina Social de la Iglesia no puede
transponer sin mediación alguna los planteamientos históricamente situados de la Biblia en
un discurso a seguir literalmente en algún tema social.

Por ejemplo, leemos en el libro del Deuteronomio: “Si uno tiene un hijo desobediente y
rebelde que no hace caso a sus padres, y ni siquiera a fuerza de castigos obedece, su padre
y su madre lo llevarán a los ancianos de la ciudad, a la plaza pública, y dirán a los
ancianos de la ciudad: ‘este hijo nuestro es desobediente y rebelde, no hace caso; es un
libertino y un borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que
muera. Así extirparás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, escarmentará.”
(Dt 21,18-21)

A nadie en su sano juicio (ni siquiera al fundamentalista más empedernido) se le ocurriría


hacer lo mismo con sus propios hijos, por más que ésta sea literalmente Palabra de Dios. Es
necesario tratar de indagar qué quiso decir el autor y recién luego sacar conclusiones para la
vida. Ésta es justamente la mediación que se precisa para poder pasar de la Biblia a la
Doctrina Social de la Iglesia.

¿Cómo leer la Biblia?

De fe a fe: la fe los que escribieron los libros de la Biblia es la misma fe que nos mueve e impulsa hoy
a nosotros. Es la fe en el mismo Dios liberador, misericordioso y justo, por eso debemos leer la Biblia
de fe a fe.

De historia a historia: Dios se ha hecho hombre en la historia humana, es una sola historia. La historia
de Dios con el pueblo de Israel es una historia de encuentros y desencuentros con sus propios
matices, pero esa historia también es nuestra historia humana, de la humanidad con Dios. Dios que
sigue acompañando a su pueblo y haciendo historia.

De cercanía a lejanía: recordar que los textos bíblicos fueron escritos desde 1000 años antes de
Cristo, lo escrito en la Biblia sucedió hace mucho tiempo, pero lo tenemos hoy para releerlo de
acuerdo a nuestro contexto. Cercanía, porque la tenemos frente a nuestros ojos, el mensaje es el
mismo, lejanía porque sucedió hace muchos años.
Siempre habrá que interpretar el texto bíblico y tratar de entender lo que quiso decir el autor
en su época. Recién después tendrá sentido tratar de sacar conclusiones para nuestro mundo
de hoy. En este sentido nunca podremos aplicar directamente un texto bíblico a una
realidad nuestra. La Biblia no se presta a esas concordancias forzadas. Lo que sí nos ofrece
es un conjunto de principios y valores que luego tendremos que aplicar. El respeto a la vida,
por ejemplo, o a la familia, a la palabra dada; la búsqueda de la justicia en la solidaridad y
la fraternidad; el respeto a la propiedad privada, teniendo en cuenta el destino universal de
los bienes; el respeto a la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, etc. La
Doctrina Social, elaborada por el Magisterio de la Iglesia, se encargará de traducir estos
principios para cada época y circunstancia, tal como veremos más adelante.

1.1. Temas sociales en las fuentes bíblicas

La Biblia consta de dos grandes partes: el llamado Antiguo Testamento que narra la
historia de la salvación desde la creación hasta los últimos profetas, y luego el
llamado Nuevo Testamento, que narra desde el anuncio de Jesús hasta el inicio de
las primeras comunidades cristianas. Para un cristiano ambas partes son igualmente
importantes y se sostienen mutuamente: el Antiguo Testamento presenta la promesa
de salvación de Dios, y el Nuevo Testamento narra el cumplimiento pleno de esa
promesa. Si no se conoce el Antiguo Testamento no se sabe qué esperar en la
Historia de Salvación. Y si no se conoce el Nuevo Testamento, uno queda con la
interrogante cuándo se cumpliría las promesas de Dios. Ambas partes no se
contradicen, sino que mayormente se complementan.

En cuanto a temas sociales, es preciso reconocer que el Antiguo Testamento


contiene mucho más material que el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento
presenta la multitud de leyes que rigieron la comunidad de Israel. De esas leyes nos
podemos valer muchas veces para tratar de reconocer los principios básicos que
deberían regir nuestra propia sociedad. Sin embargo, siempre habrá que tener en
mente la necesidad de la interpretación de los textos para no caer en una lectura
fundamentalista.

En ambos Testamentos es evidente la dimensión social que tiene la fe: creer en Dios
implica necesariamente preocuparse del hermano. Desde la creación (en el Génesis)
hasta el anuncio del fin de los tiempos (en el Apocalipsis), el ser humano es visto
como criatura que recibe la existencia de Dios y que se relaciona con los demás. Por
ello debe preocuparse por los demás. Faltar al otro es faltar a Dios, como veremos a
continuación.

En el marco de este curso no podemos realizar una exposición exhaustiva de las


ideas sociales en la Biblia. Nos limitaremos a resaltar algunos temas de índole
netamente social, dejando el estudio pormenorizado al interés de cada uno.

1.1.1. Temas sociales en el Antiguo testamento


Es preciso tener en mente el contexto de la legislación veterotestamentaria (es decir, del
Antiguo Testamento). En la época antigua, las leyes y las costumbres sociales estaban
imbuidas de Dios. La práctica social era expresión de la fidelidad a Dios. Igual se puede
notar en ciertos pueblos cuya vida sigue regida no tanto por leyes civiles autónomas, sino
por leyes que se presentan como “voluntad de Dios

Por ello en el Antiguo Testamento siempre se presenta la obligación civil y moral como una
obligación religiosa. Se recuerda“Obedecer las leyes
que los ritos es obedecer
no tienen sentidoa si
Dios”
no van refrendados por
una acción coherente en la vida del oferente. El rito nunca puede existir en sí, como si fuera
un acto de magia, sino que siempre debe ser expresión de la actitud personal y social de los
creyentes participantes.

2.1.1 La dignidad de la persona

Desde la Creación queda claro que el ser humano es una criatura muy especial. Es creada a
imagen de Dios: “Y creó Dios a los seres humanos a su imagen: a imagen de Dios los
creó: macho y hembra los creó.” (Gén 1,27). Además de ser la criatura más excelsa en el
proceso de la creación, tiene una ventaja adicional sobre todas las otras criaturas: es creada
a imagen de Dios. Somos imagen de Dios y como tal merecemos respeto y debemos
respetar a los demás. Por este estatuto privilegiado y exclusivo, se plantea la necesidad de
cuidarnos unos a otros. Los seres
humanos no podemos vivir sin tomar en
Este principio de la dignidad intrínseca de toda cuenta a los demás, ni mucho menos
persona humana es la base de toda la Doctrina haciéndoles daño. Todo lo demás
Social de la Iglesia. (principios sobre la propiedad, sobre el
trabajo, etc.) está subordinado a este
principio primero y primordial.

No se hace ninguna diferencia entre


hombre y mujer, al contrario, ambos, en
su conjunto, son presentados como
creados a imagen de Dios. Ninguno de
los dos puede usurpar la representación de la humanidad solo. El uno no puede existir sin el
otro y no existe ninguna jerarquía originaria entre ambos. El género implica diferenciación
mas no jerarquía.

En el conocido episodio de Caín y Abel, Caín mata a su hermano y luego se esconde.


Cuando Dios le pide cuentas de lo que pasó con su hermano, Caín contesta molesto: “No sé
¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?” (Gén. 4,9). El texto aclara así que
efectivamente somos todos guardianes de nuestros hermanos. Lo que pasa con ellos nos
incumbe. Todos somos responsables de nuestro prójimo, sobre todo del que más alejado
está de la vida. En el plan de Dios la vida de todos y de cada uno es sagrada e inviolable.
Por ello Dios no castiga a Caín con la muerte, por más que sea homicida. Más bien protege
su vida contra la venganza de los demás (Gén. 4,15). Por más que Caín haya matado, no
pierde su dignidad de persona. Esa dignidad es inalienable e incondicional, no se pierde.

2.1.2 La relación social y sus implicancias


Los humanos debemos comportarnos como hermanos, construyendo una sociedad justa.
Para ello habrá que respetar ciertas normas sociales. En el Antiguo testamento tenemos
como normas sociales a los diez mandamientos d la ley de Dios.

Es necesario recalcar que estas reglas sociales son formuladas como mandamientos y no
como leyes civiles. Es decir que no son en estricto leyes (que uno podría violar bajo pena
de sanción) sino que son como principios inquebrantables. Se trata de formulaciones
básicas que permiten que la sociedad sobreviva y se desarrolle. Luego tendrán que ser
traducidas en derecho positivo (es decir en leyes acordadas por las personas de una misma
comunidad). Los demás textos del Antiguo Testamento explicitarán la defensa de cada uno
de esos aspectos.

Sin embargo, esos mandamientos no se


limitan a la mera esfera privada de cada
uno, sino que tienen evidentemente
implicancias sociales. No es casual que en Estas reglas sociales rigen en prácticamente todas
el centro de la formulación de los Diez las sociedades. Se parecen mucho al “ama sua, ama
Mandamientos se encuentra el respeto al llulla, ama kella” o a cualquier otra formulación de
shabbat (el sábado). Entre los primeros reglas mínimas para que pueda funcionar una
mandamientos que se refieren a la sociedad. Es necesario que se protejan algunas
dimensión religiosa del hombre y los instancias que sostienen la sociedad:
últimos que plantean sus obligaciones - la vida (es necesario salir de la
sociales, está el respeto al sábado, signo ley del más fuerte y proteger la vida de todos),
por excelencia de la articulación entre lo - la familia (no destruir los
religioso y lo social. hogares mediante el adulterio o el engaño),
2.1.3 La justicia - la palabra (no dar testimonio
en falso, es darle a la palabra empeñada todo su
La convivencia social implica que impere valor fundante, es decir, implica defender la
la justicia y no la ley del más fuerte. Ello verdad),
llevará a proteger especialmente a los - la propiedad (si se protege la
menos fuertes, presentados en el Antiguo propiedad, existe un mínimo de seguridad en la
Testamento como “el huérfano, la viuda y sociedad, aunque este derecho no será absoluto,
el extranjero”. No existe para ellos otra como veremos más adelante).
justicia, sólo que ellos merecen una
especial atención porque son más débiles, y, por lo tanto, más propensos a ser vulnerados
en sus derechos.
El respeto de la justicia se verificará en los actos cotidianos.

2.1.4 La solidaridad y el amor

En realidad, las reglas sociales que nos presenta el Antiguo Testamento no se entienden si
no es por el tipo de persona que las fundamentan. En el fondo lo que quiere Dios es que
vivamos como seres humanos responsables, justos y solidarios, amándonos unos a otros.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” es la fórmula que presenta el Levítico (Lev. 19,17).

No se trata de elaborar un conjunto de leyes formales, sino de cambiar la persona para que
podamos responder al amor que Dios nos muestra. No se trata de relaciones formales de
justicia para evitar ser juzgados, sino de prácticas justas que expresan el amor y el aprecio
que sentimos los unos por los otros. Es por ello que la solidaridad se expresará en primer
lugar como una relación gratuita para con los que nunca van a poder devolvernos los
favores. En ese principio se basa la opción por los pobres, como reflejo del amor gratuito
que Dios nos tiene y les tiene a ellos preferencialmente.

Ser solidario no es una cuestión de cálculos, para dar o prestar al que sabemos que nos va a
devolver con creces. La solidaridad es dar al que necesita, sin pensar si nos va a poder
devolver o no. Por ello, el Antiguo Testamento pone en el primer lugar de preocupación de
todos al triduo: “huérfano, viuda y extranjero”, personas que en aquella sociedad tenían
mucha dificultad porque nadie les protegía. La solidaridad deberá empezar con ellos. Si
somos solidarios con ellos, ya se estará haciendo justicia.

1.1.2. Temas sociales en el Nuevo testamento

El Nuevo Testamento es la culminación y plenitud de la revelación o del mensaje divino a


los hombres y a las mujeres. Por ello, también en el aspecto social, representa la coronación
del Antiguo Testamento. No contradice los textos anteriores, sólo los complementará.

Partamos del hecho que el Nuevo Testamento no es un relato periodístico de la época de


Jesús o de las primeras comunidades cristianas. El objetivo no es describir con criterios
historiográficos modernos la realidad en la que vivía Jesús. Mucho menos podemos
considerar al Nuevo Testamento como un estudio sistemático de la sociedad palestina del
primer siglo de nuestra era. El Nuevo Testamento tampoco contiene un modelo de sociedad
ideal aplicable a nuestra (o a otra) realidad. No busquemos allí justificaciones para nuestras
propias propuestas sociales.

El Nuevo Testamento es ante todo la expresión inspirada de una vivencia de un anuncio.


“Comienzo de la Buena Nueva de Jesús Mesías, Hijo de Dios” escribe Marcos en primer
versículo de su Evangelio. Se trata entonces de una buena noticia que es una persona, no
un mensaje o un contenido. El Nuevo Testamento no nos quiere describir al minuto la vida
de Jesús. Pero tampoco quiere presentarnos un modelo de vida que tenemos que seguir tal
cual. Nos narra una experiencia de fe que se quiere transmitir para que nosotros y otros
podamos creer.

No nos debe asombrar entonces que tampoco encontraremos en el Nuevo Testamento un


tratado de moral social. No hay un modelo de sociedad con todas sus reglas. Lo que sí nos
dará son pistas para reforzar los principios encontrados en el Antiguo Testamento.

2.1.5 La Ley

Muchos han escrito que el Nuevo Testamento vino a terminar con el Antiguo. No es lo que
dice el mismo Jesús: “No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los
profetas, no he venido a abolirlas sino a llevarlas a su plenitud.” (Mt 5,17). Lo que cambia
no es el contenido sino el lugar de la ley. Jesús reemplaza la ley por el amor. Hemos visto
que el amor ya era una exigencia del Antiguo Testamento. Ahora se trata de la exigencia
primordial, ante la cual todo lo demás, incluso la ley, tiene que inclinarse. Jesús siempre
cuenta con la libertad de la persona para cumplir con la voluntad del Padre. Nunca hará las
cosas porque sí, sino que las hará por amor, respetando la libertad de la otra persona.

Recordemos ahora algunos principios de vida social tal como el Nuevo Testamento nos los
presenta.

2.1.6 Algunos planteamientos sociales en los Evangelios

Brevemente revisaremos lo que parecen ser los fundamentos del pensamiento social sobre
todo en los evangelios sinópticos, más explícitos al respecto. Ya sabemos que no tenemos
que esperarnos a una teoría social toda hecha y acabada. Sí podremos encontrar principios
que permiten elaborar creativamente una visión sobre la vida social de las personas.

A. Fundamentos

a) El amor a Dios pasa por el amor al hermano


Entre los textos evangélicos encontramos el fundamento del actuar del cristiano con mayor
claridad, en el evangelio de Mateo. La base es la misma que en el Antiguo Testamento:
quien quiere honrar a Dios tiene que respetar a su hermano, lo que vimos desde la pregunta
de Caín. En Mateo 5, 21.22. Jesús nos recuerda la misma lógica.
No hay modo de reconciliarse con Dios si uno no está reconciliado con su hermano. La fe
en Dios se expresa necesariamente a través de la relación con el hermano. Ello implica que
hay que preferir al hermano sobre cualquier cosa. Será la demostración de que preferimos a
Dios sobre cualquier cosa.

b) Dios prefiere a los pequeños por amor

Partiendo del principio de que el amor a Dios se


Con el amor salimos de la
demuestra mediante el amor al hermano, es
reciprocidad que tiene el riesgo de
preciso hacer una aclaración. Si bien es cierto
que todos los hermanos tienen la misma comercializar nuestras relaciones: “yo
dignidad, no todos tienen la misma necesidad. El te hago tal cosa con tal de que tú me
motivo de nuestro actuar debe ser el amor. Y el devuelvas tal otra”. Jesús justamente
amor es asimétrico. Puedo amar a otro incluso si nos pide superar ese tipo de relación.
él no me ama.

Se trata de superar la simetría en las relaciones, de respetar y amar al que nos respeta y
ama. Este principio tiene una doble implicancia: una de prioridad, otra de profundidad. La
profundidad que exige este principio es que debemos de amar hasta nuestros enemigos. Es
decir que nadie puede quedar excluido de nuestro amor. No podemos limitar nuestro amor
al pequeño círculo de personas que nos caen simpáticas o incluso indiferentes, tenemos que
incluir en ese grupo a nuestros enemigos. Ello tendrá implicancias en cuanto al perdón (cfr.
infra). La dimensión prioritaria se mostrará en la exigencia de amar en primer lugar a los
que no podrán devolvernos el favor. Tendremos que priorizar en nuestra relación a los
débiles, a los pobres, a los necesitados. En ello se demostrará la gratuidad del amor. El
texto más claro al respecto está en el contexto del juicio final, en Mateo 25, 31-45
Dos aclaraciones. La primera es que el juicio, tal como es presentado en esta perícopa, se
determinará por lo que se haya hecho para los hermanos, y sobre todo a “los hermanos más
pequeños”, es decir los más débiles, pobres y necesitados, los que no tendrán tal vez la
fuerza o la capacidad de devolver el bien recibido. En segundo lugar, hay que enfatizar la
identificación que el Señor opera con los más pequeños. Acercándonos a ellos, nos
acercamos a Él mismo47.

c) El perdón, señal y exigencia del amor

Para poder amar de tal forma, tendremos que recurrir al perdón. Jesús recuerda la
indiscutible importancia del perdón en la vida del cristiano. Incluso hace de ello la
condición para nuestro propio perdón. El Padre Nuestro recuerda claramente en Mt 6,12
que nosotros tenemos que haber perdonado antes de poder pedir perdón a Dios.
La traducción de la Biblia de Jerusalén, aquí citada, ha reemplazado el verbo original
“perdonamos” (en pretérito, para traducir el aorista griego que designa una acción
terminada, concluida en el pasado) por “hemos perdonado” (un pasado compuesto) porque
en castellano la forma del pretérito y del presente en la primera persona del plural muchas
veces se confunden. Desafortunadamente no todas las traducciones al castellano toman en
cuenta esta particularidad.

El perdón es una característica del actuar de Jesús, revelando de tal forma la misericordia
de Dios Padre. La parábola del que fue perdonado y que no fue capaz de perdonar sigue, en
el Evangelio de Mateo, la respuesta a la pregunta de Pedro sobre la cantidad de veces que
tenemos que perdonar: Jesús sorprende a todos “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete” (Mateo 18,22).

2. Fuentes Patrísticas
2.1. Padres de la Iglesia

La moral social cristiana empieza en la Sagrada Escritura, que ofrece las primeras
orientaciones, criterios y normas morales. Después de Jesús su mensaje quedó en manos de
los discípulos, quienes tuvieron la misión de anunciar la vida de Jesús, sus palabras y
acciones y proponerla en regla moral de la vida cristiana. Esta misión fue recogida a su vez
por los discípulos subsiguientes, entre los que
destacan los Padres de la Iglesia.

Los “Padres de la Iglesia” a través de sus


escritos (homilías, sermones, cartas, epístolas)
47
Este y otros muchos textos sustentan la Opción Preferencial por los Pobres que asumió la Iglesia Católica.
Ya en el Vaticano II se encuentran las raíces de esta fórmula  p. ej.. « La Iglesia abraza con su amor a todos
los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su
Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura vivir en ellos a Cristo » Lumen
Gentium 8.
aplicaron el espíritu del Evangelio a las circunstancias de su tiempo, de este modo iniciaron
la formulación del mensaje social cristiano. El tiempo de los Padres de la Iglesia se
extiende desde el siglo II hasta el siglo VIII d.C. Mayormente se les divide

- por la época en la que escribieron (Padres Apostólicos inicio siglo II, Padres
Apologetas siglos II-III) y
- por el idioma en el que escribieron (Padres Griegos y Padres Latinos)48.

Es evidente que el contexto socio-cultural en que vivieron los Padres de la Iglesia es muy
diferente al nuestro. En la época de los Padres las desigualdades son muy grandes, la
pobreza es masiva, existía un régimen de esclavitud y sobre los esclavos recae el trabajo
más pesado.

Uno de los aportes más importantes de los Padres a la teología moral social es el amplio
tratamiento sobre los bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza que supone una
postura muy clara sobre el sentido cristiano de la propiedad.

Por eso, en consonancia con el Evangelio los Padres de la Iglesia se preocuparon en primer
lugar por la dignidad de cada ser humano. Su fuente es evidentemente la dignidad tal como
nos la presenta la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (cfr. supra). De
esta dignidad, adquirida por ser creados a imagen de Dios, deriva el respeto que se le debe a
cada uno, así como la solidaridad, por ser cada uno parte de ese género humano
compartido. La humanidad es una y todo en realidad pertenece a todos49.

De allí deriva la solidaridad que debe expresarse en una acción que a nosotros hoy en día
nos puede parecer inadecuada: la limosna. Pero el concepto de limosna en tiempo de los
Padres era muy distinto de la dádiva con la que hoy a veces la confundimos. La limosna de
esa época era un acto de justicia, no de una mal llamada caridad. Claro está que la propia
justicia también se expresaba en el pago puntual de lo debido y en el rechazo de la usura (el
pago de interés por un préstamo).

2.2. Temas sociales de los Padres de la Iglesia: La limosna – la comunicación de


bienes – la riqueza50

Es muy ilustrativo constatar que el mandato de la limosna está antes que los demás
mandatos sociales, como no matar, no cometer adulterio, no robar, no cometer aborto, no
codiciar, no mentir. Encontramos ya en la Didajé, carta del siglo II encontramos:

“No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Si
adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate por tus

48
ALARCON, E. – VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa
49
Ibid.
50
ALARCON, E. VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa.
pecados. No vacilarás ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el
buen recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que
comunicarás en todo con tu hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si se
comunican en los bienes inmortales, ¿cuánto más en los mortales?” (Didajé IV, 5-
8)

En el texto citado hay un verbo que puede sorprender: “comunicarás en todo con tu
hermano”. El hecho de comunicar aquí significa compartir. De esta expresión viene el
concepto de COMUNICACIÓN DE BIENES, es decir el hecho de que todos los bienes
son para todos, desde la creación. Dios ha entregado el universo al hombre y a la mujer y
ellos no tienen por qué guardar una parte exclusivamente para sí, sin compartirla con los
demás. La comunicación de bienes es un concepto que remonta a la Biblia 51 y que los
Padres enfocan con mucha énfasis. Volveremos sobre este tema en los párrafos siguientes.
En la Doctrina Social de la Iglesia contemporánea, se expresa la misma idea de la
comunicación de bienes con el concepto de “Destino Universal de los Bienes” (cfr. Infra).

Queda claro que, si uno adquiere algo por su propio trabajo, en realidad no tiene derecho de
decir que esa propiedad es exclusivamente suya. Tiene que compartirla con el necesitado.
Pero también queda claro que la limosna no es para mantener a un ocioso que no quiere
trabajar. Por ello la advertencia al que recibe la limosna:

“Bienaventurado el que, conforme al mandamiento, diere, pues es inocente. Pero


¡Ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; más el que
recibe sin sufrir necesidad tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué. Será
puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo y no saldrá de allí hasta haber
pagado el último cuadrante”. Didajé I,5b.

La misma advertencia se repite en otro documento de los Padres Apostólicos, el enigmático


“Pastor de Hermas” del II siglo:

“Los que reciben darán cuenta a Dios por qué recibieron y para qué: los que
recibieron por hallarse atribulados, no serán juzgados; más los que recibieron por
fingida necesidad, serán castigados.
Así, pues, el que da es inocente, porque como recibió de Dios este ministerio con
mandato de cumplirlo, así sencillamente lo cumplió, sin discriminar para nada a
quién diera y a quién no. “
Pastor de Hermas, Mandamientos, Mandamiento Segundo nº 552

Entonces la solidaridad que se muestra por medio de la limosna no es para mantener a


algún vicioso, sino para ayudar al que realmente necesita. El que da debe dar al necesitado,

51
Véase p.ej. el clásico estudio: RABANOS ESPINOSA, Ricardo (1968) Teología Bíblica de la Comunicación
Cristiana de Bienes, Madrid, Bailén, 1552 p.
52
RUIZ BUENO (1979:972)
pero el que recibe debe recibir solamente porque es necesitado. Si alguien recibe sin
necesidad, ese acto le será tomado en cuenta en contra de él.

Los escritos de los Padres de los siguientes siglos no dejan de clamar según el mismo tenor.
La limosna es obra de caridad ¡indispensable! Veamos algunas citas 53. Los Padres más
notorios en esta temática son sin duda San Juan Crisóstomo y San Basilio, ambos obispos
orientales del siglo IV.

“Tú te niegas a dar alegando serte imposible socorrer a tantos como piden. Y con
tu lengua desde luego lo juras, pero la mano te delata. Aun cuando tu mano calla,
pregona tu mentira, pues está toda iluminada por la funda de tu anillo. ¿A cuántos
pobres no podría sacar de sus deudas un solo anillo tuyo? ¿Cuántas casas que se
están derrumbando podría levantar? Una sola de tus arcas de vestidos podría
vestir a un pueblo entero que tirita de frío. Y, sin embargo, nada se te da de
despachar con las manos vacías al pobre, sin temor alguno a lo justo de la
retribución por parte del Juez. No has sido misericordioso, luego tampoco
alcanzarás la misericordia; no has abierto tus puertas, luego a ti se te cerrarán las
del Reino de los Cielos. No has dado un pedazo de pan, luego a ti se te negará la
vida eterna.”

San Basilio – Homilía contra los Ricos


(LEURIDAN 1973:79)
En este contexto es interesante descubrir que, desde su experiencia de fe, los Padres toman
una posición social radical, que se delinea en algunos elementos comunes54 de su mensaje
social:

- La afirmación de la naturaleza social del hombre.


- El sometimiento de las relaciones sociales y económicas a las normas de la justicia
y la caridad.
- La primacía del bien común sobre el interés particular.
- La unidad e igualdad esenciales de todos los hombres, cualquiera que sea su
condición social.
- La diversidad y pluralidad de condiciones sociales y, por tanto, la desigualdad
accidental de los hombres en ellas.
- La voluntad de Dios de que las desigualdades, dadas las diversidades naturales y la
libertad humana, se nivelan en el desarrollo de la vida social.

53
Las siguientes citas provienen de varias fuentes: GONZALEZ FAUSS, José Ignacio (1991) Vicarios de Cristo,
Madrid, Trotta; LEURIDAN, Johan (1973) Justicia y explotación en la Tradición cristiana antigua, Lima, Cep;
ROYON, Claude; PHILIBERT, Robert (1994) Les pauvres, un défi pour l’Église, Paris, Éditions de l’Atelier;
VILLENA LINARES, Federico (2001) Pensamiento Social de los Padres de la Iglesia, Arequipa, UCSM-EPG-
EAD.
54
ALBURQUERQUE, E. (2006) Moral Social Cristiana, San Pablo, Madrid
- La imposición por Dios de una función social a toda superioridad motivo de
desigualdad.
- La obligación de poner en común y al servicio de los demás toda preeminencia
individual y todo don personal.

Algunos Padres de la Iglesia fueron:

Padres de la Iglesia Padres de la Iglesia latinos


griegos
 Ignacio de Antoquía  Ambrosio de Milán

 Basilio el Grande  Jerónimo

 Gregorio Nacianceno  Agustín de Hipona

 Juan Crisóstomo  Jerónimo

3. ACTIVIDADES DE REFUERZO DEL TEMA

Trabajo grupal:

¿Por qué debemos interpretar los textos bíblicos y patrísticos?


¿Qué principios de la DSI se derivan de los siguientes textos: Jer 7, 3-7; Lev 19, 35-36;
Is 10, 1-2; Mt 25, 31-46; Lc 12, 16-21; Mt 5, 38 -42?

Trabajo individual

Aplique e interprete el texto de las Bienaventuranzas Mt 5, 3-12 para alguna realidad de


injusticia social de la que hemos hablado en el curso hasta el momento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, s/n Editorial Salesiana –
Ediciones Paulinas.
● ANTI-DEFAMATION LEAGUE (2000) “Jewish Understandings of Sabbatical Year and Jubilee
from Biblical Days to the 20th Century” en: A New Millennium from Dialogue to
Reconciliation, New York ADL.
● del VALLE, Carlos [Ed.] (1997) La Misna, Salamanca, Sígueme.
● SCHOTTROFF, Luise (2000) “Holiness and Justice, Exegetical comments on 1 Corinthians
11,17-34” en: Journal for the Study of the New Testament, Sheffield, Sheffield Academic
Press, nº 79, p. 51-60.
● SPIAZZI, Raimundo (1992), Enciclopedia del pensiero sociale cristiano, Roma, Edizioni
Studio Domenicano.

TEXTOS PARA EL AULA VIRTUAL

Texto de lectura

La propiedad en la Biblia

Al iniciar nuestro recorrido será preciso recordar que la Biblia en realidad no da


indicaciones tan claras como quisiéramos sobre los sistemas de propiedad. Jesús mismo
recordó que su misión no era la de velar por la distribución de los bienes entre los
hermanos. Cuando le piden una intervención para convencer a un hermano que tenía que
repartir la herencia, Jesús contesta:

«¡Hombre ! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor de bienes entre ustedes? Miren y


guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está
asegurada por sus bienes. »
Lucas, 12,14-15

Con esa expresión, Jesús deja en claro que su mensaje no puede ser utilizado para sustentar
la preferencia por tal o cual tipo de distribución de bienes. Su mensaje es de otra índole.
Claro que habrá que salvaguardar la justicia, la fraternidad, la solidaridad con los más
pequeños. Pero ello no implica de por sí un sistema de distribución sacralizado por Jesús.
Esta conclusión no implica que la Biblia no tenga ninguna referencia en cuanto la
distribución de la propiedad. En varios textos hay indicaciones bastante claras, pero más a
nivel de orientación que como máximas sociales o legales.
Ya que estos textos han sido ampliamente trabajados por los Padres y por la propia
Doctrina Social de la Iglesia, nos limitaremos a un breve recuento de los mismos.
Así en el Génesis, después del primer relato de la creación del hombre y de la mujer, Dios
les entrega la administración de la creación:

« Y Dios los bendijo y les dijo: sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla; manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en todo animal que
serpea sobre la tierra. Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz
de la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de
alimento.  55»

55
Esta dieta vegetariana que Dios indica para los seres humanos será ampliada, incluyendo la carne, al
terminar el diluvio, cuando Dios dijo: « Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento: todo se los
Génesis 1, 28-29

Toda la creación es entregada al hombre y a la mujer: animales de todo tipo y plantas.


Queda claro que este don no es personal, sea al hombre o sea a la mujer. Es para ambos, es
decir para el conjunto de la humanidad. Por lo tanto, nadie podrá excluir a otro del uso de
esos bienes. Nadie podrá decir que animales o plantas son exclusivamente de él y no para el
servicio de los demás. Con ello se recalca el Destino Universal de los Bienes entregados
por Dios. En la tradición judía esta regla era especialmente respetada en cuanto la posesión
de la tierra. Como la tierra era de Dios, no se podía vender. Era de todos. Sólo se podía
ocupar. En el siguiente párrafo se retomará esa idea con el Año de Jubileo.

Si bien los bienes creados son para todos, no quiere decir que la propiedad privada no
existe. En el Decálogo hay un mandamiento referido a la prohibición de robar (Ex. 20,15).
Su mera formulación implica que existía la propiedad privada y que había que respetarla 56.
De igual forma el precepto del trabajo para el ser humano implica que el fruto del trabajo es
para el trabajador, lo que a su vez implica una forma de propiedad privada.

En el Antiguo Testamento existe una exigencia frente a los que carecen de bienes. Los
pobres deben ser protegidos. Los ricos deben acordarse de ellos. No es que los bienes
traigan salvación, más bien ayudan a la vida. Hay un mandato de solidaridad que se deriva
de la fraternidad inicial de la creación.

En los libros sapienciales se recuerda que lo fundamental en la relación de la persona con


Dios no son los bienes, sino Dios mismo.

« No me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi bocado de pan, no sea que llegue a
hartarme y reniegue, y diga ‘Quién es YHWH?’ »
Prov 20,14

La opulencia trae el riesgo de olvidarse de Dios. Hace que uno se llene de orgullo, se olvide
de la fuente de la vida y reniegue de ella. El signo del olvido se refleja en la falta de
preocupación por el hermano pobre. En eso el rico demuestra que Dios no tiene lugar en su
vida.

Jesús retomará esa idea en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16, 19-31). Por ello es
difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. No es que la riqueza sea mala, sino que
puede llevar a olvidarse del hermano y por lo tanto de Dios. No hay que amontonar
riquezas en la tierra sino en el cielo.

« No se amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen y
ladrones que socavan y roban. Amontónense más bien tesoros en el cielo, donde no hay

doy, lo mismo que les di la hierba verde. Sólo dejarán de comer la carne con su alma, es decir con su sangre  »
Génesis 9, 3-4.
56
Cfr. « La proprietà è tutelata dal precetto divino che proibisce di rubare, ma è mantenuta soprattutto dalla
légge del lavoro.» SPIAZZI (1992) p. 25.
polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu
tesoro, allí estará tu corazón. »
Mateo 6,19-21

Los bienes no salvan, sólo Dios salva. Si uno tiene bienes, que los utilice para remediar la
pobreza de sus hermanos57, si no, no le sirven de nada, más bien pueden alejarlo de Dios.
Las riquezas no pueden añadir un día a la vida (Cfr. Lucas 12, 16-21).

« Las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra  »


Mateo 13,22

Dice Jesús, al referirse a la parábola del sembrador. La riqueza muchas veces se puede
convertir en Mamón, en un ídolo. Como tal, la riqueza puede alejar de Dios, puede hacer
olvidar la preocupación de Dios por toda la creación, como lo recuerda Mateo en su
descripción de la Providencia (Mateo 6, 25-34).

Los regímenes de propiedad pueden ser distintos. Los Hechos recuerdan las formas de
tenencia en las primeras comunidades: propiedad privada y comunitaria: « nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (Hechos 4,32). El episodio de
Ananías y Safira (Hechos 5) recuerda que existían tensiones entre ambas formas de
propiedad58. Sin embargo, la propiedad colectiva no necesariamente es considerada como la
única. En la carta a Filemón, Pablo no tiene problemas en recordar sus obligaciones como
cristiano a Filemón, al presentarle su esclavo.

En conclusión: el régimen de propiedad no está unívocamente estipulado en los textos


bíblicos. La creación hace pensar en un tipo de responsabilidad colectiva por el universo,
pero no consagra exclusivamente la propiedad común. En cuanto a la propiedad privada, si
bien no es rechazada, se recuerda el peligro inherente a ella. El riesgo es olvidarse de Dios
y del hermano. Sea como sea, la propiedad no puede convertirse en un ídolo, siempre uno
tiene que mantener el control sobre la misma y utilizarla para el bien de todos. La
propiedad privada no es negada, pero tampoco favorecida.

El discurso de Jesús no retoma esos temas. Más bien se centra en las exigencias del Reino
de Dios.

La experiencia del Jubileo

Todos recordarán el Año de Jubileo del 2000. Esa celebración hizo referencia a una
tradición judía, comentada en Levítico 25. Cada 50 años se dejaba de labrar los campos, se
57
San Pablo recuerda la necesidad de contribuir a las colectas por los hermanos necesitados (cfr. Romanos
15, 26-27, 2 Corintios 8-9).
58
Cfr. SCHOTTROFF (2000) p. 54.
redistribuía las tierras y se liberaba a los esclavos, porque sus deudas eran perdonadas. La
idea inherente a esta práctica era que la tierra era de Dios y por lo tanto nadie se la podía
apropiar con exclusividad de los demás (Deuteronomio 15, 23). Si la tierra es de Dios, sus
frutos también lo son. Por lo tanto, no había que sacarle todo el fruto a la tierra, sino que
había que dejarle algo, para que se sirvieran los pobres (Deuteronomio 24, 19-22).

Si la tierra es de Dios, Él proveerá cada 50 años para que su pueblo no sufra hambre (igual
que lo hace por cada Año sabático):

« Si preguntan: qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni
cosechar nuestro productos? Yo les mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que
producirá para tres años; sembrarán el año octavo y seguirán comiendo de la cosecha
anterior al año noveno, hasta que venga su cosecha seguirán comiendo de la anterior. »
Levítico 25,21-22

Esta práctica del año sabático (cada 7 años) y del Año de Jubileo (cada 50 años), parecen
una tradición bastante antigua en el pueblo de Israel, probablemente ligada al inicio de la
época de los Jueces59. Su aplicación se rige por ciertas leyes y costumbres 60. Así por
ejemplo, el hecho de dejar reposar las tierras sólo se aplica en Israel, no en los demás
países, ya que el precepto se dio para « cuando entren en la tierra que les voy a dar » (Lev
25,2). En la actualidad se sigue manteniendo la costumbre de no sembrar en los terrenos
propios durante el año sabático (y con mayor razón durante el Año de Jubileo). Sin
embargo, su aplicación creó varios problemas, incluso de orden estratégico en Israel. Para
remediar a ello, se propuso vender la tierra simbólicamente a un musulmán por el lapso del
año sabático para luego recuperarla. De esa forma se puede sembrar la tierra (que
formalmente ya no pertenece a un judío) 61, manteniendo la producción sin poner en peligro
la sobrevivencia del pueblo.

Esta experiencia del Año sabático y Jubilar muestra que la cuestión de la propiedad de la
tierra era un asunto considerado muy serio, ya que derivaba de la misma relación entre Dios
y su pueblo. Más que entrar en la discusión si alguna vez se ha aplicado el Año del Jubileo
en todo su rigor, es preciso recordar el fundamento de estas reglas, Se trata de poner en
práctica un designio particular de YHWH: el universo le pertenece y es necesario
recordarlo siguiendo su mandamiento. Es un signo de que la propiedad de la tierra no se
puede confundir con la propiedad de otro tipo de bienes.

“Quien ama al prójimo como a sí mismo, no posee nada más que su prójimo”

59
ANTI DEFAMATION LEAGUE (2000) p 79 sq.
60
Algunas costumbres son post-bíblicas. Así por ejemplo el prosbul, instaurado por Hillel. Cfr. ibid p 82 sq.
61
Para una breve historia de esta práctica véase Ibid p. 84-85. Esta práctica de venta ficticia, sin embargo, no
siempre se realiza sin oposición de los judíos ultra ortodoxos, como se demostró durante el último año
sabático del 2000. Cfr. « Israel’s turbulent rabbis » en: The Economist (2000) London, 09.09.2000, p. 47.
San Basilio – Homilía contra los Ricos

(GONZALEZ 1991:20)

Los Padres latinos piensan en la misma línea. San Jerónimo, por ejemplo, recuerda la
igualdad fundamental de todos y las consecuencias de esa constatación.

“La misericordia es parte de la justicia. De modo que si quieres dar


misericordiosamente a los pobres no haces más que justicia, según aquello de la
Escritura: “Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece eternamente” (Sal
111,9). Porque es injusto que el que es completamente igual a ti, no sea ayudado
por su semejante, sobre todo desde el momento en que Dios nuestro Señor quiso
que esta tierra fuese posesión común de todos los hombres, y diese frutos para
todos ellos; pero la avaricia dividió los derechos de las propiedades. Por tanto es
justo que, si reivindicas para ti como privado algo de lo que es común a todo el
género humano (…) al menos repartas entre los pobres algo de ello, para que no
niegues el alimento a los que participan del mismo derecho que tú. (…) Procuremos
no quitar nada a quien debemos dar. (…) quien se burla del pobre irrita al que lo
creó.”

San Jerónimo – Sermón sobre el Salmo 118

(GONZALEZ 1991:58)

Es decir que en realidad nada es nuestro porque todo pertenece a todos. Si mi prójimo es
necesitado debo socorrerlo con lo que tengo porque lo que tengo no es en verdad sólo mío.

“¿Qué responderás al Juez tú que revistas las paredes y dejas desnudo al hombre?
¿Tú que adornas a los caballos y ni siquiera te dignas mirar a tu hermano cubierto
de harapos? ¿Tú que dejas que se te pudran los alimentos y no alimentas a los
hambrientos? ¿Tú que guardas el dinero y desprecias al que muere por no
tenerlo?” San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:22)

San Basilio recuerda con esas palabras duras la obligación en conciencia de socorrer a los
pobres. Pero va más allá. Indaga sobre la fuente de nuestras riquezas.

“Pero tú posees muchas riquezas: ¿de dónde te vienen pues? De que has preferido
gozar tú solo de ellas antes que socorrer con ellas a muchos. Esto está clarísimo.
Por tanto, en la medida en que abundas en riquezas, en esa medida estás falto de
caridad. Si amaras a tu prójimo, hace tiempo que habrías pensado en desprenderte
de lo que tienes. Pero la verdad es que tu dinero está más pegado a ti que los
mismos miembros de tu cuerpo. Y te duele más desprenderte de él que si te cortaran
los miembros más importantes.”
“En cambio los que discurren sensatamente habrán de pensar que las riquezas nos
han sido dadas para administrarlas, no para gastarlas en placeres; y, en caso de
desprenderse de ellas, habrán de alegrarse como quien devuelve lo ajeno”

San Basilio – Homilía contra los Ricos

(GONZALEZ 1991:20)

San Juan Crisóstomo se refiere igual al origen de las riquezas. Recuerda que Dios dio todo
para todos, sin reservar nada para alguien en especial. La herencia no es título legítimo de
posesión de riquezas, como declara a continuación.

“Ahora díganme ustedes de dónde proceden sus riquezas. ¿De quién las han
recibido? “de mis abuelos por medio de mi padre”. ¿Pueden entonces mostrarme
que han sido adquiridas justamente, remontándose por la familia? No pueden. El
principio y raíz de ellas proceden forzosamente de iniquidad. ¿Por qué? Porque, al
principio, Dios no hizo ni rico a uno y pobre a otro, ni mostró al uno grandes
tesoros y al otro le privó de este hallazgo; Dios puso delante de todos la misma
tierra.”

San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tim (LEURIDAN 1973:26)

Este último párrafo lo dice con toda claridad: cuando damos a los pobres sólo les estamos
devolviendo lo suyo, nos debemos alegrar porque estamos devolviendo lo ajeno. San Juan
Crisóstomo dirá lo mismo:

“Tienes lo del otro, pero no tienes lo tuyo. Si se te confía un depósito ¿podré


llamarte rico? De ninguna manera. ¿Por qué? Porque posees cosa ajena. Pues eso
que tienes es un depósito, y ojalá sólo sea deposito y no ocasión para ti de mayor
castigo”

San Juan Crisóstomo – Sobre Lázaro

(LEURIDAN 1973:62)

“Los bienes terrenos no es verdadera posesión y propiedad, es sólo para uso.


¿Cómo hablar de propiedad cuando, una vez que tú expires, quieras o no quieras,
otros se apoderarán de todos tus bienes, y ellos, a su vez, se los darán a otros, y
éstos a otros? Todos somos extranjeros, y dueño de la casa lo es más el que la
alquila pues a menudo, muerto el verdadero dueño, el otro sobrevive y goza más
tiempo de la casa. Y si es cierto que la goza pagando, también el dueño hubo de
pagar al construirla y pasó mil calamidades hasta verla acabada. La propiedad o
señorío no es más que un nombre, en realidad somos todos dueños de bienes
ajenos.”
San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tes (LEURIDAN 1973:65)

En realidad todo pertenece a todos, todo debe servir a todos. Hasta los animales reconocen
eso, menos los hombres avaros.

“Ya que estamos dotados de razón no nos mostremos más brutos que los animales.
Estos usan como bien común lo que produce la tierra. Rebaños de ovejas pastan
sobre un monte único, caballos innumerables se apacientan también en una sola y
misma llanura, y todos se ceden unos a otros el goce del sustento necesario. En
cambio, nosotros escondemos en nuestros bolsillos lo que es común, y poseemos
solos lo que es de muchos.”

San Basilio – Homilía en tiempo de hambre

(GONZALEZ 1991:24)

San Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) retoma el mismo argumento:

“No piensen que todo es suyo. Que haya también una parte para los pobres y
amigos de Dios. Pues la verdad es que todo es de Dios, Padre universal. Y nosotros
somos hermanos de un mismo linaje. Y los hermanos han de entrar por partes
iguales en la herencia, si queremos ser justos. Y aunque uno o dos se apropiaran la
mayor parte, por lo menos debe quedar algo para los otros. Pero si alguno quiere
apoderarse de todo absolutamente, y excluye a sus hermanos aun de la tercera y
cuarta parte, ese tal será un dictador tiránico, un bárbaro implacable, una fiera
insaciable, que quiere regalarse ella sola en el banquete. O mejor dicho, ese tal
será más fiero que las fieras.”

San Gregorio de Nisa – Homilía sobre el amor a los pobres (GONZALEZ 1991:26)

Es preciso aclarar que los Padres no critican la riqueza como tal, porque los bienes han sido
creados por Dios y Él no crea nada malo. La crítica va contra el mal uso de estas riquezas 62.
Existen para ser compartidas, porque son de todos. Si alguien adquirió riquezas en realidad
es probablemente porque no las compartió en su debido momento con los necesitados63.

En este sentido las riquezas incluso pueden ser motivo de caída, porque al ocupar en el rico
un lugar que excluye al pobre, condena al rico.

62
La excepción sería para los monjes que no deberían de tener nada propio. El abad Hyperijius, Padre del
desierto, dijo: “El tesoro del monje es su pobreza voluntaria”. Citado in: WADDELL, Helen [Ed] (1936/1998)
The Desert Fathers, New York, Vintage Books, p. 90.
63
Tertuliano, un Padre latino, es más drástico en su condena de toda riqueza: “De entrada Cristo justifica
siempre a los pobres y condena a los ricos” De Pat. 7.. GONZALEZ (1991:48). De la misma forma otro Padre
latino, San Ambrosio no cree que uno puede poseer riquezas y saber compartir: “Un rico compasivo es
contrario a la naturaleza” Comentario a Lc 8,7. GONZALEZ (1991:49)
“No me hables, pues, de la abundancia de riquezas. Considera más bien el daño
que sufren los amadores de ellas, pues por ellas pierden el cielo. No es ciertamente
mejor un montón de dinero, o por decir mejor, vale más el estiércol que el dinero.
El estiércol vale por lo menos para abonar las tierras y para calentar los baños y
para otras cosas por el estilo; el oro escondido bajo la tierra, para nada de eso
vale. ¡Y ojalá fuera sólo inútil! Pero lo cierto es que enciende muchos hornos
contra el que lo posee, si no usa de él como es debido, y de él nacen infinitos
males.”

San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (LEURIDAN 1973: 69)

Las riquezas pueden perder a uno, sea porque han sido adquiridas por medios injustos, sea
porque impiden al propietario ver a su hermano necesitado. Pero la solución que algunos
pregonan de enriquecer a la Iglesia con el argumento de que sólo lo mejor puede ser bueno
para Dios también es equivocada.

“No pensemos que basta para nuestra salvación traer a la Iglesia un cáliz de oro y
pedrería, después de haber despojado a viudas y huérfanos. Si quieres honrar el
sacrificio de la Cruz, presenta tu alma por la que fue ofrecido. Ésta es la que has de
hacer de oro. Mientras que si tu alma sigue siendo peor que el plomo o que una
teja, ¿qué vale entonces el cáliz de oro? No nos contentemos pues con traer dinero
a la Iglesia, sino miremos si procede de un justo trabajo. Porque más precioso que
el oro es aquello que no tiene nada que ver con la avaricia. La Iglesia no es un
museo de oro y plata sino una reunión de ángeles. En la última cena no era de
plata la mesa, ni la copa en que el Señor dio a sus discípulos su propia sangre. (…)
el sacramento no necesita preciosos manteles sino almas puras. En cambio los
pobres sí que requieren mucho cuidado. Aprendamos, pues, a pensar con
discernimiento y a honrar a Cristo como Él quiere ser honrado.”

San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (GONAZLEZ 1991:34-35)

San Jerónimo recuerda los mismos argumentos:

“Aquel que envió sin oro a los Apóstoles (Mt 10,9) fundó también la Iglesia sin oro.
La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado, sino para distribuirlo y socorrer a
los necesitados. Pues, ¿qué necesidad hay de reservar lo que, si se guarda, no es
útil para nada? (…) ¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes
fundan el oro para sustento de los pobres, que se apoderen de él sacrílegamente los
enemigos? Acaso no nos dirá el Señor: “¿Por qué han tolerado que tantos pobres
murieran de hambre, cuando poseían oro con el que procurar su alimento? ¿Por
qué tantos esclavos han sido vendidos y maltratados por sus enemigos sin que
nadie los haya rescatado? ¡Mejor hubiera sido conservar los tesoros vivientes que
no los tesoros de metal!”
San Jerónimo – Sobre los deberes de los ministros de la Iglesia (GONZALEZ 1991:59)

Fuentes:

4. GLOSARIO DE TÉRMINOS

Por unidad
TEMA 5
FUENTES HISTÓRICO – TEOLÓGICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
LAS ENCÍCLICAS SOCIALES

COMPETENCIAS
 Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
 Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.

1. Documentos Sociales de la Iglesia: Las Encíclicas sociales

A.1. Introducción

Todos los documentos que escriben los Papas, los obispos o teólogos de la Iglesia se
consideran también una fuente importante en la doctrina social cristiana. Podemos
encontrar diversos documentos como cartas encíclicas, exhortaciones apostólicas,
constituciones apostólicas, cartas apostólicas, bulas, breves, documentos conciliares,
conferencias episcopales, etc.

Los documentos a los que más haremos referencia en el desarrollo del curso son las
Encíclicas, algunas exhortaciones apostólicas, documentos conciliares y conferencias
episcopales. Todos ellos contienen la reflexión de la Iglesia en materia de doctrina social y
nos ayudarán a discernir sobre los principios de reflexión, directrices de acción y criterios
de juicio que deben guiar nuestra práctica cristiana en el mundo en el que nos
desenvolvemos. Cada documento es el fruto de la reflexión de la Iglesia, y brota del
encuentro entre la realidad social a la que nos enfrentamos y el mensaje evangélico que
promovemos.

En la antigua iglesia cristiana, una encíclica era una carta circular enviada a todas las
Iglesias de una zona. En nuestros tiempos una encíclica, en el sentido más estricto, es una
carta solemne, que versa generalmente sobre un aspecto de la doctrina católica, y que el
Papa dirige a todos los obispos y fieles católicos de todo el mundo.
La palabra proviene del latín “encyclia” y del griego “egkyklios” que significa “envolver en
círculo”. La primera encíclica de la historia de la Iglesia fue escrita por el papa Benedicto
XIV en 1766. Uno de los papas más prolíficos en encíclicas fue León XIII (1878 - 1903)
que escribió 86 encíclicas. La última encíclica escrita es “Laudato Si” del Papa Francisco,
publicada en 2015. Las encíclicas en general se proponen: a) enseñar algún tema doctrinal o
moral (doctrinales - sociales) b) avivar la devoción (exhortatorias) c) condenar errores e
informar a los fieles sobre peligros para la fe, procedentes de corrientes culturales,
amenazas del gobierno, etc. (disciplinares - doctrinales)

En nuestro estudio tendremos en cuenta las encíclicas sociales, que contienen la enseñanza
en materia de moral social. El documento Conciliar de mayor trascendencia en nuestro
tiempo es el Concilio Vaticano II. Documento que es el resultado del Concilio que se llevó
a cabo entre los años 1962-1965 y que tiene Constituciones, decretos y exhortaciones, entre
ellas la más importante en materia de doctrina social es la Constitución Pastoral Gaudium et
Spes. Además también fruto de la reflexión de las diversas conferencias episcopales
latinoamericanas, hay documentos que son importantes tales como: Medellín (1968),
Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2009)

A.2. Encíclicas sociales

Las encíclicas sociales son documentos del magisterio ordinario de la Iglesia, que desde
finales del siglo XIX han enriquecido la tradición de la Iglesia; siendo articuladas en
diferentes maneras y aplicadas a varios problemas, el corazón de las enseñanzas de los
papas ha sido la defensa de la persona humana creada a imagen de Dios.

“Las encíclicas sociales que “son hijas de su tiempo” porque


responden a los diversos contextos históricos de las épocas en las
que fueron escritas.”

Cada encíclica social versará sobre las diversas problemáticas sociales, políticas,
económicas, culturales, ecológicas del tiempo en el que son publicadas. Y de ellas también
brotarán principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción que nos puedan
llevar a un mundo más solidario, fraterno y justo.

La primera encíclica social publicada fue la Rerum Novarum, publicada en 1891 por el
papa León XIII, esta encíclica social es la que da el acta de nacimiento de la Doctrina
Social de la Iglesia de manera oficial.

A continuación presentamos una línea del tiempo con las diferentes encíclicas sociales a
tener en cuenta para su estudio. Como dijimos anteriormente, cada encíclica social
responde al tiempo en el que fueron escritas, por eso se presentan algunos de los eventos
más importantes en los diversos contextos históricos:
Encíclicas Sociales POPULORUM CENTESIMUS
PROGRESSIO ANNUS 1991
1967
PACEM IN
TERRIS SOLLICITUDO LAUDATO SI
Alocuciones
y mensajes 1963 REI SOCIALIS 2015
OCTOGESIMA
MIT BRENNENDER ADVENIENS 1987
SORGE 1971
1937

GAUDIUM ET LABOREM CARITAS IN


RERUM SPES 1965 EXERCENS VERITATE
NOVARUM QUADRAGESIMO 1981 2009
1891 ANNO
1931 C. VATICANO II
1962-1965

LEÓN BENEDICTO JUAN Juan

XIII
PIO X XV PIO XI PIO XII XXIII
PABLO VI Pablo
I JUAN PABLO II Benedicto XVI FRANCISCO

ENCÍCLICAS PRE CONCILIARES CONCILIO ENCÍCLICAS POST- CONCILIARES


-1905 -1910 -1915 -1920 -1925 -1930 -1935 -1940 -1945 -1950 -1955 -1960 -1965 -1970 -1975 -1980 -1985 -1990 -1995 -2000 -2005 -2010 -2015
1900
1890
MAYO 68
CRISIS
CRISIS CARRERA CRISIS DEL FINANCIERA
ECONÓMICA ESPACIAL PETRÓLEO

FIN FIN
I GUERRA COMUNICACIONES
II GUERRA CRISIS
MUNDIAL TOTALITARISMOS MUNDIAL Gorbachov la ECOLÓGICA
DESCOLONIZACIÓN perestroika y
DERECHOS la glasnot
INICIO SEGUNDA GUERRA
SINDICALES Caída Muro de Berlín
CMT – CISC - CSI GUERRA MUNDIAL FRÍA GUERRAS DE
desintegración de
URSS YUGOSLAVIA
2. Antecedentes históricos a la Rerum Novarum

2.1. La Revolución Industrial

A mediados del S. XVIII y comienzos del XIX en Inglaterra se inició una radical y vigorosa
transformación de su industria y comercio: a través de un proceso de aplicación técnica de
la física mecánica en la producción (especialmente cuando comienza a utilizarse como
energía el vapor de agua) y debido a la enorme existencia de materias primas
(especialmente de sus colonias) todo esto permitió un aumento enorme de productividad por
trabajador. El uso de la máquina fue un salto en la productividad.

La Revolución Industrial comprende dos etapas: la primera (1850-1860) que se


caracterizó por los grandes logros alcanzados en la agricultura, y por la expansión
de la industria británica especialmente en la industria textil; y la segunda (se inicia a
partir de 1860, se fortalece en el siglo XIX y se desarrolla extraordinariamente en el
siglo XX) esta etapa consolida el desarrollo del maquinismo, y la vigorización del
capitalismo industrial.

Entre las causas de la Revolución Industrial podemos mencionar las siguientes:

- La existencia de grandes capitales nacidos del comercio, la agricultura y la


banca, pero principalmente de la explotación de los ricos imperios coloniales,
como sucedió con Inglaterra nación pionera de la gran industria.
- El intenso empleo de la máquina, fruto ésta de los formidables avances de la
ciencia y la tecnología, que buscaron perfeccionar los instrumentos de
producción.
- La existencia de materias primas como el algodón y los ricos yacimientos de
carbón y de hierro.
- La presencia de grandes mercados para el intercambio comercial y para
atender la demanda de productos manufacturados, principalmente en regiones de
ultramar.

En consecuencia esta revolución dio lugar a grandes cambios en la sociedad a todo


nivel, a grandes rasgos podemos mencionar los siguientes:

- Originó la sociedad contemporánea, y con ella los profundos cambios en la


vida de los pueblos, tanto en el orden económico y social como en el político,
científico y cultural desde fines del siglo XVIII hasta el presente.
- La riqueza del mundo aumentó extraordinariamente, la que benefició
principalmente a los industriales y comerciantes.
- La población del mundo se acrecentó considerablemente.
- Se produjo una mayor expansión colonial, por la necesidad de abrir nuevos
mercado y obtener materias primas para la nueva y floreciente industria.
- Surge la producción masiva y en serie de productos manufacturados, lo que
contribuye al abaratamiento de los precios.
- El nacimiento, de dos nuevas clases sociales, la proletaria y la capitalista.

2.2. Frente a los revolucionarios cambios en la sociedad la


posición de la Iglesia

A la Iglesia le costó mucho pasar del mundo medieval al mundo moderno. Hasta
antes del cambio, estaba acostumbrada a una sociedad donde había un orden
establecido, que estaba explicitada por la tradición eclesial. Disponía de normas y
usos que desde siempre habían funcionado en la vida social, política y económica.
Por eso les resultaba casi imposible imaginarse y menos aceptar que el orden social
era construcción humana y que podía cambiar, que se podía elegir a sus
representantes para que los gobernaran.

El cambio se fue gestando durante el S. XVII y se materializó en el S. XVIII, la


imagen de la diosa Razón entronizada en el Altar central de la Catedral Notre Dame
de París el 10 de diciembre de 1793 es elocuente e ilustra la profundidad del
cambio64.

Desde el S. XVIII la jerarquía de la Iglesia fue perdiendo la capacidad de dialogar


con el mundo en el que estaba situada. Las razones fueron múltiples: las guerras
religiosas, la teología de la contrarreforma, la querella contra los jansenistas, etc.

La Iglesia hasta el S. XVIII “combatía las nuevas ideas racionalistas y liberales


acusando a los libre pensadores de ser viciosos, de subvertir el orden social y
político querido por Dios, el que se expresa en la Revelación y que da a conocer e
interpretar la Iglesia. Anatemiza a quienes osaron insinuar que la Iglesia, debería
estar separada del Estado, afirmando que la autoridad pública, al proteger a la
Iglesia, se protege a sí misma, porque la fe y la moral cristiana disciplinan a los
pueblos y a las personas, enseñándoles a respetar y obedecer a las legítimas
autoridades ‘porque la autoridad viene de Dios’ (Rom 13, 1ss).
Fundamentalmente condena la autonomía de la razón que para afirmarse
necesitaba negar la Revelación y su posibilidad, y también la construcción de un
orden social político autónomo de la moral cristiana”65.

2.3. El Sílabo

El Sílabo, catálogo de 80 proposiciones, en ellas la Iglesia condena el espíritu de


una época, el espíritu laicista moderno. El sílabo o colección de errores modernos,
es sacado de varias Alocuciones, Encíclicas y Cartas del Papa Pío IX y se publicó
junto con la Bula Quanta Cura, el 8 de diciembre de 1864.

64
Pero este cambio fue acompañado de persecución y violencia contra la Iglesia, basta recordar los santos y nuevas
órdenes que surgieron en plena revolución francesa: Chaminade, Champagnat, etc.
65
AA.VV. Manual de Doctrina Social de la Iglesia, C.E.L.A.M. vol. IV, Bogotá 1997, p. 221
El Papa Gregorio XVI (predecesor de Pío IX) en su encíclica “Mirari Vos” (1832)
condenó los males presentes: el indiferentismo religioso, del que provenían la
mayoría de los males; la libertad de conciencia que llevaba a un libertinaje. Se
condenó también la libertad de imprenta y toda acción que intentara cambiar a las
autoridades legítimas. Sin embargo, éste fue el Papa que en 1831 reconoció la
independencia de los países de América Latina y nombró Obispos en las sedes
vacantes de este continente.

Con la reunificación italiana, el Papa Pío IX (que gobernó de 1846 a 1878) de un


inicio auspicioso y con “apertura al mundo moderno”, sufrió una profunda
transformación interna en 1848. Debió huir de Roma refugiándose en el Reino de
Nápoles. Dos años duró la reconquista de los Estados papales, y el Papa después de
esta dura experiencia, condenó con todas sus fuerzas el régimen liberal moderno, la
separación Iglesia-Estado, las libertades civiles, conciencia, culto, imprenta, reunión
y las libertades políticas.

La Iglesia del S. XIX fue en general, una Iglesia que vivió aislada: vivió sin
estados pontificios, sin estatuto jurídico público, sin reconocimiento internacional,
en total fueron 60 años (1870-1929) que se desenvolvió en una situación jurídica
ambigua y compleja.

Fue duramente perseguida, acusada de retrógrada, oscurantista, con miles de


conventos cerrados por el espíritu liberal anticatólico. Pero en medio de tantas
dificultades surgieron (por obra del Espíritu Santo) nuevas congregaciones
religiosas con nuevos carismas (Salesianos, Don Orione...) y una nueva generación
de católicos preocupados seriamente de la problemática social, que buscaban
articular mejor su fe con la realidad política social y económica.

2.4. El movimiento social católico del 1,800

El mundo católico reaccionó frente a la industrialización a través de corrientes de


pensamiento, pero también a través de una nueva práctica: creación de nuevas
formas de asociación, sociedades de ayuda mutua, cooperativas de consumo, bancos
y nuevas experiencias en el campo educativo, cultural y caritativo.

Ejemplo de acciones caritativas tenemos la experiencia de San Vicente de Paul, que


se dedicó a los mendigos de París y fue capellán de los condenados a las galeras.
También tenemos la sociedad de San Francisco Javier, fundada en 1840 orientada a
la creación de escuelas y talleres ocupacionales para los obreros.

En Italia hacia 1827 nacen las obras asistenciales de Cottolungo para albergar y
cuidar enfermos, huérfanos y desamparados. En 1873 las obras asistenciales,
educativas, para ayudar a muchachos pobres, de Don Bosco son otro gran ejemplo.
Y es necesario mencionar a Leonardo Murialdo (1828-1900) quien (después de
colaborar con Don Bosco) en el contacto con los jóvenes obreros sintió la
necesidad de crear para ellos y para los trabajadores adultos ASOCIACIONES que
luego serían “Unión de Obreros Católicos”. De allí que se le considere un gran
propulsor de las Uniones Obreras Católicas.

En Alemania surgen las Gesellenverein, que eran sociedades de formación y


asistencia a los obreros aprendices que experimentaban un gran desarrollo bajo la
dirección de A. Kolping.

Todos estos movimientos presentaban ciertas características comunes:

- Eran movimientos que surgen en el seno de la Iglesia y en los que se


comprometen Obispos y sacerdotes, pero la responsabilidad está en mano de los
laicos.
- Eran movimientos orientados a la acción y que afrontan los problemas con los
medios que cuentan.
- Eran movimientos que al inicio eran apolíticos pero que desembocan en la
política, en vistas a superar el asistencialismo (sólo obras caritativas) e
intentando actuar sobre las estructuras.

A nivel de corrientes de pensamiento, es digno destacar la figura de Mons. Ketteler,


(1811-1877) quien en un primer momento se acercó a la realidad con espíritu de
caridad cristiana, pensando más en una renovación de la vida espiritual de los
obreros, que en una intervención concreta en los problemas económicos. Pero
luego orientó sus reflexiones hacia la cuestión social, reconociendo que en lo
económico radica el problema obrero y solicitando la intervención de la Iglesia en el
campo social.

En el libro “La cuestión social y el cristianismo” Mons. Ketteler, al exponer su


pensamiento social, madurado a lo largo de un decenio, condenaba el liberalismo y
el individualismo económico y político, así como el excesivo intervencionismo
estatal. En relación presentada ante la Conferencia Episcopal Alemana, rechazaba
toda utopía revolucionaria violenta, e invita a reflexionar sobre cuatro problemas:

- Si la cuestión social afecta a Alemania;


- Si la Iglesia puede y debe intervenir;
- Cuáles son los posibles remedios y
- Cómo puede contribuir la Iglesia a su aplicación66.

Ya en estos años (1869) Mons. Ketteler hablaba de problemas que todavía hoy
sufrimos.

“La libertad de comercio, de trabajo y de circulación, al hacer caer las barreras


del proteccionismo, ha aumentado el poder del capital que, aliado con las
máquinas y ayudado por el principio de la división del trabajo y por la facilidad de
transportes, se ha convertido en dueño absoluto; hasta tal punto que no sólo el
obrero, sino incluso el pequeño empresario y el pequeño comerciante,

66
ZAGHENI, La edad contemporánea p. 208.
abandonados a sus propias fuerzas, no pueden sostener la lucha contra los grandes
capitales acumulados. Obligados pues a renunciar a su independencia, tienen que
adaptarse a trabajar como obreros, trabajando a jornal o a destajos”67.
Ketteler acerca del salario tenía una visión que después sería recogida por la D.S.I.

“... El salario no se regula de acuerdo con el mérito ni con las necesidades reales
de la vida. Salvo raras excepciones, el obrero no tiene esperanzas de levantarse
del pobre estado en que se encuentra. En la atmósfera material que envuelve al
mundo industrial moderno, es contado como una mercancía más...”68.

Ketteler en su “relación” después de rechazar toda opción revolucionaria y violenta


(contra los socialistas extremos) sugería al episcopado alemán reformas:
participación de los obreros en los beneficios, medidas a favor de las madres de
familia, intervención del Estado para limitar los horarios de trabajo, clausura de
locales de trabajo malsanos, descanso dominical y finalmente sugería que en cada
diócesis se eligiera cierto número de sacerdotes para dedicarse con profundidad al
estudio del problema social.

Todo este esfuerzo de respuesta desde la fe de los católicos, fructifica en la


Encíclica Rerum Novarum de León XIII.

Con estos antecedentes tan conflictivos y auspiciosos a la vez, es como la Doctrina


Social de la Iglesia, comienza su andadura en la historia y en el mundo. Esta Doctrina
Social de la Iglesia se materializa en las encíclicas sociales y los Papas y Obispos, se
hacen especialmente conscientes que también es parte de su misión propia, intervenir
con sus enseñanzas en las cuestiones sociales de su tiempo.

En efecto, y como ya se ha dicho, cada encíclica social es hija de su tiempo, responde a


un contexto histórico determinado y pretende proponer criterios de juicio, y principios
de reflexión que respondan a las cuestiones sociales de un momento dado.

Tomando en cuenta como punto central y de quiebre el Concilio Vaticano II, vamos a
clasificar las encíclica sociales: en pre-conciliares, conciliares y post-conciliares.

67
VON KETTELER, W.E. Relazione Vescovile per la Conferenza degli Eccellentissimi Vescovi de Germania. Fulda set.
1869. En Zagheni, ibid, pp. 208-209.
68
Ibid p. 209.
UNIDAD 3
NOMBRE DE LA UNIDAD: DERECHOS HUMANOS, PAZ Y COMUNIDAD INTERNACIONAL

SITUACIÓN DEL PROBLEMA

La situación de los derechos humanos en la sociedad actual es preocupante. La crisis económica y


social nos muestra cómo se producen violaciones sistemáticas de los derechos de las personas:
falta de respeto a los derechos de los trabajadores, corrupción, escasa atención médica, ausencia
de servicios básicos para millones de personas (agua potable, luz eléctrica, internet…) bajo nivel
educativo…

Además en nuestro mundo contemplamos cada día el incremento de la violencia (física, verbal,
psicológica…) Las guerras, el terrorismo, los atentados contra la integridad física y moral de
millones de mujeres y niños… ponen de manifiesto unas relaciones internacionales basadas en la
injusticia, en la desigualdad y en la violencia institucionalizada.

¿Qué son los Derechos humanos? ¿Dónde se fundamentan? ¿Qué dice el mensaje bíblico sobre la
dignidad y los derechos humanos? ¿Cómo proteger y promover dichos derechos humanos? ¿Qué
postura tiene la Iglesia frente a las guerras, el terrorismo, la pena de muerte o la violencia contra
la mujer? ¿Qué enseña la doctrina social acerca del orden internacional y las instituciones que lo
dirigen hoy en el mundo?

A estos y otros interrogantes tratará de responder esta unidad.

CONTENIDOS DE LA UNIDAD:

TEMA 1: DERECHOS HUMANOS Y DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

TEMA 2: PAZ Y COMUNIDAD INTERNACIONAL EN EL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

UNIDADES DE COMPETENCIA:

CONCEPTUAL PROCEDIMENTAL ACTITUDINAL


 Analizar los  Elaborar  Asumir un
derechos humanos propuestas compromiso
y las relaciones creativas de personal de
internacionales a la acercamiento a la defensa y
luz de la enseñanza problemática de la promoción de la
social de la Iglesia violencia, las paz y respeto de
relaciones los derechos
internacionales humanos basado
injustas y la en el mensaje del
violación de los evangelio
DD. HH.
EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE:

➢ Comprensión lectora: análisis de textos


➢ Mapas mentales
➢ Debates y exposiciones
➢ Examen escrito

PRUEBA DE ENTRADA:

 ¿Qué son los derechos humanos y qué características tienen?


 ¿Cuál crees que es, a tu juicio, el fundamento de los derechos humanos?
 ¿Qué podemos hacer los cristianos para proteger y promover dichos derechos?
 ¿Es evangélica la pasividad frente a la injusticia y la violencia institucionalizada?
 ¿Qué reformas se necesitan en el orden internacional para evitar las guerras y el
terrorismo?

MAPA CONCEPTUAL DE LA UNIDAD:

DESARROLLO DE CONTENIDOS:

TEMA 1: “LOS DERECHOS HUMANOS Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA”


1. Los derechos humanos en la historia. La declaración universal de los Derechos
Humanos
2. Definición de derechos humanos
3. Clasificación: ¿Cuáles son los derechos humanos?
4. Fundamentación de los derechos humanos
5. Los derechos humanos en el mensaje bíblico
6. Los derechos humanos en el magisterio social de la Iglesia
7. Derecho a la Vida
8. Derechos de la mujer
9. Compromiso en defensa de los derechos humanos

I. Los derechos humanos en la historia: Breve recorrido histórico

Históricamente ha sido el nacimiento del cristianismo el que inició el combate contra


la esclavitud y la discriminación de personas, razas y clases sociales, primero en el
imperio romano y después en las demás culturas en las que se ha insertado. El
mensaje y la práctica de Jesús de Nazaret fue el fundamento de dicha lucha por
defender la dignidad de todo ser humano.
En el siglo XVI, la llamada “Escuela del Derecho de Gentes” fue liderada por grandes
teólogos y juristas que sentaron las bases de lo que hoy podemos definir como
derechos humanos. Al hilo del cuestionamiento moral de la Conquista de América, se
proclamó la dignidad y libertad de los indígenas y nativos americanos. Son de obligada
mención pensadores como Francisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas, Suárez o
Hugo Groccio.
Fue a fines del s. XVIII cuando se otorgó el reconocimiento jurídico de los derechos
fundamentales de la persona humana, a raíz de la “Revolución francesa” y su defensa
de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad como síntesis de dichos derechos
plasmados en la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de
1789. Y aunque es verdad que no se debió directamente a la Iglesia la formulación
concreta del reconocimiento de dichos derechos fundamentales, sin embargo este fue
posible gracias a la cultura judeo cristiana que estaba de fondo.
Y llegamos al punto culminante de este breve recorrido histórico: apenas finalizada la
II Guerra Mundial, la ONU promulgó el 10 de diciembre de 1948 la “Declaración
Universal de los Derechos Humanos” en treinta proposiciones fundamentales
aceptadas hoy globalmente, aunque no siempre respetadas y aplicadas. Se amplió el
número de personas a quienes se aplicaba la Declaración respecto a la Declaración de
los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, “a todos los seres humanos”, que
nacen “libres e iguales en dignidad y derechos” (art. 1)69
El papa Juan Pablo II la calificó como “piedra fundamental en el largo y difícil camino
del género humano” reconociendo el equilibrio que dicho documento guarda entre los
derechos individuales y los derechos sociales.

II. Definición y características de los derechos humanos


Denominamos derechos humanos a aquellos que se atribuyen “directamente con la
naturaleza del hombre en cuanto persona dotada de razón y de libre albedrío, y que
por tanto son universalmente válidos, inviolables e inalienables”70.
Por tanto, no son de obligado respeto porque lo diga una ley, o fruto del acuerdo
entre los ciudadanos o los estados. Si fuera así existiría el riego de su pérdida por falta
de consenso o de voluntad del legislador de reconocerles.
Los derechos humanos son connaturales puesto que nacen de la misma naturaleza del
ser humano.
No son las leyes positivas los que establecen dichos derechos. Son anteriores y
superiores a cualquier nación, que debe defenderlos y promoverlos. El papa Juan XXIII
nos enseña en su encíclica Pacem in Terris: “No puede ser aceptada la doctrina de
quienes arriman que la voluntad de cada individuo o de ciertos grupos es la fuente
primaria y única de donde brotan los derechos y deberes del ciudadano” (P.T., 78)71
También son características de los derechos humanos su inviolabilidad y su
universalidad. En toda circunstancia o lugar deben reconocerse a todos los seres
humanos. Eso no implica que sean ilimitados puesto que el ejercicio de uno de ellos
termina donde comienza el derecho de las demás personas.

69
Asamblea General de las Naciones Unidas. “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. París, 1948
70
J.N. DIEZ ALEGRÍA. “Diritti dell´ uomo”, en Sacramentum Mundi III, 166
71
Pablo VI “Pacem in Terris”. 1963
“Los derechos humanos son connaturales puesto que

nacen de la misma naturaleza del ser humano”

n
Finalmente son inalienables: tanto por parte de los demás que no pueden privar a
ningún ser humanos de sus derechos fundamentales, como por parte de cada persona
que no puede renunciar a ellos.

III. ¿Cuáles son los derechos humanos?: Clasificación

Los derechos humanos tradicionalmente se clasifican en derechos de primera,


segunda y tercera generación.

1.1. Los primeros derechos reivindicados a las


monarquías absolutistas europeas fueron los
civiles y políticos, es decir las libertades como la
de expresión, conciencia, asociación, prensa…
1.2. En un momento posterior, por la influencia del
socialismo, comenzó a reivindicarse los llamados
derechos sociales, económicos y culturales, a
saber: alimentación, salud, educación, vivienda,
trabajo…
1.3. Los derechos de tercera generación son los
derechos de los pueblos a la autodeterminación,
a la propia identidad cultural, al desarrollo, a un
medioambiente sano, a la paz, los derechos de
las minorías étnicas y religiosas, la soberanía de los países sobre sus riquezas y
recursos naturales, etc… Estos derechos no están contemplados en la Declaración
Universal de 1948.

IV. Fundamentación de los derechos humanos

Ya hemos señalado que una fundamentación puramente positivista o consensualista


de los derechos humanos les vuelve vulnerables y dependientes de decisiones
arbitrarias. Es por ello que se necesita buscar un fundamento más profundo que
respete su condición de derechos objetivos e indisponibles.
La enseñanza social de la Iglesia ofrece una fundamentación sólida y enraizada en el
mensaje bíblico: la paternidad de Dios y la dignidad del ser humano creado a su
“imagen” (Gen 1, 27), la igualdad básica y la fraternidad fruto del reconocimiento de
ese Padre común, y el proyecto liberador del Dios cristiano.
En palabras del papa Pablo VI la Iglesia nos enseña que “los derechos humanos están
fundados sobre la dignidad de la persona humana, sobre su igualdad y su
fraternidad”72
En nuestra iglesia latinoamericana el Documento de la IV conferencia, “Santo
Domingo”, al describir los nuevos signos de los tiempos en el campo de la promoción
humana sitúa en primer lugar los derechos humanos (164-168). La defensa de los
derechos de los más excluidos ha dado como fruto la persecución y el martirio de
muchos laicos, religiosos y pastores en América Latina lo que constituye un signo de
esperanza para nuestra época, donde los derechos fundamentales siguen siendo
violados o permanecen desconocidos, cuando no burlados, u observados de manera
puramente formal.
El magisterio latinoamericano enseña que “todo atropello a la dignidad del hombre es
atropello al mismo Dios, de quien es imagen” (Puebla, 306).73 Y la Iglesia universal,
aplicando el principio de bien común, promueve una igualdad esencial así como
iguales oportunidades de vida digna para todos: “Tanto los pueblos como las personas
individualmente deben disfrutar de una igualdad fundamental” (S.R.S., 33)74

La Iglesia nos ofrece una fundamentación sólida y enraizada en el mensaje


bíblico de los derechos humanos: la paternidad de Dios y la dignidad del ser
humano creado a su “imagen” (Gen 1, 27), la igualdad básica y la fraternidad
fruto del reconocimiento de ese Padre común, y el proyecto liberador del Dios
cristiano.

V. Los derechos humanos en el mensaje bíblico

El Concilio Vaticano II nos enseñó que el alma de la Teología es la Palabra de Dios. Por eso
debemos ir a la fuente de nuestra fe cristiana – la Biblia – para descubrir que nos ha
revelado Dios sobre los derechos humanos.

Desde las primeras páginas de la Biblia se afirma que el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios (Gen 1, 26-27). Ahí reside su dignidad.

El Dios que se revela en el mensaje del antiguo testamento es un Dios liberador, que oye
el grito de su pueblo oprimido por Egipto, se conmueve, y decide enviar a Moisés para
liberarlo de la esclavitud (Ex 3, 16-17). Yahvé, el Dios de Israel, ante los atentados contra la
dignidad del ser humano no permanece impasible. Decide intervenir para devolver dicha
dignidad a su pueblo.

72
PABLO VI, Mensaje radiofónico de Navidad, AAS 57 (1968) 178.
73
CELAM, Documento de Puebla. 1968
74
S.JUAN PABLO II. Solicitudo Rei Socialis. 1987
En la misma línea de revelación bíblica, la ley mosaica determina que no haya “ningún
pobre a tu lado” (Dt 15, 4), ya que Dios quiere una vida digna para todos sus hijos e hijas.
El Dios de Israel es el Dios de la Vida, y una vida abundante para todos.

La práctica israelita del año sabático y jubilar que se recoge en los códigos del libro de
Levítico y Deuteronomio (Lv. 25, 2. 21-22; Deut. 15,23; 24, 19-22) nos revela que la tierra
es de Dios y es un regalo para todas sus creaturas. Se impone así la prohibición de la
acumulación de ésta, y se invita al perdón de deudas y a la liberación de esclavos, para
restaurar el orden originario del proyecto divino.

Los profetas de Israel, en nombre de Dios, denuncian las prácticas que niegan la dignidad
humana. Y revelan que el culto que quiere Yahvé debe estar acompañado de justicia y
solidaridad hacia “la viuda, el huérfano, y el extranjero” (Is 1, 12-17).

Para cerrar este breve recorrido por el mensaje del primer testamento, podemos ver que
los pecados sociales más graves (asesinato, esclavitud, violencia…) claman al cielo (cfr. Ex
3, 7; Gn 4, 10) porque violan la vida humana.

En continuidad con este mensaje bíblico, y para darle plenitud, la práctica de Jesús nos
revela a un Dios solidario con el ser humano y defensor de su plena dignidad.

 Su actuación permanente en favor de los pecadores, publicanos, marginados sociales…


 La protección de la dignidad y derechos de la mujer, del niño, de los enfermos, de los
pobres y excluidos de su tiempo…
 Su decidida defensa de la persona humana por encima de las leyes, costumbres o culto
religioso (Mc 2, 27)
 La predicación del Reino de Dios como un nuevo orden que ya comienza en la historia, y
que tiene como privilegiados a los últimos. Para ellos es la Buena Nueva del Reino (Lc 4,
16-21)

SANTO DOMINGO 165: «La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los
derechos humanos, no se arroga una tarea ajena a su misión sino por el contrario
obedece al mandato de Jesucristo al hacer de la defensa del necesitado una exigencia
esencial de su misión evangelizadora»

VI. Los derechos humanos en el conjunto del magisterio social de la Iglesia

Una manera gráfica de definir la Doctrina Social de la Iglesia es que esta surge como
una defensa explícita y radical de la dignidad humana. En este sentido podemos
afirmar que el reconocimiento de dicha dignidad y de los derechos fundamentales de
toda la humanidad es el eje transversal del pensamiento y la acción social de la Iglesia
a lo largo de su historia. Oswald Von Nell Breuning, sj, decía que la doctrina social de la
Iglesia cabe en la uña de un dedo donde puede escribirse la palabra “persona”.
Pero no resulta tan sencillo revisar la actitud y postura de la Iglesia hacia los derechos
humanos. Cada documento y declaración deberemos situarla en el contexto histórico
y en el momento concreto de evolución de la doctrina social de la Iglesia para
interpretarla objetivamente.
Así, documentos como la Mirari vos de Gregorio XVI (1832), Quanta cura o el Syllabus
de Pio IX (ambos de 1864) se comprenden en un momento histórico en el que la
Iglesia se sentía amenazada por el movimiento secularizador y defensor de las
libertades de la sociedad moderna de mediados del s. XIX, especialmente en Europa.
El papado de León XIII supuso un giro respecto a la actitud de la Iglesia hacia el mundo
moderno emergente, acogiendo algunos postulados liberales y mostrándose más
tolerante hacia las libertades. Su mayor aporte en este sentido fue la defensa que de
los derechos humanos hizo en su encíclica “Rerum Novarum” (1891)
El papa Pío XII observó silencio frente a la Declaración de los Derechos del Hombre de
1948. Su conocida reserva hacia dicha declaración tenía su fundamento en la ausencia
de referencias explícitas a Dios y por la desconfianza que venía de hace ya tiempo en
la Iglesia hacia la modernidad. Esto no supuso que Pío XII se opusiera a los derechos
humanos, puesto que en contadas oportunidades habló de ellos y la urgencia de su
defensa y protección.

A diferencia de Pío XII, el papa S. Juan XXIII, en su encíclica


“Pacem in Terris” de 1963, hizo un manifiesto
reconocimiento de la Declaración de la ONU, si bien planteó la cuestión de la
fundamentación de dichos derechos. Mientras las Naciones Unidas exigen el
consentimiento de los países y sus leyes positivas para que dichos derechos sean
garantizados, Juan XXIII afirma que son derechos naturales, que son reconocidos, no
concedidos por una ley. Y ello porque son inherentes a toda persona humana,
“imagen y semejanza “de su Creador.

En la Pacem in Terris encontramos una formulación más integral de esos derechos,


enumerándolos y analizándolos con sus deberes correspondientes.
El Concilio Vaticano II en Dignitatis Humanae y Gaudium et Spes hizo una defensa
inequívoca de la dignidad humana y un llamado explícito al reconocimiento y
protección de los derechos fundamentales inviolables e inherentes a la persona, como
imagen y semejanza de Dios.
El Concilio Vaticano II proclamó además oficialmente el derecho a la libertad religiosa,
terminando así con siglos de intolerancia y conflictos religiosos. Ni la verdad ni el error
son objetos de derechos, solo la persona humana. Porque se reconoce que la verdad
solo se impone con la fuerza intrínseca que conlleva. Así la Dignitatis Humanae afirma:
“Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que juzgue verdadera,
guiado por la luz de su razón”.75
Juan Pablo II afirmó en el año 1984 que “la promoción de los derechos humanos es
requerida por el Evangelio y es central en el ministerio de la Iglesia”.
75
VATICANO II. “Dignitatis Humanae”. 1965
Una buena síntesis de la aportación de la Doctrina Social en este campo de los
derechos humanos es un documento que la Comisión Teológica Internacional publicó
en 1983: “Dignidad y derechos de la persona Humana”.
José Manuel Caamaño76 resume dicho documento en cinco afirmaciones
fundamentales que a continuación recogemos:

 La unidad entre dignidad y derechos humanos.


 La vinculación entre derechos y deberes: sin su consiguiente deber los
derechos se convertirían en algo arbitrario.
 La jerarquización de los derechos humanos, puesto que no todos son igual de
fundamentales. No podemos equiparar el derecho a la vida con el derecho al
descanso semanal, por ejemplo.
 El orden objetivo como fundamentación universal de los derechos humanos:
estos pertenecen a la naturaleza humana, derivan de su dignidad y son ajenos
a intereses o contextos.
 Fundamentación teológica de la dignidad y de los derechos humanos: el ser
humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

VII. Derecho a la Vida

De todos los derechos humanos, el primero universalmente reconocido es el derecho


a la vida. Sobre dicho derecho se fundamental todos los restantes. Esto significa que
tiene el mismo valor la vida de un embrión que la de un anciano, la de un criminal que
la de un inocente, la de un enfermo que la de un sano, la de un varón que la de una
mujer, etc…
En este sentido es de vital importancia la valoración ética de todos los avances
tecnológicos actuales. No todo lo que es posible técnicamente, se puede hacer; puesto
que muchas veces lo que se da es una manipulación irresponsable de la vida humana.
Por eso el papa Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in Veritate” nos recuerda que la
bioética (aborto, eutanasia, esterilización, clonación, reproducción asistida,
fecundación artificial, fecundación in vitro, inseminación artificial, experimentación
con embriones…) “es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el
absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral” (C.V. 74)77
Fruto de la defensa de este derecho a la vida es la oposición a la guerra, al terrorismo,
a la pena de muerte, al aborto o a la eutanasia. El primer derecho del hombre es a
nacer y a morir cuando su Creador disponga. Si negáramos estos derechos caeríamos
en la contradicción de defender la vida de los culpables en la pena de muerte y dejar
desprotegida la vida de inocentes.
El derecho a la vida implica también acabar con el escándalo ético del hambre en el
mundo. Dice el papa Benedicto: “es necesario que madure una conciencia solidaria
76
CAAMAÑO LOPEZ, JOSÉ MANUEL. “Pensamiento Social Cristiano abierto al siglo XXI”. Ed. Sal Terrae (págs
115 a 117)
77
BENEDICTO XVI. “Caritas in Veritate”. 2007
que considere la alimentación y el acceso al agua potable como derechos universales
de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones” (C.V. 27)78
Otras consecuencias son: la oposición al armamentismo y los ingentes gastos militares,
la prohibición de toda guerra, la abolición de la pena de muerte, la persecución del
tráfico y consumo de drogas, o el irresponsable manejo en el tráfico, entre otras
prácticas que atentan directamente contra el derecho a la vida.

VIII. Derechos de la mujer

La pobreza tiene rostro de mujer. Así lo reflejan los siguientes datos del mundo en el
que vivimos:

Las mujeres mayoritariamente sufren la indigencia, el desempleo o empleos


mal remunerados. También son mayoría las niñas que no están escolarizadas.
Y finalmente son mujeres las que sufren en mayor cuantía la violencia física,
psicológica o sexual.

Bajando a detalles se sabe que una de cada tres mujeres en el mundo sufre la
violencia, y en la mayor parte de las situaciones causada por miembros de su propio
entorno (familiares, conocidos…)
El 70% de los adultos analfabetos son mujeres. Y aún no se logra la igualdad en cuanto
al salario por el mismo trabajo, a la representación política o en cargos dirigentes.
La causa de estas situaciones la podemos encontrar en que, tradicionalmente la mujer
ha sido considerada inferior al varón (en inteligencia, capacidad física…) sometida al
esposo, relegada a las tareas domésticas, y a menudo objeto sexual o de explotación.
La Biblia no escapa de esta mentalidad, especialmente en el Antiguo Testamento.
Pero no debemos pasar por alto la práctica y la enseñanza de Jesús en relación a la
mujer. Fue un actuar que las dignificó.

La condición de la mujer en aquella sociedad judía era denigrante:

- No participaba de la vida pública, quedaba confinada al hogar donde era


discriminada frente al varón. Hasta los 12 años pertenecía al padre y de ahí al
esposo… Era objeto de placer, apreciada solo por su fecundidad y tenía deberes de
esclava…
- En el matrimonio su situación era penosa ya que se permitía la poligamia y el
repudio por parte del varón.
- Jurídicamente era discriminada, sin derechos de sucesión, herencia, tampoco
podía testificar, ni ejercer cargos públicos.
- Religiosamente la situación era también de marginación. La mujer tenía un lugar
apartado en la sinagoga, secundario. Y no podían leer ni aprender la “Torá”.
Además se la consideraba impura durante la menstruación o después del parto.
- Un resumen de toda esta situación denigrante es la oración del Rabino Jehuda:
“Bendito Dios porque no me has creado pagano, ni mujer ni ignorante”.

78
ídem
Podemos considerar la actitud de Jesús hacia las mujeres, en medio de aquella
realidad, como una “buena noticia”:

- Acepta a mujeres entre sus seguidores (Mc 15,40; Lc 8, 1-3) porque tienen
derecho a escuchar la palabra de Dios.
- Defiende a la mujer en el matrimonio, condenando la poligamia y el repudio (Mc
10,1; Mt 19,1)
- Destruye la imagen de mujer objeto o relegada a las tareas domésticas. En Lc 11,
27-28 Jesús enseña que la mujer no solo es para la maternidad. Igual en Lc 10, 38-
42 con Marta y María, nos enseña que no quedan solo para el hogar.
- Se mostró cercano a ellas, son sus amigas, las cura, toca, las defiende, se deja
besar por una prostituta.
- Finalmente habla del reino y de Dios con una imagen de mujer (Lc 15, 8-10)

Reflejo de esta práctica de Jesús está la vida de las primeras comunidades


cristianas donde hubo mujeres que predicaban, o que se encargaban como
diaconisas del servicio a los pobres, presidían las reuniones de las comunidades en
sus propias casas y evangelizaban a la par de los varones. En los escritos de S.
Pablo se nombra a un gran número de colaboradoras, porque para el cristianismo
ya no hay judío ni pagano, esclavo ni libre, varón ni mujer (Gal 3, 28)
En los tiempos actuales, el movimiento feminista (surgido al margen de la iglesia)
ha aportado enormemente a la emancipación y liberación de la mujer, a pesar de
que la situación actual es de brutal sometimiento en muchos países y de falta de
igualdad en muchas dimensiones de la vida social.
Comenzando por el reclamo del derecho al sufragio, después por la igualdad en el
acceso al trabajo y en la cuantía del salario respecto al varón, la paridad en la
representación política o en el reparto de las tareas del hogar, el movimiento
feminista ha colocado en la agenda política y social la lucha por la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres.
La Iglesia se ha ido haciendo eco de todos estos justos reclamos, realizando un
profundo replanteo sobre el rol de la mujer tanto en la sociedad como al interior
de la Iglesia.

“No se puede entender una Iglesia sin mujeres. Pero mujeres activas en la Iglesia,
con su perfil, que vayan adelante. En la Iglesia hay que pensar en la mujer en esta
perspectiva de decisiones arriesgadas, pero como mujer. Creo que todavía no
hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia. Sólo un poco de esto
y de lo otro: lee la lectura, mujeres monaguillo, es la presidenta de Cáritas…Pero
hay más. Hay que hacer una profunda Teología de la mujer», afirmó el papa
Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en el 2013.

Podemos considerar la actitud de Jesús hacia las mujeres, en


IX. medio de aquella realidad, como una “Buena Noticia”
Compromiso en defensa de los derechos humanos
La idea de dignidad humana es una idea anterior al cristianismo, pero este ha sido
quien la ha dotado de un sentido universal, extendiéndola a todos los seres humanos,
y dotándola de un carácter inviolable e inalienable.
Por ello, los derechos humanos no pueden reducirse a meros acuerdos sociales fruto
de la fraternidad o la solidaridad hacia los demás. Deben fundarse en la propia
dignidad humana que los poderes políticos y sociales deben proteger.
Los derechos humanos no son creaciones del hombre, sino que éste los descubre en sí
mismo. Nos pertenecen y son anteriores a cualquiera de sus concreciones históricas. Y
por eso mismo deberían quedar formulados en el derecho positivo de todas las
legislaciones nacionales o internacionales.
Un primer modo de defensa y promoción de dichos derechos es afirmar que
únicamente la dignidad de la persona es la que puede garantizarlos y extenderlos
universalmente, en cualquier situación y contexto.
La primacía y centralidad de la persona humana afirmada por la doctrina social de la
Iglesia señala también el compromiso por promover y defender los derechos humanos
que nace del mensaje social cristiano. Un cristiano, a ejemplo de Jesús, debe defender
especialmente los derechos de los más excluidos: niños, mujeres, pobres,
hambrientos, desempleados, minorías de cualquier índole…
El papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate lo puso especialmente de
relieve, y es algo que ninguna reforma política, social o económica debería olvidar
para construir una sociedad más justa y humana. Por ello el papa Francisco expresó
con tanta radicalidad en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, en el 2013
que “Así como el mandamiento de « no matar » pone un límite claro para asegurar el
valor de la vida humana, hoy tenemos que decir « no a una economía de la exclusión y
la inequidad ». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío
un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa.
Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que
pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y
de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia
de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas” (EG
53)
El derecho a la vida y sus concreciones: derecho a vivienda, educación, sanidad,
trabajo, libertad de expresión,… deben constituir deberes que toda sociedad ha de
proteger para hacer visible el respeto a la dignidad humana y no dejarlo en algo
puramente teórico. Como afirmaba Gandhi: “la verdadera fuente de los derechos es el
deber. Si todos cumplimos con nuestros deberes, no habrá que buscar lejos los
derechos. Si, descuidando nuestros deberes, corremos tras nuestros derechos, estos se
nos escaparán como un fuego fatuo. Cuanto más los persigamos, más se alejarán” 79

79
En J. HERSCH. “El derecho de ser hombre. Antología”, Sígueme-Unesco. Salamanca 1973, 24 (n.14)
“La lucha por los derechos humanos universales ha sido siempre y en todo lugar una lucha
contra todas las formas de tiranía e injusticia: contra la esclavitud, contra el colonialismo,
contra el apartheid… Mis queridos jóvenes amigos, aquí en esta sala y en todo el mundo: los
ideales de los derechos humanos son los ideales de la esperanza y la humanidad. Su idealismo
les inspira fe en nuestro futuro común y los alienta a construir un futuro más justo y compasivo
que el pasado.
Ustedes los jóvenes son los que tendrán que convertir estos derechos en realidad, ahora y para
siempre. Los derechos humanos son sus derechos: abrácenlos, defiéndanlos, promuévanlos,
compréndanlos e insistan en ellos, aliméntenlos y refuércenlos.
Ellos son el verdadero reflejo de las más altas aspiraciones de la humanidad. Son lo mejor del
ser humano. Denles vida” Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, 10 de diciembre
de 1997 (cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos”

ACTIVIDADES DE REFUERZO DEL TEMA

CUESTIONARIO PERSONAL

1. ¿Cuál es el fundamento de los derechos humanos según la Doctrina Social de la Iglesia?


2. ¿Qué características tienen y qué significa que son “inalienables”?
3. ¿Qué derechos están hoy plenamente garantizados y cuáles no? ¿Por qué?

APLICACIONES PRÁCTICAS GRUPALES

 Leer y analizar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, viendo en qué se


identifica con la Doctrina Social de la Iglesia
 Clasificar los deberes y derechos fundamentales de la persona humana a partir de la
“Pacem in Terris”, n° 11 a 36
 Investigar cuáles son las ONGS nacionales e internacionales que se dedican a defender los
derechos humanos y sus cometidos.

DOCUMENTOS PARA CONSULTAR

 Octogésima Adveniens, 23
 Santo Domingo, 164-168
 Eclesia in América, 19
 CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes 25; Dignitatis Humanae 1
 PONTIFICIA COMISION ‘JUSTICIA Y PAZ’, La Iglesia y los derechos del hombre 70 -90,
(1975)
 JUAN XIII, Pacem in Terris (1963)
 BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate: 22, 27, cap 4º,56
 V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Mensaje final de Aparecida
(2007): 112
 FRANCISCO I, Laudato Si (2015): 30, 93, 158, 185, 189-198
TEMA 2: “PAZ Y COMUNIDAD INTERNACIONAL EN EL PENSAMIENTO SOCIAL
DE LA IGLESIA”
1. La Iglesia y la Paz: mensaje bíblico sobre la violencia
2. Doctrina sobre la Guerra Justa
3. Legítima defensa
4. Mirada ética a la carrera de armamentos
5. Terrorismo
6. La no violencia activa
7. Autoridad mundial para la Paz

I. La Iglesia y la Paz: mensaje bíblico sobre la violencia

La paz no es la ausencia de conflictos, sino el modo no violento de resolver dichos


conflictos.

Del mensaje social del nuevo testamento se desprende que Jesús no vino
a proclamar la paz a cualquier precio, ni una pasividad frente a la
injusticia o la violencia institucionalizada.

“No he venido a traer la paz, sino la espada” (Mt 10, 34). Se trata de la “espada del
Espíritu” (Ef 6, 14) que es la Palabra de Dios. Una palabra que como filo de espada
cuestiona, denuncia, desestabiliza…

Pero Jesús si condenó la violencia como recurso para lograr la paz y la justicia.

Si hay que amar al prójimo, la alternativa será la no-violencia (Mt 5, 38). Es decir, no
entrar en la espiral de la violencia, sino tratar de desarmar a enemigo, ir más allá de lo
esperado…
Cuando Jesús expulsa a los comerciantes del Templo de Salomón, usó un látigo para
votar a los animales, pero no para agredir a las personas. Fue un gesto profético lleno
de pasión y ardiente defensa del Dios de Israel y su casa.

Además enseñó el amor a los enemigos (cf. Mt 5, 43-48), invitó a no responder a la


violencia con más violencia (Mt 5, 39), proclamó dichosos a los que trabajan por la paz
(Mt 5, 9), prohibió el uso de la espada incluso en defensa legítima (Mt 26, 51-53) y
propuso un cambio en el mensaje del antiguo testamento (Tb 4, 18: “ No hagas a
nadie lo que no quieras que te hagan”) invitando a adoptar un compromiso positivo,
por el bien: Mt 7, 12: “todo lo que quieran que les hagan los hombres, háganselo
ustedes a ellos…”
Siguiendo esta enseñanza los primeros cristianos actuaron en consecuencia,
negándose a tomas las armas, participar en la guerra o asistir al Circo Romano.

“Cristo, al desarmar a Pedro, desarmó a todos los cristianos” (Tertuliano, “De


idolatría”, cap. 19,3)

Pasado el tiempo, las guerras se volvieron práctica habitual y la cristiandad elaboró la


conocida como teoría de la guerra justa, que más adelante desarrollaremos.
Se convocaron las “Cruzadas” contra los musulmanes y herejes, guerras en nombre de
Dios.
Ya en el siglo pasado la experiencia de la humanidad produjo un cambio en dicha
enseñanza de la Iglesia.
El papa Benedicto XV declaró la primera guerra mundial como “una inútil masacre”,
“una horrible carnicería humana”, contraria a la voluntad del Creador.
Pío XII señaló en vísperas de la II gran guerra que “nada se pierde con la paz; todo
puede perderse con la guerra”.
Tras la II Guerra Mundial comenzó la llamada guerra fría entre los dos grandes bloques
(soviético y estadounidense) que provocó una desbocada carrera de armamentos y
puso al mundo al borde de una tercera guerra nuclear.

En ese contexto el papa Juan XXIII, en la “Pacem in Terris” condenó todo


tipo de guerra: “En nuestro tiempo, que se jacta de poseer la energía
atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto
para resarcir el derecho violado” (PT 127) 80

La caída del muro de Berlín y de la URSS dio lugar a un período de transición en el que
los gastos militares lograron reducirse.
Pero un nuevo hecho histórico, el ataque del 11 de setiembre a las torres gemelas de
Nueva York, inauguró un período nuevamente de enfrentamiento, esta vez con el
terrorismo, una guerra fundamentada en la religión y el choque de la civilización
occidental e islámica, que ha provocado un aumento en el mundo de los gastos de
armamentos, alcanzando un gasto 10 veces mayor que la ayuda al desarrollo.

II. Doctrina sobre la Guerra Justa

Ya se señaló más arriba que los primeros cristianos fueron pacifistas y se negaron a
participar del ejército de Roma. Esta situación cambió a partir del s. VI cuando se
comenzó a elaborar la llamada teoría de “la guerra justa”.
Según esta enseñanza de la iglesia, para que una guerra sea justa no basta con que
haya una justa causa. Deben confluir varias condiciones:

80
S. JUAN XXIII. Pacem in Terris
- Una injusticia evidente y de extrema gravedad, que convoque a la legítima
defensa
- Intento fracasado previamente de buscar una solución no violenta
- Análisis razonable que concluya que las consecuencias de la guerra no serán tan
graves como la injusticia y el daño que se pretender reparar con ella.

También se ha admitido en la Iglesia el recurso a la violencia en el caso extremo de


“tiranía evidente y prolongada que atentara gravemente a los derechos
fundamentales de las personas y dañase peligrosamente el bien común del país” 81

En la época moderna, el papa Pío XII (1939-1958) fijó una doctrina clara: las únicas
guerras justas son las que se inician para defenderse de una agresión injusta. En
ningún caso las guerras ofensivas (Radiomensaje del 24/12/1948)

La Iglesia enseña que ninguna guerra ofensiva es justificable hoy

El Concilio Vaticano II continuó esta enseñanza pero con una nueva condición: existe la
posibilidad de una guerra defensiva “mientras falte una autoridad internacional
competente y provista de medios eficaces para evitar cualquier guerra” 82

En la actualidad hay la convicción en la Iglesia de que no existe ya ninguna guerra


justa, especialmente por el enorme poder destructivo del armamento moderno, y por
su capacidad de dañar la vida de los civiles. Y ello porque tenemos hoy la posibilidad
de resolver los problemas y conflictos por otras vías y a través de los organismos
internacionales (Tribunal Internacional de la Haya, Corte Interamericana de Derechos
Humanos…)

En la actualidad existe la convicción en la Iglesia de que no existe ya


ninguna guerra justa. Se debe abogar por un gobierno mundial que
asegure la paz mundial.

En esta misma línea la Iglesia aboga por una autoridad que ejerza un verdadero
gobierno mundial, reformando la ONU, con una policía internacional provista de los
medios para imponer un orden justo entre todos los países.

Fruto de esta doctrina fue la postura del papa Juan Pablo II, que se negó a incluir al
Vaticano en la OTAN, y condenó las guerras contra Iraq y después contra Serbia. Y en
varias ocasiones se manifestó así:

“Hacer la guerra hoy no es inevitable ni irremediable. La humanidad está obligada a


resolver las diferencias y los conflictos por medios pacíficos” 83

81
Pablo VI, “Populorum Progressio”, n°31
82
Gaudium et Spes, 79
83
Juan Pablo II, “Discurso en Hiroshima”, 25/2/1981
“El concepto de guerra justa es una cosa que pertenece al pasado. En nuestro tiempo
no tiene ya validez, porque los hombres tienen otros medios para poder resolver los
conflictos entre los pueblos”84

El Consejo Mundial de las Iglesias mantiene la misma enseñanza, señalando que hoy
ha desaparecido toda proporción entre los daños de una guerra y el bien que se busca
defender, a causa del enorme potencial destructivo del armamentismo moderno. Por
tanto se condena moralmente cualquier guerra, dada la magnitud de los males que
produce, en especial a la población civil.

III. Legítima defensa


Para entender en profundidad la enseñanza de la iglesia sobre el tema de las guerras y
la paz, vamos a desentrañar este principio de la moral tradicional.
Existe un derecho (reconocido por las legislaciones modernas) a la defensa propia y
ajena, cuando se conculcan o amenazan derechos fundamentales. Es más, dicha
legítima defensa es además obligatoria. Hay que actuar para defenderse de dichas
violaciones o amenazas.
En el Concilio Vaticano II se actualizó la validez y aplicabilidad de dicho principio, pero
se señaló la voluntad de que se destierre de la historia de la humanidad cualquier tipo
de guerra. La enseñanza social de la iglesia hizo un llamado a una “mentalidad
totalmente nueva” y a “preparar aquella época en la que, gracias al acuerdo entre las
naciones, se podrá prohibir totalmente el recurso a la guerra” (Gaudium et Spes, 82)85
En la teología moral moderna se sigue defendiendo este derecho a la legítima defensa,
pero por medios no violentos. El magisterio de la Iglesia lo ha ido reconociendo. Un
ejemplo está en Juan Pablo II que ve como un signo de los tiempos “una nueva
sensibilidad cada vez más contraria a la guerra como instrumento de solución de los
conflictos y orientada cada vez más a la búsqueda de medios eficaces, pero no
violentos, para frenar la agresión armada” (Evangelium Vitae, 27)86
Paralelamente a esta doctrina sobre la legítima defensa se ha ido desarrollando la
enseñanza sobre la llamada “injerencia humanitaria por la fuerza”. El mismo Juan
Pablo II la defendió en estos términos: “Cuando todas las posibilidades de
negociaciones diplomáticas se acaban y poblaciones enteras están por sucumbir frente
a un injusto agresor, los gobiernos ya no tienen derecho a la indiferencia. Nos parece
que su deber es desarmar al agresor, si todos los demás medios no violentos se han
revelado inútiles”. 87
Es una reivindicación también a que existan Tribunales Penales Internacionales que
intervengan en los países, también de modo armado si fuera necesario, siempre bajo
el mandato de la ONU. Pero no una injerencia militar, sino de una policía internacional
con capacidad de desarmar al culpable de la agresión.

84
Juan Pablo II, “Entrevista al diario el País”, 4/6/1982
85
Ídem, 82
86
Juan Pablo II, “Evangelium Vitae”, 27
87
Juan Pablo II, “Discurso Anual al cuerpo diplomático”. Vaticano, 1993
IV. Mirada ética a la carrera de armamentos

Detrás de la enseñanza de la Iglesia sobre este tema, está un juicio ético más
profundo.
En primer lugar hay un fuerte cuestionamiento a los gastos militares actuales, con los
que se podría resolver hoy día los principales problemas del planeta: alimentación,
salud y educación.
El Consejo Pontificio de Justicia y Paz publicó en 1994 un arriesgado informe
denunciando el comercio internacional de armas, iluminado con una reflexión ética. Se
cuestiona por ejemplo que medio millón de científicos en el mundo se dedicaran a
investigar con fines militares, o que los cinco países permanentes del Consejo de
Seguridad de la ONU sean los más grandes exportadores de armas a los países pobres
(China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos). Paralelamente a ello se enjuicia
el gasto militar de muchos países en vías de desarrollo, superior en gran medida a las
inversiones en salud o educación.
El Vaticano II condenó la carrera de armamentos, calificándola como “la plaga más
grave de la humanidad y responsable de perjudicar a los pobres de manera
intolerable”88.
El pensamiento social de la Iglesia considera imprescindible la eliminación de las
armas de destrucción masiva (atómicas, biológicas y químicas) y el desarme de las
llamadas convencionales. Y ello porque no tienen un supuesto poder disuasorio. El
tenerlas genera el riesgo de usarlas. “Estar listos para la guerra hoy significa de alguna
manera provocarla” dijo Juan Pablo II.

La carrera de armamentos no garantiza la paz. Justifica, por el contrario, la guerra. No


se cumple el aforismo latino “Si vis pax, para bellum”. Habría que
afirmar: “Si vis pax, para pacem”.

Algunos datos que nos hacen pensar:


 El gasto mundial al día en armamentos supera el millón de
dólares
 Cada dos minutos se gastan en el mundo 60.000 dólares en armas; y cada dos
segundos un niño muere por falta de alimentos
 La cifra mundial de gastos bélicos aumenta aproximadamente en 3% cada año,
porcentaje mucho mayor que el aumento de la población y que el crecimiento
económico para el mismo periodo.
 Hay almacenadas 60.000 bombas nucleares.
 Un solo tanque moderno equivale al presupuesto anual de la FAO. En dos días
se gasta en armas el equivalente al presupuesto de un año de la ONU
 El 25% de científicos se dedica hoy a investigar en relación con las armas
(medio millón aproximadamente)

88
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 81
 Con lo que se invierte en un bombardero y sus misiles se pueden construir 75
hospitales de 100 camas
 Los países ricos se hacen más ricos con la venta de armas; y los pobres más
pobres comprándolas (el 20% de su gasto total)
 Hay medio millón de niños soldados en 87 países

¿Qué valoración hace el magisterio de la Iglesia sobre esta realidad?


El papa Benedicto XVI, el primero de enero de 2007 exigió el desarme nuclear mundial
para asegurar la supervivencia de la humanidad.
El tráfico de armas es un desorden aún más grave que su producción, señaló Juan
Pablo II en la Sollicitudo Rei Socialis, 24.
Y en Ecclesia in América, el papa y los obispos americanos hablaron del “escandaloso
comercio de armas de guerra, el cual emplea sumas ingentes de dinero que debieran
destinarse a combatir la miseria y promover el desarrollo” 89

V. Terrorismo
En un mundo profundamente injusto, donde impera la violencia institucionalizada,
algunos optan por la lucha armada como único modo para lograr un cambio
estructural. Otros deciden recurrir al terrorismo para lograr obtener sus objetivos
políticos. En América Latina y concretamente en el Perú sabemos muy bien de esta
realidad.
La violencia no es la solución a ningún problema y nos lleva a una trágica espiral:
engendra más violencia. Pero tampoco es la solución la pasividad ante las injusticias.
Por eso la Iglesia condena la guerrilla y el terrorismo de modo categórico. En
Sollicitudo Rei Socialis podemos leer: “Aun cuando se aduce como motivación la
creación de una sociedad mejor, los actos de terrorismo nunca son justificables” 90

Un juicio moral grave merece también para la Iglesia el llamado “Terrorismo de


Estado”. Consiste en la respuesta gubernamental a través del Ejército, la policía o
grupos paramilitares, usando métodos terroristas como torturas, secuestros,
desapariciones o asesinatos. Estuvo muy presente en dictaduras militares del siglo
pasado como Argentina, Chile, Uruguay o Centroamérica.
Los obispos argentinos en el documento “Iglesia y Comunidad Nacional” afirman: “Ni
el estado de excepción, a aun de guerra interna, ni motivos de eficacia militar o de
seguridad interna o externa pueden ser invocados para herir los derechos humanos
básicos. La teoría de la llamada “guerra sucia” no puede suspender normas éticas
fundamentales que obligan un mínimo de respeto por la persona, aun por el enemigo.
Las autoridades del Estado no pueden valerse de los mismos métodos irracionales de
que se vale la violencia subversiva”91

89
Ecclessia in America, 62
90
Juan Pablo II, Solicitudo Rei Socialis, n°24
91
Conferencia Episcopal Argentina, “Iglesia y Comunidad Nacional” , 135b, 1981
La situación internacional generada por el llamado Terrorismo internacional, a partir
de los atentados contra las torres gemelas el 11 de setiembre del 2001, ha llevado a
nombrar una nueva doctrina belicista. “la guerra preventiva”, esgrimida como único
instrumento eficaz para enfrentar a dicho terrorismo internacional. El camino será
analizar las verdaderas causas de dicho terrorismo internacional y resolverlas de un
modo no violento.

“La iglesia condena de forma terminante la guerrilla


y el terrorismo venga de donde venga”

VI. La no violencia activa


Por lo que vamos analizando en nuestro tema, podemos ir concluyendo que la
violencia no es cristiana y engendra más violencia.
Por tanto la respuesta a nuestros conflictos deberá ser no violenta. Ojo, esto no
significa resignación o aguante pasivo, sino lucha activa, pero pacífica, contra las
injusticias.
Ejemplos de esta metodología no violenta los tenemos en Mahatma Gandhi, Martín
Luther King, el sindicato obrero polaco Solidarnosh, Nelson Mandela, el arzobispo
Desmond Tutu, las madres de la Plaza de mayo o los Campesinos sin Tierra, entre
otros.
Como enseña Juan Pablo II en la encíclica Centesimus Annus, esta metodología recurre
a otras armas: políticas, sociales, económicas, espirituales, psicológicas, por medio de
la desobediencia civil o la no cooperación con el agresor (CA 23)
Y la Conferencia Episcopal Norteamericana afirmó: “creemos que los esfuerzos por
desarrollar métodos no violentos, a fin de rechazar las agresiones y resolver los
conflictos, responder mejor al llamado de Jesús a favor del amor y la justicia”.
Por tanto el mensaje cristiano es un llamado a suscitar una cultura de paz, superando
fanatismos, nacionalismos exacerbados, intolerancias, agresiones… y promoviendo
una educación que invite a defenderse y defender a la patria con armas no militares.
Al interior de la Iglesia se debe reformular la presencia de capellanes incorporados al
ejército.
Los cristianos deben ser conciencia activa de la no violencia y de la paz en el mundo

VII. Autoridad mundial para la Paz

Tras el final de las dos guerras mundiales se constituyeron, primero la Sociedad de


Naciones y después la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945. Entre sus
objetivos se encuentra lograr la seguridad internacional y la paz. Pero difícilmente lo
puede lograr mientras cinco de las quince naciones del Consejo de Seguridad (Estados
Unidos, Francia, Rusia, China y Gran Bretaña) conserven el derecho a veto a las
resoluciones de dicho Consejo.

Por ello el Concilio Vaticano II abogó por el establecimiento de una autoridad


supranacional: “Para que sea absolutamente prohibida cualquier guerra se requiere
una autoridad pública universal, reconocida por todos, con poder eficaz para
garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos” 92

De igual manera Juan XXIII, en la Pacem in Terris había imaginado esta autoridad
mundial. Y el papa Benedicto XVI volvió a proponer, en la Caritas in Veritate una
autoridad Política Mundial para “incrementar y orientar la colaboración internacional
hacia un desarrollo solidario de todos los pueblos, gobernar la economía mundial,
sanear las economías golpeadas por la crisis, realizar un oportuno desarme integral,
garantizar la seguridad y la paz, la protección del medio ambiente y la reglamentación
de los flujos migratorios” (CV 67)93

Francisco I, en su encíclica Laudato Si se ha hecho eco de este reclamo de la Iglesia que


por décadas ha venido proponiendo la reforma a nivel internacional de la ONU para
que se convierta en una auténtica autoridad política mundial para promover el bien
común universal, como algo necesario para la protección de la naturaleza frente a la
destrucción provocada por nuestro modelo de desarrollo y la cultura tecnocrática y
consumista.

En el número 175 de la última encíclica social, dentro del capítulo dedicado a


proponer líneas de acción para afrontar el problema ecológico, el papa Francisco
advierte que “en este contexto, se vuelve indispensable la maduración de instituciones
internacionales más fuertes y eficazmente organizadas, con autoridades designadas
equitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y dotadas de poder para
sancionar”.94

Es evidente que estamos muy lejos de este objetivo, que los obstáculos y poderes que
se oponen son enormes, que los mismos gobiernos y poderes fácticos mundiales,
especialmente los más fuertes, no tienen ningún interés o lo frenan... Y,
desgraciadamente, esta es una cuestión casi ausente del debate público y social,
inexistente en la agenda política de los partidos.

Pero esta es, seguramente, una de las grandes utopías por las que hay que luchar hoy,
en la esperanza de que, como ocurrió con otras exigencias de justicia y de paz en la
historia, pueda hacerse realidad algún día.

RESUMEN DE LA UNIDAD

Denominamos derechos humanos a aquellos que se atribuyen “directamente con la naturaleza del
hombre en cuanto persona dotada de razón y de libre albedrío, y que por tanto son universalmente
válidos, inviolables e inalienables”

92
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 82
93
Benedicto XVI, Caritas in Veritate
94
Francisco I, Laudato Si
Los derechos humanos son connaturales puesto que nacen de la misma naturaleza del ser
humano. No son las leyes positivas los que establecen dichos derechos. Son anteriores y
superiores a cualquier nación, que debe defenderlos y promoverlos. También son características
de los derechos humanos su inviolabilidad y su universalidad. Finalmente son inalienables.

La Iglesia nos ofrece una fundamentación sólida y enraizada en el mensaje bíblico de los derechos
humanos: la paternidad de Dios y la dignidad del ser humano creado a su “imagen” (Gen 1, 27), la
igualdad básica y la fraternidad fruto del reconocimiento de ese Padre común, y el proyecto
liberador del Dios cristiano.

La postura de la Enseñanza Social de la Iglesia sobre ese tema puede sintetizarse en estos cinco
puntos:

 La unidad entre dignidad y derechos humanos.


 La vinculación entre derechos y deberes: sin su consiguiente deber los derechos se
convertirían en algo arbitrario.
 La jerarquización de los derechos humanos, puesto que no todos son igual de
fundamentales. No podemos equiparar el derecho a la vida con el derecho al descanso
semanal, por ejemplo.
 El orden objetivo como fundamentación universal de los derechos humanos: estos
pertenecen a la naturaleza humana, derivan de su dignidad y son ajenos a intereses o
contextos.
 Fundamentación teológica de la dignidad y de los derechos humanos: el ser humano ha
sido creado a imagen y semejanza de Dios.

El derecho a la vida y sus concreciones: derecho a vivienda, educación, sanidad, trabajo,


libertad de expresión,… deben constituir deberes que toda sociedad ha de proteger para
hacer visible el respeto a la dignidad humana y no dejarlo en algo puramente teórico. Un
cristiano, a ejemplo de Jesús, debe defender especialmente los derechos de los más
excluidos: niños, mujeres, hambrientos, minorías…

El mensaje bíblico es un mensaje de no violencia y de compromiso con la justicia: así se


desprende de la práctica y enseñanza de Jesús. Por eso la primera comunidad cristiana
renunció al uso de las armas y a toda práctica bélica. Pero pronto la Iglesia adquirió un
estatus político que la llevó incluso a declarar la guerra por los santos lugares y tener que
justificar así su práctica con la llamada doctrina de la “Guerra Justa”. Esta lo será si se dan
las siguientes condiciones: Injusticia evidente que amerita legítima defensa, ser la última
solución y que las consecuencias no serán mayores que el mal a evitar.
En el contexto internacional actual la Iglesia enseña que ninguna guerra ofensiva es
admisible hoy. Por eso se debe abogar por una autoridad mundial que dirima los conflictos
entre naciones de forma no violenta.
De esta enseñanza de la Iglesia se desprende:
- Un juicio ético a la carrera de armamentos. La iglesia propone el desarme primero
de las conciencias, y después de todo armamento. Ya que el armamentismo no
garantiza la paz, sino la guerra.
- Un juicio moral de rechazo a todo terrorismo, venga de movimientos sociales o del
estado, puesto que la violencia engendra más violencia
- Un llamado a practicar métodos no violentos en la resolución de nuestros
conflictos, ya que responden mejor al llamado de Jesús a luchar pacifica pero
decididamente contra toda injusticia
- La exigencia de reformar la ONU para lograr una auténtica autoridad política
mundial que promueva el bien común universal

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 Alarcón, E. & Van der Maat, B. (2015) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. 5ª ed.
Arequipa: UCSM.

 Sols Lucía, Jorge (ed.), (2014) Pensamiento social cristiano abierto al siglo XXI, A partir de la
encíclica Caritas in Veritate. Cantabria: Sal Terrae.

 CELAM (2011) Enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad. Guía del


Profesor. Bogotá: Centro de Publicaciones Celam.

 Primo Corbelli, scj, (2012) Doctrina Social de la Iglesia. Una síntesis para todos. Buenos Aires:
Ed. Claretiana.

 Peláez, Jorge Humberto, sj, (1993) Educar para los Derechos Humanos. Santa Fe de Bogotá:
Facultad de Teología, Universidad Javeriana Colegio Máximo de la Compañía de Jesús.
UNIDAD 4: VIDA ECONÓMICA Y POLÍTICA

SITUACIÓN DEL PROBLEMA

CONTENIDOS DE LA UNIDAD:

TEMA 1: VIDA ECONÓMICA

TEMA 2: VIDA POLÍTICA

UNIDADES DE COMPETENCIA:

CONCEPTUAL PROCEDIMENTAL ACTITUDINAL


 Analizar la  Elaborar  Asumir un
actividad propuestas compromiso
económica y creativas en el personal de
política a la luz de campo de la participación ética
la enseñanza social actividad en la actividad
de la Iglesia económica y económica y
política política

EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE:

➢ Comprensión lectora: análisis de textos


➢ Mapas mentales
➢ Debates y exposiciones
➢ Examen escrito

PRUEBA DE ENTRADA:

 ¿Cuál debe ser la relación entre la economía y la moral?


 ¿Cuál crees que es, a tu juicio, el rol del Estado en el campo de la economía? ¿Y el
rol de la empresa?
 ¿Con qué criterios debería definirse la opción política de un cristiano?
 ¿Por qué la gente no tiene confianza en los partidos políticos?
 ¿Cuál debe ser el papel de la Iglesia en el mundo de la política?

MAPA CONCEPTUAL DE LA UNIDAD:


DESARROLLO DE CONTENIDOS:

TEMA 1 VIDA POLÍTICA


1. ¿De qué estamos hablando?: El término política y sus posibles acepciones
2. La Democracia real frente a la Democracia formal
3. Exigencias de la Democracia: El Estado de Derecho y Los partidos políticos
4. Opción política del cristiano: la participación
5. La sociedad civil y los medios de comunicación en la vida política
6. ¿Qué hacer frente al mal de la corrupción?

I. ¿De qué estamos hablando?: El término política y sus posibles acepciones

¿Con qué identificamos el término política? La mayoría de las personas piensan en


corrupción, mentira, intereses personales o familiares, deshonestidad… Sabemos también,
que no todos los políticos son así. Hay ejemplos de personas honradas y justas también en
la vida política.

Entonces, mejor vayamos a la etimología de nuestro término. Proviene del griego “polis”,
que significa ciudad. Por lo tanto la política es el arte de organizar bien la ciudad, buscando
el bien común de todos sus habitantes.

Ahora bien, tenemos entonces que aclarar un segundo término: “bien común”. ¿Qué
entendemos por bien común? Es “el conjunto de aquellas condiciones de vida social con
las cuales los hombres, las familias, y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y
facilidad su propia perfección humana” (Gaudium et Spes, 74)95

Desde este criterio, el buen político es aquel que con su actividad busca el bien común.

Precisamente por esto la enseñanza social de la Iglesia considera la actividad política como
una de las la más altas expresiones de la caridad, porque puede crear las condiciones para
una sociedad más justa y solidaria (Pío XI)

En la iglesia latinoamericana, el documento de Puebla afirma: “La fe cristiana no desprecia


la actividad política; por el contrario, la valoriza, y la tiene en alta estima” (514) 96

El papa Francisco nos dice: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de
entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y
no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima
vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común
[…]¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad,
el pueblo, la vida de los pobres!97
95
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes
96
CELAM, Documento de Puebla
97
FRANCISCO I, Evangelii Gaudium, 205
Desde esta primera acepción del término política, todos estamos llamados, como
ciudadanos a participar y practicar la política, es decir el bien común. Todo lo que hacemos
tiene repercusiones políticas, también nuestras omisiones y silencios. Nadie es apolítico.

Hay una segunda acepción más restrictiva: “política partidaria”. Según esta concepción la
actividad política es contemplada como la búsqueda, ejercicio y reparto del poder como
un medio necesario para alcanzar el bien común, siendo exigible a sus aspirantes
idoneidad y honestidad. La iglesia reconoce que no todos los ciudadanos tienen la
vocación para la vida política partidaria.

Si el poder se desvirtúa y no busca dicho bien común (sino intereses partidarios o


personales) entonces nos encontramos ante la “politiquería” o la “política sucia”.

II. Democracia real frente a la democracia formal:

Igual que el término política, la palabra “Democracia” tiene origen griego, y significa el
gobierno del pueblo. Se refiere al derecho de los pueblos a elegir a sus representantes y a
controlar la manera en que ejercen ese poder que se les ha delegado.
La originaria democracia ateniense quiso ser abierta (aunque sabemos que no todos
participaban excluyéndose a las mujeres, esclavos, extranjeros…)
Hoy tenemos un modelo de democracia representativa. El pueblo gobierna a través de sus
representantes, organizados en partidos políticos que defienden sus propuestas e ideas.
Ello gracias al marco legal de las constituciones actuales en la mayoría de los países, y el
sufragio universal.
De nuevo debemos diferenciar dos acepciones: democracia formal y democracia real.
Democracia formal es cuando, a través de las leyes, quedan consagrados “formalmente”
estos mecanismos de participación y sufragio, y sin embargo los ciudadanos no participan
en el ejercicio y control del poder, salvo cada cuatro o cinco años que son convocados a las
urnas.
Democracia real es cuando los ciudadanos ejercen su participación, no solo con su voto,
sino con su compromiso y control del ejercicio del poder en favor del bien común.
Aunque en la vida democrática es plenamente legítimo el pluralismo político y la lucha de
intereses, es prioritario que prime sobre ambos la búsqueda del bien común.

La Iglesia no aceptó fácilmente el régimen democrático. Fue primero con León XIII, y
especialmente con Pío XII, que afirmó: “La forma democrática de gobierno parece a
muchos como un postulado natural impuesto por la misma razón” 98

El Concilio señaló que es el régimen político más acorde con la dignidad de la persona
humana.

III. Exigencias de la Democracia: El Estado de Derecho y Los partidos políticos.

98
Pío XII
La primera exigencia de la democracia es el estado de derecho. Significa el acatamiento de
las leyes por parte de todos los ciudadanos. Es el llamado imperio de la ley, que permite
que la sociedad esté organizada de manera estable, con una constitución, la división de los
tres poderes, sus leyes, y la autoridad de un Gobierno legítimamente constituido.

“Una auténtica democracia es posible solamente en un estado de derecho y sobre la base


de una recta concepción de la persona humana” (Centesimus Annus, 46) 99

Acá entra en juego la concepción del término justicia. No quiere decir tratar exactamente
por igual a todos. Justicia es tratar igual a los iguales, y desigual a los desiguales.
En nuestro mundo hay personas y grupos de personas que por sus condiciones de
debilidad económica, social o cultural, necesitan un trato especial para que sus derechos
sean respetados.
Ejemplos. Los desocupados, los ancianos, los enfermos, los niños abandonados, los
inmigrantes, las familias en extrema pobreza, o los que sufren discriminación racial o
religiosa.
Por tanto el primer objetivo del estado de derecho debe ser la justicia y la solidaridad
social. Después llegará el bienestar de todos, sobre la base de dicha justicia social.

La segunda exigencia son los partidos políticos. El Vaticano II destacó su papel


fundamental como escuelas de formación cívica y política.
Por eso llamó a los cristianos al compromiso en la política partidaria. “Los que son, o
pueden llegar a ser, capaces de ejercer un arte tan difícil, pero a la vez tan noble,
prepárense a ejercerla sin buscar el propio interés ni ventajas materiales” (Gaudium et
Spes, 75) 100
En la actualidad los regímenes democráticos viven una fuerte crisis de representatividad
en la clase política. Son tantos los ejemplos de incumplimiento de promesas, de casos de
corrupción, de clientelismo, o de sometimiento de la política al poder económico. Por eso
la mayoría de los ciudadanos han caído en el descrédito, y lo que es aún peor, el
desinterés por participar en la vida política partidista. Finalmente esto permite que
aquellos que no buscan el bien común (sino sus propios intereses) sigan actuando en la
política, y el mayor pecado hoy es la ausencia de cristianos comprometidos con una
política partidaria a favor del bien común.
La enseñanza de la Iglesia insiste en la educación para los verdaderos valores de la
democracia, recuperación de la ética social, la moralidad pública y el imperio de la ley. La
crisis de la democracia solo se superará ejerciendo en mayor profundidad la democracia,
buscando “la verdad, la libertad, la justicia social y la tolerancia” (S. Juan XXIII)

IV. Opción política del cristiano: la participación.

¿Cuál debe ser el rol de la iglesia institución en la vida política? Tiene el derecho y el deber
de intervenir en defensa de la dignidad humana, los derechos fundamentales, la

99
S. Juan Pablo II, Centesimus Annus
100
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes
democracia o la justicia social. Pero no puede hacer política partidista. Y ello porque las
autoridades de la iglesia, sus pastores, deben ser signo y factor de unidad de los fieles. Se
debe respetar por tanto el legítimo pluralismo del juego político, reconociendo la
autonomía de las realidades temporales. Por tanto, ningún programa político se puede
identificar con el proyecto del evangelio. Todos son perfectibles y todos tienen legítimo
derecho a participar, dentro del marco de la legalidad.

El campo propio de los cristianos laicos, por el contrario, si es la política partidista.


Insistimos, ningún partido, por más inspirado que esté en la Doctrina Social de la Iglesia,
puede arrogarse la representación de todos los cristianos. No existe, pues, una política
cristiana, sino cristianos en la política. No existe tampoco un voto cristiano, sino un voto
en conciencia. El discernimiento a la luz de los principios de la DSI, llevará a cada creyente
a ejercer libremente su derecho al voto libre.

Dicho esto, también debemos afirmar que es derecho y deber de los pastores de la Iglesia,
orientar e iluminar a la luz de la fe, la acción política de los cristianos. Por eso se han
desautorizado como incompatibles con la fe algunas doctrinas antidemocráticas como la
“doctrina de la seguridad nacional”, el capitalismo liberal, el socialismo marxista, el
fascismo o el nacional socialismo.
Es importante la distinción que Juan XXIII y Pablo VI hicieron entre ideologías y
movimientos históricos surgidos a partir de ellas. Estos últimos pueden irse transformando
con el tiempo abandonando el sustrato ideológico negativo que poseían.

Hoy no se reconoce como democrático a ningún Estado que no permita el sufragio


universal, libre, igual y secreto. Pero en muchos países (como el nuestro) el voto no es
obligatorio.
Por eso la Iglesia enseña que el voto es un deber grave, se debe ejercer en conciencia tras
la búsqueda y un discernimiento responsable.
Pero la participación política va mucha más allá del voto: implica informarse, discutir,
actuar, controlar, hacer una oposición constructiva y, en casos necesarios, ejercer la
presión o la resistencia pasiva. Ninguna obediencia o lealtad partidaria autoriza realizar
actos inmorales. Si alguna vez las leyes civiles exigieran a un cristiano a un
comportamiento contrario a su conciencia, éste debe ejercer su derecho a la objeción de
conciencia. Ninguna ley inmoral o injusta obliga.
Ejemplos los tenemos en la práctica médica del aborto o el servicio militar obligatorio.
Para la mayoría de los laicos, la participación política se puede concretar en un envío de un
correo electrónico, una carta a un diario, la firma de una declaración colectiva, participar
en una manifestación, una llamada a la radio, o participar en un encuentro…y para algunos
serán formas más sólidas y permanentes de organización.

V. La sociedad civil y los medios de comunicación en la vida política:


En los últimos tiempos, la crisis del estado y de los partidos ha hecho surgir un nuevo
fenómeno: la sociedad civil. Son iniciativas o redes comunitarias y de autogestión, nacidas
en el mismo pueblo, y que inauguran un modo de hacer política muchos más participativo
y solidario.
Ejemplos de movimientos de la sociedad civil tenemos en los movimientos ecologistas,
pacifistas, feministas, indígenas o de defensa de los derechos humanos.
Otra manifestación de dicha sociedad civil son los voluntariados, a la sombra del sin fin de
organizaciones no gubernamentales (ONG) algunas de ellas eclesiales (Cáritas, Manos
Unidas…)
Existe el riesgo de que el estado ponga el peso de la justicia social en la acción de esta
sociedad civil desentendiéndose de su obligación y responsabilidad. Los movimientos
sociales deben permanecer independientes del poder del estado para influir en sus
políticas y en la actuación de los partidos de manera crítica e independiente.

Los medios de comunicación social han crecido también enormemente en esta era digital.
Son vehículos de participación popular, búsqueda de la verdad y afán de justicia. Y por ello
constituyen un formidable poder: transmiten mensajes y modelos de comportamiento
que influyen decisivamente en la vida económica y cultural.
Un ejemplo son las agencias periodísticas. Hay más de 100 en el mundo, pero solo las
cinco más importantes controlan el 95% de la información a nivel global.

El Concilio en el “Decreto sobre los medios de comunicación social” habla sobre el derecho
a la libertad de expresión y de información, pero supeditado al derecho primario a la
información. La libertad de expresión debe estar al servicio de la comunidad y esta tiene
derecho a exigir que se ejerza con honestidad.
Juan Pablo II afirmó: “si es difícil una objetividad completa y total, no lo es la lucha por
buscar la verdad, la decisión de proponer la verdad sin manipularla y ser incorruptible
frente a ella”101
La Iglesia nos invita a discernir los contenidos de los medios de comunicación, a denunciar
aquellos que vayan contra la dignidad de la persona, a formarnos con una actitud crítica
frente a dichos medios, para que sirvan de encuentro, debate de ideas y participación
popular.

VI. ¿Qué hacer frente al mal de la corrupción?


Para cerrar nuestro tema sobre la vida política, no podemos dejar de lado el mal mayor
que la afecta en la actualidad. Los altos niveles de corrupción suscitados en el Perú en los
años 90 han penetrado y corrompido todo el aparato estatal, y hoy contemplamos que la
situación está igual o peor. Los últimos cinco presidentes están o en la cárcel, o
encausados en actos de corrupción, o seriamente cuestionados.
Hasta el papa Francisco, en su visita a nuestro país, preguntó delante de los obispos
peruanos: "¿Qué le pasa a Perú que cuando una deja de ser presidente lo meten preso?"

101
S. Juan Pablo II, Madrid, 1982
El historiador peruano Alfonso Quiroz, en su libro “Historia de la corrupción en el Perú”,
afirma que la corrupción es un mal estructural, endémico, un sistema que afecta a la
esfera tanto pública como privada.
Por eso, aunque hay miles de formas de corrupción cotidiana (“vivezas”, arreglos, coimas,
privilegios, padrinazgos, etc…) nos vamos a referir a esa corrupción que significa servirse
del Estado en provecho propio, aprovechándose de los bienes públicos.
Se trata no de vivir para la política, sino de vivir de la política. De realizar actos ilícitos –
malversación de fondos públicos, administración fraudulenta, blanqueo de capitales,
enriquecimiento ilícito – con total impunidad. Es un verdadero pecado social.
¿Por qué ha aumentado tanto la corrupción? Se debe a la concentración hegemónica del
poder político y económico en manos de unos pocos sectores. Y por otro lado, cuando es
sistémica, genera más corrupción, necesita más corruptos para sostenerse.

El juicio de la iglesia ha sido contundente: “La iglesia está llamada a dar su testimonio
cristiano asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político
y económico" (Juan Pablo II)102

“Y debemos decir la verdad: la corrupción es el pecado más actual que tiene la persona
que posee autoridad sobre los demás, ya sea económica, política o eclesiástica. Todos
somos tentados por la corrupción. Es un pecado al alcance de la mano. Porque cuando uno
tiene autoridad se siente poderoso, se siente casi Dios […] La corrupción viene del orgullo,
de la soberbia; en cambio el servicio te humilla: es la caridad humilde para ayudar a los
demás […] ¿Y quién paga la corrupción: los pobres pagan la corrupción” (Francisco I)103

TEMA 2 ACTIVIDAD ECONÓMICA


1. El mundo de la economía
2. ¿Cómo se relaciona la economía con la ética?
3. ¿Es la iglesia crítica con la economía?
4. Libre iniciativa y principio de subsidiariedad
5. Rol del Estado en la economía
102
S. Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 43
103
Francisco I, Homilía en Santa Marta, 16  de junio de 2014
6. Rol de la Empresa en la economía
7. Economía y globalización

1. El mundo de la economía:

¿Qué entendemos por economía? ¿Cuál es su objetivo?

Economía viene del griego antiguo y significa: reglas para gobernar (nomos), la casa
(oikos). Por tanto es la ciencia que se analiza las cosas materiales que el hombre necesita
para vivir en la tierra y de cómo son producidas o transformadas, distribuidas y
consumidas.
La economía parte del hecho de que los Bienes materiales son escasos mientras que las
necesidades del ser humano son ilimitadas. Por eso responde a cuatro preguntas: que
producir, como, cuanto y para quien producir.
Algunos bienes los recibimos sin necesidad de transformación (frutas, verduras, pequeños
animales, miel…) pero en la mayor parte de los bienes estos necesitan transformarse para
satisfacer nuestras necesidades.
Se suele hablar de:
- Economía de mercado: auto regulada por la oferta y la demanda
- Economía planificada: regulada por la planificación estatal
- Economía formal, integrada de pleno a las leyes
- Economía informal, con un modo autónomo de proceder

2. ¿Cómo se relaciona la economía con la ética?

El capitalismo fue el que generó la separación entre ética y economía al defender que la
vida económica está regida por leyes autónomas, y por tanto hay que dejarla libre para
que todo marche bien.
“Dejen hacer, dejen pasar…” era el lema de los primeros teóricos del capitalismo.
A partir de dicho lema la actividad económica se centró en la eficacia y la productividad,
dejando al margen las categorías morales del bien y el mal.
Pero ya hemos señalado que la economía, ante la escasez de recursos, toma decisiones.
¿En función de qué?: Adan Smith, padre del capitalismo liberal propugnó que el lucro
debía ser la finalidad de la economía, y que una mano invisible ordenaría el conjunto de
egoísmos de los actores económicos, para lograr el bien común.
Aquella mano invisible no funcionó como se esperaba porque las condiciones de los
mercados no eran de competencia perfecta.
La primera gran crisis del capitalismo llegó a finales de la década de los veinte, en el crack
de la bolsa neoyorquina de 1929.
La doctrina de la iglesia no entra a analizar aspectos teóricos, pero si recuerda que la
actividad económica, como toda actividad humana, ha de someterse a principios éticos y
morales.
En su enseñanza la iglesia señala que el centro de la economía es la persona humana, a la
que debe servir.
“Es el hombre el autor, el centro, el fin de toda la vida económica-social” (Gaudium et
Spes, 63)
El capitalismo ha demostrado ser muy eficiente en la asignación de recursos y ha traído
grandes avances para la humanidad pero a costa de decisiones inmorales, como la
explotación de millones de personas y las profundas injusticias y desigualdades existentes
en el mundo hoy.
Por eso la doctrina de la iglesia enseña que la economía de mercado es éticamente válida
si está enmarcada jurídicamente por las leyes estatales.
Además existen esferas humanas donde el mercado no es justo: la enfermedad, las
minusvalías o el medio ambiente.
Concluimos pues que la ética forma parte esencial de una buena actividad económica.

3. ¿Es la iglesia crítica con la economía?

La respuesta es no. La ve con actitud positiva. Pero la critica cuando se absolutiza


abusando o explotando a los trabajadores, o a los recursos de la naturaleza.
Por el contrario, la promueve cuando mediante ella las personas pueden gozar de un
bienestar y salir de la pobreza.

4. Libre iniciativa y principio de subsidiariedad

La doctrina social de la iglesia defiende el derecho a la iniciativa privada y libre, pero


regulada con el principio de subsidiariedad. “Ni el Estado ni sociedad alguna deberían
jamás sustituir la iniciativa y la responsabilidad de los grupos sociales intermedios en los
niveles en que estos pueden actuar” (Libertatis Conscientia, 73)

El principio de subsidiariedad busca que el Estado no realice aquello que pueden realizar
los individuos o grupos sociales. Solo intervendrá si es necesario. Y lo hará en forma
extraordinaria como ayuda o subsidio, pero nunca impidiendo que los ciudadanos puedan
ser autónomos. El fin del estado es servir a la sociedad, y no anularla.

5. Rol del Estado en la economía

El mercado, muchas veces se convierte en algo “salvaje”, donde el grande elimina al débil.
Por eso se necesita regulación por parte del Estado.
“La llamada economía libre, sería absolutamente negativa sin un solo contexto jurídico
que la encuadre, poniéndola al servicio del hombre” nos recuerda Juan Pablo II en la
Centesimus Annus, n° 48.
Es su función entonces crear el marco para la actividad económica, promoviendo leyes y
programas que aseguren el bienestar a toda la población, con políticas sociales de
distribución equitativa de la producción de un país.
Además debe ser garante de las libertades, el crecimiento económico, estabilizar la
moneda, garantizar servicios públicos de calidad, y ofrecer seguridad.
Pero también enseña la iglesia que el estado debe garantizar la igualdad de oportunidades
para todos, creando condiciones favorables al empleo y evitando abusos en el mercado
(monopolios, evasión fiscal…)

El reto actual es recuperar ese rol del Estado del Bienestar que no caiga en paternalismo o
intervencionismo estatista.

6. Rol de la Empresa en la economía

La empresa es la unidad económica de producción donde trabajo y capital se unen para


producir bienes y servicios, en busca de un beneficio económico.
De la multiplicidad de empresas existentes, tres son los modelos mayoritarios: sociedades
anónimas, de responsabilidad limitada y cooperativas.
Para la enseñanza social el modelo que mejor expresa sus principios es el de las
cooperativas. Porque la empresa es una comunidad antes que nada, de personas, no solo
de intereses. Y se debe favorecer por tanto la co-propiedad y la co-participación de los
trabajadores en la gestión, órganos de decisión, y en los beneficios de sus empresas y así
“tengan la conciencia de estar trabajando en algo propio” (Laborem Excersens, 15)
Por último la iglesia alerta sobre el peligro de las multinacionales, ya que su enorme poder
puede derivar en abusos de dominación cultural, social y política. Como respuesta orienta
a crear empresas cooperativas, en el marco de las pymes (pequeñas y medianas
empresas).

7. Economía y globalización

El mundo cada vez está más interrelacionado económicamente. La mejora de las


comunicaciones y la revolución digital han facilitado una comunicación en tiempo real y el
que se puedan producir bienes y servicios de modo global.
El flujo monetario es continuo y permanente a lo largo de todo el planeta.
La deslocalización ha llevado a crear centros de producción en muchos lugares diferentes,
buscando el mayor beneficio.
Pero la iglesia advierte que la globalización ha crecido sin un plan preconcebido. Y ha sido
mucho mayor el avance en lo económico que en otros aspectos claves como la cultura o la
solidaridad entre los pueblos.

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