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Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con
esplendidez.
Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de
llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y
le lamían las llagas.
Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno
de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno.
Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de
mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y
refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu
vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú
atormentado.
Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y
vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar
acá.
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se
arrepentirán.
Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno
se levantare de los muertos.
Jesús vive pobre y convive con los pobres. El pueblo pobre en tiempos de Jesús era considerado
como pecador por las autoridades religiosas, por eso eran marginados y rechazados de la
sociedad. La pobreza del pueblo aumentaba más por la situación económica.
Lucas nos presenta a Jesús pobre: “Lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la
sala principal de la casa” (2, 7). La familia de Jesús fue pobre, sólo pudo ofrecer dos pichones
porque no tenía más (2, 24).
Los destinatarios del mensaje de Jesús son los pobres: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me
ha ungido para llevar buenas Nuevas a los pobres” (4,18). El Reino de Dios pertenece a los
pobres: “Felices ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios” (6,21).
Los pobres son a quienes Dios da a conocer los misterios del Reino. Ellos son invitados al
banquete del Reino porque responden al llamado de Dios. Jesús viendo la realidad del pueblo
denuncia la división injusta entre ricos y pobres. Lucas en todo su Evangelio nos presenta a Jesús
optando por el pueblo marginado.
Muchas veces vivimos a espaldas de nuestra realidad social, nos encerramos en la propia realidad
o tenemos distracciones que nos absorben y no nos permiten darnos cuenta de lo que nos rodea.
El asunto es que no estamos afuera, ni aparte de la comunidad humana, estamos dentro y como
personas en una historia de personas concretas, partícipes de sus angustias y esperanzas, de sus
luchas y victorias. La empresa de la humanidad es nuestra empresa y su lucha, la nuestra.
Estamos llamados a trabajar, a amar e ir construyendo cada día un mundo mejor. Ese es el
inmenso programa que tenemos hacia adelante.
El Papa Juan Pablo II llamaba a los jóvenes a trabajar en la construcción de un mundo mejor, de
una nueva civilización, más humana y más cristiana. Los invita a ser sal de la tierra, es decir, a
darle sabor a la vida, los llama a ser luz del mundo, esto es, a iluminar el lugar y el tiempo en que
viven. El ser humano vive múltiples situaciones de solidaridad, tolerancia, egoísmo, dolor,
sufrimiento, violencia, alegría, amistad, y muchos otros sentimientos que se entrelazan con la vida
de otras personas.
Hoy nuestra realidad social nos hace vivir diferentes situaciones de injusticia y discriminación hacia
los menos favorecidos, surgiendo en nosotros una pluralidad de sentimientos que nos hacen
impotentes antes estas situaciones. Por ello debemos tratar de identificar las situaciones sociales
que afectan a una comunidad o grupo específico y que hacen interrogar nuestra propia vida.
Los programas asistenciales, que pretenden institucionalizar entre muchos pobres una actitud de
activa exigencia de donativos, provocan el efecto de pasividad para conseguir algo por sus propios
medios. El labriego pobre que mal vivía con su esfuerzo ha devenid en el poblador urbano que mal
vive sin ninguna esperanza en el futuro.
Esta situación inhumana refleja el rostro de una "injusticia institucionalizada", es decir, la pobreza y
el subdesarrollo de pueblos y personas es el resultado de SITUACIONES Y ESTRUCTURAS
económicas, sociales y políticas. Esta situación se expresa en el neocolonialismo, la marginación
social, la violación a los derechos humanos, la incapacidad de acceder a la cultura, la educación y
el trabajo...
Los creyentes debemos cambiar estas situaciones porque estamos llamados a construir una
sociedad más justa y humana. Este compromiso implica, entre otras cosas, la exigencia de
igualdad y participación, el respeto a la dignidad del hombre y a sus derechos fundamentales, la
responsabilidad por el desarrollo y la liberación de pueblos e individuos.
ACTIVIDAD #1
1. ¿Qué necesidades físicas, intelectuales, afectivas, espirituales, tiene la comunidad donde vivo?
2. ¿Cómo puedo satisfacer esas necesidades? ¿Puedo hacerlo solo?
3. ¿Cuál o cuáles son las causas de la pobreza en Colombia?
4. ¿Cuáles son los actores sociales en quienes recae la problemática de la pobreza?
5. ¿Qué tipo de fenómeno constituyen los problemas sociales en Colombia?
6. ¿Qué es lo que tenemos que hacer los jóvenes ante la realidad actual del país?
7. ¿Por qué la situación social colombiana condiciona la felicidad de las personas y su calidad de
vida?
8. Escribe una carta a Dios dónde le cuentes la problemática social del país y tus peticiones a él
frente a esta situación.