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V.

Itinerario común de los poetas, filósofos y cristianos; testimonio de los poetas a favor del
monoteísmo; Eurípides y Sófocles

1. Los poetas y filósofos no fueron considerados ateos porque reflexionaron sobre Dios. Así
Eurípides, testimonia su confusión respecto de aquellos que, según la opinión común, se llaman
inconsideradamente dioses: “Zeus, si es que está en el cielo, no debiera hacerle siempre
desgraciado al hombre mismo” (fragmento de Eurípides, 900 Nauck, conocido sólo por
Atenágoras); pero sobre el Ser inteligible que es cognoscible, en quien ve a Dios, dice: “¿Ves en la
altura ese éter infinito, que rodea la tierra con sus húmedos brazos? A éste créele Zeus, a éste
tenle por dios” (fragmento de Eurípides, 941 Nauck).

2. Porque de los primeros constataba que no había sustancia para proveer un fundamento a los
nombres que se les había aplicado fortuitamente: “Porque a Zeus, quién Zeus sea, no lo conozco
sino de nombre” (fragmento falsamente atribuido a Sófocles, 1025 Nauck); ni que los nombres se
atribuyeran a cosas subsistentes; pues donde no hay esencias subsistentes, ¿qué valor tienen los
nombres? Pero a Dios, a quien lo veía a través de sus obras, distinguiendo en las cosas visibles
-aire, éter, tierra- aquellas invisibles (cf. Rm 1,20).

3. Así, pues, comprendió que el autor de la creación, quien tiene las riendas por su espíritu, es
Dios. Y con él concuerda Sófocles: “Uno en verdad, uno solo es Dios, que fabricó el cielo y la vasta
tierra” (fragmento 1025 Nauck, falsamente atribuido a Sófocles); en lo que enseña respecto a la
naturaleza de Dios, que llena de su belleza (el universo), no sólo dónde ha de estar Dios, sino que
debe ser necesariamente uno.

VI. Testimonio de los filósofos: los Pitagóricos; Platón y Aristóteles; los Estoicos

1. También Filolao, al afirmar que “Dios encerró todo como en una cárcel” (fragmento 15 Dielz-
Kranz, sólo conocido por Atenágoras), demuestra que Dios es uno y que está por encima de la
materia. En cuanto a Lisis y a Opsimo, el uno define a Dios como el número inefable; el otro, como
la diferencia entre el número máximo y su inmediato. Ahora bien, el número máximo, según los
pitagóricos, es el diez, pues es “tetractus” (suma de los primeros cuatro números: 1+2+3+4=10),
que comprende todas las proporciones aritméticas y armónicas, y el inmediato a éste es el nueve;
luego Dios es la mónada, es decir, uno, pues en uno supera el número mayor a su inmediato
inferior.

2. Platón y Aristóteles -advierto, ante todo, que no es mi intento exponer con absoluto rigor las
doctrinas de los filósofos al citar lo que han dicho acerca de Dios; pues sé bien que ustedes
sobrepasan a todos por su sabiduría y por el poder de su Imperio, así también les superan por la
profundidad y amplitud de su cultura, practicando cada una de las disciplinas con un maestría que
no conocen ni siquiera los especialistas de una sola de entre ellas; pero como no era posible, sin
citar nombres, demostrar que no somos sólo nosotros los que ponemos a Dios en la unidad, acudí
a los florilegios (o colecciones de sentencias)-. Platón, pues, dice así: “El hacedor y padre de todo
este universo, no sólo es trabajoso hallarle, sino, una vez hallado, imposible manifestarlo a todos”
(Timeo 28c); con lo que da a entender que el Dios increado y eterno es uno. Es cierto que
reconoce a otros como el sol, la luna y las estrellas, pero los conoce como creados: “Dioses de
dioses de que yo soy el artífice y el padre, criaturas que, si yo no quiero, no son desatables; pues
todo lo atado es desatable” (Timeo 41a, incompleto). Si, entonces, Platón no es ateo por entender
que el artífice de todas las cosas es un solo Dios increado, tampoco lo somos nosotros porque
reconocemos y afirmamos como Dios a aquel por cuyo Verbo todo ha sido creado y por cuyo
Espíritu es todo mantenido.

3. Aristóteles y su escuela, que conciben un solo Dios, como una especie de ser viviente
compuesto, dicen que Dios está dotado de alma y cuerpo, y tienen por cuerpo suyo el espacio
etéreo, las estrellas errantes y la esfera de las estrellas fijas, todo él dotado de un movimiento
circular; y por alma, la Razón que dirige el movimiento del cuerpo, sin que ella se mueva, siendo,
en cambio, ella causa del movimiento (opinión de Aristóteles conocida sólo por Atenágoras).

4. En cuanto a los estoicos, si bien en los nombres multiplican lo divino en las denominaciones que
le dan, según los diferentes estados de la materia que penetra el espíritu divino; sin embargo, en
realidad piensan que Dios por uno. Pues si Dios es el fuego artesano que marcha por un camino
para la generación del mundo y comprende en sí todas las razones seminales según las cuales todo
se produce conforme al destino, y si el espíritu de Dios penetra por todo el mundo, entonces Dios
es uno para ellos; que se llama Zeus, si se mira el hervor de la materia, Hera si al aire, y así
sucesivamente, conforme a cada parte de la materia por donde atraviesa.

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