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IMPORTANCIA DE LA DIVISION DEL TRABAJO PARA PROCESO DE

INDUSTRIALIZACION

KAROL VANESSA HERNANDEZ MUÑOZ

UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE BOLIVAR


ESCUELA DE NEGOCIOS
FINANZAS Y NOGOCIOS INTERNACIONALES
FUNDAMENTOS DE ADMINISTRACION
2020
En la antigüedad el término “trabajo” no era el mismo que manejamos en la
actualidad. En la Grecia de antigua, por ejemplo, la distinción del trabajo era
importante. Esta división se hacía, según Aristóteles, entre las actividades libres y
serviles, rechazaba las últimas porque “inutilizaban al cuerpo, al alma y a la
inteligencia para el uso o la práctica de la virtud”; comparaba el “trabajo que se
hace para otros” al del esclavo y criticaba a la actividad que “pone todas las
facultades al servicio del dinero.
En el medioevo el trabajo no se valoró mucho con respecto a la época anterior
mencionada. Desde el punto de vista religioso había una inclinación a justificar el
trabajo, pero no se veía como algo valioso. En aquel entonces las autoridades
religiosas hacían referencia al principio paulino “quien no trabaja no debe
comer…”, entendían al trabajo como un castigo o cuando menos un deber, se
justificaba por la maldición bíblica y por la necesidad de evitar el ocio. Quien
rompió con este paradigma fue santo tomas de Aquino quien argumentaba que el
trabajo es un deber que incumbe a la especie humana, pero no a cada hombre en
particular.
En la modernidad se le da una concepción diferente al trabajo. En primer lugar, se
borra la línea entre actividades libres y serviles, todo es trabajo y este acto se
hace acreedor del mismo valor, uno positivo. En la literatura sobre el desarrollo del
capitalismo encontramos dos explicaciones de esta transformación de la actividad
diferenciada en trabajo neutro. Según Marx, la mudanza tiene lugar cuando se
produce predominantemente para el mercado y el trabajo se convierte en valor de
cambio. Según Weber, desde la perspectiva luterana del trabajo se juzgaba que
todas las profesiones merecían la misma consideración, independientemente de
su modalidad y de sus efectos sociales. Lo decisivo para cada persona era el
cumplimiento de sus propios deberes. Esto se ajustaba a la voluntad de Dios y era
la manera de agradarle.
La exaltación del trabajo en el momento del desarrollo industrial era compartida
por muchos sectores sociales. A finales del siglo XIX Paul Lafargue, si bien
culpaba a la moral burguesa y cristiana de haber inculcado a la sociedad el "amor
al trabajo", reconocía en las clases trabajadoras una "pasión amorosa" por el
mismo.
La Revolución Industrial fue el cambio fundamental que se produjo en la sociedad
europea del siglo XVIII cuando su economía deja de basarse en la agricultura y la
artesanía para depender de la industria. La Revolución Industrial nace en Gran
Bretaña y se extiende luego al resto de Europa. La economía existente antes de
la revolución industrial estaba basada en el mundo agrario y artesanal; tres
cuartas partes de la población subsistían con trabajos agropecuarios.
Principalmente estaba basada en el autoconsumo y no en la comercialización de
los productos obtenidos, puesto que además la productividad era muy baja. Las
ciudades eran pocas, pequeñas y poco desarrolladas. Hay que recordar que el
régimen de gobierno de estas sociedades eran las monarquías absolutistas, en las
que todo, incluyendo las personas, se consideraban una propiedad del rey.
Se produjo un cambio rápido y en profundidad que afectó a todas las estructuras
de la sociedad. Los cambios fueron tecnológicos, socioeconómicos y culturales.
Los cambios culturales se plasmaron en un impresionante aumento de los
conocimientos en todas las ramas, tanto científicas como técnicas y sanitarias. Los
cambios sociales más notables derivaron del crecimiento de las ciudades y el
consiguiente éxodo en zonas rurales. Al mismo tiempo se produjo un fuerte
aumento demográfico, como consecuencia de la elevada natalidad y el descenso
de la mortalidad catastrófica, gracias a avances sanitarios, como las vacunas, y a
una mejor alimentación de la población.
La división del trabajo no es algo que surge junto al proceso de industrialización,
ya que desde la antigüedad el ser humano repartía sus actividades, sin embargo,
durante la revolución industrial este concepto se potencializó con la ayuda de
personas que transformaron la forma de hacer las cosas, aumentando la eficiencia
y productividad de los procesos. El concepto de “división del trabajo” se
fundamenta en que un obrero se especialice en la realización de una tarea, esto,
en lugar de llevar acabo todos los procesos de producción, lo cual permite un
producto final más barato, de mayor calidad y producido en menos tiempo.
El surgimiento de fábricas y empresas trajeron consigo una complejidad en los
procesos de producción que solo podían ser abordados mediante la división del
trabajo, de esto surgieron movimientos e ideas de organización, un ejemplo es
Taylorismo que buscó la organización científica del proceso productivo de la
empresa mediante la especialización, la estandarización, a fin de reducir costes de
producción.
Este sistema divide las distintas tareas del proceso de producción y que trae
consigo el aislamiento del trabajador y la imposición de un salario proporcional al
valor que añaden al proceso productivo. Fue un método iniciado por Frederick
Taylor cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control del obrero en los
tiempos de producción con el deseo de aprovechar al máximo el potencial
productivo de la industria.
Taylor hizo un estudio con el objetivo de eliminar los movimientos inútiles y
establecer por medio de cronómetros el tiempo necesario para realizar cada tarea
específica. A este método se lo llamó organización científica del trabajo. El
sistema de Taylor bajó los costos de producción porque se tenían que pagar
menos salarios, las empresas incluso llegaron a pagar menos dinero por cada
pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para funcionase correctamente
era imprescindible que los trabajadores estuvieran supervisados y así surgió un
grupo especial de empleados, que se encargaba de la supervisión, organización y
dirección del trabajo. Su obsesión por el tiempo productivo lo llevó a trabajar el
concepto de cronómetro en el proceso productivo, idea que superaría a la de
taller, propia de la primera fase de la revolución industrial Esta organización del
trabajo transformó a la industria en los siguientes sentidos:
· Aumento de la destreza del obrero a través de la especialización y el
conocimiento técnico.
· Mayor control de tiempo en la planta, lo que significaba mayor acumulación de
capital.
· Idea inicial del individualismo técnico y la mecanización del rol.
· Estudio científico de movimientos y tiempo productivo.
Otro de los sistemas adoptados fue el trabajo en cadena o “FORDISMO”. Aplicado
con éxito en las fábricas de automóviles de Henry Ford (de ahí deriva su nombre)
significa la máxima especialización, la optimización del trabajo y los rendimientos,
abaratando mercancías y acercándolas a los consumidores.
Se refiere al modo de producción en cadena que llevó a la práctica Henry Ford;
fabricante de coches de Estados Unidos. Este sistema que se desarrolló entre
fines de la década del 30 y principios de los 70, supone una combinación de
cadenas de montaje, maquinaria especializada, altos salarios y un número
elevado de trabajadores en plantilla. Este modo de producción resulta rentable
siempre que el producto pueda venderse a un precio bajo en una economía
desarrollada. Sus características eran las siguientes:
· Organización del trabajo diferenciada (aumento de la división del trabajo)
· Profundización del control de los tiempos productivos del obrero (vinculación
tiempo/ejecución)
· Reducción de costos y aumento de la circulación de la mercancía (expansión
interclasista de mercado) e interés en el aumento del poder adquisitivo de los
asalariados (clases subalternas a la élite)
· Políticas de acuerdo entre obreros organizados (sindicato) y el capitalista.
El ahorro del capital, ya que una sola persona no lleva a cabo la totalidad del
proceso; el ahorro del tiempo de producción, el obrero no tiene que movilizarse ni
cambiar de herramientas agilizando todo el proceso; menor tasa de error, el obrero
se volvía experto en la tarea que llevaba a cabo puesto que la repetía muchas
veces; simplificación, al volverse experto el obrero podía agilizar aún más el
proceso; innovación, al estar el proceso separado por partes era más fácil
observar dónde se podían arreglar detalles, todos estos al final mejoraban la
producción. Todos estos puntos fueron y son las ventajas que se encontraron al
implementar la división del trabajo en la producción de cualquier producto.
BIBLIOGRAFÍA

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