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LA GRAMÁTICA Y SUS CONEXIONES CON LA LECTURA Y LA ESCRITURA. María José Bravo.

- Pensar en la enseñanza de la gramática supone pensar en el lugar que se le ha asignado


dentro de los contenidos de la materia (dentro del currículum), pero también considerar el
momento específico en que aparece en la clase, en la secuencia o actividad de lectura,
escritura u oralidad.
- Durante el siglo XX se sucedieron diferentes enfoques didácticos en relación con la
enseñanza de la lengua y los modos de inclusión o exclusión de la gramática, pero la
autora distingue de manera general 2 momentos: uno de la hegemonía de la gramática y
otro de la hegemonía de los estudios sobre la lengua en uso y en contexto discursivo.
- Hasta mediados de siglo: Gramática tradicional.
a. Objetivo: enseñar a hablar y escribir correctamente. La gramática es el único
contenido transmisible.
b. Consideraba la literatura como ejemplos de lengua culta a seguir.
c. Apuntaba en todo momento a la corrección gramatical.
d. Movimiento estandarizante ligado a la lengua escrita.
- A mediados de siglo, con la llegada de los estudios de Saussure, se aplica el
Estructuralismo:
a. Estudio descriptivo de la lengua oral y en un corte sincrónico.
b. Lengua: sistema social abstracto que puede ser estudiado en distintos planos o
niveles.
c. Amplia inserción en el país.
d. La escuela puso énfasis en el nivel sintáctico de la descripción gramatical,
específicamente en el “análisis sintáctico” de las oraciones y sus constituyentes, que
eran extraídas de textos literarios y servían como ejemplo y constatación.
e. El conocimiento gramatical como herramienta que lleva naturalmente a escribir y
hablar mejor.
- A partir de los años 60, pero más precisamente en los 80 se da un cambio de paradigma
hacia el “enfoque comunicativo”.
a. Influencias: estudios de Hymes (quien retoma el concepto de “competencia” descrito
por Chomsky en “Estructuras sintácticas”). Define la competencia comunicativa como
la capacidad de los hablantes de comunicarse adecuadamente en el plano discursivo.
A su vez, autores como Canale y Swain describieron las subcompetencias de la
competencia comunicativa: c. lingüística, c. sociolingüística, c. discursiva y c.
estratégica.
b. En la dimensión didáctica, retoma y se nutre de esos estudios sobre la lengua en uso y
en contexto. Enfatiza en la competencia comunicativa de los usuarios de la lengua,
entendiendo esto como la capacidad de valerse del conocimiento explícito o implícito
sobre el funcionamiento de su lengua, sobre su cultura y sociedad, sobre los modos en
que se da una interacción, sobre cómo se articula un discurso, sobre los distintos
géneros, etc., para poder usarla, tanto oralmente como por escrito.
- Actualmente, la enseñanza de la gramática se ve desprestigiada y genera inseguridad en
los docentes, quienes se encuentran en la disyuntiva entre su propia experiencia de
enseñanza estructuralista y los saberes que maneja sobre la lengua en uso.
- Bravo postula que la cuestión gramática sí-gramática no constituye una contraposición
inadecuada. Para ella, la gramática y el análisis del discurso son complementarios e
igualmente necesarios en la enseñanza de las prácticas del lenguaje. Deben integrarse.
- Ahora bien, para que la gramática en sentido amplio contribuya al logro de objetivos de la
enseñanza son necesarias dos condiciones: que la gramática no se identifique con el
análisis sintáctico, y que, enseñe o no gramática, el maestro sepa gramática, ya sea para
la corrección de errores o para explicaciones sobre determinada construcción.
- Sin embargo, traer la gramática mediante formas anteriores de sistematización no tendrá
un impacto sobre la comunicación.
- Para q se produzca esa integración,  se deben poder poner en juego conocimientos
implícitos y explícitos sobre la lengua, pero también sobre la sociedad, la cultura, el tipo de
texto, la intención comunicativa de ese texto, en definitiva, el modo en que se comunica
por escrito la cultura en la que el texto se escribe.

- EN LA LECTURA: puede ser un camino hacia la recuperación de saberes gramaticales,


tendientes al desarrollo de estrategias lectoras que supongan acostumbrarse a “leer la
lengua” como vía de acceso a la lectura. Implica poner en juego todo un repertorio de
saberes, y sumar a ellos la reflexión gramatical  es ubicarla en un plano de igualdad
respecto de otras vías de acceso a la lectura, tales como el tipo textual, los actos de habla,
la actitud del hablante, la planificación de la lectura,  la anticipación, la predicción, la
formulación de hipótesis, etc. No obstante, si el docente no pone realmente en juego toda
esa variedad de conocimientos, la actividad puede derivar en una clase de “gramática”,
desde la que no se vuelva a leer el texto.
- EN LA ESCRITURA: la reflexión gramatical puede aparecer antes, durante o después de la
misma.
- Siguiendo la línea teórica de Flowers y Heyes sobre el proceso de escritura, la autora
plantea que la reflexión gramatical puede aparecer la planificación, redacción y revisión:

a. Planificación: la g. puede aparecer al leer un texto, durante la lectura de otros, como


herramienta de lectura, y luego extrapolarse como conocimiento explícito a la
escritura de un texto propio con características similares. Durante la lectura, se
aprende a observar la gramática para comprender lo que puede transferirse a la
lectura de textos propios mientras se escribe.  
b. Redacción y revisión: Luego de la producción escrita, puede intervenir como una
función correctiva. Y puede aparecer en situaciones como  la siguiente: se escribe un
texto, se devuelve con marcas; se analiza el error; se trabaja con él, incluso
constructivamente, socialmente, hacia la autocorrección, para abrir, de ese modo, un
repertorio de estudio gramatical; se invita a corregir.

Conclusión: Es necesario integrar la gramática a las prácticas de lectura y escritura


en el aula. para que se produzca este cambio de perspectiva es necesario, en primer lugar,
desentrañar la idea  común de “gramática=análisis sintáctico de oraciones”, como algo ajeno

completamente a la lengua en uso en contextos reales . Es necesario que el docente proponga


actividades que impliquen la gramática de manera reflexiva, siempre en una conexión
significativa con los procesos de lectura, escritura (en sus tres instancias) y oralidad. Esto implica
no desviar el eje de la actividad o la clase hacia lo estrictamente gramatical, cayendo en
abstracciones o análisis descontextualizados,  sino utilizar el aparato normativo para favorecer la
apropiación de los conocimientos gramaticales, a fin de mejorar los procesos de comunicación, ya
sea a partir de producciones orales o escritas,  y acrecentar el repertorio de saberes de los
alumnos sobre su propia lengua. 
LA COORDINACIÓN.

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