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Profesorado en Lengua y Literatura.

Cátedra: Historia social y cultural de la literatura IV.


Profesor: Mauricio Santucci.
Alumna: Sara Lado.
Fecha: 25-09-2020.

Vida y obra de Virginia Woolf y la influencia de La señora Dalloway (1925) en el cine.

La novelista inglesa Virginia Woolf nació en 1882 en Londres, fue criada en el seno de una
familia acomodada y de prestigio intelectual, hija de Leslie Stephen, editor de The Dictionary of
National Biography, y Julia Duckworth, una mujer subordinada a los dictámenes de su esposo y al
cuidado de los hijos.

Los reiterados episodios dolorosos, como las muertes en su familia o el bombardeo de su


casa londinense afectaron su salud mental, llevándola a desarrollar desequilibrio nervioso,
frecuentes insomnios, falta de concentración, entre otros estados enfermizos. Estos aspectos de
su vida y su salud justifican la sensibilidad ante el dolor, la desesperación o la muerte, manifestada
en su narrativa. Finalmente, luego de batallar por años contra este estado, el veintiocho de marzo
de mil novecientos cuarenta y uno, luego de dejar una nota de despedida a su esposo, que tanto la
había cuidado, decide ahogarse en el río Ouse.

En 1912 Virginia Stephen se había casado con el historiador y sociólogo Leonard Woolf.
Juntos fundaron la editorial Hogarth Press, que publicó obras de vanguardia. Su casa del barrio
londinense de Bloomsbury se convirtió en un centro de reunión para un grupo de literatos y
artistas que asistían para conversar libremente sobre arte, sexo o religión (aunque se
consideraban antirreligiosos). Compartían gustos similares y creencias comunes que les permitían
intercambiar ideas casi de cualquier tema, y muchos de ellos se autoconsideraban “de izquierdas”.
Sin embargo, no hubo en ellos una intención de agruparse en una escuela o movimiento artístico.

Sus primeras novelas, Viaje de ida (1915) y Noche y día (1917) se amoldan a la narrativa
tradicional, es decir, a la modelación de los personajes sujeta a la influencia de una serie ordenada
de acontecimientos. No obstante, a partir de 1919, Virginia Woolf empezó a reflexionar sobre
cómo desarrollar una novelística independiente de los andamiajes cronológicos y de intrigas
argumentales, sin comedias ni tragedias para contar. Por entonces, ya había leído a Dorothy
Richardson y a James Joyce.

Así como James Joyce, con una renovada técnica y estilo, dio nacimiento a Ulises, en 1922,
novela que relata un solo día en la vida de un hombre ordinario, en Dublín. La escritora se
emprende en un ambicioso y similar proyecto: La señora Dalloway (1925). Esta novela narra un
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solo día de la protagonista londinense Clarissa Dalloway, una dama de alcurnia de más de
cincuenta años, esposa de un miembro del Parlamento, Richard Dalloway, que se propone ultimar
los detalles para una importante fiesta que dará esa noche para sus amigos, en su casa. En la
fiesta, la anfitriona se reencontrará con personas que fueron muy importantes en su pasado, como
su vieja amiga Sally Seton (quien se besó una vez con ella), ahora casada con Lord Rosseter, y Peter
Walsh, un antiguo amigo y enamorado de Clarissa, rechazado por ella a causa de Dalloway. La
expectativa de este reencuentro es decisiva en la historia, ya que, por medio de la activación del
mecanismo del recuerdo de la protagonista, se desarrollan tres tiempos que se van alternando: el
pasado que compartieron, el presente que los reúne y enfrenta con su realidad actual, y el futuro
que los espera.

Desde que sale de su casa, camino a la florería, la protagonista se traslada a su


adolescencia en el campo, en Bourton, donde se reunía con sus amigos Peter y Sally y donde
conoció a su actual esposo. Este retorno al pasado la lleva a analizar el presente, examinar sus
elecciones de vida y sus consecuencias, preguntándose si hizo bien al formar la vida que formó o
si, por el contrario, hubiera sido más feliz, por ejemplo, casándose con su pretendiente Peter.

Esta dinámica recurrente a lo largo de la novela permite que el lector rápidamente se


identifique y empatice con el personaje, ya que, en algún momento de la vida, todos
reflexionamos sobre nuestras decisiones, evaluando si fueron las indicadas o no, o imaginamos
otro presente o futuro posibles, productos de otras decisiones. Sin duda, esa es la característica
da singularidad a la novela y la convierte en un clásico, ya que toca aspectos tan humanos como la
reflexión por lo ordinario y lo finito de la vida. Y, si bien nada sería más erróneo que identificar una
finalidad didáctica o una moraleja en esta historia, podría decirse que, finalmente, lleva al lector a
reflexionar sobre la urgencia de tomar decisiones que traigan “felicidad” o “plenitud” a la breve
vida.

Por otro lado, esta novela trata cuestiones como la muerte o el suicidio (temáticas muy
presentes en la vida de Woolf), encarnadas en el personaje secundario pero no menos importante
de Septimus Warren Smith, un veterano de la Primera Guerra Mundial que sufre de un estrés
traumático debido a la muerte de su amigo Evans en batalla. Frecuentemente Septimus alucina
acerca de su amigo, trayendo a memoria todo el horror ocasionado por la Guerra. Su esposa
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Lucrezia pretende ayudarlo, por medio de la hospitalización psiquiátrica, pero él se quita la vida al
saltar por la ventana.

Asimismo, La señora Dalloway (1925) pone en relieve la cuestión femenina de principios


de siglo, dada por la imposición de casamiento como norma social, de la cual Clarissa y Sally
pretendían huir en su adolescencia, debido a que observaban lo frustrante y subordinada que era
la experiencia de vida para muchas mujeres luego del matrimonio, pero finalmente terminan
cediendo. La protagonista llega incluso a cuestionar el hecho de que su propio nombre, aquello
que la distinguía de joven, ahora ni siquiera es recordado, puesto que sólo la llaman “Señora
Dalloway”.

El despliegue de estas problemáticas sociales por parte de Virginia Woolf en su obra,


especialmente en La señora Dalloway (1925), ha servido de inspiración a otras importantes
producciones artísticas y cinematográficas. Entre ellas, se encuentra la película Las horas (2002),
dirigida y protagonizada por Nicole Kidman (Virginia Wolf) y cuenta con la participación de Meryl
Streep (Clarissa Vaughn) y Julianne Moore (Laura Brown).

El filme inicia con la recreación del suicidio de Virginia Wolf, quien se arroja en el río Ouse,
cercano a su casa de Sussex (Inglaterra). Previamente, ha dejado dos cartas: una para su marido
Leonard y otra para su hermana Vanessa. Luego de esta secuencia se da paso a la presentación de
tres mujeres (una de ellas, Virginia), cuyas historias se desarrollan en tiempos distintos, pero
tienen en común un hilo conductor que es la vida de la propia escritora y su emblemática novela.

A Virginia Woolf se la muestra afectada por su trastorno bipolar, viviendo en la residencia


de Richmond, Inglaterra, en 1923, mientras escribe La señora Dalloway, que se publicaría dos años
más tarde. Lo que se observa de su vida gira en torno a la construcción de esta novela y se pone de
manifiesto expresamente todo el mundo interior, desde la interpretación de Nicole Kidman: la
depresión y hasta locura, la homosexualidad (si bien está casada y vive con su marido, en una
escena besa a su propia hermana) y el suicidio.

Laura Brown, cuya historia tiene lugar en Los Ángeles durante 1951, es una esposa, madre
de un niño, ahora nuevamente embarazada, se encuentra en un aparente estado de depresión.
Mientras lee La señora Dalloway, comienza a pensar en el suicidio como una mejor alternativa
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frente a la vida tan monótona e infeliz que vive junto a su familia, una vida sin objetivos ni sueños
propios. A su vez, también manifiesta inclinaciones homosexuales que debe reprimir, ya que en
una escena, para consolar a una amiga que está atravesando problemas de salud, casi
inconscientemente la besa en la boca, sintiendo placer al hacerlo, pero luego debe olvidarlo y
volver a su lugar como esposa y madre del pequeño Richard. Si bien en un momento intenta
suicidarse, al final decide no hacerlo y regresar con su familia. Pero, llegando al final de la historia,
se descubre que una vez que dio a luz al niño, decidió abandonar a su familia y migrar a Canadá
para librarse del suicidio y comenzar otra vida.

En cuanto a Clarissa Vaughn, su historia transcurre en Nueva York, en 2001. A diferencia


de las anteriores, y seguramente debido al cambio de los valores de la época, ella es abiertamente
lesbiana, pues vive junto a su pareja Sally hace diez años. Sin embargo, también experimenta
cierto grado de depresión, ya que vive dedicada a cuidar del poeta Richard, quien sufre de SIDA y
se enfrenta a constantes pensamientos de suicidio. Ella intenta ayudarlo, pero en el mismo día en
que ella dará una fiesta, a la cual él ha sido invitado, él se arroja del edificio por la ventana (tal
como el personaje Septimus de la novela de Woolf). Si bien Clarissa viene a ser una especie de
representación de la señora Dalloway en el siglo veintiuno, tiene vivencias muy distintas, aunque
comparte el mismo sentimiento de resignación frente a la vida.

Al igual que la novela, esta película trata cuestiones como la depresión en las mujeres, la
soledad, la ambigüedad sexual y el suicidio, pero el tema central vuelve a ser el costo que tienen
las decisiones de vida, las consecuencias inevitables de la libertad de elegir que, en mayor o menor
medida, siempre termina afectando a otros. En el caso de Virginia, su alternativa es el suicidio, en
el caso de Laura Brown, termina eligiendo vivir, al costo de abandonar a su familia y escapar, y en
el caso de Clarissa Vaughn, al parecer, su alternativa es aceptar su realidad y la muerte de Richard.

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