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(1700-1788)
1. La Guerra de Sucesión y el cambio de dinastía
3. El reformismo borbónico
En el año 1700, Carlos II, último rey de la dinastía de los Austrias, murió sin
herederos y en su testamento dejó el trono español a su sobrino nieto Felipe de Anjou
(futuro Felipe V de España), un nieto del rey Luis XIV de Francia (el rey Sol) y de la
princesa española María Teresa de Austria (hermana de Carlos II).
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interior de la Península (Castilla frente a la Corona de Aragón) e internacional (Francia y
España frente a Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal). Se inicia así la guerra de Sucesión
entre ambos candidatos.
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2. El Siglo de las luces, el Despotismo Ilustrado y los ilustrados españoles
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3. El reformismo borbónico.
Por otra parte, los reinados de Felipe V y Fernando VI se caracterizaron por una
serie de medidas que pretendían la centralización del Estado, su reorganización y la
reactivación de su estructura económica. Posteriormente, durante el reinado de Carlos III,
influido por las ideas de la Ilustración, el monarca llevó a cabo un programa de reformas,
pero sin poner nunca en duda el poder y la autoridad del rey.
Reinado de Felipe V
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político unificado, surgiendo posteriormente uno de los principales problemas políticos de
la España contemporánea: los movimientos nacionalistas periféricos.
Respecto a la política exterior, Felipe V tuvo como objetivo principal recuperar todo
lo perdido en la Guerra de Sucesión, para ello impulsó la recuperación militar (reforma del
ejército y la armada), aunque con resultados negativos, y también firmó el primer Pacto de
Familia con Francia (1733). Estos pactos, firmados entre los Borbones españoles y
franceses para fortalecerse frente a Inglaterra y el Imperio austriaco, se mantendrían a lo
largo de todo el siglo XVIII, existiendo un total de tres Pactos de Familia: Los dos
primeros (1733 y 1743), firmados por Felipe V; y el tercero (1761), firmado por Carlos III.
Entrambos estuvo el reinado de Fernando VI (1746-1759), quien optó por la neutralidad
internacional y no intervino en ningún conflicto bélico internacional de la época.
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Reformas agrarias
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Reformas económicas
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liberación del comercio americano, autorizándose en 1765 el comercio con América a
numerosos puertos españoles.
Con el rey Carlos III (1759-1788), el país vivió treinta años de reformas enmarcadas
dentro del espíritu de la Ilustración: predominio de la razón, tolerancia religiosa, interés por
las actividades productivas, educación de la población… Así, durante el reinado de Carlos
III siguiendo las tesis del Despotismo Ilustrado, se desarrolló un amplio programa
reformista con la ayuda de un equipo de ministros y colaboradores ilustrados como
Esquilache, Aranda, Campomanes, Olavide y Floridablanca.
Entre los esfuerzos más destacados de los ilustrados españoles y del reinado de
Carlos III destaca la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País, para
fomentar la agricultura, la industria y el comercio, traducir y publicar libros extranjeros, e
impulsar la difusión de las ideas liberales mediante conferencias, tertulias, cursos y
proyectos de reforma.
También Carlos III impulsó varias reformas destinadas a abolir algunos de los
privilegios propios de la sociedad del Antiguo Régimen, y a defender el poder del Estado
frente a la Iglesia (a través del regalismo o el derecho del rey de nombrar los cargos
eclesiásticos, el control de la Inquisición, o la expulsión de la orden de los jesuitas en
1767). Además realizó reformas económicas como la limitación de los privilegios de la
Mesta y elaboró proyectos de reforma agraria; fomentó la colonización de nuevas tierras
(las denominadas “nuevas poblaciones” desarrolladas por Pablo de Olavide, que consistían
en poblar con colonos centroeuropeos católicos el itinerario de Madrid a Cádiz por la zona
de Sierra Morena, con el objetivo de favorecer la seguridad del tráfico de personas y
mercancías que circulaban por el camino de Andalucía, para defenderlas especialmente de
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los peligros derivados del bandolerismo), fomentó el comercio interior y colonial (poniendo
fin en el año 1765 al monopolio de Cádiz con los intercambios con América, pudiendo
ahora comerciar todos los puertos españoles con las Indias), apoyó la actividad industrial
(con medidas proteccionistas como la implantación de aranceles), etc.
Además, otro de los ejes de todas estas políticas reformistas fue la educación. Los
ilustrados españoles (Conde de Aranda, Floridablanca, Campomanes, Jovellanos…)
comprendieron que la mejora de la enseñanza era un paso previo a cualquier reforma
política, y confiaron al estado la mejora de la enseñanza. Así se fundaron las escuelas de
artes y oficios, y se promovió la fundación de academias dedicadas a las letras y las
ciencias.
Durante el reinado de Carlos III, habría que destacar también el episodio del Motín
de Esquilache. Fue una revuelta popular contra el principal ministro del rey, el marqués de
Esquilache, a quien los amotinados culpaban de la carestía del pan, y que se había hecho
muy impopular como consecuencia de la prohibición de algunas vestimentas tradicionales.
Además, su condición de italiano contribuyó también de forma importante a ese rechazo.
La consecuencia del motín se limitó a un cambio de gobierno y al destierro del marqués.
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Respecto a la organización de la sociedad, pese al reformismo borbónico, el modelo
social dominante seguía marcado por el modelo del Antiguo Régimen, es decir, por los tres
estamentos sociales: nobleza, clero, y pueblo llano o tercer estado. Estos, pueden
agruparse además en dos grupos: los privilegiados (nobleza y clero) disfrutaban de rentas
y propiedades, y estaban exentos de pagar impuestos, y los no privilegiados (estado llano),
obligados a pagar impuestos y sin poder acceder a la administración. No obstante, en este
siglo se produciría el ascenso de la burguesía (grupo muy minoritario formado por
comerciantes, profesionales liberales y agricultores acaudalados) impulsado por el
desarrollo comercial y manufacturero. Sin embargo, aunque la burguesía creció en poder
económico le era difícil acceder a los órganos de poder, monopolizados por la nobleza.
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europeos (recordar el denominado comercio triangular, habría que sumar los esclavos
procedentes de África).
Asimismo, España, tras perder sus territorios europeos tras la firma del Tratado de
Utrecht, concentró todos sus esfuerzos en América. La nueva política de la metrópoli
coincidió con un notable aumento de la población criolla, que cada vez necesitaba menos
de la administración central española para defender su posición y propiedades, por lo que
comenzaron a mostrarse reacios a colaborar con la hacienda española.
Pero, además de los motivos económicos para el distanciamiento de los criollos con
España, hubo también motivos sociales, como el proyecto de abolición de las
encomiendas, el proyecto de disminuir la discriminación racial, o el aumento del control
sobre el gobierno colonial quitando autonomía a los criollos y eligiendo a representantes
peninsulares para ocupar los altos cargos en América. A ello hay que unir la difusión de las
ideas de la Ilustración y el ejemplo de la Independencia de EEUU (1776) y de la
Revolución Francesa (1789), que hicieron a los americanos plantearse las ventajas de su
propia independencia, aunque esta no llegaría hasta el siglo siguiente.
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