Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: RECÍBE MIS TINIEBLAS Y DAME TU LUZ”
«Jerusalén. Jesús sigue hablando a las gentes y a los fariseos»
«El que cree en mí, no solamente cree en mí, sino también en el que
me ha enviado; y el que me ve a mí ve también al que me envió».
«Yo he venido al mundo como la luz, para que todo el que crea en mí
no siga en tinieblas. No he venido para condenar al mundo, sino para
salvarlo».
«Para aquel que me rechaza y no acepta mis palabras hay un juez: las
palabras que yo he pronunciado serán las que le condenen en el último
día».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. Sal 17, 50; 21, 23
Te daré gracias ante las naciones, Señor; contaré tu fama a mis hermanos. Aleluya.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
Cristo nuestra luz – vida eterna. (Hch 12,24-25; 13, 1-5a; Jn 12,44-50)
“Vine no a juzgar al mundo, sino a salvarlo”, nos dice Jesús hoy. Él vino para traernos
vida, vida sin límite, vida eterna. Él viene como luz para nuestro mundo. Si creemos en
él, iluminados con su luz lograremos percibir dónde nos falta amor que mueva el
mundo, dónde nuestro sentido de justicia es sólo pálido y sin ilusión. A su luz
aprenderemos a ver cómo podemos servirnos unos a otros y llegar a ser ricos y maduros
como seres humanos. Entonces, nosotros también nos convertiremos al menos en
diminutas luces que lleven un poco de claridad y calor a nuestro mundo frío y oscuro.
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Ten piedad, Señor, porque he caído muchas veces, negándote con mis palabras,
pensamientos y acciones. Sé que tu misericordia es eterna y es infinitamente más
grande que todos mis pecados. Por eso no temo acercarme una vez más a Ti para
pedirte el perdón y comprometerme a luchar contra el pecado y, ayudado con tu gracia,
nunca desfallecer en el combate.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
Oh, Dios, vida de los fieles, gloria de los humildes y felicidad de los justos, escucha con
bondad nuestras súplicas, para que se vean siempre colmados de tus dones los que
tienen sed de las promesas de tu generosidad. Por nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Por medio de tu mismo Hijo Jesucristo tú nos aseguras que Él vino
no a condenar, sino a traernos perdón y vida, una vida que es rica y valiosa, que vale la
pena vivirla y que nos revitaliza a nosotros y a nuestro mundo, con amor y espíritu de
servicio. Queremos que Cristo esté con nosotros como luz con la que vemos todo lo que
es bueno y digno de vivirse. Y danos la gracia de participar un día en su vida eterna. Te
lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 12, 24-13, 5a
Meditatio
Hemos leído "En aquel tiempo la Palabra de Dios cundía y se propagaba". La pregunta
sería ¿y hoy? ¿Podemos decir que la Palabra de Dios cunde y se propaga cuando vemos
en nuestro medio "cristiano" gobiernos e instituciones en donde la práctica de la
corrupción es común y corriente, cuando en nuestras empresas existen con frecuencia
injusticias laborales, cuando en nuestras oficinas, en vez de rendir el 100% buscamos la
manera de dar lo menos posible?
¿Será que hoy en día la Palabra de Dios se propaga y se vive? Es, pues, necesario que
cada uno de nosotros tome un claro compromiso, no sólo en la vivencia del Evangelio,
sino en la misión de hacerlo conocer a los demás, de manera que todas estas
situaciones de pecado puedan ser eliminadas.
El Espíritu Santo desde el día de tu bautismo te ENVÍA y espera de ti una respuesta
generosa como la de Saulo y Bernabé.
Oratio
Acepto tu llamado, Señor y el envío de tu Espíritu Santo, para que mi vida haga cundir
tu Palabra en mi entorno, derrama tu fuerza y usa cada parte de mí para que pueda
reflejarte.
Señor, me comprometo, desde lo más profundo de mí, con el envío que me haces, dirige
mis pasos y dame la sabiduría para reflejar tus pensamientos y sentimientos a los que
me rodean.
Actio
Hoy buscaré a tres personas totalmente desconocidas y les hablaré de Dios y del plan de
amor que él tiene para sus vidas.
www.santaclaradeestella.es
1. Oración y Misión
1.1 El pasaje de la primera lectura nos recuerda el estrecho vínculo que hay entre
oración y misión. Ni la oración es pura quietud ni la misión es pura actividad. Cuando
carece del vigor misionero, la oración se amodorra y tiende a encerrarse en sí misma
con egoísmo y búsqueda de autosatisfacción. Por otra parte, cuando la misión carece del
sustento de la oración se vuelve ruido, y no palabra; espectáculo para hombres y no
gloria para Dios.
1.2 Notemos también que el mismo Espíritu Santo que hace posible la oración lanza
hacia la misión. A través de la oración, el Espíritu nos mantiene en la verdad de Jesús,
es decir en la verdad de su misterio. A Jesús no lo terminaremos de conocer nunca
porque en él se muestra el misterio insondable de Dios mismo; y sin embargo, la
oración nos sumerge muy hondamente en esas aguas. De ellas tomamos las palabras
que calman la sed, también honda y misteriosa, del corazón humano.
www.caminando-con-jesus.org
✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra
tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, y gobiernas las
naciones de la tierra.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos
bendiga; que le teman todos los confines de la tierra.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
✞ ✞ ✞ Aleluya
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
No hay reflexión.
www.ocarm.org
Oración inicial
Señor, tú que eres la vida de los fieles, la gloria de los humildes y la felicidad de los
santos, escucha nuestras súplicas y sacia con la abundancia de tus dones a los que
tienen sed de tus promesas. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Juan 12,44-50
Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la parte final del Libro de las Señales, en la cual el
evangelista hace un balance. Muchos creen en Jesús y tienen el valor de manifestar su
fe públicamente. Otros discípulos creyeron, pero no tuvieron el valor de manifestar
públicamente su fe. Tenían miedo a ser expulsados de la sinagoga. Y muchos no
creyeron: “Después de tantas señales que había hecho delante de ellos, no creyeron en
él. Así se cumplió la palabra dicha por el profeta Isaías: "Señor, ¿quién ha dado crédito a
nuestras palabras? ¿A quién descubriste los secretos de nuestra salvación?" (Jn 12,37-
38). Después de esta constatación general, Juan vuelve a tomar algunos temas
centrales de su evangelio:
• Juan 12,44-45: Creer en Jesús es creer en aquel que le ha enviado. Esta frase
es un resumen del evangelio de Juan. Es un tema que aparece y reaparece de muchas
maneras. Jesús está tan unido al Padre, que ya no habla en su nombre, sino que
siempre habla en nombre del Padre. Quien ve a Jesús, ve al Padre. Si se quiere conocer
a Dios, hay que mirar a Jesús. ¡Dios es Jesús!
• Juan 12,46: Jesús es la luz que vino al mundo. Aquí Juan retoma lo que había
dicho en el prólogo: “El verbo era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene
a este mundo” (Jn 1,9). “La luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no pudieron
vencerla” (Jn 1,5). Aquí él repite: “Yo vine al mundo como luz, para que todo aquel que
cree en mí no siga en las tinieblas”. Jesús es una respuesta vital a los grandes
interrogantes que mueven e inspiran la búsqueda del ser humano. Es una luz que aclara
el horizonte. Hace descubrir el lado luminoso de la oscuridad de la fe.
• Juan 12,47-48: No vine para juzgar al mundo. Llegando al final de una etapa,
surge la pregunta: “¿Cómo va a ser el juicio? En estos dos versículos el evangelista
aclara el tema del juicio. El juicio no se hace con amenazas de maldiciones. Jesús dice:
Yo no condeno quien oye mis palabras y no obedece a mis palabras, porque no he
venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvar al mundo. Quien me rechaza
y no acepta mis palabras, ya tiene su juez: la palabra que yo hablé será su juez en el
último día. El juicio consiste en la manera en que la persona se define ante la verdad y
ante su propia conciencia.
• Juan 13,49-50: Lo que digo, lo digo según el Padre me dice. Las últimas
palabras del Libro de las Señales son un resumen de todo que Jesús dice y hace hasta
ahora. El reafirma lo que afirmaba desde el comienzo: “Porque yo no he hablado por mi
cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y
hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el
Padre me lo ha dicho a mí.» Jesús es el reflejo fiel del Padre. Por esto mismo, no ofrece
prueba ni argumento a los que le provocan para que se legitime y presente sus
credenciales. Es el Padre quien lo legitima a través de las obras que él hace. Y diciendo
obras, no se refiere sólo a los grandes milagros, sino a todo lo que él dice y hace, hasta
en las más mínimas cosas. Jesús, él mismo, es Señal del Padre. Él es el milagro
ambulante, la transparencia total. El ya no se pertenece, sino que es enteramente
propiedad del Padre. Las credenciales de un embajador no vienen de él, sino que vienen
de aquel que le presenta. Vienen del Padre.
www.santaclaradeestella.es
En el evangelio de hoy encontramos palabras de confianza y palabras de temor. Palabras
de vida y de muerte.
Palabras de salvación y de condena. Es cierto que Jesús no ha venido «para juzgar el
mundo». Sin embargo, su Palabra y su misión realizan automáticamente un juicio y se
convierten en el criterio último de verdad y de praxis.
Mi actitud con Jesús y con su Palabra lleva a cabo hoy el juicio, el presente y el futuro.
En la persona de Cristo está la realidad definitiva. Y he de hacer frente, aquí y ahora a
esta realidad, porque es lo definitivo lo que sopesa lo que pasa, es lo eterno lo que criba
lo transitorio.
Es hoy cuando decido mi destino eterno. Es hoy cuando debo compararme con Cristo, es
hoy cuando debo configurarme con la Palabra. Es hoy cuando mi vida está suspendida
entre la vida y la muerte, entre la luz y las tinieblas, entre el todo y la nada.
Importancia del momento presente. Importancia decisiva del instante que estoy
viviendo. Valor eterno de este fugacísimo momento. Valor del hoy para mi destino
eterno. Recuperación del sentido de la dramática ambivalencia del momento presente,
tan vivo en muchos santos. ¿Hacia dónde estoy orientado hoy, en este momento, en lo
hondo de mi corazón?
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
Iluminación. El Sanedrín ha tomado ya una decisión. Jesús debe morir. Una mujer de
su entorno ya le ha ungido, por lo demás, para su sepultura (12,1-8). «Ha llegado la
hora de que el Hijo del hombre sea glorificado». La muerte de Cristo es ahora
ineluctable, y es ella la que determina el que toda la humanidad se congregue en la
colina de Jerusalén. La semilla debe pudrirse para que pueda prosperar la cosecha.
Jesús está dispuesto al sacrificio supremo, pero su sacrificio señala la hora del juicio del
mundo. Jesús es la luz del mundo. No ha sido enviado a juzgar, sino a salvar. Sin
embargo, el que prefiera las tinieblas a la luz incurrirá en el juicio; por otra parte, la luz
ya va a estar muy poco tiempo en la tierra. El «libro de las señales» es la historia del
rechazo de la vida y la luz divinas por parte del hombre.
«Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que quien crea en mí no siga en tinieblas».
Este es el juicio al que estamos sometidos: ¡la luz ha venido al mundo para que todo el
que crea tenga la vida! Indudablemente, muchas veces los hombres no van a la luz y
prefieren sus tinieblas, porque la luz no haría sino desvelar su injusticia y su
mediocridad. Pero, si nos atrevemos a ponernos bajo la luz de la Palabra de gracia,
entonces la luz, a la vez que escudriña nuestros más tenebrosos recovecos, acabará con
la oscuridad que nos condenaba e iluminará nuestra existencia con benéfico y entrañable
calor.
«El que escucha mi voz viene a la luz», dice Jesús. La Luz dice: « ¡He venido a traer
fuego a la tierra!». Si quieres ser perfecto —sigue diciendo—, si quieres ver mi
transparencia, si quieres que tu corazón se transfigure, ve, vende todo cuanto te
entorpece: tu egoísmo, tu suficiencia, tus inútiles riquezas, tus necesidades ficticias...;
déjalo todo y Sigúeme, y entonces tu corazón será como un espejo sin el menor defecto,
y verás mi gloria.
Y dice también la Luz: « ¿Acaso se enciende una lámpara para ponerla debajo de un
celemín? ¿No se enciende, más bien, para ponerla en medio de la estancia y que ilumine
hasta los más oscuros rincones?». ¡Así es como yo renuevo la tierra! ¡No hay deseo que
yo no pueda liberar, ni pequeñez que yo no pueda hacer crecer, ni hay nada hermoso
que yo no haga salir a la luz del día, ni hay nada empañado que yo no haga relucir! Y
dice, finalmente, la Luz: «Sed como los criados que aguardan el regreso de su señor».
Se hace la noche cerrada, todo parece muerto en la casa, y parece como si ya no
pudiera llegar el día... Pero vosotros sed fieles y, con la lámpara en la mano, velad
esperando el momento en que llame a la puerta el amo de la casa. El hará que se
enciendan todas las lámparas, se prepare la mesa y haya fiesta para todos.
Escucha, pues, a quien te dice: «Yo soy la Luz, y he venido para que quien cree en mí
no habite en las tinieblas». Aun cuando tu paso siga siendo vacilante, como el del
hombre que no se atreve a dar crédito a sus ojos, ¡puedes avanzar en la claridad de
Dios!
www.fraynelson.com
Algunas veces podrían sonarnos chocantes y fuera de sentido algunas de las palabras
que encontramos en los santos evangelios. Sin embargo, estas palabras no las ha dicho
Jesús por necedad, sino porque son las que le ha mandado el Padre.
Por ejemplo, cuando leemos los mandamientos, en medio de nuestra cultura tan
moderna y desarrollada, no falta quien diga, entre otras cosas, que el sexto
mandamiento de la ley de Dios es una muestra del Dios retrógrado en el que todavía
algunos creen. Y su argumento es que mientras haya amor, la relación íntima puede ser
hecha antes del matrimonio e incluso entre personas del mismo sexo.
Quienes afirman esto -incluidos los mismos bautizados- es que no han comprendido que,
precisamente porque tenemos un Dios que nos ama, nos ha advertido, por medio de su
Palabra, que realizar las acciones contrarias a los mandamientos, destruyen la vida del
hombre, tanto la propia como la de los demás.
En el Paraíso, Dios le dijo a Adán: "El día que comas de esta fruta (que desobedezcas),
ese día morirás". Las consecuencias las conocemos y las vivimos: guerras, homicidios,
rencor, egoísmo, destrucción, etc. Por ello, San Pablo escribirá a los romanos: "El salario
del pecado es la muerte".
Por eso, es que Jesús no nos va a condenar, nosotros mismos, si decidimos seguir el
camino del pecado, habremos tomado el sendero de la autodestrucción, de la auto
condenación. ¡Cuidado!
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
Solo para salvarte vine al mundo. ¿Cuál es el sentido de mi fe?, ¿cuál es el sentido
de ser cristiano?, ¿es tan sólo una forma de vivir, Señor? ¿Qué viniste a darme?, ¿qué
trajiste que no pudiese yo encontrar por mis propias fuerzas?, ¿qué trajiste de nuevo?
¿O debería preguntarte qué viniste a hacer nuevo?
Tantas preguntas surgen en mi corazón, y tantas veces no logro convertirlas en
palabras. Como estas preguntas, tantas otras más andan por allí en mi corazón, sin
saber ser dichas por mi boca. ¡Cómo quisiera exponértelas todas, Señor! Sí, soy un
cristiano con tantos deseos en su interior, con sus crisis, con sus ilusiones, y que camina
tantas veces a tientas en los caminos que Tú le muestras.
A veces puedo llegar a sentirme solo, sola, en medio de tantos problemas en el mundo,
en donde quizá muchos me reclaman, casi como si fuese yo el culpable, qué es lo que
vino Cristo a traer a este mundo.
Hoy me has respondido una vez más. Pero es una respuesta que no aclara todos los
misterios. Tantas veces he escuchado que Tú eres un caballero y que jamás te
entrometerás en mi corazón. Viniste a abrirme las puertas del cielo, el acceso a la
presencia de tu Padre, pero el andar corresponde a mis pies.
Si alguna vez el hombre dudó de su propia salvación, de su permanecer en la eternidad,
de trascender a la eterna felicidad; si alguna vez el hombre dudó si viviría después de la
muerte; si alguna vez el hombre deseó encontrar un verdadero puente hacia la luz sin
fin; finalmente la respuesta llegó: Tú.
Pero viniste a los hombres para llevártelos como hombres; viniste y me abriste las
puertas de tu presencia, pero no me quitaste la libertad; me conservaste la capacidad
de amar. No viniste a deshacer al hombre de lo que es sino a renovarlo y elevarlo,
enseñándolo a donarse plenamente –y siempre libre.
Ese venir no fue tan sólo para pronunciar discursos, transmitir ideologías. Para compartir
ideas no habría sido necesario hacerte carne. Viniste a encontrarte conmigo y por ello te
hiciste semejante a mí hasta en lo más profundo de mí ser. Puedo afirmar con gratitud,
y sólo gratitud, que mi vocación como cristiano no es una forma más de vida, sino el
fruto del encuentro con el mismo Dios.
• "Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido.
Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con el pecado que hemos
cometido. Nos quiere liberar y quiere que también nosotros lo queramos con Él. Quiere
que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible -¡es posible!- con su
gracia. Que la Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de
Dios, para convertirnos en criaturas nuevas." (Ángelus de S.S. Francisco, 13 de marzo
de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
¿Qué tanto dirijo mi vida según mi vocación de cristiano? ¿Hay algo que pueda hacer
para poder amar más libremente?
www.BibliaStraubinger
Juan 12, 44-50 – no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
Constantemente me encuentro con gente que hace cosas por temor al juicio de Dios, por
temor al castigo al que serán sometidos si no hacen lo que Dios manda…Esta es una
perspectiva negativa y errada de la misión de Cristo y de la Voluntad del Padre. Hay que
tener en cuenta que Jesús viene al mundo obedeciendo la Voluntad del Padre, no por
ningún otro motivo. Él hace y dice lo que el Padre le ha mandado, ni más ni menos…Por
eso dice que quien le conoce y cree en Él en realidad conoce al Padre y cree en Él;
porque en el fondo son lo mismo, dado que el Hijo no quiere hacer nada más que lo que
el Padre le ha ordenado y nos transmite sus mismas palabras…Siguiendo esta lógica
podemos concluir en lo que el mismo Jesús nos dice, que el que cree en mí, no cree en
mí, sino en aquel que me ha enviado. ¿Y para qué ha venido Jesús? ¿Qué es lo que el
Padre le ha pedido y que Jesús hace al pie de la letra? Dice Jesús: Yo, la luz, he venido
al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis
palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo,
sino para salvar al mundo.
Entonces, dejémonos de pensar en condenas y castigos atroces y más bien
empeñémonos en hacer lo que nos dice. Él es la luz… ¿Qué hace la luz? La luz ilumina,
aclara, permite ver las cosas como son…En la oscuridad uno se tropieza y cae, ¿no es
cierto? Pero cuando hay luz, habría que ser tonto para tomar el camino equivocado. Si
Jesús está iluminando el Camino correcto, si Él nos muestra lo que Dios Padre quiere
para nosotros y si estamos viendo que esto es lo que más conviene… ¿Por qué no lo
hacemos? ¿Por qué no lo seguimos? Lo que pasa es que en realidad no creemos en lo
que nos dice…Por eso oímos sus palabras, pero no las guardamos, es decir no hacemos
lo que nos dice, porque desconfiamos, porque creemos tener una mejor alternativa,
porque su camino nos parece demasiado sacrificado y duro, porque no estamos
dispuestos a esforzarnos, ni a sacrificar un ápice de lo que tenemos; no queremos
compartir nada, ni arriesgar nada…Lo queremos todo para nosotros. Si procurando
nuestro bienestar al mismo tiempo podemos satisfacer a alguien, muy bien, pero sino, lo
lamentamos, pues no nos privaremos de nada por nadie, mucho menos si es un
desconocido… Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he
venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
Eso es todo lo que pasa. No queremos que el Señor se meta en nuestras vidas
diciéndonos lo que debemos hacer o lo que debemos dejar de hacer. Que se quede en
los altares, en las capillas, en las imágenes, lejos de nosotros para acudir a rezarle
cuando nos provoque y guste, pero que no interfiera con nuestras vidas. ¡Qué cómodos!
Ese es el Cristo y el cristianismo que hemos elaborado. Un Cristo y un Dios que
interviene allí donde nosotros le dejamos, allí donde le permitimos, porque no estamos
dispuestos a que interfiera en nuestros planes. Nosotros tenemos nuestros propios
planes y Él debe secundarlos… ¡Eso sí! Inmediatamente le pedimos que nos conceda tal
o cual gracia, acorde con nuestros objetivos…Que nos dé carrito, la casita, las
vacaciones, el trabajo, el dinero que necesitamos…Incluso le pedimos salud, pareja,
hijos, propiedades, prestigio…Hasta somos capaces de pedirle que nos haga buenitos,
para que todos nos vean con envidia, con estima, con cariño…Todo, todo, dentro de
nuestros planes…Es decir que hemos pasado a decirle a Dios lo que nos conviene y
estamos dispuestos a seguirlo, adorarlo, amarlo y proclamarlo, mientras haga lo que
nosotros queremos. La pregunta cae por su propio peso…Entonces ¿Creemos o no
creemos en Dios? ¿Creemos o no creemos que Jesús es el Hijo de Dios Padre? ¿Somos
cristianos? ¿Y entonces por qué no hacemos lo que nos dice?… Si alguno oye mis
palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo,
sino para salvar al mundo.
Jesús es la luz y ha venido a Salvar al Mundo…Si creemos en Él, debemos optar por lo
que Él nos dice…Debemos seguir la luz, así pasaremos cualquier abismo hasta llegar al
encuentro definitivo con nuestro Padre Dios, que nos espera con los brazos abiertos y
ansioso por estrecharnos. Si no seguimos a Jesús, jamás lo encontraremos. Nos
perderemos. Jesús quiere que le sigamos, porque ha venido a Salvarnos, pero la
salvación en última instancia depende de nosotros, de la decisión que tomemos, hoy,
ahora y de aquí en adelante, donde quiera que estemos y en lo que sea que estemos
haciendo. Hay un solo modo de hacer bien las cosas y este es el modo de Jesús;
optemos por él y estaremos haciendo lo correcto… Si alguno oye mis palabras y no las
guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al
mundo.
Oremos: Padre Santo, danos la fuerza y el valor de obrar como Jesús siempre. No
permitas que seamos indiferentes, que nos amilanemos y que nos dejemos llevar por la
inercia, la moda o aquello que todos hacen. Que no sea el criterio de la mayoría el que
prime en nuestras conciencias, sino el de Jesús. Te lo pedimos por Cristo nuestro
Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo pedimos Señor.
http://www.caminando-con-jesus.org
Nuevamente Jesús declara la estrecha relación que existe entre Él y el Padre. El Padre lo
ha enviado, y Él habla la palabra del Padre, que es palabra de salvación. Jesús no vino al
mundo a condenar, sino a dar vida. Cada uno al escuchar la palabra toma una postura;
el juicio está en que cada uno elija o rechace lo que dice esa palabra.
1. “El Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar”
Nuevamente Jesús, nos da testimonio de que El no habla por sí, sino porque “el Padre
que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar” así como también nos dice
que: “El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió”, de este
modo es como Jesús quiere tengamos una profunda conciencia que el responde al Padre,
así es como no deja de repetirnos la íntima y estrecha unión que Él tiene con el Padre.
Jesús quiere hacernos ver que el vino hacer la misión que el Padre le ha encomendado.
Jesús nos dice el que cree en mí, como también el que me ve, cree en el que le ha
enviado, ya que Él se presenta como Enviado del Padre (Jn 1:18; 13:20). De este modo
además, porque Jesús está en el Padre (Jn 10:38; 14:10; 17:21). Por eso, el que ve a
Jesús ve en El al Padre (Jn 14:7.9), ya que, donde está el Hijo, está el Padre, que le
comunica su divinidad y le envía al mundo. Ver a Jesús con fe es ver al Padre en el Hijo.
2. Yo soy la Luz
Dice Jesús Yo soy la luz, porque vino al mundo como luz para que se pueda ver la
verdad y no perezca el que crea en El (Jn 1:4; 3:19; 8:12; 9:5; 12:34); es la luz que
llena y da la vida moral. A Los hombres no nos gusta vivir en las tinieblas, entonces
buscamos con desesperación la luz, porque vivir en las tinieblas es vivir en el error y no
divisar ningún resplandor, entonces el buen Jesús ha venido al mundo para que todo el
que crea en El no permanezca en las tinieblas. Como cristianos, queremos ser hijos y
hermanos de la luz, caminar juntos y en la luz, recibir y dar la luz, es decir recibir con
alegría la afirmación que nos hace Jesús para no permanecer en las tinieblas y aplicarla
a nosotros mismos.
3. El que me rechaza y no recibe Mis Palabras, ya tiene quien lo juzgue
Dice Jesús: El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la
palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Entonces él nos
expone cómo la palabra de Él, en otras palabras el Evangelio, va a juzgar, y condenar al
que no la reciba, pues hay que hacer la verdad, esto es, su verdad, (Jn 3:21). En el
último día, escatología final, al que rechazó el mensaje de Jesús, su palabra, que es su
verdad, la Buena Nueva será la que le juzgue y condene. La razón por que lo hará la
palabra y no El, es porque no vino a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. En
contraposición a lo que decían algunos judíos, que no veían en el Mesías más que un
juez que, tomando al mundo tal como lo encontraba, sin hacerle intervenir en su
salvación, lo juzgaba y condenaba, San Juan destaca en Jesús Mesías su misión
salvadora.
4. La Palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Esta enseñanza judicial de la palabra no va contra otras enseñanzas en el evangelio de
San Juan, en donde se dice que el que juzga es Jesús, puesto que el Padre le entregó a
El todo el poder judicial sobre los seres humanos (Jn 5:22). Jesús no condena sin más,
pues vino a salvar. Pero es verdadero Juez del mundo. Si aquí se destaca la condenación
por hacerse el juicio ante la palabra, es porque se quiere destacar el valor de ésta y lo
que ésta significa para Jesús. Entonces es lo que expone el evangelista en el último
grupo de ideas. La razón última de todo esto es como Jesús nos dice; Las palabras que
digo, las digo como el Padre me lo ordenó. Así, El no condena por sí mismo, sino por la
palabra y ante su código, que es la voluntad del Padre. De aquí le viene este gran poder
a la palabra (Jn 7:17; 14:10).
Se destaca, por último, el valor del testimonio del Padre: Él sabe, revelación de Jesús,
que su precepto, es decir la palabra, es vida eterna, como ya lo había dicho
anteriormente en Jn 3:15.16.36; 5:24.40; 10:10.28. Así, este discurso de Jesús parece
ser una síntesis de sus enseñanzas fundamentales. Este discurso es un programa
esquemático, por qué se será condenado. Es la lucha entre la Luz y la ceguera voluntaria
de los dirigentes de Israel.
5. Saborear la presencia de Dios en su interior
Nosotros, desde muy pequeño hemos aprendido de dónde venimos, y que somos de
Dios, es decir venimos de Dios y vamos a Dios, en nuestro corazón de cristianos hemos
atesorado esta verdad que nos ha hecho vivir con tranquilidad y paz, eso nos ha venido
de la luz que nos ha traído Jesucristo, eso es obra del amor.
San Juan de la Cruz, nos ha enseñado que quien ha llegado a saborear la presencia de
Dios en su interior y vive habitualmente en oración o atención amorosa, percibe en su
vida los efectos de la obra que Dios va realizando en nosotros, porque muchas cosas
suele Dios decir, enseñar y prometer, no para que entonces se entiendan ni se posean,
sino, que cuando se consiga el efecto de ellas, porque es Dios el que va realizando la
obra en el Alma.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- Juan hace un balance de la actividad reveladora de Jesús. Si yo hiciera un balance de
mi vida, ¿qué habría de positivo en mí?
6.- ¿Hay algo en mí que me condena?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Tú has visitado, Señor, la noche de nuestro mundo: bendito seas por la luz, que habita
junto a ti desde siempre. Tú has hecho que la luz brille en nuestras tinieblas y que, día
tras día, el Espíritu de tu Hijo transfigure nuestra tierra. Te pedimos que amanezca de
nuevo para nosotros el tiempo de tu gracia, que venga tu Día y que jamás tenga ocaso.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 Concédeme, Padre, que me deje empapar por estas palabras tuyas de salvador y de
juez. Haz que, a pesar de la carga de miseria que soy, no pierda la confianza, no me
aleje de ti entristecido y desalentado, sino que acuda a ti para dejarme iluminar por tu
luz, revigorizar por tu vitalidad, deseoso de recuperar tu vida.
Concede a mi corazón asustado ver bajo la dureza de tus palabras la voluntad de
recuperarme y salvarme.
Concédeme, pues, oírlas como una ayuda concreta para no perder la vida eterna que
has preparado para mí.
Sé que quieres salvarme y que por eso has enviado a tu Hijo, que me ha transmitido tus
palabras. Te suplico que ninguna de mis culpas me haga perder la confianza en que tú
quieres mi salvación y no mi condena; que quede siempre, por tanto, una rendija de
esperanza para mí, porque eres un Dios benévolo incluso cuando te muestras severo.
Padre bueno y misericordioso, esculpe en mi corazón las palabras de tu Hijo para que yo
pueda gustar hoy, mañana y siempre tu salvación. www.santaclaradeestella.es
3 ¡Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te den gracias! Que se
alegren y exulten las naciones, pues juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a
los pueblos, gobiernas las naciones de la tierra. (Sal 67,4-5) www.ocarm.org
4 ¡Padre de Luz y Salvación! Fortalece mi Fe, para que creyendo en Jesús, llegue mi
confianza hasta Ti. Concédeme abrir los ojos para ver a Jesús, aun en mis oscuridades,
para verte a Ti. Haz que mis tinieblas, «que son muchísimas» por tu gracia se dejen
traspasar por los rayos de tu luz, y ahora mismo te suplico quémame hasta
transverberar todo mi ser y mi alma. Reconozco Señor mío y Dios mío que soy indigno y
pecador; que me hablas, más no escucho tus palabras, que te acercas a mi presencia, y
te desprecio, sé que tu justicia me condena; pero Padre Santo por el Poder y en el
Nombre del Rey de Reyes, Señor de Señores, aplaca mi «soberbia» y con tu Espíritu
transforma mi vida, que sea obediente a tus mandatos y camine con Cristo Jesús, quien
no vino a condenarme sino a Salvarme. Oh María Inmaculada rogad por nosotros que
recurrimos a Vos. Amén. www.dario.res
5 Jesús, has llevado a término una parte de tu misión entre los hombres: la de anunciar
y realizar la manifestación de la vida divina a través de tu obra de Verbo encarnado. Tú
eres el Hijo de Dios, el Revelador, el Logos que expresa y revela al Padre bueno. Tu
Palabra es la manifestación visible del amor del Padre, que tú nos comunicaste a través
del plan salvífico de Dios. Ahora ya no te queda más que completar tu misión, llevar a
término tu obra de salvación, recorriendo el camino hacia la cruz y viviendo en primera
persona todo lo que anunciaste con la palabra: «haciéndose obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz» (Flp 2,8), a fin de hacernos pasar a todos de la muerte a la vida.
Concédenos también a nosotros, tus discípulos, ser dóciles a la voluntad de tu Padre y
nuestro Padre, y seguirte por el camino de la cruz para experimentar la verdadera vida y
la comunión contigo. www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
Las divinas Lecturas, si bien, por un lado, levantan nuestro ánimo para que no nos
aplaste la desesperación, por otro nos infunden miedo para que no nos agite el viento de
la soberbia. Seguir el camino de en medio, verdadero, recto, que -como decimos
también corre entre la izquierda de la desesperación y la diestra de la presunción, nos
resultaría muy difícil si Cristo no nos hubiera dicho: «Yo soy el camino, la verdad y la
vida» (Jn 14,6). Como si hubiera dicho: ¿Por dónde quieres ir?
Yo soy el camino. ¿Adónde quieres ir? Yo soy la verdad. ¿Dónde quieres permanecer? Yo
soy la vida. Caminemos, pues, con seguridad por este camino, pero temamos también
las insidias que nos amenazan (Agustín, Sermón 142, 1, passim). www.santaclaradeestella.es
Nada vano hay en los mandamientos santos que Jesús pronunció: todo en ellos, incluso
una sola iota, es vida y procura vida eterna. En efecto, si alguien cree en él en lo que
toca a las cosas más grandes -como, por ejemplo, que él, Dios, se hizo hombre, fue
crucificado, murió y resucitó...- y después no cree cuando él mismo dice: «Yo os digo
que en el día del juicio tendréis que dar cuenta de las palabras vacías que hayáis dicho»
(Mt 12,36), ¿cómo podrá ser creyente y no ser más bien condenado como incrédulo y
peor que incrédulo? Así pues, todo lo que Cristo Dios mandó a los apóstoles, también
nos mandó observarlo a nosotros, pero nos falta la voluntad, porque somos débiles en la
fe y en el amor a Cristo.
Pidamos, pues, con toda nuestra voluntad y nuestra mente, nosotros que escuchamos la
Palabra con fe, no ser nunca engañados y seducidos, y no salirnos del camino que
conduce a los cielos, y no dejarnos atar por ninguna pasión, sino apresurarnos a
alcanzar a Jesús, que va delante de nosotros. Y, una vez que lo hayamos asido, que
podamos caer a sus pies y llorar ante su bondad, y pedirle fervorosamente que no se
separe nunca de nosotros. A él, pues, buscamos; a él nos preocupamos por alcanzar, a
fin de poder asirle también. Y si lo conseguimos, viviremos y estaremos con él no sólo
en el momento de salir de la vida, sino también ahora, y subiremos con él y seremos
asumidos en los cielos, o, mejor aún, él mismo nos llevará a lo alto y nos glorificará con
él (Simeón el Nuevo Teólogo, Le catechesi, 7, II, 62-83; edición italiana, Roma 1995,
225-234, passim). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Brille sobre nosotros la luz de tu
rostro» (Sal 4,7b).
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «El que me ve a mí, ve también al que
me envió» (v. 45).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
El gran misterio de la encarnación es que Dios tomó en Jesús la carne humana, a fin de
que toda carne humana pudiera revestirse de la vida divina. Nuestras vidas son frágiles
y están destinadas a la muerte; ahora bien, puesto que Dios, a través de Jesús, ha
compartido nuestra vida frágil y mortal, ya no tiene la muerte la última palabra. La vida
ha salido victoriosa.
Escribe el apóstol Pablo: «Cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y
este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: La
muerte ha sido devorada por la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Cor 15,54). Jesús ha suprimido la fatalidad de nuestra
existencia y le ha dado a nuestra vida un valor eterno (H. J. M. Nouwen, Pane per il
viaggio, Brescia 1997, p. 11 3 [trad. esp.: Pan para el viaje, PPC, Madrid 1999]).
www.santaclaradeestella.es
«Para aquel que me rechaza y no acepta mis palabras hay un juez: las palabras que yo
he pronunciado serán las que le condenen en el último día» (in 12,48). Despreciar al
Señor y no acoger su Palabra constituyen una sola cosa. Quien no desprecia, sino que
ama, acoge la Palabra del amor. El Señor nos sale hasta tal punto al encuentro que ni
siquiera nos exige grandes gestos de amor. Basta únicamente con que le permitamos
amarnos y que no nos mostremos insensibles a su amor, con que no despreciemos la
Palabra de su amor. Ahora bien, si la despreciamos y rechazamos su amor, también
tenemos nuestro juez, un juez que hemos elegido nosotros mismos, porque también
hemos puesto una condición: la de no querer amar y no dejarnos redimir por el amor.
Dios, en cambio, ha puesto únicamente la condición contraria: la de amar y dejar que
nos amen. Quien no acepta esta condición se somete por sí mismo al juicio. Prefiere la
justicia al amor. Se pone a disposición del Dios de la justicia, porque rechaza al Dios del
amor. Comparece en este juicio con todo lo que ha tramado por sí mismo: con sus
puntos de vista y sus principios, sus buenas acciones y sus pecados, sus méritos y las
excusas por sus faltas; con todos los motivos y las circunstancias concomitantes, con
sus obras y sus omisiones. Con todo este sistema defensivo entra en el juicio. Se
somete al juicio aparentemente bien preparado, cubierto, casi sumergido por un
abundante material que lleva consigo.
De modo bien distinto se presenta al juicio el creyente que ha acogido la Palabra. Está
obligado a presentarse desnudo; este, arrepentido de los pecados que ha cometido, pero
sabe que debe confiarse indefenso, no protegido, inerme al propio juez. Solo puede
confiar en una cosa: que se tratara de un juicio de amor y no de un juicio de justicia.
Por otra parte, cuando el Señor este delante como su Redentor, no vera solo al pecador,
sino todo el amor que le ha dado y, además, el granito de amor que ha recibido de él. El
primero había venido con sus méritos, pero el Señor ve el mérito en el segundo. El
primero tiene como juez a la Palabra rechazada; el segundo a la Palabra acogida del
amor. El primero la tiene como una Palabra no pronunciada por él; el segundo como una
Palabra puesta a su disposición. Y, sin embargo, el juicio de la cruz es uno solo, porque
en la cruz quedara superada toda distinción entre juicio y amor, y ambos coincidirán (A.
von Speyr, I discorsi polemici, Milan 1989, II, 367s, passim). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
**********************************************************************
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Oh, Dios, que nos haces partícipes de tu única y suprema divinidad por el admirable
intercambio de este sacrificio, concédenos alcanzar en una vida santa la realidad que
hemos conocido en ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oh Padre eterno: ¡Qué bueno que no tenemos que esperar al final de nuestra
peregrinación en la tierra para disfrutar la felicidad de la vida eterna! Haz que, cuando
comamos el pan de vida de Jesús, y bebamos su sangre de fortaleza, su vida crezca en
nosotros y florezca para la vida eterna. Cumple en nosotros esta promesa que nos hizo
tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo
en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio .
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio Pascual IV. La restauración del universo por el misterio Pascual.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha
sido inmolado.
Porque, demolida nuestra antigua miseria, fue reconstruido cuanto estaba derrumbado y
renovada en plenitud nuestra vida en Cristo.
• Gracias Jesús por ayudarme a conocerte a Ti y al Padre cada día más. Gracias por tu
amistad, y también por todos aquellos que me testimonian cómo vivir el amor al
prójimo. Te pido que me ayudes a responder con generosidad a tu amor infinito,
amando a mi prójimo, así como Tú y el Padre me han amado. Gracias Jesús. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y
también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria
diciendo sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.
Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de la comunión Cfr Jn 15, 16.19
Dice el Señor: «Yo os he escogido sacándoos del mundo y os he destinado para que
vayáis y deis fruto y vuestro fruto permanezca». Aleluya.
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que
hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
✞ ✞ ✞ Bendición
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16