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✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: QUE MI VOLUNTAD SEA LO QUE TU ME DICES”
«Colina de Hattin. Jesús en el Monte, después de las
bienaventuranzas»
«No penséis que he venido a abolir las enseñanzas de la Ley y los
profetas; no, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias».
«Habéis oído: No matar. Yo os digo el que se enfade con su hermano
será llevado a juicio. Habéis oído: No al adulterio. Yo os digo que todo
el que mira con malos deseos a una mujer comete adulterio en su
corazón».
«Se dijo: El que se separe de su mujer que le dé acta de divorcio. Yo os
digo: el que se casa con una separada comete adulterio. No jurar en
falso: Que vuestra palabra Sea «sí» cuando es Sí, y «No» cuando es
No».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. Sal 30, 3-4
Sé la roca de mi refugio, oh, Dios, un baluarte donde me salve, Tú que eres mi roca y mi
baluarte; por tu Nombre dirígeme y aliméntame.
Monición de entrada
Hoy la Iglesia entera se reúne en pequeñas asambleas orantes para recibir una palabra
de vida eterna y un alimento para la vida eterna. Es el mismo Señor el que se hace
presente en nuestra reunión, como Palabra y alimento. Palabra que encierra una
sabiduría que no es de este mundo. Alimento celestial que nos da la fuerza de lo alto.
Dejémonos transformar por ambos.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
Misa del Domingo: VI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A. 12 de Febrero 2023
La libertad humana. Sir 15, 16-21·Sal 118; l Cor 2,6-10; Mt 5 17-37
Sirácide hace una de las afirmaciones más claras en el Antiguo Testamento sobre la
libertad humana. En contraste con algunos pensadores de su contexto cultural
helenístico, quienes proponían un fatalismo que negaba dicha libertad, Sirácide presenta
a Dios ofreciendo al ser humano alternativas y reconociendo que "tú extenderás la mano
a lo que quieras" (v. 16). Es una libertad que debe guiarse por el Espíritu, como sugiere
Pablo en la segunda lectura, porque el Espíritu "escudriña lo más profundo de Dios" (v.
10) y le ofrece la ayuda de la sabiduría divina. Es una libertad demostrada por Jesús en
el Evangelio respecto a una cuestión de gran importancia en la comunidad de Mateo, a
saber, la vigencia de la Ley de Moisés. En vez de escoger las alternativas típicas -seguir
la Ley o rechazarla Jesús opta por profundizarla.
• «Dichoso el que camina en la ley del Señor». Esta respuesta del salmo responsorial
centra en gran parte la liturgia de este domingo en la que se nos llama a vivir de
acuerdo con los mandamientos de la ley de Dios, que se nos proponen para que los
cumplamos haciendo buen uso de nuestra libertad (1 lect.). En el Evangelio Cristo nos
presenta estos mandamientos para vivirlos en una línea de profundidad interior y de
generosidad: «Habéis oído que se dijo a los antiguos (...) pero yo os digo». Esta es la
nueva sabiduría en la que nos ayuda a penetrar el Espíritu de Dios (2 lect.).
Una reflexión para nuestro tiempo.- Frecuentemente concebimos la libertad humana
bajo la influencia del capitalismo. En este sistema económico, el comportamiento de los
consumadores es entendido como el ejemplo primordial de la libertad, que se concibe
como si fuera la capacidad neutra de escoger entre varias opciones igualmente
aceptables, por ejemplo, entre diferentes marcas de café instantáneo. Pero ésta es una
denigración de uno de los dones más grandes de Dios. Para la fe cristiana, la libertad no
es una capacidad neutra, es más bien nuestra atracción hacia Dios, el Bien supremo, y
nuestro rechazo del mal. Se ejerce cuando, con la fuerza del Espíritu y otros auxilios
divinos, se escoge el bien. En contraste, la libertad no se ejerce, sino que se deforma
cuando elegimos el mal. En vez de igualarse al frío comportamiento de consumadores, la
libertad humana es más bien una forma de amor.
• El Hijo de Dios proclama que nunca fue sí o no; Por eso a través de Cristo es como
decimos Sí a Dios. Que el Espíritu de Jesús esté siempre con nosotros.
• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
Si cuando está llevando tu oferta ante el altar recuerdas que tu vecino tiene algo contra
ti. Vete y reconcíliate primero con tu vecino y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.
(Paisa)
Señor Jesús, quieres que respondamos al amor de Dios no sólo a la pura letra de la ley
sino con todo nuestro corazón. Señor, ten piedad
R/Señor, ten piedad
Jesucristo, Tú has hecho del amor el fundamento de todos los mandamientos: Cristo,
ten piedad
R/ Cristo, ten piedad
Señor, Jesús, toda tu vida fue un Si al Padre y a la gente. Haz que nuestro Sí esté unido
al Tuyo. Señor, ten piedad.
R/ Señor, ten piedad
• Señor Jesús, Tú que eres el eterno presente, el hoy, el ahora, y que nos llamas a la
Eucaristía dominical, tiempo de renovación perpetua. Tu que no eres historia, sino, Pan
Vivo bajado del Cielo. Acéptanos indignos, pero prosternados humildemente, y
perdónanos por no aceptar tu cuerpo, tu sangre, tu alma y tu divinidad en muchas de
las misas en las que nos congregamos. O por recibirte aún sin haber perdonado a
nuestros hermanos. O comerte y beberte consciente de que no hemos tenido una
verdadera contrición en nuestro propio corazón, una confesión sincera. ! Dios Padre! en
el nombre de tu Hijo amado, instrúyenos y concédenos por tu infinita gracia Aceptar a
Cristo como nuestro Señor y Salvador, nuestro alimento que da Vida; para morir con Él,
caminar por Él y gozar en Él. Amén.
Señor, perdona nuestros pecados y enséñanos a servirte a Ti y a la gente desde lo
profundo de nuestros corazones. R/ Amen
✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias. Señor Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del
mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra
súplica. Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque
solo Tú eres Santo, solo Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en
la gloria de Dios Padre.
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
Oh, Dios, que prometiste permanecer en los rectos y sencillos de corazón, concédenos,
por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Pidamos para que compartamos en la bondad y fidelidad de Jesús. (Pausa)
Señor Dios, Padre amoroso, En tu Hijo Jesús nos has enseñado cómo deberíamos buscar
y cumplir tu amorosa voluntad. Disponnos a responder a tu amor desde lo profundo de
nuestro corazón, y siendo fieles a Ti en todo lo que hacemos. Haznos respetuosos con
los otros y atentos a las necesidades de la gente, incluso cuando permanecen
indiferentes o sin agradecimiento de manera que ayudemos a expulsar el mal de este
mundo y traer tu amor y misericordia. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Eclesiástico 15, 15-21
Elige entre la Vida y la Muerte. El profeta nos dice hoy: Dios estará cerca de ti
y te iluminará con su luz si estás cerca de los necesitados.
15 Si quieres, guardarás los mandamientos; de ti depende el permanecer fiel.
16 Fuego y agua he puesto ante ti, alarga tu mano a lo que quieras.
17 Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará.
18 Porque grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo.
19 Sus ojos miran a los que lo temen, Él conoce las acciones de los hombres.
20 A ninguno obligo a ser impío, a ninguno ha dado permiso para pecar.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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• El autor escribe en Jerusalén alrededor del año 180 a. de C. Se siente heredero de la
fecunda tradición teológica sapiencial y quiere ofrecer, como testigo, una actualización
de la nueva y compleja situación. Su enseñanza sobre la sabiduría, sobre Dios y sobre el
mundo hunde sus raíces en los surcos de la tradición patriarcal; el profeta se autodefine
como un «rebuscador tras los vendimiadores» (33,16) y al mismo tiempo, se presenta
como un <<conservador iluminado», abierto al desafío que suponen los influjos
procedentes de los nuevos escenarios culturales de estilo helenístico. El presente texto
pertenece a la primera colección del libro, los cc. 1-23. Los vv. 11 y 12 del c. 15 recogen
dos críticas que Ben Sira utiliza para introducir su reflexión sobre la libertad del hombre:
«No digas: "El Señor me incitó a pecar”»; «no digas: “el Señor me ha extraviado"». La
fuerza del mensaje del texto propuesto hoy por la liturgia de la Palabra gira en torno al
tema de los dos caminos, el del pecado y el de la muerte, formulado en Dt 3o,15-2o; Jr
21,8 y, en ámbito sapiencial, Prov 2,8-9,12-2o. Según este sabio maestro, Dios no
puede ser el origen del pecado, puesto que «Él no hace lo que detesta» (v. 11, ni quiere
violentar la libertad del hombre. Solo desde la libertad es como el creyente puede
afianzar su fidelidad a la Ley. Dios manifiesta su omnipotencia y su profunda sabiduría
sin coaccionar la elección que el hombre realiza responsablemente.
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Se desarrolla aquí el tema de la libertad personal para elegir entre el bien ye! mal, la
vida o la muerte. El pecado, así como los antivalores existentes en el mundo, no son
obra de Dios ni corresponden a su designio sobre el mundo. De ahíla invitación aguardar
sus mandatos y cumplir su voluntad.
✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 118,1-2.4-5.17-18.33-34
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
V/. Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que,
guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
V/. Tú promulgas tus mandatos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi
camino, para cumplir tus decretos.
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
V/. Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley.
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
V/. Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos, y lo seguiré puntualmente; enséñame
a cumplir tu ley y a guardarla de todo corazón.
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
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El segundo capítulo de la primera Carta a los Corintios presenta una reflexión sobre el
tema de la sabiduría articulada en dos panes, ofreciendo antitéticamente un cuadro
doctrinal unitario, Si en la primera sección (vv 1-5) Pablo hablaba de la necedad de la
cruz oponiéndola a la sabiduría autosuficiente del hombre, en la segunda (vv 6-16) traza
los rasgos que caracterizan la verdadera sabiduría cristiana, ya sea por los destinatarios
que están en actitud de acogerla o por el contenido específico que encierra. Así, Pablo
habla de cristianos «perfectos», «adultos en la fe» (cf 14,2o; Flp 3,15; Col 1,28), a
quienes Dios les ha manifestado una sabiduría «misteriosa», «escondida» y eterna,
como Dios que es, destinada «para nuestra gloria antes de los siglos» y distinta de la
sabiduría «de este mundo», descrita por Pablo en un lenguaje de carácter apocalíptico
(v. 7ss).
Por este motivo, frente a aquellos corintios que se tenían por «Espirituales» porque
poseían una gnosis o conocimiento superior los creyentes que han recibido el anuncio
del apóstol no tienen que considerarse inferiores. Al revés, gozan de un don inmenso y
gratuito: haber conocido en Cristo el plan de Dios para la salvación del mundo. Y quien
anuncia esta sabiduría a los «adultos en la fe» no entrega un don obtenido por méritos
propios, sino que hace partícipe a otros de cuanto le ha sido revelado «por medio del
Espíritu» (v. 1o), lo que Dios «tenía preparado para los que lo aman» (v. 9). La puerta
de acceso que conduce a las «profundidades de Dios» (v. 1o) no es un conocimiento—
gnosis fundado en presuntas capacidades humanas, sino en el amor
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Para acercarse al misterio de Dios y describir de alguna forma lo que significa esa
experiencia, Pablo recurre al profeta Isaías: ningún ojo vio, ni oído oyó, ni mente
humana concibió” (Is 64, 3) a lo que él agrega: “lo que Dios preparó para quienes lo
aman’ Así deja de manifiesto a un Dios que sigue saliendo al encuentro del hombre.
✞ ✞ ✞ Aleluya:
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
Jesús nos invita a ir más allá de los mandamientos para buscar la voluntad de
Dios y el bien de los demás. Han oído lo que se dijo a los antiguos; pero yo les
digo ...
17 No penséis que he venido a abolir las enseñanzas de la Ley y los profetas; no he
venido a abolirlas, sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias.
18 Porque os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, la más pequeña letra de la
Ley estará vigente hasta que todo se cumpla.
19 Por eso, el que descuide uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe a hacer
lo mismo a los demás será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Pero el que los
cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
20 Os digo que, si no sois mejores que los maestros de la Ley y los fariseos, no entraréis
en el Reino de los Cielos.
21 Habéis oído que se dijo a nuestros antepasados: No matarás, y el que mate será
llevado a juicio.
22 Pero yo os digo que todo el que se enfade con su hermano será llevado a juicio; el
que le llame estúpido será llevado a juicio ante el sanedrín, y el que le llame impío será
condenado al fuego eterno.
23 Así pues, si en el momento de llevar tú ofrenda al altar recuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti,
24 deja allí tu ofrenda delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano;
luego vuelve y presenta tu ofrenda.
25 Trata de ponerte a buenas con tu adversario mientras vas de camino con él, no sea
que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel.
26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
27 Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28 Pero yo os digo que todo el que mira con malos deseos a una mujer ya ha cometido
adulterio con ella en su corazón.
29 Por tanto, si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti, arráncatelo y arrójalo lejos
de ti; te conviene más perder uno de tus miembros que ser echado todo entero al fuego
eterno.
30 Y si tu mano derecha es ocasión de pecado para ti, córtatela y arrójala lejos de ti; te
conviene más perder uno de tus miembros que ser arrojado todo entero al fuego eterno.
31 También se dijo: El que se separe de su mujer que le dé un acta de divorcio.
32 Pero yo os digo que todo el que se separa de su mujer salvo en caso de unión
ilegitima, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una separada comete
adulterio.
33 También habéis oído que se dijo a nuestros antepasados «No jurarás en falso, sino
que cumplirás lo que prometiste al Señor con juramento»
34 Pero yo os digo que no juréis en modo alguno; ni por el cielo, que es el trono de
Dios;
35 ni por la tierra, que es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del
gran rey
36 Ni siquiera jures por tu cabeza, porque ni un cabello puedes volver blanco o negro.
37 Que vuestra palabra Sea «sí» cuando es Sí, y «No» cuando es No. Lo que pasa de ahí
viene del maligno.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.
1. LECTIO
a) Oración inicial
” Habla, Señor, que tu siervo escucha.” ¡Háblanos en este momento, Señor! Queremos
acoger tu Palabra, permitir que esta página del evangelio entre en nuestra vida para que
ilumine y fortalezca nuestro camino, anime y transforme nuestras actitudes. Todos
deseamos madurar en el camino de la escucha de tu Palabra para que nuestro corazón
sea transformado.
En nosotros existe el deseo de leer y comprender esperando de tu bondad y generosidad
ser guiados en la comprensión de tu Palabra. Que tu hablar a nuestro corazón no
encuentre ningún obstáculo o resistencia. Que tu Palabra de vida no recorra en vano el
desierto árido de nuestra vida. Entra en el vacío de nuestro corazón con la fuerza de tu
Palabra; ven a ocupar un lugar en nuestros pensamientos y sentimientos, ven a vivir en
nosotros con la luz de tu Verdad.
b) Lectura del Evangelio: Mateo 5, 17-37
c) Momento de silencio orante
El silencio crea una atmósfera interior de intimidad y, al mismo tiempo, esponja nuestro
espíritu para saborear la Palabra.
2. MEDITATIO
a) Clave de lectura
Mt 5-7: El contexto del “Discurso de la montaña.”
Jesús presenta a las muchedumbres que van a Él para escucharlo, un discurso que
sorprende por la autoridad que lo envuelve: les comunica a ellas con energía las
exigencias de una vida centrada en la realidad de ser hijos de Dios y en la fraternidad
con todos. Su intención es dar pleno sentido al precepto de la ley hebraica.
Al colocar este primer discurso de Jesús en la montaña el evangelista ha querido llevar a
la mente del lector la imagen de Moisés que da la Ley en el monte Sinaí
(Ex 24,9). Esta enseñanza se lleva a cabo estando Jesús sentado, posición que recuerda
la postura del rabino hebraico que interpreta la Escritura a sus discípulos. Es difícil
captar la riqueza de los temas que recorren este largo discurso, tanto que algunos
estudiosos prefieren llamarlo “las palabras evangélicas de Jesús.”
Nuestro texto litúrgico va precedido de un exordio en el que se presentan las
bienaventuranzas como cumplimiento de la Ley (Mt 5,3-16). El mensaje de Jesús en
este principio se centra en la felicidad en sentido bíblico, que pone al hombre en la justa
relación con Dios y, en consecuencia, con la totalidad de la vida: una felicidad en
relación con la misma realidad del reino de los cielos. En una segunda parte se
desarrolla el tema de la “justicia” del reino de los cielos (5,17-7,12). Al fondo de este
último extenso contexto se encuentra la enseñanza de Jesús que escuchamos en la
liturgia de la Palabra de este domingo (5,17-37).
Mt 5,17: Jesús cumplimiento de la Ley y de los Profetas
En estas primeras afirmaciones Jesús se presenta como aquel que “cumple la Ley”: "No
penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar
cumplimiento” (v.17). Jesús declara que él es el cumplimiento de la Ley. El lector
comprende las consecuencias de estas palabras de este modo: sólo a través de él se
puede entrar en el reino de los cielos, incluso el más pequeño de los mandamientos
adquiere sentido a través de su persona. Es como decir que Jesús es la medida para
entrar en el reino de los cielos: cualquiera, pequeño o grande, depende de la elección de
dejarse conducir por aquel que cumple la Ley y los Profetas. De ahora en adelante, la
Ley, la enseñanza de los profetas, la justicia, adquieren su verdadera profundidad
salvífica a partir del vínculo con su persona.
El lector sabe que en el Antiguo Testamento estas realidades se veían como separadas y
diferentes entre sí: la Ley contenía la voluntad de Dios; la justicia expresaba el
compromiso humano por observar los contenidos de la voluntad de Dios presentes en la
Ley; los Profetas, exégetas de la Ley, eran los testimonios del cumplimiento de la
fidelidad de Dios en la historia. En la persona de Jesús estas tres realidades se unifican:
encuentran en él su sentido y valor. Jesús declara abiertamente que ha venido a cumplir
la Ley y los Profetas. ¿Qué quiere decir esta afirmación de Jesús? ¿Qué quiere decir “la
Ley y los Profetas”? No se puede pensar que Jesús cumpla las profecías (en el sentido
literal) de la Ley y de los Profetas, sino, más bien, las enseñanzas de la Ley y de los
Profetas. Pero, de modo particular, ¿qué significa “abolir”, “cumplir” las enseñanzas de la
Ley y de los Profetas? La respuesta se presenta en dos niveles. El primero mira hacia la
enseñanza de Jesús, que no cambia los contenidos de la Ley y de los Profetas cuya
función era didáctico-instructiva; en efecto, Mateo considera a los Profetas como los
testimonios del mandamiento del amor (Os 6,6// Mt 9,13; 12,7). El que Jesús lleve al
cumplimiento de las enseñanzas de la Ley y de los Profetas puede significar que él los
“manifiesta en su significado”, “los lleva a su completa expresión” (U. Luz); y excluye el
significado de “invalidar”, “abolir”, “no observar”, “infringir”.
El segundo nivel implica el actuar de Jesús: ¿cambia o no la misma ley? En este caso
cumplir la Ley podría significar que Jesús con su comportamiento añade algo que falta o
bien lo lleva a cumplimiento, perfecciona las enseñanzas de la Ley. Más concretamente:
Jesús en su vida, con su obediencia al Padre, “cumple” las exigencias que nacen de la
Ley y de los Profetas; en definitiva, observa completamente la Ley. Más plenamente:
por medio de su muerte y resurrección Jesús ha cumplido la Ley. Pensamos que el
énfasis se pone en el comportamiento de Jesús: con la obediencia y la práctica ha
cumplido la Ley y los Profetas.
Mt 5,19: Jesús que enseña la voluntad del Padre es el cumplimiento de la Ley.
No se le evita al lector el uso del verbo “actuar y enseñar”: los preceptos de la Ley para
“quien los observe y enseñe.” Tales aspectos recogen totalmente la imagen global de
Jesús en el pensamiento de Mateo: Jesús que enseña la voluntad de Dios y el
cumplimiento de la Ley es el hijo obediente del Padre (3,13-4,11). Aquí está el modelo
de comportamiento que se pone ante nosotros en esta página del evangelio.
Ciertamente el énfasis está en el cumplimiento de la Ley por medio de la obediencia,
pero esto no excluye un cumplimiento mediante su enseñanza. No hemos de olvidar que
a Mateo le es muy querida la unidad entre la práctica y la enseñanza de Jesús; es
maestro en la obediencia y en la práctica. Sin embargo la prioridad la tiene la praxis
como se deduce de la amonestación de guardarse de los pseudoprofetas en 7,20: “Por
sus frutos los conoceréis.” Es interesante notar que Mateo utiliza este verbo cumplir,
llevar a plenitud, sólo para Jesús: sólo él cumple la Ley, sólo su persona presenta las
características de la plenitud. Aquí radica su autorizada exhortación, que para nosotros
se convierte en un “envío”, una tarea de cumplir en plenitud la Ley: “Yo os digo…”
(vv.18.20).
Mt 5,20: Jesús cumple la justicia.
Este modo de cumplir Jesús la justicia se distingue de los modos como lo entienden y
viven en el judaísmo; en Jesús se presenta un nuevo estilo de justicia: "Porque os digo
que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
Reino de los Cielos” (v.20). Los escribas son los teólogos y los intérpretes oficiales de la
Escritura (5,21-48), los fariseos, en cambio, son los laicos comprometidos de aquel
tiempo, atados excesivamente a las prácticas de piedad (6,1-18). La justicia practicada
por estos dos grupos no es suficiente, no puede servir de modelo: esta impide entrar en
el reino de los cielos. Los destinatarios de esta exhortación son, en el fondo, los
discípulos; es una reflexión para nosotros. Ciertamente la voluntad de Dios está
relacionada con la Ley, pero es Jesús quien encarna un nuevo modo de poner en
práctica la justicia. Jesús quiere una “justicia más grande”, ¿qué quiere decir esto? La de
los escribas y fariseos está en relación con la justicia de los hombres; la justicia que
Jesús predica, en cambio, exige una justicia más consistente, sensiblemente mayor a la
practicada por el judaísmo. En qué consiste este “mayor” nuestro texto no lo esclarece
de modo inmediato. Se hace necesario leer lo que sigue en la enseñanza de Jesús.
Mt 5,20: La radicalidad de la justicia predicada por Jesús.
No se trata de enfatizar de modo radical algunos mandamientos de la Ley; más bien es
primordial que sea el mandamiento del amor el centro de estos mandamientos
particulares. El “mayor” cuantitativo va encaminado a reforzar el aspecto cualitativo
delante de Dios: el mandamiento del amor. La comunidad creyente es llamada a
subordinar al mandamiento del amor, considerado como central, los numerosos
mandamientos de la Ley. No hay tensión entre los preceptos particulares y el
mandamiento del amor. Las instrucciones de Jesús se hacen vinculantes en la línea con
las enseñanzas legales veterotestamentarias. Para Jesús no hay ninguna oposición entre
las prescripciones particulares de la Ley y el mandamiento del amor: se han de
considerar en una relación armoniosa porque en esta relación conjunta nos viene
ofrecida la voluntad de Dios (U. Luz).
Mt 5,23-25: ¿Cómo ha de ser la relación entre los hermanos? Después de las exigencias
radicales que insisten en la invitación a seguirlo, Jesús afronta el argumento de las
relaciones fraternas. No basta circunscribir todo al compromiso del acto externo de no
matar: "Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás…” (v.21). Es
indispensable romper esta normativa tan limitada, aunque también radical: ¡no matarás!
El quinto mandamiento recomendaba el respeto a la vida (Ex 20,13; Dt 5,17). Ahora se
propone una profundización o un horizonte completamente nuevo en el espíritu del
decálogo. Si no se permite matar físicamente a una persona quiere decir que se permite
hacerlo de otros modos: el odio, la ofensa, la maldad, el desprecio, la ira, la injuria. En
la perspectiva, completamente nueva, del Discurso de la Montaña cada falta de amor
hacia el prójimo conlleva la misma culpabilidad del homicidio. De hecho, la cólera, la ira,
el desprecio del otro nace de un corazón desprovisto de amor. Para Jesús no se infringe
la Ley solamente matando, sino también con todas aquellas acciones que pretenden
destruir o “frustrar” al otro.
Jesús no trata la cuestión de quién está equivocado o quién tiene razón sino que quien
“ofende al hermano o lo calumnia públicamente no tiene ya ningún espacio delante de
Dios porque es un homicida.” (Bonhoeffer, Sequela 120). De aquí la severidad que niega
el valor del óbolo, del culto, de la oración y la celebración eucarística. Quien se ha
separado del hermano también se ha separado de la relación con Dios. Necesita
entonces una reconciliación previa con el hermano que tiene algo contra él: contra ti, no
tú contra él. Se da una novedad en esta palabra, aunque no fácil de compartir. A un
hermano mío que tiene “algo contra mí” le respondo yendo hacia él: “ve primero a
reconciliarte”, sin aumentar la distancia. No es sólo cuestión de querer perdonar: es
urgente reconstruir las relaciones fraternas porque el bien del hermano es el bien mío.
Jesús dice: “Ve primero…” En primer lugar, antes de rezar, antes de dar, antes que el
otro del primer paso, está el movimiento de mi corazón, de mi cuerpo hacia el otro. Este
ir hacia el otro tiene la finalidad de recomponer el desgarro; un movimiento que tiende a
la reconciliación.
b) Algunas preguntas
Para orientar la meditación y la actualización
- ¿Estás siempre, en tu vida, abierto a la llamada de Jesús a una justicia más grande?
¿Eres consciente de no estar aún en la justicia plena?
- ¿En la práctica de la justicia te confrontas con el actuar de Dios? ¿No sabes que la
justicia de vivir nuevas relaciones humanas nos es dada? Una confirmación la
encontramos en las palabras del apóstol Pablo: “y ser hallado en él, no con la justicia
mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de
Dios, apoyada en la fe” (Fil 3,9).
- ¿La expresión de Jesús “pero yo os digo” es para nosotros un imperativo o un
mandamiento teórico? ¿Somos conscientes de que la justicia siempre más grande no es
otra que la continua disponibilidad a confrontarse con la existencia de Cristo, el solo
justo (Lc 23,47)?
- ¿Nuestra justicia se compromete a imitar algo de la justicia de Dios, de su gratuidad,
de su creatividad? Dios nos hace justos, nos libera de la parálisis del pecado; una vez
hechos libres ¿transmitimos recíprocamente esta liberación, practicando una justicia que
no juzga sino que nos hace siempre abiertos a los otros, que, de hecho, crea para los
otros espacios de un posible retorno a una vida auténtica?
3. ORATIO
a) Salmo 119(118), 1-2.4-5.17-18.33-34
El Salmo nos invita a obedecer la ley del Señor con todo el empeño personal. Esta
posibilidad no es sólo una obligación exterior sino un don concedido al hombre que pone
su confianza en Dios. La práctica de la justicia nueva para entrar en el reino de los cielos
no puede nacer sólo de un empeño individualista sino de un diálogo familiar y constante
con la Palabra de Dios.
Dichoso el que, con vida intachable, Camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que,
guardando sus preceptos Lo busca con todo el corazón. Tú promulgas tus decretos Para
que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas.
Haz bien a tu siervo: viviré Y cumpliré tus palabras; Ábreme los ojos, y contemplaré las
maravillas de tu voluntad. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré
puntualmente; Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
b) Oración final
La Palabra que hemos escuchado y meditado se nos presenta fuerte, Señor y ha puesto
en crisis nuestra actitud: “Ve primero a reconciliarte”. En primer lugar, antes de
presentarnos ante el altar, antes de presentar nuestras cosas y entregarlas con amor,
antes que sea el hermano quien tome la iniciativa, ayuda a nuestro corazón a realizar
aquel movimiento que arregla el conflicto, el desgarro, de este modo, recomponer la
armonía perdida.
4. CONTEMPLATIO
San Juan Crisóstomo nos invita con fuerza y firmeza: “Cuando te resistes a perdonar a
tu enemigo, te ocasionas una injuria a ti no a él. Esto que estás preparando es un
castigo para ti en el día del juicio.” (Discurso 2,6). Déjate transformar por el amor de
Dios, para cambiar la vida, para convertirte, para volver al camino de la vida.
www.santaclaradeestella.es
"Nuestra capacidad viene de Dios: sólo Él nos hace capaces de ser ministros de la nueva
Alianza". ¡Bendita sea la Iglesia que, en la verdad de su fe, reconoce su acta de
nacimiento! La Iglesia nació al pie de la cruz, cuando el agua y la sangre brotaron del
costado traspasado del Crucificado. En María, que recibía este cuerpo, muerto por haber
amado en demasía, la Iglesia recibe el Cuerpo de su Señor y debe custodiarlo. "No
somos nosotros los que hemos elegido a Dios, es él quien nos elige a nosotros".
"Si estamos ante Dios, no es por una capacidad personal cuyo mérito podamos
atribuirnos". Jesús eligió a sus discípulos como un amo selecciona a sus servidores, con
vistas a su rendimiento. Los envolvió en un soplo de amor y de gratitud, aliento que le
viene del Padre. Ni el miedo ni la esclavitud han engendrado nunca el amor. Fue preciso
que los discípulos conocieran el vacío de la cruz para que pudiesen descubrir por fin el
amor, llevando a cabo la experiencia de que semejante amor no sirve para nada, sino es
para amar simplemente. Este es el orden nuevo: Dios no se muestra ya entre los
truenos del Sinaí, si no en el absurdo de un cuerpo martirizado. El hombre no recibe ya
una ley impuesta, sino que, bajo la acción del Espíritu, oye la palabra que le hace nacer
de nuevo: "Tú, tú eres mi hijo, puesto que en ti he puesto todo mi amor".
¡Bienaventurada la Iglesia que arde en el fuego del amor: no tiene otro testimonio que
aportar que el de anunciar la gracia de la que ha nacido!
Los hombres intentaban desesperadamente alcanzar a Dios. Búsqueda apasionada,
realizada con heroísmo, apoyándose en los sacrificios y en las leyes. El sermón del
monte transforma el orden de la religión: ¡Dios va a la búsqueda del hombre!
Bienaventurada la Iglesia, que no tiene otra religión que la de mantenerse en esta
transformación. Es necesario que Dios deje razonar en nosotros su locura infinita, para
que despertemos a la exaltación de los elegidos: la alegría de haber sido elegidos sin
mérito ni programa, la alegría del renacer. Dios nos ha dado su gracia: ¿cómo no
devolverle gracia por gracia?
No matarás. Mateo 5, 20-26. Una "justicia" nueva... La palabra expresa una actitud,
la "que fundamenta y mantiene una alianza de comunión entre dos partes" (X. León-
Dufour). La Biblia relata que la fe perseverante de Abraham trajo aparejada su
justificación (Gn. 15, 6): Dios lo declaró justo, pues su actitud reforzaba su comunión.
Según Mateo, los discípulos de Cristo deben vivir de forma que su vida sea fiel y
mantenga la alianza con Dios; es la nueva justicia la que se desprende con toda
normalidad del don hecho por Dios a los hombres en la persona de Jesucristo; esta
manera de vivir se hace posible por la interpretación de la Ley hecha por Jesús.
¿Era una interpretación nueva? De hecho, Mateo opone la exégesis de Jesús a la de los
escribas, no ya únicamente porque Jesús haya propuesto una ley nueva, sino porque
renovó y sacó a la luz todos los preceptos contenidos virtualmente en la ley mosaica.
Jesús profundiza hasta la raíz misma de la Ley. Cuando esta ley prohíbe dar muerte, en
realidad enfoca las relaciones inter-humanas. Por eso Jesús condena no solamente lo
que nosotros denominamos "golpes y heridas", sino el origen mismo de estos delitos, a
saber: discordias, querellas, injurias... Con claridad, da a entender que el deterioro de
las relaciones humanas presupone el deterioro de las relaciones con Dios. Así pues, hay
que reconciliarse con el hermano, aunque éste sea culpable, antes de presentar al altar
la ofrenda; en efecto, aquel que, mientras camina hacia el juicio de Dios, se encuentra
en conflicto con su hermano, corre el riesgo de verse condenado por Dios mismo.
"Que vuestra luz brille ante los hombres: entonces, viendo el bien que les hacéis,
glorificarán a vuestro Padre" Este es el resorte de la nueva ley: Cristo no sustituyó una
ley por otra sino que levantó el velo desde los fundamentos mismos de la Ley. "Dios
mismo ha brillado en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de su
gloria que irradia del rostro de Cristo". El comportamiento de los cristianos busca su
fuente en esta profundidad. Hemos reconocido con cuánto amor somos amados y qué
amor ha sido puesto en nuestro corazón. Subversión de los datos: los hombres
intentaban amar a Dios respetando su ley, y descubren admirados que Dios les ha
amado antes. "Os han dicho... pero yo os digo...": Jesús instaura un orden nuevo
basado únicamente en su propio ejemplo. Para todos aquellos cuya inteligencia no se ha
dejado cegar por el espíritu del mundo, Jesús es la imagen misma de Dios, y su
comportamiento es "revelador" (como se habla de "revelador" en fotografía) de la nueva
Alianza. "Os han dicho... pero yo os digo..." La luz que ha brotado del seno de las
tinieblas penetra en los entresijos del corazón y despeja los rincones de sombra nunca
revelados. "Yo os digo: todo hombre que se encoleriza contra su hermano será
merecedor de juicio". Lo que viene a decir que aquel que guarda odio en su corazón ha
"matado" ya, en intención, a aquel a quien odia. El crimen está en potencia en su
corazón. No sólo es criminal el que mata, sino también el que se abandona al rencor, a
la envidia, a los celos, a la maledicencia. Su semejante no ocupa ya el lugar que debiera
en su corazón. Al excomulgar a su hermano de su corazón ha puesto, sin saberlo, a Dios
en la puerta.
"Os han dicho... pero yo os digo..." Jesús irá hasta la cruz. En el Gólgota, las tinieblas,
no pudiendo soportar la luz que denunciaba su poder maléfico, aparecen de nuevo
victoriosas. Se ha desencadenado el odio, ha sido crucificado el Amor; se han levantado
falsos testimonios, la Verdad ha sido reducida al silencio. Pero en la noche que, de
nuevo, se expande por toda la tierra, la voz del Verbo se eleva en su último soplo de
amor: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" Palabras de perdón, palabras
que inauguran un punto de vista nuevo, desconocido, en lugar de encerrarse más y más
en el círculo de la maldición, del rencor, del odio: en el horizonte del Gólgota se levanta
ya la mañana de pascua.
"Habéis oído...pero yo os digo..." Todavía os dejáis prender por el espíritu del mundo,
los pueblos utilizan la violencia armada para resolver sus conflictos, y nosotros nos
dejamos arrastrar por la violencia solapada, por las alusiones calumniosas y por los
dichos maledicentes para rechazar a todo aquel que pudiera atentar contra nuestros
propios intereses. "Yo os digo: ¡bienaventurados los mansos de espíritu!" No los
blandos, los sin carácter, ni los incondicionalmente resignados, sino los tenaces y los
pacientes; aquellos que, en el nudo de los enfrentamientos, tienen aún la pasión de la
paz. La Luz hace brillar en su corazón el amor de Dios que irradia el rostro de Cristo.
Profeta de la dicha. Mateo 5, 27-32. "Del corazón nacen las intenciones malas:
muertes, adulterios, malas conductas..." La ley judía prohibía el adulterio, pero Jesús va
más allá: Jesús condena la mirada que se apropia de la mujer de otro. La integridad de
la pareja es cosa tan sagrada como la obligación de proteger la integridad física de la
mujer propia. Si el ojo o la mano, tan necesarios por otra parte al hombre, son para él
motivo de pecado, más vale que se los arranque. La hipérbole traduce la profunda
seriedad de esta ley; pero esta seriedad ¿no es acaso superada por el hecho de que el
amor conyugal esté hecho a imagen y semejanza del amor de Dios?
Hermanos, no tenemos ninguna otra cosa que decir: ¡Dios es el primero que nos ha
amado! Nos repetimos, pero ¿cómo callarnos? Dios es Amor y, como todos los
enamorados, comete locuras cuando le vienen al corazón palabras de amor.
Pero este tesoro ¿cómo revelarlo, cuando nos aferramos a tantos valores ínfimos? Como
vosotros, preferimos ante todo nuestras seguridades y nuestros hábitos; estamos
convencidos de que la ley del más fuerte es la mejor. En el fondo de nosotros mismos,
no conseguimos determinarnos a arriesgar todo y seguir la palabra de Aquel que ha
dicho: "Esto es lo que os han enseñado, pero yo os digo..." ¿Cómo transmitiros este
tesoro cuando la herencia que tenemos en nuestros espíritus es tan escasa? Sin
embargo, tenemos una certeza: "Donde el pecado abunda, la posibilidad de gracia se
nos da en sobreabundancia... La gracia no puede resultar vana en el interior de nuestros
espíritus".
Sí, llevamos este tesoro en vasos de barro, pero nos atrevemos a deciros con toda la
fuerza de la esperanza que Dios es amor.
Vosotros también, tú también llevas este tesoro en vaso de barro. Tu fe no es sólo tuya;
en medio del mundo, tú eres testimonio vivo de que Dios sigue actuando. Sin duda, las
palabras son balbuceantes cuando tienen que expresar el misterio; pero, transfiguradas
por el Espíritu de Cristo, superan nuestra torpeza y alcanzan de lleno el corazón de Dios.
Nuestro corazón, que ama la justicia y la ternura, está condenado a herirse a sí mismo
al chochar con la opacidad de las palabras y con la inercia del egoísmo, pero ¡que llegue
a nosotros el poder del Espíritu y nuestro corazón participará del impulso mismo de la
vida de Jesús! ¡Nuestro corazón se eleva hasta la promesa de Dios y presiente ya la
llegada del Reino! Evocando las palabras que Jesús nos ha legado, nuestras esperanzas
se transforman en oración y nuestro trabajo consigue ya que se extienda por el mundo
la claridad del Reino. Evidentemente, si hoy nos arriesgamos a hablar, es porque hemos
creído.
De acuerdo. Mateo 5, 33-37. El discípulo de Jesús no debe recurrir al juramento; Su
Palabra debe bastar. Parece que las palabras de Jesús han sido reinterpretadas por la
tradición (Boismard). Una primera adaptación debió de consistir en dar a estas palabras
la estructura de los versículos precedentes de manera que se confrontaran el evangelio
y la ley judía. En efecto, mientras que la ley prohibía el falso testimonio, el evangelio
condena cualquier tipo de juramento. Luego, Mateo debió de añadir los versículos 34b-
36 como reacción contra la manía, heredada de los judíos, de jurar por cualquier motivo
y, sobre todo, "por el cielo y la tierra", sustitutos de la divinidad. El universo pertenece
en efecto a Dios, y el hombre no debe jurar por él; Dios no está a su servicio.
Finalmente, lo que se censura a través de todas estas precisiones es más bien una cierta
forma de hablar: la verdad no casa bien con el exceso de palabras.
"¡Dejaos reconciliar con Dios!" Con estas palabras se nos invita a dejarnos "trabajar" por
el Espíritu que quiere reconciliarnos, ponernos de acuerdo con Dios.
Acuerdo... La palabra es sugerente. Evoca la armonía que se establece entre
instrumentos cuya sonoridad y ritmo obedecen a las mismas leyes y entran en el mismo
movimiento. También evoca al impulso unánime que lleva a los corazones hacia un
mismo fin. La palabra tiene para nosotros el gusto de una búsqueda laboriosa: el
acuerdo sólo se consigue después de un desacuerdo notorio, resuelto sólo a base de la
fuerza y la paciencia que brotan del corazón. Evoca las disonancias dolorosas, pero
también la fuerza segura de la esperanza.
“¡Dejaos poner de acuerdo con Dios!"... Podríamos intentar ocultar las disonancias entre
Dios y nosotros, pero hay que tener el valor necesario para sacarlas a la luz. No se trata
tanto de inventariar y de sopesar lo que llamamos pecados, sino de reconocer la inercia
que nos impide conservar el tono y el ritmo de Dios. Ponernos de acuerdo es reconocer
en primer lugar que no estábamos "concordes"... Cuando, antes de un concierto, los
músicos afinan y ponen en armonía sus instrumentos, se escuchan mutuamente, pero
escuchan primero una nota que llevan dentro de sí, que canta en ellos, para ofrecer y
amplificar un eco fiel de este sonido.
"¡Dejaos reconciliar con Dios!"... Se trata, en nuestro caso, de dejar que se imponga la
nota que da el Espíritu. Oyendo esta nota que ningún ruido podrá deformar, podremos
escucharnos mutuamente y dejar que cada uno de nosotros haga resonar esa "voz"
única según el color de su instrumento. Y se elevará del universo una melodía en la que
todos los armónicos cantarán la victoria de Dios.
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1. Recibir órdenes
1.1 Si preguntamos a casi cualquier persona si le gusta recibir órdenes (o sea,
mandatos, mandamientos), esperamos oír la consabida respuesta: "Soy libre. No me
gusta que manden." O algo parecido.
1.2 Al mismo tiempo, uno ve que la gente sí que sigue instrucciones, a veces muy
detalladas. El comercio les dice cómo vestirse, adónde divertirse, qué música escuchar,
de quién enamorarse.
1.3 Además, recibimos de los médicos, los policías y los profesores multitud de
mandatos, que, en general, no llevan ese nombre, pero que lo son. El médico por
ejemplo me prohíbe ciertos alimentos, o me manda que vuelva a su consultorio en tres
semanas. Y yo obedezco.
2. Las órdenes de Dios
2.1 Queda demostrado entonces que sí recibimos órdenes de muchas personas e
instituciones, de donde es claro que nuestra pretendida libertad y nuestro deseo de no
hacer caso a Dios es un caso aislado: un modo de respuesta que usamos cuando se
trata de religión o de la Iglesia; porque para lo demás sí que somos obedientes.
2.2 Ahora bien, nuestra obediencia en los ejemplos dados tiene una razón de ser:
nuestro placer, provecho o protección. Se entiende entonces que desobedecemos a Dios
porque no encontramos ninguno de esos tres. Y no los encontramos porque conocemos
poco de sus planes y de su voluntad.
2.3 Es quiere decir que cuando va conociendo mejor al Señor va aprendiendo a obedecer
mejor y sobre todo con más amor y fidelidad.
3. Cristo Legislador
3.1 El Sermón del Monte nos presenta a Cristo en claro paralelo con la figura inigualable
de Moisés; pero Cristo no está suprimiendo ni suplantando ni completando a Moisés. La
palabra de Cristo no se apoya en lo que le oyó a Dios sino que se sustenta en sí misma:
"Pero yo os digo..." Este modo de hablar sólo tiene sentido sobre la base de una
afirmación, implícita pero real, de la divinidad de Cristo.
3.2 Cristo no es sólo un mensajero acreditado, como lo fue, y con honores, Moisés.
Cristo es el mensaje mismo; y Cristo es la fuente misma de todo mandato y
mandamiento. Vivir en Cristo y de Cristo es alcanzar lo que la Ley de Moisés no podía
sino desear.
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Oración en Familia
Sacerdote: Jesús en el evangelio de hoy nos presenta la novedad de la vida cristiana en
lo que toca al cumplimiento de la ley. Respondamos a esta palabra comprometiéndonos
a vivirla:
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Papá: Te pedimos por el santo Padre el Papa Francisco para que sea un instrumento a
través del cual conozcamos y amemos tus mandatos.
Todos: Abre el corazón de quienes lo escuchan para que puedas obrar en sus vidas por
su palabra.
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Mamá: Señor tu ley es una expresión de tu gran amor por nosotros ayúdanos a verlo
así y a vivirla.
Todos: Te pedimos que cada uno de los miembros de nuestra familia comprenda la
importancia de amarnos entre nosotros.
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Hijo(a): Señor conoces nuestra debilidad por ello hoy te pedimos que fortalezcas tu
Espíritu en nosotros para que no seamos arrastrados por el pecado.
Todos: Especialmente te pedimos por nuestros Industriales y quienes proveen de
trabajo a nuestros hermanos para que no se dejen ganar por el egoísmo.
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Hijo(a): Te pedimos por nuestras autoridades para que grabes en el corazón de quienes
dirigen a tu pueblo tu ley que es una ley de amor y respeto.
Todos: Y a nosotros danos un corazón y una voluntad firme que pueda ver en las
normas civiles una expresión de tu amor.
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Hijo(a): En un mundo que parece vivir sin ley te pedimos por nuestros jóvenes que se
encuentran desorientados y que buscan hacer de sus pensamientos su única forma de
conducta.
Todos: Infunde tu Espíritu en ellos y ayúdales a descubrir la necesidad de vivir sujetos
a tu Evangelio y a tu Palaba que son la norma final de conducta.
Todos: Señor ayúdanos a amar y respetar tu ley.
Sacerdote: Escucha Padre Santo todas estas súplicas que te hemos hecho y que hoy
ponemos en las manos de nuestra Madre Santísima para que ella las lleve ante ti y tú
que eres muy bueno nos las concedas. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
Vivimos en una sociedad contradictoria, que invita a cada uno a ser ley para sí mismo,
aunque tenga que llorar después los efectos devastadores provocados por un egoísmo
tan exasperado. Las páginas evangélicas proponen al cristiano un mensaje claro e
inmutable que atraviesa la historia de la humanidad como signo de contradicción. Por
una parte están los poderosos, los listos, los ricos según este mundo, que conculcan los
derechos de los otros afirmándose sólo a sí mismos. Por otra parte está el que sigue a
Cristo pobre, humillado, escarnecido, aunque portador de la verdadera novedad de vida.
Una promesa de orden y de paz brilla ante el corazón generoso del que no quiere morir
sofocado en los miasmas de su «yo» tacaño y mezquino. La persona de Jesús nos invita.
Él es nuestra verdadera ley. Jesús es amor, luz; es el Hijo obediente del Padre, que
encuentra su gloria en hacer gozar al Padre haciendo siempre lo que le agrada (cf. Jn
8,29). El que se adhiere a Cristo supera todos los sofismas de un moralismo estrecho;
siguiendo las huellas del Buen Pastor, recibe de él mismo, por gracia, el impulso de
amor necesario para vivir con un corazón dilatado, dispuesto a correr por el camino del
sacrificio hasta la muerte con la certeza de que sólo quien pierde su propia vida por
Cristo y en Cristo, la vuelve a encontrar en él. Hasta los cabellos de nuestra cabeza
están contados por el Padre, que es el origen y la meta de nuestro camino. Él nos invita
a su perfección de amor dándonos a su Hijo como modelo y al Espíritu santificador.
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A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del maligno. Este
pasaje nos recuerda la radicalidad en el seguimiento de Cristo. Es muy parecido al
momento en que dice: «o eres frío o caliente, porque a los tibios los vomito de mi
boca».
Ésta es una clara invitación a la coherencia de vida. No podemos seguir a dos amos
porque amaremos a uno y odiaremos al otro.
El que sabe decirle sí al Señor, se mantiene en amistad con Dios y cada día va creciendo
en el amor a los demás.
Aquel que dice no, es objeto predilecto de la Misericordia Divina a través de las plegarias
y sacrificios que la iglesia ofrece por la conversión de los pecadores, además de la
conciencia que adquieren de su miseria que les permite mantenerse humillados ante
Dios.
Pero el tibio, que pretende servir a Dios y al diablo, está dividido internamente. No es
capaz de escuchar ninguna voz, no experimente su miseria, por tanto no se siente
necesitado de la Misericordia Divina. Es éste el gran peligro, su alma se encuentra
privada voluntariamente de la gracia de Dios.
Jesús mío, no permitas que me convierta en un alma tibia, sacude mi corazón e inflama
mi alma de amor por Ti para que yo sea capaz de buscarte, servirte y proclamarte como
único Dios y Señor de mi vida.
• «La memoria es muy importante para recordar la gracia recibida, porque si
expulsamos este entusiasmo que viene del recuerdo del primer amor, los cristianos nos
exponemos a un peligro muy grande: la tibieza. Los cristianos "tibios", están ahí, sí, son
cristianos, pero perdieron la memoria del primer amor. Y sí, perdieron el entusiasmo.
También perdieron la paciencia para "tolerar" las dificultades de la vida con el espíritu de
amor de Jesús.» (Homilía de S.S. Francisco, 30 de enero de 2015, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Meditaré en mi primer encuentro personal con el Señor y buscaré renovar mi primer
amor a través de una buena confesión.
www.BibliaStraubinger
17. San Pablo enseña expresamente que Jesús aceptó la circuncisión para mostrar la
veracidad de Dios confirmando las promesas que Él había hecho a los patriarcas (Rm.
15, 8). Es lo que dice María en Lc. 1, 54 s.
18. La jota (yod) es en el alefato hebreo la letra más pequeña. Este anuncio lo había
hecho ya Moisés a Israel, diciéndole que un día había de cumplir “todos los
mandamientos que hoy te intimo” (Dt. 30, 8). Lo mismo se había prometido en Jr. 31,
33; Ez. 36, 27, etc., y sin embargo Jesús había dicho a los judíos que ninguno de ellos
cumplía la Ley (Jn. 7, 19). El Redentor quiere así enseñarles que tales promesas sólo
llegarán a cumplirse con Él. Cf. Ez. 44, 5 y nota.
22. Se trata aquí de fórmulas abreviadas de maldición. Se pronunciaba una sola
palabra, más el oyente bien sabía lo que era de completar. Tomado por sí solo, racá
significa estúpido y necio en las cosas que se refieren a la religión y al culto de Dios.
Necio es más injurioso que “racá”, porque equivale a impío, inmoral, ateo, en extremo
perverso. El concilio, esto es, el Sanhedrín o supremo tribunal del pueblo judío, constaba
de 71 jueces y era presidido por el Sumo Sacerdote. Representaba la suprema autoridad
doctrinal, judicial y administrativa. Gehenna es nombre del infierno. Trae su origen del
valle Ge Hinnom, al sur de Jerusalén, donde estaba la estatua de Moloc, lugar de
idolatría y abominación (2 R. 23, 10).
24. “La misericordia del Padre es tal, que atiende más a nuestro provecho que al honor
del culto” (S. Crisóstomo).
27. Véase Ex. 20, 14; Dt. 5, 10.
28. Es muy importante distinguir entre la inclinación y la voluntad. No hemos de
sorprendernos de sentir el mal deseo ni tener escrúpulo de él, porque esto es lo normal;
pecado sería consentir en lo que sentimos. Dios saca de él ocasión de mérito grandísimo
cuando lo confesamos con plena desconfianza de nosotros mismos, y entonces nos da la
fuerza para despreciarlo. Por eso Santiago (1, 12) llama bienaventuranza la tentación en
el hombre recto.
29 s. Véase Lc. 24, 19 s. Por ojo derecho y por mano derecha entiende Jesucristo
cualquier cosa que nos sea tan preciosa como los miembros más necesarios de nuestro
cuerpo.
31 s. Véase Dt. 24, 1. Jesús suprime aquí el divorcio que estaba tolerado por Moisés, y
proclama la indisolubilidad del matrimonio. Si no es por causa de fornicación: no quiere
decir que en el caso de adulterio de la mujer, el marido tenga el derecho de casarse con
otra, sino solamente de apartar la adúltera. El vínculo del matrimonio subsiste hasta la
muerte de uno de los dos contrayentes (19, 6; Mc. 10, 11; Lc. 16, 18; Rm. 7, 2; 1 Co.
7, 10 s. y 39).
34 ss. Véase Lv. 19, 12; Nm. 30, 3; Dt. 23, 21 ss. No se prohíbe el juramento, sino el
abuso de este acto solemne y santo.
http://www.ciudadredonda.org
Pero yo os digo...
Manos Unidas: «Frenar la desigualdad está en tus manos»
No suelen resultarnos muy atractivos pasajes evangélicos como el de hoy. Es frecuente
que nos sintamos incómodos con las prohibiciones, las órdenes, las obligaciones...
incluso aunque puedan ser razonables y recomendables o necesarias. Este tiempo de
pandemia nos ha mostrado muchas veces a quienes se «saltaban» las instrucciones de
las autoridades (sanitarias o civiles) como una «limitación» a su santa libertad. Incluso
aunque pusieran en riesgo, no ya su bienestar, sino el de otros.
Dios presentó a Israel los Diez Mandamientos como garantía y como «camino» para que
pudieran conservar la libertad tan duramente conquistada en su peregrinación por el
desierto, y como claves necesarias para evitar conflictos, divisiones y problemas que
rompieran con la unidad y entendimiento como pueblo suyo. Incluidos los tres primeros,
que conviene leerlos en esa clave de no someterse a nada ni a nadie, y reservarse
espacios de encuentro familiar, comunitario, religioso, sin ataduras laborales ni de
ningún otro tipo.
Sin embargo, aquellas leyes de la Alianza del Sinaí eran muy «generales» y
progresivamente se fueron añadiendo otras que las concretaran y aclarasen en distintas
circunstancias: no era lo mismo el tiempo del desierto, que los tiempos prósperos del
rey David, o los destierros que padecieron. Y se fueron «colando» excepciones,
precisiones, prioridades etc que no siempre tuvieron en cuenta la voluntad de Dios, en
asuntos como el «no matarás», o el adulterio y el divorcio, o usar el nombre Dios en
juramentos... etc.
La Ley revelada a Moisés en el Sinaí no era, sin embargo, la palabra definitiva de Dios.
Se la consideraba eterna e irrevocable, era un dogma rabínico, pero en algunos de sus
textos hablan de la futura "Ley del Mesías", que sería como una profunda y definitiva
interpretación de la Ley de Moisés. El Mesías -pensaba el judaísmo- aportaría la luz para
comprender finalmente toda la riqueza de los pensamientos ocultos de la Torah (Ley).
En este sentido podemos leer estas palabras de San Jerónimo:
«Cuando contemplo a Moisés, cuando leo a los profetas es para comprender lo que dicen
de Cristo. El día que haya llegado a entrar en el resplandor de la luz de Cristo y brille en
mis ojos como la luz del sol, ya no seré capaz de mirar la luz de una lámpara. Si alguien
enciende una lámpara en pleno día, la luz de la lámpara se desvanece. Del mismo modo,
cuando uno goza de la presencia de Cristo, la Ley y los Profetas desaparecen. No quito
nada a la gloria de la Ley y de los Profetas; al contrario, los enaltezco como mensajeros
de Cristo.
Sobre el Monte de las bienaventuranzas Jesús ha reconocido su validez pero,
considerándola solamente como una etapa transitoria, y ha indicado una nueva meta, un
horizonte mucho mayor: la perfección del Padre que está en los cielos, su voluntad (el
mandamiento del Amor) como clave de interpretación y profundización. Su punto de
referencia no era la letra pura y dura del precepto, sino el bien de hombre, que a
menudo se había orillado. Y por eso no tuvo inconveniente, por ejemplo, en «violar» la
sagrada ley del Sábado (3er mandamiento) para curar, o el comer con «manos
impuras». No le parecía aceptable la postura descrita en la parábola del fariseo y el
publicano: cumplimiento ante Dios y lejanía y dureza con el pecador. O del hermano
mayor del pródigo: cumplidor... pero con un corazón inmisericorde y lejano al del padre.
Y así, poniéndose a la altura de Moisés, y sin abolir cambiar nada... resalta la intención y
el sentido que están detrás de algunos de esos preceptos, y que forman parte de la
voluntad de Dios. En el Evangelio de hoy encontramos cuatro ejemplos.
+ El primero es «no matar». El hombre no tiene poder sobre la vida de sus semejantes,
es sagrada e intocable, es sólo de Dios. Pero... llegaron los «matices»: si el otro es un
pueblo enemigo, si sorprendemos a alguien en adulterio, si se trata de un pecador, si es
un pagano... Nos ha pasado también a los cristianos: las Cruzadas, la pena de muerte,
el enemigo al que declaramos la guerra... Y yendo a las raíces del mandamiento, afirma
Jesús que hay actitudes y comportamientos que llevan a matar al otro, puede que no
literalmente (menos mal), pero... La cosa empieza por un proceso previo de auto-
convencimiento de que nuestra posible víctima no es persona humana, no tiene
dignidad, no merece respeto: el insulto, el desprecio, el aislamiento, etc... En la historia
de Caín, Dios intenta recordarle varias veces que es su «hermano», pero él lo ha mirado
como el competidor, el objeto de envidia... y acaba matándolo. También el padre del
pródigo insiste y repite al hermano mayor «ese hermano tuyo»... al que juzga y rechaza
por pecador. Jesús insiste aquí por tres veces: «hermano», y va más allá al decir que
sobran las ofrendas en el altar y los rezos y el culto si no estás reconciliado con «tu
hermano». Se trata, pues, de mirar el propio corazón y detectar toda ira, todo juicio,
todo enfrentamiento, toda agresividad que impiden la fraternidad que quiere Dios. Por
eso los que pasan hambre, son también hermanos y nos tiene que preocupar mucho
más allá de alguna generosa limosna. Nos dice Manos unidas: «Frenar la desigualdad
está en tus manos», sobre todo cuando la desigualdad desemboca en la muerte.
+ En cuanto al problema del adulterio, también Jesús «afina» mucho: Hay amistades,
sentimientos, relaciones que son ya adúlteras, aunque no hubiera «hechos»
pecaminosos. La «codicia» o deseo ansioso de poseer a otra persona (mejor que el
«deseo» entendido como atracción sexual), comienza con las miradas (el ojo que
escandaliza), los pensamientos, las fantasías, los roces (la mano que escandaliza)... son
ya un modo de adulterio. Pueden venir bien estas palabras de San Juan Crisóstomo:
«Porque no dijo absolutamente: “El que codicie...” —aun habitando en las montañas se
puede sentir la codicia o concupiscencia—, sino: “El que mire a una mujer para
codiciarla”. Es decir, el que busca excitar su deseo, el que sin necesidad ninguna mete a
esta fiera en su alma, hasta entonces tranquila. Esto ya no es obra de la naturaleza, sino
efecto de la desidia y tibieza. Esto hasta la antigua ley lo reprueba de siempre cuando
dice: “No te detengas a mirar la belleza ajena” (Ecle 9,8). Y no digas: ¿Y qué si me
detengo a mirar y no soy prendido? No. También esa mirada la castiga el Señor, no sea
que fiándote de esa seguridad, vengas a caer en el pecado. Mirando así una, dos y
hasta tres veces, pudiera ser que te contengas; pero, si lo haces continuadamente, y así
enciendes el horno, absolutamente seguro que serás atrapado, pues no estás tú por
encima de la naturaleza humana. Nosotros, si vemos a un niño que juega con una
espada, aun cuando no lo veamos ya herido, lo castigamos y le prohibimos que la vuelva
a tocar más. Así también Dios, aun antes de la obra, nos prohíbe la mirada que pueda
conducirnos a la obra. Porque el que una vez ha encendido el fuego, aun en la ausencia
de la mujer que lascivamente ha mirado, se forja mil imágenes de cosas vergonzosas, y
de la imagen pasa muchas veces a la obra. De ahí que Cristo elimina incluso el abrazo
que se da con solo el corazón».
+ Y refiriéndose al divorcio, también se habían establecido algunas excepciones («el que
se divorcie de su mujer...»). Dios quiso el matrimonio monógamo e indisoluble. Así lo
indican las primeras páginas de la Biblia: "los dos serán una sola carne/persona" (Gn
2,24). Por la dureza del corazón del hombre, sin embargo, había entrado también el
divorcio en Israel. Contra las costumbres, las tradiciones y las interpretaciones de los
rabinos, Jesús devuelve el matrimonio a la pureza de los orígenes y excluye la
posibilidad de separar lo que Dios ha establecido que permanezca unido. Las palabras
claras de Jesús, sin embargo, no dan a ningún discípulo la licencia de juzgar, criticar,
condenar, humillar y marginar a aquellos que han fracasado en su vida matrimonial. Se
trata, en general, de personas que han pasado a través de grandes sufrimientos y vivido
situaciones dramáticas. No han conseguido el ideal planteado por Dios, muy a su pesar.
+ Echar mano de juramentos, poniendo a Dios por testigo es no respetar el Nombre de
Dios. Como dice el Eclesiástico 23,9: "No te acostumbres a pronunciar juramentos, ni
pronuncies a la ligera el Nombre Santo”. Y dice Jesús: “No juréis en absoluto…Que tu
palabra sea sí, sí, no…no. Lo que se añada viene del Maligno”. En la comunidad de los
discípulos de Jesús, el juramento es inconcebible puesto que se trata de una comunidad
constituida por personas de "corazón puro" (Mt 5,8) y guiada por el espíritu de la verdad
(cf. Jn 14,17; 16,13) que ha desterrado de su vida toda mentira, como recomienda
Pablo: "Eliminad la mentira y decíos la verdad unos a otros ya que todos somos
miembros del mismo cuerpo" (Ef 4,25).
Estos son los caminos del Nuevo Mundo del Reino que propone Jesús. Es exigente, claro
que sí, pero hace falta exigencia (y libertad y decisión para asumirlo) de modo que este
mundo sea de otra forma, tal como Dios lo ha querido, y tal como nos haría bien a
todos. Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su
voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras (primera
lectura). ¡Elige!
http://www.aqplink.com/roguemos
2 Padre, Dios del cielo y de la tierra, te alabamos por el misterio escondido en tu Hijo,
Jesús. Él se ha hecho uno de nosotros, ha compartido nuestra vida, se ha mostrado
atento a nuestras necesidades y ha cargado con nuestros pecados. Dios misericordioso,
quieres que seamos un pueblo libre, libre para aman y por eso -en Cristo- nos entregas
una nueva Ley escrita en el corazón del hombre. Tú lo ves todo, sondeas y conoces
nuestros pensamientos y sabes leer nuestras más secretas intenciones en los gestos que
realizamos. No queremos sentirte como un huésped indeseado que viola nuestra
intimidad, sino como el amigo que nos brinda la mano para llevarnos hasta la vida
eterna con la libertad de los hijos de Dios zarparemos mar adentro y, guiados con tu
Palabra y el Espíritu, marcaremos la ruta de la verdadera paz. www.santaclaradeestella.es
3 Dichoso el que, con vida intachable, Camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que,
guardando sus preceptos Lo busca con todo el corazón. Tú promulgas tus decretos Para
que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus consignas.
Haz bien a tu siervo: viviré Y cumpliré tus palabras; Ábreme los ojos, y contemplaré las
maravillas de tu voluntad. Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré
puntualmente; Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
www.ocarm.org
4 ¡Padre bueno! que siempre nos hablas en Cristo Jesús: «Yo les digo…». Que tus
mandamientos sean nuestro Pan de cada día; porque ellos son nuestro Camino, Verdad
y Vida Eterna. Los mandamientos son Tú mismo hijo Jesucristo, tu amor por nosotros, y
son toda misericordia derramada por Ti a toda la humanidad.
Que la presencia del Paráclito la llamémos en cada segundo para no defraudar, que los
Ángeles guardianes siempre sean invocados para no tropezar, y que tu Divina Gracia nos
colme de bendiciones para caminar por la puerta estrecha, difícil pero segura, por
Jesucristo y su Sacratísimo Corazón, Señor mío y Dios mío. Amén. www.dario.res
5 Oh Dios, Padre nuestro, que en Jesús, tu Hijo, nos diste la plenitud y el cumplimiento
de toda ley, haz que, alimentándonos de su cuerpo y de su sangre, y meditando cada
día la divina Palabra, lleguemos a ser partícipes de su mismo amor y capaces de ver en
cada hombre, incluso en el enemigo, un hermano que, como nosotros, ha sido salvado
por Cristo al precio de su sangre. Concédenos un corazón nuevo y haz de nosotros
testigos alegres de la verdadera libertad que tú das a tus hijos, en un mundo opaco y
calculador. www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
Por todas partes, pues, resulta que, si Cristo no mantiene la antigua Ley, no es porque
sea mala, sino porque había llegado el momento de preceptos superiores. El hecho de
que sea más imperfecta que la nueva no prueba tampoco que sea del todo mala, pues,
en ese caso, lo mismo habría que decir de la nueva. El conocimiento que ésta nos
procura, comparado con el de la otra vida, es también parcial e imperfecto y, venido el
otro, desaparecerá. Porque «cuando venga lo perfecto -dice el apóstol— desaparecerá lo
imperfecto» (1 Cor 13,1o), lo mismo que sucedió con la antigua Ley al venir la nueva.
Mas no por eso despreciaremos la nueva Ley, aunque también haya de ceder el paso y
retirarse cuando alcancemos el Reino de los Cielos. Porque entonces —dice—
«desaparecerá lo imperfecto». Y sin embargo, decimos que es grande. Ahora bien, como
son mayores los premios que se nos prometen y mayor la gracia del Espíritu Santo,
también se nos exigen combates mayores. Ya no se nos promete una tierra que mana
leche y miel, ni pingue vejez, ni muchedumbre de hijos, ni trigo y vino, ni rebaños
mayores y menores, sino el cielo y los bienes del cielo: la filiación divina y la hermandad
con el Unigénito y tener parte en su herencia y ser juntamente con El glorificados y
reinar a par suyo, y los infinitos galardones que allí nos esperan. Ahora que también
gozamos de mayor ayuda, oye como lo dice Pablo; «Ya no pesa, par tanto, condenación
alguna sobre las que viven en Cristo Jesús. La ley del Espíritu vivificador me ha liberado
por medio de Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte» (Rom 8,1ss) (Juan
Crisóstomo, «Homilías sobre el evangelio de san Mateo», 16,5, en Obras de san Juan
Crisóstomo, I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1955, 3 19-32o).
www.santaclaradeestella.es
El Señor nos ha enseñado hoy la gran sublimidad de la filosofía celeste, el gran valor de
la milicia cristiana, diciendo: «A quien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale
también la otra» (Mt 5,39). Considera difícil esta manera de comportarse quien ignora lo
grandes que son las recompensas de la paciencia. ¿Piensas acaso que puede obtener la
victoria el que quiere conseguir la corona sin recibir ni siquiera una bofetada? ¿Puede
buscar la gloria aquel a quien le parece insoportable una ofensa humana en defensa del
honor divino? Pues para demostrar que no son difíciles las cosas ordenadas, se repite la
misma lista de los mandamientos: «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por
diente. Pero yo os digo que no hagáis frente al que os hace mal...»
Cuando habla así no pretende que nosotros compensemos vicios con vicios, sino que los
superemos con la virtud y apaguemos la ira a las primeras chispas, porque, si llega al
incendio completo del furor, no se aplacará sin derramamiento de sangre. La ira se
vence con la mansedumbre, el furor se apaga con la docilidad, la maldad se ablanda con
la bondad, con la bondad se abate la crueldad; la paciencia castiga a la impaciencia, la
contienda se supera soportando las injusticias, la humildad derriba a la soberbia. Por
tanto, hermanos, el que quiera vencer los vicios que empuñe las armas de la piedad, no
las del furor. Ésta es la cumbre de la bondad, ésta es la cima de la piedad propia de la
filosofía divina, no de la humana: «No os resistáis al mal, antes venced el mal con el
bien» (Rom 12,21).
Pregunto: ¿qué locura puede haber más grande que golpear la mejilla de un hombre
santo, que azotar la cara de un hermano dócil, que recubrir con triste rencor la belleza
de un rostro plácido, que emplear la violencia contra un individuo ocupado en sus
asuntos y considerar con alivio precisamente los sufrimientos ajenos? Por consiguiente,
hermanos, si ante actos como estos sabemos que somos víctimas de una gravísima
locura, obedezcamos a Cristo y soportemos con toda la virtud de la piedad los mordiscos
y los golpes, tanto para liberar a nuestros hermanos de su pena como para obtener el
premio eterno por nuestra paciencia (Pedro Crisologo, «Sermoni», 38, en G. Banterle
[ed.], Opere di san Pietro Crisologo, 1: Sermoni 1-62 his, Biblioteca Ambrosiana - Citta
Nuova, Milan - Roma 1996, 272ss, passim).
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor,
Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen.
Se finaliza la inclinación de la cabeza.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Señor, que esta oblación nos purifique y nos renueve, y sea causa de eterna
recompensa para los que cumplen tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Dios y Padre nuestro nos has mostrado en Jesús lo que significa decirte Sí. Que al
mismo tiempo que nos unimos a Él por este sacrificio, podamos decir Sí y hacer lo que
nos importa, que nuestro Si pueda ser una fiel respuesta a tu amor y a la gente que
nos rodea. Libéranos para servirte con toda nuestra vida por Jesucristo nuestro Señor.
R/Amen
• Con Jesús damos gracias al Padre por escribir su ley de amor en nuestros corazones.
Con Jesús ofrecemos nuestro Sí a Dios.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento
del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del
pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada
persona de la tierra.
Líbranos, Señor.
Líbranos Señor de nuestro egoísmo que nos hace caer en el pecado. Enséñanos a amar
tu ley y a vivir de acuerdo con su espíritu de compromiso Contigo y con los demás. Que
te sirvamos sin miedos al tiempo que nos prepararnos con alegría y esperanza a tu
venida definitiva entre nosotros de nuestro Salvador Jesucristo.
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Cf. Sal 77, 29-30
Comieron y se hartaron, así el Señor satisfizo su avidez; no los defraudó según su
deseo.
O bien: Jn 3,16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él
no perezca, sino que tenga vida eterna.
Alimentados con las delicias del cielo, te pedimos, Señor, que procuremos siempre
aquello que nos asegura la vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Padre nuestro, tu Hijo Jesús ha puesto ante nosotros las exigencias de la Buena Noticia.
En las tensiones y riesgos de la vida; con Él podemos elegirte a Ti y la felicidad más que
el pecado y la muerte. Danos una firme confianza en Ti de manera que siempre
podamos contar Contigo y que tu Espíritu nos guíe para caminar hacia Ti por el camino
de la fidelidad que nos ha mostrado tu querido Hijo. Por Cristo nuestro Señor.
R/Amen
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te
dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen
gloriosa y bendita! Amén.
✞ ✞ ✞ Bendición
R/ Amen
Podemos ir en paz.
R/ Demos gracias a Dios.
✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16
DIRECTORIO HOMILÉTICO
I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica
Ciclo A. Sexto domingo del Tiempo Ordinario.
Jesús y la Ley
577 Al comienzo del Sermón de la montaña, Jesús hace una advertencia solemne
presentando la Ley dada por Dios en el Sinaí con ocasión de la Primera Alianza, a la luz
de la gracia de la Nueva Alianza:
"No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar
cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o un
ápice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de estos
mandamientos menores, y así lo enseñe a los hombres, será el menor en el Reino de los
cielos; en cambio el que los observe y los enseñe, ese será grande en el Reino de los
cielos" (Mt 5, 17-19).
578 Jesús, el Mesías de Israel, por lo tanto el más grande en el Reino de los cielos, se
debía sujetar a la Ley cumpliéndola en su totalidad hasta en sus menores preceptos,
según sus propias palabras. Incluso es el único en poderlo hacer perfectamente (cf. Jn
8, 46). Los judíos, según su propia confesión, jamás han podido cumplir jamás la Ley en
su totalidad, sin violar el menor de sus preceptos (cf. Jn 7, 19; Hch 13, 38-41; Hch 15,
10). Por eso, en cada fiesta anual de la Expiación, los hijos de Israel piden perdón a Dios
por sus transgresiones de la Ley. En efecto, la Ley constituye un todo y, como recuerda
Santiago, "quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de
todos" (St 2, 10; cf. Ga 3, 10; Ga 5, 3).
579 Este principio de integridad en la observancia de la Ley, no sólo en su letra sino
también en su espíritu, era apreciado por los fariseos. Al subrayarlo para Israel, muchos
judíos del tiempo de Jesús fueron conducidos a un celo religioso extremo (cf. Rm 10, 2),
el cual, si no quería convertirse en una casuística "hipócrita" (cf. Mt 15, 3-7; Lc 11, 39-
54) no podía más que preparar al pueblo a esta intervención inaudita de Dios que será la
ejecución perfecta de la Ley por el único Justo en lugar de todos los pecadores (cf. Is 53,
11; Hb 9, 15).
580 El cumplimiento perfecto de la Ley no podía ser sino obra del divino Legislador que
nació sometido a la Ley en la persona del Hijo (cf Ga 4, 4). En Jesús la Ley ya no
aparece grabada en tablas de piedra sino "en el fondo del corazón" (Jr 31, 33) del
Siervo, quien, por "aportar fielmente el derecho" (Is 42, 3), se ha convertido en "la
Alianza del pueblo" (Is 42, 6). Jesús cumplió la Ley hasta tomar sobre sí mismo "la
maldición de la Ley" (Ga 3, 13) en la que habían incurrido los que no "practican todos
los preceptos de la Ley" (Ga 3, 10) porque, ha intervenido su muerte para remisión de
las transgresiones de la Primera Alianza" (Hb 9, 15).
581 Jesús fue considerado por los Judíos y sus jefes espirituales como un "rabbi" (cf. Jn
11, 28; Jn 3, 2; Mt 22, 23, Mt 24, 34-36). Con frecuencia argumentó en el marco de la
interpretación rabínica de la Ley (cf. Mt 12, 5; Mt 9, 12; Mc 2, 23-27; Lc 6, 6-9; Jn 7,
22-23). Pero al mismo tiempo, Jesús no podía menos que chocar con los doctores de la
Ley porque no se contentaba con proponer su interpretación entre los suyos, sino que
"enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas" (Mt 7, 28-29). La misma
Palabra de Dios, que resonó en el Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es la que en él
se hace oír de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas (cf. Mt 5, 1). Esa palabra no
revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretación
definitiva: "Habéis oído también que se dijo a los antepasados… pero yo os digo" (Mt 5,
33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas "tradiciones humanas" (Mc
7, 8) de los fariseos que "anulan la Palabra de Dios" (Mc 7, 13).
582 Yendo más lejos, Jesús da plenitud a la Ley sobre la pureza de los alimentos, tan
importante en la vida cotidiana judía, manifestando su sentido "pedagógico" (cf. Ga 3,
24) por medio de una interpretación divina: "Todo lo que de fuera entra en el hombre no
puede hacerle impuro… - así declaraba puros todos los alimentos - … Lo que sale del
hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón de los
hombres, salen las intenciones malas" (Mc 7, 18-21). Jesús, al dar con autoridad divina
la interpretación definitiva de la Ley, se vio enfrentado a algunos doctores de la Ley que
no recibían su interpretación a pesar de estar garantizada por los signos divinos con que
la acompañaba (cf. Jn 5, 36; Jn 10, 25. 37-38; Jn 12, 37). Esto ocurre, en particular,
respecto al problema del sábado: Jesús recuerda, frecuentemente con argumentos
rabínicos (cf. Mt 12, 25-27; Jn 7, 22-24), que el descanso del sábado no se quebranta
por el servicio de Dios (cf. Mt 12, 5; Nm 28, 9) o al prójimo (cf. Lc 13, 15-16; Lc 14, 3-
4) que realizan sus curaciones.
La Ley antigua
1961 Dios, nuestro Creador y Redentor, eligió a Israel como su pueblo y le reveló su
Ley, preparando así la venida de Cristo. La Ley de Moisés contiene muchas verdades
naturalmente accesibles a la razón. Estas están declaradas y autentificadas en el interior
de la Alianza de la salvación.
1962 La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales
están resumidas en los Diez mandamientos. Los preceptos del Decálogo establecen los
fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Prohiben lo que es
contrario al amor de Dios y del prójimo, y prescriben lo que le es esencial. El Decálogo
es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los
caminos de Dios, y para protegerle contra el mal:
"Dios escribió en las tablas de la ley lo que los hombres no leían en sus corazones" (S.
Agustín, Sal 57, 1).
1963 Según la tradición cristiana, la Ley santa (cf. Rm 7, 12), espiritual (cf Rm 7, 14) y
buena (cf Rm 7, 16) es todavía imperfecta. Como un pedagogo (cf Ga 3, 24) muestra lo
que es preciso hacer, pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Espíritu para cumplirlo.
A causa del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre.
Según S. Pablo tiene por función principal denunciar y manifestar el pecado, que forma
una "ley de concupiscencia" (cf Rm 7) en el corazón del hombre. No obstante, la Ley
constituye la primera etapa en el camino del Reino. Prepara y dispone al pueblo elegido
y a cada cristiano a la conversión y a la fe en el Dios Salvador. Proporciona una
enseñanza que subsiste para siempre, como la Palabra de Dios.
1964 La Ley antigua es una preparación para el Evangelio. "La ley es profecía y
pedagogía de las realidades venideras" (S. Ireneo, haer. 4, 15, 1). Profetiza y presagia
la obra de liberación del pecado que se realizará con Cristo; suministra al Nuevo
Testamento las imágenes, los "tipos", los símbolos para expresar la vida según el
Espíritu. La Ley se completa mediante la enseñanza de los libros sapienciales y de los
profetas, que la orientan hacia la Nueva Alianza y el Reino de los Cielos.
"Hubo… , bajo el régimen de la antigua alianza, gentes que poseían la caridad y la gracia
del Espíritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual
se adherían a la ley nueva. Y al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres
carnales, alejados todavía de la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras
virtuosas, el temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias,
incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la ley antigua prescribía la caridad,
no daba el Espíritu Santo, por el cual "la caridad es difundida en nuestros corazones"
(Rm 5, 5)" (S. Tomás de Aquino, s. th. 1-2, 107, 1 ad 2).
El Decálogo en la Tradición de la Iglesia
2064 Fiel a la Escritura y siguiendo el ejemplo de Jesús, la Tradición de la Iglesia ha
reconocido en el Decálogo una importancia y una significación primordiales.
2065 Desde S. Agustín, los "diez mandamientos" ocupan un lugar preponderante en la
catequesis de los futuros bautizados y de los fieles. En el siglo quince se tomó la
costumbre de expresar los preceptos del Decálogo en fórmulas rimadas, fáciles de
memorizar, y positivas. Estas fórmulas están todavía en uso hoy. Los catecismos de la
Iglesia han expuesto con frecuencia la moral cristiana siguiendo el orden de los "diez
mandamientos".
2066 La división y numeración de los mandamientos ha variado en el curso de la
historia. El presente catecismo sigue la división de los mandamientos establecida por S.
Agustín y que se hizo tradicional en la Iglesia católica. Es también la de las confesiones
luteranas. Los Padres griegos realizaron una división algo distinta que se encuentra en
las Iglesias ortodoxas y las comunidades reformadas.
2067 Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo.
Los tres primeros se refieren más al amor de Dios y los otros siete más al amor del
prójimo.
"Como la caridad comprende dos preceptos en los que el Señor condensa toda la ley y
los profetas…, así los diez preceptos se dividen en dos tablas: tres están escritos en una
tabla y siete en la otra" (S. Agustín, serm. 33, 2, 2).
2068 El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los cristianos y
que el hombre justificado está también obligado a observarlos (cf DS 1569-70). Y el
Concilio Vaticano II lo afirma: "Los obispos, como sucesores de los apóstoles, reciben del
Señor… la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el
mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los
mandamientos, consigan la salvación" (LG 24).