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LOS LIBROS LITÚRGICOS EN EL RITO ROMANO

Roberto Russo

1. LOS LIBROS LITURGICOS

Entre los elementos constitutivos de toda celebración litúrgica encontramos los “ritus et preces”, 1 es
decir, los ritos y oraciones indicados en los libros litúrgicos necesarios para la misma.
Conocer las fuentes litúrgicas es ir a la búsqueda de los contenidos de los libros litúrgicos que
expresan y guían, hoy como ayer, las celebraciones de la comunidad cristiana para recoger, en el respeto y
la valoración, las características y peculiaridades propias de cada Iglesia; para acercarnos al mensaje vivo
de la fe, expresado según formas y lenguajes que caracterizan la oración litúrgica a través de los siglos.

1.1 SU SENTIDO

“Por libro litúrgico, en sentido estricto, se entiende un libro que sirve para una celebración litúrgica y
está escrito con vistas a ella. En sentido más amplio, es el libro que, aun no habiendo sido escrito con vistas a
una celebración, contiene, sin embargo, textos y ritos de una celebración, tanto si han sido usados como si no.
Además de estas fuentes litúrgicas directas, existen también aquellos escritos que nos informan sobre el hecho
litúrgico, sin ser por ello libros litúrgicos, como textos de historia, escritos de los padres, documentos del
magisterio”. 2

Las fuentes litúrgicas son el reflejo directo, inmediato de la liturgia vivida por la Iglesia. En ellas y en
particular en los libros litúrgicos, encontramos los textos y las fórmulas eucológicas 3 que una Iglesia local
dada, o diversas Iglesias pertenecientes a la misma área geográfica, han asumido como expresión de la
propia fe para anunciar y celebrar el misterio de Cristo en una determinada época o período de su vida.

1.2 LA FORMACIÓN DE LAS LITURGIAS Y LOS LIBROS LITÚRGICOS

Los libros litúrgicos son un vehículo de la tradición en cuanto expresan la fe de la Iglesia (“lex
credendi”), ya que se celebra aquello en lo que se cree (“lex orandi”) y lo que se celebra repercute en la fe-
vida (“lex vivendi”). Pero, también son fruto de los valores de una cultura dada en un momento determinado.
Es por esto que en los libros litúrgicos se contienen las palabras y los gestos con que una cultura vive y
expresa su fe celebrada, con formas, tonalidades y lenguajes propios del genio cultural.

La tradición litúrgica es a la vez inmutabilidad -ya que comunica y expresa el contenido inmutable, es
decir, el depositum fidei celebrado-; y vitalidad -ya que no puede prescindir de elementos mudables, de las
formas concretas con que cada cultura expresa y celebra su fe en el transcurso del tiempo.- 4 La transmisión
de la tradición litúrgica única y perenne se realiza a través de las diversas y cambiantes tradiciones litúrgicas
que se fueron configurando progresivamente en las grandes sedes de las iglesias locales de las metrópolis más
importantes de la antigüedad cristiana. Así en oriente: Jerusalén, Antioquía, Alejandría, Constantinopla, etc.;
en occidente: Roma, Milán, Ravena, Aquilea, etc.

1
Cf. SC 48.
2
I. SCICOLONE, Libros litúrgicos, en: NDL 1127-1128.
3
Eucología = neologismo proveniente del griego: eujé = oración, y lógos = discurso.
4
Sobre esta temática cf. A.M. TRIACCA, Liturgia y tradición, en: A. DI BERARDINO (ed.) Diccionario Patrístico y de la
Antigüedad cristiana II (Ed. Sígueme, Salamanca 1991) 1282-1288.
2
Como afirma TRIACCA, "partiendo de la unidad primordial (el tronco cultural judeo-cristiano), por
empuje del crecimiento vital y de la profundización en el depósito de la fe, se llega a la pluralidad expresivo-
litúrgica. 5 Es a partir del siglo IV, en algunas iglesias orientales, y desde el siglo V con Roma y Milán,
cuando comenzaron a configurarse las liturgias locales.

La formación de las diversas liturgias particulares que alcanzaron en plenitud su desarrollo debió
atravesar, de acuerdo a PINELL, tres fases sucesivas: gestación, creatividad y codificación litúrgica. 6 Algunas
de estas liturgias locales se extinguieron apenas nacidas (el rito afro-latino no pasó de la primera a la segunda
fase), otras no alcanzaron el pleno desarrollo que sus comienzos habrían hecho esperar (el rito galicano
comenzó la segunda fase espléndidamente pero se vió ahogado por la penetración del rito romano), y muchas
otras, una vez desarrolladas, permanecieron en vigor por poco tiempo (rito hispánico). 7 La formación de los
libros litúrgicos está en íntima relación con el surgimiento de las liturgias locales.

En el período de gestación se hace el pasaje de la lengua griega a la latina (mitad del siglo II a la mitad
del siglo IV); durante el período de la creatividad se advierte en las diversas iglesias locales una creciente
creatividad de textos litúrgicos o libelli missarum (del final del siglo IV al final del siglo VI); y el período de
codificación (del inicio de la primera mitad del siglo VII en adelante) es aquel de la composición de los ver-
daderos y propios sacramentarios y restantes libros litúrgicos, en los que las características de las diversas
liturgias están ya bien delineadas.

Los libros litúrgicos son el fruto de la fase de la codificación, a partir del trabajo de los compiladores.
Con su aparición se pretende establecer para la posteridad el ordenamiento de las celebraciones litúrgicas y
los textos destinados a tales celebraciones.

2. HISTORIA DE LOS LIBROS LITÚRGICOS

La historia de los libros litúrgicos podemos dividirla en seis períodos: el tiempo de la improvisación; de
la creatividad; de los libros litúrgicos puros; de los libros mixtos o plenarios; los libros tridentinos y
finalmente los libros del Vaticano II. 8

2.1 IMPROVISACIÓN LITÚRGICA (S. I-III)


Durante los tres primeros siglos cristianos, asistimos a lo que se denomina «período de improvisación»,
en el cual no hay libros litúrgicos propiamente tales, excepto, si así podemos llamarlo, el texto de la Biblia.
Para el resto, todo se deja a la libre creatividad, salvo en los elementos esenciales.

En este período no existen formularios litúrgicos definitivos ni uniformes que sean obligatorios para cada
acción litúrgica de una iglesia particular o de una región eclesial, aunque la estructura básica de la liturgia
tienda a fijarse. Naturalmente nada se nos ha conservado de este período de improvisación oral. Pero, la
improvisación ha sido la regla general en materia de liturgia, antes de pasar progresivamente a la codificación
de textos.

5
Ibid., 1283.
6
J. PINELL, Liturgias locales antiguas (origen y desarrollo), en: NDL 1204-1206.
7
Ibid. 1203-1204.
8
Cf. I. SCICOLONE, Libros litúrgicos, en: NDL 1128-1144. Sobre la formación de los libros litúrgicos cf. C. VOGEL,
Medieval Liturgy: An Introduction to the Sources (The Pastoral Press, Washington 1986); A. NOCENT, Libri liturgici nella
storia della Liturgia, en: AA.VV., Anàmnesis 2. La Liturgia, panorama storico generale (Marietti, Casale Monteferrato 1978)
131-183; I. SCICOLONE - P. FARNÉS, Libros litúrgicos, en: NDL 1127-1144; E. PALAZZO, Histoire des livres liturgiques:
Le Moyen Age. Des origenes au XIIIe siècle (Beauchesne, Paris 1993).
3
Hallamos rastros de esquemas y de la libertad propia de este período en textos no litúrgicos como la Didaché
(ca. 50-70); la Apología I de Justino (+ 165). Hacia el 215 encontramos la Tradición apostólica de Hipólito
de Roma (+ 235). En sentido amplio, éste es el primer libro litúrgico, porque contiene sólo descripciones de
ritos litúrgicos con algunas fórmulas más importantes. Pero, tengamos presente, que estos textos, son un
ejemplo, un modelo de formulario, pero no "el" formulario de la iglesia de Roma en esta época, ni una
fórmula obligatoria a seguir.

Con el comienzo del s. III comenzamos a tener evidencias escritas de cómo una iglesia oraba, así surgen
los famosos libelli missarum: pequeño libro para la misa. Son fascículos que contienen algunos textos
litúrgicos: formularios para una o más misas (colectas, prefacios, «Hanc igitur», postcommunio», con
exclusión del «canon missae», elección de oraciones diversas, conjunto de textos para una acción precisa
(rituales, «ordines») para uso de una determinada iglesia, para una ocasión particular, o en una asamblea
concreta.

2.2 CREATIVIDAD LITÚRGICA (S. IV-VI)

Desde el siglo IV los diversos ritos litúrgicos, tanto orientales y occidentales, van tomando sus
fisonomías propias debido a la creación de textos que cada iglesia compone y comienza a fijar por escrito,
aunque no en forma oficial. En Roma es la época del pasaje del griego al latín como lengua litúrgica.

En esta época se componen textos eucológicos que sirven para diversas celebraciones. Se encontró cierta
cantidad de libelli missarum en Letrán y se reunieron en un códice que fue primeramente editado en 1739 con
el título de «Sacramentario Leoniano», por considerarlo una composición de León Magno (440-461). Pero en
realidad hay textos del papa Gelasio, Virgilio, del mismo León y otros por identificar todavía. La última
edición crítica, del año 1956, lleva por nombre: sacramentario Veronense (= Ve).

Fue compilado hacia el año 550, aunque algunos formularios se remontan a una época anterior. La
recolección sigue el calendario civil sin tener en cuenta los tiempos litúrgicos. Al códice le faltan los primeros
folios, comenzando por el mes de abril, que corresponden a VII secciones. Normalmente cada formulario
comprende colecta, secreta, prefacio, poscomunión y super-populum. Falta todo el texto del canon y toda la
cuaresma y la pascua. De las demás fiestas a veces presenta muchos formularios, mientras que algunas
celebraciones están ausentes.

Por todos estos motivos, no se trata de un verdadero sacramentario, sino de una compilación de libelli
romanos, más bien desordenados, en el sentido que no están organizados para servir directamente a una
celebración.
Pero, a pesar de ésto, el códice reviste una importancia fundamental para la eucología romana, porque se trata
de las primeras composiciones seguramente romanas.

2.3 LOS LIBROS LITÚRGICOS PUROS (S. VII-X)

A partir del siglo VII tenemos libros litúrgicos propiamente tales. Se trata de libros «puros», en el sentido
de que contienen cada uno un elemento de la celebración, y que por lo tanto sirven para cada ministro. Los
libros litúrgicos, en sentido estricto, más antiguos son todos posteriores a Gregorio Magno (590- 604).

La celebración litúrgica exige la presencia de libros en los cuales la Iglesia en oración pusiera los
formularios (= textos eucológicos) para uso del celebrante: sacramentarios; de lecturas de la Sagrada
Escritura proclamadas por los ministros y escuchada por toda la asamblea como Palabra de Dios y
seguidamente comentada: leccionarios; de cantos, el elemento lírico de la celebración, para ser ejecutados por
4
el solista, la «schola» y el pueblo: antifonarios. Pero además, para la descripción del plan de desarrollo de la
celebración; para su ritmo y las distintas intervenciones de los ministros; sus gestos y los movimientos, que
indique los símbolos y la lista de los objetos litúrgicos a utilizar, es necesario otro libro: ordines.

 EL SACRAMENTARIO

Es el libro del celebrante, obispo o presbítero, y contiene las fórmulas eucológicas para la eucaristía y los
sacramentos. Es decir, se encuentran los formularios de los diversos ritos pero sin las indicaciones sobre el
modo de oficiarlos. 9
Los tipos principales son tres:

El sacramentario Gelasiano antiguo (= GeV). Es el primer libro litúrgico verdadero organizado como tal.
El único testimonio que se nos conserva fue copiado hacia el 750 cerca de París, probablemente en el
monasterio de Chelles. El arquetipo o modelo del GeV, originario de la ciudad de Roma, fue compuesto entre
el 628 y el 715. Se trata de un sacramentario para uso presbiteral. Su estructura presenta dos peculiaridades
que serán rasgos distintivos de toda la familia gelasiana: la división en tres libros y la distinción entre el
temporal y el santoral.

Los sacramentarios gregorianos, y hablamos en plural por la gran cantidad de manuscritos que se han
conservado, los cuales tienen un tronco o fuente común que se denomina sacramentario Gregoriano
primitivo o puro. Fue confeccionado en la primera mitad del siglo VII durante el pontificado del papa
Honorio (625-638), para uso estrictamente papal.

La clasificación de los manuscritos ha hecho reconocer dos tipos de sacramentarios gregorianos: el I y el


II. El tipo I corresponde a un sacramentario papal para uso en Letrán, y está representado por el Hadrianum
(= GrH), que fue enviado por el papa Adriano I (772-795) al emperador Carlomagno (768-814) a pedido de
éste y que lo conservó en Aquisgrán, y por el sacramentario conservado en Trento o Tridentinum (= GrT). El
tipo II es una adaptación del sacramentario usado en Letrán (tipo I) para uso presbiteral en el Vaticano, y está
representado por el sacramentario de Padua (= GrP).

Los gelasianos del siglo VIII. Una tercera serie de sacramentarios está constituida por una docena o más
de manuscritos, todos de origen franco, que no pertencen ni a la familia gelasiana ni a la familia gregoriana.
Las características comunes de estos manuscriptos postula la existencia de un único arquetipo, el denominado
sacramentario de Flavigny, (760-770) hoy perdido, al cual también se le llama sacramentario gelasiano del
VIII siglo o el gelasiano franco. El manuscrito más fiel del arquetipo es el sacramentario de Gellone (= GeG,
a.790-800).

 EL LECCIONARIO

Es el libro en el cual se encuentran las perícopas bíblicas destinadas a ser leídas en la celebración
litúrgica.

Diversos sistemas se han utilizado para indicar las lecturas de la celebración eucarística: las notas
marginales al lado de la misma Biblia; las listas o «capitularia» que recogen las indicaciones anteriores,
indicándose la primera y la última palabra del texto; el leccionario propiamente dicho que reproduce por
extenso las lecturas: el evangeliario que contiene las lecturas evangélicas, y el epistolario que recoge las
lecturas no evangélicas, ya como listas, ya como texto “in extenso”.

9
Cf. R.RUSSO, Los sacramentarios romanos, en: Soleriana 23 (1998/2) 263- 276, con bibl.
5
 EL ANTIFONARIO

Es el libro que contiene los cantos de la misa (y del oficio), y está destinado al cantor o a la «schola
cantorum».

Los más antiguos antifonarios para la misa hay que emparentarlos con los gelasianos del s. VIII, no
tienen todavía notación musical.

 LOS ORDINES
Para la puesta en acción de una celebración litúrgica no bastan los diferentes libros que contienen los
textos, sino que se necesita conocer el modo de estructurar el desarrollo de la celebración misma. Los libros
hasta ahora mencionados sólo rara vez presentan rúbricas. De éstas se encargan los ordo (plural: ordines).

La adopción progresiva de la liturgia romana más allá de los Alpes en los países francos y germánicos a
lo largo del siglo VIII supone que de Roma han partido los sacramentarios. Pero ellos no son suficientes pues
no indican las rúbicas que precisan las acciones a realizar y el rol de cada ministro. Cada iglesia tiene, sobre
este punto su tradición que se transmite por la práctica y la enseñanza oral. Para iniciar a los clérigos francos
en los ritos utilizados por la Iglesia de Roma para la misa, el bautismo, la semana santa, las ordenaciones, la
dedicación de una iglesia, etc., es necesario de pequeñas guías que presentan la descripción detallada. Estas
composiciones son llamadas Ordines Romani (= OR) y son el complemento indispensable del sacramentario.

2.4 LOS LIBROS MIXTOS O PLENARIOS (S. X-XIII)

En torno al año 1000 se produce el fenómeno de la fusión de los diferentes libros por motivos
funcionales. Se tiene en un solo libro todos los elementos que sirven para una celebración. Un primer paso
consiste en insertar en los Ordines los textos eucológicos que antes sólo se mencionaban. Así surgen los libros
mixtos o plenarios. Entre ellos tenemos: el Pontifical; el Misal; el Ritual y el Breviario.

Entramos en la etapa de los así denominados libros de la «segunda generación», poniendo fin a los de la
«primera generación» nacidos de la reforma carolingia en materia de liturgia (los sacramentarios y los
ordines).

 EL PONTIFICAL
Es el libro que contiene fórmulas y ritos de las celebraciones reservadas al obispo (pontífice) y nace
teóricamente del encuentro y combinación de los OR no eucarísticos con los formularios correspondientes del
sacramentario. Esta unión, en un único volumen de materiales correspondientes a dos libros litúrgicos
distintos, es por razones prácticas. Los primeros intentos de compilación aparecen en el siglo IX y se
multiplican a partir del X.
Los pontificales más importantes son:

El Pontifical romano-germánico (= PRG) del siglo X, fue compilado entre el 950 y el 962 en Maguncia.
El PRG ofrece con todo detalle el conjunto de las funciones sagradas como eran oficiadas en las iglesias de
occidente durante los siglos IX y X, y aparece como la primera obra oficial destinada a las celebraciones
reservadas al obispo.

El Pontifical romano del s. XII (= PR s. XII). Con Gregorio VII (1073-1085) se pone fin gradualmente a
la afluencia de libros litúrgicos del otro lado de los Alpes.
6
A partir del concilio Laterano I (1123) el papado retoma su soberanía en el gobierno de la Iglesia y en
particular en su expresión litúrgica. En este sentido fueron enviados legales papales a través de Europa a fin
de reorientar los usos litúrgicos locales según las prácticas romanas. Para esto el PRG fue adaptado a la nueva
situación topográfica, eclesial y política de Roma. Los liturgistas romanos eliminaron arcaicos e innecesarios
materiales, algunos fueron simplificados y otros adaptados a la peculiar situación de Roma. La tendencia fue
abreviar dejando tan sólo aquello que fuese útil para la celebración; en otras palabras, deseo de claridad,
mesura, equilibrio y sobriedad. En este contexto nacen los nuevos pontificales, entre ellos el PR s. XII.

El Pontifical de la curia romana del s. XIII (= PCR). Bajo el pontificado de Inocencio III (1198-1216) un
nuevo impulso fue dado al pontifical romano dentro del contexto de una gran reforma de la Iglesia latina
llevada a cabo por el papa. Los liturgistas de la curia papal de Letrán confeccionaron libros adaptados a las
exigencias de los capellanes que reflejan la liturgia oficial de la curia y se impondrán en todo el occidente. Así
surge, entre otros, un misal y un pontifical, a través de los cuales se tiende a la identificación eclesiológica
entre la «ecclesia romana» y la «curia romana».

El Pontifical de Guillermo Durand. El PCR en Francia entra en competencia con el pontifical elaborado
por el gran liturgista del s. XIII Guillermo Durand (1230-1296), obispo de Mende, al sur de Francia, en el
entorno del 1293-1295. Este pontifical, redactado para uso privado y para el uso de los obispos que lo
quisieran adoptar, se impuso sobre el pontifical de la curia romana, favorecido por una situación de gran
inestabilidad en Roma y el cisma de Occidente. Además servirá de base a la primera edición impresa, editio
princeps del Pontificale romanum en 1485.

 EL MISAL

Hacia finales del siglo X comienzan a aparecer libros que contienen todos los elementos para la
celebración de la eucaristía (oraciones, lecturas, cantos, ordo missæ). Resultan de la combinación de cuatro
libros litúrgicos: sacramentarios, epistolarios, evangelarios y antifonarios. Se llama a ese libro Missale, o
Liber missalis, o Missale plenarium.

Por la segunda mitad del siglo IX, los misales plenarios comienzan a ser más numerosos que los
sacramentarios. En la primera mitad del s. XII, los sacramentarios son una pequeña minoría, en el s. XIII eran
excepcionales y en el s. XIV arcaicos.

El pasaje de los sacramentarios a los misales plenarios parece que se debe a una evolución de la
eclesiología de la liturgia, posterior a la época carolingea, la cual trajo como consecuencia la concentración
teórica de la acción litúrgica en el celebrante, sin suprimir los otros ministros de la celebración. A partir del s.
XI, el celebrante tuvo que recitar, al menos en voz baja, las partes cantadas de la misa, mientras ellas eran
ejecutadas por el coro; de manera similar, las diversas lecturas pronunciadas por el diácono y subdiácono.

Finalmente con el misal plenario, la celebración deja de ser una «actio liturgica» en la que el celebrante,
ministros, cantores y pueblo colaboraban con sus respectivos roles. Como resultado el celebrante es el único
«actor» en este proceso litúrgico, quien debe proveerse de una nueva clase de libro.

El más importante de los misales plenarios es el llamado Missale secundum consuetudinem curiæ del
siglo XIII, que tuvo gran difusión por haberlo aceptado la orden de los frailes menores, que prácticamente lo
llevaron en todas sus peregrinaciones. Será el primer Misal impreso, como editio princeps, en Milán en el año
1474.
7
 EL RITUAL
Así como los obispos tenían en el Pontifical su libro, también era necesario un libro que contuviese los
ritos realizados por los presbíteros, además del Misal para la eucaristía. Como libro litúrgico específico
contiene todo lo que el sacerdote necesita para todas las celebraciones de los sacramentos y sacramentales, a
excepción de la eucaristía y del oficio divino.

La historia del ritual es larga y complicada, especialmente hasta el s. XII. Pareciera que está en relación,
con el surgimiento de la parroquia como una entidad administrativa y eclesiástica, en el s. IX, lo que
favoreció el desarrollo de una liturgia presbiteral específica, en el seno de las múltiples funciones
sacerdotales. Para ello era necesario libros litúrgicos o textos propios para ritos diferentes. Esto serían el
antecedente a ese único volumen que es el ritual.

2.5 LOS LIBROS TRIDENTINOS

El concilio de Trento (1545-1563) tenía en proyecto una reforma de la liturgia, pero no se logró llevarla a
cabo durante su desarrollo, y en la sesión XXV se pidió al papa la tarea de realizarla.

Los criterios con los cuales se lleva a cabo esta obra son: reformar, según la tradición de la iglesia
romana; imponer los nuevos libros a toda la iglesia occidental, excepto aquellas iglesias u órdenes religiosas
que pudieran honrarse de tener ritos con más de doscientos años de antigüedad. Esto, debido a que la única
autoridad en campo litúrgico de ahora en adelante será la sede apostólica.

Pío V edita: el Breviario romano (1568) y el Misal romano (1570); Gregorio XIII el Martirologio
(1584); Clemente VIII el Pontifical romano (1598) y el Ceremonial de los Obispos (1600); finalmente Pablo
V el Ritual romano (1614).
Nos encontramos por primera vez con dos nuevos libros litúrgicos: el «martirologio» y el «ceremonial de los
obispos». Se llama martirologio al libro que contiene según la ordenación del año los nombres y algunos
datos esenciales relativos a los santos -no sólo los mártires- que la comunidad cristiana recuerda, aunque no
los celebre todos. En cambio el «calendario» contiene sólo aquellos santos cuya memoria se celebra
litúrgicamente, en la Iglesia universal o en las locales. El ceremonial de los obispos contiene las celebraciones
en que interviene el obispo. No tiene los textos sino las normas y el sentido de las celebraciones.
En la edición de todos estos libros litúrgicos, se ve la buena intención de volver a las fuentes antiguas y
genuninas de la liturgia, pero, debido a la falta de medios técnicos adecuados, lo único que la reforma
tridentina hace es purificar y restaurar el rito romano de acuerdo más o menos con la forma que tenía en
tiempos de Gregorio VII (1073-1085).

Todos estos libros se llamarán romanos en el sentido que serán válidos no solamente para la ciudad de
Roma, sino para todo el occidente latino. La gran novedad del Concilio de Trento de la uniformidad que se
impone a toda la Iglesia latina, uniformidad acompañada de una fijación de las fórmulas y los ritos, ya que, en
adelante, no se podrá introducir en ella ninguna modificación. Para vigilar el mantenimiento de esta liturgia
fija e inalterable, el papa Sixto V crea, en el año 1588, la Sagrada Congregación de ritos, cuya misión no es la
de continuar la reforma sino velar por el exacto cumplimiento de todas las normas establecidas.

2.6 LOS LIBROS DEL VATICANO II

Desde la promulgación de los libros litúrgicos tridentinos, los mismos permanecieron prácticamente
inalterados, salvo pequeñas modificaciones. Es recién a partir de este siglo con san Pío X y posteriormente
con Pío XII que se producen cambios de relieve, como el restablecimiento de la vigilia pascual (1951), de la
8
semana santa (1955), el nuevo código de rúbricas (1960). En concordancia con el Código de rúbricas se
publica las ediciones típicas del Breviario romano (1961), del Pontifical romano (1961-1962) y del Misal
romano (1962).

El concilio Vaticano II a través de su constitución sobre la Liturgia promovió una reforma general de los
libros litúrgicos: "Revísense cuanto antes los libros litúrgicos, valiéndose de peritos y consultando a Obispos
de diversas regiones del mundo" (SC 25). Luego de aprobada la SC, Pablo VI instituía una comisión especial:
Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia (25.01.1964) encargada de la revisión a fondo
de todos los libros litúrgicos según los criterios emanados de la SC. El Consilium trabaja con la Sagrada
Congregación de Ritos, luego Pablo VI las transforma en la Sagrada Congregación para el Culto Divino
(1969) la cual sufrirá diversas transformaciones hasta que Juan Pablo II la transforma en Congregación para
el Culto divino y disciplina de los Sacramentos (1988). El trabajo ha sido enorme y se elaboró para cada libro
litúrgico la «edición típica».

3. LOS LIBROS DE LA REFORMA DEL VATICANO II

La revisión orgánica de la liturgia latina, la más amplia y completa realizada por el Vaticano II, encuentra
su expresión concreta en los libros litúrgicos que la actúan, y que están ya casi todos publicados, al menos en
la edición típica latina.

3.1 ELENCO DE LOS LIBROS

A continuación transcribimos el elenco completo de los libros litúrgicos y de aquellos que están al
servicio de la celebración, en orden cronológico según la fecha del decreto de aprobación:

Graduale simplex 03. 09. 1967; 2ª edición típica 22. 11. 1974.
De ordinatione Diaconi, Presbyteri et Episcopi 15. 08. 1968; 2ª edición típica 29. 06. 1989.
Ordo celebrandi Matrimonium 19. 03. 1969; 2ª edición típica 19. 03. 1990.
Calendarium Romanum 21. 03. 1969.
Ordo Missae 06. 04. 1969.
Ordo Baptismi parvulorum 15. 05. 1969.
Ordo Lectionum Missae 25. 05. 1969 (cf. 30. 09. 1970); 2ª edición típica 21. 01. 1981.
Ordo Exsequiarum 15. 08. 1969.
Ordo Professionis religiosae 02. 02. 1970.
Missale Romanum 26. 03. 1970; 2ª edición típica 25. 03. 1975.
Ordo Consecrationis virginum 31. 05. 1970.
Missale Romanum: Lectionarium 30. 09. 1970 (vol. I, II, III); 2ª edición típica 21. 01. 1981.
Missale parvum, ad usum sacerdotis itinerantis 18. 10. 1970.
Ordo Benedictionis Abbatis et Abbatissae 09. 11. 1970.
Ordo benedicendi Oleum catechumenorum et infirmorum et conficiendi Chrisma; 03. 12. 1970.
Officium divinum: Liturgia Horarum 11. 04. 1971 (vol. I, II, III, IV); 2ª edición típica 07. 04. 1985.
Ordo Confirmationis 22. 08. 1971.
Ordo Initiationis christianae adultorum 06. 01. 1972.
Ordo cantus Missae 24. 06. 1972.
De institutione Lectorum et Acolythorum:De admissione inter candidatos ad Diaconatum et
Presbyteratum. De sacro coelibatu amplectendo 03. 12. 1972.
Ordo Unctionis infirmorum 07. 12. 1972.
De sacra Communione et de Cultu mysterii eucharistici extra Missam 21. 06. 1973.
9
Directorium de Missis cum pueris 01. 01. 1973.
Ordo Poenitentiae 02. 12. 1973.
Ordo Dedicationis ecclesiae et altaris 29. 05. 1977.
Nova Vulgata Bibliorum Sacrorum 25. 04. 1979; segunda edición típica 1986.
Ordo coronandi imaginem Beatae Mariae Virginis 25. 03. 1981.
De Benedictionibus 31. 05. 1984.
Caeremoniale Episcoporum 14. 09. 1984.
Collectio Missarum de Beata Maria Virgine y Lectionarium pro Missis de Beata Maria Virgine 15. 08.
1986.
Passio Domini Nostri Iesu Christi 08. 02. 1989.
De exorcismis et suplicationibus 22. 11. 1998.

3.2 LAS PARTES DEL LIBRO LITÚRGICO

Todo libro litúrgico, en su editio typica -texto oficial escrito en latín y elaborado por la autoridad
compotente de la Santa Sede-, se abre con Decretum promulgativo de la Congregación competente llamada,
según los períodos en el cual el libro es editado o reeditado: Sacra Congregatio pro Cultu Divino o
Congregatio pro Disciplina Sacramentorum et Cultu Divino o Congregatio de Cultu Divino et Disciplina
Sacramentorum.

En el Decretum se indica tanto la vocatio legis como las competencias de las conferencias episcopales.
Luego del Decretum normalmente el libro litúrgico puede ser dividido en cuatro partes o secciones: a. la
Constitutio Apostolica; b. los Praenotanda; c.el Ordo o los Ordines; d.un eventual Appendix

 LA CONSTITUTIO APOSTOLICA

Cuando es necesaria la presencia de una «Constitución Apostólica» se la coloca al comienzo del libro.
Cuando en un Ordo sacramental se debe precisar lo referente a la esencia del rito (por ejemplo las palabras y
el modo como se unge en la confirmación) se recurre a una Constitución Apostólica.

La «Constitución Apostólica» tiene un indudable valor magisterial. Después de las definiciones


dogmáticas, es probablemente el modo más importante de cualificar y de proponer un documento del
magisterio. En su texto se utilizan como fuentes, además de la Sagrada Escritura, referentes a la liturgia
Oriental y Occidental, los Padres, Doctores, Concilios, el Magisterio papal.

 LOS PRAENOTANDA
Con la editio typica del De Ordenatione (1990), todos los libros litúrgicos tienen una «Introducción»
(Praenotanda). 10 Para el Ordo Missae y la Liturgia Horarum la introducción se llama Institutio Generalis
por la importancia que ella asume al reglamentar dos relevantes libros litúrgicos para la vida de la Iglesia,
como por su amplitud que supera aquella de una común introducción.

La «Introducción» es una verdadera presentación bíblico-teológica y pastoral-celebrativa de los


sacramentos o sacramentales. Así por ejemplo, en la «Introducción» de un sacramento, en primer lugar se lo
ubica dentro de la historia de la salvación; se indican las funciones y ministerios en la celebración del
sacramento; la celebración en sí del sacramento; las adaptaciones que corresponden a las conferencias
10
El primer libro de la reforma litúrgica conciliar, De Ordinatione Diaconi, Presbyteri, et Episcopi (1968) fue editado sin
verdadera y propia «Introducción», en cambio ya la presentaba el segundo ritual, el Ordo celebrandi Matrimonium (1969).
Progresivamente, los otros libros han presentado siempre más consistentes «Introducciones».
10
episcopales y las acomodaciones que corresponden al ministro; finalmente las cosas necesarias para la
celebración.

 EL ORDO

El Ordo o el programa ritual, es la secuencia ritual, el desarrollo de la celebración. Se ofrece todo el


material ritual y eucológico. El Ordo implica el conjunto de acciones o gestos simbólicos que tienen por
objeto asumir, expresar, celebrar, comunicar o transmitir el acontecimiento que motiva una celebración. En la
secuencia ritual suelen entrar estos componentes: la palabra, el primero y principal medio de expresión y de
comunicación; el gesto, que es una forma de palabra y los elementos naturales y los objetos de todo tipo que
se utilizan en la acción ritual. Además se debe tener en cuenta el espacio y el tiempo.

Un elemento a destacar es el Leccionario que presenta todo libro litúrgico. Esta sección es determinante,
en el sentido que toda celebración tiene como primer polo la liturgia de la Palabra: es de aquí, de hecho, que
toma forma la segunda parte de una celebración como respuesta actual y actualizante al Dios que continua-
mente interpela a su pueblo.

 APPENDIX

Es frecuente encontrar «Apéndices» en los libros litúrgicos, de índoles diveresos, desde un ritual
moderado por un ministro laico, hasta subsidios para la celebración de un sacramento.

3.3 CARACTERÍSTICAS DE LOS LIBROS LITÚRGICOS

 EL MISTERIO QUE SE CELEBRA

Los actuales libros reformados presentan un nuevo estilo. En primer lugar, no se muestran tan
preocupados por responder a la pregunta del «cómo» (cómo hay que hacer las cosas), sino a la más radical e
importante del «qué, para qué» (qué es lo que celebramos, cuáles son los objetivos a conseguir en tal
celebración, en tal momento). El «cómo», aunque sean también importante, ha quedado relativizado en los
nuevos libros.

Los mismos libros son la mejor prueba de que la liturgia no es ya la ciencia de las rúbricas, ni un anexo
del Derecho canónico, ni se goza saboreando la arqueología. Los libros tienen ahora un tono entre teológico,
bíblico, pastoral, catequético: y todo converge en la orientación para que la comunidad celebre el misterio.

Estudiar los libros mismos, es la clave fundamental para celebrar en espíritu y verdad la liturgia. Y eso
tanto con las introducciones de cada libro como con su contenido eucológico o la selección de lecturas
bíblicas o el tratamiento de los signos sacramentales.

 VARIEDAD DE POSIBILIDADES CELEBRATIVAS

En segundo lugar los actuales libros litúrgicos no proponen una celebración monolítica, igual para
todas las asambleas. Una característica es la variedad de posibilidades celebrativas que ofrecen. Esto implica
conocer y familiarizarse previamente con el libro para poder seleccionar las lecturas correspondientes, elegir
los textos eucológicos más de acordes con la asamblea que celebra, adaptar las moniciones.
11
4. LA FUNCION DEL LIBRO LITURGICO

Para comprender el sentido de los libros litúrgicos es imprescindible situarlos exactamente en su lugar:
de cara a la celebración. 11

4.1 LO PRINCIPAL: LA CELEBRACIÓN

Lo principal es la celebración: momento privilegiado de la comunidad, la epifanía de su fe, la


actualización del Misterio de Cristo. La celebración es el punto de llegada de todo el camino evangelizador y
el punto de partida de todo el compromiso misionero y testimonial de la comunidad cristiana.

Ni la docencia ni la pastoral terminan en el libro. Lo que buscan es una celebración viva, auténtica. El
libro puede cambiar. La finalidad permanece y se aclara cada vez más: que la comunidad celebre y sintonice
con el Misterio de Cristo.

4.2 EL LIBRO: INSTRUMENTO PARA LA CELEBRACIÓN

No está mal recordarlo: los libros no son el valor absoluto, sino algo relativo. Son un medio -muy
importante, pero un medio- para conseguir ese acontecimiento salvífico, distinto cada vez, que se llama
celebración. Los medios son algo relativo y transitorio.

Actualmente, por ejemplo, celebramos la liturgia de la Palabra con el leccionario reformado. Pero el
leccionario es un medio relativo y transitorio que vale mientras sirve a la finalidad que persigue: acoger y
celebrar la Palabra viva de Dios. Cuando en vez de ayudar a celebrar mejor la Palabra, nos lo haga más difícil,
habrá que cambiarlo. Y quedará como un monumento interesante de la fe y de la sensibilidad de nuestros
tiempos. Como han quedado tantos leccionarios anteriores, que ahora nos parecen caducos.

Una cosa es qué celebramos, y otra, cómo, con qué medios llegamos a celebrar con más autenticidad.
Los libros litúrgicos recogen aquellos textos, fórmulas y estructuras que, por su especial eficacia, por su
tradición y aceptación eclesiales, parecen los más adecuados en un determinado momento para servir a una
celebración mejor. Y eso lo hacen los mismos libros, ahora, con un cierto tono de autorelativización.
Proponen esos medios, a veces, como optativos, como alternativos o libres («con estas o semejantes
palabras»), aunque otros, los más céntricos, tengan un grado mucho mayor de estabilidad y eclesialidad.

4.3 EL LIBRO: NECESARIO PARA LA CELEBRACIÓN

Pero una cosa es que los libros no sean los valores absolutos y otra que sea indiferente que existan o
cuáles son en concreto.

Cuando están adecuados a su finalidad, los libros litúrgicos son medios utilísimos para la comunidad.
Los motivos que los han ido creando a lo largo de la historia, ya desde muy pronto, a partir de los famosos
«libelli» o fascículos, siguen siendo válidos también hoy.

Necesitamos para la celebración de la comunidad una guía, unas fórmulas concretas, un ritual. Por
mucho que hoy se valore la creatividad, no podemos prescindir de los libros.

11
Sobre la función de los libros litúrgicos sigo a: J. ALDAZABAL, El libro litúrgico como pedagogía de la celebración, en:
Phase 116 (1980) 111-124 al cual reenviamos para ulteriores profundizaciones.
12
Además de este motivo pragmático, hay también una razón pedagógica o psicológica: la comunidad
necesita verse reflejada de algún modo en formas y signos conocidos, repetidos, manifestativos de la propia
identidad y de la tradición heredada por una familia viva.

Y hay además un motivo teológico: los libros litúrgicos aseguran que la celebración es eclesial y no
expresión esporádica de la fe de un grupo o de una persona. Los libros litúrgicos nos hacen rebasar nuestra
sensibilidad peculiar, nos objetivizan en cierto sentido, nos hacen universales: o sea, eclesiales. El margen de
creatividad seguirá existiendo, pero la celebración tiene que ser eclesial y eso, en gran parte, lo aseguran los
libros, que son la guía de una celebración que pertenece a todo el Pueblo de Dios, no sólo al equipo animador
de turno.

5. CRITERIOS PARA EL USO DE LOS LIBROS LITURGICOS

El conocer los libros litúrgicos debe conducir a una celebración viva y creativa. Claro que estos libros
son actualmente también un directorio interesante de pastoral y de espiritualidad. Así los rituales de los
sacramentos iluminan todo el proceso de preparación y los pasos posteriores de los diversos sacramentos. La
«Introducción» a la Liturgia de las Horas motiva la oración cristiana y señala los mejores valores del rezo
cristiano de los Salmos.

Pero lo que más directamente se consigue con un estudio del libro litúrgico es aprender a situarse
justamente de frente a la celebración misma. De allí la necesidad de saber utilizar inteligentemente los libros
litúrgicos. O sea, a utilizarlos con creatividad.

5.1 LOS LIBROS LITÚRGICOS: PROYECTOS A REALIZAR

A los libros litúrgicos del Vaticano II se los debe entender como proyectos que se han de realizar luego
en la celebración, como propuesta celebrativa, teniendo en cuenta la particular situación de la asamblea. De
aquí deriva la necesidad de estudiar bien las introducciones de los libros, las posibilidades de adaptación que
se dejan a las conferencias episcopales y las acomodaciones al presidente de la celebración. Estas
posibilidades se han de explotar luego en el momento celebrativo.

El libro litúrgico en lugar de ofrecer una serie de celebraciones ya preordenadas, y por tanto invariables,
ofrece abundante material para construir celebraciones diferentes y diferenciadas y responder así a exigencias
diversas. Es árbitro de las diversas opciones el presidente de la asamblea, el cual sin embargo, mirará al bien
espiritual de su comunidad, sabrá usar convenientemente el sentido eclesial y el respeto a las situaciones, no
impondrá una idea personal y, sobre todo, sabrá entender y realizar el espíritu que anima a cada parte de la
celebración. 12

5.2 DAR VIDA AL LIBRO

La verdadera creatividad no consiste necesariamente en cambiar cosas, ni en recurrir a novedades


espectaculares, escapándose de las normas oficiales. Sino en dar vida a los textos, a los signos, al material que
el mismo libro litúrgico nos ofrece.

12
Cf. C. BRAGA, I libri liturgici nel rito romano, en AA.VV., Nelle vostre assemblee I (Ed. Queriniana, Brescia 31986) 133-
147.
13
En ese sentido resulta que la celebración litúrgica debe ser esencialmente creativa. Porque no es
repetición mecánica, ni una sucesión de ritos, sino «celebración», experiencia cada vez nueva de la Palabra de
Dios, o del signo sacramental, o del salmo o del Padrenuestro.

Con el libro delante se puede convertir ese Ritual en Rito. Esa «letra», en «acontecimiento». O se puede,
por desgracia, dejarla en letra y ritual. Es como la partitura de música, que todavía no es «música», sino un
papel impreso. Será acontecimiento y experiencia de música cuando encuentre un solista o una orquesta que
dé vida a esas notas.

Crear el rito, crear la celebración, las actitudes internas, que no están en el libro. La alabanza no está en el
Salterio. La comunión con Cristo no está en el Misal. La reconciliación no la produce el ritual. Todo eso es
una realidad misteriosa que se crea en la misma celebración. Y es todo un arte saber interpretar
inteligentemente esa «partitura» que es el libro litúrgico, para que se convierta en un encuentro salvador con
el Misterio de Cristo.

5.3 EL MARGEN DE VARIEDAD Y DE FLEXIBILIDAD

Ahora bien, hay otra clase de creatividad, entendida como libertad de creación y de espontaneidad, que
también tiene mucho que ver con los libros litúrgicos.

Son ellos mismos los que cada vez más sugieren este margen de adaptación y creación personal de la
comunidad celebrante.

A veces indican claramente la conveniencia de elegir entre fórmulas variadas que el mismo libro trae. En
los sacramentos hay una riqueza mucho mayor que antes de oraciones, lecturas y cantos. Por ejemplo, en el
ritual del Bautismo, los textos de la renuncia, o las bendiciones del agua, o las profesiones de fe... La
«Introducción» a la Liturgia de las Horas invita a usar con sentido pastoral una mayor flexibilidad, a la hora
de elegir los diversos modos de salmodia, o los varios recursos de una oración más agradable y participada.
Incluso cambiando salmos, dentro de un espíritu y una actitud, que son lo más importante.

Otro campo de adaptación y creatividad personal, que los libros dejan mucho más que antes a la libertad
de la comunidad celebrante, es el de las moniciones. El mismo Misal Romano (OGMR 11) afirma que aunque
en los libros litúrgicos a veces hay fórmulas concretas de monición, sin embargo, por la misma naturaleza de
estas moniciones, no piden ser dichas al pie de la letra. El presidente de la celebración debe saber variar y
adaptar estas formulaciones: invitar a recitar el Padrenuestro, o el acto penitencial, o a recibir la comunión,
con palabras distintas, más adecuadas a la comunidad o a la fiesta que se celebra.

Incluso en el campo de la eucología los mismos libros invitan a un cierto grado de libertad en
determinados momentos. Desde la eucología menor de unas preces o de una oración universal, que hay que
saber hacer más viva, hasta la eucología mayor de la plegaria eucarística. Ni siquiera en este campo se cierra
la puerta a la creatividad. La circular Eucharistiae Participationem, de 1973, invita a que los Episcopados -en
esa materia tan céntrica, el sujeto de creatividad debe ser más representativo- pueden hacer glosas dentro de la
Plegaria o proponer la creación incluso de Plegarias nuevas que les parezcan oportunas para sus comunidades.

El presidente de una celebración debe saber adaptar o crear la oración justa, la monición adecuada y viva,
siendo fiel a lo sustancial de una celebración y con creatividad suficiente para poder adaptarse a una
comunidad y a un lenguaje determinados. Para lo cual un criterio fundamental es éste: antes de pensar en
crear o en cambiar hay que conocer bien la naturaleza de cada texto o de cada signo dentro de la dinámica de
la celebración tal como aparece en el libro y con todo el margen de sugerencias que éste ofrece. Antes de la
14
creatividad hay que asegurar la autenticidad. En este sentido, un criterio válido en pastoral litúrgica es no
suprimir, sino reinterpretar, llenar de contenidos nuevos. En todo caso no se debe suprimir nada que no sea
sustituido por algo creativo. Quitar es fácil. Es la solución de facilidad poco educativa. Crear es difícil. Pero
es lo que forma y madura. 13

5.4 RESPETO HACIA EL LIBRO

Un último criterio es el respeto hacia el libro, desde el punto de vista de su materialidad. Hay que
considerarlo como el signo exterior y visible de lo que contiene; hay que tributar al libro litúrgico el mismo
respeto y veneración que la Iglesia profesa a la Palabra de Dios y a la oración de la iglesia. El leccionario,
especialmente, ha de venerarse como la Palabra de Dios: la liturgia misma nos lo enseña cuando rodea al libro
de los evangelios con tantas señales de veneración (incensación, beso, entronización sobre el altar y sobre el
ambón). Sin embargo, esta veneración no debe limitarse al momento del uso litúrgico, sino que hay que
cultivarla siempre, tanto durante la celebración como fuera. El respeto al Misal exige igualmente que se le
honre, y no se le sustituya con ediciones de bolsillo con hojas volantes. El respeto al libro se manifiesta en la
misma composición tipográfica; en la encuadernación, en el modo de tener, llevar, usar el libro y conservarlo.
14

13
Cf. L. MALDONADO, Cómo animar y revisar las eucaristías dominicales (Ed. PPC, Madrid 1980) 62.
14
Cf. I. SCICOLONE, Libros litúrgicos, en: NDL 1143.
BIBLIOGRAFIA

ALDAZABAL J., El libro litúrgico como pedagogía de la celebración, en: Phase 116 (1980) 111-124.

BRAGA C., I libri liturgici nel rito romano, en AA.VV., Nelle vostre assemblee I (Ed. Queriniana, Brescia
3
1986) 133-147.

LOPEZ MARTIN J., Liturgia fundamental = Plan de formación litúrgica (Instituto Internacional de
Teología a Distancia, Madrid 1993) 170-172.

MAGGIANI S., Interpretare il libro liturgico, en: AA.VV., Il mistero celebrato. Per una metodologia
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Assisi 28 agosto-1 settembre 1988) (Ed. Liturgiche, Roma 1989) 157-192.

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I: La celebrazione alla liturgia cristiana (Ed. Liturgiche, Roma 1993) 132-141.

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storico generale (Marietti, Casale Monteferrato 1978) 131-183.

PALAZZO E., Histoire des livres liturgiques: Le Moyen Age. Des origenes au XIII e siècle (Beauchesne,
Paris 1993).

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IDEM, Los sacramentarios romanos, en: Soleriana 23 (1998/2) 263- 276, con bibl.

SCICOLONE I.- FARNÉS P., Libros litúrgicos, en: NDL 1127-1144.

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TRIACCA A.M. - NEUNHEUSER B., Il libro liturgico e la celebrazione: ieri e oggi, en: RL 73 (1976) 57-
76.

VOGEL C., Medieval Liturgy: An Introduction to the Sources (The Pastoral Press, Washington 1986).

1. LOS LIBROS LITURGICOS.....................................................................................................................1

2. HISTORIA DE LOS LIBROS LITÚRGICOS.........................................................................................2


2.1 IMPROVISACIÓN LITÚRGICA (S. I-III)..........................................................................................2
2.2 CREATIVIDAD LITÚRGICA (S. IV-VI)............................................................................................3
2.3 LOS LIBROS LITÚRGICOS PUROS (S. VII-X)................................................................................3
EL SACRAMENTARIO......................................................................................................................4
EL LECCIONARIO............................................................................................................................4
EL ANTIFONARIO............................................................................................................................5
LOS ORDINES...................................................................................................................................5
2.4 LOS LIBROS MIXTOS O PLENARIOS (S. X-XIII)..........................................................................5
EL PONTIFICAL...............................................................................................................................5
 EL MISAL..........................................................................................................................................6
EL RITUAL........................................................................................................................................7
2.5 LOS LIBROS TRIDENTINOS.............................................................................................................7
2.6 LOS LIBROS DEL VATICANO II......................................................................................................8
3. LOS LIBROS DE LA REFORMA DEL VATICANO II........................................................................8
3.1 ELENCO DE LOS LIBROS.................................................................................................................8
3.2 LAS PARTES DEL LIBRO LITÚRGICO............................................................................................9
LA CONSTITUTIO APOSTOLICA....................................................................................................9
LOS PRAENOTANDA.......................................................................................................................9
EL ORDO.........................................................................................................................................10
APPENDIX......................................................................................................................................10
3.3 CARACTERÍSTICAS DE LOS LIBROS LITÚRGICOS..................................................................10
EL MISTERIO QUE SE CELEBRA.................................................................................................10
VARIEDAD DE POSIBILIDADES CELEBRATIVAS......................................................................11
4. LA FUNCION DEL LIBRO LITURGICO............................................................................................11
4.1 LO PRINCIPAL: LA CELEBRACIÓN..............................................................................................11
4.2 EL LIBRO: INSTRUMENTO PARA LA CELEBRACIÓN..............................................................11
4.3 EL LIBRO: NECESARIO PARA LA CELEBRACIÓN....................................................................11
5. CRITERIOS PARA EL USO DE LOS LIBROS LITURGICOS.........................................................12
5.1 LOS LIBROS LITÚRGICOS: PROYECTOS A REALIZAR............................................................12
5.2 DAR VIDA AL LIBRO.......................................................................................................................13
5.3 EL MARGEN DE VARIEDAD Y DE FLEXIBILIDAD...................................................................13
5.4 RESPETO HACIA EL LIBRO...........................................................................................................14

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