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3. Autonomía
Es oportuno destacar como una característica fundamental en el contrato de
franquicia, la autonomía que rige en la vinculación contractual de ambas partes
(franquiciante y franquiciado).
En este sentido, Marzorati afirma que el franquiciado desempeña sus funciones
con autonomía, puesto que no hay una relación de dependencia jurídica. En
efecto, sostiene que la autonomía es un elemento tan esencial al contrato de
franquicia que su ausencia determina el encuadre de la relación en el derecho
laboral. Sin embargo, remarca que esta característica no significa negar la
subordinación técnica que existe en razón de la asistencia y entrenamiento que
presta el franquiciante al franquiciado, así como tampoco la facultad de control
que tiene aquél sobre éste.
Desde este punto de vista se entiende que cada una de las partes de la
relación, es jurídica y financieramente independiente de la otra.
La autonomía se pone de relieve en cuanto el franquiciado actúa a nombre y
por cuenta propia, es decir, que asume los riegos del negocio que establece,
sin que exista ningún vínculo de carácter laboral entre las partes, en tanto no
hay una relación de dependencia.
4. Colaboración
Desde otro costado, se advierte que también existe un fuerte grado de
colaboración entre las partes, ya que ambas, a través del contrato de
franquicia, obtienen diferentes ventajas.
En esta inteligencia, por un lado el franquiciante adquiere bocas de expendio
para la comercialización de sus productos con un alto grado de penetración en
el mercado, reduciendo el monto de sus propias inversiones y los riesgos en lo
atinente a su expansión. Por su parte, el franquiciado que muchas veces se ve
representado por un pequeño empresario, tiene a través del contrato de
franquicia, la posibilidad de " largarse" al comercio y al público, sin los riesgos
típicos que ello conlleva, ya que lo hace a través del uso de una marca que es
conocida por los consumidores.
En igual sentido, la Dra. Kemelmajer de Carllucci identifica las ventajas que
ambas partes obtienen a través del franchising , considerando que el
franquiciante mejora su penetración en el mercado, difunde su marca con el
esfuerzo del franquiciado, obtiene bocas de salida del producto sin arriesgar
capital propio, es decir que expande sus propios negocios eliminando los
riesgos de la comercialización, y por otro lado, el franquiciado desarrolla su
propio negocio en forma relativamente segura, pues lo hace sobre una marca
conocida y de acuerdo a un método ya experimentado.
Esta colaboración se manifiesta en la asistencia permanente que el
franquiciante debe brindar al franquiciado, a través de la información,
capacitación, instrucción, asistencia técnica e incluso a veces hasta financiera,
etc.
Como sostiene Lorenzetti la colaboración se enmarca en el interés común de
ambas partes por la continuación y el éxito del negocio, ya que aunque es un
contrato de cambio de prestaciones, ellas se obtienen fundamentalmente de la
conducta concurrente y complementaria de las partes.
En una palabra, la franquicia no puede funcionar sin una cooperación activa y
onerosa, sin la interacción de ambas partes.
1. Deber de información
En esta inteligencia, el primer inciso del artículo que comentamos establece la
obligación que tiene el franquiciante de proporcionar, con antelación a la firma
del contrato, información económica y financiera sobre la evolución de dos
años de unidades similares a la ofrecida en franquicia, que hayan operado un
tiempo suficiente, en el país o en el extranjero.
En este sentido, se plasma el deber de información que rige a favor de ambas
partes, en tanto que desde la óptica del franquiciante, éste deberá brindar toda
la información económica y financiera relativa al producto que se
comercializará a través de una franquicia, con el fin de que el franquiciado
cuente con los elementos necesarios para poder decidir si lleva o no a cabo el
negocio propuesto, conociendo la evolución que en un período de dos años, ha
tenido una unidad similar a la que se pretende comercializar.
Destaca Molina Sandoval que el franquiciante está tan obligado a garantizar el
derecho de información que se deriva del art. 4º de la ley de defensa del
consumidor, como el franquiciado mismo, en tanto deberá proveer a este último
de toda la información relevante, necesaria, útil, esencial e indispensable
vinculada con los productos que comercialice o con aquellos que sean
elaborados por el franquiciado según el plan cedido por el franquiciante,
suministrando todos los elementos informativos que garanticen un adecuado
cumplimiento del deber de informar que tiene el franquiciado frente a los
consumidores.
4. Capacitación técnica
Por otro lado, el inc. d) estipula que el franquiciante deberá proveer asistencia
técnica para la mejor operatividad de la franquicia durante la vigencia del
contrato.
Desde esta perspectiva, la norma prevé la capacitación técnica del franquiciado
y sus empleados. Así su deber no solo se limita a entregar un simple manual
de instrucciones sino que también deberá entrenarlo, enseñándole a utilizar el
sistema y explicando el funcionamiento y operatividad del negocio. En efecto,
deberá transmitirle todos los conocimientos necesarios vinculados al
franquiciante, a sus productos, al negocio, a su funcionamiento, a las ventas, a
la experiencia adquirida, en una palabra, debe existir una capacitación
permanente, con un adecuado seguimiento.
En este sentido, Marzorati entiende que la obligación de asistencia que presta
el franquiciante al franquiciado es amplia, puesto que se da también tanto en
aspectos económicos como financieros, ya que entiende que en muchos casos
asiste para la elección del lugar de explotación de la franquicia y le puede
prestar hasta apoyo financiero para la compra del local o hacer que le sea
prestado por un tercero.
5. Provisión de mercadería
Desde otro costado, el inc. e) estipula que si la franquicia comprende la
provisión de bienes o servicios a cargo del franquiciante o de terceros
designados por él, se deberá asegurar esa provisión en cantidades adecuadas
y a precios razonables, según usos y costumbres comerciales locales o
internacionales.
En este orden de ideas, se pone de manifiesto una vez más a lo largo del
contrato de franquicia, la colaboración permanente que debe primar entre las
partes, y el deber de actuar con buena fe. En efecto, si el contrato dispone la
provisión de mercadería, ya sea porque son insumos para la fabricación de
productos o mercadería exclusiva para la venta, el franquiciante deberá
asegurar tal provisión.
II. Comentario
Se establecen en el art. 1515 las obligaciones mínimas que tiene el
franquiciado, que por lo general responden en forma correlativa a las que tiene
el franquiciante.
4. Deber de confidencialidad
Por su parte, el inc. d) estipula que el franquiciado deberá mantener la
confidencialidad de la información reservada que integra el conjunto de
conocimientos técnicos transmitidos y asegurar esa confidencialidad respecto
de las personas, dependientes o no, a las que deban comunicarse para el
desarrollo de las actividades, subsistiendo dicha obligación incluso después de
la expiración del contrato.
Esta obligación hace a la esencia del contrato de franquicia, en tanto dispone
que deberá guardar secreto acerca de los conocimientos adquiridos en función
del contrato celebrado, así como de los sistemas que utiliza la empresa, el
know-how transmitido por el franquiciante, subsistiendo esta obligación de
reserva, aún después de concluido el contrato de franquicia que vincula a las
partes.
En esta inteligencia, Martorell considera que el franquiciado debe guardar la
debida reserva (secreto), preservando el know - how , y toda la información
suministrada por el franquiciante acerca de los sistemas y mecanismos
operacionales de la franquicia.
Por su parte, Marzorati sostiene que la confidencialidad constituye un elemento
alternativo que generalmente está presente en el contrato de franquicia, en
donde existe una obligación de reserva o secreto, puesto que el franquiciado
tendrá acceso a la información confidencial del franquiciante en lo que hace a
la administración empresaria y prácticas operacionales que hayan sido
desarrolladas por éste y que no pueden ser reveladas a terceros, aun por un
plazo razonable posterior a la conclusión del contrato.
En efecto, a través de la franquicia las partes se deben mutua colaboración, de
manera tal que si el franquiciante, por un lado, trasmite a la otra parte aquellos
conocimientos, sistemas, prácticas y experiencia adquirida en su negocio, a
grandes rasgos el know-how, es correlativo el deber del franquiciado de
guardar secreto de todo este cúmulo de conocimientos confiados, a los fines de
obtener el éxito su franquicia.
Desde este punto de vista se advierte que esta prohibición tiene cierta
vinculación con uno de los caracteres típicos del contrato de franquicia. En
efecto, hemos dicho que nos encontramos ante un contrato que es intuitu
personae, por lo tanto es común y habitual que los franquiciantes se reserven
el derecho de negar la transferencia de la franquicia.
En este sentido, debemos tener en cuenta que el franquiciante ha otorgado una
licencia de uso de su propia marca, la cual está registrada a su nombre, e
incluso le ha trasmitido a su franquiciado todos los conocimientos, técnicas y
métodos que hacen a su negocio, en una palabra ha dado a conocer su know-
how, por lo que entendemos que frente a la magnitud de los derechos
intelectuales transmitidos, la cesión de los mismos resulta una facultad que
compete al franquiciante.
Sin embargo, una solución diferente se podría dar en los supuestos de muerte
del franquiciado, en razón de que más allá de la calidad específica de su
persona, muchas veces el prestigio que se tuvo en cuenta para contratar esta
dado por la empresa de la cual forma parte, con lo cual se podría admitir que el
contrato de franquicia continúe en cabeza de los herederos.
Desde esta perspectiva, Marzorati sostiene que el franquiciante no podría
negarse en forma irrazonable a que los herederos continúen con la explotación,
salvo que mediare una causa suficiente y grave o en su defecto un
resarcimiento.
Desde otro costado, y volviendo a la prohibición dispuesta en el inc. a),
Martorell estatuye como una obligación del franquiciado: " no ceder su
franquicia, conceder sub- franquicias ni transferir a terceros el o los locales
afectados al desarrollo de aquélla sin conocimiento o aprobación expresa del
franquiciante, si así se hubiese convenido" .
3. Derecho a la clientela
Por último, el inc. c) hace referencia al derecho a la clientela, estipulando que
éste corresponde al franquiciante.
Desde esta perspectiva, sostenemos que la regulación resulta razonable, en
atención a que la clientela es atraída por la marca del producto, por su
notoriedad, calidad y prestigio, y no necesariamente por la persona física o
jurídica del franquiciado, que en la generalidad de los casos es incluso hasta
desconocida para los consumidores.
En igual sentido, se expresó Marzorati al sostener que en la franquicia " la
clientela es de marca: quien compra un producto determinado, no compra
productos por el prestigio del franquiciado, sino por el prestigio del producto o
del servicio asociado a la marca, emblema o insignia del franquiciante" . En
esas condiciones, el jurista citado, sostiene que " considerar que el
franquiciado tiene derecho a una clientela no parece equitativo, salvo en
supuestos muy especiales, tales como una franquicia de una marca
desconocida promovida y desarrollada con éxito por mucho tiempo por un
franquiciado o el aumento significativo de clientela sobre el promedio de
crecimiento del franquiciante, directamente atribuible al franquiciado".
Por último, el inciso establece que el franquiciado no puede mudar la ubicación
de sus locales de atención o fabricación. En efecto, sólo podrá llevar a cabo
dicho cambio, en la medida que cuente con la debida autorización del
franquiciante.
Art. 1519. Cláusulas nulas. No son válidas las cláusulas que prohíban al
franquiciado:
a) cuestionar justificadamente los derechos del franquiciante mencionado
en el artículo 1512, segundo párrafo;
b) adquirir mercaderías comprendidas en la franquicia de otros
franquiciados dentro del país, siempre que éstos respondan a las
calidades y características contractuales;
c) reunirse o establecer vínculos no económicos con otros franquiciados.
I. Relación con el Código Civil. Fuentes del nuevo texto
Proyecto de la Comisión 658/95 de Reforma al Código Civil 1998, art. 1398.
II. Comentario
El art. 1519 enumera ciertas cláusulas que en el supuesto de ser pactadas en
el contrato de franquicia, la misma norma reputa de nulas, es decir, que
carecerán de efectos no sólo frente a terceros sino también entre las partes
intervinientes.
En efecto, dichas cláusulas fueron estipuladas, en orden a proteger al
franquiciado, quien en la generalidad de los casos, por estar frente a contratos
de adhesión con cláusulas predispuestas, se constituye como la parte más
débil de la relación contractual.
En este sentido, si el contrato prevé alguna de las cláusulas mencionadas en
los tres incisos del presente artículo, las mismas serán inválidas.
I. Comentario
1. Responsabilidad por daños al franquiciado
Desde esta atalaya, la regulación normativa del contrato de franquicia, dejó
estipulada la responsabilidad entre las partes en el art. 1520, destacando la
independencia de cada una y la inexistencia de relación laboral que las vincule,
adoptando legislativamente la jurisprudencia dominante.
A partir de estas premisas, el art. 1521, dispone la responsabilidad del
franquiciante por los daños ocasionados al franquiciado, siempre que los
mismos se deriven de los defectos de diseño del sistema.
Hemos dicho que a través del contrato celebrado, el franquiciado adquiere, a
cambio de una retribución, el conjunto de conocimientos prácticos y la
experiencia acumulada por el franquiciante, debiendo ser la misma probada,
secreta, sustancial y transmisible.
En este sentido, la comercialización de los productos o la prestación de los
servicios convenidos, se llevará a cabo de acuerdo al sistema que ha sido
estipulado
por el franquiciante, bajo su nombre comercial, emblema, designación o marca.
En este orden de ideas, si el sistema propiciado por el franquiciante, posee
vicios o defectos que generan daños al franquiciado, el franquiciante deberá
responder por éstos.
1.2. Celebrados con un plazo superior al mínimo legal: preaviso para poder
extinguirlo
Como vemos, la situación es diferente a la que se plantea con los contratos
celebrados por un plazo mayor al mínimo legal, ya que en estos casos, de
acuerdo a lo estipulado por los arts. 1516 y 1522 inc. d), al vencimiento del
plazo, el contrato no se extingue de pleno derecho.
En efecto, el art. 1516 establece que para tenerlo por concluido será necesaria
una expresa denuncia de una de las partes antes del vencimiento del contrato,
con una antelación de treinta días. Asimismo, el inc. d) del art. 1522, regula con
mayor precisión el plazo del referido preaviso. Sin bien comienza diciendo "
cualquiera que sea el plazo de vigencia del contrato”, entendemos que se
refiere a los supuestos en que dicho plazo sea superior al mínimo legal.
En este sentido, dispone que la parte que desee concluir el contrato a la
expiración del plazo original o de cualquiera de sus prórrogas, deberá preavisar
a la otra con una anticipación no menor a un mes por cada año de duración,
hasta un máximo de seis meses, contados desde su inicio hasta el vencimiento
del plazo pertinente.
Desde esta perspectiva, si no se denuncia tal circunstancia, el contrato se
entiende prorrogado tácitamente por plazos sucesivos de un año,
transformándose en contrato por tiempo indeterminado a la segunda
renovación.
4. Cláusula de no competencia
Por último, el párrafo final del art. 1522 dispone que es válido pactar una
cláusula que impida la competencia del franquiciado con la comercialización de
productos o servicios propios después de extinguido el contrato por cualquier
causa, hasta el plazo máximo de un año y dentro de un territorio razonable
habida cuenta las circunstancias.
En efecto, se advierte que a través de la presente cláusula se intenta evitar que
el franquiciado, utilizando los conocimientos y técnicas adquiridos durante el
desarrollo del contrato, se lance al mercado a penas concluya la franquicia con
productos o servicios propios, siendo de esta manera una fuerte competencia
para el franquiciante.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que esta cláusula no es absoluta, ya
que la norma estatuye límites tanto temporal (un año) como espacial (dentro de
un territorio razonable).
En este orden de ideas, destaca Marzorati que " es de interés del franquiciante
protegerse contra la posible competencia de su franquiciado a la expiración del
contrato, cualquiera sea la razón de ella. Pero algunos autores entienden que
una cláusula de no competencia no sería aplicable si la resolución es causada
por el franquiciante. Puede decirse entonces que una cláusula de no
competencia es válida en principio, a condición de que sea limitada en el
tiempo, espacio y sector de actividad".
Por su parte, Lorenzetti sostiene que " el franquiciado puede incurrir en
competencia desleal con el franquiciante, tanto mientras dure la relación
contractual como una vez finalizada ésta. Durante la vigencia no debe
vincularse directa o indirectamente con empresarios competidores del
franquiciante. Es pertinente pactar ciertas restricciones a la actividad del ex
franquiciado para después de concluido el vínculo contractual, a fin de evitar
una desviación de la clientela hacia otra marca competitiva. Esta restricción no
puede ser absoluta, y debe limitarse a un tiempo y zona prefijados
contractualmente".