Perfil del Docente Proactivo

El docente que necesitamos en la universidad

MARIA ZAVALA  UNEXPO 


Sólo se necesitan tres minutos para
distinguir un docente proactivo de un
docente reactivo. En ese tiempo, el
docente reactivo hablará del pasado
que ya no puede cambiar mientras que
el proactivo mirará hacia el futuro desde
la acción y la determinación. El docente
reactivo es adicto a la conjunción: «si,
pero…» mientras que el proactivo usa
«si, y…». Así se va creando un perfil del
docente proactivo, con un conjunto de
características actitudinales y accionales
que permite clarificar lo que se debe
hacer para convertirse en el docente
que necesitan nuestros estudiantes,
nuestra universidad, nuestro país.
La proactividad depende de la
concepción que el docente tiene de sí
mismo, y la influencia de las creencias,
las emociones y las conductas que se
van adoptando durante toda la vida y
del proceso de reflexividad en el que se
construye una noción de sí mismo para
ser capaz de tomar decisiones y ejercer
su autonomía con responsabilidad. Un
docente proactivo entiende que debe
trabajar en sus debilidades y aprovechar
sus fortalezas para lograr una educación
de sentidos y significados para sus
estudiantes.
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 Perfil del Docente Proactivo
Cuando tuve la ocasión de
autodefinirme como docente escribí:
«Soy una docente exigente pero me
esfuerzo y me preocupo por el
aprendizaje de los estudiantes. Me gusta
la mezcla de lo innovador y lo
tradicional»; implícitamente he descrito
algunos indicadores que demuestran
mis creencias, mis acciones y mis
emociones. La exigencia, que puede
explicarse en el requerimiento de
calidad -y no cantidad- del aprendizaje;
el esfuerzo por realizar un mejor trabajo
o dar lo mejor de mí como docente,
como mujer y ser humano; mi
preocupación por el lugar del otro, del
estudiante al que educo y que valida mi
eficacia como docente; y la praxis
educativa con la que me identifico, sin
ser de una sola corriente andragógica y
sin unidireccionar la enseñanza a un
único modelo.
La innovación está asociada a la
investigación, descubrimiento y
experimentación; la andragogía
tradicional a lo convencional, lo
conocido, creíble y demostrable. Y yo
creo que esta forma de concebir el
aprendizaje y las prácticas de enseñanza
garantizan la diversidad, dinamismo e
interactividad en el aula, y -más aún-
llegar a más estudiantes con sus
diferentes estilos y formas de
aprendizaje.
La capacidad de reflexión sobre la praxis
docente es imperativa en un docente
proactivo, y debe girar en torno a las
«herramientas metodológicas o el modo
de enseñar del profesor, su sistema de
creencias y valores, su conocimiento
sobre la enseñanza, su modo de
interpretar el hecho educativo» (Prieto
Navarro, 2007, p. 26) Por ello es
necesario evocar la reflexividad para
modificar nuestras percepciones sobre
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la realidad educativa y, en consecuencia,
incentivar el cambio interno cuando
nuestras acciones no alcanzan los
resultados deseados, cuando las metas
de enseñanza y aprendizaje que nos
trazamos al comenzar un semestre no
son logradas.
Nuestra autoeficacia permitirá influir en
nuestras elecciones y en las conductas
que decidimos emprender, por eso
seleccionamos las tareas que según
nuestras capacidades -o del
conocimiento que tenemos de nosotros
mismos sobre nuestras capacidades-
nos hacen sentir más competentes.
Mientras mayor sea nuestra
autoeficacia, mayor será el esfuerzo por
persistir a pesar de las dificultades, de la
misma manera que debemos mantener
altas expectativas sobre nuestro
desempeño para favorecer el
sentimiento de seguridad personal
cuando nos enfrentamos a tareas
específicas que ponen a prueba nuestro
desenvolvimiento profesional.
Lo inverso a lo anteriormente expuesto
conllevaría al docente a creer que las
cosas son más difíciles de lo que
realmente son, y generar ansiedad y
estrés y reducir al mínimo las
posibilidades de solucionar un problema
debido a la fijeza funcional de nuestras
mentes que bloquea los pensamientos
laterales responsables de la creatividad,
y en consecuencia afectar el clima
organizacional de la universidad.
El problema de la vela de Karl Dunker
tiene más de 70 años, pero nos enseñó
que los motivadores externos funcionan
bien cuando se trata de realizar tareas
mecánicas, pero los docentes del siglo
XXI tenemos que hacer frente a
situaciones diferentes que nos exigen
ser resolutivos, creativos, innovadores y
novedosos. Por ello, Daniel Pink (2009),
establece que la autonomía, el dominio
y el propósito son claves para activar
nuestros motivadores intrínsecos que
son los que realmente pueden motivar
el cambio interior, nuestra eficacia y
proactividad como docentes.
El autoconcepto, la autonomía, la
autoestima, la motivación, la percepción,
las creencias, los valores, además de la
responsabilidad, la reflexión,
puntualidad, espontaneidad,
innovación, ética y moral, conocimientos
sobre la materia que enseñamos,
habilidades o destrezas pedagógicas,
son los atributos que debemos tener si
queremos caracterizarnos por nuestra
iniciativa y capacidad de anticiparnos a
los problemas o necesidades futuras, y
lograr la excelencia docente en el nivel
universitario.
Referencias:
Pink, Dan. (2009). The puzzle of
motivation [Vídeo en línea]. Disponible:
https://goo.gl/KsFjG [Consulta: 2017,
Junio 29]
Prieto Navarro, L. (2007). Autoeficacia del
profesor universitario. Eficacia percibida y
práctica docente. Madrid: Narcea.
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