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La vida llega y te atropella, estás en la vida pero no te habías dado cuenta de que estabas

en ella. O estábamos en la vida pero distraídos en aspectos más felices y por lo tanto más
estúpidos de ella. Caer en la vida, si se quiere, si quisieramos llamarlo de ese modo. En
ese caer en la vida he estado en este tiempo y sinceramente me ha gustado. Soy más
maduro? Sí. Tengo más calle? Más o menos, todavía no toda la que me gustaría tener.
Soy más inteligente? Definitivamente sí. Sé lo que quiero? Creo que sí, pero uno nunca
sabe qué es lo que quiere. Me he vuelto más creído? Sí y al mismo tiempo más humilde.
Me he estrellado contra el mundo y eso te hace más humilde. Estoy hablando como
futbolista? Sí, pero es para que escribir no sea tan tedioso. Sobre todo hay que poner una
distancia irónica porque es difícil hablar de uno. Me estoy saltando las tildes? también
pero es porque tengo afán, afán de qué? de seguir con mi vida, por lo menos de bajar a
buscar algo de comer. Una imagen recurrente de este tiempo de cuarentena, encierro,
casa por cárcel: yo bajo a la cocina y escucho un podcast, me preparo algo de comer para
distraerme del vacío existencial que he sabido cultivar con años de fiesta y drogadicción.
Y sin embargo se siente bien mirar el abismo a la cara. Domesticar el vacío. Qué??? Se
nota que estoy estudiando una maestría en escritura creativa? Obvio que sí. Pero sigo
siendo el mismo? Obvio que sí. El mismo pero con menos fiesta. Y la fiesta era el 78 % de
mi vida. Entonces tuve que volver a empezar con el 22% que me quedaba que no era
fiesta. Tuve que ponerme horarios, para hacer ejercicio, para bailar, para dibujar, para
escribir, para hacer música, y para seguir haciendo todas esas actividades que parece
que andan sin mí. Son pulsiones que no puedo evitar: el camino hacia mi propia ruina
económica. Y aun así, cada vez me importa menos. Soy especialista en no pensar en el
futuro. Como siempre solo busco gratificación inmediata, por eso hago cosas pequeñas.
Un poema, una canción, un dibujo, o una escultura digital. Todo para divertirme a mi
mismo. No pienso nunca en cómo eso podría y debería circular. Eso no me interesa.
Aunque debería interesarme. Intento leer, y aprender de arte, intento ver arte, pero sigo
sin entenderlo. Es tan difícil de entender como el mundo mismo, y aun así esa es la que
yo llamo mi profesión. Todavía hoy cuando voy al médico me avergüenza decirlo: "soy
artista". Los médicos siempre me responden con falso asombro, yo sé que ellos están
pensando que seguramente estoy quebrado, y en cierto sentido sí estoy quebrado. Pero
es como si me hubiera montado a un tren del que ya no me puedo bajar, o podría ser lo
contrario, me tenía que subir al tren hace muchísimo rato y el tren me dejó, y ahora me
toca irme a pie. Y esa idea me gusta no sé porque, me gusta la idea de que soy un
perdedor un underdog. Pero eso siempre está en tensión con el hecho de que me creo un
genio, sé que soy una especie de genio. No entiendo cómo pueden convivir esas dos
ideas tan opuestas en la manera en la que me veo. Pero por otro lado en estos meses y
gracias al estrellón de que melissa me dejara he empezado a pensar que sí tengo que
pensar en el futuro, por lo menos me quiero ir de la casa de mis papás. Desde hace
mucho tiempo quiero pero desde hace poco empecé a hacer cosas para hacer eso
posible. Cuando empezó la cuarentena pensé: no puede ser que ahora tenga que
quedarme encerrado en el lugar en el que menos quería estar. Antes pasaba muy poco
tiempo en mi casa, me la pasaba en mil actividades para no estar acá, y la vida me puso
esa cuarentena, "ahora te quedas donde no querías estar obligado". He tenido que pensar
mucho en la relación que tengo con mis padres y he descubierto cosas. Hay
definitivamente algo bueno de vivir experiencias malas. Es un cliché pero es real. He
estado comiendo mierda, pero me siento mucho más fuerte ahora. La vida no deja de
ponerme obstáculos, Dios es un bromista. Justo cuando estaba haciendo más ejercicio y
estaba descubriendo cosas del baile (estaba bailando todos los días hace 3 meses) me
desgarré el abdomen. "Te gusta bailar y te organiza la vida?, pues ya te jodiste". No solo
me organizaba la vida bailar, yo intuyo que en el baile hay una gran verdad que se le
escapa a todas las otras expresiones. Hay algo divino en el baile, divino de divinidad.
Dejar de bailar ha sido triste, solo quiero bailar otra vez. Pero una vez más, me imagino
que esto me está enseñando otras cosas que todavía no intuyo. La metáfora de la vida
como aprendizaje se vuelve necesaria, el cinismo está pasado de moda, recientemente le
he metido mucho más de mi a lo que hago, si es que eso es posible. El mundo está hecho
mierda, Colombia está en la mierda, pero por fin siento que el futuro está asomando las
orejas.

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