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“El silencio más elocuente es aquel que está lleno de lágrimas.

Leonardo da Vinci.

Por supuesto, me tomé la libertad de seguir escribiendo pese a mi terrible


condición tanto mental como física. Conozco tu desagrado sobre esta acción pues claro,
pero entenderás pronto que esta es la forma en la que vivo y que no tengo muchas
opciones más inteligentes realmente. En efecto, tiendo a autosabotearme y no hay duda
de que volvería a hacerlo.

De lo que no me tardé fue de comprender la situación. Me he visto sobrellevado


en un punto en el que la razón se quebrantó. En este preciso momento solo planteé las
paces conmigo mismo. Lástima, actos míos estropearon nuestros lazos y ahora me veo
varado en esta conjetura de los hechos. Lástima, como no, yo no lo había pensado tan
bien hasta ahora. Tengo ideas de mis errores y no encuentro fallas en que hayas tomado
dicha decisión. Sería más astuto de tu parte silenciarme a mí también.

No soy el tipo de persona que se rinde, o mejor dicho, siempre vuelvo a


levantarme. Quién sabe de donde proviene esa determinación viniendo de alguien tan
patético. Seguro es rastro del trauma. Ailín, ya lo he dicho antes, amarme no es una
opción que vale la pena. Lo descubriste pronto y mientras observo como los cimientos
de cada partícula de la suave estructura de nuestra conexión termina desmoronándose,
solo puedo pensar en todo aquello que se va y que viene, pero yo nunca me voy. Creo
que está de más decir que eso que se acerca a mi termina por marcharse. No hay duda
que quiera evitar esto aquí también, pero me parece que me lo merezco.

En todo lo que marchará del silencio, me gustaría rememorar sobre la imprenta


un escrito como el presente para dejar como oda la perpetua constante de la nostalgia
presente.
¿Cómo ser parte del desenlace? Todavía no puedo creerlo. Misericordia es la
que reclamo, pero no se oye ni se escucha, no hay registro de mi voz otra vez, o siempre
lo hubo, pero nunca hubo señal de oyente. Y tu nombre recorre mi cabeza, parece ser
que la única manera de partir mejor es de mi mismo, pero ni eso podrá salvar la
esperanza, ¿verdad? Condenado, ese soy yo. ¿Y tú? Razón de conocimiento, excusa
para ser más, pero al no tenerte y al no tenerme, ¿qué es de mí? Razón de poder, excusa
para adorar. Conocimiento que amo, potencial que aprecio, esperanza. Lo perdí todo.

¿Cómo consideras a esto lo mejor? Si el silencio destruye, mata y lo hace sin voz
como búho hambriento por la noche, como lechuza al acecho. Me acecha tu colera, pero
también mi vergüenza. Tu nombre recorre mi mente. Así será. ¿La crueldad es tuya o
mía?, creo que me pertenece. Tu voz me espera, ¿o soy yo quien la espera? Tal vez es
razón para decir que soy un desgraciado, pero no porque la realidad me azote, sino,
porque soy un estúpido. Me he visto insultándote mientras ofrecías tu ayuda. Me he
mirado con odio por sentirme tonto, y por supuesto, negando tu mano por asumir que
era altruismo tonto e impuro, pero fui tonto y tonto seré. Lo perdí todo.

¿Y tú sonrisa? Te hice llorar. Lo siento. Pero palabras van y viene, ¿verdad?,


¿qué sentido tiene escribir entontes? Las palabras en papel se quedan, pero son palabras,
rastro de voz y sentimiento. Tú me hiciste ver mucho valor en las palabras, pero van y
vienen, ¿qué sería yo sin las palabras?, con emociones fuertes que estallan. Emociones.
¿Podrías hablarme más fuerte?, quiero escucharte, pero necesito que me grites. Mientras
te escupo blasfemias, tu solo intentabas ofrecer ayuda. Te gusta ayudar, a mi me gusta
dudar, pero hice mal en dudar algo tan seguro. Me gusta dudar. ¿Por qué te hice llorar?,
me atormenta la verdad. Odio la verdad. Quiero mentirte. Quiero que me mientas. Ailín,
¿has visto lo lindo que se ve la mañana cuando te veo? ¿Dónde estás?

Me acompleja el sentimiento, ¿quizás es porque hoy te vi tan candente?, ¿qué es


lo que te pone así? Deje de ser yo. Te hice escribir, ¿no?, pero las palabras van y vienen.
¿Por qué esa cara? No quiero dormir. Necesito pensar bien. Dime, corazón, ¿has notado
algún cambio repentino en mí? No siento la cara, volví a tomar. Acabo de drogarme. Lo
siento. Lo perdí todo, no te tengo más. ¿A dónde fuiste? Creí que esto era en serio, ¿lo
hago ver como un juego? Lo siento. ¿Dónde estás? Juré haberte visto en la mañana, te
prometo que no volverá a ocurrir. Volvió a pasar. ¿Otra vez?

No es tu culpa. Me gustaría culparte, pero es evidente que fui yo de nuevo. Me


haces bien y me dices cosas lindas, ¿por qué yo no lo hago?, ¿qué es lo que me pasa?
Por supuesto que no me entiendes, pero porque nunca fui claro contigo. Perdí la razón.
Me perdí a mí mismo otra vez. Adoro beber, pero solo porque me hace bien. Tú también
me haces bien, pero te hago mal. Te hice sentir mal. ¿Debo disculparme?, qué tonto.
Debo, pero no tiene sentido. Lo perdió para mí. ¿Respiras bien?, perdona. Sé que te
parece muy estúpido disculparse tanto, ya lo entendiste a la primera. Yo no.

¿Has dormido bien?, ¿comiste? No debería preguntarte eso, cierto. Me encanta


verte. Me encanta la idea de hacerte sentir bien contigo misma. ¿Por qué dejé de
hacerlo? No hay razón, no hay excusa. Dejé de ser exigente conmigo. Dejé de escribir.
Me siento fatal. ¿Por qué siempre hablo de mí mismo? Y si soy egoísta, ¿por qué me
deprimo? Tengo que ir a un psicólogo. ¿Y tú estás bien?

Me ha encantado tu forma de escribir. Siendo sincero, tus lindos dedos han sido
capaz de retratar una hermosa forma de escritura que ni yo sería capaz. Otra vez roto.
Escribir bien. Lo haces bien. Eres increíble. Palabra vacía. ¡Hermosa!, has llegado a un
punto en el que a mis ojos es tan simple y tan sencillo apreciar tus rasgos más
candentes. De verdad, me impresiona lo gentil que puedes ser, incluso sobrepasando tu
chusma arrogancia y boba forma de odiar a la gente, ¿por qué te cuesta tanto entender
que no todo un conjunto conglomerado de personas no es representativo de todo el asco
que dan a pesar de ser mayoría? Es que la gente tonta tiene poder. Tú eres tonta. Pero
porque yo quiero pensarlo así. Me duele amarte porque me siento poco correspondido.
Pero es porque soy demasiado estúpido. Rasgos. Te quiero. Tú ya no, O no me amas.
Yo sigo haciéndolo. ¿Ailín?

Es curioso cómo tu devoción rodea una personalidad tan infame y te gusta


destacarte usando formalismos y el uso de un refinado lenguaje escrito con una
ortografía excelente. ¿Cómo? Devoción. Poder. Amor. ¿Qué haces? No entiendo. ¿Por
qué me amaste? Ahora no puedo, no quiero, no siento. ¿Me estás mirando? Me siento
acosado. No es acoso. Qué lindos ojos tienes, Ailín, ¿por qué no me miras más? Que
raro es sentir que alguien te mire de esa forma, ¿un poco más? Me intriga mañana.

Se desvanece, ¿Verdad? Cuando estoy contigo en mí aflora una suerte de


expresión lingüística capaz de superponerse a mi vieja labia y generar particularidades
tan detalladas. ¿Crees que no te amo? He visto como usas tus palabras y como tu amor
sobresale de ti, pero yo no soy paciente. Me desespera no conseguir amor, me desespera
ser yo, tan patético y miserable. ¿Miento?, realmente no. Pero exagero mi situación.
Contigo no me siento miserable, pero duele pensar que, aun mientras me marchito,
pienso que estoy bien. Se me hace raro estar bien. Contigo me siento raro. Pero me
siento bien. Lo perdí todo.

Realiza otro escrito, vamos. Quiero leerte. ¿Tú sigues queriendo leerme?
Escribir así es fácil. Escribir cosas complicadas, por excelencia, es complicado. Contigo
se me hace complicado, pero esta forma de expresarse es fácil. Me encanta la
incoherencia. No se entiende nada. Pero hay sentido en ello. ¿Dónde estás? No te veo
desde hace tiempo.

Reemplaza esa cara con otra. No intentes inspirarme. Mientras más lo haces más
me siento tonto. Me gusta la idea de intentar ayudarte. Pero no hay nada que hacer
contigo. Qué mal. Soy una maquina de destrucción. De autodestrucción. Me estoy
rompiendo, quebrantando. Y tú sonríes. Pero tu sonrisa es linda, me encanta. Tú eres
linda. Y este sin sentido estructurado en párrafos tiene que terminar. No. No quiero. No
voy a dormir. Sigo.

Desde el primer momento en el que pensé en ti, se me hizo extraño. Lo sé. No lo


creo. ¿Duele? Me hace llorar. ¿Por qué fuiste tan linda?, ¿por qué tan gentil? Un alma
como la tuya, tan negativa y tan pastel. Eres rara. Me gustas. Escribes muy lindo. Me
gusta tu intelecto, pero también me gusta juzgarte. No lo hago por malo. Perdona.
Seguro fue por maldad.

Lo notaste, no soy una persona de corazón. Yo también odio. Te hice daño a


ganas y te amé. Eso no tiene perdón. Lo sé. Perdió el sentido, ¿verdad? Lo noté, No me
sorprende. Así fui. Pero ya no será así. ¿Y de qué sirve ahora? Ni yo lo sé.

Me acompleja el sentimiento,
¿quizás es porque hoy te vi tan candente?,
¿qué es lo que te pone así? Dejé de ser yo.
Te hice escribir, ¿no?, pero las palabras van y vienen.
¿Por qué esa cara? No quiero dormir.
Necesito pensar bien. Dime, corazón,
¿has notado algún cambio repentino en mí?
No siento la cara, volví a tomar.
Acabo de drogarme. Lo siento.
Lo perdí todo, no te tengo más.
¿A dónde fuiste? Creí que esto era en serio,
¿lo hago ver como un juego? Lo siento. ¿Dónde estás? Juré haberte visto en la mañana,
te prometo que no volverá a ocurrir. Volvió a pasar. ¿Otra vez? No te gustan las
disculpas.
Se sintió lindo escucharte. Deberías cantar. ¿Por qué no? Bueno. Lo comprendo.
No volverá a pasar. Tú sabes bien que tengo mucha voluntad para las cosas. Volvió a
ocurrir. Sé que serás paciente. No pienses que juego con tu paciencia, no estoy jugando
contigo. Lo lamento, no era lo que quería que pienses. Solo soy un tonto. Me perdí en el
pozo profundo y sombrío que yo mismo cavé, acompañado de mis demonios. Ellos me
abrazan, me susurran y me dictan incoherencias. Es lo que escupo todo el tiempo. Mi
voz es la de un demonio. Lo siento. Pero sé que no te gustan las disculpas. No de este
estilo donde la palabra va y viene. Y lastimosamente como perdón en proceso solo
queda ser mejor. Es lo único que he estado haciendo. Solo yo y mi propio ego
matándonos uno a uno. Yo odio el ego. Y sin embargo como de él.

¿Qué si me arrepiento? No dudo en que ni te interese preguntar. Estás cansada


de mis estupideces. Las palabras que hieren. No las dije para que hirieran, pero lo
hicieron. Qué tonto. Dejarás en un testamento el amor arrancado de tus entrañas por mi
idiotez. Mientras yo lo conservo y lo hago diamante en bruto sobre papel. Aunque las
palabras vuelen, aquí se quedará. Recorrido eterno de pasajes perdidos. Eres eso,
Señorita Ailín, un conjunto ordenado, pero sin sentido, de palabras, un mensaje, una
noticia, un recuerdo, una carta, todo lo que quieras lo serás para mí y solo para mi
alocado e inútil amor injustificado y sin sentido. Pero yo le veo sentido, le di forma y
razón. Yo te vi y nunca dejé de hacerlo ni pienso dejar de hacerlo. Aquella voz
reluciente que utilizaba determinados términos para la expresión. Mientras, de mi lado,
la mugre que se desarrolla dentro de mi es inevitable. Pero no te preocupes, me estoy
disculpando recorriendo otra vez esos rasgos particulares de la palabra. Eres oro, pero
no eres material. Brillo en tu piel y su personificación. Impresionante las características
de tu individuo, Señorita Ailín. Pero parece que el silencio hace su trabajo. Yo vocifero
maldades, no deberías leerme. No deberías recordarme. Solo mátame, yo deseo que lo
hagas.

La dicha eterna es, ¿no? Yo quisiera enfrentar el destino, pero la locura es


inminente. Ya lo oí, estoy en pasos agigantados a un sinfín de posibles catástrofes y
fracaso. Para ti y para todos, yo estoy encaminado en el brutal fracaso y en una infinita
frustración. Ese es mi destino. Mientras observo, tú lo haces, ¿o es invento mío? Me da
terror equivocarme, y parece que cometí la equivocación más grande en mi vida. Y es
así como se siente. Patético e inútil. Se desdibujan los límites de la razón y la cordura.
¿Puedes volver a sonreírme? Tú cara es hermosa, tu sonrisa una sinfonía de matices
enlazados en una partitura inasible. Sentimientos fractales en constante expansión me
conducen a una obliteración estremecedora y violenta. Así será. Te amo.

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