Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Good Girls Say Yes
Good Girls Say Yes
¡Disfruta de la lectura!
Staff
Moderación y Traducción
ZombieQueen
Maga
Diseño
4
Bruja_Luna_
Índice
Staff ........................................ 4
Índice ...................................... 5
Sinopsis .................................. 6
Capítulo 1 ............................... 7
Capítulo 2 ............................. 11
Capítulo 3 ............................. 18
Capítulo 4 ............................. 27
Capítulo 5 ............................. 34
Capítulo 6 ............................. 37
Capítulo 7 ............................. 46
5
Capítulo 8 ............................. 53
Capítulo 9 ............................. 66
Capítulo 10 ........................... 77
Capítulo 11 ........................... 87
Capítulo 12 ........................... 93
Capítulo 13 ..........................103
Capítulo 14 ..........................110
Capítulo 15 ..........................120
Capítulo 16 ..........................124
Epílogo .................................131
No sé de lo que es capaz.
Hay una mesa para los regalos y le entrego el mío a la chica que
está detrás de ella, es joven y con un vestido carmesí escotado. Supongo
que es una dama de honor, aunque no la he conocido antes. No creo que
alguien de la universidad esté en el cortejo nupcial, aunque creo que veré
a algunos de mis otros compañeros de clase entre los invitados. No hay
ningún organizador que te acompañe a su asiento, y cuando entro en el
espacio principal, puedo ver por qué. Han reorganizado la capilla en una
disposición circular de asientos: todas las sillas rodean el altar, por lo
que no hay división entre los invitados y los novios.
Me doy cuenta que estoy mirando y que hay gente esperando detrás
de mí para entrar a la capilla. Apartando la mirada de la pareja, me siento
en algún lugar entre los dos lados del círculo y reviso mi teléfono solo
para ver si hay algo que hacer y para evitar mirar. Lily envió mi invitación
más acompañante, pero no tengo acompañante en este momento, y ni
siquiera podía pensar en alguien a quien quisiera traer. Deprimente.
Bueno, una cosa es segura. Esta es una de las bodas más extrañas
en las que he estado, y aún no he llegado a la recepción.
10
Capítulo 2
Ya es tarde cuando llego a hablar con Lily. Nunca llegas a hablar
con la gente en una cola de recepción. Es como una cadena de montaje.
Después de quince segundos y un abrazo, casi espero que una mujer con
rostro severo y un portapapeles me diga que estamos reduciendo la
velocidad de la producción.
Le devuelvo el abrazo.
—Estoy bien. Pasé esa hora hablando con Jenny y Christopher. ¿O
debería llamarlo Maestro Christopher? —Levanto una ceja.
—Eso es cierto. —Se ríe—. Pero resulta que solo tenía que
encontrar a mi tribu. Fue donde menos lo esperaba.
—Oh, Emma. —Me da otro abrazo—. También vas a ser feliz. Lo sé.
Vas a conseguir todo lo que siempre has querido.
—Espero que estés bebiendo agua con todos esos —dice una voz
profunda detrás de mí. Me vuelvo para encontrarme con un hombre
atractivo que se eleva sobre mí, con una ceja levantada mientras mira mi
bebida.
La mano del Sr. Sexi se hunde más abajo, provocándome con los
dedos rozando la tela de mi vestido. Si el dobladillo fuera más corto, no
tengo ninguna duda de que su mano estaría debajo. La excitación me
atraviesa y me sorprende lo mucho que quiero que eso suceda.
—Bebe eso.
—Espera, ¿qué?
—¿Crees que soy una de esas chicas que se sienta a los pies de la
gente y hace lo que les dicen que hagan? —Me rio—. Vaya, lo has
entendido mal. Mira, probablemente eres uno de los hombres más sexis
que he tenido la oportunidad de conocer, y maldita sea, puedes bailar. Y
ese beso… —me detengo antes de poder lanzarme sobre él por otro—.
Pero no soy una sumisa. No estoy en la “escena”. No soy tuya para
mandar, así que puedes tomar tus pequeñas reglas, fruncir el ceño
decepcionado y metértelas por el culo.
—¿Qué deseas?
—Por supuesto que no, pero eres linda cuando estás nerviosa. Y
como ya te encuentro hermosa, es divertido ver esto.
—Mucho.
—Bueno. Puedes irte ahora que sabes que no soy una sumisa. No
estoy buscando a alguien como tú.
Inclina la cabeza.
—No lo haces.
—No voy a tener sexo contigo —le digo, poniendo los ojos en blanco.
—No dije nada sobre sexo, pero tengo la intención de hacerte venir.
—Da un paso más cerca y me tiende la mano—. Ven conmigo, y durante
16
quince minutos, haz exactamente lo que te digo. Puedo mostrarte que te
estás engañando a ti misma cuando dices que no necesitas esto.
No rompe la mirada.
—Matthew Forester.
Me pongo de pie, queriendo estar más cerca del nivel de los ojos a
pesar de que todavía se eleva sobre mí. Estar cerca de él desencadena un
recuerdo sensorial de ese beso, y siento que me atrae hacia él a pesar de
estar quieta.
—Dime por qué debería hacer eso, Matthew.
—¿Disculpa?
El nivel más básico, dijo. ¿Cuáles son los otros niveles? Pero ahora
me está besando y no puedo pensar porque una vez más estoy en llamas.
La excitación me recorre como una ola, y gimo, incapaz de contenerme.
Matthew simplemente se ríe contra mis labios y profundiza el beso, como
si supiera que reaccionaría de esta manera.
Lo hago.
—Más amplio.
Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios, no estoy segura de cómo puede
entender el resto de los números, son más gemidos que palabras y estoy
empezando a quebrarme, el placer se filtra, me atrae mientras él me
sostiene bien en el borde, y luego:
Hay una pequeña parte de mí que quiere pedir más, decir que
podemos tener más tiempo. Pero sé que si digo eso me pedirá más. Querrá
que le obedezca y haga como si fuera una cosita sumisa como esas
mujeres de la recepción, y no lo soy. No lo soy. 22
En cambio, caminamos lado a lado de regreso al salón de baile.
—He sido un Dom por mucho tiempo —dice—. Y soy muy bueno
en eso. Cuando eres un Dom, practicas leer a la gente. Tienes que hacerlo
porque notar las señales de la gente, las reacciones más pequeñas, puede
marcar la diferencia entre una escena asombrosa o un desastre.
—¿Cómo lo sabrías?
Resoplo.
—La última vez que jugué con mi vida sexual perdí bastante, así
que no, gracias.
—No lo soy.
—Pruébalo.
Me burlo.
—No creo que lo fuera. Él asumió que era una sumisa y por eso me
fui con él. Siento mucho haberte avergonzado.
—Espero que sepas que realmente estoy feliz por ti. Y espero que
tengas mucho sexo pervertido en tu luna de miel.
—En ese caso, estoy segura de que estaré bien. —Paso mi brazo
por el de ella—. Ahora vamos a ponerte en marcha para que dejes de
preocuparte por mi vida sexual y te concentres en la tuya.
Ella sonríe y caminamos hacia el otro lado del salón de baile donde
Mark la está esperando. Él la toma del brazo y veo como salen del edificio
rodeados de bengalas y confeti. Antes de subir al auto, Mark la sumerge
en un beso acalorado que hace me duela el pecho. Estoy feliz de que ella 26
sea feliz, y solo puedo esperar serlo algún día. Y que la encontraré en mis
propios términos y en los de nadie más.
Capítulo 4
La mañana llega demasiado pronto, y con ella un fuerte dolor de
cabeza. Si Matthew estuviera aquí, estoy segura de que diría que me lo
dijo.
Matthew Forester.
Su número de teléfono está escrito debajo de su firma, y de repente
tengo una ansiedad que no sentí anoche en medio de mi borrachera y el
resplandor del mejor orgasmo que he tenido nunca. ¿Tres días a solas
con él en los que tengo que obedecerle? Ahora, a la luz del día, no estoy
segura de poder soportarlo.
Responde enseguida.
28
¿Cuánto tiempo hasta que estés allí?
—¿Cómo es eso?
Resoplé.
—Dime más.
—Oh, Dios mío —dice—. Oh, Dios mío. Oh. Mi. Dios.
Termino mi vino.
Me encojo de hombros.
—Matthew Forester.
Ella me mira.
Jess se ríe.
—¿Déjame ver?
—Es verdad…
Una vocecita habla en mi cabeza, que tal vez fue el alcohol lo que
hizo que su recomendación sonara tan brillante. Odio enviarle un
mensaje de texto en su luna de miel, pero no volverá cuando tenga que
tomar mi decisión. Saco mi teléfono y Jess ve.
—Buena decisión.
Me rio.
—Haré eso.
—Ah. Bien. Bueno, todavía digo que lo haría, pero no tienes que
decidir ahora.
Asiento.
—Por supuesto. —Me rio—. Cuento contigo para que seas la que se
dé cuenta si desaparezco.
—Gracias, Jess.
Fue bueno hablar con ella, pero todavía no tengo idea de lo que
quiero hacer. ¿Cómo puedo tomar esta decisión?
Capítulo 5
Consigo llegar hasta el lunes sin enviar un mensaje de texto a
Matthew. He mirado su carta tantas veces que empieza a desgastarse, y
tengo su número memorizado. No dejo de pensar que quiero la diversión
y la huida, y me digo que no vale la pena el riesgo. Luego pienso en lo
mucho que me ayudaría ese dinero, y vuelvo a pensar en ir.
Pensé que podrías decir eso. Haré que te olvides del dinero.
Puedes probar.
Oh, lo haré.
35
Las pequeñas burbujas de mensajes de texto aparecen durante
más tiempo que antes, y estoy en el borde de mi asiento, esperando a ver
lo que podría decir. ¿Va a darme instrucciones para el viernes? Pero
cuando llega el mensaje, me quedo boquiabierta.
Cuando estés abierta debajo de mí, viniéndote una y otra vez sobre
mi boca y mi polla, el dinero será lo último en tu mente. ¿Qué dices a eso?
Vete al infierno.
Sácalo ahora. Cuando estés aquí, tu trasero estará bajo mi mano por
hablarme de esa manera. Y créeme, eso será más divertido para mí que
para ti.
Hay una carita que me guiña el ojo al final del texto, burlándose de
mí. No tengo palabras para lo que está pasando en mi cuerpo y en mi
cerebro en este momento. Luego, otro texto.
36
Capítulo 6
Matthew sigue enviándome mensajes de texto el miércoles y jueves,
y aunque no soy una mojigata, la descarada sexualidad de sus mensajes
me hace sonrojar. Mi vibrador se ha usado más en los últimos dos días
que en los últimos seis meses juntos, y parece que no es suficiente. De
repente hay un monstruo hambriento de sexo dentro de mí y no se
detendrá ante nada hasta que sea alimentado.
Por lo general, justo antes viajar por un fin de semana, hago las
maletas frenéticamente. Realmente no sé qué hacer conmigo misma, ya
que no lo hago. Cuando le envié un mensaje de texto a Jess antes para
decirle que me iba, sugirió que nos emborracháramos y lo celebráramos,
pero realmente no quiero presentarme en su casa con resaca, así que dije
que no. Lily me acaba de enviar un mensaje de texto con una cara
sonriente. Sé que querrá escuchar tantos detalles jugosos como Jess
cuando regrese, y ella vuelva de su luna de miel.
Al final, me decido a leer. He tenido libros que he querido leer en
mi mesita de noche durante años, pero de alguna manera nunca
encuentro el tiempo. Leo hasta que mis ojos ya no permanecen abiertos,
y los obligo a abrirse el tiempo suficiente para poner mi alarma. No hay
vuelta atrás ahora.
***
Matthew se ríe.
No pierde el ritmo.
—Esto es hermoso.
—Por lo grande que se ve por fuera, la gran gira podría llevar los
tres días completos.
Tomo asiento frente a él. Esto no parece real. Es como una película
o algo así.
Asiento.
Matthew asiente.
—Tal vez.
Se encoge de hombros.
—Bien —digo.
Sonrío.
—Sí, señor. 43
—Necesito que elijas una palabra segura. Siempre podrás usar
“rojo”, pero creo que ayuda a los principiantes tener más de una.
—¿Cómo elijo?
—Limón —digo.
—Nunca.
Él asiente, aceptándolo.
—Bien. Si la usas, todo se detiene. No la uses a la ligera. No es algo
que se use si no estás segura o te sientes incómoda. Si necesitas un
momento para comunicarte conmigo, dímelo o di amarillo y
disminuiremos la velocidad.
Me rio.
—Estoy deseando que llegue. Pero como dijiste que sí, hay algo
sobre lo que no negociaré: tus orgasmos me pertenecen.
Parpadeo.
—¿Qué significa eso? Asumo que no voy a tener sexo con otra
persona, así que, por supuesto, ¿te pertenecen?
—No, no vas a tener sexo con otra persona. Quiero decir que al
igual que en ese pasillo, solo te vienes cuando te lo permito. Necesitas
permiso. Puedes preguntar y espero que me digas si estás tan cerca que
crees que no puedes controlarte, pero dejarlo ir antes de que yo esté de
acuerdo te meterá en problemas.
—Posiblemente.
Me estremezco.
Él se ríe.
Resopla.
—Lo es.
—¡Esto es hermoso!
Se ríe de nuevo.
No lo entiendo.
—¿Sexo?
—Sí, sexo.
Oh, Dios.
—¿Está comenzando?
—Sí lo está. —Se vuelve para irse y luego se vuelve hacia atrás—.
Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no me contendré.
Trago y asiento.
—Entiendo.
Dios, la idea de tener sexo en esta ducha con Matthew abre una
puerta completamente nueva de posibilidades en mi cabeza, y termino
quedándome bajo el agua durante otros veinte minutos solo de pensar en 48
ello. Pienso seriamente en desconectarme, pero luego recuerdo que dijo
que no se me permite venirme. ¿Ni siquiera ahora, cuando nunca lo
sabrá?
Para cuando estoy lista, todavía me quedan unos minutos, así que
exploro la habitación. Hay una estantería de libros llena de todo, desde
poesía hasta algunas novelas eróticas, un escritorio lleno de bolígrafos y
papelería, y un armario que se abre para revelar un centro de
entretenimiento. Básicamente es como la mejor habitación de hotel de la
historia. Además, la vista es realmente hermosa. La mayoría de la gente
no se da cuenta de que Georgia es uno de los lugares más hermosos a los
que podrías ir, pero lo es. Colinas verdes onduladas y grandes
extensiones de tierra intactas. Tengo suerte de no tener que mudarme de
este estado para encontrar un trabajo y poder quedarme aquí.
—Estás preciosa.
Y otra.
50
—Si usaras esto todos los días, tu cuerpo se adaptaría y no se
sentiría tan constrictivo. Parecería normal.
—Quería.
—No.
—¿No?
—No, señor.
—Lo sé. —Me muerdo la réplica sarcástica que está en mis labios,
y él se ríe como si supiera que estoy a punto de maldecirlo—. Elegí un
corsé hoy por una razón.
—¿Oh?
—Sí.
—Vaya.
—Sí, señor.
Me toca en la cabeza.
¿Quiere que sirva champán? ¿En serio? Lo miro para ver si se ríe, 54
para ver si está bromeando, pero solo me mira expectante. Siento que la
sangre me sube a las mejillas al pensar en lo que vi y en lo que podría
tener que interrumpir.
Él sonríe, divertido.
—Gracias. —Se siente raro que me feliciten por esperar con una
bandeja, pero considerando lo mucho que quería huir, se siente como
una victoria que alguien se haya dado cuenta.
—Por supuesto.
—¿Exhibirme?
—Oh. —Me relajo, e incluso con los sonidos y los olores del sexo a
mí alrededor, me encuentro casi a la deriva—. ¿Qué pasa ahora? —
pregunto a través de mi neblina.
—¿Quiénes?
Enarca una ceja que me dice que sabe que solo estoy fingiendo que
no sé de quiénes está hablando. Pero va a dejar que me salga con la mía.
—Así que estabas excitada —dice—. ¿Qué fue lo que te excito? ¿Fue
solo el sexo? ¿O fue el bondage?
No quiero admitir que pudo haber sido el bondage, pero para ser
perfectamente honesta, no estoy segura. No empecé a mojarme hasta que
él se la estaba follando, así que podría haberlo sido.
—Bastante justo.
Se ríe suavemente.
—Tan terca. No voy a jugar contigo hasta que todos se vayan, pero
hasta entonces, esperarás y verás. Y con la excepción de tus palabras de
seguridad y “Sí, señor”, ya no tienes permiso para hablar. Creo que
necesitas algo de tiempo para pensar en lo que estás viendo y cómo
encaja todo. 60
De nuevo, espera y me doy cuenta que está esperando que esté de
acuerdo.
—Sí, Señor —le digo, aunque ni siquiera puedo creer que está
saliendo de mi boca.
—¿Qué es esto?
1
Domme: forma de llamar a una dominante femenina.
Además, no tendría ni idea de qué decirle. Confío en que Matthew no va
a incumplir su palabra y dejar que nadie más me toque hoy.
—Sí, señor.
Lo hago. 63
—Otra vez.
Lo hago.
—Otra vez.
La respuesta es sencilla.
—Asustada.
Vuelve a buscar en mi rostro.
—Déjame ser muy claro —dice en voz baja—. Me tomo muy en serio
mis responsabilidades como Dom, y mi responsabilidad es solo contigo,
no con darles placer a mis amigos. Y aunque creo que quizás disfrutes
un poco de exhibicionismo, no era mi plan para hoy. —Hay un beso en
mi frente.
—Gracias, señor.
—Muéstrame. 64
Me ayuda a ponerme de pie y me lleva hacia la puerta.
—Todos verán lo sexi que eres —dice, con los labios contra mi piel—
. Y cuando se vayan, podemos jugar.
Hay una oscuridad carnal en sus palabras que me hace estremecer,
y lo quiero. Quiero que me haga venir. El corsé se sigue aflojando y tomo
las respiraciones más profundas que tengo en horas. Llega al fondo y se
desliza libremente, mis pezones se endurecen repentinamente con el aire
frío. El diminuto vibrador comienza de nuevo, suavemente. Casi apenas
ahí, pero puedo sentirlo.
65
Capítulo 9
No sé qué les ha dicho Matthew, pero una a una las personas de la
sala se van marchando y al pasar, me miran. Me distrae el zumbido
silencioso e insistente de mis bragas, pero todos dicen algo. Ya sea un
cumplido sobre mi cuerpo o sobre mi servicio o un estímulo en mi
sumisión, pero en el momento en que Chris y Jenny se marchan, estoy
enrojecida por todos los elogios, así como por el placer que crece lenta y
pausadamente en mi interior
—Sé que eres nueva en esto —dice—, pero quería decirte que lo
estás haciendo muy bien. Y si tiene algo de lo que quieras hablar con otra
sumisa, pídele al Maestro Matthew que te dé nuestro número. Me
encantaría hablar contigo.
—Sí, señor.
—Sí.
Silencio.
»Sí, señor.
—Está bien.
—Primera opción. Admite que eres una sumisa, que quieres esto y
a mí, y pierde la apuesta.
Él también sonríe.
—Recuéstate.
69
Los nervios cantan en mi estómago, pero lo hago. Hace un trabajo
rápido con mis muñecas, y me doy cuenta que estoy atada como esa
chica, Karen, en una X, abierta, incapaz de moverme. Matthew se inclina
y toma mi boca en un beso. Moviéndose hacia mi cuello, empiezo a
sentirme hipnotizada por la sensación de sus labios. Su boca cubre mi
pezón y me arqueo sobre la mesa. Soy tan sensible que se siente como si
su boca estuviera en mi clítoris, y se ríe de mi reacción.
—Sí, señor.
—Rojo. Limón.
—Bien. —Roza con sus dientes mi piel y gimo—. Esto es más que
sexo, ya sabes. Cuando una sumisa está inmovilizada, se le quita todo.
Tengo todo el poder y tomo todas las decisiones. No queda nada más que
tus reacciones honestas, y cuanto más vulnerable eres, más poderosa es
tu respuesta.
—Estás deliciosa —dice contra mis labios—. Otro día podría pasar
horas entre tus piernas.
—Sí, señor.
—¿Qué?
—¿Tienes miedo?
—Sí, señor.
—¿Confías en mí?
71
Sorprendentemente, lo hago.
—Sí.
—Por favor.
—No.
—¿Qué?
—Por favor.
—Donde te llevo al límite, una y otra vez. Sin dejarte pasar hasta
un gran clímax final.
73
Oh, Dios. No sé cuánto más puedo soportar. Me voy a venir tarde
o temprano. Es demasiado grande, demasiado bueno, demasiado placer.
Se retira del todo y empuja hasta la empuñadura, y el placer sube como
un cohete por mi columna vertebral. No voy a durar, lo sé. Mi cuerpo
recuerda dónde lo dejó y vuelvo a estar ahí.
—Señor —le digo, mi boca lucha por formar las palabras alrededor
de la cadena—. No estoy... no puedo... ayuda...
—Vente, ahora.
—Estas despierta.
—Todavía adormilada.
74
Se rie suavemente.
—No me mientas.
—¿Cuál?
—¿Cómo es eso?
Señor.
Con eso en mente, salto cuando una mujer con jeans negros y una
camisa negra gira en la esquina. Me quedo boquiabierta, porque aparte
de los invitados de ayer, no había visto a nadie en la casa. Pero la mujer
no pierde el ritmo.
—¿Buenos días?
—Soy Julia, parte del personal del Sr. Forester. ¿Lo estás
buscando?
Si se saliera con la suya, estaría sentado con una mujer a sus pies.
Dios sabe lo que estaría haciendo. Ignoro la imagen de mí misma allí, tal
vez leyendo un libro propio. Esa imagen me hace dudar, porque no sé
cómo me hace sentir. Una parte de mí se pregunta si realmente sería tan
malo. E instantáneamente, la otra parte de mí ruge que no está bien ni
siquiera pensar en eso.
—Buenos días.
Él se ríe.
—No diría que están acostumbrados, pero Julia es una Domme, así
que no es algo con lo que no esté familiarizada.
—De todas las cosas que han pasado hasta ahora este fin de
semana, ¿esa es la que te está afectando?
—¿De verdad?
—¿Posición?
—Más amplio. Hasta que tus dedos de los pies se toquen. —Lo
hago, y él extiende sus dedos rozando mi nuca—. Levanta la columna
vertebral hasta aquí, e inclina la cabeza. Y finalmente. —Se agacha y
toma mis manos—. Palmas hacia arriba sobre tus muslos. 80
Se endereza y mantengo la pose.
Trago.
—Sí, señor.
—Quiere decir…
—Así es. Todas las mañanas antes de salir del dormitorio, mi polla
entre tus bonitos labios. No me molestaría que estuvieras de rodillas, o
debajo de las sábanas, o debajo de mí mientras te follo la boca. Pero sería
todas las mañanas, y creo que lo disfrutarías.
—¿De verdad?
Matthew sonríe.
—Sé que eres nueva y soy paciente, pero estoy cansado de repetirte
órdenes. La próxima vez que tenga que repetir algo, serás castigada.
Tienes tus palabras seguras si necesita usarlas. Ahora chúpame la polla.
Parpadeo, sorprendida.
—Yo…
No sonríe ni se ríe.
—¿Estabas preocupada?
Me sonrojo.
—Sí.
—Abre.
—Confía en mí.
—Asustada, señor.
—Muéstrame.
Abro la boca y le muestro que está vacía, que me tragué todo como
él me dijo, y sonríe.
—Buena chica.
—Estuviste excelente.
—¿De verdad?
Matthew suspira.
86
Capítulo 11
Las horas pasan lentamente en la casa. Tomo el libro que empecé
ayer y lo llevo a la biblioteca. Hay una silla en un rincón soleado en la
que me fijé durante la visita, y acerté en que es el lugar perfecto para
sentarse a leer. Se me acercan algunos de los empleados para almorzar,
y aunque es raro para mí estar en esta lencería, nunca actúan como si
algo estuviera mal. Además, el té y el almuerzo que me preparan son
absolutamente deliciosos.
Cada vez que escucho pasos, espero que alguien me traiga una
nota de Matthew con alguna instrucción traviesa, pero nunca es eso. Sigo
pensando en esta mañana y en ayer, y con cada hora que pasa estoy cada
vez más nerviosa. Mi excitación nunca disminuye, y tampoco el hecho de
que estoy tan mojada que soy consciente de ello constantemente.
Cuando llega la hora de cenar, estoy tan ansiosa por verlo y por
qué me haga venir que prácticamente estoy rebotando mientras espero
en el comedor. Pero luego no viene y el ama de llaves me pregunta si me
gustaría comer en mi habitación, o tal vez en la sala de estar con una
película. Me disculpo y me dirijo a su oficina. Tengo hambre, pero tengo
87
más hambre de otra cosa, y no voy a tenerla esperando en la sala de estar
con una película.
—Hola.
—Hola.
—¿Estás bien?
—No en este momento. —Y luego vuelve a leer, que ahora veo que
no es un libro, pero parece algo relacionado con los negocios.
—Ven acá.
Me encojo de hombros.
—Respuestas verbales.
—¿Por qué?
Obligo a respirar.
—Porque he estado excitada todo el día y no vine aquí solo para
sentarme y no hacer nada.
Él asiente lentamente.
—Desnúdate.
Mi sangre se congela.
—¿Qué?
—¿Cuánto tiempo?
—Sí, señor.
—Tiré el lapicero.
Odio, odio lo mucho que eso tiene sentido. Pero tiene sentido y la
aceptación es rápida y relajante.
—Gracias, señor. 91
De nuevo su mano cae sobre la piel en la parte superior de mi
cintura y mis ojos arden.
—Gracias, señor.
—¿Quién te dejó?
—Jeremy.
Matthew asiente.
—¿Lo amabas?
94
—Sí —sale un susurro—. Lo amaba más de lo que pensaba que era
posible. Pero… —me callo, considerando mis palabras cuidadosamente—
, sé que no era un buen tipo. No me golpeó ni nada, pero nunca pareció
realmente feliz conmigo. —Me río, aunque nada de eso es gracioso—. Me
tomó mucho tiempo darme cuenta de eso.
Asiento.
—No, señor.
—¿Por qué?
—¿Por qué la gente tiene sabores favoritos? ¿Por qué algunas
personas necesitan tener su oficina organizada para funcionar y a otras
les gusta como si una bomba estallara? ¿Por qué algunas personas son
homosexuales y otras heterosexuales? ¿Por qué me siento más satisfecho
cuando alguien se apoya en mí? ¿Cuándo me deja decidir por ella y confía
en que la protegeré? —Golpea suavemente mi frente con un dedo—. Va
más profundo de lo que creemos. Es parte de lo que son algunas
personas. No siempre tiene que haber una razón.
—Lo hago.
—¿Y qué pasa si lo soy y aun así elijo alejarme y dejar que esto no
sea lo que soy?
—Si tenemos más tiempo juntos, me gustaría explorar esto. Tal vez
te encierre en un cinturón de castidad por un tiempo para que esta sea
la única forma en que pueda tomarte.
97
—¿Qué? —respiro, incapaz de evitar la ola de excitación que cae
inesperadamente sobre mí. Entonces su lengua está ahí, rozando mi
trasero, sintiéndose tan mal y tan bien, y mi coño se aprieta,
humedeciendo y revelando el hecho de que he pasado de cero a sesenta
en aproximadamente ningún segundo. Su boca se mueve más abajo,
saboreando mi excitación, y me arqueo hacia él. Me suelta y me da unos
ligeros azotes.
—Lo sé.
Estoy loca por el placer, pero también sé que no es para mí. Esto
es para él. Estoy aquí para su placer en este momento, y siento una
sensación de calma, sabiendo que estoy haciendo algo que lo hace feliz,
le da placer.
98
Agarra mi trasero con más fuerza y más dolor y placer se mezclan.
De repente estoy al borde, gritando mientras me folla, y se siente como
una eternidad de perfección antes de que lo sienta sacudirse dentro de
mí, corriéndose. Matthew gime, presionando un beso en el centro de mi
columna. Siento la pérdida de él y mi orgasmo cuando se retira y se ocupa
del condón, y luego está ahí, dándome la vuelta sobre mi espalda, pero
no suelta mis ataduras.
No creo que mi trasero tome eso, y aprieto los dientes mientras las
vibraciones me llevan más alto, al borde del orgasmo y luego se
desvanecen. Gimo y él se ríe.
—Gracias, señor.
99
—Muy agradable. Tu tiempo comienza ahora.
—Lo dudo mucho —digo, mi voz se tensa cuando llega otra cresta
de vibraciones. Miro a los ojos de él de nuevo, y su mirada me lleva a
través de la ola, y luego otra. A pesar de que le suplico que me deje venir
y dice que no, mirarlo me permite esperar esas fracciones de segundo
antes de que sea demasiado tarde.
—Tu cuarto.
—¿Por qué?
—¿Qué? —pide.
—El transporte.
Me congelo.
102
Capítulo 13
El sonido de mi teléfono me despierta. Parece que hace años que
no oigo ese sonido. Está en el bolsillo de mis vaqueros, olvidado en uno
de los armarios. Salgo a trompicones de la cama, intentando alcanzar el
teléfono antes de que deje de sonar. Es Lily.
—Lily.
—No, Emma —dice—. Sé que no estamos tan cerca como solíamos
estar, pero te conozco. Y este es mi mundo en el que estás. Si solo te estás
esforzando para vengarte de tu ex, lárgate, porque Matthew no se lo
merece.
Suspiro.
Esa voz en mi cabeza se rebela contra esto. Esto no está bien, que
me pegó. Pero estábamos de acuerdo en que el castigo era parte de esto.
No cruzó ninguna línea a la que no hubiera accedido ya, y si hubiera
usado mi palabra de seguridad, se habría detenido. Mi mente se queda
en blanco.
Podría haberlo hecho parar. Sabía que podría haberlo hecho
detenerse y no lo hice. Dejé que siguiera adelante. ¿Qué significa eso para
mí? ¿Para esto?
—¿Cómo estás?
—Sí, me lo imagino.
—¿Lo hice?
—Bueno.
—Arriba, sube.
—No.
Me rio.
—Por supuesto.
—No lo entiendo.
—¿Disculpa?
—Me gustas, Emma. —Se detiene, con las manos en las caderas y
me mira. No puedo mirarlo a los ojos porque me doy cuenta de que estaba
equivocada antes. No lo estaba viendo en su momento más vulnerable en
el patio, lo estoy viendo ahora—. Me gustas, y sé que no debería, porque
claramente no queremos las mismas cosas. Tenía la esperanza... no sé lo
que esperaba. Pero si solo está aquí por el dinero, puedes tenerlo. He
intentado mostrarte que una relación Dom/sum se trata de confianza, y
si realmente piensas que haría algo así, entonces no confías en mí.
—No lo sé —digo.
—No lo sé.
Está tan cerca que quiero extender la mano y tocarlo, dejar que me
abrace, pero no se mueve.
—¿Crees que está rota? ¿Crees que está arruinada porque se casó
con Mark? No sé cuánto te ha contado sobre su relación, pero él es un
dominante más estricto que yo. Están en una relación veinticuatro/siete.
Nunca hay un momento en el que ella no se someta. ¿Crees que es infeliz?
¿Loca?
—Entonces, ¿por qué crees que estás rota por querer algo que te
hace sentir bien?
—¿Estás segura?
—Por favor.
—Desnúdate y arrodíllate.
—Levántate.
Lo hago, y cuando levanto la mirada me congelo. Me está llevando
hacia la misma X que vi en su fiesta. Mi corazón late fuera de mi pecho,
pero pongo un pie delante del otro hasta que estoy parada frente a él.
—Rojo y limón.
—No.
—No, señor.
—Rojo y limón.
—Buena chica.
—Matthew.
Él instantáneamente está a mi lado, y su mano se desliza por mis
costillas.
—Señor.
—Sí, señor.
—Señor, tengo que venirme. —Mis palabras son más aliento que
voz.
—Por favor.
—¿Sientes eso?
—No, señor.
—Buena chica.
—¿Lo estuvo?
—Sí.
Él sonríe.
—Gracias, Maestro.
—¿Hambrienta?
Suspiro.
—Lo que, según nuestra apuesta, te hace mía durante los próximos
treinta días.
—Matthew, hice esa apuesta sin pensar nunca que perdería. Lo dije
y admito que ganaste, pero no puedo quedarme. No tengo treinta días de
vacaciones y no puedo perder mi trabajo.
Lo miro expectante.
Parpadeo.
Él se ríe.
—No te lo voy a poner fácil —le digo—. No solo voy a ser una buena
chica.
—¿Qué otra regla? —No puedo evitar notar que está detrás de mí,
y no tengo ninguna duda de que tiene algo que ver con esta regla.
Me rio nerviosamente.
—No lo sé.
Asiento.
—Sí.
—Yo tampoco.
—Sé que lo que elijamos, es un gran paso. Pero tengo algunas cosas
que decir y pueden afectar tu decisión.
Él sonríe.
—Lo sé, pero voy a decir esto de todos modos. —Toma mis manos
y entrelaza nuestros dedos—. Cuando te vi en la boda de Lily y Mark,
pensé que eras hermosa y supe que eras sumisa.
Lo miro.
—Malditos Dominantes.
—No, señor.
Él se ríe.
—Sé que te he dicho muchas veces que eres mía, y fue parte de la
actuación. Pero realmente quiero que seas mía. Mi sumisa. —Se detiene
y veo que la emoción brota de su rostro—. Te amo, Emma. Estoy tan
enamorado de ti, y si tuviera una opción, nunca querría que te fueras. Y
este… —dice, sosteniendo el collar—. Es un collar que diría eso.
—¿Me amas?
—Lo sé —digo.
—Sádico —murmuro.
—Gracias, señor.
—De nada.
—Gracias, Maestro.
Matthew sonríe.
130
Epílogo
Un año después
Al mirarme en el espejo, apenas me reconozco. Lily hace milagros.
Tengo el cabello perfectamente rizado y recogido en la cabeza de una
forma que nunca podría lograr yo misma, y mi amiga, Emily, me ha
maquillado perfectamente. Lo único que me queda es vestirme, y ese
pensamiento hace que se me corte la respiración porque hoy me voy a
casar.
Hace seis meses, Matthew me pidió que me casara con él. Creo que
nunca he dicho que sí a algo más rápido.
Por supuesto que todavía tengo ansiedad por todo eso. No creo que
cualquiera que elija esta vida no lo haga. No es fácil y no lo tomo con
tanta naturalidad como algunos. Pero hemos encontrado nuestro ritmo,
Matthew y yo. Es extraño, porque tenemos una rutina y se ha
interrumpido en los últimos días. Anoche no dormimos en la misma
cama, y honestamente no puedo recordar la última vez que sucedió. Ni
siquiera lo he visto hoy, y eso me inquieta.
Hay un suave golpe en la puerta y mis ojos vuelan hacia ella. Es él.
Estoy familiarizada con el sonido de su golpe. Matthew abre la puerta y
mi corazón da un salto en mi garganta. Ya está en su esmoquin, y maldita
sea, se ve bien. Quiero decir, siempre se ve bien, pero este es un nivel
completamente diferente.
Les dije que venía, y todas mis damas de honor son sumisas, por
lo que abandonan la habitación rápida y silenciosamente. Cierra la
puerta tras ellos a medida que avanzan.
—Hola —dice.
Le miro en el espejo.
Se me corta el aliento.
133
—Oh. —Me levanto y me quito la bata que estoy usando. Mi corsé
está suelto debajo. Hemos hecho esto con bastante frecuencia, y me
aferro al respaldo de la silla mientras él aprieta los tirantes alrededor de
mis costillas hasta que siento que no se ajustan más.
—Lo odiaba.
Él ríe.
Le sonrío.
—Arrodíllate, Emma.
—La metáfora sigue siendo cierta, más ahora que serás mi esposa,
además de mi sumisa. Pero no siempre puedes llevar un corsé. Vas a
usar un anillo como símbolo de nuestro matrimonio, pero no me gusta
que tenga más representación que nuestro intercambio de poder, que es
igualmente importante.
—Llevas mi collar, pero creo que este es mejor. —Al abrir la caja, 134
revela una hermosa gargantilla plateada. Hay tallas de filigrana a lo largo
de la banda, y no puedo esperar a ver qué son todas. Es lo
suficientemente delgado como para parecer un collar decorativo, pero no
habrá duda para aquellas personas en el estilo de vida que esto es un
collar. Un collar de verdad. Brotan lágrimas inesperadas y no puedo
apartar los ojos de ellas.
—Gracias, señor.
—¿Emma?
—¿Maestro?
—¿Estás bien?
***
Me rio un poco.
—Pensé que después de una semana estarías más que lista para
que yo me saliera con la mía. —Su mano se aprieta en mi cintura y sus
palabras se hunden.
—Eso es nuevo.
—Esperar fue una buena idea. Estás goteando. Tal vez deberíamos
hacer más juegos de castidad si eso te va a excitar tanto.
Casi tengo que morderme los labios para no decirle que no, que no
es una buena idea. Más tarde, cuando no estemos en esta habitación,
podré hablar con él sobre eso. Pero aquí digo:
—Sí, señor.
—¿Señor?
Él está de pie frente a mí, y distraídamente acaricia un dedo
alrededor de mi pezón mientras habla.
—Gracias, señor.
—Esa bolita que tienes en la mano —dice—. Por esta noche, esa es
tu palabra segura. ¿Exprímela para mí?
—Sabes por qué —dice—, porque cuando privas tus sentidos los
demás se intensifican. Y porque pones tu confianza en mí.
—Sí, señor.
—Abre.
El cuero se desliza con más fuerza por mis pechos y jadeo porque
el cuero es seguido por la mano de Matthew. Masajeando mi piel,
haciendo rodar mi pezón entre sus dedos. Mi espalda se arquea hacia él
y estoy un poco fuera de balance debido al marco. Otro golpe en mi pecho
y más dedos. Más caricias. Mis pezones son picos duros en sus manos y
jadeo cuando su boca cubre uno.
—¿Hemos terminado?
—Ni remotamente.
Me rio.
—¿Toda la noche?
Él sonríe.
Fin
Sobre la autora
Penny Wylder, autora más vendida de USA Today y número uno en
ventas de Amazon, escribe lo que cabría esperar: romances salvajes. Los
“Felices por Siempre” siempre son mejores cuando son un poco sucios,
así que si estás buscando un libro que te haga sentir travieso en todos
los lugares correctos, ¡salta y deja tus bragas en la puerta!
144
145