Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Yo: ¿Dónde?
Amber: En el mercado de Navidad. Está aquí con Ian y todo ese grupo de
chicos.
Yo: #suspiro
Amber: Nada de eso. No nos rendimos tan fácilmente. Tienes que traer tu
dulce trasero aquí. Dame un segundo y te haré una video llamada.
¡Sí!
—De acuerdo, ¿qué tal esto? Y si es demasiado personal, no
tienes que contestar. ¿Hay alguna razón en particular por la que aún
eres virgen? ¿Te estás reservando para alguien especial?
—Nunca he deseado tanto a nadie. — digo. —Y nunca he
confiado en nadie lo suficiente.
—Lo entiendo. — dice.
Deja de caminar bruscamente y me abraza. Nos quedamos
abrazados durante unos instantes en los que juro que todo a nuestro
alrededor se detiene, se silencia por completo y lo único que oigo es el
sonido de nuestros corazones latiendo al unísono. Bum, bum, bum,
bum. Entonces me mira a la cara y me besa en la punta de la nariz.
Casi me trago la lengua obligándome a no declararle mi amor
eterno. Es un encanto. Quiero tener hijos con él para poder verlo
arrodillarse con nuestros pequeños, besarlos y limpiarles las lágrimas.
Ha funcionado.
Fase desnuda.
Oh. Mi. Dios.
Vuelvo a mirar a Nash y se me queda mirando, sus ojos
devorando cada centímetro de mi cuerpo. Miro hacia abajo, pero no
veo nada. Es decir, puedo ver que mi camiseta es ahora casi
completamente transparente, pero ya sabes, llevo sujetador y leggings
y esas cosas. Como soy una chica de talla grande, llevo sujetadores y
bragas de tamaño industrial, así que no es como si estuviera aquí
anunciando un sujetador y un tanga. Así que estoy totalmente
cubierta.
—Tengo que sacarte de aquí. — dice Nash. Me agarra de la mano
y me hace girar. Y luego volvemos a dar vueltas, como si estuviera
perdido y no supiera por dónde empezar. Finalmente, parece darse
cuenta de hacia dónde tenemos que ir y me tira con él.
Amber se ríe histéricamente.
—No es tan divertido. — le grito.
Amber: Lo haré.
Verano...
Mi patio trasero está lleno del aroma ahumado de la carne asada.
Hace un calor de mil soles aquí afuera, pero soportable porque mi
esposo ha hecho de esto un oasis para nosotros.
—No me puedo creer que Nash te haya construido una piscina.
— dice mi hermana Jackie. Tiene una mano en la barriga de
embarazada y luce unas enormes gafas de sol naranja chillón. —
¡Luca! — le grita a su esposo.
Él levanta la vista de la parrilla junto a Nash. Cada uno lleva un
par de pinzas, lo que no tiene sentido cuando solo un hombre puede
hacer hamburguesas a la vez. Debe ser cosa de hombres.
— ¿Qué están haciendo ahí? ¿Duelo de barbacoas?— pregunto.
Jackie resopla.
— ¿Sí, muñeca?— pregunta Luca.
— ¿Por qué no me has construido una piscina?
Mira a su cuñado e intercambian algo que no podemos oír desde
donde estamos tumbadas en nuestros flotadores.
— ¿Quieres una piscina? — pregunta.
—Sí. Mira qué bonito es esto. Su jardín es enorme, me doy
cuenta, y el nuestro es diminuto. Pero aun así. Esto es como un resort,
Ron, ¿te das cuenta?
Miro a Nash y le mando un beso. El gris plateado de su barba y
sus sienes brilla a la luz del sol y está guapísimo. —Lo sé. Es perfecto.
— La casa de Nash, nuestra casa, está en un terreno más grande a las
afueras de la ciudad. Ahora hay que conducir un poco más para ir a
trabajar, pero es tan tranquilo y bonito. Puedo tomar café en el porche
Fin…