Está en la página 1de 102

M. N.

FORGY
Nuestras Partes Rotas
The Devil´s Dust 2.1

Sinopsis:

Babs conoce muy bien el mundo del MC. Como una dama, acepta el infierno que
viene con eso y lo devuelve multiplicado por dos. Cuando las cosas empeoran, la hacen
cuestionarse qué tan preparada está para el infierno en que vive. Ella pensaba que su
matrimonio con Locks era así; que lo tenía todo. Pero el pasado tiene una forma de
escabullirse y destrozar la vida. Encontrándose atrapada como la dama de Locks, con la
amenaza de que será suya hasta el día de su muerte, su mundo se sale de control. La
única persona que arriesga todo para salvarla es la última persona que pensó que ella le
importaría: Bull.
El presidente de Devil's Dust MC, Bull, es bueno para huir de las mujeres y es incluso
mejor para cabrear a sus hermanos. Cuando ve la forma en que su vicepresidente está
tratando a su dama, intenta no inmiscuirse. Lo único en lo que Bull insiste en su club es
el respeto y la lealtad: respeto por el parche, respeto por tu hermano y lealtad hacia el
club. Sin embargo, después de encontrar a Babs en una situación difícil tras una pelea
con Locks, no puede evitar intervenir.
Cruzando líneas y luchando con la imprevisibilidad de la vida, ¿encontrarán refugio
uno en el otro o tendrán que soportar lo que la vida les da?
Advertencia: Éste no es el típico felices para siempre.

Hace un tiempo atrás


Me apoyo contra la barra, notando botellas de cerveza vacías por todas
partes. Creo que es posible que hayamos tenido una fiesta un poco demasiado salvaje
anoche. Saco mis manos de la barra en busca de una taza de café y noto que tengo los
dedos pegajosos.
—¿Pero qué mierda?— mascullo.
Presionando mi pulgar e índice juntos, miro mi piel pegada cuando trato de
separarlos. Bajo la mirada a la barra y noto que la suciedad y el polvo cubren la parte
superior. Siento que mi rodilla roza contra el contenedor de los platos, provocando que
los vasos choquen ruidosamente entre sí. Bajo la vista y lo encuentro lleno de vasos
sucios. Algunas han estado allí desde mucho antes de la fiesta, junto con botellas de
cerveza de hace una semana. Este lugar realmente necesita una limpieza, y estos chicos
no están listos para el trabajo. Demonios, tengo que ponerle un arma en la cabeza a un
candidato para obligarlo a que saque la basura.
Las puertas de la entrada del club se abren con fuerza, sacudiendo todas las fotos de
los fichajes policíacos y recuerdos colgados en la pared y apartando mi atención de la
inmundicia que cubre la barra.
Babs entra furiosa, su pelo rojo y enrulado sujeto sobre la cabeza con pequeños
mechones que caen sueltos enmarcando su rostro en forma de corazón. Su nombre es
Babs porque habla demasiado. Cada vez que nos reunimos, puedes oír su bocaza desde
cualquier lugar. Lleva una camisa blanca abotonada que se ata en la parte inferior, jeans
ajustados y botas de cuero negras hasta las rodillas. Se ve bien, tetona y segura de sí
misma. Parece que acaba de cumplir treinta en vez de estar en los cuarenta. Nunca
sabré cómo Locks consiguió semejante fierecilla.
—Buenos días, cariño. —Ella levanta la vista del suelo, sus verdes ojos están
entrecerrados de ira, y me muestra el dedo, me río tanto que mi cuerpo tiembla. Olvidé
que ella estaba enojada conmigo. Locks le ha estado jugando sucio últimamente. Él ha
estado quedándose aquí con quienquiera que le caliente la cama, y me utiliza como
chivo expiatorio, diciéndole a Babs que lo necesito en la casa club, que un acuerdo se fue
a la mierda y podría necesitarlo en cualquier momento. Sin embargo, todo es mentira, y
tampoco acepté ser un chivo expiatorio. Sin mencionar que no estoy completamente a
favor de que esté durmiendo con cualquiera que no sea su dama, como está haciendo.
Pero no hay ninguna ley que diga que no puede engañarla, gracias a mi padre. Él era el
presidente antes que yo, y prácticamente hizo las reglas del club. Claro, podría celebrar
una reunión y cambiarla, pero ya sé que la votación resultaría adversa.
El eco de un gran golpe viene del pasillo junto con gritos y alaridos.
Me froto la cara y suspiro. Sé lo que está pasando. Locks finalmente fue atrapado.
—¡Vete a la mierda, Locks!
Salgo de detrás de la encimera, yendo hacia la conmoción. Entro en la habitación y
encuentro la mesita tumbada con la lámpara en el suelo, rota. Locks está de pie con la
camisa desabrochada, abrochándose el cinturón, y Candy se está levantando, luego de
haber estado de rodillas. Bueno, más como siendo levantada de los pelos por Babs.
—¿Qué está pasando aquí, hermano?—le pregunto a Locks, pero puedo ver
claramente lo que está sucediendo.
Locks aleja su furiosa mirada de Babs y me mira. Sus ojos marrones se clavan en mí,
sus cejas están fruncidas, causando que se forme un enjambre de arrugas.
—Puede que sea de tu incumbencia un montón de mierda del club, dado que eres el
presidente, pero esto no te incumbe—responde Locks, su tono es cortante.
Mi mandíbula se aprieta con ira, y mi puño tiembla con el deseo de darle un puñetazo
en su irrespetuosa boca. Aparto la vista de Locks y miro a Babs. Sus ojos verdes están
abiertos de par en par con ira, mientras aprieta la mano en el cabello rubio de Candy,
mirándome con cautela. Me froto la barba incipiente y salgo. ¿Quién diablos se cree que
es Locks, para hablarme así? Soy su maldito presidente, y él debería mostrarme más
respeto, pero lo dejaré por ahora porque respeto demasiado a Babs para golpear a Locks
delante de sus narices. Ella tiene suficiente con qué lidiar en este momento.
Me coloco detrás del mostrador, mi mandíbula está apretada de ira. Cuando levanto
la mirada, Babs se dirige apresuradamente hacia las puertas para irse, sosteniendo su
mejilla y mirando hacia el suelo.
—¿Babs?—la llamo. Mi tono es de pregunta, tengo curiosidad de por qué se está
sosteniendo la cara.
Ella me ignora y sale. Salgo corriendo del club, tratando de alcanzarla.
—¡Babs!—grito nuevamente, tratando de llamar su atención. Ella continúa
ignorándome, sin titubear en sus pasos hacia su camioneta roja.
—¡Delilah!—le grito, usando su verdadero nombre. De repente se detiene, pero no se
da vuelta para mirarme. La alcanzo y pongo mis manos sobre sus hombros. Todavía
está sosteniéndose la mejilla con la mano, su rostro está vuelto hacia el otro lado.
—¿Qué pasó?—le pregunto suavemente. Ella no responde. Sigue mirando hacia
abajo, sosteniendo su mejilla. Agarro su mano suavemente y la retiro de su rostro,
revelando la marca de una mano, manchando su piel de porcelana. Está tan roja que se
ve casi púrpura. Un pequeño escalofrío por el dolor se dispara a través de su mejilla.
—¿Qué mierda pasó, cariño?—susurro, mis ojos se abren ampliamente con
preocupación. Ella está en silencio, solo una lágrima solitaria escapa de su ojo.
—¿Candy te golpeó?—le pregunto. Candy, es una puta cualquiera en nuestro club,
ella salta de colchón en colchón por todas las habitaciones del club, y algo más también.
No soporto a esa perra; me recuerda a su madre, Roxy. Solía follar con Roxy antes de
encontrar a una mujer por la que estuve loco. Lo malo es que no me di cuenta de lo loco
que estaba por esa mujer hasta que se fue. Candy y su mamá tienen algo en común, se
burlan de las damas. Estaba seguro que alguna de las damas ya se habría ocupado de
Candy, como lo hicieron con Roxy, pero eso solo deben haber sido buenos deseos.
Agarro a Babs por el mentón y lo levanto para que me mire.
—Todo esto es culpa tuya—me susurra, inmovilizándome con sus ojos enojados—.
Entiendo que tienes tu código machista, los hermanos antes que las putas, y no puedes
bloquear sus pollas, pura mierda, pero tú todavía eres tan cabrón como él.
Asiento con la cabeza. Ella puede pensar eso, y tiene razón. Sabía lo que estaba
pasando y me sentía como una mierda observándolo. Sé que se merece algo mejor, pero
maldita sea, no es que pueda hacer nada al respecto. Maldito Locks. Miro a Babs y gimo
profundamente. Es muy hermosa. Siempre me gustó. Ese cabello rojo ardiente y su boca
insolente son cautivadores. Pero verla tan rota, es raro e injusto para ella.
—Déjame hacer lo correcto—le ofrezco.
Ella se suelta de mi agarre y me mira fijamente. ¿Por qué mierda me siento tan
culpable es la pregunta a todo esto? No fui el que la engañó y no causé esto,
independientemente de lo que Locks le haya dicho a Babs.
Miro hacia atrás al club y meto las manos en los bolsillos. La furia porque Locks me
faltara el respeto frente a las mujeres sale a la superficie mientras me quedo mirando
hacia la casa. Regreso la mirada a Babs y le sonrío.
—Trabaja para mí—le sugiero. Ella hace una mueca, cierra los ojos y me mira.
—¿Qué?—pregunta, con el rostro arrugado por la confusión.
—Mi club podría necesitar el toque de una mujer, alguien que cocine un par de veces,
lave algunas sábanas…
—¿Me veo como una maldita sirvienta? ¿Cómo se supone que eso es hacer las cosas
correctamente?—interrumpe, con su mano levantada para evitar que hable.
—Te pagaré—le digo, deslizando mis manos por mi cabello, su tono está comenzando
a enojarme.
—Tengo un trabajo, muchas gracias—escupe, colocando la mano en su cadera.
—¿Dónde trabajas, muñeca?—le pregunto, cruzando los brazos, curioso de quién
podría manejar su actitud y su bocaza y no despedirla el primer día de trabajo.
—Dirty Barrels—me responde. ¿Ese pequeño y sucio bar al otro lado de la autopista?
Intento no reírme. Por supuesto que ella sería una camarera. Aunque he estado en Dirty
Barrels. Es un lugar de mierda, y apuesto a que las propinas no son mejores.
—Te pagaré el doble, y trabajando aquí puedes vigilar a Locks. —Ella resopla, como
si fuese ridículo—. Es decir, si quieres cargar con él—continúo. Ella mira a lo lejos, como
si estuviese pensando en ello. No tengo tiempo para esto—. Tómalo o déjalo—digo
caminando hacia la casa club.
—De acuerdo, lo tomaré—dice Babs, cediendo.
Sigo caminando hacia el club y volteo la cabeza apenas para echarle un vistazo.
—Buena elección, te veré mañana a primera hora.
Entro en el club y encuentro a Locks en la cocina y a Candy en un taburete del bar
examinando sus uñas como si nada hubiera pasado. El estado de calma que ella tiene
me enoja. La agarro por el cabello rubio en pésimas condiciones y la saco del taburete.
—¡Es hora de que te vayas!—gruño.
—Suelta mi pelo, cabrón—grita, agarrando mi puño en su pelo. La empujo fuera de
las puertas del club y me la quedo mirando. Puedo asegurar que esta perra va a ser un
problema.
—Mierda, vas a pagar por mi pelo; ¡acabo de ponerme estas extensiones!—chilla,
mirando los mechones de pelo que caen de su cabeza.
—Sí, no contengas la respiración, muñeca—le suelto enojado.
—Espera a que mi madre se entere de esto—me amenaza. Curvo mi labio, mirándola
confundido. ¿Por qué demonios me importaría lo que piense su madre?
Cierro y trabo las puertas, frunciendo el ceño a la mujerzuela que está ensuciando mi
patio.

Me subo a la camioneta y salgo volando del patio del club, mis ojos sueltan lágrimas
incontrolables mientras mi boca hace ese horrible sonido de sollozo.
—¡Maldito cabrón!—grito mientras mi pie pisa el acelerador.
—¡Sabía que me estaba engañando, lo sabía, y él no tenía ni un gramo de culpa!—
grito, mi voz resuena a través de la camioneta. Empezó hace varios meses; cuando
comenzó a quedarse en el club toda la noche. A medida que pasaron las semanas,
comenzó a quedarse en el club durante días y días. Trató de culpar a Bull, pero yo lo
sabía bien, especialmente cuando me encontré con un tanga de encaje rosa, que ni
siquiera cabía en mi teta izquierda, en el bolsillo del jean de Locks. Cuando anoche no
regresó, completando un total de una semana que no había estado en casa, fui al club
enojada, y descubrí exactamente lo que había estado esperando todo este tiempo. Él
había estado siéndome infiel.
Otro sollozo escapa de mi boca. Me pegó. Maldición, realmente me golpeó, y no hice
nada a cambio. ¿Por qué? ¿Cómo no me había defendido?
Locks y yo nos conocimos varios años atrás en Dirty Barrels. Mi padre se separó
cuando yo tenía doce años, y cuando mi madre murió de cáncer hace unos años, vine a
California para estar con mi hermana. Estoy empezando a pensar que fue un gran error.
Debería haberme quedado en Texas.
—Eres demasiado hermosa para estar trabajando en un lugar como éste. —Aparté por un
instante los ojos de lo que estaba haciendo, un ron con coca cola y vi a un tipo que mi madre me
habría matado si lo hubiese llevado a casa. Tenía su largo cabello rubio recogido hacia atrás,
tatuajes por todos sus brazos, un chaleco de cuero con parches, y la sonrisa más despiadada que
jamás había visto.
—La adulación no paga mis cuentas, cariño—le dije con insolencia, haciéndolo reír.
Se quedó hasta la hora de cierre. Cada vez que levantaba la vista, me estaba mirando con ojos
sonrientes. Literalmente sentí que mi piel ardía por su impertinente mirada.
—Última ronda—le advertí, limpiando la barra donde estaba sentado solo.
—¿Cuál es tu nombre?—me preguntó, bebiendo lo que quedaba de su Jacks con coca cola. Me
mordí el labio, debatiendo si quería responderle lo que le decía a todos los borrachos que me
acosaban, o realmente decirle mi verdadero nombre. Le devolví la mirada, pensando. Él inclinó la
cabeza hacia un lado y sonrió, haciéndome derretir en el acto. ¿Por qué no? No me estaba
haciendo más joven y podría tener algo de emoción.
—Mi nombre es Delilah—respondí finalmente, mi piel hormigueaba por la excitación que me
recorría.
—Delilah—dijo, mi nombre sonó musical en sus labios—. Bueno, Delilah, soy Locks—dijo,
poniendo su mano sobre la barra para que se la estrechara.
—¿Locks?—pregunté, confundida. ¿Qué clase de nombre era ese?
—Síp, es mi nombre de carretera—dijo, tirando de su chaleco, que abrazaba sus hombros a la
perfección.
—¿Qué es un nombre de carretera?—le pregunté, riendo—. ¿Por qué te llaman así?—
continué preguntando.
Él sonrió burlonamente, su dedo jugaba con el borde de su vaso.
—¿Qué?—pregunté, curiosa por saber que era tan gracioso.
—Eres de hacer muchas preguntas, ¿verdad? —Sonrió y sus ojos marrones se encontraron
con los míos otra vez.
Me encogí de hombros. Me habían dicho que hablaba mucho; cuando en realidad, solo
preguntaba y decía lo que tenía en mente. Muchas personas no lo hacían, demasiado asustadas de
cabrear a alguien. No podría importarme menos; tómame como soy.
—Soy parte de un club de moteros llamado los Devil's Dust—me informó. Había visto el
grupo de motos yendo y viniendo a toda velocidad por la ciudad. Eran fuertes, tatuados y sexys.
—Entonces, ¿cómo conseguiste el nombre de carretera?—le pregunté. Él sonrió y miró su
vaso.
—Te diré una cosa, si vienes a dar un paseo conmigo, te contaré por qué me llaman Locks—
propuso, golpeando con la mano el mostrador del bar.
Sonreí ampliamente.
—¿En una moto?—le pregunté, mi cara parecía que iba a rajarse por la sonrisa tan amplia.
Él se rió y asintió.
—Sí, en una moto.
La luz se vuelve verde, sacándome de mi ensoñación. Desde esa noche, Locks y yo
fuimos inseparables. Me enamoré tan rápido y fuerte; todo fue un borrón. Aunque sé
que me ha estado siendo infiel durante los últimos meses, verlo, terminó de matar
nuestro matrimonio, y eso me destroza.
Una risa repentina se escapa de mi boca, atravesando los sollozos. Pero Bull, me acaba
de contratar para limpiar el club y vigilar a Locks. Eso no evitará que me sea infiel; pero
si hay algo que Locks predica es que las mujeres no están permitidas en el club. Como
es un maldito hombre de las cavernas o alguna mierda de esa clase, al menos esto
realmente lo enojará. Quiero decir, he estado en el club y he pasado mi debida cantidad
de horas, pero principalmente fue antes o después de las fiestas. Locks nunca parecía
contento si yo estaba en alguna de ellas, de todos modos últimamente sólo con mi
presencia, él no estaba feliz. Mi teléfono suena dentro de mi bolso en el asiento del
pasajero. Me inclino y lo agarro, desviándome hacia el tráfico que viene en sentido
contrario mientras lo pesco.
Justo cuando me enderezo un automóvil negro esquiva mi camioneta, tocándome la
bocina.
—¡Mierda! ¿Qué? —respondo el teléfono, frenéticamente.
—Soy yo, Ruby. ¿Qué diablos te pasa?—suelta mi hermana. Suspiro. Solo hablo con
ella cada dos meses, generalmente cuando necesita algo.
—Acabo de atrapar a Locks engañándome—le digo en voz baja. Debería estar más
descorazonada de lo que estoy, pero más que nada estoy enojada.
Ella jadea.
—Mierda—susurra—. De todos modos, tenemos un problema. Encuéntrame frente al
hospital—exige Ruby.
—¿El hospital? ¿Para qué? —le pregunto.
—Es Scarlett; tuvo una sobredosis, otra vez—dice Ruby, terminando la llamada, sin
siquiera decir adiós antes de colgar.
—Mierda—susurro mientras hago un giro en U justo en el medio de la autopista, los
autos hacen sonar sus bocinazos, se desvían para pasarme y frenan bruscamente para
no chocar contra mí.
—¡Síp, vete a la mierda también, amigo!—le grito por mi ventanilla a un anciano que
me muestra el dedo.
***
Me encuentro con Ruby en la entrada principal del hospital. Ella se ve hermosa como
siempre con su pelo rojo brillante lacio que cae por sus hombros y sus ojos verdes
resaltados por el maquillaje negro y ahumado. Está vestida con unos vaqueros capris
azules y una camiseta sin mangas verde. Mi hermana pequeña y yo no tenemos nada en
común, excepto el color de nuestro cabello y ojos. A mis cuarenta años y a los treinta y
dos de ella, no estamos de acuerdo en muchas cosas. Ella quedó embarazada joven y
nuestra madre la echó. Que Ruby nos dejara fue una de las cosas más difíciles que he
pasado.
Vino a California y se juntó con un ricachón, le consiguió un trabajo, una casa y un
automóvil. Cuando descubrió que estaba casado, tomó todo lo que le dio y se marchó.
Algunas perras tienen tanta suerte. Si tomara lo que Locks me dio, sería un anillo de
bodas barato que me compró hace años y eso sería todo. Bajo la vista a mi mano; ya ni
siquiera estoy usando la maldita cosa. Supongo que nos hemos ido distanciando, así
qué ¿cuál es el punto?
Ruby y yo nos dirigimos a la sala de emergencias y entramos en la habitación de
Scarlett. Está pálida y tiene vomito por todo su cuerpo. Observo los tubos metidos en la
parte interior del codo y los cables que bajan de la parte delantera de su bata.
—Ella realmente montó un espectáculo esta vez—susurra Ruby, sin entrar en la
habitación.
Ruby se cruza de brazos y mira hacia el pasillo, con los labios fruncidos.
—Ya no puedo seguir haciendo esto, Delilah—dice, comenzando a llorar.
—¿Hacer qué?— le pregunto, colocando mi mano en la cadera, curiosa por lo que está
pasando.
—No voy a ver a mi hija matarse, inyectándose con veneno o prostituyéndose por
una dosis. —Su voz se quiebra, cargada de emoción—. He visto a mi hija morir más
veces de las que debería ver una madre en una vida—dice Ruby, limpiándose la cara
con el dorso de la mano.
—Entonces, ¿qué estás diciendo?—le pregunto, volviendo a mirar a la frágil joven de
dieciocho años en la cama del hospital.
—Terminé. Le he dado más que suficientes oportunidades; ésta fue la última. Si ella
quiere suicidarse, puede hacerlo en otro lado—dice Ruby, volteándose y alejándose.
¿Cómo puede decir eso? ¿Cómo puede renunciar a su hija? ¿No recuerda lo que le hizo
su propia madre, arrojándola a los lobos? Es por eso que Ruby me llamó. Ella sabía que
no me desligaría de Scarlett.
Agarro la mano fláccida de Scarlett y le doy un apretón. La miro y me doy cuenta de
su imagen cadavérica. Su pelo es rojo, y es un poco más oscuro que el mío, y cuelga en
mechones, hay grandes y oscuras ojeras debajo de sus ojos.
—Parece que solo somos tú y yo, bebé—le susurro.

Hoy me despierto alegre, ansioso por ver la cara de Locks cuando aparezca Babs.
Agarro algo de ropa del suelo y las acerco a mi nariz, olfateando su limpieza. Una cosa
buena de tener a Babs en el club, es que tendré ropa limpia. Me pongo mi camiseta
negra, los jeans rasgados, las botas y el chaleco. Agarro mis cigarrillos de la mesa contra
la pared y me dirijo al área principal.
—Oh, Locks, eres el peor—coquetea Juliette, poniéndose su chaqueta verde. Juliette es
una de las chicas que tiene problemas con papá, se queda follando con quien sea que le
preste un poco de atención. Se acomoda su largo cabello sobre el hombro, su vibrante
tatuaje de araña trepando por la mano capta mi atención.
—Oh—dice, sorprendida—. No te vi allí, Bull—continúa con una sonrisa falsa.
—No hay problema, cariño—le respondo, pasando junto a ella. Saco un cigarrillo del
paquete con mis labios y lo enciendo justo cuando mi teléfono vibra—. ¿Qué?—suelto al
teléfono.
—¿Cómo te atreves a tocar a mi hija así? —Es Roxy. Me preguntaba cuándo iba a
saber de ella.
—Tengo mierda para hacer. ¿Qué quieres?—le pregunto, yendo directo al grano.
—Ella acaba de colocarse esas extensiones; ¡es mejor que pagues por eso!— exige, su
tono de voz chilla en la línea, causando que mi cabeza palpite instantáneamente. Roxy
es como una maldita Barbie, pero con implantes de culo y teta. Mientras no abría la boca
para hablar, era un buen polvo. Pero eso era todo.
—Sí, ¿listo?—digo llanamente.
—Voy hacia allá y…
—Ven aquí y afeitaré tu jodida cabeza—la amenazo por la línea telefónica. Ella jadea
y se calla.
—¿Qué pasó con nosotros, Bull? Solíamos ser tan buenos juntos—responde, su tono
es suave y más razonable.
—No fuimos buenos juntos. Sólo fuiste una tía que follé. Si tu hija continúa con su
mierda, será prohibida en este club. —Cuelgo el teléfono y gruño de frustración. Si tan
solo deshacerse de Candy fuese tan fácil. Candy es muy querida por los chicos de por
aquí. Si me deshago de ella, tendría un alboroto de hombres cachondos en mis manos.
Babs entra al club justo cuando me dirijo al área común.
Ella tiene su rizado cabello rojo suelto, dejando que caiga por sus hombros. Su
camiseta sin mangas de leopardo es tan apretada que marca sus tetas a la perfección, y
sus vaqueros negros hacen que ese lindo culo suyo se luzca. ¿Qué puedo decir? Soy un
hombre de tetas y culo.
—Estoy aquí—dice, con la mano en la cadera, mascando un chicle.
—Lo estás—respondo, dando una calada al cigarrillo. Miro alrededor del bar; está
asqueroso. Cómo lo limpiará está fuera de mi comprensión. Saco dinero de mi billetera
y se lo paso—. Vas a tener que ir a buscar algunos productos de limpieza—le informo
—. Ah, y recoge algo de café y para comer de aquí cerca.
Ella toma el efectivo, mirándolo.
—¿Qué estás haciendo aquí? Creí haberte dicho...
—¡Trabajo aquí ahora!—grita Babs por encima de mi hombro, interrumpiendo a
Locks, que acaba de entrar al bar, a mitad de la frase.
—¿De qué mierda estás hablando?—le pregunta Locks, encogiéndose de hombros en
su chaleco.
—Ella está trabajando aquí ahora. Este lugar necesita el toque de una mujer. Ella
estaba en el lugar correcto, en el momento indicado cuando llegué a esa conclusión—
explico, poniéndome delante de Babs. Bajo la vista a mis pies, curioso de cómo se
movieron sin que lo piense. ¿Por qué me siento tan protector con ella?
—Éste no es lugar para una maldita mujer—ladra Locks, su cara se pone roja
brillante.
—Puede que sea de tu incumbencia un montón de mierda del club, dado que eres mi
vicepresidente, pero esto no te incumbe—le respondo, citando las palabras que me dijo
ayer. Locks descubre sus dientes, sus manos se aprietan mientras grita y golpea un
taburete. Señala a Babs, inflando con aire sus mejillas, escupiendo burbujas sobre sus
labios en el proceso. Babs se para un poco más erguida y lo saca a patadas. Bien por ella.
La cara de Locks adquiere una expresión aturdida, desapareciendo la mirada roja y
violenta. Su cara se pone pálida y su boca se abre con sorpresa.
—Ve a enfriarte—le ordeno a Locks.
—¿Qué?—dice Locks, sacudiendo la cabeza como para aclarar sus pensamientos.
—Dije, vete a despejar tu maldita cabeza—le repito, señalando las puertas. Locks me
mira con el ceño fruncido y camina dando pisotones hacia las puertas, abriéndolas con
ira.
—Shadow, ve y asegúrate de que no haga nada estúpido—ordeno. Locks no ha sido
él mismo últimamente y odiaría que hiciera algo estúpido.
Coloco el último de los víveres en el refrigerador y comienzo a preparar el café de
Bull por este día. He estado aquí a diario durante dos semanas y he conseguido que este
lugar se vea más presentable que nunca. Lavé y enceré los suelos, limpié toda la vajilla,
quité el polvo, lavé las sábanas y más. No he visto a Locks desde el día en que salió
furioso, y estoy agradecida por eso. Sé que cuando regrese, vendrá directo por mí.
—Huele muy bien aquí, bebe—dice Bull, entrando en la cocina. Sonrío
orgullosamente mientras se dirige a la cafetera. Todos los días viene a la cocina
queriendo café, así que me aseguro de que esté caliente y listo. Siempre está
mirándome, una sonrisa de satisfacción en su rostro mostrando ese hoyuelo en el lado
izquierdo de su cara.
—Debería haberte contratado hace mucho tiempo—continúa Bull, agarrando una taza
del armario, ese hoyuelo me golpea donde estoy parada. Siempre estuve enamorada de
Bull, desde el primer día que Locks me lo presentó. La forma en que sus ojos verdes me
miran, la manera en que sonríe y siempre parece interesado en lo que estoy diciendo. A
veces no puedo evitar desear haber conocido a Bull antes que a Locks.
—Estoy progresando. Todavía tengo algunas cosas que hacer por aquí—respondo,
agarrando una taza también.
Bull me mira, sus ojos verdes me hacen inspirar un aliento excitado. No puedo evitar
el rubor que mancha mis mejillas y aparto la mirada. Cuando Bull me mira, realmente
me mira. No como Locks. Cuando Locks me mira, es como si estuviera disgustado
porque estoy en su línea de visión.
—Te dejaré llegar a eso, muñeca— Bull dice dulcemente, dando un paso a mi
alrededor, su mano acaricia mi espalda baja cuando pasa, haciendo que contenga la
respiración.
—Oye, Babs, no sé cocinar una mierda. ¿Crees que puedas hacerme unos huevos si
compro algunos?—me pregunta Shadow, entrando a la cocina detrás de Bull.
—¿No puedes cocinar huevos?—le pregunto, riéndome.
—Nah, la perra de mi madre nunca me enseñó—dice, pasándose las manos por su
pelo negro.
—Acabo de comprar unos huevos, dulzura. Puedo prepararte algunos—le respondo,
tomando un sorbo de mi café caliente. Cada vez que he venido al club, antes de que me
contrataran, Shadow siempre se aferró a mí y me preguntaba si necesitaba ayuda para
organizar las fiestas familiares o simplemente hablaba conmigo. Está dañado de la peor
manera posible por culpa de su madre, pero hay algo de luz allí. Se requerirá una gran
persona para reparar ese daño.
—¿A mí también?—me pregunta Bobby, deslizándose a través de las puertas de la
cocina. Bobby, con su ondulado cabello rubio y ojos azules, se parece más a un surfista
que a un motero. Comencé a conocerlo desde que llevo trabajando aquí las últimas dos
semanas. Bobby es... Bobby.
—Por supuesto, cariño—me río, agarrando una sartén para calentar.
—¿En serio?—pregunta Bobby, su voz muestra sorpresa. Me encanta cocinar, más
aún para aquellos que aprecian mi cocina, que aparecen y comen mi comida durante la
cena, y entablan conversación conmigo. Cierro los ojos, mi mente va a la deriva en
dirección a la fallida relación de Locks y mía.
—Por supuesto, cariño, te prepararé cualquier cosa, siempre que lo pidas
amablemente. —Busco en la nevera y agarro la caja de huevos.
1
—Jodida A —masculla Bobby, haciéndome sonreír.
Después de que los muchachos se han comido todos los huevos y bebido todo el jugo
de naranja, se dirigen a su reunión diaria. Me siento en un taburete para escribir una
lista de cosas para comprar en la tienda.
—Ciertamente pensé que habrías captado que no te quería aquí.
Levanto la mirada de mi bloc de notas y me encuentro cara a cara con Locks, que
tiene a Candy envuelta en su cintura. Gruño frustrada. No voy a dejar que este hijo de
puta me hable o me trate así.
Me bajo del taburete y me preparo para la conversación que he estado temiendo.
Aparto mi mirada del suelo de madera encerado, a sus ojos color chocolate.
—Pecas—murmuró Locks, extendiendo su mano sobre mi pecho. Bajo la mirada a su mano y
regreso a sus ojos color chocolate.
—Tienes unos ojos increíbles, Babs. Podría perderme en ellos y no me podría importar menos
si nunca lograra regresar—susurra, tendido frente a la chimenea de nuestro apartamento de
mierda. Habíamos estado juntos durante un año y las cosas se desarrollaron muy rápido.
—Te amo, Locks. —De repente me quedé sin aliento, el pensamiento que había estado
plagando mi mente durante las últimas dos semanas escapa de mi boca.
Él frunció el ceño, mirando el fuego crepitante. Cerré los ojos con fuerza, temerosa de lo que iba
a decir a continuación. Seguramente en un año, sentía algo por mí.
Sentí su mano en mi cara, haciendo que mis ojos se abrieran a sus ojos de chocolate.
—Yo también te amo—susurró.
Las falsas risitas me alejan de los ojos de Locks, de los recuerdos, hacia la puta barata
detrás de él. Cierro los ojos, luchando contra los recuerdos estúpidos y el amor
adolescente de nuestros años de juventud, cuando solíamos ser felices y nos reíamos
juntos. Ahora cuando estamos cerca el uno del otro, todo lo que hacemos es pelear y
mirarnos furiosamente. Es deprimente. Me enoja cuando alguien más me hace sentir
feliz, hermosa y no es mi marido, como hace Bull. Mis manos sudan y mi boca se seca
ante el pensamiento impulsivo cruzando por mi mente.
—Esto, eh—tartamudeo, temerosa de admitir que mi primer amor no es más que un
recuerdo lejano. Miro a Locks, a sus ojos crueles y burlones, nada como un par de años
atrás—. Esto no está funcionando Locks; tú y yo claramente nos hemos separado. —
Antes de que pueda terminar, Locks ha soltado a Candy y se precipita hacia mí. Respiro
hondo, inspirando a la mujer asustada que él ha moldeado en mí y exhalando a la
valiente mujer que soy.
Él extiende sus manos hacia adelante y agarra mis mejillas con dureza.
—Eres mi dama hasta que yo lo diga—gruñe Locks. Está encorvado y justo en mi
línea de visión. Intento apartarme de él, trato de alejarlo de un empujón, pero no sirve
de nada. Su agarre solo se aprieta dolorosamente.
—Serás mía hasta el día de tu muerte y no hay nada que puedas hacer al respecto. —
Se inclina más cerca de mi oreja, su agarre no se suelta—. Intenta escapar, y verás lo que
sucede—susurra, su tono es amenazante.
Alzo la mano y agarro su cabello, tirando de él con tanta fuerza que escucho las
hebras quebrarse.
—¡Puta de mierda!—grita Locks, soltando mi cara y agarrando su cabeza donde le tiré
el pelo.
Miro por encima del hombro de Locks para ver a Candy riéndose entre dientes,
apoyada contra la pared.
—Que te jodan a ti y a tu estúpida puta—insulto—. Es mejor que se acostumbren a
verme la cara por aquí, porque no me voy a ninguna parte. —Agarro el bloc de notas de
la barra y tiro mi bolso sobre mi hombro mientras me dirijo hacia la salida. Pongo mis
manos en la puerta y la presiono para abrir, pero me detengo. Miro a Candy y la
fulmino con la mirada. Su cabello rubio está en una cola de caballo apretada y lleva un
escaso vestido negro. Ella levanta una ceja ante mi repentina vacilación.
—Si te atrapo follando con mi maldito hombre, te cortaré, perra—la amenazo No es
que me importe una mierda, se trata de respeto más que nada.
—¡Te veré en casa esta noche, Delilah!—grita Locks, su voz enojada y amenazante
cuando me voy, mostrándoles el dedo a los dos.
***
He mirado por toda la casa buscando un arma, pero Locks debe habérselas llevado a
todas. Probablemente, temía que le disparara cuando descubriera que me estaba
engañando. Me apoyo contra la encimera, golpeando mis uñas contra la parte superior,
tratando de pensar. Estoy enojada, muy enojada, pero no herida. ¿Qué dice eso sobre
Locks y yo? Estoy más cabreada por la falta de respeto que ha mostrado, acostándose
por ahí y sabiéndolo todos menos yo y por la forma en que me golpeó; como si no fuera
nada más que basura. Mis uñas cavan en la encimera cuando pienso en sus palabras.
—Serás mía hasta el día de tu muerte y no hay nada que puedas hacer al respecto.
Quiero escapar, comenzar de nuevo en algún lugar que no involucre a Locks. Pero
eso sería como huir del calor mientras las llamas del infierno te engullen.
Sabía en lo que me estaba metiendo cuando acepté ese maldito parche de propiedad
de Locks; él me expuso todas las leyes del club. Pero creí estar tan enamorada que no
me importó lo que dijo. Ahora estoy atrapada en un matrimonio del que no puedo
escapar, mi vida no es más que sueños olvidados y un futuro de soledad.
Suena el teléfono de la casa, haciéndome saltar.
—Mierda—barboteo entre dientes y contesto el teléfono.
—Tía Delilah, soy Scarlett.
—Hola, cariño, ¿cuándo saliste?—le pregunto, agarrando el auricular con más fuerza.
Escuchar sangre de mi sangre me hace sonreír.
—Hace unos días. Mi mamá se fue. Fui a la casa y está vacía—solloza en el teléfono.
—¿Qué quieres decir con que se fue?—le pregunto, curiosa por saber dónde diablos
se ha ido mi hermana.
—Quiero decir que ella se ha ido. Mis cosas simplemente fueron arrojadas al césped y
la casa está vacía. ¿Sabes dónde está?
—No lo sé. Iré a buscarte. Quédate ahí—le digo, colgando. Maldita Ruby, ¿en qué
diablos está pensando y dónde mierda está? Marco su número, mis dedos perforando
los números con ira.
—Lo siento, pero este número ya no está en servicio—se escucha en el teléfono.
—¿Pero qué diablos?—grito, golpeando el teléfono contra la encimera.
Agarro el bolso y las llaves y me dirijo a la camioneta cuando la puerta de entrada se
abre de golpe, rebotando contra la pared.
—¿Vas a algún lado?—me pregunta Locks maliciosamente, sus ojos entrecerrados
mirando los rincones, dando zancadas casuales y cuidadosas a medida que avanza. Los
tatuajes oscurecen sus brazos mientras camina a través de la tenue iluminación de la
casa, su chaleco de cuero remata el nivel de peligro que se derrama de él.
Lo señalo, retrocediendo hacia la cocina lentamente.
—¡No te acerques a mí, pedazo de mierda!—grito.
—Oh, ven aquí. Me disculpo por lo de antes, cariño—dice con voz profunda y
espeluznante—. Ahora, dejemos eso atrás y hagamos las paces. ¿Qué dices? —Él inclina
la cabeza hacia un lado y sonríe. Esta cháchara entre nosotros, donde él es un asno y
entonces regresa a mí actuando como un príncipe azul, es solo un juego. Un juego que
estoy cansada de perder.
—¿Qué pasa, tu puta está ocupada con alguien más esta noche?—le pregunto con voz
de odio.
—Estoy tratando de ser amable. No me cabrees—me amenaza.
—Que te den. Puede que esté atrapada con tu viejo trasero, pero voy a hacer que sea
un maldito infierno a cada paso del camino, colega—me río, más por miedo que nada.
Él me agarra por el cuello, su rostro se pone rojo de ira.
—Soy tu dueño y harás lo que digo. Soy el maldito vicepresidente y eres mía—gruñe
en mi cara, sus palabras son forzadas y no tienen ningún sentido. Él aprieta mi garganta
más fuerte, haciendo casi imposible respirar. Mi corazón golpea mi pecho con miedo
cuando me doy cuenta de que no va a renunciar, temerosa de que me mate en la cocina.
Mis ojos comienzan a ver unos pequeños puntos negros, mi mano araña la suya para
que me suelte el cuello cuando mi uña se engancha en su anillo de bodas.
—¿Te casarás conmigo, Delilah?—preguntó Locks, con una rodilla en el suelo, mientras el
club entero aplaude y grita en el fondo. Era como cualquier otra noche familiar en el club. Cociné
y serví con las damas, y los hombres bebían y gritaban. Encontrar a Locks sobre una rodilla fue
una sorpresa que seguramente no esperaba.
Me quedé sin aliento, mirando hacia abajo a la pequeña roca en la caja azul que Locks sostenía.
—¿Vas a responderme?—preguntó Locks, su voz temblando nerviosamente.
—¡Sí!—grité, feliz de haber encontrado finalmente al único.
Me tropiezo con mi propio pie, sacudiéndome de mis recuerdos. El agarre de la mano
de Locks en mi garganta se aprieta debido a mi peso cuando mis pies quedan en el aire
por una patada. Mi mano se estira para agarrar algo cuando aterriza en la sartén que
está sobre la estufa. Agarro el mango con fuerza y la estrello contra la cabeza de Locks
con cada gramo de fuerza que tengo. Él cae al suelo, haciéndome caer con él. La sartén
traquetea por el suelo, y yo jadeo y me atraganto con el aire frío entrando en mis
pulmones.
Miro a Locks, notando la sangre que se filtra a través del cabello rubio, donde lo
golpeé. Miro a Locks, realmente lo miro, y me doy cuenta de que no estoy enamorada
del Locks de hoy, o de ayer para el caso, sino del Locks de un par de años atrás.
¿Cuándo se acabó? Es como si se hubiese escabullido tan lentamente que ninguno de
nosotros lo notó. Al principio solo eran pequeñas cosas que se detuvieron, como
llevarme a pasear en la moto o caminar por la manzana, o la lucha libre en la cama los
sábados por la mañana. Con el tiempo, ni siquiera se despedía, y mucho menos me
daba un beso cuando salía. Me daba la vuelta y él se iba. La vida siguió adelante y ya no
había tiempo para hacer este tipo de cosas. Pero no pude ver el engaño y el abuso.
Tal vez el comportamiento de Locks proviene de su padre, Baruskey. Locks me dijo
que su padre enloqueció un día y casi mató a su madre a golpes, entonces por la
mañana temprano fue a la tienda local de donas, salió, y disparó contra un par de
policías, dejando paralizado a uno. Todo sin ninguna razón. Algunos dicen que
Baruskey estaba tratando de suicidarse, que no había otra explicación. Sin embargo, el
juez no le concedió al cabrón tanta suerte. Está cumpliendo cadena perpetua. La madre
de Locks no quiere saber nada de ninguno de ellos. Después de que Locks recibiera su
parche, su madre temía que siguiera los mismos pasos que su padre. Tal vez lo hizo, tal
vez está en su ADN el quebrarse como lo hizo.
—Maldito cabrón—barboteo. Agarro la sartén y la estrello en su cara solo por si
acaso. Salgo de debajo de su cuerpo inerte, saco su billetera y tomo el efectivo. Tendré
que poner a Scarlett en un hotel hasta que encuentre algo más. No voy a traerla aquí en
medio de esto. Agarro mi bolso y me voy.

Shadow y Bobby se fueron, llevándose a algunas chicas con ellos para compañía.
Tomo una cerveza de la nevera y me dirijo a mi habitación cuando Babs entra por la
puerta principal.
—¿Qué haces aquí tan tarde, nena?—le pregunto, sorprendido de verla a esta hora. Su
cabello está despeinado y su ropa es un desastre.
—¿Estás bien?—le pregunto preocupado, caminando hacia ella.
—¿Crees que puedo dormir en una de esas habitaciones esta noche? —Su voz tiembla
y sus manos están inquietas sobre el bolso. Mis ojos se abren con sorpresa. ¿Por qué
querría quedarse aquí?
—¿Por qué? ¿Qué pasó?— le pregunto, mi ceja está levantada con curiosidad.
—Me iba a quedar en un hotel, pero solo tenían una cama y mi sobrina se queda allí—
comienza a balbucear.
—No dije que no, cariño. ¿Por qué? —le pregunto, interrumpiéndola.
Al acercarme, noto hematomas alrededor de su cuello. Mis ojos se entrecierran de ira
y mis labios se separan con incredulidad.
—¿Locks te hizo eso?—digo acusatoriamente. Mis dedos se arrastran suavemente por
la piel magullada alrededor de su sedoso cuello.
Ella mira hacia otro lado, avergonzada. Se pasa la lengua por el labio inferior
mientras evita el contacto visual.
Me paso las manos por la incipiente barba en mi cara, pensando. Su silencio y evasiva
responden a mi pregunta. Que ella se quede aquí provocará algo de mierda seria entre
mi VP y yo si se entera, pero no puedo mandarla devuelta a él. Aparentemente, las
cosas se están saliendo de control en su casa, y sé que con su actitud desafiante y el ego
dominante de Locks, alguien terminará seriamente herido o muerto.
—Puedes quedarte conmigo. Dormiré en el suelo—le sugiero.
Ella asiente y me mira con alivio, las lágrimas resbalando por su rostro hacen que su
máscara de pestañas se corra.
Agarro algunas mantas y almohadas extras del armario de la ropa blanca y me dirijo
a mi habitación. Hago un camastro en el suelo y me quito las botas viejas.
—¿Estás seguro? —La mirada fija de Babs en mi intento de hacer el camastro, sus ojos
se levantan con una mirada de desaprobación—. Puedo dormir en el suelo—me ofrece
Babs.
—No dormirás en el suelo, muñeca—le respondo. Levanto la vista después de
desabrochar mi cinturón y encontrar los ojos de Babs mirándome intensamente.
Observo cómo su cuerpo contiene el aliento cuando dejo caer mis vaqueros al suelo.
Me saco el chaleco y lo cuelgo con cuidado en la parte posterior de la puerta antes de
quitarme la camiseta.
—Voy a limpiarme—anuncia Babs rápidamente.
Sonrío y la observo correr hacia el baño.
Me recuesto en mi camastro de mierda y cruzo los brazos detrás de la cabeza,
esperando a Babs para apagar las luces.
Ella abre la puerta, su cara está limpia de manchas de maquillaje, y sus ropas
arrugadas dobladas en sus manos. Mis ojos se deslizan por su piel de porcelana, su
sujetador y bragas negras, haciéndome contener bruscamente el aliento. Ella no es flaca;
es rellenita, pero no gorda. Es una mujer y está orgullosa de su figura. Es una mujer con
curvas, y maldita sea si no me gusta eso.
—No mires—me pide severamente. Sonrío ante la infantil demanda y vuelvo la
cabeza hacia la puerta.
—No olvides apagar las luces—le recuerdo.
—Estás más cerca—discute ella.
—Eres la última que está levantada—le respondo.
Ella gruñe y da un paso encima mío, con las piernas abiertas sobre mi rostro,
dándome la vista perfecta de sus sedosas bragas negras cubriéndola mientras se inclina
y apaga la luz.
Exhalo lentamente y me doy la vuelta, mi erección hace que sea difícil tumbarse sobre
mi estómago. Babs es una mujer muy hermosa. Por qué Locks la trata de la manera en
que lo hace, es desconcertante.
***
Me despierto a la mañana siguiente con mi cama hecha y Babs ausente. Me pongo
algo de ropa limpia y entro a la cocina, el olor a café recién hecho me invita.
—Debería estar listo en cualquier momento, cariño—dice Babs, entregándome una
taza. Le sonrío y la tomo. Sus ojos verdes me devuelven la sonrisa, provocando una
mierda de aleteo en mi pecho. ¿Qué carajo me está pasando, sintiéndome todo
embelesado y una mierda? Me paso la mano por el cabello y gimo por dentro. Miro la
taza de café y después a ella. La expresión de desconcierto en su rostro me hace sonreír
burlonamente. Sí, ella va a ser un problema, ya lo puedo decir.
Dos semanas después
Estoy revisando algo de los números que Hawk me entregó cuando veo a Babs
arrastrando un cubo de agua por el suelo frente a mi oficina. Lleva puesto una sedosa y
holgada camiseta sin mangas de color rojo que muestra sus tetas lo suficiente como para
hacer gemir a un hombre adulto y el culo apretado por unos vaqueros negros ajustados.
Intento apartar la vista, ocuparme de mi asunto, pero puedo ver que el cubo es
obviamente demasiado pesado para levantarlo por la forma en que está tirando de él
con todas sus fuerzas, el agua desbordándose por el costado con cada tirón que le da.
Me río entre dientes y salgo de detrás del escritorio para ayudarla.
Extiendo la mano para agarrar el cubo, pero mis manos accidentalmente agarraron la
parte alta de sus brazos en lugar del cubo. Su piel es suave y sedosa. Mi polla pulsa por
el contacto con su piel, lo que hace que lo suelte rápidamente, salpicando agua por todo
su cuerpo.
—¡Oh, mierda!—maldigo, tratando de agarrar el cubo antes de que se derrame por
todas partes. Me quedo a la espera del momento en que me maldice por haberle
empapados los pantalones y las botas con el agua del cubo. Aparto la vista del suelo
mojado hacia Babs riéndose tan fuerte que no puede respirar. Tiene los ojos cerrados y
la cara roja por la falta de aire. No creo haberla visto reírse con tantas ganas antes. Se ve
tan joven y despreocupada.
Noto una gota de agua sobre su labio rojo y deslizo mi dedo sobre ésta sin pensar. Su
risa se detiene, sus preciosos ojos verdes me inmovilizan. Con mi otra mano ahueco su
mejilla, queriendo sentir más de su piel sedosa. Juro que no puedo entender qué carajo
estoy haciendo. Ella recuesta su cabeza en mi mano, sus labios entreabiertos por una
ráfaga de aire que exhala, sus ojos aceptando silenciosamente mi toque. Una puerta se
golpea en el pasillo, separándonos rápidamente. Regreso a mi oficina, mi corazón está
latiendo aceleradamente, y cierro la puerta, maldiciéndome a mí mismo.
No puedo resistir la forma en que ella me atrae, a pesar de que sé que está mal en
muchos niveles. Puedo sentir que estoy cruzando la línea de hermano a traidor con los
sentimientos que tengo por Babs. Me despierto ansioso por verla, mi polla está vibrando
con la necesidad de follarla. Esto no puede ser bueno.
***
Han pasado unos pocos meses y Babs se ha quedado algunas noches conmigo cuando
las cosas entre ella y Locks se ponen difíciles. Por fortuna, recientemente, Locks se
queda en el club toda la noche en lugar de ir a casa con Babs.
No he tocado a Babs, temo cruzar esa línea otra vez, pero lo he deseado. Mis dedos
literalmente se tensan con el deseo de acariciarla. Locks nunca más le ha puesto un dedo
encima, y me aseguré de eso, contratando a un matón local y su banda para que
encuentre a Locks y lo maltrate un poco. Haciéndole saber que mejor no sea vista con
una marca otra vez. Él no sabe que fui yo quien los envió, porque vino a mí sobre eso
después de que sucedió. Por supuesto, omitió la parte acerca de la advertencia de que
Babs nunca debería ser tocada nuevamente. Lo dejó de lado porque pensó que era una
paliza por follar con la esposa de alguno. Él sabe que no puedo soportar a un hombre
que golpea a una mujer, que la trata de la forma en que trata a Babs. Hubo algunas
veces en las que quise tomar ese jodido parche de vicepresidente, pero ¿qué diría eso de
mí, arrancar el parche de un hombre que ha sido mi hermano durante años, que ha
crecido conmigo en este mismo club? Nuestros dos padres reinaban sobre este club
antes que nosotros. Eran los reyes de este lugar. Locks y yo jugábamos aquí con
nuestras pistolas de juguete y los baratos chalecos falsos, jurando que algún día
seríamos como nuestros padres. Vi a mi padre con otras mujeres, vi la expresión de una
mujer llegando al placer antes de los diez años, mientras que mamá estaba en casa y no
tenía permitido ir al club. Tal vez por eso es que siento por Babs como lo hago…
Babs vuelve a llenar mi taza y comienza a preparar la comida para la fiesta de esta
noche. Ella siempre está trabajando, siempre limpiando.
—¿Alguna vez te tomas un día libre, cariño?—le pregunto, señalando con mi taza la
tabla de cortar donde está cortando en trozos.
Ella ríe.
—Ésta es mi casa. Quiero que todo esté bien para mis muchachos. Me gusta aquí. Es
agradable sentirse necesitada y me encanta hacer cosas por los demás; me mantiene
joven—explica con seriedad.
Inclino mi cabeza hacia un lado y la miro fijamente. Sus ojos verdes miran por un
segundo en mi dirección antes de volver a cortar en trozos. ¿Ella quería decir los
muchachos? ¿O yo?

Vuelvo a mirar a las zanahorias que estoy cortando en trozos, mis mejillas muestran
un leve sonrojo que me tiene molesta. ¿Deseo a Bull? Sí. Han pasado meses desde que
tuve relaciones sexuales, pero sé que tener sexo con él sería cruzar la línea. Pero no
puedo evitar desear ardientemente a Bull. Es alto, oscuro y guapo. Su cabello está
empezando a mostrar algunas canas, lo que lo hace lucir distinguido y sexy. Su cuerpo
está en gran forma. Todavía debe hacer ejercicio porque no hay grasa acumulada. Las
pocas noches que he pasado aquí, me he despertado antes que él y he visto su erección
matutina, y es muy impresionante.
—Bueno, estás a punto de tomarte el día libre. Vamos—dice Bull. Dejo caer el cuchillo
y lo miro por encima del hombro, preguntándome con quién está hablando.
—¿Qué?—le pregunto, confundida. Antes de que pueda preguntar algo más, me
agarra del antebrazo, me saca de la cocina y se dirige hacia las puertas del club. ¿Nos
vamos? ¿Juntos?
—No puedo. ¿Qué pasa si Locks…
—No se va a levantar por un tiempo; acaba de irse a la cama con... —Se detiene—.
Acaba de irse a la cama y no se levantará por un tiempo—afirma nuevamente.
Me muerdo el labio inferior, mirando hacia el pasillo donde se encuentra Locks en
una habitación contigua.
Vuelvo la mirada a Bull, sus brillantes ojos verdes están mirándome, esperando mi
respuesta.
—Está bien—murmuro. ¿Por qué no?
***
Miro siguiendo la carretera y veo aparecer el muelle de Santa Monica mientras monto
en la parte de atrás de la moto de Bull. Mientras he vivido aquí, nunca he estado allí, y
no planeo ir pronto. Tengo miedo a las alturas. Bull vuelve a apretar el acelerador y
volamos hacia adelante, corriendo a toda velocidad por la carretera. El cálido sol hace
que la brisa se sienta fría y refrescante, mezclada con el olor a loción para después de
afeitarse y cuero de Bull. Inhalo profundamente; no puedo tener suficiente de ese olor.
2
Noto la gran rueda de la fortuna , por la que el muelle es famoso, acercándose a medida
que avanzamos, haciendo que mis ojos se entrecierren confundidos.
—¿A dónde vamos?—le grito, tratando de hacerme oír sobre el viento y el ruidoso
motor. Bull no responde; saca la mano del manillar y apunta hacia la rueda.
—¡De ninguna manera! ¡Será mejor que des la vuelta ahora!—grito, mi agarre en sus
caderas se aprieta. Siento que su espalda sube y baja rápidamente. Se está riendo de mí,
ese cabronazo.
Nos detenemos en el muelle y Bull apaga la moto.
—No voy a subir a ninguno de esos juegos—le digo tercamente, sin moverme de mi
lugar.
Bull saca la pierna de la moto y coloca su casco en el manillar.
—Haz como quieras, cariño—responde de manera casual. Pongo los ojos en blanco,
derrotada. No quiero sentarme aquí sola. Saco la pierna de la moto, tiro mi casco sobre
el manillar y coloco mi mano en la cadera, molesta.
Bull se ríe entre dientes y se pasa las manos por el pelo.
—Eres un desastre, Babs. ¿Lo sabes?—dice en voz alta con humor.
Frunzo mis labios y asiento, mirando a todos los juegos mecánicos. Solo el lugar hace
que mi estómago se desplome.
—¿Cuándo fue la última vez que te divertiste?—me pregunta Bull. Me estremezco, su
pregunta es como una bofetada en la cara.
—Yo, bueno, yo qui-quiero decir... —tartamudeo. No puedo recordar la última vez
que hice algo por diversión o cualquier otra cosa para mí.
—Exactamente, ahora vamos. Iremos a una sola atracción e incluso compraré uno de
3
esos malditos funnel cake —negocia Bull, tomándome de la mano. Su toque dispara
llamaradas en mi brazo, haciendo que mi palma sude. Un gesto tan simple, y sin
embargo mi cuerpo reacciona censuradoramente.
Él me arrastra por la pasarela de madera, el olor a agua salada y comida flota en el
aire. Cuanto más nos acercamos, más fuerte son los gritos y las risas. Su gran mano aun
sosteniendo la mía tiene todo mi cuerpo prendiéndose fuego, haciéndome sudar
incontrolablemente. Inhalo. Contrólate, Delilah.
Bull se acerca a la larga fila detrás de la taquilla y compra nuestros boletos.
—¿Vamos?—me pregunta, su mano apuntando hacia la rueda de la fortuna. Sonrío y
guío el camino.
Nos ponemos en la fila detrás de varias parejas, algunas con niños. Locks y yo
tratamos de tener niños durante el primer año y medio que estuvimos juntos, pero
nunca pudimos. Quizás es por eso que nuestra relación fracasó.
—¿Así que nunca has estado aquí?—me pregunta Bull, inclinando la cabeza para
mirarme, interrumpiendo mis pensamientos.
—No—respondo. Bull aprieta los labios con fuerza, como si no pudiera creerlo.
—He estado aquí varias veces, pero no desde hace tiempo—me dice, mirando los
juegos que bordean el camino, su cabello negro y plateado es movido ligeramente por la
brisa. La fila finalmente avanza y permite que varias personas se suban a la atracción.
—Cuidado donde pisas—me advierte el feriante, cuando estamos a punto de entrar
en nuestro artefacto de la muerte. Es amarillo con un pequeño paraguas azul colgando
sobre él. Doy un paso adentro y se balancea por mi peso.
—Uy...—digo con voz temblorosa.
—Lo tienes, cariño—me alienta Bull, agarrándome de la mano y ayudándome a
entrar. Entro en el carrito que se bambolea y me siento rápidamente, aferrando un lado.
Huele a limón y pies sucios. Bull se sienta a mi lado, apoyando su brazo a lo largo de mi
espalda.
—Disfrútenlo—murmura el feriante, cerrando de un portazo el carrito. El viaje
comienza, subiéndonos. Mi estómago revolotea de nervios, chillo y cierro los ojos.
—¿Vas a cerrar los ojos todo el tiempo?—se ríe Bull.
Asiento con la cabeza.
—Ese es el plan—le susurro, muerta de miedo.
Siento que el carrito se detiene, haciendo que mi corazón se detenga por un instante.
—¿Por qué nos hemos detenido?—le pregunto, mis ojos están cerrados con tanta
fuerza que veo manchas blancas.
—Abre los ojos—me pide Bull, su voz es suave y acariciadora.
—No—respondo, negando con la cabeza tercamente.
Siento sus dedos ásperos agarrar suavemente ambos lados de mi cara.
—Abre esos ojos, Babs—dice Bull dulcemente. Abro mis ojos lentamente y veo sus
esmeraldas mirándome. Su pulgar roza suavemente mi labio inferior, haciendo que
sienta un hormigueo. Él inclina el rostro hacia abajo y se detiene a un suspiro. Sus ojos
van de mis labios a mis ojos, preguntándome en silencio si está bien. Me inclino hacia
adelante, cerrando la brecha entre nosotros, y presiono mis labios en los suyos. Sus
labios abren los míos cuando chupa ligeramente mi labio inferior en su boca,
besándome. Él restriega el pulgar sobre mi labio mientras se aparta, mirando sobre mi
hombro. Aparto mi mirada de su boca y miro la escena de abajo. Mi estómago se siente
mareado y mi corazón está golpeando contra mi pecho. Acabo de besar a Bull, el
presidente de los Devil's Dust. Está mal en muchos niveles, pero se sintió increíble.
Después de la rueda de la fortuna, Bull cumple con su promesa y me compra un
funnel cake. La dulzura azucarada es tan buena y pegajosa; ambos la devoramos
rápidamente, riéndonos de lo que creemos que una pareja enojada se están diciendo.
—Regresemos antes de que alguien empiece a preguntarse dónde estás, cariño—
afirma Bull, tirando nuestro plato vacío a la basura. Si Locks supiera dónde estaba y con
quién, tendría un ataque al corazón. ¿Es eso tan malo?

Entro en el club después de fumarme un cigarrillo, dándole a Babs el tiempo


suficiente para adelantarse, no quiero que nadie haga suposiciones sobre Babs y yo. No
puedo creer que la haya besado. No sé lo que estaba pasando por mi maldita cabeza
cuando lo hice. Pero verla toda asustada y mierda, fue jodidamente lindo. No puedo
evitar querer tocarla. La deseo más de lo que he deseado cualquier cosa en mucho
tiempo. Babs es diferente cuando no está bajo el ojo de Locks. No entiendo por qué no la
quiere dejar libre. Ella me contó lo que él dijo y me dijo que no la dejaría ir. Tristemente,
es la ley del club, ella es suya hasta que él lo diga. Nunca he seguido esas reglas. Seguro
que si una mujer no quiere estar cerca de mi culo, no quiero estar cerca de ella.
Mi teléfono zumba dentro de mi bolsillo.
—¿Qué?—respondo.
—Necesito un favor.
—¿Quién es?— le pregunto, odio cuando asumen que sé quién diablos está llamando.
—Trigger—anuncia. El Ghost MC. Su club y el nuestro tienen una cláusula 'yo rasco
tu espalda, tú rascas la mía'. Parece que siempre estamos negociando el uno con el otro.
—Necesito un favor—hace una pausa.
—Está bien—respondo, esperando que continúe.
—Parece que he sido jodido. Alguien entró en uno de mis lugares, cortó a mi
encargado y se llevó mi caramelo—continúa Trigger, hablando en código. Si lo entiendo
bien, alguien le robó, mató a uno de sus hombres, y tomó su mierda. Odio tratar de
interpretar el código, pero nunca se sabe quién está escuchando.
—Ya veo. Dame la ubicación y revisaré los dulces—respondo.
Después de que él me da la dirección, voy y golpeo todas las puertas del pasillo,
despertando a todo el mundo. Camino de regreso al frente donde Babs está pasando un
trapo a la encimera, volviendo a trabajar mientras Shadow y Bobby se sientan en un par
de taburetes, tratando de despertarse.
—Tómate el día libre, Babs—exijo. Su cuerpo se tensa ante mi tono, mi cordialidad se
ha ido ahora que estoy en modo presidente. Frunzo el ceño. Odio hablarle así, pero le
hablaría así a cualquier otra mujer en medio del negocio del club. Además, ella necesita
tomarse un tiempo libre, relajarse.
Ella asiente y se dirige a la cocina.
—¿Qué pasa?—pregunta Shadow, encogiéndose de hombros en su chaleco.
—Trigger necesita que nos encarguemos de alguien que robó su mierda. Tenemos que
ir a este lugar y ver qué está pasando allí—respondo, entregándole el papel en el que
escribí la dirección. Bobby se asoma por encima del hombro de Shadow y mira el papel.
—Sé dónde queda eso—agrega Bobby, arrebatándole el papel a Shadow.
—Bien, vamos—le digo.
Dejo que Bobby guie el camino, Shadow está detrás mío, Locks y Old Guy a mi lado.
Old Guy es un hermano parchado, lo ha sido por un tiempo. Es un bruto, y puede ser
demasiado para que las damas lo traten a veces, pero es leal. Bobby nos lleva a unos
muelles abandonados y se detiene justo antes de que veamos algunas motos
estacionadas afuera de lo que parece ser un gran cobertizo.
—Es esto—me informa Bobby, mirando el lugar de mierda.
—¿Y cómo conoces este lugar?—le pregunto, apagando mi moto, para no tener que
gritar.
—Mi padre solía traerme a pescar aquí todo el tiempo—menciona Bobby, mirándome
con una repentina tristeza. Es tristeza por sus padres, asesinados por un conductor
ebrio.
Asiento con la cabeza, saco mi pistola y le quito el seguro.
—Parece que no estamos solos—dice Locks, señalando las motos estacionadas.
—Ocupémonos de los negocios—dice Bobby con el arma en la mano.
Nos deslizamos detrás de un lado del edificio donde vemos algunas ventanas rotas a
unos metros sobre nosotros bordeando el cobertizo. Shadow se arrodilla y une sus
manos, dejando que Bobby coloque su pie en ellas. Él levanta a Bobby para que mire
por las ventanas. Bobby mueve la cabeza hacia la derecha y hacia izquierda mirando
alrededor y levanta la mano mostrando cinco dedos. Cinco hombres.
Shadow baja a Bobby, y éste se dirige hacia mí.
—Hay una gran puerta de garaje en el frente y una más pequeña a cada lado del lugar
—susurra Bobby.
—Shadow, Bobby, Locks, id por el frente. Old Guy, tienes este lado—lo instruyo,
señalando el lado del edificio—. Iré por éste—continúo.
Locks gruñe de frustración y sigue a Bobby y Shadow. Yo doblo la esquina y
encuentro la puerta blanca que Bobby dijo que estaba en este lado. Justo cuando oigo un
grito, abro la puerta de una patada, notando que Locks patea la suya segundos después.
Un hombre joven, vestido con un chaleco negro con los colores de Blazing Dice MC,
se da vuelta para enfrentarme. Está demasiado cerca para disparar, así que lo agarro por
el cuello y hago una llave a su cabeza. Él se endereza y me golpea en la cara con la
culata del arma, haciéndome trastabillar hacia atrás. El dolor por mi labio partido se
dispara por mi rostro. Antes de que tenga tiempo para pensar, le doy un puñetazo en la
cara. Mi puño es más grande que toda su cara, el impacto hace que la sangre saliendo
de la cara del tipo salpique en todas las direcciones, por toda su mano y el brazo. Cae
sobre su trasero, riéndose, sus dientes están rojos de sangre. Levanto una ceja, un poco
confundido de por qué se está riendo. Él se pone de pie de repente, sorprendiéndome
por su flexibilidad, y escupe sangre en mi cara, cabreándome. Levanto el arma, listo
para terminar con esta jodida mierda, cuando saca un cuchillo de su espalda y me
apuñala, cortándome el brazo que sostiene el arma. Mi mano instintivamente suelta la
pistola, dejándola caer al suelo. Él me apuñala de nuevo, pero retrocedo y hago que
falle. Pateo su rótula, haciéndolo caer al suelo gritando de dolor. Agarro su muñeca
mientras está distraído por el dolor de la rodilla, y se la retuerzo, quebrándola. El
crujido vibra bajo mi agarre y él deja caer el cuchillo. Lo agarro, y justo cuando estoy a
punto de enseñarle una lección a este tío de segunda, Locks camina detrás del joven
gemebundo y dispara su arma. La bala vuela la parte posterior de la cabeza del chico,
escupiendo sangre y masa encefálica por toda mi cara.
—¿Terminaste con este marica?—dice Locks sarcásticamente, colocando su arma en la
funda.
—Lo tenía controlado—respondo, limpiando mi cara de la sangre del tipo—. Además,
ustedes atraparon a los viejos gordos. Yo conseguí una basura de artes marciales—me
defiendo.
Miro al chico al que acaba de disparar, y entonces fulmino a Locks con la mirada.
—No deberías haberlo matado; tú sabes que los Ghost habrían querido vivo a uno de
estos tipos—observo. Frunzo el ceño irritado por la impulsividad de Locks. Cuando
mierda como ésta sucede, generalmente quieres a uno de los tipos que se meten con tus
cosas. Hacer que escupan por qué sucedió, cómo sucedió y quién ordenó el golpe. Locks
se encoge de hombros y circula, como si ir contra el código y matar a alguien que no
debía, no significara nada.
—Ésta es definitivamente mierda de los Ghost—dice Shadow, cerrando de un golpe
las tapas de unas cajas de madera. Camino alrededor de las cajas y encuentro la silueta
de un fantasma impreso en uno de los lados.
—Haré la llamada. Estarán en deuda con nosotros por esto—les digo, sacando el
teléfono del bolsillo.

Tengo mi pie apoyado en la mesita de café y me estoy pintando las uñas de rojo
brillante cuando Locks entra. Pienso en contarle acerca de la envoltura del condón que
encontré en sus jeans sucios justo momentos antes de que comenzara a pintarme las
uñas de los pies, pero decido no hacerlo. Ya ni me importa, así que no tiene sentido.
—No estaré en casa esta noche—dice Locks, inclinándose para besarme en la mejilla.
—¿Y eso por qué es?—le pregunto, para nada interesada.
—Fiesta en el club—me informa, caminando hacia nuestro dormitorio.
—¡Babs, ven aquí, bebé!—grita Locks desde el pasillo, su tono adquiere una falsa
sinceridad y un ronroneo seductor. Conozco ese tono, y no voy a acudir a él. Quiere un
coño previo a la fiesta. No he tenido sexo con Locks desde antes de que dejara en claro
que mi futuro con él era por tiempo indefinido.
—Lo siento, acabo de recibir una llamada de mi sobrina. Tengo que irme—miento,
agarrando mi bolso y poniéndome los zapatos, seguramente embadurnando mis dedos
recién pintados, y rápidamente me subo a mi camioneta y salgo.
Me dirijo al apartamento de Scarlett. De todos modos, tengo que controlarla y
asegurarme de que no tenga drogas en la nariz. Hace unos días, decidí conseguirle un
apartamento para mantenerla alejada de las calles, con suerte eso ayudará. Me detengo
en el edificio de apartamentos, apago mi camioneta y salgo. Este lugar es bastante
horrible en comparación con muchos lugares en la zona, pero no tenía mucho dinero
para conseguirle un lugar mejor. Locks se cabrearía si descubriera que estoy gastando
nuestro dinero en un apartamento para Scarlett, así que usé lo que junté de Bull. Subo
las escaleras de metal, pasando puertas que dejan escapar los sonidos de televisores,
música y personas hablando. Llego a la puerta E1 y toco. La puerta se abre a una
Scarlett parada usando una pequeña camiseta sin mangas y unos diminutos pantalones
cortos.
—Hola, tía Babs—dice Scarlett con voz confusa. La agarro por el mentón con dureza,
acercando su cara a la mía y examinando sus pupilas.
—Ay, me estás lastimando—gimotea, sorbiendo.
—¡Estás con esa mierda!—grito, entrando en el apartamento.
—Fue solo una recaída, tía Babs. Ya no podía lidiar con los temblores—gimotea,
cayendo torpemente en el sofá.
Suspiro. Scarlett necesita ayuda que no puedo pagar y no sé qué hacer. Tal vez si le
doy una dosis un poco menor, aún sería un subidón, pero la ayudará a salir lentamente.
—¿Y si solo fumaras marihuana? ¿Crees que ese subidón sería suficiente?—pregunto
con mis manos en las caderas.
—No lo hago para tener un subidón, tomo justo la cantidad suficiente para
tranquilizarme—dice, pasándose las manos por su pelo rojo oscuro.
—Scarlett, eres adicta y necesitas ayuda. —No estoy tratando de hablarle en tono
condescendiente, pero estoy frustrada y fuera de mi elemento en esta situación.
—Gracias por la obvia observación—dice, levantándose del sofá. Meto la mano en mi
bolso y saco una bolsa de hierba, con la esperanza de que el leve subidón la mantenga
alejada de la mierda más peligrosa hasta que pueda resolver algo.
—Utiliza esto. Si necesitas más, llámame—le exijo.
Scarlett levanta la pequeña bolsa verde y la mira.
—Puedo conseguir hierba de mi novio, o cualquier otra cosa que quiera para el caso—
responde, dejando caer la bolsa en la mesa.
La señalo, con mi rostro serio.
—No aceptas drogas de nadie más que de mí, ¿lo entiendes?—le grito. Ella me mira,
su cara confundida por mi arrebato de ira. Quién sabe dónde está consiguiendo droga, o
con qué está mezclada.
—Prométemelo—le exijo, todavía señalándola.
Su lengua se asoma, lamiéndose el labio inferior lentamente mientras procesa lo que
acabo de decir.
—Está bien, no aceptaré drogas de nadie más. Prometido. —Su tono es sincero y
honesto.
***
Miro la casa club desde mi camioneta, no del todo segura de cómo terminé en el
estacionamiento.
—¡Locks, vamos!— Encuentro a Candy casi desnuda tirando del brazo de Locks,
arrastrándolo por el estacionamiento hacia el garaje donde los muchachos trabajan en
los camiones. Pongo los ojos en blanco y suspiro. Podría salir y hacer una escena, pero
¿para qué? ¿Qué cambiaría? Termino siendo el felpudo de todo el mundo y necesito
comenzar a pensar en mí. Escupo el pedazo de una uña que acabo de arrancarme y abro
la puerta.
Miro a mi alrededor notando que no hay muchas motos o personas por aquí. La fiesta
debe ser más tarde. Entro en el club y veo a un grupo de chicas semidesnudas frente a la
radio, discutiendo sobre lo que deberían escuchar a continuación. Lips of an Angel de
Hinder comienza a sonar mientras camino por el pasillo hasta la habitación de Bull.
Escucho la ducha y veo el vapor salir del baño y entrar en la habitación. Vuelvo la
mirada a la puerta de entrada a la habitación, no estoy segura de si debería irme.
Debería irme. Necesito irme.
Cierro los ojos, tratando de calmar mi palpitante corazón, conociendo las
repercusiones de las acciones que estoy a punto de llevar adelante. Vuelvo la mirada al
baño y dejo caer mi bolso. Todo lo que puedo hacer es seguir adelante. Detenerme y
pensar lo que podría hacer de manera diferente, no me conseguirá un futuro. Mi
corazón se acelera y un escalofrío recorre mi espalda cuando giro y trabo la puerta.

Entro en la ducha caliente, dejando que me escueza la espalda. La puerta de la ducha


se abre de repente, haciéndome agarrar el arma sujeta a la parte superior de la ducha,
instintivamente apuntándola a quienquiera que acaba de abrir la puerta.
—¡Mierda!—chilla Babs y sus manos se levantaron en señal de rendición. Mis ojos se
deslizan por su rostro hacia sus descaradas y redondas tetas desnudas, con los pezones
erectos y duros. Su pecho está espolvoreado con pequeñas pecas. Trago el nudo en mi
garganta y dejo que mis ojos se arrastren más abajo, más allá de su ombligo hasta la
pequeña tira de vello rojo justo encima de su coño. Vuelvo a mirarla con curiosidad, el
agua caliente está rebotando en mi cabeza y aterrizando en su pecho, haciendo que
parpadee con cada salpicadura. Mi polla está dura y hambrienta por follarla, sin
importarle las consecuencias.
—¿Sabes lo que estás haciendo, cariño?—le pregunto con voz áspera. Puede que no
me importen las consecuencias, pero ella puede no estar pensando con claridad, sin
pensar en el resultado.
—Locks y yo hemos terminado, independientemente de las estúpidas leyes del club—
declara valientemente.
Levanto la mano y vuelvo a colocar la pistola sobre la ducha. Envuelvo mi brazo
alrededor de su cintura y la meto en la ducha caliente, frotando sus tetas contra mi
pecho. Su perfume de vainilla se mezcla con la bruma de la ducha, el delicioso aroma
hace crecer el deseo en mi polla. Me inclino para besarla, pero ella se aleja. Mierda, ¿en
qué estoy pensando? Justo cuando estoy a punto de aceptar que esto es cruzar una línea,
ella sonríe.
—Umm, tienes algo... —Se inclina y toma una toallita y me limpia la cara. Mis ojos se
topan con la tela blanca y veo manchas rojas, sangre.
—¿Eso no te asusta?—pregunto mientras continúa limpiándome la cara con cuidado,
su toque suave y afectuoso. Ella se detiene y me mira.
—Hay muchas cosas sobre este club que me asustan, pero la sangre y la muerte no
son una de ellas—habla en voz baja. Esa sola frase debería demostrarme la levedad de
la situación en la que se encuentra. Babs es una prisionera, atada por la decisión de
Locks y condenada por nuestro estilo de vida. No puedo evitar sentir que es mi culpa;
es mi club después de todo. Es mi club, algo que tiendo a olvidar.
Agarro la toalla y la tiro al suelo. Rodeo su cintura y la agarro de las nalgas,
hundiendo mis dedos en su carne. Deseo a Babs, y ella entrando en mi ducha la hace
mía, por ahora. Ella me rodea con sus piernas y pasa las manos por mi pelo. Miro su
rostro pálido, sus labios entreabiertos y sus sensuales ojos verdes. Se inclina y me besa,
sus labios se hacen cargo, separando los míos. Deslizo mi lengua más allá de sus labios
sabiendo a cereza y lamo la suya. Ella gime en mi boca y chupa mi lengua, haciendo que
mi polla salte y se hinche más de lo que estaba. Deposito breves besos en su cuello,
mordiendo su clavícula cuando me encuentro con las pecas que salpican sobre su
pecho. Saco la lengua y recorro el patrón de belleza moteada que marca su piel.
Sosteniendo su peso con la rodilla, quito una mano de su culo, y agarro su teta.
Llevándomela a la boca, acerco el pezón con la lengua y lo chupo con fuerza. Ella gime
ruidosamente, su cabeza cae hacia atrás por la cantidad de placer que mi boca le ofrece.
Poco a poco la dejo deslizarse de mi rodilla. Sus manos resbalan por mi pecho y
empuñan mi dura polla. Miro hacia abajo y gruño, queriendo meter mi verga en su boca
caliente.
Como si pudiese leer mi mente, se arrodilla con ambas manos en el suelo de la ducha,
y abre la boca lentamente. Sus ojos me miran. Ella da un lametazo a la punta de mi
polla, atormentándome. Mis rodillas tiemblan de anticipación. No puedo aguantar
mucho más. Agarro la parte posterior de su cabeza y guío su boca hacia mi palpitante
polla. Ella libera su cabeza de mi mano, queriendo estar al mando, y se lanza sobre mí
con la boca abierta de par en par, capturando la mitad de mi longitud entre sus labios,
la cabeza de mi polla cubre el interior de su mejilla.
—¡Oh, mierda!—gimo, agarrándome de los lados de la ducha. Ella mueve su cabeza
hacia arriba y hacia abajo por mi polla, sus cabellos rojos se adhieren a su cara mientras
me chupa. Siento que mis testículos se tensan y mi polla pulsa. Ella extiende una mano
y acaricia mis pelotas, haciendo que mi cabeza caiga hacia atrás y mis pulmones se
detengan. Justo cuando creo que estoy a punto de estallar en su boca, deslizo mi polla
por su cabello mojado, poniéndola de pie. Sus ojos entornados por la lujuria, me
contemplan. La tomo por sus redondas caderas y le doy la vuelta, empujándola contra
la pared de la ducha. Sus manos se colocan a cada lado de su cabeza contra el azulejo
blanco. Separo sus piernas con mis pies y deslizo mi mano entre sus muslos,
encontrando su clítoris hinchado. Lo aprieto y retuerzo con mi dedo índice. Sus piernas
tiemblan y su boca se abre cuando gime. Deslizo mi dedo hacia atrás unos centímetros y
encuentro su coño caliente. Hundo mi dedo solo para conseguir la cantidad adecuada
de sus jugos, entonces vuelvo a deslizarlo hasta su clítoris y hago círculos en él.
—Bull—gime, su cuerpo está temblando. Agarro la base de mi polla y la deslizo entre
sus nalgas, buscando su abertura. Ella se pone de puntillas, ayudándome a encontrar mi
objetivo. Tan pronto como mi polla encuentra ese calor, empujo hacia adelante. Su
cuerpo se eleva mientras mi polla la llena, y se aprieta con fuerza sobre mi verga.
Deslizo mis manos hacia la parte delantera de su cuerpo y agarro su pecho. Su mano se
levanta, descansando sobre la mía y comienzo a empujar, mi polla entra y sale de ella
suavemente. Su cabeza cae sobre mi hombro mientras continúo follándola desde atrás.
Inclino mi rostro hacia abajo y beso sus labios llenos. Ella recorre mi labio con la
lengua, aumentando el placer que ya se está acumulando en mi polla. Deslizo la mano
de su teta y la bajo por su vientre. Deslizándola sobre su montículo, encuentro ese nudo
hinchado de nuevo. Le doy una palmada ligera y toqueteo su clítoris. Ella gime, su
cuerpo empuja hacia atrás contra el mío mientras alcanza la cima de su clímax. Como
un torrente de agua, mi polla pulsa mientras libero mi carga dentro de ella, gimiendo en
su nuca.
Nos quedamos allí jadeando, mi polla todavía dentro de ella. Ella se aparta de mí de
repente, sus ojos tratando frenéticamente de leer los míos. Bajo la mirada a mi eje,
brillando por su humedad mientras el cabezal de la ducha lanza agua tibia sobre mi
espalda. La euforia de mi orgasmo ahora se cubre de culpa. ¿Qué demonios acabo de
hacer?
Ella levanta las manos y se cubre el pecho, de repente tímida. Se debe estar sintiendo
de la misma manera.
—Yo... yo...— tartamudea.
—Lo entiendo, muñeca—le aseguro, sabiendo lo que está sintiendo en este momento.
Ella repentinamente sale de la ducha, dejándome debajo de un torrente de agua que
se vuelve fría. Quebranté las leyes del club, lancé las reglas que predico por la ventana.
Pero nunca he observado las reglas, entonces, ¿por qué empezar ahora?
Yo soy el que martilla la cabeza de estos muchachos acerca de ser leal. Llevar puesto
el parche es llevar puesta la honestidad de tu hermano. Y acabo de follar a la esposa de
mi VP y la honestidad no fue mi prioridad.
***
Al día siguiente, aparece Babs, sus ojos atrapan los míos tan pronto como entra. No
puedo evitar sonreírle, el secreto de lo que hicimos es tan sexy, quiero follarla de nuevo.
Ella me devuelve la sonrisa y rápidamente se dirige a la cocina. Me levanto del taburete,
lanzando el periódico en dirección a Hawk.
Cuando entro ella está poniendo café en el filtro. Su pelo rojo rizado está suelto hoy;
me encanta cuando lo lleva suelto. Camino detrás de ella y tomo ambas caderas
ligeramente. Ella se gira en mi agarre y frunce los labios.
—Lo que hicimos estuvo muy mal—susurra, con la cabeza gacha por la vergüenza.
Yo asiento, lo estuvo.
—Lo estuvo. Quebrantamos las leyes y muchas personas se cabrearían si supieran lo
que hicimos. Pero tampoco puedes negar que fue grandioso—digo sinceramente, sin
tener piedad sobre el asunto.
Ella trata de esconder una sonrisa, mordiéndose el labio inferior.
—No podemos hacerlo de nuevo—murmura, su mano me empuja ligeramente
alejándome de ella. Sonrío, sabiendo que es pura mierda, pero está bien, la dejaré creer
eso. Cuando traspasé esa línea con ella, la noche anterior, me precipité al vacío por esta
hermosa criatura. Ahora estoy jodido, no hay vuelta atrás.
Cuatro meses después
Cada vez que veo a Locks me cae encima la vergüenza de esa noche en la ducha con
Bull. Él podría estar bien con tratarme como una mierda y serme infiel, pero yo no
puedo hacerlo sin culpa. En los últimos cuatro meses, ha habido una o dos veces que
Bull y yo nos hemos puesto calientes y excitados, pero uno de nosotros se separó antes
de llegar al punto de no retorno. Ha habido muchas veces que he empacado mis
maletas; literalmente lista para huir del estado y decir a la mierda Locks. Pero algo
siempre me detiene, Scarlett es una, y últimamente, Bull. Cuando estoy con Bull, siento
que el deseo y la fuerza reparan las partes rotas de mi destrozada vida.
Espero junto al bar a la perra que hoy tiene a Bull en un frenesí. Aparentemente, su
ex-novia le llamó, necesitando desesperadamente que el club la proteja de algún ex
novio. Ella supuestamente voló desde Nueva York y estará aquí en cualquier momento.
He escuchado la historia preliminar de Vera, una de las damas con las que hablo de vez
en cuando. Dijo que la ex novia llamada Lady sorprendió a Bull con Roxy, la madre de
Candy. Quién diría que Candy es una zorra tan confabuladora; lo heredó de su madre.
Supongo que no era lo que parecía, pero Bull tampoco aclaró la cosa. Lo siguiente que
supieron, fue que Lady se había ido y Bull pidió a las damas que cuidaran que Roxy no
revolviera la mierda con Lady a espaldas de Bull. Vera dijo que había disfrutado mucho
4
dándole una buena paliza a Roxy con unos nudillos de acero . Dijo que Bull podría
haber encontrado a Lady fácilmente, pero la dejó ir. Levanto la mirada del mostrador y
veo a Shadow llevando a una joven morena a través de las puertas. Ella está inerte en
sus brazos y parece joven.
—¿Qué diablos pasa?—digo en voz alta, seguramente ésa no es la ex novia. Shadow
me mira, su rostro pálido y en estado de shock. Mi corazón late aceleradamente,
nervioso por lo que está sucediendo afuera.
Justo cuando estoy a punto de rodear el bar, Bull abre la puerta del club y guía a una
morena alta. Su cabello color chocolate está impecable y lleva una blusa blanca con
botones.
—Lady, ésta es Babs—me presenta Bull, con el rostro enrojecido por haber montado
bajo el sol. Lady me mira, su rostro se frunce con desagrado mientras me mira
atentamente. Tengo que apretar los labios para no reírme. Ella no se parece a nada con
la que habría esperado que Bull estuviera. Luce muy limpia y profesional. Pensé que su
ex novia tendría una veta motera, pero mirando a esta mujer ni siquiera veo un pedacito
de eso.
—Mmm—vibra Lady con desaprobación mientras me mira boquiabierta.
—Vamos a hablar, averiguaremos qué está pasando, muñeca—dice Bull, colocando la
mano sobre la parte baja de su espalda. Frunzo el ceño ante el gesto y veo llamas
estallar detrás de mis ojos ante él tocándola. ¿Ella piensa que puede regresar aquí y
tener a Bull? ¿Bull quiere volver con ella? Me siento celosa. Los sentimientos que tengo
por Bull han crecido con el paso del tiempo, y todos están llegando muy claros en este
momento. Quiero a Bull, y esta perra no va a interponerse.
Unos veinte minutos más tarde, todos salen de la capilla. Lady se sienta en un
taburete mientras Bull camina por el pasillo hacia donde llevaron a la joven.
—¿Tienes algo de beber?—me pregunta Lady, limpiándose la frente con un pañuelo
que saca del bolso. Se ve aturdida y nerviosa.
—¿Qué quieres?—pregunto, tratando de no sonar odiosa.
—Algo fuerte y en un vaso limpio—me insulta. Me burlo, encuentro un vaso
polvoriento de detrás del estante y tomo algo barato del armario del whisky, dándole
una medida. Ella mira el vaso, luego vuelve a mirarme, la repugnancia gotea de su
intensa mirada.
Le sonrío burlonamente.
Shadow entra y se desploma contra un taburete al lado de Lady. Ella lo fulmina con la
mirada. Me siento protectora, mis garras están listas para arañar a esta perra si le falta el
respeto. Ella deja el vaso intacto en la barra, se levanta y camina por el pasillo.
Agarro el vaso sucio y lo pongo en el fregadero para lavarlo, echando un vistazo a un
Shadow abrumado que juguetea con su cabello.
—¿Quién era esa chica que llevabas?—le pregunto.
—La hija de Bull—responde Shadow, sus manos cubriendo su rostro, lo que hace
difícil escucharlo claramente. El aire de repente sale de mis pulmones.
—¿Su hija?—grito con incredulidad—. No sabía que Bull tenía una hija—respondo en
voz alta.
—Sí, yo tampoco—comenta Shadow, pasándose las manos por el pelo. Algo lo tiene
tenso y nervioso. Nunca había visto a Shadow así antes, y parece que acaba de suceder.
Miro el pasillo, preguntándome si esa joven que estaba llevando tiene algo que ver con
eso.
—Es mejor que te mantengas alejado de esa chica, cariño. Ella es la hija del presidente
—lo animo suavemente, no queriendo provocarlo.
—Sí, gracias por la advertencia—gruñe Shadow, haciéndome reír. Puedo decir que ya
ha pasado la raya.

Me paso las manos por el pelo nerviosamente, mirando a la joven que se ve idéntica a
mí, mi hija. Literalmente me acabo de enterar de que era padre. Al mirar a esta joven,
me perdí más que algunos años y quién sabe lo que su madre le dijo de mí. Cuando
Lady me dejó, se fue en el peor de los términos, y no hice nada para reconciliarnos.
Quería encontrar a Lady, quería descubrir la mierda que estaba pasando entre nosotros.
Sin embargo, sabía que este mundo nunca fue para Lady. Traerla de regreso y
convertirla en mi dama sería una tortura para los dos. Miro nuevamente a mi hija, su
brillante mirada verde me recorre. Ella está esperando, deseando saber dónde ha estado
su padre todo este tiempo. ¿Qué diablos respondo a eso?
—Si hubiera sabido que existías, Dani, habría estado allí. Nunca perdonaré a tu
madre. Solo puedo imaginarme las cosas que ha dicho sobre mí a lo largo de los años.
Cuando se marchó, no estábamos en los mejores términos—digo con la mayor
honestidad y sinceridad que puedo reunir. La cara de Dani adquiere una apariencia
divertida.
—Solo me decía que estaba actuando como mi padre. Si preguntara por ti, ella
simplemente me ignoraría. Es una persona muy reservada, acerca de todo. Trabaja
mucho también. Así que realmente no estamos muy unidas. —Levanta la vista de
juguetear con sus manos, esos ojos verdes me confirman que definitivamente es mi hija
—. Acabo de enterarme de ti en el viaje en el avión. — Mi corazón golpea contra mi
pecho de la manera más dolorosa. Maldita Lady ni siquiera le habló de mí, imagínate.
No puedo evitar sentirme un poco herido. La perra me esconde como padre, ¿pero
viene corriendo a mí buscando protección cuando la mierda entre ella y su novio se va
al diablo?
—Bueno, tu madre me contó todo lo que pasó. Van a quedarse aquí hasta que las
cosas pasen. Aquí estarás a salvo. Las pondría en nuestra casa de seguridad, pero
tenemos un evento de caridad y tenemos otras secciones que ya están ahí. —Ahora que
lo pienso, necesito sacar a esos muchachos de esa casa y llevar a Dani allí. . Tenerla en el
club lleno de hombres cachondos no es una buena idea.
—¿Un evento de caridad? —Me mira con expresión sorprendida y la boca abierta.
Ella no sabe nada de mi vida, el movimiento del club. Suspiro. Si se parece en algo a su
madre, me dará por perdido cuando vea la mierda que sucede aquí.
—Sí, un niño pequeño y su madre fueron arrollados por un conductor ebrio. No
pueden pagar las facturas del médico, por lo que reconstruimos una moto que vamos a
subastar para la familia. Las cosas se volverán locas aquí durante la fiesta posterior. Sé
que no he sido tu padre más de diez minutos, pero preferiría que te quedaras en esta
habitación mientras dure la fiesta. —Sé que no tengo derecho a decirle que se quede
aquí, pero con el objetivo de redimirme como padre, ella necesita permanecer en esta
maldita habitación.
La puerta se abre de golpe y Lady entra con una mirada cínica en el rostro, mirando
directamente a Dani.
—Gracias por tenernos aquí, Bull. Ya nos sentimos bienvenidas—dice Lady de
manera odiosa. Dios, es una perra. ¿Olvidó que vino a buscarme por ayuda, y no al
revés? Quiero arrojar su culo a la puta calle, hacer que la persona a la que cabreó en
Nueva York se ocupe de ella. Sin mencionar que tuve que usar el favor que tenía con el
Ghost MC para traer su puto culo hasta aquí.
—Sí, cualquier cosa para mantener a salvo a mi hija, Lady—le informo, enfatizando la
palabra hija.
—Sí, puedo ver que eres un gran padre—responde, insultándome.
—Si no fuera por ella, despacharía tu culo ingrato—bramo, señalando la puerta, mi
rabia me tiene al límite de preocuparme por esta perra ingrata. ¿La habría matado
llamarme, decirme que tengo una maldita hija?—. Lo que hiciste fue imperdonable, no
decirme que tenía una hija. —El rostro de Lady se retuerce con asco, sus ojos están
entrecerrados con aversión.
—¿Por qué diablos te lo diría? Me dijiste que no me querías. Abandoné todo para
estar contigo, y dejaste más que claro que no te importaba. —Me estremezco con las
palabras y el tono de su estado emocional. Dije e hice muchas cosas en aquel entonces,
temeroso de perder mi club. Soy lo suficientemente hombre como para decir que escogí
el club sobre Lady, y me arrepentí tan pronto como sucedió, pero es el pasado y estoy
tratando de compensarlo estando aquí ahora, especialmente para mi hija.
—Eso no quiere decir que no la quería, y lo sabes—digo con ira, señalando a Dani—.
Y nunca dije que no te quería—le informo. Sé que nunca dije esas palabras. Nadie como
Lady para poner mierda en mi boca. Ella lo hacía cuando éramos más jóvenes, y parece
que eso nunca se detuvo.
—No quería esta vida para ella. Ella está en un buen camino. Tiene un futuro, no es
basura motera.
Mi cara quema, tengo la impresión de que me han abofeteado. Ella me llamaba basura
motera todo el tiempo cuando éramos más jóvenes. Es lo peor que me han llamado en
mi vida y sigue quemando hoy tanto como lo hacía en aquel entonces. ¿Por qué diablos
vino aquí? ¿Por qué está aquí pidiendo ayuda a la basura motera?
—Así es como me ves, ¿eh? ¿Basura motera?—le pregunto suavemente, evitando
mirar a mi hija. Tengo miedo de ver si ella está de acuerdo con su madre. Me arriesgo a
echar un vistazo a Dani. Su boca está abierta por la sorpresa y su rostro está tenso por la
confusión. Quizás ella no piense que soy basura, un padre inútil. Tal vez pueda reparar
lo que nunca hubo entre Dani y yo. Pero lo que sea que haya habido entre Lady y yo ha
desaparecido en el viento del resentimiento.
—Hay una habitación al final del pasillo donde puedes quedarte, Lady. Esto es
mucho para que Dani asimile. Estoy seguro de que podría usar algo de tiempo a solas.
—No me digas lo que mi hija necesita. No sabes nada de ella. —Frunce el ceño—. Ella
necesita a su madre, y eso es lo que tendrá. ¿No tienes una puta a la que atender? —Me
aproximo a Lady, listo para echar su puto culo de mi club. Ya he tenido suficiente de
estos jodidos juegos.
—¡Basta!—grita Dani. Me detengo a mitad de camino y miro a Dani, su cuerpo
destruido por la emoción. La ansiedad que debe estar enfrentando, la incertidumbre
que tiene que estar sintiendo. Me miro, las manos apretadas y el cuerpo jadeando de ira.
Me veo aterrador, no es lo que quiero que Dani vea en mí. Me giro rápidamente,
dejando a Dani y a su madre. No puedo estar cerca de Lady y mantener la cabeza fría
sobre mis hombros. No quiero que Dani piense que soy el monstruo que su madre le
dijo que era. Puedo ser un montón de cosas para mantener mi club como está, pero soy
un hombre, y necesito a la familia tanto como cualquier otra persona.

Pasan varios días y Bull no me ha hablado y ha ignorado mis mensajes de texto. Sé


que es porque su ex novia ha venido a la ciudad y él acaba de enterarse de su hija. Estoy
nerviosa y me siento ansiosa. ¿Quiere volver con ella? Por no mencionar que Locks
parece estar haciendo una especie de show últimamente, actuando dulcemente conmigo
delante del club. No estoy segura de si es para tranquilizar a la señorita Pantalones
Sofisticados o lo que es. Tal vez quiere solucionar las cosas entre nosotros. No veo cómo
eso sería posible con todo lo que pasó entre nosotros. La joven que Shadow llevaba se
llama Dani, y se parece a Bull. Ella parece agradable a medida que avanzan. Dani es
inocente e ingenua. Estoy sorprendida de que sea la hija de Bull y esa perra que camina
por aquí como si fuera mejor que todos. Dani mejor le eche un par de pelotas si quiere
sobrevivir en este lugar.
Justo cuando estoy a punto de ir a la cocina, Dani sale del pasillo y se sienta en un
taburete. Me mira y sonríe, sus brillantes ojos verdes me acorralan. Tiene los ojos de su
padre, algo malo. Voy a la cocina y apilo un montón de huevos en un plato, tomo un
zumo de naranja de la nevera y lo coloco delante de ella. Agarra el tenedor junto al
plato y come pequeños bocados, examinando el lugar entre bocado y bocado.
—¿Dónde están todos los muchachos?—me pregunta, empujando su plato hacia
adelante.
—Han salido a rodar en moto, dulzura. Algo que los chicos hacen para encargarse de
los negocios del club. Deberían volver pronto—le respondo, limpiando la barra—.
Aparte de eso, no tenemos el privilegio de saber en qué consisten sus salidas o cuánto
tiempo estarán fuera—le informo. Su rostro adopta una expresión vacía, como si
estuviera sorprendida por lo que le acabo de decir. He visto la forma en que mira a
Shadow; mejor que ella lo sepa ahora, antes de que se enamore del tonto y tire las reglas
por la ventana como hice con Locks.
—A muchos de estos moteros, no les gustan las mujeres aquí en el club. Este es su
campo de batalla, y no estamos al tanto de lo que sucede aquí. Siendo una dama, debes
cuidar a tu hombre y no hacer preguntas sobre el club—continúo. Ella asiente, pero no
dice nada. Cuando creo que la he asustado lo suficiente, tomo su plato y me dirijo a la
cocina.
***
Esta noche hay una fiesta en el club, y he estado picando y batiendo salsas todo el día.
Quiero que todo salga bien para Bull y la fiesta. Sin mencionar que se vuelve loco por
todas las salsas que hago. El club se está poniendo ruidoso y agitado cuando saco el
último tazón de salsa. Me abro paso entre la multitud de personas. La música es
estridente y el olor a marihuana fuerte, mientras voy por el pasillo, en busca de un
baño. La sala está llena de personas apoyadas contra la pared y hablando. Trato de
abrirme paso a empellones, pero no avanzo mucho cuando mi mano es agarrada de
repente y me empujan hacia adelante. Sonrío, reconozco esa mano en cualquier lugar.
Bull me lleva a su habitación y cierra la puerta. Está oscuro y puedo oler el licor fuerte
en su aliento.
—No te he estado ignorando—afirma, frotando suavemente sus manos por mi rostro.
—¿Qué quieres decir? —Intento actuar como si no hubiera prestado atención, pero es
mentira. He estado sudando la gota gorda de que me archivaran ahora que Lady está de
vuelta en la ciudad y tienen una hija juntos.
—La mierda con Lady no está siendo clara. El ex de Lady es difícil de encontrar. He
tenido a mis hombres buscándolo y no han encontrado nada. ¿Por qué es tan difícil de
encontrar si es un pez gordo como Lady dice que es? —Suspira, negando con la cabeza
—. No puedo creer que tenga una hija, y estoy tratando de compensar el hecho de no
haber estado allí, estándolo ahora—responde. Él toma mi mano y me da suaves besos
en los dedos, su aliento roza mis nudillos. Estoy sorprendida de que me esté contando
mierda que pasó en la mesa y la confianza que debe tener en mí para decirme estas
cosas. Pero escuchar el nombre de Lady salir de su boca me enoja.
—¿La amas?—digo sin pensar. Cierro los ojos tan pronto como pronuncio las
palabras, asustada por la respuesta y molesta por mis amargos celos hacia esa vil mujer
que se hace llamar Lady.
—¿A quién?—pregunta Bull, lamiendo lentamente su labio inferior.
—Lady—respondo rápidamente. Bull deja caer mi mano y exhala lentamente.
—¿Importa?—me pregunta. Echo hacia atrás mi cabeza para mirarlo, a ver si está
bromeando.
—Importa, mucho—respondo, enojada.
—No, no la amo—susurra con tono sincero. Mi respiración mejora, aliviada.
Pasa su mano por el costado de mi cuello, alejando mi mente de los pensamientos en
colisión. Consciente de su toque, aprieto las piernas para sofocar el dolor que se eleva
entre ellas.
—Puedes apretar esas piernas todo lo que quieras, no ayudará—susurra
arrogantemente.
—Bull, no puedo. No podemos—susurro.
—Locks, así, bebé—arrulla una voz desde el otro lado de la puerta seguida por la risa
de Locks. En el instante que Locks cree que me fui, está follando un coño. A la mierda con
él. Cierro los ojos y agarro el cuello de Bull, presionando sus labios contra los míos.
—Esa es mi chica—murmura contra mis labios.
Empujo a Bull, haciéndolo tropezar con la cama. Mis manos manosean torpemente su
cinturón, mi corazón late erráticamente contra mi pecho; es el miedo de que nos
atrapen. A veces desearía que nos atraparan. Terminar con esto de una vez por todas,
soportar la ira del club después de descubrir que quebrantamos las leyes, y seguir
adelante. Parece que no importa cuánto trate de avanzar, no puedo, no cuando estoy
viviendo una vida de secretos.
Bull agarra mi camiseta y me la saca por la cabeza, sus manos agarran mi sujetador
rojo. Él tira de las copas hacia abajo, haciendo que mis pechos salten y se levanten por
atención.
—Maldición, sí—susurra Bull, llevándose uno a la boca. Él chupa mi pezón, el aire
frío arremete contra la humedad que deja su boca. Suavemente me muerde el pecho,
causándome el suficiente dolor como para hacerme jadear. Agarro la cintura de sus
vaqueros y los bajo. Al instante, su polla se libera, esperando que la tome. Se echa hacia
atrás y rodea mi cintura con un brazo y se detiene, mis piernas se envuelven alrededor
de su cuerpo mientras me sube a la cómoda, haciendo que las cosas caigan por todas
partes. Sus labios besan mi cuello, causando una ligera quemadura con su barba
abrasiva.
—Eres demasiado buena para cualquiera de nosotros—susurra Bull contra mi piel,
provocándome piel de gallina.
—Cállate—exijo, sin aliento, sacudiendo los pies para sacarme los tacones. Inclino mi
cuello hacia atrás, permitiendo que Bull acceda a la tierna piel. Él pasa rozando besos en
mi cuello antes de lamer y chupar en el lugar justo debajo de mi oreja, causando que un
fuego florezca en la parte inferior de mi vientre. Agarra mis tejanos y los desabrocha
rápidamente. Los desliza por mis piernas y los arroja sobre su hombro. Desliza sus
manos hacia arriba por mis piernas lentamente y engancha sus dedos en mis bragas,
sacándomelas atormentadoramente despacio, haciendo que se me ericen los pelos en la
nuca. Él me agarra por el culo y me alza del tocador, su boca lamiendo y chupando mi
pezón izquierdo mientras nos mueve. Se tropieza con uno de mis tacones y chocamos
violentamente contra una pared, mi espalda grita por el impacto. Justo cuando estoy
por sugerir ir a la cama donde es seguro, él me empala con su polla.
—¡Oh!—gimo en voz alta.
—¡Sí, bebé!—gruñe Bull en la curva de mi cuello. Él agarra mis caderas con fuerza y
me sube y baja por su polla. Aprieto mi agarre en su cuello, echo la cabeza hacia atrás, y
grito de placer.
Bull nos gira y se dirige a la cama. Nos tiramos en la cama, yo debajo y Bull encima,
su polla nunca sale de mí. Agarra mis piernas y las coloca sobre sus anchos hombros
mientras pistonea sus caderas rápidamente. Él mira hacia abajo entre nosotros,
observándose entrar y salir de mi coño. Sus labios se separan ligeramente mientras
jadea, y su ceño está fruncido por la concentración. Desliza su mirada de nosotros a mis
ojos, y esa mirada realmente me ve, la sensación que tengo es que sé que me estoy
enamorando de Bull. Mis manos agarran las sábanas mientras siento que mi coño se
aprieta alrededor de su polla, los dedos de mis pies se curvan, y la presión dominante
me hace gritar su nombre.
Cuando desciendo de mi clímax, Bull sigue con el suyo. Cayendo encima mío,
gruñendo, su cuerpo tensándose.
—Maldición—masculla Bull, sin aliento. Se da la vuelta, me tira encima de su cuerpo
y frota lentamente las manos por mi espalda.
—Si no viviéramos en este infierno, si viviéramos una vida normal, Delilah, serías mía
—susurra, la sinceridad de su voz me hace jadear. Sin embargo, es así; vivimos en el
infierno, y en el infierno no hay forma de escapar de las cosas dañinas que acarrea.
Estoy enamorada, y no puedo estar completamente enamorada porque ya soy
propiedad de un Devil.
***
Me despierto en la cama sola otra vez. Pasé la noche con Bull cuando follé con él. Él
me acarició el cuello con su nariz y me abrazó toda la noche. Fue hace unos cuantos
días, pero ahora cuando vuelvo a casa y duermo, es más solitario que nunca. Al menos
ya no tengo que hospedar a Locks. Él prácticamente se queda en el club. Viene, agarra
ropa y come algo, pero eso es todo. Esto entre Bull y yo, ¿cuánto tiempo más tendremos
que mantenerlo en secreto? ¿Para siempre? Agarro mi escotada camiseta negra de seda,
jeans azules y botas bajas. Me maquillo, dejo mi cabello suelto y me dirijo al club. Bull
estará levantado para su café pronto.
Aparco en el club y me bajo. El aire está cargado de humedad, por lo que es difícil
respirar hoy. Abro de un empujón las puertas del club y me detengo. Hay sangre
goteada en el suelo de madera. Bueno, creo que es sangre. Está seca y casi negra. Eso va
a ser difícil de remover.
—La casa de seguridad fue atacada. —Alzo la vista y encuentro a Shadow sentado en
el mostrador con una taza de café en la mano y el brazo vendado. Bull había hecho que
Shadow y Bobby llevaran a Dani y su madre a la casa de seguridad, sacándolas del club
por un tiempo.
—Oh, mierda, ¿estás bien? —Dejo caer mi bolso y corro hacia él, mirando su brazo.
—Sí. Me dispararon, pero Dani está a salvo—responde, mirando su brazo.
—¿Qué pasa con su madre? —¿Me convierte en una mala persona esperar que ella
también haya recibido una bala?
—Nah, ella no estaba allí cuando sucedió—responde, su tono es atontado. Por su
aspecto, no ha dormido.
—De todos modos, Dani está aquí. ¿La cuidarás? —Él me mira con ojos suplicantes,
ojos de alguien que se ha enamorado.
—Cruzaste la raya, ¿no es así?—le pregunto, dando un paso atrás. Observo como
traga y su nuez se mueve ante mi acusadora pregunta.
—No quiero saber—le digo, levantando la mano para evitar que me conteste.
Entro en la cocina y encuentro a Bull mirando fijamente su taza de café.
—¿Estás bien?—le pregunto, notando que la cafetera ya está llena.
Bull aparta su mirada de la taza a la mía.
—Hola, muñeca. Sí, estoy bien, están sucediendo muchas cosas—responde, agarrando
su taza del mostrador. Se acerca a mí, me pasa el pelo por la oreja y besa mi mejilla
rápidamente.
—Tengo que irme. ¿Cuidas a Dani por mí? Oh, y Lady estuvo bebiendo con Vera toda
la noche, por lo que será una perra hoy. Mantente alejada de ella—me ordena. Agarro
las cosas para hacer algo de desayuno, preocupada por el ataque repentino contra el
club. Sé que Bull averiguará quién lo hizo y por qué, pero aun así es angustiante.
***
Camino de regreso al bar y veo a los muchachos terminando los huevos que cociné.
Algo atrapa mi atención en el pasillo. Echo un vistazo, veo a Dani de pie nerviosamente.
—Hola, cariño, ¿tienes hambre?—le pregunto. Sus ojos se abren ampliamente en mi
dirección. Entro en la cocina y busco otro plato para poner algunos huevos. Tan pronto
como salgo de la cocina, veo a Bobby y Hawk, un miembro mayor del club, peleando en
el suelo. Suspiro y regreso a la cocina. Esos dos son como niños, siempre discutiendo
sobre mierda y no llevándose bien. Tomo un poco de jugo de la nevera y regreso a Dani,
que está sentada en el bar ahora.
—Bueno mierda, muchachos, mejor nos vamos—dice Locks, besándome en la mejilla.
Mi rostro se estremece, curiosa por qué está siendo tan malditamente dulce. ¿Es por
Dani?—. Deberíamos estar de regreso en algún momento mañana por la noche, bebé. —
No puedo evitar poner los ojos en blanco, su tono falso e indeseado. Nunca me dice
cuándo volverá, ni a dónde va. Está montando un espectáculo, qué idiota. Noto que
Shadow le murmura algo a Dani, su rostro está feliz mientras él le habla. Se ven tan
lindos y jóvenes. Pobre Shadow pagará por esto, ¿en qué está pensando?
Más tarde ese día, estoy juntando mierda para hacer algo de almuerzo, sabiendo que
Dani saldrá pronto de su habitación para comer. Con suerte, su madre mantendrá su
culo borracho en la habitación. Estoy nerviosa. Dani parece tener a Bull en un frenesí de
emociones. Me preocupo por Bull, y puedo oler que algo pasa con Lady. La mataré si lo
lastima. Levanto la vista y veo a Dani deambulando, su rostro abarcando el club como
hace cada vez que entra.
—Estoy a punto de empezar a preparar el almuerzo, cariño—le digo sonriendo.
Ella asiente con la cabeza y sonríe. Mi sonrisa se desvanece y mis ojos se entrecierran.
—Sabes que tu padre haría cualquier cosa por protegerte. Si lo lastimas, me aseguraré
de que tú y tu madre nunca vean la luz de otro día—la amenazo involuntariamente.
Cierro los ojos y me maldigo. ¿Por qué estoy diciendo esto? Si Bull se entera que
amenacé a su hija, estoy en serios problemas.
—Lo sé, y no estoy aquí para lastimarlo. No soy como mi madre—informa, su tono
fuerte y seguro—. Todo lo que hace mi madre está en su agenda, no en la mía. Quiero
conocer mejor a mi padre, y confío en él, más de lo que confío en mi madre—murmura,
con el rostro un poco quebrado. No puedo evitar sonreír, sabiendo que la relación entre
su madre y ella es una mierda y eso podría favorecer a Bull.
—Bien.
Semanas después
B: ¿Con qué limpias la sangre?
Leo dos veces el mensaje a las tres de la mañana, asegurándome de leerlo bien.
Mierda.
Babs: Estaré allí en un minuto.
Conduzco hasta el club, todavía con el pijama puesto. Salgo de la camioneta y camino
hacia la casa, deteniéndome cuando encuentro sangre salpicada afuera y detrás de las
puertas del club.
—¿Qué diablos?—mascullo.
Entro y encuentro a Bull recostado en un taburete, mirando la sangre en el suelo de
madera.
—¿Qué pasó?—pregunto frenéticamente, mis ojos registrando su cuerpo por heridas.
—Él se folló a mi hija, incluso después de que se lo advertí—responde Bull, con el
ceño fruncido permanentemente. Sé de quién está hablando. Sabía que Shadow no
podría resistirse.
—¿Quién?—le pregunto, solo porque Bull me está mirando esperando que pregunte.
—Shadow—masculla. Vuelvo la mirada a la sangre seca, con miedo de preguntarle
qué le hizo.
—Dani fue secuestrada por la madre de Shadow. No estoy muy seguro de por qué,
pero hoy fuimos y la rescatamos—dice Bull, frotándose las manos sobre la cara.
—¿Ella está bien?—pregunto frenéticamente.
—Sí, un poco golpeada, pero está bien. Te digo que esa chica es dura. De todos
modos, ahí fue cuando me enteré sobre ella y Shadow. Shadow era un maldito desastre
cuando descubrió que la habían secuestrado, se comportaba diferente y estaba
perturbado. No me malinterpretes, yo también estaba sudando la gota gorda, pero era
racional—explica Bull; su cabeza se inclina hacia un lado mientras relata lo que sucedió.
—Entonces, ¿qué hiciste?—le pregunto nerviosamente, mi voz se quiebra, revelando
mi inquietud.
—Jodidamente disparé a Shadow en el brazo, a Bobby también—informa, su voz
confiada y severa.
—¿Bobby?—le pregunto, curiosa de por qué le dispararía también.
—Sí, él supo todo el tiempo que Dani y Shadow estaban juntos. No podía dejar que
ese tipo de traición pasara sin justicia—se enorgullece.
Niego con la cabeza, comprendiendo su situación. Me acerco a él y tomo su cara
desaliñada en mis manos, tratando de calmar la furia dentro de él.
—Quebrantó una ley del club. Fue por ella incluso cuando le dije que no lo hiciera—
continúa Bull. No puedo evitar sonreír. Shadow me recuerda mucho a Bull, y viendo el
lugar donde Bull y yo estamos, ¿cómo puede ser tan crítico?
—¿Por qué estás sonriendo?— me exige Bull con tono enojado. Me muerdo el labio,
tratando de refrenar mi sonrisa.
—¿A quién más conoces que ha quebrantado una ley del club, varias en realidad?—le
pregunto, quitando mi mirada de la sangre en él.
Bull rompe el contacto visual y mira la sangre que mancha el suelo.
—Eso es diferente—dice entre dientes y se afloja un poco la tensión en su rostro. Él
me mira fijamente, sus ojos verdes están sonriendo.
—¿Qué tan diferente?—me burlo. Bull mira hacia otro lado, antes de volver
lentamente su cabeza hacia mí con los ojos entornados.
—Porque te amo y te protegeré de cualquier cosa—murmura. Jadeo y parpadeo
rápidamente. ¿Es esto real? ¿Acaba de decir lo que creo que dijo? Me importa Bull, en
serio. Sé que haría cualquier cosa por él y pienso en él todo el tiempo. Bull sonríe y
niega con la cabeza como si supiera que es un tabú. Lo agarro por la cara y lo giro para
que me mire a los ojos.
—Yo también te amo—susurro, mis labios rozan los suyos, mis mejillas están
ruborizadas por los sentimientos prohibidos. Sus dedos se clavan en mis caderas
mientras acerca mis labios a los suyos, encendiendo un beso apasionado, lleno de
energía en carne viva. Míranos, dos personas enamoradas pero confinadas al mundo de
los secretos y al infierno.
Me aparto, apoyando la cabeza en su hombro, mirando la sangre derramada en el
suelo.
—No te preocupes por Dani. He visto la forma en que Shadow la mira; no es como
mira a otras chicas. Creo que tu hija es su mayor infierno—le informo, separando con
mis pies sus piernas para pararme entre ellas.
—Puedo identificarme—se burla de mí, agarrándome por las caderas—. ¿Así que solo
debería dejarlo ir?—me pregunta y sus manos me acarician la espalda.
—No creo que dispararle sea dejarlo ir. —Me río, haciendo reír a Bull, su tensión
perdida—. Menos mal que la madre de Dani se fue el otro día. Quién sabe lo que le
haría a Shadow si se enterara—continúo. Dani y su madre tuvieron una gran pelea el
otro día. Su madre gritó que Dani era como su padre, y se marchó dejándola para que
su padre y el club la cuidaran. Me alegra que Dani se haya quedado. Esperaba que lo
hiciera.
—Sí, me parece que Lady se está dando por vencida demasiado fácil—admite Bull,
sacudiendo la cabeza—. Lady no es conocida por dejar ir las cosas—dice. Frunzo el
ceño, nerviosa por lo que eso significa. ¿Volverá? ¿Tratará de dañar al club?
***
Han pasado un par de semanas y Bull ha aceptado que Shadow haya tomado a Dani
bajo su protección. Shadow está loco por esa chica, y no puedo evitar sonreírle a los dos.
Sin mencionar que Shadow y Dani se fueron unos días y, antes de irse, él le preguntó a
Bull si podía convertir a Dani en su dama. De repente me siento completamente
mareada por la excitación de ver que nuestro montón de perras aumenta.
Estoy envolviendo algo de comida junto con las damas en la cocina. Hoy es el rally de
motos, y el club está teniendo una gran reunión familiar. Justo cuando estoy empacando
mierda para poner en la nevera, noto que Dani entra. Está bronceada y lleva algo
elegante, como de costumbre. Ella siempre se ve fuera de lugar en este club, usando una
mierda costosa y brillante.
—Las perras se vuelven cada vez más jóvenes, lo juro—insulta Vera, mirando a Dani
—. Puedes irte por donde entraste—punza Vera, poniendo los ojos en blanco y
volviendo a empacar un plato. Si supiera con quién estaba hablando, tendría un ataque
al corazón. Vera aún no conoce a Dani, de hecho, ninguna de las chicas la conoce.
—Ésta es Dani, la hija de Bull. Ella no está jodiendo a tu hombre, cálmate—comento,
mirando fijamente a Vera.
No puedo evitar reírme al ver la expresión de sorpresa en el rostro de Vera.
—Oh, mierda—maldice, mirando a Dani, sonriendo—. Mi error.
—Idiota—me río, negando con la cabeza. La cara de la pobre Dani está roja y tensa,
mordisqueando su labio inferior. Pobrecita.
—Dani, ésta es Cherry, Molly, Pepper y Vera. —Señalo a cada una de las chicas,
presentándoselas a todas, esperando aliviar la tensión.
—Hola, encantada de conocerlas a todas—responde, con un tono suave y humilde.
Cherry levanta la vista de la tabla de cortar y le sonríe, su cabello rubio rojizo cayendo
sobre su rostro cuando mira hacia arriba.
—¿Necesitas ayuda, Babs?—me pregunta Dani. Amo a esta chica, la única de toda la
maldita familia que me pregunta si necesito ayuda, incluso estas perras intentan
escaparse de ayudarme.
—Nah, creo que tenemos todo cubierto. Pienso que estamos a punto de irnos al rally
tan pronto como los muchachos terminen con la misa—respondo, tirando un cuchillo en
el fregadero.
—Deberías tener cuidado, no teniendo un parche y todo eso—amenaza Vera,
apoyada contra la encimera, su voz es condescendiente, y está molestándome. Ella
necesita cesar y no molestar a Dani; debería saberlo. Pero sé lo que está haciendo; está
probando a Dani, viendo si es lo suficientemente fuerte como para asumir el papel de la
hija de un presidente.
—Ella es la hija de Bull; nadie sería tan estúpido como para follar con ella—comenta
Pepper, lanzando su pelo negro con canas sobre su hombro para encender un cigarrillo.
—Sí, pero no es de por aquí. Bien podría ser una civil; cualquiera pensaría que es una
puta—dice cortante Vera, mirando a Dani—. Yo lo pensé.
—Con ese lápiz labial de puta que estás usando, alguien podría pensar lo mismo de ti
—escupe Dani, con los labios crispados, lista para enfrentar a Vera. Estallo en
carcajadas, mi costado me duele por la falta de aire. Se parece tanto a su padre, más
ahora que su madre no está aquí mirando por encima de su hombro.
Vera sonríe burlonamente, mientras se quita un mechón de cabello marrón rojizo de
la cara.
—Briosa. Ya me gustas. —Sonrío orgullosamente. Parece que Dani fue aprobada por
las chicas y ni siquiera está usando su parche.

Días después
Entro en el club, siguiendo a los otros muchachos. Nos acaban de liberar después de
que Dani y su madre, que resultó ser una agente del FBI, nos tendieran una emboscada
en el jodido rally de motos, y nos arrestaran a todos. La incredulidad en la que estoy
ahora mismo me tiene mudo. Sabía que Lady era cruel, y sabía que algo andaba mal con
su historia sobre lo que sucedió en Nueva York, ¿pero Dani? Sentí que teníamos una
conexión, que realmente la conocía.
—Lo juro por Dios, mataré a esa perra. Es por eso que no dejamos que las perras o la
familia entren en este lugar, Prez—despotrica Locks, su tono es furioso mientras se
sienta en el bar. Parece que su interpretación del marido perfecto se termina ahora que
acostarse con Lady está fuera de discusión. Él estaba montando una escena; lo sabía.
Sabía que la vida entre Babs y él no era para nada dulce, sin embargo, estaba besando a
Babs frente a Lady. Siempre estuvo prendado de Lady y estaba tratando de
impresionarla a ella y a Dani. No lo consideraría incapaz de haber tenido un avance con
Lady mientras ella estaba aquí. Babs, que está de pie detrás de la barra, me mira
brevemente, sus ojos muestran alivio de que estoy fuera de la cárcel, antes de desviar
rápidamente la mirada. No me he acostado con ella desde la noche de la fiesta hace
unas semanas, pero eso no me impide desearla cada vez que la veo.
Me siento estúpido, traicionado. ¿Cómo pude dejar entrar a una agente del FBI en mi
club sin siquiera revisar? ¿Quién sabe qué rayos les está diciendo Dani? Miro a Shadow,
fulminándolo. Sé que estaba perdidamente enamorado de Dani. Si le contó algo sobre
las actividades en las que estuvimos, todos estamos jodidos.
—Limpia este club, lo que sea debe irse—exijo, refiriéndome a cualquier cosa que los
federales puedan endilgarnos. Estoy seguro de que volverán cuando Dani vomite todo,
y destrozarán este lugar.
Locks camina por el pasillo con los chicos, dejando a Babs en el bar.
—¿Sospechabas algo?—le pregunto, esperando no ser el único que estaba ciego.
—Nunca me gustó esa perra de Lady, pero estoy sorprendida de que Dani haya
tenido algo que ver con eso—dice con los ojos abiertos ampliamente con incredulidad.

Me despierto al día siguiente y me dirijo al club a primera hora, preocupada por la


condición en la que está Shadow. El club ha estado frenético desde que él y los
muchachos salieron de la cárcel días atrás. Vi lo mucho que amaba a Dani, cómo se
permitió abrir su corazón a ella. Ayer salió arrastrándose de su habitación con la nariz
sangrando por la cantidad de cocaína que inhaló. Lo desnudé y arrojé a una ducha fría,
lo limpié y lo metí en una cama con sábanas limpias. Ojalá hubiera más que pudiera
hacer para reparar su corazón roto. Ver a un hombre tan oscuro, tan siniestro, quebrarse
y derrumbarse es loco.
Tengo que conducir despacio; la lluvia cae tan fuerte que dificulta conducir.
—El servicio meteorológico nacional ha aconsejado a todos que permanezcan en el
interior y busquen refugio en una habitación sin ventanas o en el nivel más bajo de la
casa o negocio—se anuncia a través de la radio. Parece que esta tormenta va a ser fea.
Me detengo en el patio y corro dentro de la casa club. Veo a Tom, nuestro candidato
más nuevo, sentado en un taburete y a nadie más. Los pelos de mi nuca se levantan de
repente, algo falta.
Entro en la cocina para echar a andar el café de Bull, solo para descubrir que ya lo
hicieron y está a medio beber. La maldita lluvia me demoró y me retrasé.
—No necesito quedarme en tu habitación, Bobby. Puedo quedarme con Shadow en
mi antigua habitación. —Mi cabeza se mueve bruscamente hacia las puertas de la
cocina, casi dándome un latigazo cervical. ¿Es? Salgo abriendo las puertas de un
empujón y miro en dirección del pasillo para encontrar a Bobby tratando de agarrar el
brazo de Dani. Ella está muy enojada y lo aparta con fuerza.
Mis ojos se ensanchan hasta el punto en que duelen, y mi boca se abre con
incredulidad.
—¿Qué carajo?—mascullo.
Me doy vuelta y camino detrás de la barra, esperando escuchar qué diablos está
pasando. Tan pronto como Bobby sale del pasillo, rodeo el bar rápidamente.
—¿Qué está haciendo ella aquí?—pregunto frenéticamente. El club la matará; necesita
irse ahora.
—Afirma que no tuvo nada que ver con eso—informa Bobby, encogiéndose de
hombros.
—¿Qué? —Mi cabeza se sorprende con la información.
—Sip, ella regresó aquí sabiendo el peligro que la estaría esperando, yo le creo—me
dice Bobby, asintiendo con la cabeza mientras se dirige de regreso a la capilla.
Miro hacia el pasillo, curiosa si Dani está diciendo la verdad o no. Por su bien, espero
que sí. Amo a este club, amo al hombre que lo dirige, pero es un estilo de vida
peligroso.
Escucho mi teléfono sonando en mi bolso, quitando mi atención del pasillo y
trasladándola a él.
—¿Qué?—susurro, sin estar segura de por qué estoy susurrando.
—¿Es Delilah Gia?—pregunta ella, usando mi apellido de soltera.
—Tal vez, ¿quién es?
—Tengo una Scarlett Gia, que ha pedido que te llame en su nombre. Ella ha sido
ingresada en el hospital—me informa la joven.
—¿Por qué, qué pasó?—pregunto, mi espalda se endereza. Mis manos sudan, la
ansiedad se apodera de mí. Lo juro por Dios, si tiene una sobredosis de nuevo.
—Lo siento, no puedo hablar de eso contigo por teléfono—dice bruscamente. Me
rasco la cabeza, frustrada.
—Jodidamente dime antes de intentar conducir a través de esta maldita tormenta—
ladro.
La mujer suspira en voz alta en el teléfono.
—Algún tipo de abuso doméstico, está malherida—dice entre dientes la enfermera.
—Mierda, está bien. Estaré allí.
Agarro mi bolso y vuelvo a salir corriendo bajo la lluvia.
***
Entro en el cuarto del hospital de Scarlett y me quedo sin aliento. Mi pobre niña.
Tiene puntos en la ceja, la cara hinchada y la mandíbula vendada. Mis manos se
aprietan con furia. El club escuchará sobre esto.
—¿Sabe quién querría hacerle esto?
Me doy la vuelta y encuentro a un doctor mirándome fijamente. Lo que queda de su
cabello es de color blanco, su tez pálida y sus ojos grisáceos mirándome expectantes.
—No, no lo sé—miento. Lo sé. Ella ha estado viendo a un chico que parece un matón.
Lo ha traído a casa un par de veces y lo he visto en el apartamento que le conseguí. El
simplemente se queda allí con las manos en los bolsillos, mirando al vacío, drogado.
—Tenía una cuchillada bastante fea en la ceja y su mandíbula estaba dislocada—dice
el doctor en voz baja, con las manos en los bolsillos de su bata blanca, mirando a
Scarlett.
—¿Dislocada?—pregunto, mi voz se alzó con ira, conmoción e incredulidad.
—Tendrá que tener cuidado cuando bostece o estornude durante los próximos seis
meses para evitar lesiones futuras—aconseja, revisando su suero.
—Jesús—murmuro. Me siento en la silla junto a la cama y tomo su mano fría.
—¿Es su madre?—pregunta, mirando mi mano que sostiene la suya.
—Básicamente. —Soy todo lo que tiene ahora.
Después de dos horas sentada en la silla más incómoda del mundo y el café más
horrible que he bebido, Scarlett finalmente se despierta, gimiendo y llorando.
Me levanto y agarro su mano rápidamente por consuelo.
—No abras la boca—exijo. Sus ojos comienzan a derramar lágrimas mientras su
cuerpo se destroza con su llanto.
Agarro un bolígrafo de la mesa auxiliar y un bloc de papel.
—Escribe quién te hizo esto. —Le entrego el papel y el bolígrafo y ​espero.
Ella mira el papel con vacilación, inclina su cabeza hacia un costado y comienza a
sacudirla de un lado a otro, negándose.
—¡Ahora, Scarlett!—exijo.
Ella comienza a escribir, su mano temblando mientras garabatea. Miro por encima y
echo un vistazo a lo que está escribiendo.
No fue su culpa. Yo…
Le arrebato el papel de su mano.
—No me importa qué excusa tienes; nada justifica lo que te hizo. ¿Me entiendes? —
Ella aparta la mirada y asiente en reconocimiento.
—¿Dónde está él?—le pregunto, devolviéndole el papel. Me cruzo de brazos y espero.
Sin hacer contacto visual, ella me devuelve el papel con fuerza.
The Green Room.
—Voy a encargarme de esto, cariño—susurro, limpiándole las lágrimas de la cara.
Ella comienza a llorar otra vez, haciendo ruidos nasales gimoteantes mientras trata de
mantener la boca completamente cerrada. La arrastro a mis brazos y acuno su pequeño
cuerpo abusado, besando la parte superior de su cabeza.
—Parece que está en nuestro ADN tener hombres que nos ponen las manos encima—
digo entre dientes. Sus ojos se abren ampliamente, asustados. Agarro su pequeña mano
y le beso suavemente la palma, dejando un labio rojo impreso.
—No te preocupes, niña. Esto se detiene aquí; él no se acercará a ti otra vez —lo
prometo.
***
Me siento en la silla, esperando que pase la tormenta, con el teléfono en la mano.
Quiero enviar un mensaje de texto a Bull, contarle lo que le pasó a Scarlett, pero sé que
ahora mismo está atravesando algo de mierda con Dani volviendo al club.
—Maldita sea, realmente está diluviando ahí afuera—grita Locks, atravesando
corriendo nuestra entrada principal—. ¿A dónde fuiste hoy?—me pregunta, sacándose
las botas embarradas. Me burlo; me sorprende que se haya dado cuenta.
Suspiro y pongo el teléfono en la mesa auxiliar.
—Scarlett fue golpeada muy mal por su novio, le dislocó la mandíbula y todo eso—le
respondo, sacudiendo la cabeza en estado de shock—. Él necesita pagar por meterse con
los Devil´s Dust. Él…
—¡No!—ruge Locks, haciéndome saltar.
—¿Qué quieres decir con que no?—le pregunto, mi boca se abre con disgusto.
—Lo que dije, NO. No es un negocio del club; no es necesario llevarlo a la mesa—dice
bruscamente, con voz fría y odiosa.
—¡Esto va a la mesa!—le exijo, levantándome de la silla, enojada.
—¿Qué? ¿Crees que porque estas follándote al maldito Bull, puedes hacer lo que
quieras, princesa? —Inhalo bruscamente, mis ojos se abren con miedo. Mi nariz deja
escapar un suspiro de miedo mientras observo al hombre malicioso que solía amar.
Cierro los ojos, alejando a la fuerza los recuerdos de cuando Locks era humano y se
preocupaba por mí. Los recuerdos del pasado me debilitan y me hacen sentir
remordimiento por lo mío con Bull. No he tenido uno en mucho tiempo, y no
comenzarán ahora.
—¿Qué, pensabas que no sabía?—me pregunta, haciéndome abrir los ojos. Él está
parado allí, con los brazos doblados como si estuviera listo para atacar, sonriendo
maliciosamente—. Te diré esto, acudes a él sobre esto, y lo lamentarás. Será la última
vez que esa puta boca tuya dirá algo. Éste es mi club, mi vida. Si quieres abrir las
piernas, eso es una cosa, pero será mejor que mantengas tu drama fuera de ese lugar—
me amenaza, apuntando su dedo en mi cara. Aparto su mano de mi cara con un golpe y
lo fulmino con la mirada.
Él frunce el ceño y se aleja.
—Te lo advierto—agrega—. Déjalo en paz.
No puedo hacer esto por más tiempo. Necesito salir de este matrimonio, y pronto.
Parece que estaré haciéndome cargo de las cosas con el novio de Scarlett.

Agarro con más fuerza mi manillar, dejarlos bajo la lluvia de la tormenta los volvió
resbaladizos, mientras regresamos del almacén. No sé si Dani está diciendo la verdad o
no. Su madre gritó que Dani estaba al tanto de la redada del FBI, y entonces Dani se
presenta y me hace cuestionarme muchas cosas. La traición es una mala jugada que la
vida le concede a alguien que confía erróneamente en otro. Es solo una oportunidad de
amar a alguien. Tuve que mudar todas nuestras drogas y armas del almacén actual a
otro lugar, por si acaso. Quiero creer en Dani, y una parte de mí lo hace, pero ese atisbo
de esperanza podría hacer que la maten o que arrojen a mi club a la cárcel si estoy
equivocado. Esta situación, elegir entre el club y la familia, he estado aquí antes con la
madre de Dani. Escogí el club antes que Lady, y me costó una hija, una familia. Tengo
una batalla interna propagándose con furia dentro de mi cabeza. Si Dani estuviera de
acuerdo con su madre y regresó para tratar de obtener más información, mis hombres la
destrozarán. Ella es mi sangre; no puedo permitir eso, no importa cuán traidora sea.
Tendré que llenar sus bolsillos con efectivo y conseguir su culo lo más lejos que pueda,
fuera del país. Miro a Shadow montado en su moto junto a mí, su cara tiene el ceño
fruncido como en los últimos días. Está muy jodido por lo de Dani. Él tiene algunos
problemas serios de confianza, y esto con Dani y su madre realmente los hizo retroceder
como pareja.
Nos detenemos en la casa club, empapados. Tengo que esquivar nuestra camioneta
cuando entro en el patio, está con el frente hacia afuera. Miro hacia atrás. ¿Estaba
estacionada así antes de irnos? Aparco la moto y me quito el casco.
—¿Quién estacionó la camioneta así?—pregunto, señalando la camioneta negra.
Shadow y Bobby miran el vehículo, negando con la cabeza y encogiéndose de hombros.
—Arréglala. Estuve a punto de estrellarme con la maldita cosa—protesto. No puedo
evitar dejar que mis ojos se dirijan dónde estaciona Babs, encontrándolo vacío. Ella debe
haberse ido mientras estábamos en nuestra rodada. Necesito hablarle. Con esta mierda
de Dani y Lady sucediendo, no he conseguido hablar mucho con Babs. Saco el teléfono
y me debato sobre enviarle un mensaje. Tal vez debería llamarla, escuchar esa dulce
voz. Llamo a su número y me coloco el teléfono en la oreja, pero va al buzón de voz.

Me apoyo contra la pared de la ducha, mirando la sangre correr por el desagüe,


pasando de rojo intenso a naranja hasta desaparecer. No soy ajena a la sangre, viendo
tanta como tengo vista en todo el tiempo que he estado trabajando en el club, te
acostumbras. Tomé el asunto en mis propias manos esta noche, encontré al novio de
Scarlett y le enseñé una lección acerca de poner sus manos encima a las mujeres. Llamé
a las damas y les pregunté si me ayudarían. Vera sabe lo que sucede entre Locks y yo, y
estuvo inmediatamente a favor de ir en su contra. Cierro los ojos y la imagen de Dani
balanceando ese bate, la mirada en su rostro, el tono de su voz, destellando detrás de
ellos. Ella se acercó a Vera y a mí preparándonos para ir detrás del novio de Scarlett, así
que tuve que llevarla, nerviosa de que si no lo hiciera, correría a Bull o Shadow y les
diría lo que hicimos. Dani tiene mucho más en común con Bull de lo que creo que
alguien se da cuenta. La forma en que cambió de niñita asustada a psicópata tan
rápidamente, definitivamente tiene a los Devil´s Dust en su sangre. Abro los ojos y veo
sangre manchando la piel alrededor de mis uñas. Mierda. Agarro el jabón y me las
refriego.
Con suerte, Dani mantendrá la boca cerrada.

Me despierto con el olor a café y huevos, mi polla salta de emoción porque Babs está
aquí. Me visto rápidamente, agarro mis cigarrillos y me dirijo hacia la cocina. Todo el
mundo está dormido todavía, el cielo temprano en la mañana gris oscuro con el sol
comenzando a salir. Entro y la encuentro batiendo los huevos en un cuenco, sus caderas
se sacuden de un lado a otro mientras canta Hand In My Pocket, creo que por Alanis
Morissette. No puedo evitar sonreír. Dios, es hermosa. Ella cierra los ojos y tararea la
letra, sin darse cuenta de mí en absoluto. Nunca pensé que me volvería a enamorar
después de Lady. Juré que no lo haría, sin embargo, aquí estoy en la situación más
complicada de la historia. Amar a una mujer, pero no poder amarla por completo.
—Oh, Dios mío—chilla, su rostro se pone rojo de vergüenza cuando finalmente me ve
junto a las puertas. Me acerco, agarro su espalda y la beso. Ella agarra la parte de atrás
de mi cabeza y me devuelve el beso, con fuerza. Su lengua saboreando la mía mientras
mis manos acunan su culo redondo. Ella retrocede y apoyada su culo en la encimera de
la cocina. Toma mi mano y la coloca sobre su pecho, su cabeza cayendo hacia atrás por
el contacto. Amo a una mujer que sabe lo que quiere. Lo aprieto, mi otra mano
agarrando el otro pecho con más fuerza. Ella agarra mi hebilla, abriéndola rápidamente.
Me baja los vaqueros por las caderas, mi polla erecta busca atención cuando es liberada
de la tela. Empuña mi polla y comienza a bombear, un gemido sale de mi boca ante el
toque. Mi cabeza cae hacia atrás, disfrutando del extraño toque de ella masturbándome.
Su toque se torna ausente. Justo cuando bajo la cabeza para ver hacia dónde había ido
su mano, siento calor alrededor de mi polla. Miro hacia abajo para encontrarla
arrodillada, su boca subiendo y bajando por mi verga. Aprieto mis manos en su cabello
y follo su dulce boca. Sus dientes rozan mi polla, enviando chispas a través de mi eje.
Gimo en voz alta, el autocontrol saltó por la ventana.
—Huele bien aquí. —Siento a Babs tensarse. Me subo los pantalones y voy al
refrigerador rápidamente.
—Tu comida huele tan bien; podría despertar a todo el club—dice Tom,
restregándose los ojos somnolientos.
Babs sonríe a Tom mientras comienza a batir las yemas dentro del cuenco. No sé
cuánto tiempo más podremos ocultar esto. Eso estuvo cerca.
Semanas después
Abro los ojos para lanzar el artefacto negro, sonando y vibrando en la mesita de
noche.
—¿Qué hora es?—gimo y me doy la vuelta, agitando mi mano en busca de mi
teléfono móvil.
—Será mejor que sea importante—respondo, y mis ojos se niegan a abrirse.
—Recibí información que los hermanos necesitan escuchar. Haz que se reúnan...
Saqué el teléfono de mi oído, buscando la hora.
—Shadow, son las tres de la mañana. Hablaremos a primera hora, hijo. Vete a la cama
—exijo, mi voz cargada de sueño e irritación.
Cuelgo el teléfono y me pongo boca abajo.
***
Me levanto jodidamente temprano. Con Shadow enviándome mensajes de texto cada
hora desde las 5 de la mañana, no dormí bien. Me visto, agarro mis cigarrillos de la
mesa y me dirijo a la cocina.
—Oye, Babs, hazme unos huevos, ¿quieres?—le pregunta Locks a Babs, que está de
pie junto a la cafetera, su tono es más una orden que una pregunta. La taza de café está
justo volcada hacia los labios de Babs, como si fuese a tomar un sorbo, se detiene
mientras ella mira furiosamente.
—¿Hay algo más que pueda conseguirte, bebé? —Su voz es manipuladora y suena
sarcástica.
Locks sale de la cocina, sin entender la descarada boca de Babs, eso o no le importa.
La miro esta mañana, hombre, luce follable. Su pelo rojo está en un gran moño
retorcido, tiene puesta una camiseta negra ajustada con alguna de mierda brillante, y
unos pecaminosos vaqueros ceñidos.
—Será mejor que dejes de mirarme así. —Su voz es sensual mientras me guiña un ojo.
Espero a que diga algo, que continúe, pero no lo hace. Miro por encima de mi hombro
y encuentro sus ojos fruncidos como si estuviera ensimismada pensando.
—¿Estás bien, muñeca?— le pregunto, preocupado.
—¿Qué? Sí—responde rápidamente, como si acabara de salir de su pensamiento. La
miro con una ceja levantada. Ella no me está diciendo algo. Ya hay suficientes secretos y
mentiras filtrándose en mi club. No los necesito entre Babs y yo.
—Puedes decirme cualquier cosa, lo sabes—la empujo. Agarro sus voluminosas
caderas, mirándola, implorándole que me diga más.
Ella gira la cabeza hacia un lado y se muerde el labio inferior rojo, entonces se da la
vuelta rápidamente y me mira a la cara con esos ojos verdes y sonríe.
—Todo está bien. Sólo que he tenido los nervios de punta desde el arresto, es todo. —
Ella pone sus manos sobre mis hombros y me da un fuerte apretón—. Te preocupas
demasiado; ve a la capilla. Shadow ha estado aquí toda la mañana, ansioso por algo. —
Dudo, no del todo convencido de que me esté diciendo la verdad. Ella sonríe y hace un
gesto para que me vaya. Le devuelvo la sonrisa y me dirijo a la capilla.
Tan pronto como entro, noto a Shadow sentado en la mesa tamborileando sus dedos
contra la parte superior de madera mientras los otros muchachos entran detrás de mí y
se sientan en sus asientos. Shadow luce como una mierda. Su cabello es un desastre,
bueno, más de lo normal, y tiene ojeras debajo de los ojos. Mi corazón se acelera,
preocupado.
—Shadow, estás aquí temprano—digo, encontrando mi silla en la cabecera de la
mesa.
—Tengo información importante—dice Shadow rápidamente, sentándose derecho de
su posición encorvada.
—Esperaría que así sea. Me despertaste para una reunión a las tres de la mañana, hijo
—le informo, tomando un sorbo de mi café caliente.
—Te ves como una mierda—grita Hawk desde el fondo de la mesa, haciéndome
sonreír. El viejo cabrón no tiene filtro, lo juro.
Shadow suspira y se frota las sienes.
—Sí, no dormí mucho—dice, frustrado.
Me paso la mano por la barba, la curiosidad me gana.
—Está bien, suéltalo—exijo, tomando mis cigarrillos de la mesa y encendiendo uno.
Miro el humo mientras sube por el aire. Necesito dejar esta mierda, pero cada vez que lo
hago, siento que voy a tener un jodido ataque al corazón.
—Anoche, fui a recoger a Dani, y su madre se detuvo a visitarla—comienza Shadow,
quitando mi mirada del humo del cigarrillo.
—Te lo dije—interrumpe Locks con excitación, señalando a Shadow.
Fulmino a Locks con la mirada, queriendo que se calle, así Shadow puede decirme
qué pasó entre Dani y su madre. Cierro los ojos e inhalo. En realidad, tal vez no quiero
escuchar lo que tiene que decir. Podría confirmar lo que temo, que ella estaba metida en
la redada.
—Continúa—animo a Shadow.
—Ella quería que Dani nos traicionara, que entrara en razón—continúa Shadow, su
frente sudando.
—¿Qué dijo ella?—interrumpe Bobby, su voz goteando ansiedad. Está tan nervioso
como yo, con miedo de que sea culpable. ¿Me ayudará a sacar a Dani de aquí si es una
traidora, o querrá su sangre como el resto de los muchachos?
—Dani le dijo que no, y cuando su madre no se detuvo, intentó dispararle. Le dijo que
volviera a Nueva York y que si volvía, la mataría—nos dice Shadow mientras suspira
profundamente. No puedo evitar sentir orgullo de que Dani haya intentado dispararle a
su madre. Mi cara se relaja cuando mi cuerpo se dobla con alivio. Ella no me traicionó;
no es una traidora.
—Bueno, yo lo haré—exclamo. No puedo creer que haya dudado de Dani. No se
parece en nada a su madre; lo sé. No obstante, todavía la traté como a un enemigo,
como a una hija adoptiva. Me siento como una mierda.
—¡Eso no prueba una mierda!—grita Locks, golpeando su puño sobre la mesa.
Gimo y no puedo evitar poner los ojos en blanco. Locks no ha sido el mayor fan de
Dani desde que regresó. Si lo dejara en manos de él, seguramente la habría matado a
esta altura. Justo cuando estoy a punto de arremeter contra él, un pequeño golpe llega
desde la puerta, deteniéndome.
—¿Qué?—grito.
Babs irrumpe con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola, muchachos. Solo quería recordarles que la fiesta del 4 de julio es el próximo
fin de semana, así que no lo olviden. —Ella sonríe y sus ojos aterrizan sobre mí justo
antes de cerrar la puerta.
—¿Me estás tomando el pelo?—pregunta Locks, irritado y gesticulando hacia la
puerta. Normalmente contestaría bruscamente o echaría a cualquier mujer que
interrumpiese una reunión del club, pero Babs es diferente. La dejaría sentarse en mi
regazo y que me chupara la cara durante una de estas malditas cosas si pudiera.
Finjo que no pasa nada y me río.
—Malditas mujeres—mascullo y cambio de tema. —Asegúrate de que Dani esté en
esa fiesta. Está libre de ser una posible amenaza para el club, así que vamos a traerla de
vuelta aquí y comenzar a hacerla sentir como en familia—ordeno, apagando el
cigarrillo.
—¿Qué diablos, Prez?—cuestiona Locks, su cabeza está inclinada y su tono es serio—.
No estás pensando claramente. Ese chico está enamorado de ella. ¡Él dirá cualquier
cosa!—grita Locks mientras señala directamente a Shadow. Noto que el rostro de
Shadow se pone rojo mientras aprieta la mandíbula. Miro a Locks y gruño, terminé con
sus deleznables arrebatos de cólera.
—Ella no hizo nada malo, Locks. Nosotros lo hicimos, por no confiar en ella. ¡Será
mejor que saques ese pie de tu culo y empieces a mostrarle tu maldito respeto, ahora
mismo!
Locks se levanta, golpeando su silla contra la pared.
—Al diablo con esta mierda—ruge, dejando la habitación.
—Le echaré una ojeada—dice Old Guy, levantándose de la mesa y siguiéndolo.
—Juro que tienes un montón de coños en este club. Un grupo de mujeres haciendo
rabietas—dice entre dientes Hawk. Sin filtro.
Me dirijo a mi habitación, mis hombros se sienten más livianos sabiendo que Dani es
inocente. Cuando entro, Babs está inclinada sobre el lavabo de mi baño, ordenando
mierda. Cierro silenciosamente la puerta con llave, y me deslizo detrás de ella, mis
manos a ambos lados de sus caderas. Ella chilla y se da vuelta en mi agarre
rápidamente.
—Bull—susurra, golpeando mi pecho con su mano juguetonamente.
—No deberías haber limpiado eso—le susurro al oído, mis dientes rozaron el lóbulo
de su oreja.
—¿Por qué?—me pregunta, arqueando su cuerpo contra el mío.
—Porque estamos a punto de ensuciarlo todo—le informo mientras la giro y la inclino
hacia adelante, haciendo que su culo se levante en el aire.
Ella no pelea conmigo. Agarra el dobladillo de su camiseta y se la quita. Su sujetador
verde marfil apenas sostiene sus grandes tetas. No puedo resistirme; extiendo las manos
y agarro ambas tetas bruscamente. Mis grandes manos no son suficientemente grandes
para poder sujetarlas por completo.
—Oooo. —Un gemido escapa de sus labios llenos, mi toque está excitándola.
Ella extiende hacia atrás la mano y frota mi dura polla a través de mis jeans,
haciéndome empujar mis caderas hacia adelante.
Me suelta, haciéndome gruñir de frustración. Ella comienza a manosear torpemente
los botones de sus jeans. Dándome por aludido, me desabrocho el cinturón y dejo caer
mis vaqueros y ropa interior a mis tobillos, mi polla se libera y roza contra la raja de su
culo.
—Quítate la camiseta; quiero sentirte—exige, tironeando de mi camiseta.
Tironeo de mi camiseta, me la saco bruscamente y la tiro al suelo, mi tatuaje de la
muerte en mi pecho me devuelve la mirada a través del espejo.
Meto mi mano entre sus muslos y deslizo mi dedo por sus pliegues, encontrándola
húmeda y lista. Agarro la base de mi polla y la deslizo agonizantemente lenta entre los
labios de su coño, antes de deslizar mi mano hacia el frente y darle golpecitos en el
clítoris, provocándola. Su cuerpo se tensa y arquea su culo. Babs extiende la mano hacia
atrás y agarra mi polla, guiándola dentro de su coño caliente.
Ella se agarra con fuerza del fregadero mientras la follo rápidamente. Su respiración
llega en breves jadeos. Ella se mira en el espejo, sus ojos atrapan los míos. Suavemente
la agarro por el cuello y la empujo hacia arriba, su espalda está contra mi pecho.
—¿Ves a esa hermosa mujer?—le pregunto, mi voz ronca por perseguir esa maldita
sensación de éxtasis.
—Sí—dice tomando aliento.
—Ella es mía, jodidamente hermosa y la amo—jadeo, inclinándome y mordiéndole la
parte posterior del lóbulo de la oreja.
Su boca se abre y gime, su culo se encuentra con mis embestidas.
Miro hacia abajo y veo su culo rebotar con cada embestida de mis caderas. No puedo
evitar levantar mi mano y darle un azote, haciéndola empujar su culo contra mí con
fuerza, su coño empapado de excitación.
—Te sientes increíble—le susurro, zurrando su culo otra vez. Miro en el espejo y veo
sus tetas rebotar. Empujo dentro de ella con más fuerza, deseando que una teta salga
del sujetador. Después de la tercera embestida, su teta izquierda sale volando de una
copa, exponiendo ese pequeño y lindo pezón contra esa gran teta.
Siento que su coño pulsa, se contrae y se relaja contra mi polla. Ella está cerca. Cierro
los ojos y me concentro en la sensación de ella montando mi verga. Mi polla se tensa
cuando mis bolas se aprietan.
Deseando que ella se corra conmigo, me pego a su espalda, haciéndola caer contra la
encimera. La rodeo con mi mano y encuentro su clítoris; lo hago rodar una sola vez,
logrando que sus ojos se pongan en blanco. Ella contiene el aliento, toma mi mano y
hace que mi dedo haga rodar su clítoris de nuevo. Ella grita antes de que sus labios se
cierren con fuerza, tratando de calmarse. Mi polla vibra, haciéndome estrellarme contra
ella mientras derramo cada gota que tengo dentro de Babs.
Ella se recuesta contra la encimera, su mano todavía sostiene la mía en su clítoris.
—¿Te follas a otras mujeres, Bull? —Su pregunta me hace salir de ella y girarla para
mirarme.
—¿Qué?—pregunto, confundido.
—¿Te follas a esas muchachitas que pululan por aquí desde que te has estado
acostando conmigo?—pregunta, su tono serio.
Me paso las manos por el pelo, me inclino, agarro mis jeans y el resto de la mierda, y
los levanto.
—No—respondo rotundamente. No he tenido ningún deseo de acostarme con otra
persona. La conexión que tengo con Babs, es diferente. Siento algo por ella que no siento
por otras mujeres.
Ella cierra sus ojos y se estremece, como si mi respuesta fuera un shock.
—Esas perras no saben una mierda de sexo, no saben nada sobre lo que quieren en la
cama, o lo que un hombre necesita—le explico. Ella vuelve la cabeza y asiente, una
sonrisa escondida detrás de esos labios fruncidos.
—Además, no las amo—confieso, mi corazón martilleando contra mi pecho con mi
confesión, asustado por su respuesta. Se da vuelta y sonríe, sus mejillas se vuelven de
un tono rojo que coincide con sus labios.
—¿Realmente me amas?—pregunta, como si mi confesión fuera una broma.
La agarro por la nuca y la acerco a mi cara rápidamente.
—Juré que nunca me enamoraría de otra mujer después de que la primera se cagara
en mí, pero entraste con tus labios rojos y tu boca insolente, haciéndome cruzar una
línea, quebrantar leyes y caer de bruces enamorándome de ti. No vuelvas a cuestionar
mis sentimientos por ti nunca más—le digo con voz firme y dura. Sus labios sueltan un
sollozo mientras sus ojos se llenan de lágrimas, haciéndome besar esos labios color
cereza para consolarla.

Estoy preparando las mesas en la playa, sacando grandes cuencos de plástico con
salsa de queso con patatas fritas a un lado, y un refrigerador con refrescos y cerveza. Me
ajusto el lazo de mi traje de baño negro de una pieza y me limpio las palmas sudorosas
en mis jeans recortados. El sol se pondrá pronto, pero no lo suficientemente pronto con
este calor.
—Tu salsa está fantástica, cariño—me susurra Bull al oído y disparando escalofríos
por mi espalda en este calor sofocante. Sonrío mientras acomodo el plato de salchichas
asadas a la perfección. Hawk seguro sabe cómo hacer una barbacoa.
Miro por encima de mi hombro y veo a Bull quitándose la camiseta, su cuerpo
tatuado absorbiendo el sol. No puedo negar que estoy enamorada de Bull, y he
terminado con esta mierda de escondernos. O salimos juntos, o terminamos. No puedo
seguir haciendo esto, me muerdo el labio, mis nervios sacan partido de mí. ¿Qué pasa si
él está en contra de decirles a todos y me aparta? Me siento quebrada, como un espejo
roto y astillado, viendo cada camino con incertidumbre.
Camino hasta el agua, reflexionando. ¿Debería pedirle que haga esto?
—Te puedo escuchar pensar. ¿Qué pasa, bebé?—me pregunta Bull, mirando al mar.
—Nosotros—balbuceo. Aprieto mis labios, enfadada, acabo de decir lo que estaba
pensando sin considerar sobre cómo decirlo.
—¿Nosotros?—pregunta Bull, su cuerpo resopla con la pregunta. Intento leer más en
su voz. ¿Está asustado de lo que voy a decir, o aliviado de que lo estoy planteando?
—¿Qué pasa con nosotros?—me pregunta, su tono no revela nada. Me preparo, cierro
los ojos y respiro hondo. Merezco una vida, merezco un amante que me ame y poder
compartirlo con todos.
—Quiero contarle a Locks. Quiero contárselo a todos. Quiero pedir el divorcio.
Quiero estar contigo—balbuceo, mi cuerpo se agita por la falta de aliento.
—Guau, bebé, respira—susurra Bull, agarrándome por ambos hombros. Él mira sobre
su hombro, observando para ver si alguien vio mi arrebato. Esa no es una buena señal;
él no está listo.
—No es tan fácil—masculla, exasperado—. ¿Crees que no habría reclamado tu trasero
si fuera tan fácil?—me pregunta Bull, su cabeza inclinada hacia un lado mientras habla
—. Odio tanto decir estas palabras, pero eres de Locks hasta que él te deje ir, cariño, con
o sin divorcio. Sabes que nuestra vida tiene su propio conjunto de leyes. —Aparto mi
mirada de la suya y clavo los ojos en el mar, mis ojos pinchan por las lágrimas que trato
de no derramar. Es ese instante donde tienes que decidir si el riesgo de lo que deseas
vale lo que tienes.
—Ya no puedo hacer esto. No puedo fingir que eres mío cuando no lo eres—casi
grito, sin importarme si alguien me escucha.
Bull mira a la multitud y luego a mí, y asiente. Él jodidamente asiente con la cabeza. ¿Qué
se supone que significa eso?
Una lágrima brota de mi ojo; él no va a arriesgar su club por mí.
—Yo…—hace una pausa—… lo resolveré. Solo dame unos días para encontrar una
forma de resolverlo—susurra Bull, agarrando mi antebrazo. Contengo un suspiro
repentino, esperando un “pero”—. Dame tiempo para hacer esto bien, cariño. —Se
detiene y gime. No puedo evitar las lágrimas que brotan, lágrimas de felicidad. Vamos a
hacer esto. Finalmente voy a ser feliz y amada. Pero, ¿cuál es su plan? ¿Qué pasa si no
funciona y el club se amotina contra nosotros porque estamos acostándonos a espaldas
de Locks?
—¿Qué pasa si lo que has planeado no funciona?—le pregunto, pensando en el peor
escenario.
—Entonces empacaremos nuestras maletas y huiremos—se ríe Bull, su tono no es
serio—. Es mi club; lo que yo quiero funcionará. Solo necesito que se haga de la manera
adecuada—continúa. Suspiro y sacudo la cabeza entendiendo.
Bull sonríe.
—Ahora, disfruta de la fiesta, cariño.
Pasaron unas horas desde que llegué. He tenido que aplicarme literalmente una
botella entera de bloqueador solar para evitar quemarme. No estoy segura de que esta
idea de día de playa sea la mejor para alguien con la piel blanca como yo, pero no
puedo evitar sentirme aturdida y emocionada; todo finalmente está encajando en su
lugar. Miro por encima de la mesa y noto que las patatas se han acabado, pero aún
queda mucha salsa.
—Mierda—murmuro.
—Oye, nos hemos quedado sin patatas fritas ¿Tienes más? No puedo comer esta salsa
con los dedos—reclama Hawk, su bigote ocultando la parte superior de sus labios
mientras mira la mesa como si de repente fueran a aparecer más patatas fritas.
—Haré una corrida para comprar un poco más. Aguántate, gruñón—le respondo,
agarrando las bolsas vacías y arrojándolas a la basura. Escucho a Bull, su voz se levanta
con un tono de preocupación, atrapando mi atención.
—¿Qué?—pregunta Dani, con las manos extendidas mientras se mira. Ella tiene un
bikini de cuero que seguramente hará que todos los tipos en esta fiesta la sigan y
cabreará a Bull.
—Ve a cambiarte—exige Bull, señalando hacia los baños al otro lado de la playa.
Sonrío y abandono a Hawk para rescatar a la pobrecilla.
—Oh, deja tranquila a la chica—me río, caminando hacia Bull y Dani.
—¿Ves la mierda que lleva puesta o no lleva para el caso?—pregunta Bull, agotado y
señalando a Dani. Las mejillas de la chica se ponen rojas de vergüenza. La pobre va a
tener problemas con un hombre como Bull como padre.
—Se ve bien, Bull. Es una fiesta en la playa—digo con insolencia, tratando de no
reírme.
Bull niega con la cabeza y gruñe, alejándose.
Miro a Dani, curiosa si le contó a Shadow lo que hicimos, lo que ella hizo para
probarse a las chicas y a mí. Agradezco que me haya ayudado en mi momento de
necesidad con mi sobrina, pero no confío en que no vaya corriendo a Shadow y le
cuente. El amor te hace hacer cosas estúpidas.
—¿Cómo estás, muñeca?—pregunto, mirándola por el rabillo del ojo.
—Estoy bien—responde Dani dócilmente, encogiéndose de hombros. Asiento, sin
sacar en claro de su tono si ha abierto la boca o no. Miro hacia otro lado y sonrío.
—Eso es bueno. Será mejor que te acostumbres a tu padre tratando de hacerte llevar
una bolsa de papel—le informo. Miro y veo a Hawk meter el dedo en la salsa. Bruto.
Mejor voy por esas patatas fritas—. Que te diviertas, ¿oyes?—le digo a Dani, volviendo
a la mesa.
—¡No pongas tu sucio dedo en la maldita salsa, Hawk!—le grito, sacando su mano de
una palmada. Él me mira y frunce el ceño. Bueno, su rostro está tan arrugado, que creo
que frunce el ceño.
—No lo hice—me miente. Pongo la mano en mi cadera y me quedo mirándolo
boquiabierta. ¡Acabo de verlo poner su jodido dedo en la salsa! Cierro la boca y niego
con la cabeza. Sé lo que vi.
—Ahora voy a comprar las patatas fritas; mantente alejado de la salsa hasta entonces
—le exijo, apuntándolo con el dedo. Refunfuña y arroja su plato sobre la mesa antes de
marcharse.
Saco las llaves del bolsillo y me dirijo hacia mi camioneta, pasando a Locks por el
camino.
—¿A dónde vas?—me pregunta agarrando mi brazo con fuerza. Libero mi brazo
bruscamente.
—A la tienda de Pop a comprar patatas. ¿Lo apruebas?—le respondo con insolencia,
levantando una ceja con enojo. No puedo esperar a liberarme de su culo.
Locks sonríe maliciosamente.
—Por supuesto, cariño—responde de manera condescendiente, el tono de su voz
haciendo que el vello en mi nuca se pare.
Giro la cabeza, desconfiada, y lo miro fijamente mientras se aleja, hurgando en su
bolsillo y sacando el teléfono.
—Está bien—murmuro nerviosamente.
Subo a mi camioneta y me dirijo a la rampa de salida, una luz de frenado me detiene
antes de que pueda tomar la salida. Un automóvil se detiene a mi lado en el semáforo,
un convertible rojo con la capota bajada y Noah Gundersen catando Day Is Gone a todo
volumen. La luz se pone verde y me dirijo a lo de Pop, llegando rápidamente.
Examino las patatas, buscando las bolsas que combinan perfectamente con mi salsa
de queso.
—Ajajá—mascullo, agarrando varias bolsas. Quién sabe hasta qué hora seguirá la
fiesta.
Me dirijo al cajero y pago, metiendo mi dinero en el bolsillo trasero mientras él las
empaca.
Agarro las cuatro bolsas y vuelvo a mi camioneta. La letra de Day Is Gone permanece
en mi cabeza y la canto desentonadamente cuando una luz brillante me llama la
atención. Miro y antes de que pueda reaccionar, un auto blanco me embiste; su parrilla
está caliente y los sonidos del mundo se apagan. Vuelo por el aire, las bolsas de patatas
fritas se esparcen por todas partes y el tiempo se congela, seguido por ruido blanco.
¿Por qué es que no siento ningún dolor? Seguramente mis piernas están quebradas.
Seguramente algo se ha roto por el golpe.
Como el chasquido de un dedo, el tiempo se precipita hacia adelante y mi cabeza
golpea contra el parabrisas del coche. Me duele la cabeza y la cara me pica donde el
cristal la cortó. Abro los ojos y miro a través del vidrio astillado, solo para ver un
sombrero verde antes de que mi cuerpo se desplome pesadamente desde el techo. Veo
el pavimento mientras mi cuerpo es girado del auto. Trato de empujar mis brazos frente
a mí para amortiguar la caída, pero no sirve de nada. No soy lo suficientemente rápida.
La parte frontal de mi cabeza está colgando hacia adelante e impacta en el asfalto con
un fuerte crujido, siguiéndole la oscuridad.

Pongo ambas manos en la encimera del bar, afirmándome. ¿Dónde está Babs? ¿A
dónde fue y por qué no está contestando el teléfono? No puedo deshacerme de la idea
de que algo malo pudo haberle sucedido. Levanto la mirada y noto que el sol está
saliendo. Miro el reloj y descubro que Babs lleva una hora de retraso. Algo malo
sucedió, lo sé. Me alejo de la barra y me paseo, empujando mi cabello para que no se
pegue a mi rostro sudoroso. Mi teléfono vibra y casi me rompo la muñeca sacándolo de
mi bolsillo.
Miro la pantalla y veo que Doc es la que está llamando. Frunzo el ceño confundido y
respondo.
—Hola, Bull, tal vez quieras venir al hospital—me dice con gravedad.
—¿Por qué?—le pregunto.
—Babs fue admitida anoche. —Ella hace una pausa—. Está en coma. Intentaron avisar
a Locks, pero no lo lograron—continúa en voz baja.
Dejo salir un repentino jadeo, mi cara se afloja y las lágrimas llenan mis ojos. ¿Ella
dijo un maldito coma?
Ni siquiera le envío mensajes a Locks. Me subo a mi moto y rompo cada maldito
límite de velocidad camino al hospital.
Aviso a Shadow, me estaciono en la zona de no estacionamiento y corro hacia la
recepción.
—¿Está Delilah Gia aquí? ¿En qué habitación está? —Mi voz chilla histéricamente.
—Bull—me llama Doc, saliendo de la habitación de un paciente—. Está bien, me hago
cargo—informa Doc a la recepcionista, que parece asustada.
Doc comienza a caminar hacia el elevador, y yo la sigo de cerca hasta que entramos
en la cabina vacía.
—¿Qué pasó?—le pregunto, con las manos en la nuca mientras subimos.
—Por el informe que leí, fue atropellada por un automóvil—me explica, con los ojos
muy abiertos.
—¿Un maldito coche?—le pregunto en estado de shock, asegurándome de haberla
escuchado bien.
—Sí y ni siquiera se detuvieron. Unas personas que pasaban la encontraron.
Las puertas se abren y ella sale, el olor a desinfectante y productos de limpieza nos
reciben. Odio ese maldito olor; siempre me enferma del estómago.
Se detiene cerca de una puerta blanca y me mira.
—Prepárate, Bull. Sé que Babs es dura, pero debes prepararte para el peor resultado—
dice despiadadamente.
Cierro los ojos y asiento, abriendo de un empujón la puerta cerrada.
Babs tiene una especie de mierda pegada a la boca y una máquina que suena con cada
latido de su corazón. Su cara está laxa, inflamada y roja. Se ve como que la muerte está
llamando a su puerta. Rápidamente aparto la mirada y un sollozo escapa de mi boca.
Mirar a la mujer que amo, tan débil y frágil, me mata.
—Dime la verdad, Doc, nada de tonterías—le exijo, mi voz se quiebra por la emoción.
—No puedo decirlo, Bull. He visto a personas en peores condiciones salir adelante, y
he visto morir a personas perfectamente sanas. La mayor parte del daño sucedió en su
cabeza, y el cerebro es muy complejo para tratar de comprender cuál será su próximo
movimiento. Todo lo que podemos hacer es esperar—me explica, acercándose a Babs y
retirándole el cabello rojo de la cara.
—Todo lo que podemos hacer es tratar de que esté lo más cómoda posible—
murmura.
—¡No lo hagas!—ladro. Esa maldita frase, esa mierda que les dicen a los familiares o
amigos cuando quieren que tengan esperanza, pero médicamente las probabilidades no
están a favor de los pacientes, no está sucediendo aquí.
Ella me mira y asiente antes de palmearme la espalda suavemente.
—Tengo que volver a mi planta; avísame si necesitas algo—agrega en voz baja antes
de irse. Necesito llamar a los muchachos, descubrir quién carajo hizo esto, dónde
ocurrió. Pero no puedo quitar mis ojos de ella, el deseo de subirme a esa cama y
abrazarla está abrumándome.
Escucho voces, pero no puedo ver de quiénes son, no puedo entender quién está
hablando. No puedo abrir los ojos. No puedo sentarme. No puedo hacer nada.
Puedo oírme hablar, pero mi boca no se mueve y nadie me responde.
Siento que estoy cayendo en nada más que oscuridad, como si estuviera en una
montaña rusa en el medio de la noche. Estoy en la cima de una colina, cayendo libre y
rápidamente hasta la base. Mi cuerpo se siente ingrávido mientras me vuelven a sacudir
dentro de la nada.
—No me dejes, bebé. —Escucho a través de mi caída sin fin, pero no puedo
entenderlo.
Por un instante, siento que la caída se detiene, solo para caer de nuevo en una serena
negrura. No es más que una ingrávida caída libre hasta el fondo del infierno. Con
suerte, el infierno no es un pozo sin fondo.

Estoy en el club, abrazando una botella llena de Jack, sentado en mi cama. No puedo
abrir los ojos; donde quiera que miro veo a Babs. Miro hacia abajo a la botella de Jack.
Tengo que ser fuerte. Por mucho que quiera, no puedo beber la botella entera. No estoy
seguro de si Locks estará allí para Babs. Parece haberse perdido. Babs me necesita; soy
todo lo que tiene. Agarro el cuello de la botella y salgo de mi habitación. Ir en busca de
las malditas respuestas, está al tope de mis prioridades.
Tan pronto como salgo del pasillo, veo a Dani y Shadow entrar al club. Me alegro de
que hayan solucionado su mierda. A veces Shadow es más complicado que una mujer.
Voy directamente a la capilla, los chicos entran detrás de mí.
—Entonces, ¿no sabemos quién la atropelló?—le pregunta Shadow a Locks al otro
lado de la mesa. Alejo la botella de alcohol y miro a Locks, esperando. Cuando salí del
hospital, lo vi hablando con la policía. Tengo curiosidad por saber cuándo decidió
devolverle la llamada al hospital, me pregunto, qué información tiene que yo no tengo.
No me dirían mucho, yo no soy su marido.
Locks duda.
—No sé, probablemente solo un borracho sin prestar atención—responde con
indiferencia. Mis manos se retuercen, tratando de evitar estrangular a Locks ante su
evasivo comportamiento. Sus emociones están tan serenas, tan bajo control, como si
nada hubiese pasado.
—¿Qué dijeron los policías?—le pregunto, golpeando ligeramente los dedos sobre la
mesa.
—Oh, ya sabes, la misma mierda que le dicen a todos—explica, frotándose la barba.
—¿Lo cual es qué?—pregunta Shadow rechinando los dientes irritado.
Locks mira a Shadow, su rostro empieza a ponerse rojo.
—Que harán todo lo posible.
—¿Quién la encontró?—pregunta Bobby.
—Unos transeúntes—le respondo. Me las arreglé para obtener esa pequeña
información.
—¿Hay algún video de vigilancia alrededor del área?—pregunta Old Guy, lo cual es
una buena pregunta. La esperanza hace que me siente derecho, aguardando que Locks
responda.
—Sí. Pero solo muestra un auto blanco acelerando como alma que lleva el diablo. No
se puede ver nada más que un borrón blanco—parlotea Locks, su voz tiembla por la
excitación.
No soporto otro momento de esto. No puedo discernir si Locks está realmente
molesto y solo manejando esta mierda, o si simplemente no le importa. ¿Qué carajo está
mal con él? ¿Puede detestar tanto a Babs, al punto de no importarle si vive o muere, no
ansiando vengar su muerte? Exhalo, tratando de controlarme.
—Ok. Bueno, voy a ir a verla—digo, necesito escapar de esta confusa situación.
Palmeo a Locks en el hombro de pasada—. Llegaremos al fondo de esto, Locks—lo
animo, tratando de leer su lenguaje corporal, pero no consigo nada.
***
Han pasado semanas; pero parecen meses. Estoy empezando a preocuparme de que
no se despierte, de que algo esté mal. He visitado Babs todos los días, la he tomado de la
mano y le he hablado. El club parece frío e inhóspito sin ella. Me rendí, comencé a beber
en el desayuno, almuerzo y cena, con la esperanza de aliviar un poco la ira y la
depresión aumentando. He contactado a cada club en la zona, buscando el auto blanco
que atropelló a Babs, pero no ha surgido nada. He usado todos mis favores en la zona y
no obtuve nada. Mi mejor hombre, Shadow, ha estado negligente últimamente.
Llegando tarde cuando saco mi culo de la cama y tengo una reunión, olvidándose de las
rodadas y solo por nombrar algo. Está atolondrado desde que se ha reconciliado con
Dani. Las cosas estaban ásperas cuando Dani regresó luego que la madre la detuviera.
Sabía que ellos solucionarían sus asuntos, y lo hicieron. Necesito a Shadow ahora
mismo. Lo necesito concentrado. Parece que voy a tener una charla con él. Con suerte,
no implicará que le dispare en el brazo como la última vez cuando hablamos sobre mi
hija. Odio que esté con ella, pero para ver esa maldita sonrisa alegre en su rostro, no
quiero arruinar eso.
Mi teléfono suena, interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Qué?—ladro.
—Ella está despierta—chilla Doc. Mi cuerpo se infla de alivio. No digo adiós. Solo
cuelgo y corro hacia el hospital.
***
Tan pronto como llegué allí, me digo a la mierda con el elevador y tomo las escaleras.
Necesito ver los ojos de Babs, escuchar su boca insolente ahora.
Entro corriendo a su habitación y la encuentro... ¿inconsciente?
—¿Qué mierda?—susurro. Pensé que ella, había dicho que estaba despierta.
—Escuché fuertes pisotones de botas entrando en el hospital—dice Doc, entrando en
la habitación—. Sabía que eras tú—continúa.
—¿Pensé que habías dicho que estaba despierta?—le pregunto con enojo, no se debe
jugar con mis emociones en este momento.
—Está dormida. Va a estar muy aturdida y débil por un tiempo—me explica Doc,
mirando a Babs.
Me acerco a Babs. Su rizado cabello rojo está enmarañado donde ella ha estado
acostada, y su rostro sin maquillaje muestra más pecas que las que le he visto antes. No
puedo esperar para hacerla mía. Tan pronto como todo esto termine, le diré al club
sobre esta mierda de ser dueños de las mujeres, esa mierda cavernícola que mi padre
estipuló, no existirá más, y voy a reclamar el culo de Babs.
—¿Puedes oírme, muñeca?—murmuro cerca de ella, mis labios rozando el lóbulo de
su oreja.
Levanto la mirada, esperando alguna reacción de Doc por mi excesiva amabilidad
hacia Babs.
—Lo sabía—dice ella con ojos sonrientes—. Por eso te llamé.
Sonrío y regreso mi mirada a Babs.
—B-B-Bu... —balbucean los labios secos de Babs.
Abre los ojos confundido, las palabras que salen de su boca son difíciles de entender y
estranguladas.
—En este momento ella está teniendo muchas dificultades para hablar. Estamos
haciendo algunas tomografías en su cerebro, viendo si podemos encontrar algo que le
esté afectando el lóbulo frontal.
—Estoy aquí, cariño. Solo tómate tu tiempo y descansa—murmuro en su cabello antes
de darle un beso en la frente.
Ella no dice nada.
—Volvió a dormirse—observo, pasando la mano por su cabeza donde los puntos de
sutura forman una línea en el cuero cabelludo.
—Éste es un gran paso para recuperarse, Bull. Deberías tener esperanza, pero como
dije, el cerebro es complicado.
***
Justo cuando creo que la cosa no puede empeorar, la vida se te viene encima y te
recuerda lo impredecible que es.
Los últimos días han sido una maldita pesadilla. El club ha sido puesto en la mira.
Dani fue perseguida por un automóvil la otra noche y golpeada con un bate. Pensé que
iba a tener un ataque al corazón cuando Shadow recibió la llamada que le decía que
Dani estaba hospitalizada. Afortunadamente, lo de Dani son simples rasguños, golpes y
hematomas comparado con lo de Babs. Ella tiene suerte de estar viva y estoy en alerta
máxima. Alguien está apuntando a mi puto club, y voy a averiguar quién, muy
rápidamente.
Una sonrisa cruza mi cara. Impredecible. Durante la visita de Dani al hospital,
descubrieron que voy a ser un abuelo. La sonrisa de satisfacción que cruza mi cara se
desvanece rápidamente. Fuimos atacados y mi hija está embarazada de mi nieto. Soy
responsable de cada miembro de este club, su seguridad está en mis manos. Tengo que
averiguar quién nos tiene en la mira y por qué, antes de que alguien más salga
lastimado.
***
Me despierto con un fuerte golpe. No bebí una gota anoche. Desde que traje a Dani
aquí, y supe que su vida y la de su bebé dependen de mí, me he mantenido alejado.
—¡Bull!
Levanto la cabeza de la almohada y me doy cuenta de que alguien llama a mi puerta
como la puta policía.
—¿Qué carajo?—grito, abriendo la puerta para encontrar a Shadow. Su cara está roja
y parece enojado como la mierda.
—¡Vístete; necesitamos ver a Babs, ahora!—escupe, volteándose para irse sin darme la
oportunidad de preguntar por qué.
—¡Mierda!—maldigo, volteándome para agarrar alguna maldita ropa. Un millón de
cosas cruzan por mi mente en este momento. ¿Dani está herida? ¿Le ha pasado algo a
Babs?
Salgo y encuentro a Shadow apoyado contra su auto, estacionado donde le he dicho
una docena de veces que no lo haga.
—¿Quieres explicarme qué mierda está pasando?—lo interrogo, hurgando en el
bolsillo por mis cigarrillos. En un día que comienza así, los cigarrillos no serán
suficientes.
—Entra en el coche. Te lo explicaré por el camino—dice Shadow, exasperado,
subiéndose al coche.
—No vuelvas a aparcar aquí de esta manera. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo,
muchacho?—le pregunto seriamente mientras entro en el coche. El sol está brillando
intensamente en mi maldita cara, así que bajo la visera.
Miro para ver si Shadow me va a responder, pero él solo sale del patio.
—¿Vas a decirme por qué me despertaste, Shadow?—le pregunto.
—Los ataques de Dani y Babs están relacionados. Se metieron en una mierda y Dani
no me dirá—grita Shadow, sus manos están estrujando el volante. Mi cabeza se mueve
bruscamente en su dirección. Así que nuestras mujeres se metieron en este lío. Me
pregunto a quién hicieron cabrear o a quién voy a tener que matar o sobornar por esto.
—Esa es terca como su mamá—le informo. La madre de Dani siempre me estaba
metiendo en este tipo de mierda, suministrándome pequeños trozos de situaciones
importantes, sin darme todos los detalles.
—¿Qué dijo Dani?—pregunto, deseando saber todo lo que le dijo a Shadow.
—Que debería preguntarle a Babs—casi grita Shadow, su voz tiene un tono de
incredulidad. Shadow y Dani juntos han sido el mayor dolor en mi culo. Si se hubiesen
mantenido alejados el uno del otro, mi vida sería mucho más fácil.
—Mierda—mascullo—. ¿Solucionaron su mierda?—le pregunto, refiriéndome al
embarazo de Dani. Cuando él supo que estaba embarazada la noche de su ataque,
estaba hecho un desastre. Traté de darle algunos buenos consejos que lo guiarían en la
dirección correcta. Soy bueno para dar consejos, pero terrible para seguirlos. Espero que
los aproveche.
—Sí. Me detuve en una tienda de embarazo para comprar algunos libros y mierdas
varias para ella.
Me río. Al menos está descubriendo cómo solucionar las cosas más rápido que yo
cuando tenía su edad.
—Estás aprendiendo.
Conducimos en silencio hacia el hospital por el resto del viaje. Tengo curiosidad por
escuchar lo que Babs tiene para decir del lío en que ella y Dani se metieron. Me
pregunto si está hablando mejor que la última vez que intentó hablar conmigo. Las
últimas veces que la he visto, solo estuvo despierta brevemente. Todo lo que ella dijo
fue difícil de entender y tartamudeado.
—Ahí hay un lugar. —Señalo un lugar de estacionamiento vacío cuando llegamos al
hospital. Shadow conduce dejándolo atrás. Fulmino a Shadow con la mirada. ¿Alguna
vez escucha una maldita cosa que digo? Él se detiene y aparca en la ‘zona de no
estacionamiento’. Entramos en la habitación de Babs y veo a un grupo de médicos y
personal de pie alrededor de su cama. Mis ojos se abren y mis manos sudan
nerviosamente.
—Hora de la muerte: a las 4:45—dice el médico, mirando el reloj en la pared.
—¿Pero qué carajo?—rujo, empujando al personal para llegar a Babs. Mi cara se tensa
hasta el punto en que los vasos sanguíneos aparecen en mi cuello y mi corazón se
detiene repentinamente con pánico.
—Lo siento. ¿Son familiares? —pregunta una enfermera, poniéndose delante de mí.
Mi cara se llena de ira mientras trato de mirar alrededor de la maldita enfermera para
ver a Babs.
—¡Maldita sea, lo soy!—grito, sacando a la enfermera del camino, haciendo que se
tropiece con otro miembro del personal. Me tapo la boca con la mano cuando veo a
Babs. Su rostro está ceniciento e inmóvil. Los vasos sanguíneos estallados alrededor de
los ojos, las paletas en su pecho. Parece como que alguien le hubiera succionado la vida.
Me giro rápidamente, queriendo que la imagen se desvanezca. Sustituyéndola por la de
la mujer risueña y de boca insolente que amaba. ¿Cómo pudo haberse ido cuesta abajo
tan rápidamente, tan velozmente? Pensé que Babs estaba mejorando. Doc, ella me
advirtió sobre su daño cerebral, el resultado impredecible que podría tomar. Me doy la
vuelta, mi cabeza cae hacia adelante, aceptando la realidad de la situación. La vida es
imprevisible. La muerte es imprevisible.
—¿Qué pasó?—le pregunto gravemente, con lágrimas en los ojos.
—Estaba en cirugía cuando recibí la llamada de emergencia. Ella tuvo un derrame
cerebral; pudo haber sido causado por un coágulo en el cerebro. Su cabeza sufrió un
gran impacto cuando cayó, y los coágulos cerebrales son difíciles de detectar. Hicimos
todo lo que pudimos. —No levanto la mirada, solo escucho.
Hicimos todo lo que pudimos. Otra frase que no soporto escuchar de los doctores.
—Llamé al marido hace diez minutos cuando la paciente comenzó a tener problemas
—agrega una joven enfermera. Inspiro profundamente. ¿Dónde coño está Locks? ¿Por
qué no está aquí? Por mi vida, será mejor que esté en un maldito armario de suministros
llorando a lágrima viva, o lo mataré. Le arrancaré ese jodido parche y quemaré ese
tatuaje en la espalda que lo reclama como uno de mis hermanos.
—¿Lograste contactarte con él?—pregunta Shadow.
—Sí, lo hice—responde ella.
Agarro la mano flácida de Babs, su cuerpo aún está tibio. Recuerdo cuando estábamos
en el muelle de Santa Mónica y estreché su mano por primera vez. La expresión de su
rostro, sorprendida. Un súbito sollozo se escapa de mis labios, tomándome por
sorpresa. Cierro los ojos, tratando de luchar contra las lágrimas que brotan.
—Alguien pagará por esto—prometo, mi voz tiembla de ira y luto. Me inclino hacia
adelante y rozo mis labios contra los de ella, besándola a modo de despedida. Una
lágrima se desliza de mi ojo por el puente de mi nariz. Gotea, aterrizando en su mejilla
—. Te merecías mucho más—susurro contra sus labios, deseando por mi vida que
pudiera devolverme el beso por última vez.
Me aparto, cerrando los ojos para reprimir mi emoción.
Salgo de la habitación y encuentro a Shadow apoyado contra la pared, con los ojos
vidriosos. Ella era como una madre para él. La he visto en el club dándole consejos
maternales. Trago saliva, apartando el pensamiento de mi cabeza.
—Obliga a Dani a que te cuente todo—ordeno. Tengo que saber en qué se metieron
estas mujeres, a menos que quiera que otro miembro de mi familia muera.
***
Agarro la última botella de whisky y me dirijo a mi habitación, pasando por la
habitación de Dani y Shadow. Escucho gritos y alaridos. Quiero entrar, gritarle a Dani
por ser tan terca. ¿Por qué las mujeres no vinieron a mí? ¿Por qué no trajeron lo que
hicieron a la mesa?
Entro en mi habitación y me deslizo contra la puerta, mi culo golpea duramente el
suelo.
—Tuve que obligarla a decírmelo—barbotea Shadow desde el otro lado de la puerta.
Apretujo las rodillas y me alejo de prisa de la puerta para que él pueda entrar. Enrosco
y desenrosco la tapa de la botella esperando los detalles.
—Babs tiene una sobrina que fue golpeada por un hombre con un sombrero verde, o
algo así, detrás de un club con luces verdes. Las chicas encontraron al tipo y se
vengaron—lo resume Shadow en pocas palabras, haciendo que mi cabeza caiga hacia
adelante con un gemido. Ropa verde, club verde, apuesto a que era The Green Room en
el lado equivocado de la ciudad, en territorio prohibido, y probablemente era un
hombre de Augustus.
—¿Por qué Babs no lo trajo a la mesa?—le pregunto, confundido. Shadow se frota la
cabeza y suspira.
—Babs le dijo a Locks, y él le dijo que no—me explica Shadow, subrayando la palabra
no.
Literalmente gruño. ¿Quién mierda se cree Locks para dictaminar esa moción? ¡Yo
soy el maldito presidente, no él!
—Llama a los muchachos a la mesa—exijo, tratando de incorporarme de mi incómoda
posición en el suelo.
Les informo a los muchachos sobre lo que está pasando y la muerte de Babs. Intento
ser fuerte cuando se los digo, pero maldición me está matando aceptar el destino de
todo. Salgo de la capilla. Locks ha desaparecido y no responde a mis llamadas, y
Cherry, la dama de uno de nuestros hombres, ha rechazado el confinamiento otra vez.
Ella siempre va en contra de las reglas, pensando que no se aplican para ella. Si su
hombre, Lip, no me hubiese salvado el culo cuando esos policías nos detuvieron, su
culo ya estaría fuera de este club. Ella es un jodido dolor de cabeza. Estoy casi seguro de
que Augustus es quien ordena estos ataques, porque es importante, tiene más hombres
y más poder de fuego. Tengo que pensar racionalmente. Tengo que saber con absoluta
certeza que fue Augustus, antes de comenzar ese tipo de guerra. Me dirijo a la cocina en
busca de un café. Solo mirar la cafetera me trae malditos recuerdos. Cierro los ojos,
diciéndome en silencio que me controle.
Me apoyo contra la encimera y enciendo un cigarrillo. Buscando en mi bolsillo, saco el
teléfono e intento llamar a Locks nuevamente. Va directo al correo de voz. Estoy
nervioso. ¿Habrá sido atacado? ¿Estará tirado en la calle en algún lugar donde fue
atropellado? Necesito respuestas y las necesito ahora. Llamo a un viejo amigo, alguien
que es amigo de todos. Él lo sabría si Augustus fuera en busca de sangre.
—Hola, Bull, ¿qué pasa, mi hombre?—contesta Brenden el teléfono.
—Necesito que me digas algo, nada de idioteces, ¿entendido?— le exijo.
—Claro, hombre, ¿qué pasa? —Su tono cambia de feliz a serio.
—¿Augustus va en busca de mi club?—le pregunto.
—Ah, hombre. Ya sabes, escuché algo sobre eso. Algo sobre que tus chicas estuvieron
a punto de matar a su sobrino o alguna mierda así—responde Brenden—. Me lo contó
uno de los hombres de Augustus.
Cuelgo, mis preguntas fueron respondidas y mi impresión confirmada. Veo la radio
en el estante; su luz roja indica que está encendida. Me acerco y escucho a David Gray
interpretar This Year's Love. La apago rápidamente; su letra no me ayuda en este
momento.
Exhalo y salgo de la cocina.
—Ahí estás—dice Bobby con voz nerviosa.
—Casi me mataron. Un auto me persiguió—llora Cherry, desplomándose, su
maquillaje está manchando toda su cara—. Entré corriendo a una tienda y me escondí
allí hasta que se fueron—continúa llorando. Tal vez esto le enseñará a su culo a venir
aquí cuando lo ordeno. Dani le frota la espalda, su yeso rosa se destaca mientras ella lo
frota arriba y abajo. El brazo de Dani fue quebrado cuando la atacaron. Estoy
agradecido de que sea todo lo que se rompió. Tres de mis mujeres han sido perseguidas,
una muerta. Esto termina esta noche, maldita sea.
—Misa, ahora—les ordeno a los muchachos, señalando hacia las puertas de la capilla.
Enciendo un cigarrillo, no estoy seguro de cómo diablos voy a llevar a cabo esto.
—Ésta es la tercera dama que ha sido atacada—les informo, mi tono de voz
rechinando por la ira y el dolor.
—Los ataques se están acelerando—dice Old Guy, su observación es obvia. Intento no
ponerlo en su lugar.
— Creo que tenemos que ponernos con esto y rápido—sugiere Shadow. El muchacho
siempre ha tenido algo con sacar del medio un blanco, nunca tiene miedo de matar. Su
obsesión por la sangre en este momento, me favorece.
— Estoy de acuerdo, pero tomemos represalias de manera inteligente—dice Bobby a
Shadow. Bobby es lo único que parece mantener a Shadow con los pies en la tierra, lo
hace ver las cosas racionalmente. Shadow ha tenido una vida difícil. Si no fuera por este
club, quién sabe dónde estaría.
Mi teléfono suena.
Levanto mi mano, tratando de silenciar a los muchachos, pero ellos siguen hablando,
ignorándome.
—Silencio, muchachos—grito cuando veo el nombre de Augustus en mi identificador
de llamadas.
—Augustus—saludo, tratando de sonar tranquilo.
—Bull—responde Augustus fríamente. Oír lo relajado y sereno que está, hace que mis
manos se aprieten con rabia, mi intento de actuar controlado y sereno ha desaparecido.
—Has atacado a tres de mis damas, una de ellas ahora está muerta—le digo, enojado.
—Damas que traspasaron su territorio, y es una novedad para mí, que una de ellas
haya fallecido. Lamento escuchar eso—responde Augustus, su disculpa es falsa. A la
mierda con esto, moriré en honor a Babs. No me rebajaré al nivel de este asesino.
—Quieres una guerra, la tienes—lo interrumpo y alargo mi mano para apagar el
teléfono.
—A menos que quieras que ponga a esa hijita tuya bajo tierra, junto con el resto de
esas prostitutas moteras, que son basura blanca, te espero en mi almacén en dos horas—
amenaza Augustus, colgando. Miro al otro lado de la mesa a Shadow que me mira con
miedo, no es una emoción que haya visto en el rostro de Shadow. Puedo asociar, estoy
aterrado de que algo le pase a Dani. Tendré que jugar con las reglas de Augustus si
quiero que mi hija y mi nieto vivan.
—Ocupémonos de los negocios, muchachos—ordeno, mi tono es confiado, pero para
ser honesto, me temo que uno de nosotros no estará junto a nosotros en esta mesa en la
mañana.
***
Me dirijo a mi habitación y tomo un arma extra, colocando una en el dobladillo de
mis vaqueros y la otra en mi funda.
Estoy buscando dentro del cajón municiones cuando encuentro un tanga negro, de
Babs. Sonrío. Ese sucio pajarito debe haberlo puesto aquí. Aprieto la tela en mis manos,
pensando en ella.
—La persona que te mató morirá en mis manos esta noche, cariño—susurro.
Esperando que donde sea que esté, sepa que no dejaré que esto se olvide hasta que
alguien pague por ello.
***
Montamos hacia el lugar que nos indicó Augustus en el otro lado de la ciudad, el
viento está ululando, trayendo una tormenta mientras conducimos. Cuando llegamos al
ruinoso almacén, ligeramente gris y oxidado, la tensión se espesa entre los muchachos.
Ellos saben quién es Augustus; saben de lo que es capaz. Sin embargo, están aquí
respaldándose uno al otro. Apago mi moto y miro a mis hombres.
—Terminemos con esto, muchachos—les digo, intentando mostrar mi tono de
seguridad. Nos dirigimos hacia el almacén abandonado, el pavimento está roto y
gastado, una valla oxidada cruje con el viento, concordando con el color del edificio.
Bobby se detiene frente una lona azul, llamando mi atención. Él agarra un costado y la
levanta, descubriendo un Monte Carlo blanco con sangre manchando el parabrisas
astillado y el capot. Es el auto que atropelló a Babs. Me vuelvo y trago el nudo que se ha
formado en mi garganta al ver la sangre de Babs embadurnada por todo el auto.
—Contrólate—me digo a mí mismo en un susurro. Me doy la vuelta, los muchachos
observan la evidencia—. Jesús—maldigo.
—Supongo que ahora sabemos que definitivamente fue Augustus y sus hombres los
que atropellaron a Babs—dice Old Guy solemnemente mientras Bobby vuelve a arrojar
la lona sobre el coche ensangrentado. Mis manos se aprietan con ira, el poder letal
bombea a través de ellas. Avanzamos por el edificio hasta encontrar una puerta. Sin
pensar, Shadow entra directamente.
—Ah, los Devil´s Dust están aquí—dice Augustus en tono melodioso, bajando un
tramo de escaleras, ajustándose la corbata que hace juego con su traje. Él mete sus
manos en todo y en cualquier cosa ilegal. Es rico y poderoso, su reinado le fue
entregado por su bisabuelo—. Qué amable de vuestra parte pasar por aquí—espeta
Augustus, su tono de humor se ha ido. Su voz presiona mi último botón.
—¡Alguien va a pagar por la vida de una de mis muchachas!—grito, mi mano
crispándose por agarrar mi arma y dispararle.
—Ya veo—dice Augustus, sus manos frotan nerviosamente los lados de su cabeza—.
A George le encantó jugar al 'gato y al ratón' con tus chicas, pero no obedecía órdenes
directas. Parece que se dejó llevar con una, y me disculpo por eso. —Su mano se mueve
y señala al tipo llamado George. El pandillero lleva un pañuelo verde igual que un
montón de secuaces armados rodeando el almacén. Miro echando fuego por los ojos en
su dirección. Él morirá.
—Si son tan amables de soltar las armas, muchachos. —Augustus patea una
andrajosa caja azul hacia nosotros. Lo miro con odio debatiéndome si debería hacerlo.
—¿Tenemos cara de estúpidos?—pregunta Bobby.
—Háganlo—ordena Augustus, su tono serio. Chasquea los dedos y dos hombres nos
apuntan con rifles al instante. Mierda.
Saco mi arma de la funda de debajo del chaleco y la tiro suavemente en la caja, al
igual que los otros hermanos. Miro a Augustus, su cara tiene una sonrisa de
satisfacción. Sabe que me tiene agarrado de las pelotas.
—Habla—escupo.
—Bien—dice Augustus—. Cuando tus perras lesionaron a mi sobrino, iba a matar a
cada una de ellas.
Frunzo el ceño. ¿Quiere que lo mate?
—Incluso te envié una advertencia avisándote que la guerra había comenzado. —Lo
miro confundido, ¿De qué está hablando? ¿Advertencia? No he visto nada que indique
una advertencia.
—Estoy seguro que me encantaba esa moto—agrega Locks a mis espaldas. Me giro
rápidamente. ¿Cuándo coño llegó aquí, y cómo supo llegar?
—¿Locks?—pregunta Old Guy. La cara de Locks tiene una sonrisa petulante, sus
dedos cuelgan de sus presillas. Ahora comprendo todo, la explosión de su moto fue
Augustus diciéndome que estábamos en guerra. ¡Mierda!
—Cuando descubrí que una de las chicas que golpeó a mi sobrino era tu hija, una
nueva oportunidad de negocio salió a la luz. Pensé en hacer un intercambio—continúa
Augustus, su tono es sereno y calmado como si hiciese esto todos los días.
—¿Intercambiar qué?—le pregunto, nervioso por saber lo que quiere.
—La vida de tu hija por un pequeño negocio—me ofrece Augustus. Lo miro con ojos
expectantes, queriendo que vaya al grano—. Me dejas traficar drogas de tu lado, y
puedes traficar armas del mío. Tendrás algo de efectivo y tus mujeres vivirán. —Se
encoge de hombros con una actitud de “tómalo o déjalo”. Dejo de mirar a Augustus y
miro a Shadow, preguntándole en silencio si cree que deberíamos aceptar el trato. Por
alguna razón, siento que confío en él más que nadie en este momento, lo que me hace
cuestionar a la persona que lleva el parche del vicepresidente, Locks. Me froto la cabeza
con el dorso de la mano, pensando. No quiero aceptar el trato. Quiero matar a este hijo
de puta y a cada uno de sus trolls, pero si lo hago, estoy seguro de que alguien se
escapará, o un miembro de la familia de mayor rango destruirá mi club. Shadow asiente
levemente antes de volver su mirada hacia Augustus.
—¿Entonces esto se terminó?—le pregunto, sin querer perderme ninguna mierda
subyacente.
—Terminado—me aclara Augustus, asintiendo. Su tono suena como si él quisiera que
esto se termine tanto como yo.
—Bien.
—Fantástico—dice Augustus con entusiasmo—. Sin embargo, no apruebo hacer
negocios con clubes que tienen ratas entre ellos.
Inclino mi cabeza confundido.
—¿De qué carajo estás hablando?—le pregunto.
—¿Por qué no les dices, Locks?—lo anima Augustus, mirando a Locks de pie junto a
Shadow.
—¿De qué carajo está hablando?—le pregunto. Sé que no me va a gustar lo que
escuche.
—Es mejor que les digas—se ríe Augustus. Locks mira a Augustus con incredulidad
antes de suspirar y mirar hacia otro lado.
—Perdiste tus prioridades cuando dejaste entrar a tu familia al club. Arrojaste la
precaución al viento cuando tu hija regresó—gruñe Locks, señalándome—. Dani era
una amenaza para el club, y deberías haberle metido una bala en la cabeza. —Inhalé con
fuerza y levanté lentamente el brazo para buscar el arma que escondí en mi cinturón.
Voy a matarlo—. Cuando Babs me contó de su sobrina, le dije que no, y ese debería
haber sido el final. Pero como la estabas follando, ella pensó que podía hacer lo que
quisiera.
Mis ojos se abren ampliamente y mi mandíbula se tensa. ¿Durante cuánto tiempo lo
ha sabido? Siento la culpa acribillar mi espinazo mientras miro al resto de los
muchachos; la expresión de sorpresa escrita en sus caras no me hace sentir mejor. Pero
queda el hecho que comenzó a tratar a Babs como una mierda, la arrojó a un lado
mientras él se zambullía en otro coño, e incluso la golpeó cuando ella se negó a vivir la
vida de migajas que él le arrojaba. Locks predica sobre mis prioridades de anteponer a
la familia, pero este club es mi familia. Aquí últimamente, lo único que le importa a
Locks es si puede meter su polla o ganar dinero con él. Él no es mi hermano, no lo ha
sido por un largo tiempo. Parece que me di cuenta demasiado tarde.
—Nunca mereciste a Babs—gruño entre mis dientes apretados. Mis ojos miran los
traicioneros ojos de Locks.
—Eh, eso está abierto para el debate—asegura Locks. Mi mano vuela hacia mi
espalda, listo para apretar el gatillo y matarlo. Él se ha ido. Perdí al hermano con el que
crecí. Dejó que las cosas del club se le subieran a la cabeza con un gran apetito de
codicia. Justo cuando mi brazo se extiende hacia atrás, Old Guy lo agarra,
impidiéndome alcanzar el arma. Lo miro por encima del hombro y él niega con la
cabeza, sacándome de mi rabia y regresándome a la realidad de la situación.
—Sabía que Augustus iría decididamente en busca de sangre, así que gané tiempo.
Cuando mi moto explotó, supe que era Augustus y que era solo el comienzo de una
guerra...
—¿Cómo supiste que era Augustus?—interrumpe Bobby, las palabras salen de su
boca antes de que yo pueda hablar.
—Una vez conocí al chico con el que estaba saliendo la sobrina de Babs, sabía que era
uno de los muchachos de Augustus por el pañuelo verde—responde Locks de manera
casual. Giro la cabeza hacia un lado y lo miro. Él sabía que Babs no se conformaría con
no redimir el honor de su sobrina, conocía la trampa en la que caería, la guerra en la que
acabaría el club. El destino final de todo esto, era matar a la mujer que amaba y casi
mató a mi hija en el proceso.
—De todos modos, vine a Augustus con un trato, y a cambio estaría protegido de su
venganza—continúa Locks, su tono tan informal como podría ser. ¿Hizo un trato? ¿Un
trato a mis espaldas?
—¿Qué trato?—le pregunto, mis ojos se levantaban con tensión. No puedo creer lo
que jodidamente estoy oyendo.
—Me dio la ubicación de cada una de tus chicas—me informa Augustus. Mi nariz
llamea por la agresión reprimida. Lo mataré—. De hecho, si el chico enamorado no
hubiese aparecido, tu hija podría haber muerto en ese club nocturno. —Mira a un tipo
parado junto a él, el tipo que Shadow dijo que estaba acosando a Dani en una fiesta hace
un tiempo—. Pero el chico enamorado fue una bendición disfrazada. Si hubiera matado
a tu hija, no habría podido hacer este trato, ¿o sí?—comenta Augustus. Me doy la vuelta
enfrentando a Locks. Vendió a mi hija, vendió a mi club debajo de narices. ¿Por qué?
—Me traicionaste—gruño.
—Tú te lo buscaste. Dejaste que los negocios del club quedaran en segundo plano
cuando apareció tu hija, poniéndonos a todos en peligro—escupe Locks con la cara roja
de ira.
—De cualquier manera, debemos arreglar esto—dice Augustus, sacando una pistola
de su chaqueta.
Apunta a Locks con el arma. No puedo decidir si me gusta la idea de que vaya a
matar a Locks, o si estoy cabreado por no ser yo el que termina con su vida.
El arma es disparada y en un instante, Locks tira a Shadow delante de él,
protegiéndose de la bala. Me arrojo para agarrar a Shadow, incluso cuando sé que no
hay forma de que lo alcance a tiempo. De repente, Shadow es barrido y cae al suelo
antes de que pueda alcanzarlo. Miro a Shadow, buscando signos de dolor o sangre,
cuando escucho una tos contrariada. Mi cabeza se inclina hacia un lado y encuentro a
Bobby tirado en el suelo, sosteniéndose el costado con obvio dolor. Bobby sacó a
Shadow de la trayectoria protegiéndolo, y recibió el balazo en el proceso. ¡Mierda!
Shadow se arrastra, tropezando para llegar a Bobby. Lentamente le levanta la cabeza
y la acomoda en su regazo.
—¿En qué carajo estabas pensando, hombre?—le pregunta Shadow, su tono gotea
miedo e ira. Me vuelvo y miro a Locks que me estaba mirando fijamente sin mostrar ni
un atisbo de arrepentimiento. Cualquier pensamiento que puede ser irracional querer
matarlo se ha ido. Acaba de arrojar a un hermano en la línea de fuego para protegerse.
A él no le importa este club, para él el término hermano no tiene ningún valor
sentimental. No lo consideraría incapaz de arrojarme delante de una bala. Miro hacia
abajo y veo a Bobby sangrando incontrolablemente, más sangre de la que causaría una
bala en el brazo. Agarro mi teléfono y llamo a una ambulancia. Soy vago en mis
detalles. Le digo a un operador que envíe una ambulancia, la ubicación del almacén, y
cuelgo.
—Llamé a una ambulancia. Estarán aquí pronto, hijo; aguanta—le informo a Bobby.
Cierro los ojos, tratando de pensar. ¿Qué diablos le pasó a mi club? ¿Qué me ha pasado
como presidente para permitir que tanta mierda se deslizara delante de mis ojos en los
últimos meses?
—Piensas que estoy bastante mal herido—gime Bobby, atrapando mi atención y
sacándome de mi autocompasión. Su rostro se contrae y la sangre se filtra por debajo de
él. No se ve bien. Aparto la mirada del hombre que vi crecer de niño a Augustus. Se está
frotando la cara con ambas manos, sus ojos se llenan de tristeza mientras observa a
Bobby y Shadow. Miro hacia abajo a Bobby, notando que la sangre no se detiene
mientras él gime de dolor.
—Puedes hacer esto, hermano—anima Old Guy a Bobby.
Me arrodillo sobre el suelo frío, el cemento se clava en mis rodillas, y presiono mi
mano contra su herida, tratando de aplicar tanta presión como puedo, pero la sangre
caliente solo se filtra entre mis dedos sin vacilación. Aprieto más fuerte, poniendo todo
el peso de mi cuerpo en eso, ralentizándola un poco.
—Lo detuve un poco, pero no va a ayudar por mucho tiempo—digo, mirando la cara
de Bobby. Literalmente veo que la vida se le está escapando. ¿Dónde está esa puta
ambulancia? Vuelvo la mirada a mis manos, que se resbalan una sobre la otra por la
sangre, y vuelvo a mirar a Bobby. Sus ojos están cerrados y su boca está laxa.
—¡No, Bobby!—grita Shadow cuando nota que tiene los ojos cerrados. Lo sacude,
pero Bobby no responde. Saco mis manos ensangrentadas de su vientre, mis rodillas
están empapadas de sangre. Bobby se ha ido. Cierro los ojos, el dolor de perder a Bobby
está retorciéndose profundamente en mi pecho. Shadow está gimiendo, tratando de
despertar a Bobby, pero no sirve de nada.
Shadow se para, se limpia la cara con una mano ensangrentada y mira a Augustus.
Antes de que pueda detenerlo, saca el arma de su cintura y apunta a Augustus. Todos
los hombres sacan sus armas, apuntando hacia nosotros.
—Mataste a mi familia—dice Shadow calmadamente, el tono de su voz me aterroriza.
Él no aceptará la muerte de Bobby sin que alguien pague. El término hermano entre
Shadow y Bobby es familia, más allá del club y más profundo que la sangre.
—Saltó frente a la bala destinada a un traidor—informa Augustus con indiferencia—.
Él mató a tu hermano—dice Augustus, señalando detrás de nosotros. Me doy vuelta y
encuentro a Locks, que está completamente tranquilo.
Esto es todo culpa suya. Él mató a Babs. Hizo que Dani fuese golpeada, y usó a otro
hermano para un jodido escudo en lugar de protegerlos. En un segundo, Shadow
cambia su objetivo de Augustus a Locks. Mi cuerpo se tensa, esperando el fuego de su
arma. Él aprieta el gatillo y la bala se aloja en el pecho de Locks. Los rabillos de los ojos
de Locks se arrugan mientras mira la sangre que se derrama desde su pecho. Miro hacia
el techo, rezándole silenciosamente a Babs, y entonces agarro mi arma justo cuando
Shadow levanta la suya para hacer el disparo final. Antes de dejarlo tomar el último
aliento de Locks, levanto el arma y apunto hacia Locks.
—Esto es por Babs—susurro y aprieto el gatillo. Una bala impacta directamente en la
garganta de Locks.
Locks cae al suelo, aterrizando sobre su espalda. No puedo mirar hacia otro lado.
Necesito saber que está sufriendo, como sufrió Babs, como hizo sufrir a todos. La sangre
brota del agujero de bala en su garganta; él se está ahogando en sangre, mucha sangre
como la que derramó por su traición.
—Ahora que está hecho, ¿hemos terminado aquí?—dice Augustus, al escuchar las
sirenas acercándose.
—No del todo—gruñe Shadow. Mis ojos se agrandan cuando lo veo apuntar hacia
uno de los hombres de Augustus. Él va a conseguir que nos maten a todos. Agarro mi
arma con más fuerza, listo para proteger a cualquiera de mis hombres, cuando me doy
cuenta de que Shadow está a punto de matar al hombre que fue detrás de Babs y Dani.
Un fuerte estallido resuena a través del edificio cuando Shadow dispara al tipo,
causando que caiga por las escaleras. Mi mano se tensa en el gatillo, listo para disparar
si Augustus toma represalias. Augustus nos mira y luego a George.
—Me iba a deshacer de él de todos modos; no es capaz de seguir órdenes. Llámenlo
un seguro para nuestra nueva transacción comercial—afirma Augustus, encogiéndose
de hombros. Mis ojos se abren con sorpresa mientras miro a Shadow, quien está
mirando a Bobby con dolor. Necesito sacarlo de aquí antes de que mate a todos en este
agujero de mierda.
—Te llamaré con los detalles, Bull—grita Augustus, saliendo del edificio con sus
matones a cuestas.
—Deberíamos haberlo matado—dice Shadow, viendo a Augustus alejarse. Yo
también quería matarlo, quería hacerle pagar por las órdenes que les había dado a sus
hombres. Pero en retrospectiva, hubiera ordenado lo mismo si un grupo de mujeres
vinieran a mi territorio y lastimaran a mi familia.
—Si lo tocamos, sus hombres nos matarían a cada uno de nosotros, y a todos los que
conocemos—comento. Además, todo esto es culpa de Locks. Camino hasta su cuerpo,
su rostro y cuello están manchados con una gruesa capa de sangre. ¿Qué tan bien
conoces a una persona? Creí que conocía a Locks; crecí con él. ¿En qué momento se echó
a perder todo? Él mató al amor de mi vida. El infierno me dio una segunda oportunidad
de tener una familia, y Locks me quitó todo.
—Desea como un santo, confía como un pecador—susurro. Palabras que predico,
pero al parecer no sigo.
Un año después
Ya ha pasado un año de la muerte de Babs, desde que el club fue puesto patas arriba
por un hombre al que consideraba un amigo, más que eso, de la familia. Tanto como
merecía morir, extraño al cabrón. Más que nada, extraño a Babs. Ella sacó algo en mí,
algo que pensé que había perdido con la madre de Dani. Claro, podría tener cualquier
perra por aquí, pero simplemente no están a la altura de Babs. Así que puedo decir que
he caído tan profundamente dentro del infierno como alguien puede, y eso es quedarse
corto. No puedo alejarme de la botella el tiempo suficiente para cuidar de mí, y mucho
menos para dirigir este club. Afortunadamente, Shadow se ha hecho cargo en mi
ausencia. No puedo evitarlo. No puedo evitar despertarme e instantáneamente desear
entumecer el dolor que atraviesa mi alma. Sé que me hice esto, creé este abandono sin
fin, probablemente más que nadie. Si hubiera tomado a Babs bajo de mi ala, si le
hubiese contado al club sobre nosotros, ella habría acudido a mí con sus problemas.
Habría manejado el ataque de su sobrina, manteniéndola fuera de peligro.
Lady era otro de mis fracasos, debería haber corrido tras ella cuando éramos jóvenes
y se marchó. Tal vez entonces no me hubiera odiado tanto y podía haber estado allí para
Dani mientras crecía. Locks, el hombre con el que crecí. Follé con su dama y él murió
por mi mano. Suspiro y acerco la casi vacía botella de whisky a mis labios y bebo lo que
queda de ella. ¿Por qué no puedo embotarme? ¿Por qué no puedo proteger mi club?
¿Por qué no puedo hacer las cosas bien? Crecí viendo a mi padre manejar este club con
facilidad, pero parece que todo lo que estoy haciendo es destruirlo, romperlo en
pedazos, casi como hago conmigo. Camino tambaleándome por el pasillo y caigo sobre
un cálido cuerpo.
—Maldición, Prez, ¿estás bien?—me pregunta Bobby, preocupado, sosteniéndome en
pie. Me suelto y miro esos ojos azules que parecen pertenecer a una mujer.
—¡Estoy bien!—digo pronunciando mal, mi intento de gritar falla. Lo miro y me
arrepiento de haberle gritado. Pasó las de Caín recibiendo una bala por Shadow; él es
verdaderamente un hermano de este club. Después de que Bobby regresó del hospital,
nombré a Shadow mi vicepresidente, y Bobby siempre está a su lado en la toma de
decisiones.
Me deslizo contra la pared hasta que mi culo golpea el suelo. Amo este club, pero me
ha quitado dos amores y a mi mejor amigo. Tengo el derecho de beber hasta la
inconciencia. Ya soy demasiado viejo para esta mierda.
—No te ves tan bien, hombre.
Levanto los ojos y veo a Bobby parado sobre mí. ¿Todavía está aquí?
—Vete a la mierda—mascullo, levantando la botella para tomar otro trago, solo para
encontrarme una botella vacía. Mierda, ya me la bebí toda.
Cierro los ojos, me desplomo de lado y la oscuridad me cubre.
***
—Bull. —Escucho una dulce voz dentro de la oscuridad reclamando mi mirada.
—Bull, despierta. —¿Babs? ¿Es esa Babs? Veo su pelo rojo, sus ojos verdes
sonriéndome. Un sollozo escapa de mi boca.
—Te extraño tanto. Te amo. Debería haber hecho todo tan diferente—gimo, mis
palabras imprecisas por el sueño.
—¡Bull!
Mis ojos se abren, a nada más que luces brillantes y visión borrosa.
—¿Bull, puedes oírme?—me pregunta Doc, moviendo una luz brillante por mi cara.
—¡Sí, aléjate de mí!— le grito, apartando su mano que está sosteniendo la linterna.
—¿Cuánto has bebido?—me pregunta, levantando la botella vacía a mi lado.
—Ya no etoy bebendo—digo pronunciando mal, con la cabeza palpitando y la boca
seca. Sonrío y miro la cara preocupada de Doc—. Etoy bebendo menos—me río, aún
borracho.
Ella frunce los labios y el ceño.
—Tengo que ponerle un suero intravenoso—le informa a alguien. A quién, no sé. Ni
siquiera puedo ver más allá de ella.
—Sí, haz lo que necesites, muñeca—mascullo y sucumbo a la oscuridad.
***
Me despierto en mi cama, mi cuerpo se siente dolorido como el infierno y la sensación
de vomitar es dominante.
Huelo un tenue aroma de jabón, lo que me hace buscar la fuente. Me llevo la camiseta
a la nariz y la huelo, notando que tengo ropa limpia. Paso mis manos por mi cabello,
para encontrar que ha sido lavado y peinado.
—¿Maldición alguien me bañó y me vistió?—pregunto incrédulo, enojándome. Soy
un hombre adulto; no necesito que me vistan y me bañen.
—Olías muy mal, y tu pene no es tan impresionante, así que no te preocupes, no lo
acaricié. —Levanto la mirada y veo a Doc entrar en la habitación con su bolso de
médico, el pelo rubio suelto, vestida con ropa de cirugía azul.
Resoplo.
5
—No actúes como si no tuviera la polla de un toro —comento, mirándola.
—Veo que todavía conservas tu buen humor—dice con una sonrisa.
Ella se sienta en la cama y me mira con el ceño fruncido.
—Estoy preocupada por ti, Bull—me dice con seriedad. Recuerdo cuando ella llegó al
club años atrás en un estado de mierda, golpeando las puertas de la muerte con una
pequeña niña rubia en sus rodillas. Si no fuera por mí, estaría muerta. Ambas.
—¿Cómo está tu hija?—le pregunto, cambiando de tema. Ella mira hacia otro lado. A
ella no le gusta hablar de su hija, tampoco la trae al club. Es una madre protectora, una
buena madre.
—No te preocupes por mí, cariño—le informo, tratando de incorporarme. Ella asiente
y vuelve a mirarme con ojos serios.
—Bull, ¿has pensado en terapia?
No puedo evitar la risa que se me escapa.
—¿Qué crees que he estado haciendo?—le pregunto.
—Alcohol y drogas no son una forma de terapia—dice de manera cortante, con el
rostro ceñudo por la ira.
—Si tú lo dices—gruño.
Ella mira hacia otro lado y resopla.
—Creo que sé por qué te llaman Bull; eres una cabeza de toro—masculla, haciéndome
reír.
—Me niego a creer que esto sea por ti, Bull. Te ves tan roto e infeliz—dice entre
dientes, deslizando su mano hacia arriba y abajo de mi brazo con compasión. Estoy roto
e infeliz. No puedo mantener mi club a salvo, fracasé como presidente, y perdí a la
mujer que amo. Amaba a Babs, aún la amo. Me culpo por mi pésima vida. Debería
haberles contado a todos sobre Babs y yo, debería haberme encargado de las
indeseables repercusiones. Yo causé mi propia infelicidad, pavimenté mi camino de
miseria.
—No hay un felices desde entonces para Bull, cariño—digo gravemente, siendo
honesto.
La cabeza de Doc gira bruscamente en mi dirección, su dulce y redonda cara me mira
con el ceño fruncido con desaprobación.
—Me niego a creer eso—espeta ella—. Todo el mundo dijo que Babs y las chicas
hicieron lo que hicieron por a una sobrina—dice, mirándome por confirmación.
—Sí, ¿entonces? —Mi tono urgiéndola a continuar hacia donde estaba yendo.
—Entonces, ¿has intentado ponerte en contacto con ella? Si tiene una sobrina, debe
tener un hermano o una hermana. ¿Has hablado con ellos?—me pregunta, su tono es de
sinceridad. En el funeral de Babs, estaba solo el club, no había venido nadie de su
familia, y nadie sabía cómo contactar a alguno.
—No sé cómo contactarme con ninguno de ellos—le informo.
—Sí, la única persona en su lista de emergencia era Locks—me dice Doc. La miro, una
idea surge de repente en mi cabeza.
—¿Qué pasa con la lista de contactos de su sobrina, quién está ahí?—le pregunto, mi
cara se ilumina con esperanza.
—Babs estaba en la lista, pero fue actualizada no hacía mucho tiempo. No tengo
acceso a los archivos anteriores—dice, frunciendo el ceño.
—Entonces, encuentra la manera de conseguirla—le sugiero, encogiéndome de
hombros.
Ella tuerce el rostro pensando antes de finalmente sonreír.
—¿Quieres decir usar las influencias de los Devil´s Dust, trabajar en la sombra y
sobornar a las personas?—dice con humor.
—Exactamente—respondo en serio.
Su rostro va de una sonrisa a ponerse serio.
—¿Qué?—dice, confundida.
—Soborna a quien sea que necesites sobornar. Te daré el maldito dinero. Haz lo que
sea necesario para acceder a esos archivos. —Hago una pausa—. Estoy echando a
perder este club completamente. Me ha cobrado peaje quebrándome tanto como yo lo
he quebrado. Necesito tener alguna esperanza, muñeca—digo, mi tono no es más que
desesperado y necesitado.
Ella mira hacia otro lado y baja la cabeza, pasándose la mano por su largo cabello
rubio antes de mirarme.
—Lo haré. Por ti, Bull. Tal vez puedas encontrar algún tipo de cierre para todo esto—
me comenta.
Eso es muy poco probable.

Tres semanas después


Me siento al volante de mi SUV negro clavando la mirada en una casa de tres pisos.
La pintura está saltada y desgastada hasta más no poder. La ventana en la parte
superior de la casa está rota y tapiada con unas tablas de mierda. En el porche delantero
hay un sofá roto de tela con una mesa torcida puesta a su lado. Gimo, me paso las
manos por el pelo, y miro el papel en mis manos con la dirección. Le tomó tres semanas
a Doc conseguirme algo que pudiera usar para encontrar a la sobrina o la hermana de
Babs. El primer intento me costó cinco grandes para que Doc sobornara a alguien para
que accediera a registros viejos. Consiguió unos pocos números de teléfono de la lista
de contactos de la hermana de Babs, pero todos estaban desconectados, así que me
quedé con las manos vacías. La semana pasada, Doc vino a mí y me dijo que tenía una
última información que pudo encontrar, los registros médicos de la sobrina de Babs,
Scarlett. Mostraron varias entradas por sobredosis de drogas; ella es una cocainómana.
Miré esa información por horas. La carpeta decía que tiene pelo rojo, ojos verdes, pesa
alrededor de cuarenta y siete kilos y mide un metro sesenta y un centímetros, y acaba
de cumplir los veintiuno. Con esa información, sondeé por una joven pelirroja
sableando a traficantes de drogas o casas de crack. Me dieron varios lugares, pero todos
terminaron en un callejón sin salida.
Aparto la mirada del papel en mi mano y regreso a la casa en ruinas. Éste es el último
lugar en California en el que Scarlett podría estar; la última casa que me dieron. Agarro
mi arma, me la meto en la cintura y salgo del coche. Es hora de ver si la maldición de
vivir en el infierno me ha ayudado esta vez.
Subo las escaleras de mierda. Con cada pisada de mis botas, con cada paso que doy,
las tablas crujen y chirrían, advirtiéndome que pueden romperse en cualquier
momento. Camino hasta la puerta y me detengo. ¿Qué si ella no está aquí? ¿Qué debo
hacer para tratar de seguir adelante? El viento sopla y un olor rancio se cruza en mi
camino. Huele a toxico, como a plástico quemado, crack. Me paso ansiosamente la
mano por el pelo mientras tiro del picaporte y abro la puerta.
El sonido suave de Johnny Cash cantando Hurt me saluda junto con ese olor rancio.
El olor es tan fuerte que me hace toser y lagrimear los ojos. Me cubro la cara con el
hueco de mi brazo y entro. La iluminación es tenue y llena de humo, lo que hace que sea
difícil ver. Me quedo mirando y veo una mesa rayada llena de cucharas, pipas, pipas de
agua y encendedores. Un sofá ubicado detrás de eso con dos mujeres desnudas y un
hombre mayor en el medio, todos desmayados. Ninguna de las chicas es pelirroja, una
es rubia y la otra tiene el cabello morado. Me muevo hacia el lado opuesto de la casa,
buscando a Scarlett. Tropiezo, mis manos alcanzan una escalera evitando mi caída. Bajo
la mirada para ver con qué diablos tropecé y veo que es alguien con un gorrito,
durmiendo en el suelo envuelto en un saco de dormir.
—Mierda—mascullo. Miro hacia las escaleras, mi último lugar para mirar. Subo
lentamente, observando los alrededores con cautela. Espero que esté aquí, pero por el
aspecto de este lugar, rezo para que no. Hay una puerta abierta en lo alto de las
escaleras, está apenas abierta y deja pasar algo de luz. La abro lentamente, y encuentro a
un tipo tirando del pelo teñido de negro de una chica mientras la folla por detrás. Me
aparto de la puerta y me dirijo hacia la derecha, donde hay otra puerta abierta. Mirando
a través de la rendija, hay un par de personas durmiendo sobre una alfombra manchada
en el suelo, y lo que parece una ducha abierta detrás de una puerta iluminada al lado de
una cama. Me aparto y paso las manos por mi cara, frustrado. He vuelto a llegar con las
manos vacías al final del camino.
¿Qué diablos habría hecho cuando descubriera que Scarlett está más allá de mí? Sentí
que necesitaba encontrarla. Me dirijo hacia la escalera, la ira abrumadora me hace
apretar los dientes. Una puerta justo al lado de la barandilla me llama la atención; está
cerrada con solo un haz de luz brillando por debajo. Agarro el picaporte, rezando en
silencio para que esté detrás de esta puerta y la abro. Mis ojos se abren ampliamente y
mi corazón late frenéticamente contra mi pecho. Una pelirroja pálida y delgada está
tumbada sobre su espalda sobre un colchón sin sábanas. No lleva puesto nada más que
un sujetador negro desgarrado y bragas de color marrón claro. Sus costillas sobresalen
como si estuviera pudriéndose atropellada en una carretera, sus nudosas rodillas están
ligeramente levantadas de la cama. Entro y corro hacia el costado del colchón, con
miedo de creer que finalmente la encontré. Miro a la chica otra vez. Tiene que ser ella; se
parece a Babs también. El cabello de esta chica es más oscuro que el de Babs, pero aún
es rojo. Tiene la piel pálida y esas jodidas pecas como Babs. Cierro los ojos, el dolor de
que se parezca a Babs es demasiado.
—¿Puedo ayudarte?
Miro detrás de mí y encuentro a un tipo con una bata de leopardo atada con un lazo
apoyado contra la puerta. Tiene el cabello oscuro y largo y una barbilla huesuda con
pómulos protuberantes. Sus cejas se fruncen, calculando mientras me miraba con
curiosidad.
—No, creo que puedo—le respondo bruscamente, mirando al cabrón intensamente.
—¿La conoces?—me pregunta, asintiendo con la cabeza hacia quien supongo que es
Scarlett. Sus ojos pequeños y brillantes me observan atentamente, su expresión
satisfecha.
—Sí—respondo. Estoy casi cien por ciento seguro de que ésta es Scarlett. Vuelvo la
mirada a ella y noto cuán drogada se ve. Su cabeza está colgando sobre la cama, su boca
entreabierta. Ella ha fumado hasta caer inconsciente. No puedo dejarla así. No puedo
alejarme de ella en tal desastre.
—¿Qué consume?—le pregunto, mirando alrededor de la mesita de noche por algún
tipo de señal de a qué puede ser adicta.
—¿Ésta? Toma cualquier cosa que le doy, y me da todo lo que le pido—se burla con
un tono arrogante y eso me cabrea. Mi cabeza se alza violentamente de mirar a Scarlett
a fulminarlo con la mirada.
—Ya no más—le digo con dureza. Extiendo la mano y pongo mi brazo debajo del
cuello de Scarlett suavemente, el otro debajo de su delgada espalda, levantándola del
colchón manchado.
Tan pronto como su espalda deja el colchón, siento una acerada y fría presión contra
mi nuca, enviando un escalofrío a través de mi espina dorsal y lamento haberlo dejado
fuera de mi vista. Tengo mejor que eso.
—No creo que sea una opción, viejo. Ahora bájala—me exige, presionando un arma
en la parte posterior de mi cabeza. Inhalo lentamente, dejando a Scarlett en la cama.
—Dame tu billetera—me instruye, golpeando ligeramente la pistola en mi nuca. Giro
mi cabeza ligeramente apretando los dientes. Esto no puede estar jodidamente
sucediendo. Miro hacia abajo a Scarlett, esa cara que me recuerda a Babs me está
matando. No estuve allí para Babs, y a cambio, Babs no está aquí para Scarlett. No
puedo irme. Cierro los ojos y me preparo para lo que estoy a punto de hacer.
Alzo mi mano, como si estuviera agarrando la billetera. Cuando la tengo lo
suficientemente levantada, golpeo con mi codo la parte interna del brazo del
drogadicto, lo que hace que el arma se dispare antes de que caiga. Miro a Scarlett
brevemente, solo para asegurarme de que no fue alcanzada por la bala perdida. Vuelvo
a mirar al drogadicto, que está mirando el arma que cayó junto a mis pies, sin mirarme.
Me adelanto y agarro la parte de atrás de su cabeza y su cabello mojado, y golpeo
duramente mi frente contra su cráneo.
El dolor me inunda el cuero cabelludo mientras el chico tropieza antes de caerse sobre
su culo. Sacudo la cabeza, tratando de borrar la visión borrosa debido al impacto. Me
acerco al jodido idiota y lo pateo en el estómago. Él tiene que ser el hombre a cargo. Él
dejó que Scarlett se hiciera esto, alimentándola con drogas para que hacer lo que
quisiera. Gruñe de dolor, agarrándose el estómago. Saco el arma de mi cintura y lo
apunto.
—Me la llevo, ¿me entiendes?—le gruño, mi labio superior curvado con irritación, mi
tono es áspero y furioso. Mataré a cada hijo de puta drogadicto empedernido de esta
casa antes de irme sin Scarlett.
Él asiente con la cabeza profusamente, el cabello que una vez estuvo peinado hacia
atrás ahora está desgreñado. Lo miro con los ojos entrecerrados, observando su rostro
repentinamente asustado. No estoy seguro de si es un proxeneta, un narcotraficante, o
lo qué es, pero no confío en él. Apunto mi arma a su hombro y aprieto el gatillo,
golpeando su carne. Él grita, arañando su brazo donde acabo de dispararle.
Me doy vuelta y regreso a la cama, agarro rápidamente el cuerpo inerte de Scarlett y
lo arrojo sobre mi hombro. No pesa casi nada, y eso me preocupa. Bajo las escaleras. Las
tres personas que estaban durmiendo en el sofá, ahora están en medio de una orgía. Tan
pronto como salgo, me recibe el aire fresco y limpio. Inhalo profundamente, tratando de
sacar de mis pulmones esa mierda tóxica que estaba en esa casa. Al llegar al coche,
coloco a Scarlett en el lado del pasajero, le abrocho el cinturón y entro.
Conduzco en silencio, nada más que el sonido de los neumáticos en la autopista.
Aparto la vista de la carretera y regreso a Scarlett, su cara es tan delgada y pálida, su
nariz más rosada de lo que debería ser. ¿Estaba así cuando Babs vivía? Seguramente
Babs no dejaría que Scarlett se hiciera esto. Un pequeño mechón de pelo rojo oscuro cae
en su frente. Sin pensarlo, suelto el volante y lo coloco detrás de su oreja suavemente.
Retiro mi mano de su rostro y vuelvo a colocarla en el volante, mirando hacia el
pavimento. Dudé en buscar a Scarlett cuando Doc me dio la información. Pensé que
sería inútil. Después de mirar a Scarlett y la condición en que se encuentra, podría ser el
único que la salve. Quizás podamos salvarnos mutuamente.
Me estaciono dentro del club, salgo, desabrocho a Scarlett, la tiro sobre mi hombro y
me dirijo al interior de la casa.
—¿Quién mierda es ésta?—pregunta Old Guy con voz aguda, señalando a Scarlett.
—Ésta es la sobrina de Babs—respondo concisamente, dirigiéndome a mi habitación.
—¿Qué diablos estás haciendo con ella?—me pregunta Old Guy, siguiéndome por el
pasillo.
—No lo sé. No podía dejarla donde la encontré—le respondo, abriendo la puerta de
una patada y colocando su cuerpo semidesnudo sobre la cama.
—Carajo, se ve mal—comenta Old Guy, examinando la escuálida figura de Scarlett.
Suelto un resoplido y arrojo una manta sobre el cuerpo. La idea de él mirándola me
enoja.
—Vamos a necesitar a Doc seguramente—informa Old Guy, sacudiendo la cabeza con
consternación.
Estoy de acuerdo, saco el teléfono y llamo a Doc.
—Hola, Bull—responde Doc animadamente.
—Te voy a necesitar en la casa club.
—¿Qué pasó? ¿Qué tengo que llevar?—responde con tono aburrido. Ella conoce el
procedimiento.
—Es la sobrina de Babs—me detengo.
—¡La encontraste!—grita Doc en la línea, su voz emocionada y conmocionada. No
puedo evitar sonreír.
—Sí, y ha fumado hasta perder la conciencia—respondo, la sonrisa que tenía
lentamente desapareciendo.
—Mierda—responde ella—. Está bien, estaré allí en un minuto.
Treinta minutos más tarde, Doc entra al club y se precipita al dormitorio.
—Carajo, se ve mal—dice Doc, repitiendo exactamente lo que dijo Old.
—Sí, lo sé—le digo exasperado.
Doc se acerca a Scarlett, mirándole las manos y los brazos. Ella le quita la manta y
mira sus pies, haciéndome entrecerrar los ojos con confusión.
—¿Por qué estás mirando sus pies?—le pregunto.
—Buscando marcas de pinchazos—contesta rápidamente.
—Jesús—susurro, poniendo las manos en mis caderas y alejándome.
—Dame un poco de tiempo con ella—sugiere Doc, poniéndose unos guantes. Dudo.
No quiero dejarla. Por alguna razón me siento protector con Scarlett.
—Bull, puedes confiar en mí—susurra Doc. Sé que puedo confiar en ella; nunca me
dio una razón para no hacerlo. Asiento y salgo apresuradamente de la habitación,
cerrando la puerta detrás de mí. Me deslizo contra la pared, con mis manos en mi pelo
cuando caigo al suelo. Esto es un maldito desastre.
***
—Bull. —Miro hacia arriba y encuentro a Doc de pie sobre mí, mis ojos nublados por
el cansancio.
—Está despierta y delirando—me informa Doc, su cara frenética. Me levanto de
inmediato y entro a la habitación. Scarlett está apoyada contra la pared, con la manta
apretada contra el cuello.
—¿Quién mierda eres?—grita, tirando de la manta más fuerte. Al ver su cuerpo en
movimiento, se ve más pequeña que antes.
—Soy Bull. Soy amigo de Babs—respondo suavemente con las manos levantadas en
señal de rendición mientras avanzo.
—¿Babs? —Ella dice el nombre, como si estuviera confundida.
—Ella está realmente intoxicada, Bull; la desintoxicación no va a ser fácil—murmura
Doc a mi lado, con los brazos cruzados frente a ella.
—Necesito algo—gimotea Scarlett, rascándose los brazos con dureza. El sonido de sus
uñas arañándose la piel me acobarda.
—¿Qué necesitas?—le pregunto, acercándome a ella. Scarlett me mira con una mirada
aturdida, me está mirando como si acabara de notar que estaba en la habitación.
—Haré lo que sea, solo dame algo—suplica, sentándose sobre las rodillas—. ¿Quieres
que te folle? ¿Es eso?—me pregunta Scarlett, sus ojos derraman lágrimas.
Me tapo la boca con la mano incrédulo. No puedo escuchar a esta chica quebrarse, tan
lejos de lo que está destinada a ser.
Salgo de la habitación y cierro la puerta, Doc sale detrás de mí mientras Scarlett grita
por el síndrome de abstinencia.
—Ella necesita rehabilitación—dice Doc. Niego con la cabeza, rehusándome a dejar
que Scarlett salga de mi lugar. Su aspecto, la mierda que ha esnifado o fumado, quién
sabe con qué bandas se ha topado. Ella no está a salvo.
Doc agarra mis dos brazos suavemente, sacándome de mis pensamientos.
—Bull, esta chica necesita ayuda. No sé si puedo dársela aquí—comenta con dulzura.
—Haces esto aquí—ordeno.
—Lo intentaré, pero dudo que resulte—responde Doc, mirando hacia la puerta
cerrada.
***
Doc ha sedado de Scarlett y realizó algunas pruebas después de que le conté sobre el
asqueroso cabrón que había dicho que estaba follando a Scarlett. Ella dijo que la
sedación ayudará con la abstinencia mientras lentamente la apartamos de la sustancia
que estaba consumiendo. Doc descubrió que Scarlett tenía una gran cantidad de cocaína
en su organismo. Estoy pensando volver a esa casa de crack y quemarla hasta los
cimientos. Está en mi lista de cosas por hacer.
Entro en el club esta mañana, es el tercer día de Scarlett aquí, casi siempre
inconsciente.
Me encuentro con Doc en el bar, con un café en sus manos.
—Ella está lista para salir de la sedación. Todavía será duro, pero no estará como
estaba—dice Doc, colocando el café sobre la mesa—. No me siento cómoda
manteniéndola sedada así sin estar en el hospital donde pueda vigilarla mejor—
continúa.
—¿Está despierta?—pregunto, caminando hacia el pasillo, sin darle a Doc la
oportunidad de responderme.
Camino por el pasillo, abro la puerta lentamente, y encuentro a Scarlett sentada en la
cama mirando por la ventana.
—¿Dónde está mi tía?—me pregunta con indiferencia, sin apartar la vista de la
ventana.
Cierro los ojos y me siento en la cama, temiendo este tema.
—Ella fue atropellada por un automóvil—le respondo.
—Murió—dice Scarlett en lugar de preguntar.
—Si, murió—respondo, asintiendo.
Ella no se inmuta, solo se queda mirando. Me sorprende que no pregunte por Locks,
pero no tanto. Locks probablemente no permitiría que Scarlett fuese a su casa.
—Sé lo que piensas. —Aparta la mirada de la ventana y me mira, esas pecas en sus
mejillas florecen contra su piel pálida—. Crees que soy una puta drogadicta, pero no
sabes nada de mí. —Sus palabras me marcan, me lastiman profundamente y no sé por
qué.
—No sé nada de ti, tienes razón—respondo—. Aunque estoy aquí para ayudarte.
Ella se mofa y vuelve a mirar hacia la ventana.
—No pierdas tu tiempo.
La tomo del brazo y la sacudo para que me mire. Cabreado de que crea que ha pasado
de ser ayudada, que no vale nada. Si Babs estuviera aquí, seguramente arrastraría a
Scarlett fuera de esta habitación por el pelo hasta que encausara su vida.
—Si tu tía todavía estuviera viva, te habría golpeado hasta las puertas de la muerte, si
hubiera visto dónde estabas—le grito, mi voz resuena contra las paredes.
—¿Por qué te importa? ¿Por qué es importante para ti?—me grita, su cara se pone roja
de ira. Me importa porque ella es sangre de Babs. Me importa porque me recuerda a
Babs. No pude salvar a Babs. Dejé que se resbalara de entre mis dedos. Cierro los ojos,
inseguro de cual sea la respuesta acertada para darle.
—Bueno, estás aquí en mi club, y seguirás mis reglas. Lo más importante es que no
hay drogas—respondo con el puño apretado.
—Bueno, a la mierda esto—dice, saltando de la cama.
—¿A dónde crees que vas?—le pregunto, mis dientes mordiendo mi labio inferior
mientras hiervo de rabia contenida.
—Fuera de tu jodido club—me grita, saliendo de la habitación, su pelo rojo cayendo
sobre su espalda. Maldita sea, ella está desnuda en un club lleno de hombres cachondos.
—¡Regresa tu pequeño culo flaco a esa habitación!—rujo, persiguiéndola.
Ella levanta la mano y me muestra el dedo. Se parece mucho a su tía. Sonrío y estiro
la mano, tomándola del brazo y deteniéndola.
—¿Qué estás haciendo?—me pregunta, sus ojos se abren ampliamente cuando mi
mano la agarra. Ignorándola, la tiro sobre mi hombro y regreso al pasillo cuando Bobby
sale de la cocina, su boca se abre con incredulidad y sus ojos son como platos.
—No puedes hacer esto; ¡va contra la ley!—me grita Scarlett, golpeando contra mi
espalda.
—¡Yo soy la ley!—respondo con tono áspero.
Bobby sonríe burlonamente.
—Solo un día más en el club—punza, sonriendo.
Arrojo a Scarlett en la cama y salgo, cerrando la puerta. La sostengo mientras Scarlett
empuja y tira del picaporte para salir, miro hacia el pasillo para ver si Bobby todavía
está al lado del bar.
—¡Bobby, tráeme un candado y un pestillo!—le ordeno. Bobby asoma la cabeza por la
esquina, levantando la ceja con preocupación.
—¡Ahora!—le exijo.
***
—¿Tú qué?—me pregunta Doc, mirando la puerta que está cerrada desde afuera con
un candado.
—Ella trató de irse. Sé que habría regresado a esa casa donde se vende crack; no podía
permitir eso—respondo, encogiéndome de hombros.
Doc suspira, echando la cabeza hacia atrás con frustración.
—Tienes que entrar primero. Solo en caso de que esté armada o algo así—informa
Doc, señalando a la puerta.
Joder, no pensé en eso.
—No pensaste en eso, ¿verdad?—pregunta Doc, mirándome por una respuesta. La
miro con el ceño fruncido.
—Por supuesto que sí—miento.
Abro el pestillo con gesto vacilante y lentamente abro la puerta. Scarlett no está a la
vista. Mierda. Entro, curioso por dónde diablos se fue.
—¡Imbécil!—me grita, deslizando un cuchillo, cortándome superficialmente a lo largo
del brazo.
Doc grita detrás de mí, retrocediendo. Avanzo rápidamente y agarro a Scarlett por su
huesuda muñeca.
—Déjalo—escupo. Ella suelta la hoja, sus ojos me miran fijamente, pero con rabia, no
con miedo.
—No puedes mantenerme encerrada aquí—llora Scarlett, rascándose los brazos.
—Puedo y lo haré.
—¿Cómo te sientes?—dice Doc, entrando en la habitación ahora que Scarlett está
desarmada.
—¿Estás con él?—pregunta Scarlett en estado de shock.
Doc frunce los labios y mira hacia otro lado.
—Estoy aquí para ayudarte, Scarlett, y si encerrarte en una habitación te ayuda,
entonces que así sea—le informo, cruzando los brazos.
—¿Por qué te importa tanto?—pregunta, sentada en la cama.
Niego con la cabeza, la respuesta en mi cabeza a su pregunta no tiene mucho sentido.
—No sé—respondo con honestidad—pero estoy aquí, y tú estás aquí, ¿por qué no
aprovecharlo?
—¿Qué significa eso?—pregunta ella con ceño.
—Sé honesta, si te dejo salir, ¿volverías corriendo a esa casa donde se vende crack?—
le pregunto brutalmente. Ella aparta la mirada, mordiéndose las uñas ansiosamente.
—Necesitas rehabilitación, dulzura. He hecho todo lo que puedo desde aquí —
informa Doc, acercándose a mí.
—¡Ja! La rehabilitación cuesta dinero—responde ella, volviéndose a sentarse en la
cama.
—Puedo pagar—agrego rápidamente. Ella me mira, su rostro se suaviza.
—¿Qué?—masculla Scarlett.
—¿Irías si Bull paga por ello?—le pregunta Doc, con tono suave y afectuoso.
Ella deja caer la cabeza en sus manos, su cuerpo sube y baja mientras llora.
—No es fácil, ¿sabes?—comenta, su voz amortiguada con sus sollozos. Doc tira de mi
brazo hacia atrás, haciéndome alejarme.
—Ella podría estar demasiado ida, Bull. La rehabilitación puede no funcionar,
especialmente si no quiere ayuda—me informa Doc. Me aparto de ella y me acerco a
Scarlett. No voy a creer que ella sea una causa perdida. Por el aspecto de su situación,
todos la han abandonado, todos excepto Babs.
—Piensa en Babs, ¿ella querría que fueras?—murmuro en voz baja, haciendo que
Scarlett me mire, con los labios ligeramente entreabiertos y lágrimas cayendo por su
rostro.
—¿Cómo fue que mi tía fue atropellada por un automóvil? ¿Qué pasó?—pregunta
Scarlett, mirándome con las mejillas manchadas de lágrimas.
Froto mi mano a lo largo de mis mejillas.
—Ella te estaba protegiendo, fue detrás del novio que te lastimó. Lo que ella no sabía
era que tu novio estaba en una pandilla que tenía problemas con nosotros—hago una
pausa, la frase es difícil de decir, incluso después de todo este tiempo—. Regresaron por
venganza—susurro.
—Oh, Dios mío—grita Scarlett—. Todo esto es culpa mía—llora.
Agarro su mano y la aprieto fuertemente.
—Todos jugamos una parte en esto, cariño—la consuelo. Su cuerpo se destruye
mientras solloza y llora, sorbiéndose los mocos.
—Babs querría que fueras a buscar ayuda—digo entre dientes.
Ella deja de llorar, su cuerpo inmóvil. Cierra los labios y asiente.
—Iré—susurra. Me agacho en su línea de visión, retirando suavemente su cabello
detrás de su oreja.
—Es lo mejor. Iré a visitarte y te pondré en el mejor lugar de California, cariño. No
harás esto sola—le informo, acunando su mejilla. Me levanto y salgo de la habitación,
bloqueándola cuando Doc sale, por las dudas.
—Eres un buen hombre, Bull—barbotea Doc, sonriendo.
Sonrío. Se siente bien hacer algo bueno por una vez siquiera. Me siento mejor en este
momento de lo que me he sentido en mucho tiempo, mi cuerpo más liviano por el dolor
y la tensión levantados. Voy a estar allí a lo largo del camino para Scarlett para ayudarla
a tomar el control de su vida. Ella es demasiado hermosa, demasiado inteligente para
embrutecerse hasta este nivel. Camino por el pasillo, pasando mis manos por mi pelo
rebelde.
—Reunión, diles a los muchachos—le informo a Bobby que me mira con una mirada
confundida. No he tenido una reunión como presidente de este club en mucho tiempo,
demasiado destruido por el alcohol. Mierda, gracias a Shadow que ha estado
manteniendo este lugar funcionando mientras resolvía toda mi mierda.
—Lo tienes, Prez—responde Bobby, sonriendo.
Entro en la capilla, me siento en mi silla, saco mis cigarrillos y enciendo uno.
La vida nos da cartas que parecen injustas, inadecuadas, que te dan una injusta
desventaja para poder vivir la vida que deseas. Pero es así; a la vida no le importa una
mierda lo que deseas. Tienes que tomar esas cartas y ver qué puedes hacer con ellas,
estar agradecido por lo que tienes y darte cuenta que tu mano en la vida podría ser
mucho más despreciable. Deja de pensar en la ganancia que podrías tener y
arreglártelas con la que tienes.
—¿Has vuelto?—observa Shadow, una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras
entra a la habitación.
Sonrío, tomando una calada de mi cigarrillo.
—Volví.
EL CONO del SILENCIO
Traducción
Colmillo
Corrección
La 99
Edición
El Jefe
Diseño
Max

EL CONO del SILENCIO


Notas
[←1]
La A en el sistema educativo americano es la mejor calificación que puedes
conseguir. Sería un excelente o un 10 felicitado en otros países.
[←2]
En España noria.
[←3]
El funnel cake o funnelcake (en inglés literalmente ‘pastel de embudo’) es una
receta regional popular en los carnavales, ferias, eventos deportivos y lugares
turísticos de todo Estados Unidos aunque también se encuentran en algunas partes
de otros países. Se elaboran vertiendo rebozado con la ayuda de un embudo en
aceite caliente siguiendo un patrón circular y friéndolo hasta que se dora. Cuando
se elabora en un puesto se emplea una maga pastelera, una jarra especial con un
pico similar a un embudo en lugar de usar uno separado. Se sirve típicamente con
azúcar glas, jalea, mermelada, crema de chocolate, canela, frutas frescas u otras
coberturas.
[←4]
También se lo conoce como puños americanos o nudilleras.
[←5]
Toro en inglés es Bull, el nombre de carretera de él.

También podría gustarte