Está en la página 1de 71

Nota

Nuestras traducciones están hechas sin fines de lucro.


Este trabajo se realizó por fans y para fans.
Todos los proyectos realizados por Reading Girls son con el fin de
compartir con otros amantes de la lectura, aquellas historias que
lamentablemente no podemos obtener en nuestro idioma, es decir, que
no han sido traducido por una editorial o autopublicado por los mismos
autores en habla hispana. Por favor:
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad!
¡No subas screenshots de este material a las redes sociales!
¡Apoya al escritor comprando sus libros en idioma original!

¡Disfruten de la lectura!

Reading Girls
Staff
Contenido
SINOPSIS
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
EPÍLOGO UNO
EPÍLOGO DOS
También por Jisa Dean
Sinopsis
Halloween consiste en recibir golosinas de desconocidos. Pero
cuando uno de ellos agarra a Saffie y la besa hasta dejarla sin
aliento, se parece más a un truco que a un regalo. De todos
modos, ¿qué querría un vampiro sexy con ella? Es una joven de
diecinueve años, bajita y nerd, que preferiría estar leyendo que
estar en la fiesta en la que se encuentra. El vampiro en cuestión...
es un policía sexy que tiene toda la vida a su favor. Podría tener a
quien quisiera, así que ¿por qué iba a fijarse en ella?

Pero está mirando y hace mucho más que mirar cuando suenan
los disparos y la vida de Saffie está en peligro. No es sólo el policía
que hay en Cooper el que se hace cargo cuando la pequeña cosa
vestida de bruja se ve amenazada. Su alfa también sale a relucir.
¿Qué puede hacer un vampiro moreno? Llevársela a casa y
convertirla en un bocadillo, por supuesto.

Es la época más alegre del año... no, no la Navidad... ¡Aunque


también es una de mis favoritas! ¡Me refiero a Halloween! Y esta
temporada, para ponerte en ambiente, te ofrezco una bruja sexy,
un vampiro cachondo, un tesoro escondido y un atraco. Si eso es
justo lo que necesitas para saciar tus ganas de comer dulces,
¡Acércate a una silla, agarra tu cuenco de caramelos y descubre
cómo Cooper le hace pasar un buen rato a esta chica!
Capítulo Uno
Saffie

La música está tan alta que puedo sentir el suelo retumbando


debajo de mí. Todas las canciones hablan de follar, ser follado o
querer ser follado. Sinceramente, hace que me duela más la
cabeza. Las sonrisas forzadas tampoco ayudan. Me siento
miserable.

Dejé que una compañera de trabajo me convenciera de venir a


esta fiesta, una fiesta para adultos. No de ese estilo en el que se
hacen muchas perversiones y después todos se van para ser
banqueros y abogados. Creo que me divertiría más en ese tipo de
fiesta. No es que supiera qué hacer en una, pero por lo que he
leído te dejan en paz a menos que quieras jugar. No, se suponía
que esta fiesta era para adultos, es decir, para gente madura, no
para jóvenes de dieciocho años que se emborrachan y se
desperdician en las esquinas. Resulta que los adultos son como
los adolescentes, sólo que no tienen a alguien a quien responder al
día siguiente por ser estúpidos y locos.

No debería haber venido. No debería haber dejado que me


convenciera de venir. Definitivamente no debería haber dejado que
me vistiera como una bruja sexy. No sólo no puedo respirar
porque todas mis curvas están metidas en un corsé, sino que si
este vestido se recoge más todo el mundo va a poder ver todas mis
cosas, ya que llevo un tanga rojo brillante.
Ya se me han insinuado tres hombres que podrían haber sido mi
padre y todas las mujeres de aquí que muestran tanto como yo... y
a veces más... me lanzan miradas sucias que no entiendo. No
estoy vestida de forma más escandalosa que ninguna de ellas, de
modo ¿Por qué tienen que mirarme por encima del hombro?

Estoy a punto de excusarme y llamar a un Uber cuando mi


mirada se fija en un apuesto vampiro en la puerta. No estamos
hablando de los que brillan y tienen demasiada tensión que
rezuma de ellos. Este vampiro es sexy y está muy bien dotado. ¡Y
sus ojos!

Incluso desde el otro lado de la habitación puedo distinguir de qué


color son. Los ha delineado con un lápiz de ojos negro que hace
que el azul casi brille. Parece que se ha pasado la mano por el
cabello durante todo el día y que se le cae por donde sea, no le
importa. Va vestido todo de negro con la típica capa y cuando
sonríe por algo que dice una de las mujeres con las que ha venido
puedo ver los colmillos asomando bajo sus labios.

La chica con la que está tiene mucha suerte. No puedo evitar


compararme con ella. Creo que es más alta, aunque es difícil
decirlo desde esta distancia. La mayoría de la gente es más alta
que yo. Lleva un disfraz de demonio que no es tan revelador como
algunos de los disfraces, pero que sigue siendo sencillo y sexy.
Mientras tanto, yo estoy aquí teniendo que luchar para que mis
chicas no se salgan, estoy sonrojada por culpa de tanta gente, y
no puedo ser sexy porque no tengo ni puta idea de cómo serlo.

No estoy siendo maliciosa. Ella es muy bonita y yo, bueno, soy


simplemente yo. Es rubia y parece dispuesta a divertirse y yo
estoy intentando decidir si me he quedado lo suficiente para que
mi compañero de trabajo no se ofenda. Saldría con ella si fuera un
chico. Y van juntos tan perfectamente. Él con su buena apariencia
y su cuerpo sexy y ella con su... también, su buena apariencia y
su cuerpo sexy. Sí, es hora de que me vaya a casa. Miro a mi
alrededor tratando de vislumbrar a Christy. Está vestida de gata
sexy pero cuando miro encuentro tres de esas y ninguna es ella.

Estoy tan concentrada en encontrar a Christy que no me doy


cuenta de que el Señor Vampiro Caliente se cruza en mi camino
antes de que yo me haya abalanzado sobre él. Me preparo para la
caída que sé que se avecina, pero lo único que siento son unos
fuertes brazos que me rodean. Cuando dirijo mis ojos para mirar a
quien me ha salvado de la caída, me encuentro con unos ojos del
color de la plata fundida, con fríos destellos azules.

¿Por qué tiene que oler bien también? Uno pensaría que Dios nos
daría algo a la gente sencilla. Si no podemos ser tan guapos, lo
menos que podría hacerse es que olieran mal. Pero no, este
hombre huele demasiado bien.

—Hola. —Es la palabra más perfecta de la lengua en español


ahora por lo caliente que está cuando la dice. Así que hago lo que
cualquier joven de diecinueve años haría: me doy la vuelta y corro
hacia el otro lado. No me detengo hasta que estoy en la cocina,
donde el estruendo de la música es un poco más tranquilo y no
hay tanta gente.

No le devolví el saludo, no fingí ser una persona normal que está


al tanto de las pautas sociales, ni siquiera le dediqué una sonrisa.
Simplemente me giré y corrí. Como si fuera un vampiro de verdad
en lugar de un hombre sexy disfrazado de uno. Soy una friki.

Las luces parpadean y recuerdo dónde estamos. Esta es la Casa


Mayborne. Se dice que está realmente embrujada. Según las
historias locales, Mayborne era un rico hombre de negocios que se
casó con una mujer que era a penas una chica. Ella nunca amó
realmente a Mayborne pero él la amaba hasta la obsesión. Se
rumorea que cuando ella comenzó una relación con el jardinero,
Mayborne se enfureció. Se enfrentó a la pareja y acabó
matándolos. Fue a la cárcel a pesar de que era dueño de la mitad
del pueblo. Cuando salió intentó de nuevo formar una familia con
una mujer, pero ésta desapareció. Algunos dicen que fue un
intento de su primera esposa de alejarlo de la felicidad que le
había negado.

Todo el mundo en el pueblo conoce el caso de los asesinatos de


Mayborne y los rumores de que la casa grande está embrujada por
el fantasma de Sarah Mayborne y su amante. Es aún más extraño
que la fundación que compró la casa de los Mayborne
recientemente encontró viejos papeles y cartas de Sarah que
aluden a que escondió un collar que Mayborne le había dado como
regalo de bodas, para que ella y su jardinero pudieran huir y estar
juntos. Pensando en el drama que ocurrió en esta casa, puedo
entender que esté embrujada. Tanta emoción tiene una forma de
imprimirse en un lugar.

Una mano se posa en mi hombro haciéndome chillar y saltar.

—Por Dios, Saffie, ¿Qué demonios te pasa? Estás tan nerviosa


como una virgen en un burdel en horario comercial. —Christy no
entiende lo cerca que está de la verdad—. Todo el mundo está a
punto de elegir pareja para el baile de medianoche.

Cuando le dirijo una mirada que dice claramente que no tengo ni


idea de lo que eso significa, continúa:

—Es el último baile de la noche. Es el baile que quieres hacer con


el chico que quieres que te lleve a casa. —Me tira del brazo.

—Pero no quiero llevar a nadie a casa, Christy. Estoy bien sin


tener pareja.

—Oh, por favor. Los monjes tienen más sexo que tú. Nunca te he
visto con un chico y no tienes citas. Ahora me dijiste que ibas a
venir conmigo y tratar de hacer un amigo para la noche, así que lo
menos que puedes hacer es intentarlo.

—Christy, no me acuesto con mis amigos. Cuando dije que quería


hacer un amigo no estaba hablando de encontrar a alguien para
tener sexo fácil.

Sigue tirando de mí para que no tenga más remedio que seguirla


hasta la abarrotada pista de baile. Nadie está bailando y todos se
arremolinan esperando. De repente, un grito rompe el aire y la
multitud empieza a empujar. Se abre un espacio y sale a
trompicones... el vampiro sexy. Sólo que esta vez no está
sonriendo ni riendo. Tiene un cuchillo clavado en el pecho y le sale
sangre de la boca. Todo el mundo se detiene y nadie habla
esperando saber si se trata de una broma. Tropieza con algunas
personas antes de caer de rodillas frente de... mí. La sangre se
acumula debajo de él y si está actuando es muy buen actor
porque parece que está en problemas.

—¿Haz algo? —Christy me empuja hacia adelante haciéndome


tropezar y perder el equilibrio con los tacones que no estoy
acostumbrada a llevar. Me hace un gesto para que me acerque a
él, algunas otras personas están en el suelo intentando ayudarlo.
Me deslizo un poco más cerca, pero él sigue haciéndome señas
para que me acerque.

Cuando estoy casi arrodillada a su lado, esperando que me diga


qué puedo hacer por él, se levanta y se aferra a mi nuca para
acercarme. Nuestros labios se encuentran y por un momento no
me importa lo que está pasando. Entonces oigo a la gente que nos
rodea, reír y aplaudir. Y sólo puedo pensar en correr por segunda
vez esta noche.
Capítulo Dos
Cooper

No sé cómo mis hermanas me convencen de cosas como ésta. No


sólo me convencieron para que las llevara a esta ridícula fiesta,
sino que también me convencieron para que fuera el
entretenimiento. Sólo tengo que recordar que es por una buena
causa. El dinero de la venta de entradas y de la cena que nos
perdimos va al banco de alimentos de nuestra ciudad. Con el
tiempo cada vez más frío y la Navidad no muy lejos, la agencia que
se encarga de las comidas para las familias en Navidad y Acción
de Gracias necesita toda la ayuda posible.

Uno de los esposos de mi hermana y yo hemos preparado un


evento para esta noche. Tengo los paquetes de jarabe de maíz
escondidos en el bolsillo del pantalón esperando el momento justo
antes de que cada uno elija a la persona con la que quiere bailar a
medianoche. Miro a mi alrededor para ver quiénes son las caras
conocidas y quiénes han traído a gente que quizá no conozca
todavía.

No me gustan las multitudes, pero me gusta conocer a gente


nueva, sobre todo cuando se parecen al paquetito caliente que
lleva el disfraz de bruja sexy. ¡Maldita sea! Ella está marcando
todas mis casillas de cosas que me gustan. Pequeña y delicada,
con curvas interminables, cabello oscuro y ojos que me recuerdan
a un caramelo, ¡Me encantan los caramelos!
Mirar la forma en que se ha metido en ese diminuto vestido y
cómo hace que sus piernas luzcan fantásticas, me recuerda
cuánto tiempo hace que no tengo una mujer que me caliente la
cama. En realidad, para ser exactos, nunca he tenido una mujer
que me calentara la cama, siempre he ido a su casa o cuando era
más joven nos escabullíamos en mi auto. Hace varios años que no
veo a una mujer a la que quiera conocer de verdad. Y resulta que
soy uno de esos hombres que quieren saber con quién me
acuesto.

Me pasé todos mis veintes buscando a alguien que sintiera lo


mismo y la mitad de mis treintas simplemente desistiendo. Para
ella, podría hacer una excepción. Me daría tiempo para que se
enamorara de mí porque creo que ya he dejado caer mi corazón a
sus pequeños pies. Podría ser una bruja de la vida real porque
nunca he deseado a alguien tanto como a ella.

—Deja de echarle el ojo a la amiga de Christy y dedícate a pedir


donaciones.

—¡No! Si por fin se está follando a alguien con los ojos, quiero
saber quién es y qué aspecto tiene, teniendo en cuenta que es
muy voluble y no se ha interesado por ninguna de las chicas con
las que le he emparejado. —Mis hermanas se pelean debatiendo si
voy a tener suerte o no y si necesito que intervengan en mi favor.
Me rio de sus payasadas cuando ambas coinciden en que mi vida
sexual es más importante que pedir a las pocas personas que aún
no han donado que lo hagan. ¡Maldita sea! Deben de pensar que
soy una causa perdida si están dispuestas a renunciar de incitar a
la gente para que done más.

Mis ojos chocan con unos de color cálido chocolate y juro que me
derrito con ellos, directamente en ellos. Parece que está buscando
a alguien y rezo para que no sea un esposo o un novio, aunque no
estoy seguro de que un novio me detenga en este momento.
Mantengo mis ojos en ella esperando mi oportunidad de hablarle,
queriendo escuchar su voz. Seguro que es muy sexy. Y joder,
tengo que averiguarlo. Ahora.

La pequeña no presta mucha atención a las miradas que recibe.


Los hombres recorren su cuerpo con lujuria, mientras las mujeres
le lanzan miradas de odio por ser tan jodidamente bonita y
quitarles toda la atención. Veo una oportunidad y la aprovecho.
Me pongo delante de ella y recibo la sacudida de mi vida cuando
su pequeño y curvilíneo cuerpo choca contra el mío.

Por un segundo toda esa suavidad se amolda a mi parte delantera


y no me avergüenza decir que mi cuerpo es muy consciente del
suyo. Mi polla se convierte en acero mientras gotea para ella. Me
alejo lo suficiente para poder verla antes de saludarla, queriendo
que sus ojos estén sobre mí cada segundo que puedan.

Me mira y no sabía que una persona pudiera decir tanto con una
simple mirada. Unos grandes ojos chocolate me miran fijamente al
alma antes de darse la vuelta y salir corriendo. Tardo un poco,
pero finalmente capto su olor y me doy cuenta de que no voy a ir a
ninguna parte sin que esta chica me dé su nombre y su número
para que podamos empezar algo serio.

—La has ahuyentado. ¿Qué le dijiste para que huyera de ti? —Me
pregunta mi hermana acusadoramente.

—Hola —admito que tal vez mi voz fue un poco brusca por el
efecto que estaba causando en mí, pero no creí haber dicho nada
para que huyera.

Mi hermana busca en la habitación y sus ojos finalmente se posan


en Christy, una chica con la que iba al colegio.

—Ella vino con Christy, ¿verdad?


—Sí, Michelle dijo que eran amigas y venían juntas.

—Perfecto. Sé exactamente cómo conseguir que tengan


sexo. —Camino tras Angela, mi hermana soltera. Lleva mucho
tiempo intentando de “conseguirme sexo”, pensando que no estaré
tan malhumorada si tengo a alguien a quien amar y que me ame.
Y tal vez tenga razón, porque normalmente la mandaría a la
mierda con cualquier idea de emparejamiento que se le ocurra,
pero esta vez estoy totalmente de acuerdo.

Me presenta a Christy antes de lanzarse a un juego de veinte


preguntas sobre su amiga. Descubro que se llama Seraphina. Qué
nombre tan bonito, me hace pensar en ángeles y en cosas dulces.
Tiene diecinueve años, lo que hace que las cejas de mi hermana se
levanten un poco, pero no le impide pedir más información. A mí
tampoco me va a detener, aunque tengo más de diez años de
diferencia con ella. Quince años para ser exactos.

Pero según su amiga, Seraphina o Saffie como la llama, necesita a


alguien mayor que la cuide y se ocupe de ella. Me gustaría poner
formalmente mi nombre como ese hombre mayor. No tiene novio,
no le gustan las citas ni las salidas, y ha tenido que traerla aquí a
patadas y a gritos. Las dos chicas empiezan a ponerse de acuerdo
y a trabajar para acercarme a mi chica, pero lo único que quiero
saber es: ¿dónde está? No dejas a una chica como Saffie sola por
mucho tiempo o alguien intenta quitártela.

Diez minutos más tarde, Christy está tirando de Saffie hacia el


centro de la pista de baile y yo me pongo en marcha. Dejo que Don
haga su trabajo de preparación y entonces salgo con un falso
cuchillo clavado en el pecho y un paquete de sangre rezumando de
mi boca. Me tropiezo y me sacudo hasta que finalmente caigo al
suelo. Christy empuja a Saffie hasta que tropieza y, aunque quiero
intentar atraparla de nuevo, si voy a vender esto tengo que
quedarme donde estoy.
Le hago un gesto para que se acerque y lo hace. Se inclina
ligeramente sobre mí y no puedo esperar más para tener mi boca
en la suya. Levanto la mano, la tomo por la nuca y atraigo sus
labios hacia los míos. Está tan sorprendida que por un momento
me permite no sólo besarla, sino deslizar mi lengua en su boca
abierta para que pueda lamer el interior de su dulzura. Y vaya que
es dulce. Incluso por encima de la sangre falsa, puedo saborear lo
pura y melosa que es.

Me alejo para poder ver sus hermosos ojos, pero fue un error. Es
capaz de zafarse de mi agarre y huir de mí por segunda vez esta
noche. Mi cuñado me ayuda a ponerme en pie y el público se ríe y
aplaude, las pocas personas que no han donado esta noche están
en la mesa haciéndolo.

—¡No te quedes ahí, vete! —Angela me empuja entre la multitud.


Michelle me pasa un trapo húmedo para que me limpie la mayor
parte de la sangre de mi rostro y mi boca—. Habla con ella. Y no
seas un asqueroso. Sé amable y no lo estropees por mí.

¿Por ella? No lo voy a estropear porque lo único en lo que puedo


pensar es en recuperar mi boca con la dulce bruja que huyó con
mi corazón en sus manos.
Capítulo Tres
Saffie

Esta vez no cometo el error de ir a algún sitio a esconderme, sino


que salgo del edificio. Una vez afuera, busco a tientas mi teléfono
para llamar a alguien que venga a recogerme y me doy cuenta de
que lo he dejado en el auto de Christy. De ninguna manera voy a
volver a entrar y ser la broma de todos esta noche. Estoy harta.
Puede que haya terminado por el resto de mi vida. Puedo comprar
un vibrador y ver porno, tener un gato como mascota, y estar
totalmente bien siendo la mujer cachonda de los gatos que se
mantiene alejada de todos.

Fui tan estúpida al pensar que podía encajar con otras personas.
Soy tímida, es mi forma de ser, y no me gustan las fiestas, ni el
coqueteo, ni que me besen extraños muy sexys. De acuerdo, esa
parte no fue tan mala pero no alguien que no volveré a ver, ya que
tiene novia. Además, ¡Qué imbécil! Besar a alguien mientras tu
novia está ahí mismo es la definición de idiota.

Mientras atravieso el césped de camino a la acera, mi tacón se


hunde en la suave tierra y pierdo el equilibrio hacia un lado. Es
oficial, no voy a pasar esta noche sin romperme el maldito tobillo.
Me predispongo a caer cuando unos brazos salen de la nada y
evitan que golpee el suelo.

Giro la cabeza para agradecer a quien me acaba de salvar y me


encuentro con unos impresionantes ojos azul-grisáceos. Unos ojos
que realmente no quiero volver a ver. Por segunda vez esta noche,
ha evitado que me caiga de culo o de cara.

—Deberías quedarte en el camino y no intentar caminar por la


hierba si llevas tacones. Al menos eso es lo que siempre me dicen
mis hermanas.

Su voz es profunda y retumba en su pecho. Lo sé porque estoy lo


suficientemente cerca como para sentirlo moverse con cada
palabra que dice. Por eso no me doy cuenta de que me lleva de
vuelta a la casa y a un pequeño patio situado a un lado de la
misma antes de que mis pies choquen con la piedra.

—En realidad estaba esperando que alguien viniera a


recogerme. —Medio señalo, medio agito mi mano hacia el
estacionamiento y mi huida.

—No te vayas ahora. Ni siquiera es medianoche. Tienes que


quedarte para el popular baile de medianoche.

Intento no poner los ojos en blanco y mantenerlos en la carretera.


Cuando me toca la boca, finalmente le presto toda mi atención y
me alejo. Él no se inmuta en absoluto y sigue avanzando hacia mí.
Tiene algo parecido a una toallita para bebés en la mano y trata de
limpiarme el rostro. Mis manos se dirigen a sus muñecas para
detenerlo, pero sus muñecas son gruesas y fuertes.

—No —me dice con la otra mano para sujetarme el rostro y poder
continuar— lo menos que puedo hacer es quitarte esa cosa de
encima. Es en cierto modo culpa mía que esté ahí.

Al mencionar el beso, recuerdo por qué estaba aquí tratando de


volver a casa en primer lugar. El recordatorio hace que mi mano
se aleje de él y trate de distanciarme. Lo último que necesito esta
noche es meterme en una pelea con alguna mujer que piense que
estoy intentando robarle a su novio.
—¿No está tu novia enfadada porque has besado a otra
chica? —En cuanto las palabras salen de mi boca, quiero volver a
meterlas. Joder, no quiero oírlo decir que es comprensiva y que
tienen una relación abierta. Ambas cosas las he oído antes en las
primeras citas, primeras y únicas citas, debo añadir—. No es que
sea de mi incumbencia. Sólo quiero esperar aquí afuera a que
llegue mi transporte.

Sus cejas se juntan y me da el primer ceño fruncido que le he


visto esta noche.

—No tengo novia.

—¿Entonces esa rubia sexy con la que viniste es qué? ¿Sólo una
amiga? —Ya no intenta ser tan dulce y amable conmigo ahora que
le he llamado la atención. Supongo que quitarme la evidencia de
mi rostro no es tan importante como hace un segundo.

Tarda un minuto en darse cuenta de que lo he visto con ella y


entonces se le frunce el rostro y empieza a reír:

—Es mi hermana. Eww. Incluso pensar en que la describan como


sexy es asqueroso. Aunque ella te amará siempre por decirlo.

Me siento como una tonta. Realmente no debería intentar


socializar. Nunca termina bien para mí. Vuelve a limpiar lo que
tenía en la boca cuando nos besamos. Es dulce y un poco
pegajoso. Había olvidado que estaba en mí hasta que empezó a
limpiarlo.

—Por cierto, soy Cooper.

Así que un hombre llamado Cooper me dio mi primer beso. Al


menos ahora sé su nombre.
Capítulo Cuatro
Saffie

—Soy Saffie. —Pongo los ojos en blanco— Seraphina, pero todo el


mundo me llama Saffie. —Todo el mundo es Christy, ya que es la
única persona con la que salgo.

Una serie de fuertes estallidos suenan detrás de mí y antes de que


pueda procesar lo que está sucediendo, estoy en el suelo con
Cooper y luego nos hace rodar hacia las sombras de la casa. Otro
estallido resuena y pienso, no es que haya escuchado muchos
antes pero, son disparos.

—¿Es otra broma? —No me importa si están tratando de joderme


otra vez. Tengo agarrada la camisa de Cooper y no la voy a soltar
hasta que alguien nos sorprenda y nos haga partícipes de la
broma.

—No, definitivamente no. —Su voz es tensa.

No pensé que estaría acostada con un tipo encima de mí esta


noche cuando Christy me vistió, así que mi falda se ha subido
sobre mi cadera y mis tetas corren serio peligro de desparramarse.
Lo que es peor es que cuando nos caímos y rodamos Cooper
terminó entre mis piernas así que no sólo está sobre mí sino que
está en una posición en la que ningún otro hombre ha estado
conmigo.
—No te muevas. —Su voz destila autoridad, pero es estúpido si
cree que estoy esperando en la oscuridad a que alguien salga
corriendo con un arma. Se echa hacia atrás como si se preparara
para levantarse de un salto y salir corriendo.

—¡¿Qué?! —realmente va a dejarme—. ¡No me dejes! —Aprieto


más fuerte mis dedos en su camisa y aprieto las rodillas como si
pudiera retenerlo hacia mí.

Él gime seguido de un gruñido:

—No te voy a dejar, ángel, pero de ninguna manera te voy a llevar


ahí adentro cuando no sé qué está pasando. Quédate aquí y
volveré por ti. Te lo prometo. —Me ayuda a levantarme y me
empuja hacia las sombras. Veo que toma algo y lo siguiente que sé
es que tiene un arma en la mano. ¿En qué diablo me he metido?

Debe de ver la expresión de mi rostro incluso en la penumbra,


porque comprueba el arma mientras me habla.

—Soy policía. En serio. Quédate aquí y no te muevas. Volveré por


ti. —Me acerca a él y me besa de nuevo. Este beso no es como el
que compartimos cuando fingía estar herido. Este es algo más.
Posesivo y confiado, este beso es una promesa en sí mismo. Este
no es un beso desenfadado de un hombre relajado y fácil de llevar.
Este es el beso de un hombre al mando.

Y luego se va, dejándome en la oscuridad. Probablemente sólo


dura un par de minutos, pero esos minutos parecen horas cuando
eres tú la que espera afuera para saber qué pasa adentro. Estoy
tan nerviosa que, cuando vuelve, tiene que taparme la boca con la
mano para que no me oigan cuando grite. Me mira con esos ojos
brillantes y se lleva el dedo a los labios. Se enciende una luz y ésta
se extiende por el patio, pero no llega a todas partes. Cooper me
arrastra un poco más hacia la hierba y hacia un lado de la casa.
Ni siquiera tengo que preocuparme por el suelo blando porque me
ha levantado del suelo y me ha llevado a donde quiere.

—Tres hombres armados, no hay ningún muerto y no parece


haber ningún herido. Parece que se turnan, uno de ellos vigilará a
la gente mientras el otro busca algo. No tengo ni puta idea de qué,
pero estaba destrozando la biblioteca cuando me lo encontré.
¿Llevas el teléfono encima?

Niego con la cabeza y me inclino, pero llevo un vestido y no tenía


ningún sitio donde poner el teléfono, así que sigue en el auto de
Christy... su auto cerrado. Lo miro y niego con la cabeza.

—Joder, yo tampoco. No pasa nada. Vamos a llegar al


estacionamiento y a dirigirnos al jeep negro. Usaremos el mío para
pedir refuerzos. Vamos.

Me toma de la muñeca, pero lo detengo.

—Oh, espera —me agacho y desabrocho el broche de mis zapatos


y me los quito. No sólo no puedo correr con ellos si lo necesito,
sino que hacen mucho ruido en el pavimento. Después de que me
los quito, vuelve a mirarme con esa misma cosa que había en su
beso: la posesión, como si le perteneciera. Como si acabara de
darse cuenta de que le pertenezco y le gusta la idea. Pero no dice
nada, sólo me lleva al estacionamiento de atrás, así que tal vez
estoy viendo algo que no está ahí.

Me acerco porque algo de lo que ha dicho me está rondando en el


cerebro.

—Cooper —se detiene en seco y me presta toda su atención—.


Dijiste que eran tres, ¿dónde está el otro?

Un ruido procedente del otro lado del estacionamiento hace que


ambos miremos y veamos no sólo a un hombre, sino a dos.
—¡Joder! —Corremos el resto del camino hasta su jeep. Lo abre y
me empuja adentro. Me sigue y, después de encerrarnos, pulsa el
interruptor para apagar las luces interiores del auto. Vuelvo a
tener un hombre entre mis piernas por segunda vez esta noche.
Supongo que debería alegrarme de que sea el mismo para que no
resulte demasiado extraño o raro, pero lo es de toda forma. Es
algo nuevo y la situación no ayuda a que pueda sentir tanto de él
cuando se acuesta así. Levanta la cabeza y vuelve a maldecir.

—Uno está dando la vuelta pero el otro está revisando autos. ¿Qué
carajo están buscando?

—¿Qué...? —Empiezo, pero me pone la mano sobre la boca y hace


un sonido de silencio mientras se lleva el dedo a los labios. El haz
de una linterna rebota en las ventanas de los autos cercanos a
nosotros.

—Cuando venga, necesito que finjas que estamos teniendo sexo.


Así tendré tiempo suficiente para sorprenderlo y quitarle el arma,
o dispararle, pero me gustaría que no supieran que estamos aquí
hasta que lleguen mis refuerzos.

—No puedo.

—Claro que puedes. Sólo haz los sonidos. —Ya estoy moviendo la
cabeza para negar de nuevo.

—Mira, puede que no te guste así, pero esto no es


realmente... —interrumpo lo que sea que vaya a decir. Lo último
que quiero que piense es que estoy siendo difícil y malcriada
cuando estamos en una situación como esta.

—No sé cómo. —Me mira como si me hubieran crecido dos


cabezas—. Esta noche, cuando me has besado, ha sido la primera
vez que me han besado. No sé cómo hacer los sonidos porque
nunca he tenido sexo.
Su silencio es lo único que responde a mi comentario. Y me
pregunto si no sería mejor dejar que los tipos con armas me lleven
a la fiesta y hagan conmigo lo mismo que van a hacer con los
demás invitados.

Quería aturdir a este hermoso hombre pero no quería dejarlo sin


palabras de esta manera. Y necesito que esté más concentrado en
sacarnos de esto a salvo, no en el hecho de que soy virgen.
Capítulo Cinco
Cooper

No puedo entender lo que esta chica me está diciendo. Debería


centrarme en los malos y en cómo sacar a todo el mundo de esto
sin que nadie salga herido, pero lo único que me resuena en la
cabeza es su última afirmación sobre que soy su primer beso y
que no sabe fingir el sexo. Hay un millón de cosas que tengo que
hacer en lugar de centrarme en la brujita caliente que me tiene
entre sus piernas.

Cuando usó esos muslos para intentar retenerme con ella cuando
oímos los disparos por primera vez, casi me corro y ahora está
extendida en el asiento delantero de mi jeep diciéndome que
nunca ha tenido un hombre que la bese, por no hablar de estar
entre sus piernas. La mano que había colocado en su muslo se
aprieta alrededor de ella y tengo que hablar rápido conmigo mismo
para hacer que la suelte.

Tengo que tener tiempo para avisar de esta mierda y no puedo


hacerlo con uno de esos hombres acechando los autos. No quiero
que use su arma y alerte a sus amigos de que pasa algo porque
quién sabe lo que estos tipos harán a la gente de adentro. Puede
que empiecen a matarlos a todos antes de intentar huir. No,
necesito tiempo, y la única manera de conseguirlo es sorprender a
este imbécil.
—Lo siento, ángel. —Esa es una declaración mixta. Siento que la
primera vez que besó a alguien fuera en una multitud de personas
en una fiesta. No lamento que haya sido conmigo. Siento que esta
noche se haya convertido en una pesadilla en lugar de que nos
conozcamos poco a poco. No lamento que vaya a llevarla a casa
después de todo esto. Así que tengo mucho que vivir. Lamento que
vaya a tener que iniciarla en el mundo del sexo y los sentimientos
en el asiento delantero de mi auto mientras un maldito bromista
se pasea con un arma afuera. No lamento ser yo quien la toque, la
pruebe y le muestre lo que puedo hacer por ella cuando las
circunstancias sean mejores.

Mis labios se posan en los suyos y la forma en que me besó antes


tiene sentido ahora. Ella no me devolvió el beso y pensé que era
sólo por el shock o por el hecho de que podría no gustarle o,
demonios, incluso que yo era un extraño para ella. Pero nada de
eso era. No me devolvió el beso porque no sabía cómo hacerlo.
Ahora me doy cuenta de que su lengüita vacilante revolotea
tímidamente sobre la mía cuando exploro su boca.

La mano que tengo en su muslo desnudo sube por debajo de la


falda para agarrar su culo. Joder, su culo es fantástico. Lleno y
maduro, suave y cálido. Mi otra mano se adentra en su cabello
para poder manejarla como necesito. Sus suaves gemidos tienen
que ser más fuertes si quiero conseguir lo que pretendo, aunque
me estén excitando tanto que me duela, que esté deseando
correrme. Recorro su mejilla para susurrarle al oído mientras ella
gira la cabeza y me permite acceder a su cuello. Es naturalmente
sensual sin siquiera intentarlo, ¡maldita sea!

—Pase lo que pase, no abras los ojos. De acuerdo, Ángel. No los


abras. —Me hace un pequeño gesto con la cabeza mientras la beso
por el cuello, apretando los ojos con fuerza. Mis manos se
desplazan para masajear su culo, separándolo mientras lo hago.
Empujo hacia abajo para que pueda sentir lo jodidamente duro
que estoy a través de mis pantalones, mis manos se deslizan
alrededor de sus nalgas hasta que estoy cerca de donde sus
bragas cubren ese dulce y virgen coño. Está mojada. El fondo de
sus bragas está empapado.

Muevo mis caderas contra ella como si estuviéramos teniendo


sexo para que cuando se acerque a mirar dentro piense que tengo
mi polla en algo caliente y perfecto. Paso mis dedos por la
hendidura entre sus piernas una vez y eso hace que grite lo
suficientemente fuerte como para estar seguro de que hemos
captado su atención. Por no mencionar que las ventanas se han
empañado.

Sus bragas están tan empapadas que prácticamente no la cubren.


Y sus muslos vuelven a hacer eso de abrazarse a mis caderas
haciéndome imaginar lo que harán cuando la penetre haciendo
que se corra en mi polla. Joder, no estoy seguro de poder evitar
correrme dentro de ella y apuesto a que si es virgen no estará
tomando nada. Creo que mi polla se ha alargado y endurecido sólo
de pensar en vaciar mis bolas en su maduro vientre.

El hombre realmente le da unos toquecitos al vidrio. Me muevo


para poder llegar al pomo de la puerta sin ser visto. Tiro de Saffie
conmigo.

—Recuerda no abrir esos bonitos ojos tuyos, nena.

Le digo justo antes de abrir la puerta de golpe al hombre. Lo hago


dos veces seguidas antes de salir y golpearlo en la cara con mi
arma. Su arma resbala por el pavimento y el tipo queda aturdido
el tiempo suficiente para que yo lo golpee un par de veces más en
el rostro. Es un hombre grande, pero tengo una pequeña virgen
que depende de mí para mantenerse a salvo y eso significa que no
puedo perder. Después de noquearlo, voy a la parte de atrás para
conseguir mi provisión de bridas.
—¿Todavía tienes los ojos cerrados para mí, nena?

—Sí. —No pasa de un susurro.

Le ato las manos y las piernas antes de volver a Saffie, que sigue
tumbada en mi asiento con sus dulces muslitos aún abiertos.
Tengo que luchar conmigo mismo para no enterrar mi rostro en su
entrepierna para poder plasmar su olor en mí y llevarlo como una
puta insignia de honor.

—Vamos, Ángel. Ya puedes abrir los ojos. —Se sienta pero no me


mira. Se baja la falda y se desliza para salir de mi jeep, pero me
paro frente a ella y tomo su rostro entre mis manos—. No te
pongas así, nena. No seas tímida ni te avergüences de lo que pasó.
Tú también me afectaste.

Sus ojos se dirigen finalmente a los míos. Todavía parece dudar de


lo que le estoy diciendo.

—¿Sabes lo difícil que es luchar por un arma con una erección?


No es fácil. —Tomo su mano y la pongo sobre mi entrepierna y mi
polla aún dura. Ella jadea y automáticamente intenta apartar la
mano, pero no la dejo ir a ninguna parte hasta que comprenda
que yo estaba tan desgarrado por ella como ella por mí.

Sus ojos están pegados a los míos.

—Aunque no fuera mi primer beso, fue algo especial para mí. Tú


eres algo especial para mí. —Me inclino hacia adelante para tomar
sus labios y esta vez, en lugar de no saber qué hacer o ser tímida,
me devuelve el beso.

Cuando por fin me retiro y recuerdo lo que se supone que estoy


haciendo, sus labios están hinchados y brillantes, lo que me hace
preguntarme cómo serán sus labios inferiores cuando pase tiempo
besándolos. ¿Se ablandarán y se hincharán como los de su rostro?
Apuesto a que sí. Paso el pulgar por su labio inferior pensando en
hacer lo mismo entre sus muslos.

Llamo por teléfono y me pongo en contacto no sólo con mi


compañero, sino también con mi capitán. Envían unidades y me
aseguro de que han entendido que deben venir sin las sirenas y
las luces. Cuanto más tiempo podamos mantener nuestra
presencia desconocida, mejor para los rehenes. Y para nosotros.

—Vamos, nena. Tengo que volver a entrar y tratar de mantenernos


ocultos el tiempo suficiente para dejar entrar a mi compañero.
¿Crees que puedes venir conmigo? Prometo mantenerte a salvo.

—Sé que lo harás. No quiero que me dejen. Probablemente esté


más segura contigo que esperándote en algún sitio.

¡Y además es inteligente!
Capítulo Seis
Saffie

Volvemos al jardín y nos escabullimos entre los macizos de flores


intentando acercarnos a la casa. Antes de llegar al balcón que
Cooper quiere utilizar como entrada a la casa, vemos movimiento
desde el interior de la misma. En un abrir y cerrar de ojos, Cooper
me ha metido en una especie de cobertizo.

Es un cobertizo muy bonito, hecho de ladrillo con ventanas y


muchos lugares para esconderse. Me arrastra detrás de una
estantería, me empuja hacia una esquina y me cubre con su
cuerpo. Tengo que decirme a mí misma con firmeza que no está
intentando hacer nada más que protegerme. Podría mentir
totalmente y a mí misma que quiere estar así de cerca de mí, que
lo hace por razones distintas a las de ser un ser humano bueno y
decente.

Fuera del cobertizo, oímos el sonido de alguien caminando hacia


nosotros. Doy un grito ahogado y la mano de Cooper se acerca
para taparme la boca.

—¡No puedo creer esta mierda! Más vale que este tipo nos pague
un montón de dinero para venir aquí a estas horas de la noche
con toda esta gente quejándose y lamentándose por que los
molestemos un poco. ¡Ricos de mierda!
—Deja de quejarte, Earl. John dice que el tipo es bueno para eso.
Encontramos la maldita cosa y todos estaremos en la calle
fácilmente.

—¿Qué están buscando? —Formulo la pregunta sin atreverme a


hablar en voz alta. Si podemos oírlos, podrían oírnos a nosotros.
Sacude la cabeza para decirme que no tiene ninguna idea más que
yo.

Se estira sobre mí para poder mirar por una ventana alta justo
encima de nosotros. Intento pegarme más a la pared para que no
piense que soy una pervertida o algo así. Vuelve a centrar su
atención en mí y se inclina para acercar su boca a mi oído.

—Parece que dos de ellos están afuera descansando para fumar.


Todavía tienen armas, así que no hay que apresurarse como hice
con el de mi jeep. Parece que estamos atascados aquí hasta que
los hagan retroceder y vuelvan a entrar.

Estoy segura de que es sólo mi imaginación, Cooper no puede


estar realmente acurrucándose en mi cuello mientras trata de
hablarme de los hombres de afuera. Seguramente, tengo que estar
teniendo algún tipo de escape de la realidad debido al estrés de la
situación. ¿No es así? Pero no retira su boca de la zona de mi
cuello cuando termina de hablar. En lugar de eso, se queda ahí...
acariciando. ¿Qué demonios?

—¿Estás...?

—Shh, tenemos que guardar silencio para que no vengan a


buscarnos. —Acompaña sus palabras con un pellizco en la suave
piel de mi oreja.

Grito, pero él se lleva la mano a la boca a tiempo para atraparlo.


Pero no retira la boca como yo esperaba. En lugar de eso, recorre
con lo que creo que es su lengua, hasta llegar al punto donde el
tirante de mi vestido cruza mi hombro. Y añade su rodilla a la
situación. La utiliza para separar mis muslos y meterla entre mis
piernas.

—¿Qué estás haciendo? —Su mano sigue tapándome la boca, así


que las palabras salen amortiguadas y suenan más bien como un
extraño conjuro que podría estar murmurando.

Esta vez no me hace callar:

—Bueno, me imagino que estarás asustada porque los hombres


con armas están tan cerca. —Hace una pausa y me mira con esos
ojos abrasadores que tiene, haciendo que asienta antes de volver a
besarme por el cuello y el hombro—. Y me imagino que tener que
callar y esperar a que se vayan también da un poco de miedo.

Me mira de nuevo con esos ojos. Esta vez asiento aún más.

—Así que pensé que podría distraerte mostrándote lo sexy que me


pareces.

—¿Cómo, sexy? —Debo decirlo demasiado alto porque vuelve a


mandarme callar. Esta vez me inclino más hacia él y le susurro—.
¿Lo dices con la esperanza de verme las tetas?

Es su turno de apartarse hasta que estamos totalmente separados


y mirándonos fijamente.

—No. No se dice una mierda así a las chicas vírgenes sólo para
que te den lo que quieres. Eso te convierte en un imbécil. Y me
gusta pensar que soy cualquier cosa menos un imbécil.

—Yo... sólo pensé... —Mi rostro arde con un rubor infernal.


Mierda, no sólo he ofendido a este hombre que está intentando
salvar a todo aquí... un maldito héroe... y lo comparo con un
delincuente, sino que además me he excedido y he asumido que
está... detrás de algo más cuando... no lo estaba. Genial. Por eso
no salgo con nadie, por eso no salgo con gente de mi edad, por eso
debería buscar la adopción de ese primer gato... el kit de inicio
para la señora de los gatos.

—No me malinterpretes, ángel. Quiero verte desnuda. Lo deseo


mucho. Pero quiero que estés preparada para eso. No que yo te
obligue o te seduzca para hacerlo.

Me quedo con la boca abierta. No puedo evitarlo. No sólo me acaba


de decir que quiere... estar conmigo, sino que también me ha
dicho que no va a presionar para conseguir más. Él es tan
diferente a cualquier persona que haya conocido antes. La
mayoría de las personas presionan para conseguir lo que quieren,
especialmente si creen que será fácil hacerlo.

Me dedica una sonrisa arrogante antes de capturar mis labios con


los suyos y acercarme a él. Me besa hasta dejarme sin sentido
antes de volver a meter su rodilla entre mis piernas.

—Ahora, vuelvo a mostrarte lo caliente que estás con este vestidito


de bruja.

Los besos se vuelven más y más calientes hasta que


inconscientemente cabalgo sobre su pierna y ambos luchamos
contra los gemidos. Estoy tan envuelta en él como él en mí. Si
busca confirmación, se la estoy dando con creces. No soy estática,
una no participante, en esto. Le devuelvo el beso con la misma
fuerza con la que él me besa a mí... ahora que sé cómo hacerlo.
Cuando su mano baja para tocar mi pecho, no me alejo.
Encuentro algo propio para acariciar... su culo.

Quién sabe cuánto tiempo habríamos permanecido así si algo no


se hubiera caído de un auto cercano haciendo que ambos nos
separáramos de un salto. La mano de Cooper vuela hacia la parte
baja de su espalda, donde está su arma. Tengo que morderme el
labio para no arrastrarme de nuevo a sus brazos y rogarle que
continúe. ¿Quién iba a saber que un hombre que alcanza un arma
podía ser tan excitante?

—¿Qué demonios? —Dice las palabras y se dirige hacia el sonido,


pero la puerta nunca se abre y cuando Cooper mira por la
pequeña ventana los hombres no están allí. Es como si algo
quisiera que supiéramos que no hay moros en la costa. Miro hacia
el lugar de donde procede el sonido y veo algo rodando por el
suelo, como si alguien le hubiera dado una buena patada. Es
extraño que siga rodando de un lado a otro incluso después de
que debería haberse detenido.

Antes de que pueda ir a inspeccionar qué es lo que hace que siga


moviéndose, Cooper me toma de la mano y me lleva afuera. Voy
porque entiendo que no tenemos mucho tiempo para llegar al piso
superior sin ser vistos. Vamos a una parte de la casa con menos
ventanas y se vuelve hacia mí.

—Vamos.

—¿Qué?

—Vamos. Te daré un empujón para que subas. Todo lo que tienes


que hacer es tirarte por la barandilla.

—Um, está bien —digo lentamente, no totalmente a bordo con este


plan. No soy buena en la gimnasia y la idea de subirme con nada
más que la fuerza de mis brazos me hace cuestionar toda esta
idea.

Me acerca hasta que vuelvo a estar pegada a él. Entonces me hace


girar y mi mente no está en la fuerza de los brazos... bueno, no en
la mía al menos. Así que me sorprende que me levante del suelo
como si no pesara nada. Reprimo un grito. Coloca sus manos
sobre mis nalgas desnudas para darme un poco más de altura.
Sus manos están metidas en mis asuntos y yo hago todo lo
posible por no pensar en el sexo en este momento. ¿Qué me pasa?
Nunca he sido una de esas mujeres tan atrapadas por el físico que
mandan a la mierda todo lo demás. Al menos no lo era hasta que
conocí a Cooper. Ahora sólo puedo pensar en lo suaves que son
sus labios sobre los míos cuando me besa, en lo bien que sabe y
en cómo sería una mamada.

¿Es esto normal? ¿Por qué ha tenido que ocurrir ahora? Sé que es
por Cooper, pero no es el momento adecuado para pensar en toda
esta mierda cuando hay gente inocente en peligro y hombres con
armas merodeando por cada esquina.

Me tiro por encima de la barandilla y caigo de espaldas de la


forma más desafortunada posible. Momentos después, Cooper se
sube como si no fuera gran cosa. Aterriza encima de mí.

—Parece que he vuelto. —Mueve las caderas para mostrarme lo


que quiere decir y siento su... oh, vaya, creo que ha crecido—.
Será mejor que tengas cuidado, Saff. Un hombre podría
acostumbrarse a esto... aterrizar en el cielo cada vez que caemos
juntos.
Capítulo Siete
Cooper

Tiene el rubor más bonito que he visto nunca. Me dan ganas de


recorrerlo hasta averiguar si llega a su suave coñito. Me pongo de
pie y la ayudo a ponerse en pie. Si no me levanto ahora mismo voy
a decir que al diablo con la situación y tomar lo que tanto deseo.
Tener a Saff en el cobertizo contra la pared era casi más de lo que
podía soportar. Estaba tan cerca. Si la cosa rara no hubiera
sucedido con la botella cuando lo hizo, habría estado totalmente
dentro de ella antes de que cualquiera de nosotros estuviera listo.

Nos colamos en el interior utilizando una de las ventanas


francesas que dan a un dormitorio y nos dirigimos al rellano de
arriba. Debido a la fiesta, todas las alarmas que normalmente
estarían activadas están apagadas, lo que hace que sea el
momento perfecto para golpear. Sospecho que así es como
entraron los chicos. Las voces nos llegan desde abajo y yo agarro a
Saff y me agacho para que no nos vean.

—¡Está en esta casa! Tiene que estar aquí. ¿Has leído el diario?
¿Todas las cartas?

—Sí, y lo único que hace la zorra es hablar con acertijos.


“Encontrarás el corazón en el lugar donde yo perdí el mío”. ¿Qué
demonios significa eso?
A mi lado, Saff se tapa la boca con las dos manos para ahogar el
jadeo que suelta.

—¿Has comprobado las habitaciones?

—No.

—¿Por qué no? Habla de perderla, ¿quizás se refiere al lugar


donde entregó su cereza?

Nos deslizamos más atrás y nos dirigimos a un dormitorio. Cierro


la puerta suave y lentamente. Aunque revisen los dormitorios, no
llegarán a este antes de que llegue mi compañero.

—¡Sé lo que están buscando! —Tiene un rubor excitado en sus


mejillas y sus ojos se iluminan con el conocimiento secreto.

—¿Te gustaría compartirlo?

—¡Buscan el Corazón de los Dolores!

El mítico collar que desapareció cuando la primera esposa


supuestamente lo tomó antes de que ella y su amante fueran
asesinados.

—El personal encontró hace poco unos viejos papeles y cartas de


Sarah escondidos en la pared de su habitación. Mi hermana
trabaja como voluntaria y me habló de ellos. Deben ser los papeles
de los que hablan que están leyendo. Pero no se los han contado a
nadie.

—Así que tendría que ser alguien que trabaja en el museo o


alguien cercano a esa persona.

Asiento no queriendo pensar que alguien con quien mi hermana


trabaja codo a codo sea capaz de contratar a estos tipos. Miro
hacia abajo para comprobar mi reloj. Adam debería llegar en poco
menos de quince minutos. Sólo tenemos que esperar y
mantenernos a salvo hasta entonces.

Miro a Saff de pie en el extremo de la gran cama de cuatro postes,


con las manos enredadas en uno de los postes.

—Deberías ponerte cómoda.

Ella mira de mí a la cama y de nuevo a mí.

—¿En esa cama? ¿No es ilegal tocar los objetos expuestos en el


museo?

Me rio suavemente y me acerco a ella. Intento mantener la


distancia, pero es imposible mantenerse alejado de Saff. La agarro
por las caderas y la subo a la cama para que no pueda discutir
conmigo. Me gusta el hecho de poder levantarla y ponerla donde
quiero.

—Cooper —también me gusta que diga mi nombre como si


estuviera sorprendida por lo que acabo de hacer—. No deberíamos
estar aquí.

Sé que está hablando de estar en la cama, pero quiero asegurarme


de que sabe que esto entre ella y yo no es algo contra lo que
luchar o discutir.

—Este es el único lugar en el que quiero estar, pequeña.

Antes de que pueda corregirme, tengo su boca bajo la mía.


Cuando nos besamos ocurre algo mágico. Nunca ha sido así para
mí. Se parece mucho a la vuelta a casa, esa sensación que tienes
cuando por fin puedes estar completamente a gusto contigo
mismo y con tu entorno. Es más de lo que he sentido nunca con
otra persona.
Se tumba en la cama y yo la sigo. ¿Qué otra cosa puedo hacer
sino seguirla? Ahora que la he encontrado, no voy a perderla de
vista. Me rodea el cuello con los brazos y se encuentra conmigo a
mitad de camino cuando empiezo a besarla de nuevo. Vuelvo a
estar donde quería estar desde la primera vez que aterricé aquí,
donde debo estar, entre sus dulces muslos.

Su boca me acaricia la barbilla y me pellizca la mandíbula, lo que


hace que mi polla experimente una sensación de placer. Pierdo la
concentración en lo que se supone que estoy haciendo y en lo que
estoy esperando y me concentro en la mujer que está tumbada
debajo de mí. Sigo la línea de su cuerpo hacia abajo hasta llegar al
borde de su falda y a la suave piel de la parte exterior de su
muslo. Maldita sea, una piel tan suave debería ser ilegal. Menos
mal que llevo un arma. Voy a tener que amenazar a todos los que
estén a una distancia prudencial para que no intenten tocar esta
suavidad aterciopelada.

Mi mano recorre su pierna hasta llegar a su cadera y a la banda


de sus bragas. Estas braguitas que ha estado aderezando para mí
se irán a mi casa esta noche, aunque ella no lo haga. Sin
embargo, prefiero tenerlas. Paso la mano por el contorno de su
culo y por el calor y la humedad que guarda para mí.

Cuando la encuentro mojada y necesitada pierdo la cabeza. ¿A


quién le importan los malos cuando esta cosita está necesitada?
Recorro con mis dedos su centro y me deleito con el suave gemido
que me da. No se aparta ni me pide que pare. Me agarra y me besa
con más fuerza. Pronto estoy pasando las puntas de los dedos
entre su canal empapado.

Tapo su boca con la mano para que no haga tanto ruido como
para alertar a los ladrones de que estamos en uno de los
dormitorios. Me mata tener que mantenerla callada. Quiero saber
cómo de fuerte lo hará por mí. La beso por el cuello hasta la suave
curva de la parte superior de sus pechos y luego me alejo de ella,
incapaz de esperar a que lleguemos a un lugar seguro antes de
probarla.

La arrastro hasta un lado de la cama y me arrodillo ante esta


reina. Espero con la respiración contenida mientras le subo la
falda y espero a que me dé el visto bueno. Me detendré si ella me
lo pide... bueno, intentaré hacerla cambiar de opinión, pero si no
puedo, me detendré definitivamente. Pero ella no me pide que
pare, ni siquiera que reduzca la velocidad.

Le separo más los muslos y la beso por los lados.

—Vas a tener que acostumbrarte a tener estas bonitas piernas


más separadas, brujita.

Un escalofrío recorre su cuerpo y me encanta ver cómo la recorre.


La separo aún más para poder encajar mis hombros entre sus
piernas y pasar mi nariz por el fuelle húmedo de sus bragas. Con
los dientes, aparto el tanga para poder alcanzar el cremoso tesoro
que hay debajo.

—¡Oh, Dios mío!

Me alejo de besar el centro de mi chica para recordarle que


tenemos que guardar silencio.

—Tápate la boca con las manos, dulce bruja. No quiero tener que
matar a alguien antes de terminar mi comida.

Ella se tapa la cara con ambas manos y yo regreso para comer


hasta hartarme. Me tomo mi tiempo. Paso mi lengua por ambos
pliegues antes de separarla y poder saquear su lugar secreto.
Endurezco la lengua para trabajar con más fuerza su clítoris y la
recompensa es que ella mueve sus caderas hacia arriba y sigue mi
boca a donde quiera que vaya.
Tener a Saff, mi pequeña y dulce tentadora virgen, con las piernas
a cada lado de mi cabeza mientras saqueo un paraíso nunca antes
escondido, hace que mi polla se hinche hasta que estoy bastante
seguro de que es una condición médica certificada... ¿cuál es el
nombre latino de las bolas azules? Entierro mi rostro en el calor
de mi chica y suelto un gemido profundo y sincero que provoca
escalofríos en Saff.

Su cuerpo se tensa a mi alrededor, sus muslos luchan contra mí,


pero sólo porque le estoy dando mucho placer. No quiere que me
detenga... Su mano está en la parte superior de mi cabeza y me
acerca a ella, y sus caderas se mueven sobre mi lengua. Voy a
sumergir este puto disfraz de bruja en bronce y lo voy a guardar
para siempre. No sólo es el traje con el que la conocí, sino que
cuando respira con fuerza, como lo hace ahora conmigo, sus tetas
casi se salen de las copas, dejándome con un placer mucho mayor
que cualquier otro que haya recibido en mi vida. Cuanto más se
arquea ella, más se me concede.

Hasta que ambos gemimos y Saff se tensa para darme lo que tanto
me ha costado conseguir. Levanto la mano para ayudarla a
sostener la suya sobre su boca mientras grita y se corre sobre mi
lengua. Lo lamo todo para no desperdiciar ni una gota cuando
oigo un sonido que irrumpe en nuestra respiración pesada y
sincopada. Es un ligero golpecito, pero lo oigo lo bastante fuerte
como para superar la calma en la que me ha metido Saff. Acabo
de hacer que mi ángel se corra para mí como una chica sucia y mi
compañero escoge ese momento exacto para mostrarse.

Vuelvo a ponerle las bragas en su sitio y la ayudo a sentarse lo


mejor posible para que pueda ayudar a meter sus abundantes
pechos en el pequeño corsé con el que intenta ocultarlos. Le doy
un beso más en los labios antes de decirle que nos van a
interrumpir bruscamente.
—Mi compañero está aquí, Ángel.

Veo el momento en que se da cuenta y sus ojos pasan de ser una


bruma somnolienta y satisfecha a estar totalmente alerta y más
que un poco conmocionada. La ayudo a ponerse en pie antes de
acercarme a la ventana para que pueda entrar el mayor idiota del
planeta. Si no necesitara su ayuda con la gente de abajo....
Capítulo Ocho
Saffie

¡Oh, mi caramelo pegajoso! ¿Qué demonios acabo de dejar pasar?


No es realmente el qué, lo que me desconcierta tanto como el
dónde. No puedo creer que haya dejado que Cooper... durante una
situación de rehenes, precisamente. ¡Hombres armados al final del
pasillo, por Dios!

—Saff, este es mi compañero, Adam. Adam, esta es


Seraphina. —Tomo la mano que Adam me tiende antes de que
Cooper continúe—. Y muy tomada.

—Uh, sí. Lo entendí cuando me acerqué y vi tu cabeza enterrada


en...

Cooper le gruñe mientras mi rostro estalla de calor. Estoy seguro


de que mi rostro está rojo como si me hubiera tragado el sol.

—¿Cuál es el plan de juego aquí? —Adam es alto, solo un pelo por


debajo de Cooper y es moreno donde Cooper es claro. Bueno, más
claro. Cooper tiene un aire oscuro que dice que no tiene miedo de
joder a alguien. Es sexy como el infierno y aparentemente algo que
no puedo resistir. Adam es caliente pero Cooper es... otro nivel de
calor que para mí hace que no haya competencia entre los dos
hombres. Si viera a estos hombres al otro lado de la habitación al
mismo tiempo mis ojos seguirían siendo atraídos por Cooper.
Cada vez.

—Tienes un plan, ¿verdad?


—Tengo objetivos —dice Cooper como si hubiera tenido esta
conversación con Adam antes. Creo que Adam es el planificador
de los dos mientras que Cooper se deja llevar por su instinto en la
mayoría de las cosas. Lo que explica por qué me agarró en el suelo
y me besó tan espontáneamente—. Sacar a la gente a salvo,
arrestar a los malos y evitar que le disparen a alguien.

—Eso... no es... —Adam se palpa la cara y se aprieta el puente de


la nariz—. Necesitamos una distracción, algo que les haga mirar
hacia un lado mientras sacamos a los rehenes por el otro. —Me
mira a mí—. ¿Qué opinas de la desnudez pública?

Mis ojos se abren enormemente y mi boca se queda abierta.

—No va a enseñar las tetas a nadie, Adam. ¡Bastardo! ¿De verdad


quieres que abra fuego contra todo el que la vea? Entiendo que
son tipos malos, pero maldita sea, eso es un poco oscuro, ¿no
crees?

Me relajo más cuando me doy cuenta de que es sólo la forma en


que estos dos hombres interactúan y que Adam no está pensando
realmente en mí como una distracción con tetas. Entonces un
pensamiento flota en mi mente.

—¡No, espera! —Ambos hombres se vuelven hacia mí—. No es una


mala idea.

Me encuentro con una mirada de “oh, diablos, no” de Cooper y


una ceja levantada de Adam.

—No lo de las tetas, sino una distracción visual. Una que les dé a
los dos el tiempo suficiente para empezar a sacar a la gente.

—¡Oh, diablos, no! No hay forma de que te deje acercarte a esos


tipos.
—No tienes que hacerlo. —Ahora tengo la atención de ambos—.
Estas casas viejas, todas tienen pasillos de servicio y puertas
ocultas para que el personal entre y salga sin ser visto. No tienes
que encontrar una salida. Sólo tienes que encontrar una manera
de llevarlos a un lugar seguro mientras el resto de tus amigos
entran y arrestan a los ladrones.

—Llévalos a través del pasillo de la servidumbre y sal por ahí. —Le


doy a Adam una sonrisa y asiento.

—Eso sigue sin responder a la pregunta sobre qué tipo de


distracción vamos a idear Y mantenerte a salvo. —Cooper retoma
la conversación sobre el problema original.

—Magia —explico mi plan y Adam se asegura de que los chicos del


exterior están a bordo ya que todo tiene que estar sincronizado.
Justo antes de ocupar mi lugar, respiro profundamente y trato de
convencerme de no hacer algo tan estúpido.

No soy... esta persona. No soy una actriz ni alguien que pueda


hacer una mierda intrincada como esta. Pero soy la única aquí así
que... tengo que resignarme. Vuelvo a respirar profundamente y
salgo a la luz. Cuando oigo jadeos sé que está funcionando. Una
mujer grita y todos los presentes empiezan a señalar.

No estoy en la sala. Mi imagen se proyecta en uno de los espejos


mediante humo e iluminación. Cuando los ladrones se giran para
ver por qué todo el mundo se exalta tanto, empiezo.

—¡Han venido por mi corazón! —Lo digo lo suficientemente alto


como para que retumbe por toda la casa y asuste a los cuatro
hombres armados.

—¡¿Qué demonios?!
—¡Pero no puedes tener mi corazón! —La niebla comienza a rodar
por la habitación por cortesía de las dos máquinas de humo que
tenemos funcionando en cada entrada—. ¡El único hombre que
tendrá mi corazón es aquel al que se lo entregue!

Mis ojos se encuentran con los de Cooper durante un breve


instante antes de volver a centrar mi atención en nuestro acto.
Está trabajando con Adam para asegurarse de que todo el mundo
pueda llegar a la pared del fondo, donde está el pasillo de los
criados. Me mira y me dedica una sonrisa torcida antes de
guiñarme un ojo.

—No puedes encontrar mi corazón. Nunca encontrarás mi


corazón. No importa cuánto tiempo lo busques.

—¡A la mierda con esto! —Uno de ellos dispara al lugar donde se


proyecta mi imagen, pero yo sólo giro un poco el espejo frente al
que estoy para que mi imagen aparezca justo al lado de donde
dispararon.

—¡Se lo he dicho, chicos! ¡Les dije que no deberíamos estar


jodiendo con esta mierda! ¡Es cierto! ¡La esposa asesinada volvió
para mantener su collar a salvo!

—¡Cállate, idiota!

El último en hablar empieza a girar hacia la parte de atrás.

—¡Detente! —Me da un poco de pánico. Todavía hay gente que


Cooper no ha podido sacar. Justo en ese momento, un ruido a un
lado hace que no sólo los hombres miren hacia allí, sino también
yo, como si realmente estuviera en la sala. Se oye un gemido que
me produce escalofríos. Ese no lo he hecho yo. Sin embargo, antes
de que pueda entender lo que está ocurriendo, las puertas se
abren de golpe y la policía entra a raudales. Llegan tantos que los
cuatro chicos bajan sus armas inmediatamente y levantan las
manos.

Tan rápido como empezó todo, se acabó.

Pero no ha terminado como yo pensaba. Cuando me conducen al


exterior, hay tanto ruido y luz a mi alrededor que me pierdo en la
confusión. Hasta que unas manos se posan en mis hombros y me
giran para mirar a esos ojos azul eléctrico que he estado buscando
desde que nos separamos.

—Mi capitán tiene que hablarnos de algo y tendrán que tomarte


declaración.

Me toma de la mano y me lleva hasta donde está un hombre


grande que mastica un cigarro sin encender.

—Capitán, esta es Seraphina. No podríamos haber sacado a toda


esa gente de forma tan segura si ella no hubiera pensado en una
distracción.

Me sonrojo. Lo hace sonar como si se me hubiera ocurrido una


idea asombrosa cuando en realidad sólo la vi en una repetición de
uno de mis programas favoritos. Estrecho la mano del hombre
grande y él cambia el lado en el que está el cigarro, lo que me hace
preguntarme si se da cuenta de que lo tiene en la boca.

—Ah, la mujer que finalmente atrapó a Cooper como un pez en un


anzuelo.

—¿Qué? No... —se ríe y le da a Cooper una palmada en la espalda


mostrando toda una hilera de dientes blancos y brillantes. No
quiero que Cooper piense que estoy tratando de atraparlo o algo
así, como si puedo tratar de atraparlo.

—Es un maldito placer conocerte, Saffie. Y ojalá nos hubiéramos


conocido en mejores circunstancias.
—¿Tenía algo que quería decirle, Capitán?

—Oh, sí. Maldita sea la vida sucia de los bajos fondos. Saffie, voy
a ser sincero contigo porque sé que es a lo que estás
acostumbrada si tienes que aguantar a este hombre. —Oh Dios,
por la forma en que habla parece que Cooper y yo llevamos tiempo
saliendo cuando en realidad nos acabamos de conocer—. Los
payasos que retuvieron a todo el mundo están más envueltos que
las piernas de una monja y están hablando... sobre todo por los
acuerdos de culpabilidad. Francamente no me está gustando lo
que tienen que decir.

Suelta un gran suspiro y mira a Cooper y luego de nuevo a mí.

—Fueron contratados para encontrar el collar —me dice Cooper


como si esta pequeña pieza de información pudiera aclarar todo lo
demás.

—Están señalando a Brendon Mayborne.

Puedo decir que mi boca está floja ante las palabras del capitán.

—¿El descendiente de Mayborne?

El Capitán asiente.

—¡Eso es una barbaridad, no! Dios, el papeleo que esto me va a


causar.

—Se enfado el año pasado cuando tuvo que ceder las acciones de
control de la casa y el comité que la regenta decidió convertirla en
un museo a tiempo completo. —Adam se acerca para situarse
detrás de Cooper, que aún no ha soltado mi mano mientras nos
habla a los dos.

—Supongo que al hombre se le fue la cabeza cuando se dio cuenta


de que no iba a tener tiempo para dar vueltas en busca del collar
como creía. Cuando se enteró de que se habían encontrado los
papeles y los viejos diarios de Sarah en la pared, pensó que la
respuesta estaría ahí seguro. Contrató a estos tipos para que
robaran los papeles y el collar si podían encontrarlo a tiempo.

—¿A tiempo? ¿A tiempo para qué?

—Antes de que alguien empezara a echar de menos a la gente de


la fiesta, supongo. Lo que nos lleva de nuevo a lo que quería
hablar contigo. Envié una unidad a buscar a Mayborne pero no
pudieron encontrarlo. Ha desaparecido.

No entiendo muy bien por qué todos estos hombres grandes están
de pie mirándome.

—No digo que haya estado aquí en la fiesta pero... no me


extrañaría que le llegara la noticia de que sus planes se han
frustrado. —Oh, mierda. Un escalofrío me recorre la espalda
mientras empiezo a sumar dos y dos—. Imagino que querrá tomar
represalias contra los responsables de eso.

—¿Así que crees que Mayborne va a venir por mí?

—Digamos que eres el único de los tres que no duerme con un


arma. He mencionado ponerte una patrulla para que estés a
salvo —oh, mierda, eso suena terriblemente complicado— pero
aquí Cooper dice que no la necesitarás.

—¿Qué? —Me sorprende un poco que Cooper diga algo así hasta
que me giro para mirarlo. Sus ojos son de un azul tormentoso y
hay una mirada en su rostro que me produce un escalofrío más
cálido.

—Te vas a venir a casa conmigo. —Esboza una sonrisa de lado


que promete todo tipo de cosas—. Justo donde debes estar.
Capítulo Nueve
Saffie

Estar de vuelta en el jeep de Cooper fue una experiencia para


recordar. Sólo podía pensar en la primera vez que me llevó al
asiento delantero. Por suerte, no tengo mucho tiempo para pasear
por el carril de los recuerdos antes de que entre en un conjunto de
condominios por los que paso todos los días de camino al trabajo.
Puede que algún día imagine vivir en uno de ellos.

La parte trasera del condominio da a la bahía y desde el salón se


oye el tintineo de los cierres metálicos de los barcos chocando
suavemente contra sus mástiles. Es un sonido realmente apacible
que me hace desear inmediatamente dejarme llevar a la deriva, si
no a la deriva, sí a un lugar donde pueda fingir que soy alguien
que podría quedarse aquí para siempre.

—Tienes una casa preciosa. Apuesto a que las puestas de sol aquí
son increíbles.

—Tendrás que contármelo alguna vez.

Sus palabras hacen que mis ojos se hagan más grandes. Entiendo
que ha dicho que aquí es donde debo estar, pero... ¿por cuánto
tiempo? Supongo que depende en gran medida del tiempo que me
tengan que vigilar. ¿Y después qué? Me alejo de la vista de la
bahía exterior y me centro en lo que tengo adelante.
Ambos seguimos con nuestros trajes de Halloween, lo cual es un
poco surrealista. Él ha perdido su capa, pero sigue siendo el
vampiro sexy que me hipnotizó por primera vez desde el otro lado
de la habitación. Se mueve por la habitación hacia mí y no me
atrevo a alejarme. En todo caso, me muevo a su encuentro para
que podamos tocarnos antes.

Nuestros labios chocan y, al igual que el sonido del estruendo


exterior, es una mezcla perfecta de sonido y fuerza que me hace
querer flotar. Mis manos bajan por su espalda cubierta con tela
suave hasta que puedo agarrar su trasero. He descubierto que me
gustan los culos, soy una mujer de culos. Su boca recorre la
columna de mi garganta y me pone la piel de gallina. Inclino la
cabeza hacia atrás para que tenga mejor acceso a mi cuello. La
succión de su boca me hace preguntarme si va a dejar una marca.
Realmente espero que me deje su marca.

Me sujeta la nuca para poder inclinarla aún más, lo que hace que
mis manos tengan que apartarse de su culo. Mis dedos
vagabundos encuentran la amplia extensión de sus hombros,
gruesos y fuertes; estos hombros son lo suficientemente fuertes
como para cargar con una mujer y todos sus problemas cualquier
día.

Su lengua baja para poder lamer la parte superior de mis pechos


antes de deslizarla hacia el espacio donde se encuentran. Inspiro,
deseando esto más que nunca. Sus manos se dirigen a la parte
posterior de mis piernas y me levanta. Lo ayudo rodeando su
cintura con ellas y sujetándome con fuerza.

Al principio no me doy cuenta de que nos estamos moviendo hasta


que mi espalda cae sobre una superficie blanda que debe ser su
cama. Él se desabrocha la camisa mientras mis manos
temblorosas intentan tirar de la cinta que sujeta mi corsé. En el
momento en que la aflojo lo suficiente como para mover el corsé
por encima de mi cabeza, sus ojos están clavados en mí con una
mirada hambrienta.

Mi falda desaparece antes de que sepa que la ha agarrado. Mis


manos tiemblan aún más cuando bajan hasta su cinturón. Su
cabeza cae sobre mis pechos y me hace gritar mientras agarra mis
manos con las suyas para clavarlas en la cama junto a nuestras
cabezas. Me abro gustosamente a él. Le dejo todo el espacio que
necesita mientras acomoda sus caderas entre mis muslos.

Intento liberar mis manos para poder explorar su cuerpo como él


está explorando el mío, pero se niega a dejarme ir. En cambio,
cuando siente que intento romper su agarre, entrelaza nuestros
dedos para que quedemos palma con palma mientras me da besos
desde los labios hasta la punta de los pezones.

Grito mientras me empuja a abrazar cada sensación que me está


dando. Por último, desciende llevando su lengua por todo mi
cuerpo. Me lame el centro y juega con mi clítoris, todo eso sin
soltar mis manos unidas a las suyas. Tengo mi primer orgasmo
rápidamente debido a lo sensible que ha hecho mi cuerpo.

Toda la noche he estado callada y ahora lo compenso con fuertes


jadeos y gemidos que terminan con su nombre y un grito de
sumisión. Con el talón del pie recorro su espalda, disfrutando de
la sensación de sus músculos en movimiento mientras se alimenta
de mí. Aunque sólo sea una noche, unas pocas horas, reviviré este
momento con Cooper durante el resto de mi vida. Una y otra vez.

Clavo mis talones mientras me lleva más y más alto hasta que mi
cuerpo no puede soportar más. Se rinde a sus exigencias y un
torrente de fluido sale de mí hacia él. Juro que gruñe como un
animal salvaje cuando esto ocurre. Su boca y su lengua se
mueven tan deprisa para obtener cada gota que me hace alcanzar
otro orgasmo tan intenso como el anterior.
Se acerca a mí y me besa, con mi propio sabor en su lengua. Me
excita darme cuenta de que también lo he marcado. Compartimos
el sabor de mi liberación antes de que rompa el beso y me mire
fijamente a los ojos. El beso es tan potente, tan envolvente, que no
me he dado cuenta de que se ha sacado la polla y está esperando
en mi abertura a que lo acepte. Pidiendo permiso al sentirla.

Sus ojos arden en los míos pidiendo el derecho a seguir.

—Por favor. —Esta vez tomo su boca y muevo mis caderas para
que entienda que estoy más que lista. Me empuja suavemente,
haciendo que me penetre con solo la punta.

El aire me abandona en un jadeo mientras él empuja lentamente


al interior. Me susurra mientras sus ojos no se apartan de los
míos.

—Quiero mirarte en el momento en que te quito la inocencia.

Sus palabras me ponen al borde del abismo, incluso cuando su


polla me lleva a un nuevo lugar en el que estar repleta de él me
excita a un nivel completamente nuevo. Es tan grande y me siento
tan llena.

—Tan llena. —Sale de entre mis labios que están firmemente entre
mis dientes donde el sabor de Cooper persiste todavía.

—Tan apretado. —Responde a mi respiración compartiendo


conmigo su experiencia de lo que está pasando—. ¿Estás segura?

—Sí. Te deseo más que... yo...

—Nunca he deseado más algo. —Termina el pensamiento por mí


antes de empujar sus caderas hacia adelante y abrirse paso. Hay
un pequeño pellizco de dolor antes de que la sensación de estar
llena lo abrume.
—¡Santo Dios! Es como una experiencia religiosa y mágica, todo
envuelto en un paquete apretado y perfecto. —Sus labios chocan
con los míos y hunde su lengua en mi boca como hunde su polla
más profundamente en mi coño. Cada centímetro caliente y duro
se introduce en mi interior hasta que estoy segura de que no
puedo aguantar más y, sin embargo, de alguna manera, me da
más.

Me muerde el labio, pero no lo suficientemente fuerte como para


extraer sangre o causar dolor, sólo lo suficiente como para
aumentar el placer que me está dando cuando finalmente llega al
final. Ha entrado hasta el fondo. Cada centímetro. Su polla choca
con algo profundo y suave dentro de mí que hace que mis muslos
empiecen a temblar. Se retira y vuelve a entrar, tocando el mismo
punto, haciéndome gritar su nombre.

—Cooper, ooh, tú tienes... algo... ¡ahhh! —Me faltan las palabras


mientras él establece un ritmo constante de uso de su polla para
masajear esa parte enterrada en lo más profundo de mí—. ¡Oh
Dios, Cooper!

—Eso es, nena. Dame otro gran orgasmo para que estés bien
abierta para lo que tengo que darte. —Me acaricia el cuello
mientras me aferro más a él, esperando que pueda evitar que
salga volando porque sentirse así no puede ser real. Tiene que
significar que estoy a punto de morir o de tener alguna otra
experiencia que altere mi vida. Empuja con fuerza una última vez
mientras baja el pulgar para rozar mi clítoris y grito su nombre
tan fuerte que me resuena en los oídos. Mi cuerpo explota de
placer, inundando su polla con los resultados de mi clímax.

Me hace caer de nuevo en el borde cuando se libera dentro de mí.


Su semilla es tan cálida y espesa que es imposible que no me dé
cuenta cuando se corre. Me hace gritar por última vez antes de
que nos acueste y me duerma encima de mi amante.
La idea es tan nueva y tan extraña para mí que me despierta
bruscamente y mi mente tropieza con las cosas ocurridas hoy.

Sin pensarlo, suelto:

—¡Ya sé dónde está el collar!

—Hmm, qué bien.

Levanto la cabeza para poder mirarlo:

—¿Me has oído? Sé dónde escondió Sarah el collar.

—¿Qué? —Ahora está completamente despierto como yo y me


presta toda su atención.

—Dijo que lo dejó en el lugar donde perdió el suyo por primera


vez, donde perdió su corazón. —Me mira y espera—. Si fuera a
dejar algo para ti, lo dejaría en el primer lugar donde te vi. El
primer lugar donde nuestros ojos se encontraron.
Capítulo Diez
COOPER

Ella no se da cuenta de lo que me está revelando, de lo que me


está diciendo. No la presiono ni le llamo la atención. No en este
momento. En su lugar, me limito a responder a la pregunta que
no me ha hecho.

—El salón de baile.

—El salón de baile. —Me dedica una gran sonrisa que ilumina
todo su rostro.

—Pero Ángela dijo que ya habían registrado allí, de arriba a abajo.

—Eso es genial, pero Sarah y su hombre no se conocieron en un


salón de baile. Ella lo vio por primera vez...

—En el jardín. —Lo decimos al mismo tiempo haciendo que cada


uno sonría más—. Pero el jardín ha sido cambiado varias veces a
lo largo de los años.

—Pero no el cobertizo del jardín. Y ése es el único lugar en el que


podía estar cien por ciento segura de que su esposo no miraría,
porque no podría molestarse en ir a un lugar tan bajo.

La beso con fuerza y nos hago rodar hasta que ambos estamos de
pie.
—Vamos a buscar un collar.

Volvemos a la casa y nos escabullimos hacia el jardín de la parte


trasera. Me lleva a la estructura de ladrillos donde nos besamos
antes. En el suelo está la misma lata de pintura vacía que se cayó
cuando yo estaba perdiendo la concentración en todo lo que no
fuera Saff.

Saff va directamente a la lata y empieza a agacharse sobre sus


manos y rodillas. No me gusta verla en esa posición. Bueno, no
por nadie más que por mí. Y eso sólo si estoy detrás de ella. Voy a
ayudarla a levantarse cuando se hunde aún más como si buscara
algo en el nivel del suelo.

—¿Te das cuenta de que probablemente fuimos las primeras


personas que se mostraron amor en este mismo lugar desde que
Sarah y su amante estuvieron aquí? —Murmura en el suelo, muy
distraída—. Cooper, creo... creo que veo algo.

Se levanta y camina hacia una mesa de trabajo pegado a la pared.


Una vez allí, vuelve a arrodillarse y mete la mano bajo el asiento.

—Ten cuidado, Saff.

—Oh, creo que... casi puedo... maldita sea. —Ella golpea su mano
en el suelo y comienza a mirar alrededor—. Pásame esa cosa de la
paleta que está ahí, por favor.

Le doy la herramienta y vuelve a hurgar bajo el banco. Algo suena


y entonces cae al suelo una pequeña caja de metal. La saca y
utiliza la paleta para romper el candado oxidado del lateral.

Me acerco a ella, sintiéndome repentinamente protector con ella


sin ninguna razón. Una vez que abre la caja, hay una bolsa de
terciopelo junto a una carta muy vieja y desgastada. Le tiemblan
las manos cuando la saca de la caja y retira los bordes. Dentro
está el Corazón de los Dolores.

La piedra es de un feroz azul púrpura y todo su alrededor es de


oro con volantes. Debe ser casi tan grande como la palma de mi
mano. Cuando Saff lo levanta para que podamos verlo mejor, me
doy cuenta de que es tan grande... más grande... que la suya.

—Es el Corazón. Tocado por última vez por dos personas que se
amaron más que nada, más que la libertad, más que el dinero,
más que el miedo a morir por el otro.

Antes de que pueda ayudarla a ponerse en pie, una sombra se


mueve delante de nosotros. Entrando en la lúgubre luz de la
bombilla que cuelga del techo aparece Brendon Mayborne. El
Tercero. Con un arma en una mano y una linterna en la otra.

—Ese collar es legítimamente mío. Pertenece a mi abuelo y me lo


voy a llevar ahora.

—No. —Me muevo para ponerme adelante de Saff. Lo último que


quiero es que discuta con este hombre—. Pertenece a Sarah y ella
definitivamente no querría que tú o cualquiera de la gente de tu
abuelo lo tuviera. Ella querría que fuera al museo.

—Esa puta infiel y su bastardo gnomo de jardín no sabrían qué


hacer con un collar tan caro. Se lo escondió a mi abuelo para
poder utilizarlo para financiar su vida con ese campesino.

Siento que Saff se tensa detrás de mí, dispuesto a luchar por la


mujer que murió por amor.

—Sabes, es un poco extraño, las similitudes entre tú y tu amante


común.

Me sitúo más completamente frente a Saff sin que me guste la


forma en que este tipo está mirando a mi ángel.
—Sí —ahora tengo toda su atención— pero no soy un jardinero...
¡Y vine con refuerzos!

Me doy la vuelta y atraigo a Saff hacia mí. Nos tira al suelo para
que estemos fuera de la línea de visión en caso de que se dispare
alguna bala perdida mientras Adam y otros colegas entran en la
sala. La atraigo más hacia mí y la cubro mientras la conmoción a
nuestro alrededor aumenta y luego disminuye.

Mi capitán vuelve a salir para ocuparse de la atención de los


medios de comunicación. La noticia de que se ha encontrado el
collar se extiende por toda la ciudad, de modo que incluso mis
hermanas acuden a echar un vistazo al Corazón. Pasan varias
horas hasta que vuelvo a tener a Saff para mí solo.

—Así que... supongo que ahora ya no tengo que estar protegida ni


vigilada. Ahora que has atrapado a todos los malos.

Sus ojos parecen tristes y puedo adivinar lo que está pensando.

—Oh, no sé nada de eso, ángel. Una mujer con tan buen aspecto
como tú, creo que tendría que estar “vigilada” todo el tiempo. —La
acerco y me inclino para besarla.

El cielo empieza a clarear cuando por fin la llevo a casa. Cuando


salimos, tuvo que ponerse una de mis camisetas de policía y un
par de leggings que Michelle dejó en mi casa. Le quedaban
demasiado largos, pero de alguna manera, se adaptó a ellos.

—Es el Día de Todos los Santos.

—Hmm, creo que tengo el mejor regalo de todos este Halloween.

Me acerco a donde ella está mirando por las grandes ventanas y la


rodeo con mis brazos.
—Sabes que verte de pie en mi sala de estar anoche me dio
muchas ideas sobre este mismo lugar.

—¿Ideas? —Sus cejas se arrugan en el ceño más bonito del


mundo, tratando de averiguar qué tipo de ideas se me pasan por
la cabeza.

—Oh, sí. Creo que estarías impresionante... no es que no lo estés


ya... con la luz de la luna resaltando tus pequeñas y sexys curvas
mientras te follo contra esta pared de cristal y tú miras la bahía de
abajo.

—Oh —dice la palabra entrecortada, con las comisuras de la boca


torcidas en una pequeña sonrisa secreta. Le gusta la idea.

—¿Por qué no vemos si los primeros rayos del sol hacen lo


mismo? —Tomo sus manos y la giro colocándolas contra el cristal
para poder tener rienda suelta sobre este hermoso cuerpo que
tiene.

Paso una de mis manos por debajo de la camiseta que lleva puesta
y encuentro sus pechos desatados esperándome. Cuando tomo
uno en mi mano, ella gime y empuja su culo contra mi polla cada
vez más dura. Su cabeza cae hacia atrás y aprovecho la invitación
que me hace para colocar mis labios a lo largo de la dulce
columna de su cuello.

Con la otra mano, le bajo los leggings hasta que puedo jugar con
su clítoris como sé que le gusta. Me da otro gemido ahogado antes
de que capture su boca con la mía. Mi polla sale en un momento,
lista para ella. Me deslizo dentro de su calor, aún apretado, antes
de retirarme para mirarla a los ojos.

—Quédate… Quédate conmigo.


Las emociones se reflejan en su rostro y me muestran cada
pensamiento, cada preocupación.

—Hoy, esta noche, mañana, al día siguiente... —dejo caer besos


por su rostro, por su mejilla y por su nariz— y al día
siguiente. —Quiero pedirle que sea para siempre, pero tampoco
quiero asustarla. El para siempre llegará. Siempre y cuando
consiga que esta hermosa bruja me prometa esta noche.

Me dedica otra de esas sonrisas secretas y me besa antes de


responder.

—Me quedaré todo el tiempo que quieras.

Todavía no se da cuenta, pero esta mujer no se va a ir a ninguna


parte porque la querré mientras me quede aliento en el cuerpo. Y
tal vez más allá. Si el amor puede atravesar esa línea divisoria,
entonces encontraré la manera de hacerle saber que siempre la
querré. Ella nunca me dejará y yo nunca la dejaré.
Epílogo Uno
Saffie

Tres semanas más tarde.

¡Oh, esto no es bueno! ¡Esto no es bueno! Estoy a punto de


vomitar por todas partes. Y esta vez no creo que tenga nada que
ver con el problema que acabo de confirmar que tengo. Me pongo
a llorar. ¿Qué más puedo hacer? Lo he jodido todo.

Estas últimas semanas han sido de las más mágicas y felices que
he tenido. Cooper me ha hecho sentir tan amada y deseada. No
puedo recordar una noche que no haya pasado con él. Me doblo
por el peso de la preocupación que me invade.

—Ángel, ¿estás en casa?

¡Oh, mierda! ¡Oh, mierda! ¡Oh, mierda! Me apresuro a limpiar las


lágrimas de mi rostro y a meter las pruebas en el armario bajo el
fregadero antes de abrir la puerta y salir corriendo al encuentro de
Cooper. Lo último que voy a hacer es estropear sus vacaciones, ya
que es la primera que voy a pasar con su familia. Doy la vuelta en
la esquina justo cuando viene a buscarme.

—Yo... estoy aquí. —Mierda, creo que mi voz se ha quebrado en


ese momento—. ¿Tuviste un buen día en el trabajo?
—Hmm, estuvo bien. —Me mira de arriba a abajo y estoy segura
de que estoy atrapada—. ¿Qué pasa?

Empiezo a negar con la cabeza, pero cuando intento decirle que no


pasa nada se me atasca la garganta. En un segundo está adelante
de mí y me estrecha en sus brazos. Y todo lo que puedo hacer es
sollozar en su pecho.

—Lo... siento mucho. —Debió levantarme porque lo siguiente que


sé es que ambos estamos sentados en el sofá, yo en su regazo.

—No lo hagas. No lo sientas, cariño. Sea lo que sea, no tienes que


lamentar nada. —Sus palabras sólo me hacen llorar más—. ¿Qué
ha pasado? Dime qué pasa para que pueda arreglarlo.

—Yo... creo que... —oh Dios, esto es tan difícil— creo que...
estoy...

—Cariño, dime. —Empieza a limpiar las lágrimas que se han


deslizado por mis mejillas—. Tus lágrimas me están matando,
cariño.

—Creo que estoy embarazada, Cooper.

Durante unos segundos se queda quieto mirándome. Entonces los


lados de su boca se inclinan hacia arriba en lo que sólo puedo
comparar con la sonrisa de alguien que está muy satisfecho de sí
mismo.

—¿Por qué lloras?

Es mi turno de quedarme quieta y mirarlo fijamente.

—¿Qué quieres decir con “por qué lloras”? Estoy llorando porque...
porque... —tengo que apartar la mirada de él demasiada asustada
por lo que pueda decir— Porque no quiero que me odies porque no
he hecho nada... tomado algo a tiempo.
—¡¿Qué?! —Sus palabras me hacen girar mi cabeza para
encontrarme con sus ojos ahora. Parece sorprendido y un poco
enfadado.

—No he ido al médico y no me he puesto un anticonceptivo.

—¿Por qué ibas a hacerlo?

Sus palabras no tienen ningún sentido para mí.

—¿Por qué iba hacer qué?

—¿Por qué ibas a tomar algo?

—Porque... nosotros... realmente no hemos... bueno, no hemos


definido qué... hacia dónde... va todo esto. Yo... he amado estas
últimas semanas pero...

—Whoa, whoa, whoa. No hemos definido esto porque para mí es


bastante obvio a dónde vamos. He estado vertiendo semen en tu
dulce coño virgen durante las últimas dos semanas sin pensar en
que haya un condón entre nosotros. Y nunca dejaría esto sólo a ti,
por un lado. Por el otro, no tienes que preocuparte por lo que voy
a pensar sobre esto porque te lo diré con gusto... ¡Estoy
jodidamente extasiado por eso! Espera... ¿cómo lo sabes? ¿Dijiste
que crees que podrías estarlo? ¿Te has hecho una de esas
pruebas?

Asiento.

—¿Dónde está? ¿Lo guardaste?

—Está... está en el baño. Bajo el armario.

—Tenemos que guardarlo. —Empieza a colocarme a un lado, pero


luego se lo piensa mejor y me levanta para llevarme al baño.
—No creo que eso sea algo que puedas guardar... considerando
que yo...

—No. Nos lo vamos a quedar. No me importa que te hayas orinado


en él.

—Entonces... tú... estás de acuerdo con esto.

—¡Joder, sí! ¡Estoy mejor que bien! ¡Oh, mierda! No puedo esperar
a decírselo a mamá y a las chicas. —Las chicas es como se refiere
a sus hermanas.

—Tú... no crees que sea demasiado pronto.

—Nena, llevo tres semanas intentando dejarte embarazada, ya es


hora si me preguntas. Me habría casado con tu culito esa noche si
me lo hubieras pedido. Con traje de bruja y todo.

—¡¿Qué?!

—He sabido que te amo desde el momento en que te miré al otro


lado del salón de baile. Nunca ha habido un momento en el que
haya dudado de que eres para mí.

Me besa con fuerza y le devuelvo el beso con la misma fuerza. Él


es todo mi mundo. Los dos empezamos a reír mientras él me
coloca en la cama.

—Coop, tu mamá y tus hermanas van a llegar pronto.

—Sí. Creo que me entenderán y tienes mucho que agradecer, mi


pequeña bruja.

Durante la siguiente hora, me muestra lo feliz que está por el bebé


y tenemos que posponer la cena con su mamá y sus hermanas.
Pero no les importó en absoluto, sobre todo cuando se enteraron
del motivo.
Epílogo Dos
Cooper

Un año más tarde.

Observo cómo mi pequeña esposa baila del brazo con mis


hermanas. Las tres mujeres están utilizando esta noche como una
especie de celebración. No sólo para mí y mi ángel, sino también
para mi hermana y mi compañero, Adam. Se juntaron muy pronto
después del incidente de Halloween.

Y meses después de eso, Saff y yo volvimos al salón de baile...


para la recepción de nuestra boda. Ella dio a luz a nuestro
pequeño hijo unos siete meses después de eso. Todavía está
amamantando a Tyson. Odio decirle esto, pero el médico que le
dijo que no podía quedarse embarazada mientras amamantaba le
mintió.

¿Cómo estoy tan seguro de que mi dulce brujita está embarazada


de nuevo tan pronto después de tener a nuestro hombrecito? Esta
vez sé qué esperar, qué probar. Nada en este mundo es tan
cremoso como el coño de mi esposa cuando lleva a mi hijo dentro
de ella.

Vuelve a la mesa riendo con los demás. Coloco mi mano sobre su


vaso cuando va a tomar un trago.

—No bebas eso.


—¿Qué? ¿Por qué? He extraído la leche justo antes de venir, Ty
debería tener más que suficiente para que esté bien si me tomo
una bebida.

No muevo la mano. Sólo le doy un pequeño movimiento de cabeza


mientras mi boca se levanta en una sonrisa. Pero no soy la única
que capta las pistas del otro. Mi ángel sabe que está pasando algo.
Observo su rostro mientras lo resuelve en su cabeza.

—Oh, Cooper. Dime que no lo hiciste —la sonrisa de mi rostro se


amplía—. Dime que no me has dejado embarazada otra vez.

—¿Te enfadarías conmigo si lo hiciera?

Esa sonrisa secreta suya, inclina sus labios hacia arriba.

—No, claro que no. —Se acerca para poder inclinarse y


susurrarme al oído, dejándome ver sus abundantes encantos—.
Pero voy a castigarte.

—Bueno, ha sido divertido celebrar con todos, pero tengo que


llevar a mi esposa a casa.

—¿Qué? No llevan mucho tiempo aquí. Mamá dijo que podía


vigilar a Ty toda la noche si lo necesitabas.

—Lo sé. Es exactamente por eso que debemos irnos, mis amigos.
Sis, te amo. Dile a Michelle que hablaré con ella pronto y que la
amo también.

Tengo su mano en la mía sacándola de la habitación en poco


tiempo.

—Oh Angela, si ves a Christy dile que le mando saludos. —Mi


esposa grita detrás de ella mientras la saco por la puerta y la meto
en mi jeep. Todavía vivimos en el condominio junto a la bahía,
pero pronto tendremos que mejorar.
Hago girar a mi sexy bruja por el salón para poder llevarla
bailando hasta nuestro dormitorio, mientras desato las cintas que
sujetan su corsé. Sí, este año nos hemos vuelto a vestir de bruja y
de vampiro. No pude evitarlo. Al igual que no pudimos evitar
celebrar nuestra boda en la casa de Mayborne. De alguna manera
todo se sentía como debía ser. Era como si estuviera destinado a
encontrar a Saff cuando lo hice y celebrar la boda en el jardín
donde dos personas encontraron el amor para siempre que
nosotros también hemos encontrado, es una bonita forma de
recuperar la narrativa para los dos amantes perdidos.

La tumbo en la cama y beso su suave cuerpo. El embarazo la ha


cambiado, pero a mí me encantan todos esos cambios. Sus
caderas y sus pechos están más llenos, más para que mis manos
los sujeten mientras le penetro su dulce coño. Su cuerpo muestra
la evidencia de haber crecido y dado vida a otro ser humano,
recordando que esta mujer es una creadora mágica a la que hay
que adorar y agradecer cada día. Y esas tetas con leche persiguen
tanto mis sueños que tengo que alimentarme a medianoche.

Es allí donde voy primero. Ella gime cuando la alivio. Siempre


están produciendo y le dan algunos problemas con lo llenas que
están. Estoy más que feliz de ayudarla a mantenerlos tan vacíos
como podamos conseguirlo. Pero no la hago esperar mucho.

Me deslizo en su calor. Y vuelvo a casa. Al igual que la primera


vez, ella me recuerda el regreso a casa. Ella es mi hogar. Esta
dulce brujita es la definición de hogar para mí y estoy muy
agradecido de haberla encontrado en una casa ligeramente
embrujada, bajo las luces de un salón de baile en la noche de
Halloween. El mejor regalo de la historia.
También por Jisa Dean
The Lake Series
Lake House
Lakeside Daddy
Down by the Lake
Lakefront Property
Back to the Lake

The Librarian Series


Booked
Overdue
Late Notice

The Brothers Series


Blue Venus
Crimson Deep
Violet Ends

The Within Series


The Animal Within
The Monster Inside
The Human Between
The Peace Within

The Hospital Series


Urgent Care
Code Blue
Under New Management

Stand-alones
Stocking Stuffer
Blind Love
All The Trimmings
Last Snow of the Season
Melt for Me
Burn for Me

The Black Star Series


Dark Redemption
Going Dark
Black Site
Outside the Wire
Code Bravo

The Taboo Series


Quarantine Bunny
You Bet
Sticky Business
For Hire
For Love
Too Intense
Dangerous Seduction
Double the Pleasure
PussyCat
Sir Richard's Portrait
Taboo X: Volume One
Half-Cocked

Hollywood Forever Series


Under My Tree
New Release
Never Say Never
Always

Ancient Monsters
Beneath the Calm

The Rise
Rule of the Animals

The Holiday Series


Hauntingly Ever After
Frightening Desires
Pumpkin Kisses
Baby Gravy
All Wrapped Up
Midnight Kisses
Provocative

Sweet Treats
Hard Candy

Sisters' Island
Something Borrowed
Something Blue
Something Old
Something New
Something More
Starting Something

¡Próximamente!

Below the Surface (Ancient Monsters: Libro Dos)


Ghost of a Chance
Double the Fun (Taboo: Libro Doce)

También podría gustarte