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04 Del Sida
04 Del Sida
Lic. Jorge Garaventa**
A Marta Dillon y Víctor Hugo Molina por ser autores en mi praxis de otra forma
de abordar lo impensable de la muerte acechante.
A todos aquellos que pese a las campañas de terror y de moral se cuidaron y nos
cuidaron.
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como antónimo de “sexualidad plena”. Es que se sabe, estas “doctrinas de la seguridad y
responsabilidad” no son las mejores alidadas cuando se trata de preservar la vida.
Pasemos entonces a “sexualidad responsable”. A ver: “sexo seguro y
responsable”...”¿Ud. sabe con quién está teniendo sexo su hijo en este momento?”. Si
“la solidaridad es un gesto que vuelve” y la sexualidad ha de ser “segura y responsable”,
bien haríamos en denunciar a nuestros vecinos ante la mínima sospecha de
irresponsabilidad pulsional.
No faltarán expertos que atribuyan nuestros criterios a la perdida de valores de
autoridad, a la caída de la función paterna, o a la horizontalidad de los roles familiares la
relatividad de nuestros conceptos que conspiran contra la necesaria “disciplina de
convivencia social”.
El éxito de algunas terapéuticas, los famosos cócteles, arrojan falsas conclusiones. El
VIH/SIDA no está erradicado, dominado ni prevenido. Quienes tienen acceso a la
medicación logran una cronificación asintomática y el retorno, inesperado, a una vida
sexual cuasi normal. Si se toman los recaudos necesarios la vida entre un portador y
alguien que no lo es no debería tener diferencias sustanciales mas allá de
particularidades individuales. Esto no avala la relajación de quienes se relajan hasta los
bordes “porque hoy nadie muere de SIDA”, afirmación errónea si las hay. Es cierto que
para un sector de la población mundial las cosas se han facilitado, pero no pocos, y
sobre todo, cuando no!, los sectores menos resguardados social y económicamente
siguen donando muertes a las estadísticas. Y no solamente en África!
Las campañas de moralización desmoralizan. Tarda en hacerse en las campañas que nos
ocupan lo que rápidamente comprendieron quienes se ocupan del tabaco y sus
perjuicios.
Las impactantes imágenes de pulmones cancerígenos y las peores pesadillas de muerte
para los fumadores no lograron disminuir el flagelo. El trabajo sobre lo que padece hoy
el fumador por sobre lo que le ocurrirá mañana ha dado muestras de mayor receptividad
por parte de aquellos a quienes se dirige. El núcleo “duro” de la lucha contra el cáncer
de pulmón y otras dolencias tributarias del tabaco está representado por la decisión
estatal de la inscripción mortífera en cada atado de cigarrillos. Nunca conocí a nadie que
haya desertado de su oficio de fumador luego de enterarse que el tabaco mata.
La “doctrina de la seguridad y la responsabilidad” caló hondo en algunos sectores de la
población, aquellos que no son delincuentes, no son drogadictos y por ende tampoco
son sidosos. Y al amparo de los más caprichosos entendimientos sobre las mencionadas
campañas alertaban sobre los brasileños como grupos de riesgo, las familias de los
adictos, los homosexuales, obvio, los baños públicos, y las mujeres con mas de un novio
y amante conocido.
En esta misma línea no hace muchos años una campaña en la que participaban
solidariamente personajes mediáticos expresaba...”si tenés SIDA decilo, yo tengo
derecho a decidir”. Ninguna mención, por supuesto a los efectos de la estigmatización y
discriminación hacia quienes se atreven a confesar su mal.
En esta insuficiente descripción hemos dejado para el final, e intencionalmente los
protocolos de encuesta a los donantes de sangre en lugares públicos y privados ya que
“los interrogatorios” merecen un capítulo aparte y desmienten descaradamente la
afirmación de las campañas acerca de que “si te cuidás podes disfrutar alegremente y en
plenitud de tu sexualidad”
Ocurre que en los inquisidores interrogatorios con que se acorrala al presunto donante
en el momento de su acto solidario ninguna pregunta alude al cuidado preventivo en las
prácticas sexuales, cuestión que es lo único que se debería indagar para no hacer una
intromisión perversa e injustificada en la intimidad del voluntario, intromisión que,
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además de ser política de estado y fundarse sobre datos falsos está avalada por
prejuiciosas resoluciones ministeriales. O sea, para afirmarlo con todas las letras: el
interrogatorio a que se somete a los donantes de sangre, como requisito ineludible
para permitirles su acto de amor por el otro, es un acto de lesa discriminación
Por supuesto quienes idearon semejantes inquisiciones descansan en la seguridad de que
una compulsa pública les daría la razón ya que el grueso de la población no estaría
dispuesta a recibir sangre homosexual. Una vez mas, se normatiza y se legisla desde el
prejuicio.
La cultura represora ha hecho una sustancial apertura hacia el colectivo homosexual
siempre y cuando se relacionen entre si, forniquen entre si, se casen entre si, y punto.
Nada de adopciones, integración plena, o lo que es peor, compartir la sangre
“seguramente envenenada por prácticas sexuales perversas”.
Decíamos antes que los protocolos descansaban en falsa data. Se dice que las
estadísticas siguen marcando a los homosexuales como el grupo de mayor riesgo de
portación de VIH. No se dice que esas estadísticas no provienen de los bancos de
donantes sino de aquellos lugares donde voluntariamente se realizan los análisis. Ese
ocultamiento no es un dato menor y tiene una clara explicación.
El único sector social que desde hace 25 años encara campañas de detección y
prevención hacia dentro de su comunicad es el homosexual. Las campañas, lejos de ser
hipócritas como las oficiales tiene importantes condimentos pedagógicos. No solo se
reparten preservativos sino que se enseña sistemáticamente a usarlos a la vez que se
advierte sobre los riesgos de ciertos de practicas sexuales complementarias a la
penetración y el sexo oral, que sin conciencia de riesgo podrían resultar tanto o más
perjudiciales que una relación sexual estándar.
Todo este paquete preventivo incluye además la concepción de que la única forma de
permanecer como portador sano es sabiendo que se es portador, por lo cual hay una
alusión constante a examinar acerca de si se aloja o no el virus. La alta conciencia
lograda en estas décadas de prédica insistente redunda en que es el único sector social
que masivamente acude a hacerse análisis, lo cual explica la alta incidencia en relación
a quienes no ejercen sectorialmente la práctica diagnóstica.
Cae de maduro que otra sería la historia estadística si esto se contemplara y si en vez de
disfrutar en vetar homosexuales en los bancos de donación se instara seriamente a la
población a cuidarse de si mismos y no de los diferentes.
Tan solo a modo de ejemplo vamos a citar algunos interrogatorios de uso actual.
El Reglamento Técnico del MERCOSUR para Medicina Transfusional dice:
Hombres y/o mujeres que hayan tenido sexo a cambio de drogas o dinero y las
personas que han tenido sexo con ellos
Hombres y/o mujeres con múltiples parejas sexuales.
Hombres que hayan tenido relaciones sexuales con otros hombres y las parejas
sexuales de ellos.
Personas que hayan tenido relaciones sexuales con alguien con una prueba
positiva para HIV, Hepatitis B, Hepatitis C u otra infección transmisible por
sangre
Personas que hayan estado detenidas en una institución carcelaria o policial.
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Personas que se hayan realizado tatuajes u otra exposición no estéril a sangre u
otro material de riesgo biológico.
Personas que sean parejas sexuales de hemodializados y de pacientes con
historia de transfusión sanguínea.
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Adicto, con perdón de la palabra, que siempre he sido a la lectura de diarios, no podían
pasárseme de largo esas sutilezas.
Los escuadrones de la muerte que azolaron la patria de Lula joven fueron finalmente el
anuncio latinoamericano de las tres A*** conque el terror hizo escala antes de
apoderarse formalmente del Estado. ¿Y quién podría afirmar que las bandas armadas
que secuestran y matan niños de las favelas brasileñas no son el punto de llegada de
nuestro criollo y creciente gatillo fácil de la mejor policía del mundo y otras bandas
asociadas?. Ojalá el futuro nos muestre equivocados.
Oprimidos por el fantasma negador que pretende establecer la transversalidad solemos
decir que determinados fenómenos sociales escapan a las inequidades de clase y afectan
democrática e igualitariamente a todos los sectores. Previo aclarar, por supuesto, que
igualdad y democracia no son sinónimos y que en ocasiones ni siquiera se incluyen
sospechamos y a poco de mirar confirmamos que en estas cosas de “nos toca a todos”
algunos sectores son mas transversalizados que otros y con demasiada frecuencia,
“tocados” por la vara de la fortuna, acopian desgracias vitales con llamativa repitencia.
Se trata precisamente de los grupos sociales con derechos conculcados, negados, o
sencillamente inexistentes. Mujeres, homosexuales, niños
El SIDA desde sus propios comienzos denuncia el ejercicio irrestricto de la sexualidad
y, se sabe, la cultura represora tiene rápidos remedios para los “excesos”
Llamativamente mucho se ha hablado de sida y muerte en estos años y poco, demasiado
poco de prácticas preventivas para preservar el placer.
Como todo circulaba por las mismas épocas, duelábamos nuestra sexualidad perdida
con la misma pena que ante las vidrieras en la inflación alfonsinista sabiendo que ya
nunca tendríamos aquello que tanto habíamos disfrutado...o no tanto. Después de todo
ya Jorge Luis Borges había hecho escuela. En una charla con Antonio Carrizo,* y ya de
retorno de su estructural gorilismo aquel le preguntaba sobre el mito de que Gardel cada
día cantaba mejor. Es cierto, decía el escritor, cada día canta mejor. Cuando alguien
muere se lo idealiza, se lo perfecciona, pasa a ser casi ideal. Gardel canta mejor, Borges
dice maravillas siempre y nuestra sexualidad había sido el don más maravilloso que
habíamos disfrutado, y ya nunca mas, al menos no de aquella manera. Igual aún no
habíamos decidido si el avestruz o el convento, mientras las políticas oficiales
deambulaban en la confusión cual buscadores de huevos de tero.
Cuando se pretende el fracaso de una campaña nada mejor que salir a sembrar terror.
Como resultado se cosecharán buenas cantidades de conductas negadoras y por ende
autodestructivas.
No es poco señalar que en el medio hay muerte y sexualidad despedazada, sinónimo de
un mismo estado en diferente formato.
Lo cierto es que el VIH/SIDA está irremediablemente entre nosotros/as, que sigue
produciendo muerte y masacre sobre todo en quienes no tienen acceso a los
medicamentos o a la información de cómo hacerse de ellos, que los sectores jóvenes
están infectados de riesgo y sin protección seria y cierta, que la mujer compite
trágicamente con el hombre en la tabla de contagios, que hay notables avances en la
prevención del contagio vertical pero los beneficiarios directos son muchos menos de
los que podrían tenerlo a su alcance, al igual que los medicamentos, porque la falta de
información es tan asesina como la falta de prevención.
Durante largos años gente de todas las disciplinas ha trabajado en el combate, y como
en todo combate, ha ganado, perdido y empatado, pero se ha avanzado de manera
asombrosa. No está allí el problema. Ni siquiera la inequidad social lo es todo aunque
no es poca la colaboración que presta.
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Una vez mas el problema está en los funcionarios con poder de decisión en la
información y en la formación, y en los grupos de poder que presionan.
Hemos tenido ministros de salud que se han atrevido a enfrentar seriamente a la
corporación eclesiástica pero han bajado su beligerancia cuando se trata de sociedades
médicas con intereses específicos.
Este capítulo se propone apenas ser un intento de reflexión y denuncia. Hemos tomado
un tema sensible y caliente que estaba cómodamente instalado en la estigmatizada vida
homosexual pero que ya no lo contiene en exclusividad y tal vez ni siquiera
mayoritariamente. Mostramos apenas la punta del iceberg. Apelamos a la implicancia
de todos y todas. Señalamos un pequeño segmento para que quede claro que las
políticas científicas públicas no necesariamente se rigen por la racionalidad.
Demostramos al menos en un caso que hay prejuicio, discriminación y desinformación,
y que estos componentes, potenciados por la ignorancia y la inequidad social pueden
matar tanto o más que el VIH/SIDA.
Cerramos con nuestro homenaje y reconocimiento a quienes desde todos los estamentos
de la sociedad laboran por un mundo sin VIH. A ellos no los alcanza nuestra crítica ni
nuestra desilusión. Mas bien jalonan nuestra esperanza de que las cosas bien pueden ser
de otro modo. Que así sea!
**Psicólogo Clínico
Psyche- año III- Nº 25- 1988- Informe Especial SIDA- Marta Gordillo y Pedro
Fernández Mouján