Es archiconocido que somos un país discriminador en todos los sentidos, y es por eso que nos hemos propuesto conocer la historia de Daniel, un paciente positivo de VIH que además pertenece a la comunidad homosexual. Por medio de Juan Carlos, su mejor amigo conoceremos la historia. Por Rosario Soto Cáceres “Cuando me dijeron que era positivo, sólo pensé en ‘me cagué la vida y este huevón es el culpable’”. Así partió la historia de Daniel, un homosexual que lleva cerca de 10 años viviendo con el virus en su cuerpo. “Es difícil vivir siendo positivo en la comunidad, porque somos muy poco solidarios”, cuenta Juan Carlos, su mejor amigo desde hace 15 años y quien nos contó la historia de Daniel. El Virus Inmunodeficiente Humano, conocido como VIH llegó a ser conocido en el mundo en la década de los ’80. Es una patología que se transmite por contacto sexual o el uso de jeringas. Muy popular era en los ’80 las drogas sintéticas inyectadas, por lo que muchas personas se infectaron de tal manera, pero siempre fue una enfermedad ligada al mundo homosexual, y no era coincidencia, ya que los primeros pacientes positivos en el mundo eran del mundo gay o del comercio sexual. 1984 en Chile y se daba a conocer el primer caso de positivo en nuestro país, esto tres años después de que se confirmara en la comunidad homosexual de San Francisco, Estados Unidos, -una de las agrupaciones más importantes en el mundo gay- la existencia del VIH y sus consecuencias. El primer paciente confirmado en nuestro país era un profesor de 38 años quien falleció el mismo año, debido a los muy poco conocidos tratamientos para combatir la patología y el alto costo que abarcan estos mismos. Pedro Lemebel en su libro “Loco Afán: Crónicas de sidario” publicado en 1996 cuenta las historias de la comunidad chilena homosexual y sus repentinas llegadas a dar positivo. En un comienzo era una enfermedad casi elitista, ya que previo al ’84, solo quienes viajaban ala extranjero y llevaban una vida sexual totalmente descuidada podían llegar a adquirir el virus. Escribe en La noche de los visones, la historia de cómo las colas pitucas que cada veranos viajaban al extranjero terminaron con un boleto sin regreso a la muerte por el Virus inmunodeficiente humano. Juan Carlos apunta a que la comunidad homosexual además de discriminar a sus positivos, es muy pretenciosa y todos tratan de aparentar algo. “Si no vistes de Zara te miran como pobre… Eso es malo, porque nosotros aislamos a nuestros propios positivos y súmale que ya la sociedad también los bota por ser portadores”, dice. Relacionando esto con lo que dice Lemebel en su relato, los más adinerados compartían con todo el círculo homosexual de Santiago, pero seguían compitiendo por la ropa y por quién era mejor que el otro, lo que se mantiene hasta el día de hoy. Según las últimas cifras entregadas por el Ministerio de Salud cerca de 40 mil personas en el país son diagnosticadas con VIH positivos y sólo cerca de 20 mil se informa de esta situación para así mantener un tratamiento, algo que preocupa a las autoridades, ya que también aumentó la situación entre los adolescentes. En la encuesta realizada por INJUV (Instituto Nacional de la Juventud) sólo un 29,2% de los jóvenes no usó un método anticonceptivo “conocido” por un tema “gusto”, mientras que un 27,6% no lo hizo por afirmar tener una pareja estable. Cifras que preocupan a las autoridades, ya que aumentó en un 74% el contagio entre los jóvenes de entre 13 y 19 años en un período que va desde 2009 a 2013. Para tratar de bajar estas cifras, el gobierno ha impulsado campañas promoviendo el uso del condón – como la presente #UsaCondón- y durante el gobierno de Sebastián Piñera fue incentivar la realización del exámen para conocer o no si se portaba el virus. A pesar de todas las campañas y entregas de preservativos gratuitamente, la enfermedad sigue atacando a los jóvenes chilenos que -podemos decir- han sido ‘irresponsables’. Ante esto, en la revista académica de la Universidad de Chile “El Paracaídas” en su edición de Septiembre de 2014, el infectólogo de la misma casa de estudios, Alejandro Afani comenta que “Tres debilidades de las campañas chilenas son no ser directas, no llegar a los sitios donde deben llegar –como los colegios-, y estar diseñadas sólo alrededor del día mundial del Sida”. Para Daniel no ha sido nada de fácil su vida. En su juventud fue seminarista. Había sentido el llamado de Dios para evangelizar y ayudar a quienes más lo necesitaban. Luego de un tiempo desertó debido a la discriminación que vivió dentro del seminario. “Fue un trauma para él, el declararse homosexual y ser discriminado y además que dentro del seminario también se vivían situaciones de diferencia, porque si no tenían un apellido de estirpe no iban a llegar a ser nadie”, relata Juan Carlos. Hastiado por la situación, Daniel decidió dejar el seminario y se dedicó a una vida “normal”. Se emparejó con un chico mucho más joven, vivieron juntos y él le dio todo lo que su nuevo compañero de vida le pidió. Cuando bordeaba la mitad de los 30 y su pareja los 20 vino el golpe: estaba infectado de VIH y el responsable era su joven compañero. “A Daniel se le vino el mundo encima. Él era súper cuidadoso con su vida y que de un día para otro le dijeran que era VIH positivo fue un golpe muy fuerte. Recordó todas las discriminaciones vividas y las que desde ahora sufriría mucho más”, cuenta su mejor amigo. Terminó con su pareja porque la situación ya era insostenible, el joven llevaba una vida muy descontrolada y Daniel quería empezar a vivir de otra manera. “Pasó el tiempo y el chico que había infectado a Daniel se suicidó y le dejó una carta. Para el Dani fue un karma el cabro, porque dijo que desde ese momento no pudo volver a tener una vida feliz”, dice Juan Carlos. “Quedó súper endeudado, porque le daba en el gusto en todo, y cuando se acuerda de eso me dice ‘todavía estoy pagando la cama que el karma quería’, y yo le digo que ya no es necesario seguir acordándose de eso y me vuelve a mirar y me dice que él fue el culpable de tener la enfermedad que tiene”, sigue contando. El Ministerio de Salud se ha hecho cargo de las personas que poseen VIH en Chile, por lo que es parte del Plan AUGE su tratamiento. En un comienzo sólo existía por el sistema privado un tratamiento para la enfermedad pero era demasiado costoso. Hoy se ha masificado para todos quienes sea necesario. En un conversatorio organizado por la agrupación “Acción Gay” el pasado 23 de octubre, la ministra de salud Carmen Castillo precisó que “de 41 mil personas con el virus presente en sus cuerpos, cerca de 21 mil se están atendiendo en el sistema público y unas 3 mil prefieren el sistema privado”. Números que confirman que el gobierno ha tomado las medidas necesarias ante esta patología y que la sociedad ha ido cambiando respecto del tema. Juan Carlos también es parte de la comunidad homosexual y duda de que tanta gente se atienda por el sistema público. “No es raro, porque igual te ahorras lucas, pero como ya hemos dicho, los gay somos suuuuuuper pretenciosos y clasistas. Muchos por no ir a hacer una fila para recibir el mismo medicamento pagan 200 lucas. Y es así, la gran mayoría por mantener una imagen de no-pobre puede vivir con 80 lucas y con el resto costear el tratamiento”, explica. Daniel hoy tiene cerca de 50 años, y mantiene una calidad de vida óptima. No tiene pareja actualmente, trabaja como todas las personas –se desempeña como recepcionista en una clínica oftalmológica-. Su tratamiento no ha sido para nada fácil, es un paciente complicado, ya que es alérgico a muchas cosas. Sus primeros medicamentos no le hacían bien, por lo cual se adhirió al sistema de salud público, en el cual se atiende hoy con un tratamiento especialmente diseñado para él. “Me contaba y me decía que no se quería morir de SIDA. ‘Prefiero morirme de cualquier huevada, menos de SIDA. No quiero re infectarme’”, cuenta Juan Carlos acerca de la situación de su amigo. “Si tu miras a Daniel, parece un cabro de 30 años, se mantiene súper bien. Las únicas veces que no lo vemos seguido es en invierno, porque además es asmático. Imagínate le llega a pasar algo. En ese sentido es bien responsable y se cuida mucho. Sabe que lo que tiene no es un juego y quiere vivir por mucho tiempo”, remata Juan Carlos. Hoy el VIH en nuestro país ha dejado de ser visto como una condena a la muerte y la sociedad ha avanzado en como tratamos a las personas que viven portando el virus. Si miramos hacia atrás, hacia los ’90 –por ejemplo- los chilenos solían discriminar mucho y alejarse de los positivo, ya fuese por desinformación y miedo, incluso desde el mismo sistema de salud había un cierto miedo. Muchos mitos rondaron en torno a cómo podía ser transmitida la enfermedad: además de ser transmitida por contacto sexual se habló de que hasta si tomaban agua de un mismo vaso era posible transmitir el virus. Hoy la situación es diferente, y aunque aún hay un cierto recelo desde algunos sectores hacia los portadores, a 31 años del arribo del Virus Inmunodeficiente Humano a nuestro país, ha disminuido la discriminación. El último antecedente que se ha tenido acerca del VIH es que un paciente en Berlín logro “mejorar” su situación debido a un transplante de médula, algo que quizás sea efectivo, pero aún se mantienen los estudios.