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Enseñar o asistir ¿opuestos?

- (Por Elvira Rodríguez de Pastorino)

A modo de ensayo y reflexiones dichas en voz alta, invito a abordar ideas fundantes
de la Educación Inicial, que mantienen íntima vinculación con el dilema propuesto y
pueden favorecer la apertura al debate.

Trataré de presentar una aproximación histórico-pedagógica al enseñar o asistir,


¿opuestos?, así como el estado actual de algunos aportes y enfoques.

Localizaremos en el surgimiento de tradiciones pedagógico-didácticas singulares al


campo de la Educación Inicial, tratando de develar el motivo por el cual su
comprensión resulta clave para el reconocimiento de concepciones de buena
enseñanza para bebés y niños, en el Jardín Maternal, en el Jardín de Infantes. Para
esta tarea tomo como referencia textos considerados clásicos en el campo de la
Educación Inicial en Argentina.

Asistir-enseñar. Aproximación histórico-pedagógica y estado actual de algunos aportes


y enfoques. Orígenes, tradiciones, nueva agenda; prácticas sociales y docentes.

La función social de la Educación Inicial ha sido tradicionalmente caracterizada


considerando el contrato fundacional, en tanto primer acuerdo (explícito e implícito),
entre la sociedad civil y el Estado, acerca del sentido de la creación de una institución.
En el caso de la Educación Inicial, las instituciones de Jardín Maternal y Jardín de
Infantes. Contrato que va transformándose a través de la construcción de distintas
asignaciones de sentido, que se estructuran a través del tiempo en un interjuego
complejo de múltiples variables.

En un primer momento, el contrato comprendía la existencia de dos dimensiones: la


dimensión pedagógica y la dimensión asistencial.

La dimensión pedagógica, en términos amplios, se refería a la oferta educativa


sistemática e intencional que se lleva a cabo para los niños en las instituciones
educativas. Según distintos momentos y enfoques, el eje de la misma fue
caracterizando a la socialización, el juego, el establecimiento de vínculos afectivos, los
hábitos, las formas de expresión plástica, musical, literaria, el aprestamiento, la
alfabetización cultural, el aporte de las disciplinas curriculares...

La dimensión asistencial, se centraba en la realización de cuidados dados durante


actividades de crianza vinculadas con la satisfacción de necesidades básicas para los
niños, tales como la higiene, la alimentación y el sueño.

Si bien consideramos tanto al Jardín Maternal como al Jardín de Infantes, como


“ciclos” constitutivos de la Educación Inicial, ambos reconocen sustentos
fundacionales comunes y otros que los diferencian. Entre los sustentos comunes,
tenemos:

Surgieron a fines del siglo XIX, con un carácter filantrópico.

Existió una demanda social que favoreció su pronta proliferación en Europa en los
periodos de industrialización y postindustrialización. Demanda que se produjo a

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consecuencia de la inserción de la mujer al campo laboral. Las hilanderías, el trabajo
en serie, la tarea de la “mano femenina” en la manufactura, provocó la necesidad
social de la presencia de instituciones que atendieran a la infancia.

Existe coincidencia de criterios en la mayoría de la bibliografía específica, que el


surgimiento del Jardín de Infantes ha sido anterior al de las denominadas
“Guarderías”.

El Jardín de Infantes como institución, fue transformándose del carácter estrictamente


filantrópico (con prevalencia de la dimensión asistencial), al inicio del carácter
educativo. Las elaboraciones de los primeros métodos, orientaciones, sugerencias y
actividades, facilitaron la configuración de un cuerpo de conocimientos y saberes
acerca de las tareas a llevar a cabo en el Jardín de Infantes. Precursores como F.
Fröebel, M. Montessori, O. Decroly, las hermanas Hagáis. En nuestro país la Escuela
Serena (creada por Sarmiento, en Santa Fe), donde Wood e Isabel y Anna Dudley
(formadas en EEUU. por Elizabeth Peabody), introducen el método froebeliano, luego
Sara Chamberlain de Eccleston (creadora del primera Escuela de kindergarderinas,
también con el auspicio de Sarmiento), Rosario Vera Peñaloza; posteriormente en el
siglo XX, Clotilde Guillén de Rezzano, Marina Margarita Ravioli, (por mencionar
algunas “pioneras contemporáneas”), tenían como supuestos (desde distintas
perspectivas), la condición de educabilidad de los niños, de la infancia. Hacía a una
“buena enseñanza” el hecho de implementar “métodos” que favorecieran esta
condición de educabilidad. Es decir que el Jardín de Infantes a poco de originarse ha
contado con sustentos teóricos, cuya procedencia resulta contemporánea al momento
de la fundación.

El “modelo Guardería” surge a partir de la incorporación cada vez más temprana de la


mujer-mamá al mundo laboral, en especial en centros urbanos o cordones periféricos
fabriles. Las situaciones socioeconómicas límites, el mantenimiento de la
supervivencia familiar, en esta primera etapa, alentaron su expansión. Este modelo
implica el hecho de “guardar” a los bebés-niños, cuidarlos (en la acepción vinculada a
la asistencia elemental), atendiendo a las actividades de crianza, satisfaciendo
necesidades básicas. No reconoce un origen de carácter educativo, debido a que no
se elaboraron, marcos teóricos que facilitasen su fundamentación, organización y la
realización de tareas pensadas para los bebés y niños. Es decir, se puede considerar
al modelo de Guardería en sus orígenes, plenamente instalado en una dimensión
asistencial.

Si bien reconozco que realizo una simplificación a la aproximación histórica, la


presento a efectos de señalar que es en este punto, en el centro de este contexto,
donde se puede situar la oposición: enseñar o asistir. Si bien en las prácticas sociales-
institucionales, tanto el Jardín Maternal, como el Jardín de Infantes pueden instalarse
en la dimensión asistencial, se puede reconocer que el contrato fundacional del Jardín
de Infantes, coexistiendo en una primera etapa con el carácter filantrópico, se
posicionó en la dimensión pedagógica, la intencionalidad residía en el “enseñar”. La
Guardería se crea, instalada en una preocupación de tipo asistencial, su finalidad
primera se resolvía en el cuidar, atender, o asistir a bebés y niños, en general
pertenecientes a sectores de extrema pobreza. Al modelo Guardería, en función de
preservar el bien para las infancias y las familias, se lo ha puesto en cuestión a través

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de distintas formalizaciones teóricas provenientes de pensadoras, las que
progresivamente colaboran a la estructuración de la especificidad de las enseñanzas
para bebés y niños. Es así que se va construyendo el modelo Jardín Maternal,
apelando a múltiples miradas disciplinares, enfoques y perspectivas.

¿Qué sucede hoy en día? ¿Cuáles son las nuevas asignaciones de sentido al contrato
fundacional? Realizando una primera lectura, podemos afirmar que habiendo surgido
el Jardín Maternal como Guardería, instituida desde la dimensión asistencial, se va
profundizando (aunque aún de manera insuficiente), un proceso de toma de
conciencia social acerca de la necesidad de estructurarlo desde una dimensión
exclusivamente pedagógica.

Paradójicamente el Jardín de Infantes, que se originó situado en la dimensión


pedagógica, en algunos casos suele girar su enfoque hacia la dimensión asistencial
(en algunas prácticas de sala). La estrepitosa crisis económica-social del año 2001, el
aumento de la tasa de desempleo, la precarización del empleo, la paulatina
pauperización de las comunidades -pertenecientes a varios sectores sociales- y la
formación de bolsones de pobreza en todos los barrios, conllevan a una mayor oferta
institucional de meriendas reforzadas y comedores escolares infantiles en los
Jardines, hecho que resulta sumamente favorable y necesario para la alimentación
básica de los niños. De todas maneras, un programa compensatorio, no resuelve
estructuralmente las condiciones de vida, como puede ser, la oportunidad de que los
miembros de las familias tengan acceso al empleo, o a posibilitar un trabajo, que
resuelva una forma digna de vida.

Transformaciones que devinieron en algunos casos, en el imaginario docente, en la


manifestación de comentarios que operan como pistas tangibles de representaciones
o creencias. A modo de ejemplo, consideremos la siguiente expresión: “en la sala,
entre la higiene y la alimentación, sólo tenemos tiempo para lo asistencial”.

Realizando una segunda lectura, podemos afirmar que en la actualidad existen


perspectivas y enfoques fecundos, con consistencia teórica (y prácticas docentes
alentadoras), que nos permiten afirmar que el asistir o enseñar, no resultan opuestos.
Por el contrario, el enseñar, compromete a las acciones, tradicionalmente
denominadas de crianza. Dilema que resulta entonces invalidado, tanto para Jardín de
Infantes, como para Jardín Maternal. A diferencia de la concepción tradicional
descripta (dimensión asistencial, donde la crianza está “despojada” de enseñanza),
analicemos estos fragmentos que fundamentan la reflexión:

- “La crianza se concibe como el conjunto de formas de nutrir, de ayudar a crecer, de


ofrecer alimento, cuidado, saberes sociales propios de la comunidad...”; (pág. 49)

“... al nutrir no sólo se ofrece la comida,..., sino también un contexto de vida


enriquecedor con multiplicidad de objetos, música, nanas, cantos, poemas, la
contención afectiva, el sostén, los brazos que ofrecen la calidez humana, que hacen
del momento de la alimentación una experiencia plena que se desea repetir porque
produce bienestar físico y emocional” (Soto, C. Violante, R. Pág. 49. 2005).

Es probable que en las tradiciones pedagógicas de la Educación Inicial, la distinción


elaborada a través de los pares opuestos de las dimensiones haya resultado funcional

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a la necesidad de ir construyendo un cuerpo de conocimientos singulares a las formas
de enseñanzas particulares para los bebés y niños de 45 días a 5 años. En
simultáneo, han aportado a la búsqueda de la construcción de la legitimación,
justificación, argumentación, validación histórica situada del campo de incumbencia de
la Educación Inicial y de las prácticas docentes en salas. Situación que resulta
inherente, propia de la Educación Inicial. No resulta generalizable a otros niveles de la
enseñanza, que encuentran plena legitimación social y escolar, como es el caso de la
Educación Primaria.

En el imaginario social colectivo, en variados grupos sociales, aún pesa el hecho de


considerar a la jardinera como “segunda mamá”. O bien, pensar que la única y mejor
forma de criar a un niño sólo se realiza en el ámbito familiar, hogareño motivo por el
cual el Jardín Maternal puede ser considerado como “un mal menor o “un mal
necesario”, o que el jugar sólo es sinónimo de “entretenerse” (y enhorabuena los
Jardines instalen momentos de goce lúdico, de alegrías compartidas en juegos de
interacción,...). O bien, suponer que la sala de cinco años especialmente resulta útil
para “prepararse para primer grado”, cuando el Jardín tiene un fin en sí mismo, tiene
una identidad propia, que no es –exclusivamente- de carácter propedéutico, o como
“escalón previo a...” La famosa expresión de sala de “preescolar”, como si los niños no
estuviesen escolarizados... Rasgos, creencias sociales y culturales que cruzan los
territorios de las dimensiones tradicionales.

La toma de conciencia para efectuar investigaciones, producciones escritas con


solvencia y consistencia teórica, sin “recetas mágicas”, universales elaboradas desde
marcos interpretativos-etnográficos y apelando a variados enfoques y fuentes
bibliográficas potencian la elaboración de contextualizaciones, o bien, inauguran
novedosos territorios explicativos. También alientan que en la actual agenda de
Educación Inicial se avisoren, aten y desaten otros nudos que resultan totalmente
superadores de los presentados en la agenda clásica, propia del período de
caracterización de las dos dimensiones.

Es así que se avanza en conceptualizaciones y aperturas a prácticas reconstructivas


que pueden comprender investigaciones, tales como:

El enseñar contenidos en el Jardín Maternal: una forma de compartir la crianza. (Soto,


C. Violante, R.) Las autoras resignifican la concepción de contenido de enseñanza en
función de la singularidad del Maternal, elaborando principios de enseñanza.

Cuando de jugar se trata en el Jardín Maternal (Sarlé, P. Soto, C. Vasta, L. Violante,


R.) Parten de la premisa de que el juego no es innato, sino producto de la interacción
social. Trabajan la categoría conceptual de “diálogo lúdico” y los rasgos que
constituyen al juego.

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