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A modo de ensayo y reflexiones dichas en voz alta, invito a abordar ideas fundantes de la
Educación Inicial, que mantienen íntima vinculación con el dilema propuesto y pueden favorecer la
apertura al debate.
Si bien consideramos tanto al Jardín Maternal como al Jardín de Infantes, como “ciclos”
constitutivos de la Educación Inicial, ambos reconocen sustentos fundacionales comunes y otros
que los diferencian. Entre los sustentos comunes, tenemos:
Existió una demanda social que favoreció su pronta proliferación en Europa en los periodos de
industrialización y postindustrialización. Demanda que se produjo a consecuencia de la inserción
de la mujer al campo laboral. Las hilanderías, el trabajo en serie, la tarea de la “mano femenina”
en la manufactura, provocó la necesidad social de la presencia de instituciones que atendieran a la
infancia.
El Jardín de Infantes como institución, fue transformándose del carácter estrictamente filantrópico
(con prevalencia de la dimensión asistencial), al inicio del carácter educativo. Las elaboraciones de
los primeros métodos, orientaciones, sugerencias y actividades, facilitaron la configuración de un
cuerpo de conocimientos y saberes acerca de las tareas a llevar a cabo en el Jardín de Infantes.
Precursores como F. Fröebel, M. Montessori, O. Decroly, las hermanas Hagáis. En nuestro país la
Escuela Serena (creada por Sarmiento, en Santa Fe), donde Wood e Isabel y Anna Dudley
(formadas en EEUU. por Elizabeth Peabody), introducen el método froebeliano, luego Sara
Chamberlain de Eccleston (creadora del primera Escuela de kindergarderinas, también con el
auspicio de Sarmiento), Rosario Vera Peñaloza; posteriormente en el siglo XX, Clotilde Guillén de
Rezzano, Marina Margarita Ravioli, (por mencionar algunas “pioneras contemporáneas”), tenían
como supuestos (desde distintas perspectivas), la condición de educabilidad de los niños, de la
infancia. Hacía a una “buena enseñanza” el hecho de implementar “métodos” que favorecieran
esta condición de educabilidad. Es decir que el Jardín de Infantes a poco de originarse ha contado
con sustentos teóricos, cuya procedencia resulta contemporánea al momento de la fundación.
El “modelo Guardería” surge a partir de la incorporación cada vez más temprana de la mujer-
mamá al mundo laboral, en especial en centros urbanos o cordones periféricos fabriles. Las
situaciones socioeconómicas límites, el mantenimiento de la supervivencia familiar, en esta
primera etapa, alentaron su expansión. Este modelo implica el hecho de “guardar” a los bebés-
niños, cuidarlos (en la acepción vinculada a la asistencia elemental), atendiendo a las actividades
de crianza, satisfaciendo necesidades básicas. No reconoce un origen de carácter educativo,
debido a que no se elaboraron, marcos teóricos que facilitasen su fundamentación, organización y
la realización de tareas pensadas para los bebés y niños. Es decir, se puede considerar al modelo
de Guardería en sus orígenes, plenamente instalado en una dimensión asistencial.
Si bien reconozco que realizo una simplificación a la aproximación histórica, la presento a efectos
de señalar que es en este punto, en el centro de este contexto, donde se puede situar la oposición:
enseñar o asistir. Si bien en las prácticas sociales-institucionales, tanto el Jardín Maternal, como el
Jardín de Infantes pueden instalarse en la dimensión asistencial, se puede reconocer que el
contrato fundacional del Jardín de Infantes, coexistiendo en una primera etapa con el carácter
filantrópico, se posicionó en la dimensión pedagógica, la intencionalidad residía en el “enseñar”.
La Guardería se crea, instalada en una preocupación de tipo asistencial, su finalidad primera se
resolvía en el cuidar, atender, o asistir a bebés y niños, en general pertenecientes a sectores de
extrema pobreza. Al modelo Guardería, en función de preservar el bien para las infancias y las
familias, se lo ha puesto en cuestión a través de distintas formalizaciones teóricas provenientes de
pensadoras, las que progresivamente colaboran a la estructuración de la especificidad de las
enseñanzas para bebés y niños. Es así que se va construyendo el modelo Jardín Maternal,
apelando a múltiples miradas disciplinares, enfoques y perspectivas.
¿Qué sucede hoy en día? ¿Cuáles son las nuevas asignaciones de sentido al contrato fundacional?
Realizando una primera lectura, podemos afirmar que habiendo surgido el Jardín Maternal como
Guardería, instituida desde la dimensión asistencial, se va profundizando (aunque aún de manera
insuficiente), un proceso de toma de conciencia social acerca de la necesidad de estructurarlo
desde una dimensión exclusivamente pedagógica.
Realizando una segunda lectura, podemos afirmar que en la actualidad existen perspectivas y
enfoques fecundos, con consistencia teórica (y prácticas docentes alentadoras), que nos permiten
afirmar que el asistir o enseñar, no resultan opuestos. Por el contrario, el enseñar, compromete a
las acciones, tradicionalmente denominadas de crianza. Dilema que resulta entonces invalidado,
tanto para Jardín de Infantes, como para Jardín Maternal. A diferencia de la concepción tradicional
descripta (dimensión asistencial, donde la crianza está “despojada” de enseñanza), analicemos
estos fragmentos que fundamentan la reflexión:
- “La crianza se concibe como el conjunto de formas de nutrir, de ayudar a crecer, de ofrecer
alimento, cuidado, saberes sociales propios de la comunidad...”; (pág. 49)
“... al nutrir no sólo se ofrece la comida,..., sino también un contexto de vida enriquecedor con
multiplicidad de objetos, música, nanas, cantos, poemas, la contención afectiva, el sostén, los
brazos que ofrecen la calidez humana, que hacen del momento de la alimentación una experiencia
plena que se desea repetir porque produce bienestar físico y emocional” (Soto, C. Violante, R. Pág.
49. 2005).
El enseñar contenidos en el Jardín Maternal: una forma de compartir la crianza. (Soto, C. Violante,
R.) Las autoras resignifican la concepción de contenido de enseñanza en función de la singularidad
del Maternal, elaborando principios de enseñanza.
Cuando de jugar se trata en el Jardín Maternal (Sarlé, P. Soto, C. Vasta, L. Violante, R.) Parten de la
premisa de que el juego no es innato, sino producto de la interacción social. Trabajan la categoría
conceptual de “diálogo lúdico” y los rasgos que constituyen al juego.
En el texto Arte desde la cuna (Origlio, F. Berdichevsky, P. Porstein, A. Zaina, A. 2004), nos invitan a
trabajar con experiencias de sensibilización artística, apreciación-percepción, exploración-
producción. Experiencias que transitan por caminos de la Expresión Corporal, la Música, la
Literatura, la Plástica.
En Juego y aprendizaje escolar. Los rasgos del juego en la Educación Infantil (Sarlé, P. 2001) la
autora, investigadora, entre variadas conceptualizaciones logra develar la geografía del territorio
lúdico, desde una nueva mirada didáctica. Trabaja una metáfora en la que: “... identifica al juego
con el ojo del huracán, que concentra a su alrededor la fuerza de diferentes corrientes,
transformándose en el epicentro que le da significado a estas corrientes en el contexto de la
Educación Infantil”. Brinda, una mirada lúdica y criteriosamente apasionada y superadora de las
tradiciones clásicas. Instala al juego, como “un caleidoscopio de muchos colores”, que favorece la
comprensión del mismo en sus relaciones con el aprendizaje y las enseñanzas en el contexto
escolar.
Desde diferentes ángulos de enfoque, éstas (y otras producciones que por cuestiones de espacio
no incluyo), alimentan a la Educación Inicial, Jardín Maternal y Jardín de Infantes, como
instituciones educativas.
Establecen líneas que materializan el Derecho a la Educación de bebés y niños. El derecho social de
las familias a tener instituciones que amparen, contengan, promuevan el goce, y enseñen a bebés
y niños. Un lugar que habilite espacios entre los niños y con los adultos para “abrir la puerta y salir
a jugar”.
Instituciones que logren mancomunar para el bien de nuestras infancias, mimos y ayudas.