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AUTORIDAD DE CRISTO.
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LA CRISTOLOGÍA SE ENFOCA EN SABER QUE HIZO Y QUE DIJO JESÚS,
DESCUBRIR SU CONCIENCIA ¿CÓMO COMPRENDIÓ SU PERSONA Y SU
MISIÓN?.
- POSITIVISMO:
- EL ESCEPTICISMO HISTÓRICO:
Por el contrario, piensa que los evangelios son textos elaborados por la
Iglesia tras la Pascua y que la cristología que propone la Iglesia está en
discontinuidad con la predicación de Jesús. El sujeto predicado por la
Iglesia no sería el mismo sujeto que el predicador del Reino.
1. En su pretensión de autoridad.
2. En sus comportamientos respecto de las instituciones sagradas del judaismo. 3.
En su llamada imperativa al seguimiento.
4. En sus relaciones con los hombres y sobre todo en la rela- ción con Dios en la
oración.
Los rasgos más fundamentales que caracterizan la acción pública de Jesús son la
autoridad con que propone su doctrina y la libertad con que vive frente a poderes,
instituciones y situaciones implanta en medio de sus contemporáneos como quien
tiene en sí mismo el centro de su legitimidad, el apoyo para su acción y el criterio
de su comportamiento. Tres son las características de su doctrina: novedad,
autoridad y acreditación.
b. AUTOLEGITIMACION
TITULOS DE MAJESTAD
Debemos distinguir:
Jesús vive una relación con Dios caracterizada por la obediencia, fidelidad y
oración. La oración es el lugar de encuentro con su Padre. En arameo “ABBA”
que es el fermento de la posterior cristología, de la fe eclesial confesante de Jesús
como hijo: “Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce al Hijo
sino El Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo
quisiera revelárselo”. Se afirma que nadie conoce al Padre sino el Hijo, y este es
declarado su revelador absoluto. El termino “CIRCUNSTANCIAL” afirma la igual
naturaleza entre el Padre y el Hijo. Según los evangelios, entre Jesús y Dios solo
puede ser revelador absoluto de Dios quien con Él, comparte Ser, Conciencia y
Voluntad. Solo puede ser salvador absoluto quien comparta la vida con Dios,
porque la salvación es de Dios y no otra cosa.
Los sinópticos ponen en boca de Jesús 82 veces el título Hijo del hombre, utilizado
siempre por ÉL para identificarse a sí mismo, en tercera persona, como forma
enfática de su «yo». Nunca le es atribuido por los demás. Puede ser una
autodesignación, «el hombre que soy yo», y puede remitir a la figura de majestad
que encontramos en el libro de Daniel (7,13), donde tiene una dimensión
individual y a la vez comunitaria, procedencia de Dios y función de juez sobre el
mundo. El textos suman en un mismo título aspectos de gloria y de dolor, de
majestad que juzga y de humillación que va a la muerte. El Hijo del hombre será
el juez de todos, tras haber sido su compañero, siervo y solidario en la
muerte. Su juicio no será la exigencia de un ajeno que enjuicia desde fuera
sino la mostración del amor y la verdad de alguien que juzga desde dentro,
porque ha tenido una historia común con los enjuiciados. Su juicio no
pretende ajusticiar sino salvar. La identidad de Jesús permanecerá envuelta en
oscuridad hasta que la resurrección y el Espíritu Santo la revelen.