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R. Guardini
«El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad ni una
interpretación de la vida. Es esto también, pero nada de ello constituye su
esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazareth, por su
existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por una personalidad
histórica. Algo semejante, en cierto modo, a lo que con estas palabras quiere
decirse lo experimenta todo aquel para que el que adquiere significación
esencial otra persona. Para él no es ni “la humanidad” ni “lo humano” lo que
reviste importancia, sino esta persona concreta».
Edward Schillebeeckx
«En los orígenes del cristianismo tenemos una experiencia muy precisa.
Todo empezó, efectivamente, con un encuentro. Unos hombres, judíos,
entraron en relación con Jesús de Nazaret y, fascinados, permanecieron
a su lado. En virtud de ese encuentro, y a causa de lo que aconteció en
su vida y, más tarde, en su muerte, su vida adquirió un sentido nuevo,
un nuevo significado. Se sintieron regenerados y comprendidos. Su
nueva identidad se expresó en un entusiasmo renovado por el reino de
Dios y, por tanto, en una solidaridad análoga con los demás, con el
prójimo, tal y como Jesús la había vivido ante ellos. Este cambio de
conducta fue fruto de su encuentro concreto con Jesús, sin el cual
hubieran seguido como eran, según confesarán más tarde (cf. 1 Cor
15,17). No fue una iniciativa suya, sino algo que les salió al encuentro»
El misterio de Jesucristo
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Jesucristo
(1 Juan 1/1-5)
«Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos
tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les
anunciamos. Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y
somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al
Padre y que se nos ha manifestado. Lo que hemos visto y oído, se lo
anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con
nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa»
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Una dificultad
«La labor de “estudiar” a Jesucristo es claramente lo más delicado que
puede hacer tanto quien cree como quien no cree que él sea el Hijo de
Dios y el Salvador de la humanidad. La principal razón para que se trate
de una labor tan delicada radica en el hecho de que lo que se busca es
aproximarse a un personaje histórico cuya identidad es asequible
totalmente solo a la luz de la fe» (Maurizio Gronchi)
En el Nuevo Testamento
En la evangelización
En la Teología Sistemática
OT, n. 16
¿Cristología bíblica”?
«En su sentido más literal, pues, la “cristología” debería tratar de cómo
Jesús llegó a ser llamado Mesías o Cristo y qué se entendió con esa
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denominación. En el nuevo testamento hay, sin embargo, otros muchos
títulos de Jesús: Rabí (Maestro), Profeta, Sumo Sacerdote, Salvador, Dueño o
Señor, el Hijo, Hijo del hombre, Hijo de Dios e incluso Dios. Por lo mismo, en
un sentido más amplio, la “cristología” trata sobre todas las valoraciones
dadas a Jesús: quién fue y qué misión tuvo en el plan divino […] Los
especialistas distinguen diferentes clases de cristología, la “cristología
ascendente” (“baja” o “desde abajo”, según otros) comprende la valoración
hecha de Jesús sin incluir necesariamente su divinidad, por ejemplo, Mesías,
Rabí, Profeta, Sumo Sacerdote, Salvador, Dueño o Señor. La “cristología
descendente” (“alta” o “desde arriba”, según otros) comprende la valoración
de Jesús en términos que incluyen un aspecto de la divinidad, por ejemplo,
Señor, Hijo de Dios, Dios» (Raymond Brown)