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Ética profesional y teorías de enfermería

Recibido: 7 de junio de 2005


Aprobado: 17 de junio de 2005

Nelly Garzón Alarcón1


1
 RN., BSN., MSN.; profesora emérita y honoraria. Universidad Nacional de Colombia;
presidenta del Tribunal Nacional de Ética de Enfermería, Colombia.

RESUMEN

Las siguientes reflexiones plantean un acercamiento al desarrollo y a la evolución de la


enfermería y de su práctica, que en la actualidad han incorporado importantes aportes teóricos,
conceptuales y éticos.

Resalta, igualmente, la contribución de destacados teorístas de esta disciplina en la definición


de los paradigmas, modelos y teorías orientados a describir y explicar los fenómenos de la
práctica desde las perspectivas ética, de la persona, el ambiente, la atención de salud y el acto
de cuidado.

PALABRAS CLAVE: Ética, teorías de enfermería, cuidado, persona, paradigmas.

ABSTRACT

The following ponderings present an approach for the development of nursing and its practice,
that currently have incorporated important theoretical, conceptual and ethical contributions.

Also, it mentions the contribution of important theorizers of this discipline in the definition of
paradigms, models and theories, oriented to describe and explain the phenomenon of practice
from an ethical, personal, environmental, health care and the act of caring, perspective.

KEY WORDS: Ethics, nursing theory, care, person, paradigms.

INTRODUCCIÓN
l avance de la enfermería como profesión, como disciplina, como ciencia y tecnología, ha
exigido a sus profesionales hacer evidente, por medio de la investigación científica, la
fundamentación teórica de la práctica que muestre la relación del conocimiento con los valores
y los principios éticos y bioéticos que sustentan el ejercicio profesional de la enfermería como
práctica social.

La evolución que ha tenido la enfermería al pasar de un oficio o trabajo artesanal con labores
de cuidado basadas en el espíritu de servicio y en la intuición, a fin de actuar para hacer el
bien, constituyen prácticas que fueron miradas con aprecio por las personas beneficiadas
debido al espíritu de bondad y de acompañamiento que mostraron en su momento. Las
prácticas de enfermería, en la segunda mitad del siglo XX, han sufrido una reconocida
transformación hacia un proceso de acción sistematizado, sustentado en conocimientos con
fundamentos teóricos y aplicación progresiva de los adelantos de la tecno-ciencia y de la ética
que hoy, con los cambios y progresos alcanzados, le imprimen a dichas prácticas de cuidado el
carácter de una disciplina y práctica profesionales con su propia naturaleza, su carácter
disciplinar e interdisciplinar, y su dimensión ética.

Reflexiones generales sobre la teoría y la ética de enfermería

El sustento teórico de la enfermería comienza a desarrollarse y adquirir mayor precisión y


validez con estudios de investigación desde hace un poco más de cien años, a partir de las
reflexiones y los trabajos de observación, recolección y análisis de datos que hizo Nightingale
en los hospitales donde prestó sus servicios, y que le sirvieron para sustentar sus proyectos de
mejoramiento de los servicios de salud. Sin embargo, es apenas hacia la mitad del siglo pasado
cuando en verdad se concreta con el estudio sistematizado de la enfermería, con resultados de
investigaciones realizadas con rigor metodológico, y la formulación de varias propuestas de
modelos teóricos y teorías de enfermería que dan sustento a la práctica.

La fundamentación ética y humanitaria de la enfermería, por el contrario, se ha hecho evidente


desde épocas antiguas. Se ilustra con el ejemplo del acto de cuidar que prodigó el buen
samaritano al herido que encontró en el camino, y en su reconocimiento del valor de la persona
humana, sin ningún tipo de discriminación racial o religiosa. Su actuación mostró la
responsabilidad o conciencia de hacer el bien al otro, limpiando sus heridas y asegurando la
continuidad de su cuidado para dar atención a sus necesidades básicas, al solicitar y pagar por
los servicios de cuidado que le brindaría el dueño de la posada.

Es en las últimas décadas del siglo pasado cuando también se aprecia un progreso significativo
en la investigación en enfermería con el propósito de definir paradigmas, modelos y enfoques
teóricos orientados a describir y explicar la naturaleza de los fenómenos y los cuidados de
enfermería, y para probarlos en diferentes escenarios. Enfermeras investigadoras,
individualmente y en grupos, prueban, evalúan, modifican y enriquecen sus trabajos sobre
teorías de enfermería con diversos tipos de investigación y con proyectos de aplicación de sus
hallazgos en la práctica y en la educación de enfermería.

Durante el seminario sobre los avances en la aplicación de teorías de enfermería en la práctica


y en la investigación en enfermería, realizado en la Universidad de La Sabana los días 25 y 26
de octubre de 2004, se tuvo la fortuna de apreciar algunos adelantos en este campo. Se
conocieron algunos resultados de las investigaciones de las enfermeras y teoristas de
enfermería invitadas al mencionado evento y algunos resultados parciales de las
investigaciones y los trabajos que durante varios años han venido realizando los docentes y
estudiantes de la Facultad de Enfermería de la Universidad de La Sabana con la participación de
enfermeras de entidades de servicio con las cuales se desarrollan actividades de extensión para
poner en práctica los avances y resultados de los trabajos de investigación.

Las experiencias y los logros alcanzados en el trabajo sobre modelos teóricos en enfermería
realizado por enfermeras docentes investigadoras de Colombia, en asocio con enfermeras
investigadoras de otros países, muestran los adelantos que se han logrado con el trabajo
cooperativo de grupos y de redes de investigadores. Es innegable que estas formas de trabajo
cooperativo en investigación son un imperativo en el mundo de hoy que lleva a promover la
investigación en líneas, en grupos y en redes de grupos de investigadores, con el fin de
profundizar en los temas o problemas de investigación y en el conocimiento de una realidad o
de un fenómeno, y así poder plantear acciones de cambio y de mejoramiento para el bienestar
de la sociedad y de las personas. Esta dinámica se relaciona con la dimensión ética en este
campo de estudio.

Es interesante observar que los primeros modelos teóricos y conceptuales de enfermería llevan
el nombre de su autor o autora porque fueron iniciativas individuales, tales como Henderson,
Orem, Rogers, Roy, y otros, los cuales se enriquecieron después con el trabajo de
comprobación de grupos de enfermeras en diferentes escenarios de la práctica. En los
desarrollos más recientes, las teorías de enfermería de mediano rango llevan el nombre no de
los autores sino del fenómeno de enfermería que estudian, por ejemplo, la teoría de síntomas
desagradables, de la autotrascendencia, de las transiciones, del estrés y adaptación de la
familia, entre otras, y las llevaron cabo o están realizando grupos de investigadores. Estos
enfoques conceptuales y teorías tienen como punto de partida la dimensión ética relacionada
con el reconocimiento del valor y respeto a la dignidad del ser humano, el valor de la vida, la
búsqueda del bienestar de la persona y las formas efectivas de atender sus necesidades y sus
derechos.

Es también importante reconocer que el progreso de la ciencia y la tecnología es una respuesta


a la crítica que se hace a la investigación para resolver interrogantes conceptuales o
metodológicos, para aclarar dudas sobre procesos o resultados, o para resolver
cuestionamientos de validez; éstos y otros aspectos también se relacionan con la dimensión
ética de la investigación, que hoy se considera un criterio fundamental para su evaluación y
crítica. Es por esta razón que la crítica es esencial para el progreso de la ciencia en todas sus
dimensiones.

Las teorías de enfermería y su dimensión ética

Samar Noureddine planteó un interrogante después de revisar y hacer un análisis crítico de


algunos resultados y adelantos logrados en el campo de la teoría de enfermería, al no
encontrar explícitos los elementos de ética. Ella consideró que si la teoría de enfermería tenía el
propósito de guiar y dar calidad a su práctica, su componente ético no debía faltar y tampoco
debía mantenerse apenas como un elemento implícito. En el artículo que publicó con el título
“El desarrollo de la dimensión ética en la teoría de enfermería”, expresó que se proponía
identificar el componente ético relevante a la teoría y determinar los criterios para evaluar esta
dimensión en las teorías de enfermería (1).

Para este trabajo se toman algunos de los elementos que ella propone y se agregan otros a los
cuales esta autora no hace explícita referencia.

Estos mismos elementos conceptuales ya habían sido identificados en la revisión y el análisis


de varias teorías de enfermería que realizó Fawcett (2), como se presentará más adelante.
Debe tenerse presente que estas dos investigadoras hacen referencia a teóricos de la década
de los ochenta, por tanto, es posible que en la última década se hayan hecho algunos
adelantos que utilicen los avances en el estudio y aplicación de la ética y la bioética en las
ciencias y en la práctica de las profesiones en general y, en especial, en las de la salud. Esta
suposición se hace teniendo en cuenta las aplicaciones que hizo Larrabee al estudiar la calidad
de algunos procesos en la organización de la atención de salud.

En 1996, June H. Larrabee (3) desarrolló un modelo teórico de calidad que incluyó conceptos
éticos y económicos con el fin de proponer un marco de referencia para mejorar la calidad de la
atención de salud frente a los problemas relacionados con los costos, las dificultades de
financiamiento, de acceso a los servicios de salud y el logro de metas esperadas. Este modelo
teórico estableció las relaciones entre los valores, la prudencia, la beneficencia y la justicia para
lograr un cuidado de calidad. Aunque este modelo de calidad no es una teoría de enfermería
que fundamente la práctica de esta profesión, es una evidencia o ejemplo de la conciencia que
existe entre los teóricos de prestar atención a la dimensión ética e incluirla como aspecto
relacionado con los postulados teóricos.

La ética y los elementos del paradigma de enfermería

La doctora Jacqueline Fawcett (2), estudiosa de las teorías de enfermería, expresó que la
disciplina de enfermería, a través de los trabajos de investigación en este campo, ha permitido
concretar elementos e interrelaciones comunes, con los cuales se ha enunciado y formalizado
un metaparadigma, éstos son: persona, ambiente, salud y enfermería, conceptos globales que
se identifican en un fenómeno de enfermería. Hace más de dos décadas esta autora expresó
que quienes en esa época revisaron el desarrollo de la enfermería como disciplina señalaron
que se apreciaba que muchos de estos trabajos aparecían desenfocados y descoordinados,
porque los autores se movían rápidamente de un tema a otro, y muy pocos académicos
dedicados a estas empresa compartían o aunaban sus acciones de investigación en
determinadas áreas (2). Es posible que hoy, con la investigación organizada en líneas y
desarrollada por grupos de investigadores, se esté profundizando en el estudio de los
fenómenos de enfermería con resultados más coordinados para enriquecer el conocimiento de
la profesión.

Los trabajos de Fawcett muestran un gran esfuerzo y un análisis serio para identificar los
conceptos comunes en las teorías de enfermería con miras a dar mayor sustento al
metaparadigma que ha permitido explicar la naturaleza del conocimiento de la disciplina. La
posibilidad de construir el metaparadigma de enfermería ha sido un trabajo progresivo y
acumulativo, a través del cual Fawcett y otros autores han promovido el análisis y
enriquecimiento del significado y la operacionalización de los conceptos globales de la disciplina
antes mencionados, los cuales tienen un significado que se nutre en las distintas corrientes de
la filosofía, las ciencias sociales, la historia, la política, y otras formas de pensamiento (4).

Los trabajos realizados con este propósito ofrecen una base muy valiosa. Si bien es cierto que
no existe un acuerdo entre las teóricas en la definición que ellas proponen de los conceptos,
situación explicable por los diferentes fundamentos, orientaciones y enfoques que utilizan en
sus respectivas teorías o modelos teóricos, se considera que es una tarea importante por hacer
en la cual es evidente que se viene avanzando y se está enriqueciendo constantemente a la luz
de los cambios sociales y políticos; por lo tanto, los profesionales de enfermería requieren
mantener una ilustración actualizada sobre los cambios que ocurren y los enunciados que se
proponen en los nuevos enfoques teóricos y las nuevas teorías de enfermería que se formulan.
Con los trabajos de las teóricas de enfermería, que de una u otra forma definen estos
conceptos, en concordancia con el enfoque de su teoría se ha podido avanzar en precisar la
visión de la naturaleza de enfermería, y la comprensión de los fenómenos que vienen a
construir, actualizar y enriquecer el conocimiento de la disciplina desde lo filosófico y,
específicamente, desde lo ético, lo ontológico, lo epistemológico y lo estético. La visión que se
tenga de la naturaleza de la enfermería, y la comprensión de sus fenómenos, fortalece en
diversas formas las bases de la práctica y ofrece nuevas orientaciones para adaptarla a las
exigencias de los diferentes contextos y a los avances de la ciencia y la tecnología incorporada
a la atención de salud y a la organización de los servicios.

Para discutir la aproximación ética y bioética en el conocimiento teórico de enfermería, se


tomarán los elementos conceptuales identificados en el paradigma de enfermería propuesto por
Fawcett: persona, ambiente y salud; y para no incurrir en la tautología ya reconocida, no se
hablará de enfermería sino de cuidado de enfermería o del acto de cuidado de enfermería. Es
importante recordar que en el paradigma no solamente se consideran los elementos, sino las
diferentes interrelaciones entre ellos.

En las teorías de enfermería las mayores diferencias, o características propias de cada enfoque
teórico, se aprecian en las interrelaciones que se proponen entre los mencionados elementos
del paradigma de enfermería. Estas interrelaciones también son importantes en el momento de
analizar la dimensión ética.

La ética, como sabemos, se refiere a los comportamientos de la persona en sus relaciones con
los otros y con su ambiente, por lo tanto, para reflexionar sobre este aspecto es necesario
identificar las interrelaciones entre los elementos del paradigma propuesto, a fin de resaltar los
principales comportamientos éticos y bioéticos en las relaciones de la persona con el otro,
tomando como guía los valores, los principios éticos (ética principialista), los aspectos o
comportamientos humanitarios (ética personalista), y los aspectos bioéticos relacionados con el
respeto y valor de la vida humana y de todas las formas de vida, y las condiciones y los
comportamientos de las personas para preservarla.

Los aspectos éticos y la persona

El ser humano, la persona, se aprecia en el valor de sí mismo y en la ética de sus


comportamientos e interrelaciones con los otros, con la familia, con la sociedad, con la
comunidad. La persona que da cuidado de enfermería se valora en su comportamiento, en las
relaciones con la persona cuidada, que a veces se denomina paciente, o cliente, con quien se
relaciona individualmente, o como miembro de una familia o de un grupo comunitario, siempre
respetando su individualidad, su valor y dignidad, sus derechos, sus necesidades y sus
prioridades, su cultura, su historia y el ejercicio de su autonomía.

En la relación enfermera (cuidador) - paciente (persona cuidada) es fundamental la aplicación


de la ética comunicativa o dialógica de Habermans, en la cual la persona se respeta como un
interlocutor válido, que tiene derecho y capacidad para razonar y participar en las decisiones
sobre su cuidado, sobre su salud.

En la interacción del profesional de enfermería como cuidador y la persona cuidada se emplean


las diversas formas de comunicación verbal y no verbal, a través de las cuales se intercambia y
valora la información para interpretar las necesidades, los valores y los deseos de la persona
cuidada.

Los aspectos éticos y el ambiente

Los valores de la persona, la familia o el grupo de personas que reciben el cuidado reflejan la
influencia de su historia, su cultura, los factores que se deben respetar y comprender, porque
estos aspectos forman parte de ella, y se relacionan con sus costumbres, creencias, valores y
prácticas de salud que se deben respetar.

En la relación cuidador-persona cuidada también se debe considerar y respetar el ambiente


psicoafectivo familiar, el valor y las expresiones de amistad, de amor, la privacidad, la
autoridad y el manejo del poder en su ambiente familiar y social.

Otros factores que se relacionan con el estilo de vida de la persona cuidada son el ambiente
físico del vecindario y la vivienda, las costumbres y las formas de recreación, la organización y
las normas sociales para mantener la comodidad y la convivencia.

Los aspectos éticos y la atención de la salud

En la atención de la salud se incluyen en forma primordial los principios éticos de beneficencia,


autonomía, justicia y equidad para hacer accesibles los servicios de salud y de cuidado de
enfermería a todas las personas, sin ningún tipo de discriminación o exclusión.

La accesibilidad de los servicios de salud se relaciona con la accesibilidad cultural, económica y


no solamente geográfica. Es parte del derecho a la atención de salud, que se debe prestar con
calidad y oportunidad, y que en algunos momentos se relaciona con el valor de la vida humana,
el respeto a la persona, sus derechos, su cultura, su capacidad socioeconómica, y el respeto al
uso de su autonomía para decidir y dar su consentimiento.

La disponibilidad y el acceso a los servicios de salud es ante todo un derecho de la persona, con
dignidad e igualdad, sin importar su condición o posición social, económica, cultural, la
enfermedad que sufra o su estatus relacionado con condiciones sociales discriminadas tales
como la de prisionero, guerrillero, asesino, drogadicto, ciudadano de la calle, homosexual,
desplazado, inmigrante y otras categorías similares.

Los aspectos éticos en el acto de cuidado de enfermería

El cuidado de enfermería es un derecho; tiene las características individuales propias de la


persona que recibe el cuidado, es respetuoso de los derechos del ser humano, del valor de su
vida, su dignidad y sus valores.

Se fundamenta en el respeto a la integralidad del ser humano, por lo tanto considera todas sus
características individuales al administrarle el cuidado, el cual debe ser libre de riesgos, con
miras a mantener y proteger su integridad. Este aspecto hace referencia a la calidad del
cuidado, que comprende la atención de las necesidades básicas de la persona en forma
oportuna y segura, atendiendo las dimensiones social, biológica, espiritual, mental que se
basan en los principios éticos de beneficencia, no maleficencia, equidad y justicia.

El cuidado comprende también el respeto a la autonomía, la privacidad, la confidencialidad,


confiabilidad y la fidelidad.

Un elemento fundamental en el cuidado es la relación enfermera-paciente, que se construye


sobre la ética del respeto al otro como interlocutor válido, y la intersubjetividad y la
comunicación efectiva teniendo en cuenta y respetando los aspectos culturales, los valores y
las creencias.

El cuidado del ser humano es indispensable desde la concepción hasta la muerte; en las etapas
de crecimiento y desarrollo normal, en los estados de salud, como los de enfermedad, en las
discapacidades, así como en las etapas de duelo por pérdidas diferentes, exigen comprensión,
respeto y cuidado bondadoso.

La ética en el cuidado, responsabilidad profesional de enfermería

El Consejo Internacional de Enfermeras ha declarado que el cuidado de enfermería es una


necesidad y un derecho universal. Es responsabilidad del profesional de enfermería orientar sus
acciones para ayudar a mantener, proteger, y restaurar la salud, evitar las enfermedades,
aliviar el sufrimiento y, en fin, ayudar a mantener la calidad de vida de las personas.

El respeto por la vida, la dignidad y los derechos del ser humano son condiciones esenciales de
la enfermería, que se practicarán sin ningún tipo de discriminación (5).

Con estos enunciados se encabeza el Código Deontológico de Enfermería, del Consejo


Internacional de Enfermeras.

En la Ley 911 de 2004, que establece la responsabilidad deontológica para el ejercicio de la


profesión de enfermería en Colombia, se define el acto de cuidado de enfermería como sigue:

El acto de cuidado de enfermería es el ser, la esencia del ejercicio de la profesión. Se


fundamenta en sus propias teorías y tecnologías, y en conocimientos actualizados de las
ciencias biológicas, sociales y humanísticas. Se da a partir de la comunicación y relación
interpersonal y humanizada entre el profesional y el ser humano, sujeto de cuidado, la familia o
el grupo social, en las distintas etapas de la vida, situación de salud y del entorno (6).
Janice Morse (7) identificó cinco categorías de cuidado: 1) el cuidado como una característica
humana, 2) el cuidado como un imperativo moral, 3) el cuidado como una forma de afecto, 4)
el cuidado como una relación interpersonal, y 5) el cuidado como una intervención terapéutica.
También identificó el cuidado como una experiencia subjetiva del paciente y el cuidado como
una respuesta física. Esta clasificación, que se describe como un proceso, lo utiliza la teórica
para clarificar el significado de cuidar, por tanto, se considera como una perspectiva
epistemológica de la autora. Al considerar el cuidado como un proceso, Morse identifica las
relaciones que existen entre las diferentes categorías de cuidado observadas. En todas estas
categorías se hace evidente la dimensión ética.

Morse cita como ejemplo de este proceso el constructo teórico de Leninger en el cual reitera
que los humanos son seres que reciben y dan cuidado, y que el tener la necesidad de ser
cuidado es una característica vital para la supervivencia humana. En el ser humano se
encuentran los atributos comportamentales de cuidado. En este sentido, la definición del
concepto de cuidar se extiende desde la categoría de la característica humana de cuidar hasta
la categoría de la intervención terapéutica del cuidado (7). Como se ha discutido en apartes
anteriores de este trabajo, cada una de estas categorías de cuidar, y las interrelaciones entre
ellas, tienen su fundamentación en los valores y principios éticos y bioéticos.

Conclusión

En los diferentes comportamientos, conductas e intervenciones del profesional de enfermería y


de su equipo, al realizar el acto de cuidado se debe traducir la dimensión filosófica, ética y
bioética, de humanización y científico-técnica que fundamenta su conocimiento y su actuar, y
que la sociedad percibe y valora como buen cuidado.

Infortunadamente, en ocasiones el contexto de la práctica y el sistema de organización no


permiten mantener la coherencia esperada entre el saber ético y el saber de enfermería que
debe traducirse en las prácticas de cuidado, y por tanto, la percepción de la persona que recibe
el cuidado lo califica como mal cuidado o cuidado deshumanizado, al sentir o percibir que no se
tienen en cuenta su valor y sus derechos como persona.

Nuestro gran reto profesional frente a estas realidades que afectan el cuidado de enfermería es
promover los cambios necesarios para salvaguardar la calidad ética, científica y técnica del
cuidado; es demostrar por medio de la investigación la bondad del cuidado de enfermería que
ofrece directamente el profesional o a través de su equipo humano con su permanente
dirección y liderazgo.

Se requiere un trabajo arduo y consistente de los profesionales de enfermería que muestre


resultados convincentes de investigación para introducir políticas y sistemas de prácticas de
cuidado guiados por los conocimientos teóricos de enfermería y por los componentes de ética,
bioética y humanización que sustentan todas las intervenciones.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Nouredine S, Development of the Ethical Dimension in Nursing Theory, International Journal


of Nursing Practice 2001;7:2-7.

2. Fawcett J, The Metaparadigm of Nursing: Present status and future refinement, Image:
Journal of Nursing Scholarship 1984;XVI(3): 84.

3. Larrabee JH. Emerging Model of Quality, Image: Journal of Nursing


Scholarship1996;28(4):353.

4. Bredow T, Analysis and Evaluation of Middle Range Nursing Theory. In: Middle Range
Theories, Application to Nursing Research. Philadelphia: Lippincott Will and Wilkins; 2004.

5. Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), Código para Enfermeras; 1989.

6. República de Colombia, Ley 911 de 2004.

7. Morse JM et al. Concepts of Caring and caring as a concept, Advances of Nursing Science
1990;3-4.

Evolución de la ética en Enfermería a lo largo de la


historia y su implicación en la formación
universitaria. Revisión bibliográfica – revisión actual
27 agosto, 2016Incluido en: Bioética. Ética médica. Ética en
EnfermeríaEtiquetas: bioética, cuidado, enfermería, ética, Historia

Portada - Últimas Publicaciones de la Revista - Evolución de la ética en Enfermería a lo largo de


la historia y su implicación en la formación universitaria. Revisión bibliográfica – revisión actual

Sánchez Guio Tania a, Delgado Sevilla David b, Barranco Obis Patricia c, Barranco Obis María
Montserrat d
a
 Hospital Universitario Clínico Lozano Blesa Zaragoza, b Hospital Universitario Miguel
Servet, c Hospital Nuestra Señora de Gracia, d Centro de Salud Santo Grial
Palabras clave: ética, Enfermería, historia, cuidado, bioética

El objetivo central del presente artículo es describir la evolución de la ética, de la mano de


Enfermería y su formación universitaria. Para ello se ha realizado una revisión de base
bibliográfica sobre el tema, teniendo como referencia a los principales autores del tema y de las
obras más significativas.

Resumen

La Enfermería actual ha conseguido ser una profesión autónoma, siendo su tarea principal el
cuidado, que no solo engloba todas aquellas intervenciones para cubrir las necesidades que
presente el ser humano en algún momento de su vida, sino también el autocuidado. A lo largo
de la historia Enfermería ha sufrido múltiples y diversos cambios hasta lograr la
profesionalización, todo ello gracias a las reflexiones y trabajos de Florence Nightingale, quien
es considerada la primera enfermera profesional. A pesar de los cambios sufridos, los cuidados
siempre han sido dirigidos hacia las personas, respetando su autonomía y dignidad como ser
humano. No ha sido hasta en las últimas décadas, debido a los avances en los derechos de los
pacientes, que han revelado la necesidad de incluir y enseñar contenidos específicos de la ética
en los programas de estudios de Enfermería, que se diferencien de los contenidos de ética en
otras profesiones.

Evolución histórica de Enfermería y cuidado hasta su profesionalización.

La Enfermería de hoy en día ha conseguido ser una profesión autónoma, donde la tarea
principal es la gestión del cuidado (1). El cuidado representa el pilar principal de la profesión,
ya que no solo engloba todas aquellas intervenciones sobre la persona, sino también el
autocuidado, es decir, todo acto que promueva la salud, mejorando la condición de vida, y
generando un sentimiento de bienestar en la persona y su entorno (2).

Para llegar a la figura que conocemos de Enfermería actualmente, la profesión ha ido


evolucionando a lo largo de la historia atravesando diferentes etapas: la etapa doméstica que
trata desde el origen de las primeras civilizaciones hasta la caída del imperio romano, donde la
función de la mujer era el mantenimiento de la vida y de su entorno más cercano frente a las
condiciones adversas; etapa vocacional trata hasta finales de la Edad Moderna, donde los
cuidados se consideran un deber sagrado, ejercidos por personas educadas en docilidad,
humildad y pasividad; la etapa técnica abarca los siglos XIX y XX, donde la salud es entendida
como una lucha contra la enfermedad. Esta última etapa, supone el inicio de una Enfermería
moderna y de la profesionalización de la actividad de cuidar, de la mano de Florence
Nightingale, considerada la primera enfermera profesional; y, finalmente, la etapa profesional,
donde Enfermería se consolida como disciplina, un cuerpo de conocimientos propios.

El sustento teórico de Enfermería empieza a desarrollarse y adquirir mayor precisión y validez


gracias a los estudios de investigación desde hace poco más de cien años, a partir de las
reflexiones y los trabajos de observación, recolección y análisis de datos de Nightingale en los
hospitales donde presto servicio, y que le ayudaron en la presentación y defensa de sus
proyectos de mejoramiento de los servicios de salud. Sin embargo, no ha sido hasta la mitad
del siglo pasado, cuando Enfermería comienza a realizar estudios sistematizados, con
resultados de rigor metodológico y formulación de varias propuestas de modelos teóricos y
teorías que dan sustento a la práctica. Todo ello bajo una fundamentación ética, que se hizo
evidente desde épocas antiguas (3).

            No ha sido hasta las últimas décadas del siglo pasado cuando se aprecia el progreso en
la investigación en el ámbito de Enfermería, con el fin de definir paradigmas, modelos y
distintos enfoques teóricos orientados a explicar y describir la naturaleza de los cuidados de
Enfermería (3). Las estructuras paradigmáticas y teóricas muestran una nueva perspectiva
acerca de la consideración de los fenómenos relacionados con el dominio de la disciplina.
Aspectos tan básicos como la salud, el bienestar o la evolución de los procesos de salud y
enfermedad, entre otros, se han legitimado. Esto per mite que la salud y el bienestar sean
comprendidos como conceptos dinámicos, contextualizados y circunstanciales además de
reconocerse como elementos de estudio inherentes a la Enfermería (4).

Conforme avanza y evoluciona la Enfermería como profesión, caracterizada por un conjunto de


conocimientos propios y diferentes a otras disciplinas, su práctica consigue diferenciarse cada
vez más del tradicional modelo médico. Esto se debe a que los principios filosóficos en los que
se basa la profesión enfermera de hoy en día difieren de la filosofía médica, así como las
teorías más recientes, las cuales expresan que la Enfermería se relaciona con las personas y
con su dignidad como ser humano, es decir, considerando a la persona como un ser holístico
(5). Dicho avance, también como disciplina, ciencia y tecnología, ha requerido hacer evidente
la fundamentación de la práctica enfermera, por medio de la investigación científica, que
muestre la relación entre el conocimiento con los valores y principios éticos que sustentan el
ejercicio profesional como práctica social (3), teniendo en cuenta que Enfermería se orienta
hacia la persona y no hacia la enfermedad, respetando de este modo, la autonomía e
individualidad del sujeto del cuidado, beneficiario del cuidado. Esta relación entre enfermera/o
y paciente, permite a éste último participar de forma activa en el proceso de cuidado,
convirtiéndose en coautor del plan de cuidado (3, 5).

El cuidado, núcleo del acto enfermero, es un elemento indispensable en las actividades diarias
de Enfermería, independientemente del ciclo de vida en que se encuentre la persona (1, 2, 3).
Exige de un esfuerzo hermenéutico, interpretación, análisis y valoración de la realidad a partir
de los problemas de salud, así como factores etiológicos y síntomas y signos del paciente (1).
En su naturaleza, representa la aplicación de un juicio técnico sobre la motivación,
planificación, organización y control de la provisión de una asistencia segura y eficaz para la
recuperación de la persona enferma (1, 2, 3). Tal es la importancia que tiene el arte de cuidar
que se le ha llegado a definir como la ciencia del cuidado humano 48. Del amplio concepto de
cuidado, surge el cuidado de tipo terapéutico, ofrecido por Enfermería cuando las demandas de
las personas no pueden ser satisfechas por diferentes situaciones que puedan acontecerles en
algún momento de su vida, ya sea una incapacidad física, mental o intelectual, transitoria o
definitiva, en algún momento puntual de su vida. Esta nueva denominación de cuidado se
refriere a la satisfacción de las necesidades que precise el paciente, así como, en su educación
para el autocuidado, teniendo en cuenta que la persona es un ser integral en el que las
diferentes dimensiones de la salud interaccionan de forma dinámica (2). Se podría entender a
Enfermería, como un proceso interpersonal que requiere interacciones, relaciones y
transacciones entre el profesional y el paciente, por lo que, no existe duda de la necesidad de
que Enfermería se conciba como una disciplina terapéutico, de ayuda, y, por lo tanto, debe
conocerse interiormente (4).

El Consejo Internacional de Enfermería ha declarado que el cuidado de Enfermería es una


necesidad y un derecho universal. El profesional de Enfermería es responsable de orientar sus
acciones para ayudar a conservar, proteger, y restablecer la salud, evitar las enfermedades,
paliar el sufrimiento, en definitiva, ayudar a mantener la calidad de vida de las personas (3).

El simple acto de Enfermería representa un juicio clínico acerca de la respuesta de un individuo


a sus problemas de salud, reales o potenciales. Enfermería es responsable de la monitorización
de las respuestas del paciente enfermo, de la adopción de decisiones que culminen en un plan
de cuidados y de la ejecución de las intervenciones adecuadas incluyendo la colaboración
interdisciplinar y derivación a otras unidades, si fuera necesario (1).

Integración de la ética y bioética en Enfermería

Dentro de la profesión de Enfermería, el cuidado que brinda a todas aquellas personas


necesitadas en algún momento de su vida, no se considera un cuidado pleno si no tienen en
cuenta los aspectos éticos que rodean al cuidado enfermero. Es por ello que surge la necesidad
de que ese cuidado se lleve a cabo bajo unos aspectos éticos. Siendo la ética, definida por la
Real Academia Española como el “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la
persona en cualquier ámbito de la vida”. Autores como Rubelia Arias de Ospina y Castillo
Espinosa consideran la ética como una ciencia práctica que estudia el comportamiento de los
seres humanos, quienes conviven socialmente bajo una serie de normas que permiten ordenar
sus actuaciones acorde con el grupo social al que pertenecen (6, 7). También existe la ética
profesional, que trata las obligaciones que surgen a lo largo del ejercicio de cualquier profesión,
sanitaria o no (5, 8).
Al igual que la rama de la Medicina, Enfermería dispone de un componente moral en su práctica
importante. Esto significa que no solo envuelve una dimensión técnica, sino que la formación, y
el ejercicio profesional que lleva a cabo Enfermería deben estar basados en la observación de
los requisitos que permiten que esa práctica, sea considerada como buena moralmente. De
esta forma, se comprende el significado que supone la pérdida de salud en la vida de un sujeto,
cómo él lo interpreta, qué relevancia tiene para sus proyectos, que repercusiones tiene para su
autoconcepto (1). La relación existente entre mente-cuerpo-ambiente genera una continua
interferencia entre fenómenos físicos, psicológicos y sociales. Por ello, Enfermería y Medicina
deben abordar al ser humano como una integración de todos estos factores, sin olvidar que
ante la realidad corporal del enfermo se encuentra la certeza de un espíritu dañado (8).

Las profesiones que mantienen relación directa con la salud de otros seres humanos requieren
una excelente competencia científica y técnica, y a la vez una formación ética profunda con
principios que permitan actuar con excelencia moral (5, 9).

En mayo de 1973, se aprobó el Código de Ética del Consejo Internacional de Enfermería, en el


que se postularon sus cuatro responsabilidades fundamentales: promover la salud, prevenir las
enfermedades, restaurar la salud y aliviar el sufrimiento. Relacionados estrechamente con los
principios bioéticos que son: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía. Sin dejar de
lado otros aspectos éticos importantes en el acto de cuidar, como son la veracidad, fidelidad,
secreto profesional, derecho a la intimidad y paternalismo (7).

La ética tiene que estar presente desde el comienzo de los estudios universitarios, como un
elemento primordial, no sólo teórico, sino más bien práctico, en cada una de las asignaturas
que componen dichos programas formativos, con el fin de rescatar el ejercicio ético de la
profesión, que hasta la década de los 90, se perfilaba como un desafío para el futuro de las
ciencias de la salud (2, 8). Hoy en día, la ética en Enfermería se ha hecho más práctica y mejor
orientada para dar repuesta a todos los cambios que han tenido lugar en torno a la salud y el
aumento de la esperanza de vida. Además, los acontecimientos y avances de los últimos años,
han revelado la necesidad de enseñar contenidos específicos de la ética en Enfermería, que se
diferencien de los contenidos de ética en otras profesiones. Fue a partir de los años setenta,
cuando la enseñanza de la ética en Enfermería se hizo más urgente, práctica y con una mejor
orientación, coincidiendo con la progresión de la Enfermería hacia la profesionalización. En
décadas anteriores, la ética era impartida por sacerdotes o religiosos, u otras personas ajenas
a la profesión, quienes exponían diversas generalidades sobre moral, más guiadas a actuar por
obediencia que a crear profesionales capaces de tomar decisiones responsables e
independientes. El objetivo final de la enseñanza de la ética en Enfermería es formar un
profesional moralmente responsable, dotado de capacidad para tomar decisiones éticas en el
desempeño de su trabajo, que asuma como tarea esencial su desarrollo pleno como ser
humano (5).

Cabe destacar que la ética se encuentra inmersa en aspectos prácticos, como la toma de
decisiones vitales para el mantenimiento de la calidad de vida de las personas, el
comportamiento y trato empático con los usuarios, el adecuado manejo de situaciones
estresantes y la atención de sus necesidades (2, 3). Por ello es importante desde la formación
educativa universitaria, orientar a descubrir y asumir el propio sentido de la vida, así como,
desarrollar al máximo todas sus potencialidades de crecimiento en forma armónica y moderada
49. Para ello se requiere de profesorado con la habilidad de usar adecuadamente las
situaciones concretas para hacer ver a los alumnos los valores involucrados, los problemas
existentes y como aplicar los principios éticos en las alternativas respuestas ante un problema
concreto. Requiere de actitudes ético- morales hacia el alumno (actitud de aceptación y
respeto, actitud de empatía, orientación al alumno, afecto y estima, así como expectativas
positivas hacia los alumnos) y hacia la profesión docente (vocación docente, actitud de
investigación, actitud de apertura al cambio, actitud de trabajar en equipo) (8, 10).
Cada vez más, hoy en día, está presente la necesidad de que los profesionales del sector de la
salud, entre ellos, Enfermería, apliquen en sus actividades diarias los principios éticos para la
toma de decisiones que, irremediablemente, afectaran de una u otra forma los sentimientos y
necesidades de las personas.

Además, los acontecimientos y avances de los últimos años, el aumento de la demanda de


atención de las personas, así como las denuncias, que cada vez más, van en aumento, han
revelado la importante necesidad de enseñar contenidos específicos de la ética de Enfermería.
El problema de los programas de estudios actuales es que presentan dificultad de dedicar el
tiempo necesario a su enseñanza, debido al recargo de los planes de estudios, aunque todos
reconocen la importancia de incluir tales contenidos en la formación de la enfermera (5).
También, otros estudios, Valiente y Goderich en el año 2000, Brevis y Sanhueza en 2007,
Franco en 2009 y Lescaille en 2009, reflejan el interés de investigar en el campo de la
percepción y la enseñanza de la ética, bioética y Derechos Humanos en el estudiantado de
Enfermería. Todos ellos destacan la apremiante urgencia de formar teórica y reflexivamente en
estos temas, útiles para afrontar y resolver dilemas éticos que se mostrarán en el desempeño
profesional (2, 4) propone partir del conocimiento personal, porque es a partir de este que se
consigue el verdadero arte de Enfermería (4).

Por otro lado, la bioética es una disciplina relativamente joven de la filosofía, perteneciente al
campo de la ética, con apenas 20 años de existencia, pero sin embargo, con gran aplicación
hoy en día. Surge a partir del código de Nuremberg, aproximadamente en los años 80, que se
introduce como ciencia en Europa. Los principios de la bioética, en la Enfermería tienen como
fin la satisfacción de las necesidades humanas y todos aquellos aspectos que les afecten en
cualquier etapa de la vida (7). Como parte del proceso formativo, sugiere la responsabilidad de
proporcionar elementos y desarrollar las competencias necesarias para llevar a cabo
verdaderos juicios éticos, que permitan al estudiantado y a los nuevos profesionales, encontrar
la causa real de los problemas éticos y su solución. Su enseñanza fuera del contexto sanitario e
instituciones hospitalarias, incluye a todos aquellos estudiantes y profesionales que tienen
alguna relación con el sector salud, como pueda ser ambiente, economía, política, etc,
brindando la posibilidad de una intervención holística, integral, teniendo en cuenta los
determinantes de la salud y permitiendo finalmente romper paradigmas de desigualdad (10).

Conclusiones

Enfermería es la profesión que más contacto mantiene con el paciente, proporcionando todo
tipo de cuidados. Por ello es muy importante la formación desde la universidad en diversos
valores (como prudencia, honradez, paciencia, empatía) que le permita actuar bajo unos
criterios éticos y morales, que le permitan ofrecer la mejor atención de salud, en cualquier
circunstancia que se encuentre la persona.

La primera función que se podría aplicar sobre la ética profesional podría ser, en este mismo
orden de ideas, ayudar al alumno a descubrir el sentido de la vida en cada uno de sus actos, de
sus relaciones con los demás y más importante en su profesión.

El gran reto profesional para hacer frente a la realidad existente que afecta el cuidado de
Enfermería, es impulsar todos los cambios necesarios para proteger la calidad ética, científica y
técnica del cuidado.

Bibliografía
1. Contreras S. El acto de Enfermería, entre prudencia y arte. Algunas reflexiones sobre la
ética del cuidado. Enfermería Global, 2013; 32.
2. Leiva Díaz V, Villalobos Núñez B. implementación de la bioética en la enseñanza de
Enfermería. Rev Enfermería Actual en Costa Rica, 2014: 27.
3. Garzón Alarcón N. Ética profesional y teorías de Enfermería. Aquichan, 2005: 5 (1).
4. Durán de Villalobos MM. La ciencia, la ética y el arte de Enfermería a partir del
conocimiento personal. Aquichan, 2005; 5: 1.
5. Restrepo Arzayús L. la enseñanza de la ética en Enfermería. Aquichan, 2001; 1.
6. Rubelia Arias de Ospina M. La investigación en Enfermería desde lo ético y lo bioético.
Cultura del Cuidado Enfermería, 2011: Nª Extra 1. XX Coloquio Nacional de Investigación
en Enfermería, Pereira, Junio 2 y 3 de 2011.
7. Castillo Espinosa J, Díaz Castillo A, Gort Barranco L, Cabrera Acosta MF. Ética y bioética
en el desempeño de la Enfermería. Revista de Ciencias Médicas de la Habana, 2010; 16:
2.
8. González Escobar R. Reflexiones sobre la formación ética en Enfermería. Medellín, 1993:
11 (1).
9. Ablanedo Suárez JM. Ética, confidencialidad y Enfermería. Mi historia, ¿la historia de
todos? RqR Enfermería Comunitaria, 2015: 3 (3).
10. Leiva Díaz V. ¿Por qué enseñar bioética social y de salud pública en Enfermería? Revista
Enfermería Actual en Costa Rica, 2009; 17.

La Enfermería y sus principios Bioéticos


Por  Luis Gerardo Paredes 28/08/2019

Los practicantes de la enfermería deben conocer la Bioética, para dar una calidad de atención a los
pacientes y brindar un cuidado de humanismo, como premisa fundamental en su trabajo.

Es una carrera de la ciencia de la salud que permite la observación y la asistencia del individuo,
durante esa etapa de enfermedad. Está orientada a ayudar y cuidar la existencia del ser humano.
Constituye un arte y una ciencia que considera al paciente de forma integral.

Se cree transcendental que los enfermeros desarrollen y conozcan el carácter ético, para dar el
mejor trato diario al enfermo y a su entorno familiar.

¿Cuál es la particularidad de la Enfermería? A diferencia de otras disciplinas en el medio de la


salud, esta tiene características diferentes. Siendo establecidas sus pautas por varios teóricos en su
área.
Principios de la Enfermería

Florence Nightingale es conocida como la pionera moderna, quien plasmo la esencia a esta


profesión, diciendo “se debe poner al paciente en excelentes condiciones para que la naturaleza
actúe sobre él”, es decir, tomar el entono del ser humano y ponerlo en excelentes circunstancias,
para que esta tenga impacto en la salubridad del usuario.

Esto debido a que la salud no es solamente para tratar el aspecto físico, si no el emocional, en lo
cultural, sino que involucra todo el aspecto social.

Otra teórica que nos da el carácter de esencia de esta profesión es Virginia Henderson. Nos define
“La Enfermería debe dar todo el apoyo al ser humano en un estado saludable o aquel que
presente alguna enfermedad”. Aquí es importante decir, que entre su característica no es solo
tratar al enfermo, sino a todas aquellas personas que estén completamente sanas. También tiene
la habilidad de dar promoción a la salud, para disminuir los riesgos desde el aspecto preventivo.

Ida Jean Orlando nos habla sobre “la administración de la ayuda del paciente pudiera precisarse
para cubrir sus necesidades”. La Enfermería debe entenderse como tal en la atención integral y
holística.

Dorohtea Orem se enfoca en las necesidades de promulgar el autocuidado del paciente.

¿Cuál son los propósitos y los objetivos de la Enfermería?

Servir al ser humano, fomentando la salud, mediante la enseñanza y los cuidados que requiere el
paciente.

Imaginar formas innovadoras y válidas para ayudar al paciente, considerando los mejores
resultados, en la condición circunstancial del usuario en cualquier centro asistencial.

Prestar apoyo psicológico y fisiológico a la persona.

Generar un ambiente agradable, con un entorno que promueva un desarrollo beneficioso a todos
los involucrados.

La misión del enfermero(a) es proporcionar un cuidado integral al usuario.


Los Principios Bioéticos en la Enfermería

El contrapunto de esta situación como disciplina ética, nace debido al desarrollo de las nuevas
tecnologías. Surgidos en lo concerniente para los progresos asistenciales en la salud, los elevados
precios, el perfeccionamiento de la genética, las discusiones sobre las acciones para llevar a cabo
en la etapa terminal de la existencia, etc.

Estos cambios actuales generan dificultad en las decisiones; por ello es necesario dotar de
conocimientos a los profesionales, para que puedan extraer del conflicto los valores en juego y,
decidir sobre si es o no adecuado para la persona y su entorno más próximo.

Los practicantes de esta área profesional deben tener claro y regirse por los cuatro Principios de la
Bioética.

Debe estar claro en la No Maleficencia, no hacerle daño al paciente, respetando la integridad física
y psicológica del ser humano.

El enfermero o enfermera está obligado hacer el bien, con el principio


de Beneficencia, requiriendo una vocación de servicio, con una convicción de que su trabajo es
estar en contacto con las personas.

La Enfermería mediante la Autonomía, trata que es el profesional de esta área, el que está en


contacto con las personas, sobre todo en el contorno hospitalario, durante el mayor tiempo
posible. Trasmitiendo al paciente el grado de información necesaria sobre su enfermedad, para de
esta manera involucrarlo en las decisiones sobre su enfermedad.

La Justicia, se ha encargado en que el individuo busque la equidad de justicia para su práctica, sin
una acción externa e interna al instante de que tenga que tomar una decisión. Tanto así, que es la
enfermera la mayor promotora de este principio, para los cuidados del individuo que requiere los
sistemas de salud.

Dilema ético de la enfermería y la bioética

¿Cuál es el dilema bioético que surge?

El dilema ético nace cuando el enfermero(a), basándose en su juicio crítico, tiene que tomar


decisiones referentes a la asistencia del paciente que se encuentre hospitalizado, tornándose difícil
cuando aparecen diversos factores:

 La gravedad,
 la edad, 
 el género del paciente, 
 la formación o el estado cultural,
 las creencias y las costumbres,
 la ausencia de los familiares,
 el estado de inconsciencia del paciente

Estas situaciones difíciles ponen en apuros al practicante de esta profesión, quien con estas
circunstancias tiene frente así este dilema ético del cuidado.

Elementos sobre los Dilemas Éticos 

Al identificar en la Enfermería los dilemas morales y su importancia, se consideran los elementos


para enfrentarlos.

 Un factor clave es la aplicación del proceso de atención de Enfermería al ser humano.


Siendo la herramienta metodológica que contiene los pasos de:

 Valoración,
 realización de diagnósticos, 
 planear y ejecutar las intervenciones,
 evaluar la situación.

 Realizar de manera organizada la delimitación del problema del paciente, mediante una
valoración integral.
 El Código de Ética, es primordial, para ir identificando cual es la actuación correcta hacia
el ser humano.
 Identificar las posibles opciones de cuidado sobre la cual se tomará las futuras
decisiones.
 Buscar la solución de los inconvenientes y dificultades sin olvidar la opinión del paciente
y los familiares.
 La interacción del personal de salud, para ir resolviendo las dificultades presentadas.
Muchas veces no solamente es los problemas presentados, sino que son la inquietud, la
preocupación, la angustia que vive el ser humano dentro de una institución hospitalaria.
 Tratar de elegir en el dilema ético que es lo correcto y lo incorrecto, eligiendo las
situaciones correctas, pero con distintas perspectivas, tomando una decisión de carácter
moral.
 Generar el mayor bienestar al paciente mediante la actuación profesional.
 Debe tener la capacidad de reconocer con rapidez el dilema, analizarlo, argumentarlo y
actuar en consecuencia y, desde este punto se debe valorar el actuar siempre
considerando el paradigma de la Enfermería, que incluye conceptos como paciente,
entorno, bienestar hacia la persona.

Es significativo considerar prestar un servicio de Enfermería de calidad, siendo esta la primera


barrera de seguridad en los pacientes, pero también no se debe olvidar que todas las actividades
durante el progreso de la atención, tienen un riesgo de muchos factores ajenos a la práctica
profesional. Tomando los siguientes ejemplos:
 Las derivaciones surgidas por los avances tecnológicos.
 Los sistemas hospitalarios.
 La interacción del personal de salud.
 Las recaídas que puedan ocurrirles al individuo mientras este en el proceso hospitalario.
 Los errores de la medicación.

Otros dilemas éticos surgidos en la Enfermería

Jornadas de trabajos extenuantes:

La responsabilidad de cumplir con más horas de trabajo conforme a lo que establezca la ley, trae
como consecuencia el cansancio físico, situación que puede afectar y ocasionar errores humanos.

Falta de Capacitación:

La falla de conocimiento y habilidades para la ejecución de algunas intervenciones, requiere de


preparación técnica y científica. El delegar la función a quien no tiene la preparación tiene como
consecuencia, que pueda surgir un evento adverso, que se puede prevenir con una adecuada
capacitación. Tener las habilidades y destrezas profesionales estipulados en la Enfermería.

Administración de fármacos:

Es el profesional que ejecuta estas indicaciones, es su práctica cotidiana en esta área. La


administración debe ser un acto reflexivo, donde el personal que indica y manda a ejecutar este
proceso debe hacer un análisis profundo sobre el medicamento, su acción, su dosis, vía y hora de
aplicación. Así como, los intervalos, el nombre del paciente y el registro. todos estos datos
correctos son principios vigentes para la eficiente práctica.

“Es importante que analicemos que como seres humanos podemos cometer errores, pero que es
inhumano no tratar en lo mejor de lo posible al paciente. Evitar al 100 % poner en riesgo la vida
de todos aquellos, que sin pensarlo ponen su existencia en las manos de un experto en los temas
sanitarios, con la fe y la expectativa de que son ellos quienes les ayudaran a recuperarla”.

Códigos de Ética en la Enfermería

Como consecuencia de su instrucción educativa y profesional debe tener los mejores y más
significativos valores morales y sociales de la humanidad. Comprometiéndose en dar el mejor trato
de dignidad e igualdad, para otorgarle una convivencia adecuada durante su permanencia en el
servicio asistencial, así como el de su etapa de recuperación y futura existencia.
Este código determina esos designios Bioéticos fundamentales como son los valores y los
compromisos que debe tener el practicante de la profesión. El enfermero(a) tiene que tener la
conciencia de establecer un ámbito estable y legitimo en pro de la colectividad.

 “El objetivo de la ética pretende, respetar y cuidar la vida, los derechos y valores de cada ser
humano.  Entregando un cuidado leal y honesto a cada uno”.

Enfermeros deben apegarse a valores y principios éticos


 La estudiante Analí León Morales reflexionó sobre el tema en el Segundo Foro Estudiantil “Hablemos
de Enfermería”
 Claudia Peralta Vázquez

 La ética y valores son principios ineludibles que deben caracterizar a los profesionales de la
enfermería, lo cual exige respeto, dignidad a la vida, calidad, eficiencia, beneficencia, veracidad y
justicia hacia el paciente a quien se le otorgan los cuidados hospitalarios, destacó Analí León
Morales, alumna del octavo semestre de la Facultad de Enfermería de la Universidad Veracruzana
(UV).

En su ponencia, ante alumnos, académicos y autoridades asistentes al Segundo Foro Estudiantil


“Hablemos de Enfermería”, expresó que aunado a la preparación y formación académica de los
estudiantes, apegarse a estos dos conceptos es el camino indicado para convertirse en un verdadero
profesional.

Por ello, éste es el momento para preguntarse cuáles son los valores y ética que se requieren para
alcanzar este objetivo.

Analí León Morales disertó sobre ética y valores en el profesional de enfermería


Explicó que la ética es una rama de la filosofía encargada de evaluar la conducta humana, de la que
se desprende la libertad de elegir al final lo que nos convenga. “Es la construcción moral que orienta
las actitudes y los comportamientos para la consecución de objetivos”.

Son nuestros padres, dijo, los primeros en forjar esos valores y ética que nosotros vamos a
desarrollar. Por ejemplo, la integridad es un valor que debe estar presente en cada persona y
comunidad hospitalaria, así como una comunicación respetuosa basada en el diálogo participativo,
en la cual el paciente y la familia expresen con libertad y confianza sus necesidades y expectativas
de cuidado.
“De esta manera también obtendremos ese principio ético fundamental que es la calidad, importante
para prestar ayuda eficiente y efectiva al enfermo y a su familia.”

Asimismo, debe haber continuidad para asegurar que se brinden a la persona y a la comunidad los
cuidados sin interrupción, a fin de mantener su salud.

La veracidad también es un principio que establece no mentir o engañar al enfermo; y la


beneficencia, que establece que los actos del personal de enfermería deben ir encaminados a hacer el
bien al usuario.

Otro valor es la justicia, que implica equidad no sólo de género, sino que el profesional no debe
distinguir rangos económicos y sociales en el paciente. “Para los individuos, es la ausencia de
discriminación por diferentes motivos e igualdad de oportunidades para todos”.

Analí León añadió que el cuidado de la salud se refiere a la máxima igualdad en la distribución de
los recursos asistenciales y las oportunidades de recibir cuidados y tratamiento. Mientras que
autonomía, significa respetar a las personas como individuos libres y tener en cuenta sus decisiones.

“Si tengo respeto y protección hacia mi paciente, puedo tener esa autonomía como profesional.”

En la enfermera o el enfermero, la moral es necesaria para cumplir con el fin primordial de servir al
bien común, mejorar la salud del pueblo y prolongar la vida del hombre.

“También, como profesionales de la enfermería, es importante tener una visión y misión que nos
llevará a siempre buscar el bien y no el mal, y procurar la salud de los pacientes.”

Entre los valores profesionales citó los siguientes: compromiso firme con el servicio; creencia en la
dignidad y mérito de cada persona; compromiso con la educación, no sólo quedarse con la
licenciatura o técnica sino buscar una especialidad; autonomía profesional y creer que es un líder de
enfermería.

Otras normas morales son: profesión, vocación, disciplina, atención al paciente y protección de su
individualidad.

La ética en la formación profesional de


enfermería
9 septiembre, 2020Incluido en: Bioética. Ética médica. Ética en EnfermeríaEtiquetas: estudiante de
enfermería, ética, formación, profesional de enfermería

echa de aceptación: 21/08/2020

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 17 – 


Primera quincena de Septiembre de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 17; 890

Autores:
Johnny Vladimir Riofrío Arboleda 1, Humberto Elizalde Ordóñez 2, Meri Isabel Ordóñez
Sigcho3, Karen Guadalupe Toledo Gaona4

¹ Departamento de Ciencias de la Salud, Área Biomédica, Universidad Técnica Particular


de Loja / Loja, Ecuador.

 Magister Enfermería Clínico-Quirúrgica. Área Biológica Biomédica. Docente Titulación de


2

Enfermería. Universidad Técnica Particular de Loja. Loja, Ecuador.

Magister en Gerencia en Salud para el Desarrollo Local. Área Biológica Biomédica.


Docente Titulación de Enfermería. Universidad Técnica Particular de Loja. / Loja, Ecuador.


Licenciada en Enfermería, Universidad Técnica Particular de Loja /Loja, Ecuador.

RESUMEN

Introducción: La ética define una parte del ser humano incluyendo sus valores, por medio
de la cual se establece juicio y discernimiento, que fortalece la formación del profesional
de enfermería. Objetivo: Conocer cómo es el proceso de enseñanza-aprendizaje de la
ética en la formación del profesional de enfermería. Materiales y métodos: Revisión
bibliográfica de tipo integradora el cual busca conocer el proceso de enseñanza-
aprendizaje de la ética en la formación del profesional de enfermería, se identificaron 5
artículos publicados de enero 2010 a enero 2020. Resultados: Las ideas principales que
dieron respuesta a la pregunta y el objetivo propuesto, determinando dos categorías: la
enseñanza de la ética en enfermería desde el Código de ética y la enseñanza de la ética
desde la práctica clínica. Discusión: El código de ética ayuda a los estudiantes a tener
una visión de respeto por la vida, protegiendo de cualquier daño al paciente, también la
enseñanza de la ética en base a las practicas clínicas realizadas por el estudiante aporta
más a sus conocimientos ya que desarrolla sus competencias éticas. Conclusión: La
enseñanza-aprendizaje de la ética en la formación académica de los estudiantes de
enfermería contribuye fundamentalmente en el desarrollo personal de cada persona.

PALABRAS CLAVE

Ética, formación, estudiante de enfermería, profesional de enfermería.

SUMMARY

Introduction: Ethics defines a part of the human being including his or her values, through
which judgment and discernment are established, which strengthens the training of the
nursing professional. Objective: To learn about the teaching-learning process of ethics in
the training of nursing professionals. Materials and methods: A bibliographic review of an
integrative type which seeks to know the teaching-learning process of ethics in the
formation of the nursing professional, 5 articules were identified and published from
January 2010 to January 2020. Results: The main ideas that answered the question and
the proposed objective, determining two categories: teaching ethics in nursing from the
Code of Ethics and teaching ethics from clinical practice. Discusión: The code of ethics
helps the students to have a vision of respect for life, protecting the patient from any harm,
also the teaching of ethics based on the clinical practices carried out by the student
contributes more to their knowledge since it develops their ethical
competencies. Conclusion: The teaching-learning of ethics in the academic formation of
nursing students contributes fundamentally to the personal development of each person.

KEYWORDS

Ethics, training, nursing student, nurse practitioner.

INTRODUCCIÓN

La ética define una parte del ser humano incluyendo sus valores, por medio de la cual se
establece juicio y discernimiento, no pudiendo renunciar a ellos porque son muy
importantes; por otro lado los principios morales son diferentes a la ética de cada
individuo, puesto que lo moral es el conjunto de valores, normas y costumbres que se
forman con la práctica social, reflejando la experiencia de muchas generaciones, mientras
que la ética está vinculada con la personalidad de los seres humanos, por su
comportamiento ético al momento de actuar y en el contacto diario con las personas. (1)

La evolución de enfermería a través de los años ha llevado a que esta profesión sea cada
vez más compleja y la responsabilidad sea mayor entre los profesionales que la
ejercen. (2) Por lo que los requerimientos éticos de los profesionales de enfermería son
mayores con esta evolución en la práctica, y ahí la formación del profesional juega un
papel importante en la enseñanza de los aspectos éticos de la profesión.

La formación del profesional de enfermería va adquiriendo una sólida formación con los
fundamentos teóricos-prácticos, humanísticos y éticos, los cuales permiten que el futuro
profesional de enfermería pueda desempeñarse con calidad y conciencia profesional; por
otra parte, el actuar ético se sustenta en códigos de ética, los cuales establecen los
principios éticos, morales y éticos del actuar de la profesión, exigiendo una excelencia en
los estándares de actuación dentro de su práctica profesional (3).

Los profesionales de enfermería adquieren conocimientos éticos profesionales y


desarrollan habilidades en la resolución de problemas éticos presentes en la práctica
dentro de su formación académica, el cual servirá para reconocer lo bueno y lo malo y
decidir siempre lo correcto, de esta manera las intervenciones de enfermería sean de
forma humanista, respetando el código de ética de enfermería, logrando un cuidado eficaz
enfocado en el beneficio de todo ser humano.

Pero ¿Cómo se puede alcanzar que el estudiante de enfermería logre adquirir


competencias éticas? La respuesta a esta pregunta puede ser la vinculación ética a los
ejes curriculares dando soporte al plan de estudio y no solo recayendo sobre algunos
pocos docentes esta labor tan importante en la formación de talento humano para la salud.

 “Existe un código de ética que se constituye en un instrumento eficaz para aplicar las
reglas generales de la ética al trabajo profesional enfermero y permite la protección y
respeto no solamente de las personas objeto de cuidado, sino también de los
profesionales de enfermería”. (4)

El objetivo general de la presente investigación es conocer cómo es el proceso de


enseñanza-aprendizaje de la ética en la formación del profesional de enfermeria.

MATERIALES Y METODOS

Este artículo presenta los resultados de una revisión bibliográfica de tipo integradora, el
cual busca conocer como es el proceso de enseñanza-aprendizaje de la ética en la
formación del profesional de enfermeria; dentro de esta búsqueda se realizó una síntesis
de datos e información de artículos científicos, que dieran respuesta a la siguiente
pregunta de investigación ¿cómo es el proceso de enseñanza-aprendizaje de la ética en la
formación del profesional de enfermería?

La búsqueda bibliográfica se realizó en las bases de datos de Scielo, Science direct,


Cochrane y Trip data base. Los descriptores de salud utilizados para la búsqueda son:
ética (Ethics), formación (Training), estudiantes de enfermería (Nursing students), práctica
profesional (Professional Practice ); se tuvieron en cuenta los siguientes criterios de
inclusión: artículos publicados de enero 2010 a enero 2020, español e inglés en texto
completo que incluyeran aspectos relacionados con la influencia o relación que tiene el
proceso de enseñanza de la ética profesional en enfermeria; se utilizaron los operadores
booleanos AND y NOT.

Se obtuvo un total de 790 artículos en cuatro bases de datos, de allí 450 fueron excluidos
después de la revisión del título, de 340 artículos incluidos para la revisión del resumen,
posterior a esta, fueron 150 artículos, quedando 190 artículos para su revisión completa,
en esta etapa, se encontraron 30 artículos duplicados entre las diferentes bases de datos.
Finalmente, después de hacer revisión final, se elaboró una matriz de datos en la cual se
resumen los aspectos más importantes de cada artículo, quedando un total de 5 artículos
para ser incluidos en la presente revisión sistemática. (ver imagen 1)

RESULTADOS

Caracterización de los artículos.

Se encontró un total de cinco artículos, todos en idioma de español, de los cuales dos son
de Ecuador, uno de México, uno de Cuba y uno de España; se comprenden de un periodo
de publicación del 2015 al 2017.
En el diseño encontramos que su metodología fue una revisión bibliográfica, dos estudio
analítico sintético, uno con metodología mixta (cuantitativo y cualitativo) y otro con
metodología analítica crítica y reflexiva, pero todos con metodología cualitativa; por lo que
para el análisis de los mismo y la interpretación de resultados, se realizó el análisis de
ideas centrales con base a los resultados, se leyó completamente cada uno de estos y se
realizó el respectivo análisis, sacando los resultados e ideas principales que dieran
respuesta a la pregunta y el objetivo propuesto, con lo que se pudo determinar dos
categorías: la enseñanza de la ética en enfermeria desde el Código de ética y la
enseñanza de la ética desde el practica clínica. A continuación, los presentamos.

Enseñanza de la ética en enfermería desde el Código de ética.

Esta categoría se identifica en Blasco et al (5), Yépez (6) y Acero (7); la idea principal radica en
que la enseñanza de la ética profesional en los estudiantes de licenciatura en enfermería,
deben guiarse según el código de ética que les ayuda a incorporar los valores desde una
perspectiva humanista.

Blasco et al (5), determinan que la enseñanza del código de ética a los estudiantes de
enfermería ayuda para aplicar el valor del respeto hacia todas las personas sin distinción
de raza, sexo, color de piel o por su condición económica, brindado los cuidados de forma
universal enfocado siempre en la rehabilitación de los pacientes.

Yépez (6), establece que el código de ética contribuye a la formación académica de los


estudiantes a través de la aplicación de los principios éticos ayudando a formarse con
valores, incrementando sus conocimientos y habilidades para realizar un cuidado eficaz a
los pacientes.

Acero (7), establece que el Código de ética se pone a conocimiento para ser utilizado luego
como herramienta en la toma de decisiones, con la finalidad de actuar correctamente en
los servicios de enfermeria. Por lo que su importancia radica en la enseñanza de este
desde los primeros semestres, para tener conocimiento del actuar ético de enfermeria
antes de ir a la práctica y así la toma de decisiones, la resolución de conflictos, etc. sea
correcta, utilizando de herramienta el Código de ética.

Enseñanza de la ética desde la práctica clínica.

Esta categoría se logra identificar en los resultados de Mora (1) y García (3), la idea principal
de esta categoría radica en que parte de la enseñanza de la ética en enfermería se lleva a
cabos desde la práctica clínica, y el docente o el enfermero que supervisa debe actuar
éticamente para que su actuar sea visto y aprendido por el estudiante.

Mora (1), establece que la aplicación de la ética se evidencia en el campo de practica y que


a medida que avanza este se van reforzando los conocimientos brindados en la catedra de
ética; al atender las necesidades de los pacientes en la práctica clínica y crear un
ambiente en que se respetan los valores y costumbres, se enseña ética al futuro
profesional de enfermería.
García (3), refuerza la idea de que la ética en los estudiantes de enfermeria se aprenden
mayormente en la práctica clínica, en la práctica comprenden la ética del cuidado y esto
lleva a que lleven y mantengan un comportamiento ético con los pacientes y los familiares
y personas que no conocen.

Yépez (6) une las dos categorías, ya que habla del actuar ético del docente que instruye en
la práctica clínica y su actuar sea acorde a Código de ética enseñado, pues una de las
diferentes maneras de aprender es viendo el ejemplo.

 (Ver tabla 2)

DISCUSIÓN

La enseñanza de la ética en enfermería se fortalece con la incorporación del código de


ética, según Quiala (8), el código de ética ayuda a los estudiantes a tener una visión de
respeto por la vida, protegiendo de cualquier daño al paciente, respetar el secreto
profesional, manteniéndose en constante capacitación para brindar atención de calidad a
los enfermos, en donde no debe existir la discriminación de las personas por su raza, o su
situación socio-económica. así mismo Castro et al. (9), mantienen cierta similitud en el que
establece que para que se cumpla una enseñanza adecuada se debe cumplir con cuatro
deberes fundamentales del código de ética, que son: promover la salud, prevenir la
enfermedad, restaurar la salud y aliviar el sufrimiento, por el cual estos deberes se
vinculan con cuatro áreas principales: enfermera(o) y las personas, enfermera(o) y la
práctica, enfermera(o) y la profesión, enfermero(o) y sus compañeros de trabajo.

Otro aspecto importante que contribuye en la formación de los estudiantes de enfermería,


es la enseñanza de la ética desde la práctica clínica, según Cárdenas et al. (10), las
experiencias tanto buenas como malas, que viven los estudiantes al realizar sus prácticas
clínicas serán testigos de casos reales de las actitudes éticas de los demás profesionales
dirigida a los enfermos, de esta forma les ayuda a desarrollar la sensibilidad del cuidado y 
brindar  atención humanista ayudando a fortalecer sus habilidades y conocimientos
enfocadas a mejorar la salud de las personas. Del mismo modo Tey et al.  (11) mencionan
que la enseñanza de la ética en base a las practicas clínicas realizadas por el estudiante
aporta más a sus conocimientos ya que desarrolla sus competencias éticas el cual le
ayudará a modificar su comportamiento, incrementando sus capacidades y habilidades ya
que en las practicas diarias tendrá contacto con diferentes compañeros y así mismo
paciente con deferentes patologías y deberá actuar respetando los valores y principios de
cada persona.

CONCLUSIÓN

El personal de enfermería se fundamenta de conocimiento científico en su formación


académica y su actuación diaria se rige bajo parámetros del código de ética de
enfermería, el cual hace cumplir todas las obligaciones que un enfermero debe cumplir y
aplicar en la vida laboral, para mantener la integridad de los pacientes y respetar sus
derechos como seres humanos.
La enseñanza-aprendizaje de la ética en la formación académica de los estudiantes de
enfermería contribuye fundamentalmente en el desarrollo personal de cada persona, el
cual le motiva a tener una actitud ética en todos los procedimientos que realice tanto en
sus prácticas pre-profesionales y a futuro en el ámbito laboral, de esta forma le permite
formarse adquiriendo habilidades y conocimiento para tener muy claro el valor y el respeto
por vida de todas las persona y siempre actuar bajo principios como buen profesional.

Ver anexo
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dex de Enfermería
versión  On-line ISSN 1699-5988versión  impresa ISSN 1132-1296
Index Enferm vol.15 no.52-53 Granada  2006
 

TEORIZACIONES

Reflexiones sobre Etica y Enfermería en América Latina* 

Reflections on ethics and nursing in Latin America


 
      
Taka Oguisso

Licenciada en enfermería y abogada. Doctora en Salud Pública y Profesora Titular del


Departamiento de Orientación Profesional
Escuela de Enfermería de la Universidad de San Paulo, Brasil.

* Texto basado en la Ponencia magistral presentada en el  XVI Congreso Nacional de


Enfermería, Zacatecas, México, 19 noviembre 2004

Dirección para correspondencia

RESUMEN 

En el presente artículo se analiza las modificaciones ocurridas en la práctica de enfermería y


sus causas históricas. La enfermería se tornó, de una actividad informal, en una carrera
universitaria a pesar de los procesos de modernización, descentralización, privatización y hasta
unificación de los servicios del seguro social con los de salud, como sucedió en Brasil. Además,
varios países comenzaron a hacer una auto-regulación de la educación y del ejercicio
profesional. En este proceso, es necesario considerar los parámetros éticos de la atención  a la
salud no sólo del individuo aislado, sino del sujeto social y de los grupos comunitarios. Los
nuevos desafíos como la cuestión del uso de embriones humanos para fines terapéuticos,
clonage, fecundación artificial, distanasia y otros temas polémicos necesitan ser más analizados
y discutidos por expertos y la población, considerando los principios éticos. Para construir el
futuro deseado, para la profesión de enfermería, es necesario no sólo de la audacia sino
también  de la tenacidad de sus líderes-enfermeros para alcanzar los fines pretendidos.

ABSTRACT

This paper analyses changes happened in the nursing practice and its historical causes. From
an informal activity nursing became a university career, despite the modernization,
decentralization and privatization process and even the unification of the social security and
health services, as happened in Brazil. In several countries nursing started to self-regulate
educational and professional practice. In this process, it is needed to consider ethical
parameters in health care not only toward the isolated individual, but also to social subject and
community groups. New challenges as the issue of therapeutical utilization of human embryo,
clonation, artificial fecundation, disthanasia and other polemical themes need to be analyzed
and discussed by experts and people, having in mind the ethical principles. To build up the
aimed future for nursing profession, nurse-leaders need to envision and dare as well as having
much tenacity to attain the desired goals.

Introducción
Según Wright y Garzon1 es importante tener presente la naturaleza y características sui géneris
de la enfermería: la composición predominantemente de mujeres, la estructura ocupacional
muy estratificada, compuesta por un nivel profesional pequeño y un amplio estrato de personal
auxiliar con diversos grados de preparación técnica o vocacional y la práctica del
adiestramiento en servicio. De esta forma, el proceso de profesionalización de la enfermería en
los países de América Latina y del Caribe se caracteriza por tres tendencias:

-Cambio en la educación de la enfermera, de la modalidad técnica hospitalaria a la modalidad


universitaria (Guatemala, México, Perú y Venezuela);

-Actualización y modernización de la reglamentación y autorregulación de la educación y


práctica de la enfermería (Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú y
Venezuela);

-Surgimiento de instituciones privadas, en algunos países, para la formación de personal


técnico medio de enfermería, fuera del control de la profesión (Brasil y Perú).

Históricamente, la enfermera ha enfocado sus actividades a las áreas de administración,


organización y evaluación de servicios. Con la introducción de nuevas estrategias de asistencia
en los sistemas de salud en América Latina y el Caribe, la enfermería enfoca su actividad hacia
otros campos, principalmente hacia la atención primaria y el trabajo comunitario. Para ubicar a
la enfermería en concordancia con las necesidades de atención de la salud de la población y las
reformas de los sistemas de cada país, es necesario formar grupos de profesionales que
asuman el liderazgo en la enseñanza, en la práctica y en la investigación. Los programas de
postgrado en enfermería deben dar una respuesta a esta expectativa. Hasta ahora, estos
programas han contribuido al progreso de la profesión por medio de la investigación y de la
definición de un cuerpo de conocimientos propio y específico, posibilitando de esta forma la
legitimación social de la práctica profesional de enfermería en los países de la región.

Como ha referido Martha Lucia Gutiérrez2, en la mayoría de los países de América Latina, las
reformas de los sistemas de salud, los cambios estatales y las medidas de ajuste económico,
de impacto negativo en algunos sectores, han puesto de manifiesto cambios positivos en
ciertos perfiles de salud simultáneamente con una creciente profundización de la pobreza y la
inequidad social.  Por causa de estos fenómenos y aunque parezca contradictorio, dentro del
movimiento de privatización en salud, modernización del estado y ampliación de mercados
surge una gran preocupación por el desarrollo social y la búsqueda de mecanismos para
lograrlo, ya que el riesgo de polarización entre ricos y pobres se agudiza.  

En este orden de ideas todos los planes de salud y las políticas gubernamentales dan un puesto
privilegiado a la participación ciudadana como una forma de ejercer un derecho y como un
camino para acercarse a una verdadera democracia. En esta concepción los profesionales de la
salud, como tales y como ciudadanos, tienen un papel vital en la meta de hacer posible la vida
digna para la mayoría de la población y avanzar hacia el desarrollo con equidad2. En este
camino de voluntades integradas, de acciones conjuntas y de desarrollo más armónico, la
enfermería es un actor social situado ante un nuevo escenario y nuevas realidades, pero
también, ante un conjunto de exigencias entre las cuales no es menor la necesidad de trabajar
por la participación social para el desarrollo de la salud.

La profesión de enfermería ¿está, de hecho, preparada para asumir el desafío de trabajar en


favor de la salud y el desarrollo? ¿Qué aportes ha realizado al desarrollo de la participación
comunitaria en salud? ¿Qué caminos nuevos puede recorrer? Todo esto nos obliga a una
reflexión y a la toma de decisión desde las nuevas coordenadas que plantea el hecho de
concebir la salud como fuente de vida y desarrollo, de aceptar la idea de la producción social de
la salud y de trabajar consecuentemente en la participación social para el desarrollo de esa
salud.
Varios países de América Latina vivieron o están aún viviendo experiencias de privatización 3 o
de reforma en los servicios o sistemas de salud, en general, porque tienen a un lado el seguro
social y al otro al Ministerio de Salud. En Brasil hemos pasado por esta experiencia, en la
década comprendida entre 1980 y 1990, cuando los servicios de salud del Ministerio del Seguro
Social fueron incorporados al Ministerio de Salud. Argentina y Colombia también han
experimentado profundas reformas en todos los servicios. La Constitución de Colombia, de
1991, consolidó la descentralización política, abrió espacios a la participación ciudadana,
redefinió los derechos económicos y sociales entre otros cambios. La apertura económica dio
nuevas posibilidades al sector privado en actividades tradicionalmente reservadas al Estado e
inició un proceso activo de modernización de las instituciones gubernamentales.

Siempre existió en los países latino-americanos una tendencia que consideraba como exclusiva
del Estado las áreas de salud, educación y bienestar4. Sin embargo, cada día se ve más la
necesidad de hacer alianzas solidarias o convenios con el sector privado, que sin duda, tiene
más agilidad y puede dinamizar el desarrollo social, a través del apoyo a las investigaciones y
publicaciones, promoviendo proyectos, dando asesorías, facilitando medios (sea con
donaciones o importaciones de equipos) fortaleciendo la capacidad institucional o desarrollando
programas innovadores. La reforma de la seguridad social ha rediseñado por primera vez la
prestación de servicios de salud en los países y da cabida a la contratación privada que recibe
el pago “per capita” o unidad por cabeza/persona (UPC). Las instituciones prestadoras de
servicios de salud prestan servicios a los afiliados de las empresas promotoras de salud a las
cuales están adscritas. Son clínicas, laboratorios, médicos y profesionales de salud organizados
en grupos, asociativos o individualmente inscritos. Se puede deducir las múltiples posibilidades
que tienen los profesionales de enfermería de ser contratados como profesionales
independientes cuando están debidamente organizados5. La privatización, por tanto, puede ser
favorable al ejercicio independiente de la enfermería para profesionales con capacidad para
manejarse en varios contextos sociales y de realizar una acción colegiada para el desarrollo de
su práctica. Durana y Artunduaga6 describen dos empresas privadas de enfermería: Cuidado
en Casa Ltda y Apoyar Salud SA. En Brasil ya existen muchas organizaciones privadas de
servicios domiciliarios llamados, también, home care, con enfermeras empresarias que
mantienen a muchos empleados, incluso médicos, farmacéuticos, enfermeros y personal
auxiliar.

Ética en enfermería

La ética, como juicio crítico de valores, necesita reunir ciertas condiciones, en nombre de la
libertad. Valores no son meras palabras, valores sin acción correspondiente no pasan de
slogans, pues valores son razones por las cuales vivimos, causas que defendemos, o por las
cuales luchamos.  Uno de estos valores para la enfermería son los cuidados, la esencia misma
de la profesión. ¿Cómo ha evolucionado el ethos de la enfermería a lo largo de la historia y cuál
sería el ethos del futuro que está siendo preparado? Ethos7 es una palabra griega, que puede
significar costumbre o carácter, y comprende los comportamientos que caracterizan a una
cultura, un grupo profesional, mientras hace uso de algunos valores y de una escala de valores.
Así se puede hablar en ethos del abogado, del médico, del enfermero. Ethos incluye la tradición
y la experiencia comunes de un grupo, basada en una jerarquía de valores, así como las
direcciones de una profesión o de una clase social.

Por lo tanto, ethos puede ser definido como un conjunto de valores que una determinada
profesión tiene y lo presenta a la sociedad, siendo así reconocida y merecedora de su
confianza. El ethos no es fijo ni inmóvil. Él evoluciona con la propia profesión y con las
influencias del medio; por ejemplo, las influencias filosóficas, religiosas, sociales, económicas,
políticas y jurídicas son determinantes para la definición del ethos. A lo largo de la historia,
podemos constatar la existencia de tres tipos de ethos que se desarrollaron conforme tales
influencias: el ethos altruístico o altruista, el ethos agápico y el ethos filantrópico 8.
El ethos altruístico o altruista está en el origen de toda la atención y cuidado dispensado por la
enfermería, desde la época de las comunidades primitivas hasta las civilizaciones antiguas y al
mundo greco-romano. Su característica principal era la amistad o el amor al ser humano, a la
humanidad; el altruismo traducido en las formas de conducta que revelaban compasión,
respecto y honestidad. El fundamento del ethos altruístico es la beneficencia. Según este
principio, hacer el bien, no causar daño, cuidar de la salud y favorecer la calidad de vida
constituye las máximas del ethos de la beneficencia.

El ethos agápico (del griego ágape, amor) fue el ethos de la enfermería en la cristiandad
antigua y en la Edad Media. La novedad de este ethos fue ir más allá de la filantropía, del
altruismo y de la beneficencia pagana. Esto porque, a pesar de aquellos valores, no raramente
se excluían determinados segmentos, como extranjeros, esclavos, pobres, deficientes, mayores
de edad, entre otros. Los diáconos, las diaconizas y después las ordenes religiosas practicaban
la enfermería para todos, movidos por la figura del buen samaritano, haciendo de su trabajo
una obra de misericordia y estableciendo condiciones igualitarias de tratamiento y valorización
terapéutica y moral de la convivencia con el dolor.

El ethos filantrópico de la enfermería en la Modernidad surgió con el fenómeno creciente de la


secularización (después de la cisión del cristianismo occidental resultante de la Reforma
Protestante) y consecuentemente del pluralismo. La filantropía volvió a ser el fundamento de la
enfermería y la expresión de la beneficencia de la Modernidad, sin embargo disociada del
enfoque religioso y unida a la noción de persona humana como tal.

Además de eso, la profesionalización hizo que la enfermería buscase, como otras profesiones,
expresar su ethos a través de códigos de ética, llevando en cuenta las Convenciones de
Ginebra, de la Cruz Roja, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, resoluciones de la
Organización Mundial de la Salud, de la Organización Internacional del Trabajo y del Código de
Ética del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE). Este Código fue adoptado por el Consejo
de Representantes Nacionales (CRN) por primera vez en 1953, en Brasil, y el actual Código fue
aprobado en 1973, en la ciudad de México y corroborado en 1987 por el CRN de Nueva
Zelanda. Esta organización internacional de enfermería define el ethos de la enfermería como la
promoción y la recuperación de la salud, la prevención de enfermedades y el alivio del
sufrimiento. El CIE considera que la necesidad de los cuidados de enfermería es universal y que
el respeto a la vida, la dignidad y los derechos del ser humano son condiciones esenciales de la
enfermería. Por esto, la enfermería no hace distinción ninguna fundada en consideraciones de
nacionalidad, raza, color, edad, credo religioso, opción política o condición económico-social.

Los principios éticos más comunes, según Fry9 son:

1. Beneficencia: benevolencia o no-maleficencia, principio ético de hacer el bien y evitar el


daño o lo malo para el  sujeto o para la sociedad. Actuar con benevolencia significa ayudar a
los otros a obtener lo que es benéfico para ellos, o que promueva su bienestar, reduciendo los
riesgos maléficos, que les puedan causar daños físicos o psicológicos.

2. Autonomía: principio ético que propugna la libertad individual que cada uno tiene para
determinar sus propias acciones, de acuerdo con su elección. Respetar a las personas como
individuos autónomos significa reconocer sus decisiones, tomadas de acuerdo con sus valores y
convicciones personales. Uno de los problemas en la aplicación del principio de autonomía en
los cuidados de enfermería, es que el paciente puede presentar diferentes niveles de capacidad
de tomar una decisión autónoma, dependiendo de sus limitaciones internas (aptitud mental,
nivel de conciencia, edad o condición de salud) o externas (ambiente hospitalario,
disponibilidad de recursos existentes, cantidad de información prestada para la toma de una
decisión fundamentada, entre otras).
3. Justicia: una vez determinados los modos de practicar la beneficencia, el enfermero necesita
preocuparse por la manera de distribuir estos beneficios o recursos entre sus pacientes como la
disposición de su tiempo y  atención entre los diversos pacientes de acuerdo a las necesidades
que se presentan. Justicia es el principio de ser equitativo o justo, o sea, igualdad de trato
entre los iguales y trato diferenciado entre los desiguales, de acuerdo con la necesidad
individual. Esto significa que las personas que tienen necesidades de salud iguales deben recibir
igual cantidad y calidad de servicios y recursos. Y las personas, con necesidades mayores que
otras, deben recibir más servicios que otros de acuerdo con la correspondiente necesidad. El
principio de justicia está íntimamente relacionado a los principios de fidelidad y veracidad.

4. Fidelidad: principio de crear confianza entre el profesional y el paciente. Se trata, de hecho,


de una obligación o compromiso de ser fiel en la relación con el paciente, en que el enfermero
debe cumplir promesas y mantener la confiabilidad. La expectativa del paciente es que los
profesionales cumplan las palabras dadas. Solamente en circunstancias excepcionales, cuando
los beneficios de la ruptura de la promesa son mayores que su manutención, es que se puede
quebrarla. La confianza es la  base para la confidencia espontánea, y los hechos revelados en
confidencia hacen parte del secreto profesional del enfermero.

5. Veracidad: principio ético de decir siempre la verdad, no mentir y ni engañar a los pacientes.
En muchas culturas la veracidad ha sido considerada como base para el establecimiento y
manutención de la confianza entre los individuos. Un ejemplo de variación cultural sería sobre
la cantidad de información a ser prestada en relación al diagnóstico y tratamiento. Así, puede
ser difícil elaborar un formulario para obtener el consentimiento del paciente, a quien no se le
ha comunicado su diagnóstico. El profesional debe evaluar la importancia que tiene para el
participante conocer su diagnóstico con relación al tratamiento o cuidado pretendido.

6. Confidencialidad: principio ético de salvaguardar la información de carácter personal


obtenida durante el ejercicio de su función como enfermero y mantener el carácter de secreto
profesional de esta información, no comunicando a nadie las confidencias personales hechas
por los pacientes. Evidentemente, observaciones técnicas relacionadas con el diagnóstico o
terapéutica deben ser registradas en las fichas clínicas, pues son de interés de todo el equipo
de salud. En caso que el paciente revele, confidencialmente, una información que sea de
interés de algún miembro del equipo, se debe solicitar autorización al paciente para revelarla al
profesional específico, o solicitar para que él lo haga personalmente.

Además de los códigos de ética de enfermería, existen también las leyes del ejercicio
profesional o las reglamentaciones de enfermería.

La toma de una decisión ética

La toma de decisiones éticas del enfermero está basada en conocimientos empíricos y otros
oriundos de su historia familiar. La ética en el proceso de decisión es el elemento central que
viene fundamentando la práctica de salud desde que su naturaleza y complejidad han
cambiando drásticamente con el avance de la tecnología, el progreso científico, las limitaciones
económicas y la elevación de las expectativas de la clientela. En general, la decisión ética final
es tomada en base a posturas éticas personales. La toma de una decisión ética depende de la
sensibilidad ética y del raciocinio moral. La sensibilidad ética del enfermero sufre la influencia
de la cultura, religión, educación y experiencias personales. El raciocinio moral es la habilidad
de reconocer y determinar lo que debe ser hecho, o no, en una situación particular. Se trata de
un proceso cognitivo en que cada uno determina la acción éticamente defendible para resolver
un conflicto de valores. El estudio de los códigos de ética, patrones prácticos de conducta ética,
así como los principios éticos y la formación de valores ayudaron al enfermero a desarrollar su
sensibilidad ética y la capacidad para el raciocinio moral e integrar esas cualidades como
habilidades para la resolución de problemas7.

El valor constituye un carácter o una cualidad atribuida a una persona o cosa. Los valores
pueden ser fácilmente identificados en la vida diaria de cada persona, a través de su lenguaje,
actitud y patrón de comportamiento. Los valores pueden ser personales, culturales y
profesionales. Los valores personales son creencias y actitudes de un individuo, sobre las
cuales se basan su conducta, en general, y su visión de los hechos. Los valores culturales están
relacionados con la cultura nativa de su grupo familiar o social. Esos valores afectan las
creencias personales relacionadas con la salud, la enfermedad y la conducta que sería
moralmente requerida en la prestación de un cuidado de salud. Todas las culturas valorizan la
salud, sin embargo, los medios de promoverla o alcanzarla varían de una cultura a otra. Por
ejemplo, en las culturas orientales, la edad puede ser más valorizada que la educación formal.
Muchas veces, los valores culturales están vinculados a las creencias religiosas del grupo. Los
valores profesionales son atributos generales relacionados con el grupo profesional. Esos
valores, en la enfermería, están insertados en el código de ética y en el ejercicio de la
profesión. Son enseñados a partir de las escuelas de enfermería y los profesionales van
incorporando gradualmente los valores profesionales a su propio sistema personal de creencias.

Eventualmente puede ocurrir un conflicto entre los valores personales o culturales del
enfermero con los valores profesionales, o entre los valores del cliente/paciente y los del
profesional de enfermería, o sea, entre los derechos del paciente y los deberes profesionales.
En ese caso, las directrices ético-profesionales incluidas en un código de ética deben ser
suficientes para dirimir la cuestión, teniendo siempre en mente que los valores personales,
religiosos o culturales del enfermero no pueden ser ubicados por encima de los derechos del
paciente. Cabe todavía enfatizar que el enfermero debe estar siempre preparado para defender
y proteger los derechos del paciente, asumiendo integralmente la responsabilidad legal y
profesional para con él, así como cooperar, en el sentido de participar activamente con los
demás miembros del equipo de salud y de enfermería para la prestación de atención al
paciente con calidad.

Los términos ética y deontología (estudio de los deberes) vienen siendo substituidos por
bioética (etimológicamente, ética de la vida) o ciencia del sobrevivir, basada en la alianza del
saber biológico con los valores humanos o éticos, o de la cultura científica biológica con la
cultura clásica de las ciencias humanas o éticas. En la historia del Occidente el nombre más
conocido en la ética médica es, sin duda, el del médico griego Hipócrates, del siglo V a C,
considerado el autor del famoso Juramento que lleva su nombre. Durand10 refiere que su
preámbulo y la conclusión tienen una connotación religiosa, con invocación de los dioses, pero
el Juramento en sí contiene dos partes: el enganchamiento formal en que los estudiantes
reconocen sus deberes y el código de ética que prescribe que se trabaje en favor de los
pacientes y se evite todo mal y toda injusticia. En el comienzo era como un ideal a ser
alcanzado y sólo vino a adquirir autoridad, mucho más tarde, cuando la enseñanza de la
medicina fue estructurada a partir de la Escuela de Salerno, en el año 750, y el cristianismo lo
incorporó a su práctica, y también cuando la profesión médica se organizó.

Con relación a la enseñanza de enfermería, tal como fue preconizado por Florencia Nightingale,
hubo influencia profunda en las primeras alumnas con su propia ética personal, que también
tenía fuerte marca religiosa. Partiendo de las exigencias preconizadas por Florencia para la
práctica profesional, un grupo de enfermeras, liderado por Lystra E. Gretter, redactó en 1893 el
juramento de Florencia, traducido para todos los idiomas y hasta hoy usado en las fiestas de
final de curso por las escuelas de enfermería.

Así, la ética médica y la ética de enfermería serían campos distintos del conocimiento nacidos,
respectivamente, de la práctica de la medicina y de la práctica de la enfermería. La bioética
tiene como base la razón y juicio moral más que una corriente filosófica o religiosa. Aún
utilizando principios y valores tradicionales, se buscan soluciones nuevas para problemas
emergentes como la clonación de seres vivos, experiencias para alterar el genoma humano o
influir en el código genético, además de otros traídos por la ingeniería genética. Bankowski &
Levine11 refieren que al contrario de la ética médica con su modelo médico, la bioética es
interdisciplinaria, reflejando la realidad de que las decisiones médicas no pueden tener más
como base exclusivamente la ciencia médica. Así, la bioética incorpora una dimensión
relacionada con la justicia y los derechos humanos, respeto por la dignidad humana, autonomía
individual y respeto por las comunidades, como una necesidad de proteger la vida humana
frente a descubrimientos e innovaciones científicas y tecnológicas y el respeto a la vida. Estos
aspectos involucran las consideraciones y análisis críticas de las situaciones que los avances de
las ciencias biomédicas han presentado.

Como último punto dentro de la ética en enfermería, debemos considerar las investigaciones
que involucran a seres humanos. La discusión sobre ética en la investigación con seres
humanos volvió a la merecida evidencia con la presión por más investigaciones relacionadas
con HIV/AIDS en una época en que los mecanismos de protección para los sujetos de la
investigación ya estaban establecidos en países industrializados, donde las personas en general
tienen mejor educación y, por esto, conocen mejor sus derechos como ciudadanos 12. Muchos
proyectos que no serían aprobados en tales países empezaron a ser desviados para los
vulnerables (o personas susceptibles a sufrir daños) de países en desarrollo. Investigaciones no
éticas alcanzaron su máximo auge durante la 2ª Guerra Mundial cuando los experimentos
abominables fueron realizados contra la voluntad de los prisioneros. Cosas absurdas
perpetradas por los nazis motivaron la creación del Tribunal de Guerra norte-americano donde
surgió el Código de Nuremberg, en 1947, a partir del cual fueron elaboradas las normas y
reglas actuales para  investigaciones que involucren a seres humanos. La presión ocurría en
relación con el acceso a cuidados médicos y el uso de placebo, previstos en el texto de la
Declaración de Helsinki, aprobada en 1964 y sucesivamente alterada hasta la última versión
aprobada en el año 2000, en Edimburgo. Esta nueva redacción afirma que “al final del estudio,
todos los pacientes participantes deben tener asegurado el acceso a los mejores métodos
comprobados profiláctica, diagnóstica y terapéuticamente identificados por el estudio” y que
“los beneficios, riesgos, dificultades y efectividad de un nuevo método deben ser probados
comparándolos con los mejores métodos profilácticos, diagnósticos y terapéuticos actuales”.

Además de la Declaración de Helsinki, de 1964/2000, existen otros documentos anteriores y


posteriores que indican las directrices relacionadas con la investigación que envuelven a seres
humanos. Entre los anteriores tenemos el Código de Nuremberg, de 1947, y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, de 1948, y posteriormente el Consejo Internacional de
Organizaciones de Ciencias Médicas (CIOMS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)
produjeron las “Directrices éticas internacionales sobre la investigación que involucra a seres
humanos”, en 1993. En Brasil, el Consejo Nacional de Salud, del Ministerio de Salud, aprobó la
Resolución 196, en 1996, con las normas que reglamentan las investigaciones que involucran a
seres humanos.

Más que todo, es importante recordar que el camino para hacer avanzar la profesión se
encuentra en la investigación sobre el quehacer de enfermería, en la búsqueda de la excelencia
en la ciencia de enfermería y en la ciencia de la práctica de enfermería13, siguiendo siempre los
principios de la ética profesional y respetando los derechos del paciente.

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Dirección para Correspondencia: 


Rua Joao Moura, 192
apto. 81 05412-001, Sao Paulo, SP Brasil
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Recibido: 23.09.2005
Aceptado: 22.12.2005

Revista Cubana de Enfermería


versión  impresa ISSN 0864-0319versión  On-line ISSN 1561-2961
Rev Cubana Enfermer vol.31 no.3 Ciudad de la Habana jul.-set. 2015
 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

Enfermería: Teoría de Jean Watson y la inteligencia emocional,


una visión humana
 

Esther Izquierdo Machín

Facultad de Enfermería "Lidia Doce". La Habana, Cuba.

RESUMEN

Introducción: a lo largo de su evolución como ciencia, uno de los problemas de la enfermería


ha radicado en comprender los fundamentos ontológicos del cuidado y sus componentes
teóricos para darle un sentido coherente y consistente como una ciencia humana.
Objetivo: describir los elementos cualitativos que se presentan entre la teoría de Jean Watson:
Filosofía y Ciencia de la asistencia y la inteligencia emocional.
Métodos: partiendo del principio de que los conjuntos conceptuales son racionales y, por
tanto, analizables desde el pensamiento lógico, por lo que el objetivo se logró por métodos
teóricos, inductivo-deductivos específicamente histórico-lógico, de análisis-síntesis y sistémico-
estructural-funcional. La búsqueda se realizó en las bases de datos: Medline – Lilacs – DARE y
Biblioteca Cochrane. Se analizaron 10 factores que componen la teoría de Jean Watson y su
vinculación con la inteligencia emocional; o sea, cada uno de estos factores tiene un
componente fenomenológico dinámico relacionado con las personas a las que se les brindan los
cuidados.
Conclusión: cada uno de los elementos que se relacionan, en la Teoría de Jean Watson y la
inteligencia emocional al ser contextualizado, implica la presencia de un proceso reflexivo,
sistemático, controlado y crítico de su objeto, basado en el método científico que responda
siempre a la búsqueda, planteamiento y solución de los problemas surgidos en la vida de los
hombres. Cada uno de estos factores tiene un componente fenomenológico dinámico
relacionado con las personas a las que se les brindan los cuidados.

Palabras clave: teoría de Jean Watson, inteligencia emocional, cuidados de enfermería.


ABSTRACT

Introduction: along their evolution like science, one of the problems of the nurse has resided
in understanding the ontological foundations of the care and their theoretical components to
give a coherent and consistent sense to the nurse like a human science.
Objective: describe the qualitative elements that are presented among Jean's Watson theory:
Philosophy and Science of the attendance and the emotional intelligence.
Methods: for the making of this article the theoretical method was used, of the principle that
the conceptual groups that occupy us are rational and, therefore, analyzable from the logical
thought, for what the achievement of the proposed objective was consummated specifically by
theoretical, inductive-deductive methods the historical-logical one, of analysis-synthesis and
systemic-structural-functional. The search for the making of this article was carried out in the
following databases: Medline - Lilacs - Library of the Collaboration Cochrane. The 10 factors are
analyzed that compose Jean's Watson theory and their linking with the emotional intelligence.
In summary, each one of these factors has a component dynamic phenomenological related
with people to those that are offered the cares.
Conclusions: each of the items listed in the Theory of Jean Watson and emotional intelligence
to be contextualized, implies the presence of a thoughtful, systematic, controlled and critical
process of the object, based on the scientific method that always respond to search, analyze
and solve the problems in the lives of men. Each of these factors has a phenomenological
dynamic component related to the people who are providing care.

Key words: theory of Jean Watson, Emotional Intelligence, nurse care.

INTRODUCCIÓN

La profesión de enfermería en Cuba tiene la responsabilidad de asumir un papel activo en el


desarrollo de un cuerpo científico e incorporar ese conocimiento a la práctica. La investigación
se debe comportar como el vehículo primario para el desarrollo del conocimiento que exige los
momentos actuales a la enfermería. Es hora de examinar el papel de la investigación en esta
ciencia al enfrentar nuevos retos, como el abordar el mundo de las emociones y su importancia
para la inclusión en el arte del cuidado.

Las enfermeras en la práctica diaria realizan un gran número de actividades: recogen


información de los pacientes, valoran sus problemas y la alteración de sus necesidades,
establecen objetivos, planifican cuidados, realizan las intervenciones que responden a los
objetivos y a la planificación de los cuidados, aplican tratamientos y, finalmente, evalúan la
respuesta del paciente a las intervenciones de Enfermería y su evolución hacia la consecución
de los objetivos establecidos1 y en todo este proceso se producen múltiples interacciones de
sentimientos y de emociones.

Existen una serie de habilidades que el personal de enfermería en su diario quehacer le


resultan imprescindibles: el autocontrol, el entusiasmo, la automotivación, la empatía, etc.; la
presencia de las mismas facilita alinear recursos anímicos que propician mayor habilidad en la
resolución de problemas, en fomentar relaciones interpersonales armoniosas, aumentando así
habilidades sociales, lo que ayuda a potenciar el rendimiento laboral y generar defensas para la
reacción positiva a la tensión y al stress.

Argumentos como los anteriores son reafirmados por teóricas de enfermería como Jean
Watson, que refirió: el objetivo de la enfermería consiste en facilitar la consecución por la
persona de un mayor grado de armonía entre mente, cuerpo y alma, que engendre procesos de
autoconocimiento, respeto a uno mismo, autocuración y autocuidados. 2 Watson sostiene que
este objetivo se alcanza a través del proceso de asistencia de persona a persona y de las
transacciones que dicho proceso genera.

A lo largo de su evolución como ciencia, uno de los problemas de la enfermería ha radicado en


comprender los fundamentos ontológicos del cuidado y sus componentes teóricos para dar un
sentido coherente y consistente a la enfermería como una ciencia humana.

La inteligencia emocional y la teoría de Jean Watson: Filosofía y Ciencia de la asistencia;


aplicada por el personal de enfermería al arte del cuidado constituye una estrategia en la cual
la investigación puede apoyar la práctica, aumentando los beneficios para la disciplina y las
personas en general, sustentando la experiencia clínica de cada profesional y permitiendo
mejorar la toma de decisiones sobre las acciones profesionales.

El presente artículo tiene el objetivo de describir los elementos cualitativos que se presentan
entre la teoría de Jean Watson: Filosofía y Ciencia de la asistencia y la inteligencia emocional.

MÉTODOS

Se partió del principio de que los conjuntos conceptuales que ocupan son racionales y, por
tanto, analizables desde el pensamiento lógico, por lo que el logro del objetivo propuesto se
consumó por métodos teóricos, inductivo-deductivos, específicamente los histórico-lógico, de
análisis-síntesis y sistémico-estructural-funcional.

La búsqueda de información se realizó en las siguientes bases de datos: Medline – Lilacs –


DARE y la Biblioteca de la Colaboración Cochrane, aplicando en cada caso una estrategia
específica de búsqueda, para identificar el mayor número posible de revisiones sobre el tema.
Esta pesquisa se completó con otra de tipo manual realizada en la literatura sobre el tema. La
confección del artículo fue entre agosto y noviembre de 2014. Se dieron los pasos siguientes:

1. Definición de la tarea, en este paso se identificaron como problema de información la


interrelación presente entre la inteligencia emocional y la teoría de Jean Watson: Filosofía y
Ciencia de la asistencia.

2. Definición de estrategias de búsquedas a partir de los términos: inteligencia emocional y


teoría de Jean Watson: Filosofía y Ciencia de la asistencia.

3. Localización de resultados de investigaciones y publicaciones como motores de búsqueda.

4. Selección de la literatura considerada relevante para el tema.

5. Se organizó la información recopilada y se presentaron los resultados, constituyéndose así


las referencias bibliográficas.

 
DESARROLLO

En 1990, dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron
un término cuya fama era difícil de imaginar. Ese término es “inteligencia emocional”, que no
es más que la habilidad para manejar los sentimientos y emociones propios y de los demás, de
discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción. 3

Con el término inteligencia emocional Daniel Goleman (1996, 1998) llamó la atención hacia los
componentes no cognitivos que influyen en el alto desempeño en la dirección. 4

La inteligencia emocional es un concepto psicológico que pretende describir el papel y la


importancia de las emociones en la funcionalidad intelectual. Haciendo un resumen de lo
anterior, inteligencia emocional es la capacidad humana de sentir, entender, controlar y
modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es
ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.

La teoría de la inteligencia emocional es una herramienta poderosa para desarrollar habilidades


relacionadas con el liderazgo, donde es muy importante saber cultivar las relaciones, mantener
amistades, resolver conflictos, comprender a los demás y trabajar en equipo, entre otras.

La teoría de la inteligencia emocional es un sustento vital para el personal de enfermería en su


práctica diaria como profesional, el respaldo científico de esta afirmación se puede hallar en la
teoría de Jean Watson: filosofía y ciencia de la asistencia.

Tomando como referencia la propuesta de Kérouac y cols., por ser una de las más
fundamentadas, planteada a partir de las bases filosóficas y científicas de cuatro conceptos
centrales para la enfermería: cuidado, persona, salud y entorno.5

Se asume la clasificación en cuanto a la distribución de los modelos y teorías de enfermería en


seis escuelas, a saber: escuelas de las necesidades, de la interacción, de los efectos deseados,
de la promoción de salud, del ser humano unitario y del Caring (cuidado).

La teoría de Jean Watson pertenece a la Escuela del Caring (cuidado). Las teóricas de esta
escuela creen que las enfermeras pueden mejorar la calidad de los cuidados a las personas si
se abren a dimensiones tales como la espiritualidad y la cultura e integran los conocimientos
vinculados a estas dimensiones.

Tomando partido por el criterio que la teoría de Jean Watson se centra en el cuidado e intenta
responder ¿cómo las enfermeras hacen lo que hacen?, J. Watson se orienta hacia lo existencial,
fenomenológico y espiritual, se inspira en la Metafísica, las Humanidades, el Arte y la
Antropología.

Margaret Jean Watson , nació en los Estados Unidos de Norteamérica en 1940, es Licenciada en
Enfermería con una Maestría de Enfermería en Salud Mental y Psiquiatría, y posteriormente
realiza un Doctorado en Psicología de la Educación y Consejería. En 1979, Watson publica su
primer libro: Enfermería: The philosophy and science of caring (La filosofía y ciencia de los
cuidados), en el que expone su teoría, la que en sus palabras: “emergió desde mi inquietud por
otorgar un nuevo significado y dignidad al mundo de la enfermería y al cuidado de los
pacientes”.6

Posteriormente, Watson corregirá y complementará el sentido original de su teoría,


estructurando los diez Factores Caritativos por el de Proceso Caritas o Proceso de Cuidar que
fueron expuestos en su libro: Nursing: Human science and human care. A theory of
nursing (Enfermería: ciencia y cuidados humanos. Una teoría de Enfermería en 1985,
reimpreso en los años 1988 y 1999. En este libro, afirma que expande los aspectos filosóficos y
transpersonales del “momento de cuidados” como el eje de su marco de referencia y hace más
evidente los aspectos éticos, del arte y los espirituales-metafísicos. Además, impregnada en el
pensamiento postmoderno, Watson publica su libro: Postmodern nursing and
beyond (Enfermería posmoderna y otros enfoques) en el año 1999.7-18

Por lo que se asume que; Jean Watson8 sustenta su trabajo en desarrollar una base moral y
filosófica significativa en la labor del personal de enfermería, su teoría del ejercicio profesional
de la enfermería se basa en los 10 factores asistenciales. Los tres primeros son factores
interdependientes que ofrecen una base filosófica a la ciencia de la asistencia, el primero de
ellos hace mención a la formulación de un sistema de valores humanos altruistas; este factor
puede definirse como la satisfacción que se recibe al prestar ayuda, al realizar el trabajo con
calidad y que el paciente esté satisfecho de la labor.

El segundo propicia inculcar la fe y esperanza, es un incentivo para que el paciente adopte


conductas saludables. El cuidado de enfermería debe lograr que una persona, con problemas
reales o potenciales de salud, reciba una atención de enfermería segura y eficiente, cuya
finalidad será lograr su máximo bienestar.

Es sabido que de la nada no puede surgir nada y que lo nuevo solo puede surgir de
determinadas premisas implícitas en lo viejo. Dejar a un lado el pasado es algo ingenuo e
irreal. El cultivo de la sensibilidad ante uno mismo y los demás es el tercer factor mencionado
por Jean Watson, resulta vital para el personal de enfermería no fusionar emociones negativas
de su vida privada o de trabajo con la atención de salud que le brinda al paciente, para lograr
lo anterior es imprescindible que este personal adquiera la habilidad de evaluar y manejar sus
reacciones emocionales identificando las maneras adecuadas de expresarlas.19-22

Solo quién sabe por qué se siente, cómo se siente; puede manejar sus emociones, moderarlas
y ordenarlas de manera consciente. Las personas con adecuada conciencia emocional conocen
sus valores, metas y se guían por ellos, han desarrollado la capacidad de comunicación y
escucha, respeto por las creencias del otro. Lo anterior sustenta el cuarto factor de la teoría
de Jean Watson, al incentivar el desarrollo de una relación de ayuda – confianza. El desarrollo
de una relación ayuda –confianza entre enfermera y paciente promueve y acepta la expresión
de sentimientos positivos y negativos e implica congruencia, empatía, afecto no posesivo y una
comunicación eficaz.

Jean Watson hace un señalamiento importante en su quinto factor cuando plantea: la


enfermera debe estar preparada ante posibles sentimientos tanto positivos como negativos, y
reconocer que la comprensión intelectual y emocional de una situación no tiene por qué
coincidir. Lo que Jean Watson nos convoca es a comprender la mutua relación entre
pensamientos, emociones y comportamiento. Avizora que compartir los sentimientos es una
experiencia riesgosa tanto para el paciente como para la enfermera.23-25

En el sexto factor, Jean Watson hace un llamado al uso sistemático del método de resolución


de problemas para la toma de decisiones. Atributo íntimamente relacionado con la motivación
por la superación constante; cualidad que cuando está presente se expresa en el deseo de
estudiar y adquirir nuevos conocimientos para perfeccionar la práctica diaria.

La promoción de la enseñanza aprendizaje, permite mantener al paciente informado pero para


ello, el personal de Enfermería debe actualizar periódicamente sus conocimientos para poder
avanzar en el campo de la investigación y mejorar así la calidad de los cuidados en su práctica
profesional, asume en este orden de ideas el primer paso para desarrollar el séptimo factor de
la teoría de Jean Watson, la promoción de la enseñanza - aprendizaje.

El octavo factor de la teoría de Jean Watson a analizar, es que este personal debe reconocer la
influencia que tiene el entorno interno y externo en la salud y la enfermedad de las personas.
Hacer una autovaloración realista, es un elemento imprescindible para un buen desarrollo de
este indicador. Conocer nuestras fortalezas y debilidades, tener una visión clara de lo que se
necesita mejorar y estar abiertos a nuevas experiencias se hace imprescindible para el
desarrollo profesional.

La asistencia satisfactoria de las necesidades humanas, reconocer las necesidades biofísicas,


psicofísicas, psicosociales de sí misma y del paciente como noveno factor de la teoría de Jean
Watson, es esencial a la hora de manejar el término de prioridad en el cuidado, al proporcionar
una visión del arte del cuidado, cual fenómeno revelado, organizado, entendido e interpretado.

Como decimo factor, Jean Watson convoca a el fomento de las fuerzas existenciales –
fenomenológicas, se traduce en que no basta la excelencia académica o intelectual, ni la
capacidad técnica, se necesitan otras habilidades como la iniciativa, el optimismo, la
flexibilidad, la adaptabilidad, la comunicación y las relaciones interpersonales para comprender
el fenómeno en cuestión.

Se realiza en ocasiones el cuidado en dependencia de la habilidad de la enfermera para percibir


y afirmar la subjetividad del otro. Este es un concepto más activo que el término respeto como
manifestación de cortesía, porque se manifiesta en acciones, palabras y maneras de ser que
traen a la luz la experiencia personal de la persona. Otra dimensión de este proceso es la
habilidad de la enfermera para sentirse unida y cercana al otro y experimentar e imaginar sus
sentimientos. Para Jean Watson, la práctica del cuidado en Enfermería envuelve nutrición,
creación y cultivo del potencial para ocasiones de cuidado.

En pocas palabras, confianza en uno mismo, valentía que proviene del conocimiento certero de
nuestras capacidades, valores y metas. La gestión del cuidado en forma oportuna, segura y
satisfactoria lleva implícito el imperativo ético de conservar claridad en los pensamientos y no
cometer ninguna violación que influya de manera negativa en la atención al paciente.

Es obligación de las enfermeras cubanas, comprometidas con su pueblo, asumir un


protagonismo más activo y responsable en la Cuba de hoy; el momento histórico que se vive
en el siglo XXI invita a una época de cambios o de un cambio de épocas donde la teoría de
Jean Watson tiene un papel protagónico.

La investigación científica como actividad que tiene como objetivo la creación del cuerpo de
conocimientos y los métodos de la ciencia, es copartícipe de las transformaciones y
modificaciones que en el seno de la sociedad se suscitan.

Se toma como referente la definición ofrecida por Watson, 1996: La meta del cuidado
transpersonal es restaurar la armonía entre la mente-cuerpo y alma en su totalidad. En los
contextos profesionales, el cuidado se construye en ocasiones específicas o momentos, cuando
enfermera y persona experimentan el proceso intersubjetivo de compromiso y armonía.
Proceso en el cual las emociones siempre están presentes.

Conclusiones

Cada uno de los elementos que se relacionan, en la teoría de Jean Watson y la inteligencia
emocional al ser contextualizado, implica la presencia de un proceso reflexivo, sistemático,
controlado y crítico de su objeto, basado en el método científico, que responda siempre a la
búsqueda, planteamiento y solución de los problemas surgidos en la vida de los hombres. Cada
uno de estos factores tiene un componente fenomenológico dinámico relacionado con las
personas a las que se les brindan los cuidados.
 

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Dimensión ética del cuidado de enfermería


 

The Ethical Dimension of Nursing Care


 

Taimi N. Rodríguez Abrahantes1


Arahy Rodríguez Abrahantes2

Policlínico Mártires 8 de abril. Quemado de Guines. Villa Clara, Cuba.


Centro Internacional La Pradera. Municipio Playa. La Habana, Cuba.

RESUMEN

Introducción: La enfermería es la ciencia y arte de cuidar seres humanos. La dimensión ética


y de humanización del cuidado de enfermería y de salud, cobra cada día más importancia.
Objetivo: Sistematizar la dimensión ética del cuidado de enfermería.
Métodos: Se realizó una revisión bibliográfica sistemática para desarrollar un análisis crítico
reflexivo del contenido de documentos, donde se consideraron libros, artículos originales y de
revisión. La estrategia de búsqueda adoptada fue la utilización de las palabras clave o
descriptores, conectados por intermedio de los aperadores booleanos OR y AND. Las palabras
clave utilizadas fueron "enfermería," "cuidado" y "ética", siendo estas identificadas a través de
DECs o de MeSH. De esta forma, fueron utilizados para la búsqueda los artículos referidos
descriptores en idioma español e inglés. La búsqueda fue realizada en la base de datos
Medline/Pubmed, LILACS, SciELO durante diciembre de 2017.
Conclusiones : La enfermería posee una carga ética importante, el cuidado al
enfermo , constituye su razón de ser, está íntimamente ligado a principios éticos que en su
ausencia, desvaloriza la esencia de tan humana profesión. No hay escenarios donde se presten
servicios de enfermería sin que los principios éticos de beneficencia, autonomía, justicia,
responsabilidad, estén al servicio del mejor cuidado brindado al paciente.

Palabras clave : cuidados; ética; enfermería.


ABSTRACT

Introduction: Nursing is the science and art of caring for human beings. The ethical and
humanizing dimension of nursing and health care is becoming more important every day.
Objective: To systematize the ethical dimension of nursing care.
Methods: A systematic bibliographic review was carried out to develop a reflexive-critical
analysis of the content of documents, where books, original articles and review articles were
considered. The search strategy adopted was the use of keywords or descriptors, connected
through Boolean operators OR and AND. The key words used were enfermería [nursing],
cuidado [care] and ética [ ethics], being these identified through DECs or MeSH. Thus,
descriptive articles in Spanish and English were used for the search. The search was carried out
in the databases Medline/Pubmed, LILACS, and SciELO, in December 2017.
Conclusions: Nursing has an important ethical load; caring for the sick is its cornerstone
reason and closely linked to ethical principles whose absence would devalue ??the essence of
such a humane profession. There are no scenarios where nursing services are provided without
the ethical principles of goodness, autonomy, justice, responsibility, at the service of the best
care provided to the patient.

Keywords: care; ethics; nursing.

INTRODUCCIÓN

La enfermería es la ciencia y arte de cuidar seres humanos; es decir, cuidar es la expresión de


la actividad profesional, fruto del conocimiento formal, técnico y científico derivado de una
formación académica, es una disciplina que actúa en varias dimensiones: en el cuidado, en la
investigación, en la gestión y en la educación.1

La enfermería ha sido definida como una profesión independiente que funciona de manera
autónoma, y que requiere de personas con capacidad de ayudar al individuo enfermo o sano a
realizar aquellas actividades que contribuyeran a la salud y la recuperación, o a una muerte en
paz; es una preocupación especial por la satisfacción de las necesidades del individuo, y una
actividad interactiva humana. Es un arte en el uso imaginativo y creativo del conjunto de
conocimientos al servicio del ser humano.2

La historia hoy día puede dar razones de la evolución de esta profesión, que se ha hecho
irreversible para convertirse en una profesión sin perder la originalidad de su esencia y objeto:
El cuidado.2

La dimensión ética y de humanización del cuidado de enfermería y de salud cobra cada día más
importancia, y al menos en América el mismo énfasis en la dimensión social y biológica del
cuidado. Los adelantos científicos y tecnológicos y los cambios socioeconómicos que influyen en
la problemática de salud, en la investigación, en los medios de diagnóstico y tratamiento, así
como en las condiciones del medio ambiente, plantean situaciones de bioética, cada vez más
complejas, que exigen el diálogo y acción interdisciplinaria para su estudio y decisión. La
enfermera como agente moral, como responsable del cuidado no puede sustraerse de este
diálogo interdisciplinario.3

El enfermero tiene responsabilidad ética y legal de sus acciones en el desempeño de los roles
profesionales que le competen.3
El presente estudio tiene como objetivo sistematizar la dimensión ética del cuidado de
enfermería.

METODOS

Se realizó una revisión bibliográfica sistemática para desarrollar un análisis crítico reflexivo del
contenido de documentos, donde se consideraron libros, artículos originales y de revisión.

La estrategia de búsqueda adoptada fue la utilización de las palabras clave o descriptores,


conectados por intermedio de los aperadores booleanos OR y AND.

Las palabras clave utilizadas fueron "enfermería," "cuidado" y "ética", siendo estas identificadas
a través de DECs o de MeSH. De esta forma, fueron utilizados para la búsqueda los artículos
referidos descriptores en idioma español e inglés. La búsqueda fue realizada en la base de
datos Medline/Pubmed, LILACS, SciELO durante diciembre de 2017.

Los criterios de inclusión para la selección de los artículos fueron: Artículos en español e inglés
disponibles en los portales de datos seleccionados que presentaban adherencia a la temática,
publicados entre 2006 y 2017 que presentaran de manera clara la metodología o referencial
teórico seleccionado. Los criterios de exclusión fueron las pesquisas que se encontraron
repetidas en las bases de datos, las cartas editoriales, los artículos publicados en idiomas no
seleccionados.

Tras la identificación de los estudios pre-seleccionados se llevó a cabo la lectura de los títulos
de las publicaciones, resumen y palabras clave, comprobando la pertinencia con el estudio,
debiendo estar adherido a la temática abordada.

Para describir el enfoque metodológico de los resultados, se muestra el diagrama de flujo,


véase la figura.

DESARROLLO

"Cuidado" sería la palabra justa y apropiada para definir e interpretar el significado que
encierra la profesión enfermería4

Constituye y representa una profesión independiente, con disimiles funciones por cumplir
dentro de la amplia gama de profesiones de la salud, sin embargo una tarea única, la del
cuidado, su importante papel dentro de las ciencias de la salud, la ha distinguido entre las
demás, hasta el punto de llegarla a definir como la ciencia del cuidado humano. 5

En un estudio titulado "Enfermería en el rol de gestora de los cuidados" de Agüero,6 existen


varias definiciones teóricas publicadas sobre el término de cuidado, entre las que podemos citar
dos de ellas:

Leinninger (citado por Kerouac) plantea que "el cuidado es la esencia y el fenómeno central de


la enfermería y que debe ser valorizado en todas las áreas de su ámbito profesional". 7

Watson enfatiza que "el cuidado percibe los sentimientos del otro y reconoce su condición de
persona única" 8
Un artículo brasileño9 resalta que el modelo de enfermera propuesto por Nigthingale, a pesar de
que limitó la actividad al control de la medicina y de cierta manera a obedecer las órdenes
médicas, orientó su atención a la devoción al paciente  y a su cuidado.

Una revista chilena10 alude sobre la gestión del cuidado, enmarcándolas a las acciones de
promoción, mantención y restablecimiento de la salud que son propias de la enfermería,
además de las que resultan del diagnóstico y tratamiento médico, y el deber de velar por la
administración correcta de los recursos de asistencia para el paciente.

El cuidado en sí mismo debe incluir ética y responsabilidad, estableciendo habilidades y


experiencias de autocuidado mediante el proceso enseñanza-aprendizaje, el cual se compone
en una práctica de salud y bienestar, según se plantea Dorothea Orem en su teoría del
autocuidado.11

Autores de un artículo titulado "La filosofía de Patricia Benner y la práctica clínica", destacan
otras de las definiciones: " Cuidado también se refiere a dedicación, cuyo comportamiento,
apariencia, formación moral e intelectual son de buen gusto (hablando de la persona), es la
atención, el comportamiento cauteloso, el fervor, la devoción dedicada a alguien o algo...".12

El paciente urgido de cuidado, necesitará de un profesional de enfermería, especialmente


competente, hábil, ingenioso, con sensibilidad y capacidad para brindarle una respuesta
emocional y cuidados paliativos oportunos que irá necesitando durante su estancia en el centro
asistencial en el que se encuentra hospitalizado.12

Es importante reflexionar en relación al cuidado y destacar que en la profesión Enfermería,


cuidar es mucho más que proteger, que brindar ese apoyo psicológico, emocional, satisfacer al
paciente en sus necesidades, es más que la mera compañía y el cumplimiento de indicaciones
medicas, es ser éticamente competentes, es brindar un servicio con respeto, justo en el
momento en el que lo necesita, tomar decisiones sabias, oportunas, es hacerles sentir que nos
importan, que no son el número de una cama o una patología designada en un registro de
pacientes, es demostrarles que son ellos y no otros la razón de nuestra existencia.

Consideraciones sobre el cuidado y la ética en la profesión enfermería

En la profesión de enfermería la ética ha experimentado grandes transformaciones en las


últimas décadas. La carrera ha cursado desde un cuidado ético basado en un modo de ser,
ajustada en la virtud de la sumisión, y el apego a un código de conducta preestablecido, a
desplegar una conducta basada en el respeto, en el rigor científico y profesional, y en los
derechos humanos.13

Los hechos y acciones de cuidado que ofrece la profesión de enfermería se cimientan en la


relación enfermero-paciente, el respeto por la dignidad y la toma de sus propias decisiones por
los pacientes, lo cual implica comprender desde lo ético el significado que se le otorga a la
práctica del cuidado, con conocimiento amplio de las funciones o acciones implícitas necesaria
para lograr el consentimiento informado.14

El personal de enfermería está implícito en cualquier tarea de orden preventivo, curativo,


rehabilitativo, es indiscutible la participación de enfermería en diversos procedimientos y
terapias, junto al equipo multidisciplinario desde los escenarios de actuación donde se
encuentre, sus acciones siempre forman parte de los planes de actuación de salud, desde aquí
es reconocida su trabajo como el personal creador del respeto por la autonomía del paciente,
acción, que va más allá del control en el cumplimiento del proceso de consentimiento. Para
algunos autores este compromiso ético no solo les concierne a los profesionales de enfermería
sino que debe llevar implícito la participación de todo el equipo de salud que acompaña al
paciente en su dolencia hasta su recuperación.14
No se concibe brindar un servicio de enfermería sin que el cuidado que ofrecemos, este
desligado de los principios éticos, nuestra profesión es concebida con amor y por amor, para
hacer el bien, para ser justos, para que el enfermo y el cuidador sean uno solo y no dos.

Tener presente los principios de la ética en el cuidado al paciente fortalece la relación entre el
enfermero y el paciente, de manera permanente en su accionar diario, haciéndose
responsables de los actos y técnicas de su profesión.15

Según un artículo publicado en el 2016 "La ética del cuidado, sustento de la bioética
enfermera",11 los autores insisten en saber diferenciar la ética del cuidado de la ética de los
cuidados, destacando que en el primer caso no es aconsejable apropiarse de una reflexión
universal sobre la necesidad de cuidado de las personas, que puede ser tomada por otras
ciencias como la filosofía o la ética. Sin embargo la ética de los cuidados, podría comportarse
de manera exclusiva a la enfermería, dotando a quien lo practica de un compromiso profesional
y moral, haciendo uso de normas que sugieran respeto, comprensión por personas con los
cuales no existen lazos consanguíneos, resalta además que la ética de los cuidados iría más allá
de norma y códigos, incluyendo el arte enfermero, el cuidado en sí.15

El enfermero es un ente moral, con un solo fin, el cuidado de las personas. Debe tener en
cuenta al aplicar el Proceso de Atención de Enfermería, una reflexión ética que le permita
comprobar su actuación en aras de satisfacer las necesidades de sus pacientes, evaluar y
respetar en cada persona, principios y valores morales como lo es la dignidad, autonomía,
privacidad.16

Para el personal de enfermería es importante abordar la realidad desde un modelo de cuidado


de enfermería donde se aplique el cuidado integral; sustentar la teoría que conduce su práctica,
es su responsabilidad. Durante el proceso de atención se deben brindar cuidados integrales que
reúnan y cumplan con las necesidades del individuo como ser integral.12

Es significativo destacar que en cualquier rol que desempeñe el (la) enfermero (a), en
cualquiera de sus funciones, está presente el arte de cuidar, no es infrecuente encontrarnos a
enfermeros que empañan tan digna profesión con actitudes cuestionables y que no honran la
carrera que escogieron para hacer el bien, tenemos que ser críticos ante tales indolencias,
denunciar aquellas acciones que desmoralizan la profesión de enfermería y sobre todo a sus
protagonistas.

Guerrero-Ramírez, et al , 17 en el artículo "Cuidado humanizado de enfermería según la teoría


de Jean Watson" destacan que son los principios que regulan las conductas y valores humanos
los que definen la ética de enfermería y que el cuidado, como esencia de la enfermería encierra
acciones que son comunes para ambas partes, para el que cuida y para quien es cuidado. No
se puede interpretar el cuidado, sino es basado en valores humanizados, resaltando todas las
acciones encaminadas a promover, prevenir y curar la enfermedad, garantizando un ambiente
sano en todas sus aristas (físicas, emocionales, sociales y espirituales).

Reflexiones sobre los dilemas éticos en el cuidado de enfermería

Un estudio sobre dilemas éticos18 destaca que el acto de cuidar requiere de múltiples


habilidades, de tiempo, dedicación, conocimiento, de práctica, donde existan las condiciones
creadas para ejercer el ejercicio de la profesión de manera humanizada.

De cualquier forma el cuidado ético no se puede ver desligado de la relación moral entre dos
personas. El personal de Enfermería en su quehacer diario honra el valor de los cuidados desde
una ética encaminada a respetar y dignificar a las personas que reciben la atención de salud,
no hay cuidados, sin que exista un compromiso en la relación entre el profesional enfermero y
el paciente.18
Ante dilemas éticos en su práctica diaria el enfermero/a está obligado a prepararse
competentemente y ofrecer el cuidado con una sensibilidad exquisita, con una ética
incuestionable, la toma de decisiones en ciertas circunstancias lo obliga a ampliar su capacidad
de razonamiento.

Los autores responsables de este mismo estudio son del criterio además, que ante el conflicto
ético, la solución está en asegurar el respeto a los principios morales, que determinarán
finalmente la correcta toma de decisiones. Lo más importante y sabio en casos como estos es
pensar en las consecuencias y el beneficio reportado al mayor número de personas si actuamos
como profesionales razonables, audaces y competentes.18

Es asombroso el ejemplo abordado en este artículo ante una situación que representa un
verdadero dilema y en el que un profesional capacitado, con fuertes principios éticos pueda
llagar a solucionar o determinar la decisión correcta sin violentar la ética del cuidado y se
refiere a las personas que padecen enfermedades como el SIDA, que se niegan partiendo de su
autonomía a revelar el secreto y precisan de la ayuda profesional para que esto se mantenga
en secreto, o sencillamente callar la verdad, ni el enfermero, ni ningún otro profesional de la
salud con consentimiento de lo que ocurre puede ser cómplice de este acto, la postura ética
debe estar dirigida a convencer, persuadir a la persona enferma voluntariamente a que tome la
mejor decisión, donde comunique a su pareja el problema que está enfrentando y así evite con
esta acción ponerla en riesgo su vida y la de muchos otros, con su silencio. 18

Cuando las decisiones de los pacientes no son compartidas por los cuidadores y la forma de
proceder de estos conduce al rechazo de procedimientos e intervenciones otorgando la
prioridad al paciente para hacer uso de su autonomía siempre que sea posible y con previa
consulta familiar, también genera dilemas éticos,19 criterio este con el que coinciden
plenamente las autoras de la investigación y añaden además, que son muchas las situaciones
que generan conflictos durante el ejercicio del cuidado, pero la conducta a seguir siempre
estará mediada, comprometida y será justa si llevamos consigo los principios éticos inherentes
a la profesión, sobre todo el de hacer el bien y la no maleficencia.

Un estudio sobre dilemas éticos y bioéticos de la práctica pediátrica en la Atención Primaria de


Salud20 resalta en relación aquellos pacientes que presenten una afectación en estado terminal,
obrar con toda la mesura necesaria en los cuidados paliativos que incluyen el control del dolor
y otros síntomas así como los problemas que psicológicamente, social y espiritualmente pueden
afectar a los niños y sus familias. Los padres y el personal de salud en general deben adoptar
decisiones para informar al niño acerca de su enfermedad, transmitiéndoles y asegurándoles
protección, preferencia y deseos hasta el último día.

Los cuidados de enfermería: Valores y principios éticos en servicios y contextos


diferentes.

Principios éticos como beneficencia, autonomía, justicia y responsabilidad deben apoyar y


sustentar a los cuidados de enfermería que le son brindados a pacientes hemodializados,
tratamiento este con serias complicaciones para la vida por su invasibidad y durabilidad, los
cambios en el estilo y modo de vida son muchos y acarrean para el paciente situaciones
estresantes y comprometedoras, donde los cuidados éticos se enaltecen con alto grado de
humanismo.21,22

El profesional de la salud debe, atento siempre de su actitud frente al paciente, de su


comportamiento al actuar, seguro de sí mismo, tener principios claros, puntos de vista, las
decisiones y las consecuencias que estas pueden traer consigo. Principios como la beneficencia
y la justicia, reclaman, el primero, de la obligación de prevenir o aliviar el daño, hacer el bien,
ayudar al prójimo por encima de los intereses personales no solo a curar o restaurar la salud
sino además de prevenir educar, el segundo de tratar por igual a los distintos pacientes, pues
se vuelve más sensible aquel con el que se establece la diferencia al no tratarse
adecuadamente.23,24
El cambio del paciente con patología renal, se ha transformado en los últimos años y esto ha
inducido a que cambien las necesidades de cuidados, generando preocupación en los
profesionales de enfermería, aseguran estudiosos de un artículo relacionado con la valoración
de las necesidades de cuidados del paciente durante la hemodiálisis.25

El respeto a la toma de decisiones, al ejercicio de la voluntad y a determinar lo que desea o no


la persona, implica que el quehacer del personal de enfermería requiera el consentimiento de
los pacientes, teniendo derecho a determinar libremente, decidir y poder hasta negarse al
tratamiento si lo desea, a pesar de estar informado de todo el perjuicio que esto trae consigo.

Tras una revisión de un trabajo publicado titulado "la ética y valores de enfermería" 25 en una
revista mexicana, se destacan aspectos que revelan curiosidad, al señalar en este contexto al
igual que en otros que en la realidad hospitalaria los pacientes solicitan que la enfermera sea
sensible a su dolor, sin embargo se observa que al paciente se le identifica por el número de
cama y en el enlace de turno, el paciente es objeto de revisión para que no haya ningún
pendiente.

En todo momento el personal de enfermería debe demostrar empatía hacia el paciente,


brindarle toda la atención que este requiera, muchas son las ocasiones que al finalizar el turno
o guardia de enfermería no saben cómo se llama el paciente y refieren que la so-brecarga
asistencial no les permite que exista una completa interacción con el paciente.

En este artículo, sin dudas, se destaca como lamentablemente, la esencia del cuidado puede
llegar a ser sustituida por la gran tecnología, que "tras bastidor" pareciera ganarle a la ética y
los valores, según reflexiones con las que coinciden las autoras de esta revisión.

El articulo refleja además la preocupación de los enfermeros por aspirar a cargos


administrativos con mayor remuneración, lo que hace que nos dé la impresión de que la
formación profesional y el campo laboral vaya más allá de la verdadera esencia y rol del
profesional de enfermería, pues entre el personal de enfermería y el paciente siempre debe
existir un lazo fraternal, profesional, tanto en el padecimiento de la enfermedad como en la
esperanza de un mejor bienestar, por lo que se deberían crear los vínculos para el logro de los
objetivos, que, en este caso, son la recuperación de la salud y el bienestar del paciente. Sin
embargo, la realidad es otra, esa donde se está demostrando un escenario de enfrentamiento,
donde el paciente reclama sus derechos y la enfermera evade sus responsabilidades. 26

La deshumanización ha afectado a las profesiones de la salud, la disciplina profesional de


enfermería no escapa a esta realidad.27

Se coincide con lo señalado, son más de uno los escenarios o servicios de salud cubanos,
donde estas experiencias se repiten día a día, no podemos darle la espalda a una situación con
que se convive a diario, es cierto que no es absoluta y que si bien nos encontramos con
profesionales que hacen del cuidado al enfermo nuestra razón de ser, existen muchos otros que
desvalorizan la profesión con actos tan poco éticos o peor, con falsas demostraciones de moral.

Ariza Olarte, 28 enfermera en el área de Cuidado y Práctica de Enfermería de adultos en estado


crítico y con problemas cardiovasculares, en su trabajo publicado "La Excelencia del Cuidado:
Un Reto para Enfermería" comparte sus experiencias y sus juicios sobre lo que para ella
significa reconocer el valor del cuidado a partir de dejar de ser y actuar por uno mismo para
dedicarse al otro por entero, resalta que dentro de los valores que el profesional de enfermería
debe luchar por desarrollar para brindar un excelente cuidado, se encuentran muchos, como lo
es la calidad considerada tanto desde la vida personal como profesional, la dedicación al
trabajo, la alegría, todo para que sea considerado un cuidado de calidad, que no es más que
luchar porque sea un quehacer excelente.

Ante todo debemos tener presente a quién cuidamos, esto no es más que tratar al individuo
como persona, colocarlos en el centro de nuestra atención.
Expone que uno de los problemas graves en nuestro cuidado es que en muchas ocasiones
tratamos a nuestros pacientes como patologías y no como personas. Nos referimos al de la
cama 8, al paciente de la diabetes descompensada, al…, sin darnos cuenta que es un ser
humano, y que ha de ser tratado como tal, con sus dolencias, con sus defectos, virtudes,
necesitado de la mano amiga, no como un instrumento a merced de ser manipulado por otros.

Otro aspecto que resalta Olarte en su trabajo es el referente a las características personales de


la enfermera dentro de las cuales es importante resaltar: el asumir una actitud de querer dar y
recibir para facilitar el encuentro, mantener una actitud libre, flexible, cálida, expectante,
neutral, desprovista de comportamientos autoritarios y centrada en lo que acontezca en la
personalidad del otro .28

Los enfermeros, en su función de cuidadores, deben comenzar por respetarse a sí mismos y


respetar al hombre, primero como ser humano y luego como persona enferma que necesita de
nosotros para recuperar su salud, por hacer de su principal función, el cuidado, la razón de su
existencia. Los valores de humanismo, solidaridad, laboriosidad, y muchos otros junto a los
principios éticos siempre irán de la mano en el quehacer diario y respetuoso del enfermero.

La función del personal de enfermería en la atención al paciente ha evolucionado lentamente


con el tiempo, del ayudante disciplinado y dócil del médico, a un profesional con total
autonomía, al que se le exige porque rinda cuentas por lo que hace o ha dejado de hacer en el
momento de entregarse por entero a los cuidados. 29

CONCLUSIONES

El paciente es inspirador de cuidado, es el actor de mayor importancia en el accionar de


enfermería, es a partir de la identificación de sus necesidades que se elabora, aplica y evalúa el
cuidado de enfermería.

La enfermería posee una carga ética importante, el cuidado al enfermo constituye su razón de
ser, está íntimamente ligado a principios éticos que en su ausencia, desvaloriza la esencia de
tan humana profesión.

No hay escenarios donde se presten servicios de enfermería sin que los principios éticos de
beneficencia, autonomía, justicia, responsabilidad, estén al servicio del mejor cuidado brindado
al paciente.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

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Recibido: 2018-01-23.
Aprobado: 2018-02-21.

Taimi N. Rodríguez Abrahantes. Enfermera licenciada. Departamento de docencia. Policlínico


Mártires 8 de abril. Quemado de Guines. Villa Clara, Cuba.
Correo electrónico: taimirodriguez@infomed.sld.cu

io > Revista de Actualizaciones en Enfermería > Enfermería. 11 No. 1

Responsabilidad como Principio


Ético en el Cuidado de Enfermería
Hna María Cecilia Gaitán Cruz

Resumen
El tema se desarrolla desde la perspectiva de la responsabilidad ética en el
cuidado de enfermería. Es el resultado de una revisión bibliográfica, de la
experiencia de cuida-dora, de la mirada histórica sobre la realidad de
enfermería y de la convicción profunda sobre la profesión y su esencia: el
cuidado.

En la praxis del cuidado, las circunstancias desfavorables y la adversidad no


pueden ser una justificación para menoscabar la responsabilidad ética del
cuidado de enfermería, es necesario una actitud propositiva y comprometedora
para hacer realidad, y posibilitar en el cuidado, el respeto de la dignidad del ser
humano, solo así la sociedad podrá evidenciar la esencia de enfermería y los
profesionales asumir con responsabilidad el cuidado de la vida y los desafíos
del contexto.

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Palabras clave: cuidado, principio ético, enfermería

Abstract
The subject is approached from the viewpoint of the ethical responsibility in
nursing care, based on a bibliographic re-view, the personal nursing experience
of the author, the his-torical perspective of the nursing profession, and the pro-
found conviction of the essence of the profession: excellent care.

In the praxis of nursing care, unfavorable or adverse cir-cumstances do not


justify any interference with the ethical responsibility of nursing care; it is
necessary to adopt a positive and obliging attitude to achieve excellence in
care and to respect the dignity of the human being, and it is only so that
society can perceive the essence of the nursing profession and the nurses
undertake with responsibility the good care of life and the challenges posed by
its con-text.

Key words: Nursing care, ethical principle, nursing


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Introducción

En la construcción reflexiva de un discurso sobre la responsabilidad ética del


cuidado de enfermería es imprescindible una mirada sobre la dignidad del ser
humano, su trascendencia y la experiencia individual y recíproca de encuentro
entre el tú necesitado y el yo que comprende la situación del otro, y el cuidado
que trascendiendo los límites de la corporeidad llega a la moralidad del acto de
cuidar, que se da bajo el constructor ético de la responsabilidad.

El Ser Humano y el Acto de Cuidar

Existe una diferencia cualitativa entre el ser humano y las otras entidades de la
realidad (anima-les y plantas), que es su trascendencia, su espíritu e
interioridad, su dignidad ontológica inherente a su condición de humanidad, por
esto, el ser huma-no debe ser considerado en sí mismo y no como medio. “El
concepto de dignidad se refleja en el respeto a la autonomía o a la libertad de
autodeterminación de los seres humanos según su proyecto de vida,
considerados fines en sí mismos”.(1) La tarea de cuidar, aun-que tiene algunas
afinidades con el cuidar a otras entidades de la naturaleza, tiene unos rasgos y
características especiales: lo ineludiblemente huma-no, la dignidad intrínseca
de su ser, que sólo un ser humano lo puede dispensar.

El ser humano es frágil y vulnerable desde múltiples perspectivas: ontológica,


corpórea, espiritual, moral, social, cultural, política…; precisamente por ello
debe ser cuidado, pues no es auto-suficiente, y debe realizar un largo re-
corrido para alcanzar su proyecto existencial.

En el acto de cuidar de un ser humano se produce el encuentro entre dos


universos personales, entre dos mundos libres, entre dos conciencias, entre
dos destinos singulares en la historia. Cuidar exige una vivencia individual o
colectiva recíproca, es darse a otro, a los otros, pero también darse a uno
mismo; es una vivencia, puesto que es un acto, y para que exista debe existir
una persona que lo realice y otra (u otros) que lo recibe; cuidar es una
experiencia que se escenifica en la vida de manera intencional. En el cuidar
también se cuida quien cuida, pues el otro como yo es un ser que vive en lo
mismo y de lo mismo, el otro está en relación, en interconexión con mi yo;
todos somos un momento del mundo y existimos en lo percibido de él, por esto
en el cuidado en general y en la enfermería, en especial, cuidar es una
manifestación de la intersubjetividad humana, ligada a un servicio que
comprende la posibilidad de un juego de intercambio con el otro y de un
sistema de obligaciones recíprocas.(2)

Esto significa que el cuidado, si bien es preocupación biológico – somática,


trasciende los límites de la corporalidad para llegar a los terrenos de la
moralidad; pues quien cuida, además, imprime en el cuidado parámetros de
dignidad, de respeto, de confianza, entre otros, en la interacción cuidador-
cuidado. Por su razón ontológica implica y compromete, en una ética de
responsabilidad y compromiso con las propias obligaciones, como una
expresión de libertad y autodeterminación frente a las decisiones, corriendo el
riesgo de ir en contra de los demás y aún contra nuestros propios sentimientos,
afectos y deseos, en forma tal que se trascienda la ética del mandato y la
obediencia, que genera una noción de ley natural y la ética contractual, que
implica relaciones recíprocas de derechos y deberes frente a los valores de una
sociedad, esto es, la ética de los códigos profesionales.(3)

El ejercicio de cuidar a un ser humano no es tarea fácil o arbitraria, exige la


coordinación de factores personales, profesionales, culturales, ambientales e
institucionales. Es una tarea de gran magnitud, precisamente, porque el ser
humano, en su más radical profundidad, es un misterio, un ser inacabado,
único, irrepetible, trascendente, unidad dialéctica, difícil de caracterizar, y
cuidarle es ayudarle a ser él mismo. Precisamente por esta realidad del ser
humano, cuidarlo es una tarea profesional integral que exige un hondo
conocimiento de los niveles somático, fisiológico, psicológico, social y espiritual
de la persona, y una disposición, una postura ética, una vivencia de hábitos
morales y una forma de vida continuada en el tiempo.

Cuidar representa una variedad de intervenciones para conservar y mantener


la vida, prevenir la enfermedad, participar en los cuidados de curación,
rehabilitación, cuidados paliativos y alivio del dolor, que se inician y engloban
en la comunicación y relación interpersonal humanizada entre el cuidador y el
ser humano, sujeto de cuidado:(4) en razón a que es la persona, su vida,
dignidad, historia social, necesidades y derechos, el sujeto de cuidado, la
autenticidad, el respeto a la originalidad y credibilidad mutuas, la libertad las
actitudes de escucha y comprensión, la empatía para penetrar en la intimidad,
el respeto a las prácticas culturales, creencias, costumbres y tradiciones, los
modos de percibir el pro-ceso salud-enfermedad, son características del
cuidado.

Un Constructor Ético del Cuidar

Las consideraciones anteriores ponen de manifiesto que para dar un cuida-do


es preciso la convicción íntima de la dignidad del ser humano, el encuentro
entre dos universos personales (el ser humano que lo realiza y quien lo recibe)
y el acto de cuidado.

Es básico que para cuidar, el cuidador desarrolle unos referentes universales


que no son principios estáticos sino modos de acción, formas de interacción,
hábitos profesionales, virtudes. No es suficiente el cumplimiento de unos
principios (beneficencia, no maleficencia, autonomía, justicia…) para cuidar
adecuadamente, sino que se requiere la vivencia de unos hábitos morales que
se manifiestan no sólo desde la intensión sino que exigen vivencia en la
práctica. Para este escrito se refiere el principio ético de la responsabilidad.

La responsabilidad aplicada al ejercicio de una profesión es la obligación moral


que se acepta cuando se adquiere un compromiso, es inherente a la profesión,
cargo o rol que se desempeña e implica rendir cuentas de las acciones y
responder a sus consecuencias éticas y legales. La responsabilidad lleva
implícita la capacidad de decidir y actuar con autonomía y libertad, y tiene
además como implicación intrínseca proteger los derechos fundamentales de
las personas, el primero de los cuales es el derecho a la vida. (5)

“La responsabilidad es una condición inexcusable de la naturaleza humana.


Vivir humanamente es responder por los actos propios, reconocer y aceptar las
consecuencias de un acto realizado libremente”,(6) como expresión de
autonomía, convicción y hábito moral permanente; diferente es responder por
deber frente a alguien, o porque existe una sanción civil o penal, esto podría
convertirse en un ejercicio profesional defensivo.

La responsabilidad ética es la razón de la actuación humana en horizonte de


plenitud. Si es preciso un marco ontológico sobre el cual se orienta el actuar
humano, que toma el cuidado de sí mismo, que reconoce en totalidad a un sí
mismo en otro, entonces cabe afirmar que es en este reconocimiento del otro
como ser de solicitudes y necesidades, como el centro y razón de cuidar, en el
que se afirma una relación ética. Estas dos dimensiones el otro y sus
necesidades- hacen emerger el principio radical de solidaridad, que se entiende
como el cuidar del otro con sus bondades, precariedades, limitaciones y
solicitudes en la radicalidad del compromiso.

Las razones para una ética de responsabilidad en el cuidado se fundamentan


en:

• El valor de la vida y de la salud de los seres humanos. Quien se ha formado


como profesional de enfermería se ha preparado para el cuidado del otro(a),
que incluye el cuidado de la vida y de la salud y el cuidado de sí mismo.
• La propia conciencia y coherencia de vida, o lo que podría resumirse en
autonomía ética; es decir, en reconocerse como sujeto de juicio, de humanidad
y de compromiso.

• El derecho que reclama una sociedad de una actuación ética, que se afirma y
realiza en la dimensión ética del acto de cuidado.
• La situación actual del país; enfermería debe ayudar a abrir un espacio para
un nuevo diálogo, demostrando que el cuidado de enferme-ría tiene una
dimensión renovadora y de esperanza.

Enfermera, MNS Nursing Science, Maestría Historia Docencia e Investigación. Magistrada Tribunal Departamental Ético

de Enfermería de Cundinamarca, Bogotá, D.C. Boyacá, Meta, Casanare y Amazonas.


Correspondencia: formasaludtunja@yahoo.com Recibido: enero de 2008 Aceptado para publicación: febrero de 2008

Actual. Enferm. 2008; 11(1):21-24

Algunas consideraciones acerca de los valores humanos y el profesional de enfermería

Ángela Susana Hernández Posada*

* Profesora Asistente, Facultad de Enfermería. Máster en Educación.

RESUMEN

El presente artículo analiza algunos aspectos relacionados con los valores y actitudes como elementos básicos en la formación del
profesional de enfermería, puesto que gran parte de la práctica de enfermería se relaciona con la fundamentación teórica y los
conocimientos técnicos y científicos; se dejan un poco de lado la formación humanística y la ética, que constituyen aspectos
esenciales para el desempeño de una profesión que se desarrolla a través de las relaciones humanas.

Por lo tanto, el conocimiento y la formación ética del profesional de enfermería deben fortalecerse durante sus etapas de formación,
tanto en el pregrado como en el postgrado, ya que el enfermero trabaja bajo la influencia de una escala de valores profesional y
personal cuando entra en relación con los pacientes, y en algunos momentos los valores del profesional de enfermería pueden entrar
en conflicto con los del paciente. De acuerdo con la American Association of Colleges of Nursing, que planteó algunos valores como
esenciales en la práctica de la enfermería profesional, se debería tener en cuenta que las actitudes y los valores en cuanto contenidos
educativos no comparten la misma estructura formal y material que los conceptos o principios identificados comúnmente como
contenidos instructivos o conocimientos, ya que son las convicciones básicas las que sirven de criterio para orientar la propia vida y
las disposiciones personales para hacer o dejar de hacer algo, preferir un curso u otro de acción, o estar dispuesto a comportarse de
una manera determinada. Por ello, es importante utilizar estrategias particulares para la enseñanza y la evaluación, fundamentadas en
métodos cualitativos.

PALABRAS CLAVE

Valores humanos, conocimientos moral, técnico y científico.

ABSTRACT

This article analyzes some aspects related with values and attitudes as basic elements in the formation of nursing professionals,
because much of nursing practice is related with theoretic founding and technical and scientific knowledge; humanistic and ethical
formation, important aspects for the performance of the profession, developed through human relations, are set aside.

As a matter of fact, knowledge and ethical formation of nursing professionals must be strengthen during undergraduate and
postgraduate formation, due to the nurse patient relation influenced by a scale of professional and personal values, and sometimes the
professional values may be in conflict with the patient values. According to the American Association of Colleges of Nursing that
states some values as essential for professional nursing practice, it must be considered that the attitudes and values as educative
contents does not share the same formal and material structure as the concepts or principles commonly identified as instructive
contents or knowledge, because the basic convictions are the ones which serves as criteria to guide ones life and personal dispositions
to do something or to prefer one way to act. It is important to use particular strategies for teaching and evaluation, based on qualitative
methods.

KEY WORDS

Human values, moral, technical and scientific knowledges.

“Bueno”, “malo”, “valores”, “significado”, el “debería ser...” son palabras que se utilizan para
describir el conocimiento moral de la enfermería. Gran parte de la práctica de enfermería se
relaciona con los conocimientos técnicos, es decir, con el aprendizaje de los motivos y los
métodos para realizar las técnicas necesarias. Sin embargo, los conocimientos científicos, la
fundamentación teórica y especialmente la formación humanística y ética son aspectos
esenciales para el desempeño de una profesión que se desarrolla a través de las relaciones
humanas.

Es importante que un profesional de enfermería aprenda, por ejemplo, la teoría y las técnicas apropiadas de reanimación
cardiopulmonar (RCP), pero de igual importancia para este caso son los conocimientos éticos que tenga, ya que estos le ayudarán a
saber cuándo y por qué debe realizarse la reanimación. También puede encontrarse con que algunos casos de reanimación entran en
conflicto con su escala personal de valores. Por lo tanto, el conocimiento y desarrollo ético del profesional de enfermería debe
fortalecerse durante sus etapas de formación, tanto en el pregrado como en el postgrado, ya que el enfermero trabaja bajo la influencia
de una escala de valores tanto profesional como personal cuando entra en relación con los pacientes y, a su vez, estos también tienen
su propia escala de valores. En algunos momentos, los valores del profesional de enfermería pueden entrar en conflicto con los del
paciente. En estos casos el primero deberá diseñar un plan de atención en el cual se brinde cuidado al paciente sin lesionar sus valores.

Una parte fundamental en la formación del profesional de enfermería debe orientarse hacia el conocimiento de sí mismo, con el objeto
de comprender mejor sus actitudes, sentimientos y comportamientos y cómo inciden estos en las relaciones profesionales. Una vez
que haya identificado los valores que motivan su comportamiento personal y profesional, le será más fácil ayudar a los pacientes a
determinar los valores personales que influyen en sus actitudes y comportamiento.

La comprensión de los valores personales y profesionales de uno mismo y los fundamentos éticos sobre los que se construye la
profesión de enfermería ayudan a la enfermera a enfrentarse a la angustia e incertidumbre morales, a los desafíos y a los dilemas
éticos que con frecuencia creciente influyen en la práctica de enfermería.

La American Association of Colleges of Nursing 1 planteó en 1986 los siguientes valores como esenciales en la práctica de la
enfermería profesional:

• La estética: La expresión personal armónica, el interés por las cosas amables, la habilidad e iniciativa creadoras.

• El altruismo: El interés por el bien ajeno, aun a costa del propio.

• La igualdad: La capacidad para identificarse con los demás, considerándolos semejantes con los mismos derechos.

• La libertad: La libre determinación de la capacidad de elección y selección que tiene un individuo y la cual, a su vez, presupone un
compromiso con sí mismo y con los demás.

• El respeto a la dignidad humana: Consideración, deferencia y atención en el trato hacia el otro, quien merece ser reconocido y
estimado.

• La justicia: Actitud moral o voluntad decidida a dar a cada uno lo que es suyo. Es la virtud de la equidad, medida, igualdad y orden.

• La verdad: Conjunto de principios en los que se supone ha de basarse no solo el comportamiento del ser humano sino su
comprensión del universo. Nitidez y claridad en juicios y razonamientos.

• La prudencia: Saber actuar con tacto, cautela, prevención y moderación. Discreción, guardar lo que pueda hacer daño a otro.

• La tolerancia: Consideración hacia la manera de ser, obrar y pensar de los demás, aunque sea contraria a la propia.

• La responsabilidad personal y profesional: Capacidad de sentirse obligado a dar una respuesta o cumplir un trabajo sin presión
externa alguna. Responder por los actos propios y de otros.

• El cuidado y la salud: Esmero y atención para fomentar, prevenir, evitar el deterioro y recuperar el estado óptimo que le permita al
individuo ejercer todas sus funciones.

Acerca de la enseñanza y evaluación de los valores

Está bastante difundida la idea de que los valores y las actitudes son contenidos de enseñanza-aprendizaje que no son competencia
exclusiva de los docentes. Hay quienes piensan, con bastante sentido común, que el medio sociofamiliar en el que se desenvuelven
niños y adolescentes y los medios de comunicación audiovisual con los que ellos se relacionan constituyen las principales y más
poderosas fuentes de aprendizaje efectivo.
Algunos autores consideran que es poco importante evaluar los valores y actitudes y pretender su enseñanza, dado que, por lo general,
lo que de ellos se enseña en las instituciones educativas está en clara oposición con aquellos otros que están presentes en la sociedad:
¿Cómo educar en la solidaridad, la tolerancia y el diálogo cuando en nuestra vida cotidiana se dan continuas muestras de
comportamientos insolidarios, injustos o dogmáticos? Por esta vía de argumentación, tan real como desalentadora, fácilmente se
llegaría a convenir en la imposibilidad de enseñar y, por tanto, evaluar valores y actitudes en el marco educativo.

Sin negar que los valores y las actitudes se aprenden en distintos contextos sociales, familiares y escolares, constituye un
reduccionismo eludir la función educadora y también evaluadora de estos contenidos irremediablemente educativos dentro de la
institución escolar. Además, rechazar esta función es contribuir a que los alumnos se abandonen a toda suerte de valores y
contravalores, actitudes positivas y negativas. Sin la necesaria formación sistemática en unos valores y actitudes determinados, estaría
constantemente hipotecada su educación y, por tanto, el futuro de la sociedad.

Con bastante frecuencia se aplica la misma lógica de enseñanza de los conocimientos a los valores. Muchos profesionales de la
educación creen que estos son unos contenidos que se añaden a los ya tradicionales y que, por ello, deben continuar con la misma
forma de enseñarlos. Sin embargo, las actitudes y los valores en cuanto contenidos educativos no comparten la misma estructura
formal y material que los conceptos o principios identificados comúnmente como contenidos instructivos o conocimientos. Por ello,
deben utilizarse estrategias particulares para enseñarlos y evaluarlos, fundamentadas en métodos cualitativos.

Cuando se enseñan conocimientos de historia o de ciencias, fácilmente se percibe que el profesor expone ante sus alumnos un
conjunto de hechos, ideas o explicaciones para demostrar, con suficiente rigor, la verdad de lo expuesto. Además, aumentará su
validez si con ello cada alumno aprende del modo más correcto posible. Son, a fin de cuentas, conocimientos, bien de hechos o de
ideas, que se rigen por ciertas reglas lógicas y que, por lo común, discurren entrelazados. En los ámbitos del saber, especialmente los
relacionados con la ciencia, se comparte la convicción de que todo conocimiento humano es discursivo, es decir, solo puede ser
racional, y cuando este carece de razones, aquel otro no puede ser conocido y, por lo tanto, enseñado-aprendido y evaluado.

Si los conocimientos son un conjunto de saberes que están basados en razones de diversa índole, ordenados de forma sistemática y
pretenden alcanzar la verdad de los hechos, las actitudes y los valores se basan no en razones de orden intelectual, sino en el orden
del corazón, y justamente se exhiben en el sentimiento y la voluntad del hombre. A través de estas fuentes de conocimiento no
racional se puede conocer un ámbito peculiar de la realidad humana: las formas de interpretar, de estar y actuar en el mundo en que
se vive. Y estas formas son la manifestación más evidente de los valores y las actitudes de cada individuo. Son las convicciones
básicas, que sirven de criterio para orientar la propia vida, y las disposiciones personales para hacer o dejar de hacer algo, preferir un
curso u otro de acción, o estar dispuesto a comportarse de una manera determinada. Pero, como ya se analizó, es necesario atender las
vigencias sociales para establecer cuál es el contenido de los valores y las actitudes.

Lo que entendamos por valor determinará, en gran medida, cómo se enseña y se evalúa. Por esta razón, considero necesario, antes de
explicitar los modos de evaluación, aclarar brevemente cuál es el concepto de valor y delimitar, en sus rasgos más generales, cómo se
enseña.

El valor es, a la vez, una realidad objetiva y subjetiva. Por eso, los valores comparten una dualidad no separable: poseen una realidad
en sí valiosa (objetiva) y, simultáneamente, admiten interpretaciones variadas. De ahí que se pueda decir que la vida humana, espacio
donde se realizan los valores, exige la participación de todas las personas implicadas como elementos imprescindibles para aceptar
que el valor es algo real y también para crear nuevas perspectivas del mismo.

En educación debemos acentuar el carácter real de los valores. Estos no son objetos de la imaginación, ni ficciones que pertenecen al
mundo de lo ideal. Son realidades enraizadas en nuestra cultura, desde las que pensamos y actuamos. Solo puede ser tomado como
real un valor cuando, en educación, descubrimos que merece la pena esforzarse por ello en nuestra vida. Y con tal fin, el profesor
debe presentarlo como algo valioso, alejado de la vaguedad y de la fantasía.

Junto con el carácter real del valor debe resaltarse su doble faceta de inevitable y cotidiano. No hay persona sin valores. Por eso, no se
puede prescindir de ellos en tanto que constituyen claves de interpretación del hombre y de sus realizaciones concretas. Por otra parte,
con bastante frecuencia se los ha presentado ligados a grandes personajes o a proyectos de gran envergadura. De ahí que haya sido
normal otorgarles cierto carácter mítico, al relacionarlos con personas extraordinarias, excepcionales. Vista así, la enseñanza de los
valores ha carecido de la fuerza suficiente para que los individuos se apropien de ellos, por considerarlos propios de personalidades
con características poco comunes. Por eso, es preciso “desmitificar” el valor. Sin negar la importancia que tiene el uso de modelos
para su enseñanza, sería conveniente rescatar su carácter cercano, próximo o cotidiano. Los valores percibidos en la realidad más
cercana a uno mismo se vuelven más atractivos a nuestra sensibilidad estimativa.

Asimismo, la perspectiva teórica de la actitud en la que nos situemos determinará cómo entendemos su enseñanza y evaluación.

Las actitudes son disposiciones, relativamente estables, para comportarse de una determinada manera y en determinadas situaciones,
referentes a personas, objetos o acontecimientos. Pueden predecir la conducta y expresan, además, los distintos modos de situarse el
individuo ante los valores. Es decir, las actitudes se derivan de estos y dinamizan la conducta dándole fuerza y tensión, más que
dirección y sentido, que serían más propios del valor. Constituyen, por así decirlo, la vía operativa de plasmación de los valores en
una determinada conducta. En cuanto disposiciones relativamente estables al realizar determinadas conductas, las actitudes nos
permiten actuar frente a personas, objetos o situaciones concretas de un modo más fácil, oportuno, coherente y constante.
La educación en actitudes es una tarea no solo posible, deseable, sino también exigible, si se quiere educar realmente en una
dimensión tan importante del educando. Ante los rápidos y profundos cambios que continuamente se producen en nuestra sociedad,
así como ante la velocidad creciente con que los conocimientos se suceden unos a otros, el continuo avance científico y técnico, el
sentido cada vez más provisional de los saberes y la pluralidad de valoraciones que los seres humanos manifiestan en los asuntos
sociales justifican de algún modo el esfuerzo por una educación cuyo objetivo sea el facilitar a los alumnos disposiciones estables en
su conducta, que les permitan aprender a pensar, investigar, tomar decisiones, participar en asuntos públicos, etc. Si, en definitiva,
educamos personas para que sean capaces de ser protagonistas de su propio proceso de aprendizaje, el desafío de cada individuo es
lograr, mantener y asumir plenamente sus responsabilidades y compromisos, acrecentar su propia cultura y ejercer sus derechos, todo
ello ayudado por una educación permanente o recurrente a lo largo de toda la vida.

Cabe ahora preguntarse: ¿Cuáles son los criterios y los modos de evaluar los contenidos actitudinales? Si la evaluación implica definir
aquello que se pretende evaluar y la definición de valor y actitud ya ha sido abordada en el apartado anterior, ahora corresponde
centrarse en los criterios y metodologías que son apropiados para su adecuada evaluación.

Resulta aparentemente paradójico que en los currículos actuales se destaque como novedad importante la incorporación de los
contenidos actitudinales a la práctica educativa del aula, mientras que casi no se aportan criterios de evaluación a este respecto. Por el
contrario, hay abundancia de ellos para los contenidos conceptuales y algo menos para los procedimentales. ¿Por qué se ha producido
esta situación?

Félix Ortega, en su libro La profesión del maestro, explica que esto puede deberse a las siguientes razones:

1. Los valores y las actitudes, al no enseñarse como conocimientos, exigen ser reinterpretados a la luz de las normas, reglas y hábitos
que regulan la convivencia en el contexto en que se desenvuelven los alumnos.

2. Un mismo valor puede ser interpretado y manifestado de diversos modos, por lo que el profesorado deberá establecer una prioridad
estimativa que le permita determinar qué conductas o expresiones de valor se corresponden con las interpretaciones que son más
comúnmente aceptadas en la sociedad.

3. Existen multitud de actitudes hacia personas, objetos o situaciones. Los profesores, padres y otros agentes educadores, directamente
implicados en el proceso formativo del alumno, deberán establecer qué actitudes son objeto de enseñanza-aprendizaje para las
distintas etapas y ciclos educativos.

4. Deben seleccionarse aquellos valores y actitudes que estén orientados prioritariamente al desarrollo personal y humanizador de los
alumnos.

5. Deben atenderse las actitudes y los valores que gozan de mayor demanda y relevancia social.

6. Es preferible elegir aquellos valores y actitudes que constituyen el mínimo común denominador de todas las áreas curriculares
ampliamente compartido. Por ello, no tienen por qué ser abordados todos y cada uno de los valores y actitudes posibles en el currículo
escolar: se aconseja concentrar los esfuerzos en torno a un valor y a las actitudes necesarias para su consecución.

7. Existe cierta resistencia del profesorado a la adquisición de actitudes y valores como objetivos educativos, al considerar que ello
podría ser una injerencia indebida en la conciencia de los alumnos.

En cuanto a las metodologías para evaluar valores y actitudes, aún no contamos con los suficientes conocimientos pedagógicos para
poder hacerlo en la práctica escolar. En general, existen métodos, técnicas e instrumentos que proceden de otras áreas de investigación
(psicología social, antropología cultural, sociología, etc.), que si bien pueden ser aplicados en el aula, no son totalmente transferibles
al ámbito educativo, ni es dable considerarlos válidos en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Son muy escasos aún los
esfuerzos por desarrollar una evaluación netamente pedagógica de actitudes y valores para que esta sea más adecuada a la realidad
escolar.

Algunos métodos y técnicas de evaluación proceden de la investigación cualitativa. La observación sistemática, el análisis de las
producciones de los alumnos, los diarios de clase, los debates, entrevistas y asambleas son algunos de los instrumentos propuestos
para la evaluación de los contenidos actitudinales. Estos instrumentos requieren una preparación específica para su correcto uso e
interpretación, se necesita cierto tiempo adicional para la obtención de los datos objetivos y, en algunas técnicas, se emplean métodos
de análisis de cierta complejidad. Sin negar su validez para la evaluación de actitudes y valores, creo que se debe tratar de llegar, de
modo realista, a que puedan ser utilizados en las condiciones normales de enseñanza de los centros, sin sobrecargar un trabajo que lo
convertiría en irrealizable y sin la exigencia de conocimientos y técnicas muy especializados.

La información que proporcionan las técnicas de evaluación cualitativa es de gran importancia para encauzar de modo más
sistemático las intuiciones, evidencias y matices que el profesor va recogiendo de su trabajo diario como docente. Sin embargo, el
empleo de otras técnicas o instrumentos de evaluación que posibiliten la objetivación de la evaluación proporciona información más
contrastada, sistematizada y, por lo tanto, más objetiva que la sola información facilitada por las evidencias subjetivas del profesor.
No obstante, el uso de metodologías combinadas cualitativas y cuantitativas (observación del participante, experimentos de
laboratorio, experimentos de campo, encuestas, etc.) aporta información parcial para poder juzgar, de modo más completo y real, las
actitudes y los valores de los alumnos en el aula.

1
 American College of Nursing. Essentials of College and University Education for Professional Nursing, Washington, D.C., 1986.

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Importancia de los valores y


creencias en un proceso de
enfermería culturalmente
competente
Artículo | Enfermería | 19/02/2001

 Autor(es): Germán Pacheco Borrella* y Álvaro Medina Pérez**.

   
RESUMEN

1. Introducción
La acción de CUIDAR es tan antigua como el mundo. Y, probablemente, todos coincidamos en
que la historia de la enfermería, en buena parte, es la historia de los cuidados. Desde siempre,
las sociedades, en las distintas culturas, se han “cuidado” de una manera u otra y, en todo
caso, para adaptarse al medio y garantizar su supervivencia. Luego vendría la
profesionalización.

Y es posible que pudiéramos coincidir, asimismo, en que, a lo largo de la historia, la atención


sanitaria se ha centrado casi en exclusiva en la tarea de “curar”, quedando excluida la de
“cuidar”, función concebida hoy como primordial dentro del acto sanitario. Probablemente, la
razón por la cual el cuidado haya estado relegado a un segundo plano en la actividad
sanitaria, podríamos encontrarla en el hecho de que el cuidado, tanto el informal como el
formal, ha estado a cargo de la mujer. No olvidemos la influencia de los valores de la sociedad
victoriana del siglo XIX en la “cultura occidental”. En la sociedad de aquel momento –como en
gran parte sucede hoy, desgraciadamente-, la mujer estaba sometida al hombre; y las
relaciones de sexo/género estaban establecidas en base a la relación de poder que,
tradicionalmente, han ejercido los hombres. Y en ese ejercicio del poder, quedaba
menospreciado el valor del cuidado que estaba en manos de la mujer. Quizás por eso, la tarea
de cuidar, que tenía –como tiene- una dimensión humana y no tanto científica –como tiene-,
quedaba apartada.

En ese contexto, todos los avances que se han producido en la medicina en los dos últimos
siglos –salvo alguna excepción-, han sido protagonizados por el hombre; quien, además, ha
propugnado un modelo del saber “médico” (con un lenguaje distinto al del vulgo) en el que no
había espacio para la mujer, que, al amparo de las concepciones morales de aquellos
tiempos, estaba relegada a tareas que el hombre no estaba dispuesto a asumir.

Por tanto, parece claro que se traslada al ámbito sanitario las relaciones de poder imperantes
en aquel momento en el ámbito social. Y se produce una jerarquización que ha perdurado a lo
largo del tiempo, que se hace evidente cuando se adoptan actitudes que tienen que ver con el
ejercicio de ese poder, por quienes ostentan la supuesta supremacía del conocimiento de las
ciencias de la salud. En definitiva, aún hoy persiste ese cultura del poder en nuestro Sistema
Nacional de Salud. Poder ejercido por hombres sobre una profesión eminentemente, e
históricamente, femenina.

No obstante, la Enfermería se ha ido desarrollando como ciencia y como profesión a lo largo


del tiempo. Sin embargo, no es hasta mediados del siglo XIX cuando empiezan a sentarse las
bases de la Enfermería científica. Esto se produce con las aportaciones de Florence
Nightingale, que empieza a definir los conceptos de salud y enfermedad en relación a la
Enfermería, el objetivo de los cuidados, la forma de actuar y el concepto mismo de Enfermería;
de tal manera, que modifica el modo de atender las necesidades de una sociedad cambiante.
Ahí nos quedó ese legado que es “Notas sobre enfermería. Qué y qué no es”, publicado por
primera vez en diciembre de 1859 (1).

Pero hasta la segunda mitad del siglo XX, no empiezan a aparecer teorías y modelos de
enfermería, que beben en las fuentes del conocimiento de las ciencias básicas, especialmente
en las ciencias del comportamiento. Así, en el ámbito de la Enfermería de Salud Mental,
Hildegard Peplau publica en 1952 “Relaciones interpersonales en Enfermería”, libro de
cabecera de cualquier enfermera que se precie. (2).

Unido a los avances del conocimiento enfermero y al desarrollo de la enfermería como


profesión en España, fundamentalmente a partir de su incorporación a la universidad (1977),
se han producido, además, cambios sociales –como fue la democratización de la sociedad
española- que propiciaron a su vez cambios en los modelos de atención a los trastornos
mentales.

Estos cambios se hicieron evidentes cuando se estableció un nuevo marco legal que propicia
la Reforma Psiquiátrica en España. En este sentido, el artículo 20 de la Ley 14/86, de 25 de
abril, General de Sanidad, da la respuesta normativa fundamental al mandato constitucional
que consagra el derecho que tienen todos los ciudadanos a la protección de la salud. No
obstante, el documento que orienta ésta Ley y sirve de base para la Reforma es el Informe de
la Comisión Ministerial para la Reforma Psiquiátrica que se hizo público en abril de 1.985. Este
documento y aquélla Ley, constituyen el "Programa Marco" que teóricamente afecta a todos
por igual, pero que en la práctica cada Comunidad Autónoma ha desarrollado en "su"
momento y a "su" manera. (3)

Tanto es así, que existen Comunidades Autónomas como Extremadura y Baleares que no han
desarrollado un proceso de Reforma de las estructuras de atención a la salud mental. Otras
Comunidades, como por ejemplo: País Vasco, Valencia, Cataluña, tratan de compatibilizar
nuevas estructuras asistenciales con la permanencia de los hospitales psiquiátricos. Y otras
como Andalucía y Asturias, han optado por desarrollar plenamente el modelo de intervención
comunitario y considerar innecesarios los hospitales psiquiátricos como estructuras
asistenciales. Por tanto, aquí, se ha producido una ruptura de la estructura manicomial que
institucionaliza, en favor de una estructura comunitaria, conformada por equipos
interdisciplinarios que actúen de acuerdo con dicho modelo, caracterizado por:

-Comprender los trastornos mentales, y las actuaciones terapéuticas, en el contexto donde se


producen, es decir, en la comunidad.

-Conferir a la promoción y al mantenimiento del bienestar mental, la misma prioridad que al


tratamiento del trastorno mental.

-Buscar las fuentes y los factores de corrección de los trastornos mentales, en determinantes
socio-culturales de la conducta humana, además de los biológicos y psicológicos. (4)

Dicho de otro modo, se pretende trascender el modelo médico tradicional, enriqueciéndolo con
las aportaciones de lo que se entiende por ciencias de la conducta (Modelo Biopsicosocial).

En cualquier caso, la puesta en marcha de la Reforma Psiquiátrica entraña ciertas dificultades.


En primer lugar, hay que entenderla como un proceso, es decir, algo que se desarrolla en el
tiempo; y, en segundo lugar, lo que se propone es un modelo, algo a lo que tender. Además,
durante ese mismo proceso, coexisten ambos modelos (manicomial y comunitario), lo que da
lugar a situaciones contradictorias y paradójicas que pueden ser generadoras de conflictos.
Otras dificultades vendrán dadas por las deficiencias teóricas o teórico-prácticas de los
profesionales de la salud mental, o por cuestiones ideológicas, o por falta de información de
los propios profesionales sanitarios, de los integrantes de las instituciones comunitarias o,
incluso, de la comunidad en general.

2. La transformación del rol profesional


Con la puesta en marcha de los programas de atención a la salud mental, derivados de los
distintos procesos de Reforma Psiquiátrica, en las diferentes Comunidades Autónomas de
España, paralelamente, se fue generando una dinámica que afectó profundamente a la
Enfermería de Salud Mental y Psiquiátrica que, unido al avance y evolución de la Enfermería
española, hicieron que se transformara radicalmente nuestro rol profesional.

De tal manera, que podríamos decir que existe un antes y un después de la Reforma –que
podríamos ubicar a principios de la década de los años 80-, aún cuando es difícil delimitarlo en
el tiempo; toda vez que estamos refiriéndonos a procesos dinámicos, que tienen una evolución
lenta y que, en su desarrollo, conviven formas y maneras de actuar de la antigua usanza con
las nuevas intervenciones.

Así, frente a una vieja Enfermería Psiquiátrica que se nos antoja caduca y acabada, que ha
estado anclada en el manicomio, que ha funcionado sólo para la contención, la custodia y el
direccionismo con los internados, que ha velado por las normas de la institución, que se ha
dedicado tan sólo a aplicación de tratamientos biológicos, que ha sido un poco de todo y nada
de ella misma, que ha estado olvidada y marginada del resto de la profesión y que,
probablemente, fue absorbida como tantas otras cosas por la "institución total" (Goffman) (5)
que es el manicomio; ha surgido una nueva Enfermería de Salud Mental y Psiquiátrica.

Hoy la enfermera de salud mental, en su quehacer cotidiano, con los nuevos conocimientos
enfermeros aprehendidos y habiendo modificados sus actitudes, afronta las necesidades de
cuidados que presentan los ciudadanos a lo que atiende. Y en su intervención practica
abordajes individuales, familiares y grupales, potencia la promoción y prevención de la salud
mental, ejerce en los diversos ámbitos del servicio de salud mental (unidades de
hospitalización, centros de salud mental comunitarios, recursos intermedios, etc.), diversifica
sus actividades y usa técnicas y métodos de Enfermería para personalizar, capacitar y
socializar al paciente psíquico, procurando su autonomía y su calidad de vida, y asume el
incremento de responsabilidades derivadas del ejercicio autónomo de su profesión. En
definitiva, se nombra y desea ser nombrada enfermera, en tanto que prestadora de cuidados
integrales a personas sanas y a las que padecen trastornos emocionales.

Por tanto, hay que poner de manifiesto que se ha producido una profunda transformación del
rol profesional y hoy podemos decir que existe una nueva Enfermería de Salud Mental, que se
caracteriza por ser un servicio humano, al que le guía la filosofía humanística, cuyo cometido
principal es la provisión de cuidados, mediante una relación interpersonal, destinados a
satisfacer la necesidades de salud y auto cuidados del individuo, familia y comunidad, en las
áreas de promoción, asistencia y rehabilitación de la salud mental.

La nueva Enfermería de Salud Mental –los profesionales que la ejercen- interactúa con otras
disciplinas en el espacio interdisciplinar que supone el trabajo en equipo. Pero también tiene
un espacio propio: la provisión de cuidados. Como dice Orem la enfermera actúa cuando un
individuo, familia o grupo no son capaces de satisfacer sus requisitos de auto cuidado, porque
no saben, no pueden o no quieren, y por tanto interviene enseñando, ayudando-colaborando,
supliendo. (6)

Hoy la atención enfermera es un servicio que el Sistema Nacional de Salud oferta a los
usuarios de los servicios sanitarios y por tanto ningún miembro del equipo de salud mental
está legitimado para impedir que cualquier ciudadano reciba las prestaciones que puede y
debe ofertar la enfermera.

Por otro parte, hoy la enfermera debe operar con un marco conceptual que le permita dar
respuestas profesionales a la necesidades de cuidados que se le planteen. Cuidados que son
las acciones intencionadas realizadas por personas concretas de un grupo social -las
enfermeras- para ayudar a otros que presentan déficit en sus auto cuidados. Por eso el
servicio enfermero es un servicio de ayuda. (6)

3. Nueva realidad, nuevos cuidados


Por tanto, frente a una atención del trastorno mental centrada en el hospital psiquiátrico se
pretende con el nuevo modelo realizarla en el seno de la comunidad. Y, frente a un modelo
manicomial de atención que margina, aísla, con una atención paternalista y que favorece la
regresión, y en la que los internos eran –o siguen siendo- “textos” que se escribían –o se
siguen escribiendo- por los profesionales, se pretende poner en marcha un modelo
comunitario que tenga una finalidad resocializadora, favoreciendo la autonomía, la relación, la
participación, la independencia y la solidaridad; de manera que el sujeto actúe, sea autor de su
propia existencia y desempeñe los roles que le correspondan como “actor social”. Los
individuos son elementos en un conjunto de relaciones más amplio, por lo que la sociedad no
puede ser estudiada en el individuo sino por el individuo (Durkheim). La acción del individuo es
social en tanto que interpreta las conductas de los otros y actúa en consecuencia a la
conducta de éstos y a la propia (Weber).

Por tanto, nos encontramos frente a una nueva realidad desde hace casi dos décadas, que
nos ha permitido la prestación de nuevos cuidados.

Y nos encontramos con la especificidad de cada uno de los dispositivos de atención a la salud
mental, lo que implica que la nueva enfermera de salud mental realice acciones concretas y
quehaceres asistenciales determinados; pero común a todos ellos podemos decir que cumple
funciones preventivas, asistenciales, terapéuticas y rehabilitadoras.

En el marco anterior, como hemos apuntado, la enfermera se limitaba, casi en exclusiva, a la


aplicación de técnicas y a ejercer las actividades dependientes. Sin embargo, hoy, realiza una
función autónoma, que se deriva de su propio juicio profesional, a la par que asume las
actividades que emanan de la acción interdisciplinar.

Ese ejercicio autónomo de la profesión, implica brindar a los usuarios de los servicios de salud
mental una atención integral. Y para poder proveer cuidados integrales y especializados
tenemos que:
-Aplicar un proceso de atención de enfermería individualizado al paciente, familia y/o grupo
social, en el contexto sociocultural de referencia.
-Efectuar seguimientos y valorar la evolución del paciente a través de contactos periódicos,
tanto en el domicilio del usuario como en el espacio de la consulta de enfermería.
-Promover la autonomía del paciente y su calidad de vida.
-Establecer una relación interpersonal enfermera-paciente que garantice un servicio
personalizado y posibilite la vinculación terapéutica del paciente y familia con el equipo de
salud mental.
-Detectar sintomatología prodrómica y canalizar las respuestas a la demandas que se
formulen.
-Promover la adhesión al tratamiento, garantizando el cumplimiento del mismo.
-Instruir al paciente y/o familia para la promoción del auto cuidado y la salud.

En definitiva, los profesionales que ejercen esa nueva Enfermería de Salud Mental, tienen
conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes para dar respuestas a las necesidades y
demandas de cuidados que plantea la comunidad a la cual sirven. Y en un futuro inmediato el
deseo de todos es seguir avanzando y profundizando en el conocimiento enfermero para
satisfacer las demandas de auto cuidado terapéutico requeridas. Y de no ser así, estaríamos
anclados definitivamente en la vieja Enfermería Psiquiátrica y, por tanto, reproduciendo viejos
manierismos y rutinas de antaño.

4. Nuevo contexto, nuevo sujeto-objeto de atención


Los cambios originados en el medio donde nos desenvolvemos profesionalmente, han dado
lugar a nuevas formas de actuar de la enfermera de salud mental, en tanto que también ha
cambiado el sujeto-objeto de la atención.

En el contexto comunitario, ya no tenemos individuos que precisan de un tutelaje permanente


por parte de la Institución Sanitaria, toda vez que estamos propugnando la emancipación del
sujeto, en el sentido de que no precise de forma permanente y continuada el ir de la mano de
la institución ni de los profesionales. Y debe romperse esa relación “paterno-filial”, que genera
dependencia e institucionalización.

El sujeto-objeto de nuestra atención es un ser social, que vive en una comunidad de


referencia, que tiene unos valores y creencias, que tiene unos hábitos y costumbres, que es
libre pensante, que tiene inquietudes, que tiene proyectos de futuro, que se organiza de
determinada manera en lo familiar y en lo social (o grupal), que establece muy diversas formas
de relación, que está condicionado por el medio ambiente que le rodea; en definitiva, que vive
en un medio sociocultural concreto.

Pero ese medio sociocultural concreto sufre transformaciones constantes, de tal manera que
el sujeto debe adaptarse a los cambios y transformar de manera continua sus hábitos y
costumbres. El medio condiciona las manifestaciones humanas y determina los
comportamientos. Así, el sujeto se podría comparar a un electrón con una carga social que,
dependiendo de las presiones y/o impactos del medio en el que se encuentre, se podría ver
afectado y pasar de un nivel a otro, lo que le exigiría constantes adaptaciones.

Y a todo esto la enfermera de salud mental no puede ser ajena. Debe conocer al ser humano
para comprender sus conductas y atender las demandas de las alteraciones de salud que se
produzcan, considerando todos estos aspectos. Y teniendo en cuenta que muchas
manifestaciones humanas van ser distintas a las imperantes en cada uno de los grupos de
referencia y, por tanto, tendrá que estar alerta para no confundir conductas que se salen de lo
que es normal en el grupo social de referencia y que, sin embargo, no necesariamente van a
ser patológicas.

En este punto, cabe significar que lo anormal viene marcado por la desviación media de la
norma correspondiente a la totalidad del grupo de referencia. Lo normal, en consecuencia, se
delimita desde el ámbito de la esfera sociocultural y únicamente indica una adaptación
adecuada al contexto social. De ahí que lo anormal pueda ser patológico, doloroso e
inadaptado, pero en ocasiones pueda resultar sano, asintomático y adaptado. (7) La
naturaleza de un fenómeno -o conducta- patológico no viene dada por su anormalidad o
desvío de la norma, sino porque bajo tal fenómeno o conducta subyacen mecanismos que
comportan al sujeto una restricción de su libertad. Bajo el tamiz de la libertad (entendida como
forma de enriquecimiento existencial que mejore las relaciones inter o intrapersonales) puede
entenderse por qué la conducta neurótica, la psicótica o la psicopática son patológicas en
cuanto representan para el sujeto una pérdida de las posibilidades de autorrealización. Lo
“enfermo”, por tanto, sólo supone un caso especial de lo anormal, donde lo significativo sea
referido a la relación sujeto-objeto y no a la situación estadística o sociológica. (8) Por ejemplo,
la esencia del fenómeno melancólico es, como señala Honorio Delgado –citado por Mariátegui
(9)-, la pérdida de la libertad, la pérdida de la “plenitud radiosa del instante, en cuanto realce,
remate y liquidación de lo vivido a la vez que vislumbre, anuncio y comienzo de lo por vivir”.

Por otro lado, hay que señalar que al haber abandonado el espacio manicominal y haberse
subsumido en el espacio comunitario, el estar en la sociedad, implica un contexto diferente,
donde surgen nuevas demandas derivadas de la evolución y el dinamismo social.

De un tiempo a esta parte, estamos asistiendo a una serie de trasformaciones de los hábitos y
las costumbres tradicionales. Las causas de ello pueden ser –de hecho son- los avances en
las ciencias y en las tecnologías, así como los procesos humanos que protagonizan los
actores sociales. Asimismo, las ciencias sociales –Sociología, Psicología y Antropología,
principalmente- se esfuerzan en comprender los fenómenos que surgen y se ponen de
manifiesto en los distintos grupos sociales así como los comportamientos individuales y
colectivos en una sociedad moderna, fragmentada y diversa, a pesar de la oleada ideológica
surgida alrededor del supuesto “nuevo orden”, derivado de los llamados procesos de
globalización –económico/capitalista-, que dicho sea de paso, pretenden “la instauración de un
único sistema mundial en lo económico, lo político, lo cultural y lo comunicacional”, como
sostiene Moreno Navarro.

En este contexto general, afirma Castells , que “lo que cuenta es lo global y lo que nos importa
es local”. Y como enfermer@s debemos preguntarnos constantemente ¿qué es lo que
interesa, qué es lo que importa al ciudadano al que prestamos nuestros servicios? Algunas
pistas se nos proporcionaban en la encuesta de Sigma Dos, realizada para el periódico El
Mundo, publicada el pasado día 2 de enero. Así, los encuestados se manifestaban acerca de
temas tales como la igualdad entre el hombre y la mujer, el racismo, la religión, la aparición de
nuevas enfermedades, la eutanasia, la clonación, las bodas entre homosexuales, el medio
ambiente, la distribución de la riqueza, etc.

Además de lo anterior, debemos tener referencias claras respecto a la evolución de la


población española y de algunos de los cambios importantes que se han producido. Así, por
ejemplo, el hecho de que la población activa española haya disminuido como consecuencia
del bajo índice de natalidad (el Indice Sintético de Natalidad en España es de 1,2 hijos/mujer),
hace que en los próximos años nuestro país va a invertir la pirámide de población, con lo que
tendremos una población de personas mayores muy numerosas. Esto, sin duda, va a hacer
que las incidencias de los trastornos por grupos diagnósticos sean distinta a las de hoy. Otra
consecuencia que puede acarrear la inversión de la pirámide de población, es que se
modifiquen los valores y las creencias de la población. Y con ello, pueden modificarse,
también, las formas de organización social, las relaciones y las conductas. La sociedad se
puede embutir en un flujo continuo, pero lento, de cambios, por lo que no se tiene el ímpetu y
la necesidad de promover revoluciones, buscar utopías, buscar nuevas formas de
organización social, como se da en los casos de países con una pirámide población joven.

5. ¿Es posible la realización de un proceso de enfermería


culturalmente competente?
Con tales antecedentes, hay que decir que no sólo es posible la realización de un Proceso de
Enfermería culturalmente competente, sino que es del todo necesario para procurar la
excelencia de los cuidados que se prestan.

Los cambios a que nos hemos referido, van a suponer –como de hecho está sucediendo ya-
un incremento importante de la inmigración. Tal hecho se constata (aunque puede sonar a
mera anécdota), por ejemplo, con la noticia que nos daban los medios de comunicación el
primer día del siglo: la mayoría de los primeros españoles nacidos eran hijos de inmigrantes.

Los inmigrantes son una realidad en España. Hay zonas, principalmente rurales y algunos
grandes núcleos urbanos, en las que ya conviven europeos del este, magrebíes y africanos
subsaharianos. Cada una de estas personas tienen sus propios rasgos culturales y poseen su
propia cosmovisión. Y, además, tienen que soportar la adaptación a un medio que le es ajeno,
tienen que “adaptarse”, renunciar a aspectos de su cultura para convivir en el nuevo medio y,
para no perder sus señas de identidad, tienen que seguir manteniendo los aspectos
identitarios que le permiten auto reconocerse como lo que son y quienes son. Esta nueva
situación para todos ellos puede suponer la aparición de conflictos psicológicos y alteraciones
emocionales, amen de todas las preocupaciones de tipo social y económico que se le generan
en su proceso adaptativo.

Y sabemos que las migraciones humanas pueden operar como factor desencadenante en la
aparición de trastornos mentales. Permítasenos un ejemplo: una paciente de 55 años,
diagnosticada por presentar una distimia, que hoy parece haberse cronificado, y a la que
atendemos con un plan enfermero, debutó en nuestro equipo de salud mental tras visitar a su
hija, que se había trasladado a Suecia a trabajar. Esta mujer no había salido jamás de su
medio, sólo hizo un viaje en cierta ocasión para visitar a unos familiares que residen a 100 Km.
de distancia. Según nos dijo, quiso ir a ver a su hija porque estaba con temores respecto a su
seguridad y adaptación a aquella sociedad. Nos dijo: “cuando llegué allí me di cuenta que no
podía hablar con nadie, no podía salir a la puerta de la casa porque no entendía los letreros y
no sabía que autobús tenía que coger para volver a casa, las comidas eran muy feas, menos
mal que llevaba chorizo y queso y alguna otra cosa. Mire, me puse malísima, me entró un
agobio que yo no podía estar allí y no duré una semana, me vine para mi casa y desde
entonces estoy en un sin vivir, y me entra una pena, que no sé qué me pasa...” En este caso,
nos atrevemos a decir que el choque cultural operó como desencadenante del trastorno
emocional que padece.

Por otra parte, de todos es sabido la riqueza cultural de España. Esto hace que seamos un
país atractivo para el turismo. Y en las sociedades contemporáneas, de la órbita occidental,
capitalista y de libre mercado –en consonancia con la llamada globalización-, y con los medios
de comunicación que nos aproximan como nunca, se propicia la circulación de personas que
tienen también sus propios rasgos culturales. Lo que hace que, en estos momentos, nuestro
País, sea más multiétnico que nunca; ya que además de payos y gitanos, conviven con
nosotros personas de distintos países y con distintos rasgos culturales. La diferencia estriba
en que unos vienen por necesidad y otros por placer, unos buscando el dorado y otros
buscando el descanso tras la jubilación, unos buscando modos de subsistencia y otros
buscando el hacer negocio, unos buscando la utopía y otros buscando el “sol español”.

Ni que decir tiene, que la enfermera de salud mental debe formarse y conocer las claves
culturales que hacen que los actores sociales se comporten de una manera determinada. Y no
sólo eso, sino que, además, debe conocer las claves de su propia cultura, de sus propios
valores y creencias para hacer efectivo que su actitud profesional debe ser abierta, tolerante y
receptiva hacia los diferentes posicionamientos éticos y morales que profese cada uno de los
usuarios a los que atiende. Deberá entonces, conocerse así misma para poder conocer y
reconocer al otro, sin depositar en éste aspectos de su propia identidad o volcar él prejuicios
de tipo de alguno.

Hemos dicho, que cambian los valores, las relaciones y las conductas. Así, por ejemplo, una
conducta homosexual no deberá ser criticada, ni observada con prejuicios, en función de que
la enfermera sea heterosexual, porque, en todo caso, tras esa conducta u opción sexual hay
un ser humano. Lo importante es si ese ser humano necesita de nuestra ayuda para poder
afrontar su existencia cotidiana y sus posibilidades de autorrealización.

También cambian las formas de organización social. Las personas, como seres sociales, nos
organizamos en grupos o en instituciones para sobrevivir y alcanzar los mínimos que
garanticen nuestra subsistencia y mejorar nuestras condiciones de vida. Y como seres
sociales que somos, precisamos de otros para cubrir nuestras necesidades materiales, pero
también necesidades de afecto, de vínculos, de modelos a seguir, etc. En este sentido, la
familia, como grupo social primario, juega un papel esencial. En ella aprendemos formas
básicas de convivencia, aprendemos a socializarnos, a relacionarnos y comunicarnos, a vivir
con la diversidad: edad, sexo, relaciones de parentesco, posiciones diferentes, etc. Las
familias suelen estar compuestas por personas diferentes y ubicadas en contextos sociales y
culturales muy variados. No olvidemos, como nos aporta la Antropología, que cada cultura y
cada modo de organización social dan lugar a distintas formas de relaciones y a diferentes
estructuras familiares.

La familia es el sistema social en el que el individuo se desarrolla psicológicamente, donde


experimenta las mayores interacciones emocionales, donde se obtienen las mayores
satisfacciones y donde se experimentan las frustraciones; en definitiva, donde el sujeto se
desarrolla como ser humano. La familia es el primer eslabón socializador y, en este sentido, la
persona aprende normas de conducta y valores y creencias, acordes con los imperante en la
sociedad en la que se haya inmersa, que le permiten convivir dentro del grupo social al que
pertenece. Además, es el grupo que le facilita el desarrollo de su identidad personal y le dota
de capacidades para enfrentarse a situaciones externas.

Y la familia también se ha visto afectada por los cambios sociales acaecidos, de tal manera
que ha tenido que modificar su propio funcionamiento. Así, por ejemplo, debido a la
incorporación de la mujer al mundo laboral, el aumento de los divorcios y separaciones, han
hecho que parte de las funciones que venía desempeñando se deleguen en otras instituciones
como la guardería o la escuela, convirtiéndose éstas en agentes colaboradores de la familia.
Todo esto, unido a la velocidad de vértigo con que cambian hábitos, creencias y valores, hace
que la inestabilidad familiar, en muchas ocasiones, sea una realidad.
Téngase en cuenta la diversidad de formas familiares que existen en la actualidad, alejándose
de la familia nuclear tradicional y, más aún, alejadas del grupo doméstico de las sociedades
campesinas. Hoy tenemos familias formadas por solitarios/as, que se constituyen por voluntad
propia o por necesidad –viudedad sin hijos, emigración, etc.-. Familias monoparentales,
debidas a separaciones, divorcios, muerte de uno de los cónyuges o por decisión de procrear
o adoptar manteniendo la vida del hogar sin pareja. Familias formadas por matrimonios sin
hijos, porque no pueden tenerlos o porque han decidido no tenerlos. Familias adoptivas, es
decir, padres que adoptan niños y ejercen los mismos roles que los padres biológicos. (10)
Familias formadas por parejas de homosexuales. Y puede que nos dejemos algún tipo más en
el tintero. Pero, en cualquier caso, la enfermera de salud mental tiene que conocer la
diversidad de agrupamientos primarios que se dan hoy día, para poder prestar la atención
necesaria.

Antes de la industrialización de las sociedades occidentales, la familia era un instrumento para


la consolidación de clanes y grandes grupos unidos por el parentesco, pero tras el modo de
producción capitalista la familia queda reducida a escasos miembros. Surge entonces, la
llamada familia moderna, que no se une ni se vincula a linajes sino que se establece sobre la
base de los vínculos creados entre distintos individuos.

Esa familia moderna, nuclear, y desposeída de muchas de las funciones que tuvo antaño, es
el habitáculo en el que las personas buscan la afectividad y la seguridad emocional. Pero el
gran reto de la familia de la modernidad, es abordar democráticamente su funcionamiento,
aceptando las dificultades inherentes a un modo organizativo tan rico y estimulante como frágil
y costoso (11).

Por otra parte, desde el ámbito de la salud mental, sabemos que la familia es una pieza
imprescindible cuando uno de sus miembros sufre un trastorno mental; es el pilar fundamental
que proporciona afecto, apoyo y cuidados. Y la enfermera, en el abordaje familiar, deberá
conocer las claves de funcionamiento social de la familia, los sistemas de apoyo con que
cuentan en cada caso, los recursos y/o limitaciones, su organización interna, las relaciones de
poder que en ella se dan, etc., para poder realizar una atención excelente. Deberá saber
aliarse con la familia para poder llegar conseguir la autonomía del sujeto y el funcionamiento
social de éste en su contexto. Deberá prestar atención y cuidados a esos cuidadores
informales, sobre los que recae la mayor parte de la atención que precisan los pacientes
psíquicos.

Desde nuestro punto de vista, para que un proceso de enfermería sea culturalmente
competente, además de cuanto antecede, la enfermera de salud mental:

-Tiene que considerar que el sujeto-objeto de nuestra atención es muy diverso. Y que en la
diversidad está la riqueza humana. Así, cuando ayer, como decíamos antes, el sujeto-objeto
de nuestra atención era el internado en el manicomio, hoy y mañana, tenemos que atender a
payos, gitanos, africanos, europeos del este, homosexuales, vegetarianos, parejas de hecho,
familias monoparentales, etc.

-Tiene que considerar los desafíos de la realidad social en que está inmersa la población, y en
qué medida les afectan. Por ejemplo, el incremento de la injusticia, como consecuencia de la
llamada globalización. La tecnología, y en especial la informática, han hecho posible lo que se
llama mundialización, la cual tiene aspectos positivos en tanto que permite la comunicación,
ayuda a superar fronteras y puede facilitar la solidaridad internacional. Pero utilizada por el
capitalismo, da lugar a la globalización, que controla los mercados de los países tanto a nivel
financiero como productivo. Y se establece un mercado internacional del que quedan
excluidos los países pobres o en vías de desarrollo. Todas la relaciones socio-político-
económicas quedan de este modo bajo el control del capital transnacional.

-Tiene que considerar la defensa de los valores y de la diversidad de las culturas. España
tiene diversos universos culturales, cada uno caracterizado por sus formas de organización
social, sistemas simbólicos, celebraciones, costumbres y expresiones artísticas. Ese
pluralismo cultural trata de afianzarse, de afirmarse frente a los embates de la llamada cultura
universal, inspirada por la mentalidad científico-técnica e impulsada por las grandes potencias.

6. La importancia del fondo cultural


Cabría preguntarse: ¿qué importancia tiene el marco cultural donde se desenvuelve el
individuo, en la etiopatogenia del trastorno mental?

No cabe duda, que si Don Quijote hubiese nacido en la época de los caballeros andantes, no
habría sido considerado como un paciente mental; su anacronismo hizo resaltar su conducta.
Según Buqueras Bach (8) –aludiendo a Julián Marías-, no enferma el individuo, sino su
psicobiografía, cuando ésta no sabe desplegarse según las vigencias de su tiempo y de su
cultura, y no puede formar su proyecto con ellas. Por no hacerlo, enjuiciamos como loco a Don
Quijote. Entonces, el fondo cultural nos sirve para advertir que, según el ambiente cultural –en
el sentido antropológico del término-, determinados cuadros psíquicos pueden entrar en la
normalidad o ser juzgados en el límite de la salud o, viceversa, pertenecer a la patología
mental y ser clasificados como demencia. El relativismo cultural se extiende además a las
diferentes actitudes de las poblaciones, primitivas o no, frente al paciente psíquico, como
también frente a los pacientes en general.

Veamos un ejemplo: si un hombre, ligero de ropas, maquillado, con un sombrero de paja y con
unas maracas en las manos, danza en la avenida de la ciudad, en plena cabalgata de
carnaval, estará como pez en el agua y no levantará sospecha alguna. Pero si esa persona,
en tiempo distinto, con la misma indumentaria y conducta, se sitúa en el mismo lugar frente a
un paso de una procesión en la Semana Santa, lo más probable es que se tilde su conducta –
además de irreverente- como patológica.

En definitiva, el fondo cultural no podemos computarlo todavía en un campo etiopatogénico,


pero hay que tenerlo en cuenta pues muchas veces nos puede dilucidar hasta qué punto es
patológica o no una vivencia. Veamos otro ejemplo: una mujer acude a una consulta con una
gran depresión, creyendo que está condenada a muerte por un “mal de ojo”; en un principio se
la tomó por esquizofrénica, hasta que se supo que todo el pueblo en el que vivía esta mujer
creía en el “mal de ojo”; y, entonces, se pensó que lo que tenía la aparente esquizofrénica era
una simple elaboración mental consecutiva al fondo cultural de su pueblo. (8)

Desde esta perspectiva de relatividad cultural, tenemos que tener en cuenta que muchas de
las necesidades básicas que la enfermera de salud mental atiende a diario están
condicionadas por el medio y la cultura. Las personas, además de protegernos de la
temperatura del medio ambiente y mantener el decoro adecuado para las interrelaciones, nos
vestimos en función de los rasgos culturales. Las personas en cada cultura se visten de forma
diferente. Adecuamos la vestimenta a las condiciones físicas del lugar, en la tarea de
adaptarnos al medio. El árabe se viste de forma distinta al europeo. Asimismo, todos
necesitamos proveernos de alimentos para mantener la vida, pero la forma en cómo nos
alimentamos varía en las distintas culturas y en función de los recursos que se disponen. Por
otro lado, las creencias y los valores son diferentes; ahí están sino los mitos de origen, tan
diversos como el número de culturas, cuando menos. Otro ejemplo de ello son las reglas de la
formalidad que se establecen para las relaciones interpersonales en nuestra sociedad, pero
que no tienen nada que ver con otras reglas de comunicación e interacción imperantes en
otros medios culturales.
Ya nos hemos referido a la familia, pero señalemos en este punto que la organización familiar
también varía en cada cultura. Citemos, a modo de ejemplo, el reparto de la herencia en las
familias campesinas, que es distinto en muchas zonas de España. También dentro de esa
organización familiar, los roles que desempeña cada miembro son diferentes en una familia
musulmana que en una europea (judeo-cristiana).

Por tanto, a la hora de identificar las necesidades y/o incapacidades para prestar unos
cuidados excelentes, ineludiblemente la enfermera tendrá que conocer los rasgos culturales
de la persona o grupo social al que va prestar su atención. Cabría que nos preguntáramos, a
la hora de la valoración, ¿cómo se cuida la persona en su grupo social de referencia? Y
¿cómo, cuándo y por qué dejan de auto cuidarse?

La importancia de ello estriba en que, si no tenemos esos conocimientos, las indicaciones y


actividades que se establezcan como necesarias pueden estar fuera de lugar y no ser
comprendidas por la persona a la que tratamos a atender. ¿Desde qué parámetros culturales
vamos a hacer psicoeducación o educación para la salud, desde los de la enfermera o desde
los del paciente? Habría que preguntarse, además, ¿no nos estaremos empeñando en que las
personas hagan acciones de auto cuidado que antes nunca habían hecho, pero que desde
nuestra cultura enfermera entendemos que deben hacer?

En ocasiones, podemos correr el riesgo de caer en un etnocentrismo que no favorecerá la


autorrealización del sujeto-objeto de nuestros cuidados. Lógicamente, para poder comprender
la cultura del otro, la enfermera deberá conocer y reconocer los rasgos culturales que le son
propios.

El hombre y la mujer son seres universales, pero están en distintos lugares, con distintos
medios, con distintas culturas. Es cierto que existen necesidades humanas que nos son
comunes, pero no lo es menos que las formas de satisfacerlas varían de una cultura a otra.

Una de las cuestiones de mayor interés planteadas por la observación etnográfica de las
diferentes culturas, ha consistido en tratar de conocer si las costumbres humanas eran –o son-
naturales o convencionales y de si existía un orden legal y natural de carácter universal. Y, a
veces, desde nuestra cosmovisión podemos caer en la tentación de naturalizar
comportamientos, desde nuestras creencias y nuestros valores.

No olvidemos que cada sujeto tiene unas referencias culturales, que determinan y condicionan
comportamientos. Y que las personas no están talladas en serie, como si salieran de un molde
prefabricado y único, ni son formatos estandarizados. Así, por ejemplo, no es lo mismo prestar
atención y cuidados a un hombre de 45 años, casado, empleado, de clase media, piel blanca,
heterosexual, europeo y cristiano; que uno de 30 años, soltero, sin empleo, clase baja, piel
negra, homosexual, africano y protestante. Y no es lo mismo prestar cuidados y atención a
una mejer de 30 años, madre soltera, sin empleo, clase media, de etnia paya, heterosexual y
europea occidental; que a una mujer de 50 años, casada y con tres hijos, empleada, clase
baja, etnia gitana, heterosexual, testigo de Jehová y europea oriental.

Por tanto cada persona tiene un perfil diferente y puede percibir también sus necesidades de
atención de manera distinta y, por consiguiente, buscar la satisfacción de las mismas en
distintos recursos de atención.

Por ello, no queremos terminar sin dejar de apuntar otro aspecto que nos antoja importante:
las personas tienen la posibilidad de elegir y de formular sus demandas de atención a diversos
recursos. Ahora bien, ¿qué recursos usa cada cual y en función de qué? Servicios sanitarios
públicos, privados, curanderos, santones, etc. ¿En qué medida influyen en esa elección los
valores, las creencias, la economía, etc.?

Según Nebreda Requejo (12), “en el fenómeno de floración del curanderismo en nuestro país,
influyen factores económicos (escasez y carestía de psicoterapeutas de buena formación).
También influye el lenguaje académico y estético de éstos. Pero sobre todo influye la conducta
de la medicina oficial, especialmente su insistencia en tratar al enfermo exclusivamente bajo el
aspecto somático y en no tener en cuenta los problemas emocionales. En estas
circunstancias, la mayoría de los pacientes buscan ayuda en condiciones adaptadas a su
entorno social, en la llamada medicina popular”. Y añade que los curanderos son una parte
importante del cuidado de la salud en España, sobre todo en zonas rurales; aunque también
en las ciudades, cada vez con mayor frecuencia, se acude a los curanderos. Y probablemente,
“la masificación de la medicina pública y el alto costo de la medicina privada tienen
evidentemente que ver con ello”.

Para finalizar nuestra intervención en esta “mesa virtual”, digamos que, en nuestro ejercicio
profesional, tenemos que tener una concepción del hombre y de la mujer universalista pero
con cultura.

Ahora sólo queda –que no es poco- la reflexión y el debate, a lo que esperamos haber
contribuido con nuestra exposición. Muchas gracias a todos, por la atención que nos han
prestado. Cordiales saludos enfermeros.
Bibliografía
1. Nightingale, F. (1990): Notas sobre Enfermería. Qué es y qué no es. Ed. Salvat. Barcelona.
2. Peplau, H.E. (1990): Relaciones interpersonales en Enfermería. Ed. Salvat. Barcelona.
3. Pacheco Borrella, G. (1999): Los espacios de la enfermera de salud mental. En Revista
Metas de Enfermería. Vol.II (16): 41-49.
4. Pacheco Borrella, G. (1996): Atención integral a las personas con problemas de salud
mental y psiquiátricos. En “Salud Pública y Enfermería Comunitaria”, Tomo III. Cap.58.
Págs.1291-1312. Editado por Mazarrasa Alvear, L. y cols. Ed. McGraw-Hill-Interamericana.
Madrid.
5. Goffman, E. (1987): Internados. Ed. Amorrortu-Murgía. Madrid.
6. Orem, D. (1993): Modelo Orem: Conceptos de enfermería en la práctica. Ed. científicas y
Técnicas. Masson-Salvat Enfermería. Barcelona.
7. Vallejo, J. y cols. (1980): Introducción a la psicopatología y psiquiatría. Ed. Salvat.
Barcelona.
8. Buqueras Bach, F.J. (1979). Apuntes de Psicopatología. Escuela de Psiquiatría. Sant Boi de
Llobregat. Promoción 1981-83.
9. Mariátegui, J. (1997): Antropología de la depresión. Rev. Situa; 5 (9):38.
http://www.unmsn.edu.pe/ (biblioteca virtual de salud).
10. Novel, G. (1991): Enfermería psico-social II. Ed. Salvat. Barcelona.
11. García, L. (2000): La familia: espacio de convivencia y socialización. Documento publicado
en Internet. http://www.ceapa.es.
12. Jesús J. Nebreda Requejo, J.J. (1995): “Sobre hechiceros y curanderos o el antropólogo y
su estrategia”. Gazeta de Antropología. Nº 11, 1995. Texto 11-04. http://www.ugra.es

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Etiquetas: Enfermería de salud mental. Cuidados. Trastorno mental. Relación enfermera-paciente. Valores.
Creencias. Grupos sociales. Familia. Proceso de Enfermería. Cuidados en las culturas.
Diseño de programas para la formación ética de los
profesionales de enfermería

Valls Molins, Roser 

Utilizad este identificador para citar o enlazar esta tesis: http://hdl.handle.net/10803/2906

Director/a: Puig Rovira, Josep M.

Departamento/Instituto: Universitat de Barcelona. Departament de Teoria i Història de l'Educació

Fecha de defensa: 24-11-1993

Depósito legal: B.16769-2006

ISBN: 8468972754

Palabras clave: Infermeria; Ètica; Didàctica; Formació

Materia(s): 614 - Higiene y salud pública. Contaminación. Prevención de accidentes. Enfermería

Área de conocimiento: Ciències de l'Educació

Resumen:
 

En esta tesis se presenta el diseño, implementación y evaluación de un programa para la formación ética de
los estudiantes de Enfermería, ya que se trata de una profesión en la que existe una relación de ayuda hacia
personas y exige que mantengan unas actitudes adecuadas desde el punto de vista ético. Además en la
práctica diaria,la enfermera/o se encuentra a menudo inmersa en conflictos o dilemas éticos, respecto a
actuaciones a seguir con el paciente y su familia, sus colegas y la institución para la que trabaja. Esta
realidad demanda el formar a los futuros profesionales de Enfermería para que puedan ponderar con
suficiente objetividad las situaciones éticamente conflictivas y tomar las decisiones convenientes fruto de una
reflexión.
La fundamentación del programa se inicia con el repaso de la evolución de la historia de la Enfermería y de
la formación moral de la profesión, además de presentar el marco conceptual para definir su aportación
específica dentro del equipo de Salud.
Tras esta reflexión, se procede identificar la situación real de la enseñanza de la Ética en nuestro país, por
medio de un cuestionario remitido a todas las escuelas de Enfermería de España (110). De las 42
respuestas recibidas se observa que la mayoría contemplan la ética en su currículo básico y la consideran
una materia muy importante, pero las horas de clase dedicadas a su impartición es escasa.
Estas premisas muestran la necesidad de consolidar la enseñanza de la ética y que la confección de un
programa basado en los temas éticamente conflictivos que más preocupan a la Enfermería puede contribuir
a ello. Con este objetivo se recoge información en tres fuentes: Opinión enfermeras/os, sobre los dilemas
éticos surgidos en su práctica diaria, recogida por medio de entrevistas a 70 profesionales, opinión social,
sobre temas éticos aparecidos en los medios de comunicación y recogidos en el periódico "La Vanguardia"
durante 18 meses y la tendencia académico-científica a partir de los temas tratados en los textos sobre ética
por medio de la revisión de los 14 libros más referenciados en nuestro país. Triangulando la información
recogida en las tres fuentes surgieron los temas siguientes: Derecho a morir con dignidad, actitudes de la
enfermera ante la muerte, derecho a la información, experimentación humana, atención a los pacientes con
SIDA, responsabilidad/ calidad de los cuidados, secreto profesional y aborto.
Identificados y justificados debidamente los temas se confecciona el programa didáctico, eligiendo las
metodologías didácticas oportunas. El programa se implementa en los estudiantes de primer curso de
Enfermería y se evalúa siguiendo el modelo Stake.
Las conclusiones nos muestran que al ser un programa diseñado en función de las necesidades del
colectivo de enfermero y de los temas éticos más conflictivos, crea muchas expectativas en los alumnos
desde el primer momento, a juzgar por la encuesta inicial, expectativas que son ampliamente cubiertas
según datos de la encuesta final. Además la evaluación de la aplicación del programa ha demuestra su
utilidad, porque el disponer de un programa desarrollado facilita la impartición de la asignatura, y el disponer
de los materiales ayuda a los alumnos en la asimilación de la misma.

PALABRAS CLAVE: Ética, Enfermería, Didáctica, Formación

"Design of Ethical Education Programs for Nursing Students"

TEXT:

In this thesis, the design, implementation, and evaluation of an ethical training program for nursing students
is presented, with the goal of helping to develop the appropriate ethical approach in a profession where there
exists the relationship of helping sick people. Furthermore, the goal is to prepare future professionals in
confronting the ethical dilemmas that arise in their daily practice.

The program begins with a review of the history of the evolution of Nursing and teaching the moral aspects of
the profession, as well as presenting the conceptual framework in order to define the nurse's specific role
within the team of health care workers.

After reflecting on these aspects, the program then moves on to identify the actual state of the teaching of
ethics in our country, obtained by sending a questionnaire to all the nursing schools in Spain (110). Of the 42
responses received, most respondents looked at ethics in their basic curriculum and it was considered an
important subject, but very little class time is dedicated to it. These premises show the need to consolidate
ethics training and that the preparation of a program based on the most controversial ethical dilemmas that a
nurse faces can contribute towards fulfilling this need.

With this goal in mind, information was collected from three main sources: The opinion from nurses, in
relation to ethical dilemmas that arise in their daily practice, gathered by interviewing 70 professionals. Social
opinion, towards ethical issues that appear in the media, collected from the newspaper "La Vanguardia" over
an 18-month period and Academic-Scientific trends based on the issues dealt with in the 14 most referenced
texts on ethics in Spain.

When we compiled all the data collected from these three sources, the following issues emerged: the right to
die with dignity, the nurse's approach towards dealing with the subject of death, the right to information,
human experimentation, AIDS patients care, the quality of the care, patient confidentiality, and abortion.
Once properly identifying the issues and justifying their importance an educational program was made,
choosing the appropriate methodology. The program was put into practice to students attending their first
year of Nursing and it was evaluated using the Stake model.

The conclusions show that this program, which is designed with the overall needs of the nurse in mind and
based on the most controversial ethical issues, creates high expectations from the students from the very
beginning of their training. These expectations were well met when we look at the results of the final
questionnaire. Moreover, the evaluation of the application of the program has demonstrated its usefulness,
since the availability of a pre-developed program makes it easier to teach the subject, and also the availability
of teaching materials helps students in their understanding of the subject.

KEY WORDS: Ethics, Nursing, Educational, Training

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