Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Con el romanticismo, emerge una conciencia histó rica para la cual todas las
tradiciones se presentan como contrarias a la razó n; por ello, afirma Gadamer que
el romanticismo constituye, en este sentido, una radicalizació n de la Ilustració n. De
este modo, toda tradició n será considerada histó ricamente. Por la via de la historia,
de la conciencia histó rica, entonces, el romanticismo radicaliza la tendencia
iluminista de poner una distancia frente a las tradiciones y deja de ser una
excepció n para convertirse en la regla. En definitiva, se trata de cuestionar los
modos en que el prejuicio sobre el prejuicio se ha instalado en el pensamiento
historicista y luego, de intentar su deconstrucció n. Para Gadamer, como ya hemos
adelantado, la cuestió n será má s bien determinar y elaborar los criterios de
demarcació n entre prejuicios vá lidos e invá lidos. Uno de los puntos esenciales
será , sin duda, la cuestió n de si autoridad y razó n se oponen de manera absoluta, si
toda tradició n debe conciderarse irracional y debe deponerse en pos de un método
científico universal. Así, el concepto de autoridad llega a considerarse como un
sinó nimo de irracionalidad o incapacidad de servirse de la propia razó n, una
suerte de obediencia ciega o servidumbre voluntaria (Gadamer, 2003). Sin
embargo, el concepto de autoridad no tiene por qué ser pensado de esta manera en
el marco del pensamiento hermenéutico. De acuerdo con Gadamer, es cierto que en
principio la autoridad supone una ligazó n personal entre una autoridad y los
subalternos, pero la obediencia que se pueda observar respecto de la autoridad no
tiene que ser necesariamente consecuencia de una abdicació n de la razó n, sino que
es factible que provenga de un acto de reconocimiento plenamente consciente. En
tal sentido, la autoridad se gana en la medida en que se posee conocimiento de las
propias limitaciones y se considera que una persona determinada posee una
perspectiva má s acertada o má s amplia que, por ende, es recomendable atender.
En definitiva, de acuerdo con Gadamer, lo que fundamenta la autoridad no es el
abandono de la razó n, sino el reconocimiento de que el sujeto autorizado, la
autoridad, sabe má s. Por tanto, la obediencia a la autoridad bien puede ser el
resultado de un acto de libertad completamente racional. Este es el tipo de
autoridad propia del docente y del pedagogo (Gadamer, 2003). La tradició n y las
costumbres, no obstante, no responden a este esquema de obediencia personal,
sino que se trata má s bien de una consagració n anó nima que se impone de manera
objetiva. Pero tampoco se trata de una mera imposició n, ya que las tradiciones y
costumbres suponen, si no una revisió n siempre racional, al menos su cultivo y
adopció n. En ese sentido, aun las costumbres y tradiciones revisten un
componente de libertad en la medida en que se las puede o no respetar. En todo
caso, las tradiciones no subsisten por sí solas, sino que resulta necesaria su
conservació n y transmisió n. De acuerdo con Gadamer (2003), este es el punto en el
que el romanticismo ha acertado con su voluntad de rehabilitar ciertas tradiciones.